Un Hija Preocupada por su Padre 001

heranlu

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Mi nombre es Carlos, soy un hombre de 58 años, moreno claro, delgado, mido 1.80 m, soy divorciado en común acuerdo, sin problemas con mi ex, tengo tres hijos dos varones, que son los mayores y una hermosa mujer, que es la menor. Su nombre es Rosario. Todos son casados. Mi pequeña Rosario cuenta con 31 años, tiene un hijo de 3 años, ella se ve hermosa como mamá, es como de 1.58 m, su cuerpo ha sido reenbellecido después del alumbramiento de su hijo, ha madurado y sus formas tienen gracia y estética, no es muy delgada, sin embargo no tiene grasa de más, para mi es perfecta. Ella es blanca apiñonada, cabello chino natural y de color castaño oscuro. Su rostro es muy hermoso (ojos grandes, pestañas largas naturales, labios medianos delineados y pómulos ligeramente resaltados) como el de su madre, que es de una localidad donde la gente se reconoce que es bella.

Mis hijos cuando decidieron casarse, se marcharon con sus respectivas parejas, la madre de ellos y yo acordamos vivir juntos un tiempo aún después de habernos divorciado. Sin embargo después de algún tiempo ella también decidió marcharse y rehacer su vida ya que nada la ataba a mí, ni siquiera en lo económico por que su profesión la ha respaldado siempre. Entonces comencé a vivir solo, aparentando con mis hijos no tener ningún problema por ésta situación, empecé una batalla conmigo mismo, buscando mi estabilidad emocional y el nuevo rumbo en mi vida. A veces pasaba algunos días con alguno de ellos, sin embargo éstas visitas no eran muy prolongadas, ya que a mi no me gusta estar mucho tiempo fuera de mi casa. Como es normal a veces tenía depresión por la soledad y mi hija por ser mujer y por su natural susceptibilidad lo notaba. Esto le preocupaba y entonces tomaba la iniciativa de visitarme por un par de días con su adorable hijo, aprovechando la ausencia de su marido que por razones laborales faltaba en su casa.

Sus visitas se hicieron muy frecuentes, esto de verdad me servía, mi casa se sentía animada por la visita de ambos y como nosotros siempre hemos tenido muy buena comunicación, ocupábamos mucho de éste tiempo en charlar acerca de lo que fuera. En una de esas charlas ella me hizo la observación de que le agradaba ver que yo estaba tranquilo y mejorado en mi estado emocional, sin embargo me invitaba a conocer gente y a relacionarme más para adquirir mayor estabilidad. Yo le agradecí su sugerencia y le prometí asistir a un club deportivo.

Paso el tiempo, después de estar en el club deportivo, en otra de sus visitas me preguntó nuevamente sobre mi estado emocional, le comenté que el club me había ayudado para conocer nuevos amigos y que mi estabilidad era buena. Ella con cierta prudencia me preguntó que si había la probabilidad de que yo tuviera una pareja, lo cual yo no lo había pensado aún, así que le dije que de momento yo me sentía muy bien y que bueno lo pensaría, pero que no lo creía necesario. Ella me respondió que eso me ayudaría a descargar ciertas tensiones naturales, por que algunas veces le daba la impresión de verme algo nervioso. En ese momento caí en la cuenta de que tal vez ella notaba que yo la veía morbosamente, y por eso hacía su comentario, por lo que yo le pregunté si la había hecho sentir incomoda en algún momento, ella me dijo que no le decía por eso, sino por la ansiedad o irritabilidad que de pronto en mi surgía, que me veía muy estable y tranquilo, pero a veces algo ansioso o irritable. Tenía razón, mi sexualidad era pobre, pocas veces me masturbaba y hacía mucho que no estaba con una mujer. Traté de evadir su comentario argumentando que a veces me sentía muy estresado debido al ruido y los apuros de la ciudad, ella rápidamente me indicó que usaría uno de los productos antiestrés que había adquirido recientemente para su esposo, que le habían funcionado de maravilla, que lo aplicaba con un masaje, ya que así se recomendaba aplicar el producto y ella se ofreció a hacerme éste masaje relajante en su próxima visita. Yo le agradecí y no comenté más.

En su próxima visita yo olvidé completamente lo del masaje, ella me lo recordó cuando llegó con su pequeño. Así que llevó a tomar una siesta a mi pequeño nieto y me pidió aceite mineral para iniciar el masaje en mi espalda y brazos. Me llevó a mi cuarto, me pidió que me desnudara y que solo me quedara con mi calzón, para lo cual me entregó una bata que había adquirido, como las que se usan en algunas clínicas de salud y empezó el masaje mezclando su producto con el aceite. Me dio un masaje primero en la espalda y brazos y al último en las piernas. Me relajé bastante y empezó un diálogo entre nosotros bastante acalorado, cuando aún masajeaba mis piernas:

Papi, la masturbación ¿no te relaja también?

Pues creo que sí, pero a mí la verdad no me gusta hacerlo me siento tonto y raro. (La verdad me daba pena que supiera si yo me masturbaba frecuentemente o no, así que fue lo primero que se me ocurrió contestar).

¿Por qué tonto?, si es una necesidad…no hay por que sentir tal cosa.

Mira es que no sé que decirte, ese tema me parece muy íntimo, creo que no lo deberíamos tocar.

No te cierres, tenemos muy buena comunicación, como para que ahora me salgas con que eso te da pena, ¿sabes como hacerlo? ¿si lo has hecho verdad?

La verdad es que no, nunca me he masturbado. (Por supuesto era mentira, lo que si era verdad es que no me gustaba hacerlo muy seguido, sentía que era una actitud puberta).

No puedo creerlo, si tú eres una persona muy abierta y culta.

Yo le contesté:

Tengo una idea de cómo se hace, pero bueno deja eso ya, no tiene sentido, no te preocupes, estoy bien.

Es que si me preocupo, por que yo quiero que seas feliz y te sientas bien. Mírate, te has molestado, estás irritado, has caído en una situación que no te deja ser feliz, déjame ayudarte, quiero que te intereses y descubras esa parte que te has negado. Si te quieres, debes luchar por hacerlo, ¿si?

Te prometo que lo intentaré. (esto último lo dije con cierta pereza, por que no quería seguir hablando de éste pudoroso tema).

Cuando terminé de contestarle lo anterior sentí que masajeaba la parte interna de mis muslos, un poco más abajo de mis huevos, y esto me empezó a poner nervioso, ya que era una caricia deliciosa, sentí ganas de un masaje en mis testículos, sus manos eran realmente diestras y mi virilidad empezó a crecer. De ahí paso a la parte interna de mis rodillas y pantorrillas y me pidió que me volteara para darme masaje a mis brazos y pecho en la posición boca arriba. Traté de disminuir mi erección pero fue imposible, entonces le pedí una toalla para poder voltearme, a lo que ella me respondió:

¿Tuviste una erección? Lo puedo notar aún con la toalla. Papá, tienes una urgencia bastante notable, no tengas pena (y no pudo contener una risa nerviosa que trató de tapar con su mano).

Perdóname Rosario, realmente tus manos son expertas y mi cuerpo respondió por reflejo.

Papi, no te apures, quítate la toalla, tienes tu trusa, te tranquilizarás en un momento, no te preocupes. (siguió riéndose nerviosamente).

Me quité la toalla y sus nervios se hicieron más presentes, aunque trataba de disimular, no se rió más, y dirigió sus ojos a mi pecho, yo cerré mis ojos tratando de pensar en otra cosa, pero mi mente no podía separarse de las caricias tan agradables que mi brindaba mi hermosa hija y su excitante aroma delicado. De pronto comentó:

Tu pobre pene se ve tan presionado, que me da pena su estado.

Pronto pasara, por favor no voltees. Es una reacción normal, tiene que aguantarse en esa posición por respeto a ti.

Bueno lo acomodaré…

Sorprendentemente metió la mano a mi trusa y jalo mi pene hacia el lugar que ella pensó se sentiría más cómodo. El contacto con su mano fue electrizante, abrí los ojos y vi que su pequeña mano tomaba la parte media de mi macana y la dirigía hacia mi lado derecho y agregó:

¿Te sientes mejor?

Sí,… bueno no…

Caray papí, mi mano apenas pudo cerrar en circunferencia tu pene, debes estar orgulloso de tu amigo, lo que palpe se sentía muy grande…y muy ancho.

Observé que había mojado ya mi trusa con líquido preeyaculatorio debido al atrevimiento de mi hija, y dije:

No es tan grande, lo que pasa es que todo es proporcional, yo soy muy alto y tú eres bajita de estatura, por lo tanto tus manos son pequeñas.

No papá, no es la primera vez que agarro un pene y créeme como el tuyo no había agarrado. Mis manos son pequeñas, pero aún así la diferencia es bárbara, mira…

Y nuevamente metió su mano adentro de mi trusa, pero ahora fue más allá y sacó por completo mi verga y dejo su mano rodeándola para demostrarme que era verdad. Mi verga es ancha, tal vez en lo largo no es descomunal, pero tengo lo suficiente. Traté de desaprobar su acción, y apenas pude decirle:

Rosario…no deberías hacer eso.

Es que mira es muy gorda y aún sigue creciendo en longitud, ¿alguna vez la has medido?

A estas alturas su otra mano me tomaba la verga desde la base y la otra permanecía en el mismo lugar, de tal modo que sus manos cubrían casi toda mi verga, solo sobresalían tres cuartas partes del glande o cabeza y una gran gota aparecía en la punta. Yo estaba como somnoliento, no podía creer que mi hija tomara mi verga con tanta naturalidad, así que continúo ella diciendo:

Ya sé, voy a empezar a hacer esto a ver que pasa, ¿qué te parece? (había tomado un poco de aceite y lo distribuía en todo el tronco y cabeza de mi verga y posteriormente con las dos manos subía y bajaba lentamente a todo lo largo de mi virilidad).

Me parece… bien, ¿pero estás segura?, probablemente no sea muy correcto esto, pero… que bueno que me ayudas, siento… muy raros mis testículos, me duelen un poco…

Es normal, tus testículos me lo agradecerán, también les daré un pequeño masaje, te sentirás muy bien, tu tensión bajará y tú lo podrás hacer solo, cuando lo creas conveniente.

La expresión de mi hija, era como si tuviera mucho calor, como si estuviera dándole el sol en su linda cara, estaba muy colorada y sus pupilas muy abiertas. Me dijo:

Sabes, nunca pensé decirte esto pero… huele muy rico el líquido que despides, como se mezcla con el aceite hace un aroma poco común y como tu humor es agradable, supongo que por eso mezclado huele así. (Su boca se había abierto un poco y su mirada no se quitaba de mi verga, mientras seguía con éste lindo masaje y yo sentía que no aguantaría éste tratamiento mucho tiempo, alternaba sus manos con una ligera sobada circular de huevos que me hacía ver estrellas).

Es muy rico lo que me haces, gracias.

Está muy caliente tu pene papi y muy duro, realmente me ha sorprendido mucho, no sé que más decir…

Bueno, tal vez te gustaría estar un poco más cerca de él, para que veas a detalle lo que no conocías, ¿por qué no acercas más tu cara, mientras me estas apoyando con este… masaje?

Se quedó un momento callada, pensé que se había molestado, éste tiempo se me hizo eterno y era clave, por que tal vez ella decidiría entre continuar o detener éste atrevimiento. Por lo que solo me obedeció y acerco su linda cara a mi verga, por lo que estando yo acostado vi su hermoso rostro no perder detalle de mi virilidad, ahora la frotaba más lentamente con una mano, era un marco perfecto digno de lo más excitante que he vivido. De momento su atrevimiento se hizo más fuerte y me dijo:

¿Es verdad que los hombres sienten mucho placer cuando sienten el calor de la boca femenina?

Probablemente mi amor, como yo nunca he sabido que sea eso, no te lo puedo responder. (Obviamente mentí)

A ver entonces vamos a descubrirlo. (Su lengua se poso en mi glande y viéndome a los ojos la paseo por toda su curvatura). -Estando por reventar, le dije:-

Rosario mi amor, por lo que más quieras métela a tu boca, lo más que te quepa, me voy a venir pronto…

Sin dejar de mirarme hundió mi verga en su boca, hizo un gran esfuerzo por tragar la mitad, me dio tres mamadas y en la tercera descargué el primer borbotón en su garganta, ella sintió la venida, sacó mi verga de su boca y el resto de la venida lo saco con su mano, diciéndome:

Así papi, así saca toda esa tensión, toda esa leche afuera.

Yo grité de placer, me sentí liberado. Después de que derrame gran cantidad de leche, me limpió y me tapo con la toalla y se recargó en mi pecho sin mencionar palabra. Rompí el silencio y comenté:

Gracias hija, te amo, me siento mejor.

De nada papi, me alegra que te sientas aliviado, sin embargo conozco algo más que te puede ayudar a descansar después de tu alivio, es más sencillo solo mantén tu posición y yo haré lo demás. ¿Estas de acuerdo?

Por supuesto, tú dime qué hago.

No te cansarás, más bien es para que tu descanso sea pleno.

Entonces lo que vi fue tan perturbador que nuevamente me quedé mudo. Se quitó su pantalón de mezclilla y su blusa y solo en ropa interior me indicó que me daría un masaje con sus rodillas y muslos en mi espalda primero y posteriormente en mi pecho y piernas. Me recosté nuevamente boca abajo y al sentir el contacto de sus lisas rodillas y muslos en mi espalda, mi pene nuevamente empezó a despertar, en un momento dado, cuando se detuvo a tomar más aceite, su entrepierna quedó por encima de mi espalda baja, sentí un calor intenso en esa área, además de una abultada vulva, podía adivinar cierta humedad en ésta área también, sin embargo ésta posible humedad no quedó en mi espalda. Después de haber terminado con espalda, me pidió cambiar mi posición a boca arriba y de nuevo notó mi erección:

Papi, nuevamente estas…arriba, no te preocupes, mi masaje te dejará tranquilo.

Aquí pude apreciar a mi pequeña Rosario más detalladamente, se notaba un gran bulto en su entrepierna, detenida por una minúscula tanga, no de hilo dental, pero si pequeña y unos generosos senos, contenidos en un hermoso y escotado brassier. Empezó entonces a pasar sus rodillas en mi pecho y sus muslos daban también masajes en mis costados. En uno de estos masajes con sus muslos, su vulva quedó encima de mi pene, yo cerré los ojos, sintiendo como se endurecía y crecía debajo de mi hija, me dijo:

Te ayudaré un poco. (Entonces comenzó a deslizarse hacia atrás y hacia delante sobre mi pene, era muy placentero, sentir su vulva subir y bajar en mi verga y solo estar separados por dos finas telas).

Me atreví a preguntarle:

Rosario, hija, ¿puedo tocarte?

No estaba en mis planes, pero solo toca mis piernas y mi espalda.

Por lo que ni tarde ni perezoso me abalance a su espalda y piernas, las toqué sin pudor y la abrace para hacer el contacto más fuerte entre mi verga y su vulva, por lo que mi cadera también ayudo a éste movimiento y pronto nos encontramos rozando nuestros sexos salvajemente, los dos gemíamos fuertemente, y mi pene se había salido completamente del calzón, por lo que yo mismo me quité mi trusa y tomando nuevamente sincronía con mi hija, la restregaba totalmente en su vulva. No me importo su opinión y pase mis manos a sus nalgas, por encima de su calzón. Sus pelos rizados se asomaban invitándome a morderlos, por lo que no pude más y tratando de ser sutil, le dije:

Me ha lastimado un poco la tela de tu tanga, si te la quitas me sentiré más a gusto.

No sé, hemos llegado muy lejos, ¿no te da miedo?

No, por que no voy a penetrarte si eso te preocupa, es solo por comodidad. (Estaba tan caliente que ya no me importaba nada, yo quería comerme su vulva a chupadas y metidas de verga, y ese era mi primer paso, desalojar su calzón)


Está bien, entonces no tiene ningún sentido dejar mi brassier, por que también me lástima.

Mis ojos nunca habían estado más abiertos, poco a poco se despojo de ambas prendas quedando a mis ojos desnuda, le pedí se quedara de pie un momento, de frente y luego de espaldas, mientras yo me jalaba mi verga ante semejante espectáculo. Y me aventuré a pedirle:

Hija, ¿te podrías agachar y recostarte en tus codos y rodillas lo más que pudieras? Obviamente con tu trasero hacia mí.

Pero ¿para qué papá?, ¿qué quieres ver? (me lo preguntó con una risa muy picara, sellando nuestra travesura)

Por favor no me lo niegues.

Sin decir más, se agacho en la cama hacia mis pies, se apoyó en sus rodillas y codos y pude observar completamente su vulva, sus rizados bellos y sus labios mayores. Me acerqué y su vulva tan expuesta, me estaba poniendo realmente mal, quería abrirle esos labios, olerla y hundirle mi lengua y me dijo volteando por encima de su hombro:

¿Satisfecho?

No realmente. ¿podrías colocarte encima de mi cara en ésta misma posición? Quiero contemplarte desde otro ángulo.

¿Papi?, ¿no es demasiado sucio lo que me pides?, ni mi esposo me ha pedido tal cosa. (en ese momento se incorporó y se sentó en la cama con las piernas cruzadas.

No claro que no, nada de lo que tienes es sucio, es muy hermoso y ya que llegamos hasta aquí, quiero verte más de cerca.

Pero, tal vez te pueda desagradar, por el olor, tu sabes la transpiración natural de esa área…

No mi pequeña, toda hueles riquísima, si hay algún olor fuerte creo que también lo disfrutare, por que se trata de ti.

No lo sé…es que… mejor terminamos tu masaje y si estás… mal nuevamente te ayudo con mis manos.

Por favor hijita, aún si me ayudas con tus manos, no me sentiré satisfecho, es una necesidad que acaba de nacer, no me niegues la tranquilidad.

Mamá nunca lo hizo, ¿verdad?

No hija, es mucha mi curiosidad, mi vida ha sido muy limitada en ese aspecto, mi misma educación y tabúes no me han permitido ir más allá y ahora que te veo, soy otro, me siento diferente… y ansioso.

Hay Papi, no me gusta esto,… pero solo será ver, no más.

Ya que te confesé todo esto, como puedo conformarme con solo ver y no tocar, y si te dijera que quiero también olerte.

¿Papá?, ¿en verdad desperté en ti eso?

Si amor, estoy siendo muy honesto contigo, como me pediste que fuera desde un principio, ¿me lo vas a negar?, te recuerdo que tu me probaste.

Lo que pasa es que estamos alejándonos del objetivo del inicio, solo era que te sintieras bien, no que me exploraras… y si me atreví a ayudarte con un poco de oral, fue por que quise aliviar tu deseo con algo más placentero, pero creo que me equivoqué, desperté en ti mucho más deseo.

Te aseguro que no estamos abandonando el objetivo, realmente me estoy sintiendo muy satisfecho, esto estaba guardado, no es que tu lo hayas propiciado todo, te repito que con tu madre esto era limitado y tal vez esa haya sido una de las razones de nuestro fracaso, de nuestra monotonía.

La parte de tocar no me agrada, solo me pondré en la posición que me pides y yo misma te enseño lo que quieras.

¿Y la parte… de olerte?

Bueno estando tan cerca, creo que será suficiente ¿no?

Está bien, me recostaré y en la posición que estabas solo acércate hacia mi cara para que me muestres lo que te pido.

Recuerda que yo te lo mostraré.

Solo necesito que me dejes apoyar mis manos en tu cadera, solo para eso… para apoyarme.

Pero solo en mi cadera, o más especifico por los lados de mis nalgas, ¿de acuerdo?

De acuerdo.

Así que se volvió a poner en cuatro primero y girando su cara se fue haciendo hacia atrás hasta que quedó su vulva justamente encima de mi cara y sus muslos en mis extremos. Se veía como cuando vas a entrar a un lugar que sabes que te emocionará de sobremanera, llamas a su puerta para entrar y disfrutas al máximo el preámbulo. Yo sabía que estaba a punto de comerme a mi hija, que solo restaba ser paciente y envolverla con mi gran necesidad sexual. Habíamos sido honestos el uno con el otro y estábamos concientes de lo que hacíamos y de lo excitante que resultaba, yo sabía que ella se había excitado con mi pene, se le notaba, y a mi me había puesto muy caliente con tanta atención, con su hermoso cuerpo, su olor y con sus masajes de manos deliciosas. Ella sentía que tenía el control, pero era falso, su excitación la traicionaría y por eso dejaría que sucediera el resto.

Me quedé inmóvil, aún con mis manos a los lados de la cama sin tocarla, solo observando lo hermoso de su sexo, sus vellos castaño oscuro ensortijados deliciosamente a todo lo largo de su vulva, observé como también se extendían por sus ingles, como su cabellera, muy abundantes, por que se veía que ella nunca había hecho siquiera un corte estético, no le hacía falta, era perfecta su vulva así. Sus labios se notaban un poco abiertos, extendidos a todo lo largo de su entrepierna y ligeramente abultados, signo de excitación, buscaba humedad en ellos pero no lograba observar más allá. Estaba en shock, hasta que me dijo:

¿Y ahora?

Ah… es que es tan hermoso esto que tú tienes. Voy a colocar mis manos en tu cadera para apoyarme mejor, ¿ok? (Mis manos tomaron la parte alta de sus nalgas, tal como me lo había permitido hacer)

Bien y ¿luego?

Ábrete los labios por favor.

Empezó a abrir sus labios exteriores pasando una de sus manos por debajo de su cuerpo, la operación no era cómoda y su mano solo alcanzaba a abrir muy poco de su feminidad, haciendo una especie de "V" con sus dedos. Los mantenía unos segundos y los soltaba, hasta que le dije:

¿No sería mejor si con tus dos manos lo hicieras, pero por arriba de tu cuerpo?, abre tus nalgas y yo podré ver el paraíso.

En silencio quitó mis manos de sus caderas de donde supuestamente me apoyaba y con sus dos manos delicadamente abrió sus nalgas por los laterales de su cuerpo y entonces vi el cielo, describirlo no es fácil, sus labios menores estaban también ligeramente abiertos, apenas húmedos, dejando ver una carnosidad rosa agrietada, su clítoris invertido debido a su posición boca abajo adornaba estos pequeños labios, y sus vellos permanecían afuera y ahora eran bruscamente retirados por la acción de las pequeñas manos de Rosario. Acerqué mi nariz lo más que pude e inhalé tratando de obtener lo más acertado posible el olor de ésta área que me volvía loco. Era un olor muy delicado e intenso, no hay comparación y quién gusta de estos manjares y ha tenido éste tipo de oportunidades sabe a que me refiero. Ésta operación la repetí un par de veces hasta que mi pequeña me interrumpió.

Papi, me voy a retirar, creo que has quedado satisfecho.

No por favor chaparrita, estoy realmente sintiéndome como nunca… en el paraíso. (No sabía que más decirle, para retenerla o para meter mi lengua en su parte y la verga la sentía a reventar, además retiró sus manos y quiso enderezar su cuerpo).

Ya papi, ya tuvimos bastante… es todo.

Mi pequeña, no vas a dejar así a tu papi, ya viste mi pene.

Sí, está totalmente erecto… tienes un macanón. Ahora ayúdate tu mismo con tus manos, ya te di una muestra.

Pero mi reina, ¿llegar hasta aquí y trabajar a mano?

Entonces ¿cómo te ayudo?, ¿con otro masaje?

Te propongo lo siguiente: No más masajes, solo déjame probarte en la posición que estabas con mi lengua, solo con mi lengua aclaro, y yo hago el resto del trabajo, mi autosatisfacción.

Sabía que si aceptaba esto, estaría en otro nivel a un paso de cogérmela. Solo desvío la mirada pensativa y como intuyendo que algo iba a pasar y que aunque se resistiera no había marcha atrás. Solo hizo un gesto de negación con su cabeza y rió disimuladamente sin verme a la cara. Lo sabía, ella lo deseaba, pero era natural su resistencia. Hubo un silencio y luego se atrevió a hablar:​
 
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