Un compañero inesperado

Zaphyre

Virgen
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Ago 20, 2023
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UN COMPAÑERO INESPERADO

Una mujer de 48 años, ha estado lidiando con la pérdida de su esposo durante cinco años. Buscando una forma de superar su dolor, descubre el yoga y comienza a practicarlo en el parque cada mañana. Allí, se cruza con su joven y atractivo vecino quien también es un apasionado del yoga.

CAPÍTULO 1

Alicia se miró en el espejo una mañana antes de dirigirse al parque para su rutina de yoga. A sus 48 años, había vivido lo suficiente para conocer la belleza que se esconde en las arrugas y las líneas de expresión que marcaban su rostro. Aunque había dejado de cuidarse tanto como antes, sabía que aún derrochaba una sensualidad innata que estaba lista para ser despertada.

El reflejo en el espejo mostraba una mujer madura, con cabello ondulado pelirrojo que rozaba sus hombros y algunas canas que le recordaban la experiencia de la vida. Sus ojos avellana reflejaban la sabiduría y la profundidad de sus experiencias vividas. Alicia admiró con una sonrisa cómo su cuerpo había cambiado a lo largo de los años.

Se detuvo por un momento para observar sus grandes pechos, y recordó cómo habían sido elogiados en su juventud. Aunque el tiempo había dejado su huella, apreciaba la forma natural y delicada que ahora poseían. Sabía que la sensualidad no solo se trataba de una apariencia perfecta, sino de aceptar y amar cada parte de sí misma, incluyendo aquellos detalles que pudieran haber cambiado con el paso del tiempo.

Suspiró con satisfacción mientras continuaba su examen visual. Aunque aún no se atrevía a usar ropa ceñida, sabía que estaba en el camino hacia una nueva etapa de su vida. Las sesiones de yoga que había empezado a practicar le estaban devolviendo la confianza y la fuerza interior. Su figura comenzaba a recuperar la gracia y la firmeza de antaño, y esa sensación de bienestar se manifestaba en cada gesto y movimiento.

Esa mañana, vestida en un atuendo cómodo y holgado, Alicia sonrió al espejo. Se sentía agradecida por su cuerpo, por todo lo que le había permitido experimentar en la vida. Aunque todavía tenía dudas y momentos de nostalgia por la juventud pasada, sabía que estaba en el camino correcto, redescubriendo su belleza interior y el poder que residía en aceptarse a sí misma tal como era. Con esa determinación en mente, se encaminó al parque.

Llegó temprano al parque, disfrutando de la tranquilidad matutina mientras colocaba su esterilla en un rincón apartado. Comenzó a calentar, estirando sus músculos, preparándose para la sesión de yoga. Una vez lista, inició su práctica con una serie de asanas, sumergiéndose en un estado de concentración y conexión con su cuerpo.

Pasados unos veinte minutos, notó la presencia de alguien acercándose. Levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de un joven apuesto, de unos 25 años, que sostenía una esterilla bajo el brazo. Alicia sintió un ligero nerviosismo al darse cuenta de que el joven se dirigía hacia ella.

─ ¿Alicia? ─ el joven preguntó, y ella se sorprendió de que supiera su nombre.

La confusión se dibujó en su rostro, pero antes de que pudiera preguntar cómo la conocía, el joven se presentó como Daniel, el hijo de Carmen. De repente, todo cobró sentido, recordando que Daniel era apenas un adolescente cuando se fue a estudiar fuera.

─ ¡Oh! ¡Daniel! ─ exclamó Alicia, reconociéndolo finalmente. ─ ¡Cuánto tiempo ha pasado! ¿Has vuelto de estudiar?

Daniel asintió con una sonrisa amistosa. Explicó que había terminado sus estudios y había regresado a casa de su madre por una temporada. La noticia de su regreso alegró a Alicia, y mientras conversaban, notó cómo Daniel la miraba con interés.

─ ¿Practicas yoga también? ─ preguntó Daniel, señalando su esterilla.

Alicia, un poco reticente debido a la inesperada situación, respondió que sí, que estaba allí para hacer yoga como todas las mañanas.

─ Bueno, ¿te importa si me uno a ti? ─ preguntó Daniel con cortesía.

Aunque no había planeado compartir la sesión con un apuesto joven, la compañía de Daniel era agradable y la perspectiva de tener un compañero de práctica la intrigaba. Alicia asintió, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo ante la idea de compartir la sesión con él. Juntos, comenzaron a seguir la secuencia de asanas, guiados por la experiencia de Daniel.

─ ¿Cuánto tiempo llevas practicando yoga, Alicia? ─ preguntó Daniel mientras realizaban una postura de estiramiento.

─ Solo unos meses ─ respondió Alicia con humildad. ─ Empecé después de un largo tiempo sin hacer ejercicio, y el yoga me ha ayudado mucho a sentirme mejor tanto física como mentalmente.

Daniel sonrió, mostrando su experiencia y destreza en cada movimiento.

─ Yo llevo varios años practicando ─ comentó Daniel. ─ Me encanta el yoga, es una parte importante de mi vida. Me alegra que hayas descubierto este camino también.

Alicia se sintió intrigada por la pasión que Daniel mostraba por el yoga, y a medida que avanzaban con su práctica, la conexión entre ellos creció de forma natural. La presencia de Daniel se volvió reconfortante y alentadora, y poco a poco, Alicia dejó de sentirse nerviosa, permitiéndose disfrutar de la compañía y la armonía de aquel encuentro inesperado.

Terminada la sesión de yoga, Alicia y Daniel recogieron sus esterillas y decidieron tomar un merecido descanso en una acogedora cafetería cercana. Mientras caminaban juntos, Alicia se sintió sorprendentemente cómoda con la compañía de Daniel, como si el tiempo no hubiera pasado.

Llegaron a la cafetería y eligieron un rincón tranquilo para sentarse. Ordenaron café y té, y mientras esperaban sus bebidas, conversaron distendidamente sobre sus vidas. Daniel compartió sus experiencias estudiando fuera y las aventuras que había vivido durante esos años.

─ Fue toda una experiencia estudiar en el extranjero ─ comentó Daniel con entusiasmo. ─ Conocí personas de diferentes culturas y aprendí mucho sobre mí mismo en el proceso. Aunque extrañaba a mi familia, no me arrepiento de haberme ido.

Alicia escuchaba atentamente, admirando la madurez y la sabiduría que Daniel había adquirido durante su tiempo fuera. Cuando fue el turno de ella de hablar, decidió compartir su propia historia, incluyendo el doloroso fallecimiento de su esposo hace 5 años.

─ El yoga me ha ayudado a sobrellevar la pérdida de mi esposo ─ confesó Alicia con sinceridad. ─ Ha sido una herramienta increíble para sanar y encontrar paz interior. Me ha recordado que la fuerza reside en mí, incluso en los momentos más difíciles.

Daniel la escuchó atentamente, admirando la fortaleza y la determinación que Alicia mostraba al enfrentar la adversidad.

─ Es increíble cómo una práctica como el yoga puede tener un impacto tan positivo en nuestras vidas ─ comentó Daniel con admiración. ─ Me alegra mucho que lo hayas encontrado y que te esté ayudando tanto.

La conexión entre ambos se profundizó, y Alicia se sintió cómoda compartiendo sus pensamientos y emociones con Daniel, algo que rara vez había hecho con alguien más desde que su esposo falleció.

Cuando terminaron sus bebidas, Daniel miró a Alicia con una mezcla de entusiasmo y timidez.

─ ¿Te gustaría hacer yoga juntos mañana? ─ le propuso Daniel. ─ Puedo darte algunos consejos y ayudarte a mejorar en tu práctica.

Alicia sonrió, emocionada por la idea de continuar compartiendo tiempo con él y de mejorar en el yoga con su guía.

─ Sería maravilloso, Daniel ─ respondió Alicia con gratitud. ─ Acepto tu oferta con gusto. Será un placer practicar contigo nuevamente.

Ambos se despidieron con una promesa de encontrarse al día siguiente para otra sesión de yoga. Alicia sintió un cosquilleo de emoción ante la perspectiva de compartir más momentos con Daniel y de seguir descubriendo los beneficios del yoga.



CAPÍTULO 2

Al día siguiente, Alicia llegó al parque con una sonrisa en el rostro, emocionada por encontrarse nuevamente con Daniel. Ya estaba allí, haciendo unos estiramientos para prepararse para la sesión. Se saludaron con entusiasmo y comenzaron a calentar y estirar juntos, compartiendo un cómplice buenos días.

La mañana estaba fresca, y el sol comenzaba a asomarse tímidamente entre las nubes, creando un ambiente perfecto. Juntos, iniciaron la sesión de yoga, siguiendo el ritmo de sus respiraciones y movimientos coordinados.

Daniel, con su experiencia, observó algunos errores sutiles en las posturas de Alicia. Decidió acercarse para darle algunos consejos y ayudarla a mejorar su técnica.

─ Alicia, intenta relajar un poco los hombros en esta postura ─ sugirió Daniel gentilmente. ─ Te ayudará a mantener una alineación más adecuada.

Alicia asintió, agradecida por la atención de Daniel. Mientras él le indicaba cómo ajustar su postura, pasó su mano por la espalda de Alicia hasta llegar a su zona lumbar, ofreciendo una presión firme y suave al mismo tiempo.

El contacto de las manos de Daniel en su espalda provocó una inesperada corriente eléctrica que recorrió el cuerpo de Alicia. Un leve suspiro escapó de sus labios, sorprendida por la intensidad de la sensación que aquel roce había provocado.

─ Respira profundamente y mantén la atención en tu alineación ─ dijo Daniel, sin darse cuenta del efecto que su contacto había tenido en Alicia.

Ella, intentando mantener la concentración, siguió sus indicaciones, pero no pudo evitar sentir una cierta incomodidad y nerviosismo. La cercanía de Daniel y su suave tacto habían despertado algo en su interior, algo que había estado dormido desde la partida de su esposo. Sin embargo, Alicia se obligó a enfocarse en su práctica, esforzándose por seguir los consejos de Daniel y mejorar su postura. Con el paso del tiempo, la incomodidad inicial se disipó, y Alicia pudo relajarse nuevamente, entregándose por completo a la práctica junto a Daniel.

Una vez finalizada la sesión, Alicia y Daniel se sintieron relajados y con una sensación de bienestar que solo el yoga podía brindarles. Esta vez, era Alicia quien se sentía inspirada a prolongar su encuentro y propuso ir juntos a la cafetería cercana.

─ ¿Te apetece tomar algo? ─ preguntó Alicia con una sonrisa. ─ Sería agradable continuar nuestra charla allí.

Daniel asintió, encantado con la idea de seguir compartiendo momentos con Alicia.

─ ¡Claro, suena genial! ─ respondió Daniel con entusiasmo. ─ Me encanta conversar contigo.

Juntos, caminaron hacia la cafetería, disfrutando de la compañía del otro y de la belleza del parque que los rodeaba. Una vez en el acogedor establecimiento, eligieron una mesa cerca de la ventana y se acomodaron.

Durante la charla amena, hablaron sobre su pasión compartida por el yoga, intercambiando experiencias y aprendizajes que habían obtenido a lo largo de sus prácticas. Alicia estaba fascinada por la dedicación de Daniel hacia el yoga. Por su parte, Daniel escuchaba con atención las historias de superación y fortaleza que Alicia compartía sobre cómo el yoga la había ayudado a sobrellevar la pérdida de su esposo y encontrar una nueva conexión consigo misma.

─ Es increíble cómo una práctica puede influir tanto en nuestras vidas ─ reflexionó Alicia. ─ Me siento agradecida de haberme cruzado contigo y mejorar mi camino.

Daniel asintió, agradecido por la oportunidad de compartir esos momentos especiales con Alicia.

─ Y yo también estoy agradecido de haberte encontrado aquí ─ respondió Daniel con sinceridad. ─ El yoga me ha dado tanto, y ahora tengo la oportunidad de compartirlo contigo.

La charla fluyó de manera natural, y ambos disfrutaron de la compañía del otro, sumergiéndose en temas diversos, desde el yoga hasta cómo le estaba yendo a Daniel en su regreso a casa.

Finalmente, llegó el momento de despedirse, pero antes de hacerlo, acordaron encontrarse nuevamente el próximo lunes para otra sesión después del fin de semana.

─ Estoy deseando volver a practicar contigo ─ admitió Alicia con una sonrisa esperanzadora.

Daniel asintió, con la misma emoción en sus ojos.

─ Yo también, Alicia. Ha sido un día maravilloso ─ respondió Daniel con gratitud. ─ Nos vemos el lunes entonces.

Así, se despidieron con la promesa de un nuevo encuentro, con la certeza de que aquella conexión especial que habían encontrado entre ellos seguía creciendo.

Alicia llegó a casa con la mente llena de pensamientos sobre Daniel. Recordaba vívidamente el roce de sus manos en su espalda durante la práctica, y cómo aquella sutil caricia había despertado sensaciones que ella no esperaba. Se sentía confundida y, al mismo tiempo, atraída por la cercanía y la amabilidad de Daniel.

Mientras se preparaba para darse una ducha, su mente seguía sumergida en aquellos recuerdos, sintiendo cómo la excitación comenzaba a apoderarse de ella de una manera inesperada. Se miró al espejo, tratando de entender lo que estaba sintiendo. Alicia era una mujer madura, con experiencia en la vida y sus emociones, pero aquello era algo nuevo y desconocido.

Ingresó a la ducha, dejando que el agua caliente cayera sobre su cuerpo. Pensó que el agua sería reconfortante, que calmaría su excitación, pero lejos de apaciguarla, solo parecía avivarla aún más. Cerró los ojos, tratando de controlar sus pensamientos, pero las imágenes de Daniel y su cercanía persistían en su mente, alimentando una lujuria inusual.

El corazón de Alicia latía acelerado, y una sensación de culpa se apoderó de ella. ¿Cómo podía sentirse así por alguien tan joven, y, además, el hijo de su vecina? Se sintió avergonzada por esos pensamientos, pero no podía negar la atracción que sentía hacia él.

Mientras el agua caliente seguía cayendo sobre su piel, Alicia se dejó llevar por sus emociones. Permitió que su mano acariciara suavemente su cuerpo, dejándose llevar por la excitación que la envolvía. Cerró los ojos, imaginando a Daniel a su lado, y cómo sería estar en sus brazos. Abrió sus piernas, permitiendo el acceso a sus dedos. Sintió su coño palpitar y con un suspiro comenzó a masturbarse. Metió suavemente dos dedos sintiendo su propio calor, los movimientos suaves dieron paso a rápidas entradas y salidas de sus dedos, el sonido del chapoteo de su coño invadió la ducha. Cuando está a punto de correrse saco sus dedos y comenzó a acariciar su clítoris.

─ Ah…oh…oh dios…─ y mientras jadeaba su cuerpo se estremeció, sus jugos empezaron a fluir descontroladamente.

Regalándole unas ultimas y suaves caricias a su mojado coño, observo asombrada como sus dedos estaban empapados y una sonrisa se dibujó en su rostro, mezcla de picardía y pudor. Una vez que todo pasó, se sintió agotada y confundida. Se apoyó en la pared de la ducha, dejando que el agua siguiera cayendo sobre ella, como si pudiera limpiar esos pensamientos y emociones que la habían invadido.

Cuando finalmente salió de la ducha, Alicia se envolvió en una toalla y se recostó en su cama, pensativa. Aquel encuentro con Daniel había desencadenado algo en su interior, algo que no podía ignorar ni reprimir. Se sentía atrapada entre la lógica de lo correcto y la pasión que la había consumido. Con el corazón todavía palpitante, Alicia cerró los ojos, cuando volviera a encontrarse con Daniel en el parque, ya nada sería como antes.


CAPÍTULO 3

La nueva mañana del lunes trajo consigo una mezcla de nerviosismo para Alicia. Desde el momento en que comenzaron a calentar, su mirada hacia Daniel se volvió distinta, más intensa y admirativa. A medida que avanzaban en la sesión de yoga, Daniel continuaba ofreciendo sus consejos, y Alicia los seguía con dedicación y obediencia.

En una ocasión, la postura requería estar apoyados solo con las palmas de las manos y los pies, con el trasero en alto. Alicia hizo su mejor esfuerzo para mantener la posición, pero sabía que necesitaba ajustar algunos detalles. Daniel, siempre atento a su progreso, se acercó para corregirla.

─ Respira hondo y suelta todo el aire ─ indicó Daniel con una voz suave y tranquilizadora.

Alicia siguió su consejo, sintiendo la calidez de la presencia de Daniel a su lado. La tensión en su cuerpo comenzó a disminuir, y poco a poco logró ajustar su postura siguiendo sus instrucciones.

─ Ahora separa un poco más las piernas ─ le indicó Daniel con paciencia.

Alicia obedeció, sintiendo cómo la cercanía de Daniel comenzaba a afectarla de una manera inesperada. Un gemido involuntario amenazó con escapar de sus labios, y mordió suavemente su labio inferior, reprimiendo aquella reacción incontrolable.

Daniel, sin sospechar lo que pasaba por la mente de Alicia, continuó corrigiéndola con suavidad y precisión. Su mano se posó en la zona lumbar de Alicia, aplicando una leve presión mientras le indicaba cómo ajustar su posición.

─ Así está mejor, saca un poco más el trasero ─ dijo Daniel.

Alicia obedeció nuevamente, sin poder evitar notar la excitación que aquella cercanía y su toque provocaba en ella. La atmósfera se volvía cada vez más cargada, y Alicia se sentía acalorada y vulnerable ante aquellos sentimientos encontrados.

Finalmente, la sesión llegó a su fin, y ambos recogieron sus esterillas. Alicia se sintió aliviada de que la práctica hubiera terminado, necesitaba alejarse por un momento para poder procesar lo que había experimentado durante la sesión.

─ Vamos a la cafetería, como de costumbre ─ propuso Daniel, sin sospechar el torbellino emocional que había provocado en Alicia.

Ella asintió, tratando de mantener una apariencia serena mientras caminaban hacia la cafetería. Por fuera, todo parecía normal, pero por dentro, Alicia se debatía entre la confusión y la excitación que aquel encuentro con Daniel había despertado en ella. Mientras entraban en la cafetería, ella sabía que aquellos sentimientos no desaparecerían fácilmente. La amistad que había empezado a florecer con Daniel ahora estaba teñida de una intensidad que la desconcertaba.

Alicia, sintiendo la necesidad de calmar su excitación, decidió pedir una tila, buscando encontrar un poco de tranquilidad. Por su parte, Daniel optó por un té, ajeno a la lucha interna que Alicia estaba experimentando.

Ella se excusó para ir al baño, se miró al espejo en busca de respuestas. Sus mejillas sonrojadas y su respiración agitada eran evidencia de su calentamiento interior. Su mente estaba llena de pensamientos confusos y emociones encontradas. Alicia se atrevió a meter su mano en su entrepierna, notando la humedad que invadía su coño. Esa excitación incontrolable la sorprendió, y un sentimiento de vergüenza la invadió.

Se echó agua en la cara para refrescarse, intentando recuperar la compostura antes de volver a sentarse junto a Daniel. Respiró hondo, tratando de calmar su corazón acelerado, y le ofreció una sonrisa forzada al reencontrarse con él.

─ ¿Estás bien? ─ preguntó Daniel, notando el cambio en Alicia.

Ella asintió rápidamente, tratando de restarle importancia a lo que había experimentado.

─ Sí, todo está bien. Solo fue un momento de agitación ─ respondió Alicia, intentando disimular lo que había sucedido en su interior.

Terminaron sus bebidas y se despidieron, quedando en encontrarse nuevamente al día siguiente en el parque. Alicia caminó hacia su casa con la mente llena de pensamientos y emociones. La sonrisa en su rostro era una muestra de que, aunque confusa, también se sentía intrigada y atraída por aquellos sentimientos que había descubierto.

En su hogar, se recostó en su cama, dejando que su mente vagara entre los recuerdos de la sesión de yoga y su momento en la cafetería con Daniel. La atracción hacia su joven vecino era innegable, y aunque su mente le advertía de lo inapropiado de esos sentimientos, su corazón no podía negar la conexión que compartían.

Alicia despertó con la misma sonrisa que había tenido al irse a dormir, impaciente por encontrarse nuevamente con Daniel en el parque para su sesión de yoga. Llegó antes que él y comenzó a estirar la esterilla, sus ojos brillaron con entusiasmo al ver a Daniel caminando hacia ella. Comenzaron la práctica, y Alicia a veces se permitía hacer una postura incorrecta para que Daniel la corrigiera. Aquella cercanía con él, y la forma en que la ayudaba a mejorar en cada movimiento, la llenaba de una excitación que apenas podía controlar.

Sin embargo, el momento álgido llegó cuando estaban boca Alicia arriba, y Daniel la asistía para estirar sus brazos hacia atrás. Sus caras quedaron cerca, mirándose a los ojos. La tensión entre ellos era palpable, y en aquel instante, el mundo pareció detenerse mientras sus miradas se cruzaban, sintiendo una conexión que pareció eterna, aunque solo fue por un segundo.

Luego, Daniel cambió de posición y, sosteniendo sus pantorrillas, le ordenó que subiera las piernas y las flexionara. Alicia obedeció, sintiendo cómo su cuerpo reaccionaba con el contacto de Daniel. Cuando él ejerció su peso sobre sus piernas y le pidió que las flexionara un poco más, sus entrepiernas se rozaron, ella pudo sentir claramente el miembro del joven contra su ya mojada cueva. Sus miradas se cruzaron durante un segundo que les pareció eterno, Aunque ambos disimularon, sabían que habían sentido aquel fugaz momento.

Con algo de vergüenza, ambos se incorporaron, tratando de disimular lo que había sucedido. La tensión sexual se mantuvo latente durante el resto de la de la práctica, generando una atmósfera cargada de deseo y emociones encontradas. Finalmente, la sesión llegó a su fin, y aunque aliviados, ambos sabían que aquel encuentro había despertado algo en ellos que no podían ignorar.

Como de costumbre, se dirigieron a la cafetería, pero antes Alicia volvió a entrar al baño y repitió sus actos del día anterior. Explorando su coño con los dedos, notó que esta vez la humedad era mayor, reflejo del torbellino emocional que estaba viviendo, teniendo que contenerse para no masturbarse allí mismo.

A pesar de las emociones confusas que la invadían, Alicia volvió junto a Daniel con una sonrisa, esta vez con un toque de lujuria en sus ojos. Había algo en él que la atraía irresistiblemente, y aunque sabía que era un territorio peligroso y complejo, no podía resistirse a la conexión que compartían.

Finalmente, se despidieron con la promesa de encontrarse nuevamente al día siguiente. Alicia volvió a casa con la mente llena de pensamientos sobre Daniel y los encuentros que habían tenido.

Después de la ducha, mientras se cepillaba el pelo, Alicia no podía dejar de pensar en los roces y la cercanía con Daniel. La excitación volvió a apoderarse de ella, y sin poder evitarlo, se tumbó en la cama, llevando el cepillo a su entrepierna. Jugó con él frotándolo por sus hinchados labios, su coño rápidamente lo acepto y metió el mango casi entero. Imaginando que era la polla de Daniel, lo metía y sacaba mientras jadeaba. Su otra mano acariciaba sus tetas, pellizcando sus pezones. Dejando que el placer la consumiera se corrió llegando a mojar las sábanas.

─ ¡Ah!¡Ah!¡Daniel!… ─ el cuerpo de Alicia se contorsionaba hundiendo completamente el mango del cepillo.

Alicia se sintió culpable por ceder ante aquellos impulsos, pero también sabía que la pasión que estaba descubriendo era algo que no podía ignorar. La lucha entre la razón y el deseo seguía presente en su interior, pero cada vez se sentía más atraída hacia aquella conexión intensa que compartía con Daniel.

Con el corazón latiendo desbocado, Alicia cerró los ojos, sabiendo que al día siguiente volvería a enfrentarse a aquellos sentimientos encontrados y a la atracción que la había atrapado en un torbellino emocional y sexual junto a su joven vecino.

CAPÍTULO 4

Alicia, después de cenar, abrió su armario buscando algo. Tras unos segundos sacó lo que buscaba, era un top deportivo y unas mallas. Lo tenía guardado para cuando hubiera bajado más de peso, pero se sentía valiente y pensaba ponérselo al día siguiente para hacer yoga. Alicia despertó ilusionada, se puso el top y las mallas, le quedaba bastante ceñido realzando las turgencias de su figura. Se puso una sudadera encima y se dirigió al parque. Hoy ya estaba Daniel allí esperándola y comenzaron a calentar.

─ Hola Alicia, estás preciosa hoy. ─ dijo Daniel con una sonrisa al verla.

─ ¡Gracias, Daniel! Estaba probando algo diferente hoy. ─ respondió Alicia, mostrando una sonrisa pícara.

Cuando se dispusieron a comenzar su sesión de yoga, Alicia decidió que era el momento de despojarse de la sudadera. Su cuerpo entallado en la elástica licra no pasó desapercibido para Daniel, quien no pudo evitar elogiar lo hermosa que se veía ese día.

─ Estás increíble, Alicia. Ese conjunto te queda perfecto. ─ le dijo Daniel, admirando su figura.

─ Gracias, Daniel. Me alegra que te guste. ─ respondió Alicia, disfrutando de la atención que recibía.

Mientras transcurría la sesión, Alicia notaba que Daniel no le quitaba el ojo de encima. El top ajustado estaba haciendo bien su trabajo, y Alicia se divertía coquetamente ofreciendo una mejor vista de sus tetas a Daniel. En un momento, Alicia le comentó que necesitaba ayuda con la postura de ayer y se colocó boca arriba de nuevo.

─ Daniel, ¿puedes ayudarme a corregir mi postura? ─ preguntó Alicia, mirándolo de manera sugerente.

─ Por supuesto, Alicia. Aquí estoy para ayudarte. ─ respondió Daniel, acercándose a ella.

El volvió a estirar sus brazos, y esta vez los senos de Alicia parecían querer salir del top. Sus pezones duros se adivinaban perfectamente a través de la tela y Daniel los miraba con deseo. La tensión sexual entre ellos iba en aumento, y Daniel se colocó por la parte de las piernas de Alicia, repitiendo lo que habían hecho el día anterior. Alicia, obediente, flexionó sus piernas, y nuevamente sus entrepiernas se rozaron.

─ ¿Está bien así, Alicia? ─ preguntó Daniel, sintiendo la electricidad entre ellos.

─ Sí, Daniel, es perfecto. Puedo sentir la diferencia. ─ respondió Alicia, sin poder evitar que su voz temblara un poco.

La tensión sexual seguía aumentando, y Alicia decidió dar un paso más. Le pidió a Daniel que echara su peso un poco más sobre sus piernas, para poder flexionarlas aún más. Y en ese momento, Alicia pudo sentir perfectamente la dureza del miembro de Daniel, su coño parecía querer envolverlo con sus labios. Un leve movimiento de cadera de Daniel hizo que soltara un leve gemido. Sus miradas se encontraron en un momento de conexión intenso, dejándoles en claro que la atracción que sentían era mutua.

─ Alicia... ─ susurró Daniel, sintiendo la tensión entre ellos.

Alicia volvió a ser consciente de que estaban en el parque y se incorporaron rápidamente, tratando de disimular lo que acababa de suceder. Sin embargo, la tensión sexual entre ellos se mantuvo durante el resto de la sesión, y ambos se encontraban inquietos y excitados cada vez que se cruzaban. Cada postura y cada contacto entre sus cuerpos alimentaban esa conexión que iba más allá de lo físico. Ambos sentían una atracción magnética, y a pesar de los intentos por disimularlo, sus emociones eran evidentes.

Terminaron la sesión de yoga, y como de costumbre, se dirigieron a la cafetería. Alicia volvió a entrar al baño y repitió sus actos anteriores, pero esta vez se permitió acariciarse de forma intensa su empapado coño durante unos segundos. Al reencontrarse con Daniel, ella le sonrió con picardía, consciente de que había algo más que una simple amistad entre ellos.

Quedaron en verse nuevamente al día siguiente, y Alicia se fue a casa con la mente llena de pensamientos sobre Daniel y las emociones desatadas en aquel parque. Se tumbó en la cama, reviviendo en su mente cada roce y cada mirada compartida con él. La excitación siempre acababa apoderándose de ella, y sin poder evitarlo, las sesiones de placer en solitario después de cada sesión con Daniel, se sumaron como una rutina más.

El resto de la semana transcurrió entre roces y deseos reprimidos. Cada sesión de yoga y café estaba cargada de una tensión palpable entre Alicia y Daniel. Aunque intentaban disimularlo, no podían evitar sentir una atracción magnética que los unía cada vez más.

Alicia no podía quitarse de la cabeza los momentos que compartía con Daniel en su mente y en solitario en su habitación. La excitación y el deseo la consumían, y en ocasiones, prescindía de la ropa interior para sentirse más cercana a él. La humedad de su coño era constante, sus pensamientos se centraban en Daniel y las órdenes que él le daba durante las sesiones de yoga la excitaban cada vez más.

Daniel, por su parte, no se quedaba atrás en su provocación. Durante las sesiones de yoga, fingía corregir su postura para acercarse más a Alicia y sus manos no dudaban en acariciarla disimuladamente, siempre yendo un poco más cada vez, haciendo gemir a Alicia suavemente.

─ Estás progresando mucho, Alicia. Me alegra ver cómo estás mejorando en cada sesión. ─ decía Daniel con una mirada intensa.

─ Gracias, Daniel. Tus consejos me están ayudando mucho. ─ respondía Alicia, sintiendo cómo la cercanía de Daniel la ponía nerviosa y excitada a la vez.

Durante una postura en la que Alicia estaba boca abajo, él se acercó lentamente y colocó sus manos en sus caderas, aplicando una suave presión la inclino hacia atrás. Alicia sintió un escalofrío cuando la punta de su polla recorrió perfectamente su coño. Cada tirón de sus caderas provocaba un nuevo roce y un estremecimiento de deseo la invadió por completo.

─ Respira profundamente, Alicia. Relaja los músculos. ─ susurró Daniel con voz grave.

Alicia trató de concentrarse en su respiración, pero su coño palpitante se lo impedían y el contacto del miembro de Daniel la estaba torturando por dentro. La tensión sexual era palpable, y ambos podían sentir cómo el deseo los envolvía.

Alicia estaba al límite, cada mañana era un suplicio que necesitaba satisfacer. A veces ni intensas masturbaciones en casa conseguían aplacar su deseo. La tensión entre ellos seguía aumentando, y ambos sabían que en cualquier momento podrían ceder ante el deseo que los consumía. Pero, por ahora, se contuvieron, manteniendo sus sentimientos en silencio y esperando el momento adecuado para dar el siguiente paso.



CAPÍTULO 5

Mientras calentaban en el parque, sus miradas se cruzaban con la complicidad de los sutiles juegos que vendrían después. Alicia deseaba volver a sentir esa tensión sexual, y el deseo de estar con Daniel la llenaba de lujuria. Pero justo cuando estaban a punto de comenzar, comenzó a llover y tuvieron que recoger sus cosas y correr a resguardarse. Entre risas, se lamentaron de que la lluvia hubiera fastidiado su sesión de yoga.

─ El clima juega en nuestra contra, ¿verdad? ─ comentó Daniel con una sonrisa juguetona.

─ Parece que sí ¿Qué te parece si continuamos en mi casa? Tengo un salón amplio donde podríamos seguir practicando. ─ sugirió Alicia, con una mirada traviesa en sus ojos.

─ ¡Eso suena genial! ─ respondió Daniel, con una chispa de emoción en su voz.

Por el camino, los pensamientos de Alicia comenzaron a divagar, imaginando qué pasaría si se daban rienda suelta a sus deseos en la intimidad de su hogar. La anticipación de lo que podría suceder con Daniel hizo que una corriente eléctrica recorriera su entrepierna, haciéndola mojar involuntariamente.

Una vez llegaron a la puerta de casa de Alicia, se miraron por un instante, sus miradas reflejando la pasión contenida y las ganas de dejar que sus deseos fluyeran libremente.

Entraron en el amplio salón y extendieron sus esterillas, listos para comenzar nuevamente. Alicia se colocó disimuladamente frente a él, mostrando su cuerpo bajo la ceñida licra, sabiendo que Daniel no podría resistirse a mirar. Daniel se levantó y dijo fuera haciendo lo que él y comenzaron a practicar yoga. Durante una postura, Alicia mencionó que le costaba mucho mantener el equilibrio.

─ Inclínate más hacia atrás ─ le ordenó Daniel, acercándose por detrás y sujetando sus caderas.

Alicia obedeció, inclinándose más, sintiendo el contacto de Daniel en su espalda. Él acarició la parte trasera de sus muslos y le preguntó si sentía la tensión ahí. Alicia, con un suspiro contenido, asintió.

─ Si…lo siento ─ en realidad, lo que sentía era el miembro duro de Daniel presionando contra su trasero, lo que la excitaba aún más. Sin poder evitarlo, se balanceó un poco, haciendo que aquella joven polla quedara entre sus piernas.

─ Así está bien ─ dijo Daniel volviendo a su sitio.

Continuaron con la práctica, Daniel le ordenó que se pusiese boca arriba y que subiera más las piernas, y Alicia obedeció, llevándolas al pecho lo mejor que pudo. Con esfuerzo, le pidió ayuda y Daniel se colocó entre sus piernas, elevándolas y flexionándolas hasta su pecho. Su polla se volvió a encontrar con el coño mojado de Alicia, y ella sintió la dureza que había despertado en Daniel. Sin éxito intentaba concentrarse en la postura, pero no podía evitar excitarse con las suaves presiones que Daniel ejercía en su zona más íntima.

─ Hay que trabajar más la elasticidad ─ señaló Daniel, haciendo algo más de presión

La sesión continuó, y Daniel seguía con sus juegos enmascarados en inocentes indicaciones. Para Alicia, era una tortura contenerse, pero logró resistir la tentación hasta el final de la práctica. Cuando la sesión terminó, Daniel se dispuso a marcharse, pero Alicia le propuso algo inesperado.

─ ¿Te parecería volver mañana a mi casa en vez de al parque? ─ le preguntó con un brillo travieso en sus ojos.

Daniel, sin volverse y con una sonrisa lasciva, respondió: ─ Claro, aquí estaré mañana. ─ Y se marchó dejando a Alicia excitada.

Una vez sola en su cama, Alicia se desnudó y se entregó a sus fantasías, imaginando que era Daniel quien la acariciaba. Sus dedos exploraron su cuerpo mientras llevaba su cepillo a su húmeda entrepierna. El placer se apoderó de ella mientras su mente se llenaba de imágenes de Daniel, imaginándolo allí con ella, compartiendo aquel momento de intensidad. Tras unos minutos alcanzó el clímax en un delicioso orgasmo.

Alicia se sintió liberada y satisfecha, pero sabía que su conexión con Daniel solo había comenzado. Lo que vendría en su próximo encuentro llenaba su mente de excitación y deseo.

Desde aquel día, el parque quedó atrás, y el salón de Alicia se convirtió en el escenario para su juego de lujuria enmascarado bajo las inocentes prácticas de yoga. Daniel tomaba el control, dándole órdenes a Alicia, y ella obedientemente las seguía. Su sumisión era cada vez más evidente, y aunque la pasión los consumía, ninguno de los dos se atrevía a dar el paso hacia lo desconocido.

Las sesiones de yoga se convirtieron en un juego peligroso de deseo y tentación. Daniel la llevaba al límite, casi torturándola con su toque provocador. Cada vez más cerca, pero sin traspasar la línea que les permitiera rendirse a la pasión que los consumía. La tensión sexual era palpable, y el resto de la semana Alicia anhelaba el próximo encuentro.

─ Estás haciendo progresos impresionantes, Alicia ─ elogiaba Daniel, disfrutando de su control sobre ella ─. Sigue así y pronto alcanzarás una flexibilidad asombrosa.

Alicia, con la respiración agitada por la excitación contenida, asentía con una sonrisa coqueta. Por más que deseaba que Daniel la tomara entre sus brazos y la poseyera con pasión, se limitaba a seguir sus órdenes, disfrutando de la dulce agonía que él le provocaba.

En cada postura, en cada mirada, sentían la tensión crecer. Pero a pesar de la complicidad y el deseo Daniel parecía querer jugar con ella, esperando cuanto podría ella aguantar. El salón de Alicia se convirtió en su refugio secreto, donde se entregaban a la tentación, pero siempre sin cruzar esa línea invisible que separaba lo permitido de lo prohibido.

En medio de la pasión desbordada, Alicia había decidido dar un paso atrevido para romper la barrera que los separaba. Descosió un poco sus mallas estratégicamente, esperaba que la tentación llevara a Daniel a ceder a sus deseos más oscuros durante la sesión de yoga. Al día siguiente, con las emociones al límite, Alicia se vistió sin ropa interior, lista para llevar a cabo su plan.

Cuando llegó Daniel, comenzaron su sesión con el mismo juego peligroso de siempre. Alicia estaba boca arriba, y Daniel flexionaba sus piernas contra su pecho. Llegó el instante preciso, la malla se cedió justo en el lugar estratégico, dejando al descubierto su coño ante la atenta mirada de Daniel.

─ ¡Oh, Dios mío! ─ exclamó Alicia, fingiendo sorpresa, mientras hacía un ademán de cubrirse, pero en realidad, disfrutando de la excitación que provocaba en Daniel.

Sin vacilar, Daniel le ordenó que abriera sus piernas, y Alicia, con un poco de pudor, obedeció. Daniel se acercó y llevó sus labios a aquella delicia mojada, haciendo que Alicia se retorciera, provocando un gemido ahogado. Estaba en éxtasis, por fin había conseguido traspasar la barrera que los había mantenido a raya durante tanto tiempo. La lengua de Daniel se movía ágilmente y su cara comenzaba a mojarse con los fluidos. Separo sus labios con sus dedos admirando aquel maduro y jugoso coño, metió dos dedos con facilidad y comenzó a moverlos en su interior.

─ ¿Te gusta, Alicia?

─ Si… ─ con sus ojos cerrados, los gemidos apenas la permitían hablar.

─ ¿Quieres correrte?

─ Si…

─ No te oigo. ─ insistió Daniel.

─ ¡Si!... ¡Quiero correrme!... ¡Haz que me corra, por favor! ─ aquello pareció más bien una súplica.

Daniel intensifico sus movimientos y atrapo su clítoris con sus labios. Succionaba jugando con su sensibilidad mientras sus dedos chapoteaban en su interior.

─ Ya… Ya… me corro Daniel… sigue… sigue… ─ Alicia parecía querer salirse de su cuerpo, su orgasmo vino acompañado de sus jugos saliendo de forma abrupta mojando a Daniel.

Luego de ese instante de pura lujuria, Daniel le ordenó que se arrodillara frente a él. Alicia, aun temblando por la intensidad del momento, obedeció sin dudar. Daniel le saco el top, liberando sus tetas saco su polla y comenzó a jugar con ellos. La pasaba por sus pezones duros dándoles golpes con el glande. Luego la paso por su cara, Alicia deseaba acariciarla y saborearla.

Él la alentó suavemente con la voz, ─ Ya sabes qué hacer, Alicia .

Alicia se encontró frente a la aquella polla, que totalmente depilada se mostraba imponente, lista para satisfacerlo. La acarició con su mano, sintiendo cómo la excitación aumentaba. Daniel, con la mano en su cabeza, la guio, y ella, con devoción, llevó su boca hasta aquella férrea polla. Aunque no era experta intentaba complacer cada uno de sus deseos. El la presionaba a introducir cada vez mas dentro de su boca, hasta llegar a activar el reflejo de su garganta. Ella intentando no decepcionarlo aguantaba las arcadas mojando con sus babas la polla de Daniel hasta sus huevos.

─ Así Alicia… lo estas haciendo muy bien. ─ el reconocimiento de su esfuerzo la alentó, y mirando a los ojos de su joven vecino aumento la velocidad de su mamada.

Daniel agarro con fuerza su cabeza y su polla atravesó la húmeda garganta. Alicia al sentir los primeros chorros de semen en su garganta abrió sus ojos de par en par, creyendo que se ahogaba sentía el palpitar de aquel trozo de carne.

El sin querer presionarla demasiado dejo de hacer fuerza y su polla salió de la boca de Alicia, soltando el resto de su néctar sobre su cara. Ella tosía escupiendo el semen que caía sobre sus tetas.

Cuando Alicia recupero el aliento el joven volvió a poner su polla frente a ella ─ Límpiala. ─ ella obedeció sin cuestionarlo. Comenzó a pasar su lengua por sus huevos, atrapando los restos de semen que no dudaba en tragar. Su boca recorría el tronco en busca del salado sabor y volvió a metérsela en su boca y tras unas intensas chupadas no quedo ni rastro de la corrida de Daniel.

Con respiraciones entrecortadas, permanecieron en silencio, impregnados con los fluidos del otro, sabiendo que habían cruzado una línea peligrosa y excitante. Habían ido más allá de lo permitido y que las consecuencias de sus acciones eran ahora impredecibles y mucho más de lo que ella podría imaginar.

CAPÍTULO 6

Alicia se preparaba con nerviosismo para la llegada de Daniel. Imaginaba qué depararía la sesión de hoy después de lo sucedido ayer. Sin embargo, en lugar de encontrarse en su casa, Daniel la citó de forma misteriosa en la cafetería. Al llegar, él estaba sentado en una mesa del fondo con un semblante serio. Saludaron y pidieron sus bebidas.

Con curiosidad, Alicia esperaba alguna noticia importante, pero antes de hablar de ello, Daniel preguntó

─ Alicia, ¿qué piensas sobre lo que sucedió ayer? - preguntó Daniel con seriedad.

─ Fue increíble. He deseado que algo así ocurriera desde hace semanas. - respondió Alicia sin vacilar.

─ Me alegra que lo hayas disfrutado. - dijo Daniel, tomando un sorbo de su bebida. - Pero si queremos seguir adelante, debes aceptar una condición.

─ ¿Cuál es? - preguntó Alicia, intrigada.

─ Debes someterte a mí y obedecerme en todo lo que te pida. - declaró Daniel con un tono firme.

Alicia se ruborizo por la propuesta, pero en lo más profundo de su ser, algo despertó y sintió la excitación de la sumisión, sorprendiéndose a sí misma, aceptó la propuesta ─ Si… quiero someterme a ti.

Él sonrió satisfecho ─ Bien, ahora deveras demostrármelo. Abre tus piernas para mi ─ le ordeno con firmeza.

Alicia, sintiendo la excitación y mirando a su alrededor, obedeció. Daniel llevó su mano a su entrepierna, acariciando su coño por encima de la ropa interior. Alicia se mordía sus labios para no gemir allí mismo, pero cuando estaba al borde del orgasmo el se detuvo. Alicia lo miro confundida.

─ Ahora iras al baño y te masturbaras tu misma hasta correrte encima de tus bragas, luego quiero que te las quites, las traerás en tu mano y se las entregaras a tu amo ¿Entendido?

─ Si… ─ A Alicia todo aquello no hacía más que excitarla aún más.

─ Si ¿Qué?

─ Si… amo ─ dijo ella mientras se levantaba y, con una mirada pícara, se dirigió al baño.

Echo el pestillo de la puerta y comenzó a tocarse por encima de sus bragas tal como había hecho Daniel. No paso mucho tiempo, cuando sus piernas comenzaron a fallarle y tuvo una intensa corrida.

Al regresar, entregó sus bragas empapadas a Daniel, quien las guardó en su bolsillo con una sonrisa de satisfacción.

─ Hoy no habrá sesión de yoga, tengo asuntos que atender. Pero antes, te dejaré una tarea. - dijo Daniel con voz dominante – Hoy debes depilarte completamente y cuando lo hagas deveras mandarme una foto como prueba.

Alicia asintió de forma sumisa, ─ Sí.

─ ¿Qué has dicho? - preguntó Daniel.

Alicia bajó la cabeza, comprendiendo el significado, y respondió en un tono suave pero firme ─ Sí, amo.

─ Así me gusta, ahora tengo que marcharme – Daniel se levantó, se inclinó sobre ella y la beso en sus labios ─ Espero tu foto – acaricio el rostro de Alicia y se dirigió a la puerta, desapareciendo tras ella.

Alicia se quedo allí, inmóvil y sin su ropa interior. Llevo los dedos de una mano a sus labios, había caído en la cuenta de que había sido el primer beso entre ellos.

Un poco conmocionada por la intensidad de las emociones que estaba experimentando, salió de la cafetería y se dirigió directamente a su casa para darse una ducha. Tras vestirse nuevamente, subió a su coche y condujo hasta una ciudad cercana, hasta un centro de belleza. Quería contentar a su nuevo amo y sabía que una simple cuchilla de afeitar no sería suficiente para él, así que se puso en manos de una profesional para una depilación más completa.

El viaje de regreso a casa fue incómodo, sus partes íntimas estaban doloridas por la cera, pero Alicia estaba centrada en cumplir con las expectativas de Daniel. Al llegar a casa, aplicó crema hidratante en la zona sensible y se dispuso a seguir sus órdenes. Tomó su teléfono y se tomó varias fotos, intentando conseguir la toma perfecta que mostrara su obediencia. Finalmente, eligió una y la envió a Daniel junto con un mensaje que decía: "Espero que cumpla con tus órdenes, amo".

El resto de la tarde fue una espera ansiosa. Alicia abría la aplicación de mensajería una y otra vez, esperando la respuesta de Daniel. Pero él no se había desconectado hacía rato. Finalmente, casi llegando la hora de cenar, su teléfono sonó y ella se apresuró a ver si era él. Su rostro se iluminó al leer la respuesta: "Estoy más que satisfecho".

Alicia le agradeció con un "Gracias, amo". La respuesta de Daniel fue una recompensa a su obediencia: "Como recompensa, puedes pedir un deseo". Alicia sopesó su deseo por un momento antes de escribir: "Quiero que después de cenar hagamos una videollamada".

El móvil de Alicia volvió a sonar, y la emoción la invadió al ver que era Daniel respondiendo: "Me gusta la idea, avísame cuando cenes". Con eso, Daniel se desconectó, dejando a Alicia impaciente y emocionada por lo que vendría después de la cena.

Alicia apenas cenó, su estómago estaba cerrado por la excitación. "Ya he cenado, estoy lista para ti, amo", escribió. A los pocos minutos, el aviso de una videollamada de Daniel apareció en la pantalla de su móvil. Alicia respiró hondo y pulsó el botón de aceptar. La imagen que vio la impactó, Daniel estaba desnudo, tumbado en su cama con su miembro erecto.

─ Hola, amo. - Saludó tímidamente Alicia.

─ Hola, mi sumisa. Desnúdate y muéstrame cómo quedó la zona depilada. - Ordenó Daniel.

Alicia obedeció sin dudar, se despojó de sus ropas y bajó el móvil hasta su entrepierna para mostrarle.

─ Muy bien, así me gusta, bien obediente. Acaríciala suavemente para mí. - Pidió Daniel.

Alicia siguió sus indicaciones y comenzó a acariciarse, pero también le rogó:

─ ¿Podrías hacerlo tú también, amo? Quiero verte.

Daniel accedió con una sonrisa y complació a Alicia, acariciándose mientras la miraba fijamente.

─ Así está mejor, me encanta verte disfrutar. Sigue acariciándote, sigue mis instrucciones y disfrutemos juntos. - Susurró Daniel, sumido en el placer compartido.

Ambos se dejaron llevar por el deseo a través de las ondas de la videollamada, disfrutando juntos. La pasión y la perversión en el aire era palpable, y cada gemido y suspiro alimentaban aún más su conexión secreta.

─ Metete algo en tu coño. – le ordeno Daniel.

Ella cogió su ya conocido cepillo y se hundió el mango lentamente en su mojado coño.

Alicia se metía el cepillo de forma intensa, intentando contentar plenamente a su joven amo. El acariciaba su dura polla admirando el espectáculo que ella le brindaba hasta que su cuerpo se tenso emitiendo un gemido ahogado y el espeso semen empezó a brotar. Ella al ver aquel cálido néctar en la pantalla de su móvil intensifico sus movimientos, su otra mano acariciaba su clítoris de forma violenta.

─ Oh... que deliciosa leche Daniel... me estoy corriendo viéndote… amo.

Su cuerpo se desmorono sobre la cama, un intenso chorro de fluidos salió de su coño, mientras que un largo gemido salió de su boca, entrecortado por los espasmos de su cuerpo. Nunca se había corrido de esa forma tan intensa, una sensación indescriptible recorría su cuerpo sudado. Saco el empapado cepillo con cuidado mostrando a la pantalla su coño completamente abierto.

─ Has estado genial Alicia, sigue así y conseguirás más recompensas.

Ella se sintió plena, contenta de haber cumplido. ─ Gracias, amo ─ Susurró mientras sus dedos jugaban con los hinchados labios.

La videollamada marcó un nuevo nivel en su relación, llevando el juego de placer y sumisión a una dimensión más intensa. Alicia sabía que había entrado en un mundo de deseo y entrega, un mundo en el que su amo la guiaba y donde la excitación no conocía límites. Cada encuentro, ya sea en persona o a través de la pantalla, les hacía anhelar más el próximo, sin importar qué nuevas experiencias les esperaran. La tensión y la excitación seguían creciendo, y Alicia sabía que había caído rendida ante la voluntad de su amo, sumergida en una placentera perversión de la que no quería escapar.

Continuará...

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RADIACTIVO88

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Estupendo relato, ¿Cuántas perversidades cometerá Daniel con Alicia? ¿Y hasta donde permitirá Alicia ser dominada? Todos tenemos un punto de quiebre y de inflexión. ¿Hasta donde llegara el de ellos, o el de Alicia, mas bien? Espero leer la continuacion. Gracias.
 
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