Con mi esposa cumplí una de mis mayores fantasías. Soy bisexual reprimido, mi esposa no lo sabe pero lo sospecha. En una ocasión le pedí que después de chuparme la pija, no se tragara el semen y me lo compartiera. Para mi sospresa, accedió y fue una de las cosas más eróticas que experimenté. Lo hicimos varias veces más y ahora es ella la que me lo ofrece sin preguntar. Pero el año pasado cumplimos nuestra común fantasía. En Montevideo hicimos carfun, o sea hacerlo en el auto con una audiencia de mirones que se pajean con tu consentimiento. Al encender las luces interiores les das permiso para que miren y si bajas la ventanilla les permites intervenir. Dos de ellos se acercaron, un jovencito moreno, delgado, alto, con un vergón infernal, y un maduro bastante mayor, pero igualmente armado. Mi mujer tocó y chupó cuanto quiso y en un momento me sugirió que las compartieramos. Ahí caí en cuenta que siempre lo supo. Los dos lamimos y chupamos hasta hacer correr a los dos hombres en nuestras caras y bocas, culminando la orgía compartiendo el semen de nuestras bocas.