Todas para Mí

heranlu

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Ago 31, 2007
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Esta historia relata los sucedidos cuando estaba haciéndole el novio a Susy, con ella toleraba mi forma de entender la pareja, comprendía mi monogamia flexible, y lo bastante permisiva para aceptar tener algunas escapadas sexuales con mis amigos.

Esta permisividad tenía la recompensa de decirle que sí a muchas otras cosas que no me agradaban demasiado, como fue en esa temporada de verano, que ella me pidió que cuando la lleve de vacaciones a San Bernardo, a la casa que mi familia tiene para veranear, que debía llevar a su madre, viuda desde hace un par de años, para que no se quede sola y como si fuera poco, si podría llevar también a la tía, Erny por que estaba recién divorciada, con el doble propósito de que le hiciera compañía a su mamá y así poder salir las noches que nos antoje.

Como dije, la permisividad y tolerancia de la fidelidad tenía una contraprestación, como el viejo dicho “que el calavera no chilla” acepté sin peros y con una sonrisa.

Los cuatro nos instalamos en la casa de mi familia, bien cerca del centro comercial y casi sobre la playa. La pasaba re bien, como único varón el mimado del gineceo familiar, atendido a cuerpo de rey. Con mi novia cogíamos a morir, había elegido al habitación más al fondo de la casa, porque como Ani, es bastante expresiva y ruidosa, supuse que estando algo más alejados no la escucharan gemir y jadear como hace en el “telo” (hotel), pues me parece que igual se enteraban de las pasionales garchadas (sexo).

Esa noche de viernes se nos había complicado el programa de salida nocturna, en primer lugar porque estaba lloviendo, y mucho, desde hacía varias horas, un par de cortes de luz terminaron por aguarnos la noche. Decidimos que esta noche era para pasarla en casa, pedimos al delivery unas pizzas de jamón y morrones y dos pack de cerveza.

Las velas encendidas por el corte de luz daban una tonalidad de reunión de cómplices para hacer un exorcismo, fue el dicho jocoso de la tía Erny. Las risas se cortaron cuando, como respuesta a esa invocación de la tía, se hizo la luz. Las risas y bromas ameritaron una nueva ronda de rubia cerveza, bebida directo de la lata.

La madre de Ani dijo ya que estamos como en familia veamos la tv, pero por el motivo de los cortes el video cable no tenía señal. – Ufa… y ahora? No trajimos naipes… Luis no habrá un reproductor de dvd para ver una película?

Comencé a buscar, solo encontré una antigua video casetera y una caja con películas, solo era ver si funciona. Volví del altillo con el tesoro y comencé a instalarlo. – Ohh, funciona!!!

Mientras tanto las mujeres buscaron alguna película que fuera de su agrado, no eran tantas pero no acordaban cuál ver, la tía Erny encontró entre el revoltijo de cassetes dos que eran porno.

- Eureka!!! dijo como quien descubre el tesoro. Miren lo que encontré!!! -las otras dos mujeres llenas de curiosidad se ponen a mirar, reírse y mirarme, volver a reír…

- Ohh, y cuál es el problema? Somos adultos vamos a ponerla!!!

Mientras Erny colocaba el cassete, Ani trajo otra ronda de cerveza, y los cuatro, algo apretados, nos sentamos en el sofá dispuestos a ver la elección de la tía.

No hubo sorpresa, era una porno, que había acaparado la atención de las mujeres, sobre todo de la tía, que como al descuido, me echaba una mirada furtiva para observar mi reacción o erección?

De pronto los comentarios y las risas se diluyen, la audiencia se concentre cada uno en sus propias emociones, la tía Erny se codea con la mamá de Ani en el pasaje de una relación anal súper excitante. El ambiente no era incómodo, más bien diría que cargado de ansiedad, de tensión personal, que cada quien estaba inmerso debatiéndose con sus propios demonios, todos tratamos de mantener al vista fija en la pantalla, era la forma más sutil de no mostrar los efectos contagiosos de la calentura de los actores.

Ani me hace ver como la tía está frotándose los muslos debajo de la falda, pero sus manos están apoyadas en su entre pierna y los labios fuertemente apretados.

- Wowww, que cosa tiene este tipo!!!

Fue el comentario oportuno de Ani, cuando el hombre se la saca de la vagina para dársela en la boca y correrse dentro.

- Qué aparato tiene este guacho!!! Dijo la tía Erny. Bueno sobrina vos ahora tienes un buen motivo para…

- Para… nada, esta noche no será, estoy con la regla.

Se cruza sobre mi cuerpo para hablarle al oído, obviamente soy escuchante del secreteo.

- Esta noche y por dos más no tendremos sexo.

- Pobre muchacho… claro que “la paja no es como el trigo”

- Tampoco paja, no se gusta mucho

- Hacele un “oral”… Lo veo calladito pero está caliente como brasa.

- Siempre está así.

- Lo sé, te hemos escuchado como te hace bramar. Me voy a ir a dormir, no puedo soportar más, estoy re caliente, hace tres años que no veo una pija. No aguanto más, me voy a poner a llorar aca y no quiero que me vean así.

Ani, se mostró más que comprensiva, sentía mucho afecto por la tía Enry… Me sorprendió su decisión de tomarme la mano derecha y llevármela hasta ponerla en la entrepierna de la tía, luego puso las de la tía sobre mi mano.

Seguimos mirando la peli, mirando es una forma de decir, dejaba guiar la mano por las de la tía. En un momento ella se subió la falda por mi lado, mi mano fue al encuentro de la humedad de su sexo, por encima de la bombacha, por dentro y adentro de su sexo todo en solo movimiento.

La tía comienza a agitarse, las dos mujeres, madre e hija, son testigos de lo que hacemos.

- Hermana, porque no te vas con Luis a la cama, están incómodos y no podemos seguir viendo la peli, nosotras nos quedamos viéndola.

- Hasta mañana tía, -dijo Ani.

Me tomó de la mano, al dormitorio que usa con la hermana, tras la puerta la decisión no parecía la misma, situación inédita, instantes de duda, silencio de culpas?

- Vamos tía… tócala no te muerde…

- Hmm, está buena, buena, por eso grita la Ani… claro…

- Ahora es tuya. Besa, chupa…

Se la froté en la cara, obedece mansa, se derrite el hielo, mama con algo de timidez al inicio, con mucho de perversa lujuria enseguida. Mientras me la mama baja short, mete la cara hasta los pendejos, frota su nariz en los vellos, me aprieta las nalgas, inicia una cogida bucal sin precedentes, sabe cómo se hace, con tantas ganas de garche, todo le resulta poco. Me sienta en la cama y me hace una mamada como nadie.

- Desnúdate, -gira hacia la llave de luz. – No, no, quiero verte, quiero ver a la mujer convertirse en la puta que voy a cogerme...

- Siento algo de… no soy una pendeja…

- Ni quiero que lo seas, quiero que seas mi puta, entiendes?

- Si, amo, soy tu puta…

Sabía que necesitaba ese trato, entrar en la dimensión de sus deseos, hacer real esa fantasía gestada desde quien sabe cuánto. Ahora se dio de este modo, pues hacérsela vivir a full, todo real, también esa cogida que fue parte de alguna fantasía mientras tenía sexo.

Un rápido inventario bucal de sus bellezas mamarias, para sus cincuenta estaba bien apetecible, podría entrar en la categoría de milf. Recogí buena calificación en el examen del tetero, y un aprobado en manotas en la cachucha, los gemidos premiaron mi soberbio examen a esta hembra que espera ese placer que se le niega hace tres años y medio.

- Llevo mil doscientos setenta y cinco días de deseos, que tu puta va a sacarse con esta “flor de pija” que tiene mi sobrino. Dame esta cosa, estoy ardiendo, porfa…

Tendida piernas flexionadas, abiertas, esperando la visita de esa flor de pija. Sin dejar de mirarla, respira expectante, el momento de apoyarla entre sus labios húmedos, me inclino sobre su cuerpo, me abraza, sus pechos se aprietan, el movimiento de la pelvis pone la cabeza entre los labios, eleva su pelvis para ir al encuentro del miembro, retroceso y puesta a punto para entrarle de un envión. Algo brusco por la tensión y la lujuria nacida en ese momento, el empuje llego bien dentro, el gemido ahogado en la sorpresiva intrusión, pero sobre todo por la estrechez natural y genética de las tres mujeres, se siente mucho más estrecha por la falta de uso. Se dice que luego de tres meses sin uso, se va cerrando, ella tiene mucho más de tiempo sin uso.

El gemido me halaga, el segundo envión, no sin algo de esfuerzo, se la manda toda dentro, hace mención al grosor y entiende los gemidos de su sobrina, ahora ella está en la misma, siente el rigor de la verga que le abre espacio y placer en esa conchita que tuvo que esperar tantos días para sentir nuevamente un hombre dentro. Le exprimía los pechos mientras bombeo con el énfasis puesto en hacerla sentir bien puta.

- Cómo va mi putita?

- Bien, bien… bien cogida, con esta poronga, divina estoy. Cógeme!!

Mamarla y meterle pija fue el monólogo de mi calentura, cuando hablan los sentidos, cuando se expresan los deseos que cada uno va rumiando en sus propias fantasías. La calentura la invade, sus gestos indican que está cercana. No sería justo después de tanto tiempo sin carne, que el gusto sea tan breve, ralentizo la penetración, una fuerte apretada de los pechos y chupada la quitan del objetivo. La pongo encima, quiero verla moverse, el show que me ofreció fue una maravilla de técnica y movimiento, evoluciona, sube, baja, gira, se estruja los pechos, aprieta los pezones, frota el clítoris, todos los ítem de una mujer cuando la estremece la vibración de la lujuria en grado de excitación erótica en su máxima expresión.

Detener el proceso de acosarla hasta llevarla al límite fue una delicia, cortar el encendido de la turbina de placer fue un acto eróticamente sádico, sacársela y cortarle la inspiración al orgasmo, cambiar el escenario, montarla sobre mi cuerpo, acomodar su sexo para enterrarse la verga hasta el fondo de su vagina, fue un delicioso momento, ver y sentirla comenzar a ser artífice de su propia excitación es algo que todos los hombres disfrutamos de ver.

Apoyó las palmas de sus manos en mi pecho, comenzó el balanceo de sus caderas, acomodando el miembro a su gusto. El subibaja de la verga la llena de carne turgente, colma de placer, que acrecienta moviéndose con más vehemencia. La espalda erguida, los pechos basculando en cada evolución de su cuerpo. Nuevamente la ansiedad de sentir la excitación a pleno la pierde, la mano izquierda apretando el pecho, estrujando el pezón, la otra metiendo un dedo dentro de la vagina y frotándose el clítoris, expresan ansiedad y descontrol, el hormigueo propio de estar acercándose al momento de gloria.

Me gusta, la disfruto, coloqué mis manos bajo mis nalgas para ayudar a impulsarme, elevando la pelvis con ella encima, al máximo, para dejarla caer ensartada en la pija. Sujetarla de las caderas, ayudando a elevarse y jalando fuerte en el descenso. Los golpes de pija se suceden, aumenta la excitación, los temblores propios de su calentura se multiplican, no puedo controlarla, ella domina sus propios impulsos, la ansiedad y la urgencia de llegar al orgasmo alteran sus reacciones.

Un gemido ahogado la paraliza, se pone tensa como una cuerda de violín, se mueve con cierta violencia, agitándose durante unos instantes, otra vez esa parálisis total, hasta sin respirar, otro intento por retomar el movimiento y nuevamente ese ahogo y la detención a cero de los movimientos.

Un suspiro venido desde el fondo de los tiempos, los ojos abiertos, la sonrisa y esas lágrimas derramándose por las mejillas. Los latidos dentro de su sexo se repiten, luego retoma lentamente el agite de la cadera, entrándose toda la pija bien adentro, las pausas y retomes son los hitos que jalonan esos saltos de un breve orgasmo a otro, acompaño esas oleadas de pequeños orgasmos con empujones de pija, elevándome y entrando en ella.

Soporté estoico la repetición de orgasmos, ahora es tiempo de ir por el mío. – Dame vuelta, ponme boca abajo.

Accedí a esa postura, es mi preferida, elevé sus caderas para tener mejor ángulo, se la mandé toda dentro, sin sacarla, acomodé la almohada bajo el vientre. Arrodillado entre sus piernas, entrando a fondo, con mis pies sobre sus piernas, los brazos por debajo de sus axilas y la mano tomando con firmeza de los hombros tenía el control sobre la hembra, clásica postura de dominación. El vaivén de la verga entrando y saliendo nos excita por igual, ella puso manos en el clítoris frotándose mientras la penetro fuertemente.

En esta postura, apuro y acelero la penetración, la agitación mutua nos permite hacer un dueto de jadeos, solo interrumpido para consultarle donde me puedo venir, dice que dentro estaría muy bueno, que necesitar sentir mi leche. Un bufido intenso y ronco le avisan que me estoy deslechando dentro de su sexo, pausa y breve movimiento para largar el segundo, tercer y varios más hasta vaciarme por completo.

Antes de salirme del estuche prieto y húmedo pregunté:

- Me sentiste largar mi leche dentro. –Sí, sí, -Acabaste? – Sí, muy rico, me vine cuando sentí tus chorros de leche. Qué caliente!, acabé bien rico…

En cucharita nos quedamos quietecitos. Claro que no duró demasiado, al poco tiempo la tía venía por más.

Giró, de frente, nos abrazamos su pierna izquierda sobre la mía, nos besamos en la boca, con esos besos que solo se da la pareja en los momentos donde sobran las palabras, la lengua es la forma de expresarnos.

Reamente sabe besar muy la tía Enry, sin dejar de hurgar con su lengua dentro de mi boca, saca la pierna para poder pajearme, gira aproximando la boca hasta engullirse la verga, comienza a mamarla con gran entusiasmo, gira hasta un 69 para jugar con los dedos.

Se desliza sobre mí, coloca la verga dentro de la cuquita y comienza el ritual de una cogida, apoyándose en los muslos se inclina para poder balancearse y penetrarse bien hondo, volver a enterrarla en sí y salirse hasta la puertita.

Delicioso espectáculo verme entrar y salir de ella, los labios se aprietan acompañando el metisaca de la verga, el hoyo anal se muestra tentador, una boca que simula un beso cuando se frunce, en mi calentura lo imagino invitándome a visitarlo. Ella sigue en su tenaz lucha por alcanzar ese orgasmo que le está costando más que los anteriores, el dedo ensalivado frota esa “boca” que me desafía, en la segunda frotada se le metí, acusó la presencia del intruso pero no hubo resistencia, más bien el gusto por entrarlo al juego.

En espejo de cuerpo entero ubicado en la esquina del cuarto me devuelve la visión frontal de la tía, evolucionando con la pija bien entrada, navegando en las tumultuosas aguas de un orgasmo en progreso, estrujándose las tetas y metiendo los dedos entre la mata de vellos negros, frotándose, agitada y boqueando aire para poder seguir. Mi dedo índice ahora con el mayor hace presencia en el ano, entrando y girando, haciendo espacio para el deseo de penetrarle “el marrón”. La creciente ansiedad se concreta en las contracciones de sus labios, apretando y enterrándola hasta el mango en la vagina.

Echó la espalda hacia atrás, rígida, tensa para aguantar la primera oleada del orgasmo, afloja y vuelve a inclinarse sobre mis piernas, el segundo y tal vez un tercero, largos y tensos fue la válvula de escape de su deseo ofrendado al macho.

Aunque viaja sola en sus placeres no es ajena a las andanzas del “sobrino” en su ano, se deja estar con los dedos dentro. Giró con una sonrisa cómplice, diría que permisiva, por eso me apreté fuertemente a sus pechos, exprimiendo su esencia y apretándola contra mí.

Sin hablar, me salí de debajo de ella, dejándola que vea reflejada en el espejo, tomada de la pelvis la elevo para que me ofrezca un mejor ángulo, con la pija en mano, ensalivando el hoyo, voy a ponérsela en la puertita. Llevo sus manos a las nalgas, que las separe para poder ver como se la voy apoyando, empujando, entrando despacio, aceptando el pedido de tiempo para hacerle lugar en su ano y en procesar el dolor producido por la desarmonía de tamaños.

- Ahhh, sí, despacio, es gorda, muy. Hace años que no está en uso, poco uso y con una carne más delgada. Esa cosa es gorda, por eso Ani se quejaba la otra noche.

No hubo respuesta, solo seguía tratando de que no grite, que se la aguante, por eso con paciencia y saliva se la fui entrando. En el momento que volqué todo mi cuerpo sobre el de ella, solo tuvo un gemido ahogado por la sorpresa y por el dolor de la apertura del ano, esperar que la ola de latidos por la dilatación cedan espacio para comenzar a empujar en su recto.

Montarla en el empuje final derrumbó la débil resistencia de sus rodillas, una almohada eleva el culito para tenerlo en comodidad de movimiento.

Volcada sobre su espalda, bien acomodado, cubriendo su cuerpo las manos abrazándola, comienza el rítmico balanceo de mis caderas, empujando con variedad de cadencia en el empuje, variando velocidad y profundidad. La calentura acentúa la potencia de la penetración, los brazos por debajo de sus axilas hasta tomarme de los hombros con las palmas hacia arriba permiten el agarre perfecto, en consonancia con la postura puedo ejercitar esa potencia que la calentura exige. – Para!!! Me abres mucho. Me llegas al alma!!

Realmente lo sentía de ese modo, lo gozaba de un modo excepcional. En ese momento de máxima, pasaron por mi pensamiento las fantasías que me hice pensando si tuviera el culo de la tía. Ahora lo tengo, estoy dentro, abriéndoselo como a nadie, disfrutando ese instante que quiero prolongar por la eternidad, pero… la lujuria de vernos reflejados, montado sobre esta hembra, este culazo ensartado, el rostro alterado por la tremenda culeada, es una imagen para recordar.

El momento de acabar venció la resistencia por prolongarlo, seguía enloquecido montando y moviéndome como alucinado, ella ojos cerrados, labios apretados y las manos agarrotadas sobre el borde del colchón aguanta al macho que le hace sentir el rigor de su masculinidad.

- Basta, Luis, basta, acábame de una vez. Quisiera gritar pero no se puede, acaba, no aguanto. Me gusta pero es muy gorda, no te aguanto, por favor acaba….

El ruego llegó para acompañar el bramido ahogado por la discreción, el vergazo con la furia del macho desesperado por venirse, largué el chorro de semen, sentía dilatarse el conducto de la esperma, los latidos se irradian, el culito de la tía también late.

- No te salgas, quédate, abrazado, sin salirte. Necesito sentirte así, quédate…

Los varones cuando desagotamos necesitamos ese momento personal, de duelo por la liberación del esperma, la vida en movimiento, pero debí quedarme cubriendo su cuerpo, y me gustó pasar esos momentos silenciosos, escuchando el latir de nuestros cuerpos retornando al ritmo de la vida normal.

El sueño vino a llenar los espacios, tres gloriosos polvos de su hombre sirvieron para llenar sus orgasmos del placer insatisfecho de los 1275 días sin sexo.

Nos dormimos abrazados, el sentimiento del placer disfrutado nos llenó de paz, no sé cuánto tiempo, estimo que no necesitamos mucho más de tres horas para colmar sus deseos de ese momento, los machos jóvenes podemos todo.

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Esas vacaciones con mi novia, su madre y la tía, las pasamos en San Bernardo, en la casa de mi familia, la noche tormentosa, el corte del video cable, sin otra cosa que hacer busqué en el desván y encontré una vieja videocasetera y una caja con casetes de películas, un par era porno, que la tía Erny decidió poner.

La visión acentúo las carencias de pareja de las dos mayores, como mi novia estaba con la regla, se dio esa situación tan fortuita como inesperada y me “prestaron” a la tía Enry.

Con este párrafo concluye una deliciosa sesión de sexo: “Nos dormimos abrazados, el sentimiento del placer disfrutado nos llenó de paz, no sé cuánto tiempo, estimo que no necesitamos mucho más de tres horas para colmar sus deseos de ese momento, los machos jóvenes podemos todo”

Abrazados, “haciendo cucharita” nos quedamos dormidos. En algún momento, estimo que de madrugada, siento unas caricias sobre mi pierna, tenues, suaves como si una pluma estuviera rozando mi piel, paso mi mano como para sacarla… pero siento un dedo que se posa sobre mi labio.

No entiendo demasiado, la tía esta con mi pierna metida entre las suyas. Quién puede ser?, los ojos lagañosos y la poca luz que se filtra en la puerta entreabierta no me permite identificarla.

- Shhhh, soy Anna… También te necesito… si no quieres me retiro… por favor, no sabes lo que estoy pasando…

Medio dormido, las neuronas funcionan algo lentas, a la entendedera le cuesta descifrar esta nueva alternativa, sorpresiva pero en el estado de situación previo no tan inesperado. La pregunta gestual, mirando a la tía, el ¿qué hacemos con ella? Está implícito en la mirada. Me habla, muy quedo, al oído:

- Shhh, no hay problema… ella entenderá, estamos en la misma urgencia de sexo. Tengo un increíble calentón, cuando te secuestra quedé ardiendo, las ganas de coger no me permitieron dormir ni un minuto. Ani está dormida, yo muero de ganas. Dime que puedo quedarme!!

Se había colocado de mi lado de la cama, fuera del cono de sombra, ahora podía verla, se abrió la bata, movió los hombros y el cuerpo desnudo emergió ofreciéndose. La luz proyectada acentuaba sus redondeces, disimula las pequeñas adiposidades que el fitness no pudo borrar. Quedó exhibiéndose al novio de la nena, sostuvo sus tetotas en sus manos, sabía que son mi debilidad, las agita tomando los pezones entre los dedos incitando a ser lamidos.

Se acerca ahora solo ofrece una, la otra mano en la vagina separando los vellos para que pueda ver como se abre los labios y vea el nácar brillante del interior totalmente húmedo.

Me acercó la teta a la boca, lamí la ambrosía de su sabor, oprimí su mano para presionar el néctar interior, sentir como late el corazón bajo esas carnes blancas y temblorosas.

Le hice lugar en la cama, de mi lado, me tendí para rapiñar de las dos tetas, lamiendo, chupando y cuando la calentura me urge no puedo contener el deseo de morder, abarcar más de lo que puede mi boca.

Bese y lamí en el cuello - Cuidado no me dejes marcada. Seguí recorriendo el pecho besando cada centímetro. Cuando intenté hacerlo en la boca, cerró los labios, supuse que el vínculo puso ese límite, seguí recorriendo hasta sumergirme en los pechos y dejarme caer al abismo de su vientre, rodar entre sus piernas y sumergir mis dedos en las húmedas aguas de su sexo.

Un dedo, dos, tres fueron los que hurgaron en sus carnes, los gemidos silenciosos se contienen mordiéndose los labios. Cuando mi boca se acopló con la suya, y mi lengua comenzó a paletear dentro de la conchita los gemidos comenzaron a tomar entidad y dimensión, tanto que tuve que actuar tapando su boca con mi mano para silenciar los placenteros gemidos, ahogar los jadeos, sofrenar sus agitados movimientos.

Todo fue inútil, las sacudidas descontroladas del calentón de Anna, sacaron a la tía Enry de los brazos de Morfeo, despierta a medias, giró el cuerpo, apoyó la cabeza en su mano, quedó quietecita viendo como el “sobrino” estaba mamándole la concha a la mamá de la novia.

No hubo sorpresa, como si fuera parte de un guión de la sexualidad familiar, sonreía complaciente y comprensiva cuando le tomó la mano a su hermana. – Sientes que bien sabe mamar la conchita?

- Si, lo hace de maravilla. Luego como sigue…

- Viste lo gruesa que la tiene? Y cómo te la hace sentir.

El orgasmo no se demoró demasiado, el calentón que tenía enredado desde hacía horas se desenredó con esta lamida de concha y los dedos buscando ese esquivo punt G, pero igualmente el orgasmo subió por su cuerpo hasta ahogarse en ese gemido estrangulado por mi mano.

Vine gateando sobre Anna, llegando con el preciado trofeo: “cosota gorda” ofrecida a domicilio, puesta en la boca. La rodeó con las dos manos, descubriendo la cabezota y lamiendo el “juguito” que emerge por efecto de la calentura, siguió chupando y mamando mientras me masturba.

Gateando sobre ella, voy hasta ponerme de rodillas entre sus piernas, elevadas, una mano en cada muslo abren el panorama, hacen espacio para hendir mi poronga en su vagina, la cabezota juega entre los labios, cuando entra éstos le dan la bienvenida apretándole para que sienta como deben abrirse para dejarme entrar. En dos golpes estoy en el fondo de su sexo, elevo más sus piernas, ahora estoy volcado sobre el cuerpo de Anna, empujando con ardor y pasión, la tía se asoma para ver como la estoy penetrando, la toma de la mano acompañando en este delicioso trance pasional.

La cogida adquiere ribetes épicos, nos movemos con ímpetu, sus manos se agarrotan, apretando las ropas de cama, crispadas para no aullar la lujuria incontenible cuando el orgasmo producido por un hombre termina con la pertinaz abstinencia de pija. El gemido salió estrangulado para no despertar a la hija, los empujones que siguieron fue la forma de sostener ese estado de mágica excitación y prolongar las sensaciones.

Deliciosamente largo y agotador, dijo luego de recuperar la cordura y poder hablar. Seguía dentro de ella, enhiesto y duro como el primer momento. – qué bueno que está, qué bien coge este guacho (muchacho)

- Ni te imaginas que bien la mueve, coge divino. Me hizo todo.

- Todo?

- Sí todo... también ese me lo hizo y no duele tanto…

- Estaría bueno probarlo

- Seguro, así sabrías lo que es bueno.

Mientras ellas endulzan mi ego de macho cogedor, estuve acariciando el clítoris, poniéndola en forma, necesitaba que me acompañara para disfrutar de mi polvo.

- Dame vuelta, boca abajo.

- Por atrás?

- No!, no aún… desde atrás… en la concha. Cogeme por la concha.

- Hmmm, me dejarás con las ganas de hacértelo… está bonito

- No ahora, en otra ocasión… en la próxima te lo prometo.

La coloqué boca abajo, levanté de las ingles, la tía colocó la almohada para elevar las nalgas, tener comodidad y poder hacerle una buena cogida.

Comencé a menear la verga entre los labios, que se abriera los cachetes y se la mandé de una, a fondo, con todo, hasta el mango. Luego ubicarme bien encima de sus nalgas, para que entrara al máximo, moverme con todo el ímpetu de estar montando ese culito que había fantaseado muchas noches mientras tenía sexo con su hija, si bien esta vez no era dentro del culo, tenía la promesa de que sería el próximo.

Anna se movía con cadencia acompañando, habíamos tomado el ritmo acompasado de avance y retroceso coordinado, la penetración era deliciosa, la estrechez mayor que las otras dos mujeres acentuaba el goce.

En un momento la calentura me hizo presa de una excitación que me llevó a tomarla con fuerza de los cabellos, como para domar y someter a una potra por el padrillo, sentía ese instinto de animal, salvaje en los actos, desmesura en apretar sus carnes, exceso presionar la poronga hasta el límite de hacerla gritar.

Cuando el silencio se expande en los actores, es cuando el estallido emocional está llegando a la cúspide, el bramido como expresión liberadora fue acompañado del pletórico fluir de la eyaculación.

Es el momento silencioso del estruendo, perdemos el sentido de escuchar otra cosa que no sea nuestros propios latidos que parecen salvas de cañón, tan ensordecedor que no pude captar el fragor de la exteriorización de Anna cuando en ese momento, al influjo de los profusos chorros de caliente semen producen el orgasmo que la hace temblar y agitarse hasta dejarla agotada y laxa como un trapo mojado.

- Qué cogidota hermana!!! Qué polvo nos echó.

- No sabía que tanto lo necesitaba. Cómo podremos págale lo que hace por nosotras.

- Dale lo que le prometiste. –palmea la nalgas.

- Hmm no sé… pero si dices que no duele...

La tía me diría sonriendo al oído: -de nada sobrino, ves que fácil te hice conseguir este culito.

Esa mañana fui el último en aparecer en la cocina para el desayuno, la mamá había preparado un suculento desayuno, sobre todo los crocantes churros rellenos y las media lunas (croisant) calentitas, parecía que esa mañana era el mimado del gineceo veraniego.

En la noche salimos a cenar en un restaurant de la costanera, a tomar unos cremosos helados en la playa y en la casa cerramos la noche con tequila en el juego de bodyshot, lamiendo el jugo de limón del cuerpo de la otra persona, los pechos fueron el sitio adecuado para colocar el zumo a sorber, claro que el pecho de ellas era más delicioso que el mío, aunque ellas no decían lo mismo.

A la hora de dormir, mi novia, seguía indispuesta (con la regla) se fue a dormir con la tía. Pareciera que todo estaba hablado, yo solo era una especie de trofeo. La verdad es que me sentía como un marajá en su harem, cuando la Anna, la mamá me dijo: - Podemos irnos a dormir?

- Y la promesa? -palmadita en el trasero

- Si te portas bien, es tuyo…

En el mismo cuarto donde tuve a las dos hermanas, esta vez me tenía toda la noche para ella. Anna salió del baño con un tenue babydoll, luciendo la opulencia de los senos, transparentando los pezones, ofreciéndolos a la codicia de mis labios. Mamé esos pezones gruesos y erectos a través de la tela, dejando todo mojado por la jugosa mamada.

Se tendió en la cama esperando el acoso de mi boca, sorbiendo y lamiendo su sexo hasta llevarla al paroxismo del acuciante amague de orgasmo que corté tan pronto sentí que subía al épico desenfreno de montarse al tropel de la excitación.

Me la monté encima, necesitaba verla en acción, moverse y contonearse con la verga ensartada, menearse hasta conseguir por propia decisión el orgasmo interruptus en mi boca, ahora ella produce su propio placer, sus pechos son ofrenda de paz mientras lo disfruta.

Fue un disfrute largo, solo uno por vez pero intenso y prolongado, me contuve para no venirme, quería hacerlo cuando la ponga de bruces.

Tendida, abriéndose las cachas, para que pueda ver el premio. – Solo, ver y tocar, si me gusta el polvo te lo dejo para que me la metas…

Obviamente el premio valía el “sacrificio” de echarme un buen polvo. La volví a coger como la noche previa, pero ahora con el incentivo de poder acceder a ese culito tan deseado, solo era un juego pues tenía la convicción de que su culo sería mío de cualquier manera.

Le di una cogida salvaje, con fuerza, para hacerle sentir el rigor del macho, entrarle y llevarla hasta el punto de que necesitaba volver a llegar juntos. – Te falta mucho?

- No, casi… estoy muy cerca. Te aviso…

Fui apurando el trámite de acercarme lo suficiente al punto de no retorno, esperando la invitación para arribar juntos a la meta de llegada. – Ya estoy, ya estoy llegandooo...

- Voyyyyyyy…

Nuevamente se nos dio de poder llegar juntos, eyacular durante su orgasmo, algo que pocas veces consigo, en general priorizo el placer de ella, como soy de largo aliento, voy primero por el orgasmo de la mujer, que lo disfruto mucho, luego es mi tiempo de venir en ella.

Esta vez se repitió de arribar juntos al triunfo, dar el grito de gloria al mismo tiempo.

- Uffff, qué bueno, otra vez me hiciste venir cuando tu lechita caliente me regaba por dentro.

- Y ahora qué?

- Ahora soy toda tuya, - toda, toda? - Toda, sin restricciones, quieres que también sea tu puta?

- Obviamente, claro que sí.

- Lo soy.

Cuando se colocó boca arriba me acerqué, apoyado tan cerca de su boca, tan cerca… que posé mi boca sobre sus labios, el beso más obsceno e insolente que le quería dar se hizo realidad. Ahora se dejó besar, dominar y controlar la boca, ser explorada con mi lengua, animarse a jugar con las lenguas fuera de la boca, danzar el gusto de la intimidad de las bocas.

Era otra mujer, una hembra renovada, una suegra que se había convertido por propia decisión den mi puta.

Los besos intensos, cargaron las baterías del deseo, incentivaron las ganas del disfrute. La dejé darme una soberbia mamada, sentir el gusto de sus propios jugos y algún resto del semen remanente de la enlechada.

Se colocó ahorcajado sobre mi vientre, ofreciendo la visión de su magnífico trasero, con restos del semen y de jugos fue suficiente para jugar y lubricar el ano que se mostraba totalmente libre de vellos, era evidente que se había hecho tira de cola (depilación alrededor del ano), para elevarme en el autoestima me creía que lo hizo pensando en mí. Como si me hubiera leído el pensamiento dijo: - Te gusta como lo tengo, lampiño como de bebé? lo hice pensando en vos.

Esta mujer sabe de qué modo endulzar el ego de un hombre, ahora se me había puesto aún más endurecida, rígida como una vara. Se la acomodé en la puertita del hoyo, sabía el modo de metérselo, fue bajando el culazo guiado por mi mano para embocarlo, despacio, regulando la penetración, y la profundidad, hasta llegar a tenerla en gran parte dentro. Tomada de mis pantorrillas comenzó a moverse, basculando hacia adelante y atrás hasta que vaya cediendo el dolor de la dilatación.

Cuando la relajación le permitió entrar todo, se dejó sentar sobre mí con todo el tamaño de la pija dentro del ano. – Joder!!! Que la tenés bien gorda. La guacha (tramposa) de Enry me mintió, que no dolía. La puta madre, sí que duele, las tenés bien gorda, este culito hace años que no tiene carne, ya se había olvidado lo que es tener un buen pedazo dentro, claro siempre fueron menos gordo que la tuya. Ufff, sí que duele, pero hay que aguantar…

No duró mucho empalada por el culo, la puse de bruces en el borde de la cama, dos almohadas elevaron lo suficiente las nalgas para cogerla de parado. Comenzó el bombeo con toda la enjundia de la fantasía hecha realidad, latiendo dentro de su culo, era tiempo de hacerle sentir que había dado con la horma de su zapato, ponerla en la horma de mi poronga, bombearla sin piedad, sin darle tiempo a salirse por más que sacudiera sus nalgas, al menos hacía el intento, un par de nalgas con cierta intensidad sofocaron el intento por salirse de mi penetración.

No hubo más intentos, solo someterse al dominio del hombre, aguantar todos los embates. Como reza el viejo dicho de ante lo inevitable relajarse y disfrutar, pues parece que también lo conocía porque dejó de rezongar y resistirse, se dejó garchar, acopló sus movimientos a los míos, apretando y cerrando el aro anal al compás de mis empujones.

Fue una garchada con todos los méritos para que fuera el mejor polvo para recordar, este que me estaba echando dentro de Anna. Una maravillosa eyaculación dentro de este culito tan deseado, inmediatamente después de acabar, la potencia de mis piernas habían desaparecido, luego de la profusa eyaculación me quedaron temblando las piernas. Suele pasar luego de una tremenda tensión.

Ese fue el final de esa noche de sexo, dormirnos abrazados con la satisfacción de habernos disfrutado.

En lo que restó de la estadía en San Bernardo, las tres fueron mis putas durante las noches, alternándose o hasta con dos, pero lo curioso de todo esto fue que durante el día nos seguimos conduciendo como antes, nunca se mencionó las actitudes promiscuas cuando llega la noche.

Retornados a la ciudad no hubo recuerdos ni memoria de lo sucedido, las aguas volvieron a su cauce, todo igual que antes de salir a las vacaciones de nuestra vida. Lo que sucedió en el verano, se quedó en el verano.
 
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