Tiempo en Casa de mi Tía Virginia 002

heranlu

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Al día siguiente, otro día soleado, Juana y yo, cambiamos de lugar, fuimos a "La carballeira" Era un monte nuy pequeño, con dos grandes rocas en la cima, donde vivían un grupo numeroso de lagartas. El único de la aldea, supongo que sería porque en la Carballeira había saltamontes a miles y mariposas a cientos. En la parte baja había manzanos de nadie, así los llamaban porque las manzanas maduras caían de los árboles y se pudrían en el suelo, ya que quien más y quien menos tenía manzanos en sus huertos, y los niños preferían robarlas, cogerlas en la Carballeira era de muertos de hambre, o eso decían y dijimos cuando yo era un niño. No era raro ver pasar una culebra a unos metros de ti, y las había verdes, marrones, listadas... o encontarte con un escáncer, que ni daba ni tenía porque el pobre era ciego, o con una salamandra despistada, que se alejara del pequeño estanque que hacía el agua que salía de una mina que había bajo el monte. Lo único peligroso eran las víboras, preciosas de colores, pero mortales si no se atajaba una picadura a tiempo. En lo robles, los pinos, los eucaliptos, en los manzanos... había duelos de jilgueros con verderones, duelos de trinos que de cuando en vez interrumpían los graznidos de los cuervos y las urracas. Estas aves, eran las mejores guardíanas para alertar de una visita inesperada, ya que sí alguien llegaba se sumían en el silencio, y el silencio era total. Hasta los grillos dejaban de hacer el "gri gri" con sus alas y las ranas de la poza dejaban de croar.

Juana, me había sorprendido. A golpe de jueves viniera a apastar las ovejas con la ropa de los domingos. Pero eso no era todo. Su largo cabello lo traía recogido en dos trenzas, y sabía que a mi me encantaban las chicas con trenzas. Me acuerdo del día que se lo dijera, ella me contestara: "Ves demasiadas peliculas de indios y vaqueros. Ahora que lo sé, nunca me haré unas trenzas. No quiero parecer una india". Nos sentamos en la hierba, a la sombra de las dos grandes rocas, y seguimos con la conversación que traíamos por el camino a la Carballeira.

-...Pues eso me dijo. Quique.

-¿Y tú que le dijiste?

-Qué para quién se ponía ella guapa ¿Y sabes qué me contestó?

-¿Qué te contestó?

-Que para ella misma. ¡Tiene narices!

-Puede que lo haga para sentirse bien.

-¡Y una mierda! Cuando una mujer se pone guapa es para gustarle a alguien.

-¿Quieres saber una cosa, Juana?

-Cuenta.

-Me gustaría besar tu cuello.

-¿No me dijiste si estoy guapa?

-No.

Me preguntó, extrañada:

-¡¿No me ves guapa?!

-No, te veo preciosa.

Se puso en plan coqueta.

-¿Crees que soy la más guapa y la más deseada de la aldea?

La besé en el cuello. Le dio la risa.

-¡Me haces cosquillas!

-No hay mujer como tú en la aldea.

La volví a besar el el cuello.

-jajajajajajaja. Fita es muy gapa.

-Pero bajita.

La volví a besar. Ya no hubo risas. Echó la cabeza hacia atrás.

-Julia también es guapa, y es alta.

La volví a besar en el cuello.

-Pero casi no tiene tetas.

-¿Y Tina?

La volví a besar, ahora en el otro lado del cuello.

-Tiene el cuello nuy corto y además es pecosa.

Ya no me respondió. Seguí besando su cuello. Juana, buscó mis labiós. Besé varias veces el otro lado del cuello. Mi mano derechs acarició sus tetas y la izquierda cogio su nuca. Juana se abrazó a mí y nos besamos con pasión. Al acabar de besarnos se echó boca arriba en la hierba, y me preguntó:

-¿Me vas a enseñar a masturbarme?

Saqué la polla, empalmada, y le dije:

-Si me la chupas un poquito.

Se volvió a sentar, y dijo:

-¡Hostia en Dios, qué grande y gorda es! Ese bicho me reventaria. ¿Cuánto mide?

-Es de las pequeñas, mide 16 centímetros.

-¿Y las grandes cuánto miden?

-20 centimetros, 22, 24...

-¡Jodeeeeeer!

Le tocó con un dedo. Yo cogí la polla con la mano, la meneé, y le dije:

-Así me masturbo yo. ¿Quieres probar?

La cogió, pero le dio con tanta ansia que me hizo daño.

-¡Ay! Me la vas a romper.

-Tú sigues siendo virgen, mentiroso.

-No, Julia, tengo fimosis. Eso quiere decir qe tengo que operarme y quitar la piel que me sobra para que salga la cabeza. Menéamela con suavidad y sin forzar la piel.

Todo lo aprendía con rapidez.

-¿Así?

-Sí, chúpamela.

La metió en la boca y casi vomita.

Con cara de asco, me dijo:

-Esto no es para mí, Quique.

-Menéala y pásale la lengua.

La meneó y le pasó la lengua por el agujero del capullo, por el que no paraba de salir flujo pre seminal. No pude evitarlo. Estaba pasando la lengua por el agujero y un chorro de leche salió como un tiro y se coló en su boca. Apartó la cabeza, y vio como iban saliendo pequeños cohorros de leche de mi polla. Al acabar de correrme, me dijo:

-¡Estoy temblando! ¿No quedaría preñada?

-¿Estás loca?

-Me bebí el primer chorro de leche.

-¿Es que tienes el chocho en la boca?

-Claro, que tonta. Los ovarios...

-Desnúdate.

-Me da vergüenza. Desnúdame tú.

Le quité la blusa nueva. La besé. Le quité el sujetador. Le comí las tetas... Le quite la falda nueva y las bragas, tan empapadas como el día anterior. Le lamí el chocho. Sin decirle nada abrió las piernas y flexionó las rodillas. Esta vez le metí un dedo. Entraba apretado, pero no sangró. Ya debía haber roto el himen con algún esfuerzo. Le dije:

-Así es como se masturba una mujer.

Primero le metí y saqué el dedo medio. Juana no paraba de gemir. Fui haciendo hueco moviendo el dedo hacia los lados, hacia arriba, hacia abajo, y alrededor. Después le metí el dedo pulgar y volví a repetir la operación. Hacia los lados, hacia... Luego le hice lo de "vente para aqui"con el dedo medio y el de al lado... Cuando ya estaba empapada, ganas me dieron de follarla, ya que estaba empalmado otra vez, pero tocaba masturbación, y le dije:

-Sigue tí, prima.

Juana metió un dedo y hizo hueco de nuevo... se metió dos dedos... Me eché a su lado. La besé. Acaricie sus tetas con una mano y puse la otra encima de la mano con que se nasturbaba. Ella me miraba... Al rato se puso tensa. Abrió los ojos, los cerró de golpe, y exclamó:

-¡¡¡Ooooooh!!!

Se comenzó a correr, diciendo:

-¡¡¡Me corro, primo, me corrro!!

Juana, cuando se corría, le temblaban hasta las orejas. En su segundo orgasmo. Se debio quedar seca, ya que su chocho se desbordó como si le abrieran las compuertas a un embalse. Lo sé porque soy muy goloso y no iba a dejar que bebieran del jugo sólo las hierbas.

Al acabar, me besó, y me dijo:

-No te olvides de que esto es un secreto.

-Como lo sería si me dejas que te encule.

-¡Y después hablas de mi hernano!

-Es el único modo de follarte, que te corras, y no pierdas la virginidasd.

-Si ya la perdí al meter los dedos.

-De eso nada.

-¿No?

-No.

Los pájaros dejaron de cantar, las ranas de croar y los grillos de hace "gri gri" con sus alas. Teníamos compañía. Julia, vistiéndose a toda prisa, me preguntó:

-¿Mañana en el Lourido?

El Lourido era otro monte, pero allí había cuevas.

-¿Llegarás hasta el final?

Se pasó siete pueblos al decirme:

-Sí, mariconcete.

Sentimos a un niño gritar: "¡¡¡Tres marinos a la mar!!! Otro le contestaba: ¡¡¡Otros tres a navegar!!!

Su hijo Carlos había empezado a trabajar de fontanero y mi tía Virginia estaba sola en casa. Le debía extrañar que me quedara a apastar la burra en compañía de su hija, ya que podía dejarla presa y venir a su casa y estar con ella, por eso, mientras desayunaban, le preguntó a Juana:

-¿Hay algo entre tú y Quique?

-Quique es mi primo.

-Es tu primo, pero las tiene debajo del rabo.

Juana le contestó de mala manera.

-Y yo entre las piernas.

-¡Qué poca educación tienes!

-La que me supiste dar.

-Tú no eras así, hija.

-Ni tú te arreglabas tanto. Mírate. Labios pintados, colorete...

-¡Otra vez la burra al trigo! Mañana mismo vuelvo a ser la zarrapastrosa de siempre.

-Tampoco es eso.

-¿Entonces qué es?

-No sé, un término medio.

-Vale, lo que sea para que no pienses tonterías.

Yo, que estaba fuera de la casa oyendo la conversación, me fui a la tienda a tomar una copa de jerez, para hacer tiempo.

Juana pasó por delante de la tienda. Iba guiando a las 10 ovejas y al carnero. Yo la vi a ella, pero ella no me vio a mí.

Entré en la casa sin llamar. Mi tía Viginia estaba haciendo su cama. La soprendí por detrás. La cogí por la cintura y le besé en el cuello. Giró la cabeza y nos besamos, con lengua. Le levanté la falda y le bajé las bragas. Abrió las piernas y se la clavé en el chocho... Al rato, me dijo:

-Sácala.

Obedecí. Fue al armario. Entre la ropa cogió una cajita. Era una caja de condones. Sacó uno y echó la cajita sobre la cama. Me chupó la polla media docena de veces y después me puso el condón. Se quitó el vestido y el sujetador, se echó sobre la cama y me dijo:

-Ven.

Estaba preparada para que la penetrara, pero la iba a sorprender, en vez de echarme sobre ella, metí mi cabeza entre sus piernas y le trabajé el ojete con la lengua, luego hice lo que no le quise hacer a la hija, follarle la almeja con la punta de la lengua, después le trabajé el clítoris hasta que sus gemidos me dijeron que estaba a punto. Sin metérsela le chupé las tetas y los pezones, y entonces sí, se la metí. Entró como un tiro. Me abrazó, me besó, comenzó a mover el culo alrededor, y poco más tarde, entre besos, me dijo:

-Córrete conmigo.

Sus palabras fueron órdenes. Nos corrimos juntos. Mi tía con los ojos vidriosos, temblando, y echando por fuera, exclamó:

-¡¡¡Diooooooooooooos!!!

Al acabar, le dije:

-Me tengo que ir.

-¿Vas a apastar la burra y pasar el día con mi hija?

-Sí.

-Llévate los condones.

-Puse cara de extrañeza.

-¿Para qué?

-Para que no me la dejes preñada.

-Yo...

-Tú y ella estais liados, y lo mejor es que tomes precauciones.

-¿Cómo lo supiste?

-No lo sabia. Lo sé ahora.

Me había pillado.

-¿Y ahora qué?

-Ahora coge los condones y lárgate.

Cogí los condones y volví a casa. Me eché desodorante en los sobacos y en la polla. ¡Cómo picaba! Saqué de la cuadra la burrra y nos fuimos al monte.

Juana estaba en el monte del Lourido, sentada en la hierba, bajo un pino. Clavé la estaca de hierro que tenia una cuerda larga que iba hasta el cuello de la burra. Fui junto a mi prima, me senté a su lado, la besé en los labios, sin lengua, y le dije:

-Estás muy guapa.

-Vienes adulador.

Se echó boca arriba. La besé otra vez sin lengua.

-No es adular, es decir la verdad.

Empezamos con un beso con lengua, del beso con lengua pasé a acariciarle las tetas, de las tetas pasé a meter mi mano dentro de las braga. Estaba mojada. Juana acarició mi polla, que ya estaba empalmada. Me preguntó:

-¿Vamos para la cueva de los Gozos?

-¡¿Pero existe?!

-Ya me quisieron llevar a ella.

-¿Quién?

-Germán.

-Si sabes cual es, vamos.

Nos levantamos y fuimos.

La cueva de los Gozos tenía unas dimensiones de unos 20 metros de largo por unos cinco de ancho y dos de alto- Al final de cueva las paredes de tierra estaban plagadas de mica. Tenía un colchón, al que llamaban, "El Altar de Iniciación", pues allí se iniciaran muchas parejas. La última tenía que dejar una vela, era la ofrenda a la Tierra, y la debia encender la siguiente virgen. Yo pensaba que era una leyenda, pero allí estaba, con mi prima, virgen, y con una cerilla encendida el la mano porque en el fondo de la cueva reinaba la oscuridad. Juana, me dijo:

-Dame una cerilla encendida.

Se la di y encendió la vela. La cueva se iluminó. La mica brillando hacía que la cueva pareciese un lugar encantado.

Allí dentro hacía fresco, pero Juana se desnudó. Iluminada con el resplandor de la mica parecía una diosa. Me desnudé y nos abrazamos dandónos un beso. Nos echamos sobre el viejo colchón. No teníamos palabra que decirnos. Ella, al encender la vela ya me lo dijera todo. Quería perder la virginidad. La besé en los labiós... bajé a las tetas... metí la cabeza entre sus piernas. Le lamí la ameja y se la follé con la punta de la lengua. Le volvieron las palabras,

-Me voy a correr, Quique.

Eché mano al pantalón. Saqué un condón del bolsillo, y le pregunté:

-¿Lo pongo?

La cara de mi prima aún se iluminó más.

-¡¡¡Sí!!!

Puse el condón, y le dije:

-Si te duele nucho, avisa, o mejor, sube y desvírgate tú.

Juana subió encima de mi, me cogió la polla y le dio vueltas en la entrada del chocho, después empujó un poquito, apretó los dientes y empujó... Le lloraban los ojos. "¡¡Aaaaaah!!" ,exclamó cuando metió la cabeza. La besé en la frente, en la boca, en los ojos. Conocí el sabor salado de sus lágrimas. Juana, después de un pequeño descanso, siguió metiendo mi polla. Le seguía doliendo pero ya era menos. Con toda dentro, me dijo:

-Recuerda que es nuestro se, se seeeeecreto. Creo que me voy a, a. ¡Ah! ¡¡¡Me corro, Quique!!!

No se corrió, nos corrimos. Juana con sus labios junto a los míos, gemía y iba soltando flujo en cantidad, que no salía de su chocho, ya que no tenía espacio. La follé, y sentía dentro de ella este ruido.

-Plaaaaaaash, plaaaaaash, plaaaaaaaash, plaaaaaaash...

Al acabar de corrernos quité la polla y de su chocho salio su flujo, que colgando como un gran moco, dejó perdido el viejo colchón. Juana, con una sonrisa de oreja a oreja, mientras yo me quitaba el condón, dijo:

-Eres un fenómeno, mariconcete.

-Dame unos minutos y verás donde te la mete el mariconcete.

-En el culo, supongo.

-Supones bien.
 
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