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Tengo Ganas de Comerte el Coño, Mamá – Capítulo 01
Un día más en mi consueta rutina de ama de casa, las limpiezas generales ante la llegada de la primavera, me sentía llena de energías y mientras me desplazaba por las piezas de la casa, la radio tocaba una bachata rítmica que me tenía moviendo mis caderas alegremente por toda la casa, a mis cuarenta y tres años, sentía todo el vigor para desempeñarme en las tareas de la casa, estaba ya habituada a la comodidad y tranquilidad de nuestro hogar, mi hijo Alfredo, había rendido exitosamente su prueba de selección universitaria (PSU) y se aprontaba a reconocer la casa de estudio de la Universidad de Chile que los hospedaría por los próximos cinco años de estudios, había elegido la misma carrera del padre, derecho y su padre lo apoyaba en todo.
Éramos una feliz familia de clase media acomodada, mi esposo se las había arreglado para regalarle su primer auto a nuestro retoño y prácticamente en casa teníamos tres vehículos, cada uno con el suyo, los vehículos no eran de marca, solo vehículos confiables y medianamente económicos, esa mañana me encontraba yo sola en casa haciendo las cosas que hago todos los días, nada podía hacerme imaginar lo que haría cambiar todo esto.
Como todo joven estudiante, la pieza de mi hijo era un chiquero, más que nada por el desorden, había revistas del buffet de abogados de mi marido, revistas sobre derecho internacional, algunos libros de leyes, algunos álbumes con recortes de juicios notorios y sus fallos, todo relacionado con la carrera de mi hijo, hasta ahí nada anormal, después estaba su computador, perennemente encendido, había una especies de burbujitas que se desplazaban por la pantalla, estuve mirándolas por la peculiaridad y casuales apariciones y trayectos, el teclado estaba con restos de pan y la levanté para sacudirla, desaparecieron las burbujitas y apareció otro pantallazo, había varias carpetas, una me llamó la atención inmediatamente, su nombre “Relatos”, pensé que mi hijo resumía su vida en algún tipo de diario de vida, la curiosidad pudo más que la prudencia y continué a fisgonear en la Pc de mi hijo, la carpeta se abrió e inmediatamente mis mejillas se ruborizaron, eran historias de sexo, el degenerado de mi hijo leía y escribía relatos de sexo, pero lo que más me indignó es que eran relatos de mujeres que tenían sexo incestuosos con sus hijos, ¡Que horrible!, pensé.
Quise detenerme ahí y encarar a mi hijo en la primera oportunidad para llamarle la atención ante esta conducta inapropiada y su cochambrosa literatura, ¡Que falta de tino para un futuro abogado!, pensé, pero mi instinto de madre y mujer me empujó a tratar de descubrir más, había varios relatos de diferente índole, algunas fotografías con mujeres en poses obscenas, comportamientos morbosos y lascivos, otras practicando sexo perverso con jóvenes muchachos, me sentí turbada ante esta inmoral conducta de estas mujeres, las fotos eran totalmente explicitas, una mujer exuberante más o menos de mi edad o quizás algún año mayor, con un provocativo atuendo intimo que a mala pena cubría su piel blanca como la leche, la cual tenía sexo con un muchacho joven, quizás de la edad de mi hijo, el relato la describía como una madre, una gran puta, que disfrutaba el sexo con el chico.
La historia trataba de esta mujer, que sorprendía a su hijo mientras la espiaba y se masturbaba, en vez de enfrentarlo y llamarle la atención ante tan reprochable conducta, morbosamente comienza a posar lascivamente para el deleite de su hijo, todo gira alrededor del deseo lujurioso de la mujer por ser el objeto del deseo de su joven hijo, inexplicablemente me encontraba absorta ante la pantalla y algo entre mis muslos, un pequeño hormigueo y una ligera humedad en mis bragas, me forzaban a continuar indagando en las cochinadas de mi hijo.
Había otro relato de una madre, mi coetánea, confesaba de tener sueños eróticos con su hijo, debido a haberlo encontrado con su pene inmenso en el baño, todo desnudo, el muchacho viendo la mirada lasciva de la madre ante la portentosa verga, comienza a magrearla ahí delante de ella, ambos terminan teniendo una relación incestuosa muy intensa, madre e hijo copulando ardientemente y sin pudor alguno —¡Uy! dios mío … cómo pueden suceder cosas así — pensé.
Cuento corto, todos los relatos eran sobre esa temática, incesto entre madre e hijo, todas las mujeres sedientas de una joven pija gruesa y dura, siempre listas a inundar sus panochas con chorros potentes de fresca esperma juvenil, no había criterio alguno antes estas abominables conductas, todas estaban prontas a sucumbir a los llamados de la carne sin preocuparse de posibles escándalos. Madres que claudicaban ante la exuberante belleza de la pija del hijo, ellas sonríen y se alegran al encontrar las primeras manchas de semen en las sabanas del muchacho, acercan su nariz al manchón húmedo de semen, se muerden el labio imaginando ese líquido tibio saliendo expulsado de la verga de su retoño. Otras celosas de que el hijo se folle a sus compañeras de universidad se sienten con el derecho de tener ellas también derecho a ese goce a ser folladas por su propio hijo, más aún, algunas desilusionadas de una vida matrimonial gris y faltas de esa excitación sexual innata a todo ser humano, se sienten relegadas y se despiertan al deseo irrefrenable de hacerlo y recuperar una satisfacción olvidada, nada más y nada menos, recibiendo las monstruosas vergas de sus propios hijos.
Esta era la realidad expresada en esas historias, cuentos y relatos que leía y escribía mi niño, estas mujeres confesaban el deseo que se materializase y concretase la transgresión inmoral del incesto, una necesidad de verga que acompaña a cada mujer en una cierta etapa de su vida, por cuanto leído, entre los treinta y cinco y los cincuenta y cinco años, terminaba diciendo “La falta de pene, es como el agua para las flores, cuando no disponen de ella se marchitan y mueren”, ¡esta frase me dejo estupefacta!
Yo estoy en los cuarenta y cinco, sí, es verdad que mi marido no me atiende como solía hacerlo, hacemos el amor solo un par de veces al mes, pero para mí no es un problema, me he acostumbrado a ello —¿Será que me estoy marchitando y no me he dado cuenta? — pensé. Por otra parte, no creo que mi hijo sienta alguna atracción sexual por mí, soy su madre, no es licito que un muchacho sano tenga ese tipo de pensamiento o deseo, nunca le he dado motivo, nunca me ha visto desnuda, solo en traje de baño, sí también es cierto que mis trajes de baño son pequeñitos, pero no encuentro modo de descubrir de donde mi hijo podría haber adquirido esta extraña y perversa costumbre.
Reflexionando al respecto, vuelvo a analizar mi situación personal este último periodo, aunque si no tenemos relaciones sexuales periódicas con mi marido, ¡Jamás consideré la oportunidad de traer otro hombre a casa!, un poco sorprendida y molesta cierro la carpeta, la cosa que más me intriga es “¿Que impulsa a mi muchacho a un mundo pecaminoso e inmoral? Casi no puedo creer a todo lo que he visto y leído.
Con un torbellino de pensamientos en mi cabeza, procedo a continuar con la limpieza del cuarto de mi hijo, cerca de una hora después, finalmente esa habitación suya tiene una apariencia de orden y limpieza, las cosas leídas y vistas en su computador me mantienen curiosa, quiero saber más, tengo una serie de dudas al respecto y necesito aclararlas, vuelvo al computador y tecleo “mamá”, aparecen en pantalla una serie de archivos, un poco titubeante abro el primero, son fotografías, nerviosa comienzo a abrirlas y me doy cuenta de que son todas mías, se ven en algunas solo ciertas partes de mi cuerpo, pero no me es difícil reconocerme en ellas, en una se ve la hendidura que forman mis tetas cuando visto un top bastante estrecho, no se ve mi rostro, pero esas pecas las tengo solo yo, en otras se ven mis piernas con medias negras, esa falda negra con ese culo redondo también es mío.
Fotos robadas, no se cuando ni como, nerviosamente continúo a revisar, abro otro archivo, son escritos de mi hijo … leo …
“Mi madre, ¡que mujer!, un cuerpo que irradia sexo en todos sus movimientos, sus ojos claros brillan por el deseo de una verga, mueve cadenciosamente su trasero por todas las habitaciones de la casa tratando de despertar los sentidos adormecidos de mi padre, el sonido de sus tacones cuando camina por la casa llama a viva voz la verga de papá.
Algunas noches los he escuchado follar, pero los sonidos son breves, la pasión es corta, mi madre no es servida bien por mi padre, por las mañanas sus ojos insomnes delatan su falta de satisfacción sexual.
Yo sabría como hacerla gritar de placer con mi verga entre los labios de su vulva sedienta, frotarle su clítoris inflamado de pasión con mi glande y hacerla desbordar de placer … “
¡No puedo creer lo que acabo de leer! … ¡Mi hijo me ve como una prostituta! … ¡No me ve como una madre! … Me había dado cuenta de la exuberancia sexual de mi hijo, como madre soy capaz de leer su mirada, sé que me observaba, pero pensaba fuese una cosa normal en la etapa de desarrollo del muchacho, el despertar de su instinto sexual, la riqueza de sus sentimientos primitivos de su pubertad. Pero jamás se me paso por la mente que se estaba incubando en él una serie de reflexiones inmorales. Continuo a leer …
“Ayer le dedique una gran paja, recordaba su culo mientras enjuagaba los platos en la cocina, esos movimientos felinos de tigresa en calor sintiendo esos enormes deseos de una pija. El agua había salpicado su remera blanca y los pezones se evidenciaban queriendo perforar la fina tela, se agachó a colocar todo en el lavavajillas, mi padre no le dignaba ni siquiera una mirada, totalmente ausente, sin preocuparse de las señales sexuales que lanzaba su cuerpo, de hecho, se levantó y dijo que se iba a dormir. Mi verga estaba que explotaba en mis pantalones, me toqué por debajo de la mesa, con ella ahí a pocos metros de mí, el temor a ser descubierto por ella me excitaba aún más.
Mi pene no dejaba de crecer entre mis manos, el meneo de su culo era excitante, sentí que sus ojos se posaban en mí, me excusé y me fui al baño acompañado por su amorosa mirada.
Una panocha deliciosa y mi padre en vez de follarla todos los días, prefiere dedicarse a los más inútiles pasatiempos, la partida de futbolito los sábados por la tarde, largas y solitarias pedaladas los domingos en la mañana y durante la semana extenuantes horas de trabajo.
Ella siempre sola con un deseo reprimido de verga en sus ojos brillantes, seguramente sufre ataques de abstinencia …”
¡Que vulgaridad! … Mi hijo … ¡La luz de mis ojos … la alegría de mi vida … es un cerdo! … pero sigo leyendo …
“… muero por las ganas de follarla, hacer que se trague mi miembro, lamerle ese coño, beber sus orgasmos y hacerla gozar de los míos. ¿Cómo hacerle comprender mis deseos? … Si le hiciera ver mi verga enhiesta, estoy seguro de que la haría excitar, podría así finalmente follarla y hacerla gritar de goce y placer …”
Mi hijo anhela mi cuerpo, me desea hasta el punto de escribir sus fantasías en relatos eróticos.
“… Pero ¿cómo lograr que pruebe mi poderoso musculo que se erecta y palpita entre mis piernas solo por ella? … ¿cómo hacerle sentir mi dura verga entre sus redondos y firmes glúteos? …”
Poco a poco mi ira se convierte en algo diferente, tomo un lápiz del escritorio y comienzo a jugar con mi pelo, apoyada en el escritorio quedo nerviosa y pensativa, siento un poco de calor que inunda mi cuerpo, debo refrescarme, abro un botón de mi blusa, observo el surco de mis senos apretados por el sujetador, debajo de mi falda llevo solo mi tanga roja, siento que se ha hundido entre mis labios vaginales, ese sutil hilo de tela me quema, que sensación más extraña, no podría definirla como molestia, me intriga lo que estoy sintiendo, quisiera levantarme y cerrar todo, pero mis ojos están pegados a la pantalla y a los escritos de mi hijo.
“… ¿cómo pudiera convencerla de que se lo meta en su boca? … dejar que me lo chupe … bañar su angelical rostro con mi semen … ¡Tengo que hacerlo! … ¡es mi madre! … pero la deseo con todo mi ser …”
El escrito se detiene ahí, sin darme cuenta mi mano estaba acariciando mi teta por sobre la blusa. Pero ¿Qué estoy haciendo? … pero ¡me estoy excitando! … Todavía hay más archivos … ¡Oh! hay también un video …
Mi hijo está en su cama con el portátil, mi cuerpo aparece en primer plano, me estoy vistiendo, meto una pierna sobre la cama y enfilo una media de seda negra, repito con mi otra pierna, mis movimientos son lentos, me paro frente al espejo y acomodo las medias para que estén parejas, sonrío mientras me pongo el sujetador, batallo un poco para meter mis grandes tetas en las copas del sostén, con mis manos en ambos pechos aprieto mis pezones …
Luego la imagen se desvanece y aparece una mujer que se parece mucho a mí, pero decididamente no soy yo, la cara de la mujer es muy sensual, su lengua recorre sus carnosos labios, en sus manos tiene una verga enorme, el pene de un muchacho joven, la mujer lo mira y se traga su miembro magnifico … escucho en el audio la voz de mi hijo … “¿Por qué mamá no me lo chupa a mí también así? … debe ser muy buena mamadora con esa hermosa boca hermosa que tiene …” la imagen vuelve a cambiar, lo veo a él de cuerpo entero con su enorme polla entre sus manos, reconozco mi sujetador amarillo que había desaparecido de la ropa sucia, ha envuelto su pene en eso, ahora me explico porque lo encontré con señas de humedad, observo que esta magreando su polla con energía y velocidad y veo los blancos chorros de esperma que vuelan sobre la gigantografía que él tiene de mi en su cuarto, escucho el audio del video “… toma, puta … comete mi leche … chúpamelo … “ no sé cómo me encuentro con mis dedos en mi vagina, tengo mi panocha muy caliente y mojada, con mi dedo índice y medio comienzo a follarme salvajemente, tengo los ojos cerrados e imagino una verga enorme que me coge con vigor, no me importa de quien es la polla de mi fantasía, puede ser de mi marido, el vecino de casa o de un perfecto extraño, no me interesa, solo quiero sentir un pene durísimo que me coge, me siento puta y me gusta … repentinamente veo las imágenes del pene de mi hijo explotando sobre mi fotografía y es cuanto basta para hacer inundar mis dedos de fluidos, espasmos de un glorioso orgasmo, estoy toda mojada como una ramera caliente, los temblorcillos de mis piernas continúan y mis gemidos aumentan el goce de mi orgasmo, solo me calmaré con una ducha fría, pienso y me voy al baño, no sin antes tratar de quitar evidencias de haber estado manipulando la Pc de mi hijo.
Bajo la ducha el agua fría me estremece, mi cuerpo todavía tiembla, intento de volver a la normalidad y controlar absolutamente todos mis pensamientos. Con los ojos cerrados trato de que el agua golpee mi cabeza y se lleve todas las lascivas sensaciones que mi cuerpo se niega a dejar ir, mi mente bellaca restituye mi fantasía y vuelvo otra vez a ver el esplendido pene de mi hijo disparando su esperma sobre el rostro de mi fotografía, vuelvo a estremecerme toda y una sensación intensa se apodera de mí, tengo mis manos en mis muslos, imagino su verga frotándose entre los inflamados labios de mi coño caliente, tengo deliciosas convulsiones, abro mi ojos, me siento confundida, aferro el cepillo de mango grueso, largo y duro, lo deslizo lentamente dentro de mi coño ardiente que no cesa de palpitar.
Con la espalda apoyada a la pared, me entierro todo el mango en mi chocho, me follo mi panocha ávida de placer, chillo como una puta, trato de morderme los labios para no gritar, mis gemidos son intensos y los espasmos de mi orgasmo también “ssiii … ssiii … ssssiiii … vengo …”
Repentinamente se abre la puerta del baño
—¡Oh! per … perdóname, mami … cre … creí que no había nadie en casa … la clase a la universidad fue anulada …
—Tesoorooo … no te preocupes … he terminado …
No creo que haya peor momento para un delicioso orgasmo que el ser sorprendida por tu propio hijo, mis piernas me sostenían a mala pena y los temblorcillos en mi bajo vientre todavía me sacudían, él estupefacto, atónito diría, casi tartamudeando me dejo sola, pero el verlo y saber que me había visto tremando de placer, acrecentaba mi sensación de goce y sentía crecer en mí el deseo de una vigorosa verga. Me preguntaba que habría sucedido si se hubiese quedado, me doy cuenta de que dentro de mí había un secreto deseo que se quedara y diese rienda suelta a su fantasía conmigo, estoy convencida de que no me habría opuesto y me habría entregada a él.
Le hubiese pedido que me ayudara a ducharme, de estimular mi cuerpo excitado, lo impulsaría a llevar a cabo su fantasía, de concretar sus lascivos sueños conmigo, podría haber disfrutado de su pene para mi sola, su verga que cada vez ansío con más ganas … ¡Me he vuelto loca, perversa! … queriendo ser follada por mi hijo … creo que él se ha dado cuenta lo puta que soy y por eso escribe todas esas perversidades … soy yo la que inspira a mi hijo … soy yo la que lo calienta …
Me refugio en mi dormitorio anonadada y con mi conchita generando lava caliente como un volcán, después de una media hora, logro controlar mis instintos y pensamientos y la vergüenza se apodera de mi … ¿Cómo he podido? … Mi corazón me late fuertemente … pienso a él … ¿dónde estará? … estará en su Pc a actualizar sus escritos sobre mí … estará a describir que me descubrió con el mango del cepillo enterrado en mi coño … estará relatando que su madre es una puta hambrienta de sexo … una puta con deseos incontrolables de una verga dura y gruesa.
Me quedo sola en la cocina con inquietudes atroces …
—¡Hola! mami … voy saliendo …
—¿Vas saliendo? … y … ¿dónde vas? …
—Tengo que terminar unas tareas de la universidad y Marianna me ayudará … sabes lo gentil que es ella …
Vuelvo a quedar sola … debo ver si ha escrito algo sobre mí … de seguro que algo habrá escrito, corro a su pieza, la Pc esta encendida, me siento y ubico por la fecha el ultimo archivo guardado, sí el puerco de mi hijo ha escrito … ¡Oh! … ooohhh … leo …
“… que bella cerdita mi madre, es tanta la necesidad de una polla que se masturba con un cepillo … ¿Qué cosa la habrá hecho excitarse así tanto? … pero tengo que reconocer que la puta de mi madre es esplendida en su orgasmo … que delicia verla gozar … hubiese querido saborear su chocho mojado … hubiese querido masturbarme con ella y para ella, lanzándole los chorros de mi semen sobre esa chuchita lampiña que tiene … haberle mordido sus pezones duros … haber probado a meter mis dedos en su concha ardiente … hacerla gritar de placer … meterle en su boca mi pene chorreante … estoy seguro de que me lo habría chupado ávidamente … o quizás no … tengo que lograr averiguar que tanta necesidad de verga tiene … lo haré … sí que lo haré …”
Me esta matando con estos escritos, me ha hecho excitar otra vez, por suerte se ha hecho tarde y la llegada de su padre me regresa a mi vida habitual, hablo con mi marido un poco de todo, le pregunto sobre su trabajo, todas conversaciones fútiles y que diariamente ejecuto como una autómata, él se va al baño, se ducha, regresa a cenar y luego se va al dormitorio diciéndome lo cansado que se siente, lo acompaño y él se acuesta y se adormece enseguida, vuelvo a quedar sola y los pensamientos sobre mi hijo ahora me persiguen.
Me siento a mirar la Tv, no hay nada particularmente interesante, pero el sonido me arrulla y me adormezco sobre el diván, me despierto con el sonido de mi celular … es mi hijo que me avisa que no regresará a cenar, que se quedará a estudiar con Marianna … ¡esa puta! … lo sabía … sabía que mi hijo se la cogía … lo leía en sus miradas cómplices … mi niño tiene diecinueve y esa ramera treinta y cuatro … seguro lo ha seducido … de seguro esta deliciándose con esa verga esplendorosa de mi muchacho … me siento celosa … me voy a dormir … me doy vueltas y vueltas en mi cama … la imagen de la polla de mi hijo cogiendo a esa ramera que grita de placer, me provoca un poco de insomnio, pero finalmente concilio el sueño.
Me despierto cuando siento que regresa a casa, son las tres de la madrugada, seguramente viene exhausto después de haberse cogido a esa golfa de Marianna … ¿Qué hará? … se sentará a su computador para continuar sus fantasías y escribir sobre lo que vio de mi masturbación … estoy segura de que eso hará … vuelvo a dormirme más tranquila sabiendo que él está en casa.
Son casi las nueve de la mañana, mi marido ya se fue al trabajo, siento ruidos en la cocina, debe ser él, mi hijo, me levanto con mi neglige fucsia que trasparenta todas mis sinuosidades, mi tanga blanca cubriendo mi chocho resalta con el colorido de mi translúcido camisón, frente al espejo veo que mis tetas firmes y duras se delinean perfectamente, mis ancas son poderosas y forman ese culo a forma de corazón que mi marido solía admirar tanto, ahora ya no, sin cubrirme con mi bata me voy a la cocina, quiero exhibirme ante él, quiero que me describa en sus fantasías, siento que ese relato que está escribiendo me pertenece y tengo derecho a inspirar nuevas frases, nuevas expresiones, pensamientos lascivos sobre mí, enfilo mis tacones más altos, me arreglo mis cabellos para cubrir parcialmente mí ojo izquierdo, con caminar cautivador de una tigresa, me voy a la cocina.
Inmediatamente siento sus ojos que en un segundo me desnudan, en el aire se respira sexo, creo que mi hijo se esta aguantando sus deseos de saltarme encima y follarme salvajemente, como me gustaría que me tendiera sobre la mesa y me enterrase su pija … no hago nada para esconder mi velada desnudez, sus ojos fijan directamente mis pezones, lo dejo admirar mis largas piernas y me giro para que aprecie la firmeza y redondez de mis nalgas, juego sobre la ambigüedad de mis movimientos, pareciera que me estoy sirviendo una taza de café y leche, pero me muevo y me giro para exponerle mi femineidad.
Ajusto un poco la holganza de mi camisón con los tirantes para que mis senos redondos y poderosos se evidencien aún más, el anzuelo pende de la línea, sus ojitos son los de un voraz pez pronto a morder, percibo el endurecimiento de mis pezones y la calidez que experimenta mi conchita, me he transformado en la carnada, mi intimidad se hace siempre más y más cálida, los fluidos calientan ya mi chuchita enardecida en medio a mis muslos.
Cada movimiento de mi cuerpo es una solapada provocación, con cada paso pongo de relieve mi curvilínea figura, busco algo en el mueble de arriba para hacer alzar mi negligé, sé que mis glúteos están al aire, expuestos a su mirada, arqueo mi espalda y tiro mi culito hacia atrás para que vea el hilo albino de mi tanga separando mis nalgas, contraigo mis glúteos atrevidamente una, dos, tres veces y más, sus ojos están clavados en mi y mi espectáculo, descaradamente me agacho en modo que la protuberancia de mis grandes labios sea visible desde su punto de observación, sus ojos están brillantes, irradian deseo, la pija en sus pantalones lucha por emerger a la luz …
—Mami … ¿quieres que te de una mano? …
—No tesoro … solo una mano no …
Juego con la ambigüedad de las palabras desvergonzadamente, sé que él continua a mirarme, repentinamente me giro y él baja su mirada, lo siento titubeante, turbado, quisiera arrodillarme y tirarle fuera su arnés para chupárselo en el modo que él describe en sus fantasías.
—Mami, necesito que me prestes tú auto … el mío se encuentra en el taller …
—Lo siento, pero yo también la necesito … tengo que ir al spa …
—¿No puedes cambiar la hora? …
—Lo siento, tendría que haber avisado veinticuatro horas antes …
Sus ojos vuelven a recorrer todo mi cuerpo, le fascinan mis tetas, me siento cada vez más caliente, me siento desfallecer de placer
Continuará
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Tengo Ganas de Comerte el Coño, Mamá – Capítulo 01
Un día más en mi consueta rutina de ama de casa, las limpiezas generales ante la llegada de la primavera, me sentía llena de energías y mientras me desplazaba por las piezas de la casa, la radio tocaba una bachata rítmica que me tenía moviendo mis caderas alegremente por toda la casa, a mis cuarenta y tres años, sentía todo el vigor para desempeñarme en las tareas de la casa, estaba ya habituada a la comodidad y tranquilidad de nuestro hogar, mi hijo Alfredo, había rendido exitosamente su prueba de selección universitaria (PSU) y se aprontaba a reconocer la casa de estudio de la Universidad de Chile que los hospedaría por los próximos cinco años de estudios, había elegido la misma carrera del padre, derecho y su padre lo apoyaba en todo.
Éramos una feliz familia de clase media acomodada, mi esposo se las había arreglado para regalarle su primer auto a nuestro retoño y prácticamente en casa teníamos tres vehículos, cada uno con el suyo, los vehículos no eran de marca, solo vehículos confiables y medianamente económicos, esa mañana me encontraba yo sola en casa haciendo las cosas que hago todos los días, nada podía hacerme imaginar lo que haría cambiar todo esto.
Como todo joven estudiante, la pieza de mi hijo era un chiquero, más que nada por el desorden, había revistas del buffet de abogados de mi marido, revistas sobre derecho internacional, algunos libros de leyes, algunos álbumes con recortes de juicios notorios y sus fallos, todo relacionado con la carrera de mi hijo, hasta ahí nada anormal, después estaba su computador, perennemente encendido, había una especies de burbujitas que se desplazaban por la pantalla, estuve mirándolas por la peculiaridad y casuales apariciones y trayectos, el teclado estaba con restos de pan y la levanté para sacudirla, desaparecieron las burbujitas y apareció otro pantallazo, había varias carpetas, una me llamó la atención inmediatamente, su nombre “Relatos”, pensé que mi hijo resumía su vida en algún tipo de diario de vida, la curiosidad pudo más que la prudencia y continué a fisgonear en la Pc de mi hijo, la carpeta se abrió e inmediatamente mis mejillas se ruborizaron, eran historias de sexo, el degenerado de mi hijo leía y escribía relatos de sexo, pero lo que más me indignó es que eran relatos de mujeres que tenían sexo incestuosos con sus hijos, ¡Que horrible!, pensé.
Quise detenerme ahí y encarar a mi hijo en la primera oportunidad para llamarle la atención ante esta conducta inapropiada y su cochambrosa literatura, ¡Que falta de tino para un futuro abogado!, pensé, pero mi instinto de madre y mujer me empujó a tratar de descubrir más, había varios relatos de diferente índole, algunas fotografías con mujeres en poses obscenas, comportamientos morbosos y lascivos, otras practicando sexo perverso con jóvenes muchachos, me sentí turbada ante esta inmoral conducta de estas mujeres, las fotos eran totalmente explicitas, una mujer exuberante más o menos de mi edad o quizás algún año mayor, con un provocativo atuendo intimo que a mala pena cubría su piel blanca como la leche, la cual tenía sexo con un muchacho joven, quizás de la edad de mi hijo, el relato la describía como una madre, una gran puta, que disfrutaba el sexo con el chico.
La historia trataba de esta mujer, que sorprendía a su hijo mientras la espiaba y se masturbaba, en vez de enfrentarlo y llamarle la atención ante tan reprochable conducta, morbosamente comienza a posar lascivamente para el deleite de su hijo, todo gira alrededor del deseo lujurioso de la mujer por ser el objeto del deseo de su joven hijo, inexplicablemente me encontraba absorta ante la pantalla y algo entre mis muslos, un pequeño hormigueo y una ligera humedad en mis bragas, me forzaban a continuar indagando en las cochinadas de mi hijo.
Había otro relato de una madre, mi coetánea, confesaba de tener sueños eróticos con su hijo, debido a haberlo encontrado con su pene inmenso en el baño, todo desnudo, el muchacho viendo la mirada lasciva de la madre ante la portentosa verga, comienza a magrearla ahí delante de ella, ambos terminan teniendo una relación incestuosa muy intensa, madre e hijo copulando ardientemente y sin pudor alguno —¡Uy! dios mío … cómo pueden suceder cosas así — pensé.
Cuento corto, todos los relatos eran sobre esa temática, incesto entre madre e hijo, todas las mujeres sedientas de una joven pija gruesa y dura, siempre listas a inundar sus panochas con chorros potentes de fresca esperma juvenil, no había criterio alguno antes estas abominables conductas, todas estaban prontas a sucumbir a los llamados de la carne sin preocuparse de posibles escándalos. Madres que claudicaban ante la exuberante belleza de la pija del hijo, ellas sonríen y se alegran al encontrar las primeras manchas de semen en las sabanas del muchacho, acercan su nariz al manchón húmedo de semen, se muerden el labio imaginando ese líquido tibio saliendo expulsado de la verga de su retoño. Otras celosas de que el hijo se folle a sus compañeras de universidad se sienten con el derecho de tener ellas también derecho a ese goce a ser folladas por su propio hijo, más aún, algunas desilusionadas de una vida matrimonial gris y faltas de esa excitación sexual innata a todo ser humano, se sienten relegadas y se despiertan al deseo irrefrenable de hacerlo y recuperar una satisfacción olvidada, nada más y nada menos, recibiendo las monstruosas vergas de sus propios hijos.
Esta era la realidad expresada en esas historias, cuentos y relatos que leía y escribía mi niño, estas mujeres confesaban el deseo que se materializase y concretase la transgresión inmoral del incesto, una necesidad de verga que acompaña a cada mujer en una cierta etapa de su vida, por cuanto leído, entre los treinta y cinco y los cincuenta y cinco años, terminaba diciendo “La falta de pene, es como el agua para las flores, cuando no disponen de ella se marchitan y mueren”, ¡esta frase me dejo estupefacta!
Yo estoy en los cuarenta y cinco, sí, es verdad que mi marido no me atiende como solía hacerlo, hacemos el amor solo un par de veces al mes, pero para mí no es un problema, me he acostumbrado a ello —¿Será que me estoy marchitando y no me he dado cuenta? — pensé. Por otra parte, no creo que mi hijo sienta alguna atracción sexual por mí, soy su madre, no es licito que un muchacho sano tenga ese tipo de pensamiento o deseo, nunca le he dado motivo, nunca me ha visto desnuda, solo en traje de baño, sí también es cierto que mis trajes de baño son pequeñitos, pero no encuentro modo de descubrir de donde mi hijo podría haber adquirido esta extraña y perversa costumbre.
Reflexionando al respecto, vuelvo a analizar mi situación personal este último periodo, aunque si no tenemos relaciones sexuales periódicas con mi marido, ¡Jamás consideré la oportunidad de traer otro hombre a casa!, un poco sorprendida y molesta cierro la carpeta, la cosa que más me intriga es “¿Que impulsa a mi muchacho a un mundo pecaminoso e inmoral? Casi no puedo creer a todo lo que he visto y leído.
Con un torbellino de pensamientos en mi cabeza, procedo a continuar con la limpieza del cuarto de mi hijo, cerca de una hora después, finalmente esa habitación suya tiene una apariencia de orden y limpieza, las cosas leídas y vistas en su computador me mantienen curiosa, quiero saber más, tengo una serie de dudas al respecto y necesito aclararlas, vuelvo al computador y tecleo “mamá”, aparecen en pantalla una serie de archivos, un poco titubeante abro el primero, son fotografías, nerviosa comienzo a abrirlas y me doy cuenta de que son todas mías, se ven en algunas solo ciertas partes de mi cuerpo, pero no me es difícil reconocerme en ellas, en una se ve la hendidura que forman mis tetas cuando visto un top bastante estrecho, no se ve mi rostro, pero esas pecas las tengo solo yo, en otras se ven mis piernas con medias negras, esa falda negra con ese culo redondo también es mío.
Fotos robadas, no se cuando ni como, nerviosamente continúo a revisar, abro otro archivo, son escritos de mi hijo … leo …
“Mi madre, ¡que mujer!, un cuerpo que irradia sexo en todos sus movimientos, sus ojos claros brillan por el deseo de una verga, mueve cadenciosamente su trasero por todas las habitaciones de la casa tratando de despertar los sentidos adormecidos de mi padre, el sonido de sus tacones cuando camina por la casa llama a viva voz la verga de papá.
Algunas noches los he escuchado follar, pero los sonidos son breves, la pasión es corta, mi madre no es servida bien por mi padre, por las mañanas sus ojos insomnes delatan su falta de satisfacción sexual.
Yo sabría como hacerla gritar de placer con mi verga entre los labios de su vulva sedienta, frotarle su clítoris inflamado de pasión con mi glande y hacerla desbordar de placer … “
¡No puedo creer lo que acabo de leer! … ¡Mi hijo me ve como una prostituta! … ¡No me ve como una madre! … Me había dado cuenta de la exuberancia sexual de mi hijo, como madre soy capaz de leer su mirada, sé que me observaba, pero pensaba fuese una cosa normal en la etapa de desarrollo del muchacho, el despertar de su instinto sexual, la riqueza de sus sentimientos primitivos de su pubertad. Pero jamás se me paso por la mente que se estaba incubando en él una serie de reflexiones inmorales. Continuo a leer …
“Ayer le dedique una gran paja, recordaba su culo mientras enjuagaba los platos en la cocina, esos movimientos felinos de tigresa en calor sintiendo esos enormes deseos de una pija. El agua había salpicado su remera blanca y los pezones se evidenciaban queriendo perforar la fina tela, se agachó a colocar todo en el lavavajillas, mi padre no le dignaba ni siquiera una mirada, totalmente ausente, sin preocuparse de las señales sexuales que lanzaba su cuerpo, de hecho, se levantó y dijo que se iba a dormir. Mi verga estaba que explotaba en mis pantalones, me toqué por debajo de la mesa, con ella ahí a pocos metros de mí, el temor a ser descubierto por ella me excitaba aún más.
Mi pene no dejaba de crecer entre mis manos, el meneo de su culo era excitante, sentí que sus ojos se posaban en mí, me excusé y me fui al baño acompañado por su amorosa mirada.
Una panocha deliciosa y mi padre en vez de follarla todos los días, prefiere dedicarse a los más inútiles pasatiempos, la partida de futbolito los sábados por la tarde, largas y solitarias pedaladas los domingos en la mañana y durante la semana extenuantes horas de trabajo.
Ella siempre sola con un deseo reprimido de verga en sus ojos brillantes, seguramente sufre ataques de abstinencia …”
¡Que vulgaridad! … Mi hijo … ¡La luz de mis ojos … la alegría de mi vida … es un cerdo! … pero sigo leyendo …
“… muero por las ganas de follarla, hacer que se trague mi miembro, lamerle ese coño, beber sus orgasmos y hacerla gozar de los míos. ¿Cómo hacerle comprender mis deseos? … Si le hiciera ver mi verga enhiesta, estoy seguro de que la haría excitar, podría así finalmente follarla y hacerla gritar de goce y placer …”
Mi hijo anhela mi cuerpo, me desea hasta el punto de escribir sus fantasías en relatos eróticos.
“… Pero ¿cómo lograr que pruebe mi poderoso musculo que se erecta y palpita entre mis piernas solo por ella? … ¿cómo hacerle sentir mi dura verga entre sus redondos y firmes glúteos? …”
Poco a poco mi ira se convierte en algo diferente, tomo un lápiz del escritorio y comienzo a jugar con mi pelo, apoyada en el escritorio quedo nerviosa y pensativa, siento un poco de calor que inunda mi cuerpo, debo refrescarme, abro un botón de mi blusa, observo el surco de mis senos apretados por el sujetador, debajo de mi falda llevo solo mi tanga roja, siento que se ha hundido entre mis labios vaginales, ese sutil hilo de tela me quema, que sensación más extraña, no podría definirla como molestia, me intriga lo que estoy sintiendo, quisiera levantarme y cerrar todo, pero mis ojos están pegados a la pantalla y a los escritos de mi hijo.
“… ¿cómo pudiera convencerla de que se lo meta en su boca? … dejar que me lo chupe … bañar su angelical rostro con mi semen … ¡Tengo que hacerlo! … ¡es mi madre! … pero la deseo con todo mi ser …”
El escrito se detiene ahí, sin darme cuenta mi mano estaba acariciando mi teta por sobre la blusa. Pero ¿Qué estoy haciendo? … pero ¡me estoy excitando! … Todavía hay más archivos … ¡Oh! hay también un video …
Mi hijo está en su cama con el portátil, mi cuerpo aparece en primer plano, me estoy vistiendo, meto una pierna sobre la cama y enfilo una media de seda negra, repito con mi otra pierna, mis movimientos son lentos, me paro frente al espejo y acomodo las medias para que estén parejas, sonrío mientras me pongo el sujetador, batallo un poco para meter mis grandes tetas en las copas del sostén, con mis manos en ambos pechos aprieto mis pezones …
Luego la imagen se desvanece y aparece una mujer que se parece mucho a mí, pero decididamente no soy yo, la cara de la mujer es muy sensual, su lengua recorre sus carnosos labios, en sus manos tiene una verga enorme, el pene de un muchacho joven, la mujer lo mira y se traga su miembro magnifico … escucho en el audio la voz de mi hijo … “¿Por qué mamá no me lo chupa a mí también así? … debe ser muy buena mamadora con esa hermosa boca hermosa que tiene …” la imagen vuelve a cambiar, lo veo a él de cuerpo entero con su enorme polla entre sus manos, reconozco mi sujetador amarillo que había desaparecido de la ropa sucia, ha envuelto su pene en eso, ahora me explico porque lo encontré con señas de humedad, observo que esta magreando su polla con energía y velocidad y veo los blancos chorros de esperma que vuelan sobre la gigantografía que él tiene de mi en su cuarto, escucho el audio del video “… toma, puta … comete mi leche … chúpamelo … “ no sé cómo me encuentro con mis dedos en mi vagina, tengo mi panocha muy caliente y mojada, con mi dedo índice y medio comienzo a follarme salvajemente, tengo los ojos cerrados e imagino una verga enorme que me coge con vigor, no me importa de quien es la polla de mi fantasía, puede ser de mi marido, el vecino de casa o de un perfecto extraño, no me interesa, solo quiero sentir un pene durísimo que me coge, me siento puta y me gusta … repentinamente veo las imágenes del pene de mi hijo explotando sobre mi fotografía y es cuanto basta para hacer inundar mis dedos de fluidos, espasmos de un glorioso orgasmo, estoy toda mojada como una ramera caliente, los temblorcillos de mis piernas continúan y mis gemidos aumentan el goce de mi orgasmo, solo me calmaré con una ducha fría, pienso y me voy al baño, no sin antes tratar de quitar evidencias de haber estado manipulando la Pc de mi hijo.
Bajo la ducha el agua fría me estremece, mi cuerpo todavía tiembla, intento de volver a la normalidad y controlar absolutamente todos mis pensamientos. Con los ojos cerrados trato de que el agua golpee mi cabeza y se lleve todas las lascivas sensaciones que mi cuerpo se niega a dejar ir, mi mente bellaca restituye mi fantasía y vuelvo otra vez a ver el esplendido pene de mi hijo disparando su esperma sobre el rostro de mi fotografía, vuelvo a estremecerme toda y una sensación intensa se apodera de mí, tengo mis manos en mis muslos, imagino su verga frotándose entre los inflamados labios de mi coño caliente, tengo deliciosas convulsiones, abro mi ojos, me siento confundida, aferro el cepillo de mango grueso, largo y duro, lo deslizo lentamente dentro de mi coño ardiente que no cesa de palpitar.
Con la espalda apoyada a la pared, me entierro todo el mango en mi chocho, me follo mi panocha ávida de placer, chillo como una puta, trato de morderme los labios para no gritar, mis gemidos son intensos y los espasmos de mi orgasmo también “ssiii … ssiii … ssssiiii … vengo …”
Repentinamente se abre la puerta del baño
—¡Oh! per … perdóname, mami … cre … creí que no había nadie en casa … la clase a la universidad fue anulada …
—Tesoorooo … no te preocupes … he terminado …
No creo que haya peor momento para un delicioso orgasmo que el ser sorprendida por tu propio hijo, mis piernas me sostenían a mala pena y los temblorcillos en mi bajo vientre todavía me sacudían, él estupefacto, atónito diría, casi tartamudeando me dejo sola, pero el verlo y saber que me había visto tremando de placer, acrecentaba mi sensación de goce y sentía crecer en mí el deseo de una vigorosa verga. Me preguntaba que habría sucedido si se hubiese quedado, me doy cuenta de que dentro de mí había un secreto deseo que se quedara y diese rienda suelta a su fantasía conmigo, estoy convencida de que no me habría opuesto y me habría entregada a él.
Le hubiese pedido que me ayudara a ducharme, de estimular mi cuerpo excitado, lo impulsaría a llevar a cabo su fantasía, de concretar sus lascivos sueños conmigo, podría haber disfrutado de su pene para mi sola, su verga que cada vez ansío con más ganas … ¡Me he vuelto loca, perversa! … queriendo ser follada por mi hijo … creo que él se ha dado cuenta lo puta que soy y por eso escribe todas esas perversidades … soy yo la que inspira a mi hijo … soy yo la que lo calienta …
Me refugio en mi dormitorio anonadada y con mi conchita generando lava caliente como un volcán, después de una media hora, logro controlar mis instintos y pensamientos y la vergüenza se apodera de mi … ¿Cómo he podido? … Mi corazón me late fuertemente … pienso a él … ¿dónde estará? … estará en su Pc a actualizar sus escritos sobre mí … estará a describir que me descubrió con el mango del cepillo enterrado en mi coño … estará relatando que su madre es una puta hambrienta de sexo … una puta con deseos incontrolables de una verga dura y gruesa.
Me quedo sola en la cocina con inquietudes atroces …
—¡Hola! mami … voy saliendo …
—¿Vas saliendo? … y … ¿dónde vas? …
—Tengo que terminar unas tareas de la universidad y Marianna me ayudará … sabes lo gentil que es ella …
Vuelvo a quedar sola … debo ver si ha escrito algo sobre mí … de seguro que algo habrá escrito, corro a su pieza, la Pc esta encendida, me siento y ubico por la fecha el ultimo archivo guardado, sí el puerco de mi hijo ha escrito … ¡Oh! … ooohhh … leo …
“… que bella cerdita mi madre, es tanta la necesidad de una polla que se masturba con un cepillo … ¿Qué cosa la habrá hecho excitarse así tanto? … pero tengo que reconocer que la puta de mi madre es esplendida en su orgasmo … que delicia verla gozar … hubiese querido saborear su chocho mojado … hubiese querido masturbarme con ella y para ella, lanzándole los chorros de mi semen sobre esa chuchita lampiña que tiene … haberle mordido sus pezones duros … haber probado a meter mis dedos en su concha ardiente … hacerla gritar de placer … meterle en su boca mi pene chorreante … estoy seguro de que me lo habría chupado ávidamente … o quizás no … tengo que lograr averiguar que tanta necesidad de verga tiene … lo haré … sí que lo haré …”
Me esta matando con estos escritos, me ha hecho excitar otra vez, por suerte se ha hecho tarde y la llegada de su padre me regresa a mi vida habitual, hablo con mi marido un poco de todo, le pregunto sobre su trabajo, todas conversaciones fútiles y que diariamente ejecuto como una autómata, él se va al baño, se ducha, regresa a cenar y luego se va al dormitorio diciéndome lo cansado que se siente, lo acompaño y él se acuesta y se adormece enseguida, vuelvo a quedar sola y los pensamientos sobre mi hijo ahora me persiguen.
Me siento a mirar la Tv, no hay nada particularmente interesante, pero el sonido me arrulla y me adormezco sobre el diván, me despierto con el sonido de mi celular … es mi hijo que me avisa que no regresará a cenar, que se quedará a estudiar con Marianna … ¡esa puta! … lo sabía … sabía que mi hijo se la cogía … lo leía en sus miradas cómplices … mi niño tiene diecinueve y esa ramera treinta y cuatro … seguro lo ha seducido … de seguro esta deliciándose con esa verga esplendorosa de mi muchacho … me siento celosa … me voy a dormir … me doy vueltas y vueltas en mi cama … la imagen de la polla de mi hijo cogiendo a esa ramera que grita de placer, me provoca un poco de insomnio, pero finalmente concilio el sueño.
Me despierto cuando siento que regresa a casa, son las tres de la madrugada, seguramente viene exhausto después de haberse cogido a esa golfa de Marianna … ¿Qué hará? … se sentará a su computador para continuar sus fantasías y escribir sobre lo que vio de mi masturbación … estoy segura de que eso hará … vuelvo a dormirme más tranquila sabiendo que él está en casa.
Son casi las nueve de la mañana, mi marido ya se fue al trabajo, siento ruidos en la cocina, debe ser él, mi hijo, me levanto con mi neglige fucsia que trasparenta todas mis sinuosidades, mi tanga blanca cubriendo mi chocho resalta con el colorido de mi translúcido camisón, frente al espejo veo que mis tetas firmes y duras se delinean perfectamente, mis ancas son poderosas y forman ese culo a forma de corazón que mi marido solía admirar tanto, ahora ya no, sin cubrirme con mi bata me voy a la cocina, quiero exhibirme ante él, quiero que me describa en sus fantasías, siento que ese relato que está escribiendo me pertenece y tengo derecho a inspirar nuevas frases, nuevas expresiones, pensamientos lascivos sobre mí, enfilo mis tacones más altos, me arreglo mis cabellos para cubrir parcialmente mí ojo izquierdo, con caminar cautivador de una tigresa, me voy a la cocina.
Inmediatamente siento sus ojos que en un segundo me desnudan, en el aire se respira sexo, creo que mi hijo se esta aguantando sus deseos de saltarme encima y follarme salvajemente, como me gustaría que me tendiera sobre la mesa y me enterrase su pija … no hago nada para esconder mi velada desnudez, sus ojos fijan directamente mis pezones, lo dejo admirar mis largas piernas y me giro para que aprecie la firmeza y redondez de mis nalgas, juego sobre la ambigüedad de mis movimientos, pareciera que me estoy sirviendo una taza de café y leche, pero me muevo y me giro para exponerle mi femineidad.
Ajusto un poco la holganza de mi camisón con los tirantes para que mis senos redondos y poderosos se evidencien aún más, el anzuelo pende de la línea, sus ojitos son los de un voraz pez pronto a morder, percibo el endurecimiento de mis pezones y la calidez que experimenta mi conchita, me he transformado en la carnada, mi intimidad se hace siempre más y más cálida, los fluidos calientan ya mi chuchita enardecida en medio a mis muslos.
Cada movimiento de mi cuerpo es una solapada provocación, con cada paso pongo de relieve mi curvilínea figura, busco algo en el mueble de arriba para hacer alzar mi negligé, sé que mis glúteos están al aire, expuestos a su mirada, arqueo mi espalda y tiro mi culito hacia atrás para que vea el hilo albino de mi tanga separando mis nalgas, contraigo mis glúteos atrevidamente una, dos, tres veces y más, sus ojos están clavados en mi y mi espectáculo, descaradamente me agacho en modo que la protuberancia de mis grandes labios sea visible desde su punto de observación, sus ojos están brillantes, irradian deseo, la pija en sus pantalones lucha por emerger a la luz …
—Mami … ¿quieres que te de una mano? …
—No tesoro … solo una mano no …
Juego con la ambigüedad de las palabras desvergonzadamente, sé que él continua a mirarme, repentinamente me giro y él baja su mirada, lo siento titubeante, turbado, quisiera arrodillarme y tirarle fuera su arnés para chupárselo en el modo que él describe en sus fantasías.
—Mami, necesito que me prestes tú auto … el mío se encuentra en el taller …
—Lo siento, pero yo también la necesito … tengo que ir al spa …
—¿No puedes cambiar la hora? …
—Lo siento, tendría que haber avisado veinticuatro horas antes …
Sus ojos vuelven a recorrer todo mi cuerpo, le fascinan mis tetas, me siento cada vez más caliente, me siento desfallecer de placer
Continuará
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