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Teléfono Caliente (Orgias) – Capítulo 01
Teléfono Caliente (Orgias) – Capítulo 02
Teléfono Caliente (Orgias) – Capítulo 03
-Continuará
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Teléfono Caliente (Orgias) – Capítulo 01
Ella se sentó en la silla justo enfrente del despacho de su jefe. No se dio prisa en sentarse y cruzó sus piernas elegantemente. Por supuesto, llevaba una minifalda estrecha y relativamente corta. Sus largas piernas quedaban expuestas para ser admiradas.
Él la observó complacido, inspeccionándola de arriba abajo. Finge volver a prestar atención a unos papeles. Pasados unos segundos, los aparta y le pregunta acerca de su estado de salud, el cual confirma que había mejorado en pocos días tras las temperaturas que se habían dado. Todo parece una conversación más en el despacho del "jefe", porque siempre reinaba una cierta tensión en el aire y nerviosismo. Sin embargo, él, de repente, parece ponerse mas tenso y serio de lo habitual, y comienza diciendo:
- Bueno..., quería hablar contigo acerca de un tema del que estoy preocupado. Quiero pedirte que seas comprensiva y no te molestes conmigo, .... voy a ser totalmente sincero. Veras, ... he estado escuchando algunas de tus conversaciones, lo cual sé que no debería haber hecho, pero debes también entender que se trataba de mi obligación.
- ¿Su obligación?
- Sí, es de mi incumbencia controlar el trabajo de mis empleados, otra cosa no me permitiría saber si están haciéndolo bien o mal.
- ¿Pero se trata de conversaciones privadas?
- Entiendo que si las haces en el trabajo y si además tu trabajo consiste en hablar por teléfono, deben estar sometidas a control por parte de tus superiores, por lo que no son del todo privadas.
- ¿Pero a mí nunca se me ha dicho que mis conversaciones podían ser escuchadas?.
- Pues debería habérsete informado; siento se haya pasado eso por alto en tu caso. Pero puedes preguntarles a tus compañeras, todas saben que se controla lo que hablan.
- En fin, lo que quería decirte es que...bueno ...creo que haces muy bien tu trabajo; ... demasiado bien, debería decir.
- Bueno, no sé si tengo que tomármelo como un cumplido.
- Claro que si, lo haces muy bien, te felicito.
- Gracias.
- Pues eso,... creo que lo haces muy bien y ahora te escucho solo por placer.
También tienes una voz muy agradable.
- Me alegro que le guste.
- Tengo que hacerte una pregunta, tengo curiosidad. No interpretas ningún papel cuando trabajas, ¿verdad?. Eres tú misma.
- Si, así es.
- Lo sabía, sabia que era imposible que estuvieras fingiendo.
- Bueno, en honor a la verdad es que no siempre me lo paso bien, algunas veces tengo que sobreactuar y otras fingir del todo.
- En cualquier caso, en todas eres buenísima.
- Gracias otra vez.
- ¿Puedo seguir preguntando?
- A ver.
- ¿Disfrutas mucho?
- Pues si, es irremediable, imaginando lo que se imagina...
- Pero te quedarás con las ganas de hacerlo de verdad, ¿no?.
- En ese momento, si, pero cuando terminas la jornada necesitas un poco de reactivación para proseguir. No sé si me entiendes.
- Claro que lo entiendo. Y... podrías decirme si te tocas cuando lo haces.
- No siempre, algunas veces sí, por eso pedí una habitación privada.
- Ufff... como me gustaría verte...
Tras su sonrisa, no pudo resistirse a seguir preguntando.
- Y ...¿qué usas para hacerlo?; ¿los dedos?.
- Sí. Y mi imaginación.
- Lo sé, sé que tienes una imaginación muy especial para el sexo. Me encantan tus fantasías.
- No todas son mías, ten en cuenta que los clientes ponen mucho de su cosecha y ellos son los que piden y...mandan.
- Pero ¿no me negaras que la mayor parte de las fantasías de las que hablas te gustan?.
- Claro que sí. Casi todas me entusiasman. Solo unas pocas ni me van ni me vienen. Y hasta ahora no ha habido ninguna que me haya desagradado.
- Y si no estas sola, porque tienes que compartir habitación con alguna compañera, ¿también te tocas delante de ella?.
- No. Solo en una ocasión con una chica que vino nueva. Ella lo hacia y me excitó mucho. Al final terminamos liadas las dos.
- Vaya, eso no lo sabia. Lastima que me perdí las conversaciones de esa noche.
Y cuando estás con otra compañera con la que no lo has hecho, debes sentirte en todo caso muy mojada, ¿no?.
- Efectivamente, muy mojada. Casi como lo estoy ahora. Algunas veces he llegado a mojar la falda, porque no suelo llevar bragas.
En ese momento descruza las piernas y deja ver en la sombra su sexo, dándose cuenta él, inmediatamente, de que efectivamente no había ropa interior. Su mirada no puede dejar de centrarse en ese hueco y ella siente su excitación, a la vez que centra todos sus sentidos en esa parte de su cuerpo la cual observan con deseo tangible.
- Y ¿cuál es la fantasía que me ha escuchado que más le ha excitado?
- La verdad es que la mejor es aquella en que te insultan llamándote "puta" y te usan como tal. Y creo que esa es la que más te gusta a ti también, la que mas te pone. Ya te he dicho que te he escuchado muchas veces; cuando te insultan y tratan como una puta es cuando te vuelves loca y pierdes los estribos.
- Sí, es cierto que es una de las cosas que mas me excitan. Me alegro de que compartamos gustos.
A lo largo de la conversación, el Sr. Arkin experimentaba un incremento paulatino y desorbitado de su excitación. Notaba claramente como su poya luchaba con la bragueta de su pantalón reclamando un espacio del que carecía. Deseaba cada vez con más fuerza poder sentir a la mujer que se le estaba insinuando a tan sólo unos centímetros de distancia, poder acariciar esos pezones que se endurecían delante de sus ojos y comprobar el estado de humedad de ese coñito; debía de estar muy, muy húmedo.
Ella podía percibir claramente los deseos de su jefe y, por supuesto, también quería disfrutar con él. Sentía su coño muy mojado, ansioso por que lo penetraran hasta el fondo. Tampoco llevaba sujetador, por lo que era consciente de que sus pezones duros por la lascivia, se transparentaban y señalaban a través su blusa. Eso la excitaba aún más, percibir su mirada en sus tetas ardiendo.
Se hizo un silencio entre los dos. Lorna pensó que tenía que llevar un poco la iniciativa, eso le gustaba y pensaba que también le complacería a él. Decidió no apartar sus ojos de su futuro amante, mientras se incorporaba un poco en la silla para situar sus piernas sobre los reposa-brazos, primero una y después otra, hasta quedar completamente abierta de piernas exhibiendo su coño como si de un gran tesoro se tratara. Pudo ver cómo en la expresión de su jefe aumentaba el calor y, acto seguido, parecía llevarse la mano hacia la bragueta. Notó también como esa parte de su cuerpo se movía sospechosamente e intuyó, después, que ese miembro era liberado al desabrocharse la cremallera del pantalón. Entonces, el Sr. Arkin se reclinó en su sillón y lo desplazó hacia atrás, de tal forma que su observadora viciosa pudiera admirar con claridad la polla que tenía entre sus manos. Tras observar el grado de complacencia en la cara de su putita, le preguntó si era de su gusto, a lo que ella asintió efusivamente y no pudo contener llevarse la mano a su clítoris y labios para masturbarse de forma suave, queriendo reprimir todavía todo ese placer que presentía iba a comenzar a sentir porque ya empezaba a hacerlo.
- Puedo ver que estas muy cachonda, lo tienes muy mojado. Seguro que estás deseando que te follen, ¿a qué sí?. Pues ahora te voy a meter mi polla en tu coño, ahora vas a correrte de placer cuando te la meta y te la mueva un poquito. Verás como te corres, zorrita.
Se fue hacia ella, con la mano en la polla masturbándosela, y la obligó a que se sentara en la mesa, le subió hasta la cintura la falda y la abrió bien de piernas; Lorna se reclinó levemente para poder abrir aún más sus piernas y recibir toda esa polla en su coño, la cual no podía dejar de tocar y mirar anhelándola. Él se arrodilló en el suelo y comenzó a acercar su boca hasta su sexo, primero caricias con los labios y la lengua en su ingle; cada vez más cerca su boca de su coño, sin llegar a penas a rozarla, lo que hacía que ella se estremeciera de deseo, de ganas ardientes de que lo hiciera, de que la tocara, .... Cuando lo hace, el placer empieza a recorrer todo su cuerpo. Le come el coño con pasión y suavidad, la hace sentir en el cielo.
Entonces, él deja de comérselo y se levanta..., coge la polla entre sus manos, dura y desafiante, y le dice:
- Prepárate, te la voy a meter ya, no puedo contenerme, voy a atravesarte ese coño de putita que tienes, estas muy caliente, zorra, y te lo mereces.
En ese momento Lorna imagina su polla entrando en su coño, y se deshace de emoción, de deseo. Efectivamente, la penetra de un golpe hasta el fondo, hasta muy dentro de ella, de una forma un poco violenta, tanto que le dolía a la vez que este dolor le suponía mayor placer. Empezó a moverse rápido dentro de ella, notaba como su coño iba a correrse, ya no podía aguantar, pero sentía tanto gusto que se resistía a correrse para no dejar de sentir lo que experimentaba en esos momentos, así que aguantaba, contenía su orgasmo que peleaba por aparecer, y eso le proporcionaba cada vez más gozo. Su pervertido jefe seguía sacándosela y metiéndosela impetuosamente, y ella trataba una y otra vez de contener su propio orgasmo, lo cual lograba, porque además sentía que se hacía pipi, y eso le inhibía la corrida y con ello, más placer, y gozar más rato antes de correrse. Después de muchas embestidas de su amante, seguía sin correrse o, mejor podría decirse, seguía en una corrida interminable.
Sentirla era contagiarse de ese placer y explotar con ella; tampoco pudo aguantar más y la llenó de su semen, y la zorrita disfrutó de esa corrida tan espectacular que le había llenado entero su coño de leche. Gimió y frunció su cara cuando se corría de tal modo que no pudo ocultar todo lo que había disfrutado. Tras salir de su orgasmo, se quedó mirándola y la consoló diciéndole que era una gran puta, que le había hecho pasar un buen rato. El Sr. Arkin pretendió insinuar que todo había terminado, lo que a ella parecía desagradarle. Pero pasados unos segundos, él le explicó que sabía que era una zorra de verdad y que tenía más ganas de follar, que no se preocupara porque había pensado en otras cosas para complacerla.
Se acercó al primer cajón de su escritorio y cogió un consolador bastante grande, con una manita para frotar el clítoris y otra polla pequeñita para el culo. Se lo mostró, orgulloso de su posesión, y le explicó que lo tenía allí para las putitas como ella que necesitaban pollas a todo momento.
Por supuesto que cambió la expresión de la cara de Lorna, aquel invento parecía que podía darle mucho gustito.
- A ver, tiéndete bien en la mesa, a lo largo y abre bien las piernas. Te voy a meter primero esta polla grande por tu coño. Así,... hasta el fondo, bien dentro,... que te duela un poquito, puerca... Así,... qué bien, putita, ... cómo la disfrutas.
Y ahora vamos a probar esta manita en tu clítoris. Ufff..., que bien..., así..., te gusta, ¿eh?... Tócate tú también si quieres, puta.
Estas muy cachonda, zorra, te vas a correr,.... ya no puedes aguantar más, ¿verdad, putita?.
Mmmm.............
Y, por último, esta pollita pequeña en tu culo. Así.....; así..... ¡cómo te gusta!, ¡cómo lo mojas todo!; mmm......; me gusta,.... Me gusta que te guste, que seas tan guarra, ... uuummm.....
Ya sí que no puedes reprimirte, se va a ir tu orgasmo junto con todo tu pipí, con toda tu meada. Seguro que sí .... Quiero verlo .... Eso es, ... así, ....así,..., correte, .... correte, ¡puta!.
Cuando explotó de placer, efectivamente se meó encima, incontroladamente, sintió como se había corrido a la vez por su vagina, por su culo y por su clítoris. La sensación que embargaba su cuerpo era indescriptible, la que nos sorprende a todos tras una buena corrida. La piel la tenía de carne de gallina, sus pezones erectos, su coño hinchado de sentidos
Él la observó complacido, inspeccionándola de arriba abajo. Finge volver a prestar atención a unos papeles. Pasados unos segundos, los aparta y le pregunta acerca de su estado de salud, el cual confirma que había mejorado en pocos días tras las temperaturas que se habían dado. Todo parece una conversación más en el despacho del "jefe", porque siempre reinaba una cierta tensión en el aire y nerviosismo. Sin embargo, él, de repente, parece ponerse mas tenso y serio de lo habitual, y comienza diciendo:
- Bueno..., quería hablar contigo acerca de un tema del que estoy preocupado. Quiero pedirte que seas comprensiva y no te molestes conmigo, .... voy a ser totalmente sincero. Veras, ... he estado escuchando algunas de tus conversaciones, lo cual sé que no debería haber hecho, pero debes también entender que se trataba de mi obligación.
- ¿Su obligación?
- Sí, es de mi incumbencia controlar el trabajo de mis empleados, otra cosa no me permitiría saber si están haciéndolo bien o mal.
- ¿Pero se trata de conversaciones privadas?
- Entiendo que si las haces en el trabajo y si además tu trabajo consiste en hablar por teléfono, deben estar sometidas a control por parte de tus superiores, por lo que no son del todo privadas.
- ¿Pero a mí nunca se me ha dicho que mis conversaciones podían ser escuchadas?.
- Pues debería habérsete informado; siento se haya pasado eso por alto en tu caso. Pero puedes preguntarles a tus compañeras, todas saben que se controla lo que hablan.
- En fin, lo que quería decirte es que...bueno ...creo que haces muy bien tu trabajo; ... demasiado bien, debería decir.
- Bueno, no sé si tengo que tomármelo como un cumplido.
- Claro que si, lo haces muy bien, te felicito.
- Gracias.
- Pues eso,... creo que lo haces muy bien y ahora te escucho solo por placer.
También tienes una voz muy agradable.
- Me alegro que le guste.
- Tengo que hacerte una pregunta, tengo curiosidad. No interpretas ningún papel cuando trabajas, ¿verdad?. Eres tú misma.
- Si, así es.
- Lo sabía, sabia que era imposible que estuvieras fingiendo.
- Bueno, en honor a la verdad es que no siempre me lo paso bien, algunas veces tengo que sobreactuar y otras fingir del todo.
- En cualquier caso, en todas eres buenísima.
- Gracias otra vez.
- ¿Puedo seguir preguntando?
- A ver.
- ¿Disfrutas mucho?
- Pues si, es irremediable, imaginando lo que se imagina...
- Pero te quedarás con las ganas de hacerlo de verdad, ¿no?.
- En ese momento, si, pero cuando terminas la jornada necesitas un poco de reactivación para proseguir. No sé si me entiendes.
- Claro que lo entiendo. Y... podrías decirme si te tocas cuando lo haces.
- No siempre, algunas veces sí, por eso pedí una habitación privada.
- Ufff... como me gustaría verte...
Tras su sonrisa, no pudo resistirse a seguir preguntando.
- Y ...¿qué usas para hacerlo?; ¿los dedos?.
- Sí. Y mi imaginación.
- Lo sé, sé que tienes una imaginación muy especial para el sexo. Me encantan tus fantasías.
- No todas son mías, ten en cuenta que los clientes ponen mucho de su cosecha y ellos son los que piden y...mandan.
- Pero ¿no me negaras que la mayor parte de las fantasías de las que hablas te gustan?.
- Claro que sí. Casi todas me entusiasman. Solo unas pocas ni me van ni me vienen. Y hasta ahora no ha habido ninguna que me haya desagradado.
- Y si no estas sola, porque tienes que compartir habitación con alguna compañera, ¿también te tocas delante de ella?.
- No. Solo en una ocasión con una chica que vino nueva. Ella lo hacia y me excitó mucho. Al final terminamos liadas las dos.
- Vaya, eso no lo sabia. Lastima que me perdí las conversaciones de esa noche.
Y cuando estás con otra compañera con la que no lo has hecho, debes sentirte en todo caso muy mojada, ¿no?.
- Efectivamente, muy mojada. Casi como lo estoy ahora. Algunas veces he llegado a mojar la falda, porque no suelo llevar bragas.
En ese momento descruza las piernas y deja ver en la sombra su sexo, dándose cuenta él, inmediatamente, de que efectivamente no había ropa interior. Su mirada no puede dejar de centrarse en ese hueco y ella siente su excitación, a la vez que centra todos sus sentidos en esa parte de su cuerpo la cual observan con deseo tangible.
- Y ¿cuál es la fantasía que me ha escuchado que más le ha excitado?
- La verdad es que la mejor es aquella en que te insultan llamándote "puta" y te usan como tal. Y creo que esa es la que más te gusta a ti también, la que mas te pone. Ya te he dicho que te he escuchado muchas veces; cuando te insultan y tratan como una puta es cuando te vuelves loca y pierdes los estribos.
- Sí, es cierto que es una de las cosas que mas me excitan. Me alegro de que compartamos gustos.
A lo largo de la conversación, el Sr. Arkin experimentaba un incremento paulatino y desorbitado de su excitación. Notaba claramente como su poya luchaba con la bragueta de su pantalón reclamando un espacio del que carecía. Deseaba cada vez con más fuerza poder sentir a la mujer que se le estaba insinuando a tan sólo unos centímetros de distancia, poder acariciar esos pezones que se endurecían delante de sus ojos y comprobar el estado de humedad de ese coñito; debía de estar muy, muy húmedo.
Ella podía percibir claramente los deseos de su jefe y, por supuesto, también quería disfrutar con él. Sentía su coño muy mojado, ansioso por que lo penetraran hasta el fondo. Tampoco llevaba sujetador, por lo que era consciente de que sus pezones duros por la lascivia, se transparentaban y señalaban a través su blusa. Eso la excitaba aún más, percibir su mirada en sus tetas ardiendo.
Se hizo un silencio entre los dos. Lorna pensó que tenía que llevar un poco la iniciativa, eso le gustaba y pensaba que también le complacería a él. Decidió no apartar sus ojos de su futuro amante, mientras se incorporaba un poco en la silla para situar sus piernas sobre los reposa-brazos, primero una y después otra, hasta quedar completamente abierta de piernas exhibiendo su coño como si de un gran tesoro se tratara. Pudo ver cómo en la expresión de su jefe aumentaba el calor y, acto seguido, parecía llevarse la mano hacia la bragueta. Notó también como esa parte de su cuerpo se movía sospechosamente e intuyó, después, que ese miembro era liberado al desabrocharse la cremallera del pantalón. Entonces, el Sr. Arkin se reclinó en su sillón y lo desplazó hacia atrás, de tal forma que su observadora viciosa pudiera admirar con claridad la polla que tenía entre sus manos. Tras observar el grado de complacencia en la cara de su putita, le preguntó si era de su gusto, a lo que ella asintió efusivamente y no pudo contener llevarse la mano a su clítoris y labios para masturbarse de forma suave, queriendo reprimir todavía todo ese placer que presentía iba a comenzar a sentir porque ya empezaba a hacerlo.
- Puedo ver que estas muy cachonda, lo tienes muy mojado. Seguro que estás deseando que te follen, ¿a qué sí?. Pues ahora te voy a meter mi polla en tu coño, ahora vas a correrte de placer cuando te la meta y te la mueva un poquito. Verás como te corres, zorrita.
Se fue hacia ella, con la mano en la polla masturbándosela, y la obligó a que se sentara en la mesa, le subió hasta la cintura la falda y la abrió bien de piernas; Lorna se reclinó levemente para poder abrir aún más sus piernas y recibir toda esa polla en su coño, la cual no podía dejar de tocar y mirar anhelándola. Él se arrodilló en el suelo y comenzó a acercar su boca hasta su sexo, primero caricias con los labios y la lengua en su ingle; cada vez más cerca su boca de su coño, sin llegar a penas a rozarla, lo que hacía que ella se estremeciera de deseo, de ganas ardientes de que lo hiciera, de que la tocara, .... Cuando lo hace, el placer empieza a recorrer todo su cuerpo. Le come el coño con pasión y suavidad, la hace sentir en el cielo.
Entonces, él deja de comérselo y se levanta..., coge la polla entre sus manos, dura y desafiante, y le dice:
- Prepárate, te la voy a meter ya, no puedo contenerme, voy a atravesarte ese coño de putita que tienes, estas muy caliente, zorra, y te lo mereces.
En ese momento Lorna imagina su polla entrando en su coño, y se deshace de emoción, de deseo. Efectivamente, la penetra de un golpe hasta el fondo, hasta muy dentro de ella, de una forma un poco violenta, tanto que le dolía a la vez que este dolor le suponía mayor placer. Empezó a moverse rápido dentro de ella, notaba como su coño iba a correrse, ya no podía aguantar, pero sentía tanto gusto que se resistía a correrse para no dejar de sentir lo que experimentaba en esos momentos, así que aguantaba, contenía su orgasmo que peleaba por aparecer, y eso le proporcionaba cada vez más gozo. Su pervertido jefe seguía sacándosela y metiéndosela impetuosamente, y ella trataba una y otra vez de contener su propio orgasmo, lo cual lograba, porque además sentía que se hacía pipi, y eso le inhibía la corrida y con ello, más placer, y gozar más rato antes de correrse. Después de muchas embestidas de su amante, seguía sin correrse o, mejor podría decirse, seguía en una corrida interminable.
Sentirla era contagiarse de ese placer y explotar con ella; tampoco pudo aguantar más y la llenó de su semen, y la zorrita disfrutó de esa corrida tan espectacular que le había llenado entero su coño de leche. Gimió y frunció su cara cuando se corría de tal modo que no pudo ocultar todo lo que había disfrutado. Tras salir de su orgasmo, se quedó mirándola y la consoló diciéndole que era una gran puta, que le había hecho pasar un buen rato. El Sr. Arkin pretendió insinuar que todo había terminado, lo que a ella parecía desagradarle. Pero pasados unos segundos, él le explicó que sabía que era una zorra de verdad y que tenía más ganas de follar, que no se preocupara porque había pensado en otras cosas para complacerla.
Se acercó al primer cajón de su escritorio y cogió un consolador bastante grande, con una manita para frotar el clítoris y otra polla pequeñita para el culo. Se lo mostró, orgulloso de su posesión, y le explicó que lo tenía allí para las putitas como ella que necesitaban pollas a todo momento.
Por supuesto que cambió la expresión de la cara de Lorna, aquel invento parecía que podía darle mucho gustito.
- A ver, tiéndete bien en la mesa, a lo largo y abre bien las piernas. Te voy a meter primero esta polla grande por tu coño. Así,... hasta el fondo, bien dentro,... que te duela un poquito, puerca... Así,... qué bien, putita, ... cómo la disfrutas.
Y ahora vamos a probar esta manita en tu clítoris. Ufff..., que bien..., así..., te gusta, ¿eh?... Tócate tú también si quieres, puta.
Estas muy cachonda, zorra, te vas a correr,.... ya no puedes aguantar más, ¿verdad, putita?.
Mmmm.............
Y, por último, esta pollita pequeña en tu culo. Así.....; así..... ¡cómo te gusta!, ¡cómo lo mojas todo!; mmm......; me gusta,.... Me gusta que te guste, que seas tan guarra, ... uuummm.....
Ya sí que no puedes reprimirte, se va a ir tu orgasmo junto con todo tu pipí, con toda tu meada. Seguro que sí .... Quiero verlo .... Eso es, ... así, ....así,..., correte, .... correte, ¡puta!.
Cuando explotó de placer, efectivamente se meó encima, incontroladamente, sintió como se había corrido a la vez por su vagina, por su culo y por su clítoris. La sensación que embargaba su cuerpo era indescriptible, la que nos sorprende a todos tras una buena corrida. La piel la tenía de carne de gallina, sus pezones erectos, su coño hinchado de sentidos
Teléfono Caliente (Orgias) – Capítulo 02
Todo parecía haber concluido. El Sr. Arkin se había corrido y ella también; seguramente tomarían un descanso para luego continuar, o se despedirían.
Pero, sorprendentemente, él comenzaba a estar excitado de nuevo. Su polla ya no pendía lánguidamente tras su corrida, ahora recobraba tamaño y complexión aunque todavía no estaba del todo erecta. Asimismo, él parecía que quería seguir disfrutándola. Eso la halagó y volvió a subir el primer peldaño de la excitación que conduce al climax. Se alegró de estar dispuesta a otro buen polvo. Era cierto que cada vez podía disfrutar más del sexo, cada vez necesitaba más y más.
Él también se dio cuenta de que ella estaba dispuesta a seguir. No entendía cómo aquella zorra había conseguido que tuviera ganas otra vez, pero lo cierto es que le apetecía seguir disfrutando de esa guarra; no siempre era posible disponer de una puta así y que encima no exigiera nada, dispuesta a dejarse hacer de todo.
Es que sus pensamientos retorcidos asomaban a su mente sin saber por qué, quería hacerle a esa zorra todas las perversiones que había imaginado y que pudiera imaginar. Recordó que su socio estaba a punto de llegar y avisó a recepción de que lo pasaran a su despacho cuando viniese.
Continuó sin dirigirle la palabra y ella parecía estar esperando que la usaran de nuevo. Le dijo que se abrochara la blusa y se sentara de nuevo en la silla. Lorna obedeció expectante ante la nueva aventura que se le presentaba: el rol que interpretaba su amo traspasaba un pequeño límite más hacia la realidad. Definitivamente era un hombre que había sabido entenderla y se proponía no dejar de hacerlo.
Su jefe también se sentó y la miraba con intención incluso de perturbarla, de que pasara vergüenza; lascivamente su mirada se centraba en sus senos y en su sexo, incluso en sus ojos se reflejaba cierto desprecio que pretendía mostrar hacia ella, desprecio a su cuerpo provocador y a sus ganas de follar. Pero ella, a pesar de sentirse ciertamente avergonzada, a la vez experimentaba un grado de excitación muy alto, con esa nueva forma de dominación que nadie le había enseñado. Su nuevo amo no parecía querer liberarla de la pequeña tortura y tampoco ella pretendía que lo hiciera, porque se sentía plenamente excitada, otra vez, admirándose de que simplemente una determinada situación morbosa pudiera haberla llevado a calentarla de aquella forma.
Ansiaba saber lo que aún le quedaba por llegar, su imaginación volaba elucubrando acerca de lo que todavía pudiera pasar. Y, por supuesto, su coño se humedecía como si hubiera sido la primera vez que lo hiciera. En esos minutos, que a la vez se hicieron interminables, experimentó el gran placer de sentirse una puta de verdad.
Su otro jefe abrió la puerta del despacho y entró en la habitación con naturalidad, no esperaba encontrarse ninguna situación fuera de lo normal, pero, sin embargo, debió notar la tensión y humedad que había en el ambiente, a decir por la expresión significativa de su rostro.
Los dos compañeros hablaron de sus asuntos por algunos minutos, pareciendo ambos ignorar el cuerpo de esa mujer que parecía estar ardiendo por dentro. Cuando terminaron, el Sr. Arkin preguntó a su socio:
- ¿Sabes que hacíamos yo y esta puta antes que tú llegaras? – no le dejó que contestara, le explicó que se la estaba follando haciéndola correr como loca. Se levantó y se dirigió hacia ella, le manuseó el pecho y lo dejó expuesto, preguntándole a su invitado:
- ¿Has visto que buena que está esta zorra?, ¿no me digas que no te apetece echarle un polvo?. Te aseguro que a mí, hace un momento, me ha hecho sentir, la muy puta. La cogió por la barbilla y subió su cabeza para exhibirla como si de un animal se tratara. Inquirió a su invitado que contestara, cuando saliera de su asombro. Inmediatamente, el Sr. Luyet respondió insistente y afirmativamente sobre sus ganas de follársela.
- ¿Qué te gustaría hacerle a esta puta?. Creo que ella está dispuesta a hacer lo que haga falta, total de que la hagamos que se corra como una puerca.
Hablaban de ella como si no estuviera allí delante, como si ni siquiera mereciera la pena hablarle, como si no fuera nada, sólo un objeto para dar placer a sus amos que tanto la hacían disfrutar. Y eso, ¡cómo la excitaba!.
- No te cortes, di lo que te apetece. Yo acabo de follármela por el coño y después le he metido el consolador que tenemos para las putas, por todos los sitios, ya sabes. Se ha corrido como loca, la muy cerda.
- Pues la verdad, a mí me encantaría follármela por el culo, tiene que tener un culo tremendo...
- Eso le gustará,... a ver ...¿le decimos que te la chupe un poquito primero?.
- Sí, me parece bien.
Luyet se apresuró a desabrocharse la bragueta para dejar al aire su verga erecta; ella fue levemente obligada por su amo a bajar la cabeza hasta la altura de esa polla para proceder a comérsela. Lo hizo al principio suavemente, pasando su lengua por todas las partes de la polla, desde su base hasta el glande; la mojaba con su saliva y se excitaba con ese miembro del que iba a gozar en un momento. Entonces, el Sr. Arkin le ordenó que se la metiera entera en su boca y que se la chupara con fuerza; y así lo hizo, poniendo todo el ímpetu del que fue capaz; la ahogaba esa gran polla en la boca, pero no podía dejar de hacerlo, era una puta y tenía que dar placer a los hombres. Su otro jefe apartó su polla de la boca y le dijo que no siguiera, que iba a correrse, que prefería follarla por detrás y llegar al orgasmo dentro de su culo. La dieron la vuelta, la ordenaron que se inclinara sobre la silla y que abriera bien sus piernas para recibir las pollas que la iban a follar. Ofrecida, le clavó primero la polla en su coño y la embestía con fuerza, haciéndola gemir de placer y desear el orgasmo intenso que quería sentir. Totalmente mojada, soltando además la corrida previa de su amo por el coño, anhelaba más placer y se estremecía por el que sentía.
Su mejor amo tenía la polla tiesa y se la tocaba mientras miraba cómo se la estaban follando. Y le dijo al que la estaba jodiendo que le metiera ahora la verga por el culo, que se lo destrozara ... hasta que le saliera por la boca. Ella se estremeció de placer y miedo, a la vez, pensando en lo que le iban a hacer; le dolería a la vez que subiría al cielo con cada empujón.
Así fue; al principio le costó metérsela, pero lo consiguió y se la introdujo todo lo dentro que podía, abriéndola para él. Lorna llegó al orgasmo al poco tiempo y fue una de los mejores corridas que podía recordar. Ellos advirtieron su placer y se excitaron con él aún más, por lo que el hombre que la estaba penetrando se corrió a gusto y le cubrió el ano de semen. Pero el otro hombre quería volver a correrse, le metió la polla en la boca y la obligó a que se la tragara. Después de un rato de suculenta mamada, la folló también por el culo; a pesar de que ahora ella gritaba más de dolor que de placer, no le importaba, estaba enloquecido de placer y sólo pensaba en correrse; siguió embistiéndola con fuerza y, finalmente,... se corrió, al mismo tiempo que le gritaba que se aguantara el dolor, le pegaba cachetadas y la insultaba. Al notar su corrida, ella respiró aliviada. Había sido alucinante, se encontraba como drogada de tanto placer.
Una vez que ambos hombres hubieron terminado, se vistieron y se sentaron como si tal cosa, dejándola a ella todavía extasiada y destrozada. Fumaron un cigarrillo y se felicitaron por la buena jodida que habían echado.
Ella entendió que debía vestirse y marcharse; tras despedirse, ya en la puerta de salida de la habitación, su gran jefe la llamó y le dijo que había sido una buena putita, que al menos se merecía una buena recompensa. Ella dio por hecho que iba a pagarle dinero por lo que había hecho, porque eso era lo que deseaba: ¡iba a ser una puta de verdad a la que pagan!. Pero él pensaba en otro tipo de contraprestación, aunque fue lo suficientemente inteligente como para comprender que ella se excitaría mucho si se la pagaba como puta. Sacó su billetera del bolsillo y le entregó 300 Euros. Encima de todo, la habían pagado muy generosamente. Un escalofrió recorrió su cuerpo, ¡cómo podía ser posible que aún quisiera seguir jodiendo!.
A Lorna siempre la había excitado pensar en llegar a ser una puta de verdad, pero jamás hubiera creído que pudiera serlo. La experiencia la había hecho enloquecer de placer, de sexo puro y duro, y nada más recordar lo vivido se excitaba hasta tal punto que una emoción escalofriante recorría su cuerpo.
Durante los días posteriores, no pudo dejar de recordar varias veces al día lo que su jefe le había hecho, ansiando que se repitiera. Pero, sin embargo, en esos días sus jefes pasaron olímpicamente de ella y no le hicieron ni puto caso, simplemente la miraban con sonrisa maliciosa sin ni siquiera dirigirle la palabra.
Pero, sorprendentemente, él comenzaba a estar excitado de nuevo. Su polla ya no pendía lánguidamente tras su corrida, ahora recobraba tamaño y complexión aunque todavía no estaba del todo erecta. Asimismo, él parecía que quería seguir disfrutándola. Eso la halagó y volvió a subir el primer peldaño de la excitación que conduce al climax. Se alegró de estar dispuesta a otro buen polvo. Era cierto que cada vez podía disfrutar más del sexo, cada vez necesitaba más y más.
Él también se dio cuenta de que ella estaba dispuesta a seguir. No entendía cómo aquella zorra había conseguido que tuviera ganas otra vez, pero lo cierto es que le apetecía seguir disfrutando de esa guarra; no siempre era posible disponer de una puta así y que encima no exigiera nada, dispuesta a dejarse hacer de todo.
Es que sus pensamientos retorcidos asomaban a su mente sin saber por qué, quería hacerle a esa zorra todas las perversiones que había imaginado y que pudiera imaginar. Recordó que su socio estaba a punto de llegar y avisó a recepción de que lo pasaran a su despacho cuando viniese.
Continuó sin dirigirle la palabra y ella parecía estar esperando que la usaran de nuevo. Le dijo que se abrochara la blusa y se sentara de nuevo en la silla. Lorna obedeció expectante ante la nueva aventura que se le presentaba: el rol que interpretaba su amo traspasaba un pequeño límite más hacia la realidad. Definitivamente era un hombre que había sabido entenderla y se proponía no dejar de hacerlo.
Su jefe también se sentó y la miraba con intención incluso de perturbarla, de que pasara vergüenza; lascivamente su mirada se centraba en sus senos y en su sexo, incluso en sus ojos se reflejaba cierto desprecio que pretendía mostrar hacia ella, desprecio a su cuerpo provocador y a sus ganas de follar. Pero ella, a pesar de sentirse ciertamente avergonzada, a la vez experimentaba un grado de excitación muy alto, con esa nueva forma de dominación que nadie le había enseñado. Su nuevo amo no parecía querer liberarla de la pequeña tortura y tampoco ella pretendía que lo hiciera, porque se sentía plenamente excitada, otra vez, admirándose de que simplemente una determinada situación morbosa pudiera haberla llevado a calentarla de aquella forma.
Ansiaba saber lo que aún le quedaba por llegar, su imaginación volaba elucubrando acerca de lo que todavía pudiera pasar. Y, por supuesto, su coño se humedecía como si hubiera sido la primera vez que lo hiciera. En esos minutos, que a la vez se hicieron interminables, experimentó el gran placer de sentirse una puta de verdad.
Su otro jefe abrió la puerta del despacho y entró en la habitación con naturalidad, no esperaba encontrarse ninguna situación fuera de lo normal, pero, sin embargo, debió notar la tensión y humedad que había en el ambiente, a decir por la expresión significativa de su rostro.
Los dos compañeros hablaron de sus asuntos por algunos minutos, pareciendo ambos ignorar el cuerpo de esa mujer que parecía estar ardiendo por dentro. Cuando terminaron, el Sr. Arkin preguntó a su socio:
- ¿Sabes que hacíamos yo y esta puta antes que tú llegaras? – no le dejó que contestara, le explicó que se la estaba follando haciéndola correr como loca. Se levantó y se dirigió hacia ella, le manuseó el pecho y lo dejó expuesto, preguntándole a su invitado:
- ¿Has visto que buena que está esta zorra?, ¿no me digas que no te apetece echarle un polvo?. Te aseguro que a mí, hace un momento, me ha hecho sentir, la muy puta. La cogió por la barbilla y subió su cabeza para exhibirla como si de un animal se tratara. Inquirió a su invitado que contestara, cuando saliera de su asombro. Inmediatamente, el Sr. Luyet respondió insistente y afirmativamente sobre sus ganas de follársela.
- ¿Qué te gustaría hacerle a esta puta?. Creo que ella está dispuesta a hacer lo que haga falta, total de que la hagamos que se corra como una puerca.
Hablaban de ella como si no estuviera allí delante, como si ni siquiera mereciera la pena hablarle, como si no fuera nada, sólo un objeto para dar placer a sus amos que tanto la hacían disfrutar. Y eso, ¡cómo la excitaba!.
- No te cortes, di lo que te apetece. Yo acabo de follármela por el coño y después le he metido el consolador que tenemos para las putas, por todos los sitios, ya sabes. Se ha corrido como loca, la muy cerda.
- Pues la verdad, a mí me encantaría follármela por el culo, tiene que tener un culo tremendo...
- Eso le gustará,... a ver ...¿le decimos que te la chupe un poquito primero?.
- Sí, me parece bien.
Luyet se apresuró a desabrocharse la bragueta para dejar al aire su verga erecta; ella fue levemente obligada por su amo a bajar la cabeza hasta la altura de esa polla para proceder a comérsela. Lo hizo al principio suavemente, pasando su lengua por todas las partes de la polla, desde su base hasta el glande; la mojaba con su saliva y se excitaba con ese miembro del que iba a gozar en un momento. Entonces, el Sr. Arkin le ordenó que se la metiera entera en su boca y que se la chupara con fuerza; y así lo hizo, poniendo todo el ímpetu del que fue capaz; la ahogaba esa gran polla en la boca, pero no podía dejar de hacerlo, era una puta y tenía que dar placer a los hombres. Su otro jefe apartó su polla de la boca y le dijo que no siguiera, que iba a correrse, que prefería follarla por detrás y llegar al orgasmo dentro de su culo. La dieron la vuelta, la ordenaron que se inclinara sobre la silla y que abriera bien sus piernas para recibir las pollas que la iban a follar. Ofrecida, le clavó primero la polla en su coño y la embestía con fuerza, haciéndola gemir de placer y desear el orgasmo intenso que quería sentir. Totalmente mojada, soltando además la corrida previa de su amo por el coño, anhelaba más placer y se estremecía por el que sentía.
Su mejor amo tenía la polla tiesa y se la tocaba mientras miraba cómo se la estaban follando. Y le dijo al que la estaba jodiendo que le metiera ahora la verga por el culo, que se lo destrozara ... hasta que le saliera por la boca. Ella se estremeció de placer y miedo, a la vez, pensando en lo que le iban a hacer; le dolería a la vez que subiría al cielo con cada empujón.
Así fue; al principio le costó metérsela, pero lo consiguió y se la introdujo todo lo dentro que podía, abriéndola para él. Lorna llegó al orgasmo al poco tiempo y fue una de los mejores corridas que podía recordar. Ellos advirtieron su placer y se excitaron con él aún más, por lo que el hombre que la estaba penetrando se corrió a gusto y le cubrió el ano de semen. Pero el otro hombre quería volver a correrse, le metió la polla en la boca y la obligó a que se la tragara. Después de un rato de suculenta mamada, la folló también por el culo; a pesar de que ahora ella gritaba más de dolor que de placer, no le importaba, estaba enloquecido de placer y sólo pensaba en correrse; siguió embistiéndola con fuerza y, finalmente,... se corrió, al mismo tiempo que le gritaba que se aguantara el dolor, le pegaba cachetadas y la insultaba. Al notar su corrida, ella respiró aliviada. Había sido alucinante, se encontraba como drogada de tanto placer.
Una vez que ambos hombres hubieron terminado, se vistieron y se sentaron como si tal cosa, dejándola a ella todavía extasiada y destrozada. Fumaron un cigarrillo y se felicitaron por la buena jodida que habían echado.
Ella entendió que debía vestirse y marcharse; tras despedirse, ya en la puerta de salida de la habitación, su gran jefe la llamó y le dijo que había sido una buena putita, que al menos se merecía una buena recompensa. Ella dio por hecho que iba a pagarle dinero por lo que había hecho, porque eso era lo que deseaba: ¡iba a ser una puta de verdad a la que pagan!. Pero él pensaba en otro tipo de contraprestación, aunque fue lo suficientemente inteligente como para comprender que ella se excitaría mucho si se la pagaba como puta. Sacó su billetera del bolsillo y le entregó 300 Euros. Encima de todo, la habían pagado muy generosamente. Un escalofrió recorrió su cuerpo, ¡cómo podía ser posible que aún quisiera seguir jodiendo!.
A Lorna siempre la había excitado pensar en llegar a ser una puta de verdad, pero jamás hubiera creído que pudiera serlo. La experiencia la había hecho enloquecer de placer, de sexo puro y duro, y nada más recordar lo vivido se excitaba hasta tal punto que una emoción escalofriante recorría su cuerpo.
Durante los días posteriores, no pudo dejar de recordar varias veces al día lo que su jefe le había hecho, ansiando que se repitiera. Pero, sin embargo, en esos días sus jefes pasaron olímpicamente de ella y no le hicieron ni puto caso, simplemente la miraban con sonrisa maliciosa sin ni siquiera dirigirle la palabra.
Teléfono Caliente (Orgias) – Capítulo 03
Pero dos semanas después, su gran jefe volvía a llamarla a su despacho. Se puso nerviosa, pero inmediatamente acudió. De nuevo, el Sr. Arkin le requirió para que se sentara y directamente le preguntó:
- ¿Quieres ganar mucho dinero como puta?.
Ella, sorprendida, titubeó, pero finalmente dijo que sí. Su jefe sonrió queriendo insinuar que sabía que su respuesta iba a ser positiva.
- Te pagaríamos 2.000 Euros, pero las condicion es la siguiente:: podremos hacer contigo lo que queramos, sin límites. ¿Te atreves?.
Se trataba de mucho dinero, pero el riesgo era muy importante. Y lo curioso era que se excitaba imaginándolo. Pero era demasiado riesgo. Su sentido común la obligó a rechazar la oferta, aunque no pudo evitar sentirlo de alguna forma.
Su jefe presentía que la oferta le era tentadora, y aumentó la cantidad. Ella siguió rechazando la proposición y la suma fue de nuevo incrementada. Llegaron hasta los 3.000 Euros y ella preguntó a quienes se referían cuando hablaba en plural. Él contestó que eso formaba parte del juego y que podía ser un número indeterminado de personas los que fueran a disfrutar de ella.
Otro escalofrío de excitación recorrió su cuerpo y decidió aceptar la propuesta, después de todo no pensaba que esos hombres pudieran hacerle algo que ella no quisiera, que no pudiera disfrutar. Él le explicó que esa noche se encontrarían en la puerta de un hotel conocido de la ciudad y la ordenó que continuara con su trabajo.
Durante todo el resto de su jornada laboral se encontró húmeda y expectante ante la incertidumbre de lo que podía ocurrir esa noche. Ya había decidido ir de compras tras terminar el trabajo y vestirse para la ocasión.
Recorrió unas cuantas tiendas hasta que encontró la ropa ideal: una minifalda negra, un top ceñido que contemplaba la silueta de sus senos (también negro con diminuta pedrería) y una blusa negra transparente. Tenía que buscar unos zapatos que le complementaran y podría utilizar su mejor abrigo para llevar encima.
Cuando terminó la compra, se dirigió a su casa para meterse en la ducha y arreglarse. Tras maquillarse cuidadosamente, pero sin exagerar, estaba totalmente lista para la cita. Faltaba ya media hora, así que se apresuró a marcharse para llegar a tiempo, aunque con un poco de retraso, a su excitante aventura que se estaba atreviendo a ejecutar. Su jefe, Sr. Arkin, le estaba esperando, le sonrió y la acompañó hasta el vestíbulo. En recepción pidieron las llaves de una habitación y subieron al ascensor. No podía qué menos que sentirse tensa, lo que su jefe percibía y tranquilizaba con una sonrisa.
Llegaron a la décima planta y se dirigieron hacia la número 115. La habitación era muy amplia pero acogedora, con la cama en el centro y a su alrededor un conjunto de sofás, un escritorio y el amplio armario recubierto de espejos. Elegantemente decorada e impecable, como sólo están las habitaciones de hotel. La invitó a que se sentara en la cama, pero prefirió antes ir al baño. Mientras estuvo allí, llamaron a la puerta de la habitación; su jefe abrió y lo invitó a pasar. Ella no pudo evitar estremecerse ante la llegada de otro de sus clientes.
Salió del cuarto de baño y fue presentada a su invitado. El hombre empezó a examinarla descaradamente e incluso a meterle mano. Y se ruborizó, estaba siendo tratada como una puta, y esta vez estrictamente de verdad.
Comenzaron a llegar el resto de los hombres, cuatro en total, y, por último, una chica. Era descarada y vestía como tal; que estaba claro a lo que se dedicaba.
Ordenaron a Lorna que se sentara en la cama y se quitara la blusa, mientras todos la observaban sentados, repartidos entre los sofás y las sillas del escritorio. Lo hizo despacio, casi avergonzada, soportando las miradas morbosas de todos sus espectadores.
Los hombres discutieron entre ellos cómo iban a empezar. Finalmente decidieron que las dos putas se calentaran entre ellas, con lo cual ellos se pondrían cachondos y estarían preparados para la acción. Las chicas comenzaron a besarse y a tocarse. Les ordenaron que se desnudaran. Todos andaban excitados viendo la escena, ahora una de las putas le comía el coño a la otra.
Uno de los tíos no pudo resistirse más y se acercó para empezar a follar con violencia a Lorna; su culo se encontraba en pompa, lo cual le facilitó la operación. Ella empezó estremecerse sin parar de placer, aquella polla la embestía sin compasión. De pronto, otro de los hombres se follaba a su compañera con la misma violencia que se lo hacían a ella, y un tercero le ponía el pene en su boca para que se lo chupara. Su excitación aumentaba y aumentaba hasta límites inimaginados, y aun le quedaba mucho que disfrutar. Quisieron follársela dos tíos a la vez, y recibió dos pollas de tamaño imponente en su coño; las dos se movían de locura y el placer era indescriptible. El de arriba decidió metérsela por su culo; lo hizo despacio, abriéndola poco a poco, y hasta adentro del todo; entonces comenzó a moverse suavemente hasta ir incrementando el movimiento haciéndolo vertiginoso. Ya no podía más, aquello era irresistible, por mucho que intentaba contener su orgasmo, cada empujón la hacía desfallecer de placer, sentía que yo no podía guardarlo por más tiempo y experimentaba el goce que se tiene segundos antes de la corrida...Y llegó, explotó todo dentro de ella y tocó el cielo con las manos....
Pero los que la usaban seguían disfrutando, camino también del climax. El que se la jodía por el coño, la sacó de allí y se la hundió fuertemente en la boca, hasta su garganta y ella se la tragó ávidamente hasta que se corrió y le esparramó todo su esperma por la cara. El otro se corrió casi a la misma vez con su culo y prefirió no sacarla llenándoselo de su leche. Éstos ya parecían satisfechos, al menos por el momento, pero su jefe estaba ardiendo de deseos habiendo observado el espectáculo de su coño, de su culo y de su boca; él había preferido permanecer menos activo y observar con atención, eso sí, mansturbándose continuamente esperando su ocasión. Cuando vio que los tíos que se follaban a su putita se habían ya corrido, se acercó a ella, la abrió de piernas sobre la cama y la penetró bruscamente; la folló y la folló hasta que consiguió que ella se excitara muchísimo de nuevo, notó cómo volvía a humedecerse y cómo se movía para recrearse en el placer que le daba su polla. Verla disfrutar así le hacía disfrutar aún más a él, por lo que se corrió dentro de ella salvajemente. Pero Lorna seguía caliente y necesitaba correrse de nuevo; él la conocía, sabía lo zorra que era, y estaba seguro de que deseaba más. Metió los dedos dentro de ese coño caliente y los movió dentro para acortar el camino del orgasmo de esa puta, para que se corriera como la guarra que era; tras unos minutos manejando ese coño caliente y empapado, notó su climax, pero no se detuvo, siguió masturbándola, .... y ella llegó a una cota superior del placer sexual. Todo su cuerpo le dolía, pero no era realmente dolor, era excesiva sensibilidad; jadeaba y le costaba recobrar el nexo con la realidad.
- ¿Quieres ganar mucho dinero como puta?.
Ella, sorprendida, titubeó, pero finalmente dijo que sí. Su jefe sonrió queriendo insinuar que sabía que su respuesta iba a ser positiva.
- Te pagaríamos 2.000 Euros, pero las condicion es la siguiente:: podremos hacer contigo lo que queramos, sin límites. ¿Te atreves?.
Se trataba de mucho dinero, pero el riesgo era muy importante. Y lo curioso era que se excitaba imaginándolo. Pero era demasiado riesgo. Su sentido común la obligó a rechazar la oferta, aunque no pudo evitar sentirlo de alguna forma.
Su jefe presentía que la oferta le era tentadora, y aumentó la cantidad. Ella siguió rechazando la proposición y la suma fue de nuevo incrementada. Llegaron hasta los 3.000 Euros y ella preguntó a quienes se referían cuando hablaba en plural. Él contestó que eso formaba parte del juego y que podía ser un número indeterminado de personas los que fueran a disfrutar de ella.
Otro escalofrío de excitación recorrió su cuerpo y decidió aceptar la propuesta, después de todo no pensaba que esos hombres pudieran hacerle algo que ella no quisiera, que no pudiera disfrutar. Él le explicó que esa noche se encontrarían en la puerta de un hotel conocido de la ciudad y la ordenó que continuara con su trabajo.
Durante todo el resto de su jornada laboral se encontró húmeda y expectante ante la incertidumbre de lo que podía ocurrir esa noche. Ya había decidido ir de compras tras terminar el trabajo y vestirse para la ocasión.
Recorrió unas cuantas tiendas hasta que encontró la ropa ideal: una minifalda negra, un top ceñido que contemplaba la silueta de sus senos (también negro con diminuta pedrería) y una blusa negra transparente. Tenía que buscar unos zapatos que le complementaran y podría utilizar su mejor abrigo para llevar encima.
Cuando terminó la compra, se dirigió a su casa para meterse en la ducha y arreglarse. Tras maquillarse cuidadosamente, pero sin exagerar, estaba totalmente lista para la cita. Faltaba ya media hora, así que se apresuró a marcharse para llegar a tiempo, aunque con un poco de retraso, a su excitante aventura que se estaba atreviendo a ejecutar. Su jefe, Sr. Arkin, le estaba esperando, le sonrió y la acompañó hasta el vestíbulo. En recepción pidieron las llaves de una habitación y subieron al ascensor. No podía qué menos que sentirse tensa, lo que su jefe percibía y tranquilizaba con una sonrisa.
Llegaron a la décima planta y se dirigieron hacia la número 115. La habitación era muy amplia pero acogedora, con la cama en el centro y a su alrededor un conjunto de sofás, un escritorio y el amplio armario recubierto de espejos. Elegantemente decorada e impecable, como sólo están las habitaciones de hotel. La invitó a que se sentara en la cama, pero prefirió antes ir al baño. Mientras estuvo allí, llamaron a la puerta de la habitación; su jefe abrió y lo invitó a pasar. Ella no pudo evitar estremecerse ante la llegada de otro de sus clientes.
Salió del cuarto de baño y fue presentada a su invitado. El hombre empezó a examinarla descaradamente e incluso a meterle mano. Y se ruborizó, estaba siendo tratada como una puta, y esta vez estrictamente de verdad.
Comenzaron a llegar el resto de los hombres, cuatro en total, y, por último, una chica. Era descarada y vestía como tal; que estaba claro a lo que se dedicaba.
Ordenaron a Lorna que se sentara en la cama y se quitara la blusa, mientras todos la observaban sentados, repartidos entre los sofás y las sillas del escritorio. Lo hizo despacio, casi avergonzada, soportando las miradas morbosas de todos sus espectadores.
Los hombres discutieron entre ellos cómo iban a empezar. Finalmente decidieron que las dos putas se calentaran entre ellas, con lo cual ellos se pondrían cachondos y estarían preparados para la acción. Las chicas comenzaron a besarse y a tocarse. Les ordenaron que se desnudaran. Todos andaban excitados viendo la escena, ahora una de las putas le comía el coño a la otra.
Uno de los tíos no pudo resistirse más y se acercó para empezar a follar con violencia a Lorna; su culo se encontraba en pompa, lo cual le facilitó la operación. Ella empezó estremecerse sin parar de placer, aquella polla la embestía sin compasión. De pronto, otro de los hombres se follaba a su compañera con la misma violencia que se lo hacían a ella, y un tercero le ponía el pene en su boca para que se lo chupara. Su excitación aumentaba y aumentaba hasta límites inimaginados, y aun le quedaba mucho que disfrutar. Quisieron follársela dos tíos a la vez, y recibió dos pollas de tamaño imponente en su coño; las dos se movían de locura y el placer era indescriptible. El de arriba decidió metérsela por su culo; lo hizo despacio, abriéndola poco a poco, y hasta adentro del todo; entonces comenzó a moverse suavemente hasta ir incrementando el movimiento haciéndolo vertiginoso. Ya no podía más, aquello era irresistible, por mucho que intentaba contener su orgasmo, cada empujón la hacía desfallecer de placer, sentía que yo no podía guardarlo por más tiempo y experimentaba el goce que se tiene segundos antes de la corrida...Y llegó, explotó todo dentro de ella y tocó el cielo con las manos....
Pero los que la usaban seguían disfrutando, camino también del climax. El que se la jodía por el coño, la sacó de allí y se la hundió fuertemente en la boca, hasta su garganta y ella se la tragó ávidamente hasta que se corrió y le esparramó todo su esperma por la cara. El otro se corrió casi a la misma vez con su culo y prefirió no sacarla llenándoselo de su leche. Éstos ya parecían satisfechos, al menos por el momento, pero su jefe estaba ardiendo de deseos habiendo observado el espectáculo de su coño, de su culo y de su boca; él había preferido permanecer menos activo y observar con atención, eso sí, mansturbándose continuamente esperando su ocasión. Cuando vio que los tíos que se follaban a su putita se habían ya corrido, se acercó a ella, la abrió de piernas sobre la cama y la penetró bruscamente; la folló y la folló hasta que consiguió que ella se excitara muchísimo de nuevo, notó cómo volvía a humedecerse y cómo se movía para recrearse en el placer que le daba su polla. Verla disfrutar así le hacía disfrutar aún más a él, por lo que se corrió dentro de ella salvajemente. Pero Lorna seguía caliente y necesitaba correrse de nuevo; él la conocía, sabía lo zorra que era, y estaba seguro de que deseaba más. Metió los dedos dentro de ese coño caliente y los movió dentro para acortar el camino del orgasmo de esa puta, para que se corriera como la guarra que era; tras unos minutos manejando ese coño caliente y empapado, notó su climax, pero no se detuvo, siguió masturbándola, .... y ella llegó a una cota superior del placer sexual. Todo su cuerpo le dolía, pero no era realmente dolor, era excesiva sensibilidad; jadeaba y le costaba recobrar el nexo con la realidad.
-Continuará
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