Hace ya muchos años que deseo a mi cuñada, hermana de mi esposa. Mi relación matrimonial es de primera, pero no logro sacarme de la cabeza la belleza y el encanto de mi preciosa cuñadita. Ella es tres años menor que mi esposa, pero tiene un fÃ*sico de una mujer 10 años menos, y si bien ahora tiene 38 años, nadie le darÃ*a más de 28 o 29 años, delgada, bien proporcionada y un rostro por lo demás hermoso.
Siempre tuve una buena relación con ella, y siempre, en tono de broma, le dije que ella serÃ*a mi esposa en la próxima vida ya que no podÃ*a ahora, pero no me cansaba jamás de repetirle que era divina, que me gustaba mucho, y que era mi cuñada preferida. Como ella era receptiva a esos halagos, poco a poco fui ganando terreno con ellos, y ahora ya en cualquier diálogo que tenemos cuando estamos solos o apartados siempre le meto las mismas frases; que sos divina, que me voy a casar contigo, que estas re buena, que sos la belleza del cuñado etc. E incluso le preguntaba siempre "Quien es la belleza del cuñado" y ella me contestaba "YO"
Fue asÃ* que poco a poco fui tomando coraje. Mi cuñada es una mujer que se casó muy joven, por causa de estar embarazada, y ahora tiene una hija de 17 años que está tan buena como ella. Se separó de su primer marido y ahora vive con otro hombre, pero si hay algo en común de sus dos parejas, que a mi siempre me habló mal de ellos, otro punto que me daba vueltas y vueltas en la cabeza y que me calentaba aún más. Me preguntaba porque era asÃ*, pero también me preguntaba por que no daba ella un paso más luego de todo lo que yo le decÃ*a. Llegué a la conclusión de que era por temor a su propia hermana, o por temor a tener un problema familiar.
Pero yo ya no aguanté más. Un dÃ*a al salir de mi trabajo pasé por su casa a buscar un recado que ella tenÃ*a para mi esposa; y estaba sola, eran como las siete de la tarde y estaba en su casa, en un dÃ*a de tremendo calor, más de 35 grados a la sombra, bastante liviana de ropa, descalza y sobre todo hermosa, muy hermosa, estaba preciosa y parecÃ*a una chiquilina de 20 años. Viendo esto decidÃ* de una vez por todas tirarme al rÃ*o a ver lo que pasaba, no podÃ*a aguantar más. Ella estaba toda sonriente, bastante bien arreglada a pesar de su liviana vestimenta y totalmente simpática. Era ese momento o nunca. Me le acerqué, le dije como siempre que estaba preciosa y le di un beso en el cuello. AhÃ* fue que noté algo que me dejó perplejo; se le puso la piel de gallina. No quise pensar más, le di otra beso del otro lado del cuello, y ella me saco la cabeza como diciendo no sigas, pero yo me di cuenta que realmente querÃ*a que siga, y seguÃ*, le comencé a besar el cuello por todas partes, y me decÃ*a que parara,, pero no hacÃ*a ningún movimiento evasivo, es más, comenzó a disfrutarlo y a retorcerse de placer.
Entonces pasé a una segunda etapa; las manos, le empecé a acariciar todo el cuerpo, y ella repetÃ*a mi nombre y balbuceaba algo asÃ* como pará, no por favor, pero se quedaba ahÃ*, cada vez más pegada a mi cuerpo.
Le di entonces un profundo beso en la boca, ella ni intentó eludirlo, todo lo contrario, abrió sus labios y me correspondió con su lengua, y ahÃ* ta……
Mis manos se deslizaron hasta sus senos, los empecé a acariciar, eran pequeños pero sus pezones eran desmesuradamente grandes y duros, seguÃ* besándola, la fui llevando con el brazo hasta un sillón en el comedor, la recosté en él, nos seguimos besando y acariciando y sin darnos cuenta nos encontramos desvestidos totalmente uno sobre otro, e hicimos el amor.
No puedo detallar lo que fue ese momento para ambos. Por mi parte pasé meses soñando con eso, años digo, y de repente tengo lo que tanto deseé. Su cuerpo es perfecto, sus piernas, aún bien firmes, sus senos, pequeños pero bien parados, su pubis, su cintura bien estrecha a pesar de haber sido ya madre, y lo más importante, se brindó cien por ciento a mi, con placer, con alegrÃ*a y como siempre fue conmigo, con una sonrisa. Siempre suele sonreÃ*rme, y a pesar del placer que estaba también ella experimentando me sonreÃ*a como para decirme, "estoy feliz" "seguÃ*".
Hicimos todo lo que quisimos y más también, tenÃ*amos disponible un par de horas en soledad en su casa, aproveché para besarla desde los pies a la cabeza, llegar con mi boca hasta su entrepierna y quedarme ahÃ* un largo tiempo dándole placer y saboreando su cuerpo, ella solo gemÃ*a de placer, ella me correspondÃ*a en todo, y fue sencillamente espectacular. Terminamos ambos en un orgasmo casi simultáneo, gimiendo los dos de placer y satisfacción.
Al finalizar nos volvimos a besar largamente, nos abrazamos un buen rato, nos apretamos cuerpo a cuerpo, totalmente desnudos. Tomé su rostro entre mis manos y mirándola fijamente la volvÃ* a besar, boca, mejillas, frente cuello. Ella se retorcÃ*a de placer, tenÃ*a mi miembro entre sus manos y me lo frotaba contra su vagina, y nos besábamos, nos mirábamos y nos amábamos como nunca antes lo habÃ*a hecho.
Recuperados de este momento de éxtasis, bajamos a tierra. Nos dimos cuenta de lo que habÃ*amos hecho, casi sin pensarlo, o no se, tal vez luego de tanto pensarlo, nos sonreÃ*mos y no nos dijimos ni una palabra ni el uno ni el otro. Me vestÃ*, tomé el paquete que habÃ*a ido a buscar y me marché, alegre, feliz, y sabiendo los dos que se habÃ*a iniciado algo. No se qué, pero no iba a ser la última vez. Por mi parte estaba seguro de ello.
Cuando estaba abriendo el ascensor salió del el su hermosa hija, que llegaba de estudiar.
No quiero mezclar las cosas, pero su belleza era aún superior a la de su madre y, casi sin quererlo la imaginé en el mismo sillón en que hicimos el amor con su madre, en la misma situación, y la verdad es que me avergoncé de mi mismo. FantasÃ*as. Pero lo de recién habÃ*a sido una clara realidad.
Siempre tuve una buena relación con ella, y siempre, en tono de broma, le dije que ella serÃ*a mi esposa en la próxima vida ya que no podÃ*a ahora, pero no me cansaba jamás de repetirle que era divina, que me gustaba mucho, y que era mi cuñada preferida. Como ella era receptiva a esos halagos, poco a poco fui ganando terreno con ellos, y ahora ya en cualquier diálogo que tenemos cuando estamos solos o apartados siempre le meto las mismas frases; que sos divina, que me voy a casar contigo, que estas re buena, que sos la belleza del cuñado etc. E incluso le preguntaba siempre "Quien es la belleza del cuñado" y ella me contestaba "YO"
Fue asÃ* que poco a poco fui tomando coraje. Mi cuñada es una mujer que se casó muy joven, por causa de estar embarazada, y ahora tiene una hija de 17 años que está tan buena como ella. Se separó de su primer marido y ahora vive con otro hombre, pero si hay algo en común de sus dos parejas, que a mi siempre me habló mal de ellos, otro punto que me daba vueltas y vueltas en la cabeza y que me calentaba aún más. Me preguntaba porque era asÃ*, pero también me preguntaba por que no daba ella un paso más luego de todo lo que yo le decÃ*a. Llegué a la conclusión de que era por temor a su propia hermana, o por temor a tener un problema familiar.
Pero yo ya no aguanté más. Un dÃ*a al salir de mi trabajo pasé por su casa a buscar un recado que ella tenÃ*a para mi esposa; y estaba sola, eran como las siete de la tarde y estaba en su casa, en un dÃ*a de tremendo calor, más de 35 grados a la sombra, bastante liviana de ropa, descalza y sobre todo hermosa, muy hermosa, estaba preciosa y parecÃ*a una chiquilina de 20 años. Viendo esto decidÃ* de una vez por todas tirarme al rÃ*o a ver lo que pasaba, no podÃ*a aguantar más. Ella estaba toda sonriente, bastante bien arreglada a pesar de su liviana vestimenta y totalmente simpática. Era ese momento o nunca. Me le acerqué, le dije como siempre que estaba preciosa y le di un beso en el cuello. AhÃ* fue que noté algo que me dejó perplejo; se le puso la piel de gallina. No quise pensar más, le di otra beso del otro lado del cuello, y ella me saco la cabeza como diciendo no sigas, pero yo me di cuenta que realmente querÃ*a que siga, y seguÃ*, le comencé a besar el cuello por todas partes, y me decÃ*a que parara,, pero no hacÃ*a ningún movimiento evasivo, es más, comenzó a disfrutarlo y a retorcerse de placer.
Entonces pasé a una segunda etapa; las manos, le empecé a acariciar todo el cuerpo, y ella repetÃ*a mi nombre y balbuceaba algo asÃ* como pará, no por favor, pero se quedaba ahÃ*, cada vez más pegada a mi cuerpo.
Le di entonces un profundo beso en la boca, ella ni intentó eludirlo, todo lo contrario, abrió sus labios y me correspondió con su lengua, y ahÃ* ta……
Mis manos se deslizaron hasta sus senos, los empecé a acariciar, eran pequeños pero sus pezones eran desmesuradamente grandes y duros, seguÃ* besándola, la fui llevando con el brazo hasta un sillón en el comedor, la recosté en él, nos seguimos besando y acariciando y sin darnos cuenta nos encontramos desvestidos totalmente uno sobre otro, e hicimos el amor.
No puedo detallar lo que fue ese momento para ambos. Por mi parte pasé meses soñando con eso, años digo, y de repente tengo lo que tanto deseé. Su cuerpo es perfecto, sus piernas, aún bien firmes, sus senos, pequeños pero bien parados, su pubis, su cintura bien estrecha a pesar de haber sido ya madre, y lo más importante, se brindó cien por ciento a mi, con placer, con alegrÃ*a y como siempre fue conmigo, con una sonrisa. Siempre suele sonreÃ*rme, y a pesar del placer que estaba también ella experimentando me sonreÃ*a como para decirme, "estoy feliz" "seguÃ*".
Hicimos todo lo que quisimos y más también, tenÃ*amos disponible un par de horas en soledad en su casa, aproveché para besarla desde los pies a la cabeza, llegar con mi boca hasta su entrepierna y quedarme ahÃ* un largo tiempo dándole placer y saboreando su cuerpo, ella solo gemÃ*a de placer, ella me correspondÃ*a en todo, y fue sencillamente espectacular. Terminamos ambos en un orgasmo casi simultáneo, gimiendo los dos de placer y satisfacción.
Al finalizar nos volvimos a besar largamente, nos abrazamos un buen rato, nos apretamos cuerpo a cuerpo, totalmente desnudos. Tomé su rostro entre mis manos y mirándola fijamente la volvÃ* a besar, boca, mejillas, frente cuello. Ella se retorcÃ*a de placer, tenÃ*a mi miembro entre sus manos y me lo frotaba contra su vagina, y nos besábamos, nos mirábamos y nos amábamos como nunca antes lo habÃ*a hecho.
Recuperados de este momento de éxtasis, bajamos a tierra. Nos dimos cuenta de lo que habÃ*amos hecho, casi sin pensarlo, o no se, tal vez luego de tanto pensarlo, nos sonreÃ*mos y no nos dijimos ni una palabra ni el uno ni el otro. Me vestÃ*, tomé el paquete que habÃ*a ido a buscar y me marché, alegre, feliz, y sabiendo los dos que se habÃ*a iniciado algo. No se qué, pero no iba a ser la última vez. Por mi parte estaba seguro de ello.
Cuando estaba abriendo el ascensor salió del el su hermosa hija, que llegaba de estudiar.
No quiero mezclar las cosas, pero su belleza era aún superior a la de su madre y, casi sin quererlo la imaginé en el mismo sillón en que hicimos el amor con su madre, en la misma situación, y la verdad es que me avergoncé de mi mismo. FantasÃ*as. Pero lo de recién habÃ*a sido una clara realidad.