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Subyugando a la Madre de mi Estudiante – Capítulo 04
–Joder, casi nos pilla –dijo Upe bastante azorada cuando regresó al dormitorio tras despedir a su hijo–. Menos mal que ha llegado con el tiempo justo y no le ha dado tiempo a husmear porque…
–¿Has notado cómo te miraba? –la corté haciendo que se pusiera roja como un tomate–. Me he asomado al pasillo y creo que hasta se ha empalmado.
–Ehhh…yoooo…
–Jajajaja, lo sabía, jajaja. Anda, ven aquí y cuéntame –le dije dando un par de palmadas en la cama mientras yo me recostaba sobre el cabecero–. Desnúdate y ve haciéndome una paja mientras me cuentas, ¿vale zorrita?
–Yo…yooo… ¿qué quieres que te cuente?... –me dijo agachando la cabeza mientras se quitaba el pequeño camisón que se había puesto para recibir a su hijo–.
–Lo sabes perfectamente, zorra –le dije mientras le daba un par de palmotazos en las tetas–. Empieza a hablar antes de que me canse y me vaya. Y te he dicho que me hagas una paja, ¡coño!
Me cogió el rabo y quiso empezar a pajearme, pero se lo impedí con otro par de palmadas en las tetas.
–¿Qué coño haces, puta? –le dije mientras me miraba con cara de asombro–. Primero tienes que ensalivármela bien, joder –continué mientras le ponía una mano en la nuca obligándola a que me la chupara–.
Se la metió en la boca y, con su lengua, jugó con ella hasta que alcanzó un buen tamaño. La lamió, chupó el glande y la ensalivó a conciencia, desde la punta hasta la base, llenándome de babas hasta los huevos.
–Así está bien, zorra. Venga, empieza a pajearme y cuéntame todo lo que sepas del crío –le dije incorporándola de nuevo–. Sin ñoñerías si no quieres que me vaya, ¿de acuerdo?
Agachó un poco la cabeza, me agarró la polla y empezó a pajearme lentamente mientras cogía fuerzas para empezar a hablar.
–Yoooo…la verdad es que sí he notado cómo me miraba mi hijo y…
–¿Cómo te miraba? –le pregunté presionándola más–.
–Me…me miraba con…
–Joder, esto no va conmigo –dije de sopetón, levantándome y haciendo el ademán de vestirme–. Si quieres que te dé rabo como antes tienes que cumplir con todo lo que te mande. Si no, pues te buscas a otro…o le pides a tu ex que te alivie de vez en cuando. Conmigo no cuentes…
–Sí, joder, sí. Se ha empalmado al verme –dijo casi a punto de llorar–. No…no te vayas…Te lo contaré todo.
–Última oportunidad, zorra –dije mientras volvía a recostarme sobre el cabecero de la cama y ella asentía y volvía a coger mi polla para seguir pajeándola–.
Suspiró, tomó aire y se recostó ella también. Carraspeó un par de veces y empezó a contarme.
–Llevo notando un tiempo que mi hijo se fija en mí como mujer. Al principio no le di importancia, pero fui descubriendo detalles que…
–Mantén el ritmo de la paja mientras hablas, zorra –la corté–. Así, muy bien, sigue –le dije cuando adquirió el ritmo que me apetecía–.
–Pues eso…detalles. Me mira las tetas o el culo cuando cree que no me doy cuenta. Entra al baño cuando me estoy duchando con cualquier excusa para ver si puede verme desnuda, o entra en mi dormitorio cuando intuye que me estoy vistiendo o desvistiendo para decirme cualquier estupidez…
–Jajaja, seguro que se pajea pensando en su madre, jajaja. ¿Lo has pillado alguna vez haciéndose una paja?
–Ehhh…yo…buenoooo…
–Joder, ¿sí o no, coño? –le grité–. Y sigue con la paja, hostia.
–Sí, coño, sí…Lo he pillado más de una vez pajeándose –dijo completamente ruborizada mientras hacía que su mano subiera y bajara a mayor ritmo por mi rabo–. La última vez fue el otro día. Fui a coger la ropa sucia del cesto que tengo en el baño para hacer la colada y me di cuenta de que el tanga que me había quitado la noche anterior no estaba. Sospeché de él y fui despacio, sin hacer ruido hasta su cuarto. Además, el muy imbécil no había cerrado la puerta…y lo vi pajeándose como un mono con mi tanga rodeando su polla.
–Joder con mi alumno, jajaja. Te voy a hacer una pregunta y quiero que me contestes con total sinceridad, mirándome a los ojos, ¿vale, zorra?
Asintió con una cara mezcla de asombro y miedo.
–¿Qué sentiste al ver que tu hijo se pajeaba con tu tanga? Quiero la verdad…
–Puff…yo…yo…me mojé como una perra –dijo con la cara completamente roja mientras aumentaba el ritmo de la paja que me estaba haciendo–.
Antes de que le hiciera la pregunta obvia, ella misma se encargó de contestar.
–Me…me escondí tras la puerta, asomé la cabeza para ver cómo lo hacía y me pajeé yo también. Metí la mano derecha entre las mallas, aparté la braguita que llevaba y me hice un dedo mientras mi hijo restregaba mi tanga usado por su polla a toda velocidad. Tuve que taparme la boca con la otra mano cuando me corrí para no llamar su atención y agarrarme a la puerta para no caerme porque hasta me temblaron las piernas…Si no llega a ser porque él también se corrió, prácticamente a la par que yo, creo que me hubiera descubierto.
–Muy bien, zorrita, muy bien –le dije mientras le pasaba dos dedos por chocho, comprobando que estaba completamente mojada–. Al final vas a ser una buena perrita, jajaja. ¿Cómo terminó la cosa?
Gimió de placer cuando sintió los dedos en su raja, se afanó en la paja que me hacía y habló suspirando.
–Ufff, como te dije antes, creo que sintió algo tras la puerta, pero como se corrió justo en ese instante, no le prestó atención. Yo me recompuse como pude y volví a asomar la cabeza cuando escuché cómo gemía al correrse. El cabrón se limpió la polla con mi tanga, se dejó caer sobre la cama y estuvo un rato recuperando el aliento. Yo me fui a la cocina a beber un vaso de agua y lo vi pasar disimuladamente con el tanga escondido en su mano cerrada, para volver a dejarlo en el cesto de la ropa sucia.
–¿Ves como no ha sido tan difícil, zorra? –le dije mientras le metía dos dedos en el coño, que ya chorreaba de lo cachonda que estaba–. Además, no puedes disimularlo, te gusta que tu hijo se corra pensando en ti, ¿verdad, guarra? –le dije mientras me la follaba con los dedos que le había metido–.
–Ahhhh, sí, joder, ¡sí! Me gusta que mi hijo se pajee y se corra con mis bragas pensando en mí…Sí, joder, sí…No pares ahora, por dios… ¡SIGUEEEEEEE!!!!!
–Joder, qué buena zorra me he encontrado, jajaja. Luego seguiremos con el crío, puta. Ahora te voy a dar tu biberón, que aún no has desayunado.
Le saqué los dedos del coño y me puse de pie en la cama frente a ella, con la polla completamente tiesa a escasos milímetros de su boca. Sin decirle nada, la abrió a tope, me puso las manos en las nalgas y me empujó hacia ella, tragándosela de un solo golpe. Noté cómo le llegaba hasta la garganta, cómo ella la relajaba y, con un golpe de caderas, cómo la atravesaba incrustándosela por completo. Me agarré al cabecero de la cama y empecé a empotrarla con todas mis fuerzas, notando cómo su cara se ponía completamente roja, sus ojos soltaban lágrimas a borbotones y sus babas me resbalaban por los huevos, hasta la raja del culo, cayendo entre sus piernas formando una gran mancha en las sábanas. Cuando se quedó sin aire, puso sus manos en mis muslos para que me apartara y me salí de su boca con la polla completamente cubierta de babas que le caían sobre las tetas. Tosió varias veces y abrió la boca como un pez fuera del agua buscando el oxígeno que le faltaba. Hice que metiera la cabeza entre mis piernas y, tras darle varios pollazos en la cara le ordené que me comiera los huevos y el culo.
–Venga, perra, sigue comiendo. Las pelotas y el ojete… ¡YA!
Suspiró, sacó la lengua y empezó a lamerme los cojones alternativamente. Realmente parecía una perrita obedeciendo sin rechistar a su amo. Cuando se cansó de lamer, subió un poco la cabeza y se metió un huevo en la boca, chupándolo como si fuera un caramelo. Luego lo hizo con el otro y, al final, abriendo la boca al máximo, se los metió los dos a la vez, sorbiéndolos y dándoles toquecitos con la lengua alternativamente.
–¡El culo! –le grité, cuando llevaba varios minutos con los huevos en la boca–.
Se los sacó chorreando babas, me abrió con delicadeza las nalgas y metió la lengua en mi raja trasera, recorriéndola entera y chupándome el ojete. Estuvo un rato lamiendo y chupando culo, provocando que se me pusiera la polla a punto de reventar.
–Ya está bien de chupar, zorra. Me está entrando hambre y quiero desayunar…pero antes te voy a inundar el coño de leche calentita, jajaja. Venga, súbete y ponte a cabalgar, puta –le dije mientras me recostaba sobre el cabecero, con la polla tiesa mirando al techo–.
Se abrió de piernas y se dejó caer de golpe sobre mi rabo, clavándoselo hasta los cojones sin paradas intermedias. Noté la humedad y la calentura de su raja mientras la iba taladrando. Estaba tan cachonda que cuando su culo topó con mis pelotas se corrió de un modo tan salvaje que empezó a convulsionar y a soltar flujo en tal cantidad que parecía que se había meado.
–SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ……¡¡¡¡YYYYYAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!
–Joder, pues sí que te tenía desatendida el gilipollas de tu ex, jajaja. Sólo con clavártela te has meado de gusto, jajajaja –le dije mientras se dejaba caer sobre mi pecho, temblando por la corrida que había tenido–. Venga, ¡a botar! que tengo ganas de correrme –le dije dándole un buen tortazo en el culo–.
Suspiró, resopló y, apoyando las dos manos en mi pecho empezó a cabalgarme a buen ritmo, subiendo hasta casi salirse de mi polla y dejándose caer sin miramientos hasta que su culo topaba con mis huevos.
–Muy bien zorra, parece que vas aprendiendo –le dije mientras me incorporaba para trabajarle las tetas–.
Me metí una en la boca y chupé con fuerza su pezón, haciendo que adquiriera una dureza increíble mientras ella jadeaba y gemía de gusto.
–Sí, sí, joder…sííííí…¡qué gusto, hostiaaaaaa!!!! Dame fuerte…más, más….Fóllame, dios, ¡¡¡FÓLLAMEEEEE!!!!!!
–¿Te gusta cómo te follo, zorra? ¿Te doy bien tu ración de polla? –le grité mientras le torteaba las tetas, poniéndoselas rojas como tomates–.
–SÍ, JODER…¡¡¡SÍÍÍ!!! SOY TUYA, ¡¡¡SOY TU PUTAAAAAA!!!! –me gritó completamente desatada mientras me pegaba unos culazos increíbles clavándose mi rabo hasta las pelotas–.
Puse las manos sobre su culo y empecé a ayudarla en la cabalgada porque empezaba a notar que bajaba el ritmo después de un buen rato subiendo y bajando por mi estaca. Con un par de golpes de cadera, clavándosela a lo bestia, puso los ojos en blanco, abrió la boca como si le faltara el aire, se desempaló con un movimiento felino y se corrió como hacía tiempo que no veía a una tía correrse, con un squirt brutal.
–AH…AH…¡¡¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!
Tras soltar un alarido de gusto que retumbó en toda la casa, de su coño brotaron seis o siete chorros de líquido brillante y espeso que fueron a impactar contra la pared sobre la que descansaba el cabecero de la cama. Estuvo un par de minutos temblando, enrollada sobre sí misma, resoplando y abriendo la boca buscando aire. Cuando recuperó el aliento me miró con una sonrisa de oreja a oreja y, babeando, con un hilo de voz me dijo:
–Ya creía que no volvería a sentir esto…gracias. Desde este momento soy tuya…soy tu puta, tu esclava…lo que tú quieras que sea…
–Luego hablaremos de eso. Ahora quiero correrme, que ya estoy a punto. Abre la boca y trágatelo todo.
Se acercó a mi rabo, lo cogió con las manos, lo descapulló y se lo metió en la boca chupando a toda pastilla. A los pocos segundos la cogí por la nuca con las dos manos y la estrujé contra mi polla, clavándosela hasta el fondo mientras descargaba en su boca.
–SÍ, ASÍ, ¡¡¡¡¡ASÍ!!!!! TRAGA, ZORRA, TRAGA, ¡¡¡TRAGAAAAA!!!!
Descargué todo el jugo de mis pelotas en la boca de Upe y ella se lo tragó sin rechistar, relamiéndose los labios cuando me mostró que toda mi leche había ido a parar a su estómago.
–Muy bien, zorrita, muy bien…buena chica –le dije mientras le acariciaba la mejilla–. Voy a ducharme. Cuando salga quiero café solo con un par de tostadas. Tenemos que seguir hablando del crío.
CONTINUARÁ.
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Subyugando a la Madre de mi Estudiante – Capítulo 04
–Joder, casi nos pilla –dijo Upe bastante azorada cuando regresó al dormitorio tras despedir a su hijo–. Menos mal que ha llegado con el tiempo justo y no le ha dado tiempo a husmear porque…
–¿Has notado cómo te miraba? –la corté haciendo que se pusiera roja como un tomate–. Me he asomado al pasillo y creo que hasta se ha empalmado.
–Ehhh…yoooo…
–Jajajaja, lo sabía, jajaja. Anda, ven aquí y cuéntame –le dije dando un par de palmadas en la cama mientras yo me recostaba sobre el cabecero–. Desnúdate y ve haciéndome una paja mientras me cuentas, ¿vale zorrita?
–Yo…yooo… ¿qué quieres que te cuente?... –me dijo agachando la cabeza mientras se quitaba el pequeño camisón que se había puesto para recibir a su hijo–.
–Lo sabes perfectamente, zorra –le dije mientras le daba un par de palmotazos en las tetas–. Empieza a hablar antes de que me canse y me vaya. Y te he dicho que me hagas una paja, ¡coño!
Me cogió el rabo y quiso empezar a pajearme, pero se lo impedí con otro par de palmadas en las tetas.
–¿Qué coño haces, puta? –le dije mientras me miraba con cara de asombro–. Primero tienes que ensalivármela bien, joder –continué mientras le ponía una mano en la nuca obligándola a que me la chupara–.
Se la metió en la boca y, con su lengua, jugó con ella hasta que alcanzó un buen tamaño. La lamió, chupó el glande y la ensalivó a conciencia, desde la punta hasta la base, llenándome de babas hasta los huevos.
–Así está bien, zorra. Venga, empieza a pajearme y cuéntame todo lo que sepas del crío –le dije incorporándola de nuevo–. Sin ñoñerías si no quieres que me vaya, ¿de acuerdo?
Agachó un poco la cabeza, me agarró la polla y empezó a pajearme lentamente mientras cogía fuerzas para empezar a hablar.
–Yoooo…la verdad es que sí he notado cómo me miraba mi hijo y…
–¿Cómo te miraba? –le pregunté presionándola más–.
–Me…me miraba con…
–Joder, esto no va conmigo –dije de sopetón, levantándome y haciendo el ademán de vestirme–. Si quieres que te dé rabo como antes tienes que cumplir con todo lo que te mande. Si no, pues te buscas a otro…o le pides a tu ex que te alivie de vez en cuando. Conmigo no cuentes…
–Sí, joder, sí. Se ha empalmado al verme –dijo casi a punto de llorar–. No…no te vayas…Te lo contaré todo.
–Última oportunidad, zorra –dije mientras volvía a recostarme sobre el cabecero de la cama y ella asentía y volvía a coger mi polla para seguir pajeándola–.
Suspiró, tomó aire y se recostó ella también. Carraspeó un par de veces y empezó a contarme.
–Llevo notando un tiempo que mi hijo se fija en mí como mujer. Al principio no le di importancia, pero fui descubriendo detalles que…
–Mantén el ritmo de la paja mientras hablas, zorra –la corté–. Así, muy bien, sigue –le dije cuando adquirió el ritmo que me apetecía–.
–Pues eso…detalles. Me mira las tetas o el culo cuando cree que no me doy cuenta. Entra al baño cuando me estoy duchando con cualquier excusa para ver si puede verme desnuda, o entra en mi dormitorio cuando intuye que me estoy vistiendo o desvistiendo para decirme cualquier estupidez…
–Jajaja, seguro que se pajea pensando en su madre, jajaja. ¿Lo has pillado alguna vez haciéndose una paja?
–Ehhh…yo…buenoooo…
–Joder, ¿sí o no, coño? –le grité–. Y sigue con la paja, hostia.
–Sí, coño, sí…Lo he pillado más de una vez pajeándose –dijo completamente ruborizada mientras hacía que su mano subiera y bajara a mayor ritmo por mi rabo–. La última vez fue el otro día. Fui a coger la ropa sucia del cesto que tengo en el baño para hacer la colada y me di cuenta de que el tanga que me había quitado la noche anterior no estaba. Sospeché de él y fui despacio, sin hacer ruido hasta su cuarto. Además, el muy imbécil no había cerrado la puerta…y lo vi pajeándose como un mono con mi tanga rodeando su polla.
–Joder con mi alumno, jajaja. Te voy a hacer una pregunta y quiero que me contestes con total sinceridad, mirándome a los ojos, ¿vale, zorra?
Asintió con una cara mezcla de asombro y miedo.
–¿Qué sentiste al ver que tu hijo se pajeaba con tu tanga? Quiero la verdad…
–Puff…yo…yo…me mojé como una perra –dijo con la cara completamente roja mientras aumentaba el ritmo de la paja que me estaba haciendo–.
Antes de que le hiciera la pregunta obvia, ella misma se encargó de contestar.
–Me…me escondí tras la puerta, asomé la cabeza para ver cómo lo hacía y me pajeé yo también. Metí la mano derecha entre las mallas, aparté la braguita que llevaba y me hice un dedo mientras mi hijo restregaba mi tanga usado por su polla a toda velocidad. Tuve que taparme la boca con la otra mano cuando me corrí para no llamar su atención y agarrarme a la puerta para no caerme porque hasta me temblaron las piernas…Si no llega a ser porque él también se corrió, prácticamente a la par que yo, creo que me hubiera descubierto.
–Muy bien, zorrita, muy bien –le dije mientras le pasaba dos dedos por chocho, comprobando que estaba completamente mojada–. Al final vas a ser una buena perrita, jajaja. ¿Cómo terminó la cosa?
Gimió de placer cuando sintió los dedos en su raja, se afanó en la paja que me hacía y habló suspirando.
–Ufff, como te dije antes, creo que sintió algo tras la puerta, pero como se corrió justo en ese instante, no le prestó atención. Yo me recompuse como pude y volví a asomar la cabeza cuando escuché cómo gemía al correrse. El cabrón se limpió la polla con mi tanga, se dejó caer sobre la cama y estuvo un rato recuperando el aliento. Yo me fui a la cocina a beber un vaso de agua y lo vi pasar disimuladamente con el tanga escondido en su mano cerrada, para volver a dejarlo en el cesto de la ropa sucia.
–¿Ves como no ha sido tan difícil, zorra? –le dije mientras le metía dos dedos en el coño, que ya chorreaba de lo cachonda que estaba–. Además, no puedes disimularlo, te gusta que tu hijo se corra pensando en ti, ¿verdad, guarra? –le dije mientras me la follaba con los dedos que le había metido–.
–Ahhhh, sí, joder, ¡sí! Me gusta que mi hijo se pajee y se corra con mis bragas pensando en mí…Sí, joder, sí…No pares ahora, por dios… ¡SIGUEEEEEEE!!!!!
–Joder, qué buena zorra me he encontrado, jajaja. Luego seguiremos con el crío, puta. Ahora te voy a dar tu biberón, que aún no has desayunado.
Le saqué los dedos del coño y me puse de pie en la cama frente a ella, con la polla completamente tiesa a escasos milímetros de su boca. Sin decirle nada, la abrió a tope, me puso las manos en las nalgas y me empujó hacia ella, tragándosela de un solo golpe. Noté cómo le llegaba hasta la garganta, cómo ella la relajaba y, con un golpe de caderas, cómo la atravesaba incrustándosela por completo. Me agarré al cabecero de la cama y empecé a empotrarla con todas mis fuerzas, notando cómo su cara se ponía completamente roja, sus ojos soltaban lágrimas a borbotones y sus babas me resbalaban por los huevos, hasta la raja del culo, cayendo entre sus piernas formando una gran mancha en las sábanas. Cuando se quedó sin aire, puso sus manos en mis muslos para que me apartara y me salí de su boca con la polla completamente cubierta de babas que le caían sobre las tetas. Tosió varias veces y abrió la boca como un pez fuera del agua buscando el oxígeno que le faltaba. Hice que metiera la cabeza entre mis piernas y, tras darle varios pollazos en la cara le ordené que me comiera los huevos y el culo.
–Venga, perra, sigue comiendo. Las pelotas y el ojete… ¡YA!
Suspiró, sacó la lengua y empezó a lamerme los cojones alternativamente. Realmente parecía una perrita obedeciendo sin rechistar a su amo. Cuando se cansó de lamer, subió un poco la cabeza y se metió un huevo en la boca, chupándolo como si fuera un caramelo. Luego lo hizo con el otro y, al final, abriendo la boca al máximo, se los metió los dos a la vez, sorbiéndolos y dándoles toquecitos con la lengua alternativamente.
–¡El culo! –le grité, cuando llevaba varios minutos con los huevos en la boca–.
Se los sacó chorreando babas, me abrió con delicadeza las nalgas y metió la lengua en mi raja trasera, recorriéndola entera y chupándome el ojete. Estuvo un rato lamiendo y chupando culo, provocando que se me pusiera la polla a punto de reventar.
–Ya está bien de chupar, zorra. Me está entrando hambre y quiero desayunar…pero antes te voy a inundar el coño de leche calentita, jajaja. Venga, súbete y ponte a cabalgar, puta –le dije mientras me recostaba sobre el cabecero, con la polla tiesa mirando al techo–.
Se abrió de piernas y se dejó caer de golpe sobre mi rabo, clavándoselo hasta los cojones sin paradas intermedias. Noté la humedad y la calentura de su raja mientras la iba taladrando. Estaba tan cachonda que cuando su culo topó con mis pelotas se corrió de un modo tan salvaje que empezó a convulsionar y a soltar flujo en tal cantidad que parecía que se había meado.
–SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ……¡¡¡¡YYYYYAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!
–Joder, pues sí que te tenía desatendida el gilipollas de tu ex, jajaja. Sólo con clavártela te has meado de gusto, jajajaja –le dije mientras se dejaba caer sobre mi pecho, temblando por la corrida que había tenido–. Venga, ¡a botar! que tengo ganas de correrme –le dije dándole un buen tortazo en el culo–.
Suspiró, resopló y, apoyando las dos manos en mi pecho empezó a cabalgarme a buen ritmo, subiendo hasta casi salirse de mi polla y dejándose caer sin miramientos hasta que su culo topaba con mis huevos.
–Muy bien zorra, parece que vas aprendiendo –le dije mientras me incorporaba para trabajarle las tetas–.
Me metí una en la boca y chupé con fuerza su pezón, haciendo que adquiriera una dureza increíble mientras ella jadeaba y gemía de gusto.
–Sí, sí, joder…sííííí…¡qué gusto, hostiaaaaaa!!!! Dame fuerte…más, más….Fóllame, dios, ¡¡¡FÓLLAMEEEEE!!!!!!
–¿Te gusta cómo te follo, zorra? ¿Te doy bien tu ración de polla? –le grité mientras le torteaba las tetas, poniéndoselas rojas como tomates–.
–SÍ, JODER…¡¡¡SÍÍÍ!!! SOY TUYA, ¡¡¡SOY TU PUTAAAAAA!!!! –me gritó completamente desatada mientras me pegaba unos culazos increíbles clavándose mi rabo hasta las pelotas–.
Puse las manos sobre su culo y empecé a ayudarla en la cabalgada porque empezaba a notar que bajaba el ritmo después de un buen rato subiendo y bajando por mi estaca. Con un par de golpes de cadera, clavándosela a lo bestia, puso los ojos en blanco, abrió la boca como si le faltara el aire, se desempaló con un movimiento felino y se corrió como hacía tiempo que no veía a una tía correrse, con un squirt brutal.
–AH…AH…¡¡¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!
Tras soltar un alarido de gusto que retumbó en toda la casa, de su coño brotaron seis o siete chorros de líquido brillante y espeso que fueron a impactar contra la pared sobre la que descansaba el cabecero de la cama. Estuvo un par de minutos temblando, enrollada sobre sí misma, resoplando y abriendo la boca buscando aire. Cuando recuperó el aliento me miró con una sonrisa de oreja a oreja y, babeando, con un hilo de voz me dijo:
–Ya creía que no volvería a sentir esto…gracias. Desde este momento soy tuya…soy tu puta, tu esclava…lo que tú quieras que sea…
–Luego hablaremos de eso. Ahora quiero correrme, que ya estoy a punto. Abre la boca y trágatelo todo.
Se acercó a mi rabo, lo cogió con las manos, lo descapulló y se lo metió en la boca chupando a toda pastilla. A los pocos segundos la cogí por la nuca con las dos manos y la estrujé contra mi polla, clavándosela hasta el fondo mientras descargaba en su boca.
–SÍ, ASÍ, ¡¡¡¡¡ASÍ!!!!! TRAGA, ZORRA, TRAGA, ¡¡¡TRAGAAAAA!!!!
Descargué todo el jugo de mis pelotas en la boca de Upe y ella se lo tragó sin rechistar, relamiéndose los labios cuando me mostró que toda mi leche había ido a parar a su estómago.
–Muy bien, zorrita, muy bien…buena chica –le dije mientras le acariciaba la mejilla–. Voy a ducharme. Cuando salga quiero café solo con un par de tostadas. Tenemos que seguir hablando del crío.
CONTINUARÁ.
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