Subyugando a la Madre de mi Estudiante – Capítulos 01 al 03

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
5,327
Likes Recibidos
2,367
Puntos
113
 
 
 
-
Subyugando a la Madre de mi Estudiante – Capítulo 01


Me gano la vida dando clases particulares a domicilio. No es el trabajo que soñaba cuando estaba estudiando, pero tampoco me puedo quejar. Cuando te haces un nombre nunca te falta el trabajo, al contrario, incluso tienes que rechazar alumnos por falta de tiempo y, económicamente, al menos en mi caso, gano un buen sueldo, una vez descontados los gastos. Físicamente soy un tío normal, del montón. Moreno, alto, con algo de barriga…lo dicho, alguien normal y corriente. Con los años he ido desarrollando una especie de alerta para acercarme a mujeres bastante predispuestas al sexo, sin importarles si ellas o yo estábamos comprometidos, mujeres que piensan con el coño antes que con la cabeza. Con Upe fue bastante fácil. Me llamó para ver si podía darle clases a su hijo y, como hago siempre, quedé con ella en una cafetería cercana para hablar del asunto. Me contó que estaba desesperada con el crío, que cursaba 4º de ESO, sobre todo con las matemáticas. Que antes ella le ayudaba con los estudios y demás, pero que ahora ya era imposible, que él no colaboraba y que, tras separarse de su marido, la cosa se había puesto aún peor. Fijamos un par de días a la semana para empezar con las clases y aquí empieza realmente este relato.

El chico en cuestión no es que tuviera problemas con las matemáticas, los tenía con su madre. Realmente entendía lo que le explicaba a la primera y, con un poco de mano izquierda y bastante cháchara con él, poco a poco se fue abriendo a mí. Para no dar muchas vueltas, diré que culpaba a la madre de estar separado de su padre y la forma que tenía de hacérselo pagar era flojeando en los estudios. Como ya me había topado con más casos parecidos, enfocaba las clases de modo que, una vez le explicaba lo que no entendía de la asignatura, me dedicaba a hacerle ver que tenía que cambiar de actitud, que si quería fastidiar a su madre lo hiciera de otra forma, porque si lo hacía con los estudios también se estaba jodiendo él. En pocas semanas la cosa cambió radicalmente, las notas del chico subieron como la espuma y la madre empezó a mostrarse mucho más amable. Pequeños detalles a la hora de recibirme o de despedirme que hicieron que mi alarma se disparase.

Poco a poco fui fijándome más en la madre. No era una mujer que llamara excesivamente la atención, aunque sí estaba para un buen polvo. Bajita, morena con el pelo rizado teñido de rojo, delgada y siempre maquillada. Sus tetas eran de tamaño normal y aún no caídas por la edad y su culo, embutido siempre en mallas o vaqueros ajustados, se adivinaba aún firme y redondo, no excesivamente grande, pero sí bastante prieto y apetecible. Una tarde que tenía clase con el chico se desencadenó todo. Cuando llegué a la casa me recibió bastante sofocada diciéndome que el padre del niño se había presentado sin avisar con un par de entradas para ir a ver un partido de fútbol esa misma tarde y luego llevarlo a un Burger y quedarse a dormir en su casa. Como es lógico, el chico rogó a la madre que lo dejara ir y no pudo hacer nada para evitarlo.

–Lo siento…no he querido discutir con mi ex delante del chico y no me ha quedado más remedio que dejarlo ir –me dijo ruborizada y algo alterada aún por la situación vivida–. De todas formas, tú no tienes culpa de nada y te pago la clase, por supuesto –me dijo extendiéndome un billete de 20€–.

–No te preocupes. Son situaciones que no se pueden evitar…e imagino que para ti fue bastante desagradable –le dije rechazando el billete–. No me sentiría bien cobrando por un trabajo que no he realizado.

Tras insistir varias veces para que aceptase el dinero, y ante mi negativa tajante, me ofreció tomar algo para compensar el desplazamiento. Ahí volvió a saltar la alarma y me arriesgué aceptando su propuesta. Me preguntó si tenía más trabajo esa tarde y le dije que no.

–Genial –me dijo con una sonrisa–. Siéntate que vuelvo enseguida.



Me senté en el sofá de cuero del salón mientras observaba con disimulo el movimiento de su culito envuelto en unas mallas, ya que la camiseta que llevaba apenas lo tapaba. Volvió a los pocos minutos con una botella de vino tinto, dos copas y unos aperitivos.

–Yo no soy de cerveza, espero que te guste el vino –me dijo mientras servía las copas y se sentaba a mi lado–. Te pido otra vez disculpas…espero que esto no vuelva a repetirse…me refiero a la escena con el padre –dijo ruborizándose–.

–Jajaja, no te preocupes, lo he entendido a la primera, jajaja.

–Es que no quiero que se acostumbre a aparecer por aquí cuando le dé la gana, sin avisar y disponiendo del chico cuando se le antoje.

–Es lógico. Si estáis separados esta ya no es su casa. Además…tú también necesitas tu intimidad para hacer lo que te apetezca y…

–Pues como no sea para ver la tele, jajaja, –me interrumpió mientras se terminaba la copa–. Desde que nos separamos yo…

–¿Hace mucho? –la interrumpí mirándola fijamente a los ojos–.

–Seis meses –dijo manteniéndome la mirada–. No ha sido una decisión fácil. El chico, muchos años de pareja…Pero cuando te das cuenta de que hay que poner punto y final…

–¿Te arrepientes? –la corté mostrando un interés ficticio–.

–No, en absoluto. Pero…

–Pero echas de menos algunas cosas –dije con atrevimiento mientras posaba mi mano derecha sobre su muslo–.

Suspiró y con un gesto felino se colocó a horcajadas sobre mí, metiéndome la lengua hasta la campanilla. A tientas dejé la copa sobre la mesita que tenía enfrente y me dediqué a amasar el culo de aquella madre necesitada de polla mientras ella se restregaba sobre mi entrepierna jadeando cada vez más fuerte.

–Uff…ufff…sí…joder…cuánto tiempo…

La despegué un poco de mi cuerpo y le saqué la camiseta sin que ella dejara de frotarse sobre mí. Le desabroché el sujetador negro que llevaba y aparecieron ante mí dos tetas medianas, turgentes, de pezones pequeños y bastante oscuros que me metí alternativamente en la boca para saborearlos mientras ella se agitaba cada vez más rápido.

–Ahh, dios, sí, joder, ¡¡¡qué ricoooo!!! Dame fuerte, ¡dame cañaaaa!

Un poco sorprendido empecé a chupar con fuerza los pezones, que ya estaban duros y empitonados, dándoles pequeños mordiscos.

–Más duro, joder, ¡másssss! Dame fuerte en las tetas, coño, ¡fuerteeeee!

Decidí hacer caso a sus indicaciones y, mientras succionaba con fuerza un pezón, le di una palmada en la otra teta, haciendo que rebotase. Dio un gemido de placer y se desató por completo.

–¡AAAHHH! Sí, así joder, así. ¡Dame fuerteeeeeeee! Úsame, ¡soy tu putaaaaa!

Mientras procesaba que había encontrado a una madre a la que le encantaba que le dieran caña, mi polla se endureció por completo. Eso de darle palmadas en las tetas mientras ella botaba sobre mi rabo aún vestidos me calentó a tope y me dispuse a disfrutar de la situación y de aquella mujer completamente entregada. Bajé la mano derecha hasta sus mallas y, tras comprobar que estaban empapadas, percibí que no llevaba braguita ni tanga. Por encima de la tela palpé su clítoris, gordo como un garbanzo, y lo acaricié, notando que se hinchaba aún más por segundos. Empecé a masajearlo en círculos y a los pocos segundos se corrió por primera vez, empapando toda su entrepierna y parte de la mía.

–Qué bueno, qué buenoooo…ya, ya… ¡me corroooooo!!!!

–Pues sí que vas necesitada de polla…casi sin tocarte te has corrido como una niñata –le dije mientras la separaba de mí para que se pusiera de pie–.

Me levanté y le ordené que se desnudara mientras yo también me quedaba en pelotas delante de ella, con el rabo completamente tieso y soltando líquido preseminal. La observé completamente desnuda y me gustó mucho lo que vi. Tenía un cuerpo bastante armónico y se notaba que iba al gimnasio. Su coño, de labios prominentes, sin un solo pelo, se veía brillante por la corrida anterior. Pasé la mano por su raja y empecé a frotar de nuevo, ahora sin tela que entorpeciese la acción. Tras recorrer toda su extensión llegué de nuevo a su clítoris, que apareció hinchado coronando su cueva. Notando que su respiración se aceleraba y lo encharcado que tenía el chocho, le metí dos dedos en forma de gancho, buscando su punto G mientras me la follaba con ellos. Soltó un alarido de placer y posó su mano derecha sobre el clítoris, frotándoselo a toda pastilla mientras yo hurgaba con mis dedos en su raja. En menos de diez segundos empezó a gritar como una loca mientras le temblaban las piernas por la corrida que se avecinaba.

–Ya, ya, ¡YYYYAAA!!!! ¡ME CORROOOOOOOOO!!!!!!

Se corrió de un modo brutal, temblando y retorciéndose sobre sí misma, agarrada a mí para no caerse y dejándome la mano empapada de un líquido blanquecino y espeso que goteaba hasta el suelo del salón.

–Así que eres una mami a la que le gusta que le den caña, ¿verdad? –le dije mientras me sentaba de nuevo en el sofá–. Bueno, ahora vamos a ver qué sabes hacer. Venga, de rodillas y ¡a comer! –le ordené señalándome la polla con la mirada–.

Se arrodilló, me empezó a pajear lentamente, soltó un “uff, qué polla, mucho mejor que la de mi ex” y empezó a darle lametones para ensalivarla por completo. De pronto se metió el glande en la boca y empezó a chuparlo como un caramelo mientras seguía pajeándome lentamente. Sin previo aviso, abrió la boca a tope y, con un par de movimientos, relajó la garganta y se la tragó entera, hasta que su nariz topó contra mi pubis. Puso las manos en mis muslos y, moviendo arriba y abajo la cabeza, empezó a follarse ella misma la garganta, haciendo ruidos guturales y llenándome los huevos de babas. Me la estaba comiendo una mamadora excelente. Se la tragaba hasta el fondo y luego se la sacaba para poder respirar, completamente empapada de babas que me resbalaban por los huevos hasta la raja del culo. Sin decirle nada, agachó un poco la cabeza y se metió los huevos en la boca, chupándolos como dos caramelos gigantes, mientras aumentaba el ritmo de la paja que me estaba haciendo. Tomó algo de aire y, separándome las nalgas, metió la lengua entre ellas y me recorrió la raja del culo con ella, ensalivándola y dándome toques en el ojete con la punta.

–Joder, vaya sorpresa. Así me gusta, como una buena perrita. Es lo que eres, ¿verdad? ¿Eres mi perrita? –le dije poniéndome de nuevo en pie y dándole un pollazo en la cara–.

–Sí, joder, sí… ¡soy tu perraaaaa!!!!! –me gritó antes de volver a tragarse toda mi polla–.

La engulló con gula, con tantas ganas de polla que la devoraba a lo bestia. Puso las manos en mis nalgas y, moviendo la cabeza adelante y atrás, se follaba esa sola la garganta a un ritmo endiablado. Pude notar con claridad cómo le llegaba a la garganta, la taladraba y, aguantando las arcadas, la sacaba completamente llena de babas. Tras varios minutos así noté que me venía la corrida y le puse las dos manos en la nuca para que no pudiera apartarse cuando la llenara de leche. Cuando ya no pude aguantar más todo mi cuerpo se tensó al completo, noté un escalofrío brutal desde la cabeza a los pies y, sujetándola con todas mis fuerzas, pegada a mí, empecé a soltar chorros de lefa caliente y espesa en la boca de esa madre sumisa y necesitada de rabo.

–¡YAAAA! ¡ME CORROOOOOOOO!!!!! TRAGA, ZORRA…¡¡¡TRAGAAAAAA!!!

Como una buena mamona me hizo caso y se lo tragó todo. Abrió la boca a los pocos segundos para que pudiera ver que se había tragado toda mi corrida y, sin decirle nada, volvió a meterse mi nabo en la boca para dejármelo limpio y reluciente.

–Muy bien zorrita, buena chica. Como el crío hoy no duerme aquí, te haré yo compañía. Prepara algo de cena, que la noche va a ser larga.

CONTINUARÁ

-
 

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
5,327
Likes Recibidos
2,367
Puntos
113
 
 
 
-
Subyugando a la Madre de mi Estudiante – Capítulo 02


Durante la cena prácticamente no me miró a la cara. La notaba avergonzada por lo que había sucedido y no quise forzar la situación. El vino hizo que se abriera a mí de nuevo.

–Después de lo que ha pasado pensarás que soy una…

–No pienso nada –la interrumpí mirándola a los ojos–. Lo que ha pasado es que dos adultos querían sexo y lo han tenido, nada más.

–Ya…pero creo que tú tienes pareja y…coño, que eres el profesor de mi hijo…

–Te comes demasiado la cabeza. Mi pareja no se va a enterar de nada, al menos por mí. Y, si te sirve de consuelo, no eres la primera madre de alumno con la que follo. Cada uno lleva su vida como quiere y yo llevo así la mía. Busco en otro sitio lo que no tengo con mi pareja. Voy a jugar a ser adivino: una de las razones para separarte de tu ex ha sido que no te daba la caña suficiente, que no te hacía sentir lo que tú necesitas, ¿me equivoco?

–Yooo…sí, coño, sí –dijo acabándose la copa–. Es un puto muermo en el sexo y yo…

–Tú necesitas a alguien que te domine, que te folle a lo bestia, que te trate como una zorra.

–Eso es –dijo ya completamente desinhibida mientras se servía otra copa–. Cuando follo me encanta que me traten como una puta, que me humillen, que el tío me use a su antojo…sentir su mirada animal y lasciva fija en mí. Antes de conocerlo todos los tíos con los que me liaba me trataban así. Pero lo conocí, me enamoré de él, me dejó embarazada, nos casamos y puedo decir que se terminó follar para mí. Con el me acostaba, pero no follaba. Coño, que creo que sólo se la he chupado un par de veces, jajaja. Y él a mí, creo que una vez, a base de insistirle, llegó a medio comerme el coño. Vamos un puto desastre. Así que las veces que he notado que te has fijado en mis tetas o en mi culo…joder que me he mojado y hasta me he hecho algún dedo pensando en ti.

–Confesión por confesión –le dije mientras yo me servía el resto del vino–. A mí me pasa algo bastante parecido a lo que tú me has contado. Mi pareja es bastante parada en el sexo. Imaginación cero, jajaja. Misionero y pare usted de contar. Se corre y empieza a preguntar si me falta mucho para correrme yo. Así que, empatados a desastres, jajaja. Estuve a punto de dejarla, pero pensé que salvo en el sexo, todo lo demás me iba muy bien con ella. Así que me busco mis distracciones por ahí y asunto solucionado.

–Joder, pues sí que lo explicas todo de un modo bastante convincente. No me extraña que mi hijo esté encantado contigo, jajaja.

–Espero que también lo esté la madre –le dije levantándome y ofreciéndole mi mano para que ella también lo hiciera–. Venga, vamos a la cama que quiero comerme ese coño que hace tanto tiempo que nadie degusta.

Apuró de un trago la copa y me condujo al dormitorio que hasta hacía seis meses compartía con su ex. Por el pasillo fuimos quitándonos la poca ropa que llevábamos (yo un bóxer y ella un camisón) mientras le amasaba el culo y le besaba el cuello con lujuria. Se quedó parada en la puerta, dudando, pero dándole una fuerte palmada en la nalga derecha la hice entrar en la habitación.

–Venga, zorrita, ¡a la cama! –le dije mientras quitaba una colcha–.

La tumbé bocarriba en la cama, con las piernas abiertas, y yo me coloqué entre ellas dispuesto a comerme un coño que hacía bastante tiempo que nadie se comía. Coloqué sus piernas sobre mis hombros, alargué las manos para jugar con sus pezones y le solté un “disfrútalo, zorra” antes de empezar a comerle el chocho. Soltó un “ufff” de excitación y noté como se relajaba a la espera de que empezara a darle gusto. Le abrí los labios con dos dedos y apareció un coño rosado y brillante, fruto de la excitación, empapado de jugos. Sin previo aviso, le pasé la lengua por toda la raja, abarcándola en toda su extensión y recogiendo sus primeros fluidos. Soltó un “aaahhh, dios” y empecé a trabajarle el chocho. Le di varios lametones de arriba abajo, llegando desde el clítoris hasta el ojete y, tras comprobar cómo se iba empapando cada vez más, me dediqué a chupar el garbanzo enorme que ya coronaba su cueva. Lo rodeé con los labios y empecé a chuparlo como si fuera un chupachups, dándole pequeños mordiscos y sorbiéndolo con ganas, provocando que Upe comenzara a gritar de puro gusto.

–¡DIOS, JODERRRRRRR! ¡QUÉ GUSTO, HOSTIAAAAA!

Me separé un momento de su coño para decirle un escueto “disfruta zorra” y volví a trabajarle el clítoris mientras le retorcía los pezones. Upe soltó un alarido de placer y empezó a jadear cada vez más fuerte, a la vez que levantaba las caderas para acercarme más su raja a la boca. Notando que estaba a punto de correrse, bajé la mano derecha y acompañé el chupeteo del clítoris con una follada de dos dedos a máximo ritmo. Cuando lo notó volvió a gritar como una posesa.

–SIGUE, SIGUE, ¡¡¡SIGUEEEE!!! NO TE PARES AHORA, POR DIOS…¡¡¡SIGUEEEE!!!

A los pocos segundos, poniendo sus manos en mi nuca, me hundió la cabeza en el coño gritando a lo bestia que se corría.

–YA, YA, ¡¡¡YYYAAAAAAAAAAA!!! ¡¡¡ME CORROOOOOOOOOO!!!

Tras dejarme la cara completamente mojada, como si me la hubiera meado, quedó desecha en la cama, con las piernas abiertas, jadeando y encogiéndose cada vez que una réplica de la corrida la sacudía. Estrujando las sábanas con ambas manos cada vez que se encogía, alternaba la búsqueda del aire que le faltaba con soltar expresiones del tipo “joder, qué gusto, dios” “cómo he estado tanto tiempo sin esto…”.

Me tumbé a su lado y dejé que se recompusiera un poco. Cuando recuperó el aliento la besé con lujuria y bajé la cabeza para comerle las tetas. Al instante empezó de nuevo a suspirar, sus pezones se endurecieron a tope y se giró para chuparme el nabo. Antes de que se lo metiera en la boca le di un par de palmadas en las tetas y me coloqué bocarriba en la cama, con la polla tiesa completamente apuntando al techo.

–Luego te daré tu biberón, zorra. Ahora quiero follarte bien ese chocho de puta que tienes. Venga, ¡a cabalgar! –le grité mientras le daba un buen palmotazo en la nalga derecha–.

Resopló y se colocó a horcajadas sobre mí. Me cogió el rabo con la mano derecha y empezó a restregárselo por toda la raja. Tras hacerlo varias veces empezó a darse pollazos en el clítoris y, mirándome a los ojos, me habló con total sinceridad.

–Déjame que me acostumbre a ella, ¿vale? –dijo en tono de súplica–. Es más larga y bastante más gorda que la de mi ex y estoy bastante desentrenada.

Volvió a frotarse el chocho con mi rabo varias veces, como si me lo estuviera pajeando con él, mientras cerraba los ojos y suspiraba: “joder, vaya rabo”, “hacía siglos que no tenía uno así para disfrutarlo”, “uff, vaya tranca” …

Cuando me cansé de los preámbulos, con otra sonora palmada en la nalga la hice salir del trance en el que estaba.

–PLASS…Venga, puta…súbete y a ver qué sabes hacer…

Dio un suspiro y soltó un tímido “allá voy” antes de apoyar las dos manos sobre mi pecho y dejarse caer lentamente sobre mi polla hasta que su culo chocó con mis huevos. Cuando lo notó, se quedó con la boca abierta, completamente quieta durante unos segundos, acostumbrándose al rabo que se había clavado. Resopló y, poco a poco, empezó a subir y bajar por mi tranca gimiendo de gusto “hostias, estoy llena de polla”, “joder, me llega hasta el útero”, “qué gusto, dios” …

–¿Te gusta, zorra? –le dije mientras estrujaba sus tetas–.

–¡Sí, hostias, sí! Joder, ¡qué gusto! Dame caña, joder, dame, dame, ¡DAMEEEE!!!

Aumentó el ritmo de la cabalgada y, en pocos minutos, subía y se dejaba caer por mi rabo a lo bestia, chocando a lo bruto su culo sobre mis pelotas. De lo mojada que estaba, el chapoteo que se oía cada vez que se la clavaba resonaba en todo el dormitorio, confundiéndose con los berridos de placer que soltaba.

–¡CHOF, CHOF...! SÍ, SÍ, ¡SÍ…! ¡MÁS, MÁS…DAME MÁS! DAME FUERTE, REVIÉNTAME ¡JODERRRRRR! ....

Empecé a complementar sus subidas y bajadas por mi rabo con golpes de cadera, hundiéndole hasta los huevos la polla con cada embestida, a la vez que amasaba a lo bruto sus tetas, estrujándolas sin miramientos. Cuando empecé a notar que no tardaría mucho en correrme, Upe me brindó una nueva sorpresa. De pronto se desacopló de mi tranca, se sentó en mi pecho con las piernas abiertas y, tras frotarse el clítoris un par de veces a toda pastilla, soltó un alarido bestial antes de correrse a chorros, dejándome empapada la cara y el pecho con sus fluidos.

–AH, AH, ¡¡¡AAAHHHHHHHH!!!! ¡¡¡SSSSÍÍÍÍÍÍ!!!!!! DIOS ¡¡¡QUÉ GUSTOOOOOOO!!!!

Estuvo convulsionando unos minutos mientras soltaba pequeñas descargas de un líquido espeso y caliente, hecha un ovillo sobre mi pecho. Sin darle tiempo a recuperar el aliento la coloqué a cuatro patas en el borde de la cama, abierta de piernas y con el culo en pompa. Se dejó caer sobre la cama, apoyando las tetas en ella, mientras yo, de pie, se la ensartaba de un solo golpe hasta que mis pelotas toparon con su culo. Al notar el envite se agarró a las sábanas con los dos manos y se dejó empotrar con todas mis fuerzas mientras balbuceaba lo que estaba disfrutando “joder, qué polvazo”, “dios, qué gusto”, “más, más…dame, dame”

–¿Estás disfrutando, zorra? ¿Esto era lo que querías, puta? ¡Responde, guarra!

–Sí, joder, ¡sí! Quiero más, ¡MÁSSSSSSSS!

Agarrado fuertemente a sus caderas imprimí todo el ritmo que pude a las embestidas que le estaba pegando, alternándolas con palmadas en las nalgas, que, poco a poco, iban adquiriendo un color rojizo, con los dedos señalados. Tras empotrarla a todo trapo durante un buen rato noté que me iba a correr y le grité lo que le venía encima.

–¡Te voy a llenar el coño de leche, zorra! ¡Te va a salir por las orejas, putaaaa!

–Sí, joder, ¡sí! ¡Dámela, hostias! ¡Inúndame el coñooooooo!!!!!

Le di un par de emboladas más y me corrí dentro de ella dando un alarido tremendo que resonó en todo el piso. Varias ráfagas de leche caliente y espesa llenaron su encharcado coño mientras gritaba como loco.

–¡AAAHHH!!! ¡YYYAAAAAAA!!!! ¡TOMA LECHEEEEEEEE!!!!!!!!!

Al sentir las descargas se dejó caer por completo sobre la cama, aún empalada, y metió su mano derecha entre las piernas para frotarse otra vez el clítoris. Con un par de movimientos gritó de nuevo que se corría.

–SÍ…SÍ…¡¡¡¡OTROOOOOOOO!!!! DIOS…¡¡¡QUÉ RICOOOOOOOOO!!!!

Caímos jadeando sobre la cama, exhaustos y empapados en sudor. Al cabo de un buen rato, al sacarle la polla, un hilo de semen y fluidos resbaló por sus muslos dejando una mancha increíble en las sábanas. Al incorporarme, vi que se había quedado dormida con una sonrisa de oreja a oreja.

–Descansa zorrita, que luego te voy a partir el culo –pensé antes de dejarme caer a su lado y dormirme junto a ella–.

CONTINUARÁ.





-
 

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
5,327
Likes Recibidos
2,367
Puntos
113
 
 
 
-

Subyugando a la Madre de mi Estudiante – Capítulo 03



Me desperté al cabo de un buen rato y vi que no estaba en la cama. Oí ruidos al fondo del pasillo y me levanté para ver qué pasaba. La encontré en la cocina, completamente desnuda, preparando un bocadillo. Me quedé en la puerta, observando cómo se bamboleaban sus tetas mientras cortaba el pan, hasta que ella se dio cuenta y, mirándome con descaro la polla, me sonrió y me explicó lo que hacía.

–Hace un rato llamó mi ex. El niño no se ha llevado los libros y lo traerá por la mañana para recogerlos porque le hacen falta para el instituto. Y de camino me dice el muy capullo que le prepare yo el bocata, que él no tiene nada para prepararlo en su piso… ¿qué te parece? –me dijo mientras se volvía para dejar en el fregadero el cuchillo y la tabla de cocina que había usado–.

–Sinceramente, tus peleas con tu ex me la traen al pairo –le dije abrazándola por detrás sin que se lo esperara–. Lo único que quiero ahora es partirte el culo de zorra que tienes –concluí estrujando sus tetas mientras me pegaba a su espalda para que comprobara el tamaño que iba adquiriendo mi rabo–.

Hizo el gesto de volverse para abrazarse a mi cuello y besarme, pero se lo impedí. Hice que se apoyara en el fregadero y, separándole las piernas, la dejé completamente expuesta ante mí. Me agaché detrás de ella, separé sus nalgas y le metí la lengua en el ojete, empezando a ensalivárselo. Soltó un gemido de asombro y placer y, cuando empezó a jadear, le separé aún más los cachetes del culo y empecé a follarle el agujerito marrón, metiéndole la lengua todo lo que pude.

–Joder, qué rico…ufff…ya no recuerdo la última vez que me comieron el culo – me dijo mientras acompasaba sus jadeos a la follada lingual que le estaba haciendo–.

A tientas, mientras seguía con la lengua en su ojal, metí la mano derecha entre sus piernas y, notando que tenía el chocho completamente mojado, le metí dos dedos que entraron sin ninguna dificultad. Gimió de gusto y, notando lo cachonda que estaba, empecé a follarle el coño con los dedos, consiguiendo que en pocos segundos estuviera a punto de correrse.

–Hostia, qué gusto…joder, ¡qué ricooooo! ¡Me vieneeeee!!!!

Justo antes de que se corriera le saqué los dedos y, separándome un poco de ella, me agarré a sus caderas, apunté con mi rabo en su raja y se la clavé de un solo golpe hasta que mis cojones toparon con su culo. Su chocho se ajustó a mi polla como un guante y empecé a bombear, aumentando el ritmo progresivamente.

–¡SÍ…AHHHH!!!! Dios…me siento llena… ¡RELLENA DE POLLAAAAAA!!!! –gritó como loca cuando la punta de mi polla tocó su útero–.

Tras un rato empotrándola contra el fregadero, no pudo aguantar más y se corrió de modo incontrolable, soltando jugos por el coño mientras se agarraba como podía a la encimera para no caerse cuando le fallaron las piernas tras la corrida.

–Sí, sí, ¡AAAHHHHHHH!!! ¡YYYAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!

–Joder, me has dejado la polla y los huevos empapados. Estás más falta de rabo de lo que me imaginaba, jajaja –le dije mientras le daba un fuerte azote en el culo–. Anda vamos para el dormitorio que te voy a dar otra buena ración de polla, jajaja.

Me senté en la cama, apoyando mi espalda en el cabecero, y le ordené que se arrodillara entre mis piernas.

–Te voy a tratar como tú quieres, como una verdadera puta –le dije mientras le daba dos buenos tortazos en las tetas–. Abre esa boca de zorra que tienes y chupa hasta que yo te diga –le ordené mientras le ponía la mano en la nuca para que se tragase mi polla–.

Abrió la boca todo lo que pudo y se tragó más de la mitad. Con un par de movimientos, la engulló por completo y empezó a subir y bajar la cabeza por mi tranca, emitiendo sonidos guturales mientras se ponía roja como un tomate y babeaba a tope empapándome las pelotas

–¿Te gusta así, zorra? ¿Esto es lo querías sentir? –le dije mientras le taladraba la boca a base de pollazos, ayudados por golpes de cadera cada vez más bruscos–.

Se la saqué al cabo de unos minutos para que pudiera respirar y, mientras recuperaba el aliento, le di varios pollazos en la cara a la vez que le pasaba la mano por la raja.

–Joder, estás empapada, zorra. Pues sí que te pone que te den caña de la buena, jajaja. ¿Te follo mejor que tu ex, puta?

Antes de que pudiera decir nada empecé a frotarle el clítoris en círculos a toda pastilla y en un par de movimientos se corrió empapándome de nuevo la mano.

–Sí, joder… ¡SÍ!!!!! ¡AAAAHHHHH!!!!! ¡¡¡ME CORROOOOOO!!!!!

Se dejó caer sobre mi pecho, hecha un ovillo y temblando mientras recuperaba el aliento.

–Me estás matando a polvos. ¡Qué ganas tenía de que alguien me follase así, joder! –me dijo agarrándose a mi cuello y besándome con lujuria–.

–Déjate de besos y empálate tú misma que tengo la polla como una piedra –le dije colocándola de espaldas a mí para que se clavase en mi rabo–.

Obedeció sin rechistar y, abriéndose los labios con dos dedos se dejó caer mientras soltaba un alarido de placer.

–Ahhhhhh… ¡qué buenooooooooo!!!!!!!

Cuando tenía más de media polla enterrada en el coño puse las manos en sus hombros y la empujé hacia abajo para que se la terminara de clavar. Soltó un grito de placer inmenso cuando se sintió rellena de rabo y, sin decirle nada, empezó a botar como una loca, dándome unos culazos increíbles en los huevos. A los pocos minutos empezó gritar como una loca que ya estaba a punto.

–SÍ, SÍ, SÍ…YA, YA, ¡YYYAAAAA!!! ME VIENE ME VIENE…¡ME VOY A CORREEEERRR!

Quise ayudarla en su corrida y, a la vez que le ensartaba a toda pastilla, empecé a darle sonoras palmadas en el clítoris. No aguantó mucho y, al cuarto palmotazo, no sé si se corrió o se meó de gusto, porque soltó tal cantidad de flujo que dejó un charco sobre las sábanas mientras se retorcía sobre sí misma.

–¡¡¡ME CORROOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!

Con ella aún ensartada, la dejé caer, de espaldas sobre mi pecho, mientras recuperaba el aliento.

–Bueno, zorrita, ha llegado la hora de la verdad, jajaja. Me voy a correr en ese culo de zorra que tienes. Te lo voy a dejar bien abierto y te lo voy a inundar de leche caliente, jajaja. Te acordarás de mí un par de días cada vez que te sientes, jajaja –le dije mientras le daba palmotazos en las tetas.

Me salí de ella con el nabo completamente empapado de los fluidos que había soltado al correrse y la coloqué a cuatro patas en el borde la cama, con las piernas bien abiertas. Hice que apoyara las tetas y la cara en la cama para que quedase su culo en pompa ante mí, completamente expuesto.

–¡SACA BIEN EL CULO, ZORRA! –le grité mientras le dejaba los dedos señalados en la nalga derecha del palmotazo que le di–.

Me miró con cara de cordero degollado, pero atisbé a ver cierta lujuria en sus ojos. Cerró los ojos y me habló con un hilo de voz.

–Hazlo con cuidado, por favor…Hace mucho que no entra nada por ahí y tienes una polla bastante gorda.

Metió la cabeza entre los brazos y se dispuso a esperar que le partiera el culo.

–Tranquila putita. Has soltado suficiente jugo como para lubricarte a conciencia. Mira cómo tengo la polla, jajaja –le dije mientras le acercaba el rabo para que viera lo empapado que estaba–. Además, no te preocupes, que me ha gustado mucho cómo eres follando y quiero seguir disfrutando de tu coño y de tu culo…No me queda más remedio que cuidarlos, jajajaja.

Escupí en su ojete e hice presión con un dedo, comprobando lo flexible que lo tenía. Entró sin ninguna dificultad, aunque Upe dio un respingo cuando vencí la resistencia de su esfínter trasero. Con precaución metí otro dedo y entró también fácilmente, así que me puse a jugar dentro de su ano, haciendo círculos con los dedos, dilatando su anillo poco a poco. En pocos minutos se relajó por completo y tres dedos entraban y salían de su culo a un ritmo cada vez mayor, mientras ella cambiaba los gestos de molestia por gemidos de placer cada vez más perceptibles.

–Prepárate que voy a partirte el culo, zorra –le dije, dándole otra sonora palmada en la nalga izquierda–.

Apunté en su agujerito y, haciendo un poco de fuerza, su ojete se tragó la mitad del glande sin apenas resistencia. Di un golpe de caderas y le encajé todo el capullo mientras ella soltaba un gemido, mezcla de placer y dolor.

–Ah, ah… ¡ahhhh!!!! Ten cuidado, por favooorrrr…hace mucho que no….

–Tranquila, zorrita. Lo peor ya ha pasado, jajaja. Relájate y disfruta de cómo te reviento el culo, jajaja.

Metió una mano entre sus piernas y empezó a frotarse el clítoris para darse placer. Cuando la noté más relajada me agarré a sus caderas y, de un golpe seco, se la clavé hasta que mis pelotas toparon con sus nalgas. Abrió los ojos a tope y soltó un berrido increíble mientras daba palmetazos en la cama con las dos manos.

–Ah, ah…¡¡¡AAAAAAAHHHHHHHHH!!!!!!!!! ¡¡¡Joder, me has abierto en canal!!!!!!

–¡SÍ!!!! ASÍ, JODER…¡¡¡TODA DENTROOOOOOOO!!!!! –le grité mientras le daba sonoros tortazos en ambas nalgas–.

Se la dejé clavada hasta el fondo unos minutos y, cuando la noté relajada, empecé a bombear a lo bruto. La estuve enculando a lo bestia un buen rato, mientras ella se frotaba el clítoris a toda pastilla, dándose un placer enorme.

–SÍ, SÍ… ¡SÍ!!!!!! JODER, JODER… ¡JODERRRRRRRR!!!!! MÁS, MÁS… ¡DAME MÁAAASSSSSSS!!!!

–JODER, QUÉ CULO… ¡QUÉ GUSTAZOOOOOO!!!! ¡TU EX ES UN GILIPOLLASSSSSSSS!!!!!!

Aceleré las embestidas y Upe perdió el apoyo de sus manos sobre la cama, dando de bruces sobre ésta, dejando, si cabe, su culo más ofrecido. La atraje hacia mí sujeta por las caderas y volví a clavársela hasta el fondo mientras ella se dejaba hacer. Recuperó la posición y me salí de ella para comprobar cómo le estaba dejando el culo. Le separé las nalgas y vi su agujero trasero completamente abierto, tratando de cerrarse, palpitando para conseguirlo.

–Tienes el culo como un bebedero de patos, jajaja. No vas a poder cagar en una semana, jajajaja.

Volví a escupir en su ojete y se la clavé de nuevo hasta que mis pelotas toparon con los labios de su chocho. Me volví a agarrar a sus caderas y le di las últimas embestidas antes de correrme mientras ella se dejaba follar sin poder evitarlo. De pronto, todo mi cuerpo se tensó, noté como su culo se adhería a mi nabo y me corrí de un modo animal en el recto de Upe.

–AAAHHH, AAAHHH, ¡¡¡AAAAAHHHHHHH!!!!! TOMA LECHE ¡¡¡ZORRAAAAAA!!!

Varias descargas de leche caliente inundaron su culo mientras ella se dejaba caer sobre la cama, conmigo aún ensartado, jadeando, resoplando y empapado en sudor. Antes de caer desparramada metió la mano derecha entre sus piernas y, frotándose el clítoris un par de veces, se corrió de nuevo como una fuente, dejando un charco de fluidos bajo nuestros sudorosos cuerpos.

–¡SÍ!!!!! ¡¡¡¡AAAAAHHHHHH!!!!!!

Nos despertó el crío llamando al timbre para recoger sus libros y el bocadillo.

CONTINUARÁ.
-
 
Arriba Pie