Su Hijo la Fotografía 002

heranlu

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El día amaneció tan sombrío como el ánimo de Julia, que en el fondo de su corazón anhelaba que nunca hubiera llegado este momento, en que tendría que tener sexo con su hijo y con ello tirar a la basura todos sus esfuerzos por formar una familia normal. ¿Qué familia sería la suya después que su hijo hiciera realidad su chantaje?

¡Qué lejos estaba de imaginar lo distinto que terminaría ese día y cómo cambiaría su manera de pensar respecto de la familia!

El desayuno se desarrolló normalmente, en un ambiente de silencio, propio de la casa a esa hora, en que cada uno está pensando en sus asuntos personales para el resto del día. El marido ultimaba los preparativos para la reunión que tendría en su oficina en una hora más, en tanto Julia y su hijo estaban absortos en un tema común a ambos: lo que sucedería en un rato más entre ellos dos, cuando quedaran a solas. Ella creyó ver en él una cierta sonrisa bailando en sus labios. No tenía dudas de que esa alegría que se traslucía en su mirada se debía al hecho de que en un rato más cumpliría una fantasía tan común en los jóvenes de su edad: follarse a su propia madre. Ella sabía que no lo había provocado conscientemente a esta situación pero su actuación tan irresponsable con el gasfiter fue la causa de que ahora estuviera enfrentada al dilema de tener que hacer realidad una relación incestuosa que no buscó y ahora no puede evitar.

Como el resplandor de un rayo, lLa palabra incesto trajo a su mente el recuerdo de esas noches hace tantos años, en que llegaba sigilosamente al dormitorio donde su hijo dormía plácidamente. Iba desnuda y con la fiebre del deseo en su cuerpo. Se vio a si misma subirse a la cama del niño y con una pierna a cada lado, bajar lentamente hasta que sentía el sexo infantil a la entrada de su vulva, lo que hacía que se corriera copiosamente. Nunca más volvió a incursionar por las noches en la pieza de su hijo en busca de la morbosa sensación de sentir su pequeño instrumento a la entrada de su vagina. Y ahora es su mismo hijo quien la obligaba a volver a hacerlo, aunque ella no lo quiere. Ella no es la de entonces, hace muchos años que dejó de pensar en sus fantasías sexuales y se dedicó completamente a su rol de madre, olvidándose de todo aquello que tanto buscaba antes. Todo este tiempo había ocultado este recuerdo en lo más recóndito de su mente, para que no saliera a luz la vergüenza de haber sido tan degenerada con su hijo a una edad tan tierna, algo que aún no se perdonaba. Y el pasado se hacía presente en la forma de un chantaje que ella no podía eludir, pues Marcos estaba decidido a poseerla. La misma persona de la que se aprovechara antes es la que ahora se quiere aprovechar de ella.

Cuando finalmente quedaron a solas, ya nada impediría que su hijo hiciera realidad lo que había le planteado y Julia sabía que finalmente tendría que aceptar que Marcos la convirtiera en su amante forzada. El solo pensamiento de ello le hizo estremecer por lo antinatural de la situación. Ella, que tanto se había entregado a su papel de madre sería obligada a participar en uno de los actos más repudiables que una madre puede cometer.

Julia se refugió en su dormitorio, como si de esa manera podría evitar lo inevitable. Se sentó en su cama y con las manos en su regazo dejó su mente en blanco, esperando lo inevitable. Marcos se paró a la entrada del dormitorio y se quedó mirando fijamente a su madre, sin decir nada. La hora de la verdad había llegado.

Julia lo miró con una mirada en la que había una súplica que no se atrevía a expresar, pues sabía que todo lo que dijera en ese momento era inútil. Pero aún así, con esa mirada esperaba que él recapacitara y desistiera de sus intenciones, aunque abrigaba pocas esperanzas. Marcos le devolvió la mirada, sin pronunciar palabra. En sus ojos había decisión, que ni súplicas ni ruegos por parte de ella harían cambiar.

- Hijo, yo . . .

El avanzó lentamente hasta la cama donde estaba sentada su madre, sin apartar la mirada de ella, que retorcía nerviosamente sus manos, comprendiendo que su destino no cambiaría y que su hijo no tenía ninguna intención de echar pie atrás.

- Te prometo que nunca más . .

Marcos llevó un dedo a sus labios, conminándola con ese mudo gesto a callar. Nada de lo que dijera o prometiese cambiaría el curso de los hechos. Ni de los pasados ni de los que estaban por suceder. En cambio, su voz sonó decidida:

- Acuéstate.

Ni las lágrimas ni nada cambiaría la decisión que Marcos había tomado. La quería poseer y lo haría aunque ella hiciera todo lo imaginable para disuadirlo.

Con un gesto de cansancio, que denotaba su derrota final, se echó de espalda sobre la cama, con las piernas juntas, esperando la siguiente orden.

- Abre las piernas

Poco a poco las piernas de Julia se fueron abriendo, con lo que su falda, que cuando estaba de pie le llegaba por encima de la rodilla, ahora empezó a mostrar parte de las primeras redondeces de sus albos muslos. En los ojos de su hijo se denotó el deseo que le provocaba el espectáculo de las hermosas piernas de su madre.

Dominado por un ímpetu imparable, se desnudó y quedó con su verga en la mano, al lado de la cama donde su madre yacía con los ojos cerrados y los labios apretados, en tanto su cuerpo temblaba por la impotencia de tener que entregarse sin poder hacer nada para evitarlo.

El muchacho se agachó al lado de la cama y subió la falda de Julia, hasta que la tela quedó por encima del calzón negro que insinuaba el paquete esponjoso de sus rizados pelos púbicos. Empezó a bajarle el calzón y cuando terminó de hacerlo, volvió a abrirle las piernas. Ahora, ella estaba con las piernas abiertas y desnudas, mostrando los rizos de su entrepierna, en la que se destacaban los rojos labios de su vagina. Marcos se subió a la cama, y se puso entre las piernas, dirigiendo su instrumento a la entrada que tenía al frente.

- Hijo, por favor . . .

Marcos nada respondió. Con determinación, puso su verga a la entrada de la vagina materna y empujó con fuerza, metiéndola hasta el fondo de un solo envión. Cuando sintió que la unión se había completado, cuando su trozo de carne se hundió completamente en el túnel carnoso de su madre, la miró con intensidad y con un suspiro exclamó:

- ¡Al fin!

Asombrada por esa exclamación, Julia abrió los ojos y miró a su hijo. En sus ojos se reflejaba la satisfacción por el cumplimiento de un deseo largamente guardado y que finalmente se había hecho realidad. Esas palabras significaban para Julia que su hijo la deseaba desde antes, había armado una situación donde la sorprendería para poder chantajearla y finalmente había logrado lo que ansiaba: hacerle el amor. No se estaba aprovechando de su indiscreción circunstancial, no. Al follársela, el muchacho estaba cumpliendo un sueño largamente abrigado y al parecer ella era su fantasía sexual que ahora se hacía realidad. Su indiscreción con el gasfiter no pasaba de ser una excusa para lograr lo que ahora estaba gozando.

Mientras estos pensamientos ocupaban la mente de Julia, el cuerpo de su hijo se movía sobre ella con energía, metiendo y sacando su instrumento de su vulva, que como si fuera un guante, apretaba con la roja carne de sus paredes el tronco venoso y lleno de vitalidad de Marcos. No podía evitar que su cuerpo sintiera sensaciones y tuvo que hacer esfuerzos para no unirse a él en sus movimientos. Su cuerpo le pedía apretarse y moverse junto a él, para así llegar los dos al orgasmo juntos. Pero no podía ser.

- Ricaaaaaa, asiiiiiiiiiiiiiiii

Julia sintió dentro el golpe de la corriente de energía que manaba de la verga de su hijo e inundaba su vagina, en tanto éste envaraba su cuerpo, que se cubría de sudor y se estremecía bajo los efectos de su orgasmo incestuoso.

Marcos sacó su herramienta y se acostó al lado de su madre, resoplando aún. Ella permaneció callada, sin querer exteriorizar sus verdaderos sentimientos. No quería que él se diera cuenta que su cuerpo había respondido tan positivamente al estímulo de sentirse poseída por él.

Al cabo de un momento, la verga del joven volvió a tomar sus dimensiones de ataque y el se volvió hacia ella para darle otra orden:

- Ahora quiero que te desnudes, te subas encima mío y me montes.

- Pero hijo, ya hice lo que querías.

- Desnúdate y súbete.

Ella obedeció, sin fuerzas para oponerse a sus deseos. Obedeciendo las órdenes de Marcos, su hermoso cuerpo quedó completamente desnudo, se paró frente a su hijo, puso una pierna a cada lado y empezó a bajarse, ayudada por el muchacho, que la tomó de las caderas y la dirigió hasta que su vulva quedó sobre la verga que estaba completamente erecta y dispuesta. Julia sintió que estaba reviviendo su pasado oculto: la situación era la misma de cuando ella se aprovechaba de su hijo cuando era niño. La cabeza de la polla de Marcos estaba a la entrada de la vagina y él la empujó con fuerza y completó la unión, en tanto le daba la estocada final:

- Como cuando era un niño, ¿recuerdas?

- ---------

- ¿Crees que no me dí cuenta a pesar de mis ocho años?

Y empezó a mover su pelvis bajo el cuerpo de ella, en tanto con las manos en la cadera, la subía y bajaba, con lo cual su verga aparecía y desaparecía de entre la mata de pelos de la vagina materna. Ella, mientras subía y bajaba en el pedazo de carne que se metía y salía de su vulva, no salía de su asombro por la revelación que le había hecho su hijo en el momento mismo en que le metía su verga. Claro que recordaba esa etapa incestuosa y morbosa de su vida, cuando aprovechaba que su hijo, de apenas ocho años, estaba durmiendo y ella se paraba encima suyo, tal como ahora, y bajaba su cuerpo hasta sentir que su pequeño instrumento se metía entre sus labios vaginales.

¿Así que estaba despierto cuando ella lo creía dormido? ¿Por eso su verga siempre estaba paradita cuando ella, presa de la lujuria, se subía encima y ponía su vulva hasta que la cabeza de su cosita la penetrara? Entonces, no era solamente el chantaje de las fotos lo que su hijo estaba usando con ella, sino que su hijo tenía un secreto mucho más íntimo y delicado y lo que ahora deseaba era repetir aquello que ella le hiciera cuando era un niño.

No había nada que ella pudiera hacer para librarse de las garras de su hijo, ya que el secreto que ahora le revelara era mucho más grave que las fotos de su indiscreción. ¿Qué podía decir o hacer para hacerle recapacitar después de esta revelación que la dejaba a ella como una ninfómana incestuosa y morbosa? Estaba completamente a su merced.

La constatación de que su hijo conocía su faceta más recóndita y morbosa surtió en ella un efecto inesperado, pues ahora sentía que se liberaba de sus trabas y tabúes y volvía a ser la Julia de antes, aquella que hizo del sexo su razón de vivir. Su hijo la conocía en su faceta más degenerada y no venía al caso disimular o fingir ante él.

Marcos le estaba devolviendo la mano de cuando ella se aprovechó de él. Ahora no se trataba de un niño de ocho años sino de un joven de dieciocho, con todo lo que eso implica, especialmente en cuanto a virilidad. Y lo que su niño le tenía hundido en la vulva era un instrumento de dimensiones respetables, que nada le envidiaba a un hombre adulto.

La revelación, junto a sus propios recuerdos, unidos al hecho de que en esos momentos la verga de su hijo entraba y salía con energía de su vulva, fue liberando en Julia su carácter ardiente y empezó a sentirse cada vez más cómoda en esta situación y su cuerpo empezó a acoplarse poco a poco a los movimientos de Marcos, que se sintió feliz cuando sintió que su madre participaba cada vez más en el juego y llegó el momento en que los dos se movían con el mismo ímpetu, acoplándose perfectamente.

- Rico, ricoooooooooooo

Julia sintió que era una estupidez seguir ocultando lo que sentía y cuando su cuerpo perdió el control y se volvió una máquina de follar, se soltó completamente y volvió a ser la hembra ardiente y fogosa que siempre había sido.

- Siiiiiiiiii, siiiiiiiiiiiiiii

- Ricaaaa, mijitaaaaaa

- Más, másssssssss

- Toma, mamita, tomaaaaaa

- Ricooooooooooo

El cuerpo de Julia se estiró y su orgasmo estalló con fuerza, soltando un torrente de líquido seminal que se unió al semen que expelía la polla de este, y ambos, unidos, cayeron por el tronco de su Marcos, mientras los dos se movían enloquecidos, gozando de ese momento tan especial que es aquel en que todo parece estallar y que las sensaciones alcanzan un nivel supremo, donde la mente queda en blanco y el pecho parece estallar de gozo.

Los dos cuerpos desnudos, completamente agotados por el esfuerzo reciente, descansaron uno al lado del otro, mirándose con una sonrisa de satisfacción.

Julia, sin dejar de sonreír, se dio vuelta hacia su hijo y depositó un beso en su boca.

- ¿Te gustó?

- Eres increíble, mami.

- Tu también, créemelo.

Las cosas entre ellos dos no volverían a ser iguales nunca más, los dos lo sabían bien. Habían franqueado las puertas del incesto, habían incursionado en el sexo entre madre e hijo y se habían convertido en amantes. Julia y Marcos descubrieron que el sexo entre ellos era lo más increíble que habían experimentado en sus vidas. Y tenían ante sí un mundo de posibilidades para experimentar.

- Mami

- ¿Si cariño?

- Cómo llegaste a follarme cuando tenía ocho años.

- Cariño. . .

- ¿Y por qué dejaste de hacerlo?

- Te voy a hacer una confesión

- ¿Dime?

- ¿Recuerdas a Sonia?.

- Pero claro, la vecina del piso.

- Bueno, fue ella la que me dio la idea de hacerlo contigo.

- ¿En esa época?

- Si. Ella ya lo había experimentado con su hijo.

- ¿Ella con Matías?

- Creo que mejor te cuento la historia desde el principio.

- Si, por favor.

- Pero antes, dame un gusto.

- Encantado, mami.

Julia se puso en cuatro piernas, su posición preferida, e instó a Marcos a que la penetrara.

- ¿A lo perrito, mami?

- Sí, cariño. A lo perrito.

Matías tenía ante sí el exquisito culo de su madre, dos globos perfectos que llamaban a visitarlos. Pero ahora lo que ella quería era una follada normal. Y la tendría. Ya habría tiempo para otras exquisiteces que tenía en mente.

Mientras su verga entraba y salía entre las nalgas de su madre, su estómago las golpeaba fuertemente, produciendo un sonido amortiguado por los quejidos de ambos.

- Ay, que rico, mami

- Sigue, sigue, amor

- Muévete, mijita, muévete

- ¿Así, amor?

- Si, mijita, eres rica

- Mételo, mételo, amor

Julia movía su cuerpo de tal manera que sus nalgas golpeaban la ingle de Marcos, en tanto éste se agarraba de los senos de su madre para lograr una mayor penetración.

- Rica, mijita

- Empuja más fuerte, asiiiiiiiiiiiiiii

- ¿Te gusta cómo te culeo?

- Síiiiiiiiiiiii, mijitoooooooo

- Muévete, mamitaaaaaaaaaa

- Ricooooooo, mijitoooooooooo

Julia acabó copiosamente y Marcos se descargó al mismo tiempo que ella, de manera que ambos jugos cayeron por los muslos de ella, hasta formar una poza en la cama.

Cuando descansaron para recuperar fuerzas, ya que tenían bastante tiempo por delante aún, Julia empezó a contarle a su hijo su relación con Sonia, la vecina de piso, y de cómo la convenció para que se metiera en la cama de Marcos.

- Todo empezó cuando le pedí que te cuidara una noche pues tu padre y yo íbamos a una fiesta y no teníamos con quien dejarte. Ella aceptó encantada, sin imaginar en sus planes.

- No entiendo.

- Sonia me deseaba
La pasión los envolvíó y se entregaron de lleno a la lujuria de satisfacer sus apetitos con tanta energía que a ratos parecía que sucumbirían ante tanto ardor calenturiento. Después de hacerlo “a lo perrito”, como le gustaba a ambos, Julia se tumbó de espalda y pidió a su hijo que la penetrara nuevamente. Esta segunda vez fue muy diferente, ya que ella subió sus piernas y las apretó contra la espalda del joven, como si estuviera colgada de él, mientras Marcos la empalaba con energía.

- Miijitooooo, asiiiiiiiiiiii

- Tomaaaaaaaaaa

La intensidad con la que se entregaron a la cópula los llevó rápidamente a un nuevo orgasmo, tan intenso como los anteriores. Una vez repuestos, Julia quiso montar a su hijo nuevamente y se paró encima para despu{es ir bajando hasta meterse su polla completamente en la vulva, que estaba ansiosa por recibirla.

- Mami, quiero pedirte algo

- Dime, cariñito

- Quiero que te depiles la entrepierna.

- Sonia me enseñó a hacrerlo, pero hace tiempo que no lo hago.

- ¿Lo harás por mí?

- Encantada, amor, pero quiero pedirte algo a cambio.

- Dime

- Me gustan las palabras fuertes cuando hago el amor.

- Eres una perra caliente, mami

- Siiiiiiiiii, asiiiiiiiiiiiiii

- Puta, ¿te gusta el pico de tu hijo?

- Siiiiiiiiii, siiiiiiiiiiiiiii

- Mueve la zorra, puta, que quiero culiarte bien

- Mijitooooooooooooo

Empezó a moverse cada vez más rápidamente, impulsada por las fuertes expresiones de su hijo, alcanzando un orgasmo increible que terminó de agotarlos por completo, por lo que sus cuerpos abrazados quedaron tirados en la cama, respirando con dificultad para encontrar la normalidad después de tanto sexo.

Una vez que el torbellino pasional hubo amainado, cuando hubieron saciado completamente la sed de sexo que los envolvió, buscaron un lugar sombreado en el patio de la casa y madre e hijos se sentaron para conversar acerca de la confesión que ella hiciera acerca de su relación con Sonia, diez años atrás.

- En esa época me sentía ignorada por tu padre y nuestra vida sexual era casi nula, como ahora. Tenía casi treinta años y mi naturaleza ardiente estaba en su apogeo, pero él no me atendía como yo deseaba. Era una mujer en la plenitud de su fuerza sexual pero mi compañero no me comprendía y la mayoría de las veces debía contentarme con satisfacerme a solas, ya que tu padre llegaba siempre tarde y muy cansado, tal como sucede actualmente. Cariño, debido a todo ello, era una mujer muy vulnerable en esos días cuando sucedió lo de Sonia.

- ¿Y ella se aprovechó de tu situación de abandono en lo sexual?

- Sonia se percató de mi debilidad y vio en ello una oportunidad que no desaprovechó.

- Por eso mismo no comprendo que en todos estos años nunca viera nada que me hiciera pensar en esta faceta de tu carácter.

- Es que estos años los viví completamente dedicada a ti, como si lo sucedido con Sonia nunca había pasado. Mi mayor deseo era enterrar esa etapa de mi vida, te lo digo de corazón, cariño, y todos estos años me olvidé completamente de mi naturaleza erótica, que ella supo aprovechar al máximo.

- ¿Y cómo explicas lo del gasfiter?

- La cercanía de su cuerpo joven fue demasiado y sucumbí a la tentación de estar los dos solos y yo con un apetito sexual acumulado por la larga abstinencia a la que estaba sometida. Fue un momento de debilidad que no pude superar, pero te juro que en todos estos años fue la única vez que cometí una locura de este tipo, créeme hijo. La mujer fogosa que fui en un tiempo, a la que Sonia conoció tan bien, estaba enterrada, y bien enterrada. Pero, obviamente, no estaba muerta, como pudiste comprobarlo.

La tarde languidecía y las primeras sombras besaban el paisaje que les rodeaba, alargando su oscura lengua por entre los árboles. Era esa hora en que el día no se atreve a partir y la noche se muestra tímida para desplegar sus negras tules. Tomada de la mano de su hijo, Julia desgranaba los recuerdos de una etapa de su vida que había mantenido oculta al mundo y que creía cerrada para siempre.

- Pero no recuerdo que entre tú y ella haya habido algo que las delatara.

- Cariño, es que todo lo nuestro sucedió en un lapso no mayor de un año y después de ello nunca más volvimos a tener nada entre las dos.

- Pero la relación de ustedes se ve bien, no parece que se hubieran enemistado alguna vez.

- Es mejor que escuches toda la historia para que comprendas por qué no seguimos con esa relación y sin embargo continuamos siendo muy buenas amigas. Y, por favor, para que comprendas bien mi actuar en ese momento, no olvides mi situación personal en esa época, lo vulnerable que estaba, como te dije.

Marcos calló y dejó que su madre diera libertad a su confesión, sin interrumpir el hilo de la historia. Mientras ella hablaba, las imágenes empezaron a tomar forma en su mente, como si fuera una película. Vio a su madre y a Sonia, ambas diez años más jóvenes, dos muchachas veinteañeras. Y las imaginó entregadas de lleno a una pasión sin límites, como solamente dos muchachas como eran ellas en esa época podrían hacerlo. Cerró los ojos y escuchó a su madre, que pareció revivir los hechos que le contaba.

2.

Los recuerdos llevaron a Julia a esa tarde cuando le pidiera a su vecina cuidar de su hijo. Ambas sentadas en el ****** del departamento de Sonia y en el ambiente se respiraba un aire de sexualidad que se insinuaba en cada gesto o mirada de Julia. Ella no era consciente de ello, pero todo su ser exudaba una sensualidad insatisfecha que, cual los animales en celo, era como un aroma que quedaba en libertad para ser captado por quien estuviera dispuesto.

Y Sonia siempre estaba dispuesta.

- Disculpa la frescura, pero no tenía a quien acudir.

- No te preocupes, tontita. Marcos le hará compañía a Matías y puedo ocuparme de los dos al mismo tiempo sin mayor problema.

Las dos sentadas en el sofá en el departamento de Sonia, bebían un jugo. La dueña de casa no podía evitar que cada cierto tiempo sus ojos se dirigieran a las piernas de su vecina, que vestía una falda corta que realzaba sus muslos de por sí llamativos. A Julia no le pasaron desapercibidas las miradas furtivas de su vecina. No se daba cuenta, pero en sus gestos se denotaba un nerviosismo que no pasó desapercibido a su vecinita, la que supuso inmediatamente el origen de ello, ya que hacía tiempo que se había percatado de que las relaciones de Julia y su marido no eran normales y que ella se sentía desatendida.

Julia sentía el abandono de su esposo en sus obligaciones maritales y ello la traía muy sensible en lo sexual, por lo que la actitud de Sonia le produjo una sensación de nerviosismo que era como un preámbulo a la excitación. Hacía mucho tiempo que no estaba tan cerca de alguien que intentara mirar por entre sus piernas y eso la hizo sentirse deseada, una sensación que creía abandonada y un amago de excitación cubrió su cuerpo, que le nubló la vista. No le importó que fuera una mujer pues su cuerpo reaccionó igual que si fuera un varón el que tenía al lado.

Escuchó su propia voz como si viniera de lejos, mientras sus ojos se clavaban en las negras pupilas de su vecina.

- Ven mañana a tomar un te para contarte lo de la fiesta a la que voy.

Sonia le devolvió la mirada con una intensidad que no dejaba lugar a muchas dudas. Es que la invitación de Julia encerraba una segunda intención que no iba a desaprovechar.

- Encantada.

Julia se levantó, no sin antes regalarle a su vecina un último vistazo a sus muslos abiertos, que ésta admiró con mirada intensa, llena de deseo.

Al despedirse, le ofreció su mejilla de manera que el beso que su amiga le diera quedara cerca de su boca y Sonia entendió perfectamente la maniobra, poniendo sus labios en la comisura de su boca, tan cerca que se sintió culpable por la provocación, como si se estuviera aprovechando de ella. Pero la sonrisa de felicidad de su vecina le devolvió la confianza y se separaron las dos contentas del panorama que habían forjado para el día siguiente.

Julia volvió a su departamento y empezó a arreglarse para la fiesta a la que iría con su marido. Un buen rato en la ducha le hizo sentir la frescura del agua recorriendo su hermoso cuerpo, cubriendo sus hermosos y llamativos senos, su estómago firme, las suaves líneas de sus caderas y muslos, transmitiendo frescura en cada uno de los rincones que recorría. Su cuerpo se relajó y una nueva sensación de bienestar la recorrió, mientras la toalla exploraba cada una de sus formas en busca de los últimos vestigios de agua.

Frente al espejo, contempló su figura y una sonrisa se dibujó en su bello rostro, ya tenía ante los ojos era un hermoso cuerpo de mujer que estaba en la plenitud de sus formas.

Los senos, enhiestos y desafiantes, era lo primero que llamaba la atención por la redondez de sus globos. Sus caderas, bien delineadas, mostraban unas exquisitas formas que hacían pensar en un encuentro amoroso lleno de energía. Y sus muslos, tan firmes y bien formados, eran un complemento ideal a tanta belleza. Todo el cuadro era rematado por un hermoso rostro en que los labios gruesos llevaban a pensar en los placeres que podrían regalar. Sus ojos, de un negro intenso, eran el remate perfecto a un rostro en que las líneas parecían hechas a mano. Y su cabellera rubia terminaba por completar un conjunto de la que se sentía orgullosa.

No pudo evitar pensar en Sonia en esos momentos.

Aún cuando era madre de un niño de cinco años, nunca se vio llegar a ningún hombre al departamento que compartía con Sandy. Las dos muchachas parecían llevarse muy bien y no tenían otra preocupación que Matías, el hijo de Sonia. Pero ¿hombres? ninguno a la vista.

Hasta ahora Sonia se había mostrado como una vecina amable y amistosa, con la cual había logrado cierta cercanía. Por ello es que se atrevió a pedirle que cuidara a Marcos esa noche.

Pero las miradas de Sonia a sus piernas y muslos unos momentos atrás despertaron en ella un deseo dormido y la excitación ganó terreno rápidamente. Y le agradó lo que sintió al coquetear con otra mujer, en este caso una mujer hermosa, con un cuerpo exuberante, de unas formas exquisitas y que parecía muy dispuesta, como lo demostraban sus miradas y sus actitudes.

De pronto vio su rostro en el espejo y lo que vio reflejado fue una mirada ardiente, de deseo insatisfecho. Ella nunca se había planteado una relación lesbiana en su vida y ahora estaba excitada pensando en otra mujer y en las posibilidades que creía se le presentaban.

No había duda de que todo este estado de erotismo que la envolvía era producto del abandono en que se sentía, ya que su cuerpo no recibía lo que la naturaleza le pedía imperiosamente. Necesitaba sexo, pero sexo de verdad, no ese que se daba con sus propias manos a falta de algo más contundente. No podía andar mendigando sexo si ella se sabía una mujer joven, hermosa y con un cuerpo delicioso, que despertaba admiración por parte de los hombres. Ella se mantenía fiel a su pareja, pero su éste la ignoraba, sin pensar en sus necesidades. El jugaba con fuego y ella estaba por quemarse en una hoguera prohibida, que la atraía fuertemente aunque no sabía cómo sería la experiencia de entregarse a otra mujer.

Julia no era lesbiana, al menos eso creía. Pero la situación que estaba viviendo le hacía suponer que había algo en su interior que la hacía acercarse peligrosamente a Sonia como una mariposa a la luz, donde terminaría por sucumbir.

¿Le pasaría lo mismo a ella?

Suspiró hondamente y apartó estos pensamientos de su mente. Terminó de vestirse para acompañar a su marido a la fiesta, pero con el pensamiento puesto en la reunión que tendría al día siguiente con su vecina.

3.

Sonia llegó puntualmente. La recibió vestida con una falda mini que hacía resaltar las preciosas formas de sus piernas y muslos, pero su vecina no le venía en zaga, ya que también traía puesto una mini que mostraba generosamente sus piernas,en tan hermosas y bien delineadas como las que mostraba Julia.

La vecina la miró intensamente a los ojos y acercó su rostro al de Julia, depositando un beso muy pegado a los labios de esta, que se sintió feliz de la manera tan estimulante en que estaban empezando la velada. Era evidente que Sonia venía decidida a conquistarla y ella deseaba ser conquistada.

Marcos estaba en su dormitorio, jugando con Matías, y las dos mujeres pasaron un par de horas conversando mientras tomaban el te. En el ambiente había un hálito de excitación que no se decidía a manifestarse, pero que se podía respirar. Y las dos exudaban esa sensación que impregnaba el ambiente de erotismo, pero ninguna de las dos se decidía a exteriorizar lo que abrigaban en su interior.

Julia se sentía atraída por su vecina, pero no era una mujer de andar insinuándose debido a su falta de experiencia en este tipo de situaciones. Sonia debiera ser quien mostrara las cartas, pero ella tampoco se atrevía, ya que no quería exponerse a un rechazo frontal debido a una interpretación equivocada de las señales que había creído recibir. Ambas se deseaban, pero ninguna de las dos tomaba la decisión que precipitara los hechos, por temor al rechazo si no interpretaban adecuadamente las señales.

Se sentaron en el ****** a tomarse un licor y seguir la charla, que ahora estaba centrada en los hijos de ambas. Nuevamente las miradas de Sonia se dirigieron a sus piernas. Julia sintió una corriente nerviosa recorrer su cuerpo y sus piernas poco a poco se fueron abriendo, de manera que el espectáculo que se ofrecía a su vecina era ahora mucho más atrayente, dejando a la vista de Sonia la blancura de sus muslos al final de las medias negras. Y no se equivocó, pues vio el deseo reflejado en la mirada de Sonia, lo que hizo que un escalofrío recorriera su espina dorsal y una ráfaga de excitación cubrió su cuerpo, que le nubló la vista.

Un pensamiento la alarmó: ¿había llegado demasiado lejos? Pensó que tal vez había arruinado el momento, pero el rostro de Sonia reflejaba un rictus de ansiedad que le decía lo contrario, que su movimiento había sido el adecuado. Y se sintió muy a gusto con las miradas de Sonia a sus piernas. Pero en lugar de atreverse a dar un paso más adelante en este juego de seducción, la vecina dio por terminada la velada.

- Bueno, Julia, gracias por el té, pero Sandy está por llegar.

Julia se levantó, no sin antes regalarle a su vecina un último vistazo a sus muslos abiertos, que esta aprovechó de recorrer con una mirada intensa, llena de deseo. Quedaron paradas frente a frente, mirándose fijamente a los ojos, esperando el movimiento siguiente. Y fue Sonia la que hizo la jugada que faltaba y que ambas deseaban: se acercó a Julia y le tomó el rostro, que acercó al suyo y depositó sus labios en los de ella. Esta recibió el beso y apretó su rostro al de su vecina, con lo que la pasión se apoderó de ambas y sus lenguas salieron en busca de la boca que se abría esperando la invasión. Fue un juego erótico en que parecían fundirse en ese beso que hablaba de pasiones reprimidas y fuego intenso que deseaban apagar.

Una mano de Sonia se apoderó de uno de los senos de Julia y ésta, para no ser menos, hizo lo propio con uno de los de su vecina, cuyos quejidos en su oreja hablaban a las claras del estado de excitación que la dominaba. Y Julia estaba desatada también, por lo que sus grititos apagados a la oreja de su vecina se unieron a los de su acompañante. Pero no podían expresar a viva voz sus sentimientos y debieron separarse para evitar ser sorprendidas por los niños.

- Sonia, soy muy infeliz en mi matrimonio. Yo . . .

Sonia puso un dedo en los labios de Julia y los selló.

- Tranquila, cariño, te comprendo muy bien. En serio, te comprendo perfectamente.

- Me gustó lo que hicimos.

- Mañana voy a estar sola en el departamento. Te espero

- Me gustaría ir, pero yo nunca antes . .

- Sí, lo sé. Déjate llevar y no te arrepentirás.

- Así como lo dices, te digo bueno.

- Una sola cosa te pido: debes estar dispuesta a todo.

- Me asustas, Sonia.

- Tranquila, debes confiar completamente en mí si quieres vivir algo inolvidable.

- Yo . . .

- Si no estás dispuesta a todo, entonces dejemos esto hasta aquí.

Era el todo o nada. Y Sonia sabía que su jugada era ganadora, pues había puesto ante los ojos de Julia un paisaje atrayente de posibilidades que este, , curiosa como toda mujer, desearía explorar y descubrir sus secretos.

- Sonia . . .

- ¿Si?

- Mañana estaré en tu departamento. Te lo prometo.

- ¿Dispuesta a todo conmigo?

- Sí. Dispuesta a todo.

Se fundieron en un nuevo abrazo y se repitió el beso apasionado, con sus lenguas pugnando por ganar la batalla que emprendieron una contra la otra. Una mano de Sonia bajó, se metió por debajo de la mini de Julia y empezó a subir.

En ese momento sintieron abrirse la puerta del dormitorio de Marcos y se separaron apresuradamente. Sonia, intentando disimular la situación en que casi fueron sorprendidas, actuó como si hubieran estado despidiéndose y el beso era uno habitual entre dos mujeres. Tomó a Matías de la mano.

- Bueno, Matías, despídete que nos vamos. Mañana debes ir donde tus abuelitos.

Partieron, no sin antes que Sonia dirigiera una última mirada a su vecina, llena de intensidad. Julia se quedó sumida en los mismos pensamientos.

Con un suspiro se fue a la cocina a preparar la cena.

¡Faltaba tanto para el día de mañana!
 

draco22

Pajillero
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buenisimo y excitante se viene lo mejor muy caliente
 
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