Su Gran Secreto - Capítulos 01 al 03

heranlu

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Su Gran Secreto - Capítulo 01


Tengo treinta y cuatro años de edad y disfruto mucho la vida que llevo. No es muy lujosa pero no me puedo quejar. Tengo todo lo que necesito y de vez en cuando me doy pequeños placeres culposos. Me considero una mujer muy activa sexualmente y de mente muy abierta. En la cama siempre he sido de las mujeres que les gusta complacer a su pareja y llevar el placer al extremo, incluso si eso involucra cumplir fantasías perversas de mis parejas. Actualmente soy divorciada pero nunca estoy sola. Siempre he tenido una naturaleza algo salvaje con lo que respecta al ámbito sexual. Físicamente soy una mujer no muy alta. Mi cuerpo es muy voluminoso, no soy gorda pero tampoco estoy en los huesos. Mis pechos son muy grandes desde la pubertad. Actualmente uso copa 42 doble d y mi trasero es igual de prominente. Disfruto mucho usar escotes y tangas para provocar las miradas de los hombres. Como a cualquier mujer me encanta sentirme deseada. Mi primera vez fue a los quince años de edad y desde ese entonces nunca he parado de experimentar. Descubrir el sexo a tan temprana edad me llevo a gozar de experiencias que fueron indescriptibles y que con la creación de este perfil tengo la intención de contarles y poder desahogar un poco esa pesada carga que llevo al no poder contarlas.
Mi historia empieza con mi hijo José. Él es un chico muy apuesto, es universitario y juega futbol americano en su facultad. Siempre ha tenido muy buenas notas y es muy cariñoso y atento conmigo. Siempre está buscando la manera de ayudarme y hacerme sentir bien. En ocasiones me hace cumplidos acerca de mi aspecto físico como: "ese escote te luce genial" o "esos jeans te lucen muy bien". Yo siempre premio cada uno de sus cumplidos con un besito en la boca. Para muchos es algo raro ver a una madre besar en la boca a su hijo pero, para mí siempre ha sido algo muy natural. Un día estando en el trabajo recibí una llamada de la universidad de mi hijo.
-¿Hablo con la señora Julia?
-Soy yo ¿que se le ofrece?
-Hablamos de parte de su hijo José.
-¿Le paso algo a mi hijo?
-Tuvo una caída muy fuerte y se fracturo ambos brazos, ahora está en el hospital San Marcos.
-Muchas gracias, enseguida voy para el hospital.
Conduje lo más rápido que pude y mi corazón se quería salir de mi pecho. Llegué al hospital y me dijeron que su padre ya había llegado y que el mismo había firmado los papeles para la cirugía. Al parecer uno de sus brazos se fracturo en varias partes e iba a necesitar algunos tornillos. La cirugía demoró un par de horas y pronto lo pasaron a cuarto. Yo estuve con él hasta que despertó. Tomaba su mano y lo besaba por toda su carita. Qué bueno que ya estas despierto mi bebé -dije-. No te preocupes tu mamita te va a cuidar muy bien, voy a hacer que no te falte nada -dije-. Estoy bien ma, solo fue una tonta caída no es nada. ¿Cómo que nada? te rompiste ambos brazos José -dije con preocupación-. Está bien voy a tratar de no esforzarme mucho y que me consientas entonces, pero ya no te preocupes más por favor -dijo-. Bueno, cuando te den de alta te llevaré a casa donde podre cuidarte mejor -dije.
Cuando llegó a casa estaba muy cansado. Las píldoras para el dolor lo tenían algo mareado y las enfermeras le daban solo baños de esponja lo que lo tenía con un olor algo peculiar. Lo primero que le dije fue -hay que darte un baño-. Entramos a la casa y yo cambié mi ropa del trabajo por algo más cómodo. Me puse una blusa de tirantes y unos shorts algo pequeño para andar en la casa ya que en la zona norte de México siempre hace mucho calor. Mi hijo se mostraba renuente a querer desnudarse ante su madre pero pues al final no le quedó más remedio que hacerlo.
-Muy bien mi amor déjame ponerte estas bolsas especiales en tus brazos para que no te entre agua.
-Oye ma, podrías cerrar los ojos mientras me bañas no quiero que me veas así desnudo.
-No seas tontito no puedo bañarte bien si tengo los ojos cerrados.
-Pero es que me da vergüenza ma.
-Te vi miles de veces cuando estaban chico, ¿qué tanto pudiste haber cambiado? déjame bajarte esto para que puedas meterte a bañar.
Me puse de rodillas y desabroche su cinturón. Desabroché el botón de sus jeans y bajé el zipper de su pantalón. Lo tome de la cintura y lo bajé hasta el piso. El quedo solamente en unos boxers que le gustaba usar algo ajustados. No lo veía en ropa interior desde que tenía cinco años y la verdad había cambiado mucho. Lo que había debajo de esos boxers ya no era el pene de un niño pequeño, era la verga de un hombre y por la dimensión que se hacía notar a través de la tela era una imponente. Yo sonreí un poco y la curiosidad me invadió. Quería ver que tan grande había crecido mi muchachito desde que nos bañábamos juntos cuando tenía cinco años. Cuando bajé su boxer quedo ante mí una verga grande en su estado flácido, algo gorda y con un glande reluciente. Tenía el vello muy bien recortado y los testículos bien afeitados.
-¡Vaya que mi muchachito creció bastante!
-Ma, por eso no quería que me bañaras, no quiero que te burles de mi como mis compañeros de equipo.
-¿Y cómo alguien podría burlarse de ti, teniendo tan bonito pene mi amor? Es pura envidia, ya quisieran estar como mi muchachote.
-Pues se burlan de mí, me apodaron el caballo.
-Pues tu lleva ese apodo con orgullo amor, y si te preguntar porque es tu diles.
Lo tome de la mano y lo lleve al baño. Yo me quité mis shorts y mi blusa dejando al aire mis grandes pechos y mi trasero. Él se me quedo viendo y me dijo -va a ser como cuando nos bañábamos juntos ma-. Bueno un poco, aunque en ese entonces lo hacíamos ambos totalmente desnudos -dije. Me metí a la regadera con él y lo senté en una silla grande de plástico. Frote un poco de jabón en una esponja y logre hacer mucha espuma. Comencé a frotarlo por su pecho tan definido y musculoso, algo en mí se sentía diferente. De pronto vi a mi hijo como hombre. Su cuerpo marcado y grande ya no me era indiferente. Yo sin parar de frotarlo me imaginaba que haría con el si no fuera de mi sangre. Termine de enjabonarlo por su pecho, abdomen, espalda y piernas, solo me restaban los glúteos y sus genitales. Le pedí que se levantara y me puse detrás de él. Que pompudo estas amor no te había visto bien -dije mientras sonreía. Ma, no digas esas cosas me avergüenzas -dijo con su rostro con un color rojizo-. Lo frote con la esponja y luego me porte algo traviesa y frote duro sus glúteos con mis manos. Él se incomodó mucho pero no dijo nada. Yo estaba muy excitada y mi hijo me dijo -ya ma, detente-. Lo voltee y pude ver el porqué de tan exaltada reacción. Mi hijo se había excitado con el masaje tan sexy que le había dado en los glúteos y estaba muy apenado. Su pene estaba por completo erecto, las venas se dejaban ver a través de la piel de su pene formando protuberancias lineales como si fueran caminos caprichosos. Sus testículos se veían rebosantes y con restos de espuma del jabón.
-No te preocupes amor, es algo natural.
-Perdóname ma, es que hace mucho que no me desahogo.
-Me imagino amor, pero hay que lavarte ahí también no puede quedarse sucio.
-Está bien ma, pero no tardes mucho.
-Tú relájate.
Me puse de rodillas y puse la esponja alrededor de su verga tan gigantesca y comencé a frotarlo con el jabón, víctima de la lujuria que aquel pene provocaba perdí el control. Lo frote cada vez con más rapidez y violencia. El solo cerraba sus ojos. Hasta que después de un par de minutos su verga soltó lo que fue el mayor orgasmo que he visto el cual impacto en mi cara. Chorros y chorros de semen cayeron en mi cara. Mi hijo jadeaba de placer y cuando se dio cuenta de lo acontecido me pidió perdón mil veces. Yo limpie el semen de mi cara con mis dedos y lo lleve a mi boca para probarlo. Sabes muy rico mi amor no te apures -dije-. Cada vez que tengas necesidad de desahogarte solo dile a mamita y yo te liberare esa tensión amor, ahora espérame que tengo que quitarme esta lechita de encima -dije-. Me quite el bra y mi tanga y quede completamente desnuda ante sus ojos. Espérate ahí sentado mi amor mientras me baño. Abrí la ducha y me enjabone sensualmente enfrente de él. Mi hijo tuvo una segunda erección y yo lo veía con morbo, parece que ese grandulón necesita desahogarse un poco más, me puse de rodillas enfrente de él y abrí mi boca

Él se levantó bruscamente de la silla y grito -¡ya basta! Somos madre e hijo, no podemos hacer esto-. Sécame el cuerpo y déjame salir -dijo con un enrojecimiento en su rostro pero en esta ocasión era de un profundo enfado-. Yo me cubrí con una toalla que por el tamaño tan pequeño a duras penas y podía retener mi anatomía. Después lo sequé a él sin enfocarme mucho en sus genitales. Estaba bastante molesto y al parecer no quería dirigirme de nuevo la palabra. Lo lleve a su habitación y le ayude a vestirse, ahí aproveche para de nuevo tocar su pene mientras lo metía en su ajustado bóxer. El no menciono ni una sola palabra, yo salí del cuarto para así dejarlo un tiempo a solas y que pasara su enojo.

Tal vez había ido muy lejos, una madre no debería realizar ese tipo de actos sexuales con su hijo pero... el deseo que había despertado en mi era tan intenso que prácticamente era imposible de sobrellevar. Las dimensiones enormes de su verga hacían temblar a mi vagina. Tenía años que no me topaba con una verga así de descomunal y mi vagina me gritaba que lo deseaba, pero eso era imposible era mi hijo y ahora parecía que me odiaba por lo que paso. El día siguiente se fue a la universidad. Llevó su teléfono celular para grabar todo lo que se decía en clase y así no tener que apuntar nada. Yo le di un beso grande cuando se fue y le dije-te amo-. El no dijo nada y salió de la casa. Yo estaba muy preocupada por haber podido arruinar la bonita relación que tenía con mi hijo. Haber eso hecho fue un error terrible y tal vez la fractura en nuestra conexión emocional era irreparable.

Por la tarde llego con unos amigos de la facultad. Jugadores de futbol que aprovechaban cualquier momento a solas conmigo como cruzarnos en un pasillo mientras iban al baño para tratar de seducirme. Muchos eran muy atractivos pero no me llamaban la atención los chicos tan jóvenes. El más atrevido de todos era Jorge un chico con mucho dinero. Arrogante y patán como ninguno, trataba en cualquier oportunidad que tenía de convencerme para llevarme a la cama. Se acercó a la cocina mientras los demás veían el partido para platicar conmigo. Yo para tratar de no ser grosera le seguí la corriente.

-Hola Julia como estas, no es pregunta, estas deliciosa.

-Hola Jorge, gracias... supongo.

-Oye, cuando me vas a decir que sí.

-¿Si a qué?

-Pues a salir a algún lado para conocernos más, al cine tal vez o a cenar.

-No creo que se dé nunca Jorgito.

-No me trates como un niño, podría darte una gran sorpresa.

-Lo dudo mucho cariño, ahora si me disculpas tengo cosas que hacer.

-Bien, como quieras.

Me puse a cambiar las sabanas de las habitaciones de la segunda planta así ya no tendría mas encuentros fortuitos con Jorge o cualquiera de los amigos de mi hijo. Más tarde se fueron y mi hijo estaba algo adormecido. Miguel un amigo desde la infancia de mi hijo que estuvo en esa reunión me dijo que había tomado un poco, a pesar de que él le había aconsejado que no lo hiciera. Yo le agradecí por haberme contado la verdad y se fue cerrando la puerta detrás de él. Mi hijo había quedado completamente inconsciente por la combinación de pastillas para el dolor y alcohol que yacía desmayado inmóvil y roncando como un león en el sillón. Yo fui a la segunda planta por su ropa para dormir y comencé a desvestirlo con mucho cuidado de no lastimarlo. Quite su playera muy despacio y con cautela para no lastimar sus brazos, el no daba ni la más mínima reacción de despertar así que yo seguí con lo mío. Después abrí el botón de sus janes y baje el zipper. El olor a hombre que emanaba de entre su ingle me perturbo de nuevo. Tome rápido sus pantalones y los fui bajando despacio para no despertarlo. La excitación en mi creció y me encontraba de nuevo frente a aquel monumento a los penes enormes.

Quite su ropa interior solo hasta sus rodillas y lo vi de nuevo. Majestuoso, grueso e imponente. La bestia salvaje dormía en una almohada de piernas. Así que para enfrentarme a aquel monstruo decidí despertarlo. Lo tome en mi mano la cual no podía rodearlo por completo debido al grosor. Comencé a frotarlo de arriba a abajo. Aquella bestial polla dio sus primeros signos de vida ensanchándose aún más. Yo me saboreaba como si fuera el manjar más delicioso de este mundo. Con cada fricción de mi mano en su delicada piel, hacía que creciera aún más. Pronto tomo las mismas dimensiones que la situación ocurrida en la regadera. El calor en mi cuerpo era insoportable. Me quite toda la ropa y seguí masturbándolo. El no despertaba estaba completamente en k.o. Yo pensé en que esta era mi oportunidad y me acerque a él. Frote con mi mano su marcado abdomen e incline de nuevo mi cabeza. Esta vez mi lengua hizo contacto por primera vez con su gran glande y la sensación fue sobrecogedora. Mi mente daba vueltas abrumada por todos os sentidos el olor, el sabor, el placer. Me convertí en una prostituta y comencé a mamárselo como tal. Mi lengua recorría cada centímetro de aquel gran pedazo de carne. El sabor a orina y sudor estaba por todos lados. Él se limitaba solo a gemir un poco pero permanecía dormido. Yo aproveche y seguí disfrutando de aquel dulce manjar. Mi lengua se volvió una exploradora en aquel terreno desconocido para mí. Pronto hizo suyo cada parte de aquel gran territorio llenándolo de saliva y haciéndolo gozar. Decidí llevarlo al siguiente nivel y de golpe lo metí hasta mi garganta. No me cupo todo por el tamaño y tuve que arquearme en mi primer intento. La saliva que se acumuló en mi boca era demasiada debido a eso y la escupí toda encima de su polla. Lo masturbe de nuevo y recuperada comencé a entregarle mi garganta esta vez llegue mucho más lejos. Seguí dándole placer no resistió mucho un gemido de placer se escuchó muy despacio y una avalancha de semen salió de su polla. Los grumos eran evidentes. Tanto, que podía sentirlos. Su leche era tan espesa y abundante que me sobrepaso. Me ahogo un poco y mucha se escapó de mi boca tosiéndola, cayendo sobre su estómago. Bebí la que tenía en mi boca saboreándola y no dejando ni una gota fuera. Quite la que restaba en mi comisura de los labios con mis dedos y lo chupe como el dulce más delicioso. El sabor era exquisito. Mi hijo estaba bañado en su propio semen y yo no lo podía dejar así. Mi lengua casi poseída comenzó a recorrer su cuerpo limpiando aquel dulce elixir sin dejar rastro de él. Mi excitación creció aún más y mi vagina estaba completamente mojada. Me subí con cuidado al sillón y dije -perdóname hijo, pero esta noche tienes que ser mío. Puse su gran polla justo en la entrada de mi vagina y descendí a un placentero dolor mi cuerpo se arqueo y comencé a montarlo como a un potro salvaje, no pasaron ni 5 segundos y mi hijo despertó

Mi hijo había despertado con algo de desconcierto en su mirada. Aun no sabía bien lo que estaba pasando y su cuerpo no reaccionaba muy bien debido a los medicamentos y el alcohol. Yo, sin tomarle importancia a lo que él podría decir seguí montándolo. Su polla estaba dura como una piedra y yo estaba húmeda como un rio. Mi cuerpo tenia cada centímetro de piel erizada y mis labios vaginales le daban a mi hijo la bienvenida de nuevo, al lugar que lo vio nacer abrazando fuertemente a su polla. El abrió los ojos poco a poco pero en su rostro se notaba que aún estaba muy medicado y ebrio como para poder razonar coherentemente.

−¿Mama que estás haciendo?

−Shh cariño, todo está bien.

−¿Por qué estas desnuda?

−Esto no es más que otro de tus sueños mi amor

−Si eso debe ser, debe ser ese sueño en el que trato a mi madre como a una puta. –dijo para sí mismo.

−Oh enserio. ¿Eso crees que soy?

−Siempre he sabido que te acuestas con muchos hombres mama, que te encantan los negros, aún recuerdo cuando de niño, traías hombres a la casa y yo te espiaba en la noche a través de la puerta mientras ellos te hacían gemir como lo que eres una puta barata.

−¿Pero qué dijiste, como te atreves?

−Siempre te lo he querido decir pero nunca me he atrevido a hacerlo. Creo que solo tengo el valor para hacerlo aquí, en mis sueños.

−Bájate a la mierda de mi verga, ramera. Ponte en cuatro.

Podía ver en su rostro que sus pupilas aún estaban dilatadas, el efecto de las drogas no había pasado y por la falta de fluidez en su forma de hablar, podía notar que aún estaba borracho. Pero no podía soportar que mi hijo me tratara de esa manera. Además no quería que la primera vez que lo hiciéramos me tratara como la peor de las putas. Tome mi ropa y me vestí. Vuelve a soñar en otra cosa amor, no habrá ramera esta vez –dije. Él se quedó dormido de nuevo antes de poder mencionar una palabra y yo le ayude a vestirse, poniendo de nuevo su ropa interior.

Al día siguiente lo levante para bañarlo. El trato de no pasar por lo mismo pero era imposible su pene estaba erecto de nuevo. Yo le dije –no quiero estar lavando tanta ropa y haciendo más esfuerzos así que es mejor si nos bañamos juntos−. Me quite mi falda blanca abriéndola con el zipper lateral y bajándola con mucho esfuerzo ya que; por el volumen de mi trasero era difícil de subir por lo tanto; igual de difícil al bajar. Cuando por fin pude lograr tan titánica acción mi trasero quedo al aire, lucía una tanga roja con un poco de encaje y de un tamaño muy pequeño. El cual la mayor parte se escondía entre mis grandes y gordos glúteos. Podía ver de reojo a mi hijo observándome pero no dije absolutamente nada. Después quite mi blusa dejando por completo al aire mis gigantescos senos. Mis pezones estaban tan excitados que apuntaban a mi hijo como si mi cuerpo por si solo expresara que era lo que realmente deseaba. Baje mi tanga de espaldas a el para dejarle ver por completo mi ano y mi vagina abierta provocándole. Pude notar que después de tan erótico panorama su pene estaba goteando ese dulce líquido con sabor a gloria que tanto deseaba, su pre eyaculación. De nuevo no dije nada y tome la esponja con el jabón y empecé a enjabonarlo. La regadera estaba encendida y el agua caía en mi cabeza recorriendo mi cabello y descendiendo por mis pechos al suelo. El agua estaba caliente y hacia acrecentar mi excitación. Mi hijo aún tenía su pene muy erecto y trataba de evitarme con la mirada. Yo termine de enjabonar aquel cuerpo atlético terminando en sus glúteos firmes y duros metí la esponja entre aquel par de rocas y enjabone el canal entre ellas. Después lo metí al agua y removí todo ese jabón. Él no decía ni una sola palabra, permanecía mudo.

−Ahora te voy a lavar el cabello.

−Está bien

−Cierra tus ojos.

−Ok. Oye…

−¿Qué ocurre, te entro champo en los ojos?

−No, no es eso.

−¿Entonces, qué es?

−Eh, puedes ayudarme a desahogarme de nuevo.

−Bueno lo he estado pensando mucho y tienes razón. No deberíamos hacer eso. Somos madre e hijo y no está bien.

−Pero…

−Pero nada, eso es lo que decidí y es lo que haremos.

Limpie su pene muy rápido, solo unas cuantas pasadas con la esponja y lo enjuague con un poco de agua. Lo seque rápidamente y ayude para que se vistiera. Durante todo el tiempo pude ver una expresión de molestia dibujada en su rostro pero no le di más importancia. Así estuvimos prácticamente por más de una semana. Nada sexual y él se había distanciado aún más de mí.

Un viernes por la noche invito a su amigo Jorge a ver un partido de futbol soccer. La verdad no me agradaba mucho ese chico pero podía notar que tenía experiencia con las mujeres. Era apuesto, de buen cuerpo y con una energía sexual muy fuerte. Me gustaba provocarlo porque al final del día siempre se iba sin nada y eso me hacía carcajearme de la risa. Esa noche me vestí un poco más provocativa que de costumbre, porque sabía que venía y quería jugar un poco con él. Me puse un vestido amarillo que tengo con un escote enorme y un bra blanco. Muchos ya deben haberlo visto en mi blog. No llevaba tanga así que mi trasero se meneaba y brincaba de un lado a otro cada vez que caminaba rozando mi piel con aquella suave tela. Mi hijo parecía molesto por algo pero no podía notar que era. Jorge no podía quitar los ojos de mi escote al igual que mi hijo. Estuvimos viendo el partido hasta que llego el medio tiempo. Yo me levante a prepararles algunas botanas y a lo lejos les escuche hablar.

−Tu madre es una delicia hermano.

−Cállate idiota.

−Es enserio, no sabes lo que daría por salir con una mujer así.

−Nunca saldría con un pendejo como tú.

−Eso dices tu hermano, pero que crees que diga ella.

−Pierdes tu tiempo imbécil, ella solo sale con negros.

−¿Qué, es enserio?

−Si.

−¿Y por qué?

−¿Tú por qué crees idiota?

−No lo sé.

−Le gustan las pollas grandes.

−Wow tu madre sí que debe ser una veterana en la cama.

−Ya deja de hablar de mi madre si no quieres que te dé con estos tornillos que traigo en el brazo en la cabeza.

−Ok, No te enfades.

−Sería inútil para ti, te he visto en las duchas Gorgue y eres muy pequeño –dijo José mientras se echaba a reír.

−No es pequeño solo que comparado con el tuyo se ve así, tu eres un puto caballo –dijo gorgue mientras ambos reían sin control.

Gorgue ya estaba algo tomado cuando termino el partido así que; le dije que llamara a casa para que avisara que se quedaría a dormir pero me respondió que en su casa no había nadie, todos habían salido de viaje. Muy bien entonces te preparare la habitación de huéspedes −dije−.Ello siguieron charlando en la sala, mientras yo preparaba la habitación que se encontraba en la primera planta. Gorgue ya ni siquiera podía hablar bien de lo borracho que estaba y yo veía una posible oportunidad de dejar salir algo de la pasión acumulada que llevaba en mi interior en aquel joven cuerpo. Mi hijo no podía cargarlo, yo fui con él y lo ayude a llegar a la habitación. Yo aún no tengo sueño, me voy a quedar viendo tele un rato en la sala −dijo−. Yo lleve a Jorgito a su cuarto y lo ayude a quitarse el pantalón. Tenía una pequeña erección que se notaba en su bóxer tan ajustado. Muchas gracias por acostarme señora, pero sería mejor si se acostara junto a mí −dijo−. Cuidado mi amor, tal vez lo haga respondí. Sorprendí a aquel muchacho quitándome el vestido levantándolo por encima de mis hombros y quedando en ropa interior. Él se quedó mudo e inmóvil.

−Te gusto Jorge.

−Sí, mucho señora.

−¿Te gustaría que abusara de ti? –Pregunte mientras me reía levemente.

−Si.

−Bueno pues ayúdame a quitarte toda la ropa.

Como alma que lleva el diablo se quitó toda su ropa y se recostó en la cama. Sus ojos se entrecerraban por el peso de aquel alcohol que había ingerido y yo trataba de mantenerlo despierto. Me puse cerca de sus testículos y se los comencé a chupar mientras le picaba el ano. El gimió fuerte y me dijo –eso dolió−. Pues no te quedes dormido corazón –respondí.

Su ropa interior tenia manchas blancas por todos lados y sus testículos tenían ese aroma a semen seco. ¿Te estuviste masturbando todo el día amor? –pregunté mientras pasaba mi lengua por todo su pene−. Bueno es que usted siempre ha sido, ha sido mí, mi fantasía –dijo con voz entrecortada−. Yo lo comencé a chupar intensamente y el solo se limitaba a quedarse callado gimiendo muy levemente, podía notar que tenía experiencia cuando le daba mi garganta intermitentemente y el no eyaculaba. Tenía muy buena estamina así que decidí tomar una prueba de manejo. Me monte encima de él y mis caderas hicieron lo suyo. El solo me tomaba de mi cintura y me veía ir y venir en un frenético movimiento adelante y atrás, circular e incluso saltando encima de él. Yo tomaba mis pechos y los chupaba mientras montaba aquella viril y juvenil polla. No podía ni remotamente compararse con mi hijo pero era una buena polla. Gemía muy fuerte intencionalmente para que mi hijo que estaba en la sala me escuchara. Quería que viera de lo que se había perdido por despreciarme y supiera lo que podía hacer una verdadera hembra en la cama. Jorge hacia hasta lo imposible por no venirse. Yo seguía montando, gimiendo incluso gritando. Cógeme como a una perra−dije mientras mordía mis pezones. Entonces fue cuando lo vi. Mi hijo en la puerta de aquella gran habitación, mirando hacia nosotros. No podía creerlo, trate de no mirarlo fijamente y seguí como si no me hubiera dado cuenta. Mi hijo había sacado su polla monstruosa y se masturbaba intensamente. El saber que mi hijo me miraba fornicar como una hembra salvaje me excitaba aún más. Me saque el pene de Jorge y me lo apunte al ano. Hay que hacerlo seguro amor, no queremos un embarazo. Me monte en él y sentí como mi ano le daba la entrada. Yo me movía como una puta y Jorge no tardo en sucumbir al encanto de mi ano con un intenso orgasmo. ¡Dios mío! –grito intensamente−. Mientras yo recibía aquella joven semilla en mi culo y gemía fingiendo un orgasmo para que no se sintiera mal. Eso estuvo muy rico amor pero, ya es hora de dormir –dije mientras lo tapaba con una cobija y me ponía mi ropa−. ¿Te gusto como te viole hoy amor? –pregunté con un tono humorístico−. El solo asintió con la cabeza. Bueno de ti depende que se repita, solo se bueno con mi hijo y no cojas con nadie más, de ahora en adelante este pene me pertenece −dije−. El asintió de nuevo y se quedó dormido. Cuando me gire hacia la puerta mi hijo ya no estaba así que; me imagine que se haya ido. Salí de la habitación de gorgue y la televisión y las luces de la sala se encontraban apagados en su totalidad. Yo supuse que había ido a su habitación a terminar lo que había comenzado y yo hice lo mismo. La verdad el sexo con Jorge había sido poco satisfactorio y me había dejado con ganas de más. Esa noche me quite toda la ropa y dormí desnuda completamente. Hacía mucho calor y mi fiebre sexual no ayudaba mucho. Después de un par de horas caí rendida. Por la madrugada dormía plácidamente hasta que un pequeño movimiento me despertó. Era un ligero movimiento en mi cama. Trate de girarme pero algo me lo impidió. El brazo con tornillos de mi hijo estaba en mi espalda.

−¿Crees que puedes provocarme con tu cuerpo y luego rechazarme y cogerte a el imbécil de gorgue, perdón cogerte no, violarlo, así lo dijiste no?

−Tú me rechazaste a mí, ¿qué no te acuerdas?

−Eso fue antes, pero no te preocupes, yo te voy a dar lo que ese pendejo no pudo, una verga de un verdadero hombre.

−Quítate de encima.

−Esto es lo que deseabas desde un principio no, hablabas de violación, te voy a mostrar que es una violación.

José puso su otro yeso en mi cabeza y con fuerza empujo mi cara contra la almohada. Su cuerpo estaba encima del mío, podía sentir su abdomen rozar mi trasero. Sentí como se acomodó y su pene humedecido por su pre eyaculación se aproximó peligrosamente a mi ano. José ni se te ocurra –dije con voz enérgica pero incapaz de poder hacer algo por detenerlo. Él se acercó a mi oído y susurro en el −esto es una violación, mientras metía con fuerza y de golpe su polla bestial en mi ano sin misericordia alguna. Yo grite de dolor y una lágrima provocada por el mismo broto de mis ojos. Esta noche va a ser muy larga así que prepárate mama –dijo José




Continuará
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Su Gran Secreto - Capítulo 02


Prepárate porque esta noche vas a sentir lo que es una verdadera polla -dijo José mientras introducía aquel miembro lleno de sus lubricantes a la fuerza por mi ano. La polla de poco tamaño de Jorge no había ayudado mucho para que mi ano estuviera más dilatado así que la diferencia fue realmente notoria de inmediato. Así te gusta verdad -dijo José con voz jadeante-. Chingas a tu madre José, me duele bastante, quítate ya de encima cabrón-dije totalmente furiosa y muy adolorida-. No me importa lo que pienses tu cuerpo es mío y no de ese pendejo -dijo José-. Me presiono aun con más fuerza la cabeza con su otra férula y comenzó a cogerme mediante embestidas brutales y salvajes. Cada embestida suya era un torrente de dolor que dejaba mi colon ardiendo y forzado a rendirse y dilatarse ante semejante monstruo que, con violencia y bestialidad, destrozaba todo a su paso por aquel pequeño orificio. Yo gemía, pero lo hacía por el dolor como cuando nosotras gemimos para ayudar a que el dolor de parto sea más llevadero. Mi hijo resoplaba y seguía con sus embestidas frenéticas. Mis ojos estaban en blanco y mi cuerpo se llenaba de sudor debido a la noche tan cálida en la que nos encontrábamos. Mi espíritu se había dado enteramente por vencido y mi cuerpo le pertenecía por completo a él. Yo solo gritaba y gruñía con cada penetración de mi hijo a mi ano. No mostraba ni el más pequeño ápice de misericordia.

-Esto es para que entiendas, quien es el que manda en esta casa.

-Yo no quería que llegáramos a esto, para por favor José, así no.

-¿Así no? será como yo lo quiera.

-Te lo pido por favor.

-Cállate y gózalo, te he visto coger durante años y se lo que te gusta. Te encanta que te traten como una puta y eso es lo que hare.

-Quítate ya, no quiero lastimarte por favor.

-Hazlo si eso deseas, será bajo tu propio riesgo, puede que mis brazos sufran aún más daño.

-Por eso no quiero quitarte yo, si te deseo pero no así mi amor.

-¿Entonces cómo?

-Te quiero con amor, que seas tierno.

-Tú tomaste ventaja de la situación la primera vez. Con esto estaremos a mano.

Me aplasto la cabeza con los codos y una oleada de embestidas arribo a mi ano, una tras otra destrozaba cada rincón de mi interior, yo no podía evitar el sentirme mojada, ser violada me estaba excitando y mi hijo seguía sin darse cuenta. Lo único que le importaba era llegar a la plena satisfacción por su cuenta. Su resistencia era tremenda. Yo trate de cerrar mi ano y prohibir la entrada pero solo fue peor. Utilizo más fuerza y entro aun con más poder. Yo grite de nuevo en un intento desesperado de amedrentar un poco el dolor. Si así me gusta que lo sientas entero, todo hasta el fondo -dijo resoplando de lujuria-.

-Ya estoy muy cerca, prepárate.

-Vente afuera por favor

-Tú no me vas a decir que hacer.

-Te lo ruego me vas a romper toda.

-Cállate el pinche hocico ma, tómala toda.

Gruño con fuerza y el bombeo en su verga comenzó a dejar fluir una descarga espesa y caliente de esa leche que como combustible llenaba mi tanque por completo. Ya Por favor mi amor no más, te lo ruego -dije mientras el sacaba su pene de mi ano goteando con su espeso y blanquecino semen-.Apenas estamos comenzando mamita, no me renuncies ahorita -dijo riéndose. Mira, esta vez fue por lo del pendejo de Jorge, estaba muy molesto por eso pero ya me desahogue -dijo-. Ahora seré un poco más atento contigo y te tratare un poco mejor. Me Puse boca arriba y el dejo caer todo su peso sobre mí. Su cuerpo firme lo sentí encima del mío, su piel tocaba la mía sintiendo su calidez. Lo duro de su abdomen se encontraba con la flacidez del mío y sus duros y enormes pectorales con mis grandes y voluminosos pechos apretándolos al contacto. Me beso introduciendo su gran lengua húmeda y pasional en mi boca. Mi piel se erizo como si una corriente eléctrica la recorriera de rincón a rincón. Su polla aún estaba bañada en su semen pero ya estaba erecto de nuevo. Ábreme esas piernas ya mamita -dijo con decisión-. Yo le obedecí como una fiel y sumisa esclava y el volvió a invadir mi interior con aquel monstruo y su ejército de pasión y desenfreno. Yo gemí un poco de dolor, pero él no le importo, siguió besándome apasionadamente mientras me penetraba. Esta vez lo hacía con más ternura, despacio y sin prisa. Yo confié más en él y le abrí más mi vagina. Él se percató de inmediato y traiciono la confianza que le había otorgado. De nuevo empezó a ser violento y brutal conmigo. Sus embestidas se volvieron completamente instintivas y salvajes. Por favor, para mi amor -dije con voz queda al oído-. El no respondió nada solo seguía martirizándome con esa verga tan agresiva. Estoy en mis días amor, es un día peligroso -dije-. El gruño y una fuente de leche salió de su polla llenando mi interior con toda su pasión. Yo grite -¡No! y permanecí inmóvil mientras mi hijo respiraba con agitación con su cabeza encima de mis senos y terminaba de desahogarse dentro de mi.

Desde que salía con Carlos la llave del sexo que tenía mi hijo había sido completamente cerrada. Mi vagina solo la disfrutaba mi novio. Caros era muy apasionado y fogoso en la cama. Con un pene muy grande y venoso me hacía gozar y gritar cada noche que nos dábamos una escapadita al motel. Lo único que me pesaba y que no podía contener es que, cada vez que el me cogía yo pensaba en mi hijo. Es una locura y un pensamiento estúpido pero en ese momento me estaba enamorando de mi hijo. ¿Cómo puedo pensar en eso? -me pregunte-. No podía creer que fuera tan estúpida para enamorarme de mi hijo, alguien que ya no me respetaba y no se preocupaba por mí. Mi hijo se había distanciado de nuevo. Esta vez mucho más. Ya había pasado tiempo y le habían retirado los tornillos y las férulas. Con la rehabilitación había recuperado por completo su movilidad y cuando lo hizo me dijo que iba a jugar de nuevo. Yo me opuse rotundamente pero a él no le importo como es su costumbre. Estaba saliendo con muchas jóvenes cada semana y eso me ponía muy celosa. Los viernes por la noche traía a cualquier zorrita de antro que encontraba y por la madrugada la cogía en su habitación sin importar que yo estuviera en casa. No sé si lo hacía por vengarse o para provocarme pero, cada noche en esa habitación una chica nueva gritaba -me vengo, me vengo.

Mi relación con mi novio Carlos era muy bonita. Él era muy atento y servicial conmigo. Tenía solo cinco años menos que yo y me había dicho muy rápido que me amaba. Yo me sentía algo confundida al respecto pero trataba de entenderlo. Una noche de viernes mi hijo se quedó en casa porque estaba muy enfermo de la gripe. Esa noche subí para ver si necesitaba algo pero solo se limitó a decirme -estoy bien ma, puedes irte-. Mi novio Carlos me llamo esa noche unos minutos después.

-Hola mi reina como estas.

-Muy bien mi amor y tú ¿cómo estás?

-Extrañándote, te necesito en mi cama.

-Estás loco, que cosas dices.

-Anda mi amor, regálame una noche contigo, necesito estar dentro de ti, dentro de tu amor.

-Ok pero, ven a mi casa.

-¿Tu hijo no está?

-Si pero, no importa está enfermo y de seguro se quedara dormido temprano.

-Ok, como tú digas amor. Te veo en unos minutos negra, te amo.

-Ok aquí te veo.

Me prepare para la velada. Fui a ponerme una tanga y un bra rojo que me había comprado días atrás en una tienda de lencería sexy para él. La verdad es que yo tenía muchas más ganas que el pero no quería que se percatara de eso. Le prepare una cena sencilla, una pasta con tomate y espere a que llegara. Llego en una hora muy bien vestido con una camisa de seda roja y un pantalón negro ajustado que resaltaban su prominente paquete y su jugoso y enorme trasero que tantas veces había tenido el placer de devorar. Tenía la cabeza afeitada y una barba de candado muy espesa. Una piel de chocolate y una lengua jugosa y gruesa que daba los mejores besos franceses que había degustado en mi vida. Se acercó a mí y me tomo de la cintura besándome apasionadamente. Su lengua recorría cada muela de mi dentadura y como un taladro pretendía perforar mi garganta. Yo lo empuje un poquito porque había comenzado a excitarme y le dije-hay que cenar amor-. El me respondió-está bien-. Cenamos acompañados de una botella de vino y muchas risas e historias divertidas. Platicamos por horas y el vino me había vuelto un poco más cachonda y suelta con mi cuerpo. Me cerque a mi novio y le dije al oído -esta noche cógeme sin condón, quiero sentirte todo negro-. Él se calentó demasiado y me empezó a besar en el cuello. Yo sentía su lengua en mi cuello húmeda y resbalosa y sus labios succionando mi piel delicadamente mientras masajeaba con sus manos tan rasposas mis senos ajustados por el bra push up que había comprado. Me encantan estos melones negra -dijo resoplando con lujuria-. Pues vamos al cuarto para que te los comas entonces -respondí-. Le agarre fuerte el paquete y le dije -Yo me muero por comerme esta salchicha polaca-. Subimos al cuarto de huéspedes que estaba junto al de mi hijo apropósito. Quería que él me escuchara como venganza por lo que él hacía con esas jovencitas. Tire a Carlos en la cama y le rompí la camisa desabotonándola a la fuerza. El respiraba agitado y comiéndome con la mirada. Yo me quite la ropa y quede en brasiere. Carlos me beso el pecho por encima de mi bra y los masajeaba con sus manos. Yo le acariciaba la cabeza y sentía los vellos duros de su barba haciéndome cosquillas en mi busto. Cómeme la vagina ya -le dije al oído-. Él se quitó el pantalón y la ropa interior y me tiro a la cama. Removió mi tanga con la boca poco a poco hasta que finalmente la tuvo en su boca. Chupo el interior de mi ropa interior y su pene se puso erecto y duro como un tubo de acero. Estaba muy cachondo y no pensaba con mucha claridad, probablemente por el alcohol. Me tomo de la cintura y me volteo boca abajo con su gran fuerza. Me dio una sola lamida en mi vagina y se metió con fuerza y empuje en mi vagina. Yo grite -ay cabron-. El volvió a embestirme profundo, sus testículos campanearon golpeando la parte alta de mi vagina justo en mi clítoris. El no mencionaba una sola palabra solo me embestía como perro en celo. Su polla dolía porque aún no estaba muy lubricada.

-Mi amor ve más suave, no estoy tan mojada.

-Cállate, yo lo hago como quiero negra.

-Hazlo despacio o esta noche no hay más vagina para ti.

-Yo soy el que decide eso negra.

-Muy bien bájate.

-Tómalo entero negra.

El me tomo el cabello y lo jalo fuerte hacia atrás penetrándome brutalmente cientos de veces. Yo comencé a excitarme recordando a mi hijo, imaginando y casi sintiendo que era el empezó a gozar aquel sexo. Mi vagina de inmediato se humedeció y cuando vi en el espejo del buro que estaba junto a esa cama era mi hijo el que estaba detrás de mí y no mi novio. Yo jadeaba sacando la lengua y babeando por el deseo. Gritaba y gemía sin control haciéndolo muy fuerte. Estuvimos como media hora cogiendo rudo de perrito y le grite sácalo cabron y me frote el clítoris con mucha fuerza y mi vagina exploto en un orgasmo como si un rio hubiera nacido de ella. El colchón quedo empapado en unos segundos yo gritaba y frotaba con fuerza. Él se estaba masturbando y cuando termine de eyacular me agarro del cabello y me tiro encima boca abajo en ese gran charco orgásmico me la metió de nuevo y siguió cogiéndome. Mi vagina estaba aún sensible y él se movía muy intensamente. En un par de minutos otro orgasmo se avecinaba esta vez era el suyo. Yo empecé a sentir su respiración más acelerada y le dije -vente afuera hoy no te vengas adentro-. El me penetro más salvajemente y yo gemí y eyacule de nuevo el no saco su pene y eyaculo junto conmigo y dentro de mí. Estaba a punto de recostarse encima de mí y lo empuje -te dije que dentro no idiota-. Yo me levante al baño el cayo dormido por el vino y el sexo. Yo saque toda su semilla de mi vagina. Cuando salí del baño mi hijo estaba afuera esperando.

-Eres una puta, como es posible que te cojas a ese imbécil en la casa.

-Esta es mi casa, además yo no he dicho nada por las putitas esas que has traído.

-Eso ha sido para desahogarme porque ya no me has dejado chingarme esa concha pero... como veo que estas de puta pues te voy a tratar de esa manera.

-Tú no me vas a tratar de ninguna manera cabron.

-La única manera para que te separes de ese pendejo es si estas embarazada así que te voy a hacer un hijo.

-Estás loco cabron, no puedes embarazarme.

-Ahorita vas a ver como sí.

Me tomo del brazo con mucha fuerza y me jalo hacia su habitación. Sabes siempre he tenido esta fantasía de volver a probar leche de tus tetas, la primera vez no estaba consciente de ello así que esta vez quiero estarlo -dijo-. Estás loco hijo, él bebe tendría muchas posibilidades de nacer con alguna malformación -dije-. Eso no importa también hay probabilidades de que no sea así. Se quitó la ropa interior y dejo salir a la bestia enjaulada en aquella prisión de algodón ajustado. Esta noche te voy a coger como nunca -dijo-.

-Estoy enamorada de ti.

-¿Que?

-Te amo como hombre hijo.

-Ma, pensé que me odiabas por eso te cogía tan rudo y a la fuerza.

-No, de hecho lo disfrutaba pero ese no es el punto, te amo y mucho.

-Yo también estoy enamorado de ti, todas esas putas solo eran para olvidarte.

-¿Me lo juras?

-Sí, te lo juro por mi vida, estaba sufriendo mucho porque te acostabas con ese imbécil y no conmigo.

-Solo me acuesto con él para recordarte por su polla pero ni siquiera se compara amor.

-Esta vez no voy a hacértelo a la fuerza, hoy te voy a hacer el amor.

-Tal vez haya perdido la razón pero... quiero tener a tu hijo.

El no dijo nada, me beso muy apasionadamente pero esta vez sus besos eran diferentes. Podía sentir su cariño y calidez en cada uno de ellos. Acariciaba mi cuello y mi rostro mientras lo hacía. Yo lo masturbaba para mantener despierta a aquella bestia. Hoy voy a poner un bebe dentro de ti -dijo-. Hazme tu mujer -respondí-. Me tumbo en la cama aun besándome y acariciándome. Yo estaba en el paraíso. Mi hijo besaba tiernamente mi cuerpo entero, no quería dejar pasar ni un solo centímetro de mi anatomía pasando por mis pezones, mi cuello, mis orejas e incluso mis axilas. Yo lo detuve tomándolo del rostro con ambas manos y le dije -ya no puedo soportar más-. El me beso de nuevo y descendió a mi monte de venus. Lo beso con ternura y mi vagina saludo la proximidad de su rostro con un olor a hambre de pene intenso. Comenzó a comerme la vagina con un apetito voraz, yo no podía creer lo bien que se sentía, tenía mis ojos en blanco y mi cuerpo se arqueaba casi hasta el punto de doblegarse. Gemía como una prostituta y mi hijo no paraba ni un segundo el ataque tan intenso de su lengua. No tardó mucho en arribar un orgasmo brutal y húmedo que golpeo con fuerza la cara de mi amor hecho hombre. El trato de capturarlo con su lengua y bebió un poco yo gritaba y gemía intensamente. Mi hijo se acercó de nuevo a mi boca y me beso. El sabor de nuestras salivas y mi eyaculación en su boca se mezclaron en un solo núcleo que creaban nuestras bocas uniéndose. Te necesito dentro de mí -dije a su oído-. Mi hijo tomo su gran polla y la puso en mi vagina justo por fuera. Froto con ella mi clítoris y me dijo-te amo-. Me penetro delicadamente, sentí como cada centímetro de su polla entraba, sus venas las sentía en mi vagina, cada relieve de aquel monstruo dentro de mí, mi vagina lo reconocía de nuevo. Embarázame mi vida -dije a su oído nuevamente-. Te amo mami -dijo mientras me miraba a los ojos-. Cuando iniciamos y nos besábamos escuchamos un ruido, era la puerta del cuarto de visitas, Carlos estaba despierto




Continuará


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heranlu

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Su Gran Secreto - Capítulo 03




Mi hijo me había besado y tiernamente se disponía a penetrarme. Mi vagina lo esperaba saboreándose dejando salir sus fluidos vaginales, como cuando se te hace agua la boca por tu comida favorita. Entonces escuchamos el ruido de una puerta. Mi novio se había despertado y no me había encontrado en la habitación. Probablemente me estaría buscando, rápidamente me puse la bata y le dije a mi hijo que se tapara con la sabana y se hiciera el dormido. Yo abrí la puerta del cuarto de mi hijo y salí. Me encontré a mi novio en el pasillo, lucia algo dormido aun y se tallaba los ojos. Perdóname mi amor es que vine a checar como estaba mi hijo, parece que tiene fiebre alta y tendré que quedarme a cuidarlo -dije-. Él se tallo los ojos y me dijo -déjalo ya se pondrá mejor-. Lo siento pero no puedo -respondí-. Él se rasco los huevos y fue directo al baño a orinar. Lucia algo molesto por lo que le dije pero lo acepto. Sabe que si no accedía, el sexo se acabaría para él. Cuando salió del baño le di un beso y le dije -buenas noches mi amor-.Regrese con mi hijo y él se estaba masturbando con mi ropa interior. Yo cerré la puerta con llave y me quite de nuevo la bata.

-¿En qué nos quedamos mamita?

-En que me vas a hacer madre de nuevo mi amor.

-¿Enserio lo quieres?

-Hazme un bebe tuyo mi amor quiero criarlo como lo hice contigo, quiero ser toda tuya.

-Bueno entonces prepárate mamita, esta noche voy a llenar tu pancita con mi bebe.

-Vente ya mi macho.

Me acosté en la cama y abrí mis piernas de par en par. Vuelve al lugar que te vio nacer mi amor -dije mientras abría mas mis piernas-. Mi hijo resoplaba como un toro que esta por embestir un capote y su polla estaba descomunal. Tenía una erección que levantaba su pene hasta 90 grados. Se subió a la cama y comenzó a besarme de nuevo tiernamente. Con su lengua acariciaba dulcemente las paredes de mi garganta que sin poner ningún tipo de resistencia se entregaban al placer disfrutando plenamente aquel cálido y húmedo beso. Mi vagina estaba que chorreaba de nuevo. Yo besaba a mi hijo y sentía como mi cuerpo sentía el roce de su lengua en la mía. Mi piel se erizaba, mis pezones se endurecían y mi cuerpo entero temblaba. Mi hijo se detuvo y siguió besando mi cuello. Fue bajando lentamente hasta llegar a mi vientre y metió su lengua en mi ombligo. Yo estaba completamente en éxtasis pero sin llegar al orgasmo. Puso sus manos en mis caderas y su cabeza en mi vagina. Abrió la boca y metió su gran y húmeda lengua dentro de mi ser. Mi vagina le regalaba sabores exquisitos en los fluidos los que se mezclaban con su saliva y el saboreaba en su boca. Esta vez era muy tierno y cuidadoso cada lengüetazo era muy suave y yo cada vez sentía ese orgasmo cerca. Mis gemidos se incrementaron y se intensificaron. Mi cuerpo se meneaba al ritmo y compás de su lengua y en un estallido gemí fuerte y me tape la boca con una almohada por miedo a que mi novio me oyera. Mi hijo bebía como loco cada gota de aquel orgasmo y lo que sobro de su boca lo escupió en su mano y lo unto en su polla monstruosa. Se acomodó encima de mí y me abrazo tiernamente. Me beso y me dijo-te amo mama mientras me penetraba lentamente-. Yo gemí de nuevo por la sensibilidad de mi vagina por aquel orgasmo y le dije-no espérate mi amor estoy muy sensible-.El solo me tomo más fuerte y puso su cabeza al lado de la mía y nuestros pechos se unieron en uno y volvió a penetrarme despacio y con fuerza y autoridad. Yo sentía como su polla se abría paso a través de mi vagina y lo abrazaba diciéndole –te amo mi bebe, te amo-. El no respondía nada solo me penetraba en silencio y con vigor. Mi vagina abrazaba a su polla con mucho cariño dándole la bienvenida como si reconociera su cuerpo una vez más. Mi nene no quería parar teníamos media hora en esa posición tan linda de misionero abrazados y yo sentía que me desvanecía. Mis gemidos se habían vuelto silentes y mi hijo me miraba a los ojos dándome aun con más fuerza y aumentando el ritmo. Yo solo decía -no puedo más, no puedo más-. El me beso de nuevo con su lengua y me dijo-vente de nuevo, mójame con tu eyaculación-. Yo sentí esa corriente y me corrí de nuevo intensamente. Mi cuerpo sufría convulsiones y mis ojos estaban en blanco. Mi hijo se salió de mi vagina y como si hubiera una fuga de agua en ella al momento de salir, de destapar el hoyo el agua corrió abundantemente. Mi hijo mojo todo su abdomen y pene con mi eyaculación y la cama se humedeció por completo.

-Aun no estoy totalmente excitado mama.

-¿Qué quieres que te haga mi amor?

-Quiero que me lo chupes pero, quiero que te lo tragues todo entero.

-Pero que dices loquito, no puedo todo entero, está muy grande.

-Quiero que lo intentes, aquí tengo un lubricante muy bueno, eso puede ayudar.

-¿Donde está?

-Abre el cajón de la derecha del buro, ahí esta.

-Ok, déjame lo saco.

Saque del cajón una pequeña botella de lubricante sexual sabor a plátano y unte un poco en mi mano. Estaba muy frio. Lo unte en ambas manos y comencé a masturbar a mi hijo para llenar su polla con él. Tuve que usar más cantidad de lubricante hasta que lubrique de la punta hasta sus testículos. Él lo gozaba mucho y me dijo-manos a la obra mamita, o mejor dicho boca a la obra-. Yo me metí de golpe su polla y se deslizo más fácil por mi garganta pero aun así no llegue hasta el fondo. El gimió y dijo-puta madre eso se sintió chingon-. Yo intente ir más lejos pero mi cuerpo se arqueo como acto reflejo de las dimensiones de su verga en mi garganta. Estuve a punto de vomitar pero pude mantener el control y en cambio salió saliva de mi garganta en gran cantidad, combinado con moco como el que se escupe cuando tienes gripe. Tome esa gran cantidad y la use para empapar su polla y tomar el reto de nuevo. Esta vez lo intente con todo. Poco a poco fui rompiendo viejas fronteras en mi garganta y pude sentir mis labios en su vientre un poco antes de volver a arquearme al borde del vomito.

-Si llegaste mama te vi, te tragaste toda mi verga.

-Si casi me ahogo mi amor.

-Pues sí pero lo lograste.

-Ya hazme tuya mi amor, quiero sentir tu leche.

-Muy bien ponte en 4.

Yo lo obedecí y me coloque en cuatro sobre la cama y él se puso detrás de mí como un perrito. EL me penetro de golpe y me tomo fuerte de las caderas. Empecé a sentir su bombeo intenso en mis glúteos que hacían una música como de aplausos cuando se unían con fuerza a su pelvis. El me pidió que si podría tomarme del cabello y yo le dije -jálamelo con fuerza mi amor-. El me tomo la parte final de mi cabellera y la jalo con fuerza mientras me penetraba con más intensidad. Yo gemía y mi lengua soltaba saliva mientras él me penetraba. Yo babeaba como una perra sedienta y el me follaba como una hambriento por hembra. Estaba muy excitado y después de estarme dando duro durante más de 40 minutos me tomo con fuerza las caderas y lo sentí. Sentí aquellas últimas embestidas las que te regalan el amor y crean vida en el vientre de una mujer. Las embestidas que hacen un bebe. Su leche llego hasta mi útero llenándolo por completo. Mientras yo eyaculaba de nuevo mezclando nuestros fluidos.

-Dios mío, que placer mamita.

-Yo también me vine mi amor y muy rico.

-Que rico se sintió déjame acostarme encima de ti con mi verga dentro.

-Ok recuéstate mi cielo-

-Gracias mamita.

-Por nada mi macho-

Él se acostó en mi espalda abrazándome y sin sacar su polla de mi vagina. Yo respiraba con agitación tratando de recuperar el aliento y aun sentía la polla de mi hijo bañada en su semen y mi eyaculación dentro de mí. Era una experiencia excitante y placentera. Nos quedamos así alrededor de 10 minutos y mi hijo comenzó a besarme de nuevo en el cuello, la espalda, en mi cabeza y me dijo -¿estas lista para otra ronda más mi amor?-. Yo le dije -déjame respirar mi cielo, me tienes rendida-. Sentí como su pene crecía dentro de mi vagina y él me dijo- tenemos que asegurarnos que ese bebe nazca mamita. Su polla se endureció aún más y yo gemí en silencio. La profundidad de su pene en mi vagina era del cien por ciento. De pronto tocaron a la puerta. Mi amor escuche ruidos, ¿estás bien, porque la puerta está cerrada? -pregunto Carlos.

Carlos había tocado a la puerta varias veces preguntando si todo estaba bien. Yo me vestí inmediatamente y tape a mi hijo y dije que se hiciera el dormido. Mi vagina estaba completamente llena de su semen que brotaba cayendo al suelo de la habitación. Rápidamente abrí la puerta y mi novio estaba ahí parado a punto de volver a tocar. Yo con un tono de indignación le pregunte -¿se puede saber porque razón estas tocando a la puerta, vas a despertar a mi hijo?-. Lo lamento es que escuche algunos ruidos y quise venir para ver si se encontraban bien –dijo-. Él estaba teniendo una pesadilla debido a la fiebre alta y yo estaba tratando de calmarlo –dije-. Está bien, lo siento, ¿me imagino que no volverás a la cama conmigo verdad? –pregunto-. Por supuesto que no, me quedare con mi bebe, ve a dormir y no vuelvas a tocar la puerta –dije-. Él se fue algo cabizbajo y cerró la puerta de la habitación. Yo me sentía algo mal por tratarlo así pero temía que pudiera descubrirnos aunque; eso lo hacía aún más excitante. Cuando volví al cuarto antes de llegar a la puerta de la habitación de mi hijo, pise algo pegajoso. Era el semen de mi hijo que había dejado un rastro blanquecino en el piso de madera del pasillo. Lo limpie inmediatamente con un extremo de mi bata y volví a la habitación. Esa noche eyaculo tantas veces dentro de mí que ya no cabía ni una gota más de semen dentro. Dormí en su pecho totalmente desnuda y con su brazo alrededor mío.

Por la mañana me levante muy temprano y me metí a bañar. Con mis dedos saque todo el resto de semen que había reposado toda la noche dentro de mi vagina el cual era demasiado. La idea de estar embarazada de mi propio hijo me hacía mojarme de nuevo y las ganas de masturbarme me invadieron por completo. Comencé a tocarme pensando en la polla de mi hijo. Casi podía sentir su polla dentro de mí de tan solo imaginarla. Tome mi desodorante y lo metí entero en mi vagina. El placer fue intenso su helada superficie se encontró con mi cálido interior tratando de sofocar aquel incendio de perversión que había en mi vagina. Los fluidos salían bañándolo completamente aquella forma de cilindro me penetraba y yo solo podía pensar que era mi hijo el que lo hacía. Perdí un poco el control y me penetre en el ano con el desodorante con un deseo inmenso de que fuera mi hijo el que lo hiciera y sin demorar mucho eyacule en el piso de la regadera. El agua caliente que caía encima de mí se mezcló con mi eyaculación y se escapaba por el resumidero. Yo sentada en el piso del baño respirando agitadamente deseaba aún más a mi hijo.

Salí de bañarme y fui a mi habitación por mi ropa. Mi novio ya no estaba y me había dejado una nota. Al parecer tuvo que irse temprano por algo de su trabajo. Yo me puse una tanga blanca y un shorts de mezclilla corto que hacía que se me viera un culo hermoso y parte de mis nalgas se veían por la parte de abajo. Me puse mi blusa blanca de tirantes transparente y fui a darle sus medicinas a mi hijo para el resfriado. Él se estaba bañando así que fui a prepararle su desayuno. No tardó mucho en bajar a desayunar y le dije –tomate tus medicinas amor, el desayuno ya casi esta-. Él se acercó por detrás de mí me abrazo apretándome los senos fuertemente y me beso en la boca diciéndome –buenos días mi amor-. Yo me sorprendí por su cambio pero me gustó mucho.

-Oye bebe ya te sientes bien para ir a la escuela.

-No, aun me siento débil, quiero descansar un poco más.

-Te refieres a descansar como lo hicimos anoche.

-Claro que si, además tengo que asegurarme de que mi mujer quede embarazada.

-Estás loco mi amor.

-Si pero por ti mamita.

-Come ya loquito.

Él se terminó su desayuno y yo estaba terminando de lavar los platos. Él se acercó a mí nuevamente y me abrazo fuerte. Su cálido aliento lo sentía en mi oreja que con ansias esperaba por las palabras que sus labios estaban a punto de pronunciar. Me pone loco estos shorts que traes y lo sabes –dijo-. Me lo puse porque sé que te gusta mi amor –respondí-. Ya no aguanto más te voy a coger aquí mismo no me importa –dijo-. Me tomo de la cintura y comenzó a desabrochar mi shorts con una mano y con la otra manoseaba mi teta derecha mientras me besaba el cuello por detrás apasionadamente. Mi cuerpo estaba rendido completamente a sus deseos y yo solamente me dejaba llevar por la pasión. Me quito los shorts y mi tanga quedo al aire. Que culote tienes mamita –dijo-. Gracias mi amor –dije-. El me dio varias nalgadas y me la bajo también. Se escupió en la mano y unto esa saliva en su polla. Me reclino encima del granito de la cocineta y empujo fuerte gruñendo. Yo grite de dolor, me había metido de golpe su verga en mi ano sin lubricar. No seas tan rudo mi amor –dije llorando-. Te daré despacio no te preocupes –dijo-. Cumplió su promesa y lentamente comenzó a penetrar mi ano. No había limpiado mi ano como era propio para tener sexo anal por lo que la verga enorme de mi hijo se llenaba de fluidos de mi excremento muy rápidamente. El olor comenzó a llegar a su cerebro y eso prácticamente lo éxito más convirtiéndolo de nuevo en una bestia en celo. De un momento a otro se detuvo y me dijo –límpiame toda la mierda de mi verga-. Yo tome un clínex de su habitación y él me dijo –con eso no mamita, usa tu lengua-. Yo me acerque y removí los pequeños rastros de mi excremento con mi lengua. El sabor era horrible y al mismo tiempo erógeno. Lo lamia y luego escupía al suelo. Mi hijo lo disfrutaba mucho cerrando sus ojos y gozando del espectáculo. Después me dijo -tengo ganas de garganta-. Me tomo de la garganta y comenzó a follarla muy duro, prácticamente ahogándome con su tubo de carne. Yo lo empuje y casi me vomite por lo profundo que había llegado. El me tomo del cabello me beso y me puso en la mesa donde comía con mi novio por las mañanas. El siempre desayunaba en su habitación así que no le importaba. Comenzó a penetrarme duro yo solamente lo abrazaba sintiendo con mis brazos su dura y fuerte espalda. Gimiendo y gritando de placer.

-Cógeme duro mi amor.

-Puta madre, este bien apretada.

-Esta apretada para ti mi cielo.

-Toma toda mi pinche verga.

-Dámela entera mi cielo.

-Chingas a tu madre.

-Vengase mi bebe.

-Te voy a llenar con mi leche.

-Vente ya mi cielo, ¡lléname!

-Ay cabrón.

Mi hijo después de un gran gruñido lleno mi útero con su semilla de nuevo. Seguimos cogiendo toda la mañana hasta que mi novio llego a casa para comer. Yo le serví en la mesa justo donde mis nalgas habían estado y mi hijo había dejado parte de su semen ahí, el cual había olvidado limpiar. La cocina tenía un olor particular a sexo encerrado y mi novio al parecer lo había notado. Huele un poco extraño –dijo-. No lo he notado mi amor -dije-. Un par de semanas después desayunando con mi novio me dieron asco unos huevos revueltos que comí y fui a vomitar al baño del restaurante. No le mencione nada y regresamos a la casa. Cuando volvimos fui a comprar una prueba de embarazo. Orine en ella y espere por el resultado impacientemente. Positivo, estaba embarazada el problema era saber de quién era mi hijo.
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