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Su Gran Secreto - Capítulo 01
Tengo treinta y cuatro años de edad y disfruto mucho la vida que llevo. No es muy lujosa pero no me puedo quejar. Tengo todo lo que necesito y de vez en cuando me doy pequeños placeres culposos. Me considero una mujer muy activa sexualmente y de mente muy abierta. En la cama siempre he sido de las mujeres que les gusta complacer a su pareja y llevar el placer al extremo, incluso si eso involucra cumplir fantasías perversas de mis parejas. Actualmente soy divorciada pero nunca estoy sola. Siempre he tenido una naturaleza algo salvaje con lo que respecta al ámbito sexual. Físicamente soy una mujer no muy alta. Mi cuerpo es muy voluminoso, no soy gorda pero tampoco estoy en los huesos. Mis pechos son muy grandes desde la pubertad. Actualmente uso copa 42 doble d y mi trasero es igual de prominente. Disfruto mucho usar escotes y tangas para provocar las miradas de los hombres. Como a cualquier mujer me encanta sentirme deseada. Mi primera vez fue a los quince años de edad y desde ese entonces nunca he parado de experimentar. Descubrir el sexo a tan temprana edad me llevo a gozar de experiencias que fueron indescriptibles y que con la creación de este perfil tengo la intención de contarles y poder desahogar un poco esa pesada carga que llevo al no poder contarlas.
Mi historia empieza con mi hijo José. Él es un chico muy apuesto, es universitario y juega futbol americano en su facultad. Siempre ha tenido muy buenas notas y es muy cariñoso y atento conmigo. Siempre está buscando la manera de ayudarme y hacerme sentir bien. En ocasiones me hace cumplidos acerca de mi aspecto físico como: "ese escote te luce genial" o "esos jeans te lucen muy bien". Yo siempre premio cada uno de sus cumplidos con un besito en la boca. Para muchos es algo raro ver a una madre besar en la boca a su hijo pero, para mí siempre ha sido algo muy natural. Un día estando en el trabajo recibí una llamada de la universidad de mi hijo.
-¿Hablo con la señora Julia?
-Soy yo ¿que se le ofrece?
-Hablamos de parte de su hijo José.
-¿Le paso algo a mi hijo?
-Tuvo una caída muy fuerte y se fracturo ambos brazos, ahora está en el hospital San Marcos.
-Muchas gracias, enseguida voy para el hospital.
Conduje lo más rápido que pude y mi corazón se quería salir de mi pecho. Llegué al hospital y me dijeron que su padre ya había llegado y que el mismo había firmado los papeles para la cirugía. Al parecer uno de sus brazos se fracturo en varias partes e iba a necesitar algunos tornillos. La cirugía demoró un par de horas y pronto lo pasaron a cuarto. Yo estuve con él hasta que despertó. Tomaba su mano y lo besaba por toda su carita. Qué bueno que ya estas despierto mi bebé -dije-. No te preocupes tu mamita te va a cuidar muy bien, voy a hacer que no te falte nada -dije-. Estoy bien ma, solo fue una tonta caída no es nada. ¿Cómo que nada? te rompiste ambos brazos José -dije con preocupación-. Está bien voy a tratar de no esforzarme mucho y que me consientas entonces, pero ya no te preocupes más por favor -dijo-. Bueno, cuando te den de alta te llevaré a casa donde podre cuidarte mejor -dije.
Cuando llegó a casa estaba muy cansado. Las píldoras para el dolor lo tenían algo mareado y las enfermeras le daban solo baños de esponja lo que lo tenía con un olor algo peculiar. Lo primero que le dije fue -hay que darte un baño-. Entramos a la casa y yo cambié mi ropa del trabajo por algo más cómodo. Me puse una blusa de tirantes y unos shorts algo pequeño para andar en la casa ya que en la zona norte de México siempre hace mucho calor. Mi hijo se mostraba renuente a querer desnudarse ante su madre pero pues al final no le quedó más remedio que hacerlo.
-Muy bien mi amor déjame ponerte estas bolsas especiales en tus brazos para que no te entre agua.
-Oye ma, podrías cerrar los ojos mientras me bañas no quiero que me veas así desnudo.
-No seas tontito no puedo bañarte bien si tengo los ojos cerrados.
-Pero es que me da vergüenza ma.
-Te vi miles de veces cuando estaban chico, ¿qué tanto pudiste haber cambiado? déjame bajarte esto para que puedas meterte a bañar.
Me puse de rodillas y desabroche su cinturón. Desabroché el botón de sus jeans y bajé el zipper de su pantalón. Lo tome de la cintura y lo bajé hasta el piso. El quedo solamente en unos boxers que le gustaba usar algo ajustados. No lo veía en ropa interior desde que tenía cinco años y la verdad había cambiado mucho. Lo que había debajo de esos boxers ya no era el pene de un niño pequeño, era la verga de un hombre y por la dimensión que se hacía notar a través de la tela era una imponente. Yo sonreí un poco y la curiosidad me invadió. Quería ver que tan grande había crecido mi muchachito desde que nos bañábamos juntos cuando tenía cinco años. Cuando bajé su boxer quedo ante mí una verga grande en su estado flácido, algo gorda y con un glande reluciente. Tenía el vello muy bien recortado y los testículos bien afeitados.
-¡Vaya que mi muchachito creció bastante!
-Ma, por eso no quería que me bañaras, no quiero que te burles de mi como mis compañeros de equipo.
-¿Y cómo alguien podría burlarse de ti, teniendo tan bonito pene mi amor? Es pura envidia, ya quisieran estar como mi muchachote.
-Pues se burlan de mí, me apodaron el caballo.
-Pues tu lleva ese apodo con orgullo amor, y si te preguntar porque es tu diles.
Lo tome de la mano y lo lleve al baño. Yo me quité mis shorts y mi blusa dejando al aire mis grandes pechos y mi trasero. Él se me quedo viendo y me dijo -va a ser como cuando nos bañábamos juntos ma-. Bueno un poco, aunque en ese entonces lo hacíamos ambos totalmente desnudos -dije. Me metí a la regadera con él y lo senté en una silla grande de plástico. Frote un poco de jabón en una esponja y logre hacer mucha espuma. Comencé a frotarlo por su pecho tan definido y musculoso, algo en mí se sentía diferente. De pronto vi a mi hijo como hombre. Su cuerpo marcado y grande ya no me era indiferente. Yo sin parar de frotarlo me imaginaba que haría con el si no fuera de mi sangre. Termine de enjabonarlo por su pecho, abdomen, espalda y piernas, solo me restaban los glúteos y sus genitales. Le pedí que se levantara y me puse detrás de él. Que pompudo estas amor no te había visto bien -dije mientras sonreía. Ma, no digas esas cosas me avergüenzas -dijo con su rostro con un color rojizo-. Lo frote con la esponja y luego me porte algo traviesa y frote duro sus glúteos con mis manos. Él se incomodó mucho pero no dijo nada. Yo estaba muy excitada y mi hijo me dijo -ya ma, detente-. Lo voltee y pude ver el porqué de tan exaltada reacción. Mi hijo se había excitado con el masaje tan sexy que le había dado en los glúteos y estaba muy apenado. Su pene estaba por completo erecto, las venas se dejaban ver a través de la piel de su pene formando protuberancias lineales como si fueran caminos caprichosos. Sus testículos se veían rebosantes y con restos de espuma del jabón.
-No te preocupes amor, es algo natural.
-Perdóname ma, es que hace mucho que no me desahogo.
-Me imagino amor, pero hay que lavarte ahí también no puede quedarse sucio.
-Está bien ma, pero no tardes mucho.
-Tú relájate.
Me puse de rodillas y puse la esponja alrededor de su verga tan gigantesca y comencé a frotarlo con el jabón, víctima de la lujuria que aquel pene provocaba perdí el control. Lo frote cada vez con más rapidez y violencia. El solo cerraba sus ojos. Hasta que después de un par de minutos su verga soltó lo que fue el mayor orgasmo que he visto el cual impacto en mi cara. Chorros y chorros de semen cayeron en mi cara. Mi hijo jadeaba de placer y cuando se dio cuenta de lo acontecido me pidió perdón mil veces. Yo limpie el semen de mi cara con mis dedos y lo lleve a mi boca para probarlo. Sabes muy rico mi amor no te apures -dije-. Cada vez que tengas necesidad de desahogarte solo dile a mamita y yo te liberare esa tensión amor, ahora espérame que tengo que quitarme esta lechita de encima -dije-. Me quite el bra y mi tanga y quede completamente desnuda ante sus ojos. Espérate ahí sentado mi amor mientras me baño. Abrí la ducha y me enjabone sensualmente enfrente de él. Mi hijo tuvo una segunda erección y yo lo veía con morbo, parece que ese grandulón necesita desahogarse un poco más, me puse de rodillas enfrente de él y abrí mi boca
Él se levantó bruscamente de la silla y grito -¡ya basta! Somos madre e hijo, no podemos hacer esto-. Sécame el cuerpo y déjame salir -dijo con un enrojecimiento en su rostro pero en esta ocasión era de un profundo enfado-. Yo me cubrí con una toalla que por el tamaño tan pequeño a duras penas y podía retener mi anatomía. Después lo sequé a él sin enfocarme mucho en sus genitales. Estaba bastante molesto y al parecer no quería dirigirme de nuevo la palabra. Lo lleve a su habitación y le ayude a vestirse, ahí aproveche para de nuevo tocar su pene mientras lo metía en su ajustado bóxer. El no menciono ni una sola palabra, yo salí del cuarto para así dejarlo un tiempo a solas y que pasara su enojo.
Tal vez había ido muy lejos, una madre no debería realizar ese tipo de actos sexuales con su hijo pero... el deseo que había despertado en mi era tan intenso que prácticamente era imposible de sobrellevar. Las dimensiones enormes de su verga hacían temblar a mi vagina. Tenía años que no me topaba con una verga así de descomunal y mi vagina me gritaba que lo deseaba, pero eso era imposible era mi hijo y ahora parecía que me odiaba por lo que paso. El día siguiente se fue a la universidad. Llevó su teléfono celular para grabar todo lo que se decía en clase y así no tener que apuntar nada. Yo le di un beso grande cuando se fue y le dije-te amo-. El no dijo nada y salió de la casa. Yo estaba muy preocupada por haber podido arruinar la bonita relación que tenía con mi hijo. Haber eso hecho fue un error terrible y tal vez la fractura en nuestra conexión emocional era irreparable.
Por la tarde llego con unos amigos de la facultad. Jugadores de futbol que aprovechaban cualquier momento a solas conmigo como cruzarnos en un pasillo mientras iban al baño para tratar de seducirme. Muchos eran muy atractivos pero no me llamaban la atención los chicos tan jóvenes. El más atrevido de todos era Jorge un chico con mucho dinero. Arrogante y patán como ninguno, trataba en cualquier oportunidad que tenía de convencerme para llevarme a la cama. Se acercó a la cocina mientras los demás veían el partido para platicar conmigo. Yo para tratar de no ser grosera le seguí la corriente.
-Hola Julia como estas, no es pregunta, estas deliciosa.
-Hola Jorge, gracias... supongo.
-Oye, cuando me vas a decir que sí.
-¿Si a qué?
-Pues a salir a algún lado para conocernos más, al cine tal vez o a cenar.
-No creo que se dé nunca Jorgito.
-No me trates como un niño, podría darte una gran sorpresa.
-Lo dudo mucho cariño, ahora si me disculpas tengo cosas que hacer.
-Bien, como quieras.
Me puse a cambiar las sabanas de las habitaciones de la segunda planta así ya no tendría mas encuentros fortuitos con Jorge o cualquiera de los amigos de mi hijo. Más tarde se fueron y mi hijo estaba algo adormecido. Miguel un amigo desde la infancia de mi hijo que estuvo en esa reunión me dijo que había tomado un poco, a pesar de que él le había aconsejado que no lo hiciera. Yo le agradecí por haberme contado la verdad y se fue cerrando la puerta detrás de él. Mi hijo había quedado completamente inconsciente por la combinación de pastillas para el dolor y alcohol que yacía desmayado inmóvil y roncando como un león en el sillón. Yo fui a la segunda planta por su ropa para dormir y comencé a desvestirlo con mucho cuidado de no lastimarlo. Quite su playera muy despacio y con cautela para no lastimar sus brazos, el no daba ni la más mínima reacción de despertar así que yo seguí con lo mío. Después abrí el botón de sus janes y baje el zipper. El olor a hombre que emanaba de entre su ingle me perturbo de nuevo. Tome rápido sus pantalones y los fui bajando despacio para no despertarlo. La excitación en mi creció y me encontraba de nuevo frente a aquel monumento a los penes enormes.
Quite su ropa interior solo hasta sus rodillas y lo vi de nuevo. Majestuoso, grueso e imponente. La bestia salvaje dormía en una almohada de piernas. Así que para enfrentarme a aquel monstruo decidí despertarlo. Lo tome en mi mano la cual no podía rodearlo por completo debido al grosor. Comencé a frotarlo de arriba a abajo. Aquella bestial polla dio sus primeros signos de vida ensanchándose aún más. Yo me saboreaba como si fuera el manjar más delicioso de este mundo. Con cada fricción de mi mano en su delicada piel, hacía que creciera aún más. Pronto tomo las mismas dimensiones que la situación ocurrida en la regadera. El calor en mi cuerpo era insoportable. Me quite toda la ropa y seguí masturbándolo. El no despertaba estaba completamente en k.o. Yo pensé en que esta era mi oportunidad y me acerque a él. Frote con mi mano su marcado abdomen e incline de nuevo mi cabeza. Esta vez mi lengua hizo contacto por primera vez con su gran glande y la sensación fue sobrecogedora. Mi mente daba vueltas abrumada por todos os sentidos el olor, el sabor, el placer. Me convertí en una prostituta y comencé a mamárselo como tal. Mi lengua recorría cada centímetro de aquel gran pedazo de carne. El sabor a orina y sudor estaba por todos lados. Él se limitaba solo a gemir un poco pero permanecía dormido. Yo aproveche y seguí disfrutando de aquel dulce manjar. Mi lengua se volvió una exploradora en aquel terreno desconocido para mí. Pronto hizo suyo cada parte de aquel gran territorio llenándolo de saliva y haciéndolo gozar. Decidí llevarlo al siguiente nivel y de golpe lo metí hasta mi garganta. No me cupo todo por el tamaño y tuve que arquearme en mi primer intento. La saliva que se acumuló en mi boca era demasiada debido a eso y la escupí toda encima de su polla. Lo masturbe de nuevo y recuperada comencé a entregarle mi garganta esta vez llegue mucho más lejos. Seguí dándole placer no resistió mucho un gemido de placer se escuchó muy despacio y una avalancha de semen salió de su polla. Los grumos eran evidentes. Tanto, que podía sentirlos. Su leche era tan espesa y abundante que me sobrepaso. Me ahogo un poco y mucha se escapó de mi boca tosiéndola, cayendo sobre su estómago. Bebí la que tenía en mi boca saboreándola y no dejando ni una gota fuera. Quite la que restaba en mi comisura de los labios con mis dedos y lo chupe como el dulce más delicioso. El sabor era exquisito. Mi hijo estaba bañado en su propio semen y yo no lo podía dejar así. Mi lengua casi poseída comenzó a recorrer su cuerpo limpiando aquel dulce elixir sin dejar rastro de él. Mi excitación creció aún más y mi vagina estaba completamente mojada. Me subí con cuidado al sillón y dije -perdóname hijo, pero esta noche tienes que ser mío. Puse su gran polla justo en la entrada de mi vagina y descendí a un placentero dolor mi cuerpo se arqueo y comencé a montarlo como a un potro salvaje, no pasaron ni 5 segundos y mi hijo despertó
Mi hijo había despertado con algo de desconcierto en su mirada. Aun no sabía bien lo que estaba pasando y su cuerpo no reaccionaba muy bien debido a los medicamentos y el alcohol. Yo, sin tomarle importancia a lo que él podría decir seguí montándolo. Su polla estaba dura como una piedra y yo estaba húmeda como un rio. Mi cuerpo tenia cada centímetro de piel erizada y mis labios vaginales le daban a mi hijo la bienvenida de nuevo, al lugar que lo vio nacer abrazando fuertemente a su polla. El abrió los ojos poco a poco pero en su rostro se notaba que aún estaba muy medicado y ebrio como para poder razonar coherentemente.
−¿Mama que estás haciendo?
−Shh cariño, todo está bien.
−¿Por qué estas desnuda?
−Esto no es más que otro de tus sueños mi amor
−Si eso debe ser, debe ser ese sueño en el que trato a mi madre como a una puta. –dijo para sí mismo.
−Oh enserio. ¿Eso crees que soy?
−Siempre he sabido que te acuestas con muchos hombres mama, que te encantan los negros, aún recuerdo cuando de niño, traías hombres a la casa y yo te espiaba en la noche a través de la puerta mientras ellos te hacían gemir como lo que eres una puta barata.
−¿Pero qué dijiste, como te atreves?
−Siempre te lo he querido decir pero nunca me he atrevido a hacerlo. Creo que solo tengo el valor para hacerlo aquí, en mis sueños.
−Bájate a la mierda de mi verga, ramera. Ponte en cuatro.
Podía ver en su rostro que sus pupilas aún estaban dilatadas, el efecto de las drogas no había pasado y por la falta de fluidez en su forma de hablar, podía notar que aún estaba borracho. Pero no podía soportar que mi hijo me tratara de esa manera. Además no quería que la primera vez que lo hiciéramos me tratara como la peor de las putas. Tome mi ropa y me vestí. Vuelve a soñar en otra cosa amor, no habrá ramera esta vez –dije. Él se quedó dormido de nuevo antes de poder mencionar una palabra y yo le ayude a vestirse, poniendo de nuevo su ropa interior.
Al día siguiente lo levante para bañarlo. El trato de no pasar por lo mismo pero era imposible su pene estaba erecto de nuevo. Yo le dije –no quiero estar lavando tanta ropa y haciendo más esfuerzos así que es mejor si nos bañamos juntos−. Me quite mi falda blanca abriéndola con el zipper lateral y bajándola con mucho esfuerzo ya que; por el volumen de mi trasero era difícil de subir por lo tanto; igual de difícil al bajar. Cuando por fin pude lograr tan titánica acción mi trasero quedo al aire, lucía una tanga roja con un poco de encaje y de un tamaño muy pequeño. El cual la mayor parte se escondía entre mis grandes y gordos glúteos. Podía ver de reojo a mi hijo observándome pero no dije absolutamente nada. Después quite mi blusa dejando por completo al aire mis gigantescos senos. Mis pezones estaban tan excitados que apuntaban a mi hijo como si mi cuerpo por si solo expresara que era lo que realmente deseaba. Baje mi tanga de espaldas a el para dejarle ver por completo mi ano y mi vagina abierta provocándole. Pude notar que después de tan erótico panorama su pene estaba goteando ese dulce líquido con sabor a gloria que tanto deseaba, su pre eyaculación. De nuevo no dije nada y tome la esponja con el jabón y empecé a enjabonarlo. La regadera estaba encendida y el agua caía en mi cabeza recorriendo mi cabello y descendiendo por mis pechos al suelo. El agua estaba caliente y hacia acrecentar mi excitación. Mi hijo aún tenía su pene muy erecto y trataba de evitarme con la mirada. Yo termine de enjabonar aquel cuerpo atlético terminando en sus glúteos firmes y duros metí la esponja entre aquel par de rocas y enjabone el canal entre ellas. Después lo metí al agua y removí todo ese jabón. Él no decía ni una sola palabra, permanecía mudo.
−Ahora te voy a lavar el cabello.
−Está bien
−Cierra tus ojos.
−Ok. Oye…
−¿Qué ocurre, te entro champo en los ojos?
−No, no es eso.
−¿Entonces, qué es?
−Eh, puedes ayudarme a desahogarme de nuevo.
−Bueno lo he estado pensando mucho y tienes razón. No deberíamos hacer eso. Somos madre e hijo y no está bien.
−Pero…
−Pero nada, eso es lo que decidí y es lo que haremos.
Limpie su pene muy rápido, solo unas cuantas pasadas con la esponja y lo enjuague con un poco de agua. Lo seque rápidamente y ayude para que se vistiera. Durante todo el tiempo pude ver una expresión de molestia dibujada en su rostro pero no le di más importancia. Así estuvimos prácticamente por más de una semana. Nada sexual y él se había distanciado aún más de mí.
Un viernes por la noche invito a su amigo Jorge a ver un partido de futbol soccer. La verdad no me agradaba mucho ese chico pero podía notar que tenía experiencia con las mujeres. Era apuesto, de buen cuerpo y con una energía sexual muy fuerte. Me gustaba provocarlo porque al final del día siempre se iba sin nada y eso me hacía carcajearme de la risa. Esa noche me vestí un poco más provocativa que de costumbre, porque sabía que venía y quería jugar un poco con él. Me puse un vestido amarillo que tengo con un escote enorme y un bra blanco. Muchos ya deben haberlo visto en mi blog. No llevaba tanga así que mi trasero se meneaba y brincaba de un lado a otro cada vez que caminaba rozando mi piel con aquella suave tela. Mi hijo parecía molesto por algo pero no podía notar que era. Jorge no podía quitar los ojos de mi escote al igual que mi hijo. Estuvimos viendo el partido hasta que llego el medio tiempo. Yo me levante a prepararles algunas botanas y a lo lejos les escuche hablar.
−Tu madre es una delicia hermano.
−Cállate idiota.
−Es enserio, no sabes lo que daría por salir con una mujer así.
−Nunca saldría con un pendejo como tú.
−Eso dices tu hermano, pero que crees que diga ella.
−Pierdes tu tiempo imbécil, ella solo sale con negros.
−¿Qué, es enserio?
−Si.
−¿Y por qué?
−¿Tú por qué crees idiota?
−No lo sé.
−Le gustan las pollas grandes.
−Wow tu madre sí que debe ser una veterana en la cama.
−Ya deja de hablar de mi madre si no quieres que te dé con estos tornillos que traigo en el brazo en la cabeza.
−Ok, No te enfades.
−Sería inútil para ti, te he visto en las duchas Gorgue y eres muy pequeño –dijo José mientras se echaba a reír.
−No es pequeño solo que comparado con el tuyo se ve así, tu eres un puto caballo –dijo gorgue mientras ambos reían sin control.
Gorgue ya estaba algo tomado cuando termino el partido así que; le dije que llamara a casa para que avisara que se quedaría a dormir pero me respondió que en su casa no había nadie, todos habían salido de viaje. Muy bien entonces te preparare la habitación de huéspedes −dije−.Ello siguieron charlando en la sala, mientras yo preparaba la habitación que se encontraba en la primera planta. Gorgue ya ni siquiera podía hablar bien de lo borracho que estaba y yo veía una posible oportunidad de dejar salir algo de la pasión acumulada que llevaba en mi interior en aquel joven cuerpo. Mi hijo no podía cargarlo, yo fui con él y lo ayude a llegar a la habitación. Yo aún no tengo sueño, me voy a quedar viendo tele un rato en la sala −dijo−. Yo lleve a Jorgito a su cuarto y lo ayude a quitarse el pantalón. Tenía una pequeña erección que se notaba en su bóxer tan ajustado. Muchas gracias por acostarme señora, pero sería mejor si se acostara junto a mí −dijo−. Cuidado mi amor, tal vez lo haga respondí. Sorprendí a aquel muchacho quitándome el vestido levantándolo por encima de mis hombros y quedando en ropa interior. Él se quedó mudo e inmóvil.
−Te gusto Jorge.
−Sí, mucho señora.
−¿Te gustaría que abusara de ti? –Pregunte mientras me reía levemente.
−Si.
−Bueno pues ayúdame a quitarte toda la ropa.
Como alma que lleva el diablo se quitó toda su ropa y se recostó en la cama. Sus ojos se entrecerraban por el peso de aquel alcohol que había ingerido y yo trataba de mantenerlo despierto. Me puse cerca de sus testículos y se los comencé a chupar mientras le picaba el ano. El gimió fuerte y me dijo –eso dolió−. Pues no te quedes dormido corazón –respondí.
Su ropa interior tenia manchas blancas por todos lados y sus testículos tenían ese aroma a semen seco. ¿Te estuviste masturbando todo el día amor? –pregunté mientras pasaba mi lengua por todo su pene−. Bueno es que usted siempre ha sido, ha sido mí, mi fantasía –dijo con voz entrecortada−. Yo lo comencé a chupar intensamente y el solo se limitaba a quedarse callado gimiendo muy levemente, podía notar que tenía experiencia cuando le daba mi garganta intermitentemente y el no eyaculaba. Tenía muy buena estamina así que decidí tomar una prueba de manejo. Me monte encima de él y mis caderas hicieron lo suyo. El solo me tomaba de mi cintura y me veía ir y venir en un frenético movimiento adelante y atrás, circular e incluso saltando encima de él. Yo tomaba mis pechos y los chupaba mientras montaba aquella viril y juvenil polla. No podía ni remotamente compararse con mi hijo pero era una buena polla. Gemía muy fuerte intencionalmente para que mi hijo que estaba en la sala me escuchara. Quería que viera de lo que se había perdido por despreciarme y supiera lo que podía hacer una verdadera hembra en la cama. Jorge hacia hasta lo imposible por no venirse. Yo seguía montando, gimiendo incluso gritando. Cógeme como a una perra−dije mientras mordía mis pezones. Entonces fue cuando lo vi. Mi hijo en la puerta de aquella gran habitación, mirando hacia nosotros. No podía creerlo, trate de no mirarlo fijamente y seguí como si no me hubiera dado cuenta. Mi hijo había sacado su polla monstruosa y se masturbaba intensamente. El saber que mi hijo me miraba fornicar como una hembra salvaje me excitaba aún más. Me saque el pene de Jorge y me lo apunte al ano. Hay que hacerlo seguro amor, no queremos un embarazo. Me monte en él y sentí como mi ano le daba la entrada. Yo me movía como una puta y Jorge no tardo en sucumbir al encanto de mi ano con un intenso orgasmo. ¡Dios mío! –grito intensamente−. Mientras yo recibía aquella joven semilla en mi culo y gemía fingiendo un orgasmo para que no se sintiera mal. Eso estuvo muy rico amor pero, ya es hora de dormir –dije mientras lo tapaba con una cobija y me ponía mi ropa−. ¿Te gusto como te viole hoy amor? –pregunté con un tono humorístico−. El solo asintió con la cabeza. Bueno de ti depende que se repita, solo se bueno con mi hijo y no cojas con nadie más, de ahora en adelante este pene me pertenece −dije−. El asintió de nuevo y se quedó dormido. Cuando me gire hacia la puerta mi hijo ya no estaba así que; me imagine que se haya ido. Salí de la habitación de gorgue y la televisión y las luces de la sala se encontraban apagados en su totalidad. Yo supuse que había ido a su habitación a terminar lo que había comenzado y yo hice lo mismo. La verdad el sexo con Jorge había sido poco satisfactorio y me había dejado con ganas de más. Esa noche me quite toda la ropa y dormí desnuda completamente. Hacía mucho calor y mi fiebre sexual no ayudaba mucho. Después de un par de horas caí rendida. Por la madrugada dormía plácidamente hasta que un pequeño movimiento me despertó. Era un ligero movimiento en mi cama. Trate de girarme pero algo me lo impidió. El brazo con tornillos de mi hijo estaba en mi espalda.
−¿Crees que puedes provocarme con tu cuerpo y luego rechazarme y cogerte a el imbécil de gorgue, perdón cogerte no, violarlo, así lo dijiste no?
−Tú me rechazaste a mí, ¿qué no te acuerdas?
−Eso fue antes, pero no te preocupes, yo te voy a dar lo que ese pendejo no pudo, una verga de un verdadero hombre.
−Quítate de encima.
−Esto es lo que deseabas desde un principio no, hablabas de violación, te voy a mostrar que es una violación.
José puso su otro yeso en mi cabeza y con fuerza empujo mi cara contra la almohada. Su cuerpo estaba encima del mío, podía sentir su abdomen rozar mi trasero. Sentí como se acomodó y su pene humedecido por su pre eyaculación se aproximó peligrosamente a mi ano. José ni se te ocurra –dije con voz enérgica pero incapaz de poder hacer algo por detenerlo. Él se acercó a mi oído y susurro en el −esto es una violación, mientras metía con fuerza y de golpe su polla bestial en mi ano sin misericordia alguna. Yo grite de dolor y una lágrima provocada por el mismo broto de mis ojos. Esta noche va a ser muy larga así que prepárate mama –dijo José
Continuará
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Su Gran Secreto - Capítulo 01
Tengo treinta y cuatro años de edad y disfruto mucho la vida que llevo. No es muy lujosa pero no me puedo quejar. Tengo todo lo que necesito y de vez en cuando me doy pequeños placeres culposos. Me considero una mujer muy activa sexualmente y de mente muy abierta. En la cama siempre he sido de las mujeres que les gusta complacer a su pareja y llevar el placer al extremo, incluso si eso involucra cumplir fantasías perversas de mis parejas. Actualmente soy divorciada pero nunca estoy sola. Siempre he tenido una naturaleza algo salvaje con lo que respecta al ámbito sexual. Físicamente soy una mujer no muy alta. Mi cuerpo es muy voluminoso, no soy gorda pero tampoco estoy en los huesos. Mis pechos son muy grandes desde la pubertad. Actualmente uso copa 42 doble d y mi trasero es igual de prominente. Disfruto mucho usar escotes y tangas para provocar las miradas de los hombres. Como a cualquier mujer me encanta sentirme deseada. Mi primera vez fue a los quince años de edad y desde ese entonces nunca he parado de experimentar. Descubrir el sexo a tan temprana edad me llevo a gozar de experiencias que fueron indescriptibles y que con la creación de este perfil tengo la intención de contarles y poder desahogar un poco esa pesada carga que llevo al no poder contarlas.
Mi historia empieza con mi hijo José. Él es un chico muy apuesto, es universitario y juega futbol americano en su facultad. Siempre ha tenido muy buenas notas y es muy cariñoso y atento conmigo. Siempre está buscando la manera de ayudarme y hacerme sentir bien. En ocasiones me hace cumplidos acerca de mi aspecto físico como: "ese escote te luce genial" o "esos jeans te lucen muy bien". Yo siempre premio cada uno de sus cumplidos con un besito en la boca. Para muchos es algo raro ver a una madre besar en la boca a su hijo pero, para mí siempre ha sido algo muy natural. Un día estando en el trabajo recibí una llamada de la universidad de mi hijo.
-¿Hablo con la señora Julia?
-Soy yo ¿que se le ofrece?
-Hablamos de parte de su hijo José.
-¿Le paso algo a mi hijo?
-Tuvo una caída muy fuerte y se fracturo ambos brazos, ahora está en el hospital San Marcos.
-Muchas gracias, enseguida voy para el hospital.
Conduje lo más rápido que pude y mi corazón se quería salir de mi pecho. Llegué al hospital y me dijeron que su padre ya había llegado y que el mismo había firmado los papeles para la cirugía. Al parecer uno de sus brazos se fracturo en varias partes e iba a necesitar algunos tornillos. La cirugía demoró un par de horas y pronto lo pasaron a cuarto. Yo estuve con él hasta que despertó. Tomaba su mano y lo besaba por toda su carita. Qué bueno que ya estas despierto mi bebé -dije-. No te preocupes tu mamita te va a cuidar muy bien, voy a hacer que no te falte nada -dije-. Estoy bien ma, solo fue una tonta caída no es nada. ¿Cómo que nada? te rompiste ambos brazos José -dije con preocupación-. Está bien voy a tratar de no esforzarme mucho y que me consientas entonces, pero ya no te preocupes más por favor -dijo-. Bueno, cuando te den de alta te llevaré a casa donde podre cuidarte mejor -dije.
Cuando llegó a casa estaba muy cansado. Las píldoras para el dolor lo tenían algo mareado y las enfermeras le daban solo baños de esponja lo que lo tenía con un olor algo peculiar. Lo primero que le dije fue -hay que darte un baño-. Entramos a la casa y yo cambié mi ropa del trabajo por algo más cómodo. Me puse una blusa de tirantes y unos shorts algo pequeño para andar en la casa ya que en la zona norte de México siempre hace mucho calor. Mi hijo se mostraba renuente a querer desnudarse ante su madre pero pues al final no le quedó más remedio que hacerlo.
-Muy bien mi amor déjame ponerte estas bolsas especiales en tus brazos para que no te entre agua.
-Oye ma, podrías cerrar los ojos mientras me bañas no quiero que me veas así desnudo.
-No seas tontito no puedo bañarte bien si tengo los ojos cerrados.
-Pero es que me da vergüenza ma.
-Te vi miles de veces cuando estaban chico, ¿qué tanto pudiste haber cambiado? déjame bajarte esto para que puedas meterte a bañar.
Me puse de rodillas y desabroche su cinturón. Desabroché el botón de sus jeans y bajé el zipper de su pantalón. Lo tome de la cintura y lo bajé hasta el piso. El quedo solamente en unos boxers que le gustaba usar algo ajustados. No lo veía en ropa interior desde que tenía cinco años y la verdad había cambiado mucho. Lo que había debajo de esos boxers ya no era el pene de un niño pequeño, era la verga de un hombre y por la dimensión que se hacía notar a través de la tela era una imponente. Yo sonreí un poco y la curiosidad me invadió. Quería ver que tan grande había crecido mi muchachito desde que nos bañábamos juntos cuando tenía cinco años. Cuando bajé su boxer quedo ante mí una verga grande en su estado flácido, algo gorda y con un glande reluciente. Tenía el vello muy bien recortado y los testículos bien afeitados.
-¡Vaya que mi muchachito creció bastante!
-Ma, por eso no quería que me bañaras, no quiero que te burles de mi como mis compañeros de equipo.
-¿Y cómo alguien podría burlarse de ti, teniendo tan bonito pene mi amor? Es pura envidia, ya quisieran estar como mi muchachote.
-Pues se burlan de mí, me apodaron el caballo.
-Pues tu lleva ese apodo con orgullo amor, y si te preguntar porque es tu diles.
Lo tome de la mano y lo lleve al baño. Yo me quité mis shorts y mi blusa dejando al aire mis grandes pechos y mi trasero. Él se me quedo viendo y me dijo -va a ser como cuando nos bañábamos juntos ma-. Bueno un poco, aunque en ese entonces lo hacíamos ambos totalmente desnudos -dije. Me metí a la regadera con él y lo senté en una silla grande de plástico. Frote un poco de jabón en una esponja y logre hacer mucha espuma. Comencé a frotarlo por su pecho tan definido y musculoso, algo en mí se sentía diferente. De pronto vi a mi hijo como hombre. Su cuerpo marcado y grande ya no me era indiferente. Yo sin parar de frotarlo me imaginaba que haría con el si no fuera de mi sangre. Termine de enjabonarlo por su pecho, abdomen, espalda y piernas, solo me restaban los glúteos y sus genitales. Le pedí que se levantara y me puse detrás de él. Que pompudo estas amor no te había visto bien -dije mientras sonreía. Ma, no digas esas cosas me avergüenzas -dijo con su rostro con un color rojizo-. Lo frote con la esponja y luego me porte algo traviesa y frote duro sus glúteos con mis manos. Él se incomodó mucho pero no dijo nada. Yo estaba muy excitada y mi hijo me dijo -ya ma, detente-. Lo voltee y pude ver el porqué de tan exaltada reacción. Mi hijo se había excitado con el masaje tan sexy que le había dado en los glúteos y estaba muy apenado. Su pene estaba por completo erecto, las venas se dejaban ver a través de la piel de su pene formando protuberancias lineales como si fueran caminos caprichosos. Sus testículos se veían rebosantes y con restos de espuma del jabón.
-No te preocupes amor, es algo natural.
-Perdóname ma, es que hace mucho que no me desahogo.
-Me imagino amor, pero hay que lavarte ahí también no puede quedarse sucio.
-Está bien ma, pero no tardes mucho.
-Tú relájate.
Me puse de rodillas y puse la esponja alrededor de su verga tan gigantesca y comencé a frotarlo con el jabón, víctima de la lujuria que aquel pene provocaba perdí el control. Lo frote cada vez con más rapidez y violencia. El solo cerraba sus ojos. Hasta que después de un par de minutos su verga soltó lo que fue el mayor orgasmo que he visto el cual impacto en mi cara. Chorros y chorros de semen cayeron en mi cara. Mi hijo jadeaba de placer y cuando se dio cuenta de lo acontecido me pidió perdón mil veces. Yo limpie el semen de mi cara con mis dedos y lo lleve a mi boca para probarlo. Sabes muy rico mi amor no te apures -dije-. Cada vez que tengas necesidad de desahogarte solo dile a mamita y yo te liberare esa tensión amor, ahora espérame que tengo que quitarme esta lechita de encima -dije-. Me quite el bra y mi tanga y quede completamente desnuda ante sus ojos. Espérate ahí sentado mi amor mientras me baño. Abrí la ducha y me enjabone sensualmente enfrente de él. Mi hijo tuvo una segunda erección y yo lo veía con morbo, parece que ese grandulón necesita desahogarse un poco más, me puse de rodillas enfrente de él y abrí mi boca
Él se levantó bruscamente de la silla y grito -¡ya basta! Somos madre e hijo, no podemos hacer esto-. Sécame el cuerpo y déjame salir -dijo con un enrojecimiento en su rostro pero en esta ocasión era de un profundo enfado-. Yo me cubrí con una toalla que por el tamaño tan pequeño a duras penas y podía retener mi anatomía. Después lo sequé a él sin enfocarme mucho en sus genitales. Estaba bastante molesto y al parecer no quería dirigirme de nuevo la palabra. Lo lleve a su habitación y le ayude a vestirse, ahí aproveche para de nuevo tocar su pene mientras lo metía en su ajustado bóxer. El no menciono ni una sola palabra, yo salí del cuarto para así dejarlo un tiempo a solas y que pasara su enojo.
Tal vez había ido muy lejos, una madre no debería realizar ese tipo de actos sexuales con su hijo pero... el deseo que había despertado en mi era tan intenso que prácticamente era imposible de sobrellevar. Las dimensiones enormes de su verga hacían temblar a mi vagina. Tenía años que no me topaba con una verga así de descomunal y mi vagina me gritaba que lo deseaba, pero eso era imposible era mi hijo y ahora parecía que me odiaba por lo que paso. El día siguiente se fue a la universidad. Llevó su teléfono celular para grabar todo lo que se decía en clase y así no tener que apuntar nada. Yo le di un beso grande cuando se fue y le dije-te amo-. El no dijo nada y salió de la casa. Yo estaba muy preocupada por haber podido arruinar la bonita relación que tenía con mi hijo. Haber eso hecho fue un error terrible y tal vez la fractura en nuestra conexión emocional era irreparable.
Por la tarde llego con unos amigos de la facultad. Jugadores de futbol que aprovechaban cualquier momento a solas conmigo como cruzarnos en un pasillo mientras iban al baño para tratar de seducirme. Muchos eran muy atractivos pero no me llamaban la atención los chicos tan jóvenes. El más atrevido de todos era Jorge un chico con mucho dinero. Arrogante y patán como ninguno, trataba en cualquier oportunidad que tenía de convencerme para llevarme a la cama. Se acercó a la cocina mientras los demás veían el partido para platicar conmigo. Yo para tratar de no ser grosera le seguí la corriente.
-Hola Julia como estas, no es pregunta, estas deliciosa.
-Hola Jorge, gracias... supongo.
-Oye, cuando me vas a decir que sí.
-¿Si a qué?
-Pues a salir a algún lado para conocernos más, al cine tal vez o a cenar.
-No creo que se dé nunca Jorgito.
-No me trates como un niño, podría darte una gran sorpresa.
-Lo dudo mucho cariño, ahora si me disculpas tengo cosas que hacer.
-Bien, como quieras.
Me puse a cambiar las sabanas de las habitaciones de la segunda planta así ya no tendría mas encuentros fortuitos con Jorge o cualquiera de los amigos de mi hijo. Más tarde se fueron y mi hijo estaba algo adormecido. Miguel un amigo desde la infancia de mi hijo que estuvo en esa reunión me dijo que había tomado un poco, a pesar de que él le había aconsejado que no lo hiciera. Yo le agradecí por haberme contado la verdad y se fue cerrando la puerta detrás de él. Mi hijo había quedado completamente inconsciente por la combinación de pastillas para el dolor y alcohol que yacía desmayado inmóvil y roncando como un león en el sillón. Yo fui a la segunda planta por su ropa para dormir y comencé a desvestirlo con mucho cuidado de no lastimarlo. Quite su playera muy despacio y con cautela para no lastimar sus brazos, el no daba ni la más mínima reacción de despertar así que yo seguí con lo mío. Después abrí el botón de sus janes y baje el zipper. El olor a hombre que emanaba de entre su ingle me perturbo de nuevo. Tome rápido sus pantalones y los fui bajando despacio para no despertarlo. La excitación en mi creció y me encontraba de nuevo frente a aquel monumento a los penes enormes.
Quite su ropa interior solo hasta sus rodillas y lo vi de nuevo. Majestuoso, grueso e imponente. La bestia salvaje dormía en una almohada de piernas. Así que para enfrentarme a aquel monstruo decidí despertarlo. Lo tome en mi mano la cual no podía rodearlo por completo debido al grosor. Comencé a frotarlo de arriba a abajo. Aquella bestial polla dio sus primeros signos de vida ensanchándose aún más. Yo me saboreaba como si fuera el manjar más delicioso de este mundo. Con cada fricción de mi mano en su delicada piel, hacía que creciera aún más. Pronto tomo las mismas dimensiones que la situación ocurrida en la regadera. El calor en mi cuerpo era insoportable. Me quite toda la ropa y seguí masturbándolo. El no despertaba estaba completamente en k.o. Yo pensé en que esta era mi oportunidad y me acerque a él. Frote con mi mano su marcado abdomen e incline de nuevo mi cabeza. Esta vez mi lengua hizo contacto por primera vez con su gran glande y la sensación fue sobrecogedora. Mi mente daba vueltas abrumada por todos os sentidos el olor, el sabor, el placer. Me convertí en una prostituta y comencé a mamárselo como tal. Mi lengua recorría cada centímetro de aquel gran pedazo de carne. El sabor a orina y sudor estaba por todos lados. Él se limitaba solo a gemir un poco pero permanecía dormido. Yo aproveche y seguí disfrutando de aquel dulce manjar. Mi lengua se volvió una exploradora en aquel terreno desconocido para mí. Pronto hizo suyo cada parte de aquel gran territorio llenándolo de saliva y haciéndolo gozar. Decidí llevarlo al siguiente nivel y de golpe lo metí hasta mi garganta. No me cupo todo por el tamaño y tuve que arquearme en mi primer intento. La saliva que se acumuló en mi boca era demasiada debido a eso y la escupí toda encima de su polla. Lo masturbe de nuevo y recuperada comencé a entregarle mi garganta esta vez llegue mucho más lejos. Seguí dándole placer no resistió mucho un gemido de placer se escuchó muy despacio y una avalancha de semen salió de su polla. Los grumos eran evidentes. Tanto, que podía sentirlos. Su leche era tan espesa y abundante que me sobrepaso. Me ahogo un poco y mucha se escapó de mi boca tosiéndola, cayendo sobre su estómago. Bebí la que tenía en mi boca saboreándola y no dejando ni una gota fuera. Quite la que restaba en mi comisura de los labios con mis dedos y lo chupe como el dulce más delicioso. El sabor era exquisito. Mi hijo estaba bañado en su propio semen y yo no lo podía dejar así. Mi lengua casi poseída comenzó a recorrer su cuerpo limpiando aquel dulce elixir sin dejar rastro de él. Mi excitación creció aún más y mi vagina estaba completamente mojada. Me subí con cuidado al sillón y dije -perdóname hijo, pero esta noche tienes que ser mío. Puse su gran polla justo en la entrada de mi vagina y descendí a un placentero dolor mi cuerpo se arqueo y comencé a montarlo como a un potro salvaje, no pasaron ni 5 segundos y mi hijo despertó
Mi hijo había despertado con algo de desconcierto en su mirada. Aun no sabía bien lo que estaba pasando y su cuerpo no reaccionaba muy bien debido a los medicamentos y el alcohol. Yo, sin tomarle importancia a lo que él podría decir seguí montándolo. Su polla estaba dura como una piedra y yo estaba húmeda como un rio. Mi cuerpo tenia cada centímetro de piel erizada y mis labios vaginales le daban a mi hijo la bienvenida de nuevo, al lugar que lo vio nacer abrazando fuertemente a su polla. El abrió los ojos poco a poco pero en su rostro se notaba que aún estaba muy medicado y ebrio como para poder razonar coherentemente.
−¿Mama que estás haciendo?
−Shh cariño, todo está bien.
−¿Por qué estas desnuda?
−Esto no es más que otro de tus sueños mi amor
−Si eso debe ser, debe ser ese sueño en el que trato a mi madre como a una puta. –dijo para sí mismo.
−Oh enserio. ¿Eso crees que soy?
−Siempre he sabido que te acuestas con muchos hombres mama, que te encantan los negros, aún recuerdo cuando de niño, traías hombres a la casa y yo te espiaba en la noche a través de la puerta mientras ellos te hacían gemir como lo que eres una puta barata.
−¿Pero qué dijiste, como te atreves?
−Siempre te lo he querido decir pero nunca me he atrevido a hacerlo. Creo que solo tengo el valor para hacerlo aquí, en mis sueños.
−Bájate a la mierda de mi verga, ramera. Ponte en cuatro.
Podía ver en su rostro que sus pupilas aún estaban dilatadas, el efecto de las drogas no había pasado y por la falta de fluidez en su forma de hablar, podía notar que aún estaba borracho. Pero no podía soportar que mi hijo me tratara de esa manera. Además no quería que la primera vez que lo hiciéramos me tratara como la peor de las putas. Tome mi ropa y me vestí. Vuelve a soñar en otra cosa amor, no habrá ramera esta vez –dije. Él se quedó dormido de nuevo antes de poder mencionar una palabra y yo le ayude a vestirse, poniendo de nuevo su ropa interior.
Al día siguiente lo levante para bañarlo. El trato de no pasar por lo mismo pero era imposible su pene estaba erecto de nuevo. Yo le dije –no quiero estar lavando tanta ropa y haciendo más esfuerzos así que es mejor si nos bañamos juntos−. Me quite mi falda blanca abriéndola con el zipper lateral y bajándola con mucho esfuerzo ya que; por el volumen de mi trasero era difícil de subir por lo tanto; igual de difícil al bajar. Cuando por fin pude lograr tan titánica acción mi trasero quedo al aire, lucía una tanga roja con un poco de encaje y de un tamaño muy pequeño. El cual la mayor parte se escondía entre mis grandes y gordos glúteos. Podía ver de reojo a mi hijo observándome pero no dije absolutamente nada. Después quite mi blusa dejando por completo al aire mis gigantescos senos. Mis pezones estaban tan excitados que apuntaban a mi hijo como si mi cuerpo por si solo expresara que era lo que realmente deseaba. Baje mi tanga de espaldas a el para dejarle ver por completo mi ano y mi vagina abierta provocándole. Pude notar que después de tan erótico panorama su pene estaba goteando ese dulce líquido con sabor a gloria que tanto deseaba, su pre eyaculación. De nuevo no dije nada y tome la esponja con el jabón y empecé a enjabonarlo. La regadera estaba encendida y el agua caía en mi cabeza recorriendo mi cabello y descendiendo por mis pechos al suelo. El agua estaba caliente y hacia acrecentar mi excitación. Mi hijo aún tenía su pene muy erecto y trataba de evitarme con la mirada. Yo termine de enjabonar aquel cuerpo atlético terminando en sus glúteos firmes y duros metí la esponja entre aquel par de rocas y enjabone el canal entre ellas. Después lo metí al agua y removí todo ese jabón. Él no decía ni una sola palabra, permanecía mudo.
−Ahora te voy a lavar el cabello.
−Está bien
−Cierra tus ojos.
−Ok. Oye…
−¿Qué ocurre, te entro champo en los ojos?
−No, no es eso.
−¿Entonces, qué es?
−Eh, puedes ayudarme a desahogarme de nuevo.
−Bueno lo he estado pensando mucho y tienes razón. No deberíamos hacer eso. Somos madre e hijo y no está bien.
−Pero…
−Pero nada, eso es lo que decidí y es lo que haremos.
Limpie su pene muy rápido, solo unas cuantas pasadas con la esponja y lo enjuague con un poco de agua. Lo seque rápidamente y ayude para que se vistiera. Durante todo el tiempo pude ver una expresión de molestia dibujada en su rostro pero no le di más importancia. Así estuvimos prácticamente por más de una semana. Nada sexual y él se había distanciado aún más de mí.
Un viernes por la noche invito a su amigo Jorge a ver un partido de futbol soccer. La verdad no me agradaba mucho ese chico pero podía notar que tenía experiencia con las mujeres. Era apuesto, de buen cuerpo y con una energía sexual muy fuerte. Me gustaba provocarlo porque al final del día siempre se iba sin nada y eso me hacía carcajearme de la risa. Esa noche me vestí un poco más provocativa que de costumbre, porque sabía que venía y quería jugar un poco con él. Me puse un vestido amarillo que tengo con un escote enorme y un bra blanco. Muchos ya deben haberlo visto en mi blog. No llevaba tanga así que mi trasero se meneaba y brincaba de un lado a otro cada vez que caminaba rozando mi piel con aquella suave tela. Mi hijo parecía molesto por algo pero no podía notar que era. Jorge no podía quitar los ojos de mi escote al igual que mi hijo. Estuvimos viendo el partido hasta que llego el medio tiempo. Yo me levante a prepararles algunas botanas y a lo lejos les escuche hablar.
−Tu madre es una delicia hermano.
−Cállate idiota.
−Es enserio, no sabes lo que daría por salir con una mujer así.
−Nunca saldría con un pendejo como tú.
−Eso dices tu hermano, pero que crees que diga ella.
−Pierdes tu tiempo imbécil, ella solo sale con negros.
−¿Qué, es enserio?
−Si.
−¿Y por qué?
−¿Tú por qué crees idiota?
−No lo sé.
−Le gustan las pollas grandes.
−Wow tu madre sí que debe ser una veterana en la cama.
−Ya deja de hablar de mi madre si no quieres que te dé con estos tornillos que traigo en el brazo en la cabeza.
−Ok, No te enfades.
−Sería inútil para ti, te he visto en las duchas Gorgue y eres muy pequeño –dijo José mientras se echaba a reír.
−No es pequeño solo que comparado con el tuyo se ve así, tu eres un puto caballo –dijo gorgue mientras ambos reían sin control.
Gorgue ya estaba algo tomado cuando termino el partido así que; le dije que llamara a casa para que avisara que se quedaría a dormir pero me respondió que en su casa no había nadie, todos habían salido de viaje. Muy bien entonces te preparare la habitación de huéspedes −dije−.Ello siguieron charlando en la sala, mientras yo preparaba la habitación que se encontraba en la primera planta. Gorgue ya ni siquiera podía hablar bien de lo borracho que estaba y yo veía una posible oportunidad de dejar salir algo de la pasión acumulada que llevaba en mi interior en aquel joven cuerpo. Mi hijo no podía cargarlo, yo fui con él y lo ayude a llegar a la habitación. Yo aún no tengo sueño, me voy a quedar viendo tele un rato en la sala −dijo−. Yo lleve a Jorgito a su cuarto y lo ayude a quitarse el pantalón. Tenía una pequeña erección que se notaba en su bóxer tan ajustado. Muchas gracias por acostarme señora, pero sería mejor si se acostara junto a mí −dijo−. Cuidado mi amor, tal vez lo haga respondí. Sorprendí a aquel muchacho quitándome el vestido levantándolo por encima de mis hombros y quedando en ropa interior. Él se quedó mudo e inmóvil.
−Te gusto Jorge.
−Sí, mucho señora.
−¿Te gustaría que abusara de ti? –Pregunte mientras me reía levemente.
−Si.
−Bueno pues ayúdame a quitarte toda la ropa.
Como alma que lleva el diablo se quitó toda su ropa y se recostó en la cama. Sus ojos se entrecerraban por el peso de aquel alcohol que había ingerido y yo trataba de mantenerlo despierto. Me puse cerca de sus testículos y se los comencé a chupar mientras le picaba el ano. El gimió fuerte y me dijo –eso dolió−. Pues no te quedes dormido corazón –respondí.
Su ropa interior tenia manchas blancas por todos lados y sus testículos tenían ese aroma a semen seco. ¿Te estuviste masturbando todo el día amor? –pregunté mientras pasaba mi lengua por todo su pene−. Bueno es que usted siempre ha sido, ha sido mí, mi fantasía –dijo con voz entrecortada−. Yo lo comencé a chupar intensamente y el solo se limitaba a quedarse callado gimiendo muy levemente, podía notar que tenía experiencia cuando le daba mi garganta intermitentemente y el no eyaculaba. Tenía muy buena estamina así que decidí tomar una prueba de manejo. Me monte encima de él y mis caderas hicieron lo suyo. El solo me tomaba de mi cintura y me veía ir y venir en un frenético movimiento adelante y atrás, circular e incluso saltando encima de él. Yo tomaba mis pechos y los chupaba mientras montaba aquella viril y juvenil polla. No podía ni remotamente compararse con mi hijo pero era una buena polla. Gemía muy fuerte intencionalmente para que mi hijo que estaba en la sala me escuchara. Quería que viera de lo que se había perdido por despreciarme y supiera lo que podía hacer una verdadera hembra en la cama. Jorge hacia hasta lo imposible por no venirse. Yo seguía montando, gimiendo incluso gritando. Cógeme como a una perra−dije mientras mordía mis pezones. Entonces fue cuando lo vi. Mi hijo en la puerta de aquella gran habitación, mirando hacia nosotros. No podía creerlo, trate de no mirarlo fijamente y seguí como si no me hubiera dado cuenta. Mi hijo había sacado su polla monstruosa y se masturbaba intensamente. El saber que mi hijo me miraba fornicar como una hembra salvaje me excitaba aún más. Me saque el pene de Jorge y me lo apunte al ano. Hay que hacerlo seguro amor, no queremos un embarazo. Me monte en él y sentí como mi ano le daba la entrada. Yo me movía como una puta y Jorge no tardo en sucumbir al encanto de mi ano con un intenso orgasmo. ¡Dios mío! –grito intensamente−. Mientras yo recibía aquella joven semilla en mi culo y gemía fingiendo un orgasmo para que no se sintiera mal. Eso estuvo muy rico amor pero, ya es hora de dormir –dije mientras lo tapaba con una cobija y me ponía mi ropa−. ¿Te gusto como te viole hoy amor? –pregunté con un tono humorístico−. El solo asintió con la cabeza. Bueno de ti depende que se repita, solo se bueno con mi hijo y no cojas con nadie más, de ahora en adelante este pene me pertenece −dije−. El asintió de nuevo y se quedó dormido. Cuando me gire hacia la puerta mi hijo ya no estaba así que; me imagine que se haya ido. Salí de la habitación de gorgue y la televisión y las luces de la sala se encontraban apagados en su totalidad. Yo supuse que había ido a su habitación a terminar lo que había comenzado y yo hice lo mismo. La verdad el sexo con Jorge había sido poco satisfactorio y me había dejado con ganas de más. Esa noche me quite toda la ropa y dormí desnuda completamente. Hacía mucho calor y mi fiebre sexual no ayudaba mucho. Después de un par de horas caí rendida. Por la madrugada dormía plácidamente hasta que un pequeño movimiento me despertó. Era un ligero movimiento en mi cama. Trate de girarme pero algo me lo impidió. El brazo con tornillos de mi hijo estaba en mi espalda.
−¿Crees que puedes provocarme con tu cuerpo y luego rechazarme y cogerte a el imbécil de gorgue, perdón cogerte no, violarlo, así lo dijiste no?
−Tú me rechazaste a mí, ¿qué no te acuerdas?
−Eso fue antes, pero no te preocupes, yo te voy a dar lo que ese pendejo no pudo, una verga de un verdadero hombre.
−Quítate de encima.
−Esto es lo que deseabas desde un principio no, hablabas de violación, te voy a mostrar que es una violación.
José puso su otro yeso en mi cabeza y con fuerza empujo mi cara contra la almohada. Su cuerpo estaba encima del mío, podía sentir su abdomen rozar mi trasero. Sentí como se acomodó y su pene humedecido por su pre eyaculación se aproximó peligrosamente a mi ano. José ni se te ocurra –dije con voz enérgica pero incapaz de poder hacer algo por detenerlo. Él se acercó a mi oído y susurro en el −esto es una violación, mientras metía con fuerza y de golpe su polla bestial en mi ano sin misericordia alguna. Yo grite de dolor y una lágrima provocada por el mismo broto de mis ojos. Esta noche va a ser muy larga así que prepárate mama –dijo José
Continuará
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