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Solo Quería Verla Durmiendo – Capítulo 001
Era noche cerrada cuando salió de su habitación en camiseta y pantalón de pijama. Le sorprendió ver una luz tenue y titilante iluminando vagamente el recibidor, al fondo del pasillo. Con sigilo atravesó el corredor hasta llegar a la puerta acristalada del salón de donde provenía la luz.
La tenue fuente lumínica no era otra cosa que la pantalla de televisión del salón que alguien visionaba a esas horas y cuyos haces luminosos no solo alumbraban la estancia sino que traspasaban la cristalera de la puerta que daba al recibidor.
Con una insana curiosidad empujó la puerta suavemente para poder meter la cabeza en el salón y ver quién estaba haciendo uso de la tele a esas horas.
La coronilla que sobresalía por encima del respaldo del sofá era claramente la de su padre y lo que estaba viendo le dejó entre pasmado y divertido. Unas imágenes de una adolescente retozando desnuda, besándose con un maromo que la penetraba.
Se le antojó demasiado joven para su padre con un coñete de pelo muy fino y unas tetitas aun muy tiernas incluso para el mozo que se la follaba.
Con una sonrisa pérfida volvió tras sus pasos, cerrando la puerta con sigilo y puso rumbo en dirección al baño ubicado frente a la puerta de su dormitorio, en mitad del pasillo, tal y como había sido su intención inicial. Antes de meterse dentro y encender la luz para orinar se fijó en la puerta del cuarto de sus padres al otro lado del pasillo. Estaba entreabierta y sin duda su madre estaría dentro durmiendo a pierna suelta.
-El idiota de mi padre prefiere meneársela con una niñata frente a la tele en vez de follar con su mujer. ¡Qué suerte tan mal aprovechada tienen algunos!
De repente una idea alocada cruzó como un rayo por su cabeza. Retrocedió un paso volviendo a plantarse en mitad del pasillo. Miró hacia el fondo del corredor fijando su vista en la puerta tras la cual dormía su madre y pensó en su padre meneándosela en solitario.
Inspiró una bocanada de aire y, con cautela y sigilo, dirigió sus pies descalzos hacia la entrada del dormitorio, empujó la puerta y se coló en el cuarto de sus padres plantándose a los pies de la cama nupcial. No sabía exactamente con qué propósito lo hacía. Se dijo a sí mismo que solo quería ver a su madre dormir y disfrutar, si era posible, del dibujo que sus tetas formarían en el fino salto de cama. O tal vez un pajote frente a su cara y correrse en su pelo.
Pero entonces, en medio de la penumbra y con la polla en la mano, pensó que podría meterse en la cama y, quizás, pegarse a ella sin que se diera cuenta, abrazarla desde atrás y notar su calor. El calor de sus tetas entre sus manos.
Rodeó la cama hasta el lado contrario al que ocupaba su madre, apartó las mantas y se detuvo un momento nervioso.
-Si se despierta, le puedo decir que no podía dormir y que solo quería abrazarla como cuando era pequeño.
Se metió en la cama con sumo cuidado y observó la tenue luz del pasillo a través de la puerta con los cinco sentidos en alerta. No había indicios de que su padre estuviera volviendo pero tenía el corazón a mil por hora.
Con suavidad se pegó a su espalda plegando su cuerpo al de ella. La erección al notar su culo contra sus ingles no se hizo esperar. La tela era lo suficientemente fina como para que Álvaro pudiese meter su polla entre las nalgas de su madre por encima de la prenda. Apoyó una mano en su cintura mientras se apretaba contra ella se manera muy sutil.
Las leves embestidas le proporcionaban tanto placer que pensó de nuevo en la paja que se estaba haciendo su padre frente a la tele. Pensar que el idiota lo prefería a esto. Él también se estaba pajeando pero lo hacía con el culo de su mujer.
La mano que tenía posada en la cadera de su madre comenzó a acariciar toda la extensión de su culo. Era una hembra hermosa. Cada vez exploraba más y más porción de su cuerpo hasta que le dio por intentar atrapar una teta. Y lo consiguió.
Tenía cogida la teta por encima de la tela. La excitación era tan grande que casi se corre de gusto ahí mismo de no ser porque la culpabilidad y sobretodo el miedo de ser descubierto por su padre hacían que fuese un manojo de nervios.
-¿Y si la sobo debajo del camisón? Si se despierta no sabrá que soy yo el que le mete mano con esta oscuridad. Si me dice que la deje en paz paro y me voy. Nadie sabrá que le he tocado las peras a mi madre.
Dicho y hecho. No solo le había bajado el tirante asomando una teta que sobaba como masa de pan sino que además había levantado la parte baja del camisón colando su polla junto a su culo. Solo las bragas impedían que su polla tuviera acceso a algo más íntimo. Lo mejor de todo era que su madre dormía como un lirón. Su respiración era honda y prolongada lo que indicaba un profundo y pesado sueño.
Era el día más feliz de su vida. Tanto que estaba a punto de llorar de placer. La sobada de teta junto a los leves empujoncitos de su polla contra su culo iban a terminar en una corrida muy placentera que no olvidaría jamás. Anda que no iba a hacerse pajas a costa de lo de hoy.
Entonces se oyó un carraspeo que casi le hace caerse de la cama. ¿Su padre?
Peor aún. Su madre acababa de despertarse y es que los leves empujoncitos de su polla no lo eran tanto como él pensaba.
-Mmmm, joder Martín. Si es que vienes muy tarde a la cama. Venga, vale, te dejo que me folles pero acaba pronto, hmmmm –dijo entre sueños– siempre igual.
Su madre se colocó boca arriba con las piernas levemente separadas. Escasos segundos después volvía a caer profundamente dormida tal y como su respiración rasposa demostraba.
Álvaro, atónito y todavía con la teta en la mano, no daba crédito. Se había pegado tal susto que casi se caga de miedo. Su madre se había despertado mientras le sobaba la teta y no se había dado cuenta de que era él y no su marido. Una risa floja asomó en su cara cuando la sangre volvió a circular por sus venas.
Miraba a su madre en la penumbra sin perder de vista la puerta. Ese era el momento adecuado para pirarse a su cuarto a hacerse una paja tal y como su padre estaba haciendo ahora en el salón. Tenía la boca seca y su respiración era tan agitada que iba a acabar con todo el aire de la casa.
Si lo dejaba aquí podría salir como un campeón. Tentar la suerte nunca trae buenas consecuencias y sobar el coño de su madre no es tentar a la suerte, es jugar a la ruleta rusa.
Dejó de pensarlo más y se desnudó por completo tirando la ropa al suelo. Su madre no se movió de su posición así que puso la mano sobre una teta, la amasó unos segundos y la fue deslizando hacia abajo cautelosamente. Cuando llego a la altura de sus bragas las palpó por encima y disfrutó de su mullido bulto.
Ante la inerte pasividad de su madre, Álvaro metió la mano bajo la prenda y exploró sus pliegues con deseo. Cerró los ojos y bendijo ese día por encima de todas las cosas.
Dios, no se lo podía creer. El coño de su madre. Le estaba sobando el coño a su madre. Y menudo coño tenía. Con esas tetazas y ese coño no entendía cómo el lerdo de su padre babeaba por un palo seco de tetitas a medio hacer.
Deslizó el dedo por la raja suavemente arriba y abajo, introdujo la yema entre sus pliegues y, en un momento dado, metió el dedo por completo, despacio.
La penetró digitalmente con cuidado sin poderse creer todavía lo que estaba pasando. Tomo aire de nuevo y decidió jugarse el todo por el todo asiendo sus bragas y tirando hacia abajo de ellas para sacárselas por los tobillos. Después se colocó sobre ella sintiendo su calor y la suavidad de su piel. Estaba en la gloria.
Su madre gemía vagamente cada vez que su hijo se movía sobre ella. Tampoco dio ninguna señal de que notara los sobeteos y mamadas a sus pezones de su hijo. Como tampoco se inmutó cuando la punta de la polla de Álvaro se colocó en la entrada de su coño.
Con muchos nervios y desacertada puntería consiguió meterla un poco. Después la fue penetrando poco a poco, con leves empujones, hasta quedar alojada por completo dentro de su coño.
Una vez dentro de su madre, el joven crápula mamó y sobo sus pezones antes de comenzar a entrar y salir de ella con suavidad y sigilo. Le hubiera gustado alargarlo hasta el infinito pero el miedo a ser descubierto por su padre follándose a su mujer le urgía a acabar cuanto antes.
Las prisas hacían volar sus manos que acariciaban y amasaban todo su cuerpo lo que hacía peligrar el estado de somnolencia de su madre que botaba en la cama de manera cada vez más frenética con cada empellón. Cada empujón era más fuerte que el anterior, cada lamida más húmeda y cada sobeteo más rudo.
Por fin las andanadas de placer no tardaron en llegar. Estaba empezando a correrse cuando, en plena efervescencia orgásmica, le metió un dedo por el culo y se puso a jugar con él metiéndolo y sacándolo al compás de su polla. Se corrió abundantemente. Su semen inundó el coño de su madre mientras éste se encargaba de llenar sus tetas de babas.
Cuando por fin todo acabó se quedó extenuado reposando su cabeza sobre el cuello de su madre intentando recuperar el resuello. Las pulsaciones de su madre eran lentas y regulares. Al parecer ni un terremoto hubiera sido capaz de sacarla de su sopor.
Poco a poco la sangre fue volviendo a su poco utilizado cerebro golpeándole con un jarro de fría realidad.
-Joder, ¿qué cojones he hecho? Acabo de tirarme a mi madre. Me la acabo de follar. Hostia puta, tiene mi semen dentro.
Se maldijo una y mil veces, cerró los ojos con fuerza y tomo una onda bocanada de aire. Con cautela comenzó a apartarse de ella levantando su cuerpo y deslizando su polla hacia afuera. Como si de un resorte se tratara, su madre salió de su duermevela y, al percatarse de la finalización del coito, se giró a su posición inicial dando la espalda a su hijo mientras balbuceaba algo inaudible posiblemente deseando las buenas noches.
Álvaro, tumbado boca arriba tras su madre y con todos sus sentidos arácnidos alerta esperó inmóvil cualquier señal de alarma. No se oía ni una mosca. Su padre tampoco daba señales de vida. Momento oportuno para salir cagando leches.
Aguardo unos segundos antes de deslizarse por el borde de la cama. Agarró su ropa en un revoltijo y se dispuso a abandonar la estancia. Asomó la cabeza al pasillo. No había moros en la costa. Salió con paso raudo hacia su dormitorio y al llegar a su puerta, se fijó en la tenue luz azulada proveniente del salón. Después volvió la mirada al dormitorio de su madre y sonrió.
-Qué curiosa es la vida de mis padres y sus hábitos. Pensar que acabo de follarme a mi madre y de correrme en su coño y ninguno de los dos se ha dado cuenta, absortos como están cada uno en sus propias miserias.
En estos pensamientos andaba cuando la tenue luz que iluminaba el pasillo desapareció, señal inequívoca de que la sesión de cine erótico nocturna había acabado. Entró en su cuarto con el máximo sigilo, dejó caer el ovillo de ropa al suelo, se metió en la cama y se durmió como una marmota en menos de dos minutos con una sonrisa de oreja a oreja.
A la mañana siguiente Álvaro se encontró a sus padres desayunando en la cocina. Mientras se sentaba con ellos, y se mezclaba en su conversación, estuvo atento a cualquier signo anormal en el comportamiento de ambos pero aparentemente todo iba como siempre.
Su padre había entrado a hurtadillas en su propia cama con actitud culpable por su paja nocturna a expensas de su mujer a la cual no quería despertar. Su madre, por otra parte, había tenido otra “típica noche sexual” con su marido cuyos lances no tenía intención de rememorar. Ninguno de los dos sospechaba nada de lo que realmente sucedió en su propio dormitorio.
Una vez superado el miedo, el hambre fue haciendo presa del muchacho que zampaba con avidez las tostadas de mantequilla y mermelada mientras su padre, con su típico adormecimiento mañanero, terminaba de apurar su café a pequeños sorbos.
Su madre se levantó de la mesa dispuesta a recogerla y su hijo no desaprovechó la ocasión para fijarse en su melonar y rememorar el buen rato de anoche amasándolo. Menuda hembra, vaya peras y, sobre todo, vaya follada.
Cuando su madre hubo limpiado la mesa y acabado de recoger parte de los utensilios se dispuso a abandonar la cocina.
-Voy a ducharme. Cuando acabéis de desayunar poned el lavavajillas –dijo antes de girarse hacia la puerta y salir por ella.
La puerta quedaba justo en frente de Álvaro que disfrutó de la vista de su culo mientras se alejaba a lo largo del pasillo, evocando feliz el momento que lo tuvo entre sus manos.
-¿Le estás mirando el culo a tu madre? –dijo su padre sin apartar la vista del café que sostenía por el asa a punto de beber.
Imprevisiblemente el tono que había tenido su padre durante el desayuno sonó áspero y provocador. El estómago de Álvaro se contrajo como si le hubiesen dado una descarga eléctrica. Bajó la vista de inmediato y la fijó en su propia taza de cola-cao temeroso de que su padre sospechara algo.
-¿Eh?, n...no, no, que va.
La mesa de la cocina era rectangular. Su padre estaba sentado en el lateral de su izquierda por lo que su mirada, fija en la pared que su padre tenía enfrente, no se cruzaba con la de su hijo.
-Yo diría que sí. Y tenías una sonrisa de bobalicón mientras lo hacías.
-Ah, es que… me estaba acordando de algo gracioso.
-¿De qué?
-Pues de… de…
Álvaro miraba a su padre de reojo mientras que éste, aun con la taza en la mano frente a su boca, no apartaba la mirada de la pared.
-Me estaba acordando de una vez que…
-Ayer fui tarde a la cama –interrumpió su padre en el mismo tono hosco–. Estuve viendo la tele hasta muy entrada la noche.
Se hizo un incómodo silencio. De repente Álvaro se encontró más pendiente de escuchar lo que su padre iba a decir que en continuar con su propia explicación inventada.
-Me extrañó que las mantas de mi lado de la cama estuvieran revueltas. Normalmente tu madre entra por su lado y se acurruca en un rincón sin apenas alterar las de mi parte –hizo una pausa para dar un sorbo a su café–. No le di importancia en ese momento.
De nuevo se hizo el silencio solamente interrumpido por el ruido de la ducha.
-Tampoco le di importancia en aquel momento al hecho de que mi lado de la cama estuviera caliente, como si alguien hubiera estado durmiendo allí antes de llegar yo.
Nuevo sorbo de café y nueva descarga estomacal. Álvaro cerró los ojos pensando en el predecible interrogatorio inquisitivo que se le venía encima. Bien, este era momento de mantener la calma y pensar en algo plausible. Negarlo todo, esa es siempre la mejor táctica. No hay pruebas, no hay crimen, no hay culpable.
-Pero ¿sabes qué? –continuó su padre– Esta mañana, al levantarme y poner los pies en la alfombra he visto las bragas de tu madre tiradas en el suelo.
Ahora sí miró a su hijo fijamente a los ojos, atravesándole como si fueran rayos laser.
-Junto a tus calzoncillos. Y eso sí ha empezado a tocarme los cojones –la última frase la pronunció escupiendo cada sílaba.
Álvaro abrió la boca atónito. ¿Cómo había podido ser tan tonto? No había pensado ni por un segundo que podía haber dejado tantas pruebas.
-Yo… yo…
-¿Qué has estado haciendo con tu madre, pequeño cabrón?
Oírle escupir las palabras de esa manera de los labios de su padre sonaba aterrador. Álvaro cerró los ojos unos segundos intentando pensar su próximo movimiento. Negarlo todo ya no era una opción.
En la cocina no se movía ni una mosca. El ruido del agua de la ducha flotaba en el ambiente mientras su progenitor permanecía mirándole colérico esperando una respuesta de su pequeño bastardo.
-A ver –dijo secándose la frente con la palma de la mano– deja que te explique.
Tragó saliva y por un segundo fue capaz de sostener la mirada de su padre.
-El caso es que ayer me levanté a mear y al salir al pasillo me extrañó ver la puerta de vuestro cuarto abierta. Vosotros siempre dormís con ella cerrada así que pensé en cerrarla yo mismo pero entonces, al llegar a ella, miré dentro de vuestro dormitorio y me fijé que en la cama solo estaba mamá durmiendo.
La mirada de Martín se endureció y Álvaro empezó a prepararse para recibir una buena hostia en cualquier momento.
-N…no sé porqué me acorde de cuando dormía en vuestra cama de pequeño, abrazado a mamá –de nuevo volvió a tragar saliva. Su padre permanecía atento. No sabía si estaba ganando tiempo o alargando la agonía–. Como tú no estabas me pareció buena idea hacer como en los viejos tiempos. Solo quería abrazarla, te lo juro y fue lo que hice, solo la abracé desde atrás, como cuando era niño.
Su padre levantó una ceja. Esa excusa barata se estaba ganando dos hostias más por cutre.
-Pero entonces mamá se puso boca arriba, abrió un poco las piernas y me pidió que la follara rápido, porque tenía sueño –se atragantó con su propio llanto, no se lo estaba creyendo ni él.
Sin embargo el comentario pilló a su padre por sorpresa y desarmó momentáneamente su rictus hostil. No era la primera vez que se había follado a su mujer así.
-Sé que mamá pensaba que eras tú quien estaba abrazándola y también sé que lo que tenía que haber hecho era largarme pero…
Miro a su padre con la intención de dar pena.
-Te juro que no hice nada. Solo seguí abrazándola para que no se diera cuenta de que era yo. Me dio mucha vergüenza que me descubriera.
-Ya, y entonces se te ocurrió meterle mano ¿no? Pequeño cabrón.
-No, mamá alargó su mano y la metió dentro de mi calzoncillo. Me cogió la polla y empezó a meneármela.
Martín puso los ojos como platos. Eso no se lo esperaba.
-¿Te la meneó?
-Yo no quería que eso pasase pero, nunca me habían tocado ahí, de esa manera. Joder papá te juro que iba a pararlo pero no sé qué me pasaba, no podía. Sé que suena mal pero era la primera vez que una chica me tocaba la polla. Me sentía fatal por mamá, de verdad, y no podía dejar de pensar en el daño que os estaba haciendo pero es que estoy tan desesperado por estar con una chica que… la dejé seguir pajeándome.
Daba la impresión de que su padre le estaba creyendo.
-Tu madre… ¿te la meneó?
-Lo hacía tan rápido que creía que iba a morirme de placer. Iba a pararla pero no podía. No podía o… no quería, lo siento.
Soy un inadaptado virgen al que nunca le ha tocado una chica –rompió a llorar como una nena–. Lo siento papá, lo juro. En ese momento no era yo, de verdad. No sabía lo que hacía, perdí el control.
Tomó aire y continuó con su relato.
-Después, cuando se quitó las bragas y me dijo que la follara de una vez para seguir durmiendo…
Su padre tragó saliva con tal fuerza que le crujieron varios músculos de la garganta.
-No debí hacerlo, los sé. No debí ponerme sobre ella, ni sobarle las tetas y tampoco debí métesela tal y como ella me pedía pero yo solo… solo quería que no sospechase y me descubriera. Joder, me acababa de hacer una paja y se me descubría me iba a matar. Lo hice solo por eso.
-¿¡Me estás diciendo que te pusiste sobre tu madre y le metiste la polla para que no se diera cuenta de que acababa de hacerte una paja!?
-Lo siento mucho. Siento habérsela metido. Siento haberme follado a mamá. Pero sobre todo siento mucho haberme corrido dentro de ella.
Martín volvió a abrir la boca con cara de asombro.
-¿Te has corrido dentro? ¿Dentro de tu madre? ¿En el coño?
Álvaro puso una cara de gatito inocente que venía a decir “sí a todo”. Su padre tenía la cara crispada. En cualquier momento su cabeza podía estallar como en las películas. Contuvo el aire durante varios largos segundos antes de soltarlo como si fuese una olla a presión. Después cerró los ojos con fuerza y se masajeó las sienes.
-Te pajea…, te la follas…, y tu semen…, tu semen… en el coño de tu madre. ¡Joder, qué asco!
Casi se oía hervir la sangre dentro de su cabeza. Necesitaba tiempo para asimilar todo lo que había oído de su hijo, tal vez uno o dos lustros. Su respiración era tan fuerte que las paredes se combaban con cada bocanada. El ruido de la ducha cesó y el silencio inundó la cocina de nuevo.
-Lo siento –dijo de nuevo.
Su padre continuaba masajeándose las sienes mientras Álvaro intentaba recomponer la compostura pero no demasiado. Dar lástima era uno de los mejores recursos de la humanidad delincuente y él necesitaba de todos y cada uno de ellos para sobrevivir otro día más.
Se oyó el ruido de una puerta abriéndose al final del pasillo. Su padre salió de su letargo de golpe, le miró a los ojos.
-Deja de llorar y límpiate la cara –ordenó su padre.
-¿Q…Qué vas a hacer?
-Nada. Y tú tampoco.
Álvaro parecía no entender cuáles eran las intenciones de su padre.
-Tu madre no se ha enterado de quien se la ha follado esta noche y así seguirá siendo. ¿Te enteras?
-Sí, sí, claro –empezaba a respirar aliviado.
-Si tu madre se entera de que ahora mismo, en este momento, está paseando tu semen metido en su coño por toda la casa…
-C…Claro, claro.
-No vuelvas a mi habitación, mantente lejos de tu madre y sobre todo, jamás, repito jamás vuelvas a ponerle una mano encima o te juro por dios que sales de esta casa derechito a tomar por culo.
-Sí, sí, te lo prometo. Te lo juro. No volverá a pasar.
Cuando su madre entro de nuevo en la cocina se dirigió hacia su esposo.
-Bueno, ¿qué? ¿Has acabado de desayunar, nos vamos?
-Claro mujer. Me limpio los dientes y ya estoy. ¿Terminas de recoger tú la mesa, no hijo?
-Sí, sí, la recojo yo –apuró a decir Álvaro.
Su madre le revolvió el pelo y le besó en la mejilla.
-Hay que ver qué hijo más formal y más bueno tenemos ¿eh, Martín?
Su marido tardo dos eternos segundos en devolver la sonrisa a su mujer que desapareció en cuanto esta apartó su vista de él.
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Solo Quería Verla Durmiendo – Capítulo 001
Era noche cerrada cuando salió de su habitación en camiseta y pantalón de pijama. Le sorprendió ver una luz tenue y titilante iluminando vagamente el recibidor, al fondo del pasillo. Con sigilo atravesó el corredor hasta llegar a la puerta acristalada del salón de donde provenía la luz.
La tenue fuente lumínica no era otra cosa que la pantalla de televisión del salón que alguien visionaba a esas horas y cuyos haces luminosos no solo alumbraban la estancia sino que traspasaban la cristalera de la puerta que daba al recibidor.
Con una insana curiosidad empujó la puerta suavemente para poder meter la cabeza en el salón y ver quién estaba haciendo uso de la tele a esas horas.
La coronilla que sobresalía por encima del respaldo del sofá era claramente la de su padre y lo que estaba viendo le dejó entre pasmado y divertido. Unas imágenes de una adolescente retozando desnuda, besándose con un maromo que la penetraba.
Se le antojó demasiado joven para su padre con un coñete de pelo muy fino y unas tetitas aun muy tiernas incluso para el mozo que se la follaba.
Con una sonrisa pérfida volvió tras sus pasos, cerrando la puerta con sigilo y puso rumbo en dirección al baño ubicado frente a la puerta de su dormitorio, en mitad del pasillo, tal y como había sido su intención inicial. Antes de meterse dentro y encender la luz para orinar se fijó en la puerta del cuarto de sus padres al otro lado del pasillo. Estaba entreabierta y sin duda su madre estaría dentro durmiendo a pierna suelta.
-El idiota de mi padre prefiere meneársela con una niñata frente a la tele en vez de follar con su mujer. ¡Qué suerte tan mal aprovechada tienen algunos!
De repente una idea alocada cruzó como un rayo por su cabeza. Retrocedió un paso volviendo a plantarse en mitad del pasillo. Miró hacia el fondo del corredor fijando su vista en la puerta tras la cual dormía su madre y pensó en su padre meneándosela en solitario.
Inspiró una bocanada de aire y, con cautela y sigilo, dirigió sus pies descalzos hacia la entrada del dormitorio, empujó la puerta y se coló en el cuarto de sus padres plantándose a los pies de la cama nupcial. No sabía exactamente con qué propósito lo hacía. Se dijo a sí mismo que solo quería ver a su madre dormir y disfrutar, si era posible, del dibujo que sus tetas formarían en el fino salto de cama. O tal vez un pajote frente a su cara y correrse en su pelo.
Pero entonces, en medio de la penumbra y con la polla en la mano, pensó que podría meterse en la cama y, quizás, pegarse a ella sin que se diera cuenta, abrazarla desde atrás y notar su calor. El calor de sus tetas entre sus manos.
Rodeó la cama hasta el lado contrario al que ocupaba su madre, apartó las mantas y se detuvo un momento nervioso.
-Si se despierta, le puedo decir que no podía dormir y que solo quería abrazarla como cuando era pequeño.
Se metió en la cama con sumo cuidado y observó la tenue luz del pasillo a través de la puerta con los cinco sentidos en alerta. No había indicios de que su padre estuviera volviendo pero tenía el corazón a mil por hora.
Con suavidad se pegó a su espalda plegando su cuerpo al de ella. La erección al notar su culo contra sus ingles no se hizo esperar. La tela era lo suficientemente fina como para que Álvaro pudiese meter su polla entre las nalgas de su madre por encima de la prenda. Apoyó una mano en su cintura mientras se apretaba contra ella se manera muy sutil.
Las leves embestidas le proporcionaban tanto placer que pensó de nuevo en la paja que se estaba haciendo su padre frente a la tele. Pensar que el idiota lo prefería a esto. Él también se estaba pajeando pero lo hacía con el culo de su mujer.
La mano que tenía posada en la cadera de su madre comenzó a acariciar toda la extensión de su culo. Era una hembra hermosa. Cada vez exploraba más y más porción de su cuerpo hasta que le dio por intentar atrapar una teta. Y lo consiguió.
Tenía cogida la teta por encima de la tela. La excitación era tan grande que casi se corre de gusto ahí mismo de no ser porque la culpabilidad y sobretodo el miedo de ser descubierto por su padre hacían que fuese un manojo de nervios.
-¿Y si la sobo debajo del camisón? Si se despierta no sabrá que soy yo el que le mete mano con esta oscuridad. Si me dice que la deje en paz paro y me voy. Nadie sabrá que le he tocado las peras a mi madre.
Dicho y hecho. No solo le había bajado el tirante asomando una teta que sobaba como masa de pan sino que además había levantado la parte baja del camisón colando su polla junto a su culo. Solo las bragas impedían que su polla tuviera acceso a algo más íntimo. Lo mejor de todo era que su madre dormía como un lirón. Su respiración era honda y prolongada lo que indicaba un profundo y pesado sueño.
Era el día más feliz de su vida. Tanto que estaba a punto de llorar de placer. La sobada de teta junto a los leves empujoncitos de su polla contra su culo iban a terminar en una corrida muy placentera que no olvidaría jamás. Anda que no iba a hacerse pajas a costa de lo de hoy.
Entonces se oyó un carraspeo que casi le hace caerse de la cama. ¿Su padre?
Peor aún. Su madre acababa de despertarse y es que los leves empujoncitos de su polla no lo eran tanto como él pensaba.
-Mmmm, joder Martín. Si es que vienes muy tarde a la cama. Venga, vale, te dejo que me folles pero acaba pronto, hmmmm –dijo entre sueños– siempre igual.
Su madre se colocó boca arriba con las piernas levemente separadas. Escasos segundos después volvía a caer profundamente dormida tal y como su respiración rasposa demostraba.
Álvaro, atónito y todavía con la teta en la mano, no daba crédito. Se había pegado tal susto que casi se caga de miedo. Su madre se había despertado mientras le sobaba la teta y no se había dado cuenta de que era él y no su marido. Una risa floja asomó en su cara cuando la sangre volvió a circular por sus venas.
Miraba a su madre en la penumbra sin perder de vista la puerta. Ese era el momento adecuado para pirarse a su cuarto a hacerse una paja tal y como su padre estaba haciendo ahora en el salón. Tenía la boca seca y su respiración era tan agitada que iba a acabar con todo el aire de la casa.
Si lo dejaba aquí podría salir como un campeón. Tentar la suerte nunca trae buenas consecuencias y sobar el coño de su madre no es tentar a la suerte, es jugar a la ruleta rusa.
Dejó de pensarlo más y se desnudó por completo tirando la ropa al suelo. Su madre no se movió de su posición así que puso la mano sobre una teta, la amasó unos segundos y la fue deslizando hacia abajo cautelosamente. Cuando llego a la altura de sus bragas las palpó por encima y disfrutó de su mullido bulto.
Ante la inerte pasividad de su madre, Álvaro metió la mano bajo la prenda y exploró sus pliegues con deseo. Cerró los ojos y bendijo ese día por encima de todas las cosas.
Dios, no se lo podía creer. El coño de su madre. Le estaba sobando el coño a su madre. Y menudo coño tenía. Con esas tetazas y ese coño no entendía cómo el lerdo de su padre babeaba por un palo seco de tetitas a medio hacer.
Deslizó el dedo por la raja suavemente arriba y abajo, introdujo la yema entre sus pliegues y, en un momento dado, metió el dedo por completo, despacio.
La penetró digitalmente con cuidado sin poderse creer todavía lo que estaba pasando. Tomo aire de nuevo y decidió jugarse el todo por el todo asiendo sus bragas y tirando hacia abajo de ellas para sacárselas por los tobillos. Después se colocó sobre ella sintiendo su calor y la suavidad de su piel. Estaba en la gloria.
Su madre gemía vagamente cada vez que su hijo se movía sobre ella. Tampoco dio ninguna señal de que notara los sobeteos y mamadas a sus pezones de su hijo. Como tampoco se inmutó cuando la punta de la polla de Álvaro se colocó en la entrada de su coño.
Con muchos nervios y desacertada puntería consiguió meterla un poco. Después la fue penetrando poco a poco, con leves empujones, hasta quedar alojada por completo dentro de su coño.
Una vez dentro de su madre, el joven crápula mamó y sobo sus pezones antes de comenzar a entrar y salir de ella con suavidad y sigilo. Le hubiera gustado alargarlo hasta el infinito pero el miedo a ser descubierto por su padre follándose a su mujer le urgía a acabar cuanto antes.
Las prisas hacían volar sus manos que acariciaban y amasaban todo su cuerpo lo que hacía peligrar el estado de somnolencia de su madre que botaba en la cama de manera cada vez más frenética con cada empellón. Cada empujón era más fuerte que el anterior, cada lamida más húmeda y cada sobeteo más rudo.
Por fin las andanadas de placer no tardaron en llegar. Estaba empezando a correrse cuando, en plena efervescencia orgásmica, le metió un dedo por el culo y se puso a jugar con él metiéndolo y sacándolo al compás de su polla. Se corrió abundantemente. Su semen inundó el coño de su madre mientras éste se encargaba de llenar sus tetas de babas.
Cuando por fin todo acabó se quedó extenuado reposando su cabeza sobre el cuello de su madre intentando recuperar el resuello. Las pulsaciones de su madre eran lentas y regulares. Al parecer ni un terremoto hubiera sido capaz de sacarla de su sopor.
Poco a poco la sangre fue volviendo a su poco utilizado cerebro golpeándole con un jarro de fría realidad.
-Joder, ¿qué cojones he hecho? Acabo de tirarme a mi madre. Me la acabo de follar. Hostia puta, tiene mi semen dentro.
Se maldijo una y mil veces, cerró los ojos con fuerza y tomo una onda bocanada de aire. Con cautela comenzó a apartarse de ella levantando su cuerpo y deslizando su polla hacia afuera. Como si de un resorte se tratara, su madre salió de su duermevela y, al percatarse de la finalización del coito, se giró a su posición inicial dando la espalda a su hijo mientras balbuceaba algo inaudible posiblemente deseando las buenas noches.
Álvaro, tumbado boca arriba tras su madre y con todos sus sentidos arácnidos alerta esperó inmóvil cualquier señal de alarma. No se oía ni una mosca. Su padre tampoco daba señales de vida. Momento oportuno para salir cagando leches.
Aguardo unos segundos antes de deslizarse por el borde de la cama. Agarró su ropa en un revoltijo y se dispuso a abandonar la estancia. Asomó la cabeza al pasillo. No había moros en la costa. Salió con paso raudo hacia su dormitorio y al llegar a su puerta, se fijó en la tenue luz azulada proveniente del salón. Después volvió la mirada al dormitorio de su madre y sonrió.
-Qué curiosa es la vida de mis padres y sus hábitos. Pensar que acabo de follarme a mi madre y de correrme en su coño y ninguno de los dos se ha dado cuenta, absortos como están cada uno en sus propias miserias.
En estos pensamientos andaba cuando la tenue luz que iluminaba el pasillo desapareció, señal inequívoca de que la sesión de cine erótico nocturna había acabado. Entró en su cuarto con el máximo sigilo, dejó caer el ovillo de ropa al suelo, se metió en la cama y se durmió como una marmota en menos de dos minutos con una sonrisa de oreja a oreja.
- · -
A la mañana siguiente Álvaro se encontró a sus padres desayunando en la cocina. Mientras se sentaba con ellos, y se mezclaba en su conversación, estuvo atento a cualquier signo anormal en el comportamiento de ambos pero aparentemente todo iba como siempre.
Su padre había entrado a hurtadillas en su propia cama con actitud culpable por su paja nocturna a expensas de su mujer a la cual no quería despertar. Su madre, por otra parte, había tenido otra “típica noche sexual” con su marido cuyos lances no tenía intención de rememorar. Ninguno de los dos sospechaba nada de lo que realmente sucedió en su propio dormitorio.
Una vez superado el miedo, el hambre fue haciendo presa del muchacho que zampaba con avidez las tostadas de mantequilla y mermelada mientras su padre, con su típico adormecimiento mañanero, terminaba de apurar su café a pequeños sorbos.
Su madre se levantó de la mesa dispuesta a recogerla y su hijo no desaprovechó la ocasión para fijarse en su melonar y rememorar el buen rato de anoche amasándolo. Menuda hembra, vaya peras y, sobre todo, vaya follada.
Cuando su madre hubo limpiado la mesa y acabado de recoger parte de los utensilios se dispuso a abandonar la cocina.
-Voy a ducharme. Cuando acabéis de desayunar poned el lavavajillas –dijo antes de girarse hacia la puerta y salir por ella.
La puerta quedaba justo en frente de Álvaro que disfrutó de la vista de su culo mientras se alejaba a lo largo del pasillo, evocando feliz el momento que lo tuvo entre sus manos.
-¿Le estás mirando el culo a tu madre? –dijo su padre sin apartar la vista del café que sostenía por el asa a punto de beber.
Imprevisiblemente el tono que había tenido su padre durante el desayuno sonó áspero y provocador. El estómago de Álvaro se contrajo como si le hubiesen dado una descarga eléctrica. Bajó la vista de inmediato y la fijó en su propia taza de cola-cao temeroso de que su padre sospechara algo.
-¿Eh?, n...no, no, que va.
La mesa de la cocina era rectangular. Su padre estaba sentado en el lateral de su izquierda por lo que su mirada, fija en la pared que su padre tenía enfrente, no se cruzaba con la de su hijo.
-Yo diría que sí. Y tenías una sonrisa de bobalicón mientras lo hacías.
-Ah, es que… me estaba acordando de algo gracioso.
-¿De qué?
-Pues de… de…
Álvaro miraba a su padre de reojo mientras que éste, aun con la taza en la mano frente a su boca, no apartaba la mirada de la pared.
-Me estaba acordando de una vez que…
-Ayer fui tarde a la cama –interrumpió su padre en el mismo tono hosco–. Estuve viendo la tele hasta muy entrada la noche.
Se hizo un incómodo silencio. De repente Álvaro se encontró más pendiente de escuchar lo que su padre iba a decir que en continuar con su propia explicación inventada.
-Me extrañó que las mantas de mi lado de la cama estuvieran revueltas. Normalmente tu madre entra por su lado y se acurruca en un rincón sin apenas alterar las de mi parte –hizo una pausa para dar un sorbo a su café–. No le di importancia en ese momento.
De nuevo se hizo el silencio solamente interrumpido por el ruido de la ducha.
-Tampoco le di importancia en aquel momento al hecho de que mi lado de la cama estuviera caliente, como si alguien hubiera estado durmiendo allí antes de llegar yo.
Nuevo sorbo de café y nueva descarga estomacal. Álvaro cerró los ojos pensando en el predecible interrogatorio inquisitivo que se le venía encima. Bien, este era momento de mantener la calma y pensar en algo plausible. Negarlo todo, esa es siempre la mejor táctica. No hay pruebas, no hay crimen, no hay culpable.
-Pero ¿sabes qué? –continuó su padre– Esta mañana, al levantarme y poner los pies en la alfombra he visto las bragas de tu madre tiradas en el suelo.
Ahora sí miró a su hijo fijamente a los ojos, atravesándole como si fueran rayos laser.
-Junto a tus calzoncillos. Y eso sí ha empezado a tocarme los cojones –la última frase la pronunció escupiendo cada sílaba.
Álvaro abrió la boca atónito. ¿Cómo había podido ser tan tonto? No había pensado ni por un segundo que podía haber dejado tantas pruebas.
-Yo… yo…
-¿Qué has estado haciendo con tu madre, pequeño cabrón?
Oírle escupir las palabras de esa manera de los labios de su padre sonaba aterrador. Álvaro cerró los ojos unos segundos intentando pensar su próximo movimiento. Negarlo todo ya no era una opción.
En la cocina no se movía ni una mosca. El ruido del agua de la ducha flotaba en el ambiente mientras su progenitor permanecía mirándole colérico esperando una respuesta de su pequeño bastardo.
-A ver –dijo secándose la frente con la palma de la mano– deja que te explique.
Tragó saliva y por un segundo fue capaz de sostener la mirada de su padre.
-El caso es que ayer me levanté a mear y al salir al pasillo me extrañó ver la puerta de vuestro cuarto abierta. Vosotros siempre dormís con ella cerrada así que pensé en cerrarla yo mismo pero entonces, al llegar a ella, miré dentro de vuestro dormitorio y me fijé que en la cama solo estaba mamá durmiendo.
La mirada de Martín se endureció y Álvaro empezó a prepararse para recibir una buena hostia en cualquier momento.
-N…no sé porqué me acorde de cuando dormía en vuestra cama de pequeño, abrazado a mamá –de nuevo volvió a tragar saliva. Su padre permanecía atento. No sabía si estaba ganando tiempo o alargando la agonía–. Como tú no estabas me pareció buena idea hacer como en los viejos tiempos. Solo quería abrazarla, te lo juro y fue lo que hice, solo la abracé desde atrás, como cuando era niño.
Su padre levantó una ceja. Esa excusa barata se estaba ganando dos hostias más por cutre.
-Pero entonces mamá se puso boca arriba, abrió un poco las piernas y me pidió que la follara rápido, porque tenía sueño –se atragantó con su propio llanto, no se lo estaba creyendo ni él.
Sin embargo el comentario pilló a su padre por sorpresa y desarmó momentáneamente su rictus hostil. No era la primera vez que se había follado a su mujer así.
-Sé que mamá pensaba que eras tú quien estaba abrazándola y también sé que lo que tenía que haber hecho era largarme pero…
Miro a su padre con la intención de dar pena.
-Te juro que no hice nada. Solo seguí abrazándola para que no se diera cuenta de que era yo. Me dio mucha vergüenza que me descubriera.
-Ya, y entonces se te ocurrió meterle mano ¿no? Pequeño cabrón.
-No, mamá alargó su mano y la metió dentro de mi calzoncillo. Me cogió la polla y empezó a meneármela.
Martín puso los ojos como platos. Eso no se lo esperaba.
-¿Te la meneó?
-Yo no quería que eso pasase pero, nunca me habían tocado ahí, de esa manera. Joder papá te juro que iba a pararlo pero no sé qué me pasaba, no podía. Sé que suena mal pero era la primera vez que una chica me tocaba la polla. Me sentía fatal por mamá, de verdad, y no podía dejar de pensar en el daño que os estaba haciendo pero es que estoy tan desesperado por estar con una chica que… la dejé seguir pajeándome.
Daba la impresión de que su padre le estaba creyendo.
-Tu madre… ¿te la meneó?
-Lo hacía tan rápido que creía que iba a morirme de placer. Iba a pararla pero no podía. No podía o… no quería, lo siento.
Soy un inadaptado virgen al que nunca le ha tocado una chica –rompió a llorar como una nena–. Lo siento papá, lo juro. En ese momento no era yo, de verdad. No sabía lo que hacía, perdí el control.
Tomó aire y continuó con su relato.
-Después, cuando se quitó las bragas y me dijo que la follara de una vez para seguir durmiendo…
Su padre tragó saliva con tal fuerza que le crujieron varios músculos de la garganta.
-No debí hacerlo, los sé. No debí ponerme sobre ella, ni sobarle las tetas y tampoco debí métesela tal y como ella me pedía pero yo solo… solo quería que no sospechase y me descubriera. Joder, me acababa de hacer una paja y se me descubría me iba a matar. Lo hice solo por eso.
-¿¡Me estás diciendo que te pusiste sobre tu madre y le metiste la polla para que no se diera cuenta de que acababa de hacerte una paja!?
-Lo siento mucho. Siento habérsela metido. Siento haberme follado a mamá. Pero sobre todo siento mucho haberme corrido dentro de ella.
Martín volvió a abrir la boca con cara de asombro.
-¿Te has corrido dentro? ¿Dentro de tu madre? ¿En el coño?
Álvaro puso una cara de gatito inocente que venía a decir “sí a todo”. Su padre tenía la cara crispada. En cualquier momento su cabeza podía estallar como en las películas. Contuvo el aire durante varios largos segundos antes de soltarlo como si fuese una olla a presión. Después cerró los ojos con fuerza y se masajeó las sienes.
-Te pajea…, te la follas…, y tu semen…, tu semen… en el coño de tu madre. ¡Joder, qué asco!
Casi se oía hervir la sangre dentro de su cabeza. Necesitaba tiempo para asimilar todo lo que había oído de su hijo, tal vez uno o dos lustros. Su respiración era tan fuerte que las paredes se combaban con cada bocanada. El ruido de la ducha cesó y el silencio inundó la cocina de nuevo.
-Lo siento –dijo de nuevo.
Su padre continuaba masajeándose las sienes mientras Álvaro intentaba recomponer la compostura pero no demasiado. Dar lástima era uno de los mejores recursos de la humanidad delincuente y él necesitaba de todos y cada uno de ellos para sobrevivir otro día más.
Se oyó el ruido de una puerta abriéndose al final del pasillo. Su padre salió de su letargo de golpe, le miró a los ojos.
-Deja de llorar y límpiate la cara –ordenó su padre.
-¿Q…Qué vas a hacer?
-Nada. Y tú tampoco.
Álvaro parecía no entender cuáles eran las intenciones de su padre.
-Tu madre no se ha enterado de quien se la ha follado esta noche y así seguirá siendo. ¿Te enteras?
-Sí, sí, claro –empezaba a respirar aliviado.
-Si tu madre se entera de que ahora mismo, en este momento, está paseando tu semen metido en su coño por toda la casa…
-C…Claro, claro.
-No vuelvas a mi habitación, mantente lejos de tu madre y sobre todo, jamás, repito jamás vuelvas a ponerle una mano encima o te juro por dios que sales de esta casa derechito a tomar por culo.
-Sí, sí, te lo prometo. Te lo juro. No volverá a pasar.
Cuando su madre entro de nuevo en la cocina se dirigió hacia su esposo.
-Bueno, ¿qué? ¿Has acabado de desayunar, nos vamos?
-Claro mujer. Me limpio los dientes y ya estoy. ¿Terminas de recoger tú la mesa, no hijo?
-Sí, sí, la recojo yo –apuró a decir Álvaro.
Su madre le revolvió el pelo y le besó en la mejilla.
-Hay que ver qué hijo más formal y más bueno tenemos ¿eh, Martín?
Su marido tardo dos eternos segundos en devolver la sonrisa a su mujer que desapareció en cuanto esta apartó su vista de él.
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