Sin Remordimientos

heranlu

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Ago 31, 2007
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La verdad es que no me arrepiento de nada de lo sucedido, ya que de esa manera estoy más que segura que salvé a mi hijo de pasar bastante malos ratos. Mi hijo Rolando es todo lo que una madre quiere que sea su hijo, aunque siempre ha sido algo tímido con las chicas, y para él quiero lo mejor, cueste lo que cueste. Por lo que cuando me enteré que se estaba viendo con una chica de un barrio, al principio no le puse mucha atención, y hasta me alegré de eso en el fondo. Pero cuando Josefina la mujer de servicio que trabaja en casa, me contó de quien se trataba. En pocas palabras la tipa era más puta que las gallinas, tenía tres hijos, de tres tipos distintos y los tres tipos se encontraban presos.
Yo traté de hablar con mi hijo, pero cuando me comentó que ella le hacía sentir lo que nadie hasta esos momentos, entendí que se estaban acostando, aunque él me lo negó vehementemente. En un ataque de desesperación, un día la agarré entrando en nuestra casa y la boté, mi hijo se molestó mucho conmigo, y hasta me amenazó con irse de la casa. Pero en medio de su rabia me recomendó ir a ver una psicóloga. Aunque la psicóloga me hizo ver mi gran error, en la manera en que le hablé a mi hijo, que no se trataba de un niño pequeño, sino de un hombre. También creo que sin ser su intención, me dio una idea, al recordarme lo que mi hijo había dicho, que la tipa esa le había hecho sentir lo que nadie hasta esos momentos.
Al salir de su consulta, decidí poner mi plan en marcha, seducir a mi propio hijo. Con el fin, de que se olvidase de esa perra. Lo primero que hice fue comprarme ropa nueva para él y para mí, tanto de vestir como intima. Aunque en ciertos momentos me ponía a pensar sí lo que hacía era debido o no, finalmente decidí que prefería cualquier cosa, que verlo de marido de una puta. Aproveché el día de su cumpleaños, para invitarlo a él solo a cenar fuera de la casa, o por lo menos esa era la excusa para lo que seguía en mi plan. Me puse las piezas de ropa intima, más llamativas que compré en la boutique, y luego lo llamé para que me ayudase a escoger, entre algunos vestidos que había comprado para esa ocasión.
Al entrar ha mi dormitorio, se quedó viéndome de manera extraña, no como un hijo ve a su madre sino como un hombre liga a una mujer. Aproveché su interés en mí, para seguir con mi plan, a medida que me ponía y quitaba los distintos vestidos, lo hacía de la manera más sensual que pude, aunque demostrando gran ingenuidad. Sus ojos parecían salirse de sus orbitas, cuando me dedicaba a quitarme alguno de los vestidos delante de él, como si no pasara nada. Además me di cuenta de que su “amiguito” como yo le llamaba desde que Rolando era niño, se encontraba paradito dentro de su pantalón, pero pensé que ese momento realmente no era el más adecuado para seguir con mi plan, ya que de la mima manera que se fijaba en mi cuerpo y parecía desearlo, en ocasiones se ponía rojo como un tomate y trataba de ocultar su mirada.
Cuando finalmente escogí el vestido que me pondría, me comentó que era algo atrevido, que dejaba ver mucho, yo le comenté que eran ideas suyas nada más, y le pedí que se diera un baño y se vistiera para salir los dos a cenar juntos. Calculé el momento en que se encontraría secándose, y con la excusa de llevarle su ropa recién comprada para él, entré en su habitación. Lo agarré justo en el momento en que se secaba el cabello, por lo que no se dio cuenta de inmediato de mi presencia.
Cuando lo vi todo desnudo, me di cuenta de que había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo vi así desnudo del todo, para esa época debía haber tenido unos once o doce años. Pero cuando entre con su ropa planchada, ya era todo un hombre de veinte. Cuando escuchó mi voz se puso todo nervioso, trató de ocultar con su toalla lo que me pareció ser una rápida erección, pero haciéndome la que no me había dado cuenta de nada, salí de su cuarto, no sin antes darle un beso en su mejilla muy cerca de su boca.
Cuando estuvo del todo listo, ambos salimos y a medida que yo conducía mi auto, con toda la intención dejé que la falda se subiera a la altura de mis muslos, durante gran parte del trayecto mi hijo no me quitaba la vista de encima, y yo actuaba como si nada pasara. Le pregunté por una película que yo sabía que él había visto, un poco caliente, de los amores de una mujer madura con un jovencito, y noté como a medida que me la contaba, como se detenía en las partes más caliente, y las explicaba con bastante claridad mientras me continuaba viendo las piernas.
Al llegar al restaurante, realmente cenamos bien rápido, pero de ese lugar fuimos a bailar a pedido mío. Como parte de mi plan, comencé a beber con la excusa de que estaba celebrando mi cumpleaños, y de manera seductora, a medida que bailaba con Rolando procuraba rozar mi cuerpo contra el de él, para excitarlo. Lo que realmente no se me hizo nada difícil, haciéndome un poco la borracha, le comencé a preguntar que me tenía de regalo, realmente sabía que mi hijo como su difunto padre, pocas veces se fija en las fechas, por lo que sabía que no me había comprado nada. Pero comencé a insistir que él me tenía una sorpresa, y en una de esas coloqué mi mano sobre su “amiguito” y le dije en tono de broma, ya sé donde tienes guardada la sorpresa, Rolando se sintió algo cortado de seguro, pero continuó bailando apretando mi cuerpo contra el de él, sabrosamente.
A cada segundo que pasaba mi hijo se ponía más y más caliente, y comenzó a pasar sus manos por sobre mi cuerpo, de la manera que un hombre se las pasa a una mujer que desea. Nuestros labios se rozaban de manera accidental hasta que él en medio de la pista me ha dado un fabuloso beso de lengua, como jamás ni nunca su difunto padre, ni mis actuales amigos lo han hecho. En ese momento me desconcertó de verdad, y en medio de mi confusión le pedí que regresáramos a casa.
Como me sentía algo mareada, le pedí que condujera, de verdad no esperaba que me besara de esa manera tan brava y deliciosa, en el camino me comencé a sentir algo culpable por lo que había hecho y no dije ni una sola palabra hasta que llegamos a nuestro hogar. Rolando me ayudó a bajar de mi auto, y me condujo hasta la puerta de la casa, fue que me di cuenta que una de sus manos, la tenía sobre mi nalga izquierda casi metida bajo mi corta falda. La verdad fue que me asusté, no esperaba que él reaccionase de esa manera tan salvaje.
Cuando entramos a mi habitación, ya me estaba arrepintiendo de lo que pensaba hacer, y al despedirme mi hijo me pidió que le diera el beso de las buenas noches, inocentemente cuando pensé que me pondría su mejilla o su frente para besarlo, sentí nuevamente sus labios sobre los míos, lo que me asustó nuevamente y comencé a retroceder dando un tras pies, que casi me caigo. Rolando de inmediato me tomó en sus brazos y evitando que diera contra el piso, me dijo que me encontraba mareada, que él me ayudaría a desvestirme. Yo me quedé de una sola pieza, intentando decirle que no era necesario, pero mi hijo no me escuchaba, comenzó a desabotonarme la chaqueta que estaba usando y a retirármela lentamente, luego siguió con mi blusa semitransparente, y a medida que lo hacía comencé a sentir sus labios sobre mi cuello y nuca, cuando me despojó de la blusa, soltó el broche de mi falda, y la fue llevando hasta el piso con sus manos a medida que me acariciaba las piernas de manera descarada.
En ese momento me encontraba semidesnuda frente a mi propio hijo, yo había comenzado algo que me provocó un inmenso pánico de que continuase. Cuando me terminó de quitarme la falda, traté de decirle que ya estaba bien, que me acostaría así, pero cuando comencé hablar su boca tapó la mía, su lengua me volvió a penetrarme, sus manos continuaron acariciando mi cuerpo de manera tan brusca, que no pude o no quise decirle que se detuviera, que pensara que yo era su madre.
Sí traté de separarme de su caliente cuerpo, pero Rolando me seguía besando con fuerte insistencia, ambos caímos sobre mi cama y mientras me acariciaba me terminó de quitar lo poco que yo tenía encima puesto hasta esos momentos. Me encontraba del todo desnuda y acostada con el cuerpo de mi hijo sobre mí. Rolando se incorporó por unos segundos, me observó y se bajó la cremallera de su pantalón extrayendo con una de sus manos su erecto miembro.
Jugueteó con su “amiguito” por unos segundos y me dijo, mamá ahora por puta, vas a saber lo que es jugar en serio. Yo traté de evitar que me penetrase, pero apenas sentí lo caliente de su cabeza contra mi coño, terminé por abrir más las piernas y sujetar con fuerza su cuerpo, apretándolo contra el mío. Rolando me continuó diciendo puta, pero en sus labios lejos de ser un insulto lo consideré un cumplido, yo movía mis caderas contra su miembro divinamente, mi hijo metía y sacaba continuamente su verga de mi caliente coño. En medio de ese desenfreno alcancé un orgasmo como nunca lo había alcanzado, pero mi hijo, continuaba clavándome su divina daga.
En medio de nuestra orgía familiar, mi hijo me dijo que deseaba que se lo mamase, y sin pensarlo mucho a penas me lo sacó del coño, lo tomé con todo cariño entre mis dedos y me lo he llevado a la boca. Mientras se lo chupaba, Rolando me volvía a repetir que era una puta mamona, y yo con mayor fuerza se lo chupaba, hasta que sentí que su semen invadía toda mi boca. A diferencia de su padre, al que tan solo se lo llegué a mamar par de veces, y siempre escupía cuando él acababa, en el caso de mi hijo, me provocó tragarme todo lo que salía de su caliente verga.
Al terminar, pensé erróneamente que con eso le bastaría a él. Pero no fue así, como un perro salvaje, comenzó a meter su rostro entre mis piernas, no hace mucho tuve un amigo que con eso le bastaba, pero Rolando actuaba casi como un salvaje animal en celo, lamiendo y chupando mi coño con todas sus ganas y juventud. Yo me quede disfrutando de tan delicioso, regalo que mí hijo me hacía.
Hasta que tras hacerme alcanzar otro orgasmo, me ha tomado con sus manos y me colocó boca abajo sobre le borde de la cama, de inmediato me supuse lo que buscaba, y cuando sentí sus dedos mojados por su saliva sobre el hueco de mi culo. Me volvió a dar miedo, pero al dolor. Sus dedos se incrustaron entre mis nalgas, al tiempo que Rolando me decía, Prepara el culo mamacita, que te lo voy a partir en dos por puta.
Le iba a pedir que no me hiciera eso cuando sentí que sacó sus dedos del hueco de mi culo, y de inmediato sentí la gruesa y caliente cabeza de su verga que me la empujaba. Aunque el dolor que sentí, hasta me hizo llorar, mi hijo no se apiadó de mí, y continuó metiendo su verga entre mis nalgas, hasta que sentí su ropa contra mi cuerpo.
Me había penetrado hasta el fondo, al tiempo que con una de sus manos me agarró mi coño, y comenzó a restregarlo de manera bien divina, tanto que el dolor rápidamente desapareció dando pasó a otro inmenso placer. Yo de manera salvaje comencé también a mover mi culo a medida que mi hijo me enterraba y sacaba su vara de mi cuerpo. Sin dejar de insultarme y decirme que culo más sabroso yo tenía, que solo se comparaba a mi boca de mamona.
Eventualmente Rolando se volvió a venir, y los dos quedamos acostados en mi cama, en la madrugada cuando me desperté lo tenía a mi lado, lo besé tiernamente en la boca me levanté y sin ponerme nada. En el baño me lavé y asee, para volverme acostar al lado de mi hijo.
Cuando Rolando se despertó, se encontraba acurrucado en mis brazos, con su boca pegada a una de mis tetas, se comenzó a poner colorado de vergüenza, pero al yo verlo decidí terminar con lo que había comenzado, y nuevamente metí su verga dentro de mi boca. A los pocos segundos vi en su rostro esa mirada de felicidad, por lo que supe que continuaríamos siendo una familia bien unida.
La chica, según supe luego salió embarazada de quien sabe quien, Rolando terminó sus estudios, y conoció a una magnifica joven, con la que está por casarse. Lo nuestro es nuestro secreto, lo comparto con ustedes por que no quiero que el día menos pensado se me escape y se lo diga a alguna de las chismosas de mis amigas, lo que no me puedo dar el lujo de hacer, así por lo menos lo he sacado de mi sistema.
 

cyrus666

Pajillero
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que buena historia super excitante!!
 
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