Silencio Princesa

heranlu

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Acababa de llegar a casa después de dejar a mi madre y mi hermana pequeña en la estación de tren, íbamos a estar las tres solas en la playa durante una semana, vacaciones de chicas como decía mi hermanita, pero en el último momento yo no pude ir por motivos de trabajo. En el salón me encontré a los chicos de la casa, mi padre, mi hermano, mi primo Cesar y Jaime un amigo de mi hermano que estaban discutiendo sobre… como no, fútbol, siempre estaban igual y me preguntaba que verán los hombres en ese deporte que los pone a discutir por cualquier tontería.

No me apetecía estar allí con ellos, discutiendo acaloradamente, para calor el que hacia esa tarde así que ignorándoles me subí a mi cuarto con la más que acertada decisión de quitarme la ropa, ponerme el bikini y salir a la piscina a refrescarme y tomar el sol tranquilamente mientras leía un libro, nada más pasar el marco de la puerta ya me estaba desabrochando la blusa quedándome en sujetador, luego los pantalones y así medio desnuda abría un cajón para coger un bikini, me miraba en el espejo medio desnuda y veía las marcas del sol que como un tatuaje blanco quedaban en mi piel por la parte de la braga y los pechos del sostén del bikini, había que remediar esas marcar fuera como fuera y estaba todavía a tiempo al estar a primeros de julio.

Subiéndome la braga del bikini empecé a sentirme observada, notaba una presencia y presentía que alguien me había estado mirando durante todo el tiempo, viendo como me quitaba la ropa y como me quedaba desnuda mirándome al espejo, sin embargo no había nadie, si es cierto que la puerta de mi habitación estaba abierta y yo juraría que la cerré, pero la verdad que al no ver a nadie supuse que eran cosas mías.

Bajé con una toalla, crema bronceadora y un libro dejándolo todo en la tumbona, hacía calor y después de darme la crema por el cuerpo, de estar relajada un poco tomando el sol, me até el pelo con un moño para no mojármelo y me metí en la piscina nadando un par de largos y una vez más esa sensación de sentirme observada y no es que me importase, pero era intrigante, pensaba que quizás mi hermano o mi primo Cesar que estaban los dos salidos eran los que me miraban, quizás Jaime su amigo que era un chico que la verdad que estaba muy bueno, con unos ojazos grandes y una mirada felina, he de reconocer que el chico me gustaba y me excitaba pensando que era él quien me miraba a escondidas.

La puerta del jardín sonó al cerrarse y oí como se iban todos de casa, más tranquilidad pensé, pero al cabo de media hora sentí nuevamente esa sensación y sin embargo no había nadie, me acababa de dar la vuelta y estaba tumbada boca abajo cuando empecé a pesar en Jaime, le podía ver mirándome detrás de la puerta, viendo como me desnudaba y como me ponía el bikini, como me quitaba las bragas despacio, inclinándome y dejándole ver mi vulva por detrás, como me miraba al espejo tocándome los pechos y me ponía el sostén del bikini estando desnuda todavía por la parte de abajo, enseñándole mi vulva por delante, con un monte de Venus prácticamente sin vello por habérmelo depilado un poco, podía ver su cara, mirándome con esos ojos llenos de deseo al verme poner la braga del bikini muy despacio, tapándome por fin el sexo.

Estaba absorta en estos pensamientos, un poco excitada por ellos y no me di cuenta de que alguien estaba sentándose en la tumbona, poniéndome una venda negra en los ojos y cuando quise reaccionar, cuando me iba a dar la vuelta sentí unas manos sobre mi espalda me impedían levántame a la vez que oía.

-Ssshhh

Me había puesto la venda en los ojos y echándome un poco de crema me estaba dando un pequeño masaje en mi espalda, notaba como sus manos se deslizaban por mis brazos y mi espalda, como me acariciaba con la yema de los dedos, desatándome las lazadas del sostén tanto en el cuello como en mi espalda, me sentía rara, sabía que podía confiar en aquella persona que por otra parte me impedía moverme, estaba excitada por lo que había estado pensando antes con Jaime, pero sobre todo por esas caricias que empezaron a tener otras metas como acercarse a mis pechos por el costado o meterse un poco por debajo de mi bikini hasta tocar con sus dedos la separación de mis glúteos y una vez más quise darme la vuelta, y una vez más oí.

-Ssshhh

No sé por qué no forcé más la situación de levantarme, quizás porque sabía o esperaba que fuera Jaime.

Habíamos estado tonteando ya algunos días atrás, sabía que yo le gustaba y él a mí, habíamos estado bebiendo de nuestros labios, le había dejado que dibujase mi cuerpo con sus manos y si no llega a ser por mi hermano que nos vio y vino a fastidiarnos, quizás esa noche habría pasado algo más y no estoy hablando de hace mucho tiempo, estoy hablando de hace dos o tres noches.

Sus manos se internaban en mis piernas, en mis muslos, primero por fuera y luego haciendo que abriera un copo mis piernas por el interior de ellos, cuidándose mucho de momento de no llegar muy arriba, tenía unas manos suaves y surcaba mi cuerpo suavemente, resbalado por mi piel tostada debido al sol, volvía a subir a mi cuello y volvía a bajar despacio, pero esta vez profundizando más por mi costado, tocándome los pechos casi hasta mis pezones, luego más abajo metiendo sus dedos por debajo de mi bikini cogiendo y apretando mis glúteos, subiendo por el interior de mis muslos llegando a tocar la frontera de mi piel con el bikini, acariciando parte de mis labios inferiores haciendo que me revolviera un poco y enseguida se oía decir.

-Ssshhh

En esos momentos estaba ya demasiado excitada y mis labios húmedos fueron los primeros en sentir sus caricias cerca de la entrada rosada de mi vagina, hasta un pequeño gemido salió de mi boca cuando le note como se levantaba y se iba dejándome tremendamente excitada. Esperé algo de tiempo para ver si se venía, pero al final me quite la venda negra y me metí de cabeza en la piscina para apagar el fuego que tenía en mi interior.

Pase la noche pensando, sintiendo nuevamente las caricias sobre mi cuerpo y al día siguiente nuevamente en la piscina, una vez más tomando el sol y una vez más sorprendiéndome sin que yo me entera de como llego, me volvió a poner una venda esta vez roja en los ojos, una vez más intente hablar, intente levantarme, pero nuevamente me hacía callar con un:

-Ssshhh

Solamente ese sonido salía de él mientras que sus manos ahora sin crema empezaban a recorrer mi cuerpo por la espalda, desabrochando mi sostén, volviéndome a excitar, hacer que mi vagina se humedeciera tanto como para mojar el bikini, sentía sus dedos entre mis muslos con la intención de continuar lo que dejaron ayer a medias y cada vez que yo intentaba algo solo tenía por respuesta.

-Ssshhh

Sus dedos habían penetrado por debajo de mi bikini y acechaban la entrada a mi sexo, cada vez más caliente, más excitada que pequeños gemidos salían ya de mí, sentí como paro y sacando los dedos me empezó a quitar la braga del bikini despacio, estaba tan nerviosa, pero con tanto deseo de estar con el que le ayude levantando un poco mi vulva de la tumbona para que me las pudiera sacar con más facilidad, sentía las yemas de sus dedos acariciar mi espalda y unos pequeños besos con sus labios sobre ella, estaba sentado a mi lado cuando olí a fresas, cuando note sobre mis labios como pasaba un fresón de lado a lado, haciendo que lo mordiera, que me comiera era fruta de la pasión, cuando una vez más sus manos acariciaban mi espalda pero con una compañera entre sus dedos.

Dibujaba mi espalda con un fresón, bajando con extrema suavidad tanto que sentía escalofríos en mi cuerpo, poco a poco iba bajando hasta llegar a mis glúteos y como escalando una montaña paso por encima de ellos para bajar ladera abajo, hasta topar con mi vulva, con el fresón entre sus dedos iba abriendo un poco más mis piernas, para que con el fresón saltara a la parte interna de mis muslos, bajando por ellos hasta llegar otra vez a mis labios vaginales y metiendo la fresa entre ellos, como si fuera una locomotora de pasión me buscaba el clítoris, rodeándolo, pulsándolo, haciendo que mis gemidos fueran más continuos y altos.

Sentía como subía con el fresón hasta mi vagina, de un lado a otro de mi entrada, hundiendo poco a poco el fresón dentro de ella, jugando con mi vulva, metiendo y sacando el fresón de mi vagina para luego subir nuevamente por mi cuerpo para que me lo comiera, un fresón con sabor a mí, a mis flujos, estaba tan excitada que de mi vagina resbalaban pequeñas gotas de flujo, preparada para lo que viniese después, preparada para sentir como se ponía de pie con sus piernas a ambos lados de mi cuerpo y su pene golpeando mis glúteos, nuevamente me revolvía y nuevamente le escuchaba decirme.

-Ssshhh

Estaba ya deseando ese momento, deseaba que Jaime o quien fuera me hiciera suya penetrando en mi interior, notaba como su glande buscaba mi vagina y como se iba hundiendo dentro de mí, solo unos pequeños centímetros para luego sacarla y una vez más en ese estado me dejó, una vez más se levantó y se marchó y para cuando me di cuenta estaba otra vez sola, con mi vagina tremendamente mojada, le había tenido dentro de mí unos segundos, su glande había penetrado en mi fortaleza una par de veces para luego marcharse, pero esta vez en vez de tirarme a la piscina me puse el bikini corriendo y salí detrás de él aunque ya me llevara bastante ventaja.

En mi casa no había nadie, solo mi padre que miraba nervioso y sudando en la televisión un partido de fútbol, pero ni rastro de Jaime, ni de mi primo o del que esperara que no fuera de mi hermano, nadie tampoco en el jardín, ni en la casa ni tan siquiera en la calle.

Esa noche aunque un poco molesta, volvía a soñar con él, con ellos, con sus caricias, con la ternura del fresón, con su glande penetrando mi vagina aunque fuera prácticamente anecdótico y pensando en el día siguiente, ¿volvería?, ¿qué me haría esta vez?, ¿jugaría conmigo y ya está?, o me haría el amor por fin.

La mañana siguiente, era sábado y todo el mundo se había ido menos yo que bajé otra vez a la piscina, nuevamente con mi toalla, con mi crema y mi libro, dándome un baño, nadando un par de largos y salir mojada para tumbarme al sol, pero esta vez cambié mi itinerario, me tumbé boca arriba desnuda tanto mis pechos como mi sexo sin prendas de tela que los ocultasen, sin nada puesto en mi cuerpo salvo la venda negra del primer día que yo ya me había puesto sobre los ojos.

No pasó ni media hora cuando oí la puerta del jardín abrirse y cerrarse, estaba nerviosa ¿y si me equivocaba?, no sabía quién realmente había entrado, esperaba a Jaime, era lo más lógico, pero ¿y si era mi hermano?, o peor aún mi padre, el caso que ya no había marcha atrás y esperaba tumbada en la tumbona desnuda a quien me había provocado aquellas sensaciones aquellos días atrás, notaba como alguien se acercaba y como se sentaba nuevamente a mi lado, intente hablar con él, decirle que le estaba esperando cuando una vez más noté como un dedo me tapaba los labios y volvía a escuchar ese siseo que ya me era tan familiar.

-Ssshhh

Una vez más me cayó cuando empezaba sus juegos con mi cuerpo, a pasar las yemas de sus dedos por cada curva, por cada centímetro de mi piel bajándome la rodilla que la tenía flexionada y abriéndome un poco las piernas estirándomelas las dos, que sería hoy, la crema, sus manos desnudas, más fruta de la pasión, esperaba y mientras lo hacía me excitaba más mordiéndome el labio inferior con mis dientes, sin apenas tocarme mi sexo ya rezumaba deseo, mi vagina ya mojada al igual que mis labios vaginales que esperaban impacientes sus caricias, pero esta vez fue diferente, esta vez fui yo quien empezó al notar como su pene rozaba mis labios, no me dejó cogérselo, simplemente me regañó al hacerlo, simplemente paró en seco mis manos cuando fueron en su busca diciéndome.

-Ssshhh

Mis labios besaban su glande, mi lengua lamía aquel caramelo carnoso rodeando de deseo, mi boca empezaba un baile con su pene, abrazándolo y mojándolo con mi saliva, entrando y saliendo de mi boca, mordiéndolo con mis labios y succionándolo, poco a poco la velocidad iba en aumento así como mi excitación, esta vez si pensaba, esta vez sí me la meterá y no se largará, tenía tantas ganas de disfrutar de aquel pene entrando y saliendo de mi vagina que no me di casi ni cuenta que empezaba a gemir, que cambió los ssshhh por gemidos, la primera vez que le escuchaba otro sonido y me resultó no solo conocido sino delicioso.

Mis labios se deslizaban con velocidad por aquel tronco tan duro y grande que de pensar que dentro de nada lo estaría sintiendo en mi vagina hacia que mojase más la misma y parecía que llegábamos al fin a esa etapa cuando me retiro el caramelo de mi boca, esperaba ahora pacientemente con todos mis sentidos puestos en él salvo la vista y note como una vez más se sentaba a mi lado y una sensación de frio me invadió, frio y excitación a la vez cuando sentí un hielo sobre mis labios, bebiendo el agua que se iba derritiendo en ellos.

La piedra de hielo se iba consumiendo por mi cuerpo ardiente de deseo, se iba convirtiendo en agua al paso por mi boca y por mi cuello, una piedra nueva de hielo fue la que me hizo retorcer mi cuerpo a la vez que gemía cuando me rodeo las areolas y escalaba hasta la cima de mis pezones, de un lado a otro de mis pechos, recorriendo toda la redondez de estos, sintiendo como pequeñas gotas se desprendían y empezaban una breve carrera muriendo sobre mi piel caliente, el hielo bajaba por mi vientre y justo detrás sus labios iban recogiendo el rio que dejaban tras de sí, besándome y calentando lo que el hielo iba enfriando.

Mis manos apretaban mis pechos cuando con una piedra de hielo empezó a subir por mi monte de Venus, con poco vello y acercándose al incendio que tenía entre mis piernas, el primero en ser rescatado de las llamas, de ser refrescado fue mi clítoris que parecía estar incandescente, había aumentado bastante su tamaño y sentía el frio del hielo y el calor del cuerpo mientras gemía ya de forma incontrolada, sus dedos lo guiaron metiéndolo por medio de mis labios refrescándolos hasta llegar a mi vagina que se fundía al momento de tocarme la entrada a mi interior, pequeñas gotas empezaban su pequeña aventura hasta ser absorbidas nuevamente por mi piel.

Se había levantado de mi lado y lo sentía de pie frente a mí jugando con el hielo sobre mi sexo, me había abierto bastante de piernas y jugaba con su lengua en mi clítoris, luego mi vagina sentía como un hielo se metía en ella pasándomelo con su boca, metiéndomelo dentro de la vagina enfriando el infierno que estaba desatándose dentro de mí, dejando allí dentro un pequeño trozo de hielo y sintiéndole como se tumbaba sobre mí y como su pene empezaba a empujar aquel pequeño trozo de hielo a mi interior que termino por fundirse prácticamente al momento cuando por fin sentí como su pene y no solo su glande se metía en mi vagina hundiéndose muy profundamente en mí y arrancándome un pequeño grito mientras mis brazos y mis piernas le rodeaban.

Por fin lo tenía dentro de mí, por fin el deseo hecho realidad, quiso enfriarme con hielo, pero me encendió bastante más y ahora solo podía ayudarme acabando lo que había empezado, sacar y meter su polla de mi coño era la mejor medicina que en estos momentos me podían recetar y doy fe que el tratamiento lo estaba cumpliendo a rajatabla, solo hacía falta escuchar mis gritos de placer cuando su pene entraba y salía de mi vagina, navegando en un mar embravecido, con pequeños terremotos en mi interior cuando le presionaba con mis músculos su pene, rozando una y otra vez con fuerza nuestros sexos causándonos gran placer a los dos.

Estaba tan caliente, tan excitada que su polla se metía con tanta facilidad dentro de mí que hacía que al notarla entrar hasta el fondo le arañara con las uñas toda la espalda, le estaba marcando como a una res para que todas supieran que era mío y de nadie más, sus labios junto a los míos, pero no me besaba, él seguía haciendo esfuerzos, sudando cada vez más, metiéndomela y gimiendo del placer que le causaba al metérmela con tanta lubricación y con tanto roce en mi vagina al apretarle el pene con mis músculos.

De repente me la sacó y cogiéndome casi en vilo me puso en la tumbona a cuatro patas, quería follarme como a una perrita y una vez en posición, con su mano guiando su pene hasta la entrada a la vagina la metió una vez más, primero medio tumbado en mi espalda con sus manos apretando mis pechos a la vez que me los juntaba, varios empujones y sus manos pasaron a ser parte de mis caderas moviéndome hacia adelante y hacia detrás hundiendo su pene dentro, muy dentro de mí, cada vez con más fuerza y con más velocidad, haciendo que mis pechos se golpearan el uno contra el otro o contra mi cuerpo cada vez que me la metía.

Terminé por apoyar mis codos y mi cabeza sobre la tumbona haciéndome gemir y gritar de una forma ya escandalosa, sin pensar ni importarme que alguien me pudiese oír, mi vientre se hinchaba de ardor cuando la metía y mis piernas temblaban cuando la sacaba inundando mi vagina de mis flujos y recibiendo con agrado un enorme gemido cuando note como se corría en mi interior, golpeando bruscamente con dos tremendos chorros de su semen caliente mi vagina.

No tardó en marcharse tal y como había llegado, no llegué a verle, pero sabía que era él, creía firmemente que era Jaime con quien había disfrutado tanto follando, quien sino más que él, esa tarde ya llegaba mi madre con mi hermanita, y por la noche al acostarme mi padre vino como cada noche a darme las buenas noches.

-Buenas noche mi princesa, ssshhh, que descanses bien esta noche.

-Buenas noches pa… ¡¡¡papá!!! -Le miraba extrañada, aquel sonido y no solo eso, cuando se dio la vuelta su espalda, su espalda estaba llena de arañazos, arañazos que muy posiblemente se los hiciera yo.

-ahora duerme mi princesa.
 

heranlu

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Había pasado dos días y todavía no me podía creer que fuera mi padre el que me hiciera gozar tanto, quien durante esos tres días me excito tanto que termine por entregarle mi flor, eso sí creyendo que era otra persona, pero aun así no me lo podía creer, que bien follaba mi padre, que manos y que dedos tenía, capaces de arrancarme los jadeos y gemidos más deliciosos.

Al principio quede un poco en shock porque no me esperaba ese desenlace, incluso tenía miedo de estar a solas con él, más que miedo vergüenza y a él parecía pasarle lo mismo, dos días y ninguno de los dos había mencionado el tema, nos mirábamos y enseguida apartábamos la mirada, todavía no sabía si fue una calentura de mi padre, un capricho o que realmente me veía una mujer apetecible y a pesar de que fuera su hija me veía irresistible, yo sabía que con mi madre hacía tiempo que ya no se acostaban, sabía que mi madre le había cerrado la puerta y quizás por eso él intentaba abrir otra, ¿pero conmigo?, y si era así, ¿por qué me evitaba ahora?

Llevaba pensando todo el día y reuní las fuerzas necesarias para simplemente pensar que no podía seguir adelante, estaba mal, aquello fuera lo que fuera debía terminar antes de empezar, debía de apartar todos los pensamientos lujuriosos que tenía con él, sueños en que me volvía a follar, estaba decidida a terminar con todo, pero teniendo vergüenza de enfrentarme a él y aquella noche…

Mis padres estaban a punto de acostarse, mi madre ya se había tomado sus pastillas para dormir y como siempre se había puesto el antifaz mientras que mi padre deambulaba por la habitación, mi hermana pequeña en casa de una amiga mientras que el otro había salido y quien sabe a qué hora volvería, era la ocasión perfecta para hablar con él, decidida pase por delante de su puerta y le vi salir del baño recién duchado con una toalla atada a su cintura, me quede mirándole desde el pasillo hasta que me vio y nuestras miradas se cruzaron.

Los dos nos quedamos mirándonos en silencio y yo con un deseo irrefrenable de ir a su encuentro, los segundo parecían minutos, llevaba un batín corto de raso de color verde atado por la cintura con una lazada, estaba perdida, la lucha que se desarrollaba en mi interior iba ganando el deseo a la razón, me mordía los labios al verle semidesnudo, con un torso musculoso sin un ápice de grasa en su vientre y en esos momentos mi padre empezó acercarse a mí lentamente.

No sé qué me pasó por la cabeza, no sé por qué hice lo que hice, con mi brazo extendido y con la mano dándole el alto paré a mi padre en seco que ahora me observaba con el mismo deseo que yo y frente a él con los dedos de mi mano izquierda estaba tirado muy despacio de la lazada abriéndome el batín, mis pechos duros y redondos salían al exterior coronados con dos pezones tremendamente excitados y en punta, pero no solo mis pechos, también la vulva que él había saboreado y penetrado ya empezaba a estar húmeda en su interior, acababa de abrirle la puerta, sin decir nada le estaba mostrando el camino para que repitiera lo del otro día.

Ninguno de los dos dijo nada, simplemente empecé andar por un pasillo a oscuras hasta llegar a mi habitación, había dejado caer mi batín delante de su puerta y muy despacio me dirigía semidesnuda a mi habitación encendiendo la luz y dejándola encendida, con la puerta abierta y subiéndome en la cama tenía la esperanza de que mi padre me siguiera, ya no era yo quien mandaba sobre mi cabeza sino mi deseo y más cuando le vi aparecer con la toalla sobre la cintura y mi batín en las manos.

-Creo que se te ha caído hija.

-No papá, lo he tirado.

-Sabes que eso nunca me gustó.

-Lo sé y por eso lo he hecho, he sido una niña mala, ¿me vas a castigar?

Según le decía esto, con las rodillas flexionadas las empezaba a dejar caer sobre la cama hacia los lados abriéndome de piernas y que disfrutara de mi vulva recién depilada, que viera como mis labios se separaban un poco, que viera que mis dedos se deslizaban por mi vulva abriendo los labios menores con ellos enseñándole la carne suave, húmeda y rosada de mi vagina, mientras que la otra mano acariciaba mis pechos.

Mi padre cerraba la puerta de mi habitación y dejaba caer su toalla junto con el batín al suelo con una gran erección en su pene, se acercó a mí subiéndose en la cama y fue mi directo esta vez, nada de juegos, nada de caricias, me estiro la pierna derecha y se sentó encima del muslo a horcajadas sobre él y cociéndome la otra pierna me la estiro hasta ponerla encima de sus hombros, ni una palabra entre los dos, solo miradas de deseo, notaba mis pechos elevarse a la vez que mi respiración se aceleraba, acariciando sus muslos cuando sentía como su pene rozaba mis labios metiéndose entre ellos, subiendo y bajando por ellos, compartiendo la humedad que tenían con su glande, empapándolo de flujo y robando mis primeros jadeos cuando le oí.

-Ssshhh, no despiertes a tu madre.

No parábamos de mirarnos a los ojos, decirnos con ellos todo y no decir nada, cerré los ojos para sentir su glande sobre la entrada de mi vagina, sentirla penetrar en mi cuerpo como una lanza, meterse en un volcán de sentimientos y de placer que era en esos momentos mi interior, me mordía los labios, apretaba mis parpados, la expresión de mi cara cambiaba con mis uñas clavándose en sus muslos, ese fue el comienzo cuando su glande paso mi portal y empezó a beber de mi vagina, hundiéndose más en ella, despacio muy despacio mi padre movía sus caderas hacia delante penetrando y metiendo todo su pene en mi interior, llenándome y expandiendo mi vagina a su paso, estaba disfrutando de cada centímetro que me metía, tan despacio que un segundo parecía un minuto, hasta que la metió entera.

Más de dos minutos con su pene penetrándome y tan solo me la había metido tres o cuatro veces, mi padre quería que disfrutara de él, que le sintiese dentro de mí y lo estaba consiguiendo, me hacía el amor tan lento con precisión quirúrgica que no había gemidos ni gritos solo un gemido continuo, solo mi cara reflejaba aquel sentimiento de placer que jamás había sentido, su mano izquierda acariciaba unas veces mis pechos y otras veces mi clítoris suavemente al igual que sus movimientos al metérmela, sentía como mi piel se erizaba y como pequeños espasmos me atravesaban el cuerpo desde mi vientre en todas direcciones de mi cuerpo.

Mi padre paraba de repente con su pene bien hundido en mi vagina y en esos momentos me acariciaba lentamente el cuerpo, rodeando mis pezones con la yema de sus dedos y acariciando mis mejillas, pasando los dedos por mis labios metiéndose en mi boca, volvía a sacar su pene y a meterlo otra vez siempre con ese ritmo pausado y lento que hacía que miles de voltios me atravesaran el cuerpo, nuevamente paraba sus movimientos de cadera y empezaba a acariciar mi clítoris llegando con sus dedos por mis labios hasta la entrada de mi vagina donde se hundía su pene en mi interior, sintiéndole con los dedos casi entrando junto con su pene y volvía a salir y entrar de mi vagina, cada vez más me excitaba con sus paradas manteniendo su pene metido dentro de mí, sacaba su pene por completo de mi vagina y me golpeaba con el clítoris, luego volvía a penetrarme despacio como desde un principio, pero algo estaba cambiando porque las penetraciones eran más profundas, con más fuerza y con más velocidad, le oía respirar, jadear, gemir, unirse a mí en esta música de pasión

Parecía que lleváramos horas follando y no habría pasado más de 15 minutos metiéndome y sacando su pene, haciendo que mis brazos no pararan de moverse arriba y abajo, mi cabeza de lado a lado siempre con mi boca abierta, jadeando, gimiendo y ahora por primera vez empezando a dar pequeños gritos, mi vagina se empezaba a inundar, mi vientre empezaba arder, con mis brazos por encima de mi cabeza recogiéndome la melena una y otra vez empezaba a sentir como los espasmos se acentuaban hasta empezar a temblarme las piernas, en ese momento mi padre me la metió tan profundo como le fue posible haciéndome gritar, la sentía tan dentro de mí que cuando empecé a tener un delicioso orgasmo mi padre empezó nuevamente a sacarla y a meterla siempre con ese ritmo pausado para volver a quedarse parado dentro de mi tan dentro otra vez como le era posible.

Su pene estaba siendo arrasado por un mar de flujo, mi corazón se había acelerado y mi respiración con él, llegaba al clímax con un tremendo orgasmo que barría mi vagina y mi cuerpo, 10, 20 segundos disfrutando de un maravilloso orgasmo que me hizo gritar sin poderlo remediar y más cuando ya casi acabando mi padre, me la empezó a meter, pero esta vez más rápido y con fuerza, no se cansaba de mover sus caderas a esa velocidad entrando y saliendo de mí, empujando mi cuerpo hacia arriba mientras él me sujetaba con sus manos hacia abajo, mis pechos no paraba de menearse de un lado a otro y yo no podía para de gritar.

Al final con un tremendo gemido mi padre mientras siseaba, mientras me decía ssshhh continuamente a la vez que se le escapaban pequeños gritos, me llenaba de semen mi vagina, mi padre se corría dentro de mí sin poder remediarlo nuevamente, los dos gritábamos y gemíamos, era imposible no gritar, era imposible no sentir tanto placer como el que me había provocado, sintiendo como su pene salía y entraba dentro de mí con fuerza, apretando su pelvis contra la mía y sintiendo como eyaculaba dentro de mi vagina, como tres tremendos chorros de semen golpeaban mi interior uniéndose a mis flujos.

En ese momento mi padre se desplomó encima de mi cuerpo, sintiéndole tapar mis pechos con su torso y esta vez sí, esta vez nuestros labios se unían por primera vez, empezábamos a besarnos muy profundamente, su pene había salido de mi interior, pero su lengua había entrado en mi boca, bailando con la mía, sus labios sobre mi cuello y sobre mis orejas, mi padre sin pretenderlo me estaba excitando nuevamente, me encantaban sus besos, me encantaba tenerlo encima de mi desnudo, piel contra piel, sudando los dos por el esfuerzo, jamás nadie me había follado como él lo había hecho, tan despacio, metiéndome su pene sin acelerones ni cambios de ritmo continuos, un solo ritmo hasta el final sintiéndole en todo momento su paso por mi vagina, jamás había tenido un orgasmo como ese, tan largo y placentero.

Mi padre con un beso profundo se levantó, estaba ya casi en la puerta cuando me miro y me tiraba un beso y en ese momento.

-Te vas, porque no te quedas un poco más. -Le decía con tristeza.

-Es tarde y tu hermano…

-Mi hermano tardará en llegar, porque no vienes aquí conmigo, papá quiero sentirte de nuevo dentro de mí.

-No puedo hija. –Recogiendo la toalla del suelo y colocando mi batín encima de una silla abrió la puerta y desapareció en la oscuridad del pasillo cerrando la puerta tras de sí, pero no había pasado ni un minuto cuando la sentí abrir nuevamente.

-Sabes lo que hacemos no, sabes que no se puede enterar nadie. -Me decía mirándome a los ojos.

-Papá, ven y siéntate a mi lado.

Mi padre nuevamente se subía en mi cama sentándose con las piernas extendidas y nada más hacerlo me senté encima de él a horcajadas de rodillas sobre él, nos empezamos a besar, acariciar nuestros cuerpos, pasaba suavemente su mano por mis pechos apretándomelos y metiendo mis pezones en su boca, le besaba por todo el cuello, acariciaba con mis manos su nuca y sentía como su pene se iba endureciendo, como poco a poco lo iba sintiendo por debajo de mi vagina y elevándome un poco lo cogía con la mano y lo metía otra vez en mi vagina.

La sentía entrar deslizarse dentro de mí, carne contra carne rozando nuestros sexos para empezar a gemir esta vez si desde un principio, esta vez sin parar de besarnos, la sentía tan dentro que el placer me llevo a que me arqueara hacia atrás, colocando mi espalda sobre gran parte de sus muslos y mi cabeza entre sus piernas, levante los brazos por encima de mi cabeza y le cogí de los talones, con movimientos suaves mi padre me cogió de mis caderas y me deslizaba por sus piernas subiendo y bajando mi cuerpo, yo le ayudaba haciendo tope con sus talones e impulsándome hacia arriba, mi padre flexiono su cuerpo hacia el mío y con su lengua no paraba de lamer mis areolas, metiendo mis pezones en su boca a la vez que sus manos recorrían mi cuerpo por el costado de arriba abajo.

Mi clítoris continuamente rozando con su cuerpo, arrancando de mí los gritos que no podía dar, gritos que mi padre acallo poniéndome su mano sobre mi boca, mi vagina le presionaba el pene haciendo que el roce fuera mayor así como la sensación de placer que le causaba, empezando a gemir él también y haciendo que se tumbara sobre la cama a la vez que yo me levantaba y empezaba a cabalgar como una amazona, con mis manos sobre mi melena revolviéndola, botando y metiendo su polla en mi vagina, deslizándose tanto, tan al fondo que un placer increíble me recorría el cuerpo.

Los gritos los acallábamos con nuestras manos no así los muelles de la cama que sonaban y sonaban en toda la casa y a pesar de oír como mi hermano había vuelto, a pesar de escudar como se paraba enfrente de mi puerta y de oírnos éramos incapaces de dejarlo, incapaces de darnos un respiro, yo seguía metiéndome la polla de mi padre y él seguía gimiendo y haciéndome gemir, un descanso para besarle, un descanso en que mis pechos descansaran sobre su cuerpo sudoroso, con nuestras bocas entreabiertas, bebiendo el uno del otro, mi padre subió su pelvis y empezó a follarme a gran velocidad esta vez, metiendo y sacando su polla de mi vagina tan rápido que aparte de los muelles, los choques de nuestros sexos mojados, el de nuestros cuerpos uniéndose sonaban por toda la habitación y más allá de esas paredes, golpes de piel contra piel, golpes acuosos cuando su pene se penetraba una y otra vez en mi vagina.

Mi padre subiendo más su pelvis, levantándome el cuerpo me la metía tan profunda que allí mismo empezó a expulsar como un volcán su semen ardiendo, lanzándomelo tan dentro de mi vagina que me sentía traspasada por paredes vaginales, uterinas o lo que se le pusiera por delante, los dos aviamos llegado al orgasmo esta vez juntos, un nuevo orgasmo no tan intenso, pero si igual de duradero me había llenado la vagina y poco a poco iba expulsando por mi raja cuando mi padre la saco.

Serían las siete de la mañana, casi amaneciendo cuando mi padre y yo terminábamos de follar una vez más, las siete de la mañana que con sigilo mi padre se escabullo de mi cama y las diez de la mañana cuando mi hermano me preguntaba si lo había pasado bien esa noche mientras desayunábamos junto a mis padres, no sabía que decirle, mi hermano no sabía nada de nada, solo que alguien me follo, que alguien me hizo perder el control y me hizo gritar, mi madre no entendía nada y mientras mi padre no paraba de leer el periódico con la misma sonrisa en los labios que yo tenía en los míos, los dos con la misma cara de sueño.

Mi padre y yo nos mirábamos y sin decirnos nada, pero diciéndolo todo nos preguntábamos cuando volveríamos a follar.
 

heranlu

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Muchos de vosotros me habéis animado a continuar esta historia y aunque no estaba en mi mente continuarla aquí tenéis un nuevo relato, pero quiero darle un giro a los protagonistas, puesto que siempre cuento mis relatos desde mi punto de vista y me gustaría hacerlo desde el de mi personaje masculino, las emociones, la pasión, la pena son igual para ambos sexos, pero las sensaciones, la percepción creo que son diferentes, así que si me pierdo o divago espero que me perdonéis, como así espero que os guste.

Aquella mañana desayunando nos preguntábamos en silencio con la mirada cuando volveríamos a follar, leía el periódico y no hacía más que mirar a Lara, como me miraba de reojo esquivando las preguntas de su hermano, no hacia ni dos horas los dos estábamos follando en su cama, metiéndole mi pene esa rajita tan prieta y deliciosa que tenía mi hija mayor, no sé qué me paso aquella tarde cuando empezó todo, los chicos se habían ido y la observe allí tumbada en la piscina, el cuerpo mojado, reluciente por el sol y algo despertó en mí, algo que hacia tanto que no me pasaba, que no sentía, ya hace mucho tiempo que mi mujer y yo no follamos, años diría yo, la quiero, es mi vida y compañera, pero aquella tarde mi hija me recordó tanto a ella que no pude aguantarme y aquella noche cuando muy sutilmente Lara se me insinuó perdí los papeles y la cabeza por ella y volvimos a follar.

Teníamos que andar con cuidado, aquí en Valencia me conocía mucha gente y en casa no nos podíamos arriesgar nuevamente, así que aprovechando uno de mis muchos viajes me la lleve a Túnez y para no levantar sospechas ni recelos urdí un pequeño plan, Lara me pediría con insistencia que la llevara y yo me tenía que negar hasta que mi mujer intercediera por ella para que me acompañara. Un día de trabajo a lo sumo que se iban a convertir en una semana, una semana a solas con Lara, una oportunidad para conocer más a mi hija, descubrirla por dentro y sobre todo descubrirla por fuera, aprendiéndome de memoria todas sus curvas, aprendiendo lo que más le gustaba.

Como dos enamorados llegamos al hotel, sin reparar en gastos, la mejor habitación, las mejores vistas de la ciudad, estaba como un niño con zapatos nuevos, con Lara a mi lado pegada a mí todo el día, la gente nos miraba por la diferencia de edad, los olores del hotel eran embriagadores, una mezcla de especias y sal marina, habíamos llegado de mañana y después de comer y pasear abrazados como dos chiquillos por la medina, cenábamos sentados en enormes cojines, comiendo con las manos los manjares que nos servían, hablábamos, reíamos, estábamos los dos como flotando en un mundo irreal, Lara estaba preciosa con ese traje que le compre por la tarde en la medina y que insistió en ponérselo para cenar, la gente la miraba desde el momento en que bajamos y es que estaba preciosa, era un ángel entre demonios.

Ya en la habitación Lara se dirigió al enorme ventanal donde había descorrido las cortinas y así descubrir una bella postal de aquella hermosa ciudad con una enorme luna llena anaranjada que parecía flotar en la oscuridad, Lara miraba la luna como hipnotizada se estaba desprendido de la túnica que la cubría el cuerpo cayendo esta al suelo bajo sus pies, conocía a mi hija y sabía que me estaba reclamando, apague las luces y la mire quedándome sin aliento, su silueta en la penumbra con la luna al fondo, tenía todavía los velos que la cubrían sus hermosas y largas piernas, trasparencias que hacían más irresistibles sus curvas, la melena le caía a media espalda, sus manos llenas de brazaletes y pulseras tintineaban en la habitación al moverlas cuando empezó a bailar en el sitio, a mover de forma sensual y sugerente su cuerpo, un cuerpo semidesnudo con un sostén de pedrería que le cubría solo sus senos, sus caderas moviéndose circularmente, moviendo los velos de un lado a otro mostrando sus muslos bien definidos y una pequeña braga que la tapaba sus glúteos.

Me acerqué por detrás quitándome la ropa en silencio y quedándome completamente desnudo, el vino que los dos habíamos ingerido no era el causante de lo que allí fuera a ocurrir, los dos sabíamos lo que queríamos, quería hacerla el amor, que fuera mía una vez más, sentir sus senos sobre mi piel, que mis labios la besaran, sentir como su vagina abrazaba mi pene, nuestros sexos unidos rozándose el uno con el otro, amarla con esa pequeña parte de mi cuerpo, quería que me dejara entrar, llenarla y no salir, quería sentir su humedad, el calor de su interior, quería hacerla temblar y que los dos explotáramos de placer.

-Papá, ¿por qué has tardado tanto? – Me preguntaba cuando llegue a ella besándola el cuello a la par que le desabrochaba el sostén, mis manos agarraban sus senos apretándolos y acariciándolos con ternura, sus areolas hinchadas como sus pezones que apuntaban a la luna llena de deseo.

-Ssshhh, ya estoy aquí mi niña, no digas nada mi princesa, podría decirte que me perdí por el camino hasta que te vi aquí frente a la ventana llamándome, pero no sería cierto mi niña, podía decirte que he venido a salvarte, pero tampoco sería cierto porque la que me ha salvado has sido tú a mí. –Le contestaba cuando mis manos recorrían su cuerpo que no paraba de bailar, siguiendo sus movimientos se metían por debajo de sus bragas, buscando su clítoris para hacerla gemir, para que su mano derecha subiera acariciando mi pelo, apoyándose en mi nuca y su mano izquierda bajara hasta mi glúteo libre ya de mi bóxer apretándomelo hacia ella.

-Ssshhh papa, ssshhh, no digas nada más, ssshhh quiero ser tuya, quiero que me hagas el amor, aquí en la ventana, en la cama, en la mesa, en el baño, quiero sentir tu pene dentro de mí, ssshhh fóllame papa por favor, fóllame.

Lara estaba tremendamente caliente, muy excitada, mis dedos bajaban por sus labios humedecidos y descubrían una vagina muy mojada, el reflejo del ventanal era el de una mujer que culebreaba con su cuerpo, que besaba a su amante echando el cuello hacia atrás, uno de sus pechos cubiertos por su mano apretándolo con fuerza y el otro por el de su amante, sus glúteos se apretaban contra mí y su mano derecha buscaba mi pene desnudo cogiendo y tirando de él hasta su vagina. Entre sus piernas bajando por sus bragas mi mano derecha apretándole la vulva, acariciando el clítoris y con mis dedos metiéndose dentro de ella, en su interior, en su vagina, las telas de tul y sus bragas impedían la entrada de mi miembro, nerviosa e impaciente se apresuraba a quitárselas, a quedarse desnuda por completo y abriendo sus piernas metiéndose mi pene dentro de ella.

Flexione mis piernas para poder entrar mejor de abajo arriba, Lara empezó a gemirme en el oído tras el primer empujón, a no parar de decirme que la follara despacio, pero con fuerza, quería sentir mi polla atravesarla entera y despacio, muy despacio la fui llevando a la cama mientras se la metía por detrás, al llegar al borde saque mi pene de su interior y la tumbe boca abajo, la libido de los dos había pasado a otro nivel, ya no era deseo era lujuria lo que los dos sentíamos, Lara necesitaba sensaciones más fuertes y profundas, mi miembro tremendamente erguido y duro como muy pocas veces le había visto así, bombeando sangre sin parar iba a ser el encargado de dárselas.

Lara esperaba tumbada el momento en que yo la cubriera con mi cuerpo, que mis besos dibujaran su espalda y en vez de eso sintió como la cogía por los pies y tire de ella hacia abajo, dejando su tronco apoyado sobre el borde de la cama, yo estaba de pie esperando con mi pene preparado a que su vagina estuviera cerca de mí y aguantando con mis manos sus piernas por encima de las rodillas empecé a metérsela, moviendo mis caderas hacia delante y hacia atrás primero despacio, presionando mi pelvis contra su vagina desapareciendo mi pene en su interior por completo, luego más rápido y con más fuerza hasta coger una velocidad que nos agradó a los dos, Lara había dejado de gemir, había dejado de hablar, sus manos se abrían y cerraban con fuerza aferrándose a las sabanas cada vez que la penetraba y mordiendo la almohada solo se oía el golpeteo de nuestros cuerpos cuando chocaban, el sonido acuoso cuando mi polla se metía en esa cueva tremendamente mojada.

La estaba follando así para alcanzar lo que ella me había pedido, llegar a unos niveles inexplorados de máxima penetración y por mis gemidos y sus gritos que traspasaban la almohada lo estaba consiguiendo, Lara estaba disfrutando como nunca antes había disfrutado, le temblaba todo el cuerpo, tenía espasmos en las piernas y su vagina se había inundado una vez más con mi polla dentro de ella, sentía como su flujo quería escapar por cualquier rendija que mi pene en su vagina dejaran libre, había explotado con un orgasmo de tal forma que su cuerpo se arqueaba hacia atrás apoyándose con las manos en la cama, levantando su cuerpo hacia atrás, los gritos de placer ensordecían cualquier otro sonido, mi pene se sentía ahogar por aquel mar embravecido sin escapatoria en al que sus músculos se apretaban contra mi pene, sintiendo los espasmos dentro de su vagina me hacían gemir de placer hasta que mi semen salió al exterior como un volcán, una explosión de placer a gran velocidad a la vez que por su vagina el líquido de su placer había encontrado un sitio por donde salir.

Los dos habíamos experimentado el placer máximo, el éxtasis nos derrumbó en la cama a los dos a la vez que nos besábamos con pasión sin darnos tiempo a descansar, al borde de la cama en el suelo un charco de líquido transparente como si hubiéramos orinado, ese líquido salía de la vagina de Lara con parte de mi semen, nunca había llegado a provocar eso en ninguna mujer, Lara era la primera y me alegraba por ella, por haberle provocado tal orgasmo.

Aquello fue solo el principio de una noche larga, de unas tarde después de comer, de unas mañanas antes de desayunar, en la noche del desierto en nuestra jaima dando de que hablar al resto del grupo con los que fuimos al desierto, necesitaba dormir un poco más, ya no soy ningún chaval y con tanto ejercicio sexual mi cuerpo necesitaba recuperarse y por otro lado Lara a sus 24 años era todo un torbellino, una bomba sexual insaciable. Iba a ser nuestro último día de aquellas pequeñas vacaciones y descansábamos sobre aquella cama tan mullida con tantos cocines y almohadas, las luces del alba asomaban por la ventana y Lara tumbada a mi lado se había despertado después de una noche más de sexo increíble con ella, sentía su cuerpo desnudo frotarse con el mío, su cabeza apoyada en mi pecho con sus dedos jugando con el bello de mi torso, sabía lo que quería, pero no podía ni abrir los ojos en esos momentos, seguía dormido, seguía en el palacio de Morfeo.

Para Lara uno de sus momentos de deseo aparecía con las primeras luces del alba, sin embargo yo suelo ser más perezoso y si conocía bien a mi hija, que la conocía, no iba a parar hasta colmar sus deseos y para eso se lo iba a tener que trabajar y así fue como sus labios empezaban a recorrer mi cuerpo empezando por mis ojos, mis labios, mi cuello, me decía al oído que disfrutara que no me moviera, como si eso fuera posible, en esos momentos me hubiera encantado tener 24 años como ella y posiblemente seria yo quien la estaría despertando con una enorme erección en mi pene, pero ahora mi pene de momento descansaba enfundado en su sube boca, que lo lamía, haciéndolo subir y bajar solo con su boca mientras que sus manos acariciaban mis muslos, subiendo por su interior para coger mis testículos, besándolos y metiéndoselos en la boca.

Lara lamía mi glande por todo su contorno, metiéndose tan solo la punta de mi pene, succionándolo, acariciándolo con la palma de su mano, luego empezaba a bajar y subir por mi tronco que poco a poco empezaba a despertar al igual que yo, Lara estaba de rodillas a un lado dándome la espalda, mis manos la acariciaban ese cuerpo tan bonito, sus curvas podría hacer descarrilar al más serio de los hombres, su piel suave y tersa, al agacharse mientras me chupaba mi pene justo por encima de los talones podía ver su vulva moverse, sus labios cerraban su vagina hasta que con mis dedos se la empecé abrir, a sentir la excitación que tenía cuando le empecé a meter los dedos en esa rajita rosada, estrecha y húmeda que tenía, nuestros gemidos una vez más a la hora del alba.

Empezaba a notar como a mi hija le excitaba aquella situación, como su vagina cada vez más lubricada pedía algo más que mis dedos, quizás mi boca y mi lengua la hubieran servido de momento, pero no estaba en situación de moverme todavía, mi mente todavía vagaba por paisajes oníricos en los que la veía desnuda frente a mí, así que Lara después de mirarme y sonreírme con mi pene entre sus manos subiendo y bajando, se incorporó y se tumbó encima de mí con los ojos mirando a un cielo matutino, su espalda sobre mi pecho, sus piernas flexionadas sobre su cuerpo y con sus muslos llegando a tocar sus senos, me cogía el pene erecto y se lo iba metiendo poco a poco en su vagina, haciéndomelo entra y salir de aquella cueva húmeda y oscura, mi pene empezaba de desperezarse por completo al igual que yo, las penetraciones que recibía Lara ya no eran solo de la punta de mi polla, mi cuerpo se despertaba y mi mente se despejaba de sueños imaginarios para darse cuenta de que aquella doncella en verdad la tenía desnudada encima de mí, cabalgándome y follándome.

Mi pelvis se elevaba metiéndole más mi polla en su vagina, mis manos despertaban y la abrazaban queriendo sentir sus pechos, sus pezones elevarse al paso de mis dedos, Lara apoyaba sus pies en la cama uno a cada lado de mi cuerpo y empezaba a moverse de arriba abajo, metiéndose mi polla hasta el fondo, gritando con cada empujón, con cada penetración cuando mi polla la llenaba entera, su vagina estaba tremendamente lubricada, mi pene se deslizaba por su interior sin oposición alguna de dolor, todo lo contrario el placer era máximo en ella y en mí, sentía mi polla envuelta en un mar de deseo y flujos.

No veía la cara de Lara, pero sabía que estaría con la boca abierta y los ojos cerrados cada vez que me sintiera entrar intentando gritar y no poder, la había observado tantas veces que ya conocía sus fases, ahora era el momento en que su cuerpo se echaría hacia delante, Lara apoyaba sus rodillas en la cama, sus pechos golpeaban mis muslos y con suaves empujones ayudándose con sus manos haciendo tope con mis talones iba al encuentro de mi polla metiéndosela y sacándosela con suavidad, Lara todavía gemía y aunque sus movimientos con la cadera circularmente sobre mi pene y sus embestidas más rápidas, eso no cambiaba el hecho de que todavía le faltaba por llegar al orgasmo, aunque cada vez menos y sabía que le gustaba que yo fuera quien dirigiera la marcha en esas ocasiones.

Intentando no sacársela me tumbé encima de ella, los dos con nuestras piernas estiradas y abriéndoselas un poco me metí en medio de ella buscando la entrada de su vagina y metiéndosela con suavidad hasta oírla gritar, la empecé a besar el cuello a la vez que mis caderas no tenían un minuto de descanso, entrando y saliendo de su vagina, los papeles se habían invertido ahora, Lara era la que estaba boca abajo con sus mullidos senos sobre la cama y mi torso sobre su espalda con mis caderas moviéndose, metiendo mi pene y saliendo de ella y ahora si, ahora si sabía que Lara se correría en pocos minutos, su respiración se había acelerado, su vagina se había humedecido aún más, los gemidos habían desaparecido y pequeños gritos no paraban de salir de ella, cuando no gritos sordos mordiendo la almohada con sus puños aferrados con fuerza a las sabanas, hasta que un grito sordo y después ponente la hacía levantar la cabeza inundando la habitación, mi pene era abordado por una ola de flujo, sus piernas temblaban al igual que parte de su cuerpo, gritaba, se reía, me pedía más, pero ese más fueron pocos segundos más, casi un minuto en que me hizo que me corriera llenándola de con mi semen.

La vuelta a casa fue dura, la noche de Lara sola en una habitación a oscuras fue muy dura, la sentía llorar, sentía que estaba rompiendo el corazón a mi hija y ella no se lo merecía, era mi amor, mi niña, mi princesa, lo hubiera dado todo por ella, no se merecía esto y los dos sabíamos que allí en casa todo iba a cambiar, así que el día que me pidió dinero para que la ayudase a empezar en otro sitio, en otra ciudad, no dude y la apoye en todo lo que pude aunque mi corazón se partiera a la mitad, la compre una casa, hable con contactos para un trabajo y mi amor que siempre ira con ella, con mi niña, con mi princesa.
 
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