Si es por Orden de la Doctora

heranlu

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Me llamo Alberto, soy un chico como tantos, no tengo nada de especial. Por lo menos eso fue lo que siempre pensé. Tuve mis primeras erecciones al termine de mi sexto año de enseñanza básica y pronto descubrí mi pasatiempo favorito, la masturbación.



Mi madre es una mujer temperamental y muy religiosa, todos los domingos vamos a la iglesia a confesarnos y comulgar después de haber purificado nuestras almas en el confesionario. Nací en este entorno, lleno de prejuicios, remilgos y absurdidades de la época.



Mi madre está divorciada, pero en la flor de la vida, a causa de un pecado suyo, me tuvo a la edad de catorce años cómo madre soltera, me dijo que yo era su regalo y castigo del señor, así que a veces me sentía halagado y otra culpable. Mamá era así, pero yo creía de entenderla y la amaba por ser mi madre.



Sin embargo, se había convertido en una especie de ermitaña. No quería saber nada de los hombres. Inocentemente le pregunté por qué no tenía un novio, me miró y agriamente me respondió que después de su último marido, no quería volver a tener problemas de ese tipo una vez más. Y luego casi me grito:

—Tengo al único hombre que quiero en mi vida … tú, hijo mío …



La vida de mi madre seguramente no fue fácil con su marido. Ella fue la segunda esposa de él y cuando se casaron mamá tenía solo dieciocho años y él treinta y cinco. Dicen que se casó solo por el cuerpazo de mamá y para tener quien lo atendiera lavando y cocinando para él. Lo que yo recuerdo es que a menudo discutían y se ofendían. Era una relación enfermiza destinada al fracaso, así que se divorciaron y quedamos solo mi madre y yo. Mamá se fue a su antiguo trabajo de profesora y comenzó a disfrutar su nueva libertad junto a mí.



Mi madre siempre fue apasionada y temperamental, además de controladora, era mojigata y religiosa. Cuando superé la básica y pase a primero medio, me sentía ahogado por mamá, hubiese querido escapar, pero no teniendo otros familiares conocidos, me quedé con ella y aprendí a soportar sus cambios de humor, sus maneras autoritarias y su temperamento. No fue nada fácil, pero logramos un equilibrio satisfactorio.



Siempre tuve fantasías con ella porque es muy linda. Su rostro y su cuerpo en general son la envidia de muchas mujeres. Basta decir que es una bella mujer. Lo que jamás pensé, fue de que alguna de mis locas fantasías se fuese a convertir en realidad en un futuro cercano o lejano.



Como todo adolescente me he masturbado por varios años. En mi portátil tenía sitios porno preferidos, los que utilizaba para estimular mi imaginación. Todo andaba bien, pero comencé a sentir un dolor en mi ingle. Al principio no lograba identificar con certeza el lugar donde se focalizaba el malestar, más o menos en mi pirineo, mi escroto. Finalmente se focalizó en mis testículos. Trataba de masajear el área y lograba minimizar la incomodidad cuando me pajeaba. Me di cuenta de que eyaculaba copiosas cantidades de semen. Me había hecho de unas toallitas para limpiarme después de una masturbación y a veces estas se mojaban abundantemente. Comenzó a preocuparme esta raridad y pensé en buscar ayuda. ¿Quién mejor que mi madre?



Cómo dije anteriormente mi madre es bastante mojigata y critica de las libertades sexuales, así que un poco atemorizado me decidí a contarle mi problema. Una noche después de cenar, mamá estaba en su poltrona tejiendo, me acerqué a ella:

—Mami … tengo un problema …

—¿Qué te sucede, querido? …

—Bueno … ¡Emh! … yo … es un poco vergonzoso, mami …

—¡Ay!, Alberto … soy tú madre … puedes decirme de todo …


Dijo mi madre levantando la vista de su tejido y encuadrándome con su mirada severa, un poco vacilante le dije:

Es muy personal, mami …

Dejo el tejido de lado y me miró con seriedad y un poco bruscamente me dijo:

—¡Ay!, hijo por Dios … no me digas que metiste encinta alguna de tus compañeras …

—¡Uy!, mami … ¡no! … se trata solo de mi … ¡Emh! … mis partes íntimas …

—¿Te metiste con una mujer sucia que te contagio algo? …

—¡No! mami … ¡No! …

—¿Entonces? … No seas tímido … cuéntame …

—Son mis testículos, mami … me duelen … creo que necesito un doctor …

—¿Desde cuando tienes ese malestar? …

—Algunas semanas … quizás un poco más …

—¡Y solo ahora me lo dices! …

—Me daba vergüenza decírtelo … pensé que el dolor se iría por sí solo …

—¡Oh! … Bueno … No sé qué podría hacer yo … excepto llevarte a mi ginecóloga, ella nos dirá qué más hacer …



Un par de días más tarde, mamá y yo estábamos en la consulta privada de la doctora María Paz. Una mujer un poco más joven que mamá y también más alta. Vestía una bata blanca un poco ancha, pero sus formas femeniles exuberantes no podían ser ocultadas bajo su vestimenta profesional. Tenía unos hermosos ojos que irradiaban tranquilidad y un rostro ovalado y agraciado. Sus cabellos claros eran muy cortos, le daban un aire de juventud y energía. Se saludaron mamá y ella, luego la doctora se dirigió a mí:

—Tú madre nos explicó que tienes un problema … ¿quieres decirme algo al respecto?

Con más vergüenza que voluntad, le expliqué mi problema, me escucho y escribió sobre una especie de ficha algo relacionado. Ella permanecía atenta y tranquila, acostumbrada quizás a tratar temáticas similares todos los días, luego me habló:

Probablemente sea algo relacionado con tú edad … eres adolescente y estas en una fase de desarrollo … tengo que revisarte para poder ver de qué se trata …

Me llevó detrás de un biombo alto con ruedecillas, me pidió que me bajara los pantalones y me acostara en la camilla que había allí. Sabía que algo parecido tendría que hacerme, pero me estremecí y cohibí un poco, al menos quedaba oculto de los ojos de mamá. Se puso guantes de goma elástica y me bajó mis boxers mientras yo levantaba mis caderas para facilitarle la tarea. Me quedé desnudo ante ella.

—No temas nada y relájate, por favor …

Dijo la doctora tomando mi pene fláccido y toqueteándolo por toda su longitud, tiro de mi prepucio hacia adelante como para apreciar mis dimensiones y luego con las dos manos lo hizo deslizar hacia atrás suavemente. Procedió a tocar mis bolas y sentir la piel de mi escroto:

—¿Sientes algún dolor en tu pene o testículos? …

—No en este momento … pero siento punzadas en … emh … en mis testículos … y esta desaparece si me … bueno … quiero decir, cuando me masturbo …


Dije tímidamente mirando el cielo de la habitación. Miraba fijamente mi miembro e inexplicablemente saco su lengua a la comisura de sus labios rojos, para luego pasarla por toda su boca ligeramente entreabierta. ¿Se estaba saboreando? ¡¡Mirando mi pene!! ¡Tal vez es solo mi imaginación!, pensé.

—¡Oh! … Está bien …

Dijo quitándose los guantes y ajustándose sus lentes, luego echando una última mirada a mi miembro, volvió a hablarme:

—Vístete y vuelve a tu silla …

Me dijo rodeando el biombo para volver a su escritorio. Me levanté de la camilla y acomodé mis partes pudendas. Todavía pensaba al modo en que la doctora había lamido sus labios mientras me sentaba en mi silla.

—Bueno … aparentemente todo está bien … pero necesitaré algunos exámenes para realizar análisis ulteriores … haremos un examen de orina, sangre y también necesitaré algunas muestras de su semen …

Dijo la doctora mirando alternadamente a mamá y a mí, luego prosiguió dirigiéndose a mamá:

—Señora … ¿supongo que usted está de acuerdo con esas pruebas? …

—Sí … por supuesto …


Respondió mamá prontamente. Luego la doctora se dirigió a mí:

—No te avergüences, pero necesito saber algunas cosas … ¿Tienes novia? …

—No …

—Este último año … ¿has tenido novia? …

—No …

—¿Has tenido relaciones con prostitutas últimamente? …

—No …

—¿Has tenido relaciones sexuales sin protección este último año? …

—No …


Volví a responder, la doctora iba marcando algunas casillas de la ficha mientras yo iba respondiendo, luego agregó algunas notas y volvió a hablarme:

—Está bien … Alberto, no tienes nada de qué avergonzarte ni preocuparte … muchos chicos como tú pasan por estas fases en su desarrollo de la pubertad a la adolescencia … es una experiencia que no es igual para todos … Para los análisis, la enfermera aquí al lado te tomará la muestra de sangre y de orina … necesitaremos una semana para obtener los resultados … para eso les agendaré una hora …

Mamá y yo asentimos moviendo nuestras cabezas, pero había algo más, así que la doctora saco una cajita con recipientes plásticos, como tubos de ensayos, estos estaban marcados en mililitros, se los pasó a mamá junto a una ficha similar a la que ella compilaba:

—Ahora, debemos tener muestras de tú esperma … necesito una descripción general de tú semen … cantidad, color y apariencia … hay que tener un registro preciso … hay que usar este tubo de ensayo para recogerlo … hay que medirlo y registrar lo medido …

Nos miró a mí y a mi madre que escuchábamos atentamente sus instrucciones, luego agregó:

—Este envase es especial, permitirá que el semen escurra hacia el fondo y solo entonces deberán registrar la medida … ¿Entienden? …

Nos miramos mi madre y yo, tragué un poco de saliva y respondí:

—Sí … está claro …

—Entonces Alberto … cuando te masturbes, debes apuntar el pene al centro del envase y asegurarte de que todo tú semen entre en el tubo … no se debe derramar nada … después de cada masturbación lees cuidadosamente la cantidad producida y la apuntas en el formulario … Fecha – Hora y Cantidad …


Me extendió el formulario cuadriculado y luego prosiguió:

—Por los próximos diez días recolectarás tu esperma y registraras tal cual te he explicado … ¿Entiendes? …

—Sí señora … está claro …

—Está bien … cuando pedimos muestras de semen, sabemos por experiencia que a la mayoría de los hombres les cuesta hacerlo por si solos … vienen ayudados por su pareja, su esposa o su novia … en tu caso particular …


Hizo una pausa significativa y se volvió hacia mamá mirándola severamente:

—… si tienes problemas con eso … entonces tu madre estará encantada de ayudarte … no hay nada de qué avergonzarse … son solo muestras necesarias al examen que necesita su hijo para diagnosticar su problema … nada más que eso …

Vi que mamá se sonrojaba e inquietaba sentada en su silla, la doctora también percibió su ánimo y le preguntó:

—¿Está claro para usted también, señora? …

—Está bien doctora … es un poco difícil para mí … pero si es por el bien de mi hijo … pierda cuidado que haré todo lo que nos ha pedido …


Sonaba incomoda, pero yo que la conocía, sabía que eso era normal para ella cuando tenía que hacer algo a lo que no estaba habituada.

—¡Oh! … perfecto, entonces …

Dijo la doctora sonriéndonos tranquilizadoramente, luego se giró hacia mí:

—Alberto … no seas vergonzoso ni tímido con tu madre … ella es una mujer de experiencia y estoy segura de que te ayudará en todo … cualquier cosa que necesites debes decírselo a ella … de hecho, sugiero que sea ella que te guíe desde el principio, porque es muy importante hacer una recolección correcta para tener una lectura exacta … necesito esas medidas para el diagnóstico …

—¡Emh! … sí, doctora … lo haré …




La doctora dio por concluida la visita y nos saludó a mi madre y a mí. Mientras mamá concertaba la próxima cita con la doctora, yo me fui con la enfermera para la extracción de sangre y la muestra de orina, luego salimos del estudio médico.



Mientras mamá conducía a casa no dijo una palabra, estaba concentrada en la conducción y seguramente en las instrucciones dadas por la doctora. Yo personalmente no sabía que pensar, seguramente mamá se encontraba tan confundida como yo, ¡Porque la doctora le había dicho que me ayudara a masturbarme en el tubo de ensayo! ¡Qué situación más extraña! ¡Mi madre vería mi pene duro y también cuando me corriera a chorros! ¡Oh, gran Dios! Siempre lo había hecho yo en solitario, pero ahora debería hacerlo delante de mamá. Me invadió una sensación de vergüenza y excitación.



A pocas cuadras antes de llegar a casa, mamá hablo suave y lentamente:

—Alberto … tendremos que hacer lo que ordenó la doctora … no hay opción … haré todo lo posible para ayudarte … será difícil y desagradable tanto para mí como para ti … pero tiene que ser así …

Sonaba confiada y tranquila, pero también había un dejo de aprensión en su voz.

—Gracias, mamá …

Respondí un poco confundido y aprensivo también, pero quería darle a entender de que agradecía su preocupación y colaboración …

—Cuando lleguemos a casa hablaremos y nos organizaremos como recolectar tú … emh … eso … tú esperma … esta noche tomaremos la primera muestra … no vayas a tocarte por ningún motivo … tendremos que juntarnos y entonces yo te ayudaré … emh … a masturbarte …

Las mejillas de mamá se ruborizaron y sus ojos brillaban más que las luces de la calle. Inexplicablemente, mi pene comenzó a ponerse duro y puse algunas cosas sobre mi regazo para ocultar mi erección.



Mamá preparó algo de cena y comimos juntos, pero no se habló nada de las muestras y como lo haríamos. Cuando me levanté y comencé a recoger la mesa, mamá me dijo:

—Primero lava los platos y luego ven para que podamos hablar …

—Sí, mami …


Inmediatamente me puse a lavar los platos, cuando sequé la última cuchara, me fui al salón con el corazón que latía desbocado, mamá me vio y me hizo señas:

—Hijo, ven y siéntate aquí …

Me senté al lado de ella sobre el diván.

—Alberto … lo que haremos es algo que nadie debe saber fuera de nosotros y la doctora … probablemente no entenderían que lo hacemos por exigencias medicas … esperemos de hacerlo rápido y en modo acucioso para recolectar bien tú … ehm … tu eyaculación … ¿Entiendes? …

Preguntó mi madre en modo severo y circunspecto.

—Sí, mami …

Respondí tímidamente.

—Tengo que decirte que hace mucho tiempo que no veo tú cuerpo desnudo … te vi mientras eras niño … pero nunca te he visto con eso de ahí excitado ¿sabes? … no debes olvidar que lo hacemos por exigencias médicas y nada más … no debes ser tímido conmigo … ¿entiendes? …

—Está bien, mamá …


Dije mientras sentía que mi polla reaccionaba endureciéndose poco a poco. Luego ella continuó:

—Pero … me debes decir algunas cosas … ¿Cómo te masturbas normalmente? … ¿Qué haces para excitarte? …

Tenía un tono calmo y didáctico, cómo maestra de escuela:

—¡Umh! … bueno … yo …

Hice una pausa tratando de no avergonzarme y encontrar las palabras adecuadas, pero no supe cómo explicarme.

—¡Vamos! … Alberto … ¡Anímate! … la doctora dijo que no debías ser tímido …

Dijo mi madre tomando mis manos y alentándome a encontrar el valor de hablar.

—Sé que la mayoría de los chicos de tu edad tienen revistas con fotos de mujeres desnudas … ¿Las tienes tú también? …

—¡Emh! … sí … tengo algunas y también videos y en la internet hay varios sitios porno … bueno … los miro y luego me masturbo con una toallita de esas de mano … uso siempre la misma para que no se mezcle con las otras toallas …


Le dije honestamente, pero no podía mirarla a los ojos, me sentía muy avergonzado.

—¡Bravo! … me alegra saber que eres ordenado y limpio …

Dijo mi madre dándome un beso alentador en mis mejillas, luego agregó:

—Pero … no quiero que mires esas mujeres sucias y desvergonzadas de tus revistas asquerosas …

Me volví a ruborizar y a avergonzarme de mi gran colección pornográfica. Ella continuó:

—Tengo que ayudarte a masturbarte y a recolectar tu semen en el tubo … así que tendré que sostener tú erección y asegurarme de que nada se pierda …

Otra vez me hablaba con ese tono de voz de profesora.

—Pero si es necesaria alguna excitación visual … sugiero lo siguiente … a mi marido le gustaba verme vestida con ropa interior estimulante … antes de tener sexo …

Hizo una pausa para cerciorarse de que yo la había escuchado y entendido lo que me decía, luego prosiguió:

—No me importaba de hacerlo para él … de hecho … lo disfruté si era ropa interior de calidad y buen gusto … aún conservo esas prendas … así que me vestiré con ellas para ayudarte a correrte rápido … pero no olvides que es solo porque lo ordenó la doctora …

Mi verga había comenzado a palpitar escuchando a mamá explicándome su sistema de ayuda. Casi no lo podía creer. Mamá se vestiría para mí en lencería sexy. Me preguntó:

—¿Está bien eso para ti? …

¡Reconchas!, pensé, pero manteniendo la compostura le respondí:

—Si lo crees apropiado, mami … para mí está bien …

—Entonces, está bien … siempre para ayudarte, hijo … te dejaré que me toques … pero me debes pedir permiso y lo podrás hacer solo si yo accedo … ¿Entiendes? …


Terriblemente excitado, solo moví mi cabeza afirmativamente y tragué saliva.

—También usaremos un vocabulario un poco soez … el pene será “verga” “pija” o “polla” …

A este punto estaba a punto de eyacular solo escuchando a mamá usando esas palabras. No podía creer que de su decentita boca salieran esas vulgaridades. Mi polla casi se me escapa en mis pantalones. No lograba hilvanar una palabra, así que me limite solo a asentir una y otra vez. Mamá concluyo diciendo:

—¿Hay algo que me quieras preguntar? …

—¡No!, mami … creo que has dicho todo …

—¡Ah!, resta solo que me digas con qué frecuencia debemos tomar estas muestras … ¿Cuántas veces te masturbas? …

—Bueno … ¡Emh! … tres veces al día …

—¡Oh! … eso es bastante …


Dijo mamá sorprendida, luego se quedó pensativa por un largo rato y agregó:

—Lo haremos en el siguiente modo … Ambos nos levantaremos temprano en la mañana, para tomar la primera muestra … luego cuando vuelvas del colegio, tomaremos la segunda … en la tarde, antes de que te vayas a acostar, tomaremos la última … ¿Te parece? …

—Está bien, mamá …


Le dije escuchando el programa confeccionado por mamá, después me preguntó:

—¿Te gustaría que tomáramos una muestra ahora, hijo? …

—¡Oh!, mami … me gustaría que comenzáramos lo antes posible …


Dije cortésmente y sin inflexiones en mi voz, solo que mi polla latía al ritmo de mi corazón.

—Está bien entonces … ve a tu habitación, te quitas la ropa y te acuestas … ¡Ah! … no olvides de lavarte todas tus partes … me gusta mucho la limpieza …

Dijo mamá levantándose del diván y sonriéndome enigmáticamente, luego agregó:

—Yo iré a ponerme algo adecuado … espérame en tu cuarto con el tubo para la muestra …

Me puse de pie, no sé si mamá se dio cuenta del tremendo bulto en mis pantalones, pero nada dijo. No me importaba, luego ella vería mi erección en todo su esplendor. Subí corriendo a mi cuarto, sentía las cosquillas en mi verga como si estuviera a punto de correrme. Mi dormitorio cuenta con baño, así que me lave lo mejor y lo más rápido posible. Después me acosté sobre la cama y me dispuse a esperar a mamá ansiosamente. En el intertanto acaricié mi verga que se erguía dura como jamás había estado.



Pasaron algunos minutos y mamá apareció en el vano de la puerta … ¡Guau! … mami …



Continuará…
 

heranlu

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Mamá se detuvo en el vano de la puerta con una mano en su cadera y una seductora sonrisa en sus labios, se había vestido completamente de negro, un desabillé de satín largo hasta sus tobillos, pero abierto en la parte delantera, sus muslos desnudos completamente eran adorables, después una enagua de chiffon transparente que alcanzaba a cubrir justo su ingle, un grueso sostén con encaje y bragas tipo pantaleta con revuelos y encajes. A decir verdad, lucía espectacular, pero nada de sus vestimentas eran ni modernas ni reveladoras, todas sus hermosas partes íntimas estaba cubiertas por sus prendas anticuadas y sexys, pero su belleza de mujer superaba todo eso, su beldad apabullaba y no podía ser escondida por ninguna prenda.



Conociendo a mi madre, no dije nada y pensé solo que era el comienzo de algo mejor. Mamá llegó con el tubo de ensayo en su mano lista para tomar la primera muestra, se acercó coquetamente a la cama y me preguntó:

—¿Estás listo, Alberto? …

—Sí … mamá …


Respondí casi con un suspiro que pareció un grito de desahogo, mi pene estaba erecto como un poste, mi madre me miró y su boca se entreabrió o por lo menos eso me pareció a mí. La miré sin detenerme a observar su entera belleza, no quería hacerla enojar, se veía de buen humor, tranquila y dispuesta a ayudarme:

Veo que no necesitas ninguna estimulación …

Dijo acercándose a mi cama, su bata se abrió un poco y sus pechos se adivinaban grandes y bonitos, ella simplemente se paro ahí a mi lado sin despegar su vista de mi pene, mantenía el tubo en su mano:

—Has crecido bastante desde la última vez que te vi desnudo …

Insinuó un poco sorprendida por mi gran erección. Luego sus ojos se posaron en los míos. Nunca vi ese brillo en los ojos de mamá anteriormente. Moviendo sinuosamente su cuerpo, se arrodilló a mi lado diciendo:

Alberto … voy a aferrar tu polla y la masturbaré con mis manos … luego deberás correrte en este tubo … eso fue la indicación de la doctora, ¿verdad? …

Luego se inclinó, agarró mi verga y comenzó a frotarla de arriba abajo lentamente, apoyó el tubo entre mis piernas y liberó su mano para acariciar mis bolas:

—¿Éstas son las que te duelen? …

Me preguntó mientras sobajeaba delicadamente mis testículos mirándome con sus ojos encendidos. Miré sus tetas que llenaban sobradamente su anticuado sostén, lo que no restaba nada a su magnificencia y exuberancia, efectivamente eran mucho más grandes de lo que imaginaba.

—Hijo … puedes tocar suavemente mis piernas … pero no olvides de avisarme cuando estés por correrte …

Miré su trasero un poco ensanchado por la posición de su cuerpo, muy redondito y hermoso. Su calzón elastizado apretaba sus nalgas moldeándolas seductoramente. Se veía una parte de sus muslos blanquísimos, pero la tela cubría la mayor parte de sus glúteos. Aun cuando su ropa interior era evidentemente pasada de moda, el hecho de tener a mamá a mi lado en ropa interior me excitaba salvajemente.



Sentir la delicada y cálida mano de ella estrechando mi verga era ya como estar más cerca del paraíso. Sus caricias eran verticales y suaves. Mi mano se movió a tocar su muslo, lenta y suavemente solo con la yema de mis dedos. Sus piernas eran suaves y carnosas, extendí mi mano para acariciarla con toda mi palma, seguía palpando sus tibias carnes con mucho cuidado para no hacerla enfadar. Ese contacto físico con ella era como un sueño, sentí mis testículos en ebullición, mamá restregaba mi pija en su mano desde hacía ya varios minutos y sentí el cosquilleo característico en mis bolas:

—¡Mami! … ¡Ya! … ya casi me viene, mami …

Mamá rápidamente agarró el tubo de ensayo con una mano y comenzó a pajearme vigorosamente, luego empujó mi glande dentro del recipiente. Cerré mis ojos y deslicé mi mano bajo el elástico de las bragas de mi madre, haciendo escurrir mis dedos por sus carnosas nalgas y acercándome a los labios calientes de su chocho, eso fue suficiente, grité:

—¡Ay! Mamita … que me corro, mami … ¡umpf! … ¡umpf! … ¡umpf! …

Chorros candentes de esperma comenzaron a ser expelidos dentro del tubo de ensayo, mamá se había inclinada ulteriormente, controlando acuciosamente la toma de la muestra, vigilaba con grandes ojos como mi esperma escurría dentro de la ampolla de vidrio, de hecho, la toma fue un éxito y logró que todo mi semen se vertiera dentro del tubo sin derramar ni una sola gota. Sus dedos ordeñaron mi pija por unos instantes causándome escalofríos y estremecimientos, mamá vigilaba de cerca todas mis reacciones, sus mejillas estaban encendidas como si tuviera calor y su respirar era ligeramente agitado, con una sonrisa de oreja a oreja me mostro el tubo, estaba lleno como un cuarto, se veía muy contenta, ¿quizás excitada? No lo sé.

—Esto salió muy bien, Alberto … te has comportado muy bien … que buen chico que eres … tenemos nuestra primera muestra …

Me mostraba el tubo como un trofeo, poniendo su dedo junto a la rayita negra de la escala de medida del tubo:

¿Ves aquí? … has llegado a la “Quinta” rayita …

Mamá tomó el papel para registrar los datos y luego se dirigió a mí:

—Hijo … creo que está bien por ahora … no olvides de lavarte y luego ordena y limpia aquí …

Dijo dándose la vuelta y caminó hacia la puerta. Sus exuberantes formas estaban totalmente expuestas, no importaba cuan fuera de moda estuviesen sus vestimentas, su belleza resultaba espléndidamente actual. No podía apartar los ojos de su trasero formidable, el movimiento acompasado de su caminar hacía levantar un glúteo mientras descendía el otro a un ritmo totalmente erótico, me preguntaba si alguna vez llegaría a ver más de su hermoso trasero. Miré al techo después que ella salió de mi cuarto, me puse a pensar en cómo serían los siguientes diez días. Después de haberme masturbado por años en completa soledad y temiendo de que mamá no se enterara, sentía una especie de liberación al hacerlo con ella, en su compañía y, lo mejor de todo es que era ella la que hacía la mayor parte del trabajo. Fue una sensación increíble y maravillosamente excitante, mis impulsos sexuales se habían exacerbado gracias a mamá.



Después de organizar mis pensamientos y desvariar repasando en mi mente lo sucedido, decidí que sería mejor ir a lavarme y vestirme cómo me había dicho mi madre, no sea cosa que vuelva y se enfade conmigo. Me lavé mi verga, me puse mi pijama, volví a mi cuarto y me senté en la cama. El dolor de mis bolas no se había ido, pero había disminuido un poco. Esto no dejaba de preocuparme y no me permitía de disfrutar los acontecimientos en su verdadera magnitud. Mamá frotando mi verga hasta correrme, jamás lo pensé antes. Espero sea solo una fase de mi desarrollo cómo dijo la doctora y nada más que eso.



Tal cómo supuse, mamá llamó a mi puerta y entró. Estaba completamente vestida y se veía ordenada y pulcra. Verla vestida me excitaba aún más que verla en ropa interior y tocarle el culo con su debido permiso. Mi polla volvió espontáneamente a endurecerse. Mamá se sentó al borde de la cama y acarició mi pierna sonriéndome, me dijo:

—Hijo … mañana por la mañana tomaremos la segunda muestra … la que acabamos de tomar salió bastante expedita y buena … pondré la alarma temprano y llamaré a tu puerta para tomar la muestra siguiente …

—Está bien, mamá …


Le dije con una sonrisa tratando de sonar tranquilo y relajado, pero en realidad con mis piernas plegadas estaba escondiendo mi tremenda erección, no sé si hubiese podido correrme otra vez.

—Ahora te voy a dejar porque es hora de dormir …

Mamá me dio un beso en la mejilla, se levantó y se fue. Miré mi despertador. Eran las diez. Pensé en lo que había dicho mi madre sobre la segunda muestra. Me levanto más tarde que ella, así que luego de eso podría dormir otro rato después de la sesión con mamá. Pensé si volvería a colocarse su ropa de interior sexy, involuntariamente mi pene comenzó a pulsar. Fue increíble que hayan sucedido todas esas cosas. Me levanté y me puse a jugar con mi PC, no me podía concentrar y repetidamente perdía mis vidas, así que decidí volver a la cama y dormir.



—¡Son las siete! …

Escuché una voz en la lejanía, alguien tiraba de mi brazo.

—¡Alberto! … ¡Despierta, niño! …

¡Oh, mi Dios!, ya era de mañana y mamá me estaba despertando. Abrí mis ojos somnolientos. Mamá abrió las cortinas y una luz enceguecedora entró a raudales en mi habitación. Mi pene estaba semirrígido debajo del edredón. Vi que mamá estaba completamente vestida con una falda negra y una blusa color beige.

—¡Se hace tarde, hijo! … despierta …

Sonaba molesta. Quizás era su estado de ánimo matutino, a menudo estaba así por la mañana, pero en su mano tenía el tubo de ensayo para la muestra.

—¡Vamos!, tenemos que hacerlo rápido …

Seguía ofuscada por algo, rápidamente levantó hasta atrás el edredón y fijo sus ojos en mi verga semidura:

—Qué bueno que estás casi listo …

Dijo un poco más relajada y muy práctica. Todo se sentía muy extraño entre nosotros, se había perdido la magia de la noche anterior.

—Termina de quitarte el pijama y recuéstate como anoche …

Hice como me dijo y me acosté de espalda con mi pene apena erguido, ella me miró y en tono de disculpa me dijo:

—No tengo tiempo para cambiarme de ropa … tendrás que contentarte, así como me ves … de todos modos puedes tocar mi trasero sobre mi falda … debería ser suficiente para estimularte … ¿no? …

Me sentí decepcionado porque no se quitó nada de su ropa, pero cuando se subió a mi cama para aferrar mi verga, su culo quedó hacia mí y mis manos se fueron sobre sus nalgas magnificas, ella comenzó a bombear mi pija y yo a hacer círculos sobre sus glúteos. Al igual que anoche, no quería parecer demasiado osado ni ansioso, así que toqué suavemente en círculos su nalga derecha y luego su lado izquierdo, presioné y apreté con dulzura, su culo era mórbido y carnoso.

—¡No vayas a arrugar mi falda! …

Dijo aprensivamente sin soltar mí verga que ahora estaba dura cómo el acero. Aumenté la presión y el movimiento circular a su culo, luego arriesgadamente le dije:

—Mami … podría ayudar más si puedo… ¡emh! … meter mi mano bajo tu falda …

Me apronté a recibir una reprimenda, ella me miró y luego en tono algo severo me dijo:

—Si te vas a correr más rápido … está bien … pero atento a no arrugar mi falda …

Dijo en su habitual tono de profesora. Con cuidado máximo, metí mi mano bajo el doblez de su falda y en medio a sus muslos cálidos y suaves, después extendí mis dedos y con la yema de mis dedos sentí la tela de sus bragas. Estaba casi a contacto con su chocho, se sentía como un colchoncillo formado por la suavidad de sus vellos púbicos. Había fuego entre los muslos de mamá.



¡Oh, Dios mío! ¡Qué maravilla de maravillas sentir esa cálida y suave piel de sus muslos! Apreté su entrepierna y ella apretó mi mano con sus muslos, moví mis dedos y levanté el elástico de sus bragas. Volví a sentir esa sensación esplendida en mis bolas que se agitaron, mi polla se estiró aún más. Era un deleite y un ensueño tocar a mamá, no podía resistirme mucho tiempo más. Inmediatamente sentí que me iba a correr.

—¡Mami! … creo que me viene … mami, me voy a correr …

Le advertí y mamá prontamente puso el tubo en mi glande continuando a bombear mi pene con mayor vigor. Al mismo tiempo mis dedos habían alcanzado el elástico de sus bragas y mis dedos tocaron su rajita humedecida y sus enmarañados rizos, cuando mis dedos palparon ese calor y humedad, mis chorros salieron disparados de mi verga:

—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡mami! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …

Copiosos y espesos torrentes de semen salieron de mi pija palpitante, mamá ordeñaba mi verga dentro del tubo y yo me contorcía con mis ojos cerrados y apretaba mis glúteos expeliendo toda mi carga de esperma. Estaba gimiendo en modo audible cuando mis dedos rozaron la hendedura vaginal de mamá. Ella nuevamente en forma muy hábil logró atrapar todo mi semen en el recipiente, apretaba diligentemente mi polla y estrujaba mi pene al borde del envase hasta la última gota.

—¡Oh!, hijo … ¡Pero ¡qué bien! … eres un buen chico … mira cuanta me has dado …

Mi madre sonaba mucho más feliz que cuando empezamos. Sus mejillas estaban sonrosadas, sus ojos brillaban como luceros y su respiración estaba ligeramente agitada. Con su dedo mamá recogió una última gota de mi glande y la hizo deslizarse en el tubo recolector. Luego levantó en el aire el tubo a la contraluz que filtraba del exterior y señalo la rayita negra del tubo y exclamó:

—¡Dios mío!, Alberto … es casi el doble de anoche … está cercano a “Diez” … eso es mucho …

Movía el tubo cerca de su cara contentísima, luego se levantó y arregló un poco su falda diciendo:

—Se ha hecho tarde … bajaré a escribirlo y a lavarlo … luego me iré al trabajo … ¡Diviértete en el colegio, hijo! …

Me dio un veloz beso en la mejilla y raudamente salió de mi cuarto.

—Chao, mami …

Respondí, luego apoyé la cabeza en la almohada y cerré los ojos, en una vivida imagen apareció en mi mente el hermoso trasero de mamá, ¡Guau!, pero que trasero. Y sus muslos cándidos y cálidos. Y la quemazón que sintieron mis dedos cerca de su coño. Esta vez no tenía duda alguna, sus mejillas estaban sonrosadas, sus ojos con un centelleo especial, su respiración alterada y agitada. ¡¡¡Mamá estaba caliente!!! ¡¡No podía esperar hasta esta noche!! Me preguntaba que más podría hacer para que mamá se desencadenara ¿Qué variante agregar a nuestras sesiones? Tenía tantas cosas que pensar, que casi me levanto atrasado para ir al colegio.



No hubo modo que pudiese concentrarme en clases, mi pensamiento era uno solo. Todo el rato tuve mi pene rígido y semirrígido y no cejaba de pensar en las manos celestiales de mamá pajeando mi pija. Sus vestidos sexys, sus miradas enigmáticas, la cercanía de su piel, el rubor de sus mejillas. En mi mente todo era mamá.



Hacía el final de la jornada mis pelotas me dolían bastante. Necesitaba urgente un desahogo. Cuando llegué a casa mi corazón se aceleró y no sabía cómo se comportaría mamá. Su auto estaba ya estacionado en el camino a la entrada de la casa. ¡¡Mamá ya estaba en casa!! Estaba en la cocina y en cuanto me sintió entrar, me llamo:

—Alberto … ven aquí …

Rápidamente caminé por el pasillo hasta la cocina. Mamá estaba con la cabeza gacha mezclando algo en una fuente:

—Hijo … he estado pensando … creo que tenemos que organizar esta toma de muestras vespertinas … lo haremos tan pronto como llegues y luego una última antes de que te vayas a la cama … así ambos tendremos tiempo de hacer otras cosas … ¿No crees que sería mejor? …

Mamá tenía un tono de voz diferente, autoritaria y mandona, no me esperaba este recibimiento, pero mi madre es así. Algo le incomodaba. Cómo no respondí nada, ella prosiguió:

—Todo esto es inusual y muy difícil para mí, Alberto … los estoy haciendo solo por ti … espero lo aprecies …

Seguramente ella también había pasado la jornada pensando en lo que hacíamos, sus remilgos luchaban en su interior y su mojigatería también. Sabía que no podía eludir la toma de muestras y esto no les daba paz a sus creencias ético-religiosas. Imagino que era una dura lucha interior para ella con sus gazmoñerías.

—Sí, mami … lo sé y te estaré por siempre agradecido …

Dije en un tono neutral, para no terminar de irritarla y enojarla, luego agregué:

—… es solo por unos pocos días más, mami …

—¿Estás seguro de que no le mentiste a la doctora? … ¿Qué no fue una chica a contagiarte eso? …


Preguntó abrupta, sospechosamente y buscando mi mirada:

—De ser así … tendrás que vértelas conmigo, jovencito …

Su tono era decididamente amenazador y ofuscado.

—¡¡¡Pero mamá!!! … He sido honesto … de ninguna manera mentiría … no sé el origen de mi malestar … realmente no lo sé, mami …

Mantuvo su mirada severa en mí, luego hubo un largo e incómodo silencio, finalmente se apaciguó y la tensión cedió:

—Está bien, entonces …

Dijo algo más calmada y se volteó a revolver su ensaladera, luego en un tono más relajado me preguntó:

—¿Vas a tomar una ducha? …

Todavía había un dejo de enfado en su tono de voz, quizás se debía a su trabajo, pensé.

—Sí, mami …

Le dije un poco inquieto.

—Entonces si queremos tomar dos muestras, creo que deberíamos hacer la primera ahora mismo … podríamos ducharnos juntos … ¿Qué me dices? … ¿Te va? …

Toda preocupación voló de mi mente y mi pene reaccionó cobrando vida de inmediato cuando mamá dijo eso, a pesar de que casi peleamos hace un momento, ella volvía a ser mi madre adorada.

—Está bien, mamá … yo … ¡emh! … dejaré la puerta del baño abierta para ti …

—Sí … date un buen lavado primero … luego me llamas cuando estes listo … ve … ve … vete …

—Está bien, mamá …


Me volteé y subí corriendo las escaleras. Me desvestí velozmente. Lo único que pensaba era en correrme, en las manos de mamá que me pajeaba y me hacía eyacular en el tubo ese. Necesitaba correrme lo antes posible debido al agudo dolorcillo en mis bolas. Dejé la puerta abierta y me metí a la bañera. Abrí la ducha y comencé a lavarme lo mejor posible, mi verga, mis bolas y mi culo, a mamá le encanta mi culo. Mi polla se puso semi rígida. Cerré el grifo del agua y grité fuerte para que mamá me escuchara:

—Mami … ya estoy listo …

Mientras me secaba, pensaba a mi madre que vendría dentro de breve en sostén y bragas, mi polla se revitalizaba enhiestamente, dura como el granito. Pero me avergonzaba delante a mamá con mi pene totalmente tieso. Ella lo vería apenas entrara al baño. Así que me envolví con la toalla en modo casual, esperaba que no se diera cuenta de mi pene rígido, después esperé.



Primero escuché que mamá entraba en su propio dormitorio y luego la sentí que llamaba a la puerta del baño entreabierta:

—¡Adelante! …

Dije con mi corazón desbocado que casi se me atragantaba en mi garganta, estaba ansioso. Mi madre totalmente vestida, aún conservaba su falda y su blusa con las que estaba en la cocina. Me sentí un poco decepcionado. Pero me reconfortó verla con el tubo de ensayo en su mano. Ella miró la toalla que me cubría. Mi verga palpitaba bajo la toalla.

—¿Por qué te estás cubriendo? …

Preguntó arrebatando la toalla que me cubría. Mi pene saltó hacia arriba revelando mi evidente y robusta erección. Me ruboricé, todavía no me acostumbraba a que me viera desnudo y excitado.

—Tú pene se endurece fácilmente, ¿verdad? …

Dijo sin quitar los ojos de mi erección carnosa, lo miró fascinada, extasiada. Confundido y turbado por mi vergüenza, trate de hilvanar una excusa plausible.

—Realmente no puedo evitarlo, mami … eso no se deja comandar … soy muy joven …

Mamá lamió sus labios rojos y sabrosos. Nunca antes lo había hecho así casi descaradamente. Me sonrojé nuevamente sin saber que pensar ni hacer. Ella me miró y dijo:

—Está bien … ahora harás exactamente lo que te digo … ya que estamos aquí en baño, lo haremos un poco diferente … te quedarás de pie …

—Bueno, mamá … como tú quieras … creo que será más rápido así …


Le dije todavía intimidado, luego me habló:

—No parece necesites más estimulación … pero me voy a quitar la blusa y la falda … no quiero que me vayas a salpicar y manchar …

Diciendo eso, se volteó, se sacó la blusa por sobre su cabeza y la puso sobre las toallas. Podía ver las marcas rojas que dejaban los tirantes del sostén de mamá en sus hombros debido al peso de sus grandes tetas, su sujetador era color piel. Siempre de espaldas a mí, desabrochó el costado de su falda y la deslizó a sus tobillos, su hermoso culo me causo un par de pulsaciones a mi pija. También sus bragas eran color piel, parecía desnuda, sus nalgas venían contenidas maravillosamente por su calzón que era más moderno que las bragas negras que había usado con anterioridad. También dejaban más piel a la vista, porque estaba ya metido entre sus apretados glúteos albinos, se veía realmente sexy. Se agachó a recoger la falda y casi me quedé sin respiración ¡¡Que hermosa vista!! Su trasero apuntaba directamente hacia mí y la tela de sus bragas estaban metida profundamente entre sus nalgas perfectas.



Consciente o inconscientemente, mamá se mantuvo agachada por un momento, luego se puso de pie y depositó su falda cuidadosamente plegada sobre la blusa. Se volvió, me miró sonriéndome en forma coqueta y luego sus ojos bajaron a mi polla. Miré su sostén y al igual que sus bragas, parecía mostrar más generosamente su tersa tez, pero cubría bien sus mamas poderosas, había poco o nada más que ver.



Entonces mis ojos se movieron a su entrepierna, el material de sus bragas era bastante ancho y tampoco logré ver mucho, ni siquiera sus vellos púbicos. Rápidamente levanté mis ojos, no quería que me atrapara mirando a su coño.

—Entonces … ¿Ya te lavaste? …

Preguntó mirando mi verga tiesa.

—Sí, mami …

Respondí con un hilo de mí pudibunda voz, sintiéndome pudoroso y tímido de nuevo.

—Haremos otro enjuague solo para estar seguros …

Respondió mi madre. Tomó el cabezal de la ducha, abrió el grifo y apunto el chorro tibio hacia mi pene endurecido. Se vertió un poco de jabón líquido en las manos y procedió a lavar mi pija y mis bolas acuciosamente, movía mi prepucio atrás y adelante haciendo escurrir el agua sobre mi glande, jugó un poco con mis pelotas chorreándolas y palpándolas y luego me dijo suavemente:

—Date vuelta, hijo …

Tengo que decir que me sorprendió un poco su requerimiento. No sabía por qué quería lavar mi trasero, pero sin decir nada me volteé dócilmente y le presenté mis posaderas

Alberto … tienes unas hermosas nalgas …

Dijo mientras me chorreaba agua entre ellas y me pasaba su mano rozando delicadamente mi ano, espontáneamente mi verga pareció crecer y la consistencia pareció que se tornaba todavía más duro, nuca lo había tenido tan tieso y parado, sentí un cosquilleo particular.

—¡Mami! … creo que me voy a correr …

Dije casi desesperadamente.

—Entonces date la vuelta rápidamente …

Me volteé en un instante y casi golpeo su nariz con mi polla dura. Ella no se apartó, me miro como hechizada mordiéndose su labio inferior con mi polla meciéndose a centímetros de su barbilla, luego movió su cabeza como para espabilarse y dijo:

—Está bien … no perdamos tiempo …

Tomó el tubo de ensayo del lavamanos y me miró con sus ojos fulgentes diciendo:

—Ahora te masturbaré, hijo …

Me encontraba de pie en la bañera, mamá se inclinó hacia adelante y con el recipiente es su mano izquierda, procedió a magrear mi polla con su mano derecha. Apuntó mi verga al receptáculo en su mano, el tubo estaba al mismo nivel de sus tetas, su mano izquierda hundía sus mullidos pechos sosteniendo el recipiente de la muestra, como si quisiera simular que yo rociara sus tetas esplendorosas. ¡Mí Dios! ¡¡Esto estaba simplemente cachondo!!



Su sujetador aprisionaba sus senos lujuriantes en sus estrechas copas. La vista y la sensación de su mano en mi erección era fantástica. Sentí que mi clímax estaba cercano, estaba pronto a correrme, cerré mis ojos, pero justo entonces mamá dejo de bombear mi verga, mi madre me miró con cierta preocupación, yo no entendía nada de nada, solo la observada perplejo y jadeante:

—Alberto … no quisiera que fueras a manchar mi lindo sostén … así que espera un poco mientras me lo quito …

No daba crédito a lo que acababa de escuchar ¡¡¡Mamá se quitaría su sostén!!! ¡¡¡Diablos!!! Acto seguido soltó mi pija, deposito el receptáculo de vidrio en el lavabo y comenzó a desabrochar su sujetador. Mi corazón dio un vuelco y mi pene latía desbocado por la emoción. Mamá ni siquiera miró mi reacción, con toda naturalidad se quitó el sostén, lo dejó sobre sus prendas, recogió el tubo y volvió a seguir bombeando mi polla.



Nunca antes había visto tetas de verdad. No podía creer lo que se presentaba ante mis ojos. Los senos lechosos, blancos y esponjosos de mamá ¡¡Increíblemente emocionante!! Podía apreciar las anchas areolas marrones de mi madre y sus pezones oscuros y enhiestos. ¡¡Sus pechos eran absolutamente asombrosos y mi polla volvió a crecer y a entiesarse!! Observé atentamente boquiabierto como esas mamas maternales se balanceaban a centímetros de mi verga que venía masturbada por mi madre. Fue demasiado para mí. Rápidamente grité:

—¡Mamá! … ¡Mamá! … Ahora … que me corro, mami …

Mamá aferró mi pija con fuerza y aumentó la velocidad de su mano, acuciosamente apuntado mi glande dentro del tubo receptor que estaba casi entre sus mórbidas tetas. Un aluvión de esperma comenzó a brotar a chorros espesos y copiosos dentro el recipiente que mamá sostenía en su mano con mucho cuidado, mientras eyaculaba veía como mamá acomodaba el tubo entre sus tetas:

—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Oooohhhh! …

Gemí a alta voz mientras mamá me hacía una paja exquisita con sus delicadas manos y el tubo se llenaba casi aprisionado en sus templados senos.

—Bravo, Alberto …. Dámelo todo, hijo … todo … todo lo que tengas …

Decía mamá tironeando mi polla y ordeñándome hábilmente, apretaba y tironeaba mi verga al mismo tiempo. Mi eyaculación pareció durar para siempre, me esforcé y aprete mis nalgas haciendo salir toda la esperma acumulada. Finalmente, mamá soltó mi pene seco y fláccido.



Tuve que sentarme en el inodoro, mis piernas temblaban, tenía que recuperarme y cerré mis ojos. Mi orgasmo había sido tan intenso que me sentí mareado por completo. Cuando recuperé mis sentidos, mi madre blandía en alto orgullosa el tubo lleno casi a mitad:

—¡Mira! … ¡Mira, aquí! … se lo has dado todo a mami … te has superado a ti mismo … ¡mira! …

Mamá exultaba contentísima y sonrojada:

—¡Hijo! … son casi quince rayitas … ¡¡Eso es muchísimo!! …

Mis ojos no se quedaron mucho mirando el recipiente, lo que me llamaba la atención, era el continuo bamboleo de las tetas de mi madre ¡¡¡Que tetas más hermosas!!! ¡¡¡Que tetas más calientes!!! Traté de que no se diera cuenta de mi admiración por sus pechos, pero ella me miró en forma consciente de que mis ojos estaban embelesados con sus senos, y dijo sonriente:

—Está bien, Alberto … es suficiente … voy a anotar esta muestra y prepararé de comer … lávate y luego baja a comer …

Se dio media vuelta, agarró su ropa y camino semidesnuda por el pasillo con su típico bamboleo de nalgas que me fascinaba. Nunca pensé que alguna vez vería a mamá en toples, con sus bragas color carne que la hacían parecer desnuda ¡¡Eso fue realmente increíble!! No podía apartar los ojos de su magnífico trasero, la forma rítmica y asimétrica del movimiento de sus glúteos al caminar. La tela de sus bragas perdida en la hendedura en medio de sus nalgas. No sé si fue impresión mía, pero su movimiento era mucho más cadencioso que la vez anterior ¡¡Más seductor!! ¡¡Me impactó realmente!!



Me lavé, me puse la ropa y me acosté en la cama a pensar en lo sucedido con mamá. Estaba tratando de darle sentido a todo esto. Fue muy irreal para mí. Como un sueño. Pero divagaba mi mente en el comportamiento de mamá. En un principio parecía hipnotizada con mi verga, se lamía sus labios mientras la miraba. Cuando se quitó su falda y se agacho brindándome una vista espectacular de su culo maravilloso. Después cuando me lavaba y me hizo girar para lavar mi trasero y pasar sus delicadas manos entre mis glúteos, rozar mi ano y admirar mis nalgas. La torta de la guinda fue cuando decidió intempestivamente de quitarse su sostén ¡¡¡Mi Dios!!! Esas enormes tetas de mamá a centímetros de mi pija, totalmente desnudas, redondas, cimbreantes y espectaculares ¡¡Había sido tan increíblemente caliente ver sus tetas!! Pero en algún lugar de mi mente surgió la pregunta ¿Se está sintiendo ella secretamente excitada con nuestras sesiones? Después de todo somos un hombre y una mujer.



Creo que solo su mojigatería y ese sentido de no ser pecaminosa la frenaban y no le permitían de disfrutar su verdadera sexualidad, pero había señales reconfortantes. Había que tener paciencia y sembrar y cultivar para poder finalmente cosechar una relación más entregada entre ella y yo. Si de verdad se excitaba el terreno era fértil.



Miré mi despertador y vi que la hora había avanzado rápidamente, me había entretenido con mis sueños y fantasías, rápidamente bajé las escaleras y mamá estaba terminando de colocar la mesa. Estaba vestida prolijamente. No hablamos nada sobre nuestras sesiones. Mi madre quiso saber cómo había sido mi día de colegio y yo le pregunté sobre su trabajo.



No hicimos nada en especial. Pero mamá me subyugaba y mis ojos se iban una y otra vez a su cuerpo. Una vez eran sus muslos, otras su estrecha cintura, me detenía sobre su escote y sus redondas tetas, luego mi ojos viajaban por esas nalgas preciosas, sus caderas cadenciosas me embelesaban. Su voz repentinamente me saco de ese trance:

—Hijo … si sientes algún malestar … podemos adelantar nuestra toma de muestra … basta con que me lo digas …

—Gracias, mamá …


Asentí mientras terminábamos de comer, luego desaparejé la mesa, lavé los platos y me fui a estudiar en mi PC, pero cerca de una hora y media después, el dolor de mis bolas se había vuelto intenso, mi madre estaba leyendo en la sala de estar, me acerqué y le dije:

—Mami … me están doliendo otra vez …

Mi madre sin levantar la vista de su lectura me respondió:

—Está bien, hijo … lo haremos de nuevo en tu cama … como ayer … prepara todo como siempre, estaré allí en unos minutos …

No tengo que decir que mi pene se había endurecido a pesar del malestar, me senté en la cama a esperar a mamá. Ya me había lavado, estaba desnudo, pero relajado. Quería volver a sentir la piel de mamá en mis manos y quizás con que cosa me sorprendería esta vez, esperé calmo.



Pronto llamaron a la puerta y mamá entró con el receptáculo de la muestra. Vestía el mismo sostén y bragas color piel. Parecía que sus tetas hubieran crecido o el sostén se hubiese empequeñecido, al caminar sus senos temblaban vibrantes. Mi pene termino de enderezarse cuando dijo:

—Lo haremos cómo anoche …

Se subió a la cama rozándome con sus senos, mi piel se electrizó sintiendo el delicado contacto con mamá. Se colocó en modo de que su trasero me fuese fácilmente accesible, giro su cabeza sonriente y me dijo:

—Puedes tocar mis nalgas si quieres …

Yo solo esperaba que ella dijera eso e inmediatamente moví mis manos para acariciar sus glúteos, ella en tanto, se inclinaba a magrear mi verga tomando delicadamente mí erección con su suave mano. Me frustraba un poco el no poder ver sus tetas exuberantes y me quedé atento a sus movimientos. Metí mis dedos bajo la tela elastizada de sus bragas a estrecho contacto con su ardorosa piel, las yemas de mis dedos hicieron contacto con su ano y la sentí gemir y contorsionar su culo ¡¡¡Oh, mi Dios!!! ¡¡Mamá gemía al contacto de mis dedos!! Pero al parecer algo me impedía una erección como la de las muestras anteriores, mi pene estaba semi erecto, mamá también se dio cuenta y después de tratar diferentes modos de pajear mi pene, se volvió y me dijo:

—¿Te sucede algo? …

—¡Mmmm!, mami … nada … no me sucede nada …

—Probablemente necesitas mayor estimulación … no puedo estar toda la noche intentándolo …


Su tono era severo y ligeramente de enfado, la vi que se enderezaba en la cama, metía sus dedos entre la banda elástica de sus calzones y se los bajó a medio muslo ¡¡¡Mi Dios!!! Cuando se agachó su culo y su coño humedecido eran claramente visibles, acurrucó su trasero más cerca de mí y continuó a magrear mi verga que a este punto dio un salto hacia arriba y al contacto de su mano se engruesó desmesuradamente, movió su trasero en modo invitante, me miró sacando su lengua a la comisura de sus labios y humedeciendo luego sus carnosos labios rojos, me hizo una seña indicándome de tocarla, descaradamente mi mano se fue directa a la rajita de su sexo cerrado y deslumbrante y húmedo.



Acaricié sus vellos púbicos enmarañados que cubrían su hendedura vaginal como una coraza protectora ante cualquier invasor. ¡¡Mis dedos!! Se pasearon por ese canal prohibido y me hice espacio para abrir esos labios inflamados, la punta de mi dedito medio incursionó en esa cuevita cálida y lo sorprendente fue que mamá bamboleó su trasero y mi dedo se enterró en ella, esta vez los gemidos de mamá fueron audibles, además, empezó a mover sus caderas follando mi dedo ¡¡Virgen santísima!! Sus músculos vaginales apretaron mi dedo. Casi me corro en ese instante, desesperado grite:

—¡¡¡Mamá!!! Me voy a correr … mami no me puedo aguantar …

Tomó el recipiente y lo puso en la posición correcta. Justamente en ese instante mi dedo anular penetró su chocho enardecido y al parecer tocó un punto muy sensible, mamá lanzo una especie de chillido, comenzó a follar mis dedos con mayor velocidad y mis chorros explotaron potentísimos, mis piernas estaban tan tiesas como mi verga y no cesaba de mover mi pelvis follando el tubo de ensayo y llenándolo de semen fresco y caliente.

—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Maamiiii! … ¡Umpf! …

Mamá seguía follando mis dedos y gimiendo sin control. Me sentí desfallecer, caí con la cabeza hacia atrás y mis dedos salieron de su concha, me tomó casi un minuto recuperarme y cuando me enderecé mamá estaba acomodando sus bragas, su rostro enrojecido por su orgasmo, todavía jadeaba, pero se controló y con su tono casi didáctico de profesora me dijo:

—Está bien … está bien … lo hemos hecho … tenemos la muestra …

No me miró, solo bajó de la cama un poco tembleque, miro el tubo de ensayo como para no derramar su contenido y me dijo casi extenuada:

—Ve a lavarte, hijo … bajaré y registraré esta lectura …

La veía un poco abatida, creo que se corrió también ella y eso la hace sentir acongojada y quizás con sentimientos de culpabilidad ¿¿¿Pero por qué??? Es su mentalidad. Está luchando consigo misma, sabe que a ciertas cosas uno no se puede resistir. Mientras caminaba miré hipnotizado su trasero que se balanceaba en modo prodigioso.



Me lavé, me vestí y decidí continuar con mis obligaciones escolásticas. Mamá había salido al jardín a regar las plantas, la vi pensativa. Me quedé en mi habitación frente al PC. A las diez en punto, mamá entro a mi habitación sin llamar y dijo:

—Alberto … quiero irme a la cama temprano … así que tomaremos la última muestra ahora …

—Está bien, mami …


Dije alejándome de mi escritorio. Pensé que saldría de mi habitación para darme tiempo a prepararme y me pediría que la llamara cuando estuviera listo, sin embargo, se quedó parada allí y me dijo:

—Entonces desvístete ya … no seas tímido que te he visto desnudo con bastante frecuencia últimamente …

Mi verga se despertó inmediatamente y comenzó a reaccionar lentamente bajo mis pantalones. Si mamá quería verme mientras me desvestía, le mostrare mi cuerpo poco a poco. En primer lugar, me quité la remera por sobre mi cabeza, me quedé solo con mis jeans, ahora podía admirar mis pectorales y los músculos de mi abdomen plano, caminé por mi habitación pasando junto a ella, me di cuenta de que ya tenía el tubo en su mano. Me paré junto a la silla de mi escritorio y coloqué mi camiseta doblada con cuidado en el respaldo de la silla, le di la espalda y comencé a bajar mis jeans ajustados, moviendo mis nalgas y disimuladamente tirando mis slips hacia arriba entre los cachetes de mi culo, cuando me di vuelta mi erección casi afloraba por el borde de mis calzoncillos, mamá me miraba casi en trance, vi que casi acariciaba su teta derecha sosteniendo el recipiente en su mano. No quería concluir tan rápido, como las cortinas de la ventana o estaban perfectamente cerradas, en pantuflas camine hacía allí y levantando mis brazos procedí a cerrarla apropiadamente, me giré y vi a mamá con su boca entreabierta intentando morder su labio inferior, le dije:

—No quiero que nadie vea nada …

Mi tono era neutral, pero mientras hice todo eso, me aseguré de que ella tuviese una buena vista de mis nalgas y espalda desnudas con mis musculosos omoplatos. Luego me agaché como si se me hubiese caído algo, apuntando mi trasero para que mamá pudiese admirar también el esplendor del culo de su hijo, después me fui a recostar a mí cama, me quité mí slip y mi pene quedó casi derecho en su semi erección.



Solo entonces mi madre apoyó el tubo sobre el escritorio, se giró hacia mí y comenzó a desabrochar su blusa, sacándosela y apoyándola sobre mi ropa, lo mismo hizo con su falda, plegándola cuidadosamente la depositó en el respaldo de la silla, quedó en bragas y sostén, los mismos de la última muestra, la cara de mamá ya estaba sonrojada como si estuviera acalorada.

—Alberto … hijo … no sabes cuanto me alegra de tu preocupación … sabes que estamos haciendo esto solo por orden de la doctora … esto no es pecado ¿sabes? … pero lo sería si no tuviésemos la prescripción médica … aun así es bueno tener cuidado de que alguien más se vaya a enterar … solo tú, yo y la doctora sabremos de esto que hacemos …

—Mami … me gusta ser cuidadoso y sé que te esmeras en ayudarme … te lo agradezco, deveras te lo agradezco mucho …


Mamá estaba feliz con su carita sonrojada y sonriente, así que decidí arriesgarme y forzar la mano para ver hasta donde llegaríamos esta vez. Por lo que cuando ella adopto su posición normal, con la voz más inocentona que pude le dije:

—Mami … la última vez me llevó mucho tiempo … pensé que tal vez iría más rápido si me ayudabas un poco más … ¿Te importaría quitarte una vez más tú sostén? …

¡¡Huácala!! Lo dije de un tirón. Hubo un silencio que me pareció una eternidad, en un momento de arrepentí de haber sugerido tal cosa. Mamá con su rostro muy serio me dijo:

Bueno … tú has ya visto mis senos … no sería una gran cosa si los ves de nuevo …

Eso sonó como una orquesta sinfónica celestial a mis oídos y mi pene se alboroto pulsando repetidamente. Mamá miró sorprendida los movimientos aeróbicos de mi verga, pero no dijo nada al respecto. Metió sus manos a su espalda y desabrocho su sujetador. Viendo su accionar y sin siquiera reflexionar agregué:

—Mami, así como he tocado tú trasero … ¿podrías permitirme de tocar tus senos? … entonces de seguro que me correré en un santiamén …

—¡¡No seas hereje!! …


Me dijo un poco bruscamente, entonces rápidamente dije:

—Perdona mami … quise decir que sería más rápido … es por razones médicas ¿no? …

Se enderezó un poco y dijo en su tono practico de profesora:

—Bueno … está bien … pero suavemente …

Sus gloriosos pechos estaban espléndidamente lujuriosos, pendían en modo fabuloso, su color blanco lechoso era increíble. No pude evitar de gimotear y jadear, mi verga se enderezo como un mástil y cómo tal creció hacia los cielos. Mamá miró mi polla que se balanceaba sin ser tocada por nadie y dijo con una sonrisa.

—Bueno … bueno … puedo ver que esto realmente te ayuda, hijo …

—Es que tienes unos pechos fabulosos, mami …


Dije bajando la mirada, rehuyendo sus ojos y con la cara roja como un tomate.

—Alberto … gracias por el cumplido … a mi marido le gustaban mucho también …

Dijo con mucha naturalidad. En vez de arrodillarse a mi costado, se acostó cerca de mí con sus senos maravillosos tocando mi brazo. Nunca había estado tan cerca de sus pechos desnudos. Se veían mucho mejor desde esa vez que los vi en el baño, mamá miro mi interés en sus mamas y me dijo:

—Puedes tocarlos un rato … ¡Suavemente! … así estarás listo rápidamente para la muestra …

Casi incrédulo, acaricié la carne esponjosa, blanca y lechosa de mi madre. Levante suavemente primero un seno y luego el otro. Se sentían pesados y sustanciosos en mis manos, como si mis manos fueran la copa de su sostén, llenaban completamente mis palmas y pendían desafiantes de la fuerza de gravedad. Vi sus anchas areolas de un oscuro rosado, los del tamaño de una aceituna. Hubiese querido besarlos, morderlos, masticarlos, lamerlos, chuparlos. Pero no me podía arriesgar más allá de las caricias. Me concentre a jugar con sus pezones y escuche los gemidos de mamá, entonces froté sus areolas que parecían engrandecidas y sus capullos a forma de aceituna se tornaron más duros aún. Mi madre miro mi polla que tenía pequeñas sacudidas por si sola, rápidamente se enderezó y me dijo:

—Basta … creo que es suficiente … tomaremos la muestra ahora …

Suspirando, gimoteé como un niño cuando ella alejó sus senos de mis manos. Me resigné pensando en que quizás más adelante me permitiría hacer más cosas. No quería por nada apresurarla, así que me acomodé para la toma de la muestra. Mamá empujó sus pompis hacia mí y esta vez, sin mediar palabras, se bajó sus calzones y levantando una pierna primero y luego la otra, se los quitó, después se colocó a mi costado con las rodillas ligeramente abiertas y mostrándome toda su vagina, con los vellos arreglados con la tijera ¡¡¡mamá había cortado sus pendejos para mostrarme su panocha!!! Casi me da un infarto, no lo podía creer.



Inmediatamente mi mano fue atraída por esas carnes abultadas de los labios de mi madre, los rocé con las yemas de mis dedos, estaba tibia y húmeda, empuje dos de mis dedos en su grieta rosada, fácilmente entré en ella, colaboradora como la vez anterior, mamá empujo su culo e hizo andar mis dedos profundamente en ella. No tenía ninguna duda de que lo estaba disfrutando, tal como yo disfrutaba de su mano que apretaba y restregaba la cabeza de mi glande en algo suave y esponjoso ¡¡¡Sus tetas!!! Mamá frotaba mi glande contra sus pezones y gemía mientras yo follaba su coño con mis dedos ¡¡I-N-V-E-R-O-S-I-M-I-L!! … Grité con cierta aflicción y prisa:

—¡Mami! … ¡Que me corro, mami! … ¡Ahora ya! … ¡Ahora ya! …

Rápidamente mi madre colocó el receptáculo en posición y procedió a masturbarme con mayor vigor y así no más fue, mi limite había sido superado, en segundos exploté y arrojé ríos de esperma dentro el tubito ese mientras gruñía con satisfacción el goce que me producía la mano de mamá.

—Qué bien Alberto … eres un gran chico …

Mamá estaba satisfecha, limpió los restos de semen con sus dedos y los hizo deslizar dentro la probeta, después me dio unas palmaditas en la mano y saqué mis dedos de su panocha. Esta vez no la sentí correrse, pero estoy seguro de que en su cuarto suceden cosas. Se puso de pie y me extendió el formulario de las muestras, luego leyó la marca del tubo recolector:

—¡Oh, mi Dios! … ¡Escribe! … dieciocho rayitas … más que en todas las anteriores, hijo … ¿cómo lo haces para producir tanta lechita? …

Sus grandes tetas bamboleaban en su pecho, se acercó para mostrarme la muestra y yo solo miré sus pezones endurecidos, entonces me dijo:

—Alberto … buenas noches … nos vemos mañana para nuestra sesión matutina …

—Buenas moches, mamá … y gracias por ayudarme con mi problema …


Se inclinó sobre mi para darme un beso en la mejilla y sus suaves tetas se deslizaron sobre mi pecho. Se dio vuelta y camino fuera de mi cuarto totalmente desnuda, no pareció importarle y mecía sus caderas de lado a lado coquetamente. Como siempre su culo me llamaba la atención. Debo pensar en hacer algo a ese prodigio de la naturaleza, su culo voluptuoso necesitaba una dedicación especial. El dolor en mis bolas ahora había desaparecido por completo y no tendría problemas para conciliar el sueño. Mañana será otro día de toma de muestras. Mis dedos ya huelen y saben de conchita, la panocha de mamá es formidable, es el primer día de los diez prescritos por la doctora. Debe ocurrírseme algo para penetrarla con algo más que mis dedos …

Continuará …
 

heranlu

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El jueves y viernes seguimos con la rutina de mamá ayudándome y masturbándome tres veces al día, las medidas eran promedio y mamá se encontraba un tanto inquieta por cómo se había ido involucrando sexualmente en la toma de muestras. Sé que ella jamás admitiría de haberse corrido. Que jamás había sido estimulada sexualmente por mí. Todas cosas que ella condenaba moralmente. Cosas que le resultaban pecaminosas y sucias. Pero a pesar de todo, ella seguía efectuando la toma de muestras puntualmente como buena madre.



Mamá había incorporado como costumbre el quitarse su sujetador no solo en nuestra sesión en el baño, también desarrolló el hábito de mostrarme sus pechos cada vez que me pajeaba en la cama. Ella sabía que yo me corría fácilmente con esa estimulación visual, era increíblemente excitante para mí ver el temblorcillo de sus tetas que se bamboleaban de lado a lado. Las había tocado brevemente, pero me lo permitía solo hasta que mi pene se ponía tieso. Entonces ella incrementaba el bombeo a mi verga y hacía que me corriera casi de inmediato.



Debo reconocer que mamá en un principio se mostró bastante aprensiva y un poco reticente a sostener mí polla en su delicada mano. Ella lo hacía solo por la prescripción dada por la doctora. Pero a medida que pasaban los días, ella se sentía más y más cómoda conmigo y lo hacía en modo natural, creo que hasta se hayan despertado también en ella sus instintos de mujer probando una cierta excitación que la hace sentir incomoda y que trata de ocultar en todos los modos posibles.



También me di cuenta de que su trato diario se había vuelto más dulce y tierno, asimismo, su mal genio había disminuido. Se la veía mucho más relajada y alegra. Comenzó a cuidarse un poco más, maquillándose, aunque cuando estaba en casa. Cambio su peinado. Todo en ella pareció cambiar. Era como si hubiese vuelto a florecer a la vida. La escuché canturrear viejas canciones. No sabría decir si se debía a la toma de muestras o tal vez solo una mera coincidencia.



Así como el estado de ánimo de mamá mejoraba, comencé a cavilar sobre cómo podría hacer que mamá siguiera relajándose y dejándose ir en algo tan natural cómo el sexo. Yo mismo había logrado vencer un poco mi timidez y ya no me molestaba mucho exhibir mi erección a sus ojitos brillantes. Pero quería besar sus senos exuberantes y también ese esplendido trasero suyo. Solo que no encontraba los vocablos justos para dárselo a entender. Y me atemorizaba aún el hacerla enfadar y retroceder en lo avanzado. No quería que se enojara conmigo así que decidí ser cauto y no apresurar nada. Después de todo estaba disfrutando mucho en nuestras sesiones diarias con mamá. No creo sea una cosa normal que un hijo pueda ver a su madre en toples o semidesnuda o toquetear su culo mientras esta lo masturba ¡¡Debería estar agradecido por mi suerte!!



Lo malo de todo esto es que el dolor a mis pelotas continuaba sin variación, sobre todo si estaba un lapso muy largo sin el desahogo que me daban las manos de mamá. Ella observaba todo según las indicaciones de la doctora y acuciosamente tomaba las muestras con dedicación, ya que la próxima semana deberíamos regresar al estudio médico para que la doctora analice y evalúe los datos recopilados por mamá. Pero esa dedicación y acuciosidad mostrada por mamá, me llevaba a pensar en que también ella obtenía una satisfacción sexual secreta y que jamás admitiría.



Después de muestra última sesión del viernes por la noche, mamá antes de salir de mi cuarto me dijo:

—Hijo … este fin de semana tendremos más tiempo para hacerlo con más calma …

Luego me beso en la mejilla como siempre y salió. Tratando de conciliar el sueño, me quedé pensando en que había querido decir con sus palabras, no concluí nada, había que dejárselo al tiempo, y me adormecí.



La mañana siguiente me desperté con toda la modorra matutina, miré el radio reloj de mí mesita de noche. Eran la ocho de la mañana. Era la hora de mi erección mañanera, mamá no había venido como todas las mañanas anteriores. Solo entonces me di cuenta de que era sábado. Seguramente mi madre aún dormía, como solía hacer todos los fines de semana.



Me di la vuelta, levanté mi edredón y me cubrí hasta la cabeza, acurrucándome en esta especie de refugio que eran las cubiertas de mi cama. Estaba calentito, estaba relajado y me encantaba holgazanear un poco el fin de semana. Lo único negativo es que tenía ya un ligero malestar en mis bolas. Creo que me dormí y lo siguiente que recuerdo es que alguien me toco el brazo y me llamaron por mi nombre.

—¡Alberto, levántate dormilón! … tienes que ducharte …

Abrí los ojos y vi a mi madre inclinada sobre mí vestida con su bata, tenía una taza de café humeante en su mano.

—Buenos días, hijo …

Dijo sonriente y mirándome afectuosamente.

—Buenos días, mamá …

Respondí devolviéndole la sonrisa y bostezando con cierto histrionismo.

—Te traje un poco de café … y cómo es fin de semana, pensé que podríamos hacer nuestra primera sesión en el baño mientras te estás duchando …

—Bueno, mamá … y gracias por el café … está calientito …


Hacía un par de años que mamá no me traía ningún brebaje a la cama. Quizás esto era una buena señal. Mamá se sentó al borde de la cama y me dijo:

—Hijo … después del desayuno voy a ir de compras y me quedaré fuera hasta media tarde … tú ¿Qué vas a hacer hoy?

No tenía ningún plan, así que dije:

—Nada … si llamo a algunos amigos, quizás salga más tarde … pero no me demoraré mucho … ¿Por qué preguntas? …

—¡Oh!, era solo para programar nuestras sesiones para hoy … no me gustaría que nos atrasáramos o nos saltáramos alguna de ellas …


No me resultaba del todo claro sobre lo que me estaba diciendo, pero la alusión a las tomas de pruebas hizo que mi pene palpitara bajo el edredón, luego agregó …

—… Y me gustaría saber cómo estás de tu dolor … ¿has mejorado? … dímelo honestamente …

—Bueno … ¡ehm! … mis bolas … todavía me duelen, mami …

—¿Todavía tienes esa sensación después de correrte dos o tres veces al día? …

—Sí … mami …


Respondí y mi pene osciló hacia arriba.

—Bueno … el próximo martes tenemos que volver a ver la doctora … veremos que dice …

—Sí, mami … pero me preocupa que todavía no se me pasa este malestar …

—¡Ay!, mi niño … quizás si tomáramos más pruebas este fin de semana … tal vez el dolor se alivie … lamento haber dudado de ti, cariño …


Dijo mamá, sonriéndome en forma tranquilizadora.

—Está bien, mami … lo entiendo …

Respondí sorprendido y conmovido por esa espontánea y repentina disculpa.

—Llámame cuando estes en la ducha …

—Sí, mami … lo haré …


Mamá se levantó y salió de mi dormitorio. Mis ojos se fueron instantáneamente a su maravilloso trasero que se movía harmoniosamente a cada paso que daba, era un caminar hecho poesía. Tomé un sorbo de café pensando en lo que había dicho mamá. Parecía realmente preocupada y ansiosa por ayudarme. Se mostró amable y servicial, hasta dulce podría decir. Especialmente porque no era normal en ella ser así, por lo general era bastante fría, criticona y malhumorada. No demostraba mucho esos sentimientos de amor y cariño por mí. Me sentí querido y amado por ella, mi corazón se estremeció por su calidez y cuidado. Su estado de ánimo sin duda había mejorado bastante durante esta semana.



Pero mi problema permanecía ahí intacto, mis pelotas me provocaban dolor, esperaba que la doctora dijera algo positivo al respecto e iniciar un tratamiento para mejorarme, pensaba esperanzadoramente que fuese solo algo debido al desarrollo de pubescente a adolescente. El malestar se alivia o se va cuando me corro y es maravilloso la forma en que mamá me ayuda, eso de verdad lo estoy disfrutando.



Mi pija volvió a alborotarse. Quería saber que significaba cuando mamá puntualizó que este fin de semana tendríamos más tiempo. ¿Qué cosa tendrá en mente? Miré el reloj. Las nueve y media. Decidí de levantarme e ir a ducharme. Anhelaba volver a ver las maravillosas tetas desnudas de mi madre. Me lave super bien por todos lados, mamá me quiere limpio. Acto seguido llamé a mamá.

—¡Mami! … estoy listo …

Mi erección se manifestaba en modo incipiente. Mientras me secaba el cabello, mi pene pareció levantarse un poco más al sentir el roce de la toalla, no quise secarme del todo, ya que mamá probablemente volverá a lavar mi polla y mis glúteos, ella disfruta haciéndolo y para mí es una estimulación temprana antes de la toma de prueba. Escuché a mamá subir las escaleras. En modo cortés ella llamó a la puerta.

—¿Estás listo, Alberto? …

Preguntó entreabriendo la puerta.

—Sí, mami …

Respondí presuroso y ansioso de sus manos.

Mi madre entró un poco incierta y con cautela. Llevaba una bata de felpa amarrada con un cinturón y que le cubría a medio muslo. Sostenía el tubo de ensayo en una mano como de costumbre. Me miró y luego sus ojos se fijaron en mi verga que ya estaba bastante rígida. Se lamió sus labios en modo seductor. Creo que lo hacía inconscientemente y a mí me encantaba verla haciéndolo. Sin despegar su vista de mi miembro, me dijo:

—¿Sabes? … aún no me he duchado … hoy tenemos más tiempo y pensé que podría aprovechar de hacer las dos cosas contemporáneamente …

La miré pretendiendo no entender y ella prosiguió:

—…primero nos ducharemos juntos y luego tomaremos la prueba … así ahorraremos un poco de agua caliente también … ¿Qué te parece? …

Un agradable escalofrió recorrió todo mi cuerpo y mi pene se balanceó repetidamente arriba-abajo, no podía dar crédito a lo que escuchaba de labios de mi madre, la miré sorprendido y casi balbuceante le dije:

—Creo que tienes razón … me parece una idea estupenda …

Luego ella tiró de su cinturón, depositó el receptáculo de vidrio en el lavabo y dándome la espalda, hizo deslizar su bata por sus hombros y se la quitó. Sus maravillosas nalgas fueron expuestas a mis ojos y mi pene saltó hasta casi chocar con mi vientre, mamá estaba completamente desnuda y mis ojos no cesaban en recorrer toda su espalda y esos hoyuelos que se formaban antes de su culo le daban un aspecto terriblemente caliente. Cuando se volvió casi me viene un golpe de paraplejia y mis piernas temblaron, casi me corro en ese instante. Mamá había rasurado su panocha y se veía su piel blanquecina con un minúsculo tajito que insinuaba sus escondidos labios vaginales. Se dio cuenta que mis ojos estaban fijos en su sexo y con toda naturalidad me dijo:

—¿Sabes? … una de tus revistas me dio está idea … si sirve para estimularte … me he cortado todos mis bellos púbicos …

Me sonrojé, un rubor intenso vino a mis mejillas, esta vez yo pasé mi lengua por mis labios y me mordí mí labio inferior inconscientemente. Mamá se dio cuenta de mi estupor y dijo:

—¡No es una gran cosa! … además, ya me has visto desnuda … también hay gente que se desnuda por todas partes todo el tiempo … hazme un poco de espacio, hijo …

Dijo mi madre metiéndose a mi lado dentro de la bañera. Acomodó el colector de la prueba en un ángulo, mientras sus grandes tetas se movían a sus anchas tocando mi antebrazo, a veces mi hombro y otras mi pecho, sus tetas estaban en todas partes. Cuando levantó la primera pierna, su panocha se entreabrió mostrando algo de sus rosadas y tiernas carnes, luego levantó la otra y se quedó allí, quieta frente a mí.



Lógicamente mi polla se había encabritado, se movía y pulsaba llena de vida propia entiesándose como palo. No podía dejar de mirar sus tetas, pero enseguida mis ojos se deslizaron por su tersa piel desnuda hacia su entrepierna depilado y liso como el de una niña, su tesoro escondido bajo ese monte de venus protuberante me subyugó. Su coño resultaba casi invisible. Miró mi pene duro y crecido, apuntó con su dedito y dijo:

—Bueno … al menos ya estás listo para la sesión de la mañana ¿verdad?, hijo …

Tragué un poco de saliva. Me encontraba sin palabras, traté de recomponerme, me aclaré la voz y con tono vacilante dije;

—Sí, mami … creo que estoy listo …

Nada más salió de mi boca, mi mente estaba obnubilada por el conturbador cuerpo de mamá así cerca de mí:

—Pásame el grifo de la ducha, hijo …

Me volví y saqué el cabezal desmontable de la ducha, di el agua y me volteé para entregárselo a mamá. Mi polla estaba super rígida y moría de ganas porque ella finalmente me hiciera una estupenda paja.

—Te enjuagaré primero …

Dijo mi madre y comenzó a rociar agua tibia sobre mi verga vigorosa y rígida. Pasó su mano libre por toda la longitud de mi asta, tomó mis pelotas en su mano y las tocó con suavidad. Su mano se deslizó entre mis muslos y su dedo acaricio mi ano de atrás a adelante, se me puso la piel como de gallina y temblé, mamá me miró y me dio un beso en el ombligo diciendo:

—Está bien, chiquillo … está bien … cálmate … ya te desahogaras … ahora, gírate …

Hice tal como me pidió y quedé de cara a los azulejos. Mamá roció el bajo de mí espalda y luego mis nalgas, paso suavemente su mano entre mis cachetes y me pidió:

—Pásame el gel de ducha, cariño …

Anteriormente nunca me pidió eso, normalmente me enjuagaba nada más. Obedientemente tomé la botella y moví mi mano hacia atrás entregándosela sin voltearme y al momento replicó:

—Tienes que estar muy limpio, cariño … así que frotaré tu trasero con un poco de gel … inclínate un poco, tesoro …

Creí haber escuchado mal, giré la cabeza hacia un lado como para darme la vuelta, pero ella me dijo:

—No hay nada de qué preocuparse … lo haré con cuidado … después de todo ¿Quién crees que te lavaba el trasero cuando eras más jovencito? …

¡Jesús, Jesús!, apenas podía creer lo que mamá había dicho, sumisamente me incliné y abrí mis piernas, sentí inmediatamente la mano de mamá deslizarse entre mis glúteos hasta alcanzar mis bolas desde atrás enjabonándome abundantemente. Luego masajeo mis nalgas rozando mi culo con sus dedos repetidas veces, la sensación era maravillosa, dejó caer la ducha y aferró mi pene con su mano llena de gel, mientras movía su mano atrás y adelante, las yemas de sus dedos de la otra mano giraban alrededor de mi ano masajeándome, pero sin penetrarme, me estaba haciendo enloquecer, jadeaba y gemía de placer queriendo sentir sus dedos dentro de mi culo.

—Hijo … cierra el grifo y voltéate … ¡Ah! … es mejor si me arrodillo frente a ti …

Así diciendo y para mi sorpresa se arrodilló, quedando con su rostro al nivel de mi verga, comenzó a frotarlo vigorosamente. Estaba tan cerca que sentía su cálido aliento en mi glande, ¡¡¡Sus labios carnosos estaban a centímetros de mi pija!!! Su mano derecha no cesaba de bombear. Mientras lo hacía, sus gloriosas tetas expuestas en su plenitud se bamboleaban y mecían. ¡¡Que hermosa vista!! Pronto sentí que mi semen estaba en ebullición en mis bolas y entonces se lo dije:

—Mami … ya me viene …

Rápidamente agarró el receptáculo y lo sostuvo en la punta de mi polla, luego continuó bombeando mi polla fuerte y rápido.

—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Oohhh! …

Gemí y jadeé mientras me corría. Mantuve los ojos cerrados, pero podía sentir la sensación agradable que me provocaban mis chorros que llenaban el tubo que sostenía mamá. Mi madre exprimió mi verga hasta la última gota. Exhausto me senté al borde de la bañera:

—Entonces … ¿Te sientes mejor ahora? …

Preguntó mamá sosteniendo el recipiente frente a mí:

Mira cuanto me has dado …

Miré y vi que la taza estaba llena casi un tercio, lo que me pareció bastante. Aparentemente mí cuerpo se había habituado a generar ingentes cantidades de semen.

—¡Oh!, mami … está fue buena … y me siento mucho mejor …

Le dije sinceramente mientras me recuperaba de mi copiosa corrida.

—Bien … Ahora quiero ducharme … antes que te vayas … quiero pedirte una cosa …

Dijo mi madre depositando el vaso recolector en un rincón del lavabo.

—Dime, mami … ¿Qué puedo hacer yo por ti? …

—Bueno … me resulta difícil lavar mi espalda … así que quiero que me ayudes y luego puedes irte …

—Por supuesto, mami … encantado de hacerlo …


Me levanté y me paré al lado del grifo mezclador, entonces mamá dijo:

—Es mejor si cambiamos de lugar … así podré sentarme en ese espacio …

La bañera no es lo suficientemente ancha como para que dos personas se crucen sin tocarse. Mamá paso frente a mí y sus grandes tetas se deslizaron por mis pectorales, sus pezones endurecidos dejaron surcos húmedos en mi piel, tuve que agarrarme de sus hombros para no perder el equilibrio, siendo ambos de la misma altura, mi pene barrió su monte de venus resbaladizo por el jabón. Mama entreabrió su boca al sentir la presión de mi pija en sus labios inflamados. Ella nada dijo y yo bajé mi mirada en silencio, pero tocar su panocha con mi glande fue como un shock eléctrico.



Debido a nuestras posiciones, todavía no lograba tener una vista privilegiada del culo de mamá, aún cuando estaba detrás de ella la visual no era la óptima, mirando hacia abajo vislumbraba sus nalgas protuberantes de color lechoso, redondas y firmes. La estructura física de mamá, la hacía parecer con su espalda ligeramente curvada y su colita proyectada hacia atrás. Su trasero era magnifico como siempre. A pesar de haberme corrido solo hace un momento, sentí como mi pene comenzó a entiesarse una vez más, mi madre no podía verlo pues me estaba dando la espalda.



Agarré el gel de baño y comencé a frotarlo en la espalda de mi madre con movimientos amplios y rotatorios. Primero sus omóplatos, seguida de una mitad de su espalda y luego la otra, después la curva de su baja espalda y finalmente la redondez de sus posaderas. Esperaba que mi erección desapareciera, pero pasando mis manos entre sus nalgas sentí como mi pene pulsaba y se endurecía. Mamá no se opuso cuando mi mano esparció gel en sus glúteos y comenzó a hacer espuma en su trasero, es más, la escuche decir:

—¡Oohhh!, eso se siente muy bien …

Animado por su agradecido comentario, seguí masajeando su espalda baja. Las yemas de mis dedos masajearon la parte superior de sus nalgas, y luego entremedio de ellas enjabonando las suaves y cálidas carnes. Tuve mucho cuidado de no tocar su ano, porque hubiese sido demasiado para ella. Para que no pareciera que estaba jugueteando con su trasero, vertí más jabón y deslicé mis manos otra vez hacia arriba hasta sus hombros. Mamá no hizo ningún gesto ni ruido de desaprobación.



Proseguí lavando nuevamente sus nalgas con abundante gel, esta vez haciendo deslizar mis manos entre sus glúteos y su entrepierna hasta casi rozar su conchita, después me concentre en sus nalgas voluptuosas, masajeándolas y apretándolas.



Aunque si mamá no hizo ningún reparo sobre el prolongado enjabonado de su culo, el efecto para mí fue que mi verga lucía dura y parada. Ella no se había dado cuenta de mi renovada erección y yo me estaba viendo en dificultad tratando de no rozar su trasero con la punta de mi polla tiesa debido al reducido espacio, pero mamá improvisamente se agachó a recoger la esponja y mi pene rígido se deslizo en medio a sus enjabonadas nalgas.

—¡¡Guau!! … ¿Fue eso tu dedo? …

Pregunto enderezándose sobresaltada.

—No, mami … ¡Umh! … lo siento, pero creo que mi pene se ha vuelto a poner duro por el jabón …

Respondí un poco vacilante, pero en modo honesto, además, que no podía ocultarlo. Mi madre se volvió y abrió los ojos sorprendida:

—¡¡¡Jesús, María y José!! … ¡¡¡Que bondad, Señor mío!!! … ¿Cómo sucedió eso? … ¡¡Pero si acabas de correrte!! …

—Creo que tú trasero contribuyó en gran parte para eso, mami …


Dije honestamente, no tenía sentido negarlo.

—¡Pero si solo tenías que frotarme un poco de jabón! …

Mamá sonaba un poco consternada.

—Bueno, mami … es que yo … ¡emh! … ¡umh! … encuentro tú cuerpo excitante … especialmente tú trasero, mami …

—¡¡Eso sí que está bueno!! … ¡¡¡Cómo te atreves!!! …


Dijo mamá en tono sarcástico y luego severamente. Volvió su tono autoritario, me trataba cómo un niño que hubiese hecho una maldad.

—¡Esto no está funcionando cómo debería! … Te estás comportando en modo infantil … tenemos que sacar de tu cabeza pueril e inmadura esos sentimientos lascivos … ¡Soy tú madre! …

La miré confundido, no podía ser que todo se acabara así repentinamente, ella continuaba a hablar con severidad y yo con mi polla todavía dura apuntándola.

—Sé que tengo que estimularte un poco para la toma de muestras … ¡¡Pero esto se nos está yendo de las manos!! … ¡¡Es ridículo!! … ¿Lo entiendes? …

—Sí, mamá … pero necesito tú estimulación para poder tomar las muestras de semen …

—¡Ah! … Sí … yo creo que lo que estas necesitando es sexo, jovencito …


Dijo mamá en tono irónico y luego agregó:

—¿Qué se supone que voy a hacer contigo? …

Se quejó un poco irritada, en su tono de profesora dirigiéndose al chiquillo travieso del curso.

—¡Urgh! …

Dije con mi cara enrojecida de vergüenza, estaba demasiado confundido para contrarrestar sus comentarios. Luego miró mi verga que todavía pulsaba y me dijo:

—Está bien … no importa … dame esa taza de medir otra vez … tenemos que tomar otra muestra …

Su voz sonaba un poco abatida, pero decidida, así que me di vuelta y tomé la taza al instante. Todavía tenía el semen de la última vez. Se la entregué a mamá. Debido al reproche severo de mamá, mi verga se había reblandecido y mamá se dio cuenta de eso.

—¿Qué paso? … ¿Estás seguro de que lo necesitas? …

—Sí, mamá … todavía siento dolor …

—Está bien … entonces retomemos la rutina … puedes tocarme las nalgas de nuevo … ya que te gustan tanto … así podremos terminar rápido … ¡¡Y apúrate!! … que tengo todavía terminar de ducharme …


Con el recipiente recolector ya ocupado por un tercio de semen, mi madre se volvió y me ofreció sus adorables nalgas, después mi miró de reojo y se inclinó entregando sus posaderas a mis ávidas manos, terminó apoyándose al borde de la vasca. Con mucha cautela comencé a magrear sus redondeces, la sensación y la vista de su libidinoso culo era extremadamente estimulante para mí, era cómo mi fetiche. En menos que canta un gallo, mi pija estaba enardecida, dura, gruesa y caliente apuntando a su engurruñado y redondito hoyuelo de su ano.



Un instinto atávico me compelía a poner mi verga en esa cálida grieta, pero estaba consciente de que estaba fuera de toda discusión. Entonces se me ocurrió otra cosa:

—Mami … ¿Sería malo si golpeo tu trasero varias veces con mi pene? … eso me ayudaría a correrme más rápido, mamá …

Mi madre sin voltearse y en un tono que denotaba cierto enfado, me dijo:

—¡Pues entonces hazlo y ya! …

Al parecer estaba un tanto exasperada y me pareció que ella quería decir algo cómo “Y en cuanto tiempo más te corres chiquillo de mierda … date prisa … por Dios”. Mi corazón estaba que se me salía por la garganta, no le di mayor importancia a su tono. Agarré mi verga y comencé a huasquear su trasero con ella, hasta dejar sus nalgas enrojecidas y pegajosas con mi líquido preseminal.

—¡Oh!, mami … esto es bueno …

Dije disfrutando de la sensación de la carne de su culo caliente y desnudo contra mi glande resbaladizo, además ella había comenzado un movimiento rotatorio que me enardecía aún más.



Después de unos segundos sentí el burbujeo en mis bolas, a sabiendas de que no duraría mucho, grite:

—Mami … mami … prepara la taza … casi me llega …

Mamá se volteó rápidamente y yo metí mi glande dentro del recipiente, después me masturbe con violencia inaudita mientras mamá habría sus ojitos y se concentraba a ver mi descarga de semen. Prontamente exploté y chorros perlados de esperma comenzaron a verterse en el receptáculo, mamá inconscientemente mordía su labio inferior y alzaba sus tetas como a pretender de ser rociada por mi cálida semilla. Gemí muy fuerte y estrujé mi polla al borde de la taza, mamá sostenía la copa cuidadosamente, sin perder vista de mi copiosa eyaculación. Anteriormente siempre había sido mi madre a pajearme, esta era la primera vez que lo hacía yo solo, mirando sus exuberantes senos que subían y bajaban con su agitada respiración. Cuando advirtió que no goteaba nada más, mi madre se levantó y examinó el tubo.

—¡¡Guau!! … lo has llenado hasta la mitad … es impresionante … no sé cómo lo logras …

Mamá estaba sumamente sorprendida y encantada mirando mi esperma que colmaba el recipiente a mitad. Aún jadeante levante mi vista y vi lo que decía mi mami, era cómo si me hubiera corrido produciendo más o la misma cantidad de semen de hace unos minutos. Lo que es yo, me sentí mucho mejor, el dolor de mis bolas había desaparecido por completo.

—¿Satisfecho muchacho? … ¿Te sientes mejor? …

Dijo mi madre en ese tono de profesora tratándome como a un párvulo.

—Uh … si mamá, ¡gracias! …

Respondí sintiéndome cómo un niño pequeño al que se le permitió de participar en un juego nuevo.

—Entonces enjuágate rápidamente y vístete … déjame terminar con mi ducha …

Mamá me pasó el cabezal de la ducha, terminé de enjuagarme y salí de la bañera.

—Creo que la clave es sacarte el máximo de semen, hijo … no soy médico, pero considero que sería aconsejable hacerlo … deberíamos aumentar la frecuencia de nuestras sesiones …

Dijo mi madre en tono circunspecto mientras me miraba secarme, mi cuerpo entero vibró cuando escuche las palabras de mamá, ella mantenía su vista fija en mi pija que intentaba volver a alzarse.

—Solo tengo que ver cómo lidiaremos con eso de tus deseos sexuales … eso me preocupa …

Levanté mi cabeza e intenté decir algo, pero mamá de un tirón cerró la cortina de baño y abrió el potente chorro de agua. ¿Qué significaba lo que acababa de decir mamá? Todavía estaba abrumado por mis dos orgasmos seguidos y la cabeza me giraba un poco. Ver a mi madre completamente desnuda y depilada había sido realmente genial. Me fui a mi cuarto y me acosté sobre las cubiertas.



Sentí unos golpecitos en mis nalgas, me desperté confuso. Habían pasado una quincena de minutos, estaba desnudo sobre la cama durmiendo en uno de mis costados, tenía una pierna plegada y mi trasero hacia atrás, mi madre estaba de pie detrás de mi acariciando mi culo. Estaba envuelta en una toalla y palmeaba mis glúteos para despertarme.

—¡Vamos jovencito! … ¿Por qué es que no estás vestido aún? … ¡Son casi las diez! …

Su tono era un tanto severo. Yo estaba en la misma posición y ella disfrutaba de mi culo moviendo su mano suavemente. Al darme vuelta ella fijo sus ojos en mis bolas y mi verga semi fláccida, lamió sus labios como solía hacerlo siempre.

—Lo siento, madre … debo haberme quedado traspuesto … me sentí cansado después de correrme dos veces en el baño … eso es todo …

—¡Oohhh! … Está bien, hijo … pero no olvides que tenemos una seria conversación pendiente … prepárate el desayuno tú mismo … cuando estés listo puedes irte …

—Mami … no estoy muy de humor para salir … y como estaré solo en casa … quisiera poder girar solo con mi bata … esa asiática con el dragón … casi no la he usado ¿sabes? …


Mamá me miró un tanto extrañada, como si no entendiera lo que le había dicho, se quedó pensando y me respondió luego de una pausa:

—Bueno, no me importa … solo por estos días mientras hagamos nuestras sesiones … pero no cuando tengamos invitados … no cuando volvamos a la normalidad … ¡Ufa! … me parece un siglo … esperemos que esto termine pronto …

Mamá odia mi bata, dice que es demasiado llamativa para un joven como yo. La escuche apesadumbrada por la situación que estábamos viviendo, de seguro su mojigatería y fariseísmo no la dejan en paz, ya quisiera correr a la iglesia a confesar sus pecados ¿Sera capaz de aquello?

—… Bueno … creo que también ahorrarás ropa …

Dijo en un tono más alegre, luego se fue cimbrando sus caderas y moviendo su culo espectacularmente, sabiendo cuanto me gusta ¿Lo hará a propósito?



Cuando bajé a la cocina ella todavía estaba allí. Estaba completamente vestida y perfectamente maquillada, lista para ir de compras. Vestía una falda cortita, clarita y un suéter de mohair bastante estrecho que resaltaba estupendamente la forma de sus pechos, lucía una fina cadena de oro al cuello. Se veía muy linda y elegante, hacía mucho tiempo que no la veía así fulgurante y distendida. Me sentí orgulloso y excitado por ella.



Ella me miró de arriba abajo, yo con mi bata japonesa con el dragón de fuego en mi espalda me sentía muy tranquilo y afable. No dijo nada, pero puso un poco de dinero sobre la mesa:

—Voy de compras … ahí tienes tú dinero de la semana … no estés solo a holgazanear, has algo, ordena, limpia la casa …

Luego dio media vuelta y salió de prisa:

—¡Chau!, mami …

Dije mientras ella caminaba raudamente por el pasillo. Sentí cuando cerró la puerta de casa y luego de unos minutos su auto arrancó.



Mientras desayunaba, recordé los momentos con mamá, era siempre excitante verla desnuda, además, me dejó jugar con su hermoso trasero. Pero luego se había enojada no aceptando que yo tuviese impulsos sexuales, pero no podía evitarlo, era más fuerte que mi propia voluntad. Soy solo un joven adolescente cargado de hormonas en revolución. Ver un cuerpo femenino desnudo era más que suficiente para hacerme fantasear con ella. Y el hecho de que fuera mi madre lo hacía más excitante. No lo sé el motivo o la razón para ello, quizás la seguridad y la familiaridad, no lo sé.



Lo que me confundía eran los razonamientos contradictorios de mi madre. Por un lado, quería reprimir mis impulsos sexuales y por el otro me había dicho que debíamos aumentar la frecuencia de la toma de muestras. Totalmente abstruso para mí, me comenzaba a doler la cabeza de solo pensar, decidí no darle más vueltas al asunto, porque pronto descubriría sus intenciones. El dolor de mis bolas se había ido, pero sabía que regresaría en un par de horas, espero que mamá estará de retorno cuando eso suceda. Un pensamiento agradable que hacía pulsar a mi pene.



Me dediqué a hacer una profunda limpieza de casa, tal como mamá me había pedido, esperaba ganármela y ponerla de buen humor cuando regresara. Cuando terminé ordené por delivery una pizza y una bebida Coca para mí.



A eso de las tres, mientras miraba la Tv, oí el carro de mamá regresando, me apresuré a ir en su encuentro para ayudarla con las bolsas, tomé las más pesadas y las fui a depositar al mesón de la cocina. Mamá entró con su rostro ceñudo y taciturno, pero su expresión cambio inmediatamente cuando vio que había limpiado la casa en modo impecable.

—¡Oh!, Alberto … has hecho muchas tareas domésticas …

Dijo mamá mirando mi bata azul y volviéndose a sentir un tanto molesta.

—Sí, mami … es lo menos que puedo hacer para agradecer tu ayuda con … ¡emh! … eso … tú ya sabes …

Mi madre se desentendió de mí y comenzó a desempacar las bolsas, luego casi casualmente me dijo:

—Me voy a preparar algo de comer … ¿Quieres algo tú también? …

—No, mami … ya me comí una pizza …

—Entonces ve y haz otra cosa … luego tendremos la charla que no hemos tenido …

—Está bien, mami …


Me puso nervioso inmediatamente, así que me fui a mi cuarto a jugar con mi PC. Casi una hora después, mamá me llamó, bajé las escalas y encontré a mamá sentada en la cocina.

—Siéntate, hijo …

Dijo ella. Empujé una silla y me senté frente a ella. Por unos instantes mis ojos vagaron por el esplendor de sus tetas en ese ajustadísimo suéter, luego la miré a los ojos. Creo que se dio cuenta de mi mirada a sus pechos.

—Alberto, mientras estaba fuera a comprar … estuve pensando a nuestras sesiones … es cierto que acepté ayudarte por razones médicas … pero ahora se han despertado en ti deseos carnales … eso no está bien …

Hizo una pausa como para ordenar sus pensamientos, se aclaró la voz y prosiguió:

—… Me doy cuenta de que es normal que un chico de tu edad reaccione de esa manera al ver el cuerpo desnudo de una mujer … pero soy tú madre … ¿Sientes deseos carnales hacia mí, hijo? …

Casi me muerdo la lengua, iba a decir que sí, pero rápidamente reaccioné y descaradamente mentí:

—Por supuesto que no, mamá …

No podía admitir algo que yo estaba seguro de que ella condenaría, siempre he deseado su cuerpo voluptuoso y muchas veces me pajeé pensando en ella, pero jamás lo confirmaría ante ella. A mamá se le iluminaron sus ojitos y dijo:

—Entonces hijo … he decidido seguir ayudándote …

—¡Gracias, mamá! …


Dije con una sonrisa de alivio, me sentía feliz teniendo a mi madre a mi lado. Pero mamá tenía mucho más que decir:

—Hijo … en nuestra sesión de esta mañana, descubrí que es muy bueno para ti si te corres con mayor frecuencia … debemos mantener tus bolas vacías … así tu dolor pasará más rápido … y si tienes algunos impulsos sexuales … sería bueno aprovechar de ellos y usarlos en tu favor y hacer que te corras más seguido …

Se quedó callada por un instante y yo otra vez me enredé y no entendí bien lo que pretendía, pero me mantuve silente intentando de escuchar con mayor atención su perorata.

—Para que tú dolor disminuya o sane … debemos tratar de hacerte eyacular el mayor número de veces posible … debemos descubrir cuanto semen eres capaz de producir … nuestras sesiones deben ser más seguidas … por supuesto que lo hacemos solo por razones médicas y por tú bien ¿lo entiendes? …

La miré con asombro y un poco vacilante le pregunté:

—¡Mmmm! … mami … entonces … ¿que deberíamos hacer? …

—Lo que quiero decir es que es necesario que te estimule más seguido y mejor, para así ayudarte a eyacular más seguido y con mayor frecuencia … aprovecharemos este fin de semana para probar mi teoría … ¿Te va? …


Tragué saliva atónito, mamá pretende pajearme más seguido y con más estimulación de su parte, rápidamente asentí con mi cabeza, pero sin perder mi compostura, para no ponerla tensa ni hacerla sospechar de nada prohibitivo, luego dijo:

—Hijo …eso significa que usaré ropa adecuada … hoy aproveche de comprar algunas prendas con ese objetivo …

—¡Oh!, mami …


Dije inocentemente. Me era difícil permanecer impertérrito ante las revelaciones de mamá, se me formó un nudo en la garganta y mi polla se remecía y estremecía bajo mi bata, afortunadamente la mesa cubría mi poderosa erección, así que ella no se había dado cuenta. Pero ella prosiguió:

—… creo que yo también he sentido algunos impulsos inmorales, hijo … pero si es por tú bien … creo que podríamos entregarnos libremente y no reprimirnos tanto …

—¿Qué quieres decir, mami? …


Dije lo más sumisamente posible.

—Bueno … podrás decirme lo que te gustaría hacerme y yo te dejaré saber si es aceptable para mí o no …

—¿Quieres decir que puedo tocarte? …


Pregunté con cierta escondida ansiedad.

—Sí, y tal vez haremos algunas cosas que te estimulen lo más posible …

Volví a tragar saliva y de repente mi boca se secó, mi polla dio un brinco que golpeo la mesa por debajo, mamá continuó hablando:

—Pero … debemos poner algunos limites … estará totalmente prohibido que entres en mi con tú verga … eso sería un tremendo pecado y no vamos a desafiar al buen Dios … y no debes olvidar que lo que hacemos lo hacemos solo porque lo ordenó la doctora …

Me sonrojé profundamente ante sus dichos, parecía que había adivinado exactamente lo que yo más quería y me avergonzaba un poco de que ella se hubiese percatado de mi intención.

—Está bien, mami …

Dije tratando de que pareciera que no me importaba mucho, pero en mi interior me sentí muy decepcionado. Pero ella tenía algunas cosas más que decir:

—Además … hare todas esas cosas que hacen las mujeres para hacer excitar a un hombre … te recuerdo que es solo para ayudarte a correrte …

—¡Que piensas hacer, mami? …


Pregunté curioso.

—Ya verás … debes solo esperar a la próxima sesión …

Dijo ella un poco misteriosamente. Mientras decía eso, por mi mente pasaron todo tipo de imágenes, fotos y videos de mujeres haciendo cosas impensables, pero no podía imaginar a mi madre haciéndome esas cosas. Me ruboricé y mi polla volvió a golpear la mesa por debajo. Mamá me miró interrogativamente, mientras se agachaba a mirar por debajo de la mesa preguntó:

—¿Qué fue ese ruido? …

Se enderezó lamiendo sus labios y me preguntó:

—¿Estas teniendo la sensación de que necesitas correrte, Alberto? …

—Mami … ya solo hablar de esto me estimula mucho ¿sabes? …

—Pues entonces no lo escondas …


Dijo levantándose y acercando su silla un poco más a mí para poder ver mejor mi entrepierna y agregó:

—De ahora en adelante debes avisarme inmediatamente cada vez que tu pene se pone duro cuando me miras … entonces yo me hare cargo y te estimulare lo suficiente como para tomar una muestra todas las veces que sea necesario … ¿Crees que podamos tomar ahora una? …

—Sí, mamá … creo que es necesario …


Respondí dócilmente.

—¡Entonces a que esperas para quitarte esa bata! …

Me levanté de prisa e inmediatamente mamá miró la protuberancia formada en mi bata, deshice el nudo del cinturón y abrí el frente de mi quimono, mi verga saltó frente a los ojos de mamá que se había acercado a controlar, mi madre miró fascinada mi glande y el orificio de mi meato, por donde aparecían ya algunas gotas de preseminal. Mamá se inclinó hacia adelante y lo acarició suavemente:

—¡Que hermosa es tu polla, hijo! … se ve bien y pareces estar listo …

Dijo sonriendo y con toda naturalidad, me quité mi albornoz y lo puse en la silla donde había estado sentado. Ahora estaba completamente desnudo ante mi madre, con mi pene erecto apuntando hacia sus rojos labios:

—Te daré una estimulación visual para obtener una buena muestra de ti …

Dijo mamá y comenzó a desvestirse, se quitó su suéter y luego su falda, apoyó todo en su silla y procedió a quitarse su sostén, dejando sus poderosos senos libres que comenzaron a cimbrearse con cada movimiento que ella efectuaba. Ver sus mamas enormes, sus coloridas areolas y sus enhiestos pezones hicieron que mi pene vibrara en consonancia al mecerse de sus tetas. Mamá me vio embelesado a mirar sus pechos y me dijo:

—Recuerda que debes decirme lo que sientes y piensas de ahora en adelante …

La miré y me sonrojé profusamente, entonces tímidamente le dije:

—Mami … ¡umh! … bueno … yo … ¡emh! … quisiera chuparte las tetas … si no te molesta …

—Bueno … eso me parece normal … puedes hacerlo siempre y cuando no me muerdas demasiado fuerte … tienes que ser delicado y amable con mis senos …


Me arrodillé al nivel de sus hermosas tetas y suavemente las tomé en mis manos. Lamí su pezón izquierdo, suavemente lo encerré en mis labios succionándolo mientras mi mano acariciaba su seno derecho. Se sentía fantástico y mi polla pulsaba llena de vida. Luego hice lo mismo con su otro pezón. Escuché a mi madre jadear, acariciaba mis cabellos, gemía y suspiraba:

—Han pasado tantos años desde la última vez que hiciste eso mismo …

Susurró en voz baja sin dejar de acariciar mis cabellos y mejillas. Sus tetas llenaban mi boca y no respondí nada. Después de un par de minutos, mamá me empujó:

—¡Hey! … deja ya eso … quiero masturbar tu polla …

Me levanté y mi verga volvió a quedar a la altura del rostro de mamá. Ella abrió la boca y por un instante pensé que se tragaría mi pija, sus labios estaban tan cerca de mi glande que me parecía sentir la tibieza de su respiración, miraba concentradísima mi glande mientras masajeaba mi miembro con sus dos manos. Mirando sus senos todavía húmedos por mi saliva, se me ocurrió pedirle cautamente:

—Mami … ¿Puedo meterlo ahí … ehm … en tus senos! …

Mamá sin siquiera pensarlo, me dijo:

—Cierto … cierto … eso sería de estímulo para ti …

Se desplazó un poco hacia adelante en su silla, tomo sus pechos en sus manos e hizo lugar en medio a ellos a mi polla dura como el granito, eché mi pelvis en adelante y mi verga fue acomodada en medio a las tetas esponjosas y cálidas de mi madre, luego inicié un movimiento deslizando mi pija entre sus lechosos senos, se sentía literalmente increíble. Liquido preseminal comenzó a salir de mi amoratado glande humedeciendo la hendedura de sus mamas y formando una especie de crema blanca. Sorpresivamente mamá apretó mi verga entre sus magníficas redondeces y dijo:

—¡Fóllame las tetas, hijo … fóllamelas … córrete rápido …

¡¡Reconchas!! ¡¡Apenas daba crédito a mis oídos!! Jamás pensé escuchar a mamá diciendo eso, era extremadamente cachondo.



Seguí sumergiendo mi polla crecida y endurecida al máximo en ese mar de tetas en tempestad. Mi glande se hundía y emergía entre esas blancas olas que se habían convertido en una especie de coño. Mamá aferraba sus pezones y apretaba sus senos aprisionando mi verga en ellos estrechamente, mis bolas estaban en plena ebullición y casi me parecía sentir mi esperma comenzando a salir por mi conducto urinario, entonces mamá gritó:

—¡¡Carajo!! … échamelo en mis tetas, Alberto … córrete … baña mis tetas con tu semen …

—¡Ay!, mami … ahora … me viene … ahora ya …


Inmediatamente soltó sus senos y agarró la taza recolectora donde mi esperma comenzó a caer en explosivos borbotones. Con su mano izquierda mantenía el recipiente y con la derecha estrujaba mi pene concienzudamente,

—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … mamiii … ¡Que rico! …

Como de rutina, mamá siguió bombeando mi pene con fuerza ordeñándolo hasta la última gota. Esta vez mis piernas casi no me sostenían, había chorreado un rio de esperma en el receptáculo, abatido y exhausto me deje caer en mi silla, mamá se las ingenió para atrapar un par de gotas más entre sus dedos y luego los hizo deslizar en la copa receptora, finalmente mi orgasmo había concluido.

—¡¡Coño!!, mamá … eso estuvo muy cachondo …

Inmediatamente me di cuenta de haber proferido palabras poco adecuadas a los oídos de mamá, así que traté de corregirme:

—Lo siento, mamá … estuvo muy estimulante tu ayuda …

Mamá estaba más concentrada en admirar la enorme cantidad de semen contenida en la taza y me dijo:

—Está bien, hijo … no es importante si dices esas cosas … es muy natural que un hombre las diga en ocasiones como esta … además, quiere decir que te estimulo bien … hago lo que hacen las mujeres para que sus hombres se corran en ellas …

Me sentí aliviado ante el comentario de mamá. Luego miré la copa, otra vez estaba colma un tercio, parecía que todas las veces eyaculaba una cantidad similar de semen sin importar cuantas veces me había corrido. Esta la tercera paja del día. Mamá estaba encantada y así lo expresó:

—¡¡No puedo creer cuanta lechita produces!! … ¿¿Cómo es esto biológicamente posible?? … Lo hemos hecho tres veces hoy y sigue saliendo una cantidad similar … tendremos que hacerlo muchas veces más … tendremos que hacerlo hasta que tus bolas se drenen totalmente … creo que tendré que estimularte continuamente este fin de semana y veremos cuantas veces más podemos hacerlo …

Escuché con asombro las reflexiones de mamá en alta voz, me parecía inverosímil, pero mi verga volvió a pulsar aún en su estado semi fláccido. Luego como si le hubiese venido una brillante idea, mamá dijo casi exaltándose de júbilo:

Primero me pondré más bonita para ti … he comprado algunas cositas nuevas … volveré enseguida …

Así diciendo mi madre se levantó con sus tetas balanceándose lujuriosamente, cogió su ropa y salió contoneándose con sus tacos altos y sus glúteos meciéndose armoniosamente hacia su dormitorio. Me quedé sin habla ¿¿Qué tendrá mi madre en mente esta vez??



Continuará
 

heranlu

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Aún resonaban los tacones de mamá por el pasillo, ya no podía verla, pero me había dejado lleno de curiosidad. ¿Qué otras cosas pensará mi madre para estimularme? Además, dijo que lo haríamos muchas veces más el fin de semana. Estaba exhausto, no quise subir a lavarme, solo busqué unas toallas absorbentes y limpié mi verga lo mejor que pude tirando mi prepucio completamente hacia atrás.



Solo en la cocina con mi polla semi fláccida, me sentía un poco raro, mamá me había dejado con muchos interrogantes. Su predisposición había variado una vez más. Por un lado, había establecido de que no existiría penetración. Por otro lado, se había dejado prender por el momento y casi me había suplicado que follara sus tetas ¡Con esas palabras! ¡¡¡Fóllame las tetas!!! Sin duda alguna, mamá es una caja de sorpresas. Me ha avisado de que me quiere masturbar en continuación por todo el fin de semana y que, para ello, ha comprado nuevas prendas que me sorprenderán y me estimularán en modo de andar siempre caliente por ella ¿Habré entendido bien?



Me fui al baño, tiré las toallas desechables al basurero. Aproveche también para orinar. Mientras me lavaba las manos, me miré al espejo, mi mejillas lucían de un lozano rosado, con la mano en mi barbilla me sonreí a mí mismo, ¡Estas actividades sexuales parecían tener un efecto positivo en mí!



Volví a la cocina y me puse la bata. Me senté a esperar a mamá. Tenía mucha curiosidad de saber con qué me sorprendería. Ya me había asombrado que ella hubiese comprado ropa sexy para estimularme, aún más, cuando dijo que me daría estimulación visual constante durante todo el fin de semana. No podía ni siquiera imaginar a mamá vistiendo lencería erótica durante todo un fin de semana, el solo pensarlo hacía que mi pene rebotara e inflara mi bata. Hasta este momento lo único que me había hecho ver era sus sostenes y bragas normales y anticuadas. Estaba en ascuas esperando a mamá y sus nuevas iniciativas para estimularme.



Fuese lo que fuese, de seguro no me iba a quejar. Todo lo que estaba sucediendo con mamá era tan irreal que ni por más que me esforzara, nunca había fantaseado con nada parecido a lo que me estaba sucediendo ahora en la vida real. Hasta ahora me había hecho correrme cuatro veces y no me sentía del todo satisfecho, el dolor volvía inexorablemente cada dos o tres horas. Mamá tenía razón debemos empujar mis límites y ver cuanta cantidad de semen puedo producir y quizás el dolor deje de molestarme y finalmente haya una sanación.



De seguro iba a necesitar su estimulación, hasta ahora había sido bastante efectiva, mis erecciones eran rápidas, potentes y chorreaba semen a raudales. Todo gracias a ella y su conturbador cuerpo sicalíptico. Pero me preguntaba hasta donde me dejaría tocarla y si podría empujar también sus límites. Ella ya se había expresado al respecto, pero poco a poco ella ha ido permitiéndome más y más acercamientos e iniciativas, claro que le debo pedir expresamente su permiso, lo bueno es que siempre ha accedido. Me inquieté cuando sentí sus pasos por el pasillo y me preparé para recibirla.



Mi mandíbula inferior casi cayo al nivel del piso. ¡¡¡increíble!!! ¡¡¡Inaudito!!! Mamá entró sin mirarme, simplemente paso a mi lado ignorándome por completo, en forma casual, como si fuera ordinaria rutina y se fue derecho al fregadero de la cocina y comenzó a estrujar el paño de cocina, de espaldas a mí.



Estaba absolutamente asombrado. Pero antes de describir lo que llevaba puesto. Les recordaré que mi madre hasta el día de hoy a siempre sido una beguina meapilas y temerosa de Dios. Muy correctita vistiendo amplias faldas y blusas que ocultasen sus formas voluptuosas, todo muy conservador. Aun cuando era muy difícil esconder sus exuberantes tetas y su deleitoso culo, ella hacía de todo para no lucir su belleza de hembra.



Mi madre es simpatizante de un equipo de futbol cuyos colores son el blanco y el negro, con un distintivo perfil de un indio araucano. No sé dónde encontró unos pantaloncitos cortos de seda, de color blanco con una delgada línea lateral negra, ajustadísimos, un tercio de sus nalgas sobresalían adorables e invitantes, sobre eso un top blanco con el número “9” y que dejaba su ombligo al aire libre y que escasamente cubría sus tetas ¡¡¡Reconchas mamacita!!! Toda su vestimenta decía a gritos “FÓLLAME

—Alberto … sé que te gusta mi derriere … por lo que decidí usar cosas que te estimulen y te excites cuando me mires …

Dijo en su tono de profesora de párvulos, sin volverse hacia mí.

—¡Emh! … ¡mmmm! … bueno … mami … te favorece mucho ese atuendo … te ves realmente bien …

Dije tragando saliva y vacilante, no sabía cómo expresarme, solo mi pene se sobresaltó de inmediato bajo mi bata.

—¡Bien! … que bueno que te guste …

Dijo mamá volteándose, repentinamente me llevé mi mano cerrada a mi boca y me mordí mi nudillo índice asombrado, la remera de mamá había sido tijereteada y lucía un corte irregular, con un amplio escote y el borde dejaba ver la base de las redondas tetas de ella, cubría muy poco de sus esplendentes senos. Mamá me miró sonriente y satisfecha diciéndome:

—Y si me lo preguntas … no llevo sostén ni bragas …

Mis ojos se fueron a su entrepierna y no mentía, los pantaloncitos eran tan ajustados que se delineaban perfectamente los inflamados labios de su coño. Estaba casi babeando por ella y mi pene volvió a sacudirse, aun cuando se mantenía semi rígido. Estaba sin habla, ella vio mi perplejidad y asombro, entonces me dijo:

—Hijo … debo preparar algo para cenar … tu no hagas nada … solo mírame y cuando te sientas excitado para nuestra sesión, házmelo saber y tomaremos otra muestra …

—Está bien, mamá …


Le dije mientras mi pija pulsaba y se movía debajo de mi quimono, pero no estaba totalmente erecto, faltaba todavía un pequeño acicate. Me dediqué a observar los movimientos de mi madre, ella se dirigió al refrigerador, lo abrió y se agacho a sacar la verdura para la ensalada. ¡¡¡Reconchas!!! Su trasero apunto hacía mí, entonces vi la suave tela de sus pantaloncitos perdidos en medio a la ranura de sus glúteos, nunca había visto su trasero tan concupiscente y gozoso, mi verga se disparó en alerta. Mamá continuó dándome instrucciones:

—Y mientras preparo de comer … te hare algunas preguntas que me ayudaran a estimularte …

Se levantó y volvió hacia la encimera con sus tetas que amenazaban de escapar de su remera, mis ojos no se perdían movimiento alguno.

—Alberto … ¿Qué es lo que más te gusta de mi trasero? …

Tragué saliva estupefacto, mamá estaba de espaldas a mí, sus nalgas se veían terriblemente sexys en esos pantalones cortos, comenzó a cortar lechugas y tomates. Ruborizado no me atrevía a responder.

—Sé honesto … no seas tímido …

Dijo mamá urgiéndome a responder:

—¡Emh! … bueno … me gusta … la geometría y redondez de tus nalgas …

Dije con evidente timidez.

—¿Y que más? … vamos … sigue …

—¡Mmmm! … siempre me han gustado los culos bien hechitos …

—¿Deveras? … yo pensaba que a los chicos les gustaban esos culitos pequeños, firmes y tonificados …

—Bueno … eso muestran las fotografías, pero … ¡emh! … no hay nada mejor que meter las manos en un culo redondo, amplio, ostentoso, concupiscente … un puñado de nalgas …


Mamá lanzo una velada carcajada y dijo:

—¡Oh! … yo creía tener un culo demasiado grande y poco atractivo …

—Pero mami … tu trasero es perfecto … tiene las medidas adecuadas que hacen soñar a cualquier hombre… se mueve en forma armoniosa … se dibujan los contornos a medida que caminas …

—¡Oh, mi Dios! … sí que tienes cosas que decir de mis nalgas …


Exclamó mi madre siempre de espaldas mientras condimentaba la ensalada.

—Mami … tus curvas son muy bonitas … deberías salir mas a menudo y conocer a alguien que sepa apreciar tu belleza … estoy seguro de que encontrarías rápidamente una pareja …

Mamá no dijo nada, permaneció en silencio por largo rato, sus manos se bañaban en aderezos mezclando la ensalada, luego se volvió y camino directamente hacia mí sosteniendo la ensaladera, sus tetas se movían libres bajo su escotado top. Dejó el bol sobre la mesa, se inclinó frente a mi para darme la mejor vista de sus tetas sin sostén que se balanceaban sin control. Me miró fijamente y dijo:

—Gracias, Alberto … es muy lindo lo que me has dicho … lo pensaré … pero ahora debemos pensar a ti y a tú problema … ¿Qué dices de mis senos? … ¿Te gusta mi camiseta? …

Su proximidad me rendía nervioso y mi pija se alzó con fuerza mirando sus pechos, me sentía cohibido por la exuberancia de mi madre, un poco incomodo dije:

—¡Umh! … sí, mamá … me gusta … se ven muy bien tus senos …

—¿Crees que se ven sexys? …


Dijo metiendo sus mamás casi bajo mi nariz.

—¡Mmmm! … sí, mami …

Respondí, reprimiendo un deseo abrumador de agarrarlas, besarlas, lamerlas. Pero me controlé.

—¡Bien! …

Se enderezó y camino contoneándose de regreso a la encimera. Miré atentamente los cachetes de su culo que parecían querer reventar el ajustado pantaloncito, mi pene adquirió un grado más de consistencia, pero todavía no estaba listo.

—¿Entonces … también te gustas mis tetas? …

Dijo mi madre con un dejo de curiosidad.

Sí … claro que sí, mama …

—Pero no tanto como mi trasero, ¿verdad? …

—A decir verdad, me gustan los dos … sobre todo cuando son grandes y hermosas como las tuyas …

—Así que es por esto por lo que mi cuerpo te excita tanto, ¿verdad? …


Dijo mamá mientras ponía a hervir una olla con agua.

—¡Emh! … bueno … me gustan las mujeres con curvas con cierta exuberancia …

—Quieres decir … voluptuosas …

—Sí … las prefiero así …

—¡Oh! … entonces es bueno que me vea así … de modo que puedo ayudarte mejor con la estimulación para que te corras más rápido …

—Sí … creo que sí …


Se produjo un silencio cómplice. Mamá estaba ocupada con las albóndigas cuando me preguntó:

—Alberto … ¿Te sientes ya excitado? …

—Sí, mami … lo tengo duro otra vez …

—¡Ah!, sí … ¿Y porque no me dijiste? …

—Porque solo ahora siento de estar listo, mamá …

—Está bien … dame dos minutos para meter a cocer esto a fuego lento … tendremos una media hora para tomar otra muestra antes de comer …


Mi pene se sacudió y se levantó la protuberancia en mi bata mientras ella hablaba. Mamá terminó de poner todo en orden, luego se volteó y me dijo:

—Vamos … tenemos tiempo suficiente para otra sesión …

Así diciendo agarró el vaso recolector de semen del alfeizar y comenzó a caminar fuera de la cocina. Me levanté y me fui detrás de ella, sus nalgas me mantenían hipnotizado, caminaba como un autómata detrás de su culo majestuoso. Subiendo la escala su trasero quedo a la altura de mis ojos, casi babeaba por esas posaderas suaves y redondas, mamá acentuaba el movimiento de sus caderas y mi pene pulsaba revolucionado por la estimulación de mí madre. ¡¡¡Reconchas que maravilloso culo!!!



Apenas entramos en mi dormitorio, mamá dijo con su tono de profesora:

—Deberíamos hacerlo un poco diferente para facilitar que te corras más rápido …en lugar de tenerte recostado mientras te pajeo … podríamos iniciar con una estimulación con mis senos … así que hazme ver esa hermosa y dura polla tuya otra vez …

Me quité mi quimono y mi erección salto frente a ella, mamá estaba sentada al borde de mi cama y mi verga estaba a la altura de su rostro, se quitó su blusa mostrándome sus hermosas tetas, las sostuvo levantadas para mí, mientras me acercaba hacia ella, mi madre movía sus tetas diciendo:

—Ven a jugar con estas bellezas, hijo …

Increíblemente ansiosa por complacerme, agregó:

—Dales una buena mamada primero … sé que eso te estimula …

Prontamente me arrodillé y como había hecho antes, le di una buena mamada y lamida, succionando acuciosamente sus pezones, amasando la suave carne de sus mamas con generosidad y ternura. Mi polla me llegaba a doler desenfrenada por el momento cachondo con mamá.



Me permitió jugar con sus tetas por un largo rato, esperaba que me dejara follar sus senos de nuevo, pero me sorprendió cuando me dijo:

—Hijo … ya que has vanagloriado así tanto mi trasero … te dejaré tocarlo y besarlo por sobre mis pantaloncitos …

¡¡¡Reconchas!!! ¡Esta era la primera vez que me dejaba besar su maravilloso trasero! Mamá se puso de pie, sus tetas se balancearon a péndulo cuando se giró y se inclinó apoyándose sobre el edredón, abrió un poco sus piernas y apunto sus glúteos hacia mí. Su pose era realmente seductora y todo lo que pude hacer fue acercar mi rostro a sus nalgas y enardecido ataqué su trasero con mi lengua, babeándolo, besándolo, lamiéndolo, estrujándolo con mis manos, parecía un animal salvaje enloquecido queriendo devorar esa exquisita y redondeada carne de mamá.

—Tranquilo, hijo … luego tendrás más oportunidades de hacerlo …

¡¡Coño!! Escucharla decir eso hizo que mi pene se estremeciera aún más. Poco a poco me fui calmando y comencé a poner más atención a mis caricias. La tela del pantaloncito era delgadísima, abrí sus nalgas con mi mano y traté de besar su ano por sobre el género, humedecí su pantaloncito con las repetidas lamidas a su culo. También se dibujaba la rajita de su coño y empujé mi barbilla entre sus muslos y pasé mi lengua en la disimulada hendedura de su panocha, mamá no dijo nada, pero apretó sus muslos contrayendo y haciendo girar sicalípticamente su culo. La sentí gemir y suspirar.



Aunque ahora estaba duro completamente, mi verga estaba caliente, pero no me sentía de estar listo para correrme, era evidente que se estaba retrasando la toma de muestra y mamá también lo percibió y pregunto:

—¿Todavía no estas listo para correrte? …

—No, mamá … todavía no …


Respondí, a lo que mamá dijo reflexionando como profesora:

—Es interesante saberlo … quizás necesitas algo más de estimulación … ¿Por qué no intentas a excitarte abofeteando mis nalgas con tu verga? … así como lo hiciste en el baño …

Me sonó cuerdo intentarlo, me levanté y agarré mi erección con mi mano derecha y comencé a azotar sus glúteos con mi masa de carne. Mamá se mantenía en la misma pose y comenzó a mover su culo de lado a lado para excitarme más. Entonces vi que, a través de la fina tela del pantaloncito humedecido por mi saliva, se dibujaba el ojete del culo de mi madre, aferré mi polla y comencé a presionar su orificio del culo y la hendedura de su coño, mamá tensó sus piernas y gimió en modo audible, también jadeó un poco, pero no se opuso a mis movimientos y embestidas a sus orificios protegidos por la delgada tela de sus pantaloncitos.



Me calentó mucho hacer eso e imaginar de follar su culo, me concentre en mover mi verga endurecida sobre su panocha, no había modo de penetrarla, pero era excitante poder embestir su coño calvo con mi verga dura, mamá jadeó bastante, pero no hizo nada para oponerse ni detenerme. Para mí fue suficiente imaginar de que estaba casi dentro de ella, mi pene se enardeció y sentí el cosquilleo de mi esperma luchando por salir, así que apresuradamente advertí a mamá:

—Ahora, mami … estoy listo …

Agarró el recipiente que había depositado encima de la cama y se giró, sus tetas se bamboleaban y cimbraban ostentosamente mientras lo hacía. Aferró mi pija, apuntó mi glande dentro el vaso y comenzó a pajearme con firmeza.

—¡Ssiii! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …

Gruñí en voz alta mientras los borbotones venían expelidos dentro el vaso.

—Sí, bebé … dámelo todo … lo quiero todo … dáselo todo a mami, mi niño …

Escucharla decir eso, pareció extender el tiempo de mi eyaculación y seguí chorreando y mamá siguió pajeándome hasta que mis pulsaciones se extinguieron, me detuve y quedé sin fuerzas. Siguiendo la rutina, mamá exprimió y ordeño mi verga recogiendo las últimas gotas con sus dedos y haciéndola escurrir dentro el receptáculo., después lo levantó en aire para controlar la cantidad y dijo:

—Cariño … creo que has evacuado un poco menos de otras veces … ¡¡Tal vez estoy empezando a agotar la producción de tus bolas!! …

Me senté junto a ella todavía exhausto y jadeante, miré el vaso. Normalmente mi semen era un tercio del vaso, pero esta vez estaba un par de marcas debajo de eso.

—Quizás tengas razón … pero hay que considerar que ésta es la quinta sesión … también es posible que sea a causa de insuficiente estimulación … tal vez no estaba del todo listo … para confirmar tu teoría deberíamos volver a hacerlo y ver si de verdad me he quedado al seco …

Dije un poco remedando sus modos de aula. Mamá me sonrió y con sus ojitos encendidos me dijo:

—Sí … puede ser … pero ese no es un problema … después de la cena me voy a poner algo de esa lencería que compre hoy … creo que te deslumbraré, así que anda preparándote, cariño … solo para tus ojos …

Hice un profundo suspiro mixto de ansiedad y deseos. Mamá parecía siempre estar un paso adelante y llevaba las cosas a un nivel superior cada vez. Sentí el calor en mis mejillas al ruborizarme por las afectuosas palabras de mamá, pude solo decir con gratitud:

—¡Umh! … Gracias, mami … a decir verdad, no veo la hora de poder verte de nuevo …

—Está bien … límpiate y baja a cenar … yo voy a anotar esta última muestra …


Se levantó, recogió su blusa y se marchó, sus tetas la precedían exuberantes, hermosamente cimbreantes, realzando la prodigiosa belleza de ella. Volví a fijarme en ese trasero suyo y una punzada de lujuria recorrió todo mi ser. Trataba de imaginarla con nueva ropa interior cubriendo su dulce coño. Esa panocha donde había restregado mi verga. Mi madre no solo no se había opuesto, sino que gimió y realizó algunos movimientos de su cadera facilitando el refriegue. ¿Me permitirá alguna vez metérselo dentro hasta que mis cojones empujen sus labios mayores?



Decidí darme una breve ducha, me puse unos boxers frescos y limpios de bajo de la bata y luego bajé a cenar. Mamá estaba en la cocina, aún con sus hotpants y blusa escotada. Sirvió los platos y le acompañé a llevarlos a la al comedor, la mesa estaba puesta, me sorprendió ver una botella de vino con sendos vasos. Mamá normalmente no bebía, excepto en cualquier rara ocasión especial, además, rara vez me había permitido a mi beber en casa, pero yo si bebía cuando salía con mis amigos.

—¿Vino? …

Dije inquisitivamente mientras nos sentábamos el uno frente al otro.

—Es para relajarnos … piensa que puede ser útil a nuestros propósitos … por razones médicas ¿sabes? …

Dijo mamá en su tono escolástico y sin levantar la vista de su plato, luego del mismo modo agregó:

—Es obvio de que existen ciertas tensiones entre nosotros … uno o dos vasos nos ayudaran a relajarnos y dejar atrás algunas inhibiciones atávicas que nos frenan …

Que significaba todo eso, no tengo la menor idea, pero tomé la botella y versé un poco del brebaje en su vaso y en el mío, luego levanté mi copa y dije:

—A tu salud, mami …

—A la tuya, hijo … para que te recuperes lo antes posible …


Nos quedamos en silencio degustando el mosto, sentí como descendía por mi garganta y calentaba mis entrañas. El efecto relajante se sintió casi al instante. Mis ojos navegaron sobre el impetuoso mar de tetas de mamá. Como las mareas, sus senos subían y bajaban al ritmo de su respiración, se veía claramente un brillo de sudor incipiente en la hendedura de su busto y ya imaginé mi verga surfeando esas olas embravecidas. Sentí que debía decir algo referente a sus palabras:

—Mami … sinceramente aprecio todo lo que haces por mí …

—Gracias por decirlo, Alberto … pero estoy segura de que es un deber de madre … ya sabes … la doctora dijo que era necesario …

—Lo sé, mamá … realmente me estás ayudando mucho … ¡emh! … tus estimulaciones son verdaderamente eficaces …

—Lo que sea tiene que hacerse y hacerse bien, hijo … solo te recuerdo una cosa … no dije nada cuando refregaste tu pija en mi coño … se sintió muy bien y mejor para ti … pero no me penetrarás … nunca …


Me sentí golpeado como por un rayo. Mi corazón se partió en dos. Me sentí anonadado. Pero al momento, mamá agrego:

—Pero … podremos hacer otras cosas igual de estimulantes …

Mi polla se agitó y quise indagar:

—¡Mmmm! … ¿Cómo qué, por ejemplo? …

—Bueno … lo iremos viendo juntos a medida que vayamos progresando en la toma de muestras … ahora terminemos de comer y cambiemos de tema, por favor …


Hablamos del diario vivir, de los vecinos, debíamos cuidarnos de ellos y otras cosas genéricas. A medida que bebía, me iba sintiendo un poco más relajado y eufórico, pienso que también mamá estaba siendo afectada por el alcohol del vino, sus mejillas relucían de un candoroso tono rosado. Cuando terminamos la cena, mamá se había bebido un vaso y medio y yo solo uno, ella dijo:

—Tomaremos un traguito, luego … quiero descansar un poco … voy a subir a mi habitación y aprovecharé de cambiarme … dime, ¿Qué color de ropa íntima prefieres? …

¡¡¡Guau!!! Mi rostro estaba enrojecido y no solo por el vino, mamá jamás me había hecho una pregunta de ese tipo, me recordé de mis revistas porno y le dije:

—Mami … creo que el negro es mi favorito … pero también me gustan otros colores …

—Sabia elección, hijo … también es el color que prefiero y la mayoría de la ropa que compré es de esa tonalidad … ahora desapareja la mesa y limpia todo … te avisaré cuando esté lista …


Se alzó de la mesa con sus senos que se le escapaban de la remera, se giró y se fue taconeando con pasos inciertos por el pasillo, quizás el vino la había afectado más que a mí, pero nada ensombrecía la magnificencia de su trasero, embelesado la contemplé hasta que desapareció de mi vista.



Me quedé sentado un momento tratando de asimilar y descifrar lo que me había dicho. Todo esto parecía ser como un sueño. Hice todo el aseo que mamá me había encargado y luego decidí relajarme con música. Mamá es fanática de Tormenta, una cantante argentina de los años setenta, coloqué el pendrive en el equipo y seleccione la música, pronto escuche la voz clara de la argentina invadiendo la sala de estar y deleitando mis oídos, tonos maravillosos. Pensaba levantarme y cambiar a escuchar a Sandro, otro preferido de mamá, cuando escuché que me llamaba:

—Alberto … estoy bajando … vérsame un poco de vino, hijo … enseguida llego … ¡Ah!, por favor asegúrate que las cortinas estén bien cerradas …

Hice tal cómo me lo pidió, tome una pequeña bandeja, posé las dos copas, versé del vino en ellas y coloque el todo en la mesita de centro frente al sillón, luego me fui a correr cuidadosamente las cortinas para que nada se viera hacia el exterior. Luego me senté con una copa en la mano a sorber el vino. Después de interminables minutos, escuche los pasos de mamá cadenciosamente bajando la escala. Los latidos de mí corazón aumentaron a mil y mi pene comenzó a erguirse bajo ese sonido de tacos que parecía la flauta que hace erguirse y bailar a la serpiente, mi pene tiritó estremeciéndome, mi espina dorsal me hizo arquear mi espalda.



Mamá entró directamente a la sala. Se pavoneo un poco. Finalmente se giró hacia mí con sus piernas ligeramente separadas, en su mano derecha traía el vaso colector de semen y la otra la apoyó coquetamente en su cadera. ¡¡¡Santo Cristo!!! ¡¡¡Que espectáculo!!! …





Continuara …
 

heranlu

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Hasta ahora había visto solo fotos y videos de mujeres usando lo que ella tenía puesto, verlo ahí en mi sala, a pocos centímetros de mí y siendo mi madre la modelo, fue increíble, mi pene se alborotó inmediatamente, hubiese querido saltarle encima, pero me controlé tratando de ocultar la tremenda erección que me estaba provocando.



Llevaba un sujetador negro con bordados y casi transparentes, sus tetas se lucían como nunca. Una minúscula tanga negra y transparente como su sostén, cubría su coño lampiño. Sus piernas estaban envueltas en encantadoras medias negras sujetas por un liguero que se mantenía alrededor de su cintura. Vestía unos tacos que la había hecho crecer al menos unos diez o doce centímetros, sus zapatos brillaban con un adorno dorado en su parte delantera. No lograba cerrar mi boca y mis ojos casi se salían de mis orbitas.



Mientras me acomodaba para no caer del sillón, con mi polla semi erguida. Mamá depositó el recipiente en la mesita y luego se giró mirándome por sobre su hombro ¡¡¡Dios mío!!! ¡¡¡No llevaba nada!!! En su espalda se veían solo los tirantes y el broche de su sujetador, después un hilito en torno a su cintura con una hebra de hilo que se perdía entre sus glúteos ¡¡¡Reconchas!!! ¡¡¡Su culo estaba desnudo!!! Sus carnosas, blancas y redondas nalgas estaban a la vista. No me pude contener:

—¡¡Coño, madre!! Te ves realmente estupenda y cachonda … emh … sexy, quise decir …

Se dio vuelta para mirarme y dijo colocando ambas manos en sus caderas:

—Bueno … al parecer logré el efecto esperado, cariño … ¿no es así? …

Tragué saliva silente y embelesado con su sicalíptica figura.

—¿Cómo está tu polla, tesoro? …

—¡Emh! … se me está parando, mami … pero déjame mirarte un poco más … te ves tan fabulosa …

—¡Sabes qué! … voy a caminar un poco por aquí … así podrás apreciarme de todos los ángulos … creo que eso ayudaría a tu estimulación ¿verdad? …


Con eso mamá se volteó, se fijó en mis ojos y caminó en línea con mi mirada, sus pasos eran coquetos, meneaba sus caderas, sus pisadas eran un piececito delante y el otro en línea, su figura y sus largas piernas lucían perfectas, cuando me daba la espalda, no podía reprimir un suspiro de asombro ante la belleza de su culo desnudo. Daba más o menos diez pasos hacia la puerta del patio, luego se metía con su perfil derecho, hacía un medio giro para mostrarme su lado izquierdo y luego caminaba como una tigresa hacia mí, que la observaba como una gacela paralizada a punto de ser devorada. Mamá estaba cómo en una pasarela de modelaje, era fantástica, era la mejor, era simplemente despampanante.



Al llegar a la puerta del patio, mamá se volteó una vez más caminando de frente a mí, sus tetas magnificas se cimbraban dándole un encanto especial. Su transparente y diminuta tanga, traslucía su coño casi invisible bajo su ingle y, bajo su monte de venus se escondía el tesoro más ambicionado por mí y mi pija.



No soportaba más el giro vagar de mamá. No quería dejarla que se alejara otra vez de mí, así que en su tercer giro le dije casi abruptamente:

—Mami … estoy listo …

Acto seguido me baje los boxers para que viera la magnitud de mi erección. También la impresionó mi verga tiesa y dura, se acercó con ese paso felino a mí y con su dedo índice toco mi polla dura como palo:

—¡Oh!, deveras estás listo …

—Sí, mami … es que te ves tan caliente … pero me falta todavía un poco de estímulo para correrme … ¿puedo tocar tu trasero? …

—Sí que puedes … pero déjame ponerme en una posición más cómoda …


Con una gracia celestial, mi madre se fue moviendo su trasero frente al otro sillón individual, colocó las manos en el respaldo, se inclinó un poco hacia adelante y separó sus piernas, después sin mirarme dijo:

—Ya puedes acercarte, hijo … puedes lamerme, besarme y tocarme … es todo tuyo …

Me arrodillé para estar alineado perfectamente con sus nalgas ¡¡¡Coño que espectáculo!!! Besé por separado cada cachete. Mi madre olía a fresco y fragante. Debe haberse duchado antes de bajar. Jugué con su trasero sin remilgos. Coloqué mis manos y separé sus nalgas. Engurruñado y oscuro, descubrí el ojete de su culo y procedí a bañarlo con mi legua voraz. Mamá se agitó gimiendo y rotando su cola, lamí su huesito dulce cuál si fuese un bocado gourmet y ahí en la parte más oscura, etéreo y casi invisible, estaba el bien más preciado, el coño de mamá.



Mi pene se empinó hacia lo alto duro cómo el acero, pero la sensación de correrme no llegaba a mis bolas, así que le pregunté:

—¿Puedo golpear tu trasero con mi polla, mami? …

—Si te ayuda … hazlo …


Ella se inclinó un poco más para dejarme sus nalgas más expuestas ¡¡Se veía tan bien su culo!! Que se me paso por la cabeza mover ese hilo y enterrar mi pija en su estrecho ojete anal, pero estaba fuera de toda discusión y por nada al mundo quería a mamá enojada. Aferré mi verga con mi mano derecha y procedí a castigar las posaderas de mamá con gusto. Una y otra vez golpeé esos glúteos redondos y carnosos. Mi líquido preseminal ya afloraba gota a gota por mi glande esparciéndose sobre la tersa piel de mi madre, sin duda que se sintió muy bien azotar el culo de mamá.



El proceso se estaba alargando y todavía no me venía de correrme. Se lo hice saber:

—Mami … todavía no me viene …

—Bueno … tal vez si me quito el sostén para que folles mis tetas …


Metió la mano detrás de su espalda y desabrochó su sujetador. Los gloriosos pechos de mamá vinieron a socorrerme, me miró diciéndome:

—Vamos, Alberto … fóllame las tetas … eso podría funcionar …

Escucharla dándome esas instrucciones cachondas fue realmente excitante. Ella levanto sus senos para que yo pudiera frotar mi verga en ellos. Agarré mi pene y comencé a frotarlo entre sus lechosas y esponjosas colinas. Mientras aprisionaba mi polla en medio a sus amplios pechos, sus pezones endurecidos apuntaban hacia mi glande. Por momentos frote mi capullo contra ellos:

—Sí, Alberto … folla mi areola … folla mi pezón …

Yo encantado follé sus montículos enardecidos. Luego volví a coger sus mamás haciendo que mi pene tocase hasta su barbilla. Mamá estoicamente mantenía sus tetas apretadas para mí. Sin embargo, el deseo de correrme no me venía.

—Ahora sí, Alberto … ¿estás listo para correrte? …

—Casi, mami … me falta un poquito …

—Bueno … entonces intentaremos algo más …


Mi erección estaba al máximo, pero dejé de follar sus pechos. Mamá se levantó a buscar el vaso recolector de semen y volvió a sentarse en el sillón. Me acerqué y mi polla quedó alineada con su rostro. Miró mi pene lustroso y duro, puso su mano en él y dijo:

—Alberto … visto que está resultando más difícil que te corras, ya que lo hemos hecho tantas veces el día de hoy … probaré otra forma de estímulo … recuerda que lo hacemos porque así lo ordenó la doctora … tengo que ayudarte a correrte … esto no lo podemos obviar ni dejarlo de lado …

—¿Eh? … está bien, mami …


No tenía idea cuál era su intención, pero confiaba plenamente en mamá y su resiliencia y constancia en ayudarme. Así que me preparé a lo desconocido. Mamá se acomodó en el sillón se hizo un poco para adelante, no sabía que pretendía, pero era adorable en sus movimientos sinuosos que me embelesaban. Miró mi pene endurecido y dijo:

—Hijo … voy a estimular tu polla con mi boca … tengo que advertirte que puedes correrte bastante rápido … a la mayoría de los hombres les encanta … especialmente a los primerizos cómo tú …

Un vaho de calor envolvió mi rostro enrojeciéndolo, mi pene volvió a pulsar y vibrar por lo que acababa de decir mamá, solo atiné a decir:

—¡Oh!, mami … gracias …

Debí pellizcarme para darme cuenta de que todo esto no era solo un delicioso sueño. Mi madre sostenía el vaso del semen en una mano, me hizo señas para que me acercara un poco más a ella. Con la punta de mi polla a un par de centímetros de sus labios, ella aproximó su boca abriéndola y envolvió mi glande con sus labios carnosos. La sensación no se parecía a nada que hubiera sentido antes. Poco a poco fue engullendo más y más de mi pene y comenzó a hacer ruidos de chupadas, dejando mi verga completamente bañada con su saliva, después pasaba su lengua por los costados como si fuera una paleta de helado.



Puse una mano en su cabeza y follé su boca suavemente mientras ella continuaba chupándome. Luego detuvo un instante la succión y con la punta de su lengua comenzó a lamer el orificio de mi meato urinario, hacia su interior y alrededor de mi polla. Después reprendió las chupadas y se tragó mi verga, hasta hacerla tocar el fondo de su boca. La sensación nueva de su boca y su lengua fue maravillosa, sentí que el semen finalmente subía por los conductos y me apronté a correrme:

—Mami … mami … me voy a correr …

Inmediatamente dejo de chuparme, colocó el vaso en la posición correcta y comenzó a bombearme con su mano diestra. Lo hizo justo a tiempo, mi verga sintió la dureza del recipiente y comenzó a expeler el líquido perlado de mis bolas a borbotones:

—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Oooohhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Maamiiii! …

Cuando los chorros de semen cesaron de fluir desde mi verga, me desplomé jadeando en el sillón con mis piernas temblando y mi cabeza que me giraba en un vórtice de placer. Escuche a mama decir:

—¡Oh! … no tanto esta vez … creo que estamos descubriendo tus límites por un día …

—Pero fue bueno, mama … tu boca realmente me ayudó … fue excitante …

—A todos los hombres les gusta eso … hacía mucho tiempo que no lo había hecho … tu padre fue el último y a él le gustaba mucho …


Me volví a sonrojar por las confidencias de mamá. Ella pareció notarlo y dijo:

—Hijo … parece que te pones rojo cada vez que abordamos el tema … no hay motivo para ello … todo esto es por orden de la doctora … debes relajarte …

—Lo intentaré, mamá … pero es difícil para mí … también para ti … pero tú tienes experiencias que yo no tengo …

—Es verdad … tendrás que acostumbrarte … quizás deberíamos practicar más …

—¿Qué quieres decir, mami? …

—Que podríamos usar un lenguaje más rudo y desvergonzado … así podrás relajarte y sentirte más cómodo … quizás hasta podría aumentar el volumen de tu eyaculación …

—¿Tú crees? …

—¡Cierto que sí! … a todo hombre le encanta cosas cómo “Fóllame las tetas” “Chúpame la pija” … “Te la voy a dar por el culo” …


Sentir a mamá decir todas esas cosas otra vez hizo reaccionar a mi pene, pero volví a sonrojarme.

—¡Ya ves! … lo estás haciendo de nuevo …

Dijo mi madre mirándome a la cara.

—Lo siento, mamá … mami … quiero follar tus tetas …

—¡Eso! … ¡Que bien! … ahora dime que te gustaría hacer con mi culo de una manera más ruda y soez …

—Mami … quiero culearte … quiero romperte el culo jugoso y carnoso que tienes, mami … quiero meterte mi verga en todas partes, mami …

—¡Oh!, pero que bien … aprendes rápido …

—Y dime … ¿Te gustan las mamacitas un poco putas? …

—Si, mami … sí … y también tus tetas jodidamente calientes, quiero chuparlas, lamerlas, jugar con ellas y luego follarlas …

—Muy bien jovencito … veo que progresamos rápidamente … ahora, dime que quieres ver mi coño …


Me quedé silente y dubitativo, ella me había dicho que su coño era off-limit, dudé, ella agregó:

—No dije que me folles el coño … pero podrías verlo … si es que eso puede ayudarte a correrte más rápido …

—¡Ah! … ¡Umh! … ¡Sí! … Quiero ver tu coño caliente, mamá … me gustaría comerte ese coño sabrosón tuyo …


Dije un poco más envalentonado, mamá me sonrió:

—¡Buen chico! … pero ¡qué bien! …

Dijo mi complacida madre, entonces tomando la iniciativa dije:

—Quiero ver tu culo y lamerlo, mami … quiero meterte mi lengüita dentro, mamacita rica …

—¡Excelente!, hijo … que bien …


Me sorprendió la reacción de mamá, no había objetado nada. Mi pene se movió y mamá lo notó.

—Hijo, me alegro de que esto tenga una positiva reacción en ti … creo que necesitaras un tiempo antes de que vuelvas a correrte … bebamos un poco de vino así nos relajaremos más … me quedaré semi desnuda para que me mires y estes listo de nuevo …

Miré a mi madre a sus ojos, tragué saliva al ver ese brillo en sus ojos que no había visto hasta ahora. Me dieron ganas de ir al baño, me levanté, mí verga estaba todavía fláccida, pero noté que mama miraba mi miembro mientras caminaba, se saboreó y junto sus muslos lascivamente, un hormigueo recorrió mi vientre y mi bajo vientre, hundí mi estomago por la placentera sensación, me di una rápida limpieza y volví a bajar. Mamá seguía en topless y solo vestía su tanga y medias negras, lucía sexy y sensual, tenía la copa de vino en su mano y sorbía lentamente a traguitos cortos, me miró diciendo:

—Hijo … registré la cantidad de semen y definitivamente es mucho menos que antes … como la mitad … me parece una buena señal … creo que vamos bien …

Me senté en el sofá y recogí mi copa y tomé un sorbo. Se sentía rico. No habíamos bebido mucho, me sentía relajado, pero no tanto como para afectar mí erección. Mi madre me miraba fijamente y quise saber por qué:

—¿Qué? …

—Nada … pensaba en como estimularte mejor … quizás probar con todo lo que dijiste que te gustaría hacerme hace un rato …


Pensé a las cosas que había dicho momentos atrás pues ya ni me recordaba y me vino una puntada a mi pene, pues le había dicho que quería romperle el culo, lamérselo, también ver su coño que hasta el momento lo había visto solo fugazmente. Mamá siguió en sus cavilaciones a alta voz.

—Podríamos también incluir algún juego …

—¿Juego! … ¿Quieres que juguemos, mami? …


Le dije un poco incrédulo, no me parecía momento apropiado para jugar, ¿Qué le estaba pasando a mamá por la cabeza?

—Sí, juegos … pero son juegos de adultos … tú padre me los enseñó a mí y yo podría enseñarlos a ti … ¿Te gustaría intentarlo? …

—Está bien, mami … enséñame …


Volví a sonrojarme, confundido e ignaro de que cosa entendía mi madre por “juegos”.

—Alberto … deja de ruborizarte … tienes que relajarte … bebe otro poco de vino …

—Lo siento, mamá … me cuesta acostumbrarme a todo esto …

—Vale … empecemos …


Se puso de pie, poniendo su copa de vino sobre la mesa de centro y me dijo:

—¿Sabes lo que son las nalgadas? …

—Sí … he visto algún video con esa temática …

—Bien … como te gusta tanto mi trasero, jugaremos a las nalgadas … te permitiré que abofetees mi trasero …


Mi madre se paró del sillón y se dio media vuelta presentándome sus nalgas desnudas.

—Vamos, Alberto … ven y dame algunas nalgadas con tu mano …

Mamá meneaba sus posaderas pidiéndome de castigar sus hermosos glúteos. Me paré junto a ella y con mi mano derecha le di una ligera palmada a su cachete.

—Mas fuerte, Alberto …

—Puedo lastimarte, mamá … no quiero eso …

—Solo hazlo un poco más duro y yo te diré si me duele o no …


Volví a golpearla un poco más fuerte, su nalga se estremeció y mamá dijo:

—Eso hijo … así … puedes hacerlo más fuerte si quieres …

Continué a golpearla alternando los golpes a una y a otra nalga. Me comenzó a gustar y aumenté la intensidad de los golpes, rápidamente las nalgas de mamá se enrojecieron y eso también me excitó.

—¡Oooohhhh! … ¡Ssiii! … Alberto … ¡asíii! … sigue …

Dijo mamá, apreciando mis esfuerzos de golpear sus nalgas. Mamá juntaba y apretaba sus muslos alternadamente, al parecer disfrutaba el castigo a su culo, entonces me vino de decirle algunas cosas:

—Es esto lo que te gusta ¿verdad? … te gusta que te castigue tu culo cochambroso ¿verdad? … te gustaría sentir mi verga rompiendo tu culo cagón … es eso lo que quieres ¿Sí? … eres una puta … puta que quiere su coño lleno de moco …

—¡Oh! ¡Sí!, Alberto … ¡Sí! Dime que más te gustaría hacerme … dímelo …

—Quiero correrme en tus nalgas, puta cabrona … quiero que me lo chupes después de haberte follado el culo … y me mostraras tu coño todas las veces que te lo pida para correrme en tus tetas …

—¡Oh! Alberto … Que delicioso escucharte decir esas cosas … sigue, por favor …


Mamá había metido su mano en sus bragas y al parecer se estaba acariciando a si misma. Esto hizo que mi pene se empinase al máximo. Continué a decirle groserías hasta que tembló toda y la sentí casi gritar en un orgasmo demencial, mamá se había corrido tocándose solita. Me pareció adorable verla con su cara deformada por la lujuria y el placer.

Después de un minuto o dos, mamá se giró hacia mí, tuve en mi campo visual esas colinas sabrosas y ahora sudorosas de sus pechos, lucían gloriosos subiendo y bajando dada la agitada respiración de mamá. Sus mejillas estaban ruborizadas, no dije nada contemplándola como una aparición divina, mamá tiene el cuerpo de una diosa mitológica.

—Eso estuvo genial … tomemos un poco más de vino …

Dijo mi madre, tomó su vaso y me acercó el mío. Sorbí un poco de la bebida y me sentí un poco mareado, la poca costumbre de beber, normalmente no bebo más de una cerveza, dos vasos de vino me estaban haciendo girar la cabeza. Indudablemente me había relajado y al parecer mamá también, sus ojos se habían puesto un poco vidriosos y su voz entonadita me decía que él vino también la afectaba a ella.

—¡Ahorita es mi turno! …

—¿Eh? … ¿Cómo? … ¿Turno? …


No sé lo que quiso decir ella, la miré un poco angustiado y sin entender que quería decir.

—¡Pero, hijo! … estamos jugando a las nalgadas y es mi turno de abofetear tu trasero …anda poniéndote en posición … si no te gusta, me lo dices … podemos probar otras tantas cosas …

Nunca pensé a los golpes como un tipo de estimulación, pero cómo debía correrme, solo asentí y me giré para que mamá pudiera dármelas en mi trasero, sé que a ella le gusta mucho mi fondo espalda. Decidí complacerla y moví mis nalgas invitándola a darme el correctivo que me estimularía para la toma de nuestra de la próxima sesión, quizás donde nos llevaría todo esto, mi madre era mi guía.

Sus bofetadas fueron ligeras al principio, mis glúteos se contraían al son de sus palmadas. Mi pene se balanceaba y comencé a sentir un cosquilleo que fue aumentando a medida que mamá incrementaba la potencia de sus nalgadas, ella trataba de ver mi reacción, me toco el pene y vio que se estaba endureciendo:

—¿Estás bien Alberto? …

—Sí, mamá … me siento bien …

—Lo haré un poco más duro … dime si no te gusta …


Mi madre continuó a nalguearme un poco más enérgicamente. Por alguna razón que desconozco, la continua contracción de mis nalgas debido a sus golpes tenía un efecto en mi pene y me estaba poniendo durísimo sin saber ni cómo ni el por qué. Improvisamente sentí que mamá metía sus dedos en la raja de mi culo y comenzó a hacerme unas cosquillas que se transmitían como por encanto a mis bolas, se sentían bien sus dedos en la hendedura de mis nalgas, la sentí acuclillarse:

—Te voy a besar el trasero, hijo … tal cual tú lo hiciste a mí …

Definitivamente, mi verga reaccionó irguiéndose en toda su majestuosidad, mamá envolvió mi polla con su mano y con la otra alargaba mis duros cachetes para alcanzar mi ano con su lengua. Sus besos eran suaves, me paso su lengua por mi orificio a modo de caricias, había una ternura infinita en su lengua, no fue el frenético babeo que yo hice a su culo. Luego me dijo:

—Date la vuelta que quiero chuparte la polla … eso sí te estimulará …

¡¡¡Reconchas!!! No podía creer que acabase de decir eso. Rápidamente me volteé y mi mamá de rodillas frente a mí, tomó mi verga con sus dos manitas, abrió su boca e hizo desaparecer mi miembro dentro de ella, sentí el ruido del chupeteo y su lengua que giraba en torno a mi glande, mamá movió su cabecita atrás y adelante enérgicamente, chupando cada vez con mayor intensidad. Cerré mis ojos, puse una mano en su cabeza y otra en mi glúteo y empujé dentro de su cálida concavidad bucal, mamá se detuvo un rato para respirar diciendo:

—Cómo te estabas demorando tanto … creo que no teníamos muchas opciones …

E inmediatamente volvió a tragarse mi pene profundamente. Hace unos días atrás nunca hubiese imaginado a mamá arrodillada a mamar mi polla como una sibarita. La chupaba con gusto, a ratos la sacaba bañada en su saliva y la sacudía sobre sus tetas ¡¡¡Dios mío!!! ¡¡¡Que goce!!! Cómo me dijo que debía expresarle mis sentimientos, le dije:

—Mami … se siente fantástico … pero todavía no siento ese estimulo que me podría hacer eyacular más rápido … ¿Qué tal si me muestras tu chocho, mami? …

Ella estaba absorta, cómo poseída a chuparme la verga, pero se detuvo y con su boca llena de mi polla alzo sus ojitos encendidos a los míos que la observaban en su esforzada tarea, sacó mi pene de su boca para decirme:

—Está bien … pero necesito un poco más de vino … no te muevas … quédate, así como estás …

No sé si fue porque el alcohol le daría más coraje o se le había ido a la cabeza, pero ella se fue gateando hasta la mesita, tomó la botella y llenó su vaso, dio un gran trago que lo dejo vacío, volvió a llenarlo tres cuartas partes y dijo algo extraordinario:

—Alberto … me encanta chuparte la verga … también beber un poco de vino … quiero hacer las dos cosas … no te importa ¿verdad? …

¡¡¡Reconchas!!! ¿Qué si me importa? ¡¡¡Un carajo!!! Mi madre atávica, religiosa, beata y correctita, estaba arrodillada ante mí pidiéndome permiso para chuparme la verga ¡¡¡Una verdadera bendición del buen Dios!!! Pensé en modo hereje:

—Acomódate, mami … que eso es también nuevo para mí …

Mamá aferro mi polla con su mano derecha y acerco el vaso de vino con la izquierda, mi pene no estaba totalmente duro, lo sumergió en el oscuro líquido, lo hizo chapotear en él y luego se lo llevo a la boca, chupando y tragando una y otra vez ¡¡¡Cristo que sensación más exquisita!!!

Sentí como si la sangre fluyese precipitadamente a mi pija y se puso más dura, mi madre repitió la acción varias veces. Sumergía-chupaba-tragaba. Esa fue la rutina por varios minutos. Luego tomó un sorbo e hizo una pausa, aproveche para decirle:

—Mami es tan caliente lo que me estás haciendo …

—Qué bueno, porque yo también lo disfruto … quizás sea hora de que veas mi coño, jovencito … y esperemos que te corras rapidito …


Dejó su copa en la mesita y mientras lo hacía, tomé de la mía un gran sorbo. Lo necesitaba después de toda esta ajetreada acción y debía prepararme para lo que venía. Mi madre se puso de pie y sin remilgos se quitó la diminuta tanga arrojándola sobre la silla. Se volvió hacia mí totalmente desnuda solo con sus medias negras a medio muslo y sus altísimos tacones. ¡!!Que cachonda lucía esta madre mía!!!

Miré su entrepierna liso y más calvo que nunca, al parecer había retocado su afeitado, no se veía su coño, solo una pequeñísima fisura bajo su monte de venus, mamá me empujó sobre el diván amplio y luego ella acomodó frente a mí el sillón individual, estábamos a menos de dos metros el uno del otro. entonces me dijo siéntate, yo te mostraré:

Luego mi madre se sentó cómo medio recostadita, levantó sus rodillas hasta casi tocar sus tetas y las abrió ligeramente, enseguida un poco más y más, hasta que sus piernas estaban abiertas de par en par, mostrando esos muslos blancos cubiertos a mitad por sus medias y un fulgor que escapaba de las rosadas y bañadas carnes de su coño que resplandecía enceguecedoramente. Mi pene llegó a tocar mi ombligo ¡¡¡Guau!!! ¡¡¡Que escena más cachonda!!!

Entonces, mamá hizo como una “V” invertida con sus dedos y los colocó sobre la parte superior de su coño, con ellos abrió su concha, después su otra mano la pasó bajo su glúteo y metió dos deditos en su encharcada panocha. Para estimularme, mamá me mostraba como jugaba consigo misma.

—¡Oh!, mami … que caliente se ve eso …

—Qué bueno que te guste …


Dijo mi madre observando atentamente mi pija qué se endurecía cada vez más y más. Tenía ganas de levantarme a lamer, besar y acariciar su coño, pero no estaba seguro si ella me permitiría hacerlo, ya sabía que no me dejaría follarla. Viendo la reacción de mi pija y como si hubiese adivinado mis intenciones, me pregunto:

—Dime Alberto … Ahora que has visto mi coño ¿Qué te gustaría hacerme? …

Quizás envalentonado por el vino y también debido al alto grado de excitación que estaba experimentando, le dije descaradamente:

—De seguro te comería el coño, mami … ya que no te puedo culear … te comería tu chocho todo el rato … ¿Puedo? … ¿Puedo, mami? … ¡Mira cómo me has puesto de dura la verga! …

—¡Que bueno muchacho! … Pareces tener mucha más confianza, cariño … creo que te has ganado tu recompensa … ven, puedes lamerme el coño … acércate … quiero chuparte esa hermosa pija tuya otra vez …


Me levanté como si fuese estado impulsado por un resorte, me paré frente a ella con mi polla que se balanceaba invitante. Mamá se enderezó y se sentó correctamente, aferró la parte baja de mi pene, paso una mano por mi glande y procedió a engullir mi verga caliente. Entendí que mamá no solo me estaba estimulando, sino que ella misma disfrutaba y se excitaba succionando mi pene. Había un cierto desenfreno en sus acciones, había dejado su mojigatería de lado y estaba complaciéndose y obteniendo placer al hacerlo.

—Se siente tan bien tu boca en mi verga, mamá …

Le dije acariciando dulcemente sus cabellos y moví mis caderas follando su cavidad bucal, luego le pregunté;

—¿Y qué hay de besar tu chochito, mamá? …

Mi madre dejo de chuparme y me pregunto:

—¿Sabes lo que es el “P’arriba y P’abajo”, hijo …

—Pero mami … ¿Qué es eso? … nunca lo había escuchado …

—¿Y el sesenta y nueve? … ¿Te dice algo? …

—¡Ah! … eso donde la pareja se besa los genitales, uno encima del otro …

—“P’arriba y P’abajo” …

—¡Oh! ¿Quieres decir? … ¡Oohhh! … ¡Sí! … ¡Ay! ¡Que divertido! …

—Bueno, si te gusta … es eso lo que vamos a hacer … ve sobre el diván y acuéstate … yo me meteré sobre ti …

—Pero nunca lo he hecho, mami …

—Pues lo aprenderás … haz como te dije … ve y acuéstate de espaldas …


Hice como dijo mi madre y me di cuenta de que tendría su coño y su culo a centímetros de mis ojos y al alcance de mi lengua ¡¡¡Reconchas!!! Me vino toda esa sensación cachonda como cuando me corro y tuve que gemir arqueando mi espalda, mamá se acercó sonriendo con el recipiente recolector en su mano, montó mi cabeza, percibí el aroma de su panocha, lo sentí mucho más embriagador que el vino. La grieta de su culo engurruñado y los inflamados labios de su concha, me gritaron al unísono “CÓMEME Y FÓLLAME” Mamá se dio cuenta del efecto en mí causado por su sexo y preguntó:

—¿Estás bien, Alberto? …

—¡Vaya, mami, tu trasero se ve increíble! … Hazte un poquito más atrás para comerte bien tu coño …


Mamá se movió y cuando la fisura de su panocha me quedó casi sobre mi nariz, aferré sus caderas y ella se detuvo en esa posición y finalmente pude lamer su sabroso coño lampiño, tomé sus nalgas con mis manos y las abrí para admirar su rugoso ojete anal, también le di una cachonda lengüeteada. Sus senos sobre mi vientre se sentían fabulosos. Mamá arriba y yo abajo, éramos la pareja perfecta, ella me chupaba la polla con su boca ardiente y yo jugaba con los labios de su coño mojado y metía mi lengüita en su culo maravilloso. Me sentía como en los jardines del edén.

Los labios carnosos de su coño llenaban mi boca, su sabor era exquisito, este era mi primer chocho y que fuera la panocha de mi madre lo hacía mucho más excitante. Ella se tragaba mi pija una y otra vez, enardecida con mi verga, tal como yo estaba enardecido con su chocho. Tanta dedicación y escrupulosidad hicieron hervir mis bolas y mi semen se aprestó a salir expelido por mi verga, y así se lo hice saber a mamá:

—Mami, no falta mucho …

Cuando mamá escuchó mi advertencia, en vez de colocar el vaso cercano a mi glande, comenzó un frenético lengüeteo de mi glande y poderosas chupadas a mi pija, no podía resistir más:

—Mami … mami … ahora ya … que me corro, mami …

Finalmente, mamá dejó de chuparme y pensé que hubiese colocado el vaso para atrapar mi esperma. Sentí como su mano me bombeaba y agarraba mi pene para estrujarlo y ordeñarlo bien. Esto me inspiró y estiré sus fabulosas y carnosas nalgas, luego atrapé su cintura y atraje con todas mis fuerzas su coño a mi boca y la penetré con mi lengua lamiendo el interno de sus rosadas carnes, empujando mi boca y mis labios profundamente en su coño, mamá se estremeció y la sentí gritar por la primera vez, cuando me separé de ella para recuperar mi respiración, las nalgas de mamá temblaban. Yo jadeaba y con mis glúteos apretados forzaba los borbotones a salir de mi pene.

—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Ooohhh!, mami …

Me parecía que este había sido uno de mis mayores orgasmos. Me sentía realmente bien. Sin duda este había sido el mejor. Mi madre todavía acariciaba mi pene, seguramente controlaba la toma de muestra, asegurándose que todo había ido dentro el vaso recolector. Desde mi perspectiva, podía admirar el hermoso coño de mamá que parecía que tiritaba después de tantas lamidas. Su culo también estaba bañado con mi saliva. Innegable que esta era la vista más bella del mundo ¡Podría estar así por una eternidad!

Creo que mamá se corrió una vez más, estaba realmente excitada, sus límites se habían expandido, me hizo ver su coño y me permitió lamerlo y besarlo. Todo había sido espontaneo, quizás ayudó el vino. Hice que mamá se corriera, le había dado satisfacción de hembra. Me falta penetrarla, la debo estimular más que ella a mí ¡¡De ahora en adelante mi objetivo será su coño calvo!!



Continuará
 

heranlu

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—¿Sabes que tienes un bellísimo y fabuloso culo, mami? …
Le dije mientras mantenía abiertas con mis manos sus blanquecinas y suaves nalgas, también su coño gordito se veía esplendoroso y mojado, todo estaba ahí expuesto para mi deleite.
—Gracias, cariño …
Respondió ella mientras ordeñaba las últimas gotas de mi semen dentro el vaso recolector. Inexplicablemente o quizás para excitarme, empujo su culo contra mi cara y movió su coño y sus nalgas sobre mis labios, se restregó sobre mí y luego se levantó.
—¡¡Guau!!, mami … que rico cuando me haces eso …
—Bueno … ahora que sé cuánto te gusta … quería demostrarte cuanto me gusta a mí … creo que haremos más cosas que nos gusten a nos dos …
Mamá sabe descolocarme con sus comentarios, siempre me deja con un signo de interrogación enorme ¿Qué significará que haremos más cosas que nos gusten a ella y a mí? ¡¡Ni idea!! Será algo nuevo y sorpresivo como es su costumbre, mi secreta ilusión es follarla, pero ella esquiva y se niega a eso. Creo que deberé quedar a su merced y deseos.

Mamá después de levantarse, se sentó con sus piernas plegadas sobre la alfombra, se veía hermosa con sus hermosos muslos cubiertos en esas medias negras, sus senos enormes que se movían pesantemente en su pecho. Estaba ahí concentrada a mirar el recipiente de las muestras, se acercó a mí que permanecía acostado de espalda y con mi miembro descansando, extremado sobre mi muslo, me mostró el vaso:
—¿Ves cuánto te has corrido? … es mucho menos que otras veces … creo que por hoy eso sería todo … has alcanzado tú limite … y yo también estoy un poco extenuada … me iré a la cama … y espero que tú también lo harás …
Creo que el vino finalmente se me había ido a la cabeza y me sentía extraño, creo que mamá tenía razón como siempre, así que asentí y dije:
—Mami … estuvo fabuloso … cinco veces fueron muchas …
—Hijo, mañana es domingo … tendremos mucho tiempo … seguiremos cumpliendo la prescripción de la doctora … descansa y prepárate para mañana … yo pensare a como estimularte más … quizás sea hora de agregar otras cosas … buenas noches, hijo …
—Buenas noches, mamá …
Así diciendo me beso en la mejilla y se fue desnuda por el pasillo hacia su dormitorio, no me podía perder este momento, así qué rápidamente me senté y contemplé el vaivén de sus caderas y la hermosa cadencia de sus glúteos, los mismos que acababa de babosear, ya no eran inalcanzables. Los había olidos, lamidos, besados, acariciados, lengüeteados, ya eran míos. Pero mamá seguía dejándome como un puzle con su forma de comunicar ¿Qué habrá querido decir que era hora de agregar otras cosas? ¿Qué diablos quiso decir? ¿Cuáles eran esas otras cosas? Mamá seguía siendo un enigma para mí, no me restaba que confiar en su criterio y experiencia, hasta ahora nunca me ha defraudado.

Me levanté, me quejé un poco al alzarme, me sentí cansando, me fui a mi dormitorio y bajo la tibieza de mi edredón, rápidamente me quedé dormido.

Mi sueño se vio interrumpido, me estaban jalando del brazo, abrí mis ojos somnolientos. Mamá estaba sentada al borde de mi cama envuelta en su bata. Pensé que fuese de madrugada, pero mamá me informó que faltaban poco minutos para las ocho, adormilado aún, la miré y traté de mover mi cabeza para espabilarme, la noche se había hecho corta y me sentía con el mismo sueño con el que me acosté. En cambio, mamá lucía lozana, despierta, sonriente, contenta y llena de ánimo y vida, parecía una flor temprana, realmente hermosa y fresca.
—Buenos días, hijo …
—¡Ooohhh!, mami … que sean buenos también para ti …
Sentí una corriente de aire en mis piernas y mi vientre, mamá había quitado en parte el edredón y estaba deslizando su suave mano por mi muslo hasta tocar mi polla que estaba más adormecida que yo, casi al instante terminé de despertarme, ella dijo:
—Vamos a tener una sesión temprana … aquí tengo el vaso de las muestras …
Había un verdadero entusiasmo en la voz de mamá. No podía creer que se hubiese levantado así ganosa para hacer que me corra tan temprano. Sin ningún preámbulo ni caricia, mamá se lanzó golosa a comerse mi verga. Me estaba masturbando, acariciando mí ano y mis bolas con verdadero ahínco y tesón, me parecía sedienta de sexo. Era una maravillosa sensación la que me provocaban su maravillosa boca, su lengua y delicados labios, mi verga se entiesó rápidamente.
—¡Qué rico me lo haces, mami! …
Dije a alta voz, mi madre reaccionó dejando de chuparme, de prisa se puso de pie, desato su bata y la dejó caer al suelo. Debajo no llevaba nada, solo su belleza completamente desnuda, su figura sexy y voluptuosa se presentó ante mis ojos. Se quedó así por un instante, su mano en la cadera y en pose evidentemente sexy, sus senos plenos, cimbreantes y lujuriosos, se bamboleaban desafiantes, sus pezones oscuros apuntaban hacia adelante pendencieros y provocadores, denotando la excitación de ella ¡¡¡Mamá estaba caliente!!!
—Bueno, mi amor … como premio a que te pusiste tan durito … te la voy a chupar por largo rato … tu pija sabe tan rico esta mañana … tengo que aprovecharla antes de que te corras …
No sé si lo decía en serio o me estaba prendiendo a la chacota. Su atrevimiento me provocó una gran sorpresa y mi pene agradecido pareció crecer un par de centímetros. Ella se subió a la cama y volteó su trasero hacia mí, metió sus manos hacia atrás y abrió sus nalgas mostrándome su culo precioso, luego se plegó hacia adelante y me mostro la rajita de su panocha herméticamente cerrada, se veían tan unidos sus labios mayores y la visión era fantásticamente cachonda. ¡¡¡Santos demonios!!! Mamá me quería calentar al máximo esta mañana. Viendo como mi verga blandía el aire sin que nadie lo tocara, mamá giró solo su cabeza sobre sus hombros y con una seductora sonrisa, me pregunto:
—¿Te gusta lo que ves? … ¿Se ve bien mi trasero así? …
—¡¡Joder, mami!! … me haces desear tanto tu coño y tu culo … por favor dime que puedo tocarlos … dime que puedo besarlos … dime que puedo lamerlos … mami, por favor no me hagas sufrir … dime que puedo …
—¡Sí que puedes! … a una condición …
—Dime, mamá … todo lo que tú quieras …
—Quiero chupar esa exquisita y jugosa verga tuya … ¡Jovencito! … espero que te des cuenta de que has hecho que me caliente con tu pija …
Era la primera vez que escuchaba a mamá admitir que ella también se excitaba con nuestra actividad de toma de muestras y que no lo hacía exclusivamente por orden de la doctora. No dije absolutamente nada, no quise evidenciar lo feliz que me hacía sentir. De un salto me puse de pie y acerqué mi verga que se movía como un péndulo a su roja boca, la tomé en mi mano y la apunté a sus labios entreabiertos y suavemente la penetré, mamá comenzó a mover su lengua y después inició una succión sostenida, haciendo los ruidos de chapoteo y sorbos mientras lo chupaba, sentí su mano empoderarse de mis bolas, me parecía que tanto yo como ella lo estábamos disfrutando a concho.

La sensación de correrme todavía no me llegaba, pero ver a mi madre arrodillada a chuparme la verga con ardor y sus tetas que se balanceaban de un lado a otro, me excitaba al máximo. Después de un rato infinito en que mamá gozó de mi pija, me dijo:
—¡Es tu turno! … me pondré en cuatro … podrás besar mi culo y mi coño … pero no me penetres … recuérdalo bien …
Mamá hizo como dijo, se colocó sobre sus manos y rodillas, girada como a mirar la ventana, su culo ligeramente levantado y su espalda levemente arqueada, sus pechos pendían con un movimiento perpetuo, su trasero apuntaba a mi invitante ¡¡¡Que vista más increíble!!! Hace una semana, jamás habría fantaseado que mi devota, beata y religiosa madre, pudiese adoptar estas poses tan calientes ¡¡¡En mi propia cama!!!

Sus amplias nalgas con su estrecha cintura formaban una especie de enorme corazón, la hendedura entre sus glúteos con el culo estriado y rugoso, su coño con esos grandes labios sellados como conservando un tesoro invaluable, se veían tan atractivos, que inmediatamente me arrodille detrás de ella. Toque sus nalgas de ensueño y acerque mi boca a su culo, comencé a lamer y salivar su ojete anal, pase mi lengua por ese estrecho pasaje una y otra vez. Con avidez traté de penetrar ese pequeño orificio, mamá gimió cuando me apoderé de sus nalgas y las abrí e hice calzar mi verga a la entrada de su culo, no me atreví a empujarlo dentro, la tiré de sus caderas y mi pene resbaló hacia arriba luego hacia abajo separando los apretujados labios de su coño, mamá movió sus ancas sicalípticamente metiendo su cabeza en la almohada y gimiendo ¿¿Querrá ser penetrada??

Yo estaba literalmente en el cielo, había saboreado el culo de mamá una vez más. Ahora iba a por su coño. Mamá estaba increíblemente mojada, su panocha se estaba desbordando, su néctar era exquisito, me concentré a lamer esos zumos preciados y finos, dulces como un manjar, embriagantes como un licor. Con mi lengua me fui haciendo espacio en su conchita apretujada, mientras más me adentraba en ella, más sabrosa y enjundiosa me parecía, saboreé incansablemente sus rosada y húmeda carne, los gemidos de mamá eran cada vez más audibles y empezó a tener contracciones en su chocho, los gemidos se transformaron en chillidos ocasionales y la escuché decir:
—¡Ssiii! Alberto … ¡Ssssiiii! … ¡Cómete mi coño! … ¡Lame el coño de mami! …
Vi cómo su culo comenzaba a latir como con vida propia y me apresuré a lamber ese ojetillo rugoso e intoxicante, moví mi lengua en su ano, ese agujero marrón se abría y se cerraba al son de mis lengüeteadas que iban cada vez más adentro, como si la estuviese follando con mi lengua. Mamá gimió empujando su trasero contra mi cara, era indudable que gozaba al ser penetrada así.
—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii!, cariño … Lame el culo de tu madre … se siente taaaan rico.
Por varios minutos continué a darle placer por el culo, separando aún más sus nalgas y traté de ir lo más profundo con mi lengua.
—¡Aaaahhhh! … ¡Mmmm! … ¡Aaahhh! …
Mamá volvió a estremecerse y a gemir, entonces volví a su coño y lo lamí y relamí un poco más. Me moría con ganas de hundir mi verga en esa encharcada concha de mamá, estaba mojada y abierta, pero sabía que ella no me lo permitiría. De todos modos, también era evidente que ella estaba realmente caliente y en un estado de lujuria increíble, me lo decía el modo en que meneaba su trasero mientras lamía su culo y su coño. Me di coraje y le pregunté:
¿Puedo abofetear tus nalgas con mi pene y pasarlo entre tus nalgas? … Quiero acariciar tu culo con mi verga y pasarlo a lo largo de tus glúteos … ¡Te prometo que no te penetraré! …
—Está bien …
Para mi sorpresa mamá accedió sin objetar nada, mi verga se sacudió impactada. Golpeé mi erección en sus nalgas varias veces, mi líquido preseminal se esparció en ellas, mi meato urinario se deslizaba en medio a su hendedura anal. Su culo volvió a llamar mi atención, frote mi glande contra ese orificio para estimularla, sentí las cosquillas como para correrme, pero me contuve. Como ella no se opuso a mis caricias, me envalentoné y con mi mano empujé mi cabeza amoratada entre los labios de su coño, mi verga se pavoneó ostentosamente en el charco de su labia vaginal. ¡¡¡Jesús!!! Se veía tan tentadora su panocha a solo centímetros del glande de mi polla. ¡¡¡Habría bastado un pequeño empujoncito e iría directamente dentro de su paraíso!!!

Nunca había escuchado a mamá gemir tanto, de seguro estaba extremadamente excitada por lo que le estaba haciendo, para mi sorpresa casi en un grito de desahogo dijo:
—Está bien, Alberto … no puedo soportarlo más … mételo en mi coño … mételo suavemente y no te corras dentro de mí … tenemos que tomar la muestra …

¡¡¡Mi Dios!!! ¡¡¡No lo podía creer!!! Ondas celestiales trajeron a mis oídos las palabras de mamá. No me lo hice repetir, esta vez entendí a la primera, sin vacilación apunté con mi verga tiesa a su panocha y empuje:
—¡Aaaahhhh! …
Grité extasiado por la paradisiaca calidez que envolvió mi polla, las paredes del coño de mamá se aferraron a mi verga, casi succionándolo a su interior, los aprietes y contracciones de su coño era algo desconocido para mí, instintivamente retrocedí un poco, pero luego volví a empujar y ella dijo:
—¡¡Oooohhhh!!, Alberto …
—¡Oooohhhh!, ¡Ssiii! …
Dije yo comenzando a deslizar mi pene dentro y fuera de su coño, finalmente estaba follando a mamá, por increíble que me pareciera, estaba sucediendo, mi verga se sumergía en su empapada panocha con ruidos de chapoteo que eran acompañados por chillidos y gemidos de mamá, seguí bombeando más y más rápido agarrando sus caderas para acompañar mis embistes. Imaginar de follarla era una cosa, pero hacerlo deveras, era el cielo en la tierra, nada más placentero de aquello.

Estaba como en un trance, ensimismado en la sensación que me provocaba el coño de mi madre, era mi primer coño. Nada al mundo podía abstraerme de esta sublime y divina experiencia, nada. Ni menos la toma de una insustancial muestra de mi semen. No dije nada que me estaban viniendo las cosquillas en mis bolas, seguí follando a mi madre sin descanso, estaba debatiéndome en si avisarle o no que estaba por correrme, ella misma me dio la respuesta:
—¡Fóllame, hijo! … ¡Fóllame fuerte! … ¡Por favor no te detengas! …
Con placer proseguí bombeándola, ella gruñía y gemía de goce empujando su coño contra mi polla acompañando cada embestida mía. Yo también me sorprendí a mí mismo lanzando ciertos gruñidos guturales que me salían, así como del fondo, antes de ahora jamás me había sentido tan excitado, el coño de mi madre sobajeaba mi pene en modo de volverme casi loco, era la primera vez que no había nada más importante que correrme dentro de su coño. Todos los conductos, desde mis bolas hasta la punta de mi verga hormigueaban, mi escroto entero cosquilleaba y sentí como mi semen salió disparado en ingentes borbotones, me aferré de las caderas de mamá y le enterré mi pija lo más profundo posible:
—¡Argh!, mami … me corro … me corro ... mami, me corro dentro de tiii ...
No quería perderme nada de lo que sucedía, era primera vez que me corría dentro de un coño. Mi madre estiro su pierna derecha hacia atrás y su extremidad comenzó a tiritar fuera de control, también su culo temblaba pegado a mi pelvis. Mamá había arqueado su espalda y gruñía tanto como yo. Parecíamos dos fieras salvajes sedientas de sexo.
—¡Oooohhhh! … ¡Ssiii!, hijo … ¡Ssssiiii! …
Mi madre también se corrió con un gran gemido, yo continuaba a chorrear sus paredes vaginales, después de un tiempo infinito, mi verga dejo de expeler esperma dentro la vagina de ella, sentí como sus músculos vaginales aflojaban su apriete y mi pija se relajó y salió de su panocha. Me derrumbé sobre la cama, mamá se había quedado inerte boca abajo, tenía los ojos cerrados.
—¡Dios mío! … ¡Que hemos hecho! …
Dijo mi madre sin alzar su cabeza, sonaba apesadumbrada. Habíamos sobrepasado todos los límites, no sentí ningún arrepentimiento, por un momento no dije nada, pero luego con el tono más tranquilo posible, le dije:
—Mami … fue imposible para mi detenerme … creo que tampoco tú querías que lo hiciese …
Se hizo el silencio otra vez, después de algunos minutos, ella dijo:
—Tienes razón … no hice nada para detenerte … pero no importa … sucedió y supongo que era lo que tenía que suceder … de todas maneras seguiremos con la toma de muestra … no sé cómo haremos con esta … la has vertido toda dentro de mi …
Mamá se quedó pensando por un rato y dijo:
—Hijo … tomando todas las muestras que hemos hecho … ¿Crees que sería posible calcular una media y anotar ese resultado? …
—Es perfectamente posible, mami … es solo una operación matemática …
—Está bien, hijo eso es lo que haremos … otra cosa, Alberto … no dirás a nadie lo que acabamos de hacer … ¿Entiendes? … nunca … a nadie …
—No te preocupes, mamá … no lo diré a nadie … jamás …
—¡Oh!, qué bueno … me haces sentir un poco mejor …
Luego de un rato ocupada en sus cavilaciones, me sorprendió diciendo:
—Hijo, podríamos hacerlo de nuevo … ya lo hicimos una vez … ya no es tan importante …
¿Mamá me estaba diciendo que podríamos follar otra vez? ¡¡¡Eso me sonaba increíble!!! Pero volviéndose hacia mí, me dijo:
—Pero debes tratar de retirarte a tiempo … así podríamos obtener también la muestra …
—Está bien, mami … puedo intentarlo … pero puede ser difícil … esto es nuevo para mí y es terriblemente placentero … no hay nada igual como follar tu coño …
Le dije con sinceridad, ella me toco el brazo y no respondió nada. Después de un momento sentí ganas de ir al baño y así se lo hice saber:
—Necesito ir a orinar, mamá …
Entré desnudo a mi baño, no sentí la necesidad de cerrar la puerta, me sentía relajado después de haber follado con mamá, además, el inodoro no se veía desde mi cama. Distendido comencé a mear y me sentí muy bien a aliviar mi vejiga. Terminé dándole algunas sacudidas a mi verga para hacer caer algunas últimas gotas, me sentí observado, miré hacia la puerta. Mamá estaba parada allí a mirarme. Me excitó pensar en que mi madre me había visto orinar. No lo sé porque, pero sentí un hormigueo en mi pene, mamá preguntó:
—¿Te molesta que te haya mirado? …
—Realmente no, mami …
—Muy bien … ¿Qué tal si nos duchamos juntos? … quizás podríamos obtener una muestra más …
La cautivadora propuesta de mamá me provocó un pinchazo en mi pene y un retortijón en mis pelotas. Ya me estaba sintiendo un poco excitado, aunque si me había corrido hace poco.
—Sería genial, mami … así tendríamos una toma más para calcular un eventual promedio …
—¡Vale! … métete a la ducha y abre el grifo … yo necesito orinar … si quieres cierra la cortina …
Pensé en el cálido líquido que saldría de la vagina de mamá, pensé que sería excitante verla mear. Quería mirarla mientras lo hacía, tal como ella me miró a mí. Ahora estaba experimentando lo que se sentía. Pero para no incomodarla, le pregunté:
—¿Puedo mirarte, mamá? …
—Acomódate … puedes hacerlo …
Dijo mi madre sonriéndome complacidamente. Ya me había metido en la bañera, pero deje la cortina abierta. Se veía sexy mi madre sentada en el inodoro, sentí de nuevo las pulsaciones en mi polla. Mamá estaba completamente desnuda. Nunca la había visto orinar, era una novedad para mí. El sonido característico de un chorro de orina se dejó sentir en el cuarto, largo y copioso se vertió en la taza por casi un minuto, mamá dejo de mear sin dejar de mirarme y sonreírme. Luego tomó un poco de toalla higiénica y se secó el coño, se puso de pie, arrojo el papel a la taza y tiro de la cadena. No sé qué cosa de esa acción me hacía sentir tan extraño y excitado, solo sé que mi pene se endureció un poco más. Mamá me miró y miró también las reacciones de mi verga que se alzaba a una semi erección:
—¿Eso te sucede mirándome orinar? …
—¡Sí!, mami … no sé porque … pero me excita verte orinar y escuchar el sonido de tu orina …
—¡Oh!, eso me gusta … no todos reaccionan así … sal de esa bañera y ven aquí … me gustaría probar algo antes de ducharnos …
Salí de la vasca y me acerqué a ella que permanecía sentada en el inodoro. Mamá me aferró de las caderas, se inclinó un poco y se puso a chupar mi polla semi dura. Mi pene comenzó a endurecerse más y más. Agarré la cabeza de mamá y follé su boca mientras ella se quedaba sentada cómodamente:
—¡Joder!, mami … esto sí que esta bueno …
Se detuvo y paso su lengua por mis cojones. Después acarició mi erección suavemente y con afecto, su mano suave era como un bálsamo energético que me hacía contraer mis glúteos.
—Bueno … así basta … solo quería saber si se te ponía duro mientras yo estaba sentada … veo que eso te excita … la próxima vez que tenga que orinar, vendrás al baño conmigo … me gustaría chuparte en el momento que estoy orinando … puede ser una novedosa forma de estimularte …
¡¡¡Cristo!!! La idea me pareció fantástica y mi verga reaccionó con un movimiento ondulatorio que no pasó desapercibido a mamá.
—Ve, métete de nuevo a la ducha … yo iré a buscar el vaso de las muestras …
Hice cómo me indicó y esperé a que regresara, mi verga se anduvo reblandeciendo producto de la espera. Mamá regresó al baño y se metió en la bañera, sus hermosas tetas la precedían y las sentí que me presionaban, me empujaban, me abofeteaban, me rozaban, cualquier movimiento que ella hiciera venía acompañado por sus tetas que se movían incontrolables, me fascinaban las tetas de mamá, me volví y trate de contenerlas en mis manos, pero escaparon cuando mamá volvió a voltearse para dejar el vaso del semen y a abrir el grifo de la ducha.

Mamá abrió el grifo y lo colocó sobre nuestras cabezas, el chorro comenzó a bañarnos a ambos, yo la tomé de sus caderas y la apreté contra mí, sus pechos se expandieron en mis pectorales, mi verga respondió alzándose y enfilándose entre los muslos de ella.

Mamá agarró el gel de ducha y comenzó a enjabonarme desde el frente, mi pecho, mi estómago y siguió más abajo, llenando de espuma mi pene que se puso duro a mitad mientras lo masajeaba. Tomó mis bolas y las enjabonó abundantemente, se arrodillo al nivel de mi verga y enjabonó mis piernas, luego se levantó y dijo:
—Date la vuelta …
Me giré de cara al muro y sentí que mi madre me enjabonaba la espalda, los hombros y luego descendía a bañar mi trasero, enjabonó cada nalga por separado, luego comenzó a hacer deslizar sus dedos en la hendedura de mi culo rozando repetidas veces mi ano, me hecho una ingente cantidad de gel y me dijo:
—Ahora te voy a romper el culo …
Sentí sus dedos resbaladizos que empujaron en mi ojete y me penetró con dos de sus deditos, instintivamente me hice hacia adelante, no estaba acostumbrado a sentir la mano de otra persona invadiendo mis partes sensibles. Lo hizo repetidas veces. Inexplicablemente mi pene se movía en forma positiva, yo me sentí extraño, luego me baño con abundante agua para enjuagarme y me dijo:
—¡Tu turno! … házmelo tú a mi ahora ...
Me giré y la miré, ella estaba con sus brazos en alto casi a ofrecerme su cuerpo. Agarré el gel y comencé con sus axilas, sus senos se habían elevado al cielo y se veían aún más grandes, no perdí la ocasión de chupetear de pasadita sus pezones, ella gimió y apretó mi cabeza contra sus senos, después lavé sus brazos y también gasté abundante gel en sus maravillosas tetas, seguí más abajo con su vientre, sus caderas y rocé su ingle y la estrechez de sus muslos, mi pene inmediatamente se puso duro. Arrodillado frente a ella enjaboné su área pélvica dejando que mis dedos se deslizaran entre sus piernas, su monte de venus, la fisura de su coño y el orificio de su ano ¡¡¡Dios!!! ¡¡¡Cómo se sentía divino eso!!! Finalmente bañe sus piernas y pantorrillas, para luego comenzar a enjuagarla.

Sin mediar palabra mamá se giró, yo estaba todavía arrodillado y me encontré con las gloriosas curvas esféricas de sus glúteos que lucían invitantes y desafiantes. Apreté el contenedor del gel en mis manos y comencé a amasar y apretar sus rubicundas nalgas. ¡¡Jesús!! Me encantaba la sensación.

Me puse de pie acariciando acuciosamente su trasero, dejé vagar mis manos en ese universo de voluptuosidad abarcando su ano y su coño. Mamá no se abstrajo a mis caricias, por el contrario, empujo su culo y terminé penetrando su ano con dos dedos y luego con tres, mi madre gemía con su rostro oculto en la penumbra de la ducha, pero cuando intenté penetrar su coño se hizo un poco al lado y entendí que no quería. Volví a hurguetear la rajita de su trasero, después moví mis manos a su espalda y hombros enjabonándola abundantemente. Mi pene en general continuaba a endurecerse, pero no estaba del todo erecto. Mamá se volteó con una sonrisa y un brillo en sus ojos:
—Tengo una idea …
—¿Qué? …
—Cómo estamos enjabonados … abracémonos y frotémonos … veamos si esto te estimula … sería interesante descubrir otra forma de estimulación … quizás luego podríamos tomar la muestra …
—Eres genial, mami … me parece una excelente idea …
Mamá hizo el primer movimiento, se acercó un poco más a mí y puso sus brazos a mi alrededor como si me abrazara. Hice lo mismo con ella y terminamos en un afectuoso abrazo sin ningún interés sexual. Pero luego sentí mi verga que se endurecía y se frotaba contra su pubis. La estimulación dio resultado, mi pene se puso durísimo. Mamá consciente de lo que me estaba sucediendo, comenzó a frotar sensualmente sus senos y su vientre contra mi cuerpo, pasó sus manos por mí espalda y mí trasero, atrayéndome estrechamente a ella. Decidí hacer lo mismo con ella y comenzamos a rozar nuestros sexos, mi verga se puso dura a más no poder, mamá se dio cuenta de esto y cándidamente dijo:
—Hijo tú polla ha crecido mucho … si prometes no correrte dentro de mí, dejaré que me lo metas otra vez …
Ni yo mismo lo creía, pero se lo prometí sin dudar un minuto, mamá se giró y se plegó hacia adelante, agarró mi resbaladizo pene enjabonado y dijo:
—Pásame la ducha para enjuagarlo …
Mamá me enjuago con acuciosidad y luego se inclinó a chuparme la verga por un breve tiempo, después me hizo cortar el agua, me dio la espalda y se inclinó presentándome su culo diciéndome:
—Ahora puedes follarme … dime cosas groseras mientras lo haces … recuerda de no correrte dentro de mí … debes avisarme cuando estes a punto para tomar la muestra …
—Está bien, mami … pero quiero lamer un poco tu coño …
Me arrodillé detrás de ella, separé sus nalgas y comencé a lamer directamente su coño, poco a poco mamá se fue plegando para darme mejor acceso a su panocha mojada. Tenía un sabor maravillosamente fresco y limpio. Aprete un poco sus glúteos y pasé a lamer su ano por algunos instantes. Mi erección estaba al máximo.

Me levanté enardecido sosteniendo sus nalgas ligeramente abiertas y apunté mi verga hacia sus glúteos, preparándome para hacer realidad otra fantasía, embestir su coño desde atrás. La calidez y humedad de su concha atraían mi glande como un magneto. Me posiciones lo más correctamente posible, ya que era mi primera experiencia en esta pose. Apunté la cabeza de mi pija entre su labia abierta de su panocha y empujé.
—¡Aaaahhhhhh! …
Jadeó mi madre mientras mi verga horadaba sus delicadas y suaves carnes …
—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …
Exclame yo excitado sintiendo el cálido apriete de sus músculos vaginales. Empujé hasta el fondo y luego retrocedí un poco para ajustarnos mutuamente. Luego empujé de nuevo, luego otra vez u después más rápido y profundo:
—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …
Dijo mi madre para mi sorpresa. Entonces comencé a follarla más rápido y profundo hasta azotar mis cojones contra las carnosas nalgas de mamá, mi pene entraba y salía por completo.
—¡Oooohhhh! … ¡Maamiiii! … ¡Es tan rico tu coño! …
Moví mis manos de sus caderas intentando atrapar sus tetas, quería estrujarlas, pellizcar esos pezones turgentes. Mamá empujó su culo hacia atrás, arqueo su espalda en modo inverosímil y mis manos aprisionaron sus globos plenos mientras continuaba a follarla con fuerza.
—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …
Volvió a gemir mi madre, bajé mis manos a sus caderas y le di un par de nalgadas y ella me dijo contenta:
—¡Ssiii!, Alberto … fóllame y dime cuanto te gusta hacerlo … dímelo …
—Joder, mami … me gusta tu coño … me gusta romperte tu chocho caliente … es tan jodidamente sabrosa y jugosa tu conchita … solo quiero follarla todo el tiempo …
Mamá rotaba sus nalgas sintiéndome hablar, mis inhibiciones se desvanecían mientras follaba su estrecha vagina.
Estábamos follando como dos animales en celo. Ella la leona que gruñía y chillaba y yo que bramaba e intentaba morder su cuello desde atrás. Estábamos perdidos en el paroxismo de nuestra copulación, lo disfrutábamos ambos. De repente sentí la ebullición de mis bolas y gruñí casi en agonía, estaba pronto a descargar mi semen en el chocho fértil de la matriarca.

¿Lo digo o no lo digo? Mamá me había dicho de avisarle, agarré sus caderas y comencé a bombearla con violencia, sus tetas se estremecían a cada embiste. Como un lampo pasaron los dichos de mamá:
—Mami … mami … qué me corro … me voy a correr …
Ella gemía profundamente al ritmo de mis embestidas bestiales:
—¡A la mierda, hijo! … no te detengas … córrete dentro de mi … dame tu lechita otra vez …
Cuando termino la última silaba de sus palabras, los densos borbotones salieron chorreando con fuerza a bañar sus entrañas, después de unas fuertes embestidas, mi verga descargo toda la carga y se me escapo un gruñido de victoria y placer.

Una vez más la pierna derecha de mamá se estiró hacia atrás y tirito mientras ella chillaba y sollozaba. Lo que me hacía pensar de que se había corrido también ella. Me aferré de sus caderas sintiendo los músculos de su coño que se contraían para ordeñar mi polla, se sentía maravilloso. Después de un rato mi polla resbaló fuera de su coño, la sostuve por las caderas por largo rato, me había posesionado de mamá, me pertenecía.

Mamá estaba con la cara apoyada en sus manos, cómo para avergonzarse de algo, pero solo limpió algunas lágrimas incipientes, me dijo:
—Alberto … eso se sintió maravilloso … pero hemos perdido otra muestra … ¿sabes? … ya no me importa tanto recolectar tu semen … pero sé que tenemos que hacerlo …
Mientras estábamos juntos desnudos dentro de la vasca, se volteó sin mirarme, me abrazó y escondió su rostro en mi pecho, me abrazó con fuerza. Mamá había cambiado. Pero tenemos que solucionar lo de las muestras. Me quedé confiado y tranquilo a sentirla respirar abrazándome estrechamente. Estoy seguro de que ella tiene ya la respuesta a todo eso. A su tiempo me lo dirá …

Continuará...
 

heranlu

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Al final de la tarde, mientras cenábamos desnudos en la cocina, mamá se recordó de la cita con la doctora. Me dijo que por ningún motivo debíamos decirle cuales métodos habíamos usado para recolectar mi semen.
Mamá se mantuvo estrecha a mí por largo rato, luego recuperó su compostura, me soltó y sin mirarme dijo:

—Termina de enjuagarte y vístete …

Rápidamente obedecí, me enjuagué bañando mi verga y mis bolas para barrer los restos de semen, apenas terminé salí de la bañera y comencé a secarme de espaldas a mi madre, me giré para irme a mí cuarto a vestirme, mi madre estaba con su mirada fija en mi polla que se balanceaba como un péndulo que la hipnotizaba.

—Seca bien tu pija …

Dijo sin quitar sus ojos de mi miembro, volví a pasar la toalla por mis genitales, vi como lamía sus labios mirándome. Me excitaba verla cachonda, un cosquilleo se manifestó por mi espalda, pero no se vio reflejado en mi pene que venía observado atentamente por mamá:

—Ponte solo esa especie de bata que tienes tú y baja a desayunar … yo iré luego …

No dijo nada más, solo corrió la cortina de la ducha y escuche que habría el grifo para enjuagarse. Tiré la toalla en el canasto de la ropa usada y me fui a mi habitación.



Mi quimono estaba sobre la silla y me acerqué a recogerlo, vi mi imagen reflejada en el espejo del armario, mi cuerpo desnudo, saqué pecho y hundí mi vientre, moví mis caderas para hacer mover mi verga que pendía fláccida, esa verga que hasta hace algunos minutos había follado el coño de mamá. Y no solo una, sino dos veces había colmado de semen sus entrañas deliciosamente benditas y celestiales. Quizás si me permitirá de volver a hacerlo. Tal vez ahora primará para ella la toma de muestras y solo me masturbará. No es eso lo que yo quiero. No puedo esperar a follarla de nuevo. Simplemente no es suficiente que la haya follado dos veces. Su cuerpo voluptuosamente sexy me hace enloquecer y mi pija no es indiferente para ella. ¡¡Quiero más de ese coño suyo!!



Me vestí con mi personalísima bata y bajé la escala. En la cocina me serví unos cereales y un poco de leche tibia, mientras deglutía los alimentos, mi cabeza era una vorágine pensando a lo sucedido con mi madre, me preguntaba en que modo me excitaría la próxima vez. Mamá era genial y nada se le escapaba a la hora de inventar trucos cachondos para excitarme.



La escuché que descendía por las escaleras. Me decepcionó un poco verla con una toalla envuelta en su cabeza y su bata blanca cubriendo toda su beldad. Su postura no dejaba de ser sexy, pero no mostraba absolutamente nada de su hermosura, ni siquiera sus maravillosas tetas se adivinaban bajo esa gruesa bata que la volvía a beatificar. Traía una carpeta azul en sus manos que me intrigó. No me miró cuando entró, solo paso a mi lado a prepararse su propio desayuno, no dije nada, el silenció era predecesor a cosas que mamá ya había planificado y que seguramente me daría a conocer muy luego.



Entonces ella se acercó y se sentó frente a mí, comenzó a comer las tostadas que se había preparado y tomó un sorbo de café, luego sus esplendentes ojos me iluminaron con su mirada, estaban brillantes como un astro, tragó y me dijo:

—Alberto … lo que hemos hecho debe ser un completo secreto entre tú y yo …

—Lo sé, mami …

—Pero dime una cosa … ¿Lo disfrutaste? …


Como siempre, mamá me sorprendió con esa pregunta improvisa y un poco extraña, pero me apresuré a responder:

—¡Por supuesto que sí! …

—Bueno … me preguntaba si te sentías culpable y arrepentido …

—¿Bromeas? … Se sintió fantástico … me pareció natural hacerlo junto a ti … ha sido maravilloso … tanto como la toma de muestras …

—Me alegro de que te sientas cómodo con eso … solo quería estar segura … de todas maneras debería haberme contenido y no lo hice … porque ver tu cuerpo desnudo y tú apreciando sensiblemente el mío … me ha despertado cosas que estaban adormecidas en mí … el último fue tu padre … ¿sabes? …


Hizo una pausa para beber un sorbo de café, se quedó mirando su taza como buscando el modo de seguir con su discurso:

—Pero tú me has penetrado y no hemos logrado recolectar muestras apropiadas … por eso creo que debemos volver a hacerlo … pero si me penetras y no te puedes retirar a tiempo, eso hace más difícil conseguir el objetivo …

Me desilusioné un poco, el haber follado se había convertido en un problema, bajé mi cabeza y me sentí un poco culpable. Ella terminó de comer y dijo:

—Traje conmigo el registro de tus medidas de semen … todas las que hemos hecho en modo normal …

Había visto la hoja someramente sin revisar las cantidades, pero sabía que mamá registraba todo acuciosamente, la observe que sacaba dos hojas de la carpeta y me llamó:

—Ven … acércate para que puedas ver mejor …

Moví mi silla y me senté a su lado mirando las hojas que mamá ponía ante mí. Mi madre había escrito con lápiz las cantidades en un cuadriculado a columnas, la mayoría de las medidas iban de 6,7 a 9,3 mililitros al principio de la toma de muestras, después disminuían bajo 7,4 mililitros, pero noté que no había un total para cada día.

—Mami … porque no sumamos los totales de cada día …

—No sé … Pensé que lo haría la doctora … hagámoslo de todos modos …


Fui a buscar la calculadora que mamá tiene en el cajón de la cocina y me volví a sentar junto a ella. Empecé a sumar las cantidades de cada día. Iban de 33,5 mililitros a 37,4 mililitros cada día, habíamos tomado de cinco a siete muestras por día. Mamá me observaba mientras sumaba y luego estudié los resultados finales. Las diferencias que se reflejaban finalmente mostraban que estas bordeaban los 4,8 a 6,3 mililitros.

—Muy interesante …

Dije mientras mamá empujaba mi brazo urgiéndome a explicarle que cosa tenían de interesante las cifras que ella había registrado.

—¿Qué? … ¿Qué es? …

—Mira, mami … los números no mienten … las cantidades diarias no son tan diferentes … lo que significa que si no anotamos un par de muestras … igualmente podríamos calcular un promedio final sin problemas …


A mi madre se le iluminaron sus ojitos y me sonrió:

—¡Oh!, ¡Umh! … ¡Ya veo! … ¡Umh! … entonces eso significa que podríamos follar una o dos veces al día sin preocuparnos de que afecte el resultado final … ¿verdad? …

Se me subió el calor a la cara, me ruboricé al escuchar el razonamiento directo de mi madre.

—¡Emh! … Bueno … no lo había pensado de esa manera … pero los resultados muestran que puede ser posible …

Dije sinceramente, ya que estaba absorto en realizar los cálculos y no había pensado lo que mamá había concluido, me sonreí para mis adentros pensando en ello.

—¿Y también podría ser posible que pudiéramos pasar un día completo sin medir tu semen? …

—¡Emh! … Bueno … No creo que debamos exagerar y hacerlo con demasiada frecuencia, pero de vez en cuando … no afectaría las medidas normales …


Se marcaban los hoyitos en las mejillas de mamá que me sonreía en modo travieso. No sé lo que estaba pensando, pero su mirada me seducía y mi pene reaccionaba bajo mi bata.

—En ese caso, Alberto … ¿Por qué no nos olvidamos de recolectar muestras en el día de hoy? … desde esta mañana que me tienes caliente … yo te ayudaré a correrte en el modo más natural posible y, quiero que también tú me ayudes a satisfacerme … ¿Qué te parece? …

Mi verga levantó mi bata al escuchar a mi madre, ella sentada a mi lado se dio cuenta de inmediato. Entonces moví mi cabeza en modo afirmativo y dije:

—Me encanta el modo natural, mami …

—Lo sé … tú polla te delata …


Dijo mi madre sonriéndome, luego me tomó de la mano y me dijo:

—Vamos arriba a mi dormitorio …

Mamá se río cuando me levanté con una tremenda protuberancia bajo mi bata. Luego hizo algo cómico, me soltó el cinturón del quimono y la parte frontal se abrió dejando ver mi verga totalmente erecta:

—Así está mejor …

Dijo mi madre y luego tomó mi erección, camino frente a mi jalándome de la pija. Increíble, mamá se llevaba mi verga a su dormitorio y con ella me arrastraba también a mí ¡¡¡Que cosa más maravillosa!!! Me llevo hacia arriba por las escalas y no me soltó hasta que entramos en su habitación. El dormitorio de mamá es mucho más amplio que el mío, además su cama es una King-Size enorme, casi el doble de la mía. Apenas entramos en su cuarto, mamá cerró la puerta detrás de nosotros, luego en un tono dominante me dijo:

—Siéntate en el borde de la cama frente a mí …

Obedecí sumiso y quedé de frente a la pared de espejos de los armarios. Mi quimono permanecía abierto, por ende, mi polla era completamente visible, claramente ya no estaba tan duro como lo estaba hace un momento. Mi madre estaba frente a mí todavía vestida con su bata y de espaldas a la pared de espejos.

—Alberto … hemos estado a recolectar tú semen por varios días … pero hoy haremos que te corras usando el método natural … pienso que eso también te ayudará con tus dolores … follaremos como una pareja normal durante todo el día … ¿¿Estás de acuerdo conmigo?? …

Pensé me estaba interpelando, me sonrojé escuchando su perorata. Iba a abrir la boca para responder, pero ella continuo esa especie de soliloquio.

—Y quiero oírte hablar sucio conmigo, también que me folles lo más fuerte que puedas … creo que es lo mínimo que puedes hacer por mí, después de haberte estado ayudando toda una semana … quiero escucharlo de ti … dime que me quieres follar … dímelo, Alberto …

Me sentí un poco cohibido ante la fuerza imperiosa de mamá por tener sexo conmigo, sumiso y dócilmente le dije:

—Mami … quiero follarte …

—¡Dilo más fuerte! …

—¡Quiero follarte, mamá! …

—¡¡Mas fuerte y con más firmeza!! …

—¡¡¡Quiero romperte el coño!!! … ¡¡¡Quiero que me abras tus piernas para meterte mi pija dura en esa concha tuya caliente y mojada!!! … ¡¡¡Quiero romperte ese culo de puta caliente que tienes!!! … ¡¡¡Te voy a bañar tus tetas con mi esperma!!! …

—¡Eso! … está mucho mejor, Alberto mío …


Dijo mi madre dejando caer su bata y mostrándose ante mí con toda su belleza totalmente desnuda, entonces me quité mi bata y le dije:

—Ven aquí puta cochambrosa … chúpame la pija y prepárala para meterla entre tus nalgas y romperte el culo …

—Eso me gusta … mucho mejor … asegúrate de hablarme así cuando me estes follando … me puedes decir de todo y llamarme con cualquier nombre que te venga en mente … no seas tímido … lo haces para satisfacerme … no olvides que así me gusta más …


Tragué saliva, mamá se estaba deshaciendo de su hipocresía y pudibundez transformándose en una mujer libre y llena de vida. Por mi parte, yo estaba perdiendo mis inhibiciones y respondía a las travesuras de mamá con mayor convicción, me encantaba ser guiado por ella.

—¡Emh! … ¿p-perra sexy? …

—¡Eso! … ¡Más! … ¡Dime más cosas! …

—¡Perra caliente! … ¡Perra chupa vergas! … ¡Devoradora de pollas! … ¡Puta buena pa’ culear! … ¡Puta de culo caliente! … ¡Lame pollas! …


Otra vez volví a ruborizarme, nunca había dicho ese tipo de cosas a mi madre, pero ella me miraba complacida y acariciaba mi pene.

—Así es, jovencito … Soy una puta amante de tu verga … me encanta el sabor de tu polla … y quiero que me folles con esa pija tuya encantadora … y si eres bueno para complacerme, te dejaré follar mi culo … ese culo que te gusta tanto será todo tuyo … ¿Te gustaría poner tu pija dentro de mi culo caliente? …

Mi pene había crecido a su máximo, me puse de pie, mi verga enhiesta pulsaba con mis latidos, toda mi sangre se estaba concentrando en esa zona, mi glande lucía amoratado y lustroso como un hongo gigante, los ojos de mamá estaban fijos en mi pene, se arrodilló ante mí y acarició sus mejillas con mi verga entiesada, golpeó sus firmes tetas con él como para comprobar su solidez y esplendor, luego miró mis ojos y comenzó un lengüeteo maravilloso, realmente le gustaba mi verga a mamá, su estado de excitación era más evidente que nunca, sus senos estaban plenos y sus pezones hinchados sobresalían y se empinaban endurecidos, pasando mi verga entre sus labios me dijo hablando entre dientes:

—Déjame probar esta maravillosa polla tuya …

Inmediatamente se tragó mi pija en su cálida boca. ¡¡Lo chupo casi como un animal devorador de vergas y hambriento de sexo!! Lamió mis bolas. Hizo todos esos sonidos de chupeteo, sorbos y chapoteo de su lengua, escuché su jadeante respiración sobre mí mientras me lamía y chupaba. Gruesos hilos de saliva cubrían mi pene y ella la deslizo entre sus tetas y la aferraba con sus manitas juntas casi como adorando sagradamente mi arnés que se mantenía duro como palo entrando y saliendo de su boca.



Verla así tan enardecida y excitada, hacía hervir mi sangre, nunca me había sentido tan caliente por mi madre. Apasionado, agarré su cabeza y la sostuve como si estuviera follando su cara mientras ella continuaba a chuparme con devoción inaudita. Cerré los ojos gozando de todas sus caricias, pero se detuvo y se levantó, me dio un beso con sabor a verga y me dijo:

—Vamos a la cama … quiero sentir tu lengua en mi coño mientras te la chupo …

Me recosté paralelo a los espejos, quería ver a mi madre sobre mí chupándome la verga, ella se sentó a horcajadas sobre mi cara, sus maravillosas nalgas se cernieron sobre mí rostro. ¡¡Que vista más maravillosa!! El espejo me mostraba a mi madre sobre mí recogiéndose los cabellos con sus tetas protuberantes apuntando hacia arriba, muy pronto esas tetas estarían sobre mi vientre. Mirando hacia arriba podía observar los labios de su coño rosado medio abierto y su culo fruncido de color marrón que se dejaba caer a sofocar mi cara para mi intenso placer. La miré al espejo justo en el momento en que ella se plegaba hacia adelante, sus tetas hicieron contacto con mi estómago y sus labios se cerraron alrededor de mi pene comenzando a chuparme con la misma voracidad y locura de antes.



Me di a la tarea de lamer el coño de mamá con toda la destreza aprendida en estos días, pasé mis manos por sus nalgas, aferré sus caderas para hundir mi boca en su panocha y chupar hasta casi asfixiarme en sus zumos sabrosos ¡¡¡Dios, si que era bueno esto!!! Me encantaba el aroma de su coño y su culo, con mis manos abrí esas nalgas firmes para lamer su rugoso orificio que empezaba a contraerse como con vida propia. No había nada más excitante que ver la calentura de mamá reflejada en la reacción que tenía mientras mi lengua se perdía en esas nalgas suyas para mojar y lamer su ardoroso trasero, era una delicia sentir el estrecho ojete de mamá en la punta de mi lengua.



Mi madre adorada todavía estaba ocupada a devorar mi pija salvajemente, gemía y emitía todos esos sonidos ya característicos para mí, sorbos y chupeteos llenaban el sonido ambiente de su dormitorio, mis bolas estaban en ebullición y aun cuando el cosquilleo en mis bolas ya estaba presente, me estaba controlando para no correrme tan de prisa, quería que la succión de su boca en mi verga no terminara nunca, ella me lo había dicho explícitamente que quería chuparme la pija por largo rato.



Continué a bañar su coño y lamí y relamí su ojete anal, baboseando sus glúteos mientras ella rotaba su trasero en mi boca. Amasé sus redondas nalgas, las estiré, las apreté, las besé, no podía hartarme lo suficiente de su culo magnifico, era el hombre lame culos y estaba en el edén anal.



Luego ya no me aguantaba más y me revolví para advertir a mi madre:

—¡Mami! … ¡Mami! … ¡Ya, mami! … casi se me sale … que me corro, mami …

Por suerte mamá se había transformado en una experta recolectora de esperma, dejo de chuparme prontamente y dijo:

—¡Por Dios! … ¡Espera! … ¡Espera! … ¡Quiero que te corras en mi boca! … ¡Quiero que veas a tu madre tragándoselo todo! … ¡Quiero que veas cuanto me gusta tragarme tu delicioso semen! … ¡Cambiemos de posición! …

Así diciendo se levantó precipitadamente de mi cabeza y se arrodilló a los pies de la cama sobre un tapete, la vi como ordenaba sus cabellos hacia atrás, vi sus tetas que se cimbreaban y vi su reflejo en los espejos del armario, era como una alucinación ver a esta estupenda mujer arrodillada como una beata, pero esta vez con una lujuriosa mirada en sus ojos y pronta a recibir un baño de lechita caliente en su boca, realmente me impresionó.



Me paré frente a ella y agarré mi erección, la golpeé un poco en sus tetas:

—Toma puta caliente … abre tu bocacha para llenártela con mi leche …

Mamá sumisamente se acomodó, cerro sus ojos y abrió su boca, golpeé un par de veces sus mejillas y luego restregué mis verga en sus labios, ella aprovechaba de pasar su lengua sobre mi glande y se mantenía ávida y en espera de que penetrara su boca, entonces le dije:

—Ahora putilla … prepárate a beber mi semen … prepárate a saborear el semen de tu hijo, puta …

El haberme tenido que levantar había cambiado la sensación de correrme. Ya no sentía esos deseos inminentes, así que me puse a disfrutar las chupadas de mamá, sabía que haría maravillas en mi verga en corto tiempo. Miré a la pared de espejos y vi a mi genitora, lucía extremadamente excitante chupándome la verga, eso envió un escalofrío que recorrió mi espina y mis bolas temblaron antes de explotar y enviar ingentes cantidades de esperma hacia mi meato urinario, saliendo a borbotones y escurriendo en la boca de mi madre.

—¡Ahhhhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Aahhhhhhhhh! …

Grite sintiendo un cierto grado de dolor por la violencia y cantidad de esperma saliendo de mi verga, mamá aferró mis caderas y engullo los primeros chorros, pero luego mi semen desbordo de su boca a la comisura de sus labios, se deslizó por su barbilla y finalmente gruesas hebras perladas cayeron sobre sus senos enormes.



No sé si mi madre estaba fuera de forma o ya no tenía practica a chupar una pija o quizás estaba produciendo más semen que antes, pero en las últimas oleadas de esperma, se limitó a abrir la boca con la lengua afuera y se dejó bañar por mi esperma ¡¡¡Era como un espectáculo de película porno!!! Mamá con su rostro completamente empapado de líquido seminal, frotó el semen de su cara y de sus senos y luego lamio sus dedos mirándome fijamente, como a mostrarme cuánto lo disfrutó.

—¡Oh, Alberto! … Me encanta el sabor de tu semen, es especialmente agradable … Tal vez no lo sabes porque no te lo he dicho … pero cada muestra de tu semen después de medirlo y registrarlo … siempre me lo bebía … por eso sé lo sabroso que es … ¡Me gusta! …

¡¡Reconchas!! ¿¿Habré escuchado bien?? ¡¡Mamá se habría bebido casi un cuarto de litro de mi esperma!! ¡¡Jesús, Jesús!!



Imaginar a mamá bebiéndose mi semen, me procuró un endurecimiento de mi pene casi instantáneo, mi madre no se dejo escapar la oportunidad, famélica de semen, rápidamente se tragó mi pene y me chupó a un velocísimo orgasmo menor, solo un par de chorros salieron de mi pija antes de quedar completamente flácida, igualmente ella tomo mi verga en sus manos y la ordeño y lamió mi glande hasta dejarlo limpio y lustroso. Con las piernas que me temblequeaban, me derrumbe sobre la cama de mi madre.

—¡Mmmmmm!, querido … eso fue realmente encantador …

Dijo mamá levantándose y caminando sinuosamente hacia la mesita de noche. Sus grandes senos la acompañaban bamboleándose sexy y libres. Mamá tomó una pequeña toalla y se limpió la humedad del semen de su rostro y sus pechos:

—Dame un minuto, Alberto …

Y se fue caminando hacia el baño. No podía dejar de observar esos maravillosos glúteos de ella que me embelesan cada vez que se gira ¡¡¡Dios, que vista!!!



Le tomó un par de minutos a mi madre para volver, hermosa como siempre, su tez tersa y lozana de un rosado natural y en sus ojos había fuego otra vez, con una sonrisa de alegría y satisfacción se dejó caer sobre su cama de espaldas, luego apoyo su cabeza con su mano y se giró, sus enormes senos reposaban plenos uno encima del otro, como buenos amigos al unísono llamaban a ser devorados, lamidos, mordisqueados y besuqueados, mi madre vio mis ojos fijos en sus mamas, su mano paso sobre sus tetas como si quisiera limpiar algo sobre ellos y sin mirarme me dijo:

—Es tu turno … ve a lavarte, Alberto … y por favor regresa luego aquí a mí lado …

Mi madre es la higiene hecha mujer, se limpia y se lava a cada rato, quizás por eso su coño y su culo saben tan bien. No me lo hice repetir, de un salto me dirigí a su toilette, mientras caminaba sentí un silbido de mamá:

—¡Qué culo más bello que tienes, hijo! …

Dijo riéndose y lanzándome un beso que era toda una promesa. Recordé cuánto le gusta mi trasero a mi madre, y con una tímida sonrisa respondí:

—¡Son tus genes, mami! … ¡Son tus genes! …

Una vez en el baño, rápidamente me metí bajo la ducha, enjaboné y enjuagué especialmente mis bolas, la raja de mi culo y mi pene. En menos de dos minutos estaba fuera secándome. Tiré la toalla a la canasta de la ropa usada y me fui caminando con mi pene que ondulaba y mis pelotas que aleteaban, apenas entre al dormitorio de mamá, ella estaba casi en la misma posición y sus ojos se fijaron en mi entrepierna:

—Mi vergudo hijo … ¿Estás limpio ahora? …

Limpio y fresco como un bebé … y solo para ti …

Le dije mientras apoyaba mi espalda en las almohadas, sentándome al lado de ella, mi cabeza estaba en una posición más alta con respecto a su cuerpo, así que podía admirar toda la anatomía de mi madre, noté su ombligo que no era abierto como el mío, el suyo restaba cerrado, más abajo su monte de venus lucía invitante, calvo y terso, me dieron unas ganas locas de tocar su cálida piel, al parecer ella se percató de ello y me dijo:

—Si quieres … puedes tocarme mientras conversamos un rato …

Moví mi mano sobre su vientre para probar ese hoyuelo cerrado de su ombligo, este se negó a ser penetrado, así que moví mi palma por su estómago hasta la base de sus tetas, apreté su teta derecha y pellizqué suavemente su pezón, luego me incliné a succionarlo con suavidad.

—¡Ooohhh! ¡Qué bello! … Vuelves a ser mi bebé así pegado a chupar mi teta … sigue, bebé … sigue. Que me encanta cuando chupas mis tetas …

Dijo mi madre acariciando mis cabellos. Mi pene no tenía ninguna reacción, pero se sentía rico y agradable succionar su pezón, como si me diera un sentido de tranquilidad y protección bajo el alero de sus tetas. Pero la voluptuosidad de mamá me inspiraba a explorarla un poco más, moví mi mano sobre su montículo venusiano y sentí esa calidez y delicada suavidad de su chocho. La miré a los ojos mientras pasaba mi mano sobre su concha calva, ella me sonrió, cerró sus ojos y se distendió sobre la cama abriendo sus piernas para mí:

—Toca y juega con mi coño, hijo … mete tus dedos si quieres …

Moví mi dedo medio a todo el lago de sus labios vaginales, los fui abriendo poco a poco para descubrir el tesoro que mamá tiene entre sus piernas, con la yema de mis dedos percibí su candorosa humedad, luego inserté mi dedo en su estrecho ojete mojado, la carne estaba allí, suave, resbaladiza y empapada, metí dos de mis falanges y mi pulgar quedó sobre su clítoris:

—¡Mmmmmm! … ¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii!, bebé …

Dijo mamá con los ojos cerrados, abrió sus boca sicalípticamente y empujó sus pelvis hacia arriba haciendo entrar más de mis dedos dentro de ella.

—¡No te detengas, Alberto! … ¡Eso se siente muy bien! … ¡Fóllame! … ¡Quiero correrme con tus dedos! …

En realidad, no tenía ninguna intención de detenerme, estaba disfrutando a pleno la lujuriosa reacción de mamá y la escuché decir:

—Puedes meter más dedos para estimularme mejor … eso se siente muy rico …

Dijo mi madre moviendo sus caderas al ritmo en que mis dedos entraban y salían de su coño. Con mucho cuidado metí mis otros dedos en su chocho devorador, tenía todos mis dedos dentro de su concha que se contraía y apretaba a los dedos invasores y, poco a poco fui aumentando la velocidad de penetración, se sentía maravilloso ver como mi madre se volvía loquita:

—¡Aaaahhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …

Mamá gritaba y se contorsionaba sobre la cama. Sus piernas se abrían y cerraban apretando mi mano entre sus muslos, sus pies se habían encrespados y retorcidos en una extraña forma, continuaba a gemir y chillar como una bestia en una agonía de placer. Continué y aumenté el ritmo, mamá empujaba su coño con fuerza hacia arriba y tomo mi muñeca para empujar mis dedos más adentro de ella y forzarme a follarla más rápido, eso fue precisamente lo que hice. Luego de un par de minutos de esta frenética acción, mamá grito y su cuerpo se estremeció en un temblorcillo que involucró toda su humanidad. Sentí los fuertes apretujones de su coño a mis dedos. Luego se relajó y quedo inerte y jadeante con sus ojos cerrados y su lengua que bañaba sus labios voluptuosos como saboreando la potencia de su orgasmo. Nunca antes la había visto correrse con tal intensidad y ella era la primera mujer que me hacía experimentar esta experiencia terriblemente caliente, entre jadeos y aún con sus ojos cerrados, me dijo:

—Gracias, Alberto … realmente lo necesitaba …

Mamá se recostó en la cama, juntó sus piernas, acomodó sus senos y me miraba con una cara ensoñadora, miraba mi verga que se había puesto semi dura, lo tocó y lo sintió reblandecido, se sentó en la cama y me dijo:

—Hijo … ¿Sabes lo que haré? … Bajaré ahora mismo a preparar un cafecito para ti y para mí … no te muevas porque lo tomaremos aquí en la cama … y después prepárate porque tenemos que hacer que te corras … es tu turno … voy y vuelvo … piensa un poco en que cositas ricas me vas a hacer …

La miré ansioso, volvió a ponerse la bata y desapareció de la habitación. “Es tu turno” dijo mamá, las pulsaciones en mi pene eran ya agradables, me cubrí un poco con una manta que tenía mamá sobre su cama. Será el cansancio de haberle provocado a mi madre un orgasmo demencial o tal vez, me canso más de prisa que otra veces, pero me quedé traspuesto a soñar con mi madre y su cachondez.



No sé cuánto tiempo había transcurrido, sentí movimiento al lado mío y me desperté, mi madre estaba ya sentada junto a mí, me sacudió suavemente el brazo:

—¡Alberto! … ¡Despierta! … Te has quedado dormido …

—¡Umh! … ¡Emh! … yo … ¿Cuánto he dormido? …

—Poco más de una hora … Cuando llegué con el café ya dormías … Pensé que lo necesitabas y te dejé dormir … Así luego responderías con mayor fogosidad …


Dijo mamá guiñándome un ojo y sonriendo mientras me entregaba una taza de café humeante y aromático, luego prosiguió:

—Entonces aproveché de llamar a un tía Giovanna … tú sabes que siempre la llamo …

—¿Y cómo está la tía? …


Me senté y tomé la taza que me ofrecía mamá. Deje que la manta me mantuviera cubierto de la cintura para abajo. Mamá se colocó frente a mí, todavía vestía la bata blanca. Comencé a espabilarme bebiendo un sorbo de café. Estaba rico y fresco.

—Tu tía está bien y te mando saludos …

—¿Y por qué la llamaste? …

—Bueno … un par de veces a la semana hablo con ella … tú sabes … y como te habías quedado dormido, fui y la llamé … me encanta hablar con ella …


Es verdad. Mi madre normalmente habla con su hermana a menudo, son bastante unidas. La tía Giovanna vive en la quinta región en una localidad costera de renombre turístico. Aparte de hablar semanalmente, se visitan unas cuantas veces durante el año. La tía al igual que mamá vive sola, su marido falleció en un accidente hace un par de años. A mamá le hubiese gustado que la tía se viniera a vivir con nosotros, pero jamás la presionó al respecto. Al improviso me vino un pensamiento:

—Mami … ¿No le habrás dicho … ¡Emh! … sobre mi … condición? …

—Bueno … no le he dicho nada en particular … pero si le dije que estás en un tratamiento médico …

—Bueno … Está bien … sería embarazoso para mí si le hubieras dicho mucho más …

—Pero Alberto … tú tía Giovanna es como una segunda madre para ti … de seguro que ella querría verte mejorar …


No quise seguir indagando sobre las cosas que habrían hablado mi tía y mi madre, pero no estaba convencido de cuánto le habría dicho mi mamá. Terminé de beber el café y continuamos hablando, me sentía despierto y renovado, mamá me miró con esa mirada suya y ya sabía que significaba:

—Alberto … ¿Te sientes bien? … ¿Has descansado? … ¿Te sientes mejor? …

—Sí, mami … me siento mejor … pero me está volviendo ese dolorcillo, ¿sabes? …

—Pero ya sabemos cómo quitártelo, hijo …


Mamá me sonrió y lentamente comenzó a hacer que la manta se corriera por mis piernas, hasta que apareció mi flácido pene y mis bolas. Ella acarició dulcemente mi pene y con delicadez, como si estuviese manejando una pieza preciosa:

—Que rica y suavecita está tu pija … se siente limpiecita y agradable … me he acostumbrada tanto a ver tu maravillosa polla que la deseo tanto como a todo tu cuerpo … ¿Qué podremos hace para que se ponga durita? …

Mi madre se arrodilló a mi lado y con sus dos manos masajeaba mi verga tratándola de resucitar, su mirada brillaba y no era la misma de hace unos momentos cuando hablábamos de la tía, ahora era intensa, como si fuera otra persona, lamía sus labios y jugaba con mi pene sintiendo como este se endurecía con su tratamiento manual, me miraba con una media sonrisa lasciva en su rostro angelical y travieso, ya no era la mujer reprimida, ahora sus deseos estaban a flor de piel, había un poco de perversión y lujuria en sus ojitos entrecerrados. Le pregunte:

—¿Te pondrás algo sexy para mí? …

—Bueno … Sí … ¿Qué te gustaría? …

—Te veías tan hermosa y cachonda solo con tus medias negras y tus tacos altos … creo que bastaría para estimularme bien …


Mamá levantó su mirada en modo pensativo y me dijo:

—Creo qué sé lo que te va a gustar … recuéstate … cierra los ojos y no mires lo que haré … solo unos minutos …

Hice como me pidió mamá y esperé con una cierta ansiedad pensando en lo que haría mi madre. La escuche abrir su armario y hurgar en los cajones, luego ruidos de sus movimientos. Mi pene comenzó a pulsar y a levantarse en anticipación. Pasados algunos minutos, mamá dijo:

—Está bien … ya puedes abrir los ojos …

Lo hice y una aparición alucinante y deliciosa estaba ante mí. Mamá se había quitado la bata y estaba de pie a casi un metro de la cama vestida solo con medias negras y un fino portaligas del mismo color, también calzaba unos zapatos de punta con unos tacones de unos quince centímetros. Había cepillado sus cabellos y llevaba lápiz labial de un intenso rojo, también había maquillado su cara levemente.



Posaba para mí con una mano en sus caderas, con sus grandes pechos desnudos, se giró un poco a la derecha y luego a la izquierda, después dio un giro completo para mostrarme su esplendoroso culo y movió su cuerpo en modo de hacer tambalear y sacudir sus nalgas, lo que sabía siempre me estimulaba al máximo y me enloquecía de deseo ¡¡¡Dios!!! ¡¡¡Se veía tan deliciosa!!! ¡¡¡Esas medias negras le daban un toque mortífero!!! ¡¡Silbé con placer!!

—¡¡Guau!! … ¡¡Qué bella que estás, mami!! …

Mi pene continuaba a alzarse con cada movimiento que ejecutaba mi madre, ella se paseó como una modelo haciéndome ver todas las riquezas fabulosas de sus curvas y luego me lanzó una barra de lápiz labial que me desconcentró, pues no sabía por qué lo había hecho:

—Quiero que me hagas algo, Alberto …

Se acercó a mí con su andar felino, mi verga endurecida la apunto amenazadoramente.

—¿Qué? …

—Quiero que me escribas algo en mi culo con ese pintalabios …


Tragué saliva atónito y complacido, pero mi cerebro obnubilado por la proximidad de su trasero no lograba imaginar ni pensar nada al respecto.

—¡¡Eh!! … ¡Sí! … pero qué …

Mi pene vigorizado por el descanso había alcanzado dimensiones extremas y se empinaba en el aire con movimientos autónomos. Mamá se giró presentándome sus maravillosas posaderas para permitirme estampar en ella algún escrito. Me temblaba la mano percibiendo la calidez de sus nalgas.

—Siéntate al borde de la cama para que puedas hacerlo con mayor comodidad …

Dijo mi madre pasando sus manos por sus glúteos, como preparando la tela para la escritura. Con cierta vacilación me acerqué con el lápiz labial en ristre, se veía tan caliente su culo. Tuve la tentación de besarlo y lamerlo, al parecer sus tacones hacían que su trasero sobresaliese más hacia afuera. Finalmente, sin poderme contener enterré mi rostro en medio a sus nalgas carnosas, agarrándolas y apretándolas con fuerza, mamá gimió con un placentero ronroneo de gata.

—¡¡Dios!!, mamá … es tan hermoso tu culo … ¿Y qué debo escribir? …

Mamá me miró divertida y dijo:

—En la nalga izquierda pon una “P” y una “U”, en la derecha una “T” y una “A” …

De inmediato me encanto la imaginación de mamá y me puse manos a la obra o mejor dicho manos sobre la obra de arte que era el culo de mi madre, escribí tal como me dijo. La hice voltearse y en su vientre dibujé una pequeña flecha que apuntaba hacia su sexo y escribí “COÑO”, mamá estiraba la piel de su vientre divertida y con una mirada perversa y traviesa. Sobre la albina piel de mamá el rojo intenso del lápiz labial sobresalía y se veían claramente. Ahora mamá lucía como esas putillas de mis revistas pornográficas y mi imaginación volaba sobre sus sinuosas curvas.

—Mami … te ves realmente caliente …

Mamá se acercó a los espejos del armario y se giró a ver la escrita de su culo, meneó sus nalgas y al parecer satisfecha se giró hacia mí sonriéndome:

—Tu padre solía hacer esto conmigo y lo excitaba muchísimo …

Deseosa y ganosa se acercó a mí y tomo mi pene en su boca para darme una furibunda mamada acompañada de una batahola de sonidos de sorbos y chupeteos. Levantó su mirada paseando la lengua por sus labios rojos saboreando mi verga:

—Quiero que me digas cosas sucias mientras te la chupo … todo lo que se te ocurra …

Luego sin quitar sus ojos claros de mis propios ojos, se tragó mi pene hasta el fondo:

—¡Chupa! … ¡Chúpame la pija puta caliente! … ¡Has que me corra en tu boca, sucia prostituta …

Mi madre me miraba con ojos ensoñadores.

—¿Cómo se ve mi culo, cariño? …

—Tienes un culo de lame pijas fabuloso … cualquiera quisiera culearte ese estrecho agujero cagón … todos quisieran joderte por el culo …

—Y a ti … ¿Te gustaría follar mi coño? …

—Por supuesto que me gustaría volver a romperte ese coño pelado … me gustaría meterte mi verga y hacerte gritar de placer como la puta que eres …

—¿Te gustaría cogerme a lo perrito? …

—¡Sí! … me encanta tu coño lampiño …

—Entonces llámame perra …

—Y eso es lo que haré … perra de mierda … te voy a dar por tu concha y por tu culo, perra culiá …

—¿Y qué clase de perra soy? …

—Eres una zorra … puta de putas … que te gusta beberte mis mocos … culicagada lame vergas …

—¡Excelente Alberto! … Soy una culicagada chupadora de pollas … me encanta que me claven el coño … me enloquece el sabor de tu semen y tener una pija dura y jugosa dentro de mi boca y mi coño …


Diciendo esto, mamá puso un cojín sobre la silla, se arrodilló en eso y dándome la espalda, procedió a abrir sus nalgas mostrándome su culo y su coño contemporáneamente, luego mientras jugaba penetrándose con sus dedos, me miraba a los ojos en forma perversa. Me abalancé detrás de ella y procedí a lamer su culo y su coño, lamí, lamí y lamí, yendo de uno a otro, pasando mi lengua a lo largo de la hendedura de sus nalgas, arriba y abajo. ¡¡Reconchas!! Era lo más caliente que había hecho con mamá hasta ahora.



Mamá se sentó en la silla y teniendo mi verga a la altura justa, procedió a chuparme con devoción, yo jugué con sus tetas, pellizcando su pezones y amasando sus esponjosos globos, finalmente mamá soltó mi verga y dijo:

—¡¡Fóllame las tetas!! …

Juntó sus pechos con sus manos y los levantó hacia mi envolviendo mi pene endurecido como una roca, sus suaves y cálidas carnes acariciaban y sobajeaban mi polla ¡¡¡Carajo!!! ¡¡Estaba en el séptimo cielo!! ¡¡En el paraíso de las tetas!! Después de algunos minutos de esta diversión le dije:

—No quiero correrme aquí … te quiero follar …

Mamá respirando con jadeos, se levantó y se subió a la cama apoyándose en las manos y rodillas, con su rostro reflejado en los espejos del armario, en esa posición me dijo:

—Ven y cógeme el culo … quiero verte y que te veas follándome en los espejos …

¡¡Coño!! ¡¡Que invitación!! Mi pene estaba desbocado, necesitaba meterlo en alguno orificio ahora ya. Me subí a la cama detrás de ella, pasé arriba y abajo mi pija en el surco de sus nalgas. Abofeteé sus glúteos con mi verga. Podía apreciar tanto su culo como su coño empapados e invitantes. Me decidí e inserté la punta de mi polla en su encharcado chocho, lentamente, profundamente hasta que mi bolas tocaron sus muslos.



Enseguida repetí la acción una y otra vez, como el pistón de una máquina, mi verga entraba y salía de su coño. Miré los espejos, viendo las fabulosas tetas de mi madre bamboleándose como locas mientras yo embestía su concha desde atrás, mamá empujaba su vagina contra de mí. ¡¡Me pareció jodidamente caliente!!



Empecé a gemir y gruñir muy excitado por la escena que me mostraban los espejos, al escucharme mamá dijo:

—¡Sí! … ¡Fóllame! … ¡Fóllame! … ¡Folla a tu sucia madre amante y chupadora de pijas! …

—¡Sí, zorra! … ¡Perra lame culos! … ¡Tiene! … ¡Zámpatelo todo! …


Seguimos así por largo rato, verme follar a mi madre por detrás en los espejos era una visión increíble y a ella le encantaba. De tanto en tanto nuestros ojos se encontraban y podía ver su rostro contorsionado por la lujuria sintiendo sus gemidos de placer y delicia. Improvisamente ella gritó:

—¡Córrete en mi culo, Alberto! … ¡Córrete en mi culo! …

Casi a punto de correrme saqué mi verga bañada en los zumos de mi madre y apunté a ese hoyito marrón, estrecho y engurruñado, con un poco de energía mi glande perforó la resistencia de su esfínter con cierta facilidad, centímetro a centímetro me sumergí en su ano cálido y profundo:

—¡Aaarrrggghhh! … ¡Ssssiiii! …

Me retuve de correrme, pero me era difícil con el estrecho roce de sus paredes anales. La follé con fuerza y muy luego la sentí gemir y chillar casi en sollozos:

—¡Mmmmmm! … ¡Ssiii! … ¡Ssssiiii! … ¡Mmmm! …

Vi los temblorcillos que se apoderaban de las piernas de mamá y aumenté la velocidad y profundidad de las penetraciones y ya no me pude contener, exhalé un gemido acompañado por un grito:

—¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …

Me descargué en el culo caliente de mamá. Ola tras ola de semen rellenando sus vísceras. Mamá trataba de calmar su pierna derecha que tiritaba con vida propia, todavía gemía y chillaba entre dientes, con sacudidas y estremecimiento de todo su cuerpo. Se derrumbó hacia adelante y mi verga salió chorreando esperma sobre su espalda y glúteos. Luego colapse jadeante a su lado. Nos quedamos en esa posición sobre su amplia cama.



El resto de la tarde la pasamos follando y ella chupándome y tragándose mi semen. Una posición que me gustó mucho fue con mi madre sobre mí, ella con mi verga incrustada profundamente en su chocho, sus tetas bamboleándose y saltando arriba y abajo, viendo su lujurioso rostro mientras se corría haciendo vibrar todo su cuerpo y estrujando mi pija con sus músculos vaginales, ver sus tetas moviéndose de ese modo fue simplemente genial. Me corrí otras cuatro veces en el transcurso de la tarde y mis bolas se aplacaron.



Otros de los momentos increíbles fue cuando mamá se arrodillo en la alfombra sobre sus codos y rodillas y me ofreció explícitamente de follarla con mis dedos. Me dejo abrirle sus nalgas y pude lamer su coño y su culo. Babeé su ojete anal e introduje mis dedos, ella gemía y rotaba su trasero empujándolo contra mis dedos, su ano se contraía y apretaba mis falanges, gemía y chillaba de placer. Le dije varias groserías y obscenidades antes de clavar su orificio anal con mi verga y correrme en lo profundo de sus tripas.



Pero sin duda alguna mi preferido fue cuando volvimos a la cama y ella me lo chupo hasta ponerlos duro como palo, luego se acuclilló sobre mí y se introdujo mi pija en su ano, ensartándose ella solita, luego se sentó en mí, abrió sus piernas y folló su coño con sus dedos hasta correrse con mi verga enterrada profundamente en su culo, mientras ella luchaba por mantenerse quieta, la rellené con una carga fresca de mi esperma caliente.



En ningún momento mamá quiso recolectar mi esperma, o se lo tragaba mientras me chupaba, o dejaba que me corriera en su coño o su culo y luego ella iba al baño a limpiarse, ver gotear mi semen fresco de su ano o su trasero, también fue para mí algo excitante.



Al final de la tarde, mientras cenábamos desnudos en la cocina, mamá se recordó de la cita con la doctora. Me dijo que por ningún motivo debíamos decirle cuales métodos habíamos usado para recolectar mi semen y que ella arreglaría las anotaciones como si hubiésemos recolectado todas mis eyaculaciones en el modo prescrito. Prontamente asentí y estuve de acuerdo con ella, sabía que lo que habíamos hecho no lo podíamos comentar con nadie.



Y nos quedaba aún un día de recolección antes de volver a la consulta de la doctora.



Continuará
 

heranlu

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Mamá sin dejar de masturbarme inicio el zafarrancho para la recolección de mi esperma, tomo el recipiente y lo coloco en la hendedura de sus tetas.
Mamá descansaba su mano sobre mi pija y la acariciaba tiernamente. Estos dos últimos días habían sido de ensueño para mí. Pero mañana sería lunes, comenzaba la semana laboral y mamá debía regresar a su trabajo y yo al colegio. Mis compañeros del segundo medio, seguramente me preguntarían que había hecho el fin de semana. Por ningún motivo podía revelar mis actividades con mamá. Pero lo que me preocupaba era como lo haríamos para tomar algunas muestras, ya que el martes siguiente teníamos cita con la doctora María Paz.

—Mami … me sentiré un poco extraño mañana … no estarás para ayudarme con las muestras …

—Lo sé, cariño … yo estaba pensando también sobre eso … pasado mañana veremos la doctora y debemos tener los datos de las muestras para ver que dice … ¿Cómo están tus dolores? …

—Bueno mami, con toda la ayuda que me has dado me he estado sintiendo bastante bien … has hecho que me corriera seis veces el día de hoy y casi no siento ninguna molestia …

—¿Y por qué casi? … ¿sientes algo todavía? …

—Mami, es que cuándo me duele me queda delicado y esa sensación no se va … pero ya no me molesta …


Mamá me sonrió y su mano comenzó a sobajear mi verga con mayor ahínco. Había envuelto mi capullo con su mano y lo movía verticalmente siempre con suavidad, pero su delicado toque comenzaba a tener efecto en mi y mi pene reaccionaba endureciéndose.

—Eso quiere decir que para que duermas tranquilo podría estimularte una vez más …

Razonó mamá inclinándose sobre mi verga y rozando su nariz con mi glande, como para sentir el aroma de mi pija semi dura.

—Hueles exquisito … a limpio y a ese sabor gourmet que tiene tu semen … me encanta …

Dijo ella y comenzó a sorber el líquido preseminal que salía de mi glande, luego montó mis piernas a horcajadas y aplasto mi verga con sus tetas, cubriendo toda mi pija y haciendo aflorar la puntita en medio a sus magníficas mamas para lengüetearla con la punta de su lengua:

—¿Crees que puedes correrte una vez más para mami? …

—¡Mmmmmm!, mami … si sigues así no durare mucho …

—No quiero que te corras tan pronto … quiero que te corras en mi boca para llevarme tu sabor y dormir con él toda la noche … ¿Qué otra cosa podríamos hacer por ahora? …

—Podrías darte vuelta y así te podría comer el coño y el culo … tú sabes cuánto me gusta …

—Pero si me lo pides así no suena bien a mis oídos …

—Entonces … date vuelta culicagada y enséñame tu coño baboso y tu culo sabrosón para comérmelos … enseguida me chuparás la pija hasta bañar tus tonsilas de puta caliente …

—Eso sí qué me gusta …


Así con mamá encima, formamos un sesenta y nueve. Con mis palmas acaricié sus sedosos muslos, estaban tibios y suaves, el culo de mamá ya no era solo marrón, tenía una tonalidad rojiza, como si se hubiese irritado después de tanta pija, también su abertura era mayor, fácilmente metí mi lengua en su trasero. Mamá reacciono con gemidos y ronroneos de gata en celo. Su coño también mostraba los primeros signos del crecimiento de sus vellos púbicos, de todas maneras, acaricié sus labios hinchados y húmedos, mi lengua dio unos golpecitos a su clítoris y mamá chillo y refregó su pelvis en mi rostro.

—Mami … quiero follar tu coño por un rato …

—No es esa la forma en que me lo tienes que pedir … deberías ya saberlo, Alberto …

—Date vuelta putilla para meterte mi verga por el culo y hacerte sudar como un pollo a lo espiedo … hueles a puta caliente … visto que eres mi madre te follaré como un cabrón hijo de puta …


Mamá obedientemente y sonriendo se dio vuelta, meneo sus nalgas para mí:

—Métemelo Alberto … has que me corra como una berraca … culéame bien culeada …

Abrí sus nalgas y deslicé mi verga entre el surco de su culo, ella encorvó un poco su espalda y me presentó su concha, lo empujé de un solo golpe y mi pija resbaló dentro de su chocho. Luego la tomé de sus caderas y comencé a embestirla con fuerza, haciendo sonar sus glúteos contra mí:

—Mira como la tengo dura zorra … te la meto en tu coño caliente … ¡toma! … ¡toma! … ¡toh! …

Mamá gemía en voz alta, estiraba sus brazos para agarrarme y aumentar mis golpes a su coño, mi verga estaba a punto de estallar, pasé mi mano bajo su vientre y restregué con mis dedos su clítoris, mamá comenzó a temblar, sus manos estaban como enloquecidas, su cabeza se movía de lado a lado, estaba teniendo un potentísimo orgasmo, yo me estaba aguantando porque quería acabar en su boca, así que follé su coño hasta cuando sus convulsiones se aminoraron, entonces lo saqué de un golpe. Empujé su trasero y la hice voltear en la cama:

—Abre esa boca de puta culicagada que te quiero llenar de lechita caliente … ¡Ábrela! … te la llenaré de cremita chantilly … esa que te gusta tanto …

Mamá reaccionó y se posicionó rápidamente de espalda, acomodó sus brazos para dejarme avanzar hacia su rostro y abrió su boca:

—¡Dámela!, Alberto … ¡Quiero beberla toda! …

Apenas estuvo mi verga al alcance de su boca, mamá comenzó a chuparme ávidamente:

—¡Chúpame! … ¡Chúpame la verga zorra inmunda! … ¡Tú cara de puta se ve muy bien entre mis piernas! …

Mamá chupaba como si se le fuese la vida en ello y mis cojones comenzaron a hervir y sentí el cosquilleo característico, apreté su rostro con mis muslos y enterré mi verga en lo profundo de su boca comenzando a llenarla a chorros:

—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! …

Semen a raudales salía de mi pija enardecida y dura, escuchaba solo los esfuerzos de mamá por tragar lo más posible, la solté cuando la sentí toser. Mi pobre madre se estaba ahogando en esperma, hasta por los orificios de su nariz rezumaba mi semen. La miré con un dejo de preocupación, aprontándome a recibir un raspa cachos de su parte, pero ella se recompuso, se quitó unas hebras de lefa de sus parpados y me sonrió:

—¡Chiquillo de mierda! … Casi me ahogo, pero me has hecho muy feliz … feliz, feliz … ahora me iré a mi cama y dormiré con tu olor y sabor … duerme bien … mañana temprano recogeré otra muestra, pero usaré el vaso … buenas noches, hijo …

—Buenas noches, mamá …


Salió de mi cuarto contoneándose segura de si misma, la vi que espalmaba restos de mi corrida en sus pechos esplendorosos. Sus nalgas se movían rítmicamente, como saludándome, les tiré un besito y me cubrí con el edredón para dormir. Mamá vendrá temprano a recoger otra muestra de semen, pero lo hará con el recipiente ¡¡Qué pena!! ¡¡Pero bueno, Así es la vida!! Ahora necesitaba descansar.



Lunes y mi madre me despertó que estaba todo oscuro, faltaban pocos minutos para las seis, la mano templada de mamá ya aferraba mi asta que estaba semi dura, me dijo:

—Alberto … no puedo irme al trabajo sin tener un acercamiento contigo … ¿cómo has amanecido el día de hoy, hijo? …

—¿Ah? … ¡Umh! … eres tú … ¡mami! … ¿Qué haces levantada tan temprano? …

—Alberto … tengo que ir al trabajo … ¿acaso no lo sabes? …

—¡Pero es de noche todavía! …

—No … ya amanece … quiero saber ¿cómo esta tu dolor? …

—Mami … tengo mucho sueño y más que dolor es un leve malestar …

—Pero luego te irá aumentando … por eso estoy aquí … haré que te corras ahora y … bueno antes que me vaya al trabajo te lo hare una segunda vez … así podrás ir al colegio sin que ese malestar se manifieste muy rápido …

—Bueno, mami … gracias por tu preocupación …


Mamá tenía ya mi verga casi dura, metió su cabeza bajo el edredón y sentí sus cálidos labios cerrarse sobre mi glande, su boca me enardecía, los sonidos que hacía mamá me excitaban sobre manera, quisiera tenerla siempre efectuándome esas mamadas maravillosas. Sobrepasado por el placer, dejé caer mi cabeza hacia atrás y me entregue a sus caricias. Acaricié sus muslos y la atraje sobre mí, su maravilloso coño estaba cálido y húmedo, olor y sabor a limpio, pero sus zumos eran abundantes, dulces y exquisitos. Cerré mi boca sobre su clítoris, parecía un bastoncito erguido, se sentía su consistencia en mi lengua, se lo chupé y lamí incansablemente. Ella empezó a gemir más fuerte y unos tiritones se apoderaron de sus caderas y glúteos. Entonces me concentré en las chupadas, mamá soltó mi pija y comenzó a restregar su chocho en mi rostro, bramaba y gruñía lanzando resoplidos y chillidos. Me apoderé de sus caderas y apreté mi boca contra su sexo, mamá se alborotó un poco y comenzó a pajearme enérgicamente. Entonces gruñí y lancé un bufido animalesco e inicié a disparar mis borbotones, sentí a mi madre engullir mi verga y comenzar a beber de la fontana que regaba su aparato bucal, tragó y tragó, los movimientos de sus caderas se transformaron en esporádicos tiritones y chillidos ocasionales. Tanto ella como yo nos habíamos corridos casi al unísono, nos estábamos sincronizando cada vez más. Mamá jugo con mi verga un rato más y luego emergió de debajo del edredón, sus labios estaban húmedos y brillantes, así también como sus ojitos claros llenos de afecto por mí.

—¿Estás bien, Alberto? …

—¡Super! … me siento super …

—Qué bueno … yo me siento genial … iré a bañarme y a vestirme … si quieres duerme otro poco … yo vendré a despedirme luego … y recuerda que lo haremos nuevamente …


Con esta promesa, mama se arrebujó en su bata blanca y se fue a su dormitorio, solo cerré los ojos y salí temporáneamente de este mundo, me adormecí con una sonrisa en mis labios y mi pija descansando sobre mi pelvis.



Abrí mis ojos, mamá estaba vestida, maquillada y muy bien peinada, sus labios brillaban con un intenso color rojo, olía a perfume. ¡¡Que bella mujer que es mi mamá!! Traía una toalla en sus manos y se estaba acomodando a la orilla de mi cama con mucho cuidado, cuando vio que abrí mis ojos me dijo:

—No quiero que vayas a salpicarme …

Tiro finalmente el edredón hacia mis pies y puso la toalla sobre mi vientre, después comenzó a masturbarme. La forma de mirarme, sus sensuales guiños y las afables caricias de sus manos, eran más que suficiente para despertarme y hacer que mi verga se pusiera dura como palo. Ocasionalmente, mamá se inclinaba y se tragaba mi verga, para luego retirarse saboreando con su lengua sus labios carnosos, movía su cabeza en modo sicalíptico, disfrutaba haciéndome lo que me estaba haciendo. Luego me dijo:

—Córrete, hijo … córrete … dame lo que yo quiero … dámelo … tú sabes cuanto me gusta … vamos … córrete ya …

—Puta culicagada pajéame fuerte … si quieres beberte mi leche hazlo con más fuerza … exprime mi verga … chúpamela y jálamela hasta que explote y te tragues mis mocos … chupa puta culeada … chupa …


Mamá se lanzó furibunda a mamar mi pija, no le importó su peinado, no le importo su vestido, sacó la toalla de mi vientre y acarició mi estómago, me chupaba la pija con tanto ardor que no resistí más, aferré su cabeza y follé su boca corriéndome a mares dentro de ella, mamá succionaba diligentemente todos mis fluidos. Se levantó pasando la lengua por sus labios y su dedo por la comisura para recoger unas gotas de semen que se había escurrido por allí, luego me miró con sus ojos de fuego:

—Excelente, Alberto … me sorprende plácidamente tu lenguaje soez … ahora debo irme, hijo …

—Sí, mami … gracias por tu ayuda …

—¡Ah!, no te vayas a retrasar para el colegio … compórtate como un caballerito y no hagas nada malo … esta tarde llegaré lo más temprano posible …

—Bueno, mamá … pierde cuidado … sabes que me comporto bien …

—Sí lo sé … ¡Ah! … una última cosa … por ningún motivo vayas a tocarte … regresas a casa y me esperas … me has dejado loquita … no veo la hora de volver a ayudarte …


Diciendo eso mamá se apresuró a levantarse, se arregló un poco moviendo sus caderas y luego la escuché decir:

—¡Demonios! … estoy toda mojada … debo cambiarme estas bragas …

Salió de prisa de mi cuarto casi dando saltitos, su culo apretado en su falda lucía como siempre fabuloso, escucharla que había empapado sus bragas, fue un estímulo instantáneo para mi polla, pero ella dijo que no debía tocarme y no lo haré.



La jornada parecía interminable, pensaba en las bragas humedecidas de mi madre ¿¿Se habrá calentado chupándome la verga?? Al parecer sí. Me llamaron la atención un par de veces porque me sorprendieron desconcentrado en la clase que estaban impartiendo, pero me era imposible centrarme en eso, la palabra “bragas-bragas-bragas” giraba por mi cabeza persistentemente, imposible quitármela de mis pensamientos. Finalmente sonó el timbre que daba por finalizada la jornada de estudios. Recogí mi mochila y partí de regreso a casa. Una vez en casa me preparé algo de comer y luego decidí darme una ducha, mamá disfruta de la limpieza y no quiero perder tiempo a lavarme cuando ella esté de regreso, ella se fue muy caliente al trabajo esta mañana, quizás cuantas cosas ha pensado durante su jornada laboral, tal vez me sorprenda con algo nuevo. El dolorcillo a mis cojones me hacía impacientar por la espera. Pero ya faltaba menos de una hora para que mamá regresara, espero no se atrase.



Me puse mi bata predilecta sin nada debajo. Me había recién sentado delante a la Tv, cuando sentí el carro de mamá. Por fin estaba de regreso, me levanté para recibirla con un saludo, ella entró, colgó su bolso en el perchero y luego se volteó a mirarme:

—¡Como te está bien esa bata, Alberto querido! … luce bien en ti …

¿¿Habré escuchado bien??, ¡¡A mamá ahora le gusta mi bata!! Se acercó a mí sonriéndome y casi casualmente toco mi verga con su mano, le di un beso en la mejilla:

—Gracias, mami … tú también te ves estupenda …

—Sí … pero necesito una ducha y ponerme cómoda … mira un poco la Tv mientras yo me relajo un poco …


Dio unos saltos en un pie mientras se sacaba un zapato y luego saltó en el otro pie para sacarse el que quedaba, luego se fue a pies descalzos a su dormitorio, su trasero me tuvo embelesado hasta que desapareció en su cuarto.



Sin lugar a dudas, mamá acaparaba toda mi atención. Pero también me preocupaba la visita a la doctora al día siguiente ¿¿Cuál será la causa de mi mal?? ¿¿Será algo grave y serio?? Eran muchas las cosas en que pensar, mejor esperar a mamá, ella siempre tiene el razonamiento justo y criterioso, necesito saber su opinión.



Mamá se sentó junto a mi en el diván, la televisión mostraba un programa anodino, ella vestía su bata blanca y olía a jabón, estaba recién duchada, fresca como una flor de primavera. Casualmente metí mi mano bajo su bata y alcancé a tocar su vientre con la yema de mis dedos, mamá estaba sin bragas, ella delicadamente alejó mi mano de entre sus muslos:

—No, todavía …

Me dijo sonriéndome, yo tomé su mano y la puse en mi regazo cerca de mi polla, lo que permitió que ella tomara la iniciativa comenzando a acariciar mi polla por sobre mi quimono, me dijo:

—¿Cómo has estado? …

—Bien, mami … pero estaba pensando en mañana que debemos ir a la cita con la doctora …

—Bueno, hijo … no debes inquietarte mucho … es una buena doctora y de seguro nos tendrá alguna novedad y así podrás tratar tu afección …

—Si mami, porque me está doliendo ahora …

—¿Deveras? … ¿Te duele mucho? …

—No es tanto dolor, mamá … pero es una molestia persistente … como un pinchazo que no se va …

—Entonces tendremos que hacer que te corras rápidamente …


Así diciendo mamá se quitó la bata, estaba esplendente, su piel tersa y albugínea, delicada y suave, cálida y totalmente desnuda. Sus hermosos pechos parecían dos globos inmensos que desafiaban las fuerzas de la naturaleza, se acercó más a mí, nos miramos a los ojos por unos segundos, su mano aferró mi polla y comenzó un masaje lento, pasaba su lengua a humedecer sus labios y su vista seguía fija en mis ojos. Era tan lindo su rostro ovalado de niña traviesa que me vino de besarla. Hasta ahora nunca había intentado besar sus labios, me incliné hacia su cara, acomodé mi boca y puse mis labios sobre su boca entreabierta, su lengua se deslizo dentro de mi boca y persiguió mi lengua hasta cuando cómplices, mi lengua invadió su boca y ambas juguetonas se entrelazaron una y otra vez. Los intensos jadeos de mamá eran otra cosa que me llamó la atención. Su efusiva respuesta a mi beso era también una novedad para mí, no tenían nada de maternales sus besos, mi madre era mi amante y así se entregaba, sin tiquismiquis ni melindres vanos.



Mi madre continuaba a pajear mi polla, sus toques me electrizaban, mi piel parecía de gallina, un cosquilleo me llegaba hasta mi cerebro obnubilando a cualquier pensamiento fuera de esta exquisita sensación que me procuraba la mano de mamá. Ella sintió mi jadeo pesante y entendió que me estaba llevando rápidamente al clímax, sumó su otra mano para acariciar mis bolas y mi glande, sus movimientos eran variados, dulce y lento, rápido y rapidísimo.

—¡Oooohhhh!, mami … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Aaaahhhh! …

Ni siquiera la advertí que me corría, ella estaba preparada y prontamente se abalanzo a chupar la erupción de semen desde mi pija, unas gruesas hebras perladas de esperma se esparcieron por su rostro, pero finalmente logró beber la mayor cantidad de mi eyaculación, ordeñó mi pene asegurándose de hacer salir hasta la última gota.



La dolencia en mi verga cedió y cambió a malestar leve, mi querida madre siguió en el transcurso de la tarde a pajearme, probé su coño empapado y terminé una vez dentro de ella. Pero me encantó cuando ella se empaló en mi polla, abriendo sus nalgas y sentándose sobre mí, haciendo desaparecer por completo mi verga dentro de su culo, tocó su chocho mirándome y ofreciéndome sus tetas para que se las lamiera, besara y chupara, se corrió restregando sus nalgas en mí y yo me corrí sobre excitado por su intensa estimulación llenando su recto de esperma.



Nos duchamos juntos y fue el turno de la mamada bajo la ducha. Luego vestidos solo con nuestras batas bajamos a cenar algo que mamá preparó en el momento, unos chorizos con huevos que estaban exquisitos. Me tocó limpiar la cocina como de costumbre, mientras mamá iba a su dormitorio a prepararse para la noche, se sentía cansada. Por mi parte yo también estaba exhausto, cuando terminé con la cocina, me dirigí a su dormitorio, la vi durmiendo plácidamente, entonces me fui a mi cama a dormir, nos merecíamos un descanso después de esta tarde de fuego.



Mamá me despertó al alba, esta vez hizo todo según la prescripción de la doctora, me chupó por un rato y luego recogió mi corrida en el receptáculo de vidrio, lo miró a contraluz y luego hizo algunas anotaciones en una de las hojas de su carpeta azul:

—Con esto estamos listos, Alberto … espero te vaya bien en el colegio … no hagas nada extraño … y no vayas a llegar tarde a la cita con la doctora, recuérdalo …

—Sí, mami … no tienes de que preocuparte … espero solo que el dolor no vuelva muy intenso …

—¡Oh!, pobre hijo mío … aguanta … no vayas a tocarte … esperaremos las indicaciones de la doctora y luego veremos como hacer con tus malestares … ya se me ocurrirá algo para aliviar eso …


Me quedé más tranquilo sabiendo que mamá pensaría a cómo ayudarme con mi indisposición, hasta ahora su ingenio y empeño han sido notables, ha hecho cosas que jamás imaginé haría por mí. También me recordé que la doctora probablemente me revisaría de nuevo, no pude evitar de recordar sus maravillosas tetas que podrían muy bien competir con las de mi madre y la forma de lamer sus labios cuando estiró mi prepucio.



Estuve toda la mañana con mi cabeza a darle vueltas al asunto, un par de veces mi pene se puso semi rígido, pero mamá me había dicho de no tocarme, así que no lo hice. El mal volvió y comencé a sentir levemente la molesta pulsación en mis cojones. A las 15:30 me fui para la consulta de la doctora, estaba impaciente por saber de los resultados y el diagnóstico de la señora doctora María Paz.



Tomé el autobús y me fui a la cita, mamá me había dicho que ella saldría un poco antes del trabajo y nos encontraríamos en la consulta. Por cierto, la recolección de mi esperma esta mañana había sido en el modo prescrito. Me decepcionó no poder sentir la boca de mamá chupando mi pija hasta correrme, tampoco me dejo que la manoseara mucho, estaba ya vestida para ir al trabajo y sentí sus senos a través del vestido y su sujetador. Por un momento sus ojitos brillaron y me sonrió con sus mejillas enrojecidas cuando exploté en el vaso, pero solo sacudió y estrujó mi pene sin tanta ceremonia, lo exquisito fue cuando terminamos y me dijo:

—¡Ay!, Alberto … has hecho que me mojara … debo ir a cambiarme mis bragas …

Me sentí medio satisfecho en escucharla admitir eso, mi madre deveras ha evolucionado y se siente más en confianza como para revelarme su sentir, ella se calienta conmigo y por supuesto yo lo único que deseo es que me deje follarla.



Camino de la clínica, sentado en el autobús observaba a la miríada de personas en la calle, muchas mujeres con sus hijos, algunos pequeños, otros estudiantes como de mi edad caminaban junto a orgullosas mujeres que al parecer eran sus madres, me imaginaba a esos muchachos follando con sus madres ¿¿Serán tan afortunados como yo?? No, no lo creo. Mis pensamientos regresaron a la doctora ¿¿Habrá encontrado la causa de mi malestar?? ¿¿Cuál será su prescripción esta vez?? ¿¿Estará mamá dispuesta a seguirme ayudando?? Por un instante imaginé mi verga en los labios delgados de la doctora y mi pene reaccionó positivamente, pero también sentí unas punzadas más agudas en mis pelotas, síntoma de que debía correrme ¿¿En qué modo lo haré?? ¿¿Me ayudará la doctora?? Luego deseché la idea, los doctores no hacen eso con sus pacientes.



Me levanté de mi asiento y descendí del bus, habíamos llegado a la parada cercana a la consulta. Unos minutos más tarde me encontraba en el ascensor que me llevaría al estudio médico. Toqué el timbre y la puerta se abrió con un sonido metálico de la cerradura eléctrica. Entré, había una joven y atractiva recepcionista con su delantal blanco, no era la misma de la última vez, me acerqué a ella y me presenté.

—Buenas tardes … Soy Alberto Alarcón … tengo cita con la doctora para las 16:30 …

La chica abrió un cuaderno y buscó en él, mientras lo hacía estaba con su cabeza gacha, lo que me dejaba espacio para mirar su amplio escote, sus tetas deben haber sido la mitad de las de mi madre, parecían de copa muy ancha y duros y protuberantes pezones que deformaban su impecable vestido blanco, indudablemente se veía sexy. Alzó su cabeza y me sonrió cuando se percató que mi mirada estaba centrada en sus senos:

—¡Oh!, sí … Toma asiento, por favor … Tu madre ya está aquí …

Me volví y vi a mi madre sentada leyendo una revista de dietas, levantó la vista y me sonrió, éramos los únicos en el estudio, no había nadie más esperando, al parecer esta era la última cita de la tarde, le di a mamá un beso en su mejilla y me senté a su lado.



No había nada de divertido ni estimulante en la recepción de la consulta, excepto esa joven recepcionista que se había levantado un par de veces luciendo sus longilíneas y torneadas piernas, sus caderas también me parecieron dignas de apreciar, sus pechos, aunque pequeños, se adivinaban duros y firmes, su amplio escote seguía llamando mi atención.



Mamá se acercó a mí y en voz baja me dijo:

—Hijo, recuerda que no debemos decir nada sobre nuestras sesiones de recolección de semen … déjame hablar a mí … yo explicaré que hemos hecho …

—Está bien, mami … no te preocupes …


Le respondí en el mismo tono de voz.



Pasaron algunos minutos y sonó el teléfono de la recepcionista, ella contestó y luego se volvió a nosotros y dijo:

—Señora … ya pueden pasar … la doctora los espera …

Nos levantamos y fuimos a la puerta de la sala, mamá respetuosamente llamó a la puerta:

—¡Pasen! …

Se escuchó la voz de la doctora, mamá abrió la puerta y entró, yo la seguí detrás.

—¡Oh!, señora González … que gusto volver a verla …

La doctora recibía a mamá con una amplia sonrisa desde detrás de su escritorio, estaba de pie con su bata blanca de médico. Nos estrechó la mano y nos indicó las sillas para que nos sentáramos frente a su escritorio.



Aparentemente la doctora María Paz era unos años más joven que mamá, también más alta. De complexión robusta, pero no había ningún gramo de grasa en su cuerpo muy bien tonificado. Quizás sus senos podrían competir con los de mamá, su bata se levantaba en su parte frontal abultadamente. Tenía una cara redonda y muy agraciada, cabellos cortos y claros, con ojos gris verdosos, ojos de gata, pensé ¿¿¿Serían de gata caliente???



Una vez que nos acomodamos, la doctora miró a mamá y luego a mí, había una sonrisa que reflejaba empatía y tranquilidad, en modo dulce y jovial se dirigió a mamá:

—Bueno … cuéntenme como les ha ido desde la última vez que los vi …

Mamá con iniciativa y con bastante entusiasmo, pero todavía con un poco de vacilación, como si le resultara embarazoso referirse a mi enfermedad, le dijo:

—Hemos estado bien doctora … ¡Emh! … yo … bueno … he estado ayudando a Alberto a obtener algunas medidas … tal como usted lo había sugerido … y aquí las traje …

Mamá sacó las hojas de registro que habíamos arreglado el domingo y se las entregó a la doctora

—¡Excelente! … Pero ¡qué bien! …

Tomó los papeles que le extendía mamá, los puso en su escritorio frente a ella sin siquiera mirarlos:

—Luego los veré … No sabes cuanto me alegro de que te hayas sentido capaz de ayudar a Alberto … porque entiendo lo difícil que es tomar este tipo de muestras …

Enseguida se volvió hacia mí:

—Dime, Alberto … ¿Cómo están esos dolores en tus testículos? …

Me aclaré la garganta y sentí la tibieza de mis mejillas que se ruborizaban:

—Todavía los tengo … pero me ayuda mucho cuando yo … ¡Emh! … bueno … ya sabes la masturbación me ayuda … Quiero decir … Cuando mi madre hace que mi semen brote al recipiente … eso me ayuda mucho …

La doctora sonreía dulcemente al verme avergonzado:

—Muy bien … me alegro de que al menos tengas alivio … Ahora … tengo los resultados de tus análisis de sangre y orina …

Dijo señalando una carpeta naranja que estaba sobre su escritorio:

—Pero primero déjame ver tu registro de semen …

La doctora María Paz recogió las hojas que le había pasado mamá y las leyó cuidadosamente

—Puedo ver aquí que has estado produciendo bastante esperma … pero los datos son uniformes de acuerdo con el cálculo que has hecho después de cada día … no son muy disimiles …

Se detuvo un instante estudiando los números y movía su cabeza mientras los estudiaba:

—Sí … todo está bien … lo han hecho estupendamente … espero no les haya resultado demasiado difícil …

Dijo mirando primero a mamá y luego a mí. Por primera vez noté que mamá se sonrojó luego de escuchar a la doctora y un tanto nerviosa respondió apresuradamente:

—¡Ehm! … no, doctora … pero debo decir que ha sido toda una experiencia … ya que nos es algo común que se le pida a una madre que haga por su hijo … Sí sabes a lo que me refiero …

—Sí … ¡Umh! … señora … ¿González? … ¿verdad? …

—Antonella … me llamo Antonella …


Dijo mi madre dando a conocer su nombre a la doctora,

—Bueno … Antonella … Entiendo perfectamente … y estoy segura de que Alberto ha sido favorecido por tu actitud …

Mamá parecía un poco inquieta, solo sonrió y no dijo nada más. Entonces la doctora se volvió a mí:

—¿Y que opinas tú Alberto? … ¿Crees que ha sido importante la ayuda de tu madre? …

—Bueno … ella ha sido la mentora de todo … no creo haber podido hacerlo sin la ayuda de ella …


Dije en un tono relajado, mamá me miró y luego se dirigió a la doctora:

—¿Y podría decirnos cual es el problema de Alberto, doctora? …

—¡Sí que puedo! … el análisis de su sangre nos arrojó la respuesta … la noticia es buena … sin embargo, deberá exponerse a un tratamiento … un tanto inusual y quizás más complicado …


Mamá tenía una cara de preocupación evidente y esto también me hacía preocupar a mí. La doctora se dio cuenta de la ansiedad en nuestros rostros y dijo:

—¡Oh! … no quise preocuparlos de esa manera … Quizás cuándo les explique, verán que no se trata de un imposible ni un insuperable …

—Pero díganos … ¿Qué es lo que tiene Alberto? …


Preguntó mamá con cierta aflicción. La doctora se enderezó en su asiento, como para prepararse a decir algo importante y conclusivo.

—Señora González … quiero decir … Antonella … el análisis de la sangre muestra que Alberto tiene una condición especial y poco frecuente … no la aburriré con todos los términos científicos de esa condición … basta decir que enviamos las muestras a dos laboratorios diferentes y estos coinciden en el informe emanado … intentaré explicarlo lo más simple posible …

La doctora hizo una leve pausa, mamá y yo volvimos a mirarnos, luego prosiguió:

—El ser humano está plagado por una serie de bacterias, estas viven en simbiosis con nosotros y generalmente nuestro sistema inmunológico se encarga de mantener los niveles de esos microrganismos bajo control. En ciertos casos, ese equilibrio se rompe y la bacteria se transforma en malestares acompañados de dolores focalizados. Eso es lo que le ha sucedido a Alberto …

Dijo mirándome directamente y obsequiándome la más tranquilizadora de las sonrisas, después se explayó:

—Pero la buena noticia es que es curable … según nuestros registros, todos los pacientes que hemos tratado con esa afección se han curado por completo … Sin embargo, el método más recomendado para la cura no es un medicamento … más bien es algo que podríamos definir inusual …

A este punto mamá estaba ansiosa y contenta de que haya sido encontrada la causa de mi achaque e interrumpió el discurso de la doctora:

—Bueno … es un alivio saber de qué su dolencia es curable … pero ¿A qué se refiere en que la cura es algo poco común? …

La doctora la miró complacida y luego se dirigió a ella directamente:

—Antonella … debido a la naturaleza excepcional del tratamiento … tal vez prefieras que lo comunique primero solo a ti y luego podrás decírselo a Alberto …

Mi madre escucho a la doctora y luego se quedó un momento reflexionando antes de responder:

—¡Emh! … bueno … creo que mi hijo es lo suficientemente maduro para escuchar lo que dirás … prefiero que esté presente … sea lo que sea que tengas que decirnos …

Dijo mamá con firmeza. Me sentí complacido de que mamá hablara por mí de esa manera. Supuse que se debía en parte a la complicidad que se había creado entre nosotros debido a la actividad sexual compartida.

—Me parece muy bien …

Dijo la doctora mirando a mamá y luego a mí con bastante seriedad y énfasis:

—En hombres mayores de cincuenta y sesenta años, recetamos unas pastillas que deben tomar una vez por semana durante toda la vida … pero en el caso de Alberto … joven adolescente … este desequilibrio se puede bajar en modo natural … La forma de lograrlo es mantener relaciones sexuales frecuentes con una mujer … las bacterias presentes en el órgano genital de la mujer ayudan a restaurar este equilibrio en modo natural … ya que se transmiten durante el acto sexual …

Mamá y yo escuchábamos en silencio sin decir nada. La voz de la doctora sonaba extrañamente altisonante, como si estuviésemos en un templo. Sentí una sensación en mi pene al escuchar la argumentación científica de la profesional de la salud.

—… Ahora para que esto funcione … el acto sexual debe consumarse sin condón … ya que es obvio que los fluidos de la pareja se deben mezclar …

La doctora hizo una pausa, mamá estaba sin habla, así que volvió a dirigirse a mí:

—¿Has conseguido novia, Alberto? …

—¡Umh! … bueno … no, no todavía …


Respondí avergonzado.

—¡Emh! … ya veo … entonces Antonella, aquí es donde entra la recomendación extraordinaria y tal vez inusitada …

La doctora se detuvo otra vez, tratando de explicar el sistema insólito para curar mi dolencia.

—Bueno … por los próximos tres a seis meses … Alberto va a necesitar una mujer para restablecer el equilibrio de su cuerpo … así sus dolores desaparecerán en forma natural … pero no tiene novia y allí está el problema …

Miré a mamá que escuchaba concentradísima a la doctora, de seguro no le diría que era lo que habíamos estado haciendo, menos yo por supuesto. La doctora al ver que había acaparado toda la atención de mi madre continuó con su larga elucidación:

—Antonella … aparte de ginecóloga, soy uróloga y sexóloga, recibo todo tipo de consultas y trato a diferentes personas … fetiches, fantasías y afecciones, etcétera … me he habituada a todo … además, todo lo que se trata en esta clínica es absolutamente confidencial …

Mamá la miró algo sorprendida y quizás confundida diciendo:

—¡Umh! … Sí … lo entiendo … pero …

—Entonces querida Antonella … lo que quiero decir es que la solución al hecho de que Alberto no tiene novia …


La Doctora hizo una pausa elocuente y acercándose más a mamá, le dijo:

—…Como ha sido usted a ayudarlo en la recolección de muestras … es que vaya un poco más allá y lo ayude con su tratamiento … ya sabes … es tu hijo … deberías ayudarlo a sanarse …

El rostro de mamá se había tornado de color escarlata, las venas de su cuello de veían marcadas, cuando finalmente comprendió a que se estaba refiriendo y sugiriendo la doctora. Creo que también yo me sonrojé. Mientras mamá miraba al infinito un poco reflexionando, mi pene reaccionaba con pequeñas contracciones. En tanto, la doctora viendo a mamá dubitativa, prosiguió:

—Vuelvo a remarcar que todo lo que suceda aquí es estrictamente confidencial … yo solo puedo sugerir lo que me parece mejor para el paciente … digo que puedes ayudar a Alberto a superar este problema y quizás en futuro él encuentre una novia que se encargara de él …

La doctora sonreía en modo bonachón al concluir su homilía profesional, mamá tosió un poco tratando de aclarar su garganta, la misma que se había tragado un cuarto de litro de mi semen. Luego reponiéndose contestó:

—¡Umh! … entiendo lo que quiere decir, doctora … es algo insólito … creo que necesito pensarlo …

¡¡Mamá no se sentía cómoda para decirle a la doctora que ya habíamos follado muchas veces!! Luego prosiguió:

—… Estoy complacida de haberla elegida como doctora tratante de mi hijo … su enfoque del tratamiento es muy práctico … y tiene en cuenta lo mejor para el paciente … me alegra también su franqueza y detallada explicación … al menos sabemos de qué afecta a Alberto y también el tratamiento … aunque si sea un poco inusual … tendré que pensarlo …

Dijo claramente mucho menos tensa y acomodándose más relajada en su silla. No me sorprendió tanto la reacción de mamá que volvía a ser la martirizada beata religiosa. Pero mi verga pulsaba al escuchar todas las sugerencias de la doctora y yo trataba de ocultarlo poniendo mis manos encima.

—Me parece bien … estoy contenta de que nos hayamos entendido … y recuerda que todo lo que hemos conversado queda en el ámbito confidencial de la consulta …

Dijo la doctora sonriendo benevolentemente a mamá. Luego se volvió a mí:

—Espero te sientas mejor con el tratamiento, Alberto … y no seas tímido con tú madre … ella siempre querrá lo mejor para ti …

Me pareció ver un destello en sus ojos mientras me hablaba. Decidido a hacerme el inocente respondí:

—Confío plenamente en mi madre y sé qué ella encontrara la mejor solución a mi problema …

—Seguro que si … sé que lo hará …


Luego se giró a hablar con mamá:

—Bueno Antonella … sé que eres una mujer excepcional y sensata … piensa en lo que te he dicho y hazme saber cómo procederás … te recuerdo que todo es confidencial entre nosotros …

—Gracias, doctora …


Respondió mamá. Pero la doctora tenía más cosas en programa.

—¡Ah! … necesito tomar una última muestra … debe ser semen fresco para analizar … Una vez que hayan iniciado el tratamiento en forma regular, voy a necesitar una muestra de sangre y de semen fresco cada dos semanas … así veremos la evolución de la afección … ya no tienes que tomar una muestra diaria … ¿entendido? …

Me encantó saber que no necesitaríamos más hacer la recolección de semen en un recipiente, pero no entendí lo último que había expresado la doctora, mamá vino en mi ayuda:

—¿Quieres tomarle una muestra ahora, doctora? …

Preguntó mamá consternada y la doctora respondió de inmediato mirándome:

—Sí … eso fue lo que dije … Alberto, ¿tienes algún problema con darme una muestra más? …

—Bueno Sí … ¡Emh! … quiero decir no … no es un problema para mí …


Tengo que decir que mi pene estaba ya semi erguido escuchando a la doctora, también que mis bolas comenzaban a punzar, lo que exigía un alivio, ya que de esta mañana que no me corría, cuando mi madre tomó la última muestra de mi semen,

—Bien … acompáñenme a mi estudio interno …

Dijo la doctora levantándose y haciéndonos señas de seguirla. No había notado una puerta muy bien disimulada al interior del primer consultorio. La abrió y entramos a una habitación un poco más espaciosa con una camilla bastante más amplia que la que tenía afuera. Se giró y echó cerrojo a la puerta:

—Me gusta una privacidad absoluta … espero se sientan cómodos en mi consultorio interno … aquí atiendo a clientes con variados problemas sexuales … trato de ayudarlos a resolver este tipo de problemas …

Mirando a mi alrededor, noté que el ambiente era mucho más acogedor e informal, los colores eran cálidos el alumbrado tenue. Esto era mucho más agradable e íntimo. Caminábamos sobre una mullida alfombra, había sillones de cuero color chocolate un buen aroma y también otra puerta que conducía a otro cuarto. No sé por qué, pero mi erección se fue a cero, tal vez me sentí cohibido por el hecho de que acostumbraba a ser ayudado solo por mamá en la recolección de semen, solo sé que mi verga no reaccionaba para nada.

—Ahora Antonella … te traje aquí para que me mostraras como ayudas a tu hijo … me gustaría observar para poder ayudarte mejor … pierde cuidado que del punto de vista fisiológico no tiene mayor importancia el cómo lo hacemos … lo importante es que esté bien para ustedes dos …

Yo solo asentí y me quedé a la espera, en cambio mamá se sintió avergonzada, era evidente. La doctora indicó la puerta restante y me dijo:

—Alberto, ve al baño … te quitas pantalones y ropa interior … te lavas y luego vuelves envuelto en una toalla … no es necesario que te quites la camiseta …

Asentí y me dispuse a ir al baño. La doctora ofreció un refresco a mamá y cuando estaba por entrar al baño, me dijo:

—¿Quieres una bebida también tú, Alberto? …

—Solo un poco de agua estará bien … gracias …


Dije antes de entrar al baño. La sala de baño estaba muy bien equipada, con ducha y bañera, azulejos finos en las paredes y el piso. En un ángulo había un armario con toallas de diferente tamaño color beige. Me quité los pantalones y procedí a enjuagar y enjabonar bien mi arnés y mi trasero, traté con delicadez mis pelotas que continuaban a punzarme. Una vez que terminé de limpiarme, elegí una toalla mediana, me sequé y me la puse rodeando mi cintura ocultando mis partes íntimas, entonces regresé al consultorio donde me esperaban mi madre y la doctora.

—¡Excelente! … por favor bebe … luego acuéstate en la camilla y no te saques la toalla …

Dijo la doctora tendiéndome un vaso. Bebí y me recosté sobre la parihuela eléctrica. La doctora apuntó el control remoto e hizo variar el ángulo del respaldo, quedé sentado en ella y bastante cómodo, pero mi pene estaba totalmente en reposo. Mamá y la doctora se acercaron, la doctora traía un recipiente para recolectar mi semen.

—Alberto … solo relájate … le pediré a tú madre que tome una muestra como lo hacen en casa …

Extrajo el control remoto de su bolsillo e hizo que el respaldo se fuera hacia atrás unos treinta grados, quedé prácticamente acostado en la camilla. Luego se dirigió a mamá:

—Esta bien Antonella … solo haz lo que haces normalmente para obtener la muestra … ¿supongo que masturbas su pene directamente en el vaso? … ¿no? …

—¡Emh! … ¡Sí! … es más o menos lo que hacemos …


Dijo mi madre sin revelar nada más. Mamá se paró a un lado de mí y la doctora se colocó al lado opuesto, quedé en medio a las dos. Mamá comenzó a quitarme la toalla y ambas fijaron sus ojos sobre mi pene totalmente fláccido. Mi madre inició a acariciar mi verga para tratar de revivirlo, pero no daba ninguna señal de querer despertarse, así que dije:

—Lo siento … pero estoy en un lugar extraño … me cuesta excitarme así …

La doctora me miro empáticamente y preguntó a mamá:

—Antonella … ¿Le das algún estímulo a tu hijo? … por ejemplo … ¿Le dejas que te toque? …

Mamá dubitativamente miró a la doctora y luego me miró a mí. No sabía que decir, luego con voz incierta le dijo:

—Bueno … le he permitido que me toque mi trasero … y a veces también mis senos … eso le ayudaba a correrse más rápido …

—Bueno … ¿A que esperas? … ¡hazlo como lo han hecho en casa! …


Dijo la doctora en tono alentador. Mamá se giró un poco y comencé a acariciar sus posaderas sobre su falda. Pero mi pene seguía sin responder. La doctora volvió a interpelar a mi madre:

—Dime, Antonella … ¿Dejas que Alberto te vea parcialmente vestida? …

La cara de mama era de atribulación, sé que luchaba contra sus principios para no decir demasiado a la doctora, pero finalmente pareció relajarse un poco y dijo:

—Bueno … honestamente … le he dejado ver mis senos y mi trasero … pero siempre con mis bragas puestas …

Mamá mintió descaradamente. ¡¡Obviamente no se sentía cómoda para revelar más a la doctora!!

—Entonces … te sugiero te quites la blusa y la falda … en ese modo Alberto podrá ser estimulado en forma efectiva … creo que el pobrecito necesita más de eso tuyo …

Dijo la doctora sonriéndome afectivamente. Mamá dejó de masturbarme se desbrochó la blusa blanca y se la quitó apoyándola en uno de los sillones, luego hizo lo mismo con su falda. Mamá se veía preciosa medio desnuda. Pero sus bragas eran de esas conservadoras y no dejaban ver nada, así que metió sus dedos entre la prenda y la apretó para que se metieran entre sus glúteos, dejando un poco más de su piel expuesta, se veía genial con sus calzones perdidos entre los cachetes de su culo, la doctora no se perdía movimiento y la observaba con curiosidad. Mamá se acercó a mí y comenzó a acariciar mi polla de nuevo.

—Es muy significativo y agradable verte hacer lo que haces para estimular a tú hijo …

—Bueno … a él le gustan los traseros …


Dijo mi madre en respuesta al comentario de la doctora, para mi sorpresa le había revelado uno de mis gustos predilectos.

—Bueno … eso es bastante natural en los hombres …

Dijo la doctora sonriéndome divertida. Ahora empecé a sentir la suave frescura de la piel de mamá y su trasero estupendo, mi verga tuvo una primera reacción y comenzó a endurecerse, pero faltaba mucho todavía para una completa erección. Creo que la doctora se dio cuenta de que me faltaba aún más estimulación y dijo casi casualmente:

—Creo que este jovencito nos está tomando demasiado tiempo, Antonella … ¿Te molesta si colaboro con mi trasero … en modo de que Alberto pueda excitarse más rápido? …

¡¡¡Reconchas!!! ¿¿Abre escuchado bien?? ¡¡La doctora nos ofrece su trasero para ayudarme!!

—¡Emh! … ¡Sí! … ¡Claro! … Creo que podría funcionar …

¡¡¡Dios Santísimo!!! ¡¡Mi madre está de acuerdo con la doctora!! Sentí que la doctora se acercaba a uno de los sillones y se quitaba la bata blanca y su falda. ¡¡Tenía medias negras autoportantes!! ¡¡Una tanga celeste!! ¡¡¡Y su culo bronceado desnudo!!! Se acercó a mí ¡¡Jesús mío!!

—No seas tímido, jovencito … puedes tocar y apretar mi trasero como quieras mientras tu madre hace su parte …

No me parecía posible lo que estaba pasando, con mi mano izquierda toqueteaba las nalgas de mamá y con la derecha sentí las suaves y firmes carnes del trasero de la doctora María Paz. Mi pene comenzó a endurecerse de verdad, ya mamá me sobajeada con sus dos manos. La doctora apoyó el recipiente en mi estómago, en modo de que mi madre lo tuviese a su alcance. Mamá toqueteó mi pene y me miró poco satisfecha, luego miró a la doctora y le dijo:

—Doctora … espero no le moleste … me quitaré el sostén … si Alberto ve mis senos puede que aceleremos esta toma de muestras …

—Hagan todo lo que los hace sentirse más cómodos …


Respondió la doctora al requerimiento de mi madre. Mi madre desabrochó su sostén y lo arrojó sobre el sillón. Sus gloriosos y esplendidos senos, llenos y firmes, con sus grandes areolas y sus pezones gruesos y oscuros como aceitunas, extremadamente tentadores y apetitosos.

—Antonella … ¡¡Guau!! … ¡Tienes unos senos preciosos! …

Dijo la doctora mirando los maravillosos senos de mi madre.

—Gracias …

Respondió ella volviendo a ocuparse de mí. Instintivamente mamá se inclinó hacia mí y sus senos quedaron al alcance de mi boca. La doctora vio esto y enseguida hizo una afirmación:

—Veo que también lo dejaste que te chupara … ¡¡Y al parecer eso funciona!! … mira su verga como se levanta y pulsa …

La doctora casi exaltada señalaba mi pene que ahora estaba duro de verdad, ya que mis labios succionaban furiosamente la teta de mamá mientras ella acariciaba mis cabellos. La doctora pasaba su lengua una y otra vez por sus labios admirando mi verga enhiesta al máximo balanceándose en el aire con vida propia, sin poderse contener dijo:

—¡Alberto! … Tienes una erección maravillosa … admirable … fabulosa … tu … tu … me parece adecuado llamarle polla en este momento … tu polla se ve formidable …

La doctora María Paz se lamía y relamía sus labios y se moría por tocar mí pija, sin más dijo:

—Antonella … ¿Puedo hacerte una sugerencia? …

—Adelante …


Dijo mamá sin dejar de acariciar mis mejillas y mi cabeza.

—¿Qué tal si mientras chupa tus senos, yo recojo la muestra de su semen? … podríamos facilitar las cosas para que él se corra …

—Suena bien para mí …


Dijo mamá y luego me preguntó:

—¿Está bien para ti, cariño? …

Con mi boca ocupada a chupar su dulce pezón como un bebé, solo pude mover mi cabeza en modo afirmativo, me parecía genial tener las manos de otra mujer en mí verga. Empecé a sentirme mucho más relajado en presencia de la doctora, ya que ella participaba a nuestra actividad y parecía estar disfrutando junto a nosotros. Ella se movió un poco a mi izquierda, más o menos a ocupar el lugar casi frente a mi madre. Mi madre se inclinó un poco más sobre mi para permitirme chupar y jugar con sus tetas a placer, teniendo siempre al alcance de mis manos su magnificente culo.



En tanto la doctora se había acomodado y estiraba mi prepucio y luego lo hacía descender para dejar mi glande totalmente descubierto, ella manoseaba mi miembro como midiéndolo con la abertura de sus dedos y luego envolviéndolo con sus manos. Era claramente una experta en el manejo de una pija, la sensación de su mano masturbándome era exquisita y excitante al mismo tiempo. Mi pene lucía sus veintidós centímetros holgadamente y continuaba a estirarse bajo las eruditas carantoñas de nuestra señora doctora, pero aún no tenía el cosquilleo de correrme, así que envalentonado dije:

—¿Me permite tocar su trasero de nuevo, doctora? …

—Siente mi culo, jovencito … y luego córrete para mí …


Dijo la doctora girándose hacia mí y presentando sus poderosas y firmes nalgas parcialmente desnudas. Me hubiese encantado tener a alguna de las dos a chuparme la verga, pero me pareció pedir demasiado y no quise ir tan lejos. Mamá me sorprendió cuando llamando a la doctora por su nombre le dijo:

—María … déjame usar mis tetas en su polla por un momento … eso suele funcionar también …

La doctora soltó mi verga y vio como esta desaparecía entre los amplios senos de mi madre, mamá un poco agitada, jadeaba moviendo sus pechos verticalmente y apretando mi verga con ellos, la doctora dijo:

—Antonella, pero que bien … estoy complacida de ver tus esfuerzos para ayudar a tu vástago …

Ver a mi madre con la acuciosidad que movía sus tetas apresando mi polla, hizo “Clic” en mi cabeza y comencé a sentir la ebullición de mis pelotas, estaba sintiendo un verdadero placer sexual con las esponjosas redondeces de mamá y sentí que el semen comenzaba a desplazarse por sus conductos siempre más y más arriba, hasta que casi no podía aguantar:

—¡Mami! … ¡Mami! … ¡Me voy a correr, mami! …

Mamá sin dejar de masturbarme inicio el zafarrancho para la recolección de mi esperma, tomo el recipiente y lo coloco en la hendedura de sus tetas, la doctora se hizo adelante y agarró el vaso de las manos de mamá y lo presento frente a mi glande para atrapar mi corrida.

—¡Oooohhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Ooohhh! …

Grité mientras me corría sacudiendo mis caderas hacia arriba varias veces. La doctora continuaba sujetando estrechamente y de manera experta mi polla que expelía semen dentro el receptáculo. Mi cabeza estaba perdida hacia atrás gozando del potente orgasmo, mis ojos estaban cerrados. Mamá estaba en toples, usando solo sus bragas ¡¡¡Santo Cristo!!! ¡¡Esto sí que fue bueno!!



Continuara
 

heranlu

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—Podrás follarme cuando y donde quieras … podremos hacerlo todo el tiempo … y lo haremos delante de la doctora … si es necesario traeré a tu tía Giovanna para que la folles ….
—Es de esperar que te sientas mucho mejor ahora … ¿verdad? …

Preguntó la doctora aún con el receptáculo de semen en sus manos, miro el líquido en el contenedor y luego olisqueó el vaso, después lo miró a contraluz:

Has producido una gran cantidad de esperma … la viscosidad es normal … también el color … lo enviaré a la brevedad al laboratorio para su análisis … me sorprende la cantidad con la que te corres, Alberto … pero creo que eso se debe también a tú condición actual … probablemente eso también se normalizará cuando comiences el nuevo tratamiento …

Luego se volvió a mamá:

—Antonella … tienes un hijo excepcional … su miembro está en el extremo considerado como “grande” … excelentes dimensiones que harían la dicha y alegría de cualquier mujer … espero consideres eso y te ayude a tomar una decisión positiva al respecto …

Mamá se veía un poco cohibida, había cruzado un brazo a cubrir sus enormes pechos y prestando atención a lo que decía la doctora la interrumpió:

—Ya veo … discúlpame un momento, es que necesito volver a vestirme …

—¡Oh! … por supuesto … has lo tuyo …


Miré a mamá mientras tomaba sus ropas y comenzaba a colocar sus inmensas mamas en las copas de su sostén para luego abrocharlo detrás de su espalda, luego se puso su blusa blanca y finalmente su ajustada falda, no sé por cuál motivo abrochó su blusa hasta el último botón, volvía a aparecer la beata remilgosa. Quizás lo hacía para aparentar delante de la doctora.



Yo ya me había recuperado y yacía sobre la camilla mirando a las dos mujeres, la doctora había observado con atención los movimientos de mamá, la vi lamer sus labios ante las portentosas tetas que mi madre luchaba por acomodar dentro su sujetador, también parecieron gustarles los movimientos de cadera de mama colocándose la ajustada falda. No podía creer en lo que había sucedido, estaba sin palabras esperando el devenir de la situación irreal que acababa de vivir.



La doctora me miró y dijo:

—Tú también debes vestirte, Alberto … por hoy hemos terminado … voy a refrigerar esta muestra … los esperaré a ambos en mi consulta principal una vez que se hayan vestidos …

Salté de la camilla y me fui al baño a por mi ropa, me vestí y volví al lado de mamá, pero ella ya no estaba, así que me fui a la oficina principal, donde encontré a la doctora detrás de su escritorio y mamá sentada en una silla frente a ella. Me acerqué y senté junto a mí madre.



La doctora también se había vuelto a vestir, lucía su bata blanca. Apenas me parecía posible pensar que ambas estaban medio desnudas hace algunos minutos ayudando a masturbarme ¡¡Se veía todo tan correctito y remilgado!! La doctora me sonrió mientras me acomodaba frente a ella.

—Alberto y Antonella … no saben cuánto me han complacido al mostrarme la modalidad que usan para la recolección de la muestra … los vi bastante cómodos y mi presencia no les disturbó … me pareció positivamente sorprendente el modo en que ambos interactúan el uno con el otro … la situación podría parecer bizarra entre madre e hijo … pero ustedes lo hicieron parecer del todo natural …

Luego se volvió hacia mi madre y continuó diciendo:

—Estoy totalmente satisfecha de ver tú entusiasmo, Antonella … eres excepcional ayudando a tu hijo … quizás la gente no entendería todo esto … pero yo sí … y me alegro por cómo han abordado el tratamiento en el modo debido …

Mamá agachó su cabeza por un momento, pero luego se sentó en su silla muy derecha y orgullosa. Al parecer las palabras de la doctora la hacían ver que estábamos haciendo lo correcto. Luego la doctora prosiguió:

—Ahora … confío en que pasaran a la siguiente etapa en modo natural … entiendo que es algo difícil, pero confío en que lo lograrán … sin embargo, puede que consideren ser ayudados a enfrentar la etapa sucesiva … entonces, Antonella … me tienes a mí, estaré dispuesta para ayudarte a intentarlo entre ustedes … si lo necesitas recurre a mí … para eso estoy yo …

Dijo mirando a mi madre en modo particular. ¡¡Me pareció entender de que la doctora estaba dispuesta a ayudarnos a mí y a mí madre a tener relaciones sexuales!! Mamá volvió a bajar su cabeza un poco cohibida y respondió:

—Es bastante inusual lo que nos propone, doctora … lo pensaré y le haré saber … agradezco la deferencia y la atención que nos ha dado …

La doctora se levantó y sacó de un mueble una carpeta verde y volvió a dirigirse a mamá:

—Antonella … soy médico tratante de muchas pacientes … algunas tienes grandes impulsos sexuales y no están satisfechas por sus maridos o sus parejas … algunas de ellas tienen fetiches …



Hizo una pausa y se volvió a mí:

—¿Entiendes lo que es “fetiche”, Alberto? …

—¡Emh! … creo que sí, doctora …


Respondí dócilmente, sin saber a ciencia cierta qué cosa decir, entonces ella continuó:

—Quiero decir que ellas son algo particulares y tienen ciertos gustos a veces peculiares en relación al sexo … hay muchas mujeres, especialmente maduras y con un alto apetito sexual … que disfrutan de cosas específicas para lograr el orgasmo … algunas solo lo logran al hacerlo con jovencitos como tú, Alberto …

Moví mi cabeza en sentido afirmativo, pero contemporáneamente mi verga inició a pulsar bajo mis pantalones ¡¡¡Pero hacia donde está yendo la doctora!!! Miró a mamá enseñándole la carpeta que tenía en sus manos:

—Antonella … si no logras iniciar la etapa sucesiva … puedo recomendarte algunas mujeres que podrían ayudar a Alberto a superar esta etapa de transición de su condición médica … los veré la próxima semana … entonces me dirás que hacer para continuar con su tratamiento … ¿estás de acuerdo? …

Mamá asintió con su cabeza, pero no dijo una palabra, es más, noté en su rostro una cierta sorpresa por la propuesta de la doctora. Con esto, la doctora dio por terminada la consulta, nos levantamos y nos despedimos.



Mientras nos dirigíamos a casa en el carro de mamá, me moría por ganas de saber que pensaba mi madre de todo lo que había dicho la doctora, pero ella estaba concentrada en el tráfico y encendió la radio para escuchar un poco de música, no hizo ningún comentario sobre el tema. Poco antes de llegar a casa, me preguntó:

—¿Cómo te sentiste al dar una muestra frente a la doctora? …

—Bueno … al principio estaba un poco incomodo … pero luego cuando ella se metió a colaborar, me gustó … y por extraño que te pueda parecer … me sentí excitado por ella …


Mamá me miró de reojo y para mí sorpresa, dijo:

—¿Sabes una cosa? … sentí lo mismo que tú … al principio no estaba segura, pero cuando se unió para ayudarte y se quedó solo en bragas y sostén … me pareció excitante también a mí … rozó mis senos en un par de oportunidades … y si no hubiésemos tenido que ocultarlo … te habría chupado y follado allí delante de ella …

Las palabras de mamá hicieron que mi pene se endureciera casi al instante, un lampo de lujuria atravesó todo mi ser. Jamás imaginé a mamá diciendo algo así. Luego agregó:

—Lo bueno es que finalmente sabemos lo que tienes y el modo de tratarlo … pero no me siento cómoda pensándote a ti con otras mujeres … supongo que como están bajo tratamiento de la doctora, todas son sanas y no corres el riesgo de contagiarte de algo … sin embargo, la idea de que tengas que hacerlo con alguien extraño no me seduce para nada …

Ya se me había pasado por la mente el gozar de algún coño diferente al de mamá, me sentí un tanto decepcionado por lo que ella me estaba diciendo, pero ella era mi guía y mi madre, solo a ella debía obedecer y seguir. Me animé cuando ella dijo:

—Pero he pensado a algunas cosas que podríamos hacer … en la siguiente cita con la doctora … fingiremos que nos gustaría que nos ayudara a pasar a la etapa siguiente … ella nos ayudará a que tu me penetres …

Mientras escuchaba en silencio, mi verga continuaba creciendo y estrechando mis pantalones.

—Tenemos que dejarla pensar que es ella la que nos ayuda a follar por primera vez … no quiero que sepa que ya lo venimos haciendo desde hace mucho … entonces podríamos verla un par de veces a la semana y hacerlo en su presencia … si te dejó tocarla el día de hoy … quizás podría involucrarse un poco más … la vi cómo miraba mis pechos … pareciera que le gustan … ¿Dime que piensas? …

Mi verga ya pulsaba y el malestar a mis cojones comenzaba a hacerse sentir, mamá era una caja de sorpresas para mí, me ruboricé excitado.

—¿Y por qué te sonrojas, Alberto? …

—¡Hmmm! … bueno … me excitas al hablar así, mamá … y … ¡emh! … se me ha puesto duro, mami …


Mamá dio una rápida mirada hacia mi entrepierna y vio el bulto en mis pantalones.

—¡Oh!, pobre niño …

Luego sin quitar sus ojos del camino, deslizó su mano y frotó mi polla tiesa con firmeza a través de la tela de mis pantalones. Al momento comencé a jadear y sentí el hormigueo en mi espina como que me venían ganas de correrme allí mismo.

—Mami … si sigues así me correré en mis pantalones …

—¡Aguanta, cariño! … estamos casi llegando a casa … yo lo arreglaré entonces …

—¡Hmmmmm!, mami … ¡Ssiii! … apúrate …


Un par de minutos después, mamá entraba a toda velocidad en el camino de ingreso a nuestra casa y se bajó rápidamente, yo la seguí torpemente tratando de ocultar mi tremenda erección en caso de que hubiese algún vecino fisgón. Apenas entramos a casa, mamá cerro con llave la puerta principal y luego me empujó contra el muro, cayo de rodillas ante mí y apresuradamente me soltó el cinturón y bajo mis pantalones y boxers a la vez y dijo:

—No necesitamos de ese tonto vaso, hijo … déjame hacer a mí … puedes correrte en mi boca …

Fue algo incomodo, pues mi verga tiesa se enredo en mis boxers, pero mamá tomó mi verga en sus manos y la sacó reluciente, instantes después mi pija desparecía completamente en su boca, mamá comenzó a chuparme desaforadamente casi como una ninfómana enloquecida. ¡¡Reconchas!! Que lujuria ver a mi madre con que gusto lamía y chupaba mi polla. Agarré su cabeza y cabellos mientras bombeaba mi pija en su boca, la hacía toser metiéndosela hasta tocar su garganta.

—¡Chúpamelo, mami! … ¡Házmelo rico! …

Eran tantas las ganas de correrme que no resistí mucho la frenética mamada de mamá y ni siquiera alcancé a advertirla simplemente comencé a inundar su boca con un mar de esperma:

—¡Aaaahhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Aaaahhhh! …

Gemí y me estremecí follando la boca de mamá, ella me había inmovilizado contra la pared, me sujetó con destreza mientras mi pene expulsaba lefa caliente, tragando como sedienta toda mi leche ¡¡Jesús, Jesús!! ¡¡Esto sí que se sentía bien!! El dolorcillo en mis cojones inmediatamente cedió en intensidad. Mamá restregó su rostro contra mi polla, luego se levantó y me dio un beso en la mejilla.

—¡Hmmmm!, Alberto … eso fue encantador … necesito ducharme … ve también tú a lavarte y luego bajas para que cenemos algo …

Me dejó ahí con mis pantalones a los tobillos y comenzó a subir las escaleras sonriéndome seductoramente, me acerqué a la escala para mirar su culo mientras subía. Luego me senté en el último escalón mientras me arreglaba mis vestimentas y también para recuperarme de mi orgasmo ¡¡Santo Cristo, mamá es increíble!!



Mientras subía a lavarme, pensaba en lo sucedido en la consulta de la doctora María Paz. No puedo negar que había sido excitante. Me encantó que el tratamiento para recuperar mi equilibrio bacteriano sea mantener relaciones sexuales en forma regular ¡¡¡También con la posibilidad de hacerlo con otras mujeres!!! Estaba claro que a mamá no le gustaba esta posibilidad, pero se allanó a tener sexo delante a la doctora y tratar de involucrarla en algún modo. Recordé cómo la doctora miraba los senos de mamá, al parecer no le eran indiferentes.



Finalmente, fui a ducharme. Apenas terminé me estaba terminando de secar frente al espejo, cuando escuché a mamá gritar a alta voz:

—¡Cariño! … ¿Has terminado de bañarte? …

—¡Sí!, mami … me voy a vestir ahora …

—¿Todavía estas desnudo? …

—¡Emh! … ¡Sí! … Estoy terminando de secarme …

—Bueno … ven y hazlo aquí … no seas tímido …


Me miré al espejo y vi que mi pene estaba semi duro con tanto roce de la toalla. ¿¿Qué cosa querrá mi madre?? Mi curiosidad pudo más, me fui secando mis cabellos hacia el dormitorio de mamá. Había ya pasado más de media hora desde cuando llegamos a casa y ella me hizo correrme. Mi verga estaba lista para algo más, podría volver a correrme. Ya no me cohibía el hecho de estar desnudo frente a mamá, así que tal cual estaba, me fui caminando al dormitorio de ella. Mi polla era una especie de péndulo que se movía de lado a lado. Me estaba terminando de secar mis cabellos y la parte frontal de la cara, cuando bajé la toalla me encontré con una maravillosa y sicalíptica vista de mamá.



Mamá estaba recostada de espalda apoyándose en los cojines y almohadas de su cama, hacia la cabecera. Estaba totalmente desnuda, tenía las piernas abiertas de par en par con los labios hinchados de su coño abiertos, relucientes, rosados y húmedos. Estaba jugando consigo misma, dos dedos de su mano izquierda estaban dentro de su chocho, mientras que, con el índice y el dedo medio de la mano derecha, restregaba suavemente su clítoris ¡¡¡Se veía tremendamente caliente!!! Me miró con sus ojos lujuriosos, sonriendo y mordiéndose su labio inferior, me dijo:

—¿No quieres un poco de la medicina prescrita por la doctora? …

Como un reflejo automático, tiré la toalla sobre una silla cercana y me subí a la cama directamente en medio a sus piernas, me arrodillé allí tocando sus pantorrillas, la vista del sabroso coño de mamá me había enmudecido, ella dijo:

—Lámeme primero cariño …

Su voz sonaba rauca y cargada de pasión. Incliné la cabeza entre sus muslos y recibí en mis fosas nasales el aroma de la fuente que da vida:

—¡Hmmmmm! …

Su olor era hechizador y cautivante. Besé su monte de venus. Su piel era tersa y lisa, al parecer mamá acababa de rasurar su coño. Mi lengua separó sus labios y saboreé sus fluidos que rezumaban apetitosos néctares. Lamí los suaves labios de su cálida y empapada concha, luego metí mi lengua profundamente en ella, comenzando un movimiento de mete-y-saca como si la estuviese follando con mi lengua. Contorsionándose sobre la cama, mamá gimió de placer.

—¡Hmmmmm! … Alberto … es taaan riiico lo que me haces … ¡Aaaahhhh! …

Continué a lamer su coño enardecidamente, mamá cerró sus muslos alrededor de mis orejas y con su mano empujo mi cabeza contra su chocho, gimiendo y follando mi rostro con su pelvis. Sentir el delicioso coño de mamá en mi boca era un manjar selecto y celestial, sus húmedas, rosadas y jugosas carnes saciaban en parte mi sed por ella. En un momento al parecer toqué sus partes más sensibles y ella grito más fuerte:

—¡Oooohhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ssiii! … ¡Ssssiiii! … ¡Cariño! … ¡Oooohhhh! …

Soltó mi cabeza y comenzó a convulsionar en espasmos que levantaban sus caderas de la cama, violentamente mi boca dejó su ojete rosado e hinchado, sentí un deseo loco de meter mis dedos en ella:

—¿Puedo follarte con mis dedos, mami? …

—Mejor méteme tú polla dura … ahora … métela de una vez …


Me alineé con su coño y empujé, su ojete se abrió y mi pene campante penetro sus cálidas membranas vaginales, las piernas y los brazos de mamá se cerraron alrededor de mi cuerpo:

—¡Aaaahhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ssiii! … Culéame fuerte … bien fuerte … ¡Ssssiiii! …

Dijo mamá empujando su pelvis contra mi verga enterrada profundamente en ella, mi pene duro como una roca entraba y salía de su vagina y mamá no cesaba de chillar y apretarme con fuerza inaudita. Entonces tomé sus muslos y los empujé hacia arriba hasta aplastar sus gigantescas tetas, para luego embestir su coño frenética y enérgicamente, los cosquilleos en mis bolas comenzaron a provocarme ligeras descargas eléctricas en mi espina, las paredes del coño de mamá hicieron su magia succionando mi verga, aprisionándola y ordeñándola, bombeé con todas mis fuerzas antes de correrme en un aluvión de semen que me hizo estremecer de pies a cabeza:

—¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Argh! … ¡Oooohhhh! …

Me desplomé exhausto soltando sus muslos y abrazándola le susurré al oído:

—¡Reconchas!, mami … tú coño de puta caliente es soberbio … te voy a culear fuerte todas las veces que mi pija se ponga dura …

Mamá me apretó contra sus tetas y me beso en la mejilla para luego susurrarme:

—Si me lo haces así de rico … ¡Ssiii! … ¡Todas las veces que tú quieras! …

Me vinieron unas ganas de besarla que nunca antes había tenido. Aplasté sus tetas con mi pecho, ella abrió sus ojos y me miró, yo cerré los míos y me incliné depositando mis labios sobre los suyos, inmediatamente su lengua entró prepotente en mi boca, nos besamos largamente con mamá, había una pasión desenfrenada entre ambos, mi pene todavía latía dentro de su concha, goteando y chorreando su panocha inundándola toda, ella dijo:

—Dame toda tú lechita, bebé … tenemos que mezclar nuestros jugos … es por orden de la doctora … no lo olvides …

—Así es, mami … pero no es lo más importante … lo que cuenta de verdad es que tú y yo estamos juntos y unidos …

—Podrás follarme cuando y donde quieras … podremos hacerlo todo el tiempo … y lo haremos delante de la doctora … si es necesario traeré a tu tía Giovanna para que la folles … y si eso no basta … te dejaré follar las mujeres que recomiende la doctora …


Las palabras de mamá tuvieron el inmediato efecto de endurecer mi pene. La concupiscencia de mamá estaba a flor de piel, ya muy lejana de la mojigatería de no hace mucho, incluso ahora me ofrecía de follar con otras mujeres, esto me quedó girando en la cabeza. Me derrumbé a su lado, pero mi pene estaba todavía duro, completamente mojado en los fluidos de mi madre, pero duro como un palo, mamá envolvió mi capullo con su mano y me masturbaba suavemente. Respirando todavía entre jadeos, le pregunté:

—Mami, ¿Qué dijiste sobre la tía Giovanna? …

—Que podríamos involucrarla en la toma de muestras …

—Pero ya no necesitamos más muestras … ¿Creí escuchar que me dejarías follarla? …

—¡Ah! … En su juventud tú tía era la oveja negra de la familia … cambiaba novio todas las semanas … papá la amenazó con internarla con las monjas … mamá se opuso … entonces tú tía se sintió apoyada por mamá y se relajó tanto que la amenazaron con echarla del colegio … por ahí se anduvo calmando … luego en la universidad se fue a vivir con un novio y luego se casó con él … al parecer había encontrado la horma de su zapato …

—O la pija que colmaba su chocho …

—Lo has dicho muy bien, hijo … su marido Jorge, la adoraba … él iba manejando al momento del accidente donde fallecieron nuestros padres … desde entonces. Giovanna no se ha recuperado … quizás es hora de ayudarla a ella también …

—¿Y tú dices que ella me dejará follarla? …

—Bueno cuando conversé con ella y le conté sobre tu problema … también le dije que te estaba ayudando a correrte … pero no le conté todo … ella nada sabe de qué hemos follado …

—¿Y tú crees que ella no sospecha nada? …

—Bueno … no le pareció muy bien de que yo te ayudara a correrte … pero cuando le dije de que era por sugerencia del doctor y solo por algunos días … a ella le hizo sentido y me preguntó algunos detalles … la sentí muy interesada en los pormenores …

—¿Y tú le hiciste una reseña de ellos? …

—Por supuesto qué no le conté todas las particularidades … pero le dije que habías visto y tocado mi culo y mis senos … a ella le pareció algo atrevido, pero necesario … quiso saber si me excitaba y yo le dije que me despertabas recuerdos pasados …

—¿Entonces es eso lo que te ha sucedido conmigo, mamá? …

—Creo que sí, hijo … estoy casi segura de que también sucederá con tú tía … la invitaremos a venir a ayudarnos la próxima semana ¿Te parece bien? …

—Sí, está bien … Pero ¿cómo harás para que ella me ayude? …

—Pues le diré que tu necesitas ayuda y que yo no puedo ayudarte como es debido porque tengo que trabajar … ella no tiene necesidad de trabajar y está siempre en casa … le hará bien salir …

—¡Ay!, mami … no veo la hora … ¿Y tú crees que deveras me ayudará? …

—Ella nunca tuvo hijos … tú eres como un hijo para ella y eso será su leitmotiv … después serás tú a incitarla … ella era muy caliente cuando más joven …


Mamá acariciaba mi pecho seductoramente mientras me daba a conocer sus planes, escuche atentamente, disfrutando la sensación que me provocaban sus caricias, mí pene se había reblandecido un poco y el malestar a mis bolas se estaba manifestando levemente:

—¿Mas joven? … ¿Qué edad tiene la tía ahora? …

—Treinta y cinco … yo soy dos años mayor que ella … te tuve a ti a los veintiunos …

—¿Y tú crees que el apetito sexual de tía Giovanna se ha mantenido? …

—Bueno … su marido se fue hace dos años y no le he conocido ninguna pareja hasta el día de hoy … imagino que tiene deseos reprimidos … al igual que yo los tenía …

—¡Umh! … sería rico follar a la tía …

—Sabía que te iba a gustar … ella es casi igual a mí en lo físico … excepto que su culo es más pequeño … ella nunca estuvo preñada …

—¿Y tiene dos años sin coger? …

—Así es … debería ceder fácilmente … le diré que tiene que estimularte y le diré como … verás que hará de todo por ayudarte … sé que tiene impulsos y anhelos sexuales al igual que toda mujer, ella me lo confiado …

—¿Y cuándo piensas que podríamos invitarla? …

—La semana entrante … déjame disfrutarte unos días más … después la llamaremos …


Recordé que la situación de tía Giovanna es bastante acomodada. Recibió un millonario seguro después de la muerte de mi tío. Viste en modo muy elegante y juvenil, sus vestimentas siempre resaltan sus sinuosidades. Me recuerdo cuando asistió a la fiesta de mi último cumpleaños, mamá había decidido de que todos deberíamos estar disfrazados. Ella se presentó con esos Hot-pants y esas largas botas negras, dijo que era “La mujer bonita”, mamá se anduvo enojando con ella, todos mis amigos no le quitaban ojo de encima. Cuando me saludó y me besó en la mejilla, me dejo la marca de sus rojos labios rojos. Mamá apretó mi pene cuando se dio cuenta de que me había distraído.

—Entonces no le diremos nada sobre el nuevo tratamiento sugerido por la doctora … solo que necesitas más muestras de semen … creo que cuando ella comience a ver tu hermosa polla y tu cuerpo atlético y joven, sus lujuriosos antojos la traicionaran … yo la animaré y la tentaré … ella sucumbirá y terminará rogándote que la folles …

¡¡Guau!! Mi madre me sorprendía una vez más. ¡¡¡Reconchas!!! Me estaba ya imaginando a mi madre y a mi tía magreando mi pene para hacer que me corra, le sonreí y le dije:

—Por mí, está bien … no me quejaré sin juegan con mi pene a cuatro manos … si eres tú junto a la tía, va a ser algo maravilloso …

—Además … tú tía tiene un culo bastante figurativo y bonito … sé que te va a gustar …


Dijo mamá sonriéndome contenta y agregó:

—Imagínate con dos culos como los nuestros para estimularte …

Por supuesto que me imaginé algo así, mi pene pulsó con energías propias. Debo confesar que el culo de la tía Giovanna siempre me llamó la atención, hasta me he pajeado pensado a su trasero formidable, es muy parecido al de mi madre, pero ella es menos ancha de caderas, por lo tanto, su culo es más pronunciado hacia atrás. No quise decirle a mamá que ya había tenido fantasías con el culo de la tía, no por el momento.

—Mami … eres increíble … ¿Cómo se te ocurren tantas cosas? …

No pude evitar de preguntarle, estaba sorprendido y excitado por las elucubraciones de mamá, desde un principio mi madre me ha impresionado por su forma de enfocar cada situación, pero ahora mucho más. Entonces ella prosiguió:

—¡Espera! … ¡Espera! … no he terminado … mientras Giovanna esté aquí, también comenzaremos a tener algunas sesiones con la doctora … haremos que ella crea que nos ayuda a tener relaciones sexuales por primera vez … tengo la sensación de que ella puede ayudarnos mucho más de lo que lo ha hecho hasta ahora … ¡Sí sabes a lo que me refiero! …

Mi pene se agito bajo las palabras y los toques de mamá. Solo pude mirarla lleno de admiración, mi boca estaba abierta y sin palabras, prácticamente estupefacto …



Continuará

—– —– —– —– —– ooo —– —– —– —– —–
 

heranlu

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Empujé mi verga en el coño de mamá, pero quizás por los nervios, mi polla resbaló fuera un par de veces, entonces la doctora tomó mi verga en su mano derecha, la apuntó al ojete vaginal de mamá e introdujo la punta:.
Mamá volvía a sorprenderme, me quedé extasiado cuando se levantó de la cama y caminó hasta situarse frente a los espejos de su armario. Ella es un festival de curvas y sinuosidades que se mueven en armonía. Sus exuberantes pechos que se bambolean al unísono, mientras sus nalgas plenas se alzan y se bajan alternadamente, formando un pliegue de jugosa carne al unirse al torneado muslo.

Se inclinó frente al espejo y se abrió un ojo como tratando de sacarse algo que le molestaba, el reflejo de sus tetas en el espejo era perfecto, aunque a riesgo de parecer locuaz y ampuloso, debo remarcar que su culo lleno y curvilíneo se veía jodidamente sexy mostrándose desnuda y de espaldas a mí. Sin voltearse me preguntó:

—¿Te apetece comer algo? …

—¡Umh! … ¡Sí! … creo que es hora de comer alguna cosa …


Le respondí sentándome en la cama, ella me miró y dijo:

—Entonces … vístete y baja … estaré contigo en un instante mientras busco algo que ponerme …

Salté de la cama y pasando junto a ella le pellizqué un glúteo diciéndole:

—Así cómo estás, estás preciosa … no tienes necesidad de colocarte nada …

Ella se volteó rápidamente y me dio una bofetada en el culo riéndose:

—¡Uh!, chico … pero que guarro que eres …

Fui a mi cuarto, me puse una remera, boxers y shorts. Bajé a la cocina, me serví un vaso de jugo y me senté en la mesa de la cocina a esperar que mamá bajara. Mientras sorbeteaba mi jugo pensaba si mamá aparecería desnuda en la cocina. Luego me recordé de lo que había dicho mi madre sobre mi tía Giovanna y la posibilidad de follar en compañía de la doctora. Todo eso era imposible hace un par de semanas, por lo mismo que no dejan de sorprenderme las ideas impúdicas de mi madre.



Me sobresalté al sentirla entrar a la cocina repentinamente, vestía solo la bata de baño blanca, quizás accedió a mi pedido y bajo la veste estará totalmente desnuda. Eran tantas las interrogantes que me inquietaban, que no pude evitar de preguntarle:

—Mami … ¿Qué te parece que la doctora haya sugerido de involucrar a algunas clientas suyas para tener sexo? …

—¡Ay!, Alberto … comamos primero … luego conversaremos sobre ello … ahora no quiero hablar de eso … ¿Quieres tortilla? …


Mientras comíamos, iniciamos una conversación anodina sobre muchas materias. Mamá se abstuvo deliberadamente de volver a temáticas sexuales y decidí no mencionar nada al respecto. Pero me pareció al menos extraordinario escuchar a mamá comportarse como una verdadera ama de casa y sentirla hablar conmigo como cualquier madre de mediana edad lo haría con su hijo. Habiendo vivido todos estos días en forma lujuriosa, me excitó escucharla tan recatada. Apenas terminamos de comer, mamá dijo:

—Hijo, lava los platos y luego ven en sala para que conversemos …

Me dispuse a hacer lo que mamá me había pedido, mientras enjuagaba los platos pensaba en las posibilidades que mamá tenía para pasar a la siguiente etapa de mi tratamiento ¿¿Me dejaría follar a otras mujeres?? ¿¿Qué pasará con la tía Giovanna?? Inquieto y curioso me sequé las manos y me fui a la sala. Mamá estaba sentada en el diván, todavía vestía su bata blanca, me miró y dijo:

—Ven y siéntate a mi lado, cariño …

Luego adopto una postura solemne y circunspecta para decir:

—Alberto … lo sé que te gustaría follar con otras mujeres … ¿verdad? …

—Bueno … ¡Emh! … yo …


No supe que responder, no quería hacerla sentir celos o quizás menoscabar su autoestima de mujer, hasta ahora ella había siempre estado dispuesta a todo por mí, no quería parecer desagradecido:

—Muy interesante … ¿Crees realmente que podrías estar con una de esas damas? …

Volvió a preguntar mamá. De solo pensar en follar otros coños, mí verga estaba levantándose bajo mis shorts, traté de acomodarme para que mamá no lo notara. El rostro de mamá era enigmático para mí, neutro. No estaba seguro de que responder

—Bueno … mami … tú has sido la primera y la única … me gustaría tener más experiencias … la doctora dijo que tenían altos apetitos sexuales y eso me llena de curiosidad …

El rostro de mamá se relajó, al parecer se sentía satisfecha de mí respuesta.

—Bien, hijo … tengo más experiencia que tú … sé cómo son las mujeres a puertas cerradas … y no me sorprende que mujeres de diferentes posiciones y con vidas respetables, sean unas verdaderas putas con sus hombres … así cómo yo fui con tu padre y cómo lo he sido contigo … ya veremos que prepararemos con la doctora …

Mi madre termino su elocución y movió su mano a mi entrepierna, inmediatamente se dio cuenta de mi estado de excitación, su rostro cambió a una sonrisa de complacencia y dijo:

—Veo que esto te estimula …

Frotó la palma de su mano sobre la tela de mis shorts sintiendo mi polla endurecida, lamió sus labios y me hablo entre dientes:

—Creo que necesitas un poco de la medicina recetada por la doctora, hijo … saca esa polla dura y jugosa …

Eso sonó en mis oídos cómo una música proveniente del edén. Apresuradamente me acerqué más a mamá. Mi pene estaba a punto de estallar y luchaba por ser liberado. Mamá tiró un cojín al piso y se arrodilló sobre eso, mientras yo de pie avancé frente a ella bajándome shorts y boxers, tiré de ellos hasta mis tobillos y luego sacándomelos, los pateé hacía un lado.



Mi verga dura como el granito, saltó hacia el rostro de mi madre y ella en un abrir y cerrar de ojos se trago la punta de mi glande en su cálida y húmeda boca.

—¡Hmmmmm! … ¡Ssssiiii! …

Gemí con placer y lascivia sintiendo los acogedores y ardorosos labios de mamá cerrándose alrededor de mi verga, me quedé extasiado e inmóvil vistiendo solo mi remera, mamá me chupaba la pija enardecidamente. Todavía vestía su bata blanca y no veía nada de su exuberante belleza, pero no me importaba, ya que la sensación que me provocaba al succionarme era magnifica y avasalladora.

—¡Ssiii!, mami … chúpalo … chúpame fuerte …

Tomé su cabeza en mis manos y la alenté a moverse más rápido, metiendo y sacando mi verga del profundo de su boca. Realmente me estaba dando una estupenda mamada, hacía todos los sonidos de sorbos y gorgoteos, y una que otra arcada. Viendo el bellísimo rostro de mamá engullendo mi pija tiesa, imaginé otras mujeres haciéndome lo mismo, pensé a tía Giovanna, pensé a las desconocidas pacientes de la doctora, pensé también a ella, la doctora, con sus delgados labios chupándome la verga. Repentinamente sentí mis bolas a punto de explotar y que no podría contenerme por más tiempo.

—Mami … creo que me voy a correr muy rápido esta vez …

Dije precipitadamente, mamá no me respondió, se limitó a meter una mano en mi entrepierna, aferrar mis glúteos y empujar mi polla al fondo de su garganta, casi animándome a correrme dentro de ella, cerré mis ojos y grité:

—¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! … ¡Ssiii! … ¡Chupa culicagada! … ¡Chúpamela toda! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Auhhh! …

Reversé mi culo diez veces para enterrarle luego con fuerza mi pija chorreante en su boca sedienta, mi lechita tibia y espesa la inundaba y mamá se esforzaba por beber todo ávidamente, pero llegado un momento ella se sacó mi verga de la boca, cerró sus ojos y se esparció chorros de lefa en su rostro y cabellos, gruesas hebras de esperma comenzaron a escurrir sobre su fina tez y caer en goterones encima de sus tetas hechas para recibir un abundante baño de semen, finalmente algo cayó sobre el cojín y el tapete.

—¡¡Reconchas!!, mami … parece que, pensando a otros coños, hizo que me saliera más de lo habitual y más rápido …

Mamá con su rostro enteramente bañado de esperma y con una sonrisa de satisfacción, continuaba a lamer y estrujar mi verga, chupaba ansiosa mi glande y todo alrededor limpiando todos los restos de mi corrida, incluso recogió algo de lo que resbalaba sobre sus pechos con un dedo y se lo llevo prontamente a la boca, cuando vio que nada más salía de mi pene, me miró y me dijo:

—Me encanta tu semen espeso y cremoso, chico vicioso … aun cuándo pienses a otras zorras sucias y pervertidas … siempre debes conservar tú semen para mí …

Por el tono carrasposo de mamá. Se notaba de que estaba muy caliente, la miré con afecto, tomé mi verga y se la pasé por sus labios carnosos, ella sacó su lengua para lamerme, luego dijo:

—¡Recuerda que tenemos que follar! … está bien que te corras en mi boca, pero el tratamiento médico dice que te tienes que correrte en mi coño … y mi chochito también necesita atención … ¿crees que podrías follarme luego? …

—Seguro que sí, mami … la idea de follarme a otras guarras me mantiene excitado … dame algunos minutos y te hare ver estrellitas …

—¡Ah!, sí … ¿piensas solo en otras? … no me importa siempre y cuando guardes mi cuota de semen para mí …


Me respondió en son de broma, luego agregó:

—Bueno … pero antes que continuemos … ve a buscar un par de toallas grandes para cubrir el sofá y también la alfombra … no quiero que te corras sobre ellos … también quítate esa remera sudada, quiero verte desnudo … te prefiero sin nada encima …

Mi madre lucía estupenda con su piel clara brillante de esperma. Rápidamente me quité la camiseta y la tiré sobre una silla, salí de la sala y me fui a grandes zancadas al segundo piso a buscar las toallas, mi pene semi flácido se columpiaba de lado acompañado rítmicamente por mis bolas mientras subía la escala. En el baño enjuague rápidamente mis genitales, saqué un par de toallas grandes y volví a bajar. La vista que me esperaba era simplemente maravillosa.



Mamá se había quitado la bata y había cubierto parte del sofá, estaba recostada en ese extremo con las piernas abiertas y tocaba sensualmente su coño, acariciando con delicadez sus duros pezones, me miró mordiendo su labio inferior y me dijo:

—Ven y lámeme … mi coño te está esperando, cariño …

Raudamente me arrodillé sobre un cojín y me acerqué a ella, besé sus muslos tibios, besé su vientre, besé su montículo venusiano, pasé mi lengua por la hendedura de su coño hermoso y húmedo, luego abrí esos labios regordetes y lamí su clítoris, mamá instintivamente intento cerrar sus muslos, pero yo ya había afondado mi lengua en su coño y comencé a beber sus néctares maravillosos y sabrosos, mi boca entera se llenó con el sabor salino de su concha.

—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …. ¡Que rico se siente eso! … ¡Sigue, hijo! … ¡Sigue con eso! …

Gimió ella con placer, yo no me separé ni un milímetro de ese manjar divino, levanté mis brazos y comencé a acariciar y pellizcar sus exuberantes tetas. Era un sentimiento ardoroso que estimulaba mi lengua y mis manos. Mi pene aún no reaccionaba en su plenitud, pero poco a poco tomaba consistencia después de la enorme corrida en la boca de mamá. Me sentía en la gloria dándole al chocho de mamá las necesitadas caricias.



Mientras mi lengua continuaba a lamer y acariciar sus cálidas carnes, ella apretó mis mejillas con sus muslos y empujó su pelvis contra mi cara, mi lengua se fue más adentro de ella. Después de unos momentos mamá comenzó a chillar como una niña, sus caderas se movían violentamente y su cuerpo inició a estremecerse enérgicamente y sin control, sus gemidos se transformaron en gruñidos, sus muslos se cerraban y se abrían en mis mejillas, sus manos habían atrapado mis cabellos y tiraba de ellos fornicando con mi boca, esto se hizo cada vez más intenso y también sus gritos:

—¡Oooohhhh! … ¡Ooohhh! … ¡Asiii! … ¡Ssiii! … ¡Hummmmm! …

Continué a lamer su concha mientras no cesaba de masajear sus turgentes senos. Ella, todavía con la respiración jadeante y entrecortada, me dijo:

—Gracias, cariño … estuvo maravilloso … lo necesitaba …

—¿Tuviste un orgasmo? …


Quise saber y ella prontamente me respondió:

—¡Sí! …

Sonreí y aparte de sentirme complacido, me sentí como con un poder especial, el poder de hacer que mamá perdiera el control de si misma y se entregara voluptuosamente caliente a mis mimos y caricias.



Mamá respiraba todavía con cierta dificultad, acarició mi verga y me preguntó:

—Alberto, ¿Deveras quieres follar otras mujeres? …

—¡Hum! … Sí, mami …

—Realmente yo no estaría muy de acuerdo, hijo …

—¿Y por qué, mami? … si de todas maneras lo podríamos seguir haciendo entre tú y yo …

—No es eso lo que me preocupa, hijo … pienso a la diferencia de edad entre tú y ellas … ellas son mujeres maduras con experiencia … cosa que tú no tienes …

—También entre tú y yo existe esa diferencia y creo que lo hacemos bien … a mi me gusta y al parecer a ti también …

—Pero a nosotros nos unen otras cosas … tú eres mi hijo … yo puedo enseñarte y a la vez aprender de ti … contigo puedo hacer cosas que no haría con ningún otro hombre …

—Mami … tu eres mi mentora … cualquier cosa que decidas para mi estará bien … ¿Qué sugieres? …

—Creo que por el momento involucraremos solo a la doctora … me pareció que ella te tiene ganas … la vi cómo manejaba tu polla y al parecer le encantó … también invitaré a tú tía Giovanna … ¿Qué opinas? …

—Hasta ahora todo lo que has decidido me ha traído beneficios … así que estoy de acuerdo con todo lo que has dicho …

—¡Que buen chico que eres! …


Mamá me sonrió satisfecha y complacida, para mi que ya había follado el culo y el coño de mamá, todo lo que viniera después era ulteriores beneficios, sería tonto de mi parte lamentarme.



Durante los días siguientes continuamos a follar a diario y más de una vez al día, mamá estaba caliente todos los días y yo me sentía del mismo modo con ella. Me dejaba jugar con su esplendente culo y luego podía follar su coño hasta el cansancio. El dolor a mis bolas se había atenuado bastante, pero no había desaparecido, mamá estaba siempre pendiente de ello, para darme una mamada o dejarse follar y mezclar sus fluidos con los míos. Al cabo de una semana, ella dijo que contactaría a la doctora María Paz, para fijar una hora de consulta.

—Espero que se excitará como lo hizo la última vez … La haremos creer que es ella a guiarnos en el primer coito …

Como siempre me quedé mirando a mamá lleno de admiración. Me encantó cómo se refería a la follada. Pensaba en los más mínimos detalles. No dejaba nada al azahar. No sé cómo hubiese podido hacer sin ella.



Al día siguiente, después de regresar del colegio, mamá me puso al tanto de su conversación con la doctora sexóloga:

—Y sabes … recibí muchos halagos y alientos de la doctora cuando le dije que estaba dispuesta a pasar a la etapa siguiente de tu tratamiento …

—¿Estás segura de que no sospechó de que ya lo habíamos hecho? …

—Segurísima … ella me dio algunos consejos y me dijo que me tendría una cremita para facilitar mi lubricación en la copulación … ¿Y sabes cómo me puso eso? …

—¿Qué te sucedió, mami? …

—¡Ay!, Alberto … pues que me dieron ganas de tenerte cerca para mezclar nuestros fluidos …

—¿Me echaste de menos, mami? …

—Pero cariño … porque no vas y te desvistes … te estaré esperando en mi dormitorio … ¡Ah!, no olvides de lavarte bien …

—Sí, mami … voy …


Rápidamente me fui a mi cuarto a dejar mi mochila y a lavarme. Después de unos minutos entré en el dormitorio de mamá qué envuelta en su bata, se pintaba las uñas de sus dedos. Me acerqué suavemente y me recosté en su cama a su lado, ella miró mi verga inerte y no hizo comentario alguno, solo continuó a pincelar cuidadosamente sus uñas. Luego como si nada me dijo:

—Hijo … cuando veamos a la doctora tienes que fingir que nunca hemos tenido sexo … ella no se debe enterar de aquello …

—Sí, mami … ya lo sé …

—La doctora estuvo muy interesada y me preguntó si tenía alguna prenda de ropa interior adecuada para estimularte … no quise hacerle saber nada al respecto … solo le pregunté inocentemente … ¿Te refieres a algo sexy? …


Mamá me estaba poniendo al tanto de su conversación con la doctora, esto me interesaba mucho pues debía aprender sobre el comportamiento a tener frente a la doctora

—¡Sí! …

Respondió la doctora, entonces mi madre continuó con el dialogo tenido con ella:

—Veré qué puedo hacer … ¿Crees que serviría un conjunto negro de medias, sostén y bragas? …

—Antonella … eso suena fantástico …


Entonces entre ambas se despidieron, confirmando la hora de la consulta, que sería para el día siguiente a las 16:30. Mamá dijo que saldría más temprano del trabajo, iría a casa a ducharse y cambiarse de ropa, posteriormente me pasaría a recoger al colegio.



Escuchar a mamá explicándome sobre lo conversado con la doctora y los planes que ella tenía, fue más que suficiente para endurecer mi pija. Palabreé a mamá de la forma más soez posible, levanté sus hermosos muslos y le enterré mi verga con fuerza, mamá gimió y chillo como una gatita, luego se aferró a mis espaldas tirándome más dentro de ella. Mientras la embestía enérgicamente, hice uso de toda una serie de insultos que me había ido preparando en anticipación, logrando que mamá se arrebatará en un orgasmo salvaje, berreando animalescamente, me enterró sus uñas recién pintadas y estas se mancharon con mi rojo sangre, para terminar eyaculando ingentes cantidades de semen e inundando sus acogedoras entrañas.



Al siguiente día en el colegio me fue imposible concentrarme en las materias impartidas por los profesores. Mi pensamiento estaba en la hora de consulta con la doctora. Nada más cabía en mis cavilaciones.



Mamá me recogió puntualmente y nos fuimos a la cita médica. Ella se había hecho un peinado muy moderno, su maquillaje estaba perfecto, lucía tierna, juvenil y hermosa. Un traje de talle elegante y sofisticado de color perla, zapatos de taco altísimo, medias negras inspiradoras. Le di un veloz beso en la mejilla y ella guio su carro raudamente por las calles de la ciudad.



No pude aguantar la tentación y mi mano se posó sobre su muslo cubierto por las medias negras, luego bajo el dobladillo de la falda y después más arriba hasta sentir su cálida piel desnuda, mamá me sonrió diciendo:

—¡Hey! … ¡Cálmate! … ya tendremos tiempo para todo eso … vengo con muchas ganas también yo … asegúrate de estar bien duro y pronto …

Diciendo esto abrió su boca y paseó su lengua por sus labios sicalípticamente ¡¡Reconchas!!, mi verga comenzó a revivir bajo mis pantalones, la sangre también se me fue a mis mejillas, presioné el botón de la ventana para tomar una bocanada de aire fresco y moderar el calor que recorría mi cuerpo, estaba ansioso por llegar al consultorio de la doctora.



Esta vez nos recibió la misma secretaria de la última vez. Llevaba su traje típico de enfermera, bien ajustado y con un amplio escote, donde la hendedura de sus tetas era generosamente expuesta, mi madre y yo la seguimos cuando ella nos acompañó a la consulta de la doctora, yo iba detrás de ella admirando su culo que se balanceaban armoniosamente, nos detuvimos ante la puerta y ella tocó a la puerta y nos anunció a la doctora, se escucho la voz fuerte de la doctora indicándole de hacernos pasar.



La doctora estaba sentada en su escritorio y nos recibió con una amplia sonrisa, luego se dirigió a la recepcionista y le dijo que éramos los últimos pacientes y que no iba a necesitar de sus servicios, por lo tanto, podía irse a casa. Luego nos pidió que nos sentáramos en las sillas frente a su escritorio, inmediatamente me llamó la atención que su delantal blanco estuviese completamente desabrochado en la parte delantera, lo que permitía apreciar sus vestimentas, una falda azul y un suéter gris oscuro con un pronunciado cuello “V” que dejaba ver el borde de su sostén negro.

—Antonella, Alberto … me alegro de verlos nuevamente …

Dijo sonriéndonos, devolvimos la sonrisa, pero me pareció que mamá no se sentía cómoda sabiendo que estábamos por engañar a la doctora con respecto a nuestro comportamiento sexual. La doctora se levantó y nos indicó de seguirla al estudio interno, donde el ambiente era un poco menos formal, pero más cómodo e íntimo en comparación con la fría habitación de la consulta externa. La doctora nos hizo acomodar en los sillones y le dijo a mamá:

—No tengo más pacientes por el día de hoy … así que podremos relajarnos y tomarnos todo el tiempo que sea necesario … ¿les parece si nos servimos una copa de vino? …

Mamá y yo nos miramos, luego mamá respondió a la pregunta de la doctora:

—Bueno … creo que nos favorecería … yo permito a Alberto de beber una copa en ciertas ocasiones … no creo le vaya a hacer ningún daño …

—Por supuesto que no le hará ningún daño … es solo para relajarnos y entrar en calor …


Me encantó la respuesta de la doctora, yo ya la quería verla entrar en calor con esas tetonas suyas y con las de mamá masajeando mi verga, mi pene reacciono prontamente. La doctora se desplazó hacia un gabinete desde donde extrajo un botella y tres copas de cristal, verso el vino y no ofreció los vasos a mí y a mí madre, después tomó su propio vaso y se sentó en uno de los sillones, cruzando sus piernas envueltas en sendas medias negras de red, muy vistosas y sensuales, se podían apreciar claramente sus finos zapatos de tacón extremadamente alto, medio se volvió a mamá para preguntarle:

—Entonces … cuéntenme ¿Cosa han hecho desde la última vez que nos vimos? …

—Bueno … para aminorar los dolores de Alberto, hemos continuado con un programa de masturbación periódica … pero cómo la última ves dijiste que para lograr una cura total había que pasar a otra etapa más empeñosa y comprometedora … creo estar lista para hacerlo, doctora …

—Bien me parece … supongo que entre ustedes ya lo han hablado y están de acuerdo en tener un acto sexual que involucre la penetración … obviamente por razones médicas …


Mamá y yo nos miramos y asentimos contemporáneamente, haciendo ver que ambos estábamos un poco nerviosos por este hecho poco común, mi madre agregó:

—Es poco frecuente e inusual y me siento incomoda … pero si es necesario para curar la afección de Alberto, estoy dispuesta a donar mi cuerpo para él … solo espero que usted nos ayude a superar la complejidad de la situación para poder enfrentarlo de una manera seria y adulta …

Me pareció muy convincente el modo en que mamá habló, yo bajé mi cabeza haciendo ver que me sentía cohibido por la situación, entonces la doctora replicó:

—Ya lo creo … entiendo tú vacilación, Antonella … pero créeme que lo que necesita Alberto es mezclar su esperma con los fluidos de una hembra … sus bacterias se equilibraran y esto lo llevará a ser un muchacho totalmente normal … además … no lo olvides que todo esto tiene carácter confidencial y que jamás nadie se enterará lo que sucederá …

—Bueno … eso es realmente un alivio para mí …


Dijo mamá siguiendo con su simulación, a lo que la doctora le dijo:

—¿Y qué pensaste a que lo hiciese con otras mujeres? … eso podría acelerar su curación, ya que se beneficiaría al mezclar sus fluidos genitales con una amplia gama de mujeres … son todas clientas mías y muy discretas …

—María … a decir verdad, lo pensé … pero debo decirte que no me siento cómoda con la idea de que se vea con alguien más … quizás más adelante … pero ahora no lo soportaría verlo con mujeres extrañas …

—Oh! … creo entenderte …

—Pero … tengo una hermana … creo que podría persuadirla para que nos colabore …


Los ojos de la doctora pasaron velozmente de una incipiente decepción, a un estado de interés por la propuesta de mamá.

—¡Ah!, sí … cuéntame un poco sobre ella … ¿Cómo se llama? …

—Se llama Giovanna y es dos años menor que yo … quedó viuda hace un par de años y no le conozco pareja hasta este momento … si usted le explica el carácter medicinal de la situación, creo que ella también podría hacer una donación de su cuerpo para sanar a su sobrino …

—Bueno … creo que podría darte un escrito sobre el tratamiento, de ese modo tú podrías tener fundamentos para convencerla … y podría acompañarte en una próxima cita …

—Se lo agradecería mucho, doctora … así podría venir a una próxima cita con nosotros …


Mi madre no podía esconder su sonrisa de satisfacción al haber convencido a la doctora de ayudarla para convencer a la tía Giovanna, mi verga palpitaba y no podía dejar de admirar a mamá por cómo estaba conduciendo la estrategia de sus planes, se estaba comportando muy inteligente, aunque si yo todavía no lograba entender toda la heterogeneidad de la confabulación de mi madre, pero ella hacía de todo para beneficiarnos, así que tenía mi plena confianza.

En el intertanto, nos habíamos bebido el vino, la doctora se alzó y vertió generosas cantidades para los tres, yo comenzaba a sentirme relajado y contento, mamá también al parecer se había distendido y las sonrisas de la doctora también eran mucho más cómplices y calmadas:

Alberto … hasta ahora no he escuchado tu opinión … ¿Qué te parece todo esto? …

Le sonreí tranquilo y con toda sinceridad le respondí:

—¡Oh! … estoy feliz de que tantas personas se esfuercen por ayudarme …

Mientras sorbia su copa, la doctora me devolvió la sonrisa y se volvió a mamá:

—Bueno … entonces, creo que deberíamos empezar … es el propósito de esta sesión tener un coito completo … sexo con penetración … buscamos que los fluidos de ambos se mezclen … yo trataré de ayudarlos a romper la “barrera” … será solo un inicio que ustedes después podrán repetir en la tranquilidad de su casa … ¿Entendido? …

Tanto mamá como yo, asentimos con la cabeza, demostrando estar de acuerdo, ella prosiguió:

—Para tal efecto … sugiero de actuar con la mayor naturalidad … tú Antonella tienes mayor experiencia que Alberto y deberías tomar la iniciativa … yo les indicaré algunos juegos preliminares y les iré dando instrucciones … es posible que colabore junto a ustedes para ayudarles … puede ser con estimulo verbal o también algún contacto mutuo … cosas que suceden realmente durante el acto sexual …

Los ojos de mamá comenzaban a brillar, no sé si por el vino o por la calentura, pero en tono normal dijo:

—Será cómo usted diga, doctora …

Yo solo atiné a mover mi cabeza, mamá lo hacía tan bien, pero mi pene reaccionaba cada vez con mayor ímpetu.

—No deben de avergonzarse del uso de palabras soeces, eso es normal entre hombres y mujeres … nada debe considerarse grosero … todo es apto para nuestro propósito … adecuado y apropiado en nuestro contexto … y no olviden que hay razones médicas para hacer lo que haremos …

La doctora parece que leía directamente de la mente de mamá, para mi sonaba perfecto.

—Alberto … ve a lavarte … puedes tomar una ducha rápida y usar la bata blanca que dejé para ti …

Recordé lo limpias que son la doctora y mamá, así que me levanté ligeramente vacilante por efecto del vino y me dirigí al baño, mientras ellas continuaban a sorber a traguitos el exquisito vino. Entré al lujoso baño, me desvestí y me metí a la inmensa bañera Jacuzzi para lavarme rápidamente. Luego me sequé y noté como mi verga se levantaba, no estaba del todo erecto, así que me puse la bata y dejé las amarras al frente para ocultar mi semi erecta pija.



Cuando entré de nuevo a la sala, me encontré con una vista de lo más deliciosa. Ambas damas estaban de espaldas a mí y déjenme decirles que sus culos eran esplendorosos, pero, así como me sintieron se voltearon a verme y mi verga dio un salto hacia arriba. Mamá estaba solo en sus bragas y sin sostén, sus gloriosas tetas se bamboleaban magníficamente, sus curvas eran perfectas, sus medias negras sujetas por un liguero delgadísimo, su tanga apenas cubría su montículo venusiano. La doctora también estaba medio desnuda y habían coincidido en el color negro de sus ropas íntimas, pero ella había conservado su sujetador y sus medias eran auto portantes, aun cuando su apariencia era increíblemente cachonda, mamá con su liguero lucía mucho más sexy, no pude evitar el comentario:

—¡¡Guau!! … se ven perfectas …

Ambas me sonrieron, pero mamá vino a mi encuentro diciendo:

—Gracias, cariño … la doctora me sugirió de vestirme así para ti …

La doctora también se acercó hablando:

—Así es … de acuerdo con experiencias previas … sé que al hombre le excita mucho una mujer vestida con lencería íntima … tu madre me ha dicho que te gustan mucho los culos y me pareció que de este modo serías estimulado mejor …

—Esto es genial, doctora … agradezco su atención a los detalles …

—Veo que tú polla está dura, Alberto … comenzaremos con una posición donde no es necesario que se miren … serán como dos desconocidos … esta posición es la del perrito … Antonella, tú te arrodillaras sobre el sofá y te apoyarás en el respaldo haciendo sobresalir tus nalgas hacia atrás … Alberto, tú te colocarás detrás de tu madre y ya que te gusta tanto su culo … restregaras tu pija en la partidura de sus nalgas … eso estimulará tanto a ti como a tu madre …


La doctora se paró junto a mamá y abrió sus nalgas de tal modo que podía ver su coño y el orificio de su culo, comencé a pasear mi verga entre sus glúteos y mamá comenzó a gemir, entonces la doctora dijo:

—Alberto … quiero que te arrodilles y beses y lamas el trasero de tú madre … yo abriré sus nalgas para ti …

Era claro lo que me estaba pidiendo la doctora, así que me arrodillé y comencé a lamer y besar el culo de mamá.

Lame también su coño, querido … todo esto ayudara a que entre ambos se estimulen … y es muy necesario …

Lamí el coño de mamá por largo rato, lamiscando sus labios vaginales y la carne rosada al interior de su vagina.

—Ahora vuelve a lamer el culo de tu mamá …

¡¡¡Reconchas!!! Esta doctora es totalmente depravada. Ahora mi verga estaba dura como el acero, mientras mi lengua horadaba el estrecho ojete del ano de mamá. Besar el culo de mamá era como estar más cerca del cielo. Penetré su trasero lo más profundo que pude, mamá empujaba sus posaderas hacia atrás gimiendo con placer. Era jodidamente caliente seguir las instrucciones de la doctora, entonces ella me indicó una variación:

—Ahora … lámele el culo y el coño y luego del coño al culo, y viceversa … sin detenerse …

Hice como dijo ella y mi pene comenzó a pulsar furiosamente, la doctora se dio cuenta y me dijo:

—Ahora prueba a follar a tu madre …

Me coloqué detrás de mi mami y le corrí el hilito de su tanga para descubrir su coño, la doctora me sonrió en aprobación, pero para asegurarme le pregunté:

—¿Está bien así, doctora? …

—Sí, querido … lo estás haciendo bien … pero también tienes que estimular a tú madre, rozando su coño con tu pija …


La miré un poco confundido, entonces ella me dijo:

—Espera … haremos otra cosa que también ayudará …

Se alejó taconeando hacia un armario cercano y extrajo una botella con un líquido trasparente y acuoso, se acercó a mamá y le quitó sus bragas, después se versó un poco en sus manos y acarició el chocho de mamá y luego volvió a verterse del líquido y metió sus dedos en la concha de mamá, que gimió y arqueó su espalda, la doctora preguntó:

—¿Te he hecho daño, querida? …

—No …


Respondió prontamente mamá.

—Ahora toca a ti, querido …

Dijo la doctora y vertiéndose un poco de líquido en la palma de su mano, procedió a masajear mi verga repetidas veces, mi verga se endureció aún más:

—Ahora puedes metérsela, querido …

Empujé mi verga en el coño de mamá, pero quizás por los nervios, mi polla resbaló fuera un par de veces, entonces la doctora tomó mi verga en su mano derecha, la apuntó al ojete vaginal de mamá e introdujo la punta:

—Empuja, querido …

Empuje y mamá lanzó un chillido.

—¿Estás cómoda Antonella? …

—Sí … mucho …


Respondió mamá. La doctora vino detrás de mí y me quitó la bata dejándome desnudo con mi verga enterrada en el chocho de mi madre, luego acarició mis nalgas y me empujo:

—Ya, muchacho … estás listo … folla a tú madre … mezcla tus fluidos con ella …

Tomé las caderas de mamá y comencé a follar su coño caliente y resbaladizo. La doctora parecía bastante complacida con mi desnudez, a mí me encantaba estar así frente a ella y notaba el efecto de mi verga sobre ella, cuando me sobajeo la verga lo hizo mirándome cachondamente a los ojos y ahora miraba complacida mi pene que entraba y salía del coño de mamá, acarició mi vientre y preguntó:

—¿Se siente bien eso? …

—¡Oh!, sí … se siente fabuloso …


Le respondí embistiendo el trasero de mamá con más fuerza.

—¿Y a ti Antonella, te gusta? …

—Bueno sí … pero efectivamente se siente extraño ya que lo está haciendo Alberto …


Respondió muy bien mamá continuando con la simulación.

—Estoy segura de que te acostumbrarás, querida …

Luego se dirigió a mí:

—Alberto … el movimiento debe ser … entra y sale … entra y sale … ni muy rápido, ni muy lento … hazlo lo más natural posible … no te agites demasiado …

Continué follando el estrecho coño de mamá y se sintió formidable. La doctora abrió un par de veces las nalgas de mamá para cerciorarse de que la estese penetrando y luego vino detrás de mí a empujar mis nalgas con un ritmo adecuado y parejo, se sentía extraño, pero al mismo tiempo agradable.



La idea de estar follando a mamá delante de la doctora me excito mucho, y estoy seguro de que también mamá estaba sintiendo lo mismo, solo que ella trataba por todos los medios de ocultarlo. Su cara estaba enterrada en el borde del sofá y sus brazos cubrían parcialmente su rostro para no dejar ver su expresión, pero los gemidos y chillidos la delataban, sobre todo cuando afondaba mi verga en lo más profundo de su concha. La doctora continuaba a alentarnos:

—Eso Alberto … folla el chocho inmundo de tu puta madre … folla esa sucia concha de culicagada … fóllala con fuerza … rómpele ese coño jugoso y deja que todos esos deliciosos zumos se mezclen con tus fluidos … eso te hará sentir mejor …

Continué a embestir a mamá con fuerza, azotando sus nalgas en mis muslos, entonces noté que la mano de la doctora ya no empujaba mi trasero, la miré de reojo y vi que se estaba quitando su sujetador ¡¡¡Reconchas que tetas!!! Dos grandes melones cayeron colgando de su pecho, por un momento volvió a empujar mis nalgas y a empujarme dentro de mamá.



Sus tetas me hipnotizaban, se tambaleaban y se movían al ritmo de sus empujones a mi culo. Noté sus grandes areolas y sus pezones de color rosado no muy grandes, luego me dijo:

—Folla duro a esa puta chillona … méteselo todito … yo te mostraré mis tetas para que te corras más rápido …

Así diciendo se metió detrás del sofá donde estaba apoyada mamá y comenzó a mover sus grandes tetas, arriba y abajo, las aplastaba, tironeaba de sus pezones, volvía a subirlas y luego a bajarlas, las abrió una a cada lado, una a la vez se las llevó a su boca para chuparlas, luego las hacía chocar una contra la otra. Mamá con su cara oculta no podía ver este espectáculo. Mis ojos bailaban enloquecidos. No pude aguantarme más, exhalé una especie de alarido y me corrí a raudales dentro el caldeado chocho de mamá, la sentí convulsionar y estremecerse moderadamente tratando de ocultar su goce.

—¡Aaaahhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Ooohhh! …

Descargué tantos chorros como nunca, eran tan potentes las descargas que me hacían gemir sin control, me sentí mareado y cerré los ojos, me aferré a las caderas de mamá sintiendo sus poderosos músculos vaginales ordeñando mi verga hasta la última gota. ¡¡Carajo!! ¡¡Que tratamiento más exquisito!! ¡¡Me está gustando!!



Continuará

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heranlu

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—¡Oh!, querido … folla a tu mamacita … completa tu terapia … córrete dentro de ella … dáselo con más fuerza … fóllala … Antonella lo quiere … ella quiere lo mejor para ti … no te retengas rómpele el coño a tu mami … folla a tu puta madre ….
Tenía como un vacío mental momentáneo, me había corrido abundantemente en la concha de mamá, ahora ella estaba sentada en el sofá tratando de recuperar su aliento y compostura, intentando de ocultar de haberse corrido también ella al ser follada por mí. La buena doctora estaba de pie a mi lado con su brazo izquierdo alrededor de mi cintura, me sostenía tirándome ligeramente hacia ella, al parecer buscaba el contacto de nuestros cuerpos, por un breve lapso de tiempo, ella aferró mi verga e hizo caer las últimas gotas de semen. Mamá frente a nosotros nos miraba con una mirada de ensueños, como si se estuviera despertando de una maravillosa fantasía, parpadeaba y recorría sus rojos labios con su lengua, su coño estaba enrojecido y algunas gotas perladas de semen asomaban entre sus regordetes labios, se veía fantástica todavía en toples, sus amplios pechos de balanceaban con cada uno de sus movimientos y todavía su figura se veía magnifica vestida solo en esas medias negras sugestivas.

—¡Felicitaciones! … Muy bien hecho … especialmente a ti Alberto … ahora ya no eres virgen …

Dijo animosamente la doctora y luego agregó:

—Recuerda Antonella que es por razones médicas que hacemos todo esto para curar a tú hijo … eres una buena madre haciéndolo …

Mamá sonrió feliz, al parecer la doctora nada sospechaba de que nosotros ya habíamos follado anteriormente y suponía que esta era nuestra primera vez. Se había puesto muy cachonda y arrecha mientras yo la penetraba y había logrado contenerse un poco delante de la doctora. Ésta continuaba a alabar a mamá por su colaboración y preocupación de madre, luego dijo:

—Espero que hayan disfrutado de mi participación como facilitador …

Mamá la miró sonriente y asintió. Estaba verdaderamente complacida de que la doctora le hubiera abierto las nalgas y se hubiese quitado voluntariamente su sostén, ya que esto dejaba ver que la doctora podría ir mucho más allá. Con el máximo de inocencia y desenfado dijo:

—Te agradezco que hayas mantenido abierto mi trasero para mi hijo … también de que te hayas quitado tu sujetador y mostrar tus bellísimos senos a Alberto en modo de que se corriera dentro de mi … no olvidaré eso …

Me pareció percibir un ligero rubor en las mejillas de la doctora, volví a mirar sus pechos y ahora me moría de ganas por tocárselos, también por que una de sus cálidas tetas se apretaba eróticamente contra mi pecho, entonces decidí decir algo bonito a la doctora:

—¡Oh!, sí doctora … tengo que decir que sus senos son muy bellos y me excitaron mucho, hicieron que me corriera como nunca … espero no se moleste por decírselo …

—¡Por supuesto que no, Alberto! … eres hombre y eres joven, es lo más natural que te sientas atraído por mis pechos … es intrínseco al varón … creo que te dejaré tocarlos a su debido tiempo …


Mi pene, a pesar de haberme corrido recientemente, hizo un movimiento oscilatorio involuntario al escuchar a la doctora, ella estaba mirando hacia abajo en ese momento y vio mi reacción espontanea, a lo que dijo:

—¡Oh!, veo que a tu amiguito le gustó la idea …

Ella y mamá se rieron a carcajadas mirando mi polla pulsar en el aire. Estábamos en plena confianza, el hielo se había roto entre nosotros. Todavía sosteniéndome con un brazo alrededor de mi cintura y su teta izquierda presionando mi pecho, la doctora tocó mi verga semi dura y acarició tiernamente mis bolas y exclamó:

—Sabes Antonella … deberías estar orgullosa de tener un hijo con una pija así de hermosa …

Mamá le sonrió, pero no dijo nada, tal vez sin saber que decir. Luego la doctora aferró mi pene y comenzó a mover su mano arriba y abajo, froto la punta de mi glande y esparció algunas gotas de semen que rezumaban de mi verga, volvió a pasar su mano delicadamente envolviendo mis pelotas, para continuar luego su masaje a mi verga. Nuevamente una exquisita sensación recorrió todo mi cuerpo ¡¡Reconchas!!, me estaba haciendo una maravillosa paja. Estaba comenzando a mover mis caderas follando la mano de la doctora, pero ella soltó mi pene y comenzó a frotar mi pecho diciendo:

—Creo que deberíamos limpiarnos un poco … tendremos tiempo luego de volver a hacerlo … al parecer Alberto se ha vuelto arrecho y quizás quiera intentarlo nuevamente …

—¡Oh!, sí señora … me gustaría mucho …


Le respondí prontamente y mi madre corroboró diciendo:

—Sí, es verdad … él puede correrse varias veces en pocas horas … lo sé por la experiencia que hemos tenido recogiendo las muestras de su semen …

—Esplendido … entonces vayamos a refrescarnos y luego continuaremos con la terapia …


Sonreí complacido a mi madre y a la doctora mientras ellas observaban mi verga atentamente, entonces dije:

—Perdón, doctora … quisiera ir al baño … necesito orinar …

—Y yo necesito asearme y también vaciar mi vejiga …


Dijo mi madre, a lo que los ojos de la doctora parecieron adquirir un brillo y una luz nueva, entonces dijo:

—Como médico tratante, sugiero que vayamos todos al baño … hacer cosas tan personales e íntimas, nos ayudará a expandir nuestras mentes … es como superar una barrera psicológica … no debe haber secretos entre nosotros …

Mamá guardo silencio y al parecer estaba un poco perturbada como tratando de asimilar y comprender la sugerencia de la doctora. Yo me complací del requerimiento de la pervertida médico, además, me encantaba ver orinar a mamá y sentí una cierta sensación de excitación al pensar de volver a verla. Luego mamá se recuperó diciendo:

—Bueno … si está bien para Alberto y si tú crees que nos podrá ayudar … creo que sería positivo seguir tú sugerencia …

—¡Oh!, para mí está bien …


Dije quizás un poco apresuradamente.

—¡Maravilloso! … síganme …

Dijo la doctora todavía en toples luciendo sus hermosos pechos, luego comenzó a caminar hacia el baño, sus gloriosas y firmes nalgas vibraban con el taconeo de sus pasos, sus bragas se habían metido entre sus glúteos lo que la hacía lucir aún más cachonda, ¡¡Que culo más hermoso!! Mamá venía tras de mí, estaban sin bragas, pero conservaba su sostén y las medias sostenidas por su sexy liguero. La doctora abrió la puerta, nos dejó entrar y luego la cerró. Mamá miraba encantada el lujoso baño y no pudo evitar de comentar:

—¡Vaya! … que baño tan fabuloso tienes … y es muy espacioso …

—Sí … aquí tengo algunas sesiones de asesoramiento de varios tipos … así que debe ser amplio y cómodo …


Respondió la doctora sonriendo, yo traté de imaginar esas sesiones especiales de la doctora, hasta ahora estaba teniendo una muestra de ellas y me encantaba.

—Alberto … deja orinar a tu madre primero … y Antonella, no te avergüences de hacerlo frente a nosotros … recuerda que estamos en una sesión terapéutica y todo esto nos ayudará a estar más relajados entre nosotros …

Mamá vaciló por un instante, pero luego se encamino hacia el inodoro y se sentó en él. Después de un momento pude escuchar el chorro de orina de mi madre que duró por casi un minuto, apenas terminó mamá se secó su vulva con toalla higiénica y se lavó sus manos en el lavabo. Me encantó ver todos sus movimientos y sentí un extraño sentimiento en mí, entonces escuché a la doctora:

—Bien, Alberto … es tu turno ahora …

Tenía muchas ganas de orinar, así que mis inhibiciones y timidez se fueron a un lado. Levanté el asiento y sostuve mi verga apuntando al tazón. Un potente chorro salió de mi verga, sentí un enorme alivio cuando mi vejiga se vació. No había reparado en que tanto mi madre como la doctora miraban fijamente mi pene mientras orinaba, cuando terminé la doctora dijo:

—Excelente … ¿Cómo te sentiste al hacerlo frente a nosotros, Alberto? …

—Sentí un alivio liberatorio … también disfrute viendo a mamá hacerlo … no sé el porqué, pero me encantó verla y escucharla orinar …


Dije en forma sincera, la doctora me miró, arqueó su ceja y dijo:

—Interesante … ¿Y tú Antonella? …

—Bueno … debo admitir que sentí más o menos lo mismo que describió, Alberto … me sentí ligera y liberada …


Mamá no quiso decir nada más, creo que decidió de ser discreta. La doctora la miró inquisitivamente y luego dijo:

—Deveras interesante … hay personas que consideran excitante el acto de orinar … tal vez más adelante podríamos explorar eso …

Dijo la doctora pensativamente, luego se dirigió a mamá:

—Antonella … Alberto está ya desnudo … creo que es hora de que tú y yo nos desnudemos también … después tomaremos una ducha los tres juntos … aprovecharemos de tocarnos y conocernos un poco más … tenemos que derribar las barreras del contacto corporal … luego intentaremos otro coito …

¡¡¡Reconchas!!! Esta doctora no pierde tiempo. Mi pene se endurecía cada vez más en espera de ese momento. Nos metimos bajo la ducha, la ducha no era una ducha normal, sino una serie de chorros que vertían agua desde abajo, desde arriba y desde los costados. Si no me equivoco, eran nueve chorros a lluvia que bañaban nuestros cuerpos, la sensación era muy agradable. La doctora y mamá estaban completamente desnudas, me fije en las carnosas pompis de la doctora, su vagina escondida perfectamente bajo su ingle me excitaba tanto que mi verga dura chocaba con uno de sus muslos ¡¡Mi Dios!! Estaba aquí en medio a estas dos voluptuosas hembras y una de ellas era mi madre ¡¡Que espectáculo!!



La doctora abrió el agua por cerca un minuto y los chorros expeliendo líquido tibio simultáneamente, rápidamente nos bañaron a todos. Luego ella volvió a cerrar el grifo y dijo:

—Ahora enjabónense el uno al otro … yo haré tu espalda, Alberto … tú has la de tu madre … luego podremos intercambiar …

Mamá se volvió hacia la pared, yo me gire a mirar su espalda y la doctora quedó detrás de mí. Todos tomamos un poco de gel de ducha y comenzamos a enjabonar nuestros cuerpos. Esto se estaba poniendo seriamente erótico y mi pene se estaba haciendo cada vez más macizo. Sentí las manos de la doctora recorriendo mi espalda, metiendo sus dedos entre mis nalgas, incluso sobajeando el orificio de mi culo, entonces yo hice lo mismo con mamá haciéndola gemir. Entonces la doctora dijo que nos diéramos vuelta y me pidió que lavara su espalda, le di la espalda a mi madre y me giré a mirar las tetonas de la doctora, cuando pensaba en meter mis manos en sus maravillosos pechos, ella se giró y me presento sus posaderas blancas, redondas y firmes, ahora mi verga estaba casi plenamente dura. La doctora miró mi verga diciéndome:

—Lava mi culo …

Más que encantado puse mis manos en esas maravillosas nalgas, dejé que mi mano enjabonada se metiera en el surco de sus glúteos y palpé con las yemas de mis dedos su pequeñísimo orificio anal, ella empujo su trasero tentando mis falanges, pero solo froté su ano y su coño haciendo una pulcra limpieza de ambos, luego dejé que la espuma escurriera y sus brillante posadera hizo que mi verga pulsara en modo incontrolable, entonces paseé mi polla en medio a esas calientes masas de carne, la doctora se pegó más a mí, pero me dijo:

—El masaje está bien, pero no intentes penetrarme …

Me decepcionó por un momento, pero pensé que estaba dentro de lo normal su objeción. En tanto mamá no permanecía ociosa, estaba enjabonando mi propio trasero con acuciosidad, me había versado gel varias veces y disfrutaba metiendo sus deditos en mi estrecho ano, después restregaba sus tetas en mi espalda e intentaba morder mi cuello y hombros, aparte de gemir directamente en mi oído susurrando todo tipo de obscenidades, la doctora no tenía noción de lo que ella me estaba haciendo a mí. Una cosa era segura, mi ano nunca había estado más limpio, al igual que mis posaderas cubiertas de espuma gel. Entonces la doctora volvió a mirarme con sus ojos calientes y brillantes, pero no me miraba a mí, sus ojos estaban pegados en mi verga que resbalaba en medio a su carnoso culo, las venas azuladas de mi pene se habían engrosado y mi verga estaba en plena erección con un glande amoratado y luciente, su lengua repasaba sus labios mirando mi enhiesta pija.

—¡Oh!, Alberto … veo que te estás estimulando …

Luego versó gel en sus manos y comenzó a enjabonar mi verga con aprietes y caricias a todo el largo, mirando el movimiento de sus macizas tetas a centímetros de mi verga, ciertamente tuvo un fuerte impulso estimulante y mi polla se engrosó a dimensiones inauditas. Me pajeó por varios minutos y luego haciendo escurrir mi entero prepucio hacia atrás dijo:

—Creo que basta de enjabonarse … vamos a enjuagarnos …

La doctora presionó un botón e inmediatamente potentes chorros de agua a temperatura perfecta, comenzaron a bañarnos desde diferentes direcciones. Luego me puso a mi de frente a mi madre y nos dio unos empujoncitos para que comenzáramos a restregar nuestros cuerpos el uno contra el otro, sentí las poderosas tetas de mamá en mis pectorales y la atraje hacia mí. El enjuague tuvo un efecto negativo en mi erección y mi verga resbalaba semi duro contra el vientre de mamá, entonces se me ocurrió decirle a la doctora:

—Señora … usted sabe cuanto me gustan los traseros … ¿Sería posible de complacerme con algún jueguito donde pueda tocar su culo y el de mi madre? …

—Excelente idea, Alberto … ¿Qué te parece a ti, Antonella? …


Dijo ella acercándose al lado de mamá.

—Si es parte de la terapia de mi hijo, estaría feliz de hacerlo …

Dijo mamá regalándome una esplendorosa sonrisa. Entonces la doctora agregó medio en serio, medio en broma:

—Vamos, Antonella … démosle la espalda a Alberto … así le permitiremos de masajear nuestros traseros …

Mi pija volvió a reanimarse escuchando a la doctora y mi madre y la doctora miraron mi polla ávidamente. A continuación, ambas se giraron hacia la pared casi tocándose con sus caderas y brazos. ¡¡¡Carajo, que vista!!!



La doctora era ligeramente más alta que mamá, un poco más delgada también, pero su culo estaba en forma remarcada, echado hacia atrás. La protuberancia de sus nalgas era más o menos similar, pero el culo de mamá era sin duda más amplio y sus muslos más carnosos, miré el hermoso cuerpo de mi madre que me resultaba más familiar y le regalé la mejor de mis sonrisas para decirle que era la más bella. Lógicamente la situación era extraordinariamente caliente, con dos hermosos traseros que podía manosear a placer, jugando con sus redondeces, amasando sus firmes carnes, metiendo mi pija endurecida a contacto de la piel voluptuosa de cada nalga, tenía a mi verga a punto de reventar. Quise arriesgarme un poco y dije:

—¿Podría abofetear vuestros traseros con mi polla? …

—¡Uy!, muchacho … ¿Que intenciones tienes? …


Dijo la doctora mirando mi verga, pero mamá sin titubear dijo:

—Por supuesto, cariño … hazlo …

Ambas menearon sus culos sicalípticamente y echaron sus posaderas hacia atrás, aunque si la doctora lo hizo un poco dubitativa. Tomé mi verga dura y comencé a dar de latigazos a esos maravillosos traseros pulcros y brillantes, el sonido de mi verga zurrando sus culos llenó la habitación, la doctora comenzó a gemir y estiro sus manos hacia las tetas de mamá y mamá ni corta ni perezosa, también tiro los pitorros marrones de la doctora y levantó sus senos hacia arriba, ambas se miraron y la doctora se inclinó a besar a mamá, la cual cerro los ojos de su carita angelical y se dejó besar ¡¡¡Reconchas!!! Mi pija dura como palo, apaleó las duras nalgas de la doctora mientras duraba un beso prolongadísimo ¡¡Joder!! Me encanta.



Después de un rato me arrodillé detrás de la doctora y comencé a lamer su trasero, abrí sus nalgas y olisqueé ese surco estrecho entre sus glúteos, olía a jabón y a limpieza, probé con mi lengua a saborear su ano, la doctora empujó sus nalgas y la punta de mi lengua jugó con su pequeño orificio, seguí lamiendo su ojete anal casi con adoración, las mejillas de mi cara estaban entre sus cachetes y me lengua presionaba por penetrar el estrecho hoyito de su culo y mientras más lengüeteaba, ella más empujaba contra mi rostro, hasta que logré penetrarla por cerca un centímetro con mí insistentes lamidas. Hubiese querido penetrarla con mi polla, pero no me atreví a intentarlo, ya que ella se había negado con anterioridad, pero escuchándola gemir era para mí una gran satisfacción. En todo caso, me levanté y comencé a dar algunos golpes a sus nalgas con mi polla, había gotitas preseminales escapando por la punta de mi glande, salpiqué su trasero y limpié mi glande en sus glúteos, luego hundí mi verga en medio a sus nalgas y ella comenzó a masturbarme con un movimiento de arriba abajo. Queriendo prolongar más esta situación tan caliente, pasé a masajear el culo de mamá, pero la doctora nos hizo pasar a otra rutina de la terapia.

—Antonella … ponte frente a Alberto y comienza a masajear su cuerpo con tus bubis … me gustaría observar la reacción de él …

Mamá inmediatamente se apretó contra mi pecho y hundió sus pezones en mis pectorales, pero la doctora le dio otras indicaciones.

—Antonella … debes frotar todo su cuerpo, comienza con su pecho, luego su vientre y desciende hasta atrapar su polla entre tus tetas … quiero estar cierta de que esto resultará en una efectiva estimulación …

Mamá obedientemente ejecutó los movimientos indicados por la doctora y efectivamente mi verga se endureció como el acero, la doctora contemplaba hechizada como mi polla se movía entre los hermosos senos de mamá, había algunas gotas de semen que mojaban sus tetas y mamá no resistió a sacar su lengua y sacarlas directamente de mi glande, la doctora levantó sus manos a sus senos y los acarició lascivamente, no había duda alguna, la doctora se calentaba viéndonos ejecutar la terapia, entonces dijo:

—Antonella … me dejarías hacer lo mismo por él …

Mamá se levantó y estiró su mano, mostrándole a la doctora que le cedía su lugar, rápidamente la doctora se colocó frente a mí y pronto sentí la presión de sus duros pechos contras mis pectorales, mi verga pulso alocadamente cuando ella la atrapó entre sus exuberantes tetas, ella levantó su mirada hacia mí:

—¡Oh!, veo que te gustan mis senos en tú pija …

Mi pene estaba furioso cuando la doctora se puso nuevamente de pie, después de masajear mi polla con sus cálidas y engrosadas tetas. Me moría por atrapar eso hermosos pezones y dales una buena mamada, ella al parecer se dio cuenta de ello y amablemente me dijo:

—Alberto … falta solo que me chupes un poco mis tetas … quiero saber si eso también te estimula … lo escribiré en tu carpeta de paciente …

No esperé una segunda invitación, inmediatamente atrapé sus pezones marrones en mis dedos, luego lamí la redondez de su seno derecho y me llevé ese pezón maduro a mi boca. La doctora acariciaba maternalmente mis cabellos mientras yo mordisqueaba suavemente y succionaba alternadamente sus puntiagudos senos. Entre gemidos le hizo señas a mi madre:

—Antonella … junta tus tetas con las mías y veamos que sabe hacer este muchacho …

Mamá se acercó animosa y literalmente estrelló sus enormes tetas con las voluminosas tetas de la doctora, casi perdí mi conciencia en ese océano de tetas y succionando esos islotes marrones que eran los pezones de ella y la doctora. Sin disimular mi mano se fue a la panocha de mi madre, estaba muy húmeda, la doctora se percato de ello y dijo:

—Chica, creo que tú hijo está listo para ti otra vez … gírate hacia el muro …

—¡Sí! … si …


Dijo mi madre prontamente apoyándose con ambas manos sobre los azulejos, luego encorvó un poco su espalda haciendo sobresalir sus apetitosas nalgas, me acerqué a ella tomé sus caderas y apunté mi miembro viril en medio a sus posaderas, restregué la estrechez de sus glúteos con mi glande y empujé con mi ariete su orificio anal, la doctora que estaba supervisando de cerca todos mis movimientos, dijo:

—Puede ser doloroso para tú madre una penetración anal … mejor será que penetres su vagina … más adelante veremos otros tipos de penetraciones …

Mamá me miró con su ceño fruncido, seguramente no quería que la doctora se enterase de que también ya habíamos experimentado con mi madre esa penetración, luego la doctora nos sorprendió a ambos cuando dijo:

—Antonella … para lubricar su polla y facilitar la penetración, creo que podría intentar un modo adicional … también esto incrementará la estimulación de Alberto …

Mientras nos mirábamos mamá y yo interrogativamente, la doctora se arrodilló ante mí y me hizo girar levemente hacia ella, luego hizo desaparecer mi verga enhiesta y dura en su ávida boca, comenzando a mamar mi verga como si se fuera a acabar el mundo, la mirada de mamá era un poco de sorpresa, pero se abstuvo de decir nada, yo entrecerré mis ojos y empujé la nuca de la doctora hasta hacerla tener algunas arcadas, follando su boca profundamente.

—¡¡Reconchas!!, doctora … eso se siente muy bien …

Dije moviendo mis caderas y disfrutando a concho los finos labios y la delicada lengua de la doctora que aprisionaban mi pene y lamían mi polla diestramente dejando restos de saliva que hacían relucir mis engrosadas venas, su succión era poderosa y hacia rezumar todo mi líquido preseminal hacia su cavidad bucal, ella lo hacía como una excelente profesional y entendida en la materia.



Luego, después de haberme chupado la verga a más no poder y ponérmela duro como el granito, se puso de pie al lado de mamá y comenzó a abrir las nalgas de mi madre para mí, tal como lo había hecho la vez anterior. Yo no necesitaba más estimulo, estar en medio a estas esplendidas mujeres me tenía enardecido todo el tiempo. Los hermosos glúteos de mamá eran invitantes, su conchita estaba abierta y dispuesta a recibirme, me basto solo presentar mi glande a la apertura rosácea y mamá dio un leve empujón hacía atrás, aprisionando mi verga entre los candentes labios de su chocho empapado, mamá jadeó y gimió, la doctora soltó sus nalgas y se movió detrás de mí, cuando comencé a bombear enérgicamente la almejita de mamá, la doctora se abrazó a mí sobajeándome con sus tetas en mi espalda y acariciando mis pectorales, a la vez que besaba mi cuello y ronroneaba como una gatita tratando de mordisquear mi lóbulo ¿¿¿Si esto no es el paraíso??? Mi verga había desarrollado dimensiones descomunales y una rigidez asombrosa, mamá gemía y se contorsionaba mientras la penetraba profundamente con mi polla apoteósica, la escuche decir entre dientes:

—¡Oooohhhh! … ¡Ssiii! … Alberto, fóllame fuerte … mezcla tu lechita con mis fluidos … dámela todita entera, hijo … dámela fuerte …

También la doctora me susurraba al oído:

—¡Oh!, querido … folla a tu mamacita … completa tu terapia … córrete dentro de ella … dáselo con más fuerza … fóllala … Antonella lo quiere … ella quiere lo mejor para ti … no te retengas rómpele el coño a tu mami … folla a tu puta madre …

Estas últimas palabras fueron un verdadero acicate para mí, el chocho de mamá repentinamente se había hecho más estrecho y me succionaba hacia adentro, mamá temblaba toda, sus piernas parecían de gelatina, tuve que pasar un brazo por su vientre para sostenerla, al mismo tiempo que la ensartaba más y más en mi pene y exploté con decenas de chorros en su chocho aterciopelado que envolvía cálidamente mi pene pulsante.

—¡Argh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Aaaahhhh! … ¡Cuánto me gusta follarte, mami! …

Se sentía genial sentir las poderosas tetas de la doctora en mi espalda, mientras disparaba mi semen en la profundidad del coño de mamá.

—¡Glorioso, chicos! … Esta vez se han superado … lo han hecho tan bien que no tengo dudas de que cumplirán con la prescripción al pie de la letra … me parece maravilloso …

No hace falta decir que la actividad desarrollada había estado insuperable, me había corrido en el chocho de mamá, por primera vez la doctora me había chupado la verga, ella le había dado un beso a mamá y mi madre se lo había correspondido efusivamente.



Procedimos a lavarnos, nos vestimos y nos fuimos a casa. Mamá venía canturreando las canciones de la radio y yo venía saboreando todavía las tetas y el culo de la doctora, ¿¿Llegara el día en que podré follarla??



Llegamos a casa y mamá se detuvo a metros de la casa y exclamo:

—¡Giovanna! … ¡Tu tía está en casa! …

Me enderecé en el asiento, efectivamente su auto estaba estacionado fuera de nuestra casa, mamá me dijo:

—Tengo el reporte médico de la doctora … recuerda de que tenemos que convencerla para que colabore en la administración de tú terapia …

¿¿Me creerían si les digo que mi verga comenzó a levantarse solita??



CONTINUARA



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Exelente relato ....leí los 11 capítulos....muy provocador...felicitaciones
 

draco22

Pajillero
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larga lectura pero muy buenos los lei todos felicitaciones mucho morbo
 
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