Señorita Milktoons

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Prologo.
Era una mañana calurosa en la escuela Highville, me encontraba en el salon lleno de alumnos, esperando a que el profesor sustituto llegara. Sin embargo, al poco tiempo atravesó la puerta una mujer alta con tacones, falda hasta las rodillas y una camisa blanca. Su melena era rubia como oro, o como esa arena que hay en las playas del Caribe. Como sea, a mi se me puso la verga dura como pan de ayer nada más verla. Era una mujer de unos treinta años, pero por su cuerpo parecía de veinte. Tenía unas tetas macizas al igual que un par de nalgas carnosas.

-Bien chicos, de ahora en más sere su profesora-dijo en un tono cordial-Mi nombre es Señorita Milktoons.

Todos hicieron un silencio de ultratumba. Algún chico hizo una broma en el fondo y hubo risas. Yo traté de evitarla, mirando por la ventana. Pero la testosterona hacia que se me haga agua la boca con esos labios carnosos que acababa de ver, y aquella mirada azul tan sugerente. No me gustaba no poder dejar de pensar en su cuerpo. Tenía que apretar los puños, tensar los músculos y presionarme los testículos con los muslos para oprimir esas imagenes de sexo salvaje que aparecían en mi mente.

-¿Alguien puede mostrarme su carpeta, para ver...-se dio cuenta de que estaba siendo torpe al demostrar que no había hablado con el antiguo profesor sobre nosotros, por lo que se corrigió-Ejem, para corroborar en qué tema quedaron?

Yo continue con la vista fija en una ardilla que aparentemente estaba masturbándose en un árbol del patio. Pero entonces sentí una voz.

-¿Serías tan amable?-preguntó la señorita Milktoons, inclinandose para tomar mi carpeta.

En ese momento tuve una buena vista de sus enormes pechos. Eran como dos grandes pelotas que se ahogaban y peleaban por salir de ese brazier tan ajustado, asomandose por su escote. Entre ellos caía una cadenita de oro.

Ella se dio cuenta de que me había quedado mirando, y pareció confundida. Yo estaba sonrojado.

-Su cadena... me parece genial-dije entre sonrojos, señalando la cadena.

Levante la vista pensando que me iba a retar, pero en realidad parecía aliviada.

-¿En serio? ¡Es un regalo de mi esposo!

¡Qué poco sentido común! Pensé en ese momento. La señorita Milktoons me sonrió con una amabilidad tan agradable que por un momento la confundí con un ángel, dejo la carpeta y se volvió al frente. Monitoree, escanee, y recordé cada centimetro de su culaso ajustado en esa falda negra mientras caminaba.

Sally, la chica sentada enfrente mío, me fulminó con la mirada. "Pervertido" murmuró entre dientes, para luego darse vuelta.

Esa noche debí masturbarme, cosa que detestaba. Hacia mucho tiempo atrás había tenido una novia, pero como me sobrepase con ella terminó por cortar conmigo y decirle a todas el pueblo que yo era un pervertido, y yo nada más le había preguntado si no podía metersela en el culo. Sé que suena mal que un muchacho de quince años quiera hacer esa clase de cosas, pero siempre he sido curioso.

En sus clases no podía concentrarme, me perdía entre sus curvas y sólo pensaba en que me la chupara y le acabara en la cara. Un buen día la señorita Milktoons quiso hablar conmigo en el receso. Ese día también iba de falda y camisa, sólo que la falda era roja y los tacones negros.

Ella se sento en su silla frente al escritorio y yo me pare a su lado, mientras sacaba unos papeles con notas.

-Billy, he notado que tus calificaciones han bajado considerablemente desde que yo empecé a impartir clases-Parecía por la expresión en sus ojos realmente preocupada.

Yo miraba al suelo, mi cuerpo sudando a mares. Sentía los musculos tensos nada más mirarle las piernas cruzadas en su asiento.

-Yo... el señor Summers era mi profesor favorito-le confesé. Eso era verdad, Summers, aquel viejo bigotón que ahora era rector en a saber que academia, había sido el único adulto que me entendió en la vida.

-Ah, lo entiendo-dijo ella con el semblante aun más preocupado-. Bueno, en cualquier caso, si tienes alguna clase de problema podrías decirmelo...

-¿Le gusta Pantera?-la interrumpí. No podría soportarlo por mucho más si ella seguía mirandome fijo, así que cambie de tema.

Ella observó su pequeña libreta con un logo de pantera y luego se rió.

-Pues sí, me encanta-Dijo sonriendo-¿A ti también?

-E-es mi banda favorita-dije algo más relajado.

Continuamos charlando, y me fui con la tímida e inconscisa promesa de en un futuro mejorar mis notas. Pero en vez de aprovechar para ir a comer, me fui corriendo al baño, me encerré en uno de los inodoros y comencé a pajearme brutalmente, casi siguiendole el ritmo a un acelerado solo de guitarra.

Cuando termine, salí del baño con una placida sonrisa en la cara. Sally estaba en el pasillo, cruzaba de casualidad. Me miro ciertamente curiosa, hasta que notó algo en mis pantalones, una mancha de semen. Siguió de largo.


No se vayan que ya viene el sexooooo
 

tecnolec

Virgen
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Me uno a la petición de elvergador, nos dejstes en agonia por la continuación :icon_surprised:
 
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La señorita Milktoons y yo comenzamos a agarrarnos confianza. Yo seguía caliente por ella como nunca lo estuve por otra, pero nada podía hacer al respecto. Ella era casada. Era feliz. Me hablaba de su marido con el mismo amor de una adolescente. Y yo me sentía más bajo aún.
En una ocasión nos encontramos en la biblioteca de la escuela. Yo había ido a devolver un libro y ella estaba allí para ayudar a un par de chicas. No la salude. Me escondí detrás de un librero enorme y empecé a masturbarme mientras la espiaba a través de colecciones enteras de libros infantiles. No podía evitarlo, yo me daba cuenta de que hacia algo muy malo, pero ella era hermosa, con esas tetas y esos pezones duros. Ahora llevaba escote, ¡escote mierda! ¿quién podía ignorar eso?
Sus gestos me excitaban. La veía sonreír, me imaginaba que me sonreía a mí, y explotaba de placer. Tenía los pantalones por los tobillos. El cuerpo cubierto de sudor. Gemía sin darme cuenta.
Pero de repente la señorita Milktoons se acercó hacia el librero donde yo estaba. No podía parar de masturbarme, la excitación era mucha. Estaba totalmente alzado. Ella se puso a buscar el libro hasta que sus ojos se encontraron con los míos.
-¡Billy! ¿Qué haces ahí atrás?
-Sólo… sólo estaba buscando un libro.
La señorita Milktoons comenzó a hablar de algo que yo no escuche, teniéndola tan cerca yo me pajeaba con más rabia.
-¿Estás bien? Porque tu cara está roja ¿No tendras fiebre no?
La cabeza de mi verga asomaba entre los libros por uno de los estantes de más abajo. Podía ver a través de los espacios libres como la señorita Milktoons se agachaba, buscando un libro.
-No, estoy bien. ¡Eh!-comencé a decir pero pegue un grito de pura lujuria al sentir que la mano de la señorita Milktoons rozaba mi pene por accidente.
-Oh, no sé que acabo de tocar…-dijo.
Tuve que sacar la verga para atrás, por miedo a que se diera cuenta de que era mi pene.
-Parecía una rata enorme-vi su mano atravesar el estante así donde yo estaba. Su mejilla apretujada contra la madera del librero, mordiéndose un labio para tantear a ver si encontraba lo que ella pensaba era un animal.
Su mano suave agarro mi verga, yo comencé a sacudirme.
1.jpg

-¡La tengo Billy, se me quiere escapar!
Forcejee un poco hasta que acabe a litros. Todo saltó manchando el suelo. Pero no sólo eso, sino que llegó hasta el otro lado, quedando unas gotas de semen en el escote de la señorita y en sus rostro, y sobre todo en su mano.
-¡Ugh, el maldito animalejo me escupió!-me miro contrariada-¡Debe tener la rabia!
-Y-yo me encargare de atraparla-dije temblando de morbo.
-¿En serio? Eres un buen chico, Billy.
A través del librero me dio un beso en la mejilla. Acabe un poco más.

Mi mente estaba nublada por el maravilloso orgasmo que acababa de tener. Aun estaban mis partes nobles expuestas cuando una niña me encontró así y exclamó.
-¡Vomitó, vomitó, ese niño vomitó!
Y se fue riéndose.
 
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