lasmanosnosduelenatodos
Virgen
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- Mar 19, 2011
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Prologo.
Era una mañana calurosa en la escuela Highville, me encontraba en el salon lleno de alumnos, esperando a que el profesor sustituto llegara. Sin embargo, al poco tiempo atravesó la puerta una mujer alta con tacones, falda hasta las rodillas y una camisa blanca. Su melena era rubia como oro, o como esa arena que hay en las playas del Caribe. Como sea, a mi se me puso la verga dura como pan de ayer nada más verla. Era una mujer de unos treinta años, pero por su cuerpo parecía de veinte. Tenía unas tetas macizas al igual que un par de nalgas carnosas.
-Bien chicos, de ahora en más sere su profesora-dijo en un tono cordial-Mi nombre es Señorita Milktoons.
Todos hicieron un silencio de ultratumba. Algún chico hizo una broma en el fondo y hubo risas. Yo traté de evitarla, mirando por la ventana. Pero la testosterona hacia que se me haga agua la boca con esos labios carnosos que acababa de ver, y aquella mirada azul tan sugerente. No me gustaba no poder dejar de pensar en su cuerpo. Tenía que apretar los puños, tensar los músculos y presionarme los testículos con los muslos para oprimir esas imagenes de sexo salvaje que aparecían en mi mente.
-¿Alguien puede mostrarme su carpeta, para ver...-se dio cuenta de que estaba siendo torpe al demostrar que no había hablado con el antiguo profesor sobre nosotros, por lo que se corrigió-Ejem, para corroborar en qué tema quedaron?
Yo continue con la vista fija en una ardilla que aparentemente estaba masturbándose en un árbol del patio. Pero entonces sentí una voz.
-¿Serías tan amable?-preguntó la señorita Milktoons, inclinandose para tomar mi carpeta.
En ese momento tuve una buena vista de sus enormes pechos. Eran como dos grandes pelotas que se ahogaban y peleaban por salir de ese brazier tan ajustado, asomandose por su escote. Entre ellos caía una cadenita de oro.
Ella se dio cuenta de que me había quedado mirando, y pareció confundida. Yo estaba sonrojado.
-Su cadena... me parece genial-dije entre sonrojos, señalando la cadena.
Levante la vista pensando que me iba a retar, pero en realidad parecía aliviada.
-¿En serio? ¡Es un regalo de mi esposo!
¡Qué poco sentido común! Pensé en ese momento. La señorita Milktoons me sonrió con una amabilidad tan agradable que por un momento la confundí con un ángel, dejo la carpeta y se volvió al frente. Monitoree, escanee, y recordé cada centimetro de su culaso ajustado en esa falda negra mientras caminaba.
Sally, la chica sentada enfrente mío, me fulminó con la mirada. "Pervertido" murmuró entre dientes, para luego darse vuelta.
Esa noche debí masturbarme, cosa que detestaba. Hacia mucho tiempo atrás había tenido una novia, pero como me sobrepase con ella terminó por cortar conmigo y decirle a todas el pueblo que yo era un pervertido, y yo nada más le había preguntado si no podía metersela en el culo. Sé que suena mal que un muchacho de quince años quiera hacer esa clase de cosas, pero siempre he sido curioso.
En sus clases no podía concentrarme, me perdía entre sus curvas y sólo pensaba en que me la chupara y le acabara en la cara. Un buen día la señorita Milktoons quiso hablar conmigo en el receso. Ese día también iba de falda y camisa, sólo que la falda era roja y los tacones negros.
Ella se sento en su silla frente al escritorio y yo me pare a su lado, mientras sacaba unos papeles con notas.
-Billy, he notado que tus calificaciones han bajado considerablemente desde que yo empecé a impartir clases-Parecía por la expresión en sus ojos realmente preocupada.
Yo miraba al suelo, mi cuerpo sudando a mares. Sentía los musculos tensos nada más mirarle las piernas cruzadas en su asiento.
-Yo... el señor Summers era mi profesor favorito-le confesé. Eso era verdad, Summers, aquel viejo bigotón que ahora era rector en a saber que academia, había sido el único adulto que me entendió en la vida.
-Ah, lo entiendo-dijo ella con el semblante aun más preocupado-. Bueno, en cualquier caso, si tienes alguna clase de problema podrías decirmelo...
-¿Le gusta Pantera?-la interrumpí. No podría soportarlo por mucho más si ella seguía mirandome fijo, así que cambie de tema.
Ella observó su pequeña libreta con un logo de pantera y luego se rió.
-Pues sí, me encanta-Dijo sonriendo-¿A ti también?
-E-es mi banda favorita-dije algo más relajado.
Continuamos charlando, y me fui con la tímida e inconscisa promesa de en un futuro mejorar mis notas. Pero en vez de aprovechar para ir a comer, me fui corriendo al baño, me encerré en uno de los inodoros y comencé a pajearme brutalmente, casi siguiendole el ritmo a un acelerado solo de guitarra.
Cuando termine, salí del baño con una placida sonrisa en la cara. Sally estaba en el pasillo, cruzaba de casualidad. Me miro ciertamente curiosa, hasta que notó algo en mis pantalones, una mancha de semen. Siguió de largo.
No se vayan que ya viene el sexooooo
Era una mañana calurosa en la escuela Highville, me encontraba en el salon lleno de alumnos, esperando a que el profesor sustituto llegara. Sin embargo, al poco tiempo atravesó la puerta una mujer alta con tacones, falda hasta las rodillas y una camisa blanca. Su melena era rubia como oro, o como esa arena que hay en las playas del Caribe. Como sea, a mi se me puso la verga dura como pan de ayer nada más verla. Era una mujer de unos treinta años, pero por su cuerpo parecía de veinte. Tenía unas tetas macizas al igual que un par de nalgas carnosas.
-Bien chicos, de ahora en más sere su profesora-dijo en un tono cordial-Mi nombre es Señorita Milktoons.
Todos hicieron un silencio de ultratumba. Algún chico hizo una broma en el fondo y hubo risas. Yo traté de evitarla, mirando por la ventana. Pero la testosterona hacia que se me haga agua la boca con esos labios carnosos que acababa de ver, y aquella mirada azul tan sugerente. No me gustaba no poder dejar de pensar en su cuerpo. Tenía que apretar los puños, tensar los músculos y presionarme los testículos con los muslos para oprimir esas imagenes de sexo salvaje que aparecían en mi mente.
-¿Alguien puede mostrarme su carpeta, para ver...-se dio cuenta de que estaba siendo torpe al demostrar que no había hablado con el antiguo profesor sobre nosotros, por lo que se corrigió-Ejem, para corroborar en qué tema quedaron?
Yo continue con la vista fija en una ardilla que aparentemente estaba masturbándose en un árbol del patio. Pero entonces sentí una voz.
-¿Serías tan amable?-preguntó la señorita Milktoons, inclinandose para tomar mi carpeta.
En ese momento tuve una buena vista de sus enormes pechos. Eran como dos grandes pelotas que se ahogaban y peleaban por salir de ese brazier tan ajustado, asomandose por su escote. Entre ellos caía una cadenita de oro.
Ella se dio cuenta de que me había quedado mirando, y pareció confundida. Yo estaba sonrojado.
-Su cadena... me parece genial-dije entre sonrojos, señalando la cadena.
Levante la vista pensando que me iba a retar, pero en realidad parecía aliviada.
-¿En serio? ¡Es un regalo de mi esposo!
¡Qué poco sentido común! Pensé en ese momento. La señorita Milktoons me sonrió con una amabilidad tan agradable que por un momento la confundí con un ángel, dejo la carpeta y se volvió al frente. Monitoree, escanee, y recordé cada centimetro de su culaso ajustado en esa falda negra mientras caminaba.
Sally, la chica sentada enfrente mío, me fulminó con la mirada. "Pervertido" murmuró entre dientes, para luego darse vuelta.
Esa noche debí masturbarme, cosa que detestaba. Hacia mucho tiempo atrás había tenido una novia, pero como me sobrepase con ella terminó por cortar conmigo y decirle a todas el pueblo que yo era un pervertido, y yo nada más le había preguntado si no podía metersela en el culo. Sé que suena mal que un muchacho de quince años quiera hacer esa clase de cosas, pero siempre he sido curioso.
En sus clases no podía concentrarme, me perdía entre sus curvas y sólo pensaba en que me la chupara y le acabara en la cara. Un buen día la señorita Milktoons quiso hablar conmigo en el receso. Ese día también iba de falda y camisa, sólo que la falda era roja y los tacones negros.
Ella se sento en su silla frente al escritorio y yo me pare a su lado, mientras sacaba unos papeles con notas.
-Billy, he notado que tus calificaciones han bajado considerablemente desde que yo empecé a impartir clases-Parecía por la expresión en sus ojos realmente preocupada.
Yo miraba al suelo, mi cuerpo sudando a mares. Sentía los musculos tensos nada más mirarle las piernas cruzadas en su asiento.
-Yo... el señor Summers era mi profesor favorito-le confesé. Eso era verdad, Summers, aquel viejo bigotón que ahora era rector en a saber que academia, había sido el único adulto que me entendió en la vida.
-Ah, lo entiendo-dijo ella con el semblante aun más preocupado-. Bueno, en cualquier caso, si tienes alguna clase de problema podrías decirmelo...
-¿Le gusta Pantera?-la interrumpí. No podría soportarlo por mucho más si ella seguía mirandome fijo, así que cambie de tema.
Ella observó su pequeña libreta con un logo de pantera y luego se rió.
-Pues sí, me encanta-Dijo sonriendo-¿A ti también?
-E-es mi banda favorita-dije algo más relajado.
Continuamos charlando, y me fui con la tímida e inconscisa promesa de en un futuro mejorar mis notas. Pero en vez de aprovechar para ir a comer, me fui corriendo al baño, me encerré en uno de los inodoros y comencé a pajearme brutalmente, casi siguiendole el ritmo a un acelerado solo de guitarra.
Cuando termine, salí del baño con una placida sonrisa en la cara. Sally estaba en el pasillo, cruzaba de casualidad. Me miro ciertamente curiosa, hasta que notó algo en mis pantalones, una mancha de semen. Siguió de largo.
No se vayan que ya viene el sexooooo