La historia que os voy a contar, la habéis leÃ*do ya. Su tÃ*tulo era Regalo de Cumpleaños, en la que Alicia, una cuarentona secretaria de dirección era drogada para que quedase a mi disposición, como regalo de cumpleaños.
Como sabéis, hice que ella misma escribiera los relatos de los cuatro encuentros que tuvimos. Ahora, vais a leerlos desde mi punto de vista.
Quedaba en torno a un mes para mi cumpleaños y el curso escolar habÃ*a llegado a su fin. Mi padre estaba orgulloso de mis notas. Mi madre habÃ*a fallecido hacÃ*a ya bastantes años, y la verdad es que la relación con mi progenitor era excelente, traspasando la barrera de padre para convertirse en casi un amigo.
Aquella noche, decidió que saliésemos a cenar los dos solos. A la salida del restaurante, dijo que me llevarÃ*a a un lugar que me encantarÃ*a. Me faltaban unos dÃ*as para ser mayor de edad, pero mi padre me invitó a un local de show girls y permitieron mi entrada. Aunque ya habÃ*a tenido algunas relaciones con amigas de mi edad, me excitó sobremanera ver a las chicas en directo tan ligeras de ropa.
En un ataque de osadÃ*a hacia mi padre le propuse que me dejase pasar un rato a solas con una de ellas.
Cuando subimos al coche, le expliqué que la querÃ*a a ella como regalo. Pensé que me dirÃ*a que era una locura, pero sólo contestó que se encargarÃ*a de todo para hacerme feliz.
Un par de dÃ*as antes, mi padre me comentó que tenÃ*a todo preparado para que disfrutase de Alicia. Nos vamos a reunir ahora con Luis aquÃ* para que conozca los detalles. No cabÃ*a de felicidad.
A los pocos minutos, el director estaba con nosotros en la casa.
Por fin llegó el dÃ*a de mi cumpleaños. Mi padre me regaló un teléfono móvil con cámara de fotos, de los más sofisticados que habÃ*a en el mercado.
Salimos a comer fuera, y llegamos un poco antes de las cuatro a la oficina. Miré a Alicia, estaba realmente preciosa. Llevaba una falda azul, recatada, como toda ella, y una camisa blanca, que aún resaltaban más sus enormes pechos.
Nos dirigimos a la sala de juntas, donde nos esperaba Luis. Cerramos la puerta, y dimos los últimos detalles a la operación.
Abrimos una botella de champán, llenamos las copas, dejando a parte, la que deberÃ*a beber Alicia, a quien mi padre le echó el contenido de un pequeño sobre. Cuando todo estuvo preparado, la llamamos.
Mi padre le ofreció la copa de champán que habÃ*a adulterado, y nosotros cogimos la nuestra. Brindamos por mi mayorÃ*a de edad.
La mujer no estaba muy acostumbrada a beber, e intentó dejar la copa a medias, pero mi padre la insistió. Ella no se atrevió a negarse a una orden tan trivial, viniendo de parte del presidente de la compañÃ*a, por lo que bebió todo el contenido y se retiró hacia su mesa, próxima al despacho de Luis.
Nos quedamos en la sala de juntas unos minutos, esperando que la sustancia hiciera efecto. SerÃ*a cuestión de pocos minutos comentó mi padre.
Salimos y ella se encontraba ya paralizada. Su cabeza estaba recostada sobre la mesa. Mi padre y Luis la hablaron, siendo este último quien le explicó la situación
Entre los tres, arrastramos la silla en la que estaba sentada y la llevamos a una pequeña mesa que se encontraba en la sala de juntas.
Luis le explicó en que consistÃ*a mi regalo de cumpleaños, por si le quedaba alguna duda. Además, le demostró que tenÃ*amos la sartén por el mango, al haber aceptado ciertas cantidades de dinero y unas vacaciones pagadas, todo ello, a parte de su salario. Si eso no fuese suficiente, después le darÃ*a otros motivos para convercerla aún más.
La secretaria intentó escupirnos, pero sólo salÃ*a un poco de saliva de su boca, señal que sabÃ*a perfectamente lo que estaba sucediendo, y señal también, que no podÃ*a moverse.
Mi padre me dijo que era mi regalo, que hiciese lo que quisiera. Ellos me ayudarÃ*an en lo que hiciera falta.
Me morÃ*a de ganas por desnudarla. Empecé a desabrochar los botones de su blusa. Estaba entallada por la falda. Se la saqué, a la vez que miraba donde estaba el broche para quitársela posteriormente. Llevaba un sujetador blanco que marcaba sus pezones, imagino que por la tensión que sentÃ*a. Entre mis dos ayudantes la incorporaron para que yo pudiera retirársela.
Volvimos a tumbarla. Estaba muy excitado. Necesitaba verle sus muslos. Para mi no era una mujer madura y atractiva. Era mucho más. Era la madre de Carlos, mi mejor amigo.
Me acerqué al botón de la falda y lo desabroché. De nuevo ellos incorporaron a Alicia. Ahora tuvieron que subirla un poco más para que yo pudiera sacar su falda por debajo. Llevaba un pequeño tanga blanco precioso.
Mi excitación era enorme. Le dije en ese momento todo lo que me pareció.
La sentaron en la mesa como un cuerpo inerte. Yo me puse detrás y le desabroché el sujetador. Sacamos las gomas por sus brazos. TenÃ*a a la madre de Carlos con las tetas al aire. Aproveché para realizar unos tocamientos rápidos sobre sus pechos y un par de fotos más, pero estaba deseando verla totalmente desnuda, por lo que no me entretuve demasiado.
Todos jaléabamos lo buena que estaba, pero sobre todo, los ojos de Luis se salÃ*an de sus órbitas.
Le saqué el tanga sin pensármelo demasiado. Salió sin dificultades. Quedó totalmente desnuda. Su coño estaba muy cuidado, depilado salvo una pequeña lÃ*nea de pelo por encima.
PedÃ* que me ayudaran a separarle las piernas y que sus brazos quedaran hacia atrás. La dejamos totalmente expuesta a nosotros y a mi cámara de fotos que no paré de disparar durante unos segundos.
Mi padre me animó a que hiciera algo más que tomar fotografÃ*as, por lo que me desnudé y comencé a tocarla por todos lados. Primero con mis manos, recorriendo cada centÃ*metro de su cuerpo, luego con mi boca. Me dirigÃ* hacia su vagina, acariciándola con mi lengua, intentando que se humedeciese lo máximo posible, después le metÃ* un dedo, luego dos. SabÃ*a que ella estaba sintiendo todo, puesto que las lágrimas caÃ*an por sus ojos, a parte de estar fuertemente sofocada.
Millones de veces me habÃ*a pajeado pensando en ella, en como harÃ*amos el amor, por lo que me tumbé encima suya e intenté besarla. No habrÃ*a la boca, por lo que tuve que taparle la nariz, hasta que la abrió lo suficiente para meter mi lengua hasta su garganta.
Mi polla, jugaba con su coño, hasta que por la dureza de mi miembro y la humedad que mi lengua habÃ*a provocado en su sexo, la acabé metiendo. No obstante la saqué enseguida. Me parecÃ*a una groserÃ*a no invitar a mis "compañeros", asÃ* que les ofrecÃ* jugar con ella.
Luis aceptó y comenzó a tocarla por todo su cuerpo. Él también se habÃ*a contenido durante años y hoy podÃ*a liberarse. Le acarició el pelo, suavemente, luego su cara. Le estrujó los pechos para seguir bajando las palmas de su mano por su estómago, muslos para centrarse al final en su coño. Se le podÃ*a tocar entero debido a la separación total de sus piernas.
Le comenté que podÃ*a tirársela, pero me contestó que era mi cumpleaños y que el primero debÃ*a ser yo.
VolvÃ* a colocarme encima de ella. Ahora ya no disimulé, directamente mi polla buscó su coño, mi boca la suya.
Se la introduje, mis brazos hicieron que mi cuerpo se apartase un poco de ella, sólo unido por nuestros sexos, y comencé a comerle las tetas, que tantas veces habÃ*a soñado.
Estaba muy caliente, sabÃ*a que no aguantarÃ*a mucho en aquella situación, mi calentura era enorme, y creo que eché el mayor chorro de leche de mi vida dentro de Alicia.
VolvÃ* a levantarme, cogÃ* la cámara otra vez y le hice nuevas fotografÃ*as. Era un trofeo para mi. La madre de Carlos después de haber sido follada por mi.
De nuevo volvÃ* a excitarme, asÃ* que les pedÃ* que me ayudaran a ponerla de rodillas. Ya puestos, en, esa situación, por qué no probar su culo?
Luis estaba tan caliente como yo, y comenzó a acariciarle el culo y a meter la mano por debajo, para llegar a su coño. Mientras, aproveché a sacarle nuevas fotografÃ*as de su trasero.
Me puse detrás de ella. Mi polla se dirigió a su ano. Separé su culo y comencé a meterla dentro. Notaba ciertos quejidos y su respiración más agitada. SabÃ*a que sentÃ*a mi polla, y eso me excitaba aún más. No tardé demasiado en correrme. Aunque no tengo eyaculación precoz, una hembra asÃ* no permite mucha demora.
Aunque seguÃ*a excitado, mi miembro ya no respondÃ*a, por lo que le ofrecÃ* a mi padre que se la follase.
Se excitaba moviéndole la cabeza, la agarraba del pelo, sacaba y metÃ*a su polla en la boca de la secretaria hasta que unos movimientos compulsivos dieron cuenta de una formidable mamada.
Debió correrse casi en su garganta, puesto que no salió ni una sóla gota de semen de su boca.
SabÃ*a que Luis estaba esperando que le ofreciese disfrutar de su secretaria, asÃ* que le dije que era su turno.
Nos pidió que la dejásemos encima de la mesa, pero que la pusiéramos mirando al techo.
Me dijo que querÃ*a unas fotografÃ*as mientras lo hacÃ*a, para tener un recuerdo del encuentro. Mi padre le agarró sus brazos, para dejarlos por encima de su cabeza y yo seguÃ* con mi labor de fotógrafo por un dÃ*a. Intentaba tomarlas con todo detalle, acercándome a su cara, sus tetas, a la polla de Luis que se metÃ*a una y otra vez en el coño de Alicia.
El director se lo tomó con calma, se le notaba con experiencia en el sexo. Por fin, un pequeño grito de alivio salió por su boca, mientras que su polla se quedaba clavada dentro de la mujer.
Mi padre me dijo que disfrutase de los últimos momentos si querÃ*a. Me habrÃ*a gustado volver a follármela de nuevo, pero no respondÃ*a mi polla a pesar del morbo. AsÃ* que les pedÃ* que me ayudaran a hacerlas nuevas fotografÃ*as.
Les pedÃ* que la pusiera en el sofá con las piernas abiertas y los brazos separados. Tomé bastantes instantáneas del momento. Después les pedÃ* que la pusiera tumbada en la mesa, con el culo hacia arriba para volver a tomar nuevas fotos.
Se me ocurrió una idea. Fue romper su tanga por delante y quitarle al sujetador la tela de los cazos. Les pedÃ* a mi padre y a Luis que me ayudaran a ponérselo y de nuevo la colocamos en el sofá.
TenÃ*amos idea de sacar fotos que parecieran voluntarias, para que ella no pudiera acusarnos de nada, asÃ* que le Ã*bamos cambiando la postura, siempre con las piernas abiertas, pero la cabeza y los brazos se situaban cada vez en sitios distinto.
VolvÃ* a pedir que la desnudasen. Ahora me apetecÃ*a mucho sacarle unas fotos vestidas de forma erótica.
Le colocamos la camisa, cerrada únicamente con el botón de abajo. La pusimos de pie y le metimos la falda que subimos hasta su cintura. Hice que quedase especialmente subida por el lado de su coño, un palmo por encima de su sexo, metiendo la parte delantera entre el único botón abrochado de su camisa.
La pusimos de nuevo en el sofá, con las piernas bien abiertas, y de nuevo saqué fotos. A veces acercábamos su mano a su sexo para que pareciese que era ella quien tomaba la iniciativa. En realidad estaba tomando cientos de imágenes.
Le expliqué que me quedarÃ*a con su tanga como recuerdo. Me llevé también la tela de su sujetador. TenÃ*amos muchas fotos comprometedoras para ella, por lo que no se producirÃ*a nunca una denuncia hacia nosotros.
Volvimos a vestirla, le colocamos su maltrecho sostén y le bajamos la falda. Nos marchamos mi padre y yo. Sin duda, esas fotos que poseÃ*a me iban a dar mucho placer y la posibilidad de volver a disfrutarla de nuevo.
Cuando salÃ*, pensé que debÃ*a compartir esas fotos, entre ellos con Carlos, mi mejor amigo e hijo de Alicia. De momento, sólo le enseñarÃ*a algunas en las que no aparecÃ*a su cara.
Como sabéis, hice que ella misma escribiera los relatos de los cuatro encuentros que tuvimos. Ahora, vais a leerlos desde mi punto de vista.
Quedaba en torno a un mes para mi cumpleaños y el curso escolar habÃ*a llegado a su fin. Mi padre estaba orgulloso de mis notas. Mi madre habÃ*a fallecido hacÃ*a ya bastantes años, y la verdad es que la relación con mi progenitor era excelente, traspasando la barrera de padre para convertirse en casi un amigo.
Aquella noche, decidió que saliésemos a cenar los dos solos. A la salida del restaurante, dijo que me llevarÃ*a a un lugar que me encantarÃ*a. Me faltaban unos dÃ*as para ser mayor de edad, pero mi padre me invitó a un local de show girls y permitieron mi entrada. Aunque ya habÃ*a tenido algunas relaciones con amigas de mi edad, me excitó sobremanera ver a las chicas en directo tan ligeras de ropa.
En un ataque de osadÃ*a hacia mi padre le propuse que me dejase pasar un rato a solas con una de ellas.
- Hoy no, me respondió. Pero elige una mujer, y será tuya el dÃ*a de tu cumpleaños.
- La que yo quiera?
- Tú busca una que te guste y lo demás, déjamelo a mi.
- Hola Alicia. Está mi padre? Me ha dicho que viniera a buscarle.
- Buenas tardes, Marcos. Si, claro. Saldrán en breve del consejo. Están terminando.
Cuando subimos al coche, le expliqué que la querÃ*a a ella como regalo. Pensé que me dirÃ*a que era una locura, pero sólo contestó que se encargarÃ*a de todo para hacerme feliz.
Un par de dÃ*as antes, mi padre me comentó que tenÃ*a todo preparado para que disfrutase de Alicia. Nos vamos a reunir ahora con Luis aquÃ* para que conozca los detalles. No cabÃ*a de felicidad.
A los pocos minutos, el director estaba con nosotros en la casa.
- Luis, vamos a comentarle a mi hijo como vamos a "convencer" a Alicia para tener un encuentro con ella
- La verdad es que siempre me he preguntado como serÃ*a esta mujer por dentro. Es tan elegante y recatada que me produce muchÃ*simo morbo, dijo el director.
- Le he ofrecido un permiso retribuido. Esto impedirá que ella pueda montar un escándalo, puesto que siempre podremos decir que ha sido voluntario. Además, deberÃ*amos hacer alguna foto que haga que ni tan siquiera lo comente con su marido. Dijo Luis.
Por fin llegó el dÃ*a de mi cumpleaños. Mi padre me regaló un teléfono móvil con cámara de fotos, de los más sofisticados que habÃ*a en el mercado.
- Tienes teléfono móvil y una cámara, por si esta tarde quieres llevarte algún recuerdo del encuentro.
Salimos a comer fuera, y llegamos un poco antes de las cuatro a la oficina. Miré a Alicia, estaba realmente preciosa. Llevaba una falda azul, recatada, como toda ella, y una camisa blanca, que aún resaltaban más sus enormes pechos.
Nos dirigimos a la sala de juntas, donde nos esperaba Luis. Cerramos la puerta, y dimos los últimos detalles a la operación.
Abrimos una botella de champán, llenamos las copas, dejando a parte, la que deberÃ*a beber Alicia, a quien mi padre le echó el contenido de un pequeño sobre. Cuando todo estuvo preparado, la llamamos.
- Señorita Alicia, tómese usted una copa en honor a mi hijo. Acaba de cumplir dieciocho años.
Mi padre le ofreció la copa de champán que habÃ*a adulterado, y nosotros cogimos la nuestra. Brindamos por mi mayorÃ*a de edad.
La mujer no estaba muy acostumbrada a beber, e intentó dejar la copa a medias, pero mi padre la insistió. Ella no se atrevió a negarse a una orden tan trivial, viniendo de parte del presidente de la compañÃ*a, por lo que bebió todo el contenido y se retiró hacia su mesa, próxima al despacho de Luis.
Nos quedamos en la sala de juntas unos minutos, esperando que la sustancia hiciera efecto. SerÃ*a cuestión de pocos minutos comentó mi padre.
- Como estás? Preguntó Luis
- Muy nervioso. Sólo de verla de pie en la sala de juntas me ha puesto a mil, y mi mente no para de imaginar como será desnuda.
- Y tú, Jose �ngel?, dijo Luis de nuevo.
- Reconozco que me da morbo la situación. Nunca he hecho algo similar, pero me gusta. Y tú?
- Lleva siendo mi secretaria varios años, y os aseguro que muchas veces, cuando lo hacÃ*a con mi mujer, cerraba los ojos pensando en ella.
- Bueno, ya no queda nada, respondió mi padre.
Salimos y ella se encontraba ya paralizada. Su cabeza estaba recostada sobre la mesa. Mi padre y Luis la hablaron, siendo este último quien le explicó la situación
- No te preocupes, que sólo te hemos dado algo para inmovilizarte. En pocas horas volverás a estar igual que antes, y mañana podrás irte de vacaciones con tu marido, comentó Luis. Vamos a celebrar el cumpleaños de Marcos, y él querÃ*a que estuvieses tú. En realidad eres su regalo.
Entre los tres, arrastramos la silla en la que estaba sentada y la llevamos a una pequeña mesa que se encontraba en la sala de juntas.
Luis le explicó en que consistÃ*a mi regalo de cumpleaños, por si le quedaba alguna duda. Además, le demostró que tenÃ*amos la sartén por el mango, al haber aceptado ciertas cantidades de dinero y unas vacaciones pagadas, todo ello, a parte de su salario. Si eso no fuese suficiente, después le darÃ*a otros motivos para convercerla aún más.
La secretaria intentó escupirnos, pero sólo salÃ*a un poco de saliva de su boca, señal que sabÃ*a perfectamente lo que estaba sucediendo, y señal también, que no podÃ*a moverse.
Mi padre me dijo que era mi regalo, que hiciese lo que quisiera. Ellos me ayudarÃ*an en lo que hiciera falta.
Me morÃ*a de ganas por desnudarla. Empecé a desabrochar los botones de su blusa. Estaba entallada por la falda. Se la saqué, a la vez que miraba donde estaba el broche para quitársela posteriormente. Llevaba un sujetador blanco que marcaba sus pezones, imagino que por la tensión que sentÃ*a. Entre mis dos ayudantes la incorporaron para que yo pudiera retirársela.
Volvimos a tumbarla. Estaba muy excitado. Necesitaba verle sus muslos. Para mi no era una mujer madura y atractiva. Era mucho más. Era la madre de Carlos, mi mejor amigo.
Me acerqué al botón de la falda y lo desabroché. De nuevo ellos incorporaron a Alicia. Ahora tuvieron que subirla un poco más para que yo pudiera sacar su falda por debajo. Llevaba un pequeño tanga blanco precioso.
Mi excitación era enorme. Le dije en ese momento todo lo que me pareció.
- Alicia siempre he deseado verte, tenerte. Voy a hacerte unas fotos para enseñarlas a mis amigos, entre ellos a tu hijo, pero no te preocupes, no te verá la cara. Ponedla sentada, este es el mejor momento, voy a quitarle el sujetador.
La sentaron en la mesa como un cuerpo inerte. Yo me puse detrás y le desabroché el sujetador. Sacamos las gomas por sus brazos. TenÃ*a a la madre de Carlos con las tetas al aire. Aproveché para realizar unos tocamientos rápidos sobre sus pechos y un par de fotos más, pero estaba deseando verla totalmente desnuda, por lo que no me entretuve demasiado.
Todos jaléabamos lo buena que estaba, pero sobre todo, los ojos de Luis se salÃ*an de sus órbitas.
Le saqué el tanga sin pensármelo demasiado. Salió sin dificultades. Quedó totalmente desnuda. Su coño estaba muy cuidado, depilado salvo una pequeña lÃ*nea de pelo por encima.
PedÃ* que me ayudaran a separarle las piernas y que sus brazos quedaran hacia atrás. La dejamos totalmente expuesta a nosotros y a mi cámara de fotos que no paré de disparar durante unos segundos.
Mi padre me animó a que hiciera algo más que tomar fotografÃ*as, por lo que me desnudé y comencé a tocarla por todos lados. Primero con mis manos, recorriendo cada centÃ*metro de su cuerpo, luego con mi boca. Me dirigÃ* hacia su vagina, acariciándola con mi lengua, intentando que se humedeciese lo máximo posible, después le metÃ* un dedo, luego dos. SabÃ*a que ella estaba sintiendo todo, puesto que las lágrimas caÃ*an por sus ojos, a parte de estar fuertemente sofocada.
Millones de veces me habÃ*a pajeado pensando en ella, en como harÃ*amos el amor, por lo que me tumbé encima suya e intenté besarla. No habrÃ*a la boca, por lo que tuve que taparle la nariz, hasta que la abrió lo suficiente para meter mi lengua hasta su garganta.
Mi polla, jugaba con su coño, hasta que por la dureza de mi miembro y la humedad que mi lengua habÃ*a provocado en su sexo, la acabé metiendo. No obstante la saqué enseguida. Me parecÃ*a una groserÃ*a no invitar a mis "compañeros", asÃ* que les ofrecÃ* jugar con ella.
Luis aceptó y comenzó a tocarla por todo su cuerpo. Él también se habÃ*a contenido durante años y hoy podÃ*a liberarse. Le acarició el pelo, suavemente, luego su cara. Le estrujó los pechos para seguir bajando las palmas de su mano por su estómago, muslos para centrarse al final en su coño. Se le podÃ*a tocar entero debido a la separación total de sus piernas.
Le comenté que podÃ*a tirársela, pero me contestó que era mi cumpleaños y que el primero debÃ*a ser yo.
VolvÃ* a colocarme encima de ella. Ahora ya no disimulé, directamente mi polla buscó su coño, mi boca la suya.
Se la introduje, mis brazos hicieron que mi cuerpo se apartase un poco de ella, sólo unido por nuestros sexos, y comencé a comerle las tetas, que tantas veces habÃ*a soñado.
Estaba muy caliente, sabÃ*a que no aguantarÃ*a mucho en aquella situación, mi calentura era enorme, y creo que eché el mayor chorro de leche de mi vida dentro de Alicia.
VolvÃ* a levantarme, cogÃ* la cámara otra vez y le hice nuevas fotografÃ*as. Era un trofeo para mi. La madre de Carlos después de haber sido follada por mi.
De nuevo volvÃ* a excitarme, asÃ* que les pedÃ* que me ayudaran a ponerla de rodillas. Ya puestos, en, esa situación, por qué no probar su culo?
Luis estaba tan caliente como yo, y comenzó a acariciarle el culo y a meter la mano por debajo, para llegar a su coño. Mientras, aproveché a sacarle nuevas fotografÃ*as de su trasero.
Me puse detrás de ella. Mi polla se dirigió a su ano. Separé su culo y comencé a meterla dentro. Notaba ciertos quejidos y su respiración más agitada. SabÃ*a que sentÃ*a mi polla, y eso me excitaba aún más. No tardé demasiado en correrme. Aunque no tengo eyaculación precoz, una hembra asÃ* no permite mucha demora.
Aunque seguÃ*a excitado, mi miembro ya no respondÃ*a, por lo que le ofrecÃ* a mi padre que se la follase.
- Sabeis? Siempre he deseado que esta zorra me la mamase.
Se excitaba moviéndole la cabeza, la agarraba del pelo, sacaba y metÃ*a su polla en la boca de la secretaria hasta que unos movimientos compulsivos dieron cuenta de una formidable mamada.
Debió correrse casi en su garganta, puesto que no salió ni una sóla gota de semen de su boca.
SabÃ*a que Luis estaba esperando que le ofreciese disfrutar de su secretaria, asÃ* que le dije que era su turno.
Nos pidió que la dejásemos encima de la mesa, pero que la pusiéramos mirando al techo.
Me dijo que querÃ*a unas fotografÃ*as mientras lo hacÃ*a, para tener un recuerdo del encuentro. Mi padre le agarró sus brazos, para dejarlos por encima de su cabeza y yo seguÃ* con mi labor de fotógrafo por un dÃ*a. Intentaba tomarlas con todo detalle, acercándome a su cara, sus tetas, a la polla de Luis que se metÃ*a una y otra vez en el coño de Alicia.
El director se lo tomó con calma, se le notaba con experiencia en el sexo. Por fin, un pequeño grito de alivio salió por su boca, mientras que su polla se quedaba clavada dentro de la mujer.
Mi padre me dijo que disfrutase de los últimos momentos si querÃ*a. Me habrÃ*a gustado volver a follármela de nuevo, pero no respondÃ*a mi polla a pesar del morbo. AsÃ* que les pedÃ* que me ayudaran a hacerlas nuevas fotografÃ*as.
Les pedÃ* que la pusiera en el sofá con las piernas abiertas y los brazos separados. Tomé bastantes instantáneas del momento. Después les pedÃ* que la pusiera tumbada en la mesa, con el culo hacia arriba para volver a tomar nuevas fotos.
Se me ocurrió una idea. Fue romper su tanga por delante y quitarle al sujetador la tela de los cazos. Les pedÃ* a mi padre y a Luis que me ayudaran a ponérselo y de nuevo la colocamos en el sofá.
TenÃ*amos idea de sacar fotos que parecieran voluntarias, para que ella no pudiera acusarnos de nada, asÃ* que le Ã*bamos cambiando la postura, siempre con las piernas abiertas, pero la cabeza y los brazos se situaban cada vez en sitios distinto.
VolvÃ* a pedir que la desnudasen. Ahora me apetecÃ*a mucho sacarle unas fotos vestidas de forma erótica.
Le colocamos la camisa, cerrada únicamente con el botón de abajo. La pusimos de pie y le metimos la falda que subimos hasta su cintura. Hice que quedase especialmente subida por el lado de su coño, un palmo por encima de su sexo, metiendo la parte delantera entre el único botón abrochado de su camisa.
La pusimos de nuevo en el sofá, con las piernas bien abiertas, y de nuevo saqué fotos. A veces acercábamos su mano a su sexo para que pareciese que era ella quien tomaba la iniciativa. En realidad estaba tomando cientos de imágenes.
Le expliqué que me quedarÃ*a con su tanga como recuerdo. Me llevé también la tela de su sujetador. TenÃ*amos muchas fotos comprometedoras para ella, por lo que no se producirÃ*a nunca una denuncia hacia nosotros.
Volvimos a vestirla, le colocamos su maltrecho sostén y le bajamos la falda. Nos marchamos mi padre y yo. Sin duda, esas fotos que poseÃ*a me iban a dar mucho placer y la posibilidad de volver a disfrutarla de nuevo.
Cuando salÃ*, pensé que debÃ*a compartir esas fotos, entre ellos con Carlos, mi mejor amigo e hijo de Alicia. De momento, sólo le enseñarÃ*a algunas en las que no aparecÃ*a su cara.