AsistÃ* con mis padres a una boda familiar. Durante el viaje de ida yo me encargué de llevar a mamá con mi coche y nos sobamos a conciencia, ya en el hotel se despachurró en la cama, se desbragó, me acoplé entre sus piernas y se la clavé.
Todo comenzó con una invitación a una boda de una sobrina de mi padre. Lo celebraban en un hotel de una ciudad cercana a Madrid, donde vivimos. Acordé con mis padres que yo llevarÃ*a a mamá y que él llegarÃ*a justo para la boda, pero durante el viaje de ida algo se torció. Mi madre llevaba una mini falda, tan mini que se le veÃ*an las bragas. Yo, casi mecánicamente y desde luego sin pensar lo que hacÃ*a, le metÃ* mano, pero a partir de ese momento las cosas se enredaron.
Hola a todos los amantes de este tipo de relatos. Mi nombre es Pedro, tengo 29 años, vivo en un pequeño apartamento en las cercanÃ*as de Madrid, trabajo en una gran empresa ubicada en el centro y hace aproximadamente un año que vivo sólo porque mi novia y yo, con la que convivÃ*a desde hacÃ*a tres años, nos dejamos.
Mis padres también viven solos, ellos tienen 53 años (mi padre) y 51 (mi madre) y les dirÃ*a que son la pareja perfecta, se complementan en todo, es decir: no se parecen en nada. Mi padre muy sobrio, muy trabajador, poco dado a las relaciones y a la farándula. Mi madre muy glamorosa, muy de gimnasio y de salones de belleza y siempre que puede de fiesta en fiesta.
Con estos antecedentes no les extrañará que mi padre me pidiese que llevase yo a mi madre a la boda, que se celebraba en Segovia, a unos ciento y pico de kilómetros de Madrid y que él llegarÃ*a justo a la ceremonia porque ese sábado, cuando se celebraba la boda, tenia que dar salida a un pedido y todos los trabajadores de su pequeña empresa se quedarÃ*an a terminar el trabajo.
AsÃ* lo acordamos y asÃ* lo hicimos. Mis padres habÃ*an reservado habitación en el hotel donde se celebraba el convite, yo en cambio regresarÃ*a a Madrid cuando acabase la celebración. Ese sábado pasé a recoger a mi madre como a eso de las dos y media de la tarde, aunque la boda era a las siete, pero mi madre querÃ*a llegar con tiempo suficiente para vestirse en el hotel y charlar con la familia antes de la ceremonia.
Nada más recoger a mamá en el coche y emprender el viaje hacia Segovia, supe que el viaje no iba a ser nada aburrido. Mi madre se habÃ*a vestido con una mini falda tan exigua que nada más sentarse en el coche se le subió la falda y entre sus piernas se le asomaban sus braguitas rosas.
Yo al principio traté de no darme por enterado, pero nada más coger la autopista y relajarme en la conducción, mis ojos iban y venÃ*an a la entrepierna de mamá como un resorte. Imposible no darse cuenta del trajÃ*n que me traÃ*a mirando de reojo a las braguitas de mamá, por eso ella me hizo un comentario un tanto audaz:
-Te gustan mis bragas ¡he bribón!
Yo no le contesté, pero hice algo tan audaz como su comentario: le metÃ* la mano entre sus piernas, le sobé superficialmente sus braguitas y finalmente le dije:
-Joder mamá que buena estas.
Quizás ese dÃ*a mi madre ya estaba alterada, quizás se alteró cuando le sobé el chochito, quizás sencillamente se dejó llevar por el momento, la oportunidad, la situación tan propicia o vaya usted a saber si lo que le ocurrÃ*a a mamá en ese momento es que sencillamente tenÃ*a ganas de joder, el caso es que hizo un comentario de lo más provocativo:
-Si no fueras mi hijo te iba a echar un polvo que te ibas a cagar.
AsÃ* de directa era Nuria, mi madre, una mujer con un gran desparpajo, con un fÃ*sico envidiable, con unas tetas prietas, aunque de silicona, naturalmente, pero erguidas y sugerentes, con unas piernas firmes y largas coronadas por una braguita color rosa que dejaba entrever la tierra del paraÃ*so y que invitaba a fantasear, de modo que le repliqué con otro comentario de semejante Ã*ndole:
-Si no fueras mi madre te la clavaba.
A veces unos simples comentarios se convierten en toda una declaración de intenciones, y eso es lo que nos pasó. Ella me insinuó sus deseos de joder y yo mis ganas de clavársela, lo demás, todo lo demás son simples detalles, pero permÃ*tanme que me recreé en los detalles sucedidos ese dÃ*a, que por circunstancias no programadas ni deliberadas, tuve la inmensa fortuna de clavársela a mamá.
Fue cuando salimos de la autopista general y cogimos la de Segovia, una autopista poco concurrida de tráfico y con una conducción relajante. Yo volvÃ* a dirigir mi mano a la entrepierna de mamá, me hice un pequeño hueco entre sus bragas y le metÃ* el dedo en su chochito. Lo encontré como suponÃ*a, húmedo, caliente, receptivo. Ella hizo algo parecido, me metió mano a la bragueta, me bajó la cremallera y desenfundó mi polla.
El momento era colosal, yo frotándole el chochito a mamá y ella meneándome la polla. HabÃ*a elegido una baladas para que mamá escuchase música relajante durante el viaje, pero enseguida me di cuenta lo inapropiado de la música para ese momento tan especial y busqué, como pude, otra música más acorde con el ajetreo que allÃ* nos traÃ*amos mamá y yo: una bachata de Juan Luis Guerra.
Los acordes tan estridentes y sensuales de la música, los olores que se desprendÃ*an del chochito de mamá, la placidez de sentirnos pajeados, animaron a mamá a dar un paso más: se agachó entre mis piernas y me hizo una pequeña mamada.
-Joder, el tiempo que hacÃ*a que no me comÃ*a un torrado- fue su más que elocuente comentario a tan suculenta mamada.
-Que pena que no pueda hacerte lo mismo- le dije resignado a mamá, pero no, ella no se resigno.
A continuación se sacó las tetas del sujetador y como pudo me las acercó a la boca y me las ofreció para mamárselas, lo que desde luego hice al instante. La silicona hace milagros, estaban duras y prietas, su piel tersa y fina, su olor bronco y profundo, exudaba y liberaba olores que te embriagaban, pero cuando con mi lengua le atrapé sus pezones, ahÃ* señores, ahÃ* toqué el cielo. Estaban puntiagudos y enmarcados dentro de una aureola tostada que hacia resaltar su color rosadito. Los chupé con avaricia, con glotonerÃ*a, con ardor, pero los ardores se ve que eran mutuos, porque a continuación mamá echó mano a sus braguitas y se las sacó mostrándome su esplendoroso chochito.
No podÃ*a ni imaginarme el chocho que calzaba mi madre. Depiladas las ingles, arreglado el vello púbico que rodeaba su rajita, esponjoso el vello que crecÃ*a en su barriguita, el chumino más sofisticado que nunca antes habÃ*a visto. Este chumino no era de los de cuidar y ocultar, era un chumino para mostrar, para exhibir, para poner los dientes largos, para empalmar a un muerto.
Mamá acercó sus manos al chocho y abrió ligeramente los labios superiores para mostrarme su clÃ*toris. Estaba húmedo, puntiagudo, inflamado, hambriento de polla. Yo alargaba mi mano a sus tetas y las acariciaba. Sus tetas brincaban entre mis dedos y entre los suyos brincaba mi polla, un cartel nos anunciaba la entrada a la ciudad, yo tenÃ*a un ojo puesto en el chumino de mamá y otro en la carretera, pero no hice la atención suficiente y de esa guisa entramos en el centro de la ciudad, mi madre con las tetas al aire y meneándome la polla, cosa que no les pasó desapercibida a algunos peatones que se quedaban pasmados ante semejante espectáculo.
La llegada al hotel la hicimos casi al limite, apenas tuvimos tiempo de recomponernos y arreglarnos un poco, y menos mal, porque nada más aparcar se nos acercó Magda, una sobrina de mis padres que también llegaba en esos momentos y nada más parar se acercó a nuestro coche, saludó a mamá y cuando me fue a dar un beso a mÃ*, me preguntó algo susurrándome al oÃ*do:
-¿Qué venÃ*ais haciendo?
-Luego te lo cuento- le dije intrascendente.
-Vale, pero luego me lo cuentas ¡he!- La muy jodida se ve que nos habÃ*a visto cómo nos follábamos en el camino.
-¿Qué te ha dicho?- Me preguntó mamá mientras nos dirigÃ*amos a la habitación.
-Nada, me preguntó qué venÃ*amos haciendo en el coche.
-Que puta, se ve que nos ha visto y ahora querrá que la folles- me comentó un tanto molesta.
-No te preocupes que a quien voy a follar ahora mismo no es a Magda- le dije mientras penetrábamos en la habitación del hotel.
No nos dimos tiempo ni siquiera a ver la estancia, lo único que nos interesaba era la cama y hacia ella nos dirigimos. Mamá saltó sobre ella y se subió la mini falda sobre su barriga. Iba sin bragas, de modo que todo su chochamen quedaba a la vista.
Yo me quité el pantalón casi a tirones y salté sobre mamá, me acoplé entre sus piernas y se la clavé. Mi polla es larga y fina, su chumino calido, húmedo y generoso, de modo que la clavada fue portentosa. CreÃ* que a continuación sólo quedaba una buena follada, metérsela y sacársela hasta corrernos los dos, pero si eso pensaban que iba a suceder se equivocan al igual que yo me equivoqué, porque la follada que nos habÃ*amos metido hasta ese momento no era comparable a la que nos metimos a partir de ahÃ*.
Mi madre cruzó sus piernas por encima de las mÃ*as y me atrapó como una ventosa. El culo me quedaba libre y podÃ*a manejarlo con soltura, pero enseguida me di cuenta que mamá no sólo disfrutaba con el mete saca, disfrutaba regodeándose con comentarios soeces, eróticos y provocativos.
-Que hijo puta eres, se la estas clavando a tu madre- me dijo relamiéndose.
Yo sentÃ*a que se la habÃ*a clavado hasta las trancas. Mi polla entraba y salÃ*a como pez en el agua, o mejor dicho, como polla en el chumino de su madre, era una delicia y las clavadas cada vez se hacÃ*an más y más vigorosas, aunque sus nalgas amortiguaban todas las embestidas. SabÃ*a manejar con maestrÃ*a su cuerpo y siempre acompasaba su culo con mis clavadas para obtener el máximo de placer.
Sus comentarios fueron al inicio tÃ*midos pero muy osados, pronto se hicieron frecuentes e igual de atrevidos. Como jodes cabrón, te gusta el incesto ¡he!, eres un pervertido, te estas follando a tu madre, te voy a tener jodiéndome hasta que me canse, pero no, no hubo problema, mamá no se cansaba de joder, era infatigable jodiendo, se abrÃ*a de piernas, me atrapaba entre sus muslos, me mordisqueaba las tetas, me clavaba las uñas en la espalda, se arqueaba y me embestÃ*a, pero sobre todo me incitaba con su comentarios a joderla, a clavársela, a follarla, a consumar el incesto. Nos estábamos metiendo un polvo de antologÃ*a.
No fue hasta pasado más de media hora sacándola y clavándola dentro de su chumino cuando noté que se corrÃ*a. Todo su cuerpo se puso en tensión, su respiración se agitaba hasta el máximo y sus estertores eran sacudidas que hacÃ*an temblar la cama. Mientras se corrÃ*a toda un retahÃ*la de insultos salÃ*an de su garganta: cabrón, hijo puta, pervertido, degenerado, como jodes cabrón, que hijo puta eres, la de incestos que vas a chuparte cabrón.
Yo comencé a correrme un pelÃ*n antes que ella, lo suficiente para darse cuenta de que me estaba corriendo para tensarse aún más si era posible, y parece que lo fue, porque al iniciar su monumental corrida aullaba como una loba. Tardó una eternidad en calmarse y me tenÃ*a aprisionado con sus piernas hasta que se fue calmando.
Pero no, no crean que se levantó de la cama y se fue a darse una ducha, antes aún tenÃ*a que ponerme tareas.
-Te tienes que tirar a tu prima Magda, la muy puta se puede ir de la lengua y asÃ* no le queda más remedio que callarse. La próxima semana quiero que pases por casa para echarnos otro polvo, y a la siguiente lo mismo. Quiero que me la claves al menos una vez por semana, y quiero... bueno, ni decirles que lo que mi madre querÃ*a era que la follase a cada oportunidad, pero lo que me insistió antes de soltarme era en lo de Magda.
-Te la follas hoy mismo, durante el baile llévatela fuera y se la metes. Yo estaré atenta y saldré cuando te la estés follando, para que sepa que yo lo se, además me sirve para regodearme de su madre, que la muy puta me tiene envidia.
-Vale mamá- le dije para que me soltara, porque estaba viendo que mi padre nos iba a pillar in fraganti.
-¿Que le hacÃ*as a tu madre en el coche cuando venÃ*ais? Me preguntó Magda cuando estábamos bailando después del banquete.
-Le estaba chupando las tetas- le dije sin inmutarme.
-Qué pasa, que te gustan las tetas de las viejas- me volvió a preguntar molesta por la respuesta, o mejor dicho, envidiando a mamá.
-Quieres que te las chupe a ti- le pregunté directamente.
-Que mas quisieras tú- me replica sin demasiada convicción.
-Vamos para fuera, te la voy a clavar en tu chochito- a la vez que la empujaba hacÃ*a el exterior del hotel y nos perdÃ*amos en el jardÃ*n.
Magda tenÃ*a un chochito rosadito y encantador y unas tetitas deliciosas. Mi madre nos pilló cuando ella se estaba poniendo las bragas aunque Magda se le enfrentó para reclamar su parte en el festÃ*n, aunque eso señores, eso es otra historia y merece ser contada con todo lujo de detalles.
Todo comenzó con una invitación a una boda de una sobrina de mi padre. Lo celebraban en un hotel de una ciudad cercana a Madrid, donde vivimos. Acordé con mis padres que yo llevarÃ*a a mamá y que él llegarÃ*a justo para la boda, pero durante el viaje de ida algo se torció. Mi madre llevaba una mini falda, tan mini que se le veÃ*an las bragas. Yo, casi mecánicamente y desde luego sin pensar lo que hacÃ*a, le metÃ* mano, pero a partir de ese momento las cosas se enredaron.
Hola a todos los amantes de este tipo de relatos. Mi nombre es Pedro, tengo 29 años, vivo en un pequeño apartamento en las cercanÃ*as de Madrid, trabajo en una gran empresa ubicada en el centro y hace aproximadamente un año que vivo sólo porque mi novia y yo, con la que convivÃ*a desde hacÃ*a tres años, nos dejamos.
Mis padres también viven solos, ellos tienen 53 años (mi padre) y 51 (mi madre) y les dirÃ*a que son la pareja perfecta, se complementan en todo, es decir: no se parecen en nada. Mi padre muy sobrio, muy trabajador, poco dado a las relaciones y a la farándula. Mi madre muy glamorosa, muy de gimnasio y de salones de belleza y siempre que puede de fiesta en fiesta.
Con estos antecedentes no les extrañará que mi padre me pidiese que llevase yo a mi madre a la boda, que se celebraba en Segovia, a unos ciento y pico de kilómetros de Madrid y que él llegarÃ*a justo a la ceremonia porque ese sábado, cuando se celebraba la boda, tenia que dar salida a un pedido y todos los trabajadores de su pequeña empresa se quedarÃ*an a terminar el trabajo.
AsÃ* lo acordamos y asÃ* lo hicimos. Mis padres habÃ*an reservado habitación en el hotel donde se celebraba el convite, yo en cambio regresarÃ*a a Madrid cuando acabase la celebración. Ese sábado pasé a recoger a mi madre como a eso de las dos y media de la tarde, aunque la boda era a las siete, pero mi madre querÃ*a llegar con tiempo suficiente para vestirse en el hotel y charlar con la familia antes de la ceremonia.
Nada más recoger a mamá en el coche y emprender el viaje hacia Segovia, supe que el viaje no iba a ser nada aburrido. Mi madre se habÃ*a vestido con una mini falda tan exigua que nada más sentarse en el coche se le subió la falda y entre sus piernas se le asomaban sus braguitas rosas.
Yo al principio traté de no darme por enterado, pero nada más coger la autopista y relajarme en la conducción, mis ojos iban y venÃ*an a la entrepierna de mamá como un resorte. Imposible no darse cuenta del trajÃ*n que me traÃ*a mirando de reojo a las braguitas de mamá, por eso ella me hizo un comentario un tanto audaz:
-Te gustan mis bragas ¡he bribón!
Yo no le contesté, pero hice algo tan audaz como su comentario: le metÃ* la mano entre sus piernas, le sobé superficialmente sus braguitas y finalmente le dije:
-Joder mamá que buena estas.
Quizás ese dÃ*a mi madre ya estaba alterada, quizás se alteró cuando le sobé el chochito, quizás sencillamente se dejó llevar por el momento, la oportunidad, la situación tan propicia o vaya usted a saber si lo que le ocurrÃ*a a mamá en ese momento es que sencillamente tenÃ*a ganas de joder, el caso es que hizo un comentario de lo más provocativo:
-Si no fueras mi hijo te iba a echar un polvo que te ibas a cagar.
AsÃ* de directa era Nuria, mi madre, una mujer con un gran desparpajo, con un fÃ*sico envidiable, con unas tetas prietas, aunque de silicona, naturalmente, pero erguidas y sugerentes, con unas piernas firmes y largas coronadas por una braguita color rosa que dejaba entrever la tierra del paraÃ*so y que invitaba a fantasear, de modo que le repliqué con otro comentario de semejante Ã*ndole:
-Si no fueras mi madre te la clavaba.
A veces unos simples comentarios se convierten en toda una declaración de intenciones, y eso es lo que nos pasó. Ella me insinuó sus deseos de joder y yo mis ganas de clavársela, lo demás, todo lo demás son simples detalles, pero permÃ*tanme que me recreé en los detalles sucedidos ese dÃ*a, que por circunstancias no programadas ni deliberadas, tuve la inmensa fortuna de clavársela a mamá.
Fue cuando salimos de la autopista general y cogimos la de Segovia, una autopista poco concurrida de tráfico y con una conducción relajante. Yo volvÃ* a dirigir mi mano a la entrepierna de mamá, me hice un pequeño hueco entre sus bragas y le metÃ* el dedo en su chochito. Lo encontré como suponÃ*a, húmedo, caliente, receptivo. Ella hizo algo parecido, me metió mano a la bragueta, me bajó la cremallera y desenfundó mi polla.
El momento era colosal, yo frotándole el chochito a mamá y ella meneándome la polla. HabÃ*a elegido una baladas para que mamá escuchase música relajante durante el viaje, pero enseguida me di cuenta lo inapropiado de la música para ese momento tan especial y busqué, como pude, otra música más acorde con el ajetreo que allÃ* nos traÃ*amos mamá y yo: una bachata de Juan Luis Guerra.
Los acordes tan estridentes y sensuales de la música, los olores que se desprendÃ*an del chochito de mamá, la placidez de sentirnos pajeados, animaron a mamá a dar un paso más: se agachó entre mis piernas y me hizo una pequeña mamada.
-Joder, el tiempo que hacÃ*a que no me comÃ*a un torrado- fue su más que elocuente comentario a tan suculenta mamada.
-Que pena que no pueda hacerte lo mismo- le dije resignado a mamá, pero no, ella no se resigno.
A continuación se sacó las tetas del sujetador y como pudo me las acercó a la boca y me las ofreció para mamárselas, lo que desde luego hice al instante. La silicona hace milagros, estaban duras y prietas, su piel tersa y fina, su olor bronco y profundo, exudaba y liberaba olores que te embriagaban, pero cuando con mi lengua le atrapé sus pezones, ahÃ* señores, ahÃ* toqué el cielo. Estaban puntiagudos y enmarcados dentro de una aureola tostada que hacia resaltar su color rosadito. Los chupé con avaricia, con glotonerÃ*a, con ardor, pero los ardores se ve que eran mutuos, porque a continuación mamá echó mano a sus braguitas y se las sacó mostrándome su esplendoroso chochito.
No podÃ*a ni imaginarme el chocho que calzaba mi madre. Depiladas las ingles, arreglado el vello púbico que rodeaba su rajita, esponjoso el vello que crecÃ*a en su barriguita, el chumino más sofisticado que nunca antes habÃ*a visto. Este chumino no era de los de cuidar y ocultar, era un chumino para mostrar, para exhibir, para poner los dientes largos, para empalmar a un muerto.
Mamá acercó sus manos al chocho y abrió ligeramente los labios superiores para mostrarme su clÃ*toris. Estaba húmedo, puntiagudo, inflamado, hambriento de polla. Yo alargaba mi mano a sus tetas y las acariciaba. Sus tetas brincaban entre mis dedos y entre los suyos brincaba mi polla, un cartel nos anunciaba la entrada a la ciudad, yo tenÃ*a un ojo puesto en el chumino de mamá y otro en la carretera, pero no hice la atención suficiente y de esa guisa entramos en el centro de la ciudad, mi madre con las tetas al aire y meneándome la polla, cosa que no les pasó desapercibida a algunos peatones que se quedaban pasmados ante semejante espectáculo.
La llegada al hotel la hicimos casi al limite, apenas tuvimos tiempo de recomponernos y arreglarnos un poco, y menos mal, porque nada más aparcar se nos acercó Magda, una sobrina de mis padres que también llegaba en esos momentos y nada más parar se acercó a nuestro coche, saludó a mamá y cuando me fue a dar un beso a mÃ*, me preguntó algo susurrándome al oÃ*do:
-¿Qué venÃ*ais haciendo?
-Luego te lo cuento- le dije intrascendente.
-Vale, pero luego me lo cuentas ¡he!- La muy jodida se ve que nos habÃ*a visto cómo nos follábamos en el camino.
-¿Qué te ha dicho?- Me preguntó mamá mientras nos dirigÃ*amos a la habitación.
-Nada, me preguntó qué venÃ*amos haciendo en el coche.
-Que puta, se ve que nos ha visto y ahora querrá que la folles- me comentó un tanto molesta.
-No te preocupes que a quien voy a follar ahora mismo no es a Magda- le dije mientras penetrábamos en la habitación del hotel.
No nos dimos tiempo ni siquiera a ver la estancia, lo único que nos interesaba era la cama y hacia ella nos dirigimos. Mamá saltó sobre ella y se subió la mini falda sobre su barriga. Iba sin bragas, de modo que todo su chochamen quedaba a la vista.
Yo me quité el pantalón casi a tirones y salté sobre mamá, me acoplé entre sus piernas y se la clavé. Mi polla es larga y fina, su chumino calido, húmedo y generoso, de modo que la clavada fue portentosa. CreÃ* que a continuación sólo quedaba una buena follada, metérsela y sacársela hasta corrernos los dos, pero si eso pensaban que iba a suceder se equivocan al igual que yo me equivoqué, porque la follada que nos habÃ*amos metido hasta ese momento no era comparable a la que nos metimos a partir de ahÃ*.
Mi madre cruzó sus piernas por encima de las mÃ*as y me atrapó como una ventosa. El culo me quedaba libre y podÃ*a manejarlo con soltura, pero enseguida me di cuenta que mamá no sólo disfrutaba con el mete saca, disfrutaba regodeándose con comentarios soeces, eróticos y provocativos.
-Que hijo puta eres, se la estas clavando a tu madre- me dijo relamiéndose.
Yo sentÃ*a que se la habÃ*a clavado hasta las trancas. Mi polla entraba y salÃ*a como pez en el agua, o mejor dicho, como polla en el chumino de su madre, era una delicia y las clavadas cada vez se hacÃ*an más y más vigorosas, aunque sus nalgas amortiguaban todas las embestidas. SabÃ*a manejar con maestrÃ*a su cuerpo y siempre acompasaba su culo con mis clavadas para obtener el máximo de placer.
Sus comentarios fueron al inicio tÃ*midos pero muy osados, pronto se hicieron frecuentes e igual de atrevidos. Como jodes cabrón, te gusta el incesto ¡he!, eres un pervertido, te estas follando a tu madre, te voy a tener jodiéndome hasta que me canse, pero no, no hubo problema, mamá no se cansaba de joder, era infatigable jodiendo, se abrÃ*a de piernas, me atrapaba entre sus muslos, me mordisqueaba las tetas, me clavaba las uñas en la espalda, se arqueaba y me embestÃ*a, pero sobre todo me incitaba con su comentarios a joderla, a clavársela, a follarla, a consumar el incesto. Nos estábamos metiendo un polvo de antologÃ*a.
No fue hasta pasado más de media hora sacándola y clavándola dentro de su chumino cuando noté que se corrÃ*a. Todo su cuerpo se puso en tensión, su respiración se agitaba hasta el máximo y sus estertores eran sacudidas que hacÃ*an temblar la cama. Mientras se corrÃ*a toda un retahÃ*la de insultos salÃ*an de su garganta: cabrón, hijo puta, pervertido, degenerado, como jodes cabrón, que hijo puta eres, la de incestos que vas a chuparte cabrón.
Yo comencé a correrme un pelÃ*n antes que ella, lo suficiente para darse cuenta de que me estaba corriendo para tensarse aún más si era posible, y parece que lo fue, porque al iniciar su monumental corrida aullaba como una loba. Tardó una eternidad en calmarse y me tenÃ*a aprisionado con sus piernas hasta que se fue calmando.
Pero no, no crean que se levantó de la cama y se fue a darse una ducha, antes aún tenÃ*a que ponerme tareas.
-Te tienes que tirar a tu prima Magda, la muy puta se puede ir de la lengua y asÃ* no le queda más remedio que callarse. La próxima semana quiero que pases por casa para echarnos otro polvo, y a la siguiente lo mismo. Quiero que me la claves al menos una vez por semana, y quiero... bueno, ni decirles que lo que mi madre querÃ*a era que la follase a cada oportunidad, pero lo que me insistió antes de soltarme era en lo de Magda.
-Te la follas hoy mismo, durante el baile llévatela fuera y se la metes. Yo estaré atenta y saldré cuando te la estés follando, para que sepa que yo lo se, además me sirve para regodearme de su madre, que la muy puta me tiene envidia.
-Vale mamá- le dije para que me soltara, porque estaba viendo que mi padre nos iba a pillar in fraganti.
-¿Que le hacÃ*as a tu madre en el coche cuando venÃ*ais? Me preguntó Magda cuando estábamos bailando después del banquete.
-Le estaba chupando las tetas- le dije sin inmutarme.
-Qué pasa, que te gustan las tetas de las viejas- me volvió a preguntar molesta por la respuesta, o mejor dicho, envidiando a mamá.
-Quieres que te las chupe a ti- le pregunté directamente.
-Que mas quisieras tú- me replica sin demasiada convicción.
-Vamos para fuera, te la voy a clavar en tu chochito- a la vez que la empujaba hacÃ*a el exterior del hotel y nos perdÃ*amos en el jardÃ*n.
Magda tenÃ*a un chochito rosadito y encantador y unas tetitas deliciosas. Mi madre nos pilló cuando ella se estaba poniendo las bragas aunque Magda se le enfrentó para reclamar su parte en el festÃ*n, aunque eso señores, eso es otra historia y merece ser contada con todo lujo de detalles.