nabateo2010
Virgen
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- Feb 2, 2009
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Desde hace muchos mese que mi marido no me tocaba. Intuí que tenía una amante, pero al registrar todos sus objetos y cuentas personales, descubrí que estaba equivocada. Pensé que era yo el problema, si bien no estaba obesa, si estaba algo pasada de peso. Mi actitud hacia él era amorosa y comprensiva. No era fea. Bajita (1.65m), el pelo crespo negro, la piel suave y de tez mate-canela, los ojos oscuros y picarones, el rostro agradable, las tetas grandes, las caderas anchas, las piernas dotadas de muslos gruesos y bien torneados, el culo grande y paradito, la vagina pequeña, apretada, mojada, deseosa, las ganas a todas horas, dispuesta a todo con mi marido. El problema era él, se había vuelto impotente y por vergüenza, no tomaba pastillas para solucionar el problema. Me sentí desdichada por muchos meses, hasta que sentí ira por él, y decidí no dejarme marchitar al lado de un hombre que ya no me deseaba. Tenía aún 33 años y podía gozar de la vida sin mi marido.
Me metía a sesiones de gimnasio y natación, spa, centros de bellezas, me operé la barriga, me compré ropa mas juvenil y mi actitud era desafiante y liberal. Al cabo de un año, con mucho esfuerzo, me había convertido en una mujer madura, guapa y sexy. Estaba lista para vivir la vida loca.
Intenté con hombres de hasta 40 años, pero resultaron ser un desastre: mentirosos, acomplejados, trabajólicos, eyaculadores precoces, impotentes, raros, etc. Un asco. Después intenté con chicos de 20 a 30 años, pero terminé infectada con una ETS. Huí de esa rama de hombres. Me quedaba pues, probar con los menores de 20 años. Se me redujo mucho el espectro, pero conseguí al fin lo que buscaba. Quería hacer algo arriesgado, muy sucio y morboso, que me hiciera sentir viva de nuevo, y tenía planes al respecto.
Mi hijo mayor tenía 14 años, pero frecuentaba amigos de 16 a 18 años, y los traía a casa regularmente. Comencé a fijarme en el mayor de ellos, Nicolás, de 18. Alto, rubio como el sol, ojos verde claros, rostro cuadrado y viril, cuerpo fibroso, cero grasa, alegre, simpático, muy seductor. Un día, lo aparté del grupito y comencé a coquetearle, él se mostró receptivo de inmediato. Me aseguré que nadie se diera cuenta y lo llevé al segundo piso, al baño contiguo al dormitorio matrimonial, donde mi marido dormía la siesta de la tarde. Cerré la puerta, pero no le puse pestillo, me desnudé completamente, me agaché sobre el lavabo y abriendo mis nalgas, le ofrecí mi culo. Sería mi primer anal, nunca le dejé hacer eso a mi marido.
Nico sonrió torvamente, se quitó la polera y me dejó ver su abdomen plano y lleno de trabajados y sexys abdominales, se bajó el pantalón y me exhibió su pene. No era tan grande como yo quería, incluso era un poco mas delgado que el de mi marido…pero estaba duro, caliente y palpitante, y se me antojaba era un buen pene para mi primer anal. Se ensalivó bien la punta del glande y lo acomodó en la rosa de mi ano. Sentí como una descarga eléctrica muy fuerte, me recorría la columna, sentí mucho dolor pero la idea de follarme a un jovencito, muy cerca de mi marido y con riesgo de que cualquiera nos pudiera encontrar, encendió mi excitación.
Moví mi culo en círculos, y yo misma me lo fui metiendo hasta que el dolor se hizo insoportable. Controlé la penetración de la mejor forma posible, mientras ahogaba los gemidos de placer y los fuertes jadeos, para no despertar a mi esposo. Cuando me sentí segura de poder aguantar, dejé que mi joven semental me diera como a él a se le antojara, y se lo dije con palabras obscenas y susurrantes. Nico no me tuvo piedad, me lo metió duro, fuerte, rápido y muy profundo…me hizo sentir que era su perra…y es me pareció lo mas maravilloso del mundo, sentirme así de poseída y usada me excitó de sobremanera, al punto que no pude controlar los jadeos, suspiros y gemidos, y apenas contuve los gritos de dolor y placer atados en un nudo en mi garganta. Por la fuerza de las clavadas, el lavabo comenzó a hacer ruido, asi que tuve que apoyarme en la pared que separaba el baño del dormitorio…justo por encima de la cabeza de mi durmiente esposo. Nico se esforzó aún mas por clavarme con fuerza y la pared comenzó a temblar. No me importaba si mi marido me sorprendía, estaba ida con ese exquisito y doloroso placer que estaba sintiendo, y me dejé llevar.
Para colmo de la pasión NIco se pegaba a mi cuerpo, los que terminaron brillantes y sudorosos, se pegó a mi nuca y con una ronca, masculina y susurrante voz que dijo que yo era una puta sabrosa, una perra con un culo de oro, que jamás había tenido tanto placer con una hembra como yo, ni quiera con la novia de mi hijo. Aquella revelación de que traicionaba a mi hijo con su novia y que ahora me estaba dando por el culo, fue el click del morbo y la lujuria, y desató mi orgasmo.
Sentí que algo crecía y crecía en mi interior, partiendo desde mi abdomen, ubicándose en mi concha y deslizándome en la base de mi columna, un fuerte golpe de corriente eléctrica recorrió mi espalda como un rayo y me estalló en la nuca. Sin querer solté un grito ronco y fuerte, mis piernas temblaron y se doblaron, y quedé arrodillada en el piso del baño, el pelo goteando sudor, llorando y riendo a la vez de pura placer, alegría y satisfacción. Volví a sentirme mujer. NIco ya se estaba vistiendo. Yo apenas me pude poner en pié, pero lo hice. Me lave la cara, me arreglé la ropa y bajé. Nadie notó nuestra ausencia, y descubrí que habíamos estado follando media hora…media hora sin parar…tuve un pene joven y duro, media hora dentro de mi culo, prácticamente al lado de mi esposo, y ese pene estuvo dentro de la novia de mi hijo. Miré a mi hijo, pero no le tuve pena. Ya había probado el sexo lujurioso, y no lo iba a abandonar.:amor::amor::amor::amor:
Del autor: a diferencia de otros relatos que aparecen con mi perfil,éste sí lo escribí yo, ...los otros relatos no los escribí, porque no son de mi tendencia. espero que éste les haya gustado.
Me metía a sesiones de gimnasio y natación, spa, centros de bellezas, me operé la barriga, me compré ropa mas juvenil y mi actitud era desafiante y liberal. Al cabo de un año, con mucho esfuerzo, me había convertido en una mujer madura, guapa y sexy. Estaba lista para vivir la vida loca.
Intenté con hombres de hasta 40 años, pero resultaron ser un desastre: mentirosos, acomplejados, trabajólicos, eyaculadores precoces, impotentes, raros, etc. Un asco. Después intenté con chicos de 20 a 30 años, pero terminé infectada con una ETS. Huí de esa rama de hombres. Me quedaba pues, probar con los menores de 20 años. Se me redujo mucho el espectro, pero conseguí al fin lo que buscaba. Quería hacer algo arriesgado, muy sucio y morboso, que me hiciera sentir viva de nuevo, y tenía planes al respecto.
Mi hijo mayor tenía 14 años, pero frecuentaba amigos de 16 a 18 años, y los traía a casa regularmente. Comencé a fijarme en el mayor de ellos, Nicolás, de 18. Alto, rubio como el sol, ojos verde claros, rostro cuadrado y viril, cuerpo fibroso, cero grasa, alegre, simpático, muy seductor. Un día, lo aparté del grupito y comencé a coquetearle, él se mostró receptivo de inmediato. Me aseguré que nadie se diera cuenta y lo llevé al segundo piso, al baño contiguo al dormitorio matrimonial, donde mi marido dormía la siesta de la tarde. Cerré la puerta, pero no le puse pestillo, me desnudé completamente, me agaché sobre el lavabo y abriendo mis nalgas, le ofrecí mi culo. Sería mi primer anal, nunca le dejé hacer eso a mi marido.
Nico sonrió torvamente, se quitó la polera y me dejó ver su abdomen plano y lleno de trabajados y sexys abdominales, se bajó el pantalón y me exhibió su pene. No era tan grande como yo quería, incluso era un poco mas delgado que el de mi marido…pero estaba duro, caliente y palpitante, y se me antojaba era un buen pene para mi primer anal. Se ensalivó bien la punta del glande y lo acomodó en la rosa de mi ano. Sentí como una descarga eléctrica muy fuerte, me recorría la columna, sentí mucho dolor pero la idea de follarme a un jovencito, muy cerca de mi marido y con riesgo de que cualquiera nos pudiera encontrar, encendió mi excitación.
Moví mi culo en círculos, y yo misma me lo fui metiendo hasta que el dolor se hizo insoportable. Controlé la penetración de la mejor forma posible, mientras ahogaba los gemidos de placer y los fuertes jadeos, para no despertar a mi esposo. Cuando me sentí segura de poder aguantar, dejé que mi joven semental me diera como a él a se le antojara, y se lo dije con palabras obscenas y susurrantes. Nico no me tuvo piedad, me lo metió duro, fuerte, rápido y muy profundo…me hizo sentir que era su perra…y es me pareció lo mas maravilloso del mundo, sentirme así de poseída y usada me excitó de sobremanera, al punto que no pude controlar los jadeos, suspiros y gemidos, y apenas contuve los gritos de dolor y placer atados en un nudo en mi garganta. Por la fuerza de las clavadas, el lavabo comenzó a hacer ruido, asi que tuve que apoyarme en la pared que separaba el baño del dormitorio…justo por encima de la cabeza de mi durmiente esposo. Nico se esforzó aún mas por clavarme con fuerza y la pared comenzó a temblar. No me importaba si mi marido me sorprendía, estaba ida con ese exquisito y doloroso placer que estaba sintiendo, y me dejé llevar.
Para colmo de la pasión NIco se pegaba a mi cuerpo, los que terminaron brillantes y sudorosos, se pegó a mi nuca y con una ronca, masculina y susurrante voz que dijo que yo era una puta sabrosa, una perra con un culo de oro, que jamás había tenido tanto placer con una hembra como yo, ni quiera con la novia de mi hijo. Aquella revelación de que traicionaba a mi hijo con su novia y que ahora me estaba dando por el culo, fue el click del morbo y la lujuria, y desató mi orgasmo.
Sentí que algo crecía y crecía en mi interior, partiendo desde mi abdomen, ubicándose en mi concha y deslizándome en la base de mi columna, un fuerte golpe de corriente eléctrica recorrió mi espalda como un rayo y me estalló en la nuca. Sin querer solté un grito ronco y fuerte, mis piernas temblaron y se doblaron, y quedé arrodillada en el piso del baño, el pelo goteando sudor, llorando y riendo a la vez de pura placer, alegría y satisfacción. Volví a sentirme mujer. NIco ya se estaba vistiendo. Yo apenas me pude poner en pié, pero lo hice. Me lave la cara, me arreglé la ropa y bajé. Nadie notó nuestra ausencia, y descubrí que habíamos estado follando media hora…media hora sin parar…tuve un pene joven y duro, media hora dentro de mi culo, prácticamente al lado de mi esposo, y ese pene estuvo dentro de la novia de mi hijo. Miré a mi hijo, pero no le tuve pena. Ya había probado el sexo lujurioso, y no lo iba a abandonar.:amor::amor::amor::amor:
Del autor: a diferencia de otros relatos que aparecen con mi perfil,éste sí lo escribí yo, ...los otros relatos no los escribí, porque no son de mi tendencia. espero que éste les haya gustado.
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