nabateo2010
Virgen
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SASHA, LA LUJURIA Y EL PECADO
Pasados unos días después de mi tórrido acto de infidelidad con el atractivo y viril mejor amigo de mi hijo, (quién lo traicionaba revolcándose con la novia de mi retoño), al lado de mi dormido esposo, quedé temblando de excitación, pensando en el siguiente acto que pudiera superarlo en morbo y placer. Mi imaginación hervía viendo todas las sucias opciones para deleitarme de placer. Curiosamente, la opción surgió por si sola.
Mi nuevo amante seguía llegando a casa invitado por mi inocente hijo, ocasiones que aprovechábamos para revolcarnos contra la pared, detrás de las puertas, o donde se nos antojase. En cada revolcón, me susurraba al oído una fantasía que quería cumplir conmigo: darle placer yo y otra mujer. Jamás había tenido sexo lésbico en mi vida, pero para satisfacerlo estaba dispuesta a probar cosas nuevas. Acordamos reunirnos en mi casa, cuando mi marido e hijo estuviesen en el trabajo y la universidad respectivamente, y lo haríamos sobre la cama matrimonial.
Llegado el día, Nico llegó solo. Me dijo que primero jugaríamos, que la invitada llegaría después. Me llevó al baño, nos dimos una ducha larga con agua tibia, masturbándonos a consciencia, estimulándonos en exceso; después me llevó a la cama, me ató con telas de seda y me vendó los ojos. Indefensa, caliente y a merced de un hombre joven, guapo, bien dotado y muy caliente, esperando por sexo lésbico…oh, todo era tan exquisito y lascivo. Me comió y lamió todo el cuerpo, me dio unas hábiles pajas lentamente, excitándome y llevándome al borde del orgasmo, para luego detenerse, relajarme y seguir. Un amante extraordinario.
Nico no me dejó descansar hasta que tocaron el timbre. “Espera un poco perra, voy a buscar a la otra perrita y después te vamos a dar lo que te mereces”, me dijo, y con esa sucia amenaza, me dejó mas caliente aún. Al volver a la habitación, le dijo a ella que se ocupara de mí mientras me daba lo mío y posándose sobre mí, me penetró hasta el fondo y de golpe. El bombeo fue inmisericorde. Golpeaba mis caderas con tal violencia, que la pesada cama de dos plazas, daba saltitos y golpeaba fuertemente contra la pared. En contraste a la violencia de mi joven semental, la invitada, besaba y degustaba el resto de mi cuerpo con delicadeza y femeneidad. Nunca olvidaré lo que sentí con ese orgasmo pues, mientras el glande hinchado y duro de buscaba entrar en mi útero con cada fuerte golpe, la punta de la lengua de la invitada masajeaba mi labio superior y sus uñas rascaban mi erecto clítoris. Fue un orgasmo que estuvo contenido desde que jugara conmigo al principio, lo contuve yo misma todo lo que pude, como cuando contienes lanzar una granada hasta el momento preciso. Cuando el ritmo de las clavadas se volvió frenético y mi cuerpo entero saltaba en la cama, dejé que el orgasmo reventara mi cuerpo. Fue un orgasmo demoledor, me estalló en toda la piel a la vez, arqueé la espalda, dí un fuerte rugido de placer y me desvanecí en la cama, atada, vulnerable, jadeante, sudorosa, feliz y satisfecha. Era, hasta ese momento, el mejor orgasmo de mi vida.
-¿Quieres continuar, no importando las consecuencias?,- me preguntó en un susurro ronco mi amado Nico. Y dije que SI, nada me importaba. Entonces me desató y me quitó la venda. Y la primera sonriente cara que ví, fue la de Antonia,… la novia de mi hijo. Durante unos segundos pensé lo que había hecho. No sólo me había revolcado con el mal amigo que se acostaba con su novia, ahora yo, su propia madre, había tenido contacto sexual con ella. Si eso lo supiera mi hijo, sería tan catastrófico y tan humillante que jamás me perdonaría, y se sentiría humillado el resto de su vida… era igual a su padre. Si Antonia tenía sexo con Nico y buscaba sexo lésbico, era porque mi hijo no era capaz de satisfacerla. No me importaba su dolor ni me sentiría culpable por ello. Había vivido con culpa muchos años. Ya no quería mas de eso. Ahora me importaba sólo una cosa. MI PLACER
(Continuará)
Pasados unos días después de mi tórrido acto de infidelidad con el atractivo y viril mejor amigo de mi hijo, (quién lo traicionaba revolcándose con la novia de mi retoño), al lado de mi dormido esposo, quedé temblando de excitación, pensando en el siguiente acto que pudiera superarlo en morbo y placer. Mi imaginación hervía viendo todas las sucias opciones para deleitarme de placer. Curiosamente, la opción surgió por si sola.
Mi nuevo amante seguía llegando a casa invitado por mi inocente hijo, ocasiones que aprovechábamos para revolcarnos contra la pared, detrás de las puertas, o donde se nos antojase. En cada revolcón, me susurraba al oído una fantasía que quería cumplir conmigo: darle placer yo y otra mujer. Jamás había tenido sexo lésbico en mi vida, pero para satisfacerlo estaba dispuesta a probar cosas nuevas. Acordamos reunirnos en mi casa, cuando mi marido e hijo estuviesen en el trabajo y la universidad respectivamente, y lo haríamos sobre la cama matrimonial.
Llegado el día, Nico llegó solo. Me dijo que primero jugaríamos, que la invitada llegaría después. Me llevó al baño, nos dimos una ducha larga con agua tibia, masturbándonos a consciencia, estimulándonos en exceso; después me llevó a la cama, me ató con telas de seda y me vendó los ojos. Indefensa, caliente y a merced de un hombre joven, guapo, bien dotado y muy caliente, esperando por sexo lésbico…oh, todo era tan exquisito y lascivo. Me comió y lamió todo el cuerpo, me dio unas hábiles pajas lentamente, excitándome y llevándome al borde del orgasmo, para luego detenerse, relajarme y seguir. Un amante extraordinario.
Nico no me dejó descansar hasta que tocaron el timbre. “Espera un poco perra, voy a buscar a la otra perrita y después te vamos a dar lo que te mereces”, me dijo, y con esa sucia amenaza, me dejó mas caliente aún. Al volver a la habitación, le dijo a ella que se ocupara de mí mientras me daba lo mío y posándose sobre mí, me penetró hasta el fondo y de golpe. El bombeo fue inmisericorde. Golpeaba mis caderas con tal violencia, que la pesada cama de dos plazas, daba saltitos y golpeaba fuertemente contra la pared. En contraste a la violencia de mi joven semental, la invitada, besaba y degustaba el resto de mi cuerpo con delicadeza y femeneidad. Nunca olvidaré lo que sentí con ese orgasmo pues, mientras el glande hinchado y duro de buscaba entrar en mi útero con cada fuerte golpe, la punta de la lengua de la invitada masajeaba mi labio superior y sus uñas rascaban mi erecto clítoris. Fue un orgasmo que estuvo contenido desde que jugara conmigo al principio, lo contuve yo misma todo lo que pude, como cuando contienes lanzar una granada hasta el momento preciso. Cuando el ritmo de las clavadas se volvió frenético y mi cuerpo entero saltaba en la cama, dejé que el orgasmo reventara mi cuerpo. Fue un orgasmo demoledor, me estalló en toda la piel a la vez, arqueé la espalda, dí un fuerte rugido de placer y me desvanecí en la cama, atada, vulnerable, jadeante, sudorosa, feliz y satisfecha. Era, hasta ese momento, el mejor orgasmo de mi vida.
-¿Quieres continuar, no importando las consecuencias?,- me preguntó en un susurro ronco mi amado Nico. Y dije que SI, nada me importaba. Entonces me desató y me quitó la venda. Y la primera sonriente cara que ví, fue la de Antonia,… la novia de mi hijo. Durante unos segundos pensé lo que había hecho. No sólo me había revolcado con el mal amigo que se acostaba con su novia, ahora yo, su propia madre, había tenido contacto sexual con ella. Si eso lo supiera mi hijo, sería tan catastrófico y tan humillante que jamás me perdonaría, y se sentiría humillado el resto de su vida… era igual a su padre. Si Antonia tenía sexo con Nico y buscaba sexo lésbico, era porque mi hijo no era capaz de satisfacerla. No me importaba su dolor ni me sentiría culpable por ello. Había vivido con culpa muchos años. Ya no quería mas de eso. Ahora me importaba sólo una cosa. MI PLACER
(Continuará)
