Sandrita

roman74

Pajillero
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Hace unos 4 años atrás antes de recibirme de ingeniero, para aliviarme un poco con los gastos daba clases a estudiantes secundarios, y la verdad que no me iba tan mal, aunque ocupaba casi todas las mañanas; casi que elegÃ*a a quién iba a dar clases, en especial elegÃ*a mujeres dentro de lo posible lindas, y tuve muchas alumnas y con varias de ellas tuve sexo, pero una de ellas fue muy especial, esta es su historia.
Sandra era paralÃ*tica, habÃ*a tenido un accidente patinando y este desgraciado hecho la habÃ*a dejado en una silla de ruedas, cuando la conocÃ* ya tenÃ*a 17 años, y hacia 4 que no caminaba. Su madre me convenció para que le diera clases durante todo el verano de 1998, Sandra era muy simpática, dulce, y siempre de buen humor, cosa que a muchas personas nos falta.
En las 2 primeras semanas de clases, llegué a enamorarme de su sencillez y su calidez, y nuestras mañanas transcurrÃ*an entre charlas y clases, me enteré de sus anhelos, problemas y demás.
Una de las cosas que más le dolÃ*a era que los chicos no la veÃ*an como mujer, siempre estaba ella para escuchar, y consolar a quien se lo pidiera, pero su vida no era lo que ella deseaba.
A menudo nuestras charlas derivaban en temas sexuales, y sin saber porqué, yo terminaba contándole mis aventuras sexuales, en realidad todo lo hacÃ*amos inocentemente, hasta que un dÃ*a, que nunca voy a olvidar, Sandra me dijo: Quiero pedirte un favor; quisiera que me besaras.
Yo me quedé helado, pero la comprendÃ*, Sandra nunca habÃ*a tenido un roce con un hombre, y yo fui su más cercano confidente, la persona en quién confiaba y la hacÃ*a sentirse ella misma, como mujer.
Acerqué mi silla a la suya y dulcemente nos besamos en los labios, Sandra temblaba y yo también por la tensión del momento, pero nuestros labios pedÃ*an más, asÃ* que estuvimos besándonos casi media hora,
sus labios eran dulces y suaves, mi lengua acariciaba la suya, y mis manos se paseaban por su cabello.
Luego besé tiernamente sus mejillas, sus ojos, su nariz, cuando llegué a su oreja, un nuevo temblor la sacudió, y un fuerte suspiro salió de su boca, eran todos sus deseos reprimidos y su alma de mujer pidiendo a gritos dar rienda suelta a la pasión.
Ese dÃ*a fue asÃ*, luego estuvimos abrazados, pero no me animé a ir más allá.
De esta forma pasaron 2 dÃ*as más, yo solo pensaba en como serÃ*a el dÃ*a siguiente, casi no dormÃ*a pensando en la mañana, ese viernes, Sandra llegó como siempre a las 9, apenas su madre se retiró me abalancé sobre ella y comenzamos a besarnos, la levanté de su silla de ruedas, y estando yo sentado la senté sobre mÃ*, en ese momento supe que ya no habÃ*a marcha atrás, a pesar de todo querÃ*a hacerle el amor, mientras nos besábamos, comencé a acariciar sus pechos, su espalda, y Sandra me decÃ*a: “nunca imaginé que estar con un hombre fuera tan lindo, te quiero mucho.â€�
Yo le dije, te voy a hacer el amor, quiero que te relajes, quiero que disfrutes, voy a ser hoy el mejor amante solo para vos.
La levanté y la llevé a mi dormitorio, la deposité en la cama y la desnudé toda, era muy difÃ*cil para mi tocar sus piernas muertas, pero de a poco fui tocando todo su cuerpo, despegué mis labios de los suyos y comencé a bajarlos por su cuello, sus pechos, suavemente besé su ombligo, y su pubis estaba a unos centÃ*metros, dulcemente besé sus pelitos y luego muy suave acaricié con mi boca sus labios vaginales,
su conchita estaba muy mojada, y suspiraba y temblaba, realmente ella lo disfrutaba.
Luego me desnudé, y me acosté al lado suyo, y mientras nos besábamos, le pedÃ* que me acariciara la verga, Sandrita con sus tibias manos me acariciaba de arriba hacia abajo una y otra vez, fue una sensación muy agradable, a pesar de que yo habÃ*a estado con muchÃ*simas mujeres, Sandra realmente era la más especial.
Luego separé sus piernas y me arrodillé entre ellas y muy despacio acariciaba su concha con la pija, de a poquito en cada caricia al pasar sobre su agujerito la metÃ*a un poco, era maravilloso ver su hermoso rostro mientras suspiraba.
Lentamente metÃ* la cabeza e
n su conchita y allÃ* sentÃ* su virginidad, impidiéndome el paso, entonces me acosté sobre ella y mientras besaba sus labios, le dije: te quiero tanto, ella cerró los ojos y me besó con más fuerza, fue entonces cuando mi pene entró en su vagina, tanta excitación tanto tiempo deseándolo, mi verga temblaba en su interior, en unos 4 movimientos hacia atrás y adelante de mi pelvis, Sandrita tuvo su primer orgasmo, fuertemente me clavó las uñas en mi espalda y luego se aflojó, saqué mi verga de su concha, y me senté sobre su vientre, y apoyé la verga sobre sus pechos y ella con sus manos me la acariciaba muy dulce, entonces sÃ*, largué mi semen desparramándolo desde sus pechos hasta su cuello.
Nos quedamos mirándonos totalmente enamorados por lo que habÃ*amos hecho, seguimos abrazados y asÃ* uno frente al otro estando de costado, al sentir que mi pija crecÃ*a nuevamente pasé una de sus piernas por sobre mis caderas y se la metÃ* otra vez, fue una gran sensación sentir todo su cuerpo entre mis brazos que la rodeaban mientras la penetraba fuertemente, luego de que Sandrita tuvo un nuevo orgasmo, la di vuelta dejándola boca abajo, y sentándome sobre sus piernas, yo de cuclillas se la metÃ* de nuevo en la vagina, allÃ* vi su hermoso ano, que acaricié con un dedo pero no me animé a ir más allá, mientras mi verga entraba y salÃ*a suave de su vagina, sentÃ* mi orgasmo que se me venÃ*a, saqué la pija y solté mi esperma sobre toda su espalda, y comencé a desparramárselo por toda su piel, incluyendo sus piernas, “fue un masaje maravillosoâ€�, me dijo.
Al otro dÃ*a, apenas llegó a casa para sus clases, le pregunté si se sentÃ*a bien, y me dijo: de maravillas!
En ese mismo instante la levanté de su silla de ruedas, y asÃ* alzada como la tenÃ*a le saqué la bombachita,
y levantándole la falda, la apoyé en el borde de la mesa, y me dice; metémela que vengo mojada desde casa esperando verte, eso me excitó de sobremanera, y se la encajé de un envión, la cogÃ* un rato sobre la mesa, y luego en el frenesÃ* de la pasión, la levanté y ensartada como la tenÃ*a la apoye contra el piso y ahÃ* sÃ*, estando encima de ella, la agarré de los hombros y se la metÃ*a con fuerza, sintiendo como los testÃ*culos me chocaban en sus nalgas, siguiendo el ritmo esperé a que ella tuviera su orgasmo, y cuando yo iba a tener el mÃ*o se la saqué y descargué el semen sobre su vientre.
La verdad que cada vez que tenÃ*amos sexo era maravilloso, lo más lindo de todo era que lo disfrutaba mucho, y yo la cuidaba, en todos los aspectos, incluso en no tener mi orgasmo dentro de ella, justamente hablando de este tema con ella, me pidió que querÃ*a sentir mi semen dentro de ella, le dije que eso era peligroso y podÃ*a quedar embarazada, pero un dÃ*a de aquellos mientras tenÃ*amos sexo, yo la habÃ*a sentado encima mÃ*o y mientras la penetraba metÃ*a uno de mis dedos en su ano, y le pregunté si querÃ*a que probara a meterle la pija por el ano, que allÃ* si podÃ*a tener un orgasmo dentro de ella, y ella accedió,
asÃ* que la llevé a la cama y la puse de costado, y yo desde atrás, refregaba mi pija sobre su ano, presioné varias veces pero se salÃ*a, le dije que se relajara y luego comencé a pasar mi lengua por su ano, suave y lento, se la metÃ*a y la sacaba un poquito, y le besaba a los costados, luego recorrÃ*a con la lengua desde
donde comienza la raya de su cola hasta donde termina su clÃ*toris, y lo hacÃ*a muy suave, Sandra no pudo evitar otro orgasmo que casi me corta la lengua pues la tenÃ*a dentro de su ano y las contracciones se sienten muy fuertes allÃ*.
Nuevamente la acomodé de costado, pues era la única posición ya que sus piernas no tenÃ*an ningún movimiento, y mientras le besaba su espalda y la nuca enredándome entre sus cabellos, mi verga empezó a entrar en su ano, lentamente la sacaba un poquito y empujaba un poco más, Sandrita entre suspiros me decÃ*a “me duele mucho, despacio, por favor, despacioâ€�, y el ano a pesar de todo pedÃ*a más, asÃ* muy de a poco, casi a los 10 minutos sentÃ* su ano apretándome la base del pene, la habÃ*a penetrado completamente, cuando empecé a sacarla y meterla, me dice Sandra, por favor sácala que me hago caca,
por favor le pedÃ* que aguantara, pero m
e dijo que no me moviera que ya se hacÃ*a, lentamente se la saqué y la levanté y la llevé al baño y la senté en el inodoro, mientras ella evacuaba, me sonreÃ*a y yo parado al lado de ella sosteniéndola, con mi pija en todo su esplendor, ella se compadeció de mi, y me la comenzó a acariciar con sus manos y como tenÃ*a un poco de olor en el pene, me dijo que me lavara, la solté y me enjaboné el pene y lo lavé bien, al instante Sandra desde el inodoro me pidió que me acercara y me siguió acariciando el pene con sus manos, suavemente se inclinó un poco y me la comenzó a besar, eran besos dulces, sentÃ*a sus labios cálidos, miraba su cara, como jugaba con mi pija acariciándose los labios,
le dije; por favor metela en tu boca, fue maravilloso sentir mi glande dentro de su boquita, mientras su lengua hacÃ*a cÃ*rculos alrededor del glande, sentÃ*a mi orgasmo muy próximo y se lo dije, Sandrita dijo que ese semen lo querÃ*a dentro de ella, en ese momento y para enfriarme un poco, la levanté del inodoro, y apoyándola sobre el lavatorio le limpié el ano, alzándola nuevamente fui hasta el sofá y la senté encima mÃ*o, y allÃ* muy despacio comencé a penetrarle nuevamente el ano, en un momento mis brazos se aflojaron debido al gran esfuerzo de mantenerme soportando su peso, y como sus piernas no podÃ*an sostenerla, cayó sobre mi, y mi verga prácticamente se incrustó en su ano hasta la base, Sandra dio un fuerte grito, penetrada como la tenÃ*a le pedÃ* perdón, ya que no querÃ*a hacerle daño, entre sollozos me dijo que estaba bien y que no parara, asÃ* que poniendo mis manos en sus nalgas comencé a subirla y bajarla sobre la verga, pasaron unos 3 minutos en que mi pija entraba y salÃ*a de su ano, y Sandrita me dijo; quiero sentir tu semen dentro mÃ*o, eso fue como el gatillo para mi orgasmo, nos abrazamos fuertemente mientras nos mirábamos y le dije ahÃ* va, un temblor me recorrió el cuerpo comenzando desde el vientre y solté sus nalgas dejando que su cuerpo cayera por completo sobre mi pene, Sandrita tiró la cabeza hacia atrás y dió un suspiro justo en el momento en mi esperma comenzaba a salir, ella me decÃ*a; “siento una sensación rara, tu lÃ*quido esta caliente dentro mÃ*o, siento que resbala dentro de mÃ* â€�
nos quedamos asÃ* hasta que su ano fue sacando mi verga de su interior, y en medio de besos, nos decÃ*amos cosas dulces, realmente sentir su cuerpo pegado al mÃ*o era hermoso.
La verdad es que estoy teniendo un orgasmo por el solo hecho de contar esto, y muchas veces le dediqué mis masturbaciones a Sandra, a la cual llevo en mi corazón para siempre, aunque ahora este muy lejos de mÃ*, ya que sus padres la llevaron a Francia para un tratamiento que nunca dio resultado según me cuenta en sus continuos mails, pero el año 98 fue donde ella descubrió que era una mujer completa a pesar de sus piernas sin vida, y yo descubrÃ* que una mujer es el ser más hermoso que Dios creó por encima de cualquier defecto que esta pueda tener.
 

Georges68

Virgen
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Abr 19, 2009
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Muy buen aporte, una historia de amor y sexo, muy bueno.
 
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