Saga Infiltrado: El objetivo

NenaBasa

Virgen
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Sep 30, 2018
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Tanya preguntó en la recepción por la habitación que tenía reservada. El conserje le tendió la tarjeta y con un cordial saludo se despidió de ella. Le tendió la mano a su hijita Daniela y fueron juntas hacia el ascensor. Tanya, miraba nerviosa a su alrededor, buscando a alguien, buscando conectar con una mirada especial, pero no la encontró allí.
Entraron en la habitación y le dijo a su hija que mientras preparaba todo, podría darse una duchita para quitarse el cansancio del viaje y prepararse para salir a dar un paseo.
Tanya era una madre soltera, de 25 años. Ella se consideraba una chica normalita, del montón, pero la mayoría de los chicos no pensaba lo mismo. Es cierto que no tenía un cuerpo perfecto, pero era de esas chicas atractivas, de las que hoy en día llaman fofi buenas y que arrancan los suspiros de más de un chico que quisiera fallársela salvajemente y correrse en esa cara tan bonita y esos ojos tan verdes. Pero Tanya tenía unos gustos… un poco diferentes. Por eso estaba allí.
Mientas abría maletas, observaba como su pequeña Daniela de 8 años se desvestía. Ella era totalmente diferente. Menuda, morena, con la cara salpicada de pecas y unos ojos grandes y azules. Ella era su debilidad. Miraba sin perder detalle cómo se quitaba el suéter y la camiseta interior, dejando al desnudo sus diminutos pechos. Le había visto hacer aquello mil veces, pero no podía evitar verlo una vez más. Seguidamente, Daniela se quitó la faldita dejando al descubierto sus blancas braguitas con dibujitos de lunas que finalmente terminó de quitarse para meterse en la ducha.
Su madre, recogió las braguitas del suelo y se las acercó a la nariz. Aquel olor… No había nada igual. Volvió a inhalar aquel aroma y no pudo evitar el mojarse. Sonrojada, acelero sus manos para terminar de desempaquetarlo todo.
En el momento en que terminaba de sacar todo y guardarlo, se acercó hasta la ducha para poder mirar a Daniela, cómo el agua se deslizaba por su cuerpecito, como sus manitas se quitaba el jabón restante y, tal y como la había enseñado ella, sus deditos desaparecían en su apretado coñito y en la rajita de su culito.
No pudo sopórtalo más. Cogió su móvil y entrando en internet, comprobó de nuevo si podía ser el lugar adecuado y acto seguido colocó la ropita de su hija sobre la cama.
Cuando Daniela salió de la ducha, se acercó a ella toalla en mano y empezó a secarla. Como ya era habitual, cuando llegaba a su cintura, por debajo de la toalla colocaba su mano desnuda, para poder tocar, para poder disfrutar de forma directa de las nalgas, el culete y la vaginita de su hija. Daniela, ya acostumbrada y tomándolo como algo habitual, tan solo se dejaba hacer, dando pequeños gemidos de placer cuando su madre exploraba sus zonas delicadas.
Vistió a su hija. Comenzó por colocarle unas braguitas nuevas de hello kytti, unos calcetines blancos, una faldita de cuadros y un suéter. Todo era nuevo, pero en aquella ocasión la falda era deliberadamente corta y podían verse las braguitas de su hija cuando esta caminaba. Para rematar la faena, le hizo dos trenzas a los lados de la cabeza que hacían que su hija estuviese preciosa. Cuando se detuvo a mirar su obra, casi se queda sin aliento. Daniela podría ser el sueño de cualquier hombre. Estaba segura que cualquier hombre con gustos afines a los que ella misma tenia, se volvería loco por Daniela y ese era precisamente, su objetivo.

Salieron a la calle en dirección al parque. Su intención era visitar dos o tres sitios todos los días. Era consciente de que no debía arriesgar, y que cualquier error podría ser fatal, pero estaba decidida. Paseo a si hijita por el parque, por la zona de juegos de la playa y por la zona de la atalaya. Siempre alerta, siempre vigilado. Aquel primer día tan solo vio un par de sospechosos. Pero solo eran eso. Sospechosos.
Aquella noche, en el hotel, sin poder resistirse más, saco la ruleta de los besos inventada por ella, y jugo una rápida partida con Daniela.
Al día siguiente volvió a probar en los mismos sitios. Esta vez sí que vio a un tipo que podría encajar en el perfil. Lo vio en el parque. Alto, moreno y fuerte. No le quitaba los ojos de encima a Daniela y se sobaba su paquete en ocasiones, relamiéndose. Para probarle, le tiró la pelota a su hija, y cuando esta se agacho para cogerla y pudo verse con toda claridad sus bragas y como éstas se metían por los cachetes de su culito, al tipo se agarró nuevamente su paquete y sacó la punta de su lengua imitando una serpiente. Creía que tenía un candidato.
Se fueron a la zona de juegos de la playa, y pudo ver como el tipo les seguía a la distancia, y como nuevamente, vigilaba a su dulce Daniela cuando esta jugaba. En ocasiones, llamaba a su hija, la decía algo divertido, y la daba un pequeño azote en el culete por debajo de su corta falda, siempre a la vista del espía.
Para terminar, fuero a la atalaya. Una zona de juegos rodeada de vegetación y zonas verdes y por fin el momento que estaba esperando. Daniela le dijo a su madre que se hacía pipi y la acompañó hasta unos arbustos cercanos con paso lento, para que se viese bien a dónde iban. Ya en los arbustos, esperaron a notar su presencia y le bajó sus braguitas hasta los tobillos para que pudiese hacer pipí. Dani, se agacho e hizo sus necesidades. Cuando terminó, la limpió con una toallita húmeda que tenía en el bolso, recreándose en su cuerpo y escuchando un suspiro lejano. Para rematar la faena, le dijo:
“Dani, tienes el culete un poco rojo. Pero como no tengo cremita, te voy a aplicar mi remedio casero especial”
Dani, asintió, se agacho ligeramente y abrió con sus manitas el camino. Tanya, recordando los juegos de la noche anterior, le paso su lengua por toda la rajita de su hija, terminando en su anito y lo repitió un par de veces más. Finalmente, le volvió a subir las braguitas y retornaron al lugar de juegos.
Cuando volvió a ver a su hombre, no le quedaban dudas de que les había estado espiando, por lo que se armó de valor y le buscó con la mirada. Cuando sus ojos se cruzaron, Tanya, empleando dos dedos, le hizo un gesto para que se acercara. El tipo, con un andar chulesco y altivo se acercó a ella y la miró interrogativo.
“He visto como mirabas a mi niña y como te la comías con los ojos, y con otras cosas que están más abajo. ¿te gusta mi hijita?”
“Veo que es inútil negar la evidencia, y más después de lo que podido ver ahí detrás. ¿Por qué haces esto? ¿No sabes que este mundo está lleno de depredadores?”
“Lo sé muy bien, y créeme que soy perfectamente capaz de defendernos, pero un depredador es lo que estoy buscando. He puesto tantas trampas porque estaba buscando a alguien como tu, y quería estar totalmente segura. Al principio, mi intención era vaciarte el cargador en el pecho, o torturarte hasta la muerte, pero he cambiado de idea. Te voy a hacer un regalo. Busco a alguien con unos gustos afines a los míos.”
El tipo la miró con curiosidad.
“Quiero que te folles a mi preciosa niñita. Quiero que te folles su boca, su apretado culito y si ese pingajo que tienes lo soporta, su dulce coñito. Quiero que te corras en su cara, que se trague tu semen. Porque quiero que le hagas a esa pequeña, TODO lo que yo no puedo hacerle”
Aquella misma noche, Tanya y Dani se dirigían a la dirección que Luka les había dado. Tanya le había dicho a su hija que esa noche tendría una cena especial, y que tendría que hacer todo lo que su nuevo “amigo” le dijera. La había vestido con el uniforme de la escuela, pero debidamente recortado de forma que esta vez se le veían sus braguitas perfectamente.
El suéter, también corto, enseñaba su pequeño ombligo y por supuesto, había repetido las trenzas a ambos lados de la cabeza. Cuando la revisó de nuevo, por su mente volvió el deseo de poseerla allí mismo, y por fin, aquella noche, podría verlo realizado, aunque fuera otro el que lo hiciese, algo que le daba más morbo a la situación.
Luka las recibió vestido tan solo con una bata y cerró la puerta en cuanto entraron en su casa. Cuando se giró y vio a la pequeña Daniela, su erección fue inminente. Se abro la bata y dejo ver su pollón. Tanya, al verla, se estremeció pensando que sería muy difícil que algo tan grande entrara en esos agujeritos tan pequeños, pero al final se relamió imaginándolo.
Luka, se sentó en el sillón de la sala y le ordenó a Dani que se colocase delante de él, y le contase cosas de su colegio, mientras, poco a poco se quitaba la ropa. La pequeña Daniela, al tiempo que le relataba con su voz infantil las cosas que hacía en la escuela, se quitaba su diminuto dejando descubiertos sus pequeños botoncitos. Acercándose lentamente hacia Luka por orden de éste, se levantaba su corta falda para que sus braguitas fueran perfectamente visibles. Cuando estuvo a su alcance, Luka comenzó a acariciar sus tetitas, bajando sus manos por su abdomen, jugando con su ombligo y finalmente, palpar y dedear su cuquita por encima de sus bragas.
Dani, empezó a suspirar al tiempo que quitaba su falda. Se dio la vuelta y mirando pícaramente hacia atrás, puso su culete en pompa mientras se bajaba sus blancas bragas. Aquello fue su perdición. Luka, no pudiendo aguantarse más, se levantó, y elevándola con sus brazos la lanzó contra el sofá y comenzó su festín.
Colocó a la pequeña Dani con la espalda contra el sofá, le separó sus piernitas con las manos y enterró su lengua en su coñito. La movía con furia, haciendo pequeños círculos y de abajo hacia arriba. Pasaba su lengua por su culito y directamente por su dulce almejita. Absorbía y chupaba. Estaba fuera de sí y no dejaba un solo pliegue sin saborear.
Tras varios minutos, Luka se puso en pie y con su duro mástil en la mano lo apunto hacia la caria de la niña y mirando a su madre la preguntó:
¿ Alguna vez…?
Tanya, tras colocar el trípode y la cámara estaba grabándolo todo. Ajustada la cámara, se había quitado sus bragas y había comenzado a masturbarse.
No, nunca. De ninguna de las formas. Por eso estamos aquí.
Luka, ciego de lujuria, y sujetando la cabecita de Dani, le restregó su dura polla por su carita y la apretaba contra sus labios. Tanya se había preparado para grabar aquel momento y ajustó el zoom justo en el instante en que Luka forzaba la boquita de Dani y le metía la cabeza de su polla. Con los ojos en blanco, forzó su entrada todo lo que pudo, pero era demasiado grande para para esa boquita. Dani por su parte hacía, sumisa, todo lo que Luka ordenaba. Abría su boca todo lo que podía y recibía la barra de carne que entraba y salía con furia y se la llenaba de saliva. Sacaba su lengua y la pasaba por el glande. Lamia sus huevos y de nuevo recorría el infinito mástil hasta su amoratada punta, para volver a devorarla.
Luka pensó que si continuaba así terminaría demasiado rápido, por lo que opto por poner fin a la maniobra. Volvió a voltear a la niña y devorar sus hoyitos. Cuando comprobó que chorreaban de nuevo, la volteo, y colocándola de espaldas de nuevo tanteó la entrada de su coñito.
Frotó su glande contra su bulbita una y otra vez y sin previo aviso se la fue metiendo despacito. Quería gozar de la niña, pero no quería que sufriese demasiado. Cuando noto la barrera del himen, pegó un último empujón y con la otra mano tapó la boca de Daniela para sofocar el grito. Su madre le gritó que la quitase, que quería grabarlo todo.
Cuando la vagina de Dani se acomodó en lo que pudo al tamaño de aquella polla, y tras limpiar los restos de sangre, Luka volvió a la carga y comenzó una cabalgada salvaje. Alternaba embestidas fuertes con otras más suaves. Con cada golpe de riñón estaba más cerca del fin y lo sabía, pero estaba en el cielo y no quería descender.
Cuando sacó su verga de su estrecha cueva, volvió a ofrecérsela a su boquita, que la acepto sin miramientos, pero poco después la volteó de nuevo para colocarla de rodillas. Fijó su objetivo y pasó nuevamente la lengua por él. Se acomodó tras ella y restregó su polla contra su apretado anito. Intentó la entrada, pero no fue posible. Comenzó a meter sus dedos. Primero le metió uno de ellos, suave pero profundamente. Luego lo sustituyo por otro más largo. Poco a poco, su rosado culito se amoldaba a la situación, por lo que probo suerte con dos a la vez haciendo movimientos circulares para agrandar un poco el conducto.
Cuando vio que su mástil podría entrar, se acomodó de nuevo y volvió a la carga. Esta vez la cabeza de su polla entro sin problemas. Tras algunos minutos disfrutando de la sensación de tener la polla atrapada por el culito de una niña, empezó a moverse y a forzar la profundidad.
Poco después, empezó a follarsela lenta y profundamente. La sensación para Luka era indescriptible. Prefería estar con los ojos cerrados, porque, de abrirlos y ver como su polla desparecía dentro del culo de aquella niña sería su final, y deseaba prolongarlo más.
Tras algunos minutos, Daniela empezó a gemir y suspirar, y a pedir más. Eso fue el final.
Tanya le grito que se corriese en la carita de su niña y mejor si era en su boquita.
Rápidamente, Luka se sacó su polla de su prisión, volteó a Dani de nuevo, agarro con fuerza su cabeza y se la metió por la boca, justo en el momento en que se corría. Los dos primeros disparos cayeron dentro de la boquita abierta de Daniela. El resto, impactaron en su sorprendida carita. Su cara era un poema. El esperma resbalaba por sus labios, sus mejillas, su barbilla y su pequeña nariz. Luka, restregaba los restos con su polla y los esparcía por su cara, al tiempo que volvía a metérsela por la boca.
Finalmente, Dani, siguiendo las órdenes de Luka, cerró su boquita e intentó tragárselo todo, para después relamerse los restos con la lengua. Por su cara, se notaba que no le gustaba mucho el sabor o la textura, pero debía obedecer.
Tanya se había acercado con la cámara para no perder detalle y le pidió a Luka, que recogiese los restos de esperma con su polla y se los metiese de nuevo en la boca a su hijita.
Minutos después, con Luka derrumbado en el sofá, Tanya vistió de nuevo a su hijita y se vistió ella, que se había masturbado furiosamente durante todo el rodaje.
Cuando estaba en la puerta para marcharse, Luka les pregunto si volverían a repetir, a lo que Tanya respondió de forma afirmativa, pero que esperarían 3 o 4 días, para que estuviese bien descansado y con los huevos repletos para volver a cubrir la cara de su hija de lechita. Luego le insto a buscar algún amigo o amigos de confianza para intentar una pequeña orgia. Quería ver a su hija empalada por dos o más hombres. Ahora que ya estaba desflorada sería más fácil. Quería verla con sus agujeritos llenos de leche. Quería verla tragarse una buena corrida, y sobre todo, quería grabarlo todo para poder disfrutarlo una y otra vez cuando regresase a casa.
 
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