Sabrina y las Aventuras en Familia - Capítulos 01 al 04

heranlu

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Sabrina y las Aventuras en Familia - Capítulos 01 al 04


Sabrina y las Aventuras en Familia - Capítulos 01



Mi nombre es Sabrina, tengo 20 años y desde hace uno mantengo relaciones sexuales con mi padrastro y mi madre, o mejor dicho follo con ellos, porque eso es lo que hacemos, follar como animales y la verdad es que nos encanta.

Durante este ultimo año he hecho con ellos multitud de cosas depravadas y perversas y la verdad es que he disfrutado cada segundo. No me arrepiento de nada y aun me quedan muchas mas cosas que hacer con ellos, aunque aquí lo que os voy a contar es como empezó todo.

Y todo comenzó cuando tenía 17 años que fue cuando mi padre murió. Mi madre y yo nos hubiésemos quedado solas y desamparadas si no hubiese sido por mi tío Alberto, el hermano de mi padre. Alberto es un hombre de negocios con gran éxito profesional y él le prometió a mi padre que cuidaría de nosotras.

Y así lo hacia. Venía muy a menudo a casa, sufragaba nuestros gastos, me compraba regalos. De hecho era una presencia habitual en nuestra casa, incluso desde antes de la muerte de mi padre, lo que yo atribuía a la penosa enfermedad que acabo con él.

Algunos meses después de la muerte de mi padre me di cuenta de que Alberto no solo se preocupaba de nuestro bienestar. A menudo desayunaba en casa y vestía la misma ropa que había llevado la noche anterior lo que indicaba que había dormido en casa. Por otra parte mi madre era muy solicita con él y se comportaba de un modo extraño, lo que me llevó a pensar, acertadamente, que estaban liados. Esto se hizo evidente cuando empezaron a pasar fuera de casa algunos fines de semana, poniendo para ello las excusas mas peregrinas. Al principio todo esto no me gustó. Que mi madre sustituyese a su difunto marido con el hermano de aquel era algo que me enfurecía, y empecé a pensar que mi madre era una zorra por hacer algo así.

Algún tiempo después vi todo aquello desde otro prisma. Si no fuese por Alberto no hubiésemos podido permitirnos seguir viviendo en aquella inmensa casa con piscina y jardín, ni yo podría seguir yendo a mi colegio privado ni disfrutando de los lujos y caprichos que tenia. Esto me llevo a pensar que quizás mi madre lo hacia para poder seguir manteniendo nuestro nivel de vida y para que así yo no pasase ningún tipo de privación, así que deje de tener mala opinión de mi madre. Y como ella parecía contenta y Alberto era muy amable y gentil con ella, no tarde en pensar en que quizás ellos llegarían a formalizar su relación, porque mi tío aun seguía soltero, a pesar de ser un hombre terriblemente atractivo y mi madre, entonces y ahora, es una mujer muy guapa que siempre atrae las miradas de los hombres.

Yo deje de darle importancia a todo aquello y seguí con mi vida normalmente hasta poco después de cumplir dieciocho años. Después de un comienzo de curso desastroso me vi en la obligación de tener que estudiar mucho mas si quería terminar el curso con buenas notas y no poner en peligro mi sueño de estudiar medicina. Fue entonces cuando empecé a quedarme levantada hasta tarde para estudiar, solo que la mayoría de las noches no podía estudiar. La causa de aquello era mi madre y también Alberto, pues cada vez que él se quedaba a pasar la noche había ración de sexo y una ración muy ruidosa, porque mi madre gemía y gritaba como una loca. Yo por mi parte me hacia la desentendida y actuaba como si no oyese nada pero lo cierto es que no perdía ni un solo sonido.

Aquella situación me molestaba, al principio porque no podía estudiar y después porque empecé a sentir envidia. Tenia envidia de ellos que disfrutaban tanto en la cama, mientras que yo las pocas veces que había tenido sexo con mi novio, un compañero de clase, había quedado bastante decepcionada, puesto que sin que hubiesen sido malas experiencias tampoco habían sido nada especiales. Yo había esperado algo parecido a lo que mi madre y mi tío debían estar haciendo, algo que me hiciese perder el control de puro placer, pero no había sido así. Fantasear con que estarían haciendo se convirtió en algo habitual y esas fantasías junto a los gemidos y gritos provenientes de la habitación de mi madre hacían que me mojase las bragas sin necesidad de tocarme, aunque yo me masturbaba cada vez que me encontraba en aquella situación. Pasado un tiempo mis fantasías dejaron de consistir en elucubrar acerca de que estarían haciendo mi madre y Alberto, para versar acerca de que me gustaría hacer con Alberto o que me gustaría que él me hiciese. Empecé a desear que mi tío me follase como hacia con mi madre, pero sabia que eso no era posible, o por lo menos eso pensé entonces.

Terminado el curso, que pese a todo aprobé con excelentes notas, nos fuimos de vacaciones, aunque mi deseo no disminuyó un ápice. Sin embargo fue de vuelta en casa cuando se produjo el giro definitivo a la situación. El día posterior a mí 19 cumpleaños volví a casa después de hacer unas compras y vi que no había nadie en casa. Tras dejar los paquetes en mi habitación baje al salón y enchufé el televisor y el video. En la pantallita de este ultimo un icono luminoso indicaba que había una cinta dentro. Como no sabia de que se trataba pulse el botón de reproducción y me senté en el sofá para ver de que se trataba. Tras unos instantes de interferencias vi una imagen que me dejó clavada en el asiento. Sobre una gran cama estaba tumbada mi madre ataviada de un modo que nunca había visto. Calzaba unos zapatos de tacón de aguja de cuero negro y vestía unas medias de rejilla sujetas por un liguero negro de encaje, unas bragas de látex rojo con una abertura central que dejaba a la vista su coño depilado y su culo, un corpiño de cuero negro que dejaba los grandes pechos de mi madre a la vista de modo parcial y por ultimo un collar de perro con tachuelas plateadas. Podía ver que mi madre estaba muy excitada porque su cara, su respiración y su húmeda entrepierna la delataban. Ver aquello me calentó al instante y empecé a sentir un cosquilleo en la entrepierna.

Me preguntaba dónde habría sido filmada aquella escena, y entonces se abrió el plano y pude ver que se trataba de la habitación de mi madre. Ahora podía ver encima de una de las mesitas de noche un surtido juego de consoladores de diversos tamaños y colores.

Una voz que salía de detrás de la cámara y que era inequívocamente la de mi tío le dijo a mi madre: - Vamos puta, muéstrame tus habilidades.

Mi madre cogió un grueso consolador de brillante color rojo y comenzó a lamerlo hasta dejarlo totalmente cubierto por su saliva. Entonces se abrió de piernas y poco a poco fue introduciéndolo en su coño. Mi madre movía el dildo dentro de sí lentamente, disfrutando cada milímetro que introducía o extraía de su vagina. A medida que movía el instrumento en sus entrañas ella gemía de placer y se estremecía, pues realmente estaba pasando un buen rato.

Entonces entró en escena Alberto que debió dejar la cámara grabando sobre un trípode.

- Esto no es suficiente, puta dijo Alberto a mi madre. Yo te enseñare.

Alberto abrió al máximo las piernas de mi madre y agarró el consolador introduciéndolo con fuerza hasta el fondo, y eso que debía medir unos 25 centímetros de largo. Mi madre gritaba cada vez que el consolador era introducido hasta el fondo, pero animaba a Alberto a que siguiese. Tras unos 10 minutos de ese tratamiento Alberto paró un momento y le sacó aquel falo de plástico a mi madre de su dilatada vulva y cogió otros dos vibradores igual de largos, pero más finos. Alberto introdujo uno de los dildos en el coño de mi madre de modo rápido y hasta llegar hasta el fondo, y después con un poco de dificultad le introdujo el otro también en el coño. Mi madre aullaba de placer al sentir la pareja de consoladores horadando al unísono su húmeda cueva, y exigía a mi tío que le metiese los consoladores mas adentro y con mas fuerza. Alberto así lo hacia hasta que se le ocurrió una cosa. Cogió otro consolador, este a pilas, y lo encendió. Introdujo el vibrador en el coño de mi madre junto a los otros dos dildos y luego volvió a meter y sacar los consoladores no vibrantes. Mi madre tenia el coño bien abierto y chorreaba flujos sin parar.

Yo estaba muy cachonda, me levanté la falda y me quité las bragas, masturbándome frenéticamente. Mi vagina destilaba flujos sin parar y tenía los muslos mojados, como también lo estaba el asiento del sillón de cuero donde estaba sentada, mientras que el olor de mi sexo inundaba la habitación. Yo frotaba con fuerza mi endurecido clítoris mientras que dos de mis dedos exploraban el interior de mi vulva. Estaba al borde del orgasmo cuando las imágenes en la pantalla cambiaron. Mi tío sacó los tres consoladores del coño de mi madre dejando ver unas preciosas imágenes del interior de la dilatada vagina. Luego cogió un consolador de dos extremos y lo humedeció con su saliva. A continuación escupió en el ojete de mi madre y de un solo golpe hundió uno de los extremos del dildo en el ano de mi madre, la cual gritó ante la súbita invasión rectal que acababa de experimentar.

Sin detenerse, Alberto metió el otro extremo en el coño de mi madre para después empezar a meterlo y sacarlo salvajemente. Tras unos minutos mi tío paró su frenética percusión de los orificios de mi madre y se quitó los bóxers que hasta ese momento llevaba. Al hacer eso dejó al descubierto un poderoso miembro, tan grande como el consolador rojo que le había metido al principio a mi madre, y totalmente depilado. Alberto colocó a mi madre a cuatro patas y sin sacarle el consolador de dos extremos ni del coño ni del culo comenzó a forzar con su polla la entrada del ano de mi madre. Estaba abriéndose camino en el recto de mi progenitora cuando la imagen desapareció.

Miré detrás de mí y allí estaba Alberto, elegantemente vestido, con su siempre seductor semblante y el mando a distancia del video en la mano.

- Perdona que te moleste, pero había olvidado esa cinta y quería recuperarla dijo como sí tal cosa.

- No dije mientras me levantaba y me ponía delante del video para evitar que cogiese la cinta.

- ¿Cómo? preguntó él con curiosidad.

- Solo dejaré que te lleves la cinta si haces conmigo lo que haces con mi madre respondí yo con decisión.

- Vaya, una interesante propuesta dijo él con una sonrisa Demos una vuelta en coche y hablaremos.

Sin parar siquiera a recoger las bragas subimos a su coche, un impresionante Mercedes y salimos de la casa. Estuvimos bastante tiempo circulando por las calles de la ciudad sin decir ni una palabra, hasta que él me preguntó: - ¿Estas segura de lo que me has dicho?.

- Si lo estoy respondí Estoy dispuesta a todo con tal de hacerlo contigo.

- Eso me parece bien dijo él Pero has de saber una cosa.

- ¿El que?.

- Mis amantes han de hacer todo lo que yo diga y cumplir todas y cada una de mis ordenes. Si no te sometes a mi disciplina no me interesa que seas mi amante. ¿Tú estas dispuesta a ser mi esclava?.

- Si respondí sin dudar.

- Bien. Ya veremos si estas lista.

En ese momento el semáforo que teníamos ante nosotros cambió a rojo y nos detuvimos ocupando el carril central. Junto al coche y en el carril derecho estaba detenido un autobús, desde donde podían verme perfectamente. Alberto me dijo que me levantase la falda y yo lo hice hasta dejar al descubierto casi la totalidad de mis muslos.

- Así no putita dijo Alberto desaprobadoramente Del todo.

- Me verán desde el autobús repuse yo.

- Obedece y súbetela del todo dijo él con voz severa.

Yo obedecí y deje al descubierto mis piernas y mi coño. Desde el autobús varios pasajeros me vieron y miraban con ojos atónitos y lujuriosos lo que sucedía. Yo estaba poniéndome a mil al sentir como aquellas personas me perforaban con su miraba y como me dominaba Alberto. Este deslizó su mano hasta mi vulva e introdujo un par de dedos en mi interior, los movió un poco dentro de mí y los sacó totalmente húmedos.

- ¿Te gusta, verdad?.

- Si - respondí con voz entrecortada Mucho.

- Entonces estas dispuesta a someterte.

- Si, amo Alberto.

- Esta visto, de tal palo tal astilla - dijo él sonriente Tu madre es tan sumisa como tu. Sería una gran cosa teneros a las dos juntas.

- Todo lo que tu quieras amo, yo lo haré dije yo totalmente dominada por la lujuria.

El semáforo se abrió y nos pusimos en marcha. De nuevo sin cruzar palabra nos movimos por la ciudad hasta llegar al parking de un supermercado, que a aquellas horas estaba casi desierto. Alberto aparcó en un lugar apartado y discreto.

- Quítate la falda me ordenó mi tío, cosa que yo obedecí al momento Ahora baja del coche que quiero enseñarte una cosa.

Obedecí y bajé del coche. Pude notar una suave brisa que corría por mi húmeda entrepierna y mis nalgas. Mis flujos chorreaban por mis piernas y llegaban hasta mis rodillas, pues estaba caliente como nunca. Mi parcial desnudez y las ordenes de mi tío me tenían en un estado de enorme calentura.

Una vez junto al maletero Alberto lo abrió y apartó la manta que cubría el gran bulto que lo ocupaba. Bajo la manta estaba mi madre desnuda y atada con una gruesa cuerda de cáñamo que rodeaba sus pechos y muslos. Tenía metidos en su coño y culo sendos consoladores a pilas que generaban un zumbido suave y estaba amordazada con un bozal que llevaba un consolador que mantenía a mi madre con la boca abierta y sin poder hablar.

- ¿Has oído a Sabrina, verdad? preguntó a mi madre, que asintió con la cabeza Ella es mayor de edad y está de acuerdo con ser también mi esclava, de modo que no hay problema. Ahora seréis mis esclavas las dos, ¿verdad?.

- Si respondí yo mientras mi madre asentía con la cabeza.

- Estupendo dijo Alberto Ahora entra con tu madre.

Me metí yo también en el maletero junto a mi madre y Alberto cerró la puerta. Sentir el cuerpo caliente, desnudo y húmedo de mi madre, junto al zumbido de los vibradores que mi madre tenia insertados en sus orificios me producía un torrente inmenso de sensaciones y estaba deseando que me follasen. De buen grado me hubiese metido un par de dedos para masturbarme, pero Alberto me había esposado las manos a la espalda ante de dejarnos encerradas, de modo que no podía aliviar mi calentura y eso hacia que el tiempo transcurriese muy despacio para mí.

Estaba a punto de ponerme a gritar de desesperación cuando el coche por fin se detuvo y Alberto abrió el maletero. Me quitó las esposas y me ayudó a salir y luego desató a mi madre lo imprescindible para que saliese del maletero y le quitó el bozal. Mientras subíamos a la casa desde el garaje Alberto le dijo a mi madre que tenía que contarme toda la historia.

- Alberto y yo llevamos follando juntos desde dos años antes de la muerte de tu padre comenzó a decir mi madre - En aquella época tu padre no podía hacerme el amor por culpa de su enfermedad y como no quería que yo me sacrificase por su impotencia nos propuso a Alberto y a mí que lo hiciésemos. Tras dudar mucho yo acepté debido a la insistencia de tu padre en él lo deseaba así. Lo que yo no sabia era que tu padre tenía una gran afición al sexo extremo que hasta el momento había desahogado fuera de casa.

El nunca trató de hacer conmigo lo que hacia fuera por miedo a que yo le rechazase, pero decidió hacer todo aquello conmigo por medio de Alberto. Así en presencia de tu padre, Alberto comenzó mi introducción en el sexo extremo y me domó. Esta es la verdad de toda la historia.

- En realidad esto no termina aquí repuso Alberto Hay que añadir que desde hace algún tiempo queríamos que te unieses a nosotros pero tu madre no sabia como planteártelo, de modo que todo este asunto ha sido para eso.

- No debíais haber esperado tanto dije yo Llevo meses deseando hacerlo con vosotros.

Mi madre se acercó a mí y me besó en los labios. Yo abrí la boca y con mi lengua busqué la suya que pronto encontré. Nuestras húmedas y calientes lenguas se entrelazaron y la calidez del encuentro nos estremeció de placer.

Sentía como las manos de mi madre me libraban de la blusa y el sujetador y después pasaban a acariciar mis pechos y a pellizcar mis erectos y endurecidos pezones. A la vez las fuertes manos de Alberto masajeaban mis nalgas y exploraban mi orificio anal.

- ¿Tu culo aun es virgen? preguntó él con alborozo a lo que yo asentí.

Subimos a la casa y fuimos directamente a la habitación que había sido el despacho de mi padre. Desde su muerte yo nunca había entrado allí, en parte por los recuerdos y en parte porque la puerta siempre estaba cerrada con llave, aunque yo había supuesto que todo estaría como él lo dejó a su muerte. Al abrir Alberto la puerta mi sorpresa fue mayúscula, pues aquella habitación parecía el escenario de una fantasía, erótica por supuesto. Las paredes estaban cubiertas de espejos y del techo pendían colgaduras de seda roja y negra además de unas cadenas con grilletes, en medio de la habitación había una amplia cama y a los pies de esta una televisión de pantalla gigante conectada a un video, para el que había una inmensa colección de filmes porno de todas clases. Allí dentro también había un estante lleno de consoladores, vibradores, bolas chinas, grilletes, cuerdas, cadenas, velas y un lago etcétera de juguetes sexuales, un armario lleno e vestiduras de cuero y látex, un sillón de ginecólogo y un potro para juegos sadomasoquistas. Aquel lugar era un sueño hecho realidad y yo iba a disfrutarlo.

Alberto se desnudó a toda velocidad y me hizo sentarme en el sillón de ginecólogo. Mi madre me colocó las piernas en los estribos del asiento y luego ayudó a Alberto a sujetarme las piernas, le cuerpo y los brazos con correas. Una vez inmovilizada y con las piernas bien abiertas Alberto cogió del estante dos cosas, una navaja de barbero y un bote de espuma de afeitar.

Llenó su mano de espuma y me untó todo el vello púbico con ella para después afeitarme con mucho cuidado el coño hasta que estuvo totalmente carente de vello. Me gustaba lo que me había hecho y a ellos también porque en sus caras había una notoria mirada de satisfacción.

Entonces me soltaron, me pusieron el mismo modelito que llevaba mi madre en el video que había visto hace un rato y me condujeron a la cama.

Mi madre y yo nos subimos al lecho y Alberto se plantó delante de nosotras con su pollón enhiesto. Las dos empezamos a lamer de arriba a bajo, sin olvidar un solo milímetro de aquella barra de carne al rojo. Chupábamos su glande dejando brotar de nuestra boca chorros de saliva, introducíamos la lengua en los pliegues de su prepucio y nos metíamos en la boca sus endurecidos cojones. Todo su falo relucía gracias a nuestra saliva. Entonces Alberto me dijo que tenía que tragármela toda, lo que a mí me parecía imposible, pero estaba dispuesta a intentarlo. Comencé a introducir aquel gran mástil en mi boca, pero cuando llevaba poco mas de la mitad no pude mas y me retiré de golpe. Alberto se quedó muy contrariado y le dijo a mi madre que me ayudase. Yo volví a metérmela y mi madre me fue empujando suavemente la cabeza para que me la tragase toda, pero no pude enfundármela entera y volví a retroceder. Alberto se cabreó y dijo que tenía que hacerlo de nuevo, lo que yo no quería hacer, y le dijo a mi madre que si yo no lo hacia nos castigaría a las dos. Entonces mi madre me abrió la boca metiéndome tres dedos de cada mano a ambos lados de la boca, de una forma que me recordó los aparejos que se ponen a los caballos. Una vez con la boca abierta Alberto me agarró la cabeza y poco a poco fue metiendo su cipote en mi boca. Estaba a mitad de la introducción cuando yo ya no podía mas, quería sacarme esa polla de la boca, pero ni podía retroceder ni cerrar la boca, de modo que aquel gran nabo continuó avanzando hasta que todo él estuvo dentro y pude notar el glande en la garganta. Yo tenía arcada y apenas podía respirar pero Alberto no retrocedía ni un milímetro y tanto él como mi madre me impedían mover la cabeza. Cuando por fin Alberto empezó a retirarse y pude recuperar el aliento creí que aquello ya había terminado, pero me equivocaba porque aprovechando que mi madre me mantenía la boca abierta mi tío empezó a moverse como si fuese mi coño lo que follaba. A cada acometida que me daba su glande llegaba a mi garganta y lo hacia con un frenético ritmo que apenas me dejaba respirar. Tras unos angustiosos minutos Alberto terminó corriéndose en las profundidades de mi boca, por lo que me trague íntegramente su semen pero sin poder paladearlo y aunque la experiencia había sido angustiosa tengo que reconocer que me gustó.

Después de que Alberto me follase la boca este no había perdido ni un ápice de dureza en su verga, que seguía dispuesta a dar guerra. Alberto tumbó bocabajo a mi madre, haciendo que separase las piernas y después hizo que yo me tumbase sobre mi madre, pero boca arriba, con mi culo reposando sobre la espalda de mi madre y con las piernas bien abiertas también. Entonces él se colocó entre mis piernas y poco a poco introdujo su lanza en mi vagina. La costaba hacerse sitio en mi interior pues mi grieta no estaba acostumbrada a tales medidas, aunque en un par de minutos Alberto pudo entrar y salir a sus anchas de mi coño. Entonces empezó a cabalgarme, primero con suavidad y dulzura, después apretando el ritmo y con dureza, mientras que con una mano me apretaba los pechos, me pellizcaba los pezones o me daba cachetes en los muslos. Cuando estaba a punto de llegar al orgasmo, él paró y me la sacó, metiéndosela entonces a mi madre pero en el culo. A mi madre también la cabalgó con el mismo ritmo, hasta que en un momento determinado paró de nuevo y me la metió otra vez a mí. Estuvo alternando mi coño con el culo de mi madre durante mas de media hora, sin correrse ni flaquear ni un momento hasta que terminó lanzando una impresionante descarga seminal en mi interior. El semen rebosaba en mi vagina y se deslizaba por mis muslos. Mi madre se quitó de debajo de mí y empezó a lamer mi empapado coño, bebiendo directamente de mi vagina la copiosa corrida de Alberto. Los lengüetazos de mi madre hicieron que me corriese de nuevo y a la corrida de Alberto añadí una segunda descarga de flujos vaginales que mi madre tragó gustosa.

Alberto aun tenía en pie de guerra su cipote, pero ahora no parecía estar interesado en penetrarnos. Hizo que mi madre dejase de lamerme y la sentó en el sillón de ginecólogo y la ató a él. Entonces cogió una fusta y le azotó los pechos, la barriga y los muslos. El aire restallaba con cada golpe, pero mi madre tan solo gemía de placer. Cada vez estaba más caliente y aunque tenía los pechos y los muslos muy rojos no se quejaba en absoluto, al revés estaba encadenando orgasmos sin parar y podía ver como su coño rezumaba sus flujos orgásmicos, los cuales caían sobre el sillón y luego al suelo.

Entonces Alberto paró y se acercó a mí diciéndome que le metiese un dedo a mi madre en el coño. Al dudar un instante mi tío descargó un fustazo en mi trasero y yo me apresure a cumplir su orden. El interior de la vagina de mi madre estaba caliente y muy húmedo y me costaba mover el dedo en su interior, lo cual me extrañaba porque había visto que podía recibir en él tres consoladores a la vez. Alberto me dio un nuevo fustazo, esta vez en la espalda, y me dijo que metiese otro dedo, lo que yo hice al momento. El segundo dedo también entró sin problemas aunque luego seguía sin poder moverlos con facilidad. Alberto me dijo que metiese otro dedo y antes de que llegase a azotarme yo lo había hecho, y luego que introdujese un cuarto dedo. Entonces entendí que mi madre estaba contrayendo a voluntad los músculos de su coño, por eso metía los dedos fácilmente pero me costaba luego moverlos dentro.

En ese momento Alberto me dijo que le metiese toda la mano. Yo me gire mirándole perpleja y él me azotó los pechos, y como seguía sin obedecer también me azotó el culo. El castigo empezaba a gustarme pero decidí cumplir sus ordenes no fuese a pasar a mayores. Hundí toda mi mano en el sexo de mi madre hasta introducirla por completo llegando hasta la muñeca. Mi madre me gritaba extasiada diciéndome que moviese la mano con fuerza y yo así lo hice, moviendo mi mano adelante y atrás con ganas. Mi tío dijo que aumentase mas el ritmo y así lo hice, moviendo mi mano tan rápido como podía hasta que empezó a dolerme el brazo y empecé a disminuir la velocidad con que mi puño follaba a mi madre. Mi tío me volvió a azotar para que aumentase el ritmo pero yo no podía mas y entonces él me dijo que cambiase de mano. Fui a sacar mi mano derecha del interior de mi madre pero mi tío me dio un nuevo fustazo, esta vez en la parte interior de los muslos y me dijo que debía hacerlo sin dejar vacía la vagina de mi madre. Yo estaba confusa porque lo que me pedía suponía que metiese la mano izquierda mientras la derecha seguía dentro. Mire a mi madre y esta asintió con una mirada de lujuria y deseo que eliminó cualquier duda. Comencé a meter mi mano izquierda poco a poco, notando como el coño de mi madre se dilataba ante la invasión y bañaba en flujos mi otra mano. No tardé demasiado en tener las dos manos dentro y entonces lentamente comencé a retirar la mano derecha hasta sacarla totalmente húmeda de la caliente gruta de mi madre. Con la mano izquierda volví a ofrecerle el tratamiento de movimientos rápidos que ya le había dado con la derecha, hasta que también se me cansó aquel brazo. Repetí la jugada solo que esta vez fue la mano izquierda la que saqué y la derecha la que metí y de nuevo comencé a percutirle el coño de modo frenético con mi mano.

Había vuelto a meter mi mano izquierda y tenía las dos manos dentro del coño súper abierto de mi progenitora cuando decidí no sacar la mano derecha y en cambio comencé a mover las dos manos dentro de su coño, cada vez mas rápidamente y con mas fuerza, animada por los gritos de mi madre y de Alberto que había estaba masturbándose desde que comencé a follar a mi madre con las manos.

De repente Alberto me hizo parar y yo saqué las manos del interior de mi madre. Ella estaba agotada por los orgasmos encadenados gracias a mis maniobras y se quedó a un lado. Alberto se puso delante de mí, con su culo a la altura de mi cara y se abrió las nalgas diciendo que tenía que lamerle el culo. Yo estaba lanzada y sin pensarlo dos veces empecé a lamer su culo todo alrededor y luego pasé a profundizar con mi lengua en el interior del recto de mi tío, lubricándolo generosamente con mi saliva. Cuando tenía el culo realmente húmedo me hizo parar y me tumbó boca abajo sobre mi madre, quedando nuestras caras frente a frente mientras que nuestros pechos se tocaban. Nos puso los brazos en cruz y nos ató la una a la otra y lo mismo hizo con nuestras piernas tras habérnoslas abierto al máximo. Luego cogió un par de consoladores de dos cabezas del estante y uno de ellos nos lo metió en nuestros coños poniéndolo a la máxima potencia de vibración y haciendo que nos corriésemos de gusto. El otro lo dejó de momento a un lado y se colocó tras de mí. Estaba besando a mi madre en la boca, jugueteando con su lengua cuando sentí que las fuertes manos de mi tío abrían sin contemplaciones mis nalgas y un instante después su enorme cipote se abría camino, arrasando mi esfínter. Quería gritar pero mi madre me había metido la lengua casi hasta la garganta y no podía, aunque varias lagrimas brotaron de mis ojos. Alberto seguía avanzando por mi culo virgen y sin lubricar haciéndome daño, pero aunque dolía yo no quería que parase, al contrario quería que me destrozase y llegase hasta lo mas profundo de mi ano. Una vez estuvo toda dentro esperó unos minutos antes de empezar a bombearme el trasero con fuerza. Durante ese lapso de tiempo cogió el otro vibrador e hizo algo que me dejo alucinada. Uno de los extremos lo introdujo en el ano de mi madre y el otro se lo metió él en su propio recto sin ninguna dificultad y eso que era tan gordo como su propia polla. Ahora las aberturas vaginales y anales de los tres estaban ocupadas.

Alberto me follaba el culo con fuerza y brío, lo cual al principio le costaba trabajo y a mí me dolía, pero poco después me acostumbre y mi ano se relajó, lo cual unido a la sangre de la pequeña hemorragia que su penetración en seco me había causado y que lubricaba mi recto hicieron que la experiencia fuese increíblemente placentera. Estas doblemente penetrada me causaba increíbles oleadas de placer, disfrute que compartía con mi madre, a la cual seguía besando con pasión. Aquella experiencia desbordaba todas mis expectativas. La mezcla de dolor, sumisión y placer habían logrado que alcanzase unos orgasmos increíbles, por lo que ahora comprendía los gemidos y gritos de placer de mi madre que había escuchado tantas noches.

Alberto terminó de partirme el culo eyaculando en mi interior. Fue una autentica riada que desbordaba mi ano y se deslizaba por mis muslos hacia mi coño. Mi madre volvió a lamer aquel preciado néctar y luego lo compartió conmigo y con Alberto, terminando así la sesión por aquel día.

Un par de semanas después Alberto y mi madre se casaron y los tres nos fuimos de luna de miel. Nos fuimos de viaje a Cuba para disfrutar del sol caribeño y de la amplia oferta sexual allí existente. Y el sexo empezó nada mas llegar al hotel.

Mi ahora padrastro le dijo al botones, un chico de 18 años, que yo sería quien le daría la propina. Yo le dije a Alberto que no tenía dinero, pero él me respondió que eso no importaba porque la propina se la daría haciéndole una mamada al chico. Yo le dije que ni hablar y entonces me dijo, mientras me pellizcaba los pezones, que estaba siendo una mala esclava y que si seguía por ese camino tendría que castigarme con dureza. Entonces yo obedecí.

Salí al pasillo donde todavía estaba esperando el botones y sin perder un minuto le abrí la bragueta al chico. Él estaba alucinado y no fue capaz de reaccionar. Yo me puse de rodillas delante que aquella preciosa polla de color ébano y me la metí entera en la boca. Mi madre y Alberto veían desde dentro de la habitación como yo chupaba al botones, masturbándose mutuamente. El chico, que resultó que era virgen, no aguantó mucho mis chupetones y se corrió en mi boca de modo monumental. Me inundó toda la garganta con un torrente de semen dulzón que me tragué entero. El chico casi se cae del placer obtenido y la consecuente eyaculación, y se marchó con una sonrisa en la boca.

Al día siguiente empezó realmente lo bueno. Contratamos a un guía llamado Héctor, un tipo negro de 27 años que medía casi dos metros y era realmente musculoso. Era un chico muy educado y culto que nos estuvo enseñando todos los monumentos de La Habana y sus alrededores con mucha paciencia, a pesar de las distracciones que tanto mi madre como yo le ofrecíamos, debidas a la ropa que Alberto nos obligaba a vestir. Yo llevaba un vestido de tenista con una falda cortísima bajo la cual no llevaba ropa interior de modo que cada vez que hacia un poco de aire, subía un escalón o daba un paso acelerado enseñaba a todos los que mirasen tanto mi culo como mi coñito depilado, mientras que mi madre llevaba una blusa muy escotada y ceñida de color blanco que remarcaban de modo superlativo sus tetas y sus erectos pezones, y una falda un poco mas larga que la mía, pero con mas vuelo por lo que se levantaba con gran facilidad, y que dejaba ver como el coño de mi progenitora llevaba insertado un consolador de color rojo brillante.

Fue mucha la gente que nos miraba alucinada pero nadie nos dijo nada, ni siquiera una pareja de la policía que nos encontramos por el camino y ante la cual mi madre enseño nítidamente su abierta y húmeda vulva gracias a una ráfaga de aire que le levantó la faldita. Ir vestidas así todo el día nos ponía muy cachondas simplemente por la expectación que causábamos y tras un rato apenas podía disimular que me brillaban los muslos debido a la humedad que mi coño destilaba y se deslizaba por ellos. Por todo esto es evidente que Héctor tenía que concentrarse mucho para hacer bien su trabajo de guía turístico y no quedarse pasmado viendo como nos exhibíamos.

Al despedirnos en el hotel al final de la jornada podíamos notar que Héctor estaba deseando decirnos algo después del espectáculo al que había asistido, pero no se atrevió y quedamos para el día siguiente. Una vez mi madre, mi padrastro y yo estuvimos en la habitación, follamos como locos hasta que caímos rendidos. Al día siguiente repetimos el show para sorpresa de Héctor y también un tercer día. Aquel día tenía ordenes de mis padres de averiguar si Héctor podría ser un buen compañero de cama para los tres y si sería posible que trajese a mas participantes a nuestro juego, y eso hice.

Al finalizar el almuerzo, al que todos los días invitábamos a nuestro guía, este se disculpó un momento y fue al servicio. Ese era el momento que los tres estábamos esperando. Un momento después de irse él, yo me levanté de la mesa y me dirigí al baño. Una vez allí me metí en el servicio de caballeros sin que nadie me viese. Una vez dentro me agache para ver que en los cubículos de los servicios solo estaba Héctor y no parecía estar orinando.

Abrí de golpe la puerta de su retrete y me encontré a Héctor sentado en la taza masturbándose frenéticamente. Él se quedó de piedra y yo también porque resultaba que la polla de nuestro acompañante era sencillamente descomunal, nada mas y nada menos que un pedazo de carne y músculo que medía 30 centímetros de largo y 7 de grosor. Me quite mi escasa ropa y me lancé ávida sobre ella y empecé a chupar aquel mástil mientras Héctor se ponía en pie.

Yo trataba de tragármela entera y lo hice gracias al entrenamiento que me había proporcionado mi padrastro. Héctor estaba encantado con mi mamada y gemía mientras me pedía que siguiese chupando. Aprovechando que Héctor estaba totalmente absorto con mi mamada deslicé mis manos hacia su musculoso culo. Separe las nalgas de Héctor y empecé a juguetear con su ano acariciándolo con mis dedos. De golpe introduje un dedo dentro de su recto y él lo recibió sin ningún rechazo, de hecho me pidió que metiese mas. Yo así lo hice y le metí otro dos mas que comencé a mover con ganas. Héctor me agarró la cabeza por las orejas y me comenzó a follar la boca. Su polla me llegaba a la garganta y me impedía respirar de lo gorda que era pero yo estaba en la gloria con aquel espolón en mi boca y tres dedos en el culo de piedra de nuestro guía negro. Noté que se iba a correr y entonces extraje parcialmente aquel cipote de mi boca, lo suficiente para que su glande reposase entre mis dientes, momento en el que estalló. Fue una corrida realmente de antología, aquel nabo negro derramó una cantidad ingente de un semen muy blanco y tan espeso como la miel, que yo trataba de tragar con afán, pero era tanta la cantidad que casi me ahogo tragando tanta lefa y no pude mas que dejar escapar una buena cantidad que se derramo sobre mis tetas. Héctor me puso en pie y me lamió los pechos comiéndose esa parte de la corrida. Yo estaba encantada y ahora que sabia que Héctor era un tipo perverso como nosotros podía proponerle lo que estábamos deseando.

- Por lo que veo eres un tipo muy abierto, como tu culo dije yo Quizás te interese una propuesta que quiero hacerte.

- Si que lo soy. En sexo no hay nada que no este dispuesto a hacer y probablemente que no haya hecho ya - dijo Héctor muy ufano.

- Bien porque a mis padres y a mí nos gustaría ir mañana a algún sitio apartado donde pudiésemos tomar el sol desnudos y follar todos juntos.

- ¿Hablas en serio? - preguntó el negro sorprendido.

- Totalmente - respondí yo - ¿Acaso no te interesa?.

- Si que me interesa, me encantaría hacerlo con vosotras.

- No te olvides de mi padre - le dije yo.

- Claro que no - repuso él - Hacerlo con el también me gustaría.

- Genial - dije yo sumamente contenta y añadí - ¿Podrías traer a alguien mas que este dispuesto o dispuesta a pasar un buen rato?.

- Si - respondió él tras unos instantes de meditación - Iré con un par de personas que también son amigas del buen sexo.

- Estupendo - exclame yo - Estoy deseando que llegue mañana.

En ese momento la puerta del servicio empezó a abrirse y nos quedamos muy callados dentro del retrete. Mi padrastro abrió la puerta y nos encontró tal y como habíamos terminado la mamada, yo desnuda y llena de semen y Héctor con los pantalones por los tobillos y su pollón aun goteando semen.

- Vaya, vaya - dijo Alberto con una sonrisa y dirigiéndose a mi me preguntó - ¿Habéis hablado de eso?.

- Si - respondí yo - Todo esta hablado, así que mañana lo pasaremos muy bien.

- Bien - dijo Alberto Ahora tendríamos que irnos, pero tu Victoria no puedes salir así, primero habrá que limpiarte un poco. Ponte de rodillas.

Yo ya sabia que era lo que iba a hacer y lo estaba deseando. Las primeras veces que me lo había hecho no me había gustado nada, pero ahora me encantaba así que no dude dos veces en arrodillarme ante Alberto. Este se abrió la bragueta y sacó su polla morcillona. Apuntó su pene a mi boca abierta y comenzó a mear introduciendo su liquido caliente y salado en ella.

Yo me tragaba gran parte de ese cava humano pero era mucha la cantidad y parte de la meada se deslizaba por mi cuerpo. Héctor estaba alucinado pero pronto se recuperó, sobre todo tras las palabras de Alberto: - Vamos Héctor desahógate tu también sobre ella pues esto le encanta.

Héctor no lo dudó y también comenzó a mearme encima. Era tal la cantidad de meada que me regaba que estaba totalmente empapada por la lluvia dorada de los dos machos. Por mas que trataba de beberme la mayor parte del néctar que me ofrecían no podía tragar mas que una pequeña cantidad del dorado liquido.

Una vez terminaron de mearme Alberto salió y Héctor tras vestirse hizo lo mismo. Yo espere unos minutos hasta que el calor de la tarde secó mi cuerpo.

Entonces me vestí y desprendiendo un intenso aroma a meada salí fuera donde ya me esperaban mis padres y Héctor. Ellos ya habían terminado de hacer los últimos arreglos y entonces el negro se despidió hasta el día siguiente tras lo cual volvimos al hotel. Aquella noche fue la primera desde nuestra llegada a la isla que no follamos, evidentemente para guardar fuerzas para el día siguiente.​
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heranlu

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Sabrina y las Aventuras en Familia - Capítulos 02


La mañana siguiente tan pronto nos despertamos comenzamos con el ritual que desde que empecé a follar con mis padres se había convertido en un maravillosa y placentera rutina. En primer lugar mi madre y yo nos metimos en la ducha donde mutuamente nos enjabonamos y sobamos, para terminar sin solución de continuidad, besándonos ardorosamente mientras nos metemos la una a la otra varios dedos en nuestras grutas ávidas de sexo. Terminada nuestra ducha preparamos la bañera para que Alberto tome su baño. Entre las dos le enjabonamos y lavamos, dándole un trato muy especial a sus zonas más sensibles, su polla y su ano, que limpiamos con nuestras lenguas. Antes de que mi madre termine con su trabajo en la polla de mi padrastro yo me ausento un momento para volver con un vaso donde recojo la copiosa corrida que todas las mañanas nos ofrece Alberto, por mas que la noche anterior nos haya follado como una bestia.

Una vez terminamos de ducharnos pasamos a desayunar. El chico al que le hice la mamada el primer día nos trajo un completo desayuno con tostadas, mantequilla, mermeladas, fruta, leche, zumos, café del que dimos buena cuenta, con una pequeña adición de nuestra parte pues en lugar de usar la mermelada usamos el semen de Alberto en las tostadas de los tres.

Cuando ya estábamos saciados pasamos a la inspección diaria que Alberto nos hace. Mi madre y yo nos tumbamos sobre la cama con las piernas bien abiertas para que así Alberto comprobase que nuestros coños estaban bien depilados. Alberto nos pasó la mano sobre nuestros montes de Venus y tras un lametón sobre cada unos de nuestros chochitos nos dio el visto bueno. Entonces pasamos a la segunda parte de la inspección. Nos pusimos a cuatro patas en el suelo mientras Alberto volvía con un gran vaso de agua y una jeringa de 50 c.c. Mi padrastro llenó la jeringa y me la insertó en el culo metiendome de golpe toda aquella cantidad de agua, la cual estaba casi hirviendo. Sentir aquel inmenso calor dentro de mi recto era una sensación a la que me estaba volviendo adicta. Después repitió la operación con mi madre. Cuando nos pusimos en pie para ir al baño a vaciar nuestros intestinos Alberto nos dijo: - Nada de ir ahora al baño o llegaremos tarde. Vestios ya.

- Tenemos muchas ganas de ir al baño. Tenemos el esfínter lleno - dijo mi madre.

- ¿No entendéis mis ordenes, putitas? - preguntó Alberto mientras cogía su cinturón del armario - ¿Tendré que azotaros para que obedezcáis?.

- No, amo - respondimos al unísono.

Nos vestimos como lo habíamos estado haciendo desde que llegamos a la isla y tras recoger una bolsa de playa y una nevera portátil con todo lo necesario para la excursión salimos de la habitación. Con dificultades bajamos al vestíbulo donde ya nos esperaba Héctor, acompañado por otras dos personas. Apenas podíamos caminar pues a cada paso nuestros esfínteres estaban a punto de ceder, de manera que con pequeños pasos nos reunimos con nuestro guía y sus acompañantes. Estos eran un chico y una chica. El chico, de nombre Jairo, era un tipo negro y tan musculoso como Héctor pero mas bajo y mas apuesto, pues mientras Héctor parecía un robot, Jairo recordaba a un adonis de ébano. Por su parte la chica era toda una sorpresa. Zenobia, que ese era su nombre, era prima de Jairo y tenía solo 18 años. Su origen era una mezcla de razas espectacular, pues su madre era mulata y su padre un diplomático chino al que no había visto nunca y que no se había preocupado de la hija que dejó en Cuba. Sus rasgos faciales eran bellísimos con una carita de muñeca de porcelana enmarcada por una melena negra que contrastaban con su piel morena. Tenía unos pequeños pechos que coincidían con lo habitual en las mujeres orientales y cuyo contrapunto eran los grandes y pétreos pezones que los coronaban y que se marcaban a través del jersey de manga larga que la mestiza vestía. Luego tenia dos piernas increíblemente bien torneadas rematadas por un culo propio de una mulata como su madre.

Tras las presentaciones nos dirigimos al aparcamiento donde estaba el todoterreno japonés que habíamos alquilado para desplazarnos por la isla y con Jairo tras el volante nos dirigimos a nuestro destino. En el coche Jairo nos explicó que él y Héctor se habían conocido en una academia militar donde los dos cursaron estudios para entrar en el ejercito como oficiales, aunque Héctor terminó por abandonarla antes de finalizar sus estudios. Y desde entonces eran amigos de juergas y sexo, pues ambos habían descubierto allí que tenían un gusto muy amplio en materia sexual. En cuanto a Zenobia, el mismo Jairo nos confeso que se trataba de su prima a la que desde hacia un mes, cuando había cumplido los 18, estaba domando.

Mi padrastro interrumpió la explicación de Jairo: - ¿Tu prima esta sin estrenar?.

- Su coño y su culo son vírgenes, mi hermano - dijo Jairo - Si sabes ser generoso puedes ser el primero en montarla.

- Dalo por hecho. Os recompensare como merece una cosa así - replicó mi padrastro alborozado.

Mi madre y yo miramos a Zenobia la cual aun no había dicho una sola palabra y que asentía a lo que decía su primo . - ¿Es dócil Zenobia? - preguntó Alberto.

- Mucho - respondió Jairo con una sonrisa - ¿A que si?.

Zenobia, a quien iba dirigida la pregunta de Jairo volvió a asentir pero no dijo ni una palabra.

- Esta bien, perrita - dijo Jairo a su prima con voz imperativa - Ya puedes hablar y quítate la camiseta para que vean que es lo que te gusta.

A mí me había extrañado que la chica vistiese un jersey de manga larga con el calor que hacia pero al quitarselo lo comprendí. En los brazos, alrededor de sus pequeños pechos y rodeando su barriga tenía marcas de cuerdas, debidas a haber estado fuertemente atada. Tanto a mi madre como a mi nos dejaron alucinadas tales marcas y las dos a la vez, puesto que estábamos sentadas a los lados de la mestiza tocamos aquellas señales que tenia alrededor de las tetas. Zenobia se estremeció de placer con solo rozarla.

-Guau, son impresionantes - dijo mi madre - Alberto me ha atado muchas veces pero nunca me ha dejado señales tan marcadas, sobre todo porque yo no aguantaría tanto castigo.

- Realmente te gusta que te castiguen y el dolor - dije yo medio preguntando medio asintiendo.

- Si - dijo Zenobia con un hilo de voz - Me gusta mucho.

- Genial - dijo Alberto - Me gustara comprobarlo.

En aquel momento Jairo abandonó la carretera principal y se internó por un camino de tierra. Tras diez minutos nos detuvimos frente a una verja metálica cerrada por un grueso candado. De la alambrada colgaba un cartel que decía: Prohibido el Paso. Zona Militar.

Alberto, mi madre y yo estábamos perplejos. Jairo nos vio la cara y sonriendo nos dijo: - No os preocupéis. Esta es una zona de maniobras que lleva años sin ser usada y donde nunca viene nadie. En ella hay una playa que es adonde vamos.

Jairo se bajo del coche y abrió el candado con una llave, franqueando así el paso, para cerrarlo de nuevo una vez dentro. Una vez de nuevo en marcha nos dijo que había cogido la llave del cuartel donde estaba destinado, el cual no estaba muy lejos de aquel campo de maniobras.

La playa era estupenda, con fina arena blanca, rodeada por una abundante vegetación y lo que era mejor totalmente solitaria.

Nada mas bajar del coche los seis nos desnudamos y mi madre y yo pedimos permiso a Alberto para descargar nuestros anos, pues ya no podíamos más.

- De acuerdo - accedió Alberto - Pero hacedlo aquí delante nuestra.

- Si queremos verlo - dijeron entusiasmados Héctor, Jairo y Zenobia.

Nos pusimos en cuclillas y liberamos el liquido contenido en nuestros rectos, descansando por fin. Todos estuvieron encantados por el escatológico espectáculo y después nos metimos en el mar para limpiarnos. Una vez fuera me fije en Jairo y Zenobia. Él era en efecto casi tan musculoso como Héctor pero no tenía una polla tan larga aunque tenía una longitud respetable de unos 19 centímetros, pero lo que le faltaba de longitud lo suplía en grosor, pues como mínimo el diámetro de aquella verga era de 10 centímetros. Zenobia por su parte tenía el coño depilado y las marcas de cuerdas se extendían alrededor de su culo y sus muslos.

En aquel momento lo que hicimos fue embadurnarnos de crema bronceadora y tumbarnos a tomar el sol un rato. Yo no tardé en quedarme dormida arrullada por el sonido de los pájaros y envuelta en el cálido sol tropical y la suave brisa que soplaba desde el mar.

Hora y media después me desperté al escuchar unos gemidos de placer. Me levanté un poco y vi a Zenobia arrodillada en el suelo. Una gruesa cuerda estaba enrollada alrededor de su cuerpo, presionando sus muslos, culo y pechos. La chica tenia el cuerpo arqueado hacia atrás y sus brazos estirados en la misma dirección, de manera que sus manos estaban junto a sus pies. Una observación mas detallada me reveló que las muñecas de la chica estaban atadas a sus tobillos. Jairo tumbó a Zenobia sobre su vientre y ató una cuerda a las ligaduras que inmovilizaban los brazos y piernas de su prima. Hizo pasar la cuerda por una gruesa rama del árbol bajo el que estaban y después empezó a tirar de la cuerda. Pronto la mulata estuvo suspendida en el aire con todo el peso de su cuerpo descansando sobre sus tobillos y muñecas. Esto unido a la incomoda postura tenía necesariamente que dolerle, pero sin embargo Zenobia gemía de placer. Jairo ató fuertemente la cuerda al árbol y entonces se colocó frente a su prima. La había elevado lo suficiente como para que la boca de Zenobia quedase frente a su polla. El le acercó su verga y ella se la tragó sin dudar. La boquita de la chica estaba repleta con aquel descomunal pedazo de carne y músculo pero se empleaba a fondo logrando arrancar exclamaciones de placer a su primo. Sin embargo Zenobia no lograba tragarse mas de la mitad de la verga de Jairo y entonces este comenzó a balancear a su prima, cada vez con mas fuerza. Zenobia permaneció todo el tiempo con la boca abierta de manera que cuando en su trayectoria se aproximaba a Jairo de golpe se introducía la polla de este en su boca, para inmediatamente después abandonarla. Así logró Jairo que su prima tuviese toda su verga dentro de la boca, pero tan solo durante breves instantes, lo cual no parecía satisfacerle. Por eso en uno de los movimientos pendulares y cuando Zenobia tenia toda la polla dentro Jairo frenó repentinamente el balanceo. Zenobia se quedó con todo aquel nabo dentro de su boca, tocando casi sus amígdalas y cortándole la respiración. La joven empezó a mostrar resistencia y trataba de sacarse aquel intruso de la boca pero no podía. Al cabo de tres minutos dejó de resistirse y entonces Jairo le saco el miembro de la boca. Zenobia tomó aire y Jairo volvió a la carga metiéndosela de nuevo hasta los cojones. Esta vez Zenobia se sometió y no se revolvió tratando de sacarse la polla de la boca, pero ya era tarde pues su primera reacción no había gustado a Jairo.

- Has hecho mal, putita - dijo Jairo con tono desaprobador - Sabes que no tolero las desobediencias de modo que tendré que castigarte.

En aquel momento me fije en el sitio donde estaban mis padres y Héctor. Los tres estaban sobre una manta y se lo estaban pasando muy bien. La escena era espectacular pues resultaba que Héctor le estaba chupando la polla a mi padrastro, quien a su vez no dejaba de lamer el coño a mi madre, mientras que esta se tragaba el mástil de Héctor. Los tres estaban muy ocupados en su faena y no se dieron cuenta de que yo los miraba entusiasmada, pues ahora lo que quería era verlos en acción. Mientras les espiaba me estaba metiendo cuantos dedos podía en el coño y me masturbaba frenéticamente. Estaba tan absorta en mi masturbación que no me di cuenta de que Jairo se había acercado sigilosamente hasta donde yo estaba hasta que fue tarde. El cubano me agarró fuertemente por el pelo y dio un tirón, arrastrándome por la arena.

-Mira esta putita - grito Jairo - Solo quiere divertirse ella. Eres muy egoísta.

- Creo que debería castigarla - dijo mi padrastro dejando de lamer a mi madre un instante - Que no olvide que debe compartir su placer.

- Así lo haré - replicó el cubano.

Antes de que pudiese decir nada me encontré fuertemente atada al tronco de un árbol con las piernas totalmente abiertas. Las cuerdas rodeaban mis muslos, mis nalgas, separaban los labios de mi coño y oprimían mi vientre, mis pechos y mi cuello. Además Jairo me vendo los ojos de manera que no veía nada en absoluto. Trate de moverme tal y como estaba pero al mínimo movimiento las cuerdas se tensaban apretando todo mi cuerpo y dificultándome la respiración.

- Estate quieta, chica - dijo sarcásticamente Jairo - Si te revuelves se tensaran mas las cuerdas.

Yo hice caso a lo que me dijo y permanecí totalmente quieta. Podía oír a mis padres y a Héctor jadeando y también que alguien que evidentemente era Jairo estaba abriendo la nevera portátil y buscaba algo en su interior. Yo me preguntaba que demonios podía ser lo que estaría buscando y pronto logre mi respuesta.

De repente note como algo increíblemente frío era presionado con fuerza sobre mi clítoris. Lo imprevisto de aquella acción me hizo dar un respingo que tensó con fuerza mis ligaduras y me hizo proferir un pequeño grito de dolor. Estaba presionando un cubito de hielo en mi vagina y la sensación era de un frío increíble, hasta el punto que era doloroso. Tras unos segundos, cuando ya tenía el clítoris insensibilizado por el frío con un fuerte pellizco me desentumeció aquella zona. Entonces comenzó a aplicarme el cubito de hielo de igual modo en otras zonas de mi cuerpo, como mi culo, bajo mis pechos, en el cuello y mi reacción seguía siendo la misma pues nunca sabia donde me pondría el cubito y la sorpresa hacia que diese un espasmo por mas que tratase de controlarme. La sensación de opresión y el frío y el dolor de los pellizcos comenzaba a gustarme y notaba que se escapaban mis flujos piernas abajo. Entonces me puso el cubito en un pezón, eso fue muy doloroso y del respingo que di casi me rompo algo por la presión de la cuerdas. Tras ponerme el cubito sin embargo no me dio un pellizco en el pezón aunque noté una sensación extraña, cosa que luego hizo con el otro pezón. Después de casi 10 minutos jugando con el hielo y mi piel Jairo se cansó de ese castigo y me quitó la venda. Entonces vi lo que había hecho en mis pezones. Los había atravesado con una aguja hipodérmica. Estaba alucinada no me dolía nada ni había notado el pinchazo, aun más ni siquiera sangraba. Yo que quería ponerme unos pendientes en los pezones y no me había atrevido porque creía que seria muy doloroso no salía de mi asombro. Realmente Jairo sabia muy bien lo que hacia.

Entre tanto mis padres y Héctor habían cambiado de postura y ahora habían preparado un delicioso sándwich. Mi madre era empalada por el coño por Alberto que metía su polla hasta el fondo del útero de mi madre con fuerza, mientras que Héctor follaba el culo de mi madre. Aquel mástil de ébano entraba y salía a voluntad del dilatado ojete de mi progenitora la cual no hacia mas que gemir de placer. Los dos machos la estaban follando a fondo como el manantial de flujos que brotaba del coño de mi madre indicaba. Además Héctor le apretaba los pezones con fuerza hasta ponerlos rojos como la sangre, lo que a mi madre le encanta. La doble follada que estaba recibiendo mi madre además era de las duras porque de vez en cuando Héctor retiraba su polla del culo de mi madre y se la clavaba en el coño junto con la de mi padrastro momento en el que mi madre gemía y gritaba de placer totalmente ajena al resto del mundo.

Jairo me desató del árbol pero una vez suelta me ató las manos entre si y también ató mis pies dejándome la posibilidad de avanzar solo a saltitos. De ese modo me llevó junto a Zenobia. La descolgó del árbol y la ató igual que a mi. Cogió una barra metálica que había traído y nos ató las manos a cada uno de sus extremos y luego en el centro de la barra ató la cuerda de donde había estado suspendida su prima. Luego tiró de la cuerda elevando la barra y nuestras manos con ella hasta que tuvimos que ponernos de puntillas. Tras dejarnos en tan precaria posición cogió la mochila que había traído y comenzó a buscar algo en ella. Sacó varias pinzas de la ropa y una serie de cadenas finas. La colocó a Zenobia pinzas en los pezones, en los labios vaginales y en el clítoris, mientras que a mi solo me colocó las pinzas en los labios vaginales y el clítoris. Tan pronto me puso la primera pinza pude notar que no se trataba de pinzas normales. Estas apretaban muchísimo mas y no se soltaban por mas que tirasen de ellas. Luego enganchó las cadenas a las pinzas y a las agujas de mis pezones haciendo que los extremos de la cadenas estuviesen sujetos a las dos quedando unidas de ese modo. Entonces nos vendó los ojos. Después de unos segundos de espera de repente sentí que algo fino y flexible golpeaba mis nalgas. No fue una sensación muy dolorosa sino de intenso y molesto picor que me hizo perder el equilibrio. Al tambalearme yo tensé las cadenas que me unían a Zenobia y esta gritó de dolor al tirar de sus pezones, labios vaginales y clítoris las pinzas. A su vez ella también perdió el equilibrio tirando de mí y haciéndome gritar de dolor.

- Ahora debéis tener en cuenta a vuestra compañera en el castigo porque no solo vuestras acciones os pueden causar dolor sino también las de ella - dijo Jairo con voz seria.

El cubano siguió azotándonos y poco a poco comenzamos a resistir los azotes sin tambalearnos y sin tirar de nuestra compañera. Aquel torrente de sensaciones mezcladas, el dolor y el entumecimiento de mis pezones y labios vaginales, la molestia de los azotes, el suspense acerca de donde seria el siguiente azote y el morbo y la calentura de la situación estaba haciendo que disfrutase aquello y que tuviese los muslos y el coño como si me hubiesen vertido un cubo de agua en aquella zona. Al cabo de cinco minutos de suplicio aguantábamos inmóviles los azotes y entonces Jairo paró. El cubano y mi padrastro nos soltaron y quitaron las vendas mientras que mi madre seguía aun con la polla de Héctor en el culo, aunque este se la sacó rápidamente en cuanto estuve libre.

Mi padre agarró a Zenobia por el pelo y la llevo hasta donde estaba aparcado el todoterreno. La ató sobre el capó caliente dejándola con el culo en pompa. Zenobia se revolvía porque el capó estaba bastante caliente tras llevar mucho tiempo parado al sol, pero mi padre le dio un par de azotes con la vara de madera que Jairo había estado usando con nosotras en el coño e inmediatamente se estuvo quieta aguantando el calor. Mi padre se colocó detrás de ella y tras escupir en la punta de su polla la apoyó en el ojete de Zenobia. Con fuerza fue introduciendo su polla en el ojete virgen de Zenobia, esta gritaba de dolor aunque cuando mi padre paraba un momento en su primera introducción ella gritaba diciéndola que la reventase y que le rompiese el culo, insultándole para que siguiese abriendo su recto. Tras haberle metido 10 de sus 25 centímetros de polla, mi padre se la terminó de clavar de una sola vez. Zenobia aulló de dolor y placer al sentir como su ano se abría en dos ante el avance arrollador del cipote de mi padre. Sin darle tregua ninguna comenzó a moverse dentro y fuera cada vez con mas fuerza, mientras que la mulata gemía de placer con el culo reventado.

Mientras tanto yo me estaba ocupando del pollón de Héctor con todo esmero. Primero lo ensalivé de arriba abajo y me lo trague hasta los cojones con la aprobación del semental. Una vez estuvo bien húmedo y al ver como disfrutaba Zenobia mientras le abrían el culo yo quise también recordar como fue mi primera vez por el culo, de lo cual solo hacía casi un mes. Me puse a cuatro patas en el suelo y me abrí las nalgas. Héctor comenzó a lamerme el culo, metiendome la lengua bien adentro, pero eso no era lo que quería.

- Para, para - le dije entrecortadamente a Héctor - Lo que quiero es que me revientes el culo, que me rompas el esfínter.

- Como quiera la putita - me dijo Héctor.

Puso su pollón en la abertura de mi ano y comenzó a empujar. Sentí como me abría para dejar paso a aquel majestuoso carajo. Pero era muy grande y aquella presión me estaba arrasando por dentro. Dolía mucho y yo estaba llorando y no dejaba de gritar, pero de pronto noté que Héctor paraba y trataba de sacar la polla.

-¡ Que coño haces, negro! - grité yo cabreada - ¡No la saques y termina de romperme!.

Y así lo hizo, de un solo golpe terminó de metermela. Yo notaba el capullo en el estomago y que mi culo estaba sangrando, pero era feliz. Empecé a moverme yo misma para sentir aquella cosa en mi interior en toda su grandiosidad y pronto Héctor comenzó a cabalgarme sin piedad. Tenia el culo realmente abierto y cuando Héctor sacaba su polla y dejaba mi abierto y rojo ojete al descubierto notaba como la brisa del mar entraba por mi ano. Tanto Zenobia como yo estábamos recibiendo una follada anal que nos había destrozado el esfínter pero estábamos disfrutando de modo increíble y nuestros gemidos de placer eran atronadores. Realmente hubiésemos deseado habernos quedado así empaladas para siempre.

A la vez mi madre estaba recibiendo un tratamiento especial por parte de Jairo. Este había atado a mi progenitora de modo que estaba totalmente abierta, con sus piernas pegando con su pecho y tumbada en el suelo. Esta postura permitía un total acceso de Jairo a los agujeros de mi madre. Primero colocó las pinzas en el coño de mi madre de manera que llenó sus labios vaginales y su clítoris de pinzas. Mi madre estaba alucinando con semejante castigo y no dejaba de insultar a Jairo para que este siguiese castigándola. Después de llenar de pinzas su coño Jairo cogió dos pinzas y las colocó en los pezones de mi madre y a estas unió unas cadenas de manera que así podía tirar de sus pezones a voluntad. Entonces comenzó a introducir su tronco de carne en el recto de mi madre. Esta aullaba de placer a medida que notaba como aquel grueso falo se abría camino en su interior, a la vez que Jairo tiraba de las cadenas estirando sus pezones como si fuesen de goma. Una vez la tuvo toda dentro Jairo comenzó a follar a mi madre como si estuviese cabalgandola y tiraba de las cadenas como si fuesen las riendas de la yegua que montaba. Mi madre no dejaba de gemir y de repente un chorro de flujos salió disparado de su coño para ir a parar al vientre de Jairo.

Las tres parejas estuvimos así como un cuarto de hora momento en el cual los chicos ya no podían aguantar mas sus ganas de correrse. Mi padre le sacó la polla del culo a Zenobia, estaba cubierta por restos de heces de la chica y algo de sangre de la hemorragia que le había causado el primer polvo anal que le echaban, pero ella no dudó y se la metió en la boca hasta tragársela por completo. Lamió y lamió hasta que por fin logró su recompensa. Un torrente de semen salió disparado de la polla de Alberto y fue directo a la garganta de Zenobia que casi se ahoga por la cantidad de la corrida y que solo en parte tragó, mientras que el resto fue a parar a su cuello y pechos. Mi padrastro cogió y lamió luego su propia corrida para terminar pasándola a la boca de Zenobia con su lengua.

En cuanto a mi, Héctor se corrió en mi culo, dejándolo hecho un manantial de semen porque cuando se retiro era tal la cantidad de semen que había volcado en mi ano que brotaba de el sin ningún esfuerzo. Héctor se puso a lamer mi culo y disfrutó en solitario de su propia corrida sin querer compartir nada conmigo.

Jairo por su parte desató a mi madre, tiempo en el cual se le pasó la urgencia de correrse. Entonces puso primero su ano delante de la boca de mi madre para que se lo lamiese, y mi madre ávidamente así lo hizo. Cuando estuvo bien húmedo Jairo agarró a mi madre por las orejas y comenzó a follarle la boca con brío mientras que mi madre comenzó a meterle dedos por el culo al cubano. Me quede de piedra cuando vi que la mano entera de mi madre se perdía entre las pétreas nalgas del negro. Jairo aguantó siendo follado por el puño de mi madre y follando a su vez su boca un par de minutos, para terminar lanzando una copiosa corrida que mi madre se tragó en su totalidad.

Las chicas estábamos un tanto exhaustas y se motaba en nuestra cara el agotamiento que sentíamos pero los chicos enseguida estuvieron listos para continuar. Mi padre cogió de nuevo a Zenobia por el pelo y la tumbó en la arena. Estaba claro que quería terminar de desvirgarla y aun le faltaba catar su coño. Hizo que se abriese bien de piernas y apuntando su verga al cerrado coño de la mestiza se la clavó de un golpe. Zenobia gritó de dolor y placer ante la súbita entrada del falo de mi padrastro pero pronto exigía a este que la follase con mas fuerza.

Mi madre y yo comenzamos a acariciarnos viendo el espectáculo. Pronto estábamos besándonos con pasión y masajeando nuestros cuerpos.

Mientras tanto Jairo y Héctor también se divertían por su cuenta. Héctor estaba lamiendo el culo de Jairo a fondo y cuando su polla estuvo totalmente preparada se la metió sin compasión a Jairo. Este estaba como loco con aquella polla en el culo. Gemía y gritaba de placer exigiendo que le follase mas deprisa. Héctor obedecía frenéticamente las exigencias de su compañero de juegos y le enculaba salvajemente, lo cual arrancaba mas gemidos de placer a Jairo. Tras la corrida anterior los chicos no estaban tan frescos y aguantaron mas antes de volver a correrse. Mi padrastro lo hizo en el coño de Zenobia y luego le limpió la vagina cuidadosamente no dejando ni un rastro de esperma, recogiéndolo todo con su lengua y luego compartiéndolo con Zenobia. Por su parte, Héctor vino hasta mi y me puso su polla sucia delante de la boca. Yo dude un instante pero me la tragué entera chupandola hasta que me proporciono una ración de semen que yo ansiaba, mientras que Jairo se dobló por la mitad levantando sus piernas hasta que tocaron su pecho y entonces mientras se metía el puño en el culo se corrió en su propia boca, bebiéndose todo su semen sin compartir nada.

Tras este ultimo embate necesitábamos descansar los seis y como ya era la hora de comer a eso nos dedicamos. Tras saciar nuestra hambre nos tumbamos a reposar la comida y como recompensa por haber sido unas buenas sumisas los chicos nos dieron un masaje con aceites perfumados que nos hicieron olvidar los castigos que antes nos habían infligido. Gracias a los masajes nos quedamos dormidas y pudimos descansar para la sesión de sexo de la tarde. Esta la iniciaron los chicos por su cuenta y debido al escándalo que estaban formando nos despertaron. Al abrir los ojos nos encontramos con un espectáculo estupendo. Alberto estaba recibiendo en su culo la polla desproporcionada de Jairo y a la vez le chupaba la verga a Héctor. Los tres se lo estaban pasando de vicio, pues gemían y resoplaban de modo ensordecedor demostrando que aquello les gustaba y mucho.

Las chicas nos pusimos a masturbarnos al ver aquel espectáculo. Zenobia y yo nos besamos apasionadamente viendo como su primo follaba a mi padre con verdadera pasión. Pronto comenzamos a meternos mutuamente dedos en la vagina. Era estupendo introducir mis dedos en aquel chochito recién desvirgado, tan húmedo y acogedor. Las sensaciones que recorrían mi cuerpo me tenían a mil por hora y dispuesta a cualquier cosa. Por su parte Zenobia introducía sus dedos moviéndolos en mi interior lo cual me arrancaba suspiros de placer. Aprovechando mi capacidad para dilatar mi coño Zenobia introdujo todos los dedos de su mano izquierda y una vez dentro presiono hasta que todo el puño entró. Aquello no me dolió nada y de hecho tener toda aquella mano dentro de mi cálida vulva me hizo gritar de placer. Zenobia movía su mano con lentitud haciéndome disfrutar cada milímetro que metía o sacaba de mi interior. Yo estaba en la gloria, pues nunca había tenido una sensación como aquella. Después sin sacarme la mano Zenobia se puso a lamerme el clítoris lo cual fue ya el golpe definitivo. Me corrí como nunca había hecho y cuando Zenobia sacó su mano, mientras seguía chupándome un chorro de flujo salió disparado de mi vagina aterrizando en su cara. Zenobia se relamió y siguió con su afanosa lamida hasta que yo de puro placer termine orinándome. Zenobia no se apartó y siguió lamiendo mientras bebía parte de mi meada y el resto resbalaba por su cuerpo.

Mi madre entre tanto no se quedó quieta. Cogió el bote de aceite de masaje y con el liquido lubricó tanto su culo como su coño. Después sacó una botella de agua de un litro que habíamos traído y la unto con el óleo y entonces hizo algo alucinante. Poco a poco comenzó a introducirla en su vagina. Muy lentamente se iba metiendo aquel trozo de plástico en su interior lanzando fuertes gemidos con cada movimiento. Era realmente increíble verlo pues la botella era mas gruesa que mis dos puños juntos. Cuando llego a la mitad de su longitud comenzó a moverla como si fuese un gran consolador aunque con pequeños movimientos los cuales hacían que se estremeciese de placer. Luego tan lentamente como se la había metido se la sacó y pasó a usarla en su abertura anal. Aquí le costó mas trabajo pero tras un rato llego a insertarsela en el culo hasta el mismo punto donde había llegado por el coño. Tan bestiales penetraciones la llevaron a alcanzar unos orgasmos demenciales y sus piernas y la toalla sobre la que estaba colocada estaban tan mojadas como si le hubiesen echado varios cubos de agua.

A la vista de aquella visión que ofrecíamos a los chicos Jairo terminó rápidamente de encular a mi padrastro y se dirigió hacia nosotras mientras que Alberto pasaba a ocuparse del culo de Héctor. Jairo nos puso a Zenobia y a mi a cuatro patas una al lado de la otra, e hizo que mi madre se colocase tras nosotras pero sin sacarse la botella. Entonces comenzó a follarnos el culo a las dos mientras mi madre se lo lamía a él. Era bestial tener aquella polla gordísima en el culo, su grosor hacía que las paredes de mi recto se dilatasen al máximo y me hacia sentir una mezcla de placer y dolor difícilmente descriptible. Los embates de aquel pollón me ponían en cuestión de segundos al borde del orgasmo pero en ese momento Jairo abandonaba mi culo y se la metía a su prima. En aquellos momento en que mi ojete abierto reclamaba que volviesen a ocuparlo mi madre metía en mi interior su lengua, abandonando el ano de Jairo por algunos momentos y me humedecía el recto preparándolo para la próxima entrada del falo de Jairo. Alberto a su vez estaba cabalgando a Héctor con las mismas ganas con que nos follaba a nosotras y el negro gemía y suspiraba de placer como una golfa. Después de un rato cambiaron de postura y mi padre se sentó en el suelo y luego Héctor se empaló en su polla dándole la espalda. Alberto entonces comenzó a sobarle la polla mientras le petaba el culo hasta que logro que Héctor lanzase una andanada de semen que se perdió en la arena. Luego fue mi padre quien se empaló con la polla de Héctor en esta misma postura pero en este caso no fue necesario que Héctor masturbase a mi padrastro pues este se corrió tan solo de la follada anal que estaba recibiendo.

Tras las dos corridas de Héctor y mi padre la fiesta tocaba a su fin. Poco después Jairo se corrió en la boca de mi madre con gran intensidad y esta compartió algo este néctar con nosotras. Entonces todos nos bañamos en el mar y una vez relajados tras el baño y todo lo que habíamos follado, recogimos y volvimos al hotel.

Los cinco días siguientes nos los pasamos en el hotel follando con Héctor, Jairo y Zenobia de manera que poco más vimos de Cuba, pero realmente mereció la pena. Este había sido el mejor viaje que había hecho nunca y cuando volví a casa pensé que difícilmente podría igualar las aventuras que había vivido, pero nada mas lejos de lo que pasó pues una vez de vuelta en casa comenzó lo bueno.​

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heranlu

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Sabrina y las Aventuras en Familia - Capítulos 03




Una vez de nuevo en casa la vida volvió a la normalidad, si así puede llamarse a follar con tu madre y tu padrastro todos los días. Era genial que los tres viviésemos juntos y tuviésemos una relación y una actitud tan libre. Estábamos habitualmente desnudos en casa, cuando nos apetecía nos metíamos mano o follábamos sin tener que andar con excusas o explicaciones, o si no nos masturbábamos donde nos placiese sin temor a que nos viesen. La casa estaba plagada de consoladores y artículos pornográficos que usábamos con pasión. En suma nuestra existencia era una orgía sin fin.

Llevábamos un mes de desenfreno cuando tuvimos que interrumpir nuestra estupenda vida familiar. En aquellas fechas vino a nuestra ciudad mi primo Kosuke. Este es el hijo del hermano mayor de mi madre y de su mujer japonesa, a la cual conoció en la multinacional en la que trabaja. Yo había visto a Kosuke muy pocas veces pues él y su familia vivían en Japón desde que tenia dos años y habían venido muy pocas veces a España. El chaval venia a España a estudiar el idioma y su padre quería que viviese con nosotros hasta que encontrase alojamiento, pero mi madre por esas cosas de los lazos de familia le ofreció hospedaje por todo el tiempo que fuese a estar en la ciudad.

Cuando le recogimos en el aeropuerto nos encontramos con un producto curioso de la mezcla de razas. Kosuke, que tenía entonces 19 años, mide 1,90 metros y tiene los ojos grises, características que había heredado de mi tío, mientras que de su madre había recibido una tez muy suave, un pelo negro como el carbón que llevaba recogido en una coleta y unas facciones muy femeninas. Al verlo yo pensé que si vistiese como una chica nadie pensaría jamás que era un hombre.

Así pues la llegada de mi primo nos fastidió la diversión. Evidentemente dejamos de ir desnudos por la casa y de follar en cualquier lado y recogimos todos los vibradores, juguetes sexuales, revistas y películas porno que teníamos en la casa. La llegada de esta visita en definitiva me había jodido la diversión y por más simpático y sociable que era a mí me caía fatal.

Pronto decidí que la situación tenía que cambiar pues ahora apenas follábamos los tres. Yo quería volver a tener una vida como la que tenía antes de la llegada de mi primo y me pareció que lo mejor seria tratar de incluirle en nuestros juegos, porque la posibilidad de que se buscase otro lugar donde vivir era muy remota, aunque esta solución tampoco me parecía que fuese fácil. Pasó algún tiempo mientras yo trataba de madurar un plan de acción cuando, como sucede a menudo, el azar me mostró el camino que debía seguir.

Un sábado en el cual mis padres habían ido a cenar con unos clientes de Alberto y tanto Kosuke como yo habíamos salido cada uno por nuestra cuenta, yo volví a casa antes de lo normal. Mi coche me había estado dando problemas y antes de quedarme por ahí tirada decidí volver a casa en lugar de continuar de marcha. Al llegar a casa me extrañó ver que había luz en la habitación de Kosuke, pues cuando salía los sábados solía volver muy tarde y más me sorprendió encontrar aparcado en nuestro garaje un coche que no era nuestro. Pensé que Kosuke había venido con una amiga a darse un revolcón y mi vena voyeur me indujo a no hacer ruido para tratar de espiar a la pareja mientras estaban en acción. Sigilosamente subí a mi habitación que estaba al lado de la de mi primo y salí al balcón. Este era compartido por las dos habitaciones de modo que sin dificultad ninguna me puse frente a la puerta exterior de la habitación de Kosuke. Las cortinas estaban parcialmente corridas lo cual en lugar de entorpecerme la labor fue una ayuda porque mientras que por la rendija que quedaba abierta podía ver perfectamente la habitación, la cortina me ocultaba de posibles mirada de mi primo o su acompañante.

La escena dentro de la habitación era de impresión. Allí dentro había un tipo de unos treinta años, rubio con ojos verdes y que a todas luces era alemán o sueco y una chica con rasgos orientales. Me tomó un momento darme cuenta de que la chica era Kosuke. Estaba perfectamente maquillado, lo cual unido a sus rasgos faciales femeninos y a su total carencia de barba me indujeron a pensar en un principio que se trataba de una chica. Mi primo llevaba su melena suelta cayéndole sobre los hombros y vestía una minifalda negra, un top del mismo color, medias hasta los muslos y un liguero a juego y por ultimo un tanga rojo todo lo cual era mío. Yo había notado que a veces faltaba ropa de mi habitación, pero como tengo mucha y lo que faltaba siempre aparecía en el biombo de la ropa sucia pensaba que la había puesto yo allí y luego lo había olvidado.

Kosuke y el nórdico estaban besándose con pasión y mi primo recibía la lengua del otro chico hasta la garganta, intercambiando gran cantidad de saliva. Después de un rato de besuqueo Kosuke hizo que el tipo se levantara y comenzó a desnudarle. A medida que iba quedándose desnudo Kosuke besaba y acariciaba los pectorales, la espalda, las piernas los pies y el culo de su pareja. Kosuke no paraba ni un momento en su besuqueo y manoseo de la musculosa anatomía del vikingo. Esta disfrutaba mucho del tratamiento que mi primo le estaba dispensando con la lengua y más aun cuando mi primo se metió su polla en la boca.

De rodillas ante el germano Kosuke se fue tragando la verga del tipo hasta que la tuvo toda dentro. Sin ningún esfuerzo se tragó los 19 centímetros del rubio para luego pasar a lamerle dulcemente la verga como si fuese un helado o una piruleta. El tipo gemía de placer gracias a la mamada que le estaba propinando mi primo el cual alternaba las lamidas con introducciones de aquel espolón hasta que le llegaba a la garganta.

Yo estaba ardiendo de deseo y comencé a masturbarme con ganas. Me metí varios dedos en el coño mientras que a la vez tiraba lentamente de las bolas chinas que siempre llevo metidas cuando salgo de casa, disfrutando de las sensaciones que me proporcionaba la fricción de las bolas en mi esfínter, todo lo cual me hacia estremecerme de placer.

Cuando volví a mirar el nórdico había tumbado a mi primo sobre su cama y le estaba desnudando encima de ella. Lentamente le fue quitando toda mi ropa y lamiendo su suave cuerpo, pues Kosuke tiene una característica habitual en los orientales como es la falta de vello corporal. Cuando fue despojado del tanga pude ver la polla de mi primo, un músculo de unos 16 centímetros de largo y 6 de grosor que estaba totalmente brillante gracias a sus fluidos preseminales. El vikingo se lo chupó hasta que estuvo totalmente erecto, entonces le dio la vuelta y le separó las nalgas. El tipo aquel enterró su cara entre sus nalgas y le lamió a fondo el ojete. Mi primo gemía de placer como una perra en celo y le reclamaba que le empalase ya. El hombre siguió lamiendo el ano a mi primo hasta que lo llevó al orgasmo y este pedía histérico que lo enculasen, en ese momento de un solo golpe le metió toda la polla en el ano.

Kosuke lanzó un alarido mezcla de placer y dolor que me sorprendió. El germano no se dejó impresionar y comenzó a encular a mi primo con fuerza, arrancándole jadeos de placer. Aunque Kosuke estaba siendo cabalgado con fuerza no se quejaba en absoluto, muy al contrario exigía que le sodomizasen con mas fuerza, exigencias que su compañero trataba de cumplir.

Después de un rato el nórdico dio la vuelta a mi primo como si se tratase de un pelele tras habersela sacado. Hizo que levantase sus extremidades inferiores y que se doblase hasta que sus piernas descasaron sobre su pecho, quedando con el culo totalmente abierto y su erecta polla apuntando hacia su propia cara. En tal posición el germano volvió a hundirle la polla en el culo hasta que sus cojones golpearon con las nalgas del oriental. La nueva postura en que era sodomizado encantó a Kosuke que ahora gritaba sin parar de placer.

Yo seguía masturbandome frenéticamente y en mi afán por llegar al orgasmo me metí mi puño por completo en la vagina. Era la primera vez que lo hacia y la sensación fue increíble, tras mover mi mano un poco en mi interior logré un orgasmo que me hizo caer al suelo pues las piernas no me sostenían de la intensidad de mi corrida.

Mientras tanto en la habitación la fiesta tocaba a su fin. Sin necesidad de tocarse la polla en absoluto Kosuke llegó al orgasmo y recibió en su boca su propia corrida, una buena cantidad de cremosa y espesa leche de nabo, y luego el vikingo desenterró su falo del culo de mi primo con animo de correrse pero primero hizo que Kosuke le limpiase la polla de los rastros que la enculada que acababa de proporcionarle le había dejado en el pene. Mi primo se tragó aquel nabo sucio con avidez y pronto recibió una descarga seminal que le rebosó por los labios y cayó en su pecho. El vikingo se dirigió hasta donde había dejado su ropa y sacó su cartera. De esta extrajo un montón de billetes, los enrolló y se los metió parcialmente en el culo a mi primo.

- Te los has ganado, me has dado un buen servicio - dijo el nórdico.

- Gracias - respondió mi primo mientras se los sacaba - ¿Te gustaría que nos duchásemos antes de que te vayas?.

- Claro - dijo el germano acompañando a mi primo en dirección al baño.

En ese momento yo aproveche para volver al garaje y sacar el coche para que así no se diese cuenta de que yo había estado allí. Media hora después el germano salió de allí en su coche acompañado por mi primo que seguía vistiendo mis ropas.

Después de lo visto esa noche estaba claro que había una forma de incluir a Kosuke en nuestro secreto. El día siguiente aprovechando que Kosuke salió al cine lo comente con mis padres después de que nos pagásemos un buen revolcón.

- Me gustaría que todo volviese a ser como antes de que llegase Kosuke - dije yo mientras relamía los restos de semen que tenia en las mejillas.

- Ya y a mí - dijo Alberto- Pero ya me dirás como con tu primo por aquí.

- Solo tendríamos que incorporarlo a nuestro circulo de sexo familiar - señale yo.

- Me parecería bien - terció mi madre - El problema es como.

- He descubierto algo muy interesante acerca de él y que seguro nos permitirá incluirlo en nuestros juegos.

- ¿El que? - preguntaron al unísono mis padres.

Yo les conté lo que había sucedido la noche anterior con todo lujo de detalles mientras que mi madre comenzaba a masturbar a mi padrastro mientras tanto.

- Muy interesante - dijo Alberto mientras disfrutaba de la paja que le hacia mi madre.

- No creo que a mi hermano Jaime le gustase saber que su hijo se traviste y prostituye - añadió mi madre justo antes de meterse la polla de Jaime en la boca y recibir en ella toda su corrida.

- Bueno, pues después de esto creo que esta claro que podríamos unir a nosotros a Kosuke - sentencié yo.

- Estoy de acuerdo - dijo mi padrastro mientras mi madre asentía con la cabeza pues tenia la boca llena de semen.

- Dejadlo en mis manos y yo lo preparare todo - aseguré yo - Tan solo necesito que el sábado por la noche salgáis igual que ayer por la noche.

- Dalo por hecho - finalizo la conversación mi padre.

Durante aquella semana tuve bastantes cosas que hacer para prepararlo todo. Lo primero fue registrar de arriba abajo la habitación de mi primo. Encontré numerosas revistas porno y de todas las temáticas, no solo de porno gay sino también de porno heterosexual de temática bizarre, ya sabéis con fistfucking, lluvia dorada, enemas, coprofilia, y sobre todo revistas de transexuales en las que follaban tanto con chicos como con chicas y una buena colección de consoladores, aunque no tanto como la de mis padres y yo. Esto me dio la idea de que mi primo no rechazaría follar con una chica por mas que fuese un travestí. Luego conseguí que un amigo cuyo padre tiene una tienda de artículos de imagen y sonido me dejase algunos equipos, en concreto un par de cámaras con minitrípodes motorizados, un par de monitores y los cables necesarios para conectar los equipos entre sí y controlar a distancia las cámaras. Una vez con el equipo en mi poder el viernes instalé una de las cámaras en la rejilla del aire acondicionado de su habitación tras colocarla de modo que no interfiriese con la grabación y preparé los monitores y todo el cableado.

El sábado por la noche yo fingí que salía con mis amigas y en cuanto él salió de la casa yo volví a entrar y prepare la otra cámara en el balcón de su habitación, para así asegurarme que podía grabar todos los detalles. Ahora solo era cuestión de esperar.

Después de un par de horas un coche se detuvo ante la verja de nuestra casa. Furtivamente me asomé y vi que tras aparcar en nuestro garaje de él bajaban un chico y una chica españoles y mi primo que vestía ropas mías y tenia que reconocer que le sentaban muy bien. Sin preámbulos ningunos se dirigieron a la habitación de Kosuke. Este puso música y preparó unas bebidas para los tres. Mientras se bebían los combinados también se fumaron un par de cigarros de marihuana que terminaron de desinhibirles. Cuando terminaron con todo se desnudaron rápidamente y dieron comienzo al espectáculo.

Yo estaba viendo todo a través de los monitores que había instalado en el antiguo despacho de mi padre, puesto que allí no podía entrar mi primo, pues como ya sabéis la puerta de esa habitación estaba siempre cerrada con llave debido a su utilización en aquellos momentos. Me tumbé desnuda encima de la cama y cogí el vibrador mas gordo que allí había y el cual nunca había usado. Comencé a lamerlo de arriba abajo como si fuese una polla de verdad. Después de unos momentos y como sabia mucho a goma me lo restregué bien por mis labios vaginales humedeciéndolo con mis fluidos y entonces volví a lamerlo disfrutando así de mis propios jugos. Entre tanto la chica y Kosuke no paraban de chupar la polla al chico el cual estaba como loco con esa doble mamada. La chica y mi primo estaban lamiendo hasta el último milímetro de aquella polla y lo hacían con una deliberada lentitud, disfrutando de toda ella y tratando de alargar lo más posible el placer del chico. Tras un rato de felación a dúo la chica se desplazó hacia el trasero de su novio y comenzó a lamerle el culo. Primero se deleitó con las nalgas y luego pasó a ocuparse del ojete, perforándolo con su lengua y explorándolo hasta que ya su lengua no daba más de sí. A la vez mi primo seguía con su labor bucal tragándose ahora aquella verga hasta la base, llevando al chico hasta el borde del orgasmo para en el último momento sacársela evitando la eyaculación para volver a comenzar. Tanta estimulación tenía al chico al borde del delirio, necesitaba un desahogo y entonces agarró a mi primo la cabeza con fuerza y comenzó a moverse como si le estuviese follando la boca, incrementando por otra parte le penetración de la lengua de su novia en su recto, para terminar corriendose sobre la cara de mi primo. La eyaculación fue espectacular. Numerosas descargas de semen cruzaron el aire para aterrizar en la faz de mi primo que en pocos momentos tenía la cara llena de semen. La chica pasó entonces a lamer la cara de mi primo, quien a su vez se relamía el semen depositado en su cara. Una vez estuvo la cara de Kosuke limpia de semen la chica se fundió en un intenso beso con lengua con su novio compartiendo así la esencia masculina del tipo.

En aquel momento mi primo pasó a ocupar el lugar de la chica dedicándose a lamer el ano del chico hasta que este recupero su erección, entonces se puso a cuatro patas sobre la cama incitando al chico para que le penetrase. La novia del tipo abrió al máximo las nalgas de Kosuke y tras escupir en su ojete y lamer un poco la punta del nabo de su novio, este apoyó su carajo en la abertura del ano de Kosuke. De un hábil golpe la metió hasta el fondo arrancando a mi primo un suspiro de placer y luego comenzó a bombear rítmicamente dentro del ano del travestí. Kosuke estaba disfrutando de las penetraciones profundas de chaval en su recto, y del ritmo machacón que había impuesto a su penetración. Por su parte la chica no se quedó parada sino que una vez vio que la follada de su novio estaba perfectamente encarrilada cogió y se metió bajo Kosuke y colocó unas almohadas debajo de ella hasta que estuvo a la altura idónea para coger la polla de Kosuke e introducirla en su depilada vagina. Sin dudar se la metió y así quedaron los tres unidos, recibiendo la chica los envites de su novio a través de mi primo. Los tres estuvieron así un buen rato hasta que Kosuke que aun no se había corrido, eyaculó en la vagina de la chica. Fue una copiosa venida pues después de sacarle la verga el semen rebosaba del depilado coño y se vertía por los muslos de la joven. Esta se movió hasta colocar su coño frente a la cara de mi primo y este sin ningún reparo lamió y tragó su propia corrida.

Kosuke se sacó la polla del joven del culo, se dirigió a su armario y comenzó a buscar algo en su interior hasta que sacó un consolador con arnés. Se lo colocó a la chica y entonces volvió a ponerse a cuatro patas sobre la cama. Ahora fue el chico quien separó las nalgas de mi primo y la chica quien comenzó a montarlo con un vibrador de unos nueve centímetros de diámetro. La chica era más salvaje en su penetración y se movía como una maquina de perforar, mientras que su novio comenzó a lamerle el culo. Cuando estuvo bastante húmedo el chico inclinó un poco a su novia hacia delante y se la clavó en el culo. La chica gritó de placer y comenzó a suplicar a su novio que le reventase el culo. Este así lo hizo e impuso a su sodomización un ritmo increíble. Los empellones del chico eran también disfrutados por mi primo que notaba como aquel grueso dildo entraba hasta lo mas profundo de su recto. El chico aguantó bastante pero el esfuerzo empezaba a ser importante y terminó por correrse dentro del ano de su chica.

Yo por mi parte estaba masturbandome como loca con aquel gordísimo vibrador clavado en mi vagina y otro más delgado perforando mi culo. Me estaba haciendo una de las mejores pajas de mi vida y a la vista de todo aquello no me cabía la menor duda de que Kosuke estaría dispuesto a unirse a nuestros juegos. Entonces lo que vi me dejó de piedra.

El chico sacó la polla del culo de su novia completamente cubierta de excrementos y semen, lo cual era bastante repugnante, pues no habían tenido la precaución de usar un enema con ella. Pero entonces mi primo cogió aquella verga sucia y se puso a lamerla lentamente. Pasó su lengua por toda ella limpiándola totalmente y tragándose los restos. A mí eso me pareció asqueroso, pues aunque había lamido algunas veces pollas con algún resto de heces era una cosa insignificante al lado de esto. Por otra parte después de un rato de observación de tan sucia maniobra empezó a ponerme mas caliente por el morbo que me daba ver aquello tan sucio. Aunque la cosa no quedó ahí pues Kosuke a continuación preparó un whisky con cola y lo metió en una gruesa jeringa y se lo metió a la chica como un enema. Una vez todo el trago dentro del culo de la chica Kosuke y el novio de esta se pusieron tumbados en el suelo bajo el culo de esta y esperaron a que esta lo lanzase de nuevo al exterior. Los dos chicos recibieron el cubata y los desechos de la chica con verdadera ansia y se bebieron todo lo que fueron capaces. Una vez descansado el recto de la chica, su novio cogió un montón de dinero, mucho mas de lo que el tipo de la semana pasad le había pagado y se lo dio a mi primo.

Después de esta ultima escena no me quedaba ninguna duda de que mi primo estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por el incentivo adecuado y yo estaba segura de que el contenido de aquella cinta y la posibilidad de que llegase a poder de sus padres sería motivación suficiente para que Kosuke aceptase ser nuestro nuevo juguete.

Un par de días después y justo cuando estaba dejando mi ropa en el cuarto de la lavadora me dirigí a él:

- ¿Que haces con mi ropa? - le pregunté apareciendo de repente justo cuando estaba dejándola en el cesto de la ropa sucia.

- Yo, eh, ..... - balbució sin ser capaz de responder.

- Aunque tengo otra pregunta mejor - dije yo sin dejarle reponerse de su sorpresa - ¿Con todo el dinero que consigues por que no compras tu propia ropa?.

- ¿A que te refieres? - preguntó perplejo.

- A esto - dije yo mientras sacaba la cinta donde había grabado su trabajo.

Kosuke no salía de su sorpresa, pero al ver la cinta no le tomó mas de una décima de segundo saber a que tenía que estar refiriéndome y se acercó a mi con animó de arrebatarme la grabación.

- No te esfuerces - le dije yo a la vista de su movimiento - Tengo copias mas que suficientes para enviar a toda la familia.

Kosuke se frenó en seco con gesto abatido, y sabiendo que yo querría algo a cambio de mi silencio.

- ¿Que quieres? - preguntó con un tono de voz temeroso.

- Responde a mi pregunta - dije yo autoritariamente.

- Para pagarme la operación - respondió secamente.

-¿Quieres cambiarte de sexo? - inquirí yo con curiosidad.

- No, solo me gustaría ponerme unos grandes pechos, no quiero perder mi polla - confesó Kosuke. - Vaya, muy interesante - repliqué yo.

Guardé silencio unos instantes con animo de que Kosuke tuviese tiempo de darse cuenta de que estaba en mis manos y entonces continué:

- He visto lo que escondes en tu habitación y sé que te gusta el sexo duro y extravagante. Yo ando buscando alguien así y tu encajas perfectamente en lo que busco. A partir de ahora se acabó eso de trabajar por ahí. Tu misión será satisfacerme y si no estas de acuerdo una copia de esta cinta llegara a tus padres. No creo que estén de acuerdo con este trabajo ni tampoco con lo que quieres hacer con el dinero.

Kosuke dudó unos instantes pero la alternativa que se abría ante él era demasiado dura de modo que aceptó.

- Sabia decisión - le dije yo - Y ahora arréglate que vamos a salir y tenemos poco tiempo antes de que debamos ir a clase.

Aquella mañana y antes de empezar con la rutina universitaria, hice que Kosuke se hiciese unos análisis para comprobar que no tenía ninguna enfermedad venérea, pues con el trabajo que había elegido era fácil que pillase alguna y no quería contagiarme yo. Una vez segura de que estaba limpio podría utilizarlo para mis fines.

Al día siguiente y con unos análisis perfectos me fui con Kosuke de compras. A mi primo le gustaba vestir como una mujer y eso me excitaba pero no me hacia la menor gracia que cogiese mi ropa, así que nos fuimos a comprar ropa para él. Fuimos a unos grandes almacenes donde compramos bastante ropa para él, sobre todo muchas minifaldas y ropas ajustadas. Evidentemente y para no llamar la atención Kosuke vestía ropa de mujer.

Después fuimos a una tienda de ropa interior para continuar equipando a mi primo. Era casi la hora de cerrar cuando llegamos.

- Vamos a cerrar - dijo la dueña de la tienda que estaba de espaldas a la puerta cuando entramos - Sería mejor que viniesen después de comer.

- Venga ya, Ana - le dije a la dueña - Sabes que yo siempre busco un trato especial.

Al reconocerme la dueña de la tienda vino hacia mí y me dio un beso en cada mejilla mientras sin preocuparse por el hecho de que estaba acompañada me abrazó y me cogió el culo. Ana, una mujer de cincuenta años muy atractiva y con un pecho descomunal, me conocía desde que mi madre se casó con Alberto y era una de las escasas personas que sabía lo nuestro. Ella conocía a mi madre y mi padrastro desde hacia varios años y había mantenido relaciones con ellos numerosas veces. De hecho, mi madre se lo montaba con ella cada vez que iba a comprar allí ropa interior y desde su boda me había hecho participe de su especial relación con la dueña de la tienda. A mi también me gustaba ir allí comprar ropa interior en parte porque tiene prenda muy especiales, como a nosotros nos gusta, y en parte porque follar con ella es estupendo.

- Me alegro de verte, Sabrina - me dijo sonriente mientras miraba a mi primo, para a continuación preguntarme - ¿Quien es esta amiga tuya tan guapa?.

- Oh, una persona muy especial que necesita una buena cantidad de ropa interior de esa que tu sabes - respondí yo.

- Entonces acompañadme a la trastienda que allí podréis elegir con total libertad mientras yo cierro.

Pasamos a la trastienda y allí tenía una habitación donde tenía dispuesta una gran cantidad de ropa interior de la que normalmente solo se ve en los catálogos de artículos eróticos o pornográficos. Entre mi primo y yo elegimos varios modelos para él y comenzó a probarse uno. Se puso un tanga negro de encaje con un corsé a juego rematando el conjunto unas medias de rejilla negras y un liguero rojo. Estaba estupendo y visto de espaldas parecía totalmente una chica, porque de frente su erección y su escasez de busto le delataban. Justo en ese momento entró Ana que se quedó deleitándose con la vista trasera de mi primo.

- Te queda perfecto, amor - dijo Ana.

- Bueno ahí un pequeño problema que no se si podrás solucionar - dije yo.

- ¿Cual, amor? - me preguntó la cincuentona.

Hice que mi primo se diese la vuelta aunque este no parecía muy a gusto con la idea de que alguien viese en esa situación que era un chico, aunque no se negó porque sabia que estaba a mi merced.

- Este es el problema - dije yo a Ana - Con un bulto así no queda bien el tanga.

Ana se quedó de piedra cuando vio que lo que ella creía ser una chica oriental tenía una polla de un respetable tamaño totalmente erecta bajo el tanga.

- Eso lo soluciono yo en un momento - dijo Ana mientras se abalanzaba sobre aquel pene duro como una roca.

Mi primo se dejó hacer mientras que yo desnude a Ana sin que esta dejase de chupar un solo momento. Pronto la madura estuvo en ropa interior y pude ver que como acostumbraba tenía clavado en el culo un grueso consolador a pilas que vibraba silenciosamente en el recto de la mujer. Ana chupaba con ganas buscando que mi primo se corriese rápidamente y justo cuando estaba a punto de lograrlo me pidió que le acercase un vaso que estaba encima de una mesa. Yo así lo hice y una vez tuvo el vaso Ana terminó de ordeñar a mi primo haciendo que toda la corrida se depositase en el recipiente. Después se lo dio a mi primo y este sin necesidad de ninguna petición apuró todo el contenido de la vasija sin dudar y con cara de disfrutar del trago. Yo me quite la falda y abrí la entrepierna de mis braguitas de encaje colocando mi coño ante la cara de Ana. Esta se lanzó a devorar mi clítoris, haciendo uso de todos sus conocimientos en las artes lésbicas, mientras que Kosuke se puso a hacer lo propio con el coño de Ana.

La madura me lamía el coño con total maestría recorriendo con su lengua mi clítoris, pasando a sorber mis labios vaginales para luego centrarse en el interior de mi vagina, recorrido que realizó varias veces sin olvidarse de visitar mi ano y jugar con el cordón de las bolas chinas allí alojadas, a lo largo de su exploración de mi sexo. Kosuke hizo lo mismo con Ana, aunque dedicaba mucho tiempo a jugar con los aros que perforaban los labios vaginales y el clítoris de Ana.

Tanto sexo oral me proporcionó varios orgasmos que humedecieron la cara de la cincuentona la cual bebía mis flujos con total delectación. Ana por su parte también estaba disfrutando de las lamidas de Kosuke como delataba los chorros de flujo, iguales a geiseres, que lanzaba su coño cada vez que llegaba al culmen del placer.

Una vez satisfechas sus ansias lamedoras hice que Ana se empalase sobre la polla de Kosuke y así los dos follaron para mí. Yo por mi parte me senté en una silla para ver el espectáculo que los dos me proporcionaban mientras ensanchaba mi culo con el consolador que hasta hace un momento Ana tenía en el suyo, tras meter mis bolas chinas en el recto de Kosuke. Mientras introducía mas y mas el falo de látex en mi interior Kosuke le follaba el coño a Ana, aunque esta pronto se la sacó del coño y se la enfundó en el ano. A continuación se introdujo el puño en el coño y así doblemente abierta Ana gemía de placer mientras yo empapaba la silla con mis corridas,

La fiesta terminó cuando llegó Victoria, la hija de Ana, una chica de 23 años bastante gorda pero atractiva aun con todo. Tan viciosa como la madre y también conocedora de mi situación llegó justo a tiempo para ser la receptora de la corrida de Kosuke la cual dijo le serviría como alimento ahora que había decidido comenzar una dieta.

De la tienda salimos con una gran colección de ropa interior para mi primo, pero las compras no habían terminado. Tras comer fuimos a una zapatería donde tenía con el dueño una relación tan buena como con Ana. Al llegar allí, Óscar se deshacía en atenciones para con nosotras y nos invitó a pasar a una habitación reservada donde nos atendería el personalmente. Yo le dije que todo el calzado era para mi amiga y que seria con ella con quien debería ser especialmente solicito. Mientras Óscar buscaba los zapatos le dije a Kosuke que debería hacer todo lo que Óscar quisiese y sin dudar ni un minuto.

Cuando Óscar volvió yo me senté en una esquina de la habitación esperando a ver el espectáculo. Óscar descalzó a mi primo y comenzó a acariciarle los pies. Mi primo se bajó las medias que vestía y Óscar terminó de quitárselas para pasar a continuación a lamerle los pies. Óscar se dedicó, como buen fetichista de los pies, a lamerlos cuidadosamente y a acariciarlos. Óscar chupaba cada dedo con delicadeza cubriéndolo con su saliva lo cual encantaba a Kosuke quien no dejaba de suspirar de placer. Tras dedicarse un buen rato a dicha labor, Óscar comenzó a ascender por las piernas cubriéndolas con su saliva caliente hasta que llego a su falda. Cuidadosamente la levantó y siguió con su labor hasta que llegó a la entrepierna de Kosuke. Sin dudar llegó hasta el tanga que mi primo llevaba y lo apartó para encontrarse ante el pene de mi primo que después de la aventura de antes de la comida no estaba muy en forma. Óscar no dudó un momento y se lo metió en la boca lamiéndolo y chupandolo con mucho cuidado hasta que estuvo de nuevo erecto. Logrado esto Óscar se bajo los pantalones y plantó su verga ante la boca de Kosuke. Este se lanzó desesperado a chupar aquella venosa polla y lo hacia con suma maestría pues Óscar no paraba de gemir ni un minuto ante las lamidas de mi primo. Kosuke se tragaba aquel nabo completo sin dejar ni un poco a la vista. Óscar agarró la cabeza a Kosuke para que siguiese chupando, lo que yo sabia que anunciaba una corrida inminente pues a Óscar solo le gusta correrse en la boca y que su compañera se trague su néctar. En efecto al cabo de pocos instantes Óscar se corrió de modo industrial en la boca de mi primo. Luego mi primo limpio primorosamente la polla del zapatero con su lengua y los dos recompusieron su indumentaria. Tras esto elegimos varios pares de zapatos y volvimos a casa.

Al bajar del coche le dije a Kosuke que olvidase las compras y se desnudase. Kosuke dejó sus ropas en el garaje y yo cogí unas cuerdas y un antifaz que llevaba escondidos en el coche y sin perder un momento lo até y le coloqué el antifaz de modo que no viene nada. Después le coloqué sendos tapones en los oídos de manera que no pudiese oír nada. De tal guisa y dando pasos muy cortos lo lleve hasta el antiguo despacho de mi padre. Allí esperaban ansiosos mi madre y mi padrastro.

Una vez en la habitación até a Kosuke en el potro dejando expuesto y bien alzado su culo y con las piernas bien abiertas. En tal posición cogí unas pinzas y unas pesas y se las coloque en los testículos. Kosuke se quejó muy levemente, pero aceptó mi maniobra. Después cogí una fusta y comencé a azotarle con fuerza el culo y la espalda. Kosuke se debatía ante mis azotes y hacia que las pesas se balanceasen aumentando así la cantidad de sensaciones dolorosas que recibía, pero el condenado no gemía de dolor sino que jadeaba de placer. Después de un rato me cansé de azotar a mi primo, este tenia todo el culo rojo al igual que la espalda y la cara interior de los muslos y si seguía azotándole podía terminar haciéndole alguna herida y eso no me gustaba.

Di paso a que mi padre pudiese disfrutar de mi primo. Alberto dejó de masturbar a mi madre y se acercó a Kosuke. Cogió una vela encendida y un grueso vibrador. En primer lugar le enchufo el dildo a mi primo en el culo y luego fue dejando caer la cera caliente sobre el cuerpo de mi primo. Los chorros de cera se fueron acumulando en las nalgas, al espalda, el cuello e incluso los testículos de mi primo, haciendo que este gimotease de placer y dolor, hasta que justo antes de que la vela se consumiese, mi padrastro extrajo el consolador del ano de Kosuke y vertió en su interior una buena cantidad de cera que se deslizó por su recto como si de semen hirviente se tratase. Mi primo se corrió en ese mismo momento lanzando una cantidad sorprendente de semen.

A la vez mi madre y yo nos masturbábamos mutuamente con suma suavidad y cuidado prolongando al máximo el placer mutuo. Mi padre por su parte y una vez consumida la vela pasó a montar a mi primo. Le metió su pollón hasta los cojones y mi primo gritó de placer animándome a que le enculase mas fuerte, sin darse cuenta de que no era yo quien lo estaba sodomizando. En medio de la bestial enculada que estaba recibiendo yo dejé a mi madre y me puse frente a mi primo. De un tirón le quite la venda y se encontró con que yo estaba frente a él. Muy sorprendido giró la cabeza para ver quien era su sodomizador y se encontró con que era Alberto. Kosuke miró también a su alrededor y vio a mi madre desnuda y masturbandose a la vista del espectáculo. No le costó mucho darse cuenta de lo que allí pasaba.

- Así que los tres folláis entre vosotros - aseveró mi primo.

- Si, y tu llegada nos estropeó el asunto - dije yo - Todo esto ha sido para ver si podrías ser nuestro compañero de sexo.

- Si eso era lo que queríais solo teníais que pedirlo - dijo Kosuke.

- No era tan fácil, pues no sabíamos que eras una verdadera putita - dijo mi madre.

- Eso ya no importa - terció mi padrastro - Lo que importa es que ahora tenemos a alguien mas de la familia dentro de nuestro grupo, y cuantos mas seamos mas disfrutaremos.

Yo volví con mi madre para continuar masturbandonos, mientras que mi padre siguió enculando a Kosuke hasta que su corrida se hizo inminente. Entonces le metió la polla en la boca y allí libero su semen, que mi primo tragó gustoso. Por nuestra parte mi madre y yo terminamos corriendonos la una en la boca de la otra disfrutando así de una buena cantidad de flujo.

Así terminó la primera sesión de sexo que tuvimos los cuatro, pero evidentemente no fue la única. Kosuke estaba encantado por la relación tan especial que había en mi casa y cuando le llegó la hora de volver a su país convenció a sus padres de que se quedaría a estudiar una carrera aquí, viviendo con nosotros, sobre todo después de que Alberto le pagase la operación que convirtió a Kosuke en casi una chica. Ahora que éramos cuatro la diversión se había incrementado, y pronto habría nuevos aumentos en la cantidad de diversión.​
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heranlu

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Sabrina y las Aventuras en Familia - Capítulos 04



Una vez solucionado el problema de la llegada de mi primo Kosuke las cosas volvieron a la situación previa a su llegada. Ahora los cuatro llevábamos en casa una vida promiscua de sexo a granel que nos satisfacía a todos, sobre todo a mi y que llego a una cúspide cuando Kosuke consiguió sus pechos y se convirtió totalmente en un transexual. Pero la vida es un continuo cambio y pronto tuvimos cambios en la familia, los cuales consistieron en que nos mudamos de casa.

La nueva casa era un autentico palacio. Alberto había encargado a su empresa que la construyese un par de meses antes de que se casase con mi madre y en tan breve plazo de tiempo habían hecho un trabajo excepcional, al fin y al cabo mi padrastro es el dueño de la empresa. La casa tiene dos plantas con quince habitaciones con baño, tres salones (uno de ellos para grandes celebraciones), una sauna, pista de tenis, piscina cubierta, un sótano inmenso, una buhardilla también grandísima, calefacción y aire acondicionado centralizado y un gran jardín con arboles alrededor, todo ello circundado por una alta verja con numerosos sistemas de seguridad. Nuestra nueva morada era impresionante y realmente demasiado grande para el pequeño numero de gente que la ocupábamos, mas aun por el hecho de que pasábamos la mayor parte del tiempo en la buhardilla. Esta había sido decorada de igual modo que el despacho de mi difunto padre en nuestra otra casa, solo que ahora teníamos mas espacio para las películas y los artefactos de sexo y por otro lado habíamos llenado las paredes de grandes cuadros con escenas de sexo salvaje. Ademas había unas cuantas habitaciones decoradas para ambientar mejor algunas fantasías sexuales, así teníamos un aula de un colegio de monjas, una celda y también una camara de tortura medieval, ademas de una biblioteca provista de una increíble colección de novela eróticas y de revistas pornográficas y una sala solo para ver las películas porno. De modo que evidentemente era allí donde estábamos mas a menudo pues allí podíamos disfrutar a nuestras anchas sin molestarnos por tener que recoger nuestros juguetes por si venían visitas.

Mi madre fue la única que puso pegas a la nueva casa pues ella no podía ocuparse de llevar tan inmensa casa y ademas conservar su recién adquirido trabajo. Ella quería que contrastásemos a alguien que la ayudase en esas labores, pero los demás eramos renuentes porque podía suponer tener que dejar nuestro particular estilo de vida y ella se daba cuenta de ello. De todos modos entre los cuatro tratábamos de encontrar la solución a este problema. Fue Akiko, que era como llamábamos a Kosuke ahora, quien nos ofreció una posible solución. Había conocido a un chico ucraniano que hacia poco que había llegado a España con su hermana, de manera irregular. Los dos eran huérfanos y sin familia en su país natal y tampoco tenían amigos en nuestra ciudad, tan solo algunos conocidos. Ademas según Akiko el chico estaba buscando un nuevo trabajo y su hermana estaba en el paro, sin olvidar que mi ahora prima decía que tanto el chico como su hermana eran muy atractivos.

Alberto decidió entrevistarse con ellos para ver si eran quienes necesitábamos para el trabajo. La entrevista fue totalmente satisfactoria para mi padre, quien arregló los documentos precisos para regularizar su situación en el país y para contratarlos. No les dijimos nada en particular acerca de nuestra especial relación aunque nos aseguramos de que fuesen conscientes de que debían ser absolutamente reservados acerca de lo que ocurriese en la casa y así específicamente en el contrato señalo mi padrastro que la menor indiscreción supondría perder el empleo. Por otra parte el hecho de que no tuviesen ni familia ni amigos aseguraba dicha discreción, por no olvidar el hecho de que ellos vivirían también en la casa. Por nuestra parte el plan consistía en incitarles a que se uniesen a nosotros sin forzarles en ningún caso, así evitaríamos cualquier tipo de problema legal.

Una vez arreglado todo el papeleo y conscientes de la situación, Stephan y su hermana Ludmilla se mudaron a nuestra casa. La sorpresa en aquel día fue mutua. Por parte de mi madre y mía porque Stephan y Ludmilla eran realmente hermosos. Stephan es rubio con los ojos de un color azul intenso, al igual que su hermana. Los dos tienen unas bellas facciones enmarcadas por sendas melenas, mas largas en el caso de Ludmilla. Stephan esta muy bien proporcionado con el cuerpo de una estatua de un atleta de las olimpiadas antiguas, aunque con mejor pene, mientras que Ludmilla también tiene una figura espectacular que se ajusta al patrón clásico de 90-60-90.

La chica me atrajo al instante, y era la primera vez que me sentía así con una mujer, pues aunque, había follado con mujeres esta era la primera vez que una mujer me despertaba una rotunda necesidad de follar con ella. Sus rasgos faciales, una mezcla explosiva de candidez y picardía, y su graciosa naricilla respingona me cautivaron al instante. No podía apartar la mirada de aquella Venus de dieciocho años.

Por parte de los dos hermanos la sorpresa fue que les recibimos desnudas. Los dos estaban atónitos cuando mi padre tras presentarnos tomó la palabra:

- Esta es la razón por la que pedimos total secreto en cuanto a la vida aquí. Nos gusta practicar el nudismo y no queremos que por ahí se enteren de lo que hacemos en casa - dijo mi padre - Vosotros sois libres de ir vestidos o no en casa, y por otro lado si creéis que esta situación es demasiado violenta como para trabajar aquí, podéis marcharos si queréis. Os daré un mes de sueldo a cambio de que seáis discretos.

Los dos hermanos se miraron unos instantes esperando que fuese el otro quien tomase una decisión, al final fue Stephan quien habló:

- Nos quedamos. Este es un buen trabajo y no es problema que ustedes quieran estar desnudos en su casa si no es obligatorio para nosotros estar también desnudos.

Los días siguientes empezaron con su labor, Stephan se ocupaba del mantenimiento del jardín y la piscina ademas de ayudar en otras labores de la casa mientras que su hermana se ocupaba de la cocina y la limpieza. Los dos hermanos trataban de no delatar la excitación que les producía aquello. Stephan no podía evitar mirarme con deseo cada vez que pasaba desnuda cerca de él y bajo su pantalón se vislumbraba un pene considerable. Al fin y al cabo yo tampoco estoy nada mal, pues mido 1,73 metros, tengo el pelo negro y los ojos verdes y mis medidas son 87-55-89. Aunque también miraba con ojos lujuriosos a mi madre e incluso a Akiko, aunque al principio le sorprendió descubrir que quien el pensaba que era una chica tenia un pene entre las piernas. Ludmilla por su parte era mas vergonzosa y trataba de no fijarse en mi padre ni en nosotras.

Por nuestra parte seguimos con nuestra vida como antes solo que si estábamos follando y aparecían ellos disimulábamos como si no hiciésemos nada. La idea era ir provocandoles pero sin que pudiesen acusarnos de montar un espectáculo obsceno contra su voluntad. Aun así los dos se mostraban algo recatados y no se atrevían a dar el paso adelante quizás temiendo por su situación laboral. Estando así las cosas tendríamos nosotros que traerlos a nuestro terreno, aunque habría que andar con pies de plomo para evitar problemas.

Yo fui la primera en actuar, pues no podía quitarme de la cabeza la idea de disfrutar del cuerpo de mi bella criada. Aprovechando que estaba sola en casa con ella, pues mis padres estaban de viaje y Stephan había acompañado a Akiko a los grandes almacenes, inicie mi movimiento.

Mientras me daba un baño la llamé para que viniese al cuarto de baño, cosa que hizo al momento pues Ludmilla es una chica muy diligente.

- ¿Que desea la señorita? - me preguntó Ludmilla con un perfecto castellano en cuanto entró en el cuarto de baño.

- No encuentro la esponja con mango para frotarme la espalda - mentí yo que la había escondido a este efecto - Frotame la espalda con esta otra esponja, por favor.

Ludmilla se acercó a la bañera mientras se agachaba. Justo cuando estuvo a mi lado deje caer el bote de gel que sostenía con la otra mano. Como el bote era grande salpicó mucho y gran parte del agua fue a caer sobre la ucraniana, que acabó con toda la ropa empapada. Ludmilla estaba sorprendida por lo ocurrido y yo fingí estarlo también.

- Lo siento, Ludmilla - dije yo con falso azoramiento - Perdona este desastre.

- No importa, señorita - replicó ella con una preciosa sonrisa - Perdone pero tendré que cambiarme de ropa.

- Mujer, espera un momento - dije mientras le agarraba la mano para que no se fuese - Frotame la espalda. Ahora que ya estas mojada no tienes que preocuparte por volverte a mojar.

- Es que no me gusta estar con ropa mojada encima - repuso ella.

- Pues desnudate y me frotas entonces la espalda - dije yo resueltamente.

Ludmilla se quedo callada unos instantes.

- No me dirás que te da vergüenza - continué yo - No has aprendido de nosotros que el desnudo no es nada de que avergonzarse, sobre todo siendo tan hermosa como tu.

- No exagere, señorita - dijo ella mientras se ruborizaba - Usted si que es hermosa.

- Bueno no discutamos y venga haz lo que te he dicho - le respondí.

Sin apenas mas vacilaciones Ludmilla se desnudó, dejando al descubierto su precioso cuerpo. Sin prisas y sin ningún recato repase de arriba a bajo a la chica y simplemente puede ser descrita como una autentica beldad. Ludmilla se dio cuenta de mi mirada inquisidora pero no dijo nada, tan solo se agachó y empezó a frotarme la espalda con sus pequeñas y suaves manos. Sentir el contacto de su piel con mi piel me producía una sensación muy placentera, pero muy pronto terminó la labor que le había encomendado y trató de marcharse.

- No te vayas Ludmilla, aun necesito tu ayuda - le dije.

La chica se quedo en pie frente a la bañera mientras yo me enjuagaba el cuerpo y luego me tendió la toalla para secarme. Una vez fuera de la bañera y seca me pregunto Ludmilla:

-¿Que mas tengo que hacer?.

Yo cogí del armario del baño unas tijeras, una maquinilla de afeitar desechable y espuma de afeitar. Me senté en un taburete tras quitarme la toalla y separe bien mis piernas, dejando mi coño al descubierto.

- Tengo el vello del coño muy descuidado, quiero que tu me lo afeites - dije yo con seguridad.

Ludmilla me miró extrañada porque ella tenia el vello púbico como yo, salvo que de color rubio, pero acató mi orden y se arrodilló entre mis piernas. Le di las tijeras para que rebajase la cantidad de vello antes de que usase la cuchilla, porque realmente hacia mucho que no me depilaba, hasta el punto que la noche anterior Alberto me había castigado con su fusta por tener el vello tan largo. Con mucho cuidado ella me cortó el vello dejando caer al suelo los pequeños mechones que iba cortando. La suavidad de su actuación me estaba poniendo a mil por hora y comenzaba a humedecerse mi coño, lo cual Ludmilla advertía. Después me untó la espuma de afeitar y con mucha delicadeza fue pasando la cuchilla sobre el corto pelo que aun quedaba hasta que mi coño quedó como el de una niña. Una vez terminó pase mi mano sobre mi pubis para sentir la suavidad de la recién depilada piel.

- Lo has hecho muy bien - le dije a Ludmilla con una sonrisa.

- ¿En serio? Es la primera vez que lo hago - replicó ella con mirada picara.

- Si, toca y veras lo suave y bien que me has dejado el pubis - invité yo a la chica.

Ludmilla se dejó llevar y sin dudar pasó su mano sobre mi coño y no solo sobre mi monte de Venus, pues sus dedos también pasaron sobre mis labios vaginales. Este contacto me produjo un escalofrío de placer que Ludmilla notó, e hizo que se sonrojase. La ucraniana se levantó con intención de marcharse pero yo la agarre por la mano y lo evite.

- ¿Te gustaría que yo te depilase a ti? - le pregunté sin rodeos a Ludmilla.

- Si, por favor - respondió entrecortadamente la chica.

Ahora repetimos el ritual siendo yo la que la depilaba. Cuando terminé, ella se paso la mano sobre el húmedo y virgen coño disfrutando de esta nueva situación. Sin esperar a que ella me dijese nada yo pase con mucha suavidad mi mano sobre su vulva y luego la lamí. Ludmilla no dijo nada solo me miró con ojos de deseo y entonces yo la besé en los labios. Ella respondió a mi beso abriendo la boca permitiendo que con mi lengua explorase el calido interior de su boca. Comenzamos a juguetear con nuestras lenguas enroscandose entre si sin parar. La situación se desarrolló rápidamente y Ludmilla con manos dubitativas comenzó a acariciarme. Yo por mi parte comencé a acariciar sus senos sopesandolos cuidadosamente, para luego acariciar su pezones terminando por pellizcarlos. En ese momento Ludmilla gimió de placer. Esto me dio una idea y volví a pellizcarle los pezones pero mas fuerte, y su respuesta fue un gemido mayor. Esto me pareció un indicativo de que podría gustarle probar la sumisión, lo que resultó ser exacto. Tras sus pechos pasé a ocuparme de su coñito, acariciando sus labios y su clítoris, para luego pellizcarlos y tirar de ellos entre los gemidos de placer de la ucraniana.

La situación estaba ya al rojo vivo cuando yo interrumpí a Ludmilla.

- ¿Te gusta esto? - le pregunté a Ludmilla.

- Si, mucho - respondió entre jadeos.

- ¿Serias capaz de hacer lo que yo te diga?, pero sin vacilar, obedeciendome en todo.

- Claro - respondió Ludmilla - Pero sigamos.

- A partir de ahora yo soy la que mando aquí, entendido Ludmilla - le dije con voz autoritaria - Tu harás todo lo que yo te ordene y solo te dirigirás a mi como ama.

- Si, señorita.

Le di un cachete en la mejilla y con mirada severa le pregunté: - ¿Que te he dicho?.

- Si, ama - volvió a responder.

Fuimos a mi habitación y allí cogí de mi armario una serie de prendas para vestir a mi criada y ahora esclava. Le puse unos shorts de cuero con una abertura en la entrepierna cerrada con una cremallera, un sujetador también de cuero que tan solo servia para remarcar su pecho y alzarlo, unas medias de rejilla, unos zapatos de tacón de aguja negros, un collar de perro con tachuelas metálicas y una mascara de cuero a la que podía cerrar las aberturas de los ojos y la boca. Por mi parte yo me puse unas medias con liguero negras y un corpiño de cuero rojo junto con unas botas con tacón de aguja a juego con el corpiño que llegaban hasta mis rodillas.

Ludmilla trató de dar unos pasos con su nuevo calzado pero no estaba acostumbrada a este tipo de zapatos y perdió el equilibrio cayendo sobre la cama y casi haciendome caer a mi.

- Vaya si no sabes caminar tendrás que ir a cuatro patas - le dije con voz severa.

Trato de ponerse de nuevo en pie pero entonces la azote con una fusta en las nalgas y le pregunté: - ¿Acaso no has oído lo que he dicho?.

Ludmilla se quedo dubitativa, pero un nuevo fustazo en el culo propinado con mas fuerza la llevó a obedecer. Una vez de rodillas acaricié sus pechos con el extremo de la fusta mientras que con la puntera de la bota sobaba su coñito por encima de los shorts. A Ludmilla aquello le estaba gustando lo cual me placía, pero era mas lo que yo tenia planeado. Cogí una correa y la uní al collar de la sirvienta y luego le cerré las aperturas de los ojos para que no viese donde ibamos.

- Vamos, adelante perrita - jaleaba a Ludmilla mientras tiraba de la correa.

La chica avanzaba despacio sin poder ver nada y yo comencé a azotar su trasero mientras le exigía que avanzase mas deprisa. La llevé hasta las escaleras que conducen a la buhardilla e hice que las subiese. Una vez dentro la llevé hasta la mazmorra donde me senté en una butaca muy parecida a un trono con ella a tumbada a mis pies, siendo en ese momento cuando le abrí de nuevo las aperturas de la capucha. Ludmilla miró a su alrededor sin reconocer donde la había llevado y sus ojos mostraban ansiedad por esa circunstancia. Antes de que pudiese reaccionar de modo inesperado le dije:

- No te preocupes, tu única misión ahora es complacerme en todo lo que te diga, ¿de acuerdo?.

- Si, señorita - respondió ella aunque al ver que iba a golpearla con la fusta rectificó diciendo: - Si ama, si ama.

De poco le sirvió porque aun así le azoté los pechos con fuerza mientras que le decía que si oía algún quejido tendría mas castigos. Ludmilla no se quejo en cambio se puso mas caliente pues aumentaron sus jadeos de placer y se estremecía por las sensaciones erógenas que recorrían su cuerpo.

Levanté una de mis piernas y le dije que me lamiese la bota. La ucraniana aprendía rápido y se aplicó a lamer el cuero rojo de la bota con fruición hasta que toda ella estuvo reluciente. Hice que chupase los tacones como si mamase una delgada polla y aunque nunca había hecho una felación gracias a mi indicaciones rápidamente lo hizo a las mil maravillas. Todo este tratamiento lo repitió con la otra bota, hasta que me aburrí. Entonces hice que me descalzase y me lamiese los pies. Cada unos de los dedos fue lamido con total devoción pues en cuanto me disgustaba mínimamente la actuación de Ludmilla golpeaba su espalda con mi fusta, siguiendo así hasta que hubo lamido por completo mis pies y tuvo la espalda totalmente cruzada por las señales de mis fustazos. Ludmilla en todo aquel rato no se quejó en absoluto muy al contrario disfruto mucho pues apenas podía contener sus gemidos y sus muslos brillaban gracias a los fluidos que se deslizaban por ella procedentes de su sexo y que brotaban aun cuando vestía los shorts de cuero. Entonces le dije que siguiese lamiendome pero ahora las piernas. Lentamente fue subiendo por ellas, pues hice que me las lamiese a fondo. Me encantaba sentir el contacto húmedo de su calida lengua recorriendo mis piernas arriba y abajo o haciendo círculos sobre ellas. Luego le di permiso para que siguiese subiendo y le ordene que me lamiese el coño. En ese momento se volvió a detener debido a las dudas, pero una nueva serie de golpes de fusta, esta vez en sus gloriosos pechos la llevaron a obedecer. Torpemente me lamía los labios vaginales y el clítoris recorriendolos en toda su extensión. Yo le agarré la cabeza dirigiendola para que me lamiese el clítoris o el interior de mi vagina con mas intensidad, y pronto Ludmilla no necesito de mis indicaciones para satisfacerme plenamente. La verdad es que Ludmilla estaba resultando una esclava muy fácil de domar y muy lista.

Estuvimos así al menos media hora durante la cual mi esclava me proporciono como media docena de orgasmos gracias a su infatigable labor bucal. Ahora que Ludmilla había degustado mis flujos vaginales me pareció el momento adecuado para continuar con su adiestramiento y hacer que probase otro de mis fluidos. Hice que Ludmilla se pusiese de rodillas con la cabeza levantada y la boca abierta mientras que yo me ponía de pie dejando mi coño a la altura de su boca.

- No te muevas y no cierres la boca - ordene a la ucraniana que no se imaginaba lo que pensaba hacer.

Deje fluir un chorro de calida y amarilla orina y la reacción de la chica fue apartarse y cerrar la boca. Como ya había temido esta reacción corté de inmediato mi meada y con la fusta azoté a mi esclava en los pechos con fuerza para que gritase de dolor.

- Te permito que bebas mi meada y tu haces esto - le recriminé a Ludmilla - Voy a tener que castigarte mas duramente para que aprendas a obedecer.

Este era el momento crítico pues si Ludmilla se sometía en ese trance ya estaría segura de que obedecería todo lo que yo quisiese aunque tuviese que castigarla un poco para que acatase mis ordenes, en cambio si se rebelaba no habría nada que hacer y perdería mi oportunidad. Ludmilla no se rebeló y cuando le dije que me mostrase las manos las tendió hacia mi dócilmente esperando que yo la castigase por su desobediencia. Le coloque sendas muñequeras acolchadas las cuales llevaban cada una gruesa argolla metálica. Coloque en las argollas los extremos de dos cadenas que pendían del techo y las aseguré con candados. Una vez así comencé a tirar de las cadenas alzando los brazos de la ucraniana cada vez mas hasta que en primer lugar se tuvo que poner de puntillas y después quedó suspendida en el aire, colgando de los brazos. Ludmilla se balanceaba mientras se quejaba de dolor, para evitar que siguiese moviendose sin control le asegure las piernas de igual modo que había hecho con sus brazos, permitiendo así que su bamboleo fuese menor.

Entonces tomé de un estante un montón de pinzas de cocodrilo metálicas, con unos buenos dientes y muy apretadas. Distribuí por el cuerpo de la chica las pinzas, colocando una en cada uno de sus pezones y en el clítoris mientras que en los labios vaginales y en los pechos propiamente dichos coloqué varias. Ludmilla gritaba de dolor cada vez que situaba una de las pinzas pero pronto volvía a emitir sonidos guturales de placer pues realmente le gustaba lo que le estaba haciendo. Como esta tortura terminó muy pronto pasé a un nuevo tormento. Del mismo estante cogí una serie de pesas, todas ellas de refulgente metal y de medio kilo de peso, especiales para colgarlas de las pinzas. Fui colocando en cada una de las pinzas una pesa y tan gran peso estiró los pezones y el coño de la ucraniana como si fuesen de goma. La chica gemía de dolor y placer mientras brotaban de sus ojos grandes lagrimas y murmuraba algo en ucraniano.

- Habla en español, zorra - le dije a la vez que le daba un bofetón en la cara.

Entonces ella dijo en su casi perfecto castellano: - Mas ama, castígueme mas.

Parecía que esta chica no tenia limites y eso me gustaba así que decidí seguir con mis castigo sin ninguna contemplación. Cogí una paleta de madera y comencé a golpearle el culo a Ludmilla. Daba golpes secos y precisos en su precioso trasero que le arrancaban alaridos, no se si de dolor o placer. Le azotaba el culo de manera metódica y precisa, sin precipitarme para que pudiese apreciar el dolor de cada azote en su justa intensidad. Cuando el culo de la ucraniana estuvo al rojo vivo, paré y decidí centrarme en mortificar otra zona de su anatomía. Dejé la paleta y tomé un látigo de varias puntas con extremos metálicos. Estos tan solo eran pequeñas bolas de acero de tan solo 5 milímetros de diámetro, pensadas para no hacer heridas pero si causar dolor. Azoté con mi látigo a mi esclava a placer, incidiendo unas veces sobre su espalda, otras sobre sus pechos, a menudo sobre su vulva. Como le había vendado los ojos no sabia ni cuando ni de donde le vendría el latigazo y eso hacia que a cada golpe ella se debatiese debido a la sorpresa de dolor lo cual hacia que las pesas se balanceasen estirando aun mas su flexibles pezones, clítoris y labios vaginales.

Después de casi veinte minutos de tratamiento casi todo el cuerpo de Ludmilla estaba muy rojo , mientras que sus piernas eran un río de flujos vaginales y entonces decidí parar. La descolgué y la liberé de sus ataduras a lo que Ludmilla respondió con sonidos desaprobadores aunque no osó discutir lo que hacia pues no sabía cual sería mi reacción.

- Ahora vuelve a abrir la boca y ponte de rodillas con la cabeza erguida - ordené a Ludmilla mientras le volvía a dar un latigazo en los pechos.

Ella lo hizo así sin tardar un segundo y yo volví a mear en su boca. Ahora Ludmilla no se retiró de hecho se lo bebió todo hasta la ultima gota y luego me limpio el coño con la boca. Como ahora había actuado conforme a mis ordenes le acaricie la cara suavemente y el pecho mientras con mirada aprobadora le decía: - Ves puta, si acatas mis ordenes todo es mucho mas fácil.

- Tenéis razón ama - respondió ella.

- ¿Eres virgen? - le pregunté aunque era capaz de adivinar su respuesta afirmativa.

- ¿Como? - preguntó ella con gesto de no entender que le estaba preguntando.

-¿ Que si te han follado alguna vez, o sea si has hecho el amor? - aclaré yo.

- No ama, nunca - fue la respuesta de Ludmilla.

Era estupendo pues por fin podría desvirgar a una chica que era una cosa que soñaba desde hacia meses. Por otro lado sabia que esta primicia la querría mi padrastro para él y seguro que me recompensaría si yo le entregaba a mi esclava sin abrir. La decisión era difícil y al final opté por desvirgarle solo el coño, seguro que Alberto disfrutaría el desvirgarle el culo lo suficiente como para recompensarme, pues de hecho es un adorador del sexo anal.

Tiré fuertemente del collar de Ludmilla y la llevé hasta el potro. Allí la até dejándole el culo en pompa. Le até las piernas muy abiertas, todo ello sin quitarle las pinzas ni las pesas. Una vez puesta en posición busqué un consolador con arnés que fuese digno de esta ocasión. No me costó demasiado decidirme y cogí un vibrador doble con arnés de color negro, cuyas dos pollas median 28 cm de largo y 9 de grosor. Era realmente un monstruo pero era lo indicado para la ocasión. Me introduje mi extremo con rapidez hasta que me llenó totalmente por dentro y luego aseguré las correas. Entonces me coloqué detrás de mi esclava, escupí en su coño y luego en la punta del vibrador y comencé la penetración. Me costaba alojar aquel gigante en el virgen coño de Ludmilla quien gritaba de dolor, gemía y decía entrecortadamente en ucraniano y en español que se la metiese mas y le hiciese daño. Mi empujones además de clavar el consolador en el coño de Ludmilla también me abrían mas a mi pues mi extremo entraba cada vez mas aunque me parecía algo imposible. Me estaba costando abrir a la ucraniana pero poco a poco le fui metiendo el consolador hasta que estuvimos en contacto, mi pelvis contra su culo. Entonces comencé a bombear mientras que ponía en marcha la vibración del consolador. Una vez abierta del todo y gracias al torrente de flujos que generaba y no en poca medida gracias a la hemorragia que mi salvaje desvirgación le había causado fue mas fácil mover el juguete en su interior. Ludmilla se agitaba con mis embates, balanceando las pesas que pendían de sus partes intimas, pero el dolor que le causaban las pesas era ahogado por el mar de sensaciones placenteras que mi penetración le estaba deparando. Pronto Ludmilla comenzó a dar alaridos de placer llevada por las sensaciones que se acumulaban a lo largo de todo su cuerpo. Impresionantes chorros de fluidos vaginales surgieron del coño de Ludmilla justo cuando alcanzó el mas potente de sus orgasmos. Yo también llegué en ese momento al clímax lanzando salvas de flujos vaginales a mansalva. Tras este shock sexual estábamos agotadas y nos quedamos quietas para recuperar fuerzas.

No habían transcurrido ni diez minutos desde nuestra bestial corrida cuando la puerta de la mazmorra se abrió y entraron Stephan y Akiko. Stephan iba gateando con los ojos vendados siendo paseado por Akiko y ademas llevaba insertado en el culo un vibrador.

Akiko me explicó que había seducido al chico en los grandes almacenes donde le había pillado haciendose una paja en un probador desde donde la espiaba mientras se probaba ropa. Llevado por la lujuria se había dejado hacer y Akiko lo había domado a gran velocidad, de manera que ahora estaba de rodillas y con el culo abierto. Akiko hizo que su esclavo se pusiese en pie mientras que yo acerqué a Ludmilla a su hermano. Akiko colocó un condón a Stephan en su enhiesto pene al que había cortado la punta y yo hice que Ludmilla lamiese la polla de su hermano pensando que se trataba de un consolador y así lo creyó gracias al látex del preservativo. Los dos hermanos estaban disfrutando mucho sin saber lo que estaban haciendo mutuamente. En el momento en que Stephan se corrió les devolvimos la vista ambos hermanos de manera que se encontraron una con que había estado chupando la polla de su hermano y el otro con que había llenado la cara de su hermana de semen. Tras un momento de sorpresa soltamos a los dos y Stephan le clavó su verga a su hermana con la anuencia de esta. Akiko cogió un consolador largo de dos extremos y tras metermela por el culo introdujo el dildo en su culo y en mi coño. Las dos parejas follamos una junto a la otra disfrutando mutuamente del placer de los cuatro hasta que llegó el momento de la corrida la cual me correspondió a mi pues Ludmilla ya había tenido su ración de semen. Una vez me ofrendaron su lefa Akiko y Stephan se retiraron mientras yo relamía el semen de mi cara y Ludmilla lamia el que había caído en mis pechos.

Desde aquel día los dos hermanos pasaron a ir desnudos por casa y a participar del sexo en grupo con todos nosotros, aunque mis padres no pudieron disfrutar de los hermanos hasta tres días después cuando volvieron de su viaje. Para ellos fue una gran y grata sorpresa llegar a casa y encontrar que tanto Stephan como Ludmilla andaban por ella desnudos, máxime cuando les dije que ya eran parte de nuestro grupo y les hablé de su docilidad.

Mi padrastro no pudo esperar mas y dejó las maletas en la entrada, mientras reclamaba la presencia de Ludmilla. Esta apareció radiente en su desnudez y con mirada expectante pues deseaba saber que era lo que iría a pasar.

- Ludmilla tu eres la sierva de mi hijastra Sabrina - le dijo mi padre - Pero puesto que ella es a su vez mi esclava tu también estas a mi completo servicio.

- Claro, amo Alberto - dijo sin dudar Ludmilla quien se puso de rodillas ante mi padre en señal de sumisión.

En aquel momento apareció en escena Stephan a quien mi madre y mi padrastro lanzaron una mirada de deseo, que fue correspondida por el chico, quien estaba totalmente erecto. El también se colocó de rodillas ante mis padres mientras declaraba ser su total y humilde sirviente.

Mi padre se abrió la bragueta y plantó su enhiesto falo ante los dos hermanos los cuales se lanzaron a lamerlo con voracidad. Disputaban cada milímetro del caliente músculo con sus lenguas cubriendolo completamente de saliva y proporcionando de paso gran placer a Alberto. Mi madre se desnudó y pasó a catar el suave coño de Ludmilla. Se dedicó a lamerlo con maestría e intensidad haciendo que Ludmilla profiriese gritos de placer y dejase el campo libre a su hermano. Stephan cogió el pene de mi padrastro y lo engulló como si toda su vida se hubiese dedicado a chupar pollas. Lo chupaba de arriba a abajo tragandose totalmente y sin dificultad ninguna aquella verga hasta llegar hasta los cojones. Luego lentamente la extraía de su boca para terminar jugando con la uretra y el prepucio de mi padre y luego volvía a empezar. Así estuvo mucho tiempo mientras su hermana disfrutaba de la lamida de mi madre quien ahora se dedicaba a explorar el orificio anal de la joven ucraniana. Lo lamía alrededor y luego pasaba a ocuparse de nuevo del clítoris de Ludmilla para después pasar a lamer de nuevo el ano y de cuando en cuando chupaba con dedicación el sensible espacio existente entre ano y coño.

Yo por mi parte cogí entre mis labios el pene de Stephan y me dedique a proporcionarle un trabajo similar al que él le estaba haciendo a mi padrastro, pero el ucraniano no tenía tanta experiencia como mi padre y pronto se corrió en mi boca. Yo me tragué su semen dulce sin ningún reparo hasta que dejé su polla reluciente y seguí chupando. Minutos después noté como el chico se tensaba de nuevo pero esta vez no recompensó mi mamada con una ración de semen, sino que fue su orina la que fue a parar a mi boca. El torrente dorado y salobre del chico siguió el mismo camino que su corrida y me bebí la gran mayoría de su lluvia amarilla, mientras que mantuve una parte en mi boca y el resto deje que fluyese sobre mis pechos. Abandoné mi posición y me acerqué a Ludmilla para besarla en la boca y darle parte de la meada de su hermano, lo que ella recibió con gran gusto pues lanzó una nueva avenida de flujos vaginales en la boca de mi madre. En este momento ademas mi padre le quitó a Stephan su caramelo y se lo dio a Ludmilla quien sin apenas tiempo para reaccionar recibió la corrida de mi padrastro en su boca. La invasión de su boca por la verga de mi padre le produjo tos a la ucraniana y la mayor parte de la corrida paterna acabó sobre los pechos de la chica. Mi madre y Stephan se lanzaron a lamerla dejando a la pobre Ludmilla solo con la escasa cantidad de lefa que no se había caído de su boca.

Mi padre levantó a Ludmilla del suelo como si fuese una niña y la puso a cuatro patas sobre un sofá. Como le había dicho que Ludmilla solo tenía virgen el culo escupió en el ojete de la chica, en la punta de su carajo y apuntó su pene hacia el estrecho agujero negro de Ludmilla. Esta ya sabia lo que le iba a pasar y se abrió bien las nalgas con las manos mientras trataba de relajar el recto, pero no fue suficiente. La primera acometida de Alberto arrancó un sonoro grito a Ludmilla a la par que bastante lagrimas, sin embargo la chica no se amilanó y le dijo a Alberto que apretase mas. Este cuya intención era romper el culo a Ludmilla tanto si quería como si no recibió esas palabras como si fuesen un regalo del cielo y de un brutal empujón le metió toda la polla a Ludmilla en el culo. Esta gimió de dolor y placer y sin apenas tiempo para aclimatarse al nabo que horadaba su recto comenzó a moverse. Alberto acompañó los movimientos de Ludmilla con los suyos y pronto estaba follando el ojete de Ludmilla con total libertad aunque esta todavía lloraba por el dolor que le causaba aquel pollón que le había desgarrado el recto y que estaba cubierto por restos de la hemorragia de ese desgarrón.

A la vez que mi padre desvirgaba a Ludmilla mi madre cogía la polla de Stephan, nuevamente erecta y se la metía en el coño. Mi madre recibió con gemidos aprobadores las medidas de la polla del chico. Stephan comenzó a follar a mi madre de modo metódico y pausado para evitar correrse en poco tiempo lo cual aumentaba el disfrute de mi madre. Ademas de sus empellones mi madre podía sentir como el joven apretaba sus pechos con fuerza, estirandolos como si fuesen gelatina y eso ponía a mi madre aun mas cachonda. Yo me uní a mi madre y a Stephan tras haber subido a mi habitación y haber cogido un consolador doble con arnés. De vuelta con ellos le introduje a Stephan el extremo libre. Este gruñó de placer al sentir como me abría camino en su interior y al terminar de meterle el juguete apretó el ritmo con que follaba el coño de mi madre. Este aumento de ritmo supuso el incremento de los gemidos de mi madre que pronto se corrió lanzando chorros de flujos que empaparon el suelo de la habitación. También yo me corrí gracias a mi consolador, sincronizando mi orgasmo con el de Stephan quien regó el coño de mi madre con su semen. Una vez alcanzado el orgasmo nos detuvimos para ver como le iba a Ludmilla y Alberto. Este aguantó varios minutos mas su follada de aquel virginal ano hasta que un instante antes de eyacular sacó su falo manchado de la sangre de Ludmilla del culo de esta y lo acercó a la boca de la chica. La ucraniana se tragó la polla hasta los huevos y así se tragó la corrida de mi padre de modo integro, sin desperdiciar ni una gota.

Así terminó la primera experiencia de los seis juntos, pues aunque Akiko no había participado activamente con nosotros, había estado observando toda la escena mientras se masturbaba pajeandose y metiendose un vibrador en el culo. Desde entonces los seis hemos follado a tope juntos, compartiendo muchas experiencias y también nuevos compañeros y compañeras de aventuras, lo que os contare mas adelante.​

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