Recuerdo de Aquel Verano 001

heranlu

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Aún me acuerdo de aquel verano de 1995.Yo me había ido de vacaciones a la Costa Brava como de costumbre con mi madre.Ella se había divorciado de él en 1987 porque la engañaba con otra y no había querido volver a ver a mi padre nunca.Él tampoco demostró tener el más mínimo interés en mí o en ella, así que los dos vivíamos ahora solos y pasábamos nuestras vacaciones solos, con una economía saneada gracias al trabajo de mi madre.

Aquel verano hacía un calor insoportable en Madrid, y mi madre y yo cogimos el camino de Cataluña lo antes que pudimos.Así, el 1 de julio, ya estábamos en la Costa Brava disfrutando de las comodidades de un apartamento de una urbanización de lujo frente al mar.No le faltaban el jacuzzi, la TV vía satélite, el aire acondicionado centralizado y todas esas cosas que hacen la vida tan fácil y comfortable.

Tras descargar los paquetes del equipaje, mi madre y yo nos pusimos cómodos en un amplio sofá del salón y sin querer nos quedamos dormidos durante dos o tres horas.Había sido un largo viaje y el cansancio no perdonaba.Cuando nos despertamos eran ya las seis de la tarde, así que nos fuimos a dar un paseo por los alrededores para "reconocer el terreno".Vimos que la urbanización no estaba muy llena de gente ( los precios, desde luego, eran prohibitivos ) y que las playas eran relativamente tranquilas, con la gente muy dispersa.El mar estaba muy en calma y era azul intenso.


Después de un paseo de dos horas, mi madre y yo nos volvimos al apartamento y ordenamos un poco el equipaje.Luego, nos pedimos una pizza por teléfono y cenamos viendo la tele para acostarnos relativamente temprano, a eso de las 11.Sólo había una habitación con dos camas separadas, pero eran verdaderamente cómodas y todo estaba muy limpio y ordenado.Fue una noche muy agradable en la que dormí más de diez horas.

Sobre las diez y media, nos levantamos y desayunamos unos sandwiches que mi madre había preparado previendo que no íbamos a encontrar un bar cerca por la mañana.La verdad es que beber Pepsi para desayunar no era lo más apetecible, pero eso sería sólo el primer día.Luego, salimos al patio de atrás del apartamento y tomamos un poco el sol hasta las doce, hora a la que decidimos irnos a la playa.


En este punto debo precisar que el cuerpo de mi madre puede quitar la respiración a más de un hombre, sobre todo en bañador.Es una mujer de 38 años, de pelo castaño y ojos verdes claro.Usa sujetadores de la talla 95, tiene una cintura de unos 72 cm típica de mujer madurita ya, una barriga un poco rellenita y unas piernas gorditas y bien construidas normales a su edad.Eso sí, no le cuelga ningún pellejo, lo que tiene lo tiene apretado y se ajusta muy bien a su metro sesenta y cuatro.

Siendo así mi madre, no de extrañar que yo, como hombrecito de 13 años, me fijase un poco en su cuerpo y que tuviera algunos accidentes relacionados con la dureza.Yo en esa época aún medía un metro sesenta y seis, era delgado y algo huesudo, pero mis formas se estaban transformando en las de un hombre poco a poco.No era raro que a mi edad mis hormonas estuvieran en pie de guerra y no dejaran pasar a una sola mujer desapercibida, aunque fuese mi propia madre.

Mi madre, por supuesto, no parecía darse cuenta de lo que me pasaba cada vez que me quedaba mirándola mucho tiempo e iba a lo suyo.La verdad es que ahora no puedo imaginar cómo podía aguantar tanto tiempo sin un hombre, ya que no había visto a ninguno desde que mi padre se fue, o al menos eso parecía.Era, desde luego, una mujer fuerte para eso, pero ahora sé que el secreto de su abstinencia tenía y tiene cinco dedos.

Como decía, aquella mañana, los dos nos encaminamos hacia la playa, que no distaba más de doscientos metros.Hacía un calor espantoso, yo creo que se rozaban los 35ºC y la playa estaba medianamente llena, tal vez un poco más que la tarde anterior.El Mediterráneo seguía en calma e invitaba al baño, pero mi madre prefirió que nos fuéramos a dar un paseo por el paseo marítimo.

Y eso fue lo que hicimos.Estuvimos andando durante largo rato charlando de cosas intrascendentes y disfrutando de la preciosa vista que había del mar y la playa.El calor seguía en todo su apogeo, y pronto tuvimos que darnos mi ansiado baño.Los dos nos metimos en la fresca agua y nos refrescamos para seguir posteriormente nuestro largo paseo.

Después de casi un par de horas andando, llegamos a una parte de la playa en la que había un cartel que decía: "ZONA NUDISTA".Parecía ser una playa nudista libre, en la que cualquiera podía entrar si se quitaba previamente su bañador.Mi madre se quedó pensativa un buen rato, sentada en un poyete del paseo marítimo.Luego me dijo algo que me sorprendió enormemente.Me sugirió que entrásemos en la zona nudista, que nos quitásemos los bañadores y nos dejáramos de vergüenzas, ya que había oído que las playas nudistas son las más tranquilas y relajantes y también aquéllas donde todo el mundo va a lo suyo y nadie está todo el día mirando o dando la vara con un balón de playa.

Yo no supe muy bien qué decir en ese momento.Jamás hubiera supuesto que mi madre fuera tan libertina en el campo de la desnudez, pero efectivamente lo era y no le importaba para nada aquello de que la vieran desnuda.Me dijo que una vez había ido con unos amigos y mi padre a una playa de éstas cuando tenía 24 años, poco antes de nacer yo ( qué casualidad... ), así que no le importaba entrar en ella.

Al final, estuve de acuerdo.Fríamente, y sin mirar a mi madre, me bajé el bañador y mi pene quedó al aire, con sus recién salidos pelos alrededor.Lo tenía flácido afortunadamente, pero eso cambiaría cuando mirara a mi madre, y así fue.Cuando miré a mi madre, ésta ya estaba desnuda.Sus grandes tetas le balanceaban un poco a pesar de ser bastante turgentes para su edad.Las coronaban dos gordos y rojo-violáceos pezones, que estaban en medio de amplias areolas.Más hacia abajo pude admirar su negro y poblado sexo.Lo tenía en una forma triangular perfecta y el vello lo cubría todo, sin llegar a ser excesivamente espeso.

Como es lógico pensar, mi erección no tardó en aparecer, llegando a su máximo de entonces, 14 cm.Mi madre se limitó a sonreír de forma pícara y extraña y guardó su bañador de una pieza en un pequeño bolso de playa que llevaba al hombro.Luego, los dos nos encaminamos hacia la playa nudista.Iba a ser la vergüenza de mi vida, porque mi erección no parecía remitir, es más, casi iba en aumento.

Cuando estuvimos dentro del recinto nudista, empezamos a ver a gente desnuda.Al principio nos cruzamos con dos hombres que iban hablando sin prestar mucha atención, con dos penes flácidos bastante grandes balanceándose mientras andaban.Al pasar por al lado de nosotros, vi que mi madre los miraba furtivamente, prestando especial atención a sus entrepiernas.Lo de los dos hombres fue positivo en el sentido de que mi pene volvió a la flacidez, o al menos a la semiflacidez que tenían los dos penes que acababa de ver.

Mientras seguíamos paseando, fui mirando hacia mi derecha ( al lado de la playa ) y vi a mucha gente tumbada, más de la que hubiera imaginado antes de entrar.Afortunadamente para nosotros, nadie miraba con especial atención y pude ver a algunas mujeres completamente desnudas, algunas incluso con sus piernas entreabiertas, dejando ver su vello púbico.Mi madre también miraba detenidamente a su alrededor, andando muy lentamente como recreándose en la vista.

Cuando llevábamos unos minutos paseando, mi madre propuso que nos sentáramos en una zona en la que no había mucha gente alrededor, por lo menos no en cien metros a la redonda.Allí teníamos un lugar privilegiado para ver pasar a la gente desnuda.Mi madre se puso sentada con las rodillas flexionadas hacia arriba y las piernas juntas y miraba con mucha atención a la gente que se aproximaba.


No tardaron en pasar algunas parejas por delante de nosotros, a unos diez o quince metros.Primero vimos a otros dos hombres, claramente extranjeros y muy bien dotados, para regocijo de mi madre.Más tarde pasó una pareja de unos treinta años, la mujer rubia y de tetas del tamaño de manzanas gordas.A continuación pasaron dos mujeres solas, una morena y muy bronceada de grandes tetas y vulva oscura y poblada, y la otra pelirroja, de piel blanca, pechos medianos y sexo no muy espeso en cuanto a pelo se refiere.Me pusieron rápidamente el pene erecto de nuevo, a pesar de tener una edad de más de cuarenta años.

"Vaya, vaya, con el hombrecito..." me dijo mi madre al verme con el pene empinado.Me sonreía maliciosamente mientras yo seguía mirando a mi alrededor.Ella tampoco perdía detalle de la gente que pasaba y parecía muy contenta y divertida al verles.Se había cruzado de piernas delante suya y miraba ahora hacia la derecha, por donde se aproximaban dos jóvenes de unos 22 años.Tenían dos penes semiflácidos muy grandes, de más de 18 cm.Además, eran muy musculosos y sus abdómenes eran muy duros y con los músculos muy marcados.Medían más de metro ochenta y cinco y mi madre se quedó boquiabierta ante ellos.Los jóvenes le dedicaron una mirada pícara también y uno de ellos le guiñó un ojo maliciosamente.Cuando hubieron pasado, dijo: "¡Qué chicos...!" Lo dijo con una voz algo ronca y profunda, como si le hubiera faltado el aire un momento.

Era evidente que se le había hecho la boca agua ante los musculosos jóvenes y que se moría por dejarlos poseerla y penetrarla con sus grandes órganos viriles.Yo me puse algo celoso de pensar que se derretía por revolcarse con ellos, pero se me pasó rápido al distinguir a lo lejos una figura algo soprendente.Y lo era por su edad, que no debía pasar de los quince años.Era una chica morena, de metro sesenta, delgada, de piel bronceada, tetas como manzanas con lascivos pezones oscuros y un triángulo sugerente negro entre sus piernas.Desafortunadamente, iba acompañada de un chico de unos dieciséis años, con un pene similar al mío, pero que era bastante más musculoso que yo.

Me llegué a preguntar si no nos habríamos metido en una playa de culturistas, pero en ese momento miré a la derecha y vi que los dos jóvenes se sentaron a unos treinta metros de nosotros en sus toallas.Casi de inmediato comenzaron a besarse y a toquetearse por todos lados.Mi madre sonrió y dijo: "Esos dos no se han podido aguantar más..." Los dos siguieron cada vez más entusiasmados hasta que el chico se puso encima de su compañera, la cual había abierto sus piernas previamente.El muchacho comenzó a hundir su pelvis entre las ingles de la chica mientras la besaba intensamente tocando sus tetas.Mi pene se puso a rabiar de duro y mi madre se rió un poco.

Mientras los dos adolescentes follaban con sus dos cuerpos unidos, los dos seguimos mirando a la gente que pasaba.No pasaba mucha gente ya y, pasado un rato, miramos a nuestra derecha, para ver, absortos, cómo los jóvenes llegaban al clímax.Debían haber usado un condón, ya que el chico no sacó su pene de la chica.Los jadeos de ésta se oían desde donde estábamos, pero pronto cesaron y los dos se fueron abrazados andando en dirección opuesta a nosotros.

Un rato después, mi madre sugirió que nos fuésemos más al interior de la playa, a unas dunas que había al fondo.Allí había muchos arbustos entre los que había mucha intimidad para comernos los sandwiches que habíamos traído.Llegados allí, vimos entre la maleza a otros dos jóvenes disfrutando del coito.Eran mayores que los anteriores, aunque su edad no pasara de los 20.No pudimos ver mucho, sólo el culo del chico hundiéndose entre las piernas de su novia, pero sí oímos sus jadeos y los gemidos de la chica, que parecía estar disfrutando enormemente.

Mi madre hizo caso omiso a lo visto y los dos nos acomodamos detrás de unos arbustos que daban sombra.Allí, sacamos la comida y comimos, aunque no mucho.Luego, nos echamos en nuestras toallas uno junto al otro y dormitamos durante una hora.Cuando me desperté, mi madre no estaba allí, y no la podía ver por ninguna parte.Me preocupé un poco y decidí recorrer el terreno circundante para ver si estaba por allí.En mi camino me crucé con muchas parejas que copulaban.Vi a dos chicos muy jóvenes, el chico de mi edad aproximadamente y la chica de unos once o doce años.Los dos estaban haciéndolo rápida y torpemente, tal vez por miedo a que los sorprendieran sus padres.Vi también a una mujer de unos treinta y tantos encima de un hombre mayor que ella dando suaves saltos encima de él.Hoy supongo que sería una prostituta que aquel cincuentón había contratado.

Siguiendo en mi búsqueda me metí por entre muchos arbustos hasta que a lo lejos divisé dos figuras.Estaban tapadas por la maleza y no podían verme, sobre todo porque el sol estaba de mi lado.Me fui acercando hasta llegar a una posición en la que no me podían ver y yo sí podía verlos.Me quedé estupefacto al descubrir que la mujer era mi madre y que el hombre era el musculoso veinteañero que le había guiñado un ojo al pasar.

Mi madre estaba sentada sobre una pierna que tenía atrás y acariciaba el pecho y el abdomnen del joven.Éste era un extranjero rubio que debía haber pasado casualmente mientras yo dormía y que seguramente le habría hecho una proposición irrechazable a mi madre.Mientras ella lo acariciaba en el abdomen y el pecho, su pene apuntaba hacia arriba, midiendo unos 22 cm de largo y unos 6 de diámetro.Yo no me lo podía creer, pero era verdad, y a mi madre le fascinaba increiblemente.

Poco después, mi madre se colocó con su culo hacia la cara del chico y se acercó a su pene.Un momento después, metió en su boca casi la mitad de éste y empezó a subir y bajar su cabeza a lo largo de él.Yo no me podía creer lo que veía, y me pellizqué una oreja, pero no me desperté.El joven comenzó a chupar el sexo oscuro de mi madre, hundiendo la lengua entre sus labios.Mi madre ahora lamía el pene enorme con su lengua sin metérselo en la boca.Parecía gozar haciéndolo, y yo juraría que le encantaba su sabor.El chico también degustaba su vulva con mucho gusto y empezaba a arrancar algunos jadeos de la garganta de mi madre, cuyo cuerpo se movía de atrás hacia delante.

Un poco después, mi madre se colocó encima de él y se sentó sobre su pene, hundiéndolo gradualmente en su hambrienta vagina húmeda.Inmediatamente, empezó a subir y bajar dando pequeños saltos que eran ayudados por los golpes pélvicos del extranjero.Gemía en voz bastante alta y saltaba cada vez más rápidamente, con sus tetas botando enfrente del afortunado joven.Estaba gozando intensamente y a mí me corroían los celos al ver a mi madre follando con un desconocido.

Entonces, mi madre se levantó y agarró el pene del chico y lo masturbó durante unos segundos, hasta que un potente y blanco chorro de esperma surgió de él cayendo en la cara de mi madre.Ella lamió con su lengua por fuera lo que pudo y lo degustó en su boca unos segundos para luego tragarlo.El chico le dijo con el dedo que se acercase y le indicó a mi madre que se sentara en su cara.Era evidente que quería comerle el coño y así fue.En unos segundos, mi madre gemía y gritaba ahogadamente retorciéndose sobre la cara del joven.Gozaba...gozaba y gozaba...Y yo me moría de celos...Era demasiado para mí ver a un cabrón extranjero follarse a mi propia madre, que además disfrutaba enormemente.

Estuve allí unos instantes más, hasta que mi madre alcanzó el orgasmo corriéndose sobre la hambrienta boca del extranjero.Luego yo salí corriendo, no sin cierta dificultad para encontrar nuestras toallas.Mi madre llegó unos diez minutos después, probablemente después de besar y acariciar a su Adonis superdotado.Venía con cara contenta y el chico venía a unos metros detrás de ella disimulando que pasaba por allí, con un pene semiflácido enrojecido y con medio glande fuera.También a él se le veía cara de satisfacción.Luego se alejó y se perdió en la playa.

Mi madre y yo regresamos al apartamento un rato después, nos duchamos y nos pusimos a ver la tele.No ponían gran cosa en verano y nos empezamos a aburrir, así que yo me puse a leer un cómic y mi madre cogió una revista que había comprado por el camino.Estábamos ya vestidos y nos dispusimos a irnos a la cama a leer.Allí, mi madre me dijo que al día siguiente iríamos a la playa nudista, ya que le había parecido muy divertido y quería ir todos los días.A mí tampoco me pareció mal, sobre todo con los cuerpos que se ven allí.

CAPÍTULO II. MIKE Y VANESSA

A la mañana siguiente, mi madre estaba preparando el bolso de la playa cuando yo aparecí. Me dijo que desayunaríamos en la playa, y que me pusiera el bañador. Yo así lo hice y en unos minutos nos fuimos al coche y partimos para la playa nudista, que distaba unos tres kilómetros del apartamento.

Dejamos aparcado nuestro coche enfrente de la playa, donde ponía el cartel. Nos acercamos a la arena y allí nos quitamos los bañadores. Ese día no se me empinó el pene del todo al ver a mi madre, así que no hubo sonrisas ni nada por el estilo. No encaminamos hacia la zona nudista y pronto estábamos allí. No había mucha gente a las diez y media de la mañana, pero pronto irían llegando y nos podríamos recrear la vista.

Nos acomodamos en un sitio parecido al del día anterior, pero no en la dunas, sino en la zona de paso de la gente. Mientras comíamos mi madre miraba a su alrededor algo nerviosa, y yo supuse que andaba buscando al joven del día anterior, así que me puse de los nervios otra vez. Era una sensación muy rara la que sentía al ver a mi madre derretirse por un cachas con un pene enorme y no me hacía mucha gracia la idea de que se lo follase. Era como si me sintiera responsable de ella al ser el único hombre de la casa y me pusiese celoso como si fuera su marido.

La gente fue llegando poco a poco, y algunas parejas comenzaron a desfilar por delante de nosotros. Recuerdo que una de las que más me llamó la atención fue un padre de unos cuarenta años con su hija de unos trece, cuyo sexo no estaba muy poblado aún. La chica tenía unas tetas del tamaño de membrillos, bastante grandes para su edad y su cuerpo estaba poco bronceado, a lo mejor por el hecho de ser extranjera. Su culo era amplio y duro, sin botar lo más mínimo mientras andaba y sus piernas eran delgadas y muy bien construidas.


Su padre parecía estar en un estado de semiexcitación, ya que su mediano pene estaba medio erecto, describiendo una especie de arco delante suyo. Su hija parecía mirarlo de vez en cuando, muy excitada al ver un pene desnudo. Cuando pasaron, vimos que los dos paraban a unos veinte metros de distancia y la chica acariciaba el pecho de su padre con esa cara que ponen las quinceañeras de inocencia cuando están al límite. Su pene reaccionó al instante endureciéndose y llegando a unos 17 cm. La chica se lo tocaba y pronto los dos estaban sentados en la arena el uno junto al otro, sobándose en todos sitios.

Mi madre y yo estábamos atónitos y veíamos sorprendidos cómo la chica comenzaba a chupar el pene de su padre. Éste, con la cabeza echada hacia atrás ligeramente, acariciaba su espalda y sus pechos pellizcándole los pezones suavemente. La chica seguía con la felación, cada vez más rápido, haciendo gozar al afortunado padre, y en unos instantes se corrió, llenado de esperma la cara de la jovencita y sus labios. Luego se relamió y los dos se levantaron para irse.

Era increíble la libertad con la que la gente practicaba el sexo en esta playa nudista. A nadie parecía importarle lo más mínimo que los vieran, tan sólo se iban a las dunas para coger un sitio a la sombra, y no para tener más intimidad. Allí, el mero hecho de estar desnudo hacía que pasases desapercibido a la mayoría de la gente, excepto para aquellos cuya excitación era difícil de soportar.

Allí sentados los dos, seguimos viendo pasar gente. Ahora la mayoría eran mujeres de más de 50 años con sus tetas colgando desagradablemente y sus coños poblados y no demasiado bien cuidados. Parecían ser del norte de Europa, tal vez alemanas, pero eso no importaba mucho para hacer lo que venían a hacer, es decir, buscar a jóvenes nudistas con los que follar. A mí me miraron de reojo, pero luego siguieron al ver a mi madre mirarlas un poco seria.

Un rato después, vimos pasar a dos mulatas que parecían ser brasileñas o algo así. Eran las dos un poco más altas que mi madre y tenían unas tetas igual de grandes que ella, con unas vulvas negras y tan bien cuidadas como la de ella. Iban de la mano y yo inmediatamente adiviné que se trataba de lesbianas, sobre todo porque algo después de pasar las dos se abrazaron y se dieron un largo beso en la boca para luego salir corriendo como niñas pequeñas hacia el agua, donde se pusieron a nadar.

Mi madre estaba algo inquieta y no paraba de mirar hacia todas direcciones. Por fin, divisó a la lejos dos figuras, una de las cuales le resultaba muy familiar. Se trataba del joven del día anterior, un ser casi perfecto en lo que se refiere al físico, que venía acompañado de una chica algo mayor que yo. Calculé que tendría unos quince o dieciséis años y tenía unas tetas realmente grandes, casi tanto como mi madre, pero mucho más turgentes y con pezones y areolas más rojizos. Era de pelo rubio oscuro y tenía los ojos verde oscuro. Su vulva era del color de su pelo, y estaba completamente cubierta de vello.

Cuando los dos se acercaron, mi madre se levantó y le dio un beso al joven en la cara. Por un momento, creyó que la que lo acompañaba era su novia, pero él pronto le explicó en un español macarrónico que era su hermana. Mi madre le dio un beso también y luego se volvió hacia mí. Me dijo: "Mira, Luis, este es Mike, un chico de Dinamarca que conocí ayer, y esta es su hermana, Vanessa". El joven danés me sonrió y me dio la mano y la chica se acercó a mí y me dio un beso muy sonriente.

Los cuatro nos sentamos en nuestras toallas y el joven pronto estaba tocando a mi madre mientras yo ponía a prueba mi pobre inglés con la chica danesa. Ésta estaba sentada enfrente mía, con las piernas cruzadas, dejando ver su sexo sin el más mínimo problema. Me preguntó: "Do you like this beach?", y yo le respondí: "Yes, I like it!" Ella me sonrió y yo le correspondí igualmente. Luego me dijo: "Do you want me to show you around?". Yo no entendí bien lo que quería decir, pero aquello de "show" me sonaba bien, así que sin más dilación me puse de pie y ella me llevó a la zona de las dunas.

Cuando ya nos alejábamos ella me dijo en voz baja: "We'd better give them some privacy while they are screwing, ok?". Yo dije que sí, y ya está, sabiendo por lo que veía que se iban a enrollar de un momento a otro y que lo que quería decir era que debíamos dejarlos solos para no molestar. De nuevo me corroían los celos y necesitaba un baño de agua fría y contar hasta diez para calmarme, pero afortunadamente aquella chica me tenía entretenido con su incesante charla en inglés.

"So, where do you come from?", me preguntó. "From Madrid", le respondí yo. Ella me dijo que había estado una vez allí y que le había gustado mucho. Luego me fue llevando hacia unos matorrales donde había ya sombra y nos sentamos sobre la fría arena a hablar un poco. La conversación era un tanto dificultosa debido a mi pobre inglés, pero podía entender o intuir lo que me quería decir, así que tampoco tuvimos demasiados problemas.

"Do you have a girlfriend?", me preguntó una de las veces. Yo le respondí que no y ella me dijo lo mismo. Se me acercó más, con una sonrisa muy pícara y lasciva y se sentó muy cercá de mí, y de mi erecto pene. Sus tetas eran perfectas, tenían una forma maravillosa y eran duras y sensuales. Yo no podía quitar el ojo de encima de ella y Vanessa se dio cuenta, por lo que me dijo: "Would you like to fondle my tits?" Yo no entendí la frase en inglés, pero la entendí cuando me cogió una mano y la puso sobre sus tetas. "You can squeeze them if you want" Tampoco pillé esa frase, pero no lo necesité, ya que pasé rápidamente a estrujárselas y a manosearla.

Cuando habíamos estado así durante un rato, la chica me cogió el pene y comenzó a acariciarlo delicadamente, fascinada por su dureza. La pude oír decir con voz ronca: "Oh, you're so hard. . . " Luego, mientras yo seguía magreando sus tetas, me dijo:"You can feel my pussy. . . " Aquello de "pussy" sí lo entendí muy bien y llevé una de mis manos a su vulva, acariciándosela lentamente sin cortarme para nada.

Deslicé dos dedos por en medio de su húmeda raja mientras ella gemía en voz baja manoseando mi pene y testículos. Se deslizaban fácilmente por entre sus labios y de pronto me topé con su clítoris. Vanessa dio un pequeño respingo y grito ahogado de placer mientras me sonreía. Ella seguía acariciándome, pero sin masturbarme, porque sabía que así me atormentaba más y me pondría más cachondo si cabe. Luego acarició mi pecho y mi barriga plana y dura y entonces paró.

Mi miró muy lascivamente, con las mejillas sonrojadas y los ojos muy brillantes. Tenía esa mirada que tienen las chicas cuando se mueren de ganas de hacerlo, una expresión que parece revelar seriedad, pero que en realidad viene provocada por su increible excitación. Vanessa abrió su pequeño bolso de playa y empezó a rebuscar en él hasta que dio con lo que buscaba.

"Do you want to do it?", me preguntó enseñándome un condón amarillo que venía envuelto en plástico transparente. Yo alucinaba y le respondí lo que cualquiera hubiera respondido en mi situación, que sí. Entonces se acercó a mí más y me besó suavemente en los labios, chupando el labio inferior con os dos suyos antes de retirarse. Se sentó sobre mis muslos con sus piernas hacia atrás y mi pene entre su vello púbico y mi bajo vientre y me empezó a besar, ahora con lengua.

Después de esta primera experiencia de sentir su húmeda lengua explorando mi inexperta boca, Vanessa se retiró un poco y abrió el envoltorio del condón. Lo sacó y lo preparó, para luego acercármelo y deslizarlo lentamente sobre mi pene. Yo no me creía que iba a follar con aquella tía buena, pero por lo visto así eran las playas nudistas y yo no me iba a quejar.

Cuando el condón estuvo bien colocado en mi miembro viril, la chica se me acercó y me besó apasionadamente en la boca, haciendo ruidos con la saliva debido a la rapidez e intensidad del beso. Luego puso sus rodillas una a cada lado de mis muslos y fue bajando lentamente hasta que la punta de pene tocó su húmedo sexo. Vanessa suspiró y yo puse cara de placer, anticipando lo que iba a pasar de un momento a otro.

Muy despacio, la danesa fue dejando caer su cuerpo de metro setenta sobre mi pene recubierto de látex hundiéndoselo cada vez más porfundamente. Era una sensación indescriptible. Era un agujero cálido y muy húmedo, que daba una gran sensación de estrechez pero que, sin embargo, podía ser penetrado sin problemas gracias a su formidable lubricación. Pronto, todo mi pene estaba dentro de su cálida vagina y entonces ella se puso a saltar lenta y suavemente sobre mis muslos, de arriba abajo y de atrás hacia delante.

Ahora sus tetas se balanceaban un poco y yo me puse a magrearlas, desesperado por el gusto que me estaba dando la chica. Y estaba desesperado porque la lentitud de sus movimientos no se correspondía con la velocidad a la que yo me masturbaba habitualmente, y esa diferencia se nota cuando lo haces con una chica. Pero a mí me daba igual lo que pudiera doler, ya que el placer mezclado con un poco de dolor es dos veces placentero.

Cuando llevábamos así un minuto, Vanessa comenzó a gritar ahogadamente, se puso tensa y empezó a retorcerse en lo que después supe que era un orgasmo. Yo entonces decidí acelerar el ritmo y empujé con mis caderas hacia arriba con fuerza, dándome un placer impresionante. Era maravilloso tener tu pene hundido en un coño que te lo aprieta con tanta fuerza. . .

Un par de minutos después yo ya no pude aguantar más y exploté dentro del condón, llenándolo con mis blanco esperma, que salió disparado en varios espasmos. No se lo saqué inmediatemente, sino que ella se me acercó y me besó húmeda y amorosamente en la boca de nuevo. Me dijo algo que sí entendí: "That was great. I love you". Yo le sonreí y ella se levantó, quitándome el condón delicadamente para luego tirarlo a la arena y enterrar la única prueba de nuestra unión carnal.

Nos fuimos despacio, de la mano, hacia donde habíamos dejado a su hermano y a mi madre y pronto los divisamos a lo lejos. Cuando nos acercamos, los vimos el uno junto al otro acariciándose y besándose lentamente, como si fueran dos enamorados ( que lo eran ). Llegados allí, mi madre nos miró y nos dijo con una sonrisa maliciosa: "¿Dónde estábais, eh. . . ?" Nosotros sonreímos mirándonos el uno al otro cariñosamente y cogiéndonos de la mano. Ella sonrió de nuevo y se volvió para tocar a su musculoso amante.

El resto del día estuvimos charlando y bañándonos en el mar, entablando una amistad que estaba destinada a durar. Mi madre había encontrado un segundo amor, esta vez bastante mejor que el anterior y yo había encontrado a mi primera compañera sexual, de la cual no quería separarme. Pero tendría que hacerlo, ya que nos dijeron que ellos se iban al día siguiente a Dinamarca, y que no volverían ya hasta el año siguiente.

Tanto a mi madre como a mí, nos cayó bastante mal, pero no podíamos hacer nada, así que nos resignamos a perderles, no sin antes invitarlos a casa para cenar unas pizzas. Cuando acabamos las pizzas, pasó lo que tenía que pasar. Mi madre se fue a la cama con Mike y Vanessa y yo nos quedamos en el salón para enrollarnos allí.

Durante varias horas, mi madre y Mike no salieron de la habitación, besándose, chupándose, lamiéndose y follando sin parar mientras Vanessa y yo hacíamos lo propio. Esta vez, ella me chupó el pene y yo le chupé su sexo, cuyo olor y sabor me excitaron de tal forma que tuve que penetrarla casi al instante. Al final, ya amaneciendo, la noche había sido muy provechosa, saldándose con quince orgasmos de mi madre, siete de Mike ( que acabó exhausto ), once de Vanessa y seis míos, que también me dejaron bastante cansado y dolorido.

Ese mismo día, nos despedimos con lágrimas en los ojos y Mike y Vanessa, que habían venido solos a España, partieron hacia su país, dejándonos a mi madre y a mí también solos, tristes y cansados. Nos fuimos a nuestras camas ese día y dormimos hasta la tarde, en la que nos fuimos a dar un paseo por la playa a unas rocas que había por allí.​
 
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