Rafael se despertó temprano por la mañana, desnudo de cintura para abajo. Las sabanas le rozaban, eran como un alambre que le cortaba cada vez que se intentaba girar. Se levanto y avanzo hasta el cuarto de baño para observarse en el espejo. Allí comprobó que en su trasero aun se podían ver las marcas que la zapatilla de su tía le había dejado la noche anterior. Comenzó a pensar y solo recordaba parte del castigo. Sabía que había llegado mucho mas tarde de la hora convenida, y en muy mal estado, o lo que es lo mismo borracho. Sin embargo no recordaba la bronca, charla o discusión que pudiera haber tenido con ella. Sus primeras imágenes le llegaban nítidas tumbado sobre el regazo de su tía recibiendo zapatilla, por lo que intuía que la azotaina le había quitado la borrachera de lleno. Probablemente diez, o veinte zapatillazos bien dados con una de sus zapatillas, le habrían sido suficientes para despejarle la mente, y empezar a ver con claridad. De repente le vino a la mente la última frase de su tía una vez le dejo levantarse de su regazo, con el culo bien rojo y dolorido, “mañana en cuanto te levantes vienes a buscarme, que vas a repetir. En el estado en el que estas, esta no te habrá dolido como te tiene que doler, ni servirá para lo que tiene que servir. Tira.” Que no había dolido pensaba el chaval, quizás al principio pero luego.
Rafa se vino desde el pueblo a la capital para estudiar la carrera de económicas, aceptando la invitación de su tía Rita para convivir con ella y su marido en su chalet en lugar de alquilar un piso compartido. No estaba demasiado lejos de los universidad, en una urbanización cercana, y el ahorro de dinero le vendría bien a él, y a sus padres, que no pasaban por una buena racha. El mayor inconveniente era que no gozaría de la libertad para entrar y salir como a el le hubiese gustado, y como no, tendría que acatar y cumplir una serie de normas, ya que la tía era un poquito chapada a la antigua. Su casa, sus normas. Pero no todo era malo, Rita solía pasearse por la casa en muchas ocasiones en ropa interior, o con ropa ajustada y ceñida, o incluso insinuante para la mente de un joven de diecinueve años, y eso a Rafa le encantaba.
Rafa se puso el pantalón del pijama y se asomo al rellano del piso superior del chalet, se arrimo a la barandilla y se agacho. Desde su posición podía ver los pies de su tía en la cocina, junto al fregadero, debía de estar fregando. Solo podía verla de las rodillas para abajo, pero para él era suficiente. ¿Qué tenía aquella mujer para que le atrajese tanto? Rita era una mujer que ya había pasado de los cuarenta, de metro sesenta, melena negra que casi siempre la llevaba recogida en un moño en la parte trasera de la cabeza, caderas anchas, bien proporcionada tanto de pechos como de culo. Evidentemente no tenía el cuerpo de una modelo, pero tenía un morbo que le sorbía el cerebro a su sobrino, sin que ella lo supiese. O quizás si, quien sabe. El chico se quedo un rato mirando a su tía, parecía que estaba desnuda, aunque suponía que llevaría puesta alguna bata, o incluso quizás estuviera vestida para ir a algún sitio, y simplemente estuviera esperándole a que se levantara para darle lo suyo. Solo podía ver sus piernas desde las rodillas para abajo, y como no esas zapatillas de invierno color verde botella, que siempre llevaba en chanclas fuese de día o de noche, y cuya suela de color blanco rugosa ya había probado en más de una ocasión por diferentes motivos. ¿Cómo podía dejar a aquella mujer que le calentara el culo teniendo ya diecinueve años? ¿Estaba enamorado de su tía?, ¿o simplemente estaba encoñado de ella? Rita fregaba los cacharros y al mismo tiempo jugaba con sus pies. Sacaba uno de la zapatilla y se frotaba con el empeine en la pierna, luego se la volvía a calzar. El mismo procedimiento con el otro pie, una y otra vez, como si estuviese nerviosa, como si estuviese deseando que su sobrino apareciese para volver a repetir faena.
Rafa trago saliva, se bajo el pantalón del pijama y se acaricio el trasero con ambas manos, a sabiendas que en unos minutos se lo iban a calentar de nuevo. Inspiro hondo, se subió el pantalón de pijama y comenzó a bajar las escaleras. Poco a poco la visión de su tía, la abogada matrimonialista con una reputación ganada a base de ganar juicios fue haciéndose más visible ante sus ojos. A mitad de las escaleras ya podía verla de cintura para abajo, llevaba puesta una falda negra ajustada que la llegaba justo un poquito por encima de las rodillas. Rafa se quedo quieto, mirándola, alternando entre sus zapatillas odiadas y deseadas al mismo tiempo, y ese culo rellenito de cuarentona y cachonda perdida que parecía pedir guerra cada vez que se contoneaba. Continuo bajando y en los últimos peldaños ya podía ver la silueta de su tía al completo. Una blusa blanca metida por dentro de la falda le hizo presentir que su tía estaba preparada para ir a algún sitio. Quizás sería bueno no hacerla esperar mucho, y si tenía prisa la cosa no se prolongaría en demasía, de hecho ya le había castigado.
-Buenos días tía. – dijo Rafa entrando en la cocina hasta situarse justo en el centro, justo al lado de la mesa donde comían.
-¡Vaya, por fin se ha despertado el borrachín de turno! ¡Buenos días! – le contesto su tía secándose las manos y dejando aun unos vasos por fregar dentro del fregadero.
Rita dejo el trapo de secarse las manos encima de la encimera, y se dirigió hacia la mesa de la cocina. Allí, delante de su sobrino, sin preámbulo alguno doblo su rodilla derecha y con la mano diestra se quito la zapatilla. Su semblante era serio, se notaba que estaba enfadada. La función iba a comenzar, presintió Rafa.
-¡Sube! Que ahora sí que la vas a notar. Veras como el próximo día llegas a tu hora y sin tantas copitas de más en el cuerpo. Te acuerdas, ¿no? – le dijo Rita poniendo su pie izquierdo sobre una silla, e indicándole que se inclinase sobre ella.
Rafa inspiro hondo, se bajo el pantalón del pijama y obedeció. Sabía lo que se le venía encima, pero era incapaz de llevarla la contraria a su tía. Se puso de puntillas y como dando un pequeño salto se subío sobre la pierna izquierda de su tía manteniendo el equilibrio. Sus pies quedaron suspendidos, su cuerpo igual. Se agarro al respaldo de la silla para no caerse y espero.
-Lo siento tía, no sé que me paso. – dijo a modo de disculpas. Su tía ni le contesto.
La azotaina comenzó de inmediato, sin previo aviso, sin ningún tipo de sermón, solo la zapatilla cayendo sobre el desprotegido culo de Rafa alternativamente. Izquierda, derecha, izquierda de nuevo. Rafa se mordió los labios con los primeros zapatillazos, auténticos trallazos sobre sus nalgas, pero cuando llevaba diez más o menos, comenzó a pedir perdón, a pedir clemencia.
-¡Lo siento tía! Auuuuu, duele, duele auuuuuu, muchooooo. – dijo comenzando a llorar.
-Veras como esta no la olvidas. ¿Te acuerdas de lo que te dije anoche? – le pregunto su tía sin parar de aporrear el culo de su sobrino con su zapatilla verde botella.
-¡Nooooooo! Auuuuuu. No me acuerdo. ¡Auuuuuuu! – contesto Rafa.
-Mala suerte, porque no te lo voy a repetir, pero si se repite esto es lo que te espera.
El culo de Rafa era todo un poema, la zapatilla dejaba nuevas marcas sobre sus nalgas que se unían a las que ya tenía de la noche anterior. Rita le sujetaba con fuerza por las caderas, Rafa hacia lo mismo agarrándose a la de ella, y al mismo tiempo al respaldo de la silla. Giro la cabeza un poco y pudo ver la curvatura del culo de su tía, con que ganas la daría lo que se merecía, unos buenos azotes, iguales a los que ella le daba a él con aquella jodida zapatilla. Sin querer una vez más, se empalmo. No podía remediarlo, la zapatilla le trasportaba a otro mundo, donde se imaginaba a su tía pegándole, donde la veía sin ver como se le movían aquellos voluminosos pechos bajo la blusa blanca que llevaba puesta. Al girar la mirada, ese culo, grande, redondo, bien jugoso. Se lo abriría en dos sin pensárselo a pollazos.
El castigo termino antes de lo que Rafa se imaginaba. O al menos creyó no ser tan largo como otros recibidos, aunque tenía el culo para pocas florituras. Sin duda era la segunda azotaina que se llevaba en menos de diez horas. Cuando su tía dejo de sujetarle la cadera, y escucho el ruido de la zapatilla al caer al suelo, entendió que podía levantarse. Lo hizo llevándose las manos al culo sin ocultar la erección que tenía, a la que su tía no le dio mayor importancia, o al menos eso intento, pues los ojos una vez más se le fueron al miembro erecto sin poder remediarlo. Al tiempo que se calzaba la zapatilla en el pie derecho, algo que hizo sin ni siquiera mirar, le dijo a su sobrino.
-El lunes tienes examen, ¿no? Pues tira a la biblioteca a preparar el examen, porque como suspendas la que te he dado hoy te va a parecer pequeña.
La voz de su tía sonaba autoritaria. Rafa se subió el pantalón del pijama y salió corriendo de la cocina camino de su cuarto. En menos de cinco minutos estaba listo para irse a la biblioteca, con su mochila a la espalda y sin desayunar. Justo cuando abría la puerta de la calle para irse, no sin antes darle un beso a su tía en la mejilla y despedirse de ella, a pesar de la tunda recibida, se cruzo con Lucia, una amiga de su tía. Rafa intuyo que se iría con ella de compras, por eso ya estaba vestida de primera hora.
-Hola Lucia, mi tía está en la cocina. Tengo prisa, llego tarde a la biblioteca. – le dijo Rafa casi sin pararse a hablar con ella.
-¡Buenos días! – le contesto Lucia sonriendo al verle en la puerta.
Lucia era una joven de treinta y dos años, alta, delgada, con curvas, rubia de bote y con un cuerpo que ya quisieran muchas mujeres. Cerró la puerta tras de sí y desde el hall aviso de su presencia.
-¿Rita? Ya estoy aquí.
-Pasa Lucia, estoy en la cocina. – grito Rita asomándose a la puerta de la misma para que la viera.
-Me cruzado con tu sobrino. Que estudioso, hasta los domingos ni descansa. Te ha salido responsable. – dijo Lucia intentando alabar al muchacho.
-Siiii, súper responsable. Anoche me llego borracho, menudo pedo llevaba. Riéndose, todo parlanchín. Le eche una bronca de escándalo, y el muy cabron solo se le ocurre meterme mano y tocarme una teta por debajo de la bata. Anoche le di una buena tunda con la zapatilla, y hoy nada más levantarse otra. Dos por uno. – la contesto Rita aun enfadada un poco.
-¿Te metió mano? ¿Te toco una teta? Así como lo hago yo. – dijo Lucia mientras la desabrochaba un par de botones de la blusa blanca que llevaba puesta Rita, y hacia desparecer su mano por dentro de esta, buscando uno de sus pechos mientras la comenzaba a besarla apasionadamente.
-Serás viciosa, ¿ni siquiera me dejas que te invite a un café antes? – la contesto Rita tras sacar su lengua del interior de la boca de su amiga, y sin poner resistencia al magreo de su mano dentro de su blusa.
-Tengo que aprovechar el tiempo, no vaya a venir tu sobrino y me chafe el plan. – la dijo Lucia atrayéndola hacia ella tomándola por el culo. Cuando Rita estuvo bien pegada a ella sus miradas se cruzaron.
-Ese no vuelve mínimo hasta las dos. Aun no he desayunado, estaba esperándote. ¿No quieres un croissant a la plancha y un café antes? – la pregunto Rita sintiendo el aliento de su novia en la boca.
-No tengo hambre, pero tu desayuno esta esperándote aquí abajo. – la susurro Lucia obligándola con su mano a bajar hasta quedar frene a su sexo. Rita se puso de rodillas ante su novia que retrocedió unos pasos hasta sentarse en la misma silla en la que Rafa había recibido su castigo por la borrachera de la noche anterior.
Lucia se subió la falda y le enseño a su novia la abogada un conejito totalmente depilado. Se lo abrió lo suficiente para que a Rita le pareciera el mejor desayuno posible.
-Eres una puta viciosa cariño. ¿Dime, cuando vas a empezar a utilizar ropa interior? – dijo Rita al ver que su novia no llevaba puestas las bragas, y comenzando a gatear hacia aquel manjar que la ofrecían, subiéndose la falda hasta la cintura poder gatear mejor hacia el.
Justo cuando llego a la altura de Lucia la miro unos segundos a los ojos sonriéndola, para hundir su cabeza entre sus piernas y comenzar a comerse aquel conejito tan rico que tanto la gustaba.
Rafa estaba ya en la parada de autobús cuando se dio cuenta de que se había olvidado el abono transporte, decidiendo volver sobre sus pasos para cogerlo y así no tener que pagar el billete tanto de ida como de vuelta de la biblioteca. No tardaría mucho, la parada del autobús estaba a unos cinco minutos de la casa de su tía. Entro con sus llaves e incluso se presento diciendo un “soy yo, me he olvidado el abono transporte”, pero nadie le contesto. Extrañado agudizo el oído y comenzó a escuchar como una especie de gemidos. La curiosidad le pudo y camino hacia el lugar desde el que procedían aquellos ruidos. Jamás hubiera imaginado la escena que sus ojos contemplaron. Sin pensarselo dos veces, extrajo el móvil de su bolsillo y comenzó a grabar.
Su tía estaba de rodillas con la cabeza metida entre las piernas de su amiga comiéndola la almeja. Desde la puerta de la cocina, medio a escondidas podía verla todo ese impresionante culo y las braguitas de color rojo pasión que llegaba puestas. Estaba de rodillas y la vista no pudo más que írsele a los pies, embutidos en esas zapatillas verde botella que siempre llevaba en chanclas, con los talones al descubierto. Sus ojos se clavaron en ellos, podía verla incluso hasta la planta de los pies, hasta el interior de sus zapatillas. Luego volvió a clavársela en ese pedazo de culo. Arriba y abajo. Una y otra vez. Un minuto basto para que la polla se le pusiera dura como una piedra.
-¿Te gusta? ¿Quieres que siga? Ummmm…. – dijo Rita tomándose un respiro.
-¡Sigue! Hablas demasiado Rita. – la contesto Lucia llevando una mano a la cabeza de su amiga para atrayéndola hacia ella hundírsela de nuevo entre sus muslos por debajo de la falda.
Rafa grabo durante unos tres minutos aquella escena, con diálogos incluidos entre aquellas dos ardientes mujeres. Su intención era grabar hasta el final, una idea le rondaba la cabeza, chantajear a su tía para…. Pero la sangre se le fue toda a sus partes intimas, y creyó que con un video de tres minutos sería suficiente. Como poseído por un oscuro deseo de placer avanzo hasta colocarse justo detrás de su tía, ante la atenta y sorprendida mirada de Lucia que no le delato. Se desabrocho el cinturón y se bajo los pantalones para dejar al aire un miembro erecto y de un considerable tamaño. Lucia le sonrío entre gemidos y con una mirada lasciva le dio su aprobación para hacer lo que Rafa tenía en mente.
Rafa se arrodillo justo detrás de su tía y llevo sus manos hasta las caderas de esta. La sujeto con fuerza mientras estiraba de sus braguitas rojas pasión separándolas hacia lado, lo suficiente para poder ver aquel pedazo de coño con el que tantas noches se había hecho unas descomunales pajas. Rita sintió unas manos detrás de ella, sabiendo que era imposible que fueran las de su novia. Dejo por unos instantes de comerse aquel manjar que estaba degustando y girando su cabeza hacia atrás vio a su sobrino con cara de salido, y unas ganas locas de clavarla su estaca en el coño.
-¡Ni se te ocurra Rafa!, o… - le grito la tía al sobrino.
-¿O qué? Si no quieres que el tío se entere de tu aventurita, vas a tener que dejarme que te folle jodida viciosa. Tengo un video que te cagas comiéndola el coño a tu amiguita. – Le contesto el sobrino a la tía con la punta de su capullo justo en la entrada de la vagina de su tía que dejaba de mover el culo intentando dificultar la maniobra de penetración, y volviéndola la cara hacia el coño de su amiga, como diciéndola deja ya de quejarte.
-¡Joder con el sobrino!, vaya huevos que tiene. Vamos puta, tú sigue comiendo y deja al chaval que te dé, y se dé un homenaje. Seguro que ya has fantaseado con su polla follandote. Si te conoceré yo. – hablo Lucia volviendo a forzar a Rita para que continuara comiéndola su tesoro, y esta dejara de mover el culo para que Rafa pudiera joderla.
-¡Es argg mi argrg so argg bri arggg no! – inquirió la abogada cuando sintió la presión de la mano de su novia incrustándola una vez más entre sus piernas.
Rita dejo de mover su culo y dio un gemido ahogado cuando el pene de Rafa se adueño de su vagina taladrándola con toda la juventud e ímpetu del que disponía. Sus envestidas cada vez eran más fuertes y vigorosas. Movía las caderas con ritmo y fuerza. Rita clavaba su lengua dentro del coño de Lucia abriéndoselo todo lo que podía, lamiéndolo en su totalidad. Esta se desabrocho la camisa y libero uno de sus pechos llevándoselo a la boca para chuparse el pezón. Estaba más cachonda que nuca. Delante de ella tenía al sobrino de su novia metiéndola una buena tranca por el coño, mientras esta le comía a ella el suyo como nunca antes se lo había comido.
-¿Vas a dejar algo para mi, o vas a correrte dentro de ella cabron? – insinuó Lucia a aquel joven como dándole a entender que ella también necesitaba ese tipo de caña.
-¿Tu también quieres polla zorrita? Tengo para las dos- la dijo Rafa sacándola la lengua como si también él la estuviera comiendo el coño.
Lucia separo a Rita de su coño levantándose de la silla, desvistiéndose de cintura para arriba hasta liberar sus pechos del todo. Luego se fue hacia la encimera ofreciendo su culo a aquel joven varón para que la empotrara como era debido.
-¡Vamos, demuéstrame que eres digno de que te deje usar el coño de mi chica! – le dijo provocando a Rafa.
Rafa dejo de follarse a tu tía sacándola el pene por completo y dejándola a esta de rodillas en el suelo. Un tremendo chorro salió del coño de Rita convulsionándose e inundando el suelo alrededor de ella con su tremenda corrida. Era como si estuviera conteniéndose hasta que el miembro viril de su sobrino salió de su vagina. Rafa se puso en pie y avanzo masajeándose la polla hacia aquella mujer que era amiga de su tía. ¿Estaba soñando? Estaba tan buena o más que su tía. Lucia le esperaba con el culo en pompa y sus manos abriéndose el culo. Facilitándole la tarea para ser penetrada. ¿Dónde la quería? ¿En el coño o en el culo?
Rita levanto la vista y miro a su sobrino, estaba a punto de follarse a su nueva aventura, una más de las tantas que había tenido, y de las que su marido jamás supo nada. ¿Iba ahora a joder su matrimonio aquel soplagaitas? ¿Las habría grabado en video de verdad? Rafa entro en la vagina de Lucia sin ningún problema, estaba súper lubricada y súper sensible. Lucia abrió la boca y exhalo un gemido audible desde cualquier lugar de la casa. Menuda polla la iba a follar.
-¡Follame igual que a tu tía cabrón! Ahhhhh ¡Dámelo todo! – le ordeno Lucia.
-Te voy a reventar el coño puta, y luego te la meteré por el culo si quieres.– contesto envalentonado Rafa.
Lucia notaba como su cuerpo chocaba contra la encimera tras cada acometida del sobrino. La estaba taladrando la virilidad de la juventud, con la fuerza de aquel que es virgen y pilla un coño por primera vez.
-¡Tu zorra! Ahhh ¿Recuerdas ese dicho que dice que no hay dos sin tres? Ohhhh. Pues aplícate. – reclamo Lucia a Rita que aun estaba de rodillas en el suelo con las piernas temblando tras el polvo hechado.
Rita desde el suelo no supo si entendió bien, o entendió lo que quería entender. Se puso de pie, doblo su rodilla derecha y una vez más se quito la zapatilla. Su sobrino no la había visto, pero como dijo su amiga no hay dos sin tres, y le iba a dar la tercera azotaina seguida mientras se follaba a su amante. Avanzo hasta él y sin previo aviso descargo su zapatilla verde botella con todas las fuerzas que pudo sobe su nalga derecha. Luego sobre la izquierda. Dos zapatillazos que hicieron al chico llevarse las manos al culo y casi sacar el pene de la vagina de Lucia.
-¡Ni se te ocurra dejar de follarme cabrón!, o como tenga que coger yo la zapatilla no te vas a poder sentar ni en un mes. – grito Lucia agarrándole como pudo de la cintura y atrayéndolo hacia ella para que pudiera seguir follandola. – Y tu dale fuerte, quiero sentir que me revienta por dentro, o cobras también. – le ordeno a Rita.
La abogada supo que aquella amenaza no era en baldé, conocía a Lucia y sabía de lo que era capaz. De hecho alguna vez en sus relaciones sexuales ya la había dado un buen par de azotes con la mano. Rita no lo pensó, y puso la mano izquierda sobre la espalda de su sobrino, y continuo la faena sujetando aquella zapatilla verde botella de suela rugosa blanca con todas sus fuerzas. Los zapatillazos fueron cayendo uno tras otro. Rafa gemía, de placer y de dolor. Poco a poco los tres se fueron sincronizando, y tras cada zapatillazo llegaba una embestida brutal sobre el coño de Lucia, que gemía igualmente como si la quitaran la vida.
Rafa era consciente de que debía de tener el culo mas rojo que nunca, mas maltrecho que nunca, pero ¿como dejar de follarse a aquella mujer?. Tras cada zapatillazo de su tía su polla se incrustaba más y más hondo en el coño de aquella mujer. Era el polvo de su vida, y ya había decidido que no sería el último con su tía. De ahora en adelante se la iba a follar cada vez que pudiera y presentía que su tía también lo iba a desear, aunque tuviera que ponerla el culo para que diera rienda suelta a una de sus mayores vicios y pasiones, el de calentarle el trasero día sí, y día también.
Tras no menos de cincuenta zapatillazos y con Rita sudando a mares, sofocada y cansada, Rafa se corrió dentro del coño de Lucia inundándoselo son su semen calentito. Lucia se retorció como una gata en celo llevando su cabeza hacia atrás hasta besar a Rafa en los labios mordiéndoselos y haciéndole sangrar. Luego se relajo habiendo llegado dos veces al orgasmo en aquella penetración. Rita dejo caer su zapatilla al suelo, calzándosela y bajándose la falda. Con el ambiente más relajado ya Lucia hablo.
-A partir de ahora a obedecer a tu tía y nada de borracheras, ¿entendido? O seré yo quien te pongo el culo fino.
-En cuanto se pase lo más mínimo sabe que le voy a zumbar de lo lindo, ¿verdad corazón?. – amenazo Rita a su sobrino tocándose la zapatilla con su mano derecha, tras levantar su pie derecho un poco.
-Lo sé tía, pero luego tendrás rabo, o…. – volvió a amenazar Rafa enseñándole el móvil.
-¿Y yo? – pregunto Lucia.
-Rabo y zapatilla – contestaron al unisonó tía y sobrino.
Dicen que los jóvenes comenten siempre los mismos errores que sus antecesores, da igual la década que sea. Por ese mismo motivo cuando Rita recibió la llamada de su sobrino Rafa, en un principio se cabreo mucho, luego se río un poco, y más tarde decidió que le castigaría como nunca antes de que volviera a cometer ese error de nuevo.
El móvil sonó en la oscuridad de la habitación del hotel donde Rita estaba pasando el fin de semana con su marido. Una salida cada dos meses inevitable para que su relación no empeorase más de lo que ya pudiera estar. Cuando Rita miro el reloj de la mesilla eran las cuatro y media de la mañana, y cuando vio reflejado en la pantalla del móvil el nombre de su sobrino, enseguida supo que algo iba mal.
-¿Rafa, que ha pasado? – pregunto casi en un susurro saliendo de la cama para no despertar a su marido dirigiéndose hacia el baño.
-¡Tía! Tienes que sacarme de aquí. Me he metido en un lío. Yo no quería pero…. – respondió Rafa desde el otro lado nervioso y con la respiración entrecortada.
-¡Espera, espera! Relájate, dime lo que ha pasado pero despacio cariño. – le corto Rita intentando calmar a su sobrino para empezar a tener constancia de lo que había sucedido.
-Ya se que me lo prohibiste, pero mis amigos me convencieron. Me dijeron que nadie se enteraría. – continuo diciendo Rafa a su tía.
--¿Qué has hecho Rafa? – le pregunto su tía preocupada y angustiada.
-Cogí el coche del tío para irme de fiesta con los colegas, y…. – confeso el chaval relatando algo que ya le habían advertido que no debía hacer. Al igual que una fiesta en la casa en su ausencia.
-¿Qué has hecho que? ¿Has tenido un accidente? ¿Estás bien? – comenzó a preguntar Rita atropelladamente a su sobrino.
-Noooo. Pero me paro la policía y me hicieron la prueba de la alcoholemia. Yo había bebido y no sé cómo me encare con el agente y acabe pegándole un puñetazo. Y ahora….
-¡Te mato! Me oyes, cuando te pille te mato. – grito Rita olvidando que su marido dormía plácidamente a escasos metros de allí.
-Lo siento tía. Aceptare mi castigo, me lo merezco, lo sé. Pero por favor sacame de aquí ya. No puedo seguir aquí por más tiempo. Por favor tíaaaaa. – suplicaba Rafa.
-¿Pero qué quieres que haga si estoy a mas de 600 Km de ti, guilipollas? – respondió la abogada.
-Por favor tíaaaaa. – suplicaba Rafa esposado y casi llorando como un niño colgado del teléfono de la comisaria frente a un agente de la ley que le vigilaba atentamente.
-¿En qué comisaria estas? – pregunto la abogada retomando el control de sí misma mientras se pasaba la mano izquierda por el pelo mirándose al espejo enfundada de un camisón negro medio transparente, que hacia unas pocas horas su marido se lo había quitado de manera desenfrenada para comerla las tetas primero, el coño después y penetrarla como una perra en celo.
-En la del barrio, fue volviendo a casa – contesto Rafa.
-Voy a llamar a Lucia. Ya sabes quién es, ¿no? A ver qué puede hacer ella. Yo regreso mañana por la mañana. Tranquilo que saldrás de esta, eso sí, prepara el culo porque te voy a dar como nunca te la haya dado. – hablo Rita colgando a su sobrino de forma tajante, autoritaria y muy, pero que muy enfadada. Aun así Rafa prefería la ira de su tía a estar metido en una celda común con lo peor del barrio.
A las 4:45 de la madrugada otro móvil sonó en la tranquilidad de la noche, pero en esta ocasión era Rita la que llamaba a su amante, Lucia. Y esta, en lugar de estar durmiendo plácidamente estaba jugando bajo las sabanas con una pelirroja que había conocido en un pub del centro de la ciudad, y que justo en esos momentos estaba haciéndose cargo del tesoro que atesoraba entre sus piernas.
-¿Siiiii? ¿Quién esss? – pregunto Lucia sin mirar la pantalla del móvil.
-Soy yo Rita. Necesito tu ayuda. – contesto la abogada desde el hotel cortándole todo el rollo a Lucia. ¿Cómo se tomaría que estuviera con otra mujer haciendo….?
-¡Joder Rita! ¿Ha pasado algo? – respondió Lucia obligando a su rollito a salir de entre sus piernas para no gemir mientras hablaba con su novia.
-Ven aquí que te está gustando – le dijo la pelirroja al ver como su ligue la cerraba las piernas ante su cara, y la pedía silencio con el dedo. Ambas tumbadas en la cama estaban cachondas, querían jugar, pero no era el momento. Lucia la pidió paciencia, como si tras la llamada pudieran seguir jugando y disfrutando juntas de la noche.
-¿Dónde estás? ¿Estás con alguien? – pregunto Rita que había oído a la pelirroja hablar.
-No. Estoy en casa. No podía dormir y tengo la tv encendida. Dime, que quieres. – se excuso Lucia mientras intentaba zafarse de las manos y los labios de la pelirroja que intentaban ahora comerla las tetas.
-Han detenido a Rafa, mi sobrino, por conducir borracho, y por agredir a un agente. Necesito que vayas a la comisaría del barrio y lo saques de allí. – dijo Rita de carrerilla.
-¡Para! – susurro Lucia separando a su rollito de noche que no se daba por vencida, riéndose y susurrándola obscenidades en el oído libre. - ¿Qué quieres que haga?
-¿Para? ¿Seguro que no estás con nadie? ¡No me mientas! – contesto Rita intuyendo que la estaban poniendo los cuernos. Entendía que ella estaba casada y que mantenía relaciones con su marido, e incluso con su sobrino, con el que Lucia por cierto también las había tenido. Pero lo de ella no estaba en el acuerdo al que habían llegado – No conocías a una juez amiga tuya, pídela el favor. Anda se buena – prosiguió Rita conteniéndose, ya que necesitaba de la ayuda de su amiga.
-Si, conozco a una juez, ahhh pero no es mi amiga exactamente, ahhh es mi ex…. y puede que, ahh quiera algo a cambio. Ya sabes. – respondió Lucia entre jadeos que no podía controlar ya que la pelirroja la estaba metiendo dos deditos en su vagina mientras le comía las tetas. Ambas estaban desnudas sobre las sabanas iluminadas por la luz de luna que se colaba por la ventana.
-“Será hija de puta. Se está cepillando a otra, mientras habla conmigo”, pensó Rita intentando mantener la calma e intentando pensar en su sobrino. “Cuando la pille otra que va a probar zapatilla de lo lindo. Esta aun no sabe cómo me las gasto yo” – el silencio se instalo entre ellas, los pensamientos corrían salvajes y desbocados por la mente de Rita. Al final pudo decir – Llámala por favor, confío en ti y en tu buen juicio. Ayuda al niño por favor”.
Rita colgó el teléfono sabiendo que la estaban poniendo los cuernos. Estaba cabreada y enfadada. Primero por la estupidez de su sobrino, conducir borracho y pegar a un agente de la ley. Segundo por la infidelidad de su novia. Rita salió del baño y avanzo hasta la cama donde aun dormía plácidamente su marido, aquel que no se había enterado de nada. Rita le miro estirando de la sabana hacia atrás hasta dejar su cuerpo desnudo al aire. Luego se bajo los tirantes de su camisón negro liberando sus pechos, comenzando a acariciárselos. Le miro con cara de lascivia, deseándole. ¿Qué tenía ese cabrón que pasaba de ella durante casi toda la semana, pero de cual no podía separarse? Se puso de rodillas sobre la cama y tomo el miembro viril entre sus manos. Lo lamio, chupo suavemente el glande, comenzó a masajearlo con su mano derecha arriba y abajo. Lo beso, volvió a pasar su lengua sobre el capullo y lo engullo sintiendo como este crecía por momentos en el interior de su boca.
-¿Qué haces amor? – pregunto el aun soñoliento.
-Quiero más. Tengo ganas de más. – le respondió Rita subiéndose el camisón por encima de sus caderas dejando ver su imponente trasero y su peludo coño, para situarse justo encima de la polla de su marido hasta dejarse caer sobre ella penetrándose, comenzand a cabalgarlo con pasión.
-Ummmm, ahhhh, me encanta. Ummmm, ahhhhh, siempre quieres mas gordita mía – la dijo el marido acariciando uno de sus pechos con la mano derecha, mientras con la izquierda la sujetaba por el culo.
-¡Follame cabrón! ¡Follame duro! – le ordeno la abogada poniendo sus manos sobre el pecho de su marido y cabalgándole como una amazona montaría a todo galope a pelo, sobre un caballo salvaje sobre la verde pradera.
-Ahhhhh, te voy a poner fina, zorra. – le contesto el obligándola a levantarse para arrinconarla contra la ventana, girándola sobre si misma hasta poder levantarla de nuevo el camisón que había caído cubriéndola el culo. Las hábiles manos del marido enseguida sujetaron este por la parte baja del mismo, para subiéndoselo poco a poco contemplar primero sus piernas, luego sus muslos y finalmente sus nalgas. Dos fuertes azotes en la nalga derecha indicaron a Rita que su marido la iba a empotrarla contra el cristal de la ventana. Sin ninguna oposición Rita recibió las primeras embestidas del miembro de su marido, penetrándola, rompiéndola por dentro, viendo las vistas del mar a oscuras, distinguiendo solo el blanco de las olas al romper contra la arena de la playa. Los pechos de la abogada botaban de un lado a otro sin control, sus manos apoyadas sobre el cristal intentando no golpearlo con la cara. Unos minutos después Rita tenía un orgasmo descomunal, pero sin conseguir que su marido se corriera junto a ella. Cerro las piernas y aulló, probablemente despertando a los demás huéspedes del hotel. Luego aflojo sus muslos y ui marido sin pensárselo extrajo su polla de su vagina, para sin preguntar alojarla en el interior de su culo. Sin permiso, sin preámbulos.
-¡Ahhhhh cabrón! Dilátamelo primero un poco, ¿no? – pidió Rita sabiendo que su propuesta no iba a ser considerada.
-¿Seguro que necesitas que te lo dilate? Si ya las has engullidlo del todo, puta. Ufffffff, te encanta que te den por el culo, eh viciosilla. – la espeto su marido mientras la jodia el trasero con una fuerza inusitada.
Rita cerró los ojos, abrió la boca y disfruto, conteniendo los gemidos. Tenía razón su marido, una noche de sexo no es una buena noche de sexo, si a una no la petan el culo con una buena polla, y su marido sería un cabronazo, como ella lo era con el poniéndole los cuernos día sí, y día no con Lucia, pero tenía una pedazo polla que reventaba los culos hasta dejarlos para no sentarse a gusto en una semana. Cinco minutos necesito el marido de la abogada, para dejarla el ojete bien abierto, descargando dentro de él una buena dosis de leche.
Mientras todo esto sucedía, a 600 Km de distancia Lucia había intercambiado los papeles con la pelirroja y era ahora ella la que se estaba comiendola el conejito depilado de esta, con una parsimonia y una dedicación total.
-¡Joder, se nota que no es el primero que te comes amor! – dijo la pelirroja de tetas diminutas y culo respingón.
-No te lo mereces, me has metido en un buen lio con mi novia – contesto Lucia metiéndol dos dedos dentro de la vagina de su ligue como si la estuviera taladrando, al tiempo que la escupía para lubricarlo aun mas, antes de volver a perderse entre sus muslos para seguir comiéndoselo.
-¡Niégalo!, ahhh, no puede saberlo, ahhhh, si tu no, ahhhh, confiesas. – inquirió la pelirroja al borde del orgasmo.
-¡Pero qué hija de puta eres! – contesto Lucia entre lamida y lamida. – Me ha pillado y lo sé.
Diez minutos más tarde aquella pelirroja saco de su bolso una doble polla de cuero negro para metérsela por un lado ella, y por el otro Lucia. Ambas comenzaron a besarse mientras se movían al unisonó con las piernas entrelazadas, unidas. Un movimiento de tijera perfectamente sincronizado por ambas.
-¡Ahhhh, joder! Tengo que irme a solucionar un problemilla. – gimió Lucia sin parar de moverse, sin parar de taladrarse a sí misma con aquella polla inmensa de látex de color negro.
-Yo puedo sola. Tira y ve – respondió la pelirroja pellizcándola un pezón mientras continuaba igualmente con aquel vaivén de piernas entrelazadas.
-Lo dicho, eres una hija de puta que está muy buena – replico Lucia sin poder parar de gozar.
Media hora de locura basto para llevarlas al máximo nivel, al máximo placer. Luego Lucia se vistió a toda velocidad como si aquello estuviera mal, como si llegara tarde a la comisaria para poder solucionar el problema de Rafa. Sin tiempo casi para despedirse y con la pelirroja aun desnuda y sentada en la cama, la lanzo un beso de despedida, sin haberse intercambiado siquiera los teléfonos. Sin duda alguna aquello había sido solo el polvo de una noche. La pelirroja sonrío poniendo su mano derecha por delante de sus labios formando con sus dedos la señal de victoria, y sacando la lengua entre ellos como si volviera a querer comerla al coño a su ligue de aquella noche. La puerta se cerró y se quedo sola en la habitación del hotel.
Dos horas más tarde Lucia recogía en la puerta de la comisaria a Rafa que salía por fin de los calabozos después de que la denuncia que recaía sobre el hubiera sido retirada. Un poco antes de aquel encuentro el pibonazo de Lucia había tenido un pequeño encuentro con una antigua novia, jueza, que tras un pequeño favor sexual la había ayudado con los tramites, y con la persuasión sobre el agente que había puesto la denuncia sobre el sobrino de su novia.
-¿Natalia? – había hablado Lucia tras oír la llamada de la jueza al descolgar el teléfono.
-¿Lucia? – contesto sorprendida esta.
-Necesito un favor. – rogo Lucia atenta a la respuesta.
-Ven a casa, esas cosas por teléfono no se hablan.
-De acuerdo, voy.
Lucia sabía nada más colgar el teléfono que iba a tener que hacer algo a cambio de conseguir la ayuda de la jueza, pero no se lo pensó. Primero porque su novia la necesitaba y lo que sentía por ella era muy grande. Y segundo porque aquel jovencito había cometido un error, y en su juventud todo el mundo comete errores. A parte de que tenía una buena herramienta entre las piernas, y no iba a dejar de utilizarla por nada del mundo. Encima en este caso tenía el consentimiento de su novia.
Lucia y Rafa se fueron directamente a casa de ella tras salir de la comisaria. El muchacho estaba nervioso aun por todo lo sucedido, y ella no dejaba de pensar en Rita y en cómo sería su encuentro al día siguiente. Ambos durmieron poco aquella noche, en espera de la llegada de la abogada, la bogada del diablo pensaron. A la mañana siguiente a media mañana Lucia vio la vio bajar de un taxi y anuncio la llegada de esta.
-Ya está ahí Rafa. Tranquilo, ¿vale? – dijo Lucia.
-Me va a caer lo de pulpo Lucia, y lo sé. Pero bueno, prefiero su zapatilla a pasar una hora más en aquel sitio. – la dijo mirándola con ojos de ternero degollado y casi temblando. Hablar de la zapatilla de su tía Rita, era hablar de mucho.
-Te pega duro la jodida, ¿no? – le pregunto Lucia, de pie junto a él en el centro del salón.
La puerta de la casa se abrió, Rita tenía una copia de las llaves desde hacía unos meses. Iba vestida con un pantalón vaquero negro ajustado y una blusa blanca con tres botones desabrochados, mostrando todo el canalillo de sus sugerentes pechos. Zapatos negros de tacón y bolso a juego colgado del brazo izquierdo. Nada más entrar vio a su novia y al pelele de su sobrino juntos en el salón, casi cogiditos de la mano. Avanzo sin siquiera presentarse hasta situarse a un metro escaso de su sobrino, y sin mediar palabra alzo su mano derecha y le arreo un bofetón que casi le tira al suelo. Lucia lo miro primero a él, tambaleándose, y luego a la ejecutora de aquella tremenda bofetada. Lo que no se esperaba es que nada mas repartir la primera ostia, ella iba a ser la receptora de la segunda bofetada de la mañana. Rita sin dejar caer el brazo derecho volvió a llevarlo hacia atrás para descargar otra bofetada casi aun más fuerte que la primera sobre la cara de Lucia. Esta retrocedió unos pasos tras e impacto llevándose la mano derecha a su mejilla, que ardia tras el impacto.
-¿Pero qué haces? – le recrimino Lucia a su novia.
-Mírame a la cara y dime que no me has puesto los cuernos anoche. – le recrimino Rita señalándola con el dedo índice. Rafa contemplaba la escena como si por unos segundos se hubieran olvidado de él, quedando en un tercer plano.
-Lo siento, pero tú también….. – se excuso Lucia con lagrimas en los ojos, reprochándola que ella también se acostaba con su marido, y eso era como ponerla también los cuernos.
-Lo sé, pero tu eso ya lo sabías cuando empezamos. Jamás te lo oculte. – contesto Rita soltando el bolso para dirigirse directamente al dormitorio de Lucia. - ¡Desnudaos los dos ahora mismo! No quiero tener que repetirlo.
Rafa comenzó a quitarse los pantalones y el resto de la ropa, cuanto antes empezase antes pasaría. Sabía que su tía le quería, quizás no tanto como su madre, pero le quería y mas aun después de aquella relación de amor filial que había comenzado entre ellos. Aunque esta era casi más un trío porque también estaba la buenorra de Lucia por medio. Lucia atónita ante la reacción de su novia, comenzó a desvestirse unos segundos después, quedándose en braguitas y sujetador. No así Rafa que estaba totalmente desnudo esperando la vuelta de su tía. Rita lo hizo unos minutos después tras haber pasado al cuarto de baño, y habiendo sustituido sus zapatos de tacón negros por unas zapatillas de estar casa que tenía bajo la cama para estar a gusto cuando no iban a ningún sitio. Estas eran de un color gris clarito, con un pequeño dibujo grabado en un lateral del empeine, cerradas, de suela rugosa blanca y un tacón de unos dos centímetros. Como era costumbre en ella las llevaba puestas como siempre, en chanclas, con el talón pisado.
-¿No me oíste bien? – grito Rita a su novia al verla aun en sujetador y bragas.
Lucia se quito las bragas y el sujetador tapándose los pechos con las manos, como si fuera la primera vez que se desnudaba ante su novia. Algo que evidentemente no era así, aunque en una esta situación como esta si lo fuera.
-Ven aquí, que a ti te tengo más ganas guarra, que eres una guarra. – alzo de nuevo la voz Rita acercándose como una posesa a su novia para agarrarla del pelo y tirar de ella hasta llevarla al sofá. Rafa no podía creer lo que estaba viendo. Qué diablos había pasado entre aquellas dos mujeres.
Rita sin soltar del pelo ni un solo momento a Lucia se quito la zapatilla doblando la rodilla derecha, mientras se sentaba en el sofá y tiraba sobre sus rodillas a la maciza de Lucia. ¿Qué tenía aquella mujer que la volvía loca en todos los sentidos de la palabra? No podía dejarla, y la hervía la sangre cuando pensaba que estaba en manos de otra.
-¡No, por favor Rita! Lo siento, lo siento. – imploro la joven.
-Ahora te voy a enseñar que eres mía, y solo mía guarra. – grito Rita encolerizada por no poderse sacar aquella escena de la cabeza, aun sin haberla visto. – Y tú quieto ahí, que detrás vas tú. – amenazo a su sobrino apuntándole con la zapatilla en la mano.
Aquella zapatilla gris clarito, con suela rugosa de color blanco, bien amoldada a la mano de Rita, comenzó a hacer su cometido por primera vez. Estaban de estreno y menudo estreno. Rita levanto el brazo hasta arriba y la dejo caer sobre la nalga derecha de su novia, dejando una marca perfecta de la suela de esta sobre la blanca piel de Lucia. Acto seguido tatuó de nuevo la suela de la zapatilla sobre la nalga izquierda.
-¿Pica zorra? ¿Te gusta más que la lengua de la puta con la que estuviste ayer? – rezo Rita echando salivazos por la boca.
-No es una zorra, y lo siento. Ahhhhhh. No lo volveré a hacerlo, Ahhhhhh. Perdóna – lloraba Lucia tras una docena de zapatillazos fuertes y bien dados.
-Perdóna, ahora me pides perdón, ¿eh? Pero anoche bien que te abriste de piernas a otra, ¿no? Pues esto es lo que te pasa por ser así de puta – gritaba Rita poseída por los celos.
La zapatilla subía y bajaba a una velocidad endiablada. Los azotes eran alternativos y a veces repitiendo en la misma nalga. El culo de Lucia vestía de un rojo intenso, vivo. Rafa no paraba de temblar, luego iba él, y no pintaba nada bien la cosa. Tras cincuenta zapatillazos, uno arriba uno abajo, Rita dejo caer a Lucia al suelo. Esta cayo haciéndose un ovillo a los pies de su novia, con las manos en el culo frotándoselo, intentando consolar la picazón y el escozor que sentía en el. Rita le dio una pequeña patada con su pie izquierdo, sintiendo Lucia la zapatilla nuevamente de su novia en un costado. Mientras la tía miraba a su sobrino, haciendo un gesto zapatilla en mano, para que su sobrino se acercara a ella.
-Tu, al rincón y con las manos sobre la cabeza. No me hagas ir y obedece, porque si voy te corro a zapatillazos por todo el salón. Y tú, tu ven aquí cachorro mío, que te voy a quitar las ganas de coger el coche de nadie, y montar el pollo que has montado.
-Tía yo…. – dijo Rafa titubeando mientras avanzaba hacia su tía que le esperaba dándose unos pequeños azotes con la suela de la zapatilla sobre sus pantalones vaqueros, en espera de aquel culito pequeñito y respingón.
Con los dedos de las manos entrelazados Rafa se dejo caer sobre el regazo de su tía. Sabía que se merecía aquella paliza, y estaba preparado para recibirla como un hombre, pero tras ver la tremenda zurra que se había llevado Lucia, ahora mismo no sabía si correr, resistir, implorar, o callar.
Rita dio comienzo al segundo castigo del día de la misma forma que el primero, tatuando la suela de aquella zapatilla infernal en las cachas de su sobrino. Rafa se retorció sobre el regazo de su tía desde el primero de los zapatillazos, sin poder remediarlo. ¿Era el cabreo de su tía?, ¿era aquella infernal zapatilla?. Lo único que sabía era que la suela de aquella zapatilla gris clarito picaba más de lo normal, y esta no era la primera vez que su tía le zumbaba de lo lindo en el culo.
-No lo cogeré mas, tía. Ahhhhh, Te lo prometo. Ahhhh – dijo Rafa llevando una de sus manos hacia el culo para protegérselo.
Rita intercepto la mano en su trayectoria para retorcerle el brazo prosiguiendo con la faena. Estaba sofocada, excitada, cabreada, cachonda, muy cachonda. Estaba castigando a su sobrino pero con la mente puesta en su novia. Quería follarsela, zumbarla de nuevo. La zapatilla caía una y otra vez sobre el desprotegido culo de Rafa, que lloraba como un niño pequeño. A pesar de la tremenda paliza que se estaba llevando, Rafa no pudo evitar empalmarse. Le pasaba siempre que su tía le leía la cartilla con la zapatilla, y luego, luego siempre tenía su recompensa. ¿La habría esta vez?, ¿o sería diferente?
Tras otros cincuenta zapatillazos Rita dejo caer a su sobrino al suelo de la mima forma que antes lo había hecho con su novia Lucia. Luego dejo caer al suelo la zapatilla haciendo sonar la suela contra el suelo, justo delante de los ojos de su sobrino y se la calzo mirándole, sintiendo el miedo en su cuerpo. Le había dado una buena paliza a cada uno, pero no era suficiente.
-¡Tu, levántate, y tu malparida ven aquí! – dijo Rita con las manos sobre las caderas, levantándose del sofa.
Rafa se levanto del suelo como pudo llorando, con las manos en el culo y casi sin poder ponerse recto. Lucia se giro abandonando el rincón donde permanecía castigada y avanzo hasta ponerse a la diestra del chaval, con las manos aun sobre la cabeza, mostrando sus buen par de tetas, y su coñito depilado. Con la cabeza alta, como dando a entender si me dejas, esto es lo que te pierdes.
Rita les miro en silencio, los dos castigados tampoco alzaron la voz. Fue entonces cuando Rita se llevo las manos al cinturón de cuero de tres centímetros de ancho con el que se sujetaba los pantalones, para quitárselo ante la aterradora mirada de Rafa y Lucia.
-No, por favor. Más nooooo. – imploro Lucia, cambiando su semblante desafiante, por otro de terror.
-Los dos, las manos sobre el sofá, inclinados y con el culo bien fuera. – ordeno Rita mas cachonda que nunca, los tenía a ambos a su merced.
Rafa fue el primero en posicionarse, luego mirando de reojo a su novia herida en su propio orgullo, Lucia lo hizo junto a él. Piernas ligeramente separadas, en ángulo recto y con el culo bien fuera, expuesto. Rita se quito el cinto lentamente, doblándolo con sus manos. Lo sujeto con fuerza por la hebilla y acaricio el culo de su novia midiendo la distancia.
-Doce correazos. Doce correazos para los dos sinvergüenzas estos, que me han amargado el puto fin de semana.
No se oyó nada más que el cinturón de cuero acariciando de forma bestial los traseros de los dos condenados, y los gritos de estos tras cada uno de ellos. Las marcas horizontales del cuero ocultaron a los de la zapatilla. Primero un correazo a uno, luego otro al segundo. De nuevo Lucia, luego Rafa. Sus voces gimiendo, pidiendo perdón. Primero ella, luego él. Doce correazos que la pusieron aun más cachonda, sintiendo su coño empapado, encharcado, mojando sus bragas por completo. Necesitaba la lengua húmeda de su novia en el coño, y necesitaba la dura polla de su sobrino en el culo. Lo tenía aun un poco abierto de la noche anterior, ósea que entraría a la perfección, sin mucho esfuerzo.
Cuando Lucia y Rafa se levantaron tenían el culo tan dolorido que sabían que sentarse sería una misión imposible. Se giraron y vieron a Rita quitándose los pantalones. Primero una zapatilla fuera, la pierna derecha, luego se calzo de nuevo la zapatilla. A continuación se descalzo la zapatilla izquierda, se quito la otra pernera, y pantalón al suelo para dándole una mini patada alejarlo unos metros de ella. Luego se calzo la zapatilla izquierda de nuevo. Indico a Lucia que se acercara y se pusiera de rodillas ante ella. Lucia obedeció, no fuera a cabrearse de nuevo y cobrara aun más. Rita apoyo su mano sobre la cabeza de su novia obligándola a arrodillarse ante su vagina. Lucia no opuso resistencia quedando de rodillas ante ella, con una de sus manos sobre la zapatilla gris clarito, acariciando su paño. Que suave era, pensó.
Rita cruzo su mirada con ella desde la altura, con la superioridad que esta le otorgaba. Hecho sus braguitas hacia un lado y le ofreció toda su almeja húmeda y cachonda.
-¡A comer! – la dijo sin más.
Lucia se aplico en aquello que quizás se le daba mejor en la vida, en comerse un buen coño. El vello púbico comenzó a hacerla cosquillas en la cara, pero aquel manjar estaba tan rico, que no le importo las molestias ocasionadas. Rita giro la mirada hacia su sobrino, que con las manos aun frotándose el culo, no perdía detalle de aquella escena lésbica, con la polla dura y clamando al cielo.
-¡Niñato! La quiero en el culo, ya. – le ordeno Rita.
Rafa obedeció sin rechistar, escupiéndose en la mano para frotarse la polla con ella y lubricar un poco su miembro. Así que la puta de su tía quería caña, ¿no? Pues la iba a tener, y de lo lindo, porque la iba a reventar el ojete.
Rita saco su tremendo culo hacia fuera con las piernas lo suficientemente abiertas para que Lucia pudiera continuar comiéndola el coño. Rafa apunto a su soldadito hacia la cueva negra del culo de su tía y apretando con ganas la perforo sin mucho esfuerzo. Aquel culo había sido follado no hacía mucho, no necesitaba mucha experiencia para saberlo, aunque no le importo. Enseguida supo que habría sido la noche anterior el cornudo de su tío.
Sujetándola con fuerza por las caderas comenzó a embestir con tal fuerza que pareciera que se estaba vengando por la paliza recibida. La lengua de Lucia trabajaba la parte delantera de Rita, la polla de Rafa la parte trasera. Lucia se metió un par de deditos en el coño, no podía resistirse a no hacerlo. Los gemidos de su novia la ponían a cien. Sabía que a pesar de haberla llamado puta y zorra, ella lo era casi más aun. Y la prueba estaba ante sus ojos.
-¿Puedo follarme a Lucia? – pregunto Rafa dejándose llevar.
-Sigue follandome y no me tientes, que aun me tienes muy cabreada. – le contesto su tía con la cabeza echada hacia atrás sin parar de gemir, acariciándole la cara y prohibiendo el coito entre sus dos mayores pasiones.
Lucia oyó la negativa de su novia, hoy no sentiría la polla de aquel joven en su coño, pero sabía que había obtenido el perdón de su novia, y que en otra ocasión sí que podría gozar de ella. Lo mismo pensó Rafa, hoy no era el día más adecuado para tensar la cuerda, otro día quizás. Rita se dejo llevar, se dejo hacer, inundando con sus flujos la cara de su desleal novia al correrse sin poder retenerse por mas tiempo, y recibiendo la leche de su sobrino en el culo, inundándoselo con ella. Cuando todo acabo, y hubo unos metros de separación entre ellos Rita les dijo.
-A ti te perdono y te comprendo. Pero aunque yo siga acostándome con mi marido, no soporto la idea de que estés en manos de otra, de forma que si lo vuelves a hacer ya sabes lo que te espera. Y a ti, lo mas mínimo y te muelo a palos desgraciado. Dime que le hubiera dicho a tu madre, como se lo explico. Sin tener en cuenta el disgusto que me has dado porque en el fondo, solo en el fondo te quiero pequeñajo.
Los tres se echaron a reír, dos con el culo aun bien rojo, y la otra con el culo bien abierto y el coñito bien saciado.
Rafa se vino desde el pueblo a la capital para estudiar la carrera de económicas, aceptando la invitación de su tía Rita para convivir con ella y su marido en su chalet en lugar de alquilar un piso compartido. No estaba demasiado lejos de los universidad, en una urbanización cercana, y el ahorro de dinero le vendría bien a él, y a sus padres, que no pasaban por una buena racha. El mayor inconveniente era que no gozaría de la libertad para entrar y salir como a el le hubiese gustado, y como no, tendría que acatar y cumplir una serie de normas, ya que la tía era un poquito chapada a la antigua. Su casa, sus normas. Pero no todo era malo, Rita solía pasearse por la casa en muchas ocasiones en ropa interior, o con ropa ajustada y ceñida, o incluso insinuante para la mente de un joven de diecinueve años, y eso a Rafa le encantaba.
Rafa se puso el pantalón del pijama y se asomo al rellano del piso superior del chalet, se arrimo a la barandilla y se agacho. Desde su posición podía ver los pies de su tía en la cocina, junto al fregadero, debía de estar fregando. Solo podía verla de las rodillas para abajo, pero para él era suficiente. ¿Qué tenía aquella mujer para que le atrajese tanto? Rita era una mujer que ya había pasado de los cuarenta, de metro sesenta, melena negra que casi siempre la llevaba recogida en un moño en la parte trasera de la cabeza, caderas anchas, bien proporcionada tanto de pechos como de culo. Evidentemente no tenía el cuerpo de una modelo, pero tenía un morbo que le sorbía el cerebro a su sobrino, sin que ella lo supiese. O quizás si, quien sabe. El chico se quedo un rato mirando a su tía, parecía que estaba desnuda, aunque suponía que llevaría puesta alguna bata, o incluso quizás estuviera vestida para ir a algún sitio, y simplemente estuviera esperándole a que se levantara para darle lo suyo. Solo podía ver sus piernas desde las rodillas para abajo, y como no esas zapatillas de invierno color verde botella, que siempre llevaba en chanclas fuese de día o de noche, y cuya suela de color blanco rugosa ya había probado en más de una ocasión por diferentes motivos. ¿Cómo podía dejar a aquella mujer que le calentara el culo teniendo ya diecinueve años? ¿Estaba enamorado de su tía?, ¿o simplemente estaba encoñado de ella? Rita fregaba los cacharros y al mismo tiempo jugaba con sus pies. Sacaba uno de la zapatilla y se frotaba con el empeine en la pierna, luego se la volvía a calzar. El mismo procedimiento con el otro pie, una y otra vez, como si estuviese nerviosa, como si estuviese deseando que su sobrino apareciese para volver a repetir faena.
Rafa trago saliva, se bajo el pantalón del pijama y se acaricio el trasero con ambas manos, a sabiendas que en unos minutos se lo iban a calentar de nuevo. Inspiro hondo, se subió el pantalón de pijama y comenzó a bajar las escaleras. Poco a poco la visión de su tía, la abogada matrimonialista con una reputación ganada a base de ganar juicios fue haciéndose más visible ante sus ojos. A mitad de las escaleras ya podía verla de cintura para abajo, llevaba puesta una falda negra ajustada que la llegaba justo un poquito por encima de las rodillas. Rafa se quedo quieto, mirándola, alternando entre sus zapatillas odiadas y deseadas al mismo tiempo, y ese culo rellenito de cuarentona y cachonda perdida que parecía pedir guerra cada vez que se contoneaba. Continuo bajando y en los últimos peldaños ya podía ver la silueta de su tía al completo. Una blusa blanca metida por dentro de la falda le hizo presentir que su tía estaba preparada para ir a algún sitio. Quizás sería bueno no hacerla esperar mucho, y si tenía prisa la cosa no se prolongaría en demasía, de hecho ya le había castigado.
-Buenos días tía. – dijo Rafa entrando en la cocina hasta situarse justo en el centro, justo al lado de la mesa donde comían.
-¡Vaya, por fin se ha despertado el borrachín de turno! ¡Buenos días! – le contesto su tía secándose las manos y dejando aun unos vasos por fregar dentro del fregadero.
Rita dejo el trapo de secarse las manos encima de la encimera, y se dirigió hacia la mesa de la cocina. Allí, delante de su sobrino, sin preámbulo alguno doblo su rodilla derecha y con la mano diestra se quito la zapatilla. Su semblante era serio, se notaba que estaba enfadada. La función iba a comenzar, presintió Rafa.
-¡Sube! Que ahora sí que la vas a notar. Veras como el próximo día llegas a tu hora y sin tantas copitas de más en el cuerpo. Te acuerdas, ¿no? – le dijo Rita poniendo su pie izquierdo sobre una silla, e indicándole que se inclinase sobre ella.
Rafa inspiro hondo, se bajo el pantalón del pijama y obedeció. Sabía lo que se le venía encima, pero era incapaz de llevarla la contraria a su tía. Se puso de puntillas y como dando un pequeño salto se subío sobre la pierna izquierda de su tía manteniendo el equilibrio. Sus pies quedaron suspendidos, su cuerpo igual. Se agarro al respaldo de la silla para no caerse y espero.
-Lo siento tía, no sé que me paso. – dijo a modo de disculpas. Su tía ni le contesto.
La azotaina comenzó de inmediato, sin previo aviso, sin ningún tipo de sermón, solo la zapatilla cayendo sobre el desprotegido culo de Rafa alternativamente. Izquierda, derecha, izquierda de nuevo. Rafa se mordió los labios con los primeros zapatillazos, auténticos trallazos sobre sus nalgas, pero cuando llevaba diez más o menos, comenzó a pedir perdón, a pedir clemencia.
-¡Lo siento tía! Auuuuu, duele, duele auuuuuu, muchooooo. – dijo comenzando a llorar.
-Veras como esta no la olvidas. ¿Te acuerdas de lo que te dije anoche? – le pregunto su tía sin parar de aporrear el culo de su sobrino con su zapatilla verde botella.
-¡Nooooooo! Auuuuuu. No me acuerdo. ¡Auuuuuuu! – contesto Rafa.
-Mala suerte, porque no te lo voy a repetir, pero si se repite esto es lo que te espera.
El culo de Rafa era todo un poema, la zapatilla dejaba nuevas marcas sobre sus nalgas que se unían a las que ya tenía de la noche anterior. Rita le sujetaba con fuerza por las caderas, Rafa hacia lo mismo agarrándose a la de ella, y al mismo tiempo al respaldo de la silla. Giro la cabeza un poco y pudo ver la curvatura del culo de su tía, con que ganas la daría lo que se merecía, unos buenos azotes, iguales a los que ella le daba a él con aquella jodida zapatilla. Sin querer una vez más, se empalmo. No podía remediarlo, la zapatilla le trasportaba a otro mundo, donde se imaginaba a su tía pegándole, donde la veía sin ver como se le movían aquellos voluminosos pechos bajo la blusa blanca que llevaba puesta. Al girar la mirada, ese culo, grande, redondo, bien jugoso. Se lo abriría en dos sin pensárselo a pollazos.
El castigo termino antes de lo que Rafa se imaginaba. O al menos creyó no ser tan largo como otros recibidos, aunque tenía el culo para pocas florituras. Sin duda era la segunda azotaina que se llevaba en menos de diez horas. Cuando su tía dejo de sujetarle la cadera, y escucho el ruido de la zapatilla al caer al suelo, entendió que podía levantarse. Lo hizo llevándose las manos al culo sin ocultar la erección que tenía, a la que su tía no le dio mayor importancia, o al menos eso intento, pues los ojos una vez más se le fueron al miembro erecto sin poder remediarlo. Al tiempo que se calzaba la zapatilla en el pie derecho, algo que hizo sin ni siquiera mirar, le dijo a su sobrino.
-El lunes tienes examen, ¿no? Pues tira a la biblioteca a preparar el examen, porque como suspendas la que te he dado hoy te va a parecer pequeña.
La voz de su tía sonaba autoritaria. Rafa se subió el pantalón del pijama y salió corriendo de la cocina camino de su cuarto. En menos de cinco minutos estaba listo para irse a la biblioteca, con su mochila a la espalda y sin desayunar. Justo cuando abría la puerta de la calle para irse, no sin antes darle un beso a su tía en la mejilla y despedirse de ella, a pesar de la tunda recibida, se cruzo con Lucia, una amiga de su tía. Rafa intuyo que se iría con ella de compras, por eso ya estaba vestida de primera hora.
-Hola Lucia, mi tía está en la cocina. Tengo prisa, llego tarde a la biblioteca. – le dijo Rafa casi sin pararse a hablar con ella.
-¡Buenos días! – le contesto Lucia sonriendo al verle en la puerta.
Lucia era una joven de treinta y dos años, alta, delgada, con curvas, rubia de bote y con un cuerpo que ya quisieran muchas mujeres. Cerró la puerta tras de sí y desde el hall aviso de su presencia.
-¿Rita? Ya estoy aquí.
-Pasa Lucia, estoy en la cocina. – grito Rita asomándose a la puerta de la misma para que la viera.
-Me cruzado con tu sobrino. Que estudioso, hasta los domingos ni descansa. Te ha salido responsable. – dijo Lucia intentando alabar al muchacho.
-Siiii, súper responsable. Anoche me llego borracho, menudo pedo llevaba. Riéndose, todo parlanchín. Le eche una bronca de escándalo, y el muy cabron solo se le ocurre meterme mano y tocarme una teta por debajo de la bata. Anoche le di una buena tunda con la zapatilla, y hoy nada más levantarse otra. Dos por uno. – la contesto Rita aun enfadada un poco.
-¿Te metió mano? ¿Te toco una teta? Así como lo hago yo. – dijo Lucia mientras la desabrochaba un par de botones de la blusa blanca que llevaba puesta Rita, y hacia desparecer su mano por dentro de esta, buscando uno de sus pechos mientras la comenzaba a besarla apasionadamente.
-Serás viciosa, ¿ni siquiera me dejas que te invite a un café antes? – la contesto Rita tras sacar su lengua del interior de la boca de su amiga, y sin poner resistencia al magreo de su mano dentro de su blusa.
-Tengo que aprovechar el tiempo, no vaya a venir tu sobrino y me chafe el plan. – la dijo Lucia atrayéndola hacia ella tomándola por el culo. Cuando Rita estuvo bien pegada a ella sus miradas se cruzaron.
-Ese no vuelve mínimo hasta las dos. Aun no he desayunado, estaba esperándote. ¿No quieres un croissant a la plancha y un café antes? – la pregunto Rita sintiendo el aliento de su novia en la boca.
-No tengo hambre, pero tu desayuno esta esperándote aquí abajo. – la susurro Lucia obligándola con su mano a bajar hasta quedar frene a su sexo. Rita se puso de rodillas ante su novia que retrocedió unos pasos hasta sentarse en la misma silla en la que Rafa había recibido su castigo por la borrachera de la noche anterior.
Lucia se subió la falda y le enseño a su novia la abogada un conejito totalmente depilado. Se lo abrió lo suficiente para que a Rita le pareciera el mejor desayuno posible.
-Eres una puta viciosa cariño. ¿Dime, cuando vas a empezar a utilizar ropa interior? – dijo Rita al ver que su novia no llevaba puestas las bragas, y comenzando a gatear hacia aquel manjar que la ofrecían, subiéndose la falda hasta la cintura poder gatear mejor hacia el.
Justo cuando llego a la altura de Lucia la miro unos segundos a los ojos sonriéndola, para hundir su cabeza entre sus piernas y comenzar a comerse aquel conejito tan rico que tanto la gustaba.
Rafa estaba ya en la parada de autobús cuando se dio cuenta de que se había olvidado el abono transporte, decidiendo volver sobre sus pasos para cogerlo y así no tener que pagar el billete tanto de ida como de vuelta de la biblioteca. No tardaría mucho, la parada del autobús estaba a unos cinco minutos de la casa de su tía. Entro con sus llaves e incluso se presento diciendo un “soy yo, me he olvidado el abono transporte”, pero nadie le contesto. Extrañado agudizo el oído y comenzó a escuchar como una especie de gemidos. La curiosidad le pudo y camino hacia el lugar desde el que procedían aquellos ruidos. Jamás hubiera imaginado la escena que sus ojos contemplaron. Sin pensarselo dos veces, extrajo el móvil de su bolsillo y comenzó a grabar.
Su tía estaba de rodillas con la cabeza metida entre las piernas de su amiga comiéndola la almeja. Desde la puerta de la cocina, medio a escondidas podía verla todo ese impresionante culo y las braguitas de color rojo pasión que llegaba puestas. Estaba de rodillas y la vista no pudo más que írsele a los pies, embutidos en esas zapatillas verde botella que siempre llevaba en chanclas, con los talones al descubierto. Sus ojos se clavaron en ellos, podía verla incluso hasta la planta de los pies, hasta el interior de sus zapatillas. Luego volvió a clavársela en ese pedazo de culo. Arriba y abajo. Una y otra vez. Un minuto basto para que la polla se le pusiera dura como una piedra.
-¿Te gusta? ¿Quieres que siga? Ummmm…. – dijo Rita tomándose un respiro.
-¡Sigue! Hablas demasiado Rita. – la contesto Lucia llevando una mano a la cabeza de su amiga para atrayéndola hacia ella hundírsela de nuevo entre sus muslos por debajo de la falda.
Rafa grabo durante unos tres minutos aquella escena, con diálogos incluidos entre aquellas dos ardientes mujeres. Su intención era grabar hasta el final, una idea le rondaba la cabeza, chantajear a su tía para…. Pero la sangre se le fue toda a sus partes intimas, y creyó que con un video de tres minutos sería suficiente. Como poseído por un oscuro deseo de placer avanzo hasta colocarse justo detrás de su tía, ante la atenta y sorprendida mirada de Lucia que no le delato. Se desabrocho el cinturón y se bajo los pantalones para dejar al aire un miembro erecto y de un considerable tamaño. Lucia le sonrío entre gemidos y con una mirada lasciva le dio su aprobación para hacer lo que Rafa tenía en mente.
Rafa se arrodillo justo detrás de su tía y llevo sus manos hasta las caderas de esta. La sujeto con fuerza mientras estiraba de sus braguitas rojas pasión separándolas hacia lado, lo suficiente para poder ver aquel pedazo de coño con el que tantas noches se había hecho unas descomunales pajas. Rita sintió unas manos detrás de ella, sabiendo que era imposible que fueran las de su novia. Dejo por unos instantes de comerse aquel manjar que estaba degustando y girando su cabeza hacia atrás vio a su sobrino con cara de salido, y unas ganas locas de clavarla su estaca en el coño.
-¡Ni se te ocurra Rafa!, o… - le grito la tía al sobrino.
-¿O qué? Si no quieres que el tío se entere de tu aventurita, vas a tener que dejarme que te folle jodida viciosa. Tengo un video que te cagas comiéndola el coño a tu amiguita. – Le contesto el sobrino a la tía con la punta de su capullo justo en la entrada de la vagina de su tía que dejaba de mover el culo intentando dificultar la maniobra de penetración, y volviéndola la cara hacia el coño de su amiga, como diciéndola deja ya de quejarte.
-¡Joder con el sobrino!, vaya huevos que tiene. Vamos puta, tú sigue comiendo y deja al chaval que te dé, y se dé un homenaje. Seguro que ya has fantaseado con su polla follandote. Si te conoceré yo. – hablo Lucia volviendo a forzar a Rita para que continuara comiéndola su tesoro, y esta dejara de mover el culo para que Rafa pudiera joderla.
-¡Es argg mi argrg so argg bri arggg no! – inquirió la abogada cuando sintió la presión de la mano de su novia incrustándola una vez más entre sus piernas.
Rita dejo de mover su culo y dio un gemido ahogado cuando el pene de Rafa se adueño de su vagina taladrándola con toda la juventud e ímpetu del que disponía. Sus envestidas cada vez eran más fuertes y vigorosas. Movía las caderas con ritmo y fuerza. Rita clavaba su lengua dentro del coño de Lucia abriéndoselo todo lo que podía, lamiéndolo en su totalidad. Esta se desabrocho la camisa y libero uno de sus pechos llevándoselo a la boca para chuparse el pezón. Estaba más cachonda que nuca. Delante de ella tenía al sobrino de su novia metiéndola una buena tranca por el coño, mientras esta le comía a ella el suyo como nunca antes se lo había comido.
-¿Vas a dejar algo para mi, o vas a correrte dentro de ella cabron? – insinuó Lucia a aquel joven como dándole a entender que ella también necesitaba ese tipo de caña.
-¿Tu también quieres polla zorrita? Tengo para las dos- la dijo Rafa sacándola la lengua como si también él la estuviera comiendo el coño.
Lucia separo a Rita de su coño levantándose de la silla, desvistiéndose de cintura para arriba hasta liberar sus pechos del todo. Luego se fue hacia la encimera ofreciendo su culo a aquel joven varón para que la empotrara como era debido.
-¡Vamos, demuéstrame que eres digno de que te deje usar el coño de mi chica! – le dijo provocando a Rafa.
Rafa dejo de follarse a tu tía sacándola el pene por completo y dejándola a esta de rodillas en el suelo. Un tremendo chorro salió del coño de Rita convulsionándose e inundando el suelo alrededor de ella con su tremenda corrida. Era como si estuviera conteniéndose hasta que el miembro viril de su sobrino salió de su vagina. Rafa se puso en pie y avanzo masajeándose la polla hacia aquella mujer que era amiga de su tía. ¿Estaba soñando? Estaba tan buena o más que su tía. Lucia le esperaba con el culo en pompa y sus manos abriéndose el culo. Facilitándole la tarea para ser penetrada. ¿Dónde la quería? ¿En el coño o en el culo?
Rita levanto la vista y miro a su sobrino, estaba a punto de follarse a su nueva aventura, una más de las tantas que había tenido, y de las que su marido jamás supo nada. ¿Iba ahora a joder su matrimonio aquel soplagaitas? ¿Las habría grabado en video de verdad? Rafa entro en la vagina de Lucia sin ningún problema, estaba súper lubricada y súper sensible. Lucia abrió la boca y exhalo un gemido audible desde cualquier lugar de la casa. Menuda polla la iba a follar.
-¡Follame igual que a tu tía cabrón! Ahhhhh ¡Dámelo todo! – le ordeno Lucia.
-Te voy a reventar el coño puta, y luego te la meteré por el culo si quieres.– contesto envalentonado Rafa.
Lucia notaba como su cuerpo chocaba contra la encimera tras cada acometida del sobrino. La estaba taladrando la virilidad de la juventud, con la fuerza de aquel que es virgen y pilla un coño por primera vez.
-¡Tu zorra! Ahhh ¿Recuerdas ese dicho que dice que no hay dos sin tres? Ohhhh. Pues aplícate. – reclamo Lucia a Rita que aun estaba de rodillas en el suelo con las piernas temblando tras el polvo hechado.
Rita desde el suelo no supo si entendió bien, o entendió lo que quería entender. Se puso de pie, doblo su rodilla derecha y una vez más se quito la zapatilla. Su sobrino no la había visto, pero como dijo su amiga no hay dos sin tres, y le iba a dar la tercera azotaina seguida mientras se follaba a su amante. Avanzo hasta él y sin previo aviso descargo su zapatilla verde botella con todas las fuerzas que pudo sobe su nalga derecha. Luego sobre la izquierda. Dos zapatillazos que hicieron al chico llevarse las manos al culo y casi sacar el pene de la vagina de Lucia.
-¡Ni se te ocurra dejar de follarme cabrón!, o como tenga que coger yo la zapatilla no te vas a poder sentar ni en un mes. – grito Lucia agarrándole como pudo de la cintura y atrayéndolo hacia ella para que pudiera seguir follandola. – Y tu dale fuerte, quiero sentir que me revienta por dentro, o cobras también. – le ordeno a Rita.
La abogada supo que aquella amenaza no era en baldé, conocía a Lucia y sabía de lo que era capaz. De hecho alguna vez en sus relaciones sexuales ya la había dado un buen par de azotes con la mano. Rita no lo pensó, y puso la mano izquierda sobre la espalda de su sobrino, y continuo la faena sujetando aquella zapatilla verde botella de suela rugosa blanca con todas sus fuerzas. Los zapatillazos fueron cayendo uno tras otro. Rafa gemía, de placer y de dolor. Poco a poco los tres se fueron sincronizando, y tras cada zapatillazo llegaba una embestida brutal sobre el coño de Lucia, que gemía igualmente como si la quitaran la vida.
Rafa era consciente de que debía de tener el culo mas rojo que nunca, mas maltrecho que nunca, pero ¿como dejar de follarse a aquella mujer?. Tras cada zapatillazo de su tía su polla se incrustaba más y más hondo en el coño de aquella mujer. Era el polvo de su vida, y ya había decidido que no sería el último con su tía. De ahora en adelante se la iba a follar cada vez que pudiera y presentía que su tía también lo iba a desear, aunque tuviera que ponerla el culo para que diera rienda suelta a una de sus mayores vicios y pasiones, el de calentarle el trasero día sí, y día también.
Tras no menos de cincuenta zapatillazos y con Rita sudando a mares, sofocada y cansada, Rafa se corrió dentro del coño de Lucia inundándoselo son su semen calentito. Lucia se retorció como una gata en celo llevando su cabeza hacia atrás hasta besar a Rafa en los labios mordiéndoselos y haciéndole sangrar. Luego se relajo habiendo llegado dos veces al orgasmo en aquella penetración. Rita dejo caer su zapatilla al suelo, calzándosela y bajándose la falda. Con el ambiente más relajado ya Lucia hablo.
-A partir de ahora a obedecer a tu tía y nada de borracheras, ¿entendido? O seré yo quien te pongo el culo fino.
-En cuanto se pase lo más mínimo sabe que le voy a zumbar de lo lindo, ¿verdad corazón?. – amenazo Rita a su sobrino tocándose la zapatilla con su mano derecha, tras levantar su pie derecho un poco.
-Lo sé tía, pero luego tendrás rabo, o…. – volvió a amenazar Rafa enseñándole el móvil.
-¿Y yo? – pregunto Lucia.
-Rabo y zapatilla – contestaron al unisonó tía y sobrino.
Dicen que los jóvenes comenten siempre los mismos errores que sus antecesores, da igual la década que sea. Por ese mismo motivo cuando Rita recibió la llamada de su sobrino Rafa, en un principio se cabreo mucho, luego se río un poco, y más tarde decidió que le castigaría como nunca antes de que volviera a cometer ese error de nuevo.
El móvil sonó en la oscuridad de la habitación del hotel donde Rita estaba pasando el fin de semana con su marido. Una salida cada dos meses inevitable para que su relación no empeorase más de lo que ya pudiera estar. Cuando Rita miro el reloj de la mesilla eran las cuatro y media de la mañana, y cuando vio reflejado en la pantalla del móvil el nombre de su sobrino, enseguida supo que algo iba mal.
-¿Rafa, que ha pasado? – pregunto casi en un susurro saliendo de la cama para no despertar a su marido dirigiéndose hacia el baño.
-¡Tía! Tienes que sacarme de aquí. Me he metido en un lío. Yo no quería pero…. – respondió Rafa desde el otro lado nervioso y con la respiración entrecortada.
-¡Espera, espera! Relájate, dime lo que ha pasado pero despacio cariño. – le corto Rita intentando calmar a su sobrino para empezar a tener constancia de lo que había sucedido.
-Ya se que me lo prohibiste, pero mis amigos me convencieron. Me dijeron que nadie se enteraría. – continuo diciendo Rafa a su tía.
--¿Qué has hecho Rafa? – le pregunto su tía preocupada y angustiada.
-Cogí el coche del tío para irme de fiesta con los colegas, y…. – confeso el chaval relatando algo que ya le habían advertido que no debía hacer. Al igual que una fiesta en la casa en su ausencia.
-¿Qué has hecho que? ¿Has tenido un accidente? ¿Estás bien? – comenzó a preguntar Rita atropelladamente a su sobrino.
-Noooo. Pero me paro la policía y me hicieron la prueba de la alcoholemia. Yo había bebido y no sé cómo me encare con el agente y acabe pegándole un puñetazo. Y ahora….
-¡Te mato! Me oyes, cuando te pille te mato. – grito Rita olvidando que su marido dormía plácidamente a escasos metros de allí.
-Lo siento tía. Aceptare mi castigo, me lo merezco, lo sé. Pero por favor sacame de aquí ya. No puedo seguir aquí por más tiempo. Por favor tíaaaaa. – suplicaba Rafa.
-¿Pero qué quieres que haga si estoy a mas de 600 Km de ti, guilipollas? – respondió la abogada.
-Por favor tíaaaaa. – suplicaba Rafa esposado y casi llorando como un niño colgado del teléfono de la comisaria frente a un agente de la ley que le vigilaba atentamente.
-¿En qué comisaria estas? – pregunto la abogada retomando el control de sí misma mientras se pasaba la mano izquierda por el pelo mirándose al espejo enfundada de un camisón negro medio transparente, que hacia unas pocas horas su marido se lo había quitado de manera desenfrenada para comerla las tetas primero, el coño después y penetrarla como una perra en celo.
-En la del barrio, fue volviendo a casa – contesto Rafa.
-Voy a llamar a Lucia. Ya sabes quién es, ¿no? A ver qué puede hacer ella. Yo regreso mañana por la mañana. Tranquilo que saldrás de esta, eso sí, prepara el culo porque te voy a dar como nunca te la haya dado. – hablo Rita colgando a su sobrino de forma tajante, autoritaria y muy, pero que muy enfadada. Aun así Rafa prefería la ira de su tía a estar metido en una celda común con lo peor del barrio.
A las 4:45 de la madrugada otro móvil sonó en la tranquilidad de la noche, pero en esta ocasión era Rita la que llamaba a su amante, Lucia. Y esta, en lugar de estar durmiendo plácidamente estaba jugando bajo las sabanas con una pelirroja que había conocido en un pub del centro de la ciudad, y que justo en esos momentos estaba haciéndose cargo del tesoro que atesoraba entre sus piernas.
-¿Siiiii? ¿Quién esss? – pregunto Lucia sin mirar la pantalla del móvil.
-Soy yo Rita. Necesito tu ayuda. – contesto la abogada desde el hotel cortándole todo el rollo a Lucia. ¿Cómo se tomaría que estuviera con otra mujer haciendo….?
-¡Joder Rita! ¿Ha pasado algo? – respondió Lucia obligando a su rollito a salir de entre sus piernas para no gemir mientras hablaba con su novia.
-Ven aquí que te está gustando – le dijo la pelirroja al ver como su ligue la cerraba las piernas ante su cara, y la pedía silencio con el dedo. Ambas tumbadas en la cama estaban cachondas, querían jugar, pero no era el momento. Lucia la pidió paciencia, como si tras la llamada pudieran seguir jugando y disfrutando juntas de la noche.
-¿Dónde estás? ¿Estás con alguien? – pregunto Rita que había oído a la pelirroja hablar.
-No. Estoy en casa. No podía dormir y tengo la tv encendida. Dime, que quieres. – se excuso Lucia mientras intentaba zafarse de las manos y los labios de la pelirroja que intentaban ahora comerla las tetas.
-Han detenido a Rafa, mi sobrino, por conducir borracho, y por agredir a un agente. Necesito que vayas a la comisaría del barrio y lo saques de allí. – dijo Rita de carrerilla.
-¡Para! – susurro Lucia separando a su rollito de noche que no se daba por vencida, riéndose y susurrándola obscenidades en el oído libre. - ¿Qué quieres que haga?
-¿Para? ¿Seguro que no estás con nadie? ¡No me mientas! – contesto Rita intuyendo que la estaban poniendo los cuernos. Entendía que ella estaba casada y que mantenía relaciones con su marido, e incluso con su sobrino, con el que Lucia por cierto también las había tenido. Pero lo de ella no estaba en el acuerdo al que habían llegado – No conocías a una juez amiga tuya, pídela el favor. Anda se buena – prosiguió Rita conteniéndose, ya que necesitaba de la ayuda de su amiga.
-Si, conozco a una juez, ahhh pero no es mi amiga exactamente, ahhh es mi ex…. y puede que, ahh quiera algo a cambio. Ya sabes. – respondió Lucia entre jadeos que no podía controlar ya que la pelirroja la estaba metiendo dos deditos en su vagina mientras le comía las tetas. Ambas estaban desnudas sobre las sabanas iluminadas por la luz de luna que se colaba por la ventana.
-“Será hija de puta. Se está cepillando a otra, mientras habla conmigo”, pensó Rita intentando mantener la calma e intentando pensar en su sobrino. “Cuando la pille otra que va a probar zapatilla de lo lindo. Esta aun no sabe cómo me las gasto yo” – el silencio se instalo entre ellas, los pensamientos corrían salvajes y desbocados por la mente de Rita. Al final pudo decir – Llámala por favor, confío en ti y en tu buen juicio. Ayuda al niño por favor”.
Rita colgó el teléfono sabiendo que la estaban poniendo los cuernos. Estaba cabreada y enfadada. Primero por la estupidez de su sobrino, conducir borracho y pegar a un agente de la ley. Segundo por la infidelidad de su novia. Rita salió del baño y avanzo hasta la cama donde aun dormía plácidamente su marido, aquel que no se había enterado de nada. Rita le miro estirando de la sabana hacia atrás hasta dejar su cuerpo desnudo al aire. Luego se bajo los tirantes de su camisón negro liberando sus pechos, comenzando a acariciárselos. Le miro con cara de lascivia, deseándole. ¿Qué tenía ese cabrón que pasaba de ella durante casi toda la semana, pero de cual no podía separarse? Se puso de rodillas sobre la cama y tomo el miembro viril entre sus manos. Lo lamio, chupo suavemente el glande, comenzó a masajearlo con su mano derecha arriba y abajo. Lo beso, volvió a pasar su lengua sobre el capullo y lo engullo sintiendo como este crecía por momentos en el interior de su boca.
-¿Qué haces amor? – pregunto el aun soñoliento.
-Quiero más. Tengo ganas de más. – le respondió Rita subiéndose el camisón por encima de sus caderas dejando ver su imponente trasero y su peludo coño, para situarse justo encima de la polla de su marido hasta dejarse caer sobre ella penetrándose, comenzand a cabalgarlo con pasión.
-Ummmm, ahhhh, me encanta. Ummmm, ahhhhh, siempre quieres mas gordita mía – la dijo el marido acariciando uno de sus pechos con la mano derecha, mientras con la izquierda la sujetaba por el culo.
-¡Follame cabrón! ¡Follame duro! – le ordeno la abogada poniendo sus manos sobre el pecho de su marido y cabalgándole como una amazona montaría a todo galope a pelo, sobre un caballo salvaje sobre la verde pradera.
-Ahhhhh, te voy a poner fina, zorra. – le contesto el obligándola a levantarse para arrinconarla contra la ventana, girándola sobre si misma hasta poder levantarla de nuevo el camisón que había caído cubriéndola el culo. Las hábiles manos del marido enseguida sujetaron este por la parte baja del mismo, para subiéndoselo poco a poco contemplar primero sus piernas, luego sus muslos y finalmente sus nalgas. Dos fuertes azotes en la nalga derecha indicaron a Rita que su marido la iba a empotrarla contra el cristal de la ventana. Sin ninguna oposición Rita recibió las primeras embestidas del miembro de su marido, penetrándola, rompiéndola por dentro, viendo las vistas del mar a oscuras, distinguiendo solo el blanco de las olas al romper contra la arena de la playa. Los pechos de la abogada botaban de un lado a otro sin control, sus manos apoyadas sobre el cristal intentando no golpearlo con la cara. Unos minutos después Rita tenía un orgasmo descomunal, pero sin conseguir que su marido se corriera junto a ella. Cerro las piernas y aulló, probablemente despertando a los demás huéspedes del hotel. Luego aflojo sus muslos y ui marido sin pensárselo extrajo su polla de su vagina, para sin preguntar alojarla en el interior de su culo. Sin permiso, sin preámbulos.
-¡Ahhhhh cabrón! Dilátamelo primero un poco, ¿no? – pidió Rita sabiendo que su propuesta no iba a ser considerada.
-¿Seguro que necesitas que te lo dilate? Si ya las has engullidlo del todo, puta. Ufffffff, te encanta que te den por el culo, eh viciosilla. – la espeto su marido mientras la jodia el trasero con una fuerza inusitada.
Rita cerró los ojos, abrió la boca y disfruto, conteniendo los gemidos. Tenía razón su marido, una noche de sexo no es una buena noche de sexo, si a una no la petan el culo con una buena polla, y su marido sería un cabronazo, como ella lo era con el poniéndole los cuernos día sí, y día no con Lucia, pero tenía una pedazo polla que reventaba los culos hasta dejarlos para no sentarse a gusto en una semana. Cinco minutos necesito el marido de la abogada, para dejarla el ojete bien abierto, descargando dentro de él una buena dosis de leche.
Mientras todo esto sucedía, a 600 Km de distancia Lucia había intercambiado los papeles con la pelirroja y era ahora ella la que se estaba comiendola el conejito depilado de esta, con una parsimonia y una dedicación total.
-¡Joder, se nota que no es el primero que te comes amor! – dijo la pelirroja de tetas diminutas y culo respingón.
-No te lo mereces, me has metido en un buen lio con mi novia – contesto Lucia metiéndol dos dedos dentro de la vagina de su ligue como si la estuviera taladrando, al tiempo que la escupía para lubricarlo aun mas, antes de volver a perderse entre sus muslos para seguir comiéndoselo.
-¡Niégalo!, ahhh, no puede saberlo, ahhhh, si tu no, ahhhh, confiesas. – inquirió la pelirroja al borde del orgasmo.
-¡Pero qué hija de puta eres! – contesto Lucia entre lamida y lamida. – Me ha pillado y lo sé.
Diez minutos más tarde aquella pelirroja saco de su bolso una doble polla de cuero negro para metérsela por un lado ella, y por el otro Lucia. Ambas comenzaron a besarse mientras se movían al unisonó con las piernas entrelazadas, unidas. Un movimiento de tijera perfectamente sincronizado por ambas.
-¡Ahhhh, joder! Tengo que irme a solucionar un problemilla. – gimió Lucia sin parar de moverse, sin parar de taladrarse a sí misma con aquella polla inmensa de látex de color negro.
-Yo puedo sola. Tira y ve – respondió la pelirroja pellizcándola un pezón mientras continuaba igualmente con aquel vaivén de piernas entrelazadas.
-Lo dicho, eres una hija de puta que está muy buena – replico Lucia sin poder parar de gozar.
Media hora de locura basto para llevarlas al máximo nivel, al máximo placer. Luego Lucia se vistió a toda velocidad como si aquello estuviera mal, como si llegara tarde a la comisaria para poder solucionar el problema de Rafa. Sin tiempo casi para despedirse y con la pelirroja aun desnuda y sentada en la cama, la lanzo un beso de despedida, sin haberse intercambiado siquiera los teléfonos. Sin duda alguna aquello había sido solo el polvo de una noche. La pelirroja sonrío poniendo su mano derecha por delante de sus labios formando con sus dedos la señal de victoria, y sacando la lengua entre ellos como si volviera a querer comerla al coño a su ligue de aquella noche. La puerta se cerró y se quedo sola en la habitación del hotel.
Dos horas más tarde Lucia recogía en la puerta de la comisaria a Rafa que salía por fin de los calabozos después de que la denuncia que recaía sobre el hubiera sido retirada. Un poco antes de aquel encuentro el pibonazo de Lucia había tenido un pequeño encuentro con una antigua novia, jueza, que tras un pequeño favor sexual la había ayudado con los tramites, y con la persuasión sobre el agente que había puesto la denuncia sobre el sobrino de su novia.
-¿Natalia? – había hablado Lucia tras oír la llamada de la jueza al descolgar el teléfono.
-¿Lucia? – contesto sorprendida esta.
-Necesito un favor. – rogo Lucia atenta a la respuesta.
-Ven a casa, esas cosas por teléfono no se hablan.
-De acuerdo, voy.
Lucia sabía nada más colgar el teléfono que iba a tener que hacer algo a cambio de conseguir la ayuda de la jueza, pero no se lo pensó. Primero porque su novia la necesitaba y lo que sentía por ella era muy grande. Y segundo porque aquel jovencito había cometido un error, y en su juventud todo el mundo comete errores. A parte de que tenía una buena herramienta entre las piernas, y no iba a dejar de utilizarla por nada del mundo. Encima en este caso tenía el consentimiento de su novia.
Lucia y Rafa se fueron directamente a casa de ella tras salir de la comisaria. El muchacho estaba nervioso aun por todo lo sucedido, y ella no dejaba de pensar en Rita y en cómo sería su encuentro al día siguiente. Ambos durmieron poco aquella noche, en espera de la llegada de la abogada, la bogada del diablo pensaron. A la mañana siguiente a media mañana Lucia vio la vio bajar de un taxi y anuncio la llegada de esta.
-Ya está ahí Rafa. Tranquilo, ¿vale? – dijo Lucia.
-Me va a caer lo de pulpo Lucia, y lo sé. Pero bueno, prefiero su zapatilla a pasar una hora más en aquel sitio. – la dijo mirándola con ojos de ternero degollado y casi temblando. Hablar de la zapatilla de su tía Rita, era hablar de mucho.
-Te pega duro la jodida, ¿no? – le pregunto Lucia, de pie junto a él en el centro del salón.
La puerta de la casa se abrió, Rita tenía una copia de las llaves desde hacía unos meses. Iba vestida con un pantalón vaquero negro ajustado y una blusa blanca con tres botones desabrochados, mostrando todo el canalillo de sus sugerentes pechos. Zapatos negros de tacón y bolso a juego colgado del brazo izquierdo. Nada más entrar vio a su novia y al pelele de su sobrino juntos en el salón, casi cogiditos de la mano. Avanzo sin siquiera presentarse hasta situarse a un metro escaso de su sobrino, y sin mediar palabra alzo su mano derecha y le arreo un bofetón que casi le tira al suelo. Lucia lo miro primero a él, tambaleándose, y luego a la ejecutora de aquella tremenda bofetada. Lo que no se esperaba es que nada mas repartir la primera ostia, ella iba a ser la receptora de la segunda bofetada de la mañana. Rita sin dejar caer el brazo derecho volvió a llevarlo hacia atrás para descargar otra bofetada casi aun más fuerte que la primera sobre la cara de Lucia. Esta retrocedió unos pasos tras e impacto llevándose la mano derecha a su mejilla, que ardia tras el impacto.
-¿Pero qué haces? – le recrimino Lucia a su novia.
-Mírame a la cara y dime que no me has puesto los cuernos anoche. – le recrimino Rita señalándola con el dedo índice. Rafa contemplaba la escena como si por unos segundos se hubieran olvidado de él, quedando en un tercer plano.
-Lo siento, pero tú también….. – se excuso Lucia con lagrimas en los ojos, reprochándola que ella también se acostaba con su marido, y eso era como ponerla también los cuernos.
-Lo sé, pero tu eso ya lo sabías cuando empezamos. Jamás te lo oculte. – contesto Rita soltando el bolso para dirigirse directamente al dormitorio de Lucia. - ¡Desnudaos los dos ahora mismo! No quiero tener que repetirlo.
Rafa comenzó a quitarse los pantalones y el resto de la ropa, cuanto antes empezase antes pasaría. Sabía que su tía le quería, quizás no tanto como su madre, pero le quería y mas aun después de aquella relación de amor filial que había comenzado entre ellos. Aunque esta era casi más un trío porque también estaba la buenorra de Lucia por medio. Lucia atónita ante la reacción de su novia, comenzó a desvestirse unos segundos después, quedándose en braguitas y sujetador. No así Rafa que estaba totalmente desnudo esperando la vuelta de su tía. Rita lo hizo unos minutos después tras haber pasado al cuarto de baño, y habiendo sustituido sus zapatos de tacón negros por unas zapatillas de estar casa que tenía bajo la cama para estar a gusto cuando no iban a ningún sitio. Estas eran de un color gris clarito, con un pequeño dibujo grabado en un lateral del empeine, cerradas, de suela rugosa blanca y un tacón de unos dos centímetros. Como era costumbre en ella las llevaba puestas como siempre, en chanclas, con el talón pisado.
-¿No me oíste bien? – grito Rita a su novia al verla aun en sujetador y bragas.
Lucia se quito las bragas y el sujetador tapándose los pechos con las manos, como si fuera la primera vez que se desnudaba ante su novia. Algo que evidentemente no era así, aunque en una esta situación como esta si lo fuera.
-Ven aquí, que a ti te tengo más ganas guarra, que eres una guarra. – alzo de nuevo la voz Rita acercándose como una posesa a su novia para agarrarla del pelo y tirar de ella hasta llevarla al sofá. Rafa no podía creer lo que estaba viendo. Qué diablos había pasado entre aquellas dos mujeres.
Rita sin soltar del pelo ni un solo momento a Lucia se quito la zapatilla doblando la rodilla derecha, mientras se sentaba en el sofá y tiraba sobre sus rodillas a la maciza de Lucia. ¿Qué tenía aquella mujer que la volvía loca en todos los sentidos de la palabra? No podía dejarla, y la hervía la sangre cuando pensaba que estaba en manos de otra.
-¡No, por favor Rita! Lo siento, lo siento. – imploro la joven.
-Ahora te voy a enseñar que eres mía, y solo mía guarra. – grito Rita encolerizada por no poderse sacar aquella escena de la cabeza, aun sin haberla visto. – Y tú quieto ahí, que detrás vas tú. – amenazo a su sobrino apuntándole con la zapatilla en la mano.
Aquella zapatilla gris clarito, con suela rugosa de color blanco, bien amoldada a la mano de Rita, comenzó a hacer su cometido por primera vez. Estaban de estreno y menudo estreno. Rita levanto el brazo hasta arriba y la dejo caer sobre la nalga derecha de su novia, dejando una marca perfecta de la suela de esta sobre la blanca piel de Lucia. Acto seguido tatuó de nuevo la suela de la zapatilla sobre la nalga izquierda.
-¿Pica zorra? ¿Te gusta más que la lengua de la puta con la que estuviste ayer? – rezo Rita echando salivazos por la boca.
-No es una zorra, y lo siento. Ahhhhhh. No lo volveré a hacerlo, Ahhhhhh. Perdóna – lloraba Lucia tras una docena de zapatillazos fuertes y bien dados.
-Perdóna, ahora me pides perdón, ¿eh? Pero anoche bien que te abriste de piernas a otra, ¿no? Pues esto es lo que te pasa por ser así de puta – gritaba Rita poseída por los celos.
La zapatilla subía y bajaba a una velocidad endiablada. Los azotes eran alternativos y a veces repitiendo en la misma nalga. El culo de Lucia vestía de un rojo intenso, vivo. Rafa no paraba de temblar, luego iba él, y no pintaba nada bien la cosa. Tras cincuenta zapatillazos, uno arriba uno abajo, Rita dejo caer a Lucia al suelo. Esta cayo haciéndose un ovillo a los pies de su novia, con las manos en el culo frotándoselo, intentando consolar la picazón y el escozor que sentía en el. Rita le dio una pequeña patada con su pie izquierdo, sintiendo Lucia la zapatilla nuevamente de su novia en un costado. Mientras la tía miraba a su sobrino, haciendo un gesto zapatilla en mano, para que su sobrino se acercara a ella.
-Tu, al rincón y con las manos sobre la cabeza. No me hagas ir y obedece, porque si voy te corro a zapatillazos por todo el salón. Y tú, tu ven aquí cachorro mío, que te voy a quitar las ganas de coger el coche de nadie, y montar el pollo que has montado.
-Tía yo…. – dijo Rafa titubeando mientras avanzaba hacia su tía que le esperaba dándose unos pequeños azotes con la suela de la zapatilla sobre sus pantalones vaqueros, en espera de aquel culito pequeñito y respingón.
Con los dedos de las manos entrelazados Rafa se dejo caer sobre el regazo de su tía. Sabía que se merecía aquella paliza, y estaba preparado para recibirla como un hombre, pero tras ver la tremenda zurra que se había llevado Lucia, ahora mismo no sabía si correr, resistir, implorar, o callar.
Rita dio comienzo al segundo castigo del día de la misma forma que el primero, tatuando la suela de aquella zapatilla infernal en las cachas de su sobrino. Rafa se retorció sobre el regazo de su tía desde el primero de los zapatillazos, sin poder remediarlo. ¿Era el cabreo de su tía?, ¿era aquella infernal zapatilla?. Lo único que sabía era que la suela de aquella zapatilla gris clarito picaba más de lo normal, y esta no era la primera vez que su tía le zumbaba de lo lindo en el culo.
-No lo cogeré mas, tía. Ahhhhh, Te lo prometo. Ahhhh – dijo Rafa llevando una de sus manos hacia el culo para protegérselo.
Rita intercepto la mano en su trayectoria para retorcerle el brazo prosiguiendo con la faena. Estaba sofocada, excitada, cabreada, cachonda, muy cachonda. Estaba castigando a su sobrino pero con la mente puesta en su novia. Quería follarsela, zumbarla de nuevo. La zapatilla caía una y otra vez sobre el desprotegido culo de Rafa, que lloraba como un niño pequeño. A pesar de la tremenda paliza que se estaba llevando, Rafa no pudo evitar empalmarse. Le pasaba siempre que su tía le leía la cartilla con la zapatilla, y luego, luego siempre tenía su recompensa. ¿La habría esta vez?, ¿o sería diferente?
Tras otros cincuenta zapatillazos Rita dejo caer a su sobrino al suelo de la mima forma que antes lo había hecho con su novia Lucia. Luego dejo caer al suelo la zapatilla haciendo sonar la suela contra el suelo, justo delante de los ojos de su sobrino y se la calzo mirándole, sintiendo el miedo en su cuerpo. Le había dado una buena paliza a cada uno, pero no era suficiente.
-¡Tu, levántate, y tu malparida ven aquí! – dijo Rita con las manos sobre las caderas, levantándose del sofa.
Rafa se levanto del suelo como pudo llorando, con las manos en el culo y casi sin poder ponerse recto. Lucia se giro abandonando el rincón donde permanecía castigada y avanzo hasta ponerse a la diestra del chaval, con las manos aun sobre la cabeza, mostrando sus buen par de tetas, y su coñito depilado. Con la cabeza alta, como dando a entender si me dejas, esto es lo que te pierdes.
Rita les miro en silencio, los dos castigados tampoco alzaron la voz. Fue entonces cuando Rita se llevo las manos al cinturón de cuero de tres centímetros de ancho con el que se sujetaba los pantalones, para quitárselo ante la aterradora mirada de Rafa y Lucia.
-No, por favor. Más nooooo. – imploro Lucia, cambiando su semblante desafiante, por otro de terror.
-Los dos, las manos sobre el sofá, inclinados y con el culo bien fuera. – ordeno Rita mas cachonda que nunca, los tenía a ambos a su merced.
Rafa fue el primero en posicionarse, luego mirando de reojo a su novia herida en su propio orgullo, Lucia lo hizo junto a él. Piernas ligeramente separadas, en ángulo recto y con el culo bien fuera, expuesto. Rita se quito el cinto lentamente, doblándolo con sus manos. Lo sujeto con fuerza por la hebilla y acaricio el culo de su novia midiendo la distancia.
-Doce correazos. Doce correazos para los dos sinvergüenzas estos, que me han amargado el puto fin de semana.
No se oyó nada más que el cinturón de cuero acariciando de forma bestial los traseros de los dos condenados, y los gritos de estos tras cada uno de ellos. Las marcas horizontales del cuero ocultaron a los de la zapatilla. Primero un correazo a uno, luego otro al segundo. De nuevo Lucia, luego Rafa. Sus voces gimiendo, pidiendo perdón. Primero ella, luego él. Doce correazos que la pusieron aun más cachonda, sintiendo su coño empapado, encharcado, mojando sus bragas por completo. Necesitaba la lengua húmeda de su novia en el coño, y necesitaba la dura polla de su sobrino en el culo. Lo tenía aun un poco abierto de la noche anterior, ósea que entraría a la perfección, sin mucho esfuerzo.
Cuando Lucia y Rafa se levantaron tenían el culo tan dolorido que sabían que sentarse sería una misión imposible. Se giraron y vieron a Rita quitándose los pantalones. Primero una zapatilla fuera, la pierna derecha, luego se calzo de nuevo la zapatilla. A continuación se descalzo la zapatilla izquierda, se quito la otra pernera, y pantalón al suelo para dándole una mini patada alejarlo unos metros de ella. Luego se calzo la zapatilla izquierda de nuevo. Indico a Lucia que se acercara y se pusiera de rodillas ante ella. Lucia obedeció, no fuera a cabrearse de nuevo y cobrara aun más. Rita apoyo su mano sobre la cabeza de su novia obligándola a arrodillarse ante su vagina. Lucia no opuso resistencia quedando de rodillas ante ella, con una de sus manos sobre la zapatilla gris clarito, acariciando su paño. Que suave era, pensó.
Rita cruzo su mirada con ella desde la altura, con la superioridad que esta le otorgaba. Hecho sus braguitas hacia un lado y le ofreció toda su almeja húmeda y cachonda.
-¡A comer! – la dijo sin más.
Lucia se aplico en aquello que quizás se le daba mejor en la vida, en comerse un buen coño. El vello púbico comenzó a hacerla cosquillas en la cara, pero aquel manjar estaba tan rico, que no le importo las molestias ocasionadas. Rita giro la mirada hacia su sobrino, que con las manos aun frotándose el culo, no perdía detalle de aquella escena lésbica, con la polla dura y clamando al cielo.
-¡Niñato! La quiero en el culo, ya. – le ordeno Rita.
Rafa obedeció sin rechistar, escupiéndose en la mano para frotarse la polla con ella y lubricar un poco su miembro. Así que la puta de su tía quería caña, ¿no? Pues la iba a tener, y de lo lindo, porque la iba a reventar el ojete.
Rita saco su tremendo culo hacia fuera con las piernas lo suficientemente abiertas para que Lucia pudiera continuar comiéndola el coño. Rafa apunto a su soldadito hacia la cueva negra del culo de su tía y apretando con ganas la perforo sin mucho esfuerzo. Aquel culo había sido follado no hacía mucho, no necesitaba mucha experiencia para saberlo, aunque no le importo. Enseguida supo que habría sido la noche anterior el cornudo de su tío.
Sujetándola con fuerza por las caderas comenzó a embestir con tal fuerza que pareciera que se estaba vengando por la paliza recibida. La lengua de Lucia trabajaba la parte delantera de Rita, la polla de Rafa la parte trasera. Lucia se metió un par de deditos en el coño, no podía resistirse a no hacerlo. Los gemidos de su novia la ponían a cien. Sabía que a pesar de haberla llamado puta y zorra, ella lo era casi más aun. Y la prueba estaba ante sus ojos.
-¿Puedo follarme a Lucia? – pregunto Rafa dejándose llevar.
-Sigue follandome y no me tientes, que aun me tienes muy cabreada. – le contesto su tía con la cabeza echada hacia atrás sin parar de gemir, acariciándole la cara y prohibiendo el coito entre sus dos mayores pasiones.
Lucia oyó la negativa de su novia, hoy no sentiría la polla de aquel joven en su coño, pero sabía que había obtenido el perdón de su novia, y que en otra ocasión sí que podría gozar de ella. Lo mismo pensó Rafa, hoy no era el día más adecuado para tensar la cuerda, otro día quizás. Rita se dejo llevar, se dejo hacer, inundando con sus flujos la cara de su desleal novia al correrse sin poder retenerse por mas tiempo, y recibiendo la leche de su sobrino en el culo, inundándoselo con ella. Cuando todo acabo, y hubo unos metros de separación entre ellos Rita les dijo.
-A ti te perdono y te comprendo. Pero aunque yo siga acostándome con mi marido, no soporto la idea de que estés en manos de otra, de forma que si lo vuelves a hacer ya sabes lo que te espera. Y a ti, lo mas mínimo y te muelo a palos desgraciado. Dime que le hubiera dicho a tu madre, como se lo explico. Sin tener en cuenta el disgusto que me has dado porque en el fondo, solo en el fondo te quiero pequeñajo.
Los tres se echaron a reír, dos con el culo aun bien rojo, y la otra con el culo bien abierto y el coñito bien saciado.