Por qué no me hice un tatuaje.

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Me he dado cuenta que cuando se comienza un relato erótico, cachondo diría yo, es conveniente describir a la persona sobre la que se habla. Así se va generando interés y se va antojando al lector sobre lo que se habla. Yo voy a describirme primero porque voy a hablar de mí, y segundo para que entiendan por qué no me hice un tatuaje y, la poca ética del ¿imbécil? Que me lo iba a hacer y al final hizo otra cosa.

Soy morena, cabello negro, ahora lo uso largo, ojos café claro, una nariz chatita que me hace ver monona, una boca grande y de labios carnosos, es decir, mordibles, mido 1.70 y tengo un buen busto y mucha cadera. Modestia aparte me veo muy bien. Sobre todo cuando me visto como aquel día. Falda corta cuadriculada de holanes, con vuelo, tanga roja y llevaba tenis y tines, y una ombliguera roja de tirantes.

Hecho lo anterior sé que muchos de ustedes se pondrán del lado del, permítanme decirlo, del poco profesional tatuador.

El asunto es que entré a uno de estos locales donde se hacen perforaciones y tatuajes. El tatuador estaba ocupado con la espalda de un tipo forzudo que se hacía una calavera que me gustó mucho. En cuanto entré el tatuador me escaneó de arriba abajo, haciendo que la calavera quedara con una línea chueca saliendo de la cavidad ocular, lo que hizo chillar un poco al forzudo. Eso debió de darme señales de alarma y debí salir corriendo, pero la verdad me sentí tremendamente alagada por semejantes miradas que no le hice mucho caso.

Cuando termino con el tipo se desvivió por atenderme.

- Buenas tardes, dijo mientras se limpiaba las manos, ¿Piercing o tatoo?
- Un tatoo…
- Claro, quítate la blusa y el bra, dijo mientras cerraba la cortina del local.
- Oye pero yo… Intenté objetar.
- ¿Todavía no? Vamos quítatela… también el bra.

Su forma de pedir las cosas no tenía replica. Me sentí un poco, sólo un poco, obligada y me quite la ropa. Mis tetas quedaron al aire y el tatuador volvió a alagarme con una de aquellas miradas, me sonroje.

- Aquí puedo poner una flor que se abre, dijo mientras pasaba sus dedos por una de mis tetas.

Luego masajeo la otra y pronto se abstrajo acariciando una y otra a destajo. La sensación de sus caricias me impedía hablar. Tuve que hacer un sobre esfuerzo para decirle que no era ahí donde quería el tatuaje.

- Ah, no. ¿Y dónde es donde lo quieres? Hizo esta pregunta con cierto tono que me hizo pensar de qué estaba hablando.
- Aquí en la parte baja de la espalda.
- En el valle de Venus, mmmm. Sí claro. ¿Y qué quieres?

Le expliqué la figura que quería y él me pidió que me colocara de rodillas y de espalda sobre una silla. Intento bajar un poco mi falda pero al parecer no le convenció; después empezó a levantar mi falda con un poco de oposición de mi parte. Tampoco.

- Necesito que te quites la falda.

Ya me había dado cuenta que con este hombre era imposible dar razones, así que me deshice de mi faldita y volví a colocarme.

- No, es mejor que te pongas de pie y te recargues en este mueble.

Así quedé pues recargada y poniéndole la cola de frente.

- Es aquí donde lo quieres ¿verdad? Dijo mientras acariciaba la zona lumbar y yo, otra vez sospeche que se refería a otra cosa.

Alcancé a contestar afirmativamente con un quejido.

- Mira, dijo, está bien lo que quieres pero creo que te convendría una línea por aquí y luego por acá.

Pasaba sus dedos por mi espalda baja y luego por mis nalgas y luego ya sin ningún pudor hizo a un lado mi tanga y siguió pintando mi cuerpo con su dedo y sin tinta. Sentía como pasaba por los labios de mi vulva y me hacía suspirar.

Cuando me di cuenta, no diré que era tarde pero si imposible negarme, me sujeto con una mano la cadera y metió sin premura su aparato personal para soltar tinta. Sentí como entraba y salía, recorriéndome con su aparato. Madre mía, que disfrute. Tuve que cooperar para que no decayera el ritmo. Después de un tiempo decidí enfrentármele antes de que siguiera metiéndomela de espalda. Me volteé y lo lance contra el suelo, me senté sobre él y comencé a cabalgarlo. Sus manos recorrían mis tetas, su boca las comía, yo me esmeraba en meter y sacar su pene de mi vagina, acariciando por mi parte también su cuerpo, su plexo, su cara.

Finalmente hice que rociara toda su tinta en mí.

Y entonces qué, verdad que no fue nada profesional, bueno por lo menos haciendo tatuajes. Hoy voy a ir a verlo. Espero que tenga mucha tinta.
 

elvergador

Pajillero
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jajajaja que pedo muy loca el relato jajaja
 

epale62

Virgen
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Hay varias cosas que me gustan de tus relatos 1) Que son originales. toda tu 2) Que tus descripciónes de las situaciones tienen chispa, con algunos no solo sonrio sini que me carcajeo y 3) Que tienen Full morbo

Eres especial Gracias por estar aqui
 
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