Pidiendo ayuda a mi madre

heranlu

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Contaba ya con 35 años a mis espaldas, me encontraba en una época en la que no tenía pareja y ya iban tres años así. Mi última novia la dejé en Madrid y desde hace esos años había vuelto a vivir en mi ciudad de origen por diversos motivos.
Al llegar a vivir en ella no tenía ni pizca de ganas de tener novia, pero eso no significaba que no estuviera atento a alguna mujer que me apeteciese o que me enamorase de ella, cosa que no llegó y que al pasar el tiempo me di cuenta que ya no era tan joven y que encontrar pareja sería cada vez más difícil, sobre todo en esta ciudad tan “dura”.
Así que volví a hacerme pajas como un loco, no paraba, siempre que tenía un momento me masturbaba imaginándome cualquier cosa y echando mano a menudo de chateos y de amigas que tenía en el Messenger y de todo tipo de vicios varios que siempre me excitaron. Volví a tener sueños de juventud, siempre había querido acostarme con mi madre por lo tanto volví a tenerlo en mente.
Cuando me masturbaba y sobre todo cuando traía una puta a casa a desfogarme y terminaba y se iba su recuerdo afluía potente en mi memoria. Ella contaba ahora 55 años y la verdad no había envejecido a mi gusto, pero seguía conservando ese feeling que me volvía loco. Ella al observar mi ritmo de vida y mi situación decidió venir a casa dos días al mes a ponerme todo en orden y así fue como yo comencé de nuevo a imaginar estas cosas y como estaba en esta etapa tan caliente y salida decidí contarle y hablar con ella en una de sus visitas.
Un día que vino y que yo estaba muy mal le dije que acabara pronto que iba a recogerla y que íbamos a cenar fuera, ella solía venir dos días, domingo noche y lunes y cuando terminaba mi casa cogía y se iba de nuevo no sin asegurarme que le venía fenomenal aislarse un par de días de su rutina diaria lo cual me ayudó a decidirme y a hablar con ella.
Ese día, durante su visita todo fue normal excepto que le dije que la iba a recoger a eso de las 8.00 0 9.00 y que hoy cenábamos fuera, noticia que ella comentó con mi padre y que resultó de lo más normal, iríamos a un callejón frecuentado por toda la familia en múltiples ocasiones y que había pescadito fresco en abundancia.
Una vez allí me lancé a comentar lo que deseaba desde hace tiempo y le dije que quería contarle algo muy importante para mí. Cuando me cercioré de que iba a oirme sin aspavientos comencé mi relato que en resumen versaba sobre mi afición hacia las hembras mayores, maduras, de avanzada edad. Ella al principio no mostró nada en su gesto, sólo oía mi relato y continué narrando mi historia, le dejé claro que como hombre me apetecía solamente las mujeres maduras, es decir entradas en años.
Fui desgranando mi historia y fui sincero, estaba contándole a mi madre mis deseos como hombre y no quería mentir ni difuminar nada de lo que me pasaba, así que le conté que sólo me sentía excitado cuando pensaba en maduritas, como su edad.
Me atreví a decirle que en mi adolescencia la mujer que ocupó mi mente fue ella y ahí entré en un camino peligroso, pero que a ella no le asustó así que seguí hablando hasta que le dejé claro que quien me excitaba de mozalbete era ella y que había sido protagonista de miles de pajas mías.
Una vez dicho no había marcha atrás y me contestó que más o menos lo sabía pero que el paso del tiempo le había ayudado a olvidar el tema, así que le ayudé a recordarlo. Eso no es todo le dije, de hacerme tantas pajas y de pensar en tantas historias sólo creo que me he quedado impotente, hace mucho que no tengo una buena erección, eso no quiere decir que no me masturbe, lo hago incesantemente pero ni me empalmo y necesito que me ayudes.
Ella se quedó seria y preocupada, su hijo además de desearla confesaba su impotencia a sus 35 años y ella dudaba pero quería hacer algo, por lo menos constatarlo y así pagamos la cuenta conversando y nos fuimos a casa. Tuve que contarle que pensaba para hacerme pajas, quería saberlo todo y estaba escuchándome mis historias de camino a casa. Una vez allí nos sentamos y charlamos otro rato y decidió que ahí lo íbamos a dejar por hoy que nos fuésemos a la cama.
Esa noche volví a masturbarme en silencio y no me empalmé tampoco, noté que ella estaba escuchando y pendiente de mis actos desde su cama, así me corrí y me quedé dormido. Total que a la mañana siguiente ella ya estaba decidida a ayudarme, me levanté y me fui a trabajar y le dije que vendría a comer sobre las dos, horas antes de que ella se marchase, así lo hice y cuando cominos me senté en el sofá y ella se vino a mi lado, traía su blusa de estar por casa y nada más debajo que sus bragas, así que sus piernas pronto estuvieron a la vista.
Yo las miraba de reojo y ella lo sabía, comenzó a hablar seriamente conmigo y me dejó claro que sólo lo hacía por ayudarme por ver si tenía arreglo mi problema. Me pidió que me sentase derecho y que bajara mi pantalón, quería ver el problema directamente. Lo hice y bajé mis pantalones sentándome de nuevo sólo con los slips. “Quítate todo, no tengas corte, quiero ver que te pasa” y así lo hice sentándome de nuevo.
Me miró el miembro pequeño, encogido y sin vida. ¿De ahí no pasa? Me preguntó, “Si, se pone algo mejor pero últimamente poco más y así mismo eyaculo cuando me masturbo” Le dije. “Tócatelo” me dijo. Comencé a hacerlo y a mirar hacia el frente mientras ella me miraba, y nada de nada, así que me dijo, “piensa en lo que normalmente pones en tu mente” y le dije “Normalmente pienso en ti” le dije, pues “hazlo” me contestó mirándome.
Comencé a hacerlo y tenuemente mi verga fue despertándose un poco. Pero poca cosa.
Entonces ella recordó como yo la miraba de jovencito y como intentaba comentar cosas de sexo con ella y en esos momentos fue cuando ella se dio cuenta de que me gustaba y que había vivido sabiendo eso toda la vida.
¿Te sigue gustando tu madre? me preguntó.” Si mucho” le contesté, “Pues demuéstralo hijo mío” “Ponte de pie”, le dije, “Súbete la bata y enséñame las piernas un poco a ver si eso me ayuda. Así lo hizo y miré sus piernas que se descubrieron hasta un poco más arriba de sus muslos blancos, fuertes y vigorosos. “Mirame las piernas José, ¿quieres tocarlas? Si le contesté, alargando mi mano hacia ellas y tocándoselas despacio mientras seguía masturbándome. “Están sin depilar le dije” “Sí, lo están, lo hago muy poco ya a mi edad no es normal enseñarlas hijo mío” Quiero depilarte un día, quiero que me dejes hacerlo”, vale, me dijo.
“Ahora súbete un poco más esa bata quiero verte las bragas mamá”. Ella asintió y subió su bata dejando sus muslos al aire y aparecieron sus bragas negras ante mí. Eso me excitó un poco más y se notó en mi miembro, ví como salían algunos pelos por las costuras y me dije que le dejase meterlos dentro y ella se acercó y comencé a hacerlo, en ese momento ella ya sabía que estaba ante un fetichista pervertido y que por ahí iba mi desviación sexual. Así que teniéndolo claro pasó al ataque.
“¿Te gustan mis bragas hijo mío? Seguro que me las has cogido muchas veces de mis cajones, estoy segura de ello y apostaría a que incluso me las has cogido sucias del cesto para olérmelas, ¿verdad?” “Si lo he hecho muchas veces, tu olor me vuelve loco, es fuerte y cuando he podido lo he hecho en nuestra casa en el baño”. Seguro que te has hecho cientos de pajas con ello, tienes una perversión sexual en tu cabeza que he de ayudarte a quitarte para normalizar tu mente y tu sexualidad. No te preocupes yo te ayudaré a solucionar esto si guardas bien el secreto. Ahora como queda poco para irme, y tu padre me espera, vas a quitarme las bragas y vas a olerlas mientras me haces un paja a tu lado, ya luego terminarás tú de correrte así que adelante, quítamelas.
A sí lo hice y ella se sentó a mi lado y abrió sus nalgas ordenándome que la masturbase y que oliese sus bragas. Olían superfuerte, dos días puestas así que imaginaros y me dijo, “Cerdo, huélelas y masturba a tu madre que la tienes caliente con tu fetichismo impotente, así que mastúrbame que solo sirves para eso de momento.
Comencé a masturbarla oliendo sus bragas humillado ante ella, ella estaba mojada y comenzó a respirar de forma fuerte y me miraba insultándome a la vez.
“Tonto mastúrbame, dame placer y huele esas bragas sucias, disfruta y hazme disfrutar, contigo tengo mucho trabajo, aun ni te has empalmado y ya llevamos una hora, así que ahora lo haremos a mi manera, veras como te curo de tu vicio y de tu problema, mastúrbame cerdo. “Huelen muy fuerte mamá, huelen bastante a sudor y a pis justo como me gustan a mi.”
Si hijo mío sigue masturbándome y no dejes de chuparlas que me tienes loca de verte y de esas paja que me haces, sabía que lo harías fenomenal, los que no follan aprenden a hacer estas cosas muy bien.” Sigue, sigue me corrooooooo, me corrooooooo, sigue tocándome, me haces corrermeeeeeee como una perra, siiiiiiiii, asiiiiii, siiiiiiiiiiiiii, yaaa aaaaaaaaa.
Se retorció en el sofá cerrando sus piernas y jadeando como una perra, al momento se levantó me quitó las bragas, se secó y se fue al baño, salió arreglada y se pidió que la acompañase al autobús, se había puesto su falda y su camisa y me dijo que iba sin bragas para casa que me las dejaba allí hasta su próxima visita. Justo antes de salir me dijo que quería ir al baño que necesitaba hacer pis y me dijo “llévame a mear, llévame tú al baño de la mano y te quedas allí conmigo” Entramos y de la mano se puso al lado de la taza, le levanté la falda y se sentó delante mío y así de la mano comenzó a orinar mirándome.
Me encantó mirarla, al terminar se levantó y me dijo que la limpiase con papel y así lo hice y le bajé la falda de nuevo oliendo ese papel delante de ella.
De la mano salimos y una vez en la calle ella se agarró de mi brazo hasta la parada del bus y al llegar me dijo que la semana próxima vendría a hacerme la casa que ya me llamaría por teléfono y se marchó dejándome solo y confuso.
Al llegar a casa no tuve más remedio que masturbarme sólo…
 
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