Paula

panzer626

Virgen
Registrado
Dic 29, 2008
Mensajes
55
Likes Recibidos
38
Puntos
18
Mi nombre es Paula, tengo 14 y soy la tímida del salón. Mi cuerpo es normal para mi edad, con una leve pancita que me da un perfil bastante sugerente al completar la curva de mi trasero. Desde he siempre he sido callada y tímida, aunque tengo un pequeño secreto: desde los 9 soy adicta a la masturbación. Cualquiera que me viera, pensaría que al llegar a mi casa, iría hasta mi habitación para tirarme en la cama a escribir en mi diario mientras escucho algún grupo o cantante de moda, lo cual es cierto hasta cierto punto, sólo que llego directo a mi cuarto y antes de pasar la puerta ya voy con mis bragas en la mano.
Casi siempre me hago coletas mientras arreglo mi uniforme tal como si me tocase exponer algún tema frente a mis profesores, me pongo mi perfume favorito y comienzo a recorrer mi entrepierna de niña mientras miro algún video en mi notebook. Mi adicción, sumada a las hormonas y al hecho qué, al ser tímida no tenía nada de popularidad y menos aún se fijaba en mi algún chico, me tenía con unas tremendas ganas de experimentar y aprender. Es por eso que viví muchas anécdotas picantes que les contaré.



EN MI CASA
Generalmente duermo sólo en bragas, o si estoy muy caliente, me gusta dormir con una camiseta y nada más. Mi día parte con una rica paja. Hago a un lado mi calzón y me froto suavemente mientras imagino cualquier situación morbosa, como ir sin bragas al colegio o que de pronto nos examinasen como en los animes, todas las chicas desnudas en el gimnasio siendo revisadas por algún doctor. En la ducha generalmente me pongo el chorro en la vagina y lo muevo circularmente mientras con mi mano libre me apoyo en la pared. Me gusta abrir mis piernas de la forma más vulgar posible, incluso a veces juego con mi ano, imaginando que alguno de los chicos que conozco entra y me fuerza por mi entrada trasera.
Los días de clase casi siempre la ducha es rápida, pero la paja en la cama no me la salto por nada del mundo. En clases no puedo hacer nada y eso me frustra. Casi siempre divago con que algún profesor me pida quedarme después de clases y me obligue a ser su putita pequeña. Yo veo como ellos miran a algunas de las chicas más desarrolladas, ya que esos cuerpos en uniforme escolar, debo reconocer que hasta a mí me han hecho dudar en más de una oportunidad. Veo como las chicas juegan de maneras bastante lésbicas en el recreo, ya sea de manera sexual o directamente más tierna porque hay de las que juegan a besarse entre bromas y otras que van a recreo tomadas de la mano.

Tenía compañeritas que claro, estaban muy desarrolladas para su edad, además de ser bastante coquetas y precoces, y otras que apenas y demostraban su edad. Una de las chicas nuevas ese año era Carla, una flaquita tomboy, de pelo corto que apenas tenía pecho, siendo el bulto bajo su blusa tan sólo un sostén casi vacío y otras veces ni siquiera eso ya que a veces no usaba. Tenía unos abdominales marcados, en parte por su poco desarrollo y porque era buenísima en deportes. Carla parecía un niño hermoso. Sus rasgos eran bastante andróginos, una mezcla de una niñita super guapa y de un chiquillo lindo, ella lo sabía y coqueteaba sacándole bastante provecho a su imagen a pesar de su apariencia de niña ruda. Era un agasajo verla en las duchas.


EN EL COLEGIO
El cole no estaba exento de morbo, muchas de nosotras no usábamos ese típico short bajo la falda, y como niñas que éramos, a veces jugábamos o hacíamos locuras, desde saltar, bailar o subir las escaleras corriendo. Nunca nos importó que se nos viesen las bragas ni que algunos profesores pudieran ver a todo detalle nuestra ropa interior al subir las escaleras.
Las duchas eran otro tema. Por regla del colegio debíamos ducharnos después de gimnasia, lo que implica un grupito de niñas desnudas bajo una regadera sin ninguna división ni privacidad. En ocasiones charlaba con Carla en clases y no perdía ocasión de hacerlo también en las duchas; me gustaba hablar con ella ya que nos habíamos hecho amigas apenas llegó al colegio. Amaba ver como se enjabonaba. Otras chicas se ponían jabón una a la otra aunque sin intención de nada, pero con ella era distinto. Por dentro me imaginaba recorriendo su casi inexistente pecho poniendo jabón desde sus hombros hasta su despejada vagina. Algunas chicas se depilaban, yo sólo lo recortaba pero Carlita casi no tenía vellos por su poco desarrollo. Era lo más parecido al cuerpo de una niña de unos 11 años, aunque con un estado físico bastante bueno. Ella era más de piel, por lo que me abrazaba mucho aunque para mi pesar, jamás lo hizo en las duchas del colegio.


VISITANDO A MI NUEVA AMIGA
Carla me invitó a su casa. Ella vivía sólo con su padre, un tipo joven e igual de fitness que ella. Carla medía alrededor de 1,30 y su papá era una montaña de músculos y tatuajes. Salió a recibirme sin camiseta, sólo usando un short en el que se le adivinaba el tamaño de su miembro. Yo me quedé boquiabierta y él se dio cuenta. Me puse colorada cuando me tomó de la mano y me hizo pasar. Debía medir al menos 2 metros, y pesar alrededor de 100 kilos de carne que quería tener encima moviéndose fuertemente para que me hiciera pedazos las paredes de mi vagina. Carla no estaba en casa, andaba donde unos familiares pero venía en camino según dijo. Me ofreció una cerveza ya que hacía bastante calor, a lo que accedí nerviosa y con ganas de parecer más madura según yo. Jamás había bebido antes, así que una lata me mareó bastante. No sé por qué pero me dio confianza, quizá fue el alcohol, los nervios o la calentura pero ya no me fijaba si se me veían el calzón bajo el vestido, incluso llegué a darme cuenta en un momento de que tenía las piernas más abiertas que de costumbre, dejando ver mi pequeña intimidad a ese hombre. Para cuando Carla llegó, ya estaba sentada al lado de su padre, recargada sobre su pecho acariciando sus abdominales.

Carla traía un pantalón deportivo negro y una camiseta, ambos negros y de hombre. La vi y supe que tenía que hacer algo con ella. Se veía hermosa y más aún al saludar a su padre con un beso en los labios. Me quedé de una pieza mientras un sudor frio me recorría la espalda y otro me lubricaba pidiendo a gritos dejar de ser una niña.


No mencioné el hecho ni pregunté nada. Para ellos era lo más normal del mundo. Después su padre salió diciendo que volvería en unas horas. Nosotras jugamos Playstation y vimos un par de películas. Carla se quitó el pantalón para quedarse únicamente con su camiseta de hombre y una tanga pequeñísima que apenas y cubría la extensión de su cuevita de niña. Yo me decidí a quitarme el vestido, quedando en ropa interior y sandalias. Vimos la tv abrazadas como 2 niñas que quieren curiosear con el cuerpo de la otra pero sin atreverse.


LA PRIMERA VEZ QUE ME VIERON DESNUDA
Antes de lo mencionado muchas otras personas por muchos motivos me vieron desnuda o semi desnuda en muchas ocasiones; a los 9 años mi pediatra me examinaba completamente desnuda para terminar la consulta pesando y midiendo mi cuerpo, jamás como algo sexual, incluso mamá estuvo presente algunas veces, pero a mí me encantaba el hecho, tanto que hasta hoy lo recuerdo y me masturbo pensando en ello. En otras ocasiones en casa era mi padre quien me veía, ya que salía así mismo de la ducha o le pedía que me llevase una toalla. Eso empezó a los 7 años y no tengo intención de terminarlo.

Estaban además los días de gimnasia, donde nos duchábamos juntas y ese momento eran entre 15 y 20 minutos de desnudez grupal con chicas pubertas poniéndose jabón entre juegos, bromas e insinuaciones.
Yo jamás había visto un hombre desnudo directamente, siempre era en videos o fotos, aunque veía la misma cantidad de porno con chicas. Crecí viendo porno y pasando por situaciones que me hacían quedar expuesta.
Hasta ahí no consideraba que un hombre me hubiese visto desnuda hasta ese día.
El padre de mi amiga llegó después de unas horas y nosotras estábamos jugando a luchar en la sala. No lo notamos por las risas hasta que nos sorprendió tomando a su hija por los tobillos para levantarla. Carla no pudo resistir su fuerza y entre risas trataba de sujetar su camiseta para que no revelara su cuerpo, a lo que se rindió ya que daba lo mismo. Yo estaba nerviosa, por un lado no quería vestirme pero también me daba vergüenza estar expuesta frente a tremendo semental. No sé por qué pero empecé a coquetearle ya con descaro. Quizá fue por la segunda cerveza que nos trajo o porque se quitó la camiseta para luchar con nosotras. Ambas quedamos jadeando coloradas y exhaustas después de que sus manos nos recorrieran en busca de cosquillas. Se notaba una mancha de humedad en el centro de mi calzoncito y a él se le marcaba una erección tremenda bajo el short.

Nos dijo que podíamos ir a la piscina en el patio, que él iba en seguida después de darse una ducha. Me calenté tanto que casi me ofrezco para enjabonarle la espalda. El hecho de estar en ropa interior me daba lo mismo y aun sabiendo que no traía más ropa, accedí a meterme a la piscina en ropa interior.

Carla me dijo que esperase un poco mientras entraba a la habitación de su padre. Salieron juntos, ella con un bikini pequeñísimo y él con una toalla a la cintura y un bulto tremendo entre sus piernas. Me quedé con la duda pero la situación se intuía; en un minuto ambos estuvieron desnudos mientras él se preparaba para bañarse y mi amiga se ponía el bikini frente a él. Padre e hija desnudos en una habitación, de sólo imaginarlo me dio la urgencia de entrar al baño para satisfacerme. No pude aguantar y me fui a masturbar al baño de mi amiga.
Me tiré a la piscina y nadamos un rato hasta que llegó su padre.

Él jugaba con nosotras a lanzarnos desde sus hombros hasta que me dijo que si quería, podía quitarme al menos el sostén para no dañarlo. Carla no podía prestarme un bikini porque ninguno me quedaría por la diferencia de tamaños, además los que tenía eran de hace tiempo, razón por la que le quedaban pequeños y casi nunca los usaba. Esa vez usaría ya que estaba yo de visita. Accedí con nervios, calentura y vergüenza. Mi amiga me decía que me tranquilizara, ya que a veces ella misma se metía desnuda con su padre, incluso lo haría si yo me sentía más cómoda con eso. Las manos de su padre me tomaron de la cintura y sin ningún esfuerzo me levantó para sacarme del agua y quitarme el sostén mientras me animaba a no tener vergüenza, que para él yo era sólo otra niña y que a su hija él la había visto desnuda cientos de veces.
Él me quitó el sostén y el calzón me lo bajé solita. Esa fue la primera vez que me vieron desnuda. Fue una situación bastante caliente.
Esa tarde anduve desnuda frente a padre e hija, quienes vieron y tocaron mi cuerpo por donde y cuanto quisieron. Su papá era un tipo genial, joven y muy apuesto, yo diría que era como la fantasía sexual de las niñas de mi edad.


LA PRIMERA VEZ QUE VI A UN CHICO
Carla tenía un primo que ocasionalmente iba a verla para jugar videojuegos o ver anime. A veces jugaban algo de basket o luchaban un rato. Su relación era como cabría de esperarse en una chica tomboy; ella era ruda, como un chico más aunque sin perder ese aire entre femenino e infantil. Ese día llegué temprano porque habíamos quedado de ir de paseo cuando su primo llamó por teléfono. Decidimos quedarnos, en parte porque ella me había contado sobre él y quería conocerlo (cosas de niñas).

Cuando llegó me saludó de beso, muy educado, y a mi amiga le chocó el puño como a otro chico. Ahí me contaron que cuando más pequeños, a ellos los mandaban a ducharse juntos, así que no tenían problemas en verse. Carla lo atacó por la espalda para tratar de derribarlo, por jugar obviamente, pero la diferencia de fuerza era notoria. Mi amiguita terminó en el suelo mientras su primo le quitaba la camiseta. Yo estaba perdida de mojada, me calenté al ver como desvestían por la fuerza a mi pequeña amiga. Al final Carla se quitó el short y se quedó sólo en bragas.
Hacía calor, demasiado calor. Empecé a sudar, en parte por la temperatura y en parte por ver como mi amiga paseaba con sus tetitas infantiles al aire y ver a su primo mirándome. No sé por qué, por más que lo pienso, pero al recordar que me habían contado sobre sus duchas juntos decidí preguntarles más.

Me contaron que a veces iban a acampar y se bañaban desnudos en el río y que Carla en una ocasión se duchó con 3 chicos. No pude aguantarme y con la excusa del calor, les propuse ducharnos los 3. Como era de esperar accedieron sin mucha protesta.
Una vez en la ducha, él dio el agua y comenzó a enjabonar a Carlita. Sus manos recorrían el poco pecho de mi amiga para luego sin mayor protocolo pasar a su entrepierna. Ella hablaba de lo más normal, recordando las veces anteriores como cuando se ducharon una vez en el colegio donde iba el chico, un fin de semana luego de clases de atletismo, otra donde fueron al río y ella no llevó traje de baño, por lo que tuvo que saltar desnuda al agua frente a sus amigos y como no, la vez que Carla estuvo desnuda con 3 chicos de 15 años en las duchas de un gimnasio luego de hacer algo de máquinas. Contaba que entre su primo y 2 amigos la metieron a la fuerza y la desnudaron mientras ella gritaba y reía. Yo para ese momento ya no me fijaba ni me importaba lo que hacía, así que sólo lo noté cuando aquel chico empezó a hacer lo mismo. Carla le lavaba la espalda mientras él se masturbaba. Yo mientras tanto había recorrido un gran camino en mis labios de niña, masajeando mi entrepierna como una frenética. Era adicta a tocarme y no iba a ocultarlo.

Estuvimos mucho rato ahí dentro. Ya no había pudor; Carla se había masturbado 1 vez y su primo y yo otras tantas que perdimos la cuenta. Su miembro era proporcionado a su edad y cuerpo, se veía bastante bien. Al final terminamos bañándonos mutuamente porque Carlita dejó la ducha antes que nosotros. No tuvimos sexo, era una niñita aun y los nervios le ganaron a la calentura.
Debo reconocer que la experiencia de estar desnuda frente a otras personas me encantó y estaba dispuesta a hacer lo posible por repetirla en cada ocasión que pudiera.
 
Arriba Pie