La Nena Salvage
Virgen
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Sé que debí haberme ido en ese momento, y que Daniel, mi novio, se encargara de todo o se jodiera. Pero cuando me dijo que había perdido el dinero para pagar la cuenta del hotel, lo dijo mientras tenía sus dedos bailando dentro de mi vagina, y yo, no puede contestarle otra cosa salvo, “No te preocupes, yo te ayudo”. “De veras”, contesto él, moviendo con mayor placer los dedos. Un quejido largo de afirmación fue mi respuesta.
Maldito, sabía cómo manipular las cosas. Cuando accedí, él ya tenía preparado todo. La puerta de la habitación se abrió y en el quicio estaban el gerente del hotel y el dueño del bar. Dos viejos fofos y patéticos que me veían con lujuria mal contenida. En ese instante intente correr pero Daniel me tenía enganchada con los dedos. “Tranquila, tranquila”, dijo el muy descarado, mientras seguía tallando mi interior con sus dedos.
Gerente y dueño se acercaron a palpar con ansias mis piernas; recorriéndolas de arriba abajo con sus manotas. Quisiera decir que me provocaron asco pero en realidad las estaba gozando. Sentía como iban de arriba abajo y se perdían mayor tiempo dentro de la falda, magreando mis nalgas y pellizcándolas.
Daniel saco sus dedos de mi coño y me quito la tanga, entonces salió de la habitación dejándome a mi suerte. Los dedos del gerente ocuparon el espacio que Daniel había abandonado. Era un maestro, los movía estupendamente, haciendo que mis jugos salieran más de lo que hasta ahora lo habían hecho.
Mientras tanto Dueño de Bar había levantado mi top y comía con indecencia mis tetas. O Dios, estos dos viejos sí que sabían lo que hacían. Se tomaron su tiempo haciendo cada cual lo suyo, mi sexo era un mar de jugos y los pezones me dolían, las manos de ambos acariciaban turgentemente mis nalgas mis piernas, y repasaban mi abdomen y mi espalda. No sé cual de los dos tuvo la ocurrencia de ensartar dos dedos en mi culo, eso fue el acabose, me lance a sacar la verga más cercana.
Gerente se sentía complacido viendo como le tomaba la verga entre las manos y empezaba a prepararla a lengüetazos, retrayendo el prepucio y mordisqueando su glande. Comencé a chupar con furia. Sacando y metiendo esa enorme verga en mi boca. “Muy bien, Morenita”, oí decir a Dueño de Bar, “esto te va encantar”. Y fue verdad, su verga competía en tamaño y firmeza con la de Gerente, sentí como entró casi de golpe, provocando que tragara por completo la que tenía en la boca.
Fui penetrada durante un rato prolongado por Dueño de Bar y conseguí tragarme por completo el enorme sexo de Gerente haciendo que se derramara en mi boca. Creí que ahí pararía todo con estos dos vejestorios, pero para mi sorpresa las vergas de estos dos seguían bastante dispuestas.
Primero Dueño de bar, me colocó frente a la cómoda e hizo que me empinara, su verga se abrió camino por mi vagina y comenzó a cabalgarme. Gerente se contentaba con ver cómo me ensartaba y le echaba porras a su compañero. Luego de que termino con una fuerte corrida dejo espacio para que Gerente hiciera lo suyo, esperaba ya que entrara hasta el fondo con su enorme miembro, pero en lugar de eso entro paso a pasito por otro lugar.
La verga de gerente me abría la puerta trasera, haciéndome berrear de dolor y de placer. Sentía cómo iba entrando poco a poquito, llenando mi culo de toda su carne. Los dos viejos sabían moverse y hacerme sentir maravillas. Entraron en cada uno de mis orificios. Mi boca, mi vagina y mi culo probaron esas dos enormes vergas, varias veces.
Cuando Daniel llego sus cosas estaban ya en el pasillo. “¿Qué, ya nos vamos, pregunto”. “No sé tú”, le conteste, “Yo puedo quedarme aquí todavía dos semanas.” Pero tú… Lo lamento. Cerré la puerta en su nariz. Quién sabe cómo le hizo. Yo pase unas estupendas vacaciones. Con hotel y bebidas gratis, bueno casi.
Maldito, sabía cómo manipular las cosas. Cuando accedí, él ya tenía preparado todo. La puerta de la habitación se abrió y en el quicio estaban el gerente del hotel y el dueño del bar. Dos viejos fofos y patéticos que me veían con lujuria mal contenida. En ese instante intente correr pero Daniel me tenía enganchada con los dedos. “Tranquila, tranquila”, dijo el muy descarado, mientras seguía tallando mi interior con sus dedos.
Gerente y dueño se acercaron a palpar con ansias mis piernas; recorriéndolas de arriba abajo con sus manotas. Quisiera decir que me provocaron asco pero en realidad las estaba gozando. Sentía como iban de arriba abajo y se perdían mayor tiempo dentro de la falda, magreando mis nalgas y pellizcándolas.
Daniel saco sus dedos de mi coño y me quito la tanga, entonces salió de la habitación dejándome a mi suerte. Los dedos del gerente ocuparon el espacio que Daniel había abandonado. Era un maestro, los movía estupendamente, haciendo que mis jugos salieran más de lo que hasta ahora lo habían hecho.
Mientras tanto Dueño de Bar había levantado mi top y comía con indecencia mis tetas. O Dios, estos dos viejos sí que sabían lo que hacían. Se tomaron su tiempo haciendo cada cual lo suyo, mi sexo era un mar de jugos y los pezones me dolían, las manos de ambos acariciaban turgentemente mis nalgas mis piernas, y repasaban mi abdomen y mi espalda. No sé cual de los dos tuvo la ocurrencia de ensartar dos dedos en mi culo, eso fue el acabose, me lance a sacar la verga más cercana.
Gerente se sentía complacido viendo como le tomaba la verga entre las manos y empezaba a prepararla a lengüetazos, retrayendo el prepucio y mordisqueando su glande. Comencé a chupar con furia. Sacando y metiendo esa enorme verga en mi boca. “Muy bien, Morenita”, oí decir a Dueño de Bar, “esto te va encantar”. Y fue verdad, su verga competía en tamaño y firmeza con la de Gerente, sentí como entró casi de golpe, provocando que tragara por completo la que tenía en la boca.
Fui penetrada durante un rato prolongado por Dueño de Bar y conseguí tragarme por completo el enorme sexo de Gerente haciendo que se derramara en mi boca. Creí que ahí pararía todo con estos dos vejestorios, pero para mi sorpresa las vergas de estos dos seguían bastante dispuestas.
Primero Dueño de bar, me colocó frente a la cómoda e hizo que me empinara, su verga se abrió camino por mi vagina y comenzó a cabalgarme. Gerente se contentaba con ver cómo me ensartaba y le echaba porras a su compañero. Luego de que termino con una fuerte corrida dejo espacio para que Gerente hiciera lo suyo, esperaba ya que entrara hasta el fondo con su enorme miembro, pero en lugar de eso entro paso a pasito por otro lugar.
La verga de gerente me abría la puerta trasera, haciéndome berrear de dolor y de placer. Sentía cómo iba entrando poco a poquito, llenando mi culo de toda su carne. Los dos viejos sabían moverse y hacerme sentir maravillas. Entraron en cada uno de mis orificios. Mi boca, mi vagina y mi culo probaron esas dos enormes vergas, varias veces.
Cuando Daniel llego sus cosas estaban ya en el pasillo. “¿Qué, ya nos vamos, pregunto”. “No sé tú”, le conteste, “Yo puedo quedarme aquí todavía dos semanas.” Pero tú… Lo lamento. Cerré la puerta en su nariz. Quién sabe cómo le hizo. Yo pase unas estupendas vacaciones. Con hotel y bebidas gratis, bueno casi.