Obsesiones Sexuales con Mama

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
5,327
Likes Recibidos
2,361
Puntos
113
 
 
 
Mi nombre es Rafael, (18), vivo con mi madre Helen (40), no es, por que fuese su hijo, pero debo confesar que es una linda mujer, rubia, 1,70 m de altura, un cuerpo estilizado, buenos pechos, manteniendo una muy buena convivencia, siendo muy compinches en casi todo, creo que esta buena relación surgió, en parte por el abandono de mi padre, cuando tenía tres añitos.

No puedo especificar la época que comencé a sentir algo hacia mi madre, que lentamente se fue convirtiendo en una obsesión, que a pesar de intentar borrar esos pensamientos lascivos hacia ella, día a día parecían acrecentarse.

Creo que todo comenzó, hace unos años atrás, me dirigía a mi habitación, y al pasar frente a la suya, vi cuando se quitaba el sostén, apreciando en un escaso tiempo sus senos, donde me llamó poderosamente, su pezón, algo que jamás había prestado atención.

Tuve una reacción extraña, una especie de exaltación donde mi sexo pareció alterarse, me pareció algo totalmente pecaminoso, tener esa reacción con mi progenitora, sentí que algo aberrante.

Traté de olvidar ese momento, aunque cada tanta venia a mi mente, esos pechos abultados con ese pezón tan seductor, comenzando a observarla, preferentemente cuando llevaba puesto alguna remerita o un vestido ajustado, percibiéndola a través de su ropa, donde la presencia de ese “botón” se hacia evidente.

A medida que pasaba el tiempo e iba creciendo, se fue acrecentando mis pensamientos, y que a pesar de ser mi madre, era una mujer, con un cuerpo muy encantador y seductor.

Me sucedió algo, cuando era más chico, deseaba que formase una pareja, posiblemente para tener un “padre”, algo que con el pasar del tiempo, comencé a ponerme muy celoso, cuando invitaba algún amigo o posible pareja, donde mi mal humor se hacia mas que evidente.

Una tarde salía mi madre del baño, aparentemente después de ducharse, y la toalla corta que envolvía su cuerpo dejaba ver gran parte de sus pomposos glúteos, algo que sin desearlo me provocó una cierta excitación.

No se había percatado de mi presencia, pero esos breves segundos fueron suficiente para alterar mis hormonas. Si bien trataba de olvidar esos momento, mi mente traía esa imagen cada tanto, tratando a escondidas de ver alguna parte de su cuerpo, no entendía como podía tener esos pensamientos tan morbosos. Pero me superaban.

Cómo intentar espiarla a escondidas, tratando de verla desnuda o en ropa interior, cómo tomar sus intimas prendas sucias, para masturbarme con ellas oliéndola o frotándola en mi miembro, en todo ése tiempo transcurrido dejé de mirarla como mi madre para verla cómo una mujer.

A medida que fui creciendo, mi atracción hacia ella se iba en aumento, llegándola a tomarla por atrás, abrazándola, besando su cuello, y apoyar mi miembro sobre su apetecible trasero. Notando como se alegraba cuando le manifestaba mis caricias, algo que se fue haciendo, bastante más frecuente.

En una oportunidad en que íbamos a casa de unos parientes para un fin de año, con otros allegados, nos obligo a viajar algo apretados, mi madre se sentó sobre mis rodillas, el movimiento del vehículo, sumado al contacto de sus glúteos, no pude contener, una erección, que en determinado momento giró su cabeza, mirándome como si se diese cuenta de mi reacción.

Algo avergonzado por mi proceder traté de aplacarme, aunque no me era demasiado fácil, y menos al notar que mi madre no hacia objeción. Así durante bastante tiempo, se fue convirtiendo en una pesadilla, realmente la deseaba.

Mis abrazos mañaneros, se fueron extendiendo, apoyando mi pelvis contra sus glúteos, que a través de mi fino pantaloncito de dormir, no me cabían dudas que percibiera. Traté de ir conquistándola trayéndole flores, o sus chocolates favoritos, o algún perfume de su agrado.

A veces en mi loca fantasía, pensaba en que estábamos en una isla desierta, donde podría concretar ese amor, prohibido y pecaminoso.

Aunque después de un tiempo sucedió algo, recibió una promoción para ir a un complejo turístico sobre la playa, se entusiasmo bastante por el lugar, lo que ofrecían, y un precio muy razonable y a su alcance. Si bien no me entusiasmo demasiado en el primer momento, porque, salía con una chica que me gustaba mucho.

Y a pesar de mis locos pensamientos con mi madre, prefería desistir del viaje, pero su poder de convencimiento, sumado a lo melosa que solía ponerse cuando quería algo, logró hasta excitarme por la manera en que me lo pidió. Creo que en ese momento supuse que podría llegar a concretar mi fantasía.

Un par de meses después llegábamos a ese complejo, en un lugar paradisiaco, con extensas playas, piscinas, restaurants, teatros además “all inclusive”, donde la gran parte eran parejas.

Nos acomodamos en la cabaña, con una habitación para cada uno con su respectivo baño, un buen estar y una pequeña kitchen.

Rápidamente nos preparamos para aprovechar la playa, al llegar mi madre se quitó la camisola, luciendo una malla de dos piezas bastante acotada, donde permitía apreciar las cualidades de su lindo cuerpo, a lo que siempre había visto con una malla enteriza.

Mientras tomábamos sol en la playa de ese delicioso lugar, había varias mujeres que estaban en topless, a lo que aproveche la oportunidad, para comentarle a mi madre, porque no las imitaba.

Estas, loco, como voy a estar así frente a todos, y menos estando vos”

“Porque, son feas?”

“No, no son feas, todavía se mantienen bien”
Riéndose.

Esa noche, decidió ir al casino, lo que no me hizo muy feliz con su idea, pero no podía hacer nada, además cuando deseaba hacer algo, era muy difícil hacerla desistir, recordé que había conocido a un tipo, a lo que no me hizo nada de gracia su salida.

Malhumorado me quedé, terminando viendo televisión, pensando que a pesar de no agradarme esa salida, era mi madre y merecía distraerse. Me dormite, cuando cerca de las 2 de la mañana, unos golpes en la puerta, me despertaron, abriéndola entre dormido, viendo a mi madre, bastante ebria acompañada de un hombre que la traía.

Apenas se mantenía en pie, como pudimos la llevamos hasta el dormitorio, acostándola, que posiblemente la posición, la hizo vomitar sobre su vestido, desplomándose sobre la cama, mientras ese desconocido, me saludo y se fue.

No sabía bien que hacer, así que traté de limpiarla, pero por más que lo intente, el vestido despedía un olor bastante nauseabundo, traté de despertarlá para que intentase levantar bañarse y ponerse el camisón, pero todo fue en vano, se caía, sin lograr despabilarse.

“Madre, levántate y cámbiate” Pero mis palabras de nada servían, así que opté por hacerlo, sin ninguna tipo de mala intención, porque estaba bastante asustado por lo que le sucedía,

Así que le quite los zapatos, y como pude, comencé a quitar su ajustado vestido, que no fue nada fácil, cuando lo logré me sorprendí al ver que carecía de sostén quedando al descubierto sus hermosa tetas, solo una diminuta tanga cubría su cuerpo.

Al ver por primera vez el cuerpo casi desnudo de una mujer, y nada menos que el de mi madre, quedé bastante impactado, traté de cubrirlo, pero no pude, fue más fuerte observarlo. Donde cada tanto gesticulaba alguna palabra incoherente, que después de un rato solo me llevo a inhalar profundamente, al saber que estaba por disfrutar de mi gran obsesión, nerviosamente secaba mis ya sudorosas manos para disponerme a tocar ese cuerpo inerte. .

Mis manos las posaba delicadamente en su cadera para apretar desde ahí esas esponjosas carnes, ansiosamente excitado me dispuse a hundir mi rostro entre sus hermosas tetas, un divino infierno, un divino inframundo, un sagrado averno, donde un lujurioso hijo pecaba disfrutando del cuerpo de su madre.

Pero era algo muy delicioso, hasta ese olor nauseabundo de su vomito mezclado con su perfume no dejaba de atraerme, embriagándome en ese aroma, además de sus pechos que se agitaban al ritmo de su respiración.

Era mi madre, lo sabía, pero era una hermosa mujer casi desnuda, ante mis libidinosos ojos, que no cesaban de mirarla. Sabía que no era lo correcto, al comenzar a acariciar esa piel, donde el rostro de mi madre parecía disfrutar de esos mimos, tocando sus tensos pezones, que parecían erguirse aun más, al leve roce de mi dedo.

Mi verga se había endurecido, al iniciar esa lujuriosa incursión por ese cuerpo tan sensual y atrayente, tocaba sus muslos, hasta pasar por su entrepierna, con la intención de meterla bajo su tanga, que marcaba perfectamente la abertura de su sexo. Dispuesto a tocar esa seductora y vedada zona, cuando un movimiento, que parecía despabilarse, hizo que suspendiese esa prohibida intervención.

La cubrí con la sabana, quedando su silueta reflejada, a traces de ella, yéndome a mi habitación, donde no pude dejar de pensar en el cuerpo de mi madre, aplacando esa alteración, con una violenta masturbación.

A la mañana siguiente, se levantó bastante cerca del mediodía, y mientras tomábamos el desayuno, que había preparado, .me dice:

“”Que sucedió anoche”

“Bueno, llegaste ebria, mamá, alguien te trajo, realmente era deplorable, tu “ estado”

“Te pido disculpas, no fue mi intensión llegar a ese estado, pero sé que me extralimite. Pero sucedió algo más?”

“No, solo te llevamos hasta la cama y te dormiste”

“No recuerdo nada, pero que mas, porque amanecí casi desnuda”
En un tono algo risueño.

“No me habrán desvestido entre los dos? ”

“No, por supuesto”

“Lo hiciste vos?”
Me dice, algo más seria y calmada.

“Si, te ayude, pero estaba oscuro, no veía demasiado

“Está bien”


Esa noche, fuimos al teatro, regresamos temprano, la noche estaba muy cálida, nos sentamos a mirar televisión, previo a eso me puse solo los pantaloncitos del pijama, y mi madre, un camisón muy corto, cubriéndose con una bata bastante transparente. La luz de la luna invadía la sala, permitiendo ver gran parte de la transparencia del conjunto de mi madre, apreciando perfectamente el contorno de su cuerpo. Mientras veíamos una película, me dice

Me vistes realmente desnuda anoche?” Evidentemente, algo la preocupaba,

“No para nada, mamá”

“No me mientas, no te voy a retar””

“Si, ya sé, pero no te vi
” Riéndome un poco

Escúchame, te conozco, no me ofende si me viste, dime la verdad, no seas tonto, dile a tu mamita”

“Bueno si, un poco”

“Te gustó verme”

“Si, algo”

“Algo solamente, tan feo es mi cuerpo?”

“No, es lindo, me agrado”

“Bueno, eso me alaga, saber que le gusto a mi hijo”
El cuestionario continuo, hasta que me dice:

“Me tocaste?

“Cuando, te sacaba el vestido”

“Nada más. Aunque tuve la sensación que alguien me acariciaba”

“No, para nada”

“Te aclaro, que me agradó, a lo mejor, estaba soñando”

“Si, posiblemente”
Creo que me puse colorado en ese momento, tratando de dar por finalizada esa digamos indagación, pensando que ese era el momento de decirle algo de mis sentimientos, pero tuvo el temor de poder ser rechazado.

A la mañana siguiente, fuimos algo temprano a la playa, después de un rico baño, en ese mar cálido y verdoso mar, regrese donde estaba mi madre, quedando sorprendido al verla que se había quitado el sostén, pero en su posición, boca abajo no se apreciaba demasiado.

En un momento, me pide, que le pase bronceador, levantándose, tapando sus ricas tetas con su brazo, mientras la voy untando con esa crema, hasta que se acuesta, pidiéndome que lo haga por sus piernas

Me había comenzado a excitar, al pasarle por sus apetitosos glúteos, bajándola un poco para hacerlo en ese pequeño triangulo, que tiene la malla, viendo parte de su atractiva zanja. Siguiendo mi mano, deslazándose por ese sector, hasta llegar a rozar levemente su sexo, cuando me dice:

“Para, ya está bien, me ha dado como un escalofrió, gracias.”

“Esta bien”
Pensando que era posible, que se hubiese excitado, aunque traté de descartar ese pensamiento obsceno.

Nunca en ese tiempo vino a mi mente, que mi madre pudiese sentir algo hacia mí, pero esa tarde ocurrió algo insólito, estaba mirando televisión, cuando oí un infrecuente sonido de la habitación de mi madre, me acerqué, oyendo unos gemidos provenientes de ella, a pesar de estar la puerta entreabierta, era difícil verla, pero durante un rato, esos gemidos se fueron acrecentando, hasta que un leve grito, dio por finalizado esos sollozos. Aunque no lo aceptaba demasiado, era evidente que se estaría masturbando.

Esa noche nos quedamos a ver televisión, mi madre e puso en camisón corto y algo transparente, que permitía reflejar bastante bien sus pechos, y su prenda interior. Rato más tarde se acurrucó junto a mí, sintiendo su acalorado cuerpo, aprovechando para apoyar mi mano en su muslo, acariciándolo suavemente, si bien en momentos la quitaba, poco a poco fue cediendo, hasta que intenté introducirla entre sus piernas, que después de varios minutos, termino separando, hasta que logré oprimir e canto de mi mano contra su sexo, apretando sus piernas en ella, hasta oírle unos leves gemidos, cuando de repente reaccionó de una manera encrespada, que nunca había visto, diciendo:

Que haces, soy tu madre, por favor vete a cama” Esa reacción me impacto, pensando que era un depravado, al intentar tocarla, yendo a mi dormitorio, arrepentido por lo que había provocado. Sin poder dormirme y bastante nervioso, a los pocos minutos, abrió la puerta y se sentó al borde de mi cama, diciéndome:

“Discúlpame, mi amor, no era mi intención retarte, pero sentí una sensación, que me asuste, por lo que me estaba sucediendo contigo, por eso mi reacción” A la vez que llenaba mi cara de besos

“Posiblemente estaré loca, pero nunca me paso una cosa de esta índole, discúlpame”

“Tú tienes que perdonarme, no sé que me paso”


Quedándonos en la cama abrazados, como en un momento de arrepentimiento, cuando después de un buen rato se levantó para irse a su cuarto, tomándola de la mano le digo,

Hace mucho que no duermes conmigo”

Me miró con una sonrisa, y se acostó a mi lado, diciéndome:

“Solo dormir, correcto”

“Podemos dormir sin nada, ma?

“Duerme y cállate, sino me voy a mi alcoba”


Al despertarnos y levantarnos, noté que tenía como húmedo sus bragas, que en el momento no me llamó demasiado la atención. Fuimos a desayunar a uno de los buffet, regresando de la mano para ir a la playa.

Una vez en ella, nos trajeron la sombrilla y unas reposeras, apenas quedamos solo, mi madre se quita el sostén, y me dice:

“Quieres pasarme el bronceador?

Al verla así, con sus pechos al aire, no solo me sorprendí, sino que mi reacción fue inmediata, tomando el pote, untando su espalda, piernas, brazos, y con cierto temor de pasarle por sus pechos, cuando me dice:

“Prefieres que lo haga yo?”

“No, ma, yo puedo”


Así que me unté bien la mano, embardunando sus pechos, donde su pezón parecía activarse, y mi verga también, que intentaba acomodarla bajo la bermuda. Mis roces hacia esas salientes fue bastante momentáneo, pero creo que lo suficiente para alterar a mi madre. No tardé demasiado en correr hacia el mar a tratar de aplacar mi calentura, acompañándome mi madre minutos más tarde, jugueteando en el mar y saltando, agitándose sus tetas..

Apenas llegamos a la cabaña, estaba como loco, pensando en lo que podría suceder, pero mi intención fue directamente censurada, por mi madre, diciéndome:

“Hijo, comprendo tu estado, posiblemente no tendría que haber hecho nada en la playa, pero me sentí como liberada, sentir tu mano acariciar mi cuerpo, a pesar de saber que eso alteraría tus hormonas, discúlpame’

“Esta bien” Respondí, algo decepcionado, en parte.

Como todos los sábados, esa noche había una fiesta en uno de los restaurants, cena, conjuntos musicales del lugar, baile, y todo lo referente a un grato momento de diversión.

Mi madre, se había comprado un vestido largo, en una boutique del complejo, a raíz del que tenía, no estaba en condiciones aptas, por su vomitada. Cuando esa noche se vistió con su nueva prenda, estaba excepcional, con ese vestido largo blanco, que resaltaba el bronceado de su piel, con un gran tajo, que permitía descubrir, su pierna desnuda casi a cintura, además se marcaban perfectamente sus dos sexuales pezones y esos zapatos de taco alto, que excedía casi el metro ochenta, que si bien tengo unos centímetros más que ella, superaba mi altura.

Realmente me impactó, porque estaba bellísima, sumado por el maquillaje que se había aplicado, en resumen lo pasamos bárbaro, comprobé que varias miradas iban a mi madre, de la que me sentía orgulloso.

Después de cenar se inicio el baile, que terminamos haciéndolo bastante apretados, en donde ciertas miradas indiscretas, daban a entender nuestra exaltación

Regresamos cerca de las 3 am, después de haber bailado y divertirnos mucho, algo tomados, donde mis fantasías amatorias estaban a full. Al entrar, tras cerrar la puerta con traba, mi madre se para delante de mí, se quita los zapatos de una manera algo capciosa y hasta muy sexy, corre el delgado bretel de su vestido, corriendo por su cuerpo hasta quedar en sus talones, levantando su pie, para desplazar su prenda, donde mis atónitos ojos observaban, ese sensual cuerpo solo cubierto por su diminutas bragas, que lentamente sus dedos comenzaron

Regresamos cerca de las 3 am, después de haber bailado y divertirnos mucho, algo tomados, donde mis fantasías amatorias estaban a full. Al entrar, tras cerrar la puerta con traba, mi madre se para delante de mí, se quita los zapatos de una manera algo capciosa y hasta muy sexy, corre el delgado bretel de su vestido, corriendo por su cuerpo hasta quedar en sus talones, levantando su pie, para desplazar su prenda, donde mis atónitos ojos observaban, ese sensual cuerpo solo cubierto por su diminutas bragas, que lentamente sus dedos comenzaron a deslizar.

No podía creer lo que acontecía, ver su cuerpo desnudo era algo tan angelical, que me acerque rápidamente para acariciarla, la alce, colocando su rostro pegado al mío, mientras la llevaba a su dormitorio, mi corazón latía descontrolado.

Noté su estado algo ebria, que a pesar de no agradarme que estuviese asi, creo que esta vez como la anterior han sido muy favorables. No deseaba ser demasiado apresurado, así que suavemente la deposite sobre la cama, sin dejar de observarla, ver solo su piel a mis atónicos ojos, devorándola visualmente de una manera lasciva.

Sus senos, flameaban ante la agitada respiración de mi madre, con sus erectos pezones, que expresaban su estado, su ombligo, para finalizar en lo profundo de su árido monte vaginal. Una potente erección tomaba posesión de mi miembro, me causaba dolor tenerlo cautivo bajo el pantalón, notando a través de mi prenda mi ferviente estado.

De una manera casi ceremonial comenzó a desnudarme, hasta quitar mi última prenda, quedando al descubierto, mi rígido pene, mientras lo observaba de una manera lujuriosa. Donde madre e hijo observaban los cuerpos desnudos, deseándose como hombre y mujer, oyéndose solamente nuestra agitada respiración.

Tomé su rostro acariciándolo, cuando acerqué mi boca para besar sus labios, apasionadamente, pero ella me detuvo, diciéndome, no, en los labios no, no en la boca, no puedo hacerlo, me desconcertó un poco esa reacción suya, pero no me impidió seguir disfrutando al plasmar mis besos sobre su cuello.

Soltando eróticos sonidos inclinando su cabeza para darme su cuello entero, tomándola con mis manos por sus caderas, la pegué a mi cuerpo, besando y lamiendo su cuello, y oprimiendo mis dedos sus opulentos glúteos, tomando todo su cuerpo, acariciando su vagina, impregnada en sus propios jugos

Lentamente con cierto temor, acariciaba cada centímetro de su piel, conteniéndome de tener una inesperada eyaculación, succionando sus erguidos y abotonados pezones, sin dejar de acariciar su acuoso sexo, apoyando sus manos sobre mi nuca, oprimiéndola sobre sus pechos, para deleitarse con mis ávidos sorbos, que parecía aumentar su voluptuosidad.

El comportamiento de mi madre era cada vez más apasionado, entregándose totalmente y deleitándose con algo totalmente atípico, que era su hijo quien la estaba llevando a un estado de total de paroxismo, acelerando mi accionar, cuando me dice:

“Tranquilo, Rafa”

En ése preciso momento deseaba hacerle de todo, que gozara al igual que yo, cuando me abrazó, pidiéndome nuevamente que me tranquilizara, intente de apaciguar mis impulsos, tratando de evitar tener una eyaculación.

Cuando separa suavemente sus piernas, viendo su jugoso sexo, besando su entrepierna hasta llegar a su raja, bebiendo de ese divino néctar, oyendo como las exclamaciones de placer brotaban de su boca, a la vez que sus manos contenían mi cabeza.

Mientras mi madre gozaba ampliamente ese contacto oral, que la alteraba enormemente, mi lengua lamía con tesitura su abultado clítoris mientras mi dedo le acariciaba con absoluto morbo su punto G, gimiendo como gata en celo, hasta que instale mi virilidad en la entrada de su deseoso sexo,

La enrojecida punta de mi virilidad delicadamente se introducía en sus adentros, nuestras miradas estaban entrelazadas, mirándonos con amor, mirándonos con pasión, mirándonos con ternura, mirándonos con excitación, lentamente, poco a poco, me iba despojando de mi virginidad dentro de ella, de mi propia Madre, Oh!!, extraordinaria sensación repleta de múltiples emociones.

Madre e Hijo en ése momento, éramos una Mujer y un Hombre dispuestos a entregarnos por completo, dispuestos a hacer el amor eterno.

Hacía casi diez y ocho años salía de ella, y ahora estaba entrando nuevamente, se abría paso mi inflamada virilidad en sus adentros, pasmados gemidos se entrecortaban en su boca, mientras le besaba delicadamente por debajo de su oreja, me abrumaba el intenso calor de sus entrañas, abrazándome con empeño ella se aferraba a mi espalda, mientras seguía introduciéndola casi por completo.

Sintiendo su paredes amoldarse a mi miembro, soltaba mi cuerpo entrando casi totalmente en la profundidad de su útero, produciendo un largo y erótico gemido, acariciando mi nuca con suavidad.

No dejaba de gemir ante mi ardua penetración, entraba y salía, metiendo y sacando en un voluptuoso vaivén, siguiendo el sensual compás brindando un extraño y seductor erotismo en ese prohibido coito.

No paraba de penetrarla con ahínco, sin dejar de besarla por donde era factible, de pronto me dice:

“Acuéstate, que te cabalgare”

Obedecí su pedido, que con total sutileza, quedé acostado, mientras mi madre, me montaba, viendo como mi verga se introducía en su cavidad vaginal, algo realmente patético. Dejándose introducir nuevamente, para comenzar a efectuar un sube y baja, sintiendo mi pene rozar las paredes de su útero, mientras sus tetas se agitaban al unísono de sus movimientos, era encantador ver a mi madre disfrutar de ese coito prohibido. Para comenzar a galoparme con soltura, gimiendo ante ese contacto, que se fue aumentando a medida que nuestra excitación se iba incrementando.

Cuando comenzó a convulsionar su cuerpo entero, apretaba sus músculos vaginales con total libertad, recelo, agitándose ahogando su respiración, su blanca secreción vaginal ya escurría por nuestros sexos, creando hilos de placer por mis abultados testículos, ella ya tenía fuertes espasmos claros ante el inminente orgasmo sobre su ser, mientras le comentaba:

“Ya, estoy a punto, ma” Manteniendo sus rítmicos movimientos, responde:

“Hazlo, hazlo, Rafa”

Descargando mi esperma contenida, mientras movía su trasero, intentando sacar los últimos brotes de mi ser, nos abrazábamos, fundiendo la mirada una en otra, respirando apresuradamente. Dejándose mi madre caer de espalda a mi lado, sudorosos, agobiados, extasiados, fatigados en exceso.

Después de un largo momento de relajación, mi madre se levanta, preguntándole:

“Al baño, y después a mi habitación” Mientras besa mi mejilla, quedando sorprendido ante esa imprevista decisión.

“Pero, esperaba que durmiésemos juntos” Recordando cuando era más chico, y quería algo pero no me lo concedía, por algún motivo.

“Es tarde, hicimos algo poco o nada decoroso, primera y última vez, mañana lo hablamos”

“Pero yo…….!”
Cerrando la puerta quedando las palabras en mi boca. Estuve a punto de levantarme, pero sabía que cuando dice una cosa, no hay marcha atrás. Debo reconocer que fue algo fabuloso, pensando ese momento después de un largo rato logré dormirme.

A la mañana siguiente, me desperté, había pedido el desayuno, estando todo preparado para tomarlo, la bese, estaba muy sonriente, con su bata que transparentaba sus tetas, que no disimulé en mirárselas, y hasta intenté tocarlas, que rápidamente fui reprimido.

“Que pasa, ma?”

“Nada pasa, por?

“Es que me rechazaste cuando pretendí acariciarte”


“Si así es, pero ya que tocaste el tema, te diré que he pensado toda la noche, que lo sucedido, no tendría que haber ocurrido, No puedo negar que lo disfrute, pero fue una locura hijo. Admito que fui bastante culpable, pero el lugar, la bebida y una serie de cosas hicieron que cayéramos en algo, diría obsceno, inmoral, deshonesto e incontable.

“Pero…”

“Basta Rafa, que quede ahí, como un hermoso recuerdo o como se te ocurra y punto”


Había sido como que me diesen un rico dulce, para después no volver a probarlo, pero no me conforme con ese corte radical, intentaría conquistarla, haría todo lo que estaría a mi alcance, esos pocos días que nos quedaban tenía que aprovecharlos.

Estaba seguro que la fogosidad con que mi madre expreso en esa noche, no era ficticia, y no me caben dudas, que algo le sucedió, arrepentimiento, pecado inmoralidad, no se, algo.

Esa tarde fuimos a la playa, pero se puso la malla enteriza, algo que realmente me fastidio, por la noche fuimos a una fiesta del complejo, traté de entablar relaciones con unas chicas que estaban, pero mi madre encontró a un tipo que había conocido en el casino.

Al día siguiente, desaparecí, dejándola sola, no valió de mucho, solo que comenzó a crearse una atmosfera tensa, en donde mi fastidio se hacía muy evidente, al punto que esa noche, mi madre me dice:

“Bueno, no estoy para soportar tu malestar, así que mañana regresamos a Argentina y se terminó este malestar insoportable”

No contesté nada, solo me levante de hombros, sin importarme demasiado que decisión tomase. A pesar de todo, no tenía ganas de regresar aun quedaban 4 o 5 días, pero si mi madre era testaruda yo era más. Poco y nada hablamos, aunque me dio la sensación, que estaba cediendo, por que vino un par de veces, me agarro, dándome unos besos, como intentando agraciarse, a los que no cedí, siguiendo algo indiferente.

Esa noche, me desnudé, me tiré en la cama, dejando la puerta abierta, tocándomela hasta ponerla tensa, fue algo inconsciente o no, pero en el fondo esperaba que mi madre me viese así, sin esperar un resultado positivo.

Cuando después de varios minutos pasó, al verme siguió, pero algo la hizo regresar a mi habitación se sentó en el borde de la cama me tapó con la sabana, diciéndome:

Que te pasa, hijo”

“Nada, estoy caliente”. Me arrepentí de haberlo dicho, pero estaba muy disgustado. Meneo la cabeza, como diciendo, “que haré con esta criatura”, mientras besaba mis mejillas.

Al notar que su mano, estaba a escasos centímetros de mi miembro, con algo de temor, por la reacción que podría tener, acerque su mano a mi sexo, que tocó suavemente, a través de la sabana, iniciando unas leves caricias mientras me hablaba, hasta que la tomó, para después aferrarla cada vez más, hasta que la destapo., quedando expuesta a su alcance, mientras me decía:.

‘Mi chiquito, aunque ya no lo eres, he elaborado todo lo que hemos vivido estos últimos días, aunque creo que no es tan reciente, no puedo negar que tu leve contacto me ha erizado totalmente”

“Si.”
Conteste impaciente a lo que continuase haciendo y diciendo.

“Podemos embarcarnos en una loca aventura o evitarla, espero que algún día no lleguemos a arrepentirnos de todo esto. Así que, no abras la boca y relájate.”

Cerré los ojos, al sentir su mano oprimirlo fuertemente, iniciando una lenta agitación, sintiendo como la sangre lo iba irrigando rápidamente, hasta que algo sensible y húmedo, comenzó a humedecerlo, con leves mordiscos y succiones prolongadas y continuas. Era algo indescriptible, por su sutileza, y el amor que me otorgaba en el ese “inmoral y prohibido” felatio. Pero si ambas partes están totalmente de acuerdo con ese acto “sexual”, la inmoralidad y lo prohibido, no existen.

Cuando su boca, comenzó a deglutir mi trozo de carne, se erizo mi piel, acariciando su cabeza, disfrutando ese momento indescriptible, percibiendo como sus labios recorrían mi tronco desde su nacimiento hasta mi glande, donde su lengua me hacía estragos en mi frenillo. Continuando parcialmente por el escroto, succionado los testículos, alterándome totalmente, con leves intervalos, a fin de prolonga mi excitación.

Así continuo hasta que no pude contener mi orgasmo, evacuando la esperma contenida de hacia unos días, en la cavidad bucal de mi adorada madre. Que después de varios minutos me dice:

“Espero haber evacuado tus angustias”

“Si, ma, te quiero”

“Yo también hijo”


Tantas emociones vividas en esa mágica noche a, me impidieron dormir de corrido, ansiosamente estaba esperando, la hora de su despertar, deseoso de tenerla, poseerla, con la seguridad que no existía ningún impedimento, ante a lo acontecido unas horas antes.

Al levantarme, e ir a sector del desayuno, al verla la tomé por detrás dando discretos besos a su cuello, recibiéndolos sin oposición alguna, diciéndome, ya te esperaba, esas palabras incrementaban mi notable erección, entonces le susurré a su oído:

Puedo tocar tus senos?, apoyando su cabeza, dio como por entendido lo que deseaba, mientras mis ansiosa manos, se introdujeron bajo su camisón, tomaron sus cálidos pechos, en una sutil caricia, estremeciéndose ante mi contacto, paseando mis dedos por sus erectos pezones, juntando más nuestros cuerpos hasta llegar al punto de estar restregando mi inflamado trozo de carne entre el surco de su suculento trasero.

Donde los gemidos de mi madre, delataban su estado hormonal, pegándose aun mucho más, levantando su delgada bata, bajando su calzón, apoyando mi rígido miembro, mientras acariciaba su abdomen, poniéndola en un estado de total paroxismo.

Era algo excitante, llevarla a ese grado de calentura, donde expulsaba toda la excitación contenida en estos últimos días, mientras mi mano en su pecho, percibía la aceleración de su corazón.

Terminé sacando su bata seguida de su camioncito, volvía a tenerla desnuda, deseosa de ser acariciada, amada y follada nuevamente.

La giré sobre la mesada, quedando sus tetas comprimidas contra la fría superficie, acariciando su culo, y sus apetecibles glúteos, aplicando unos leves chirlos, donde su raja bien húmeda, esperaba la entrada de mi rígido pene. Al introducir mi miembro en su hendedura, percibí la calidez de cavidad, deslizándose rápidamente por la lubricación emanada, sumado a los gemidos de mi madre, ante la presencia del ese elemento genital, que no tardó en desplazarse a un ritmo acelerado.

Ese coito prohibido, estaba lleno de sensualidad y pasión, indicados en parte por el sonido, que producían mi pelvis contra las carnosas nalgas de mi madre, gemidos, gritos respiración entrecortada, conformaban la resonancia, en ese incesto de apareamiento. No tardando en evacuar mí leche, en el interior de mi apasionada madre.

Se la veía muy alegre, esa tarde habíamos ido a la playa, ya esta vez directamente en topless, con sus tetas, bastante bronceadas, las que no podía dejar de tocar o hasta darle algún chupón, a pesar de haber algo de público, que no me importaba si nos veían, aunque mi madre mantenía cierto recato.

La invite a caminar por la orilla del mar hacia el norte, aceptó, colocándose su sostén, después de casi 1 km de recorrido, cuando en un paraje totalmente desértico le digo:

“Nos damos un chapuzón, está demasiado caluroso”

“Tienes razón, vamos”

“Quítate la malla, ma”

“Éstas loco, hijo”

“Dale, no hay nadie”
Mientras me saco la bermuda.

Me miró, con una sonrisa de picardía, quitándosela, que al verla desnuda le expreso:

“: Que buena que estas, ma”

No dijo nada, tomándome de la mano corriendo hacia el mar , para zambullirnos en esas cálidas y transparentes aguas, si bien comenzó a rechazar, mis manoseos, no tardó en aceptarlo. Apenas salimos, la volqué sobre la blanca arena, besando su cuerpo, teniendo la reacción propio de una mujer excitada, donde tuvimos una copulación apasionada.

Nos levantamos después de un rato, nos bañamos nuevamente, nos colocamos la malla, para regresar al complejo.

Mientras regresábamos, mi madre, se asombraba de las locuras que estábamos haciendo, volvimos a la cabaña, , mientras me estaba duchando, entró mi madre desnuda, a acompañarme en ese baño, finalizando en otro loco y apasionado coito.

Esa noche fuimos a otra fiesta en el complejo, al regresar, después de una rica cena, vino un conjunto tropical, instrumentando una música muy movida y rítmica, donde mi madre fue unas de las primeras en ir a la pista, que a pesar de resistirme termine bailando con ella. Efectuando una serie de movimientos muy sensuales, donde su altura y el vestido ajustado, que marcaba perfectamente sus pezones, al igual que sus curvas, hacia que gran parte de los asistentes al lugar no dejaban de regocijarse.

Me sentía orgulloso al verla así, y los rostros de la gente fundamentalmente de los hombres, eran atraídos hacia esa figura, que no dejaba de moverse a un ritmo lleno de erotismo.

Después de casi dos horas, regresamos a la cabaña, antes de entrar me dio un beso en los labios, cuando después de ingresar, cerró la puerta con llave, repitiendo lo de unas noches atrás, deslizando su vestido, surgiendo su bello cuerpo, carente de una mínima prenda interior.

Esas inesperadas ocurrencias, llenas de erotismo y sorpresas, sublevan mis hormonas, evidentemente producto en parte por la bebida ingerida, delatando con sus ojos la intención de tener sexo..

Nos sentamos en el sillón, estirando sus piernas, mientras mi mano, se desplazaba en ellas, buscando su entrepierna, abriéndose hasta ubicarlas en su grieta, sutilmente le di un corto beso en sus carnosos labios.

La giré, dejándola boca abajo, acariciando sus nalgas, recorriendo mi dedo por su hendidura interglutea, hasta arribar en su aro, oprimiéndolo hasta oír una exclamación de placer, separando sus glúteos observando esa delicada abertura anal.

Me excitaba esa nueva experiencia, mi corazón latía apresuradamente, aumentando mi agitación, cuando la punta de mi verga recorrió esa grieta, deteniéndose en el ano.

Al notar que no tenía rechazo, continúe con ese juego previo, acatando la respiración algo entrecortada de mi madre. Hundiendo mi glande en esa abertura, respondiendo con innegables débiles gemidos, acariciando su espalda, para aplacar su posible ansiedad.

Empujando un poco, penetrándola unos escasos centímetros, manteniéndose inmune a mi intención, volviendo a empujar nuevamente, sintiendo unos gestos de molestia, preguntándole si la dañaba:

“Hazlo despacio, es mi primera vez”

Me alegré al oír decir eso, desvirgaría a mi madre-amante, comenzado a elevar su culo, para tener una mejor penetración, volviendo a empujar, oprimiendo su acceso anal.

La tome de la cintura, dando otro nuevo impacto, hasta lograr introducirle la totalidad de mi miembro, bastante oprimido por la estreches de su conducto, en donde otro gemido de dolor volvió a cometer.

Sentía las palpitaciones de su conducto a través de la membrana rectal, sus manos estaban encrespadas en los bordes de la cama, hasta que mi pelvis quedo adherida a sus glúteos, donde un nuevo gemido volvió a expulsar, que parecían provocarme, comenzando a gestar una serie de rápidos empellones, ante los gritos de mi madre.

Después de un rato parecía haberse amoldado a mi tamaño, que entraba y salía ágilmente, gimiendo cada vez más, posiblemente ante la llegada de algún orgasmo, haciéndome aumentar mis movimientos.

Mientras me movía suavemente, puso su mano derecha entre sus piernas, tocándose su sexo, era algo nuevo para mí, aunque no dejaba de acelerar mi excitación.

Fui disminuyendo los movimientos, para evitar venirme, sintiendo como oprimía su recto contra mi verga, para tener que contenerme y evitar una eyaculación. Asi estuvimos un rato, hasta que comencé a acelerar lis movimientos, terminando evacuar mis flujos en su conducto, gesticulando y gimiendo, mi madre ante ese advenimiento por mi parte.

Quedé acostado sobre su sudorosa espalda, abrazándola sin quitar mi verga de su conducto anal, disfrutando mientras iba perdiendo su rigidez.

Me beso en la boca, hasta llegar a poner en contacto nuestras lenguas, cuando me comenta:

“Sé que esto es mas que una locura, pero estamos atrapados por este sexo prohibido, no sé cuanto durara, pero me enloquece, hijo.

Los pocos días que restaban, fueron aprovechados al máximo, playa, fiestas, comidas bebidas y por supuesto por un sexo cada vez mas entusiasta.
 
Arriba Pie