Obsesión por Anales Familiares -03-

heranlu

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Ya eran casi las 2 de la mañana, pensé en llamar a mi mujer pero el cansancio me venció. Sentí llevar un buen rato dormido cuando de pronto una calidez húmeda en mi miembro me despertó, entreabriendo los ojos descubrí con que bajo las sabanas me estaban dando una mamada épica, pasaban la lengua desde los huevos hasta la punta de mi pene, la succión era potente y cada chupada tronaba maravillosamente, lo que siguió me puso en un gran aprieto pues con toda la sangre en mi falo no tenia pensamiento claros y solo pude pronunciar un nombre:

-Leticia…

-¿Queee?- La voz de mi mujer me saco del trance en que me tenía.

La única salida que tuve fue hacerme el dormido y pronunciar cualquier cosa:

-…no deberías tomar de esa manera.

Mi mujer supongo que un poco más tranquila intento despertarme llamando y moviéndome un poco, me decía que estaba soñando, que todo estaba bien, que despertara y yo con mi mejor actuación reaccione, la salude y le pregunte que como la había pasado, ella se limito a contestar que excelente, en una pequeña conversación me cuestiono cobre lo que soñaba y le platique todo lo que había ocurrido en la tarde, que note a Leticia estaba dormida y muy pasaba de copas, con esto ella comprendió que al estármela mamando yo pronunciara su nombre, la notaba bastante colorada seguro estaba muy caliente por el alcohol y me propuso que la dejara continuar con su afanosa tarea fálica, suerte que muy probable debió al alcohol no haya notado el sabor combinado de mi semen con culo de su hija. Debo admitir que Carolina era una experta con la boca en mi pene, su lengua en interminable movimiento, ni un solo diente rozaba y tan prendida estaba que me pidió un gran trago de leche, yo no era quien para negarle algo así, con todo mi empeño y casi seco del día tan ajetreado que tuve, le arroje un par de chorros que ella con una cara desencajada de placer ni siquiera me los mostro y saboreando de un trago los degusto. Me decía que eran deliciosos pero mentía pues el alcohol seguro le tenía dormida un poco la lengua, a mi no me importaba eso. Entre sonrisas me pedía que se la metiera que estaba incontenible, su piel ardía, he de confesar que mi mujer siempre me ha puesto a cien, pues en comparación de Leticia ella si está muy bien proporcionada pues su tremendo culo se complementa con unas tetas deliciosas de talla 36C con pezones rosados que responden al mínimo contacto y tan amasables que su caída natural no es de una mujer en los cuarenta por que aun deja una figura si no juvenil, si esplendida y en su mejor punto, los cuidados que le ha dado a su piel la tienen si una sola estría, arruga o varice y tan suave que al estar tan caliente como en ese momento simplemente me consume el pensamiento, incluso de Leticia que ahora se me presentaba mucho menos pues hacia unas cuantas horas que había sido mío su gran culo.

Intente hacerme el difícil planeando conseguir algo mas, le pedí que durmiéramos un poco se le notaba cansaba, pero ella solo me sonrió, estaba en lo absoluto cansada eso se le notaba a leguas, volvía a pedirme casi hincada que le clavara mi amigo, con una sonrisa un tanto complicada le sugerí que me convenciera usando todo su ánimo por tenerme dentro de ella:

-Tengo una mejor idea que seguro te encantara -me replico Caro -tu solo quédate donde estas.

La vi salir del cuarto aun tenia los tacones pero lo que era la falda, aquellas entalladas que les juntan las piernas a la altura de las rollidas, la tenia completamente enrollada en la cintura y podía notar su cachetero tan húmedo, si que estaba caliente y le urgía tener una polla dentro.

Pensé que un día así jamás llegaría, Carolina regreso después de un momento, que sería lo que planeaba, su rostro mostraba una miraba perdida y una sonrisa que apenas se notaba, mi mente sin mucho esfuerzo me ofrecía a carolina entrando a tientas en el cuarto de Leti y quedándose petrificada al ver a su hija llena de sexo y aquel joven cuerpo masculino desnudo pero con el ímpetu flácido, ¿qué pensaría mi esposa al admirar a su hijita vestida o mejor dicho medio vestida como puta? Todo esto se supone yo no lo sabía así que mi papel era preguntar sobre lo que la tenia así, sin una respuesta se apresuro al closet con no se qué cosa envuelta en su blusa:

-No desesperes estoy por salir –su voz se notaba melosa como queriendo calentarme.

Mientras estaba dentro comenzó a platicarme algo que le había ocurrido:

-Sabes amor la semana antepasada que estaba limpiando la casa, me tope con algo impactante en el cuarto de Leticia. Hay que aceptar que ya no son unas niñas y solo espero que esto lo tomes de la misma forma que yo lo hice. A fin de cuentas es algo tan natural y al ser nuestras hijas…

La puerta por fin se abrió y ahí estaba Carolina con una prenda que me parecía muy familiar, como el haberla visto en algunas fotos, mi hija lo lucia espléndidamente pero a mi mujer le venía a la perfección:

-Encontré esto en el cuarto de tu hija, parece que disfruta mucho de su sexualidad pues también me tome la libertad de traer esto –no podía pedir más.

Carolina estaba entallada en una de esas prendas de lencería que son de cuerpo completo solo que tenia algunos detalles que por supuesto mi mujer hacia lucir mucho mas, el área de los pechos estaba descubierta lo que hacía que le parara sus tremendas tetas desnudas, al dar una tímida vuelta el escote en su espalda bajaba hasta convertirse en una línea de encaje que servía de liguero y aparte sostenía el hilo de la tanga, esta se hundía enredada en sus blancas y abultadas nalgas, además tenía una abertura que me dejaba ver unos labios un tanto carnosos que cuidaban celosamente su clítoris, la línea de vellos que ella tanto procuraba se convertía en un delicioso triangulo que adornaba aquella pelvis, Caro tenía ya noción de donde estaban las cosas de Leticia pues completaba el atuendo con una sedosas medias negras que me paralizaban el cuerpo y unos tacones de bastante altura con plataforma y lo que parecía un estampado de cebra aquellos eran la moda para las jovencitas. ¿Todo esto no era ya suficiente? Pues además sostenía el consolador más pequeño de Leticia y el frasco medio vacío de lubricante que poco antes había estado en mis manos.

Me quede por un momento paralizado pero no por la impresión de saber que eso pertenecía a Leticia sino más bien por lo impactante de ver a Carolina metida en la lencería de su propia hija, tan quitada de la pena pues su calentura la superaba. Le cuestione que planeaba hacer con aquel pequeñín:

-Poco a poco iré cumpliendo tus deseos de romperme el culo, te lo mereces pues has sido el mejor hombre con quien habría podido estar -Que irónica me sonaba esa frase.

Si mi hija ha comenzado con aquel delgado amigo a conocer el límite de su apretado hoyo, espero que carolina sea capaz de aguantar en no mucho tiempo el más grande confidente de Leticia y posteriormente mi grueso tronco. Me pregunto que si ya estaba listo para comenzar, no la deje ni terminar de pronunciarlo cuando ya la tenía tendida en la cama, debía llevarla al borde del orgasmo para que su culo se rindiera ante mí. La bese como hace rato no lo hacía, con mis dedos separaba sus labios y con su clítoris ya indefenso solo podía ella ceder ante el placer, Caro nunca había gritado pero ahora casi a gritos me pedía que no parara, que el premio que me tenía preparado lo valía. No podía dejar que llegara pues tal vez eso le quitaría el interés de ser atravesada por primera vez en su apretadísimo ano. Que placer tan enfermo sentía; en una noche me ganaba los dos culos más hermosos y que más había deseado.

-Alvarooooo no pares, me siento en el cielo –Su voz se mezclaba entre melosa y agitada.

-Promete que te dejaras hacer todo lo que yo quiera, recuerda que lo merezco además prometo que no te vas a arrepentir –El chantaje hacia lo que merecía seria mi mejor aliado.

-Si mi vida lo que tú quieras, siempre he sido tuya pero a partir de hoy hare y seré como tú me lo pidas, pero no me hagas sufrir y ya métemela me urge –el orgasmo que apenas venia por poco no la deja terminar su frase.

Decidí que pararía y tendría ahora ella que sufrir por todo el tiempo que me hizo esperar, así que recostándola boca abajo la acerque a la orilla de la cama y me hundí en esas nalgas de las que muchos años atrás me había enamorado; en esa posición solo de intentar llegar a su botoncito casi me ahogaba pues en verdad tenía un culazo y apartar aquella carne no era tarea fácil. Aun con lo cansado que era estar chupando y lamiendo aquel manjar que mi esposa me ofrecía continúe por bastante tiempo y poco a poco comenzaba a dilatar su cerradísimo ojito.

-Pues en verdad se siente maravilloso Álvaro, fui una tonta al no aceptar hacer esto desde hace mucho. ¿Crees que tu hija lo haga? –Su pregunta me dejo impactado, pues que Caro estuviese interesada en la sexualidad de nuestras hijas me causaba mucho morbo.

-Si dices que has encontrado esto en su cuarto, seguro que practica sexo anal y mas –No podía dejar pasar la oportunidad de comentar con mi esposa sobre cómo cogen mis hijas.

Ya con la conversación iniciada yo estaba masajeando su ano con el aceite y el pequeño dildo. Seguro la ponía caliente el tema y yo aprovecharía todo a mi alcance para mi placer.

-Y sabes ahora que he entrado a su cuarto, parece que la fiesta continuo ahí con Pablo –Se quedo como pensando en lo que había visto.

-¿Porque lo dices amor? –Tenía que ser descarado o mejor hubiese sido mostrarle las fotos de cómo había atravesado a nuestra pequeña hijita hacia unas cuantas horas.

-Porque estaban los dos tendidos en la cama muy perdidos en el sueño, Pablo completamente desnudo y tu hija con la mitad de ropa de lo que yo ahora tengo puesto, era un tipo de corsette con liguero, medias y todo. Se nota que la han pasado en grande.

-Seguro que si –Respondí, recordándolo todo.

El amiguito de Leticia ya le entraba por completo a Caro desde la delgada punta hasta la ancha base, su agitación y excitación se hacían presentes y más notorias. Carolina por fin descubriría los placeres de un buen anal, pero antes debíamos asearnos un poco pues el consolador salía un poco sucio; le propuse que le ayudaría y esto sería para que ella se sintiera más cómoda.

-Eso no me parece Álvaro –Respondía renegada a aceptar que le lavara su colita.

-Preciosa tú has prometido que te dejaras hacer todo lo que yo pida, así que vamos al baño y hagámoslo de una buena vez antes que pierdas el gusto que poco a poco le has tomado.

Sin mucha ciencia embadurne el dildo con un poco de jabón y comencé a meterlo, de pronto enjuagaba con bastante agua y Caro no deja de gemir, mi tarea era dejarle limpiecito el culo para poder atravesar ese majestuoso monumento si condón.

-Lo ves te dije que no sería tan desagradable como pensabas y hemos terminado muy rápido –En ningún momento dejaba de acariciarlo su hoyito.

-Si mi vida pero en verdad ya quiero tenerla muy adentro de mi, quiero convertirme en tu puta y solo hacerte disfrutar –Su voz me convencía.

-Lo que pidas preciosa, y no te preocupes que también lo vas a disfrutar enormemente –No sabía lo que le esperaba pero ella ya lo decía, quería ser mi puta y yo no la defraudaría.

Si dejar que se resistiera la recosté e inmediatamente me hice de unas medias de su cajón, otro plan maquilado en cuestión de segundos como el anterior para conseguir el gran culo de mi hija. La tome por los tobillos y levante sus piernas hasta que mi premio quedara a la altura de las circunstancias y una vez logrado ate sus tobillos a los extremos de la cabecera de la cama, de esta manera sus piernas casi tocaban sus pechos y su rostro quedaba en medio de las mismas, tendría todo el panorama de lo que estaba a punto de suceder.

-Álvaro te tomaste demasiado en serio lo de tratarme como una puta –su rostro me dejaba verla caliente, indignada y resignada.

-Ya estas lista, pero si tan solo tuviéramos algo un poco más grande que este consolador de tu hija podríamos hacerlo ms rápido y placentero pues si te penetro te aseguro que te dolerá un poco –Esperaba que Caro cayera en lo que le estaba proponiendo.

-Por qué no intentas con mi desodorante, no tengo una mejor idea pero prométeme que tomaras todo esto como un hombre maduro –Casi podía adivinar lo que mi esposa estaba a punto de pedirme.

-Claro hermosa, acaso no he demostrado serlo –Enseguida respondí.

-En el segundo cajón del armario de Leticia, donde he encontrado todo esto, ahí tiene un pene plástico que es más grande que este pero claro que no como el tuyo. Podríamos tomarlo prestado –No cabía duda de que Carolina estaba más caliente que nunca y poco le importaba la moral y los prejuicios.

Sin pensarlo dos veces me levante y me disponía a salir corriendo al cuarto de nuestra hija y justo cuando abría la puerta Carolina me preguntaba que pensaba dejarla en aquella posición, le conteste que no tardaría tanto y es que me daba un enorme morbo dejarla así, tan abierta, tan quieta y tan puta, con apenas un tacón puesto y toda la lencería llena de sus deliciosos jugos.

Leticia y Pablo seguían tal como los había dejado, tome el miembro artificial lo más rápido que pude y fue ahí cuando pensé en probar la elasticidad de mi hija, ¿Sería posible poder penetrar a Leticia sin prepararla? Yo estaba más que listo ni una gota mas de sangre le cavia a mi pene. El bote de aceite estaba en mi cuarto así que por cuarta vez en la noche intente despertar a Leticia y por cuarta vez no obtuve respuesta, escupiendo bastante saliva al culo de Leticia esparciendo lo mejor que se pudo, sin chistar y de un solo golpe logre meterle mi pene, ella apenas se mordió los labios como un reflejo de vivir en casa de tus padres y no hacer ruido para que nadie se entere que te están cogiendo, la sensación fue tan maravillosa que casi eyaculo al momento de entrar por segunda vez al culito de Leti. Una vez contestada mi pregunta puse la mano de Pablo en la cola de Leticia y salí corriendo a m habitación.

Donde había estado esta Carolina que ahora estaba en nuestro cuarto, pues cual fue mi alegría al entrar que Caro como podía estaba masturbándose sosteniendo el pequeño dildo en su ano y con la otra mano atacando sin piedad su hinchado clítoris.

-Vaya que me has dejado… casi humillada y no he resistido las ganaaas… de seguir con lo que dejas a medias –Bromeaba mientras hablaba entrecortada su respiración.

-Pero ya estoy de vuelta, espero que sea esto de lo que hablas –levantaba el pene de juguete. –Y también espero que no tenga uno más grande.

-¿Álvaro crees que puedas meterlo en un solo movimiento? –Me preguntaba Carolina sin dejar su labor de amor propio.

-Esa pregunta deberías responderla tú, ¿Crees aguantar si lo intentamos? –le respondí.

-Esta bien amor pues que sea pronto y de una vez por todas porque me muero de placer
 
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