Nuestro Perro Andy 002

heranlu

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A partir de aquella tarde en que vi el espectáculo, que mi hija sin saberlo, me había ofrecido, traté de mantener un alejamiento con Andy, y por otro lado aumentar mi vigilancia sobre Laura. Sabía que tarde o temprano se produciría ese contacto sexual. Mi primera intención fue de no dejar a Laura sola con el perro, pero noté que después de unos días se ponía agresiva, fundamentalmente conmigo, parecía entender que yo lo sabía, o más bien que no se quedaba sola para disfrutar al perro.

No sabía hasta que punto había llegado esa promiscua relación, pero evité mi contacto físico con nuestra mascota, como si de esa forma podría evitar lo previsible. No sabía cómo encarar a Laura, si ir directamente al problema o tratar de que me lo comentara, cosa esta ultima que veía prácticamente imposible.

No niego que no me excitaba, imaginármela con su diminuto cuerpo siendo poseída por Andy, que se había desarrollado bastante en este último tiempo, me atraía la idea, tendría que encontrar alguna manera de verla cuando lo hiciese, por otro lado desconocía, si sabía que yo también lo practicaba. Traté de ir acercándome a ella, aunque si bien nuestra relación era muy buena, llegar a tocar ese tema era tabú. No me era nada fácil mi situación, mis alternativas eran hablar con ella y explicarle los problemas que podría acarrear esa relación o dejar que lo hiciese y tratar de desconocerlo.

Como consecuencia de esa especie de veda en la que me había propuesto con mi perro, esa abstinencia lo ponía algo nervioso, al punto de saltarme y tratar de entablar un contacto físico. No niego que me atraía su acosamiento, hasta llegué a masturbarme para aplacar el deseo de ser poseída por Andy.

Me di cuenta, que esa relación zoo, era mucho más que un vicio, había una cierta atracción, difícil de cortar, el simple contacto me impacientaba, a pesar de tratar de impedirlo.

Más de un par de veces actué de la misma manera, intentando masturbarme, estaba por llegar al orgasmo cuando vi a mi perro observarme, mi vagina estaba bastante mojada, me detuve con mis fricciones, y lo miré, este con su lengua afuera, y una leve agitación, parecía esperar mi orden, terminé de quitar mi trusa, y separando bien mis piernas le ofrecí mi sexo, apenas golpee sobre mi muslo, su lengua comenzó a rozar mis labios vaginales con algunas leves penetraciones en mi excitada raja.

Acabé como hacía rato que no lo disfrutaba, ese perro era mi vicio, estuve a punto de desnudarme y disfrutar de su feroz acoplamiento, al notar que su punta roja estaba aflorando, toque su bulto y hasta intente besárselo, pero me contuve, pues sabía que no podría aguantar.

Días después había acabado de bañarme, envuelta con la toalla, salí al parque, la tarde estaba calurosa, aprovechando que estaba sola y sin obligaciones, me recosté sobre la reposera, me la quité, tapándome superficialmente sobre mi cuerpo, por el efecto del calor había empezado a transpirar. Me sentía algo alterada, toqué mi vagina hasta sentir la emanación de mi flujo, y mi clítoris erecto, lo fui friccionando hasta llegar a aumentar mi estado de éxtasis, mis dedos estaban bastante humedecidos. El perro que estaba echado sobre el pasto, se levantó y se acercó, acaricie su cabeza, pero debe haber captado el olor en mis dedos, por que comenzó a lamerlos. No tardó en dirigirse a mis piernas. Al percibir su contacto entre mi ingle, no pude mas y abrí mis piernas, tentada por su cautivadora y perniciosa lengua, exponiendo mí cavidad sexual.

El hocico del animal, logró desplazar prácticamente la toalla, levanté mis piernas para entregar ampliamente mi sexo, un escalofrió barría mi cuerpo ante su tenaces lengüetazos. Me giré levantando mi cola para sentir su roce entre mis dos cavidades, mis gemidos entrecortados por mi nerviosismo brotaban de mi boca, levante más mi cola a la espera de ser servida por mi mascota. Hacia un tiempo que no teníamos relaciones, pero apenas coloque en esa posición, me montó súbitamente.

Me sentía su perra en celo a la espera de ser bien penetrada, cuando percibí la presencia de alguien, abrí los ojos y vi a mi hija mirando sorprendida y a su vez sonriente lo que estaba haciendo. Sin pérdida de tiempo me cubrí y eche al animal, pero no tenia forma de excusarme, ante ella, que continuaba mirándome de una manera muy socarrona. Me levanté rápidamente tapándome con la toalla, totalmente avergonzada, a pesar de saber que ella también lo practicaba.

Durante unos días ni se tocó el tema, pero Laura sin decirme palabra abrazaba a Andy, mientras relamía su lengua entre sus labios mirándome de manera desafiante y provocativa, a lo que hacía caso omiso ante esa insinuación, pero era evidente que estaba tratando de incitarme a consumir el hecho..

Una tarde en que estábamos solas con Laura, nuestra mascota estaba bastante inquieto, nos saltaba y efectuaba movimientos como intentando aparearnos, fundamentalmente era conmigo. Al sospechar de su intensión pretendí sacarlo al jardín, mientras mi hija miraba la escena, cuando me dice:

“Déjalo, sabemos que desea y nosotras también, no, madre?”

“Estás loca
” le contesté, bastante sorprendida

Ambas lo hemos practicado, porque no lo hacemos juntas?”

Si bien me paralizaron sus palabras, una especie de escalofrió arrolló mi cuerpo, me quedé unos instantes mirándola, con el perro para sacarlo, y sin prácticamente pensarlo, cerré la puerta, quedándonos adentro.

“Quieres que sea la primera, mami?”

Algo turbada pero a su vez intrigada por lo que sucedería, temerosamente asentí con la cabeza, no hubo demasiado juego previo, me senté en el suelo mientras mi hija apoyaba su cabeza en mi regazo, se quito su tanga, y apenas abrió sus piernas, Andy la estaba lamiendo, me excitaba de sobremanera sentir los gemidos de mi hija. Sin poder contenerme, levante su falda hasta su cintura, para observar mejor, notando como arqueaba su cuerpo, ante esa avispada lengua.

Le tomo su mano, que la oprime rápidamente, mientras acaricio su pecho a través de su ropa, que a medida que se incrementaba ese sexo oral, delataba su estado de exaltación, al punto de levantarse su camisola, tocando su abdomen.

A lo que me alteró ese proceder, levantando mas su prenda, percibiendo, sus pechos como se agitaban, que me tenté, desplazando su sostén para observar, esos suaves y duros senos, con esa aureola rosa, que rodeaba sus pezones. Estaban apetecibles, comencé a masajearlos, Laura parecía disfrutar intensamente esa combinación erótica, sus tetillas se habían endurecido, tentada por su estado, comencé a mamárselos, mordisqueando sus extremos, hasta que entre ambos la llevamos a un estado de éxtasis incontenible, llegando a producir una serie de espasmos catalépticos.

Un súbito timbrazo nos trajo a la realidad, ella corrió al baño y yo fui a ver quién era el inoportuno, por supuesto que no era nada menos que mi suegra, que parecía acertar los momentos específicos, para llegar, pensé en no abrirle, pero estaba el auto afuera que delataba mi presencia.

A partir de ese día quedó como algo implícito, además como una asignatura pendiente con la que debía efectuar en algún momento. Habíamos mantenido una cierta privacidad, si bien continuábamos con nuestro sexo oral con Andy, pero era prácticamente cada una individualmente, durante un buen tiempo mantuve mi abstinencia con nuestra mascota, creía que de esa forma Laura se mantendría intacta, aunque nunca habíamos tocado ese tema. Nuestra vida familiar continuo, diría, que normal, si bien no se había cortado la relación con el perro, que no era demasiado continua.

Un fin de semana los integrantes de mi familia tenían cada uno sus compromisos, hasta Laura tenía una fiesta, no me disgustaba quedarme sola, al contrario requería de esa libertad cada tanto, para hacer lo que se me antojase. Me había puesto un camisón, preparado algo para comer y previendo ver televisión. Cerca de las 9 de la noche oí la puerta, me extraño que alguien estuviese tan temprano, los menores estaban en casa de su abuela, mi esposo en una reunión de amigos y Laura en una fiesta. Cuando miré vi que era mi hija.

“Que paso, tan temprano”? le digo

“No sé, quería regresar a casa” me dice, mientras se acurrucaba a mi lado, quitándose sus zapatos. Algo me palpitaba, no dejó de agradarme la idea de lo que posiblemente podría suceder, así que opté por dejar que mi hija diese el primer paso.

Después de unos 10 minutos, Laura entró al perro, quien no tardó en demostrar su alegría, me saltó, y hasta olio, Laura comenzó a jugar con él, como estaba con su vestido nuevo, le sugerí que se lo cambiara, la que creo que fue la primera vez que me obedecía tan rápido, cuando le indicaba algo, quitándoselo quedando con su ropa interior. Con esas prendas continuó jugueteando con Andy, hasta convertirse en algo muy sensual, observaba sin decir palabra, donde comenzó a excitarme ese contacto físico. le digo:

“Podrías ponerte algo”

“Te molesta que este así o preferís que me quite todo, los otros días me sacaste el sostén”


No pude decir nada, ante su contestación, acariciando su cabeza, en el momento que me hace ademán, como para que participar a retozar con ambos, no me hice rogar y me acerqué, para completar el trió. No era demasiado frecuente que estuviésemos solas, pero aquella noche fue algo especial. En ese alocado toqueteo el hocico de Andy no tardó en buscar nuestros sexos, tratando de introducirlo entre nuestras piernas, me senté en el sofá como para dilatar la situación, el perro se adelantó, apoyando sus patas sobre mis hombros impidiéndome levantarme, se quedó un rato sobre mí, mientras mi hija se reía de la situación.

Al estar en esa posición el bulto de su miembro estaba bastante cerca de mi rostro. Hice un ademan como para mordérselo, a lo que Laura le debió atraer mi provocación, pues sus ojos me miraron de una manera de total complicidad. El perro permaneció en esa posición, mientras Laura comenzó a friccionar su órgano, su punta roja se hizo presente. Me quedé estática en espera de lo que Laura seguiría haciendo, su mano manoseaba su bulto, apareciendo cada vez más su verga, me sentía bastante mojada, pero a pesar que era tentador, me parecía algo grosero ante mi hija. No tardó en decirme,

Sé que te agrada, no te contengas, haz lo que sientes”, algo sonrojada, le contesto

“Sabes que me propones?”

“Me encantaría verte, además sé que ya lo has realizado”

Me has visto?” pregunté, más que sorprendida

“No importa ahora eso, haz lo que sientas Sofía, me encantará verlo”, por primera vez me llamaba por mi nombre, lo tomé, como que no éramos madre e hija, sino dos mujeres con deseos de sexo, en este caso, canino.

La verga de Andy estaba bien crecida, y seductora, mientras fui entrando en familiaridad, me arrodille, pero algo contenida por la presencia de Laura, cuando imitando mi postura, toca el aparato del perro, dándole unas lamidas mirándome a los ojos, algo que me excitó bastante.

Acto seguido, repetí su intervención, donde efectué, una serie de relamidas prolongadas, contactando todo su perímetro, seguí un rato, besando su extremo, al unísono con mi hija, hasta que la fui tomando con mis labios, hasta llevarla a mi boca, en una mamada lenta, hasta que la introduje todo lo que podía.

Sentí que algunos chorritos de su esperma se inyectaban en mi boca, dejé de hacerlo y Laura de una manera fogosa, comenzó a lamerla, noté que sentía algo de rechazo pero poco a poco, su boca se apropió de esa verga.

No sé si lo que estábamos haciendo era lo correcto, pero era difícil conenerse, la relación con mi hija se iba acrecentando, no había tapujos ni tabúes, éramos dos hembras en procura de nuestro macho.

En medio de nuestra “orgia canina”, me dice:

Quítate el camisón, Sofía, quiero ver la totalidad de tu piel, y tu sexo como cuando era pequeña”. Recordé que era habitual de hacer los quehaceres domésticos sin ropa. Algo titubeante lo hice, su mirada era bastante lasciva, al quedar desnuda ante ella, se acercó y me besó en los labios húmedos por los fluidos del animal, de una manera muy sensual. Acaricio mis senos, y me hizo sentar sobre la alfombra, abrió mis piernas, y con sus delgados dedos friccionó mi vagina, sentía que no era su madre, sino su mujer, a pesar que me agradaba, me sorprendí al suponer que tendría tendencia lésbica.

Tirada sobre la alfombra, Andy comenzó a propinarme una serie de fervientes lengüetazos en mi sexo, mientras Laura se había prendido a una de mis tetas, succionándome de una forma demasiado vehemente, entre ambos me llevaron a un estado eufórico de exaltación. Ya no razonaba, me entregué a esa esquizofrénica y incontrolable pasión. Disfrutado tanto de las succiones de mi hija, al igual que las ásperas y agiles lamidas del animal.

Me entregué de una manera relajada, mis gemidos y exclamaciones denunciaba el goce que estaba disfrutando. Me giré un poco, mientras Laura me hacia colocar en cuatro, levanté mi cola, y mi cabeza la apoyé sobre la alfombra, sabía que ocurriría, lo deseaba, como una hembra en celo, ofrecía mi abertura al miembro viril de nuestra mascota. Por vez primera mi hija introdujo la totalidad de sus dedos en mis aberturas, para palpar con sus yemitas las paredes de mi interior.

Apenas se alejó, Hoff sin esperar demasiado me montó, iniciando el característico bombeo para introducirme su falo, mis labios inferiores comenzaron a sentir friccionar las paredes. Su verga ya permanecía en mi interior, entrando y saliendo alocadamente, sentía como su volumen iba dominando mi interior. Sus patas se aferraban fuertemente a mi cintura, y su jadeo se acoplaba a mis gemidos de hembra apareada.

En breves minutos su falo estaba totalmente dilatado, mientras su bola clausuraba mi abertura, me daba la sensación de que el perro estaba como en un estado de dominación, me encantaba imaginarlo, el era mi macho o nuestro. Al sentirme penetrada por su miembro, una serie de cortos pero continuos espasmos, llenaron mi cuerpo.

Cuando a cabo de unos minutos, no tardé en sentir regar mi seno, su eyaculación fue bastante intensa y copiosa, a pesar de tener su bola trabando la salida de su miembro, sentía gotear la esperma. Laura a mi lado no perdiendo detalle, llegó a levantar la cola del animal, para ver solo los testículos pegados a mis glúteos. Se quitó su tanga, y abriéndose de piernas las puso sobre mi cara, no me era fácil lamerla, un fuerte orgasmo erizo mi cuerpo, cuando Andy, de un fuerte empellón, sacó su verga de mi vagina. Laura viendo aun el miembro aun crecido, se volcó para mamárselo, apenas me repuse, separé las piernas de mi hija, succionando, lamiendo, mordiendo su erecto clítoris, e introduciendo simultáneamente mi dedo en su delicioso orificio anal, hasta llevarla a un estado de enajenación total.

Quedamos ambas, desparramadas en la alfombra, satisfechas y dichosas, por lo que habíamos experimentado. Ya era tarde, nos levantamos, arreglamos la sala, sacamos al perro, y rato después llegó mi esposo, mientras veíamos televisión en la sala.

Mi hija no fue apareada por Andy me parecía que era lo que correspondía, mi temor mayor era que la dañase, la verga del animal, podría traer consecuencias ante una vagina algo estrecha e intacta.
Después de aquellas prácticas en las que había compartido con mi hija, traté de suspenderlo, varias razones me llevaron a tomar esa decisión. No era porque no lo habría disfrutado, todo lo contrario, pero el incesto por razones de integridad, sentía que traicionábamos al resto de la familia. El tiempo había transcurrido, sin que se volviesen a repetir esas experiencias incestos-zoo. Noté bastante resentida a Laura, en un principio de esta decisión, pero como madre traté de encausar las cosas por el buen camino, intentando de mantener un dialogo y llevarla a comprender los motivos. Al principio no estaba demasiada convincente, pero con el transcurrir de los días parecía haberlo aceptado.

No puedo negar que ansiaba tener contacto con Andy, pero me había hecho la promesa, que eso no lo repetiría, solo lo paseaba y hasta había encomendado la tarea de bañar a nuestra mascota a mi hijo intermedio, sabía que de tener algún contacto mínimo, caería en la tentación,

La situación estaba controlada, no niego que me vino en distintas oportunidades la situación sexual por la que habíamos pasado, pero a pesar de eso me mantuve en mis cabales, dándolo como una parte de nuestra vida en la que gozamos esa experiencia pasada.

Habrían transcurrido menos de dos meses, ocurriendo un hecho que casi me lleva nuevamente a aquellos momentos, para Andy esta abstinencia le era totalmente desconocida, o más bien no tenía conciencia en lo que pasaba, un par de veces lo llevamos a cruzarlo con alguna perra de su raza, pero a pesar de eso no dejaba de olernos y meter su hocico entre nuestras piernas, cosa que a Laura le continuaba atrayendo.

Recuerdo que unos días después de que nuestra hija, tenía una reunión en la casa de una amiga, me había atrasado, así que tomé una ducha apresuradamente, al salir del baño apenas cubierta con una corta bata, al disponer a quitármela, para vestirme, sorpresivamente Andy salto sobre mi quedando tirada boca abajo sobre el piso. El perro aprovechando mi posición algo desprotegida, me monto con la intención cogerme, no supe si dejarlo, pero instintivamente lo quité dándole un fuerte grito de reproche, me quedó candente esa tarde, de haber contado con más tiempo es posible que me hubiese entregado a su pecaminosa intención. Por más que uno trate de evitarlo, el sexo está presente en nuestras mentes una gran parte de nuestra vida.

Posiblemente lo que relaté carezca de demasiado importancia, pero creo que fue lo que abrió la brecha que trataba de mantener clausurada. Laura y yo estábamos solas en casa, me dijo que se iría a bañar, me extrañó que me lo dijese pero no le di importancia.

Como tardaba en su higiene decidí subir a las habitaciones, me llamo atención el silencio que había, de manera sigilosa fui a su habitación, y ahí la vi desnuda bien abierta de piernas y Andy lamiendo entre ellas. Sus pechos ya bastante más desarrollados se estremecían ante el goce que nuestra sensual mascota, le estaba ofreciendo. Produje un ruido como para dar aviso que estaba cerca, y a los instantes Andy salió rápidamente de la habitación. Nunca le comenté el hecho quedó como algo tácito entre ambas, aunque desconozco si Laura se habría percatado.

Estos pequeños acontecimientos me hicieron flaquear ante mi postura de evitar cualquier tipo de contacto sensual entre nosotros tres. Pero una tarde bastante calurosa, en lo que la única posibilidad que tenia era poner el ventilador y tirarme en la cama con poca ropa, como para aplacar el calor reinante, opté por hacerlo, dado que estaba sola y carecía de obligaciones inmediatas. Andy merodeaba por la casa, en busca de un lugar no tan cálido. Hacía poco que habían ocurrido los hechos mencionados anteriormente, me quité gran parte de mi ropa, mis pies colgaban del borde de la cama, por el calor y el cansancio que me embargaba, estaba en un estado de sopor, mi mente recordaba los últimos sucesos, cuando sentí la lengua de mi mascota lamer entre los dedos de mi pie. Inconscientemente los corrí, pero volvió a insistir, algo adormecida, me agradó sentir ese contacto entre mis dedos, me produzco un leve cosquilleo que estremeció mi cuerpo.

A medida que continuaba con su sensual lamidas comenzó a provocarme una lenta pero continua excitación, palpé mi vagina que estaba ya húmeda, bajé mi sostén y comencé a tocar mis pezones bastante sudorosos. El perro lamia mi entrepierna, ya comenzando a humedecerse bastante más, con mi pie toquetee su bulto, que no tardó en hamacarse sobre mi pierna.

No demoró mi mascota en subirse sobre la cama, su lengua jadeaba goteando sobre mi abdomen, me encontraba en un estado de embelesamiento, producto del calor, y el animal rodeando con sus patas mi cuerpo casi desnudo, parecía estar a la espera de algo. Le acaricié la cabeza, y como un cumplido, lamió algo de mi cuerpo. Esa imprevista posición, me llevó a sentirme provocada, estiré mi mano tocando su bulto, su extremo rojo comenzó aflorar, esa situación, su jadeo y su lengua fuera de su boca, me producían la sensación de que estaba caliente, listo a follarme.

Por vez primera, me atrajo su lengua que de una manera inconsciente, la puse en contacto con la mía, mientras lamia mi cara, como tratando de seducirme, buscando a su manera la posibilidad de penetrarme. Sentí un deseo loco de entregarme a su entera disposición.

No tuve dudas al notar como pretendía con su hocico y su pata, intentar que me girase, era bastante insistente en su exigencia, con el objeto que suponemos, Me quede inmóvil, aceptando lo que procuraba hacer, me estaba estimulando, me quité mi blusa y mi sostén, mi cuerpo esta sudoroso, por la adrenalina que emanaba y el calor reinante, Su lengua comenzó a refregar mi piel, mis pezones se estimulaban al sentir ese contacto tan tenaz. Comencé a masturbarme, estaba en un estado tentador, sin esperar demasiado desplace mis bragas, iniciando una voraz mamada en mi vagina, hasta llevarme a un estado de total desenfreno, me revolqué con él, en la cama, percibiendo su pelaje sobre mi piel candente, prácticamente caímos de la cama, continúe con el juego hasta mamar parte de su verga, que no dejaba de aflorar.

Después de varios minutos, me giré elevando mi trasero, con la intención de consentir a su viril deseo, cuando sentí sus patas aferrarse a mis nalgas, sus rasguños me estimularon, su bombeo bastante frenético buscaba mi conducto vaginal, golpeando su pelvis contra mis cachetes. Me sentía dominada por su potencia perruno, sentía como se aferraba para bombearme sin consideraciones, buscaba mi raja para introducirme su aparato sexual, durante un buen rato permanecí en la espera de su intromisión en mi deseoso sexo, terminándolo ayudando a encontrar mi cavidad. Cuando su aparato viril se implantó con total violencia, que exclame un grito de dolencia, las paredes de mi claustro, inmediatamente percibieron el contacto de ese trazo de carne, sus patas se aferraban fuertemente, tratando de introducirme su miembro hasta lo más profundo de mi concavidad, percibía su crecimiento, y los primeros líquidos lubricando mi matriz, haciéndome gemir de placer.

El jadeo de Andy era dinámico, su cabeza estaba casi pegada a mi rostro, llegue a lamer su lengua en mi desesperante excitación, apreciaba como su verga entraba y salía de una manera acelerada de mi castigada grieta, gemía y gritaba simultáneamente, mi macho, no me trataba pacientemente, era acabar en mis entrañas sus simientes. Me encantaba esa manera irracional y feroz con que me estaba cogiendo, me sentía dominada, sumisa y hasta deseosa de que me dañase, cuando sentí su esperma cálida y cuantiosa inundar mi seno, gimoteaba mientras sentía como mi orgasmo se prolongaba.

Me sacudía, bamboleando mis tetas, el sudor, su olor, su pelaje adherido a mi piel, me sentía como ultrajada pero eso era parte de mi estimulación. Su verga estaba trabada en mi cavidad, su pelota bastante crecida mantenía trabada su aparato productor, como perra en celo disfrutaba de ese momento, después de unos esfuerzos la quitó de mi vagina,

Aun esta alzada, al verlo contra un rincón lamiendo su verga, no pude frenar ni frenético impulso y arrastrándome a su lado se la comencé a chupar con suma desesperación. Creo que en ese momento me sentí su perra, después de un tiempo, me volví a convertir en su hembra, volvió a cogerme con toda su fiereza, Sabia que había caído nuevamente en sus garras, o más bien en el ímpetu con que era servida.

Si bien trataba de evitar esos encuentros con Andy, aunque cuando tenía la posibilidad me entregaba totalmente a su voluptuosidad animal. Jamás comenté a Laura lo sucedido en ese último tiempo, más bien traté de compartir con ella otras cosas como entre madre e hija.

Una noche llegamos a quedar solas, no era algo frecuente, pero me puso feliz estar con Laura, libres de compromisos pudiendo hacer los que nos plazca sin tener la interrupción del resto de la familia. Llegada casi la medianoche, me pidió si podíamos dormir juntas, le dije que sí pero solo descansaríamos, quise adelantarme a si tendría alguna idea distinta, aunque me desperté varias veces durante la noche, algo nerviosa, por último mis ojos se cerraron y cerca de las 8 AM, desperté. Laura muy abrazada a mi cuerpo, habiéndome producido bastante transpiración. Sin causar ruido, me fui desprendiendo de ella con la intensión de bañarme y traerle un rico desayuno.

Al retornar a la alcoba envuelta con el toallón, me senté sobre la cama con la finalidad de secarme, noté qué mi hija se despertaba, y mientras se desperezaba, le di un beso de buenos días, el que se transformó más de un beso entre madre e hija. Traté de decirle que habíamos hablado de nuestra relación y que había llegado a un acuerdo, en que lo sucedido ya no se repetiría.

Solo me contestó

“ Déjame que seque tu piel”, su voz y su rostro estaban llenos de sensualidad, a los que no pude resistirme, me volqué sobre la cama aun cubierta por el toallón, me lo quitó hasta dejar mi cuerpo al desnudo, a pesar de haberme encontrado en esa situación en otras oportunidades, me sentí algo turbada. Fue secando mi piel, hasta comenzar a aplicarme una aromática emulsión, su mano recorría mi epidermis, friccionándola con total sutileza, hasta abordar mis íntimas cavidades, a lo que a cada uno de sus contactos no hacían más que producir suaves quejidos de placer.

Hice un nuevo intento de detenerla, no era que no me atrajese, sino que quería cortar con esa relación, pero el deseo fue mayor, así que me deje llevar por sus íntimos deseos. Mi corazón aceleró su ritmo a medida que mi adoraba hija se iba haciendo dueña de mi cuerpo, sus dedos acariciaban mis pechos friccionando y oprimiendo mis pezones, mi respiración se aceleraba a cada minuto, abrí mis piernas, descubriendo mi sexo, en espera de ser penetrado por sus dedos.

Los introduzco íntegramente, sacudiéndolos en mi interior, oprimiendo sus dedos sobre el flexo superior de mi vagina, logrando hacerme lanzar unos chorros de orín, nunca había experimentado esta especie de orgasmo, cada vez que retiraba su mano mi cuerpo se arqueaba, siendo invadido por una serie de estremecimientos. No tardó en hacerlo, mientras sus dedos comprimían mi clítoris, un espasmo cubrió mi cuerpo, cuando uno de sus dedos se incrustaba en mi recto, mis gemidos se hicieron evidentes, acompañados de una leve corrida, había alcanzado un estado de total enajenación.

Laura se quitó su camisón, volcándose sobre mi cuerpo, como para fusionarse con mi estado de excitación, quité su tanga, mientras nuestra desnudes creaban un clima de total sexualidad.

La acaricie suavemente, mientras ella se acurrucaba junta a mí, esperando el contacto de mis manos en su cuerpo. Mamé sus pechos, bastantes crecidos de la ultima vez, atrayéndome la aureola rosa que rodeaba sus empinados pezones, los mordí hasta producirle un suave grito de malestar.

Mis dedos buscaron entre sus piernas, hasta contactarlos con su sexo, apenas lo friccioné capté su flujo vaginal emanando de su interior, separé sus piernas para permitirme acceder con mayor comodidad, mientras sus jadeos se iban acentuando. Sus mejillas están rozagantes, y notaba el estado de excitación en que se encontraba, se montó sobre mí, quedando nuestros cuerpos en total contacto, comenzamos a besarnos con ímpetu, mientras que con el sudor que emanábamos, nuestra piel se iba aglutinando cada vez más. Laura estaba en un estado de euforia total, podría decir en términos vulgares que “estaba meando leche

En ese momento de pasión, nos sobresaltamos al sentir algo sobre nosotras, era nuestra mascota, que se había subido a la cama para estar junto a nosotras, nos quedamos inmóviles a la espera de que haría, después de saltar sobre nosotras y hasta llegar a arañarnos con sus uñas, empezó a oler en nuestras zonas intimas, el flujo que habíamos desprendido, debería atraer a todos los perros del vecindario.

El hurgueteo se transformo en prontas lamidas, principalmente a Laura que estaba boca abajo sobre mí, percibí su jadeo al sentir la lengua del perro en su intimidad, mientras me abrazaba. La lengua de Andy se había encargado de las aberturas de mi hijita, quien se agitaba sobre mi cuerpo al unísono de esos sedientos lengüetazos. Noté que la verga del animal comenzaba a asomarse, cuando comenzó a agitarse sobre el culo de mi hija, sin pensarlo la tomé de los glúteos, tratando de elevar su trasero, quedando sus piernas a los costados de mi cuerpo, de manera arrodillada.

Esa posición facilitó para que nuestra mascota, tuviese mejor acceso a su posible objetivo, Laura se acurrucó sobre mí, elevando su culito, mientras Andy la apresó con sus patas para iniciar su tenaz y rápido bombeo, intentando introducir su miembro canino en la virginal abertura de mi hija, durando varios minutos ese intento de penetración.

Creo que si mi cuerpo no hubiese alcanzado ese grado de alteración, habría impedido ese feroz apareamiento, pero mi mente estaba abocada a ver a mi querida niña ser poseída por el perro, con toda su potencia, a pesar de las posibles consecuencias. Veía la verga roja del animal como adquiría tamaño, sin pensarlo, instintivamente tomé su miembro, y lo conduje a la abertura de mi hijita, que de un brutal empellón lo implantó ávidamente, mientras Laura arqueándose hacia atrás, pegó un fuerte quejido, comenzó a gimotear por el dolor, y hasta unas lagrimas poblaron sus pómulos.

Si bien mi visión de ese evento era bastante limitada, no dejaba de disfrutar sentir como ese juvenil e inocente cuerpo seria poseída por un animal, se que era algo aberrante, pero disfrutaba de ese acoplamiento, a pesar del dolor que embargaba a mi Laurita, pero no hice nada por impedirlo, solo la abrace para calmarla, mientras me besaba arrebatada por esa mezcla de dolor y placer.

Era una morbosa sensación de goce, ver como la estaba apareando el perro, sin importarle el sufrimiento, de su hembra, esa mezcla de sonidos, entre los gemidos y exclamaciones de Laura por su dolor y goce, mas los jadeos del animal, envolvían el recinto en algo alucinante. Sentí algo de pena por su sufrimiento, pero a su vez me excito la morbosidad y la carencia de escrúpulo por parte del animal, con que había consumado el acto sexual.

Nuestros sudados cuerpos permanecían en contacto, no era muy cómoda la posición, pero era como sentir transmitir su experiencia.

Cada empellón del animal desplazaba los pechos de Laura sobre los míos,, toqué sus pezones que estaban totalmente erectos, los oprimí con fuerza, Laura gemía, y sentía como palpitaba su corazón, cada sacudida era un gemido, en escasos minutos, mi pierna se humedecieron por el semen que Andy evacuó en la desvirgada cavidad de Laura.

Los movimientos cesaron, era evidente que la bola estaba introducida en la vulva femenina, trabando la salida de la verga perruna.

Me excitaba de sobremanera imaginar cómo semejante miembro estaba cobijado por la vagina de mi pequeña hija. Acerque mi mano al lugar del apareamiento, cuando comprobé que la verga estaba totalmente introducida, a pesar de no poder ver ese lugar, me excito de sobremanera, cuando unas gotas de fluido humedecieron mi mano, la lleve a mi sexo y comencé a masturbarme, a pesar del peso de mi hija y del perro que mantenía su cuerpo inerte sobre la espalda de Laura..

En determinado momento el animal trato de salirse, durante unos minutos traté de impedírselo, hasta que accedí a que lo hiciese. Laura volvió a gemir ante ese abrupto desacople, su estrecha vagina, con el nudo de Andy, impedía sacar el miembro de su cavidad, el que después de varios intentos y gritos de sufrimiento logró zafar.

Apenas ocurrió eso, sentí el fluido del perro salirse de la cavidad de mi hija, mojando parte de mi vientre, eso acelero mi masturbación hasta llegar a un placentera convulsión.

Nos mantuvimos relajadas durante unos instantes, Laura se giro, quedando boca arriba en la cama, con sus piernas muy abiertas, las sabanas estaban manchadas con algo de sangre, mezclada con el esperma del animal quien estaba en un rincón lamiendo su verga. Los labios vaginales de mi hija estaban algo inflamados, muy húmedos por los distintos fluidos, su cuerpo transpirado, abrí bien su sexo, he inicie una serie de prolongadas y vehementes lamidas, succionando su aun erguido clítoris, sin dejar de saborear esa mezcla de sabores producidas por esa provisión de líquidos.

Sin moverse, permitió que lamiese totalmente su violada cavidad, de la que aun desprendía restos del esperma de Andy. Sé que estos es algo inamisible y totalmente lleno de morbosidad, pero la excitación que me embargó en ese tiempo, era imposible controlarla, no se piensa, se actúa, sea quien sea esté a tu lado.

Dejé a mi hija reponiéndose de su reciente experiencia, para acercarme al perro que estaba tirado recuperando su energía, toque su miembro que estaba aun erecto, y se lo mamé con desesperación y con ansias, creo que distinguía los sabores de los flujos vaginales y el del esperma animal, mientras no dejaba de masturbarme hasta llegar a un estado de extenuación
 
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