Novato en fiesta de menores, ana mi hija

mamachochos

Virgen
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Muy buen exitante me encanto leerlo espero q noblo borren como lo otrso muy buenos q avía si empiezan asuvier en otro lado avises para seguir leyendoles estos maravillosos relatos q me encantan
 

kamuix99

Pajillero
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Bueno segun yo, esa seria la primera parte. Este seria el orden de la serie:

06/10/2015 - Novato en fiesta de menores
26/10/2015 - Novato en fiesta de menores, ana mi hija
30/10/2015 - Novato en fiesta de menores, juegos con niñas
 
Última edición por un moderador:

Edenri8

Virgen
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Aquí está



NOVATO EN FIESTA DE MENORES, JUEGOS CON NIÑAS
Después de haber tenido sexo con mi hija Ana, ésta me confesó que había descubierto a su madre teniendo sexo en mi cama con otro hombre, y me pidió que me divorciara de mi mujer y que la llevara a vivir conmigo. Con esa información, hablé con mi hija y le dije que en mi país, las leyes son feministas y que, irremediablemente, ella tendría que vivir con su madre y su nuevo novio. A ella no le hizo gracia la idea. El nuevo novio se llamaba Ramón, era 20 años menor que mi mujer, era muy atractivo, ya había intentado seducir a mi hija, la cual se lo dijo a su madre, pero ésta no le creyó. Ramón además quería una vida de lujos… pero sin trabajar. Vivía mantenido por mi esposa, y ésta a sy vez, por mí.
La jueza favoreció a mi esposa y ésta se quedó con la casa, el auto y mi hija. Ana le hizo la vida imposible a su madre, desde el momento en que ramón entró en la casa. Yo compré una cabaña en las afueras de la ciudad, mi hija y yo nos veíamos todos los días a escondidas de su madre, tiempo que aprovechábamos para seguir teniendo sexo.
Un día mi ex mujer me pidió que me llevara a Ana un fin de semana completo, mientras ella asistía a un seminario de trabajo. Acepté gustoso y además, se me ocurrió una idea. Llamé a Eva y le dije que le quería presentar a mi hija, y llevarlas a ambas a dar una vuelta matutina a un parque urbano, ya que el día se venía muy caluroso. Mi hija estaba intrigada y ansiosa por conocer a mi amiguita. Se maquilló bien, se hizo un peinado liso, se puso un short, muy cortito que dejaba ver la rayita de sus gordas nalgas, y una polerita ajustada, de color rosa con un generoso escote.
Eva llegó vestida con buzo de color celeste, muy ajustado, el pantalón a la cadera, la chaqueta del buzo era bien corta, dejaba al descubierto su sexy abdomen. No llevaba maquillaje, pero se hizo un peinado rizado que la hacía lucir muy coqueta. Las presenté y noté que, apenas se vieron, les brillaron los ojos a ambas. Íbamos a subir un cerro y llegar hasta un mirador.
Mucha gente estaba trotando aquí y allá, yo paseaba con éstas dos niñas las que se coqueteaban descaradamente, reían, cuchicheaban, se hacían cosquillas, corrían, se decían secretos al oído,… algunas veces se daban besitos cortos en la boca, o se tocaban los culos, así, como jugando, mirándome buscando complicidad. Yo les daba una sonrisa aprobatoria. Algunos corredores las veían besarse o agarrarse sus culos, y se daban vuelta para observarlas, yo les guiñaba un ojo y desaparecíamos de sus vistas.
Al llegar al mirador del parque, me dí cuenta, con horror, que ahí estaba estacionado el aparente auto de mi ex esposa. Paré en seco, me turbé por esa situación y se lo dije a mi hija, nos desviamos de la ruta y nos internamos en el bosque, llegando a un lugar bien escondido entre los árboles para poder espiar y verificar si era cierto o no. Y si, … era mi ex mujer, con su actual pareja… teniendo sexo en el que era mi auto.
Les dije a las niñas que nos íbamos de ahí, pero Ana se opuso rotundamente, le susurró algo en el oído a Eva y a ésta se le iluminó la cara con una expresión entre malvada y traviesa. Acto seguido, llamaron a la policía desde su celular, denunciando que una pareja de depravados en un mirador, estaban teniendo sexo en público, a escasos metros de unas menores de edad. Se pusieron gafas muy grandes, bajaron sus gorros todo lo que podían y salieron al mirador, paseándose frente al auto, grabando con sus celulares, después se alejaron y esperaron la llegada del oficial.
Esperamos 45 minutos. El auto de mi mujer se había dejado de mover un rato, pero ahora estaban follando de nuevo. Apenas se vió el oficial de lejos, las chicas salieron a su encuentro, hablaron con él, le mostraron la grabación y señalaron el auto con sus manos, después volvieron al lugar donde estaba yo.
Llegaron presurosas y riendo bajito, y se pusieron a espiar conmigo. Cuando el oficial llegó, mi mujer estaba montando desnuda al tipejo, el oficial golpeó el auto y les gritó que se detuviesen. Oí el grito de sorpresa de mi ex mujer. Las chicas estallaron en carcajadas… y yo también reí de buena gana; mientras el policía los obligaba a bajar del auto, apenas vestidos, Ana me tomó la cara y me regaló un delicioso beso en donde su lengua masajeó mis labios de forma lenta y muy caliente, y lo finalizó con una suave chupada al labio superior. Clavó una fiera mirada en mí, y me dijo con tono casi amenazante:
_”Escúchame papá … no quiero… que… JAMÁS vuelvas a ponerte así por esa PERRA… ahora eres mío,… ahora estás conmigo … y sólo debes preocuparte por nosotros … ¿entendido?”. Yo asentí tragando saliva.
_“Bien,… ahora… te levantaremos el ánimo”, dijo Eva, con una mirada calentona y una sonrisa maliciosa, mientras se desabrochaba el short y se quitaba la polera. Eva la imitó y se quitó la ropa con movimientos sensuales. Una vez desnudas, comenzaron a besarse de forma muy ardiente, sacando las ganas que se tenían, comiéndose las bocas el cuello y las tetas, a la vez que sus manos abrían y cerraban sus ricas nalgas, a escasos centímetros de mi endurecido pene. El policía en tanto, cateaba la ropa de mi mujer.
Ana, sin cejar en su calentura, agarró mi cinturón y forzó por sacarlo, asi que terminé por sacarme el pantalón, apenas mi pene saltó hacia afuera, las chicas se arrodillaron y se apoderaron de él. Instintivamente, miré hacia donde estaba el policía, pero estaba concentrado cateando el auto.
Ana se ocupaba del glande: abría la boca y se lo tragaba, sus dientes mordisqueaban la sensible piel, su lengua lo aplastaba contra el paladar, se lo sacaba, lo lamía, se lo paseaba por toda su carita, por el cuello, por entre medio de sus tetitas, lo frotaba contra sus pezoncitos… Eva, en tanto, se ocupaba del tronco haciendo un trabajo similar al de mi hija.
El oficial había encontrado una bolsita con lo que parecía marihuana, y dejaba que el joven semental de mi mujer se terminara de vestir, para arrestarlo. Mi mujer protestaba muy airada y a viva voz, lo que molestaba al policía. Yo, en tanto resoplaba de caliente, la doble chupada me tenía enfermo y aguantaba apenas las ganas de llenar ambas caritas con mi semen. Las chicas estaban muy concentradas en chupar.
Tomé a las niñas por los brazos y las levanté, Ana tomó a Eva y la puso contra un árbol para comérsela a besos, y ésta a su vez, separó las nalgas de mi hija de par en par, mostrándome ambos agujeritos, que se abrían y cerraban sin cesar. El policía terminaba de ponerle las esposas al novio de mi esposa y le advertía a ella que bajara el tono de su voz. Agarré mi pene, le escupí un grueso y espeso hilo de saliva en el glande, lo desparramé sobre la punta y, sin avisarle a mi hija, se lo enterré de un golpe en su culito, comenzando a bombear, sacando y metiendo la cabezota. Ana, que estaba dentro de la boca de Eva, dio un fuerte grito ronco que hizo que el policía mirara en nuestra dirección y se quedara escuchando atentamente.
Eva abrazó fuertemente por el cuello a mi hija y sofocó los demás gritos, quejidos y gemidos de mi hija, que aunque le dolía, igual arqueaba la espalda para sacar el culo y aportar con la penetración. El policía dejó de poner atención en nuestra dirección y siguió con el arresto. Mi esposa no dejaba de protestar y gritar. Yo, no paraba de culearme a nuestra hija, mientras ella no dejaba de besar a su nueva amiguita.
Con cada clavada, el placer me recorría la columna vertebral y de allí se desparramaba por el resto del cuerpo, hundí un poco más mi pene y puse mi cara al lado de las de ellas, Eva dejó de besar a mi hija para besarme y poco después, mi hija se nos unió en un excitante triple beso francés. De lejos escuchaba los gritos de mi ex mujer. Dejé de besarlas para seguir bombeando y ví, como el policía arrestaba a mi mujer y le decía que cerrara el auto con llave, para llevarlos a la comisaría.
Saqué mi pene del culo de mi hija y lo refregué sobre los mojados y calientes labios vaginales, mi hija gimió como una perra y paró su culito, moviéndolo en círculos. Empujé sin parar hasta que la punta de mi pene chocó contra la cérvix de mi hija. Sentí como dos tenacitas absorbieron como una aspiradora la punta de mi glande. Con cada clavada, el placer era insoportable y maravilloso. El policía metió en el auto a mi mujer con su novio y se los llevaron. Se me ocurrió una idea.
_”Hey… chicas.. ¿quieren dar una vuelta en auto?”, les propuse.
_”¿En serio… ahora… que me tienes ensartada tan rico?, protestó dulcemente mi hija.
Tenía razón. La agarré de las caderas y comencé a darle mas fuerte, mas rápido y más profundo. Ana comenzó a quejarse y a gemir incesantemente, su carita reflejaba un placer evidente y Eva cooperaba comiéndole con hambre el cuello, las tetitas y la conchita. Estuvimos así por espacio de 15 minutos, cuando noté que mis piernas se derretían, y que el pene se endurecía, a punto de eyacular. Aguanté. Mi hija se mordía el labio inferior y levantaba el superior, sus pezoncitos estaban muy erectos y oscuros, sus tetitas estaban duras, su cuerpo sudado.
_”AAAYYYY…AHHMMMM…GHA,GHA,GHA…ÑHAMMMMM…ÑHAMMMM..AAYYY, AAAAYYYY, AYAYAYYAYAYYYYYY… QUE RICO… TU PICO… MI CULO… MI CONCHITA… AHHH…AHHHH..AHHHHHHHHHHHHHHHHH”, chilló mi hija, mientras revolcaba su culito sobre mi regazo, con mi pene bien adentro de ella, yo mordiéndole el cuello, lamiendo sus mejillas y susurrándole al oído frases tiernas y obscenas. Había aguantado, a duras penas, la eyaculación…. pero estaba DEMASIADO caliente. Aparté a mi hija con delicadeza, alcé a Eva y la dejé caer sobre mi pedazo, empalándola hasta el fondo. Eva ahogó el grito en un profundo y fuerte suspiro, con sus brazos se colgó de una rama, y subía y bajaba, sincronizándose con mi bombeo. Mi hija me lamía la espalda, me arañaba los glúteos, me chupaba las orejas, me decía en un susurro cargado de morbo.
“_Eso… así… dále a esa perrita.. dale mas fuerte… mas rápido… hazle daño papito… que le duela, como me haces doler a mí”.
Eva gemía sin parar pero, sofocaba los gemidos mordiéndome el hombro o besándose con mi hija. Me la follé así, sin parar durante unos 15 minutos, hasta que Eva lanzó un gemido en un tono muy alto, clavó sus dientes en mi carne, cerró los ojos y sus caderitas comenzaron a moverse de forma desordenada, claros estertores de su orgasmo. Ya mas calmada, la muy putita, me hizo un chupón en mi hombro.
Nos colocamos la ropa y fuimos hasta el mirador. Yo había guardado una copia de la llave del auto, asi que lo abrí. Las chicas estaban muy felices, teníamos un vehículo a nuestra disposición, ahora hacía falta un nuevo objetivo, por mientras sólo daríamos unas vueltas. Bajamos del cerro y recorrimos las calles de la capital, Las chicas iban sentadas atrás y estaban… muy cariñosas. Se besaban de forma muy excitante, sus lenguas bailaban entre ellas y sus manitos ya estaban bajo sus ropas, reconociendo sus cuerpecitos. Se tornaba peligroso pues, algunas personas las veían desde la calle. Decidí que era mejor salir hasta una ruta menos transitada.
Casi pasé a chocar en tres oportunidades pues iba mas pendiente del espejo retrovisor. Las niñas se estaban descontrolando, se devoraban entre sí, se manoseaban con tal ímpetu que desarmaban sus ropas y aparecían sus pezones, o la curvatura de sus caderas desnudas. Mi pene volvía a tener una incontrolable comezón en la punta. Llegamos hasta un camino rural que iba paralelo a la carretera principal del país, y estacioné en un viejo puente de madera, que estaba enfrente del moderno puente de la carretera principal. Sólo unos 50 mts separaban uno de otro puente.
Me bajé para tomar un poco de aire y tranquilizarme, estaba tan caliente que mis manos temblaban. Miraba hacia el puente nuevo y, se veían personas mirando hacia nuestro puente El sol pegaba a nuestras espaldas. Dentro del auto las chicas reían y se movían fuertemente, al punto que el auto se movía. Siento que se bajan y se ponen una a cada lado mío. Casi me dá un infarto. Estaban totalmente desnudas.
No estaba seguro si por estar a contraluz, la gente que miraba hacia nuestro puente no se daba cuenta de que éstas niñas locas estaban desnudas. Temblaba, ya no de calentura. Para colmo, las chicas metieron mano bajo mi pantalón y atraparon mi pene con una mano cada una. Los tres estábamos en silencio, una cálida brisa de verano nos pegaba de lleno, la gente del otro puente no daba señales de estar escandalizadas, las chicas reían de forma traviesa… no pude evitarlo. Era un acto atrevido, muy peligroso, morboso, un acto nacido de la lujuria y la depravación. Mi pene se endureció en segundos.
El roce con la tela y con la suave piel de las niñas, me tenían gimiendo. Ellas reían casi carcajadas, una gota de sudor me bajó de la frente. Ana me sacó el pene afuera. Estaba durísimo, palpitaba, estaba lleno de venas, el glande de un tono púrpura, había líquido pre seminal en la punta. Las chicas bien juguetonas, le tiraban besitos, ensalivaban sus manos, estrangulaban el glande y me decían cosas sucias:
_”Míralo… tan duro y grueso… se siente tan rico cuando me lo clava en la conchita”, decía Eva, mordiéndose los labios.
_”Ohhhhhh… no tienes idea de cómo se siente cuándo te parte el culo y te lo llena de lechita… se siente exquisito”, confesó mi hija.
Yo rogaba porque no se arrodillaran y se pusieran a chupármelo ahí mismo… pero con éstas dos chicas no tenía voluntad, si querían chuparme yo me dejaba feliz, aunque la gente nos viera. Gracias a Dios ellas medieron un poco el peligro, asi que me dejaron en paz, y subieron al auto. Yo las seguí y aceleré. Nadie se dio cuenta. Eva se pasó al asiento del copiloto, me sacó mi pene aún duro y se agachó. Mi hija se acercó hasta quedar al lado de mi oreja:
_”Papito… con Eva tenemos una idea… ¿qué tal si te compramos ropa de moda y nos vamos a una fiesta diurna para pasarlo bien?... tu… tienes que dejar que me divierta con Eva… y con otras personas… yyy y nosotras te daremos un regalito de agradecimiento.. bueno… Eva ya te está dando una adelanto ji,ji,ji… yyyy… ¿lo chupa rico?...¿lo chupa mejor que yo … pa-pi-to?... ¿su conchita es mas rica que la mía?... ¿te come como yo lo hago?, me susurraba con un tono bajo y muy calentón que, sumada a la ardiente chupada de Eva, me provocaban peaks de placer… pero resoplaba, controlándolo, para no eyacular.
_”MMMHHHHHH… no hay caso huevona… tu papá no se quiere correr… ya se me está doliendo la quijada… es muy aguantador”, se quejó Eva. Las niñas me sacaron en cara el hecho de que les había dado un orgasmo a cada una, pero no las dejaba correrme.

Fuimos hasta un mall y me compraron ropa de moda. La verdad, dada mi altura y contextura física, con el gorro bien abajo, podía pasar por un adolescente. Aproveché de regalarles ropita nueva. Eva escogió una polera de un color eléctrico, muy holgada y con gran escote, como también un short de tela de color amarillo, tan pequeño que dejaba al descubierto la mitad de sus glúteos. Mi hija escogió un vestido entero, muy ceñido, con la espalda descubierta, tan corto que con sólo caminar se le subía mostrando su rico culito. Conduje hasta la misma casona en donde había conocido a Eva pero, estacioné una cuadra antes. Las chicas se cambiaron de ropa dentro del auto y salieron.
Yo les pedí que caminaran delante de mí. Se abrazaron por las caderas y caminaron como unas modelos, moviendo el culo de forma muy provocativa, la cabeza en alto, la sonrisa en los labios, la actitud sexy, todos los chicos las miraban y les gritaban cosas muy sucias, … no podía estar mas orgulloso de mi hija. Dentro del pantalón, el pene se movía solo.
Las chicas me esperaron en la entrada, pagué y pasamos adentro, cada chica me tomó de las manos. Saludaron a una gran cantidad de chicos, les llovieron los piropos, me presentaron y después me llevaron hasta la sala oscura. Allí me empezaron a besar entre las dos, ´poco tardaron en sacar mi pene y correrme una suave y rica paja, una mano era la de mi hija, la otra de Eva y sobraba espacio para otra mas. Noté, que buscaron un sitio donde un haz de luz caía sobre nosotros y pusieron mi pene allí. Prácticamente, mostraban mi pene, ofreciéndolo a la fiesta.
Algunas chicas pasaron y se me quedaron mirando… yo las miraba de reojo mientras besaba bien caliente a mis dos chicas. En eso un grupo de amigos que pasaban se detuvieron a observarnos, comentaron cosas entre ellos y comenzaron a tocarse entre ellos. Y entonces, llegó la gran sorpresa para todos.
De la nada apareció una figura muy bajita y muy delgada. Vestía una blusa escolar amarrada en las tetillas y su faldita escolar era escandalosamente corta, La insignia era de una escuela básica. Sin preguntarle a nadie, se arrodilló frente a mí, agarró mi pene y se engulló la cabezota. Noté que era una boca muy pequeña y estrecha, y que aunque quería, no podía tragar mas. Escuché algunos vítores y aplausos para la muchachita que, ni se inmutó. Mis chicas se rieron de primera… pero después Eva se mostró muy sorprendida. Ana también lo notó y le preguntó que le pasaba.
_”Yo la conozco… es la hermanita de mi pololo (novio)… tiene apenas 7 añitos”, dijo Eva con un tono de incredulidad en la voz que no me hizo dudar un segundo de lo que decía. Dentro de las fiestas diurnas, (las que ocurren en el mundo real), grupos de chicas adolescentes se juntan y hacen una apuesta para ver quien se come mas helados (sexo oral) en el menor tiempo posible. La que chupa mas penes, gana. A veces, para poder salir de casa con permiso, salen con sus hermanas pequeñas y, llegando a la fiesta, las dejan a su suerte. Las hermanitas, queriendo encajar en ese mundo, repiten los actos de sus hermanas mayores. Y éste era el caso.
En eso estábamos, cuando sonó mi celular. Era mi ex mujer. Me llamaba casi llorando, exigiendo por ayuda, quería que le pagara la fianza a ella y su novio.
_”¿Dónde estás?, ¿Por qué hay música fuerte?, ¿Dónde te has llevado a MI hija?”, me recriminaba a gritos por el teléfono, en el preciso momento en que la niñita de 7 años le daba una seguidilla de fuertes y exquisitos chupones a la punta del glande, haciendo que me retorciera de gusto contra la pared.
_”Ahhhhhh,… ufffffff… esteeee… me pidió venir a una fiesta diurna, tu sabes... MHFFFFF…éstas fiestas para menores de edad… OH,OH,OH…todo sano… todo bien… (la niñita me empezó a chupar los huevos) … GGGGHHHAAAA…en todo caso mucho mejor que estar en un calabozo… AH,AH,AH…asi que …¿me mentiste para ir a follar con tu novio al cerro?... (Ana y Eva se unieron a la niña, los demás chicos aplaudieron, silbaron, gritaron y sacaron fotos)…se drogaron y tuvieron sexo frente a escolares … ¿y encima me EXIJES que te ayude?... (las tres bocas me chupaban él glande al unísono)…AAAAAAAAAHHHHHH…ándate a la mierda mujer… con esto despídete de la tuición de MI hija, … UUUMMMHHHFFFFF… y espero que no se hayan robado el auto… (las chicas redoblaron los esfuerzos, chuparon con mas vigor, sentía como el semen llenaba el pene y comenzaba a fluir en la punta)… todos sabrán lo que hiciste, … GHA, GHA, GHA… lo publicaré en tu facebook… (el placer era muy intenso, no pude aguantar mas)… PÚDRETE.. PERRRRRRRAAAAAAAAHAHHHHHHHHHHGGGGGGFFFFFFFFFFFF”.
Grité como un toro caliente y estallé sobre las tres caritas, lanzando varios chorros a presión sobre las boquitas abiertas, las mejillas, el pelo, los ojos, sus cuellos… los demás chicos reían y celebraban, mi mujer me insultaba a los gritos, le corté y ví, jadeando, como Eva y Ana besaban a ésta nueva niñita, compartiéndose mi semen con sus lenguas.
FIN
 

kamuix99

Pajillero
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Fantasy erotica cayó, pero fue resubido a repohea3.blogspot

Ai encontrarán todas las historias.
 

apariciodof

Virgen
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Este es el relato que corresponde a "Ana, mi hija"

En el relato anterior, les había contado cómo había seguido a mi hija de 12 años, a una de las fiestas diurnas para menores de edad, lugar donde los adolescentes no tenían tabúes con el sexo y sin proponérmelo, tuve un rico encuentro con una chica de 11 años; mientras lo pasábamos bien con ésta niña, encontré a mi hija teniendo una orgía bisexual con un chico como de su edad y con una muchacha de entre 17 a 19 años: Esta es la continuación:

Dejé pasar una semana, dentro de la casa, mi hija me evadía a toda costa. Un domingo, mi señora me avisó que iba de visita donde sus padres. Apenas se fue, agarré a mi hija y le dije que teníamos que hablar. Fui corto y preciso. Si le mostraba el videíto a su madre, ésta la echaría de la casa, y yo la iba a apoyar. A cambio de mi silencio, ella tendría que obedecerme en todo. Mi hija intuyó lo que se le venía, y empezó a hacer pucheros queriendo llorar.
- A mí no me vengas con llantos, hace una semana te portaste como toda una putita y te encantó… ahora paga las consecuencias – Le dije.
Habiéndole cortando en seco su llanto, le recordándole con lujo de detalles, aquella escenita. Ella calló y agachó la cabeza, sumisa y proseguí.
- Esto es lo que haremos. Iremos donde un doctor amigo mío, para que te hagas exámenes de ETS y embarazo. Subirás tus notas, tendrás un horario de estudio muy estricto. Dejarás de vestirte con esa horrible moda de reggaetón, pareces prostituta callejera… te compraré ropa bonita y muy femenina… eso hará muy feliz a tu madre. Nada de novios, ni amigos en general, ni salidas a fiestas. Revisaré todas tus redes sociales, dame tus claves ahora. Ya veré lo que te pido después.
Estuvimos así durante 6 meses. Mi hija cumplió con todas mis exigencias, y con creces. Vestía como una lolita natural y sexy, obtuvo la mejor calificación del colegio, aguantó estoicamente los meses de encierro y no salió a fiestas. Hasta ese momento, no la había tocado, y ella siempre me preguntaba por la segunda parte de mis exigencias, y yo siempre le tiraba largas. Seis meses portándose muy bien, merecían un premio.
Cuando ya conociste y practicaste el sexo, 6 meses sin él, te deja muy vulnerable. Y yo me saboreaba con la idea de comérmela bien rico. Mi cornuda esposa visitaba regularmente a sus padres los días domingo, bien temprano. Apenas se fue, me fui directo al dormitorio de mi hija. Ella era muy desordenada para dormir, su cuerpo se distendía abarcando toda la cama… y abriendo bien sus piernas. Me metí debajo de la colcha, le bajé su calzoncito y empecé a besarle, lamerle y chuparle su conchita.
Estaba muy oscuro y sofocante, pero el aroma de la conchita caliente y su sabor dulce me embriagaban. Mi lengua subía y bajaba, abracando desde el clítoris hasta su agujerito, y la punta de mi lengua entraba unos centímetros dentro, revolcándose. Así en un ritmo lento e intenso. Como a los 5 minutos el cuerpo de mi hija reaccionó. Su conchita se lubricó abundantemente y mi lengua entró por completo. Mi niña gemía como una putita, pero al parecer seguía dormida. A los 15 minutos, ella se sobresaltó, levantó la colcha, dio un gritito e intentó zafarse. La agarré por sus caderas y me lengua se engarfió en su maravilloso sexo.
Yo chupaba y chupaba muy concentrado, ignorando los reclamos de mi hija, pero poco a poco dejó de luchar y de su boca comenzaron a aflorar sus primeros gemiditos conscientes. Con el paso de los minutos, su cuerpo se tornó más dócil, cerró sus ojitos, abrió su boca, su carita enrojeció y al cabo de una media hora, logré mi objetivo. La falta de sexo, logro que las caderas de mi hija se movieran al ritmo que le imponía mi lengua. Mis manos también se aflojaron y se fueron directamente hacia sus tetitas, pellizcando sus pezones. Mi hija se mordió los labios y se retorció en la cama.
Ana gemía y gemía, rodeó mi cuello con sus muslos, apretaba y aflojaba los músculos de sus bellas piernas alternadamente, movía su culo en círculos, suspiraba como una enamorada. Tras 45 minutos de una dura chupada, su cuerpecito cobró vida propia, Ana hizo todo los posible para que sus caderas se hundieran en mi cara, sus muslos me estrangularon el cuello, sus manitos agarraron mi nuca y jalaron hacia su conchita y ésta se revolcaba en mi boca.
- ¡Ahh! papito…papito, para…para papá... ¡ahhhh! - Gritó como una poseída, mientras arqueaba su espalda, abriendo sus piernas de par en par, hasta que se dejó caer, resoplando y gimiendo incesantemente.
Yo seguí moviendo mi lengua unos segundos y se los saqué, observando triunfante como su mojadísima conchita tenía contracciones por su orgasmo. Me subí sobre ella y le di un besito en el cuello, ella tomó mi cara y me plantó uno de los mejores besos eróticos de mi vida.
Pasados unos minutos, y ya más calmados, charlamos. Sorprendí a mi hija en varios aspectos. Sospechaba que le pediría tener sexo con ella, pero jamás pensó que la aprovecharía mientras dormía. Nunca supuso que yo chupara tan rico, sólo las chicas la chupaban más o menos bien, los chicos sólo lo metían y ya. Se sentía mal, aquello era raro, pero le había gustado y, además 6 meses sin sexo, la tenían arañando las paredes.
Le dije que, si le hubiese avisado con anticipación, se hubiese estresado y con ello, no habría gozado nada y que, mi prioridad era cuidarla, enseñarle, pero sobre todo, hacerla sentir ¡Muuuchoo! placer, sin dejarla embarazada, ni infectarle alguna ETS, que sólo yo (su padrastro) haría algo así por ella. Y tenía experiencia de sobra en el sexo, experiencia que le quería transmitir para que, cuando volviera a esas fiestas, tuviera sexo bien seguro y sea catalogada como la putita más caliente, rica y experimentada de todas.
- Cuando terminé contigo, todas las otras perras te tendrán envidia y dejarás secos a todos los chicos… los tendrás locos - Le dije con una voz ronca y perversa, que a ella le gustó.
Nos levantamos y nos metimos en la ducha. Allí le manoseé el cuerpo a mi gustó y le di una lenta y suave paja, bajo el chorro de agua tibia. No la dejé acabar. Ella se visitó sólo con una polerita rosada. Comimos un contundente desayuno, hicimos el aseo bien rápido, para que su madre no sospechara, y volvimos al juego. La desafié a que me enseñara todo lo que sabía y a cambio yo le enseñaría lo que sabía. Ella aceptó, y me dijo que siempre había fantaseando con ser ella la dominante en la pareja.
- Ok, juguemos - Le dije.
Se levantó y fue hasta el otro extremo de la habitación, se dio vuelta y me lanzó con una mirada traviesa. Puso las manos en su espalda y empezó a caminar, muy lento como una gatita juguetona. De puntillas, un pie delante del otro, moviendo su cintura de forma lenta y sensual, su cortísimo vestido moviéndose como un abanico, su linda carita con una expresión traviesa y una mirada inquietante. Yo la miraba embobado. Al llegar a mí, clavó su mirada en la mía y se puso muy seria. Me abrazó por el cuello y se subió en mi regazo, quedando su carita a centímetros de la mía. Me miró los labios, se mordió los suyos y estrechó el abrazo, apoyando su cabeza en mi hombro. Fue un abrazo largo y silencioso, pero cargado de una tensión sexual evidente. Pasados unos segundos, que se me hicieron eternos, ella se bajó de mí, me dio la espalda y avanzó unos pasos, se agachó un poco y su polerita se movió, asomando sus grandes nalgas morenas.
- ¿No quieres volver a mi dormitorio?... quiero que hagamos de cuentas que no nos conocemos, ¿ok? - Me preguntó con una voz mezclada con tono infantil y un susurro muy calentón.
Me miro por sobre el hombro, con una malvada sonrisa en su preciosa carita y después siguió avanzando dando saltitos, mostrándome como saltaban las gordas nalguitas, de su morboso culo. Tragué saliva, el corazón me bombeaba tan fuerte que me punzaban la sien de la frente, el silencio me ensordecía, la erección me dolía. Mi pene de 20 cms, se remarcaba nítidamente bajo el pantalón, la tentación era mucha y mi cordura iba perdiendo terreno.
- Nada más un vistazo - Me dije, como una excusa.
Me levanté y avancé en silencio hacia el dormitorio de Ana. Ella estaba tendida en su cama, boca abajo…. desnuda por completo. Sus pies jugaban con el aire, su carita se apoyaba en sus manitos. Su mirada limpia e inocente, parecía que me decía “¿te gusta lo que estás mirando?” y yo miraba su cuerpo mulato, tendido en la cama, levantando esa colita tan perfecta y tentadora, con esa expresión en la mirada, tan provocativa e indiferente. Imaginé mi grueso pene, rozando esos muslos gruesos y tersos, casi gemí de la calentura. Agaché la mirada avergonzado y di media vuelta, decidido a irme.
- Cobarde - Me dijo con su voz queda y algo aburrida - Tienes el pene bien grande y duro, pero no tienes los huevos para usarlo - Sentenció.
Nunca una mujer me había hablado así, con palabras tan demoledoras y provocativas. No parecía tener 12 años. Tenía razón, yo estaba muy caliente con ella, pero no me atrevía a tocarla por las posibles y graves consecuencias. Bastaba sólo una palabra de ella a su madre, para destruir toda mi vida.
- Tienes sólo 12 años… ¿qué más puedo hacer aparte de cantarte canciones de cuna?
- Si vienes aquí, me pondré sobre ti y te haré cantar como un ángel, mi amor.
- Eres sólo una niña de 12 años… eres sólo una niña - Repetí en un susurro.
Ana se movió sobre la cama, juntó sus espléndidos muslos y los levantó… Dios, se veía tan perfecta que parecía una PornStar. Giró hasta sentarse en el borde de la cama. Su rostro se tornó muy sensual y agresivo, irguió su cuerpo como una cobra en peligro, la luz le entraba por la espalda, y remarcaba su figura esbelta, abrió sus piernas de par en par, sus pequeños pies se curvaban y la punta de sus deditos rozaban el suelo, su vagina abierta me llamaba a gritos.
- ¿En serio crees que soy una niña? - Preguntó desafiante.
Ya no pude aguantar más, ella había ganado. En silencio caminé hacia ella, mi pene amenazaba con romper la tela del pantalón, llegué hasta donde ella y, con la punta de mis dedos, comencé a rozarla desde las rodillas hacia arriba. Su piel era muy tersa y elástica, y despedía un suave aroma a lavanda, restos de su perfume. Subí por su muslo, rodeé la curva de sus caderas, subí por su abdomen, rocé sus tetillas, por el cuello y finalmente, los labios.
Ana cerró los ojos, atrapó mis dedos con sus labios, los lamió y chupó con fuerza. Tomó mi mano, los paseó por su cuello, sus tetillas y tiró hacia más abajo. Yo me arrodillé ante ella, como un esclavo contrito frente a una diosa griega, ella me agarró de la nuca y me jaló hacia su sexo. Por unos maravillosos segundos, me dediqué sólo a admirarla.
Su vaginita era coronada por un Monte de Venus limpio de vello púbico, con un aroma a talco para bebés, su clítoris carnoso, largo y erecto, rojito y bien duro. Los labios vaginales externos eran gorditos, de color rosado y semi-abiertos abajo. La rosa de su ano era limpia, pequeña, cerrada y estrecha. Temblando por la excitación, use mis dedos para abrirla. Fue como ver florecer una exótica flor. Los labios internos estaban muy rojos, tenían un suave aroma a mujer caliente, sus juguitos los bañaban luciendo brillante y tentador. Su agujero vaginal era chiquito, profundo, oscuro y se notaba apretado.
Adelantando mi lengua, la lamí desde su culo hasta su clítoris. Tenía un sabor dulce, bien rico. Ana arqueó la espalda, gimió que daba gusto y usó sus dos manitos para agarrarme la nuca y movió sus caderas en círculos, a viva fuerza. Inicié mi trabajo oral, jurándome que sería el mejor de toda mi vida. Los labios de mi boca atraparon sus labios vaginales y los besaron, masajearon y chuparon con medida fuerza, haciendo presión hacia adentro. La punta de mi lengua serpenteaba desde su culito hasta su clítoris, abría su conchita, amenazaba con entrar en su agujerito y jugaba con el capuchón del clítoris, rodeándolo con fuerza. Mis dedos abrían y cerraban su conchita, la masajeaban de arriba abajo, la presionaban hacia adentro y presionaban el ano. Finalmente, la punta de mi lengua entró en ella, internándose unos centímetros, revolcándose mientras el resto de mi boca le chupaba todo lo demás. ¡Oh, dios!… su conchita estaba muy sabrosa, mojada y caliente por dentro, casi me corro en ese momento.
Ana gemía bien rico, sus caderas se movían de forma desordenada y con desesperación, al mirar su carita vi que estaba roja-roja, perlada de sudor, los labios hinchados y abiertos, los ojitos cerrados, su pechito agitado, le faltaba poco para su orgasmo. Seguí y seguí chupándola, con intensidad y pasión y, a los pocos minutos, ésta provocativa y sensual niña de 12 años, me agarró fuertemente del cabello, con furia revolcó su culito contra mi cara, lanzó un grito fuerte y ronco, se quedó inmóvil unos segundos, su cuerpo tembló, unos estertores acompañaron su orgasmo y, sentí con toda nitidez dentro de ella, como sus músculos vaginales se contrajeron y apretaron mi lengua. Finalmente se dejó caer hacia atrás resoplando y gimiendo. Una bella sonrisa le cruzaba su linda carita.
La dejé descansar unos minutos y aproveché de hacerle unas preguntas. Terminamos charlando por espacio de media hora, acostados sobre su cama, ella desnuda a mi lado, abrazándome. En esa charla supe cuál fue el camino para llegar a ser la niña de hoy. Empezó hace 3 años, cuando ella cumplió 9. Tenía un primito de 10 con el cual jugaban al papá y a la mamá. Un día el avispado niñito le propuso quitarse la ropa y acostarse en una cama, ella aceptó inocentemente. En el trascurso de una hora los cuerpos reaccionaron de forma natural y el niño le rompió el himen a Ana, ella al sentir dolor se asustó y lloró y, hasta ahí llegó el jueguito.
Los días pasaron y el recién despierto cuerpo de la niñita comenzó a sentir una sensación nueva y prontamente, Ana se encontró con sus deditos dentro de su vaginita. Se sentía bien… se sentía ¡MUY BIEN!
Con esa intuición femenina, ella supo que debía hacer eso a escondidas de sus padres. Un día, cuando fue de visita a casa de unos tíos, se escondió detrás de una bodega y comenzó a masturbarse. Su primo la encontró con la falda arriba y los calzoncitos por los tobillos. Sin mediar palabra, el muchacho de 15 años, le dio a la niña el placer y el orgasmo que su cuerpecito le pedía. Y le encanto.
En cada visita a casa de sus tíos, su primito le hacía el favor. Y éste a su vez, les contó a sus amigos, y éstos a sus amigos. Al cumplir 10 años, Ana lo había hecho con todos. Primos, vecinos, amigos, profesores, desconocidos con los que se topaba en la calle, a quienes los invitaba a lugares oscuros y solitarios y se los comía. Su primo le enseñó cientos de vídeo porno y de allí, ella aprendió a moverse como una pornostar. Sus padres jamás enteraron.
Ana iba contando su historia, yo me iba imaginando las escenas y me excité al punto, que mi pene palpitaba solito y me dolía de lo duro que estaba. Me incorporé y me desnudé. La niña vio mi pene duro de nuevo y tomó el control de la situación.
- Bótate en la cama - Me ordenó con tono mandón y juguetón.
Lo hice. Ella se tendió sobre mí, sentir el contacto con ese cuerpo frágil y liviano y de esa piel suave y caliente, me excitó aún más. Me abrazó por el cuello y me dio uno de los mejores besos de mi vida. Los labios de su boquita masajearon los míos, su lengüita se paseaba por mi labio superior, jugaba con la mía y no paraba de gemir bajito.
De golpe y sin avisar, bajó hasta mi pene. Dijo que le había gustado que fuera tan largo, gordo y duro, le gustó su forma y que, sobre todo, no oliera feo, como el de los otros hombres. Sonriendo y clavando su mirada en la mía, bajó su cabeza lentamente, abrió su boquita y sacó su lengüita. Engulló mi glande, juntó saliva y comenzó a subir y bajar, bañándolo con su babita. Al sacar la cabeza, un hilillo de saliva se colgó entre sus labios y la punta de mi cabeza. Ella sonrió ampliamente y dijo que le había gustado mi sabor.
Se sentó sobre mí, atrapó mi miembro con sus fuertes y hermosos muslos morenos y apretó con fuerza, estrangulándolo e hinchándolo aún más. Acto seguido y con su mirada felina y maliciosa, lamió la palma de su mano, la colocó sobre la punta de mi glande, presionó y empezó a moverla en círculos. Nunca me lo habían hecho y se sentía desesperadamente exquisito. La niña sabía lo suyo, y le encantaba verme revolcar de gusto sobre su cama. Con un ritmo bien marcado, apretaba sus muslos y paseaba su palma sobre mi glande, intensificando y bajando la presión del placer a su gusto.
- Hija… oh, oh, oh mi amor…mmm bebé… ah, ah, ah para… me voy a correr - Le supliqué gimiendo.
Ella rio de forma traviesa, me soltó, pegó un saltito y se engulló mi glande de nuevo, pero ésta vez decidida a llegar hasta el final. Sentí como sus mejillas se hundieron con la fuerte succión, y cómo su lengua masajeaba sin cesar el frenillo. Sus dientes raspaban lo demás del glande. Una de sus manitos ahorcaba mi pene en su base y la otra subía y bajaba con fuerza. Ana clavó sus ojitos claros y su mirada felina en la mía, frunció el ceño y aumentó el ritmo y la presión. Excitado como estaba, no pude aguantar mucho. Comenzaron los estertores de mi orgasmo, Ana se aferró con más fuerza y aceleró las chupadas.
Con un grito ronco lancé un chorro de semen espeso e intenté, inútilmente, zafarme de ella. Ella gimió fuertemente, frunció aún más su ceño y escuché, con claridad, como empezó a tragarse mis chorros de lechita. Conté al menos seis sonoras tragadas, pero Ana seguía chupando y chupando, exprimiendo mi pene, ustedes ya conocen, esa sensación de que no te sueltan, mamando como una ternera y te van dejando seco a chupadas ricas. Lo soltó, cuando mi pene quedó seco y fláccido. Tal y cómo había prometido, se subió sobre mí y me hizo cantar. Con una mirada triunfante y una sonrisa orgullosa, se sentó sobre mi pene y comenzó a moverse hacia arriba, abajo y adelante, el contacto directo con su vagina pequeña, caliente y suave logró que se pusiera duro de nuevo.
- Esta vez, quiero un juego nuevo.
Me susurró como si hablara con ella y agarró mi pene, para apuntar el glande hasta la rosa de su ano. Me lanzó una mirada terrible con una sonrisa lasciva, y me preguntó:
- ¿Te gustaría?
No me dejó contestar, levantó un poco su culo y se dejó caer, controlando el peso de su cuerpo. Ana lanzó un grito largo y fuerte, seguido de un gemido ronco, y mi glande desapareció dentro de su culito. Lo tenía muy apretado, seco y caliente. Ella cerró los ojos y se mordió los labios, y se quedó quieta por un minuto, que se me hizo eterno.
- ¿Es tu primera vez por el culo?, le pregunté.
- ¡Siiii!… le había prometido a mi novio darle mi culo a fin de año, pero contigo no me aguanté - Me respondió con una risita sin culpas.
Pasado el minuto, ella comenzó a moverse lentamente. Le dolía y le ardía, se le notaba en la cara. Le pregunté si en su botiquín había vaselina para echarle adentro y que no le doliera tanto. Ella reclamó que no quería sacarlo, pero al final la convencí. Volví con el tubo de vaselina y le pedí que parara y abriera su culito con sus manos. Su culito recién desvirgado, sólo estaba algo irritado. Unté un dedo con abundante vaselina y, con lentitud, hundí mi dedo dentro de ella, hasta el nudillo y lo moví en círculos.
Mi hija se removió en la cama, gimiendo y quejándose, pero no me detuvo. Al sacar mi dedo, éste no tenía ni una mota de fecas. Bañé mi pene en vaselina y me tendí en la cama. Ella volvió a montarme y se penetró lentito, pero ésta vez sentí que se comió mi glande y los centímetros más gordos de mi pedazo.
- ¡¡MMMHHHHHH!! – Gimió, mordiéndose los labios - Tenías razón, ya no me duele tanto… ahora es más rico, me gusta… me gusta más que por mi conchita - Me confesó, y empezó a mover sus caderas en círculos, metiéndose y sacándoselo, apretando y soltando su esfínter a voluntad.
Ana se follaba a sí misma, a su ritmo y gusto, pero yo me moría de las ganas de agarrarla de las caderas y partirle el culo a clavadas. Sentir su culo era toda una tortura. Todo era morboso, sucio, prohibido y eso lo hacía más rico… en su propio dormitorio, en su camita de diseños infantiles, jugando un juego de roles, dándole por el culo… ese culo que se lo había prometido al cornudito de su novio… nada más lascivo, nada más pérfido, nada más rico.
Mi hija comenzó a gemir y jadear más fuerte, hasta que sentí como su esfínter se relajó y en cada bombeo, se comía unos centímetros más de mi pene. Sus ojos cerrados, su carita roja, sus labios abiertos e hinchados, sus músculos tensos, sus pezoncitos erectos, su piel morena perlada de sudor, su culo subiendo y bajando por mi carne dura, una y otra vez, sin cesar. Estuvimos así por casi 15 minutos, pasado ese tiempo, comenzó a acelerar el bombeo, profundizándolo, mientras jadeaba como una leona cansada, comiéndome la boca y el cuello, gimiendo roncamente, lamiendo mi cara y sus manitos arañando mi piel.
- ¡Ahh!, ¡ahh!, ¡ahh! me voy a correr… me voy a correr… córrete conmigo, dame leche… lléname el culito de leche, por favor… prométeme, ¡oh, oh, oh!... que te correrás conmigo, papito rico… ¡oumh!, ¡ouhm! ¡gha!…¡gha!…¡gha!
Ana no exageraba pues, mientras me lo decía, se le caía un poco de saliva de su boquita. Su cuerpo había tomado el control total, se movía solo y se penetraba con fuerza incesante, mientras cambiaba el ritmo de lento y rápido, rápido y profundo, profundo y rico, rico y sucio. Estaba totalmente caliente y perdida.
- ÑGHF… ÑGHF… ÑGHF… AYAYAY… ME DUELE… ME ARDE RICO… ME ARDE RICO… ME CORRO PAPITO, ME CORRO… ME CORROOOUUUHHHMMM.
Dejó de bombear y se irguió sobre mi regazo, hundiéndose hasta casi tragarse casi por completo mi pene. Echando la cabeza para atrás, lanzó un grito largo y muy fuerte, su piel le temblaba como una telaraña en una brisa matutina, todos sus músculos estaban tensos, sudados y fuertes…se veía hermosa, una ninfa, una súcubo, un ángel. Dejé de contenerme y reventé. Fueron varios chorros de semen menos espesos que los que tiré en su boquita, pero si más abundantes y calientes. Me había corrido junto con ella y le había llenado el culito, tal y como me lo había pedido.
Fue de esos orgasmos en que a uno se le erizan todos los vellos de la piel y siente que le dan un mazazo en la nuca, dejándolo semi inconsciente. Ana se desvaneció sobre mí, jadeando y resoplando como una perra en celo, agotada, sudorosa y con una sonrisa de oreja a oreja. Nos quedamos dormidos casi de inmediato. Desperté a los 10 minutos, Mi hija aún dormía profundamente y mi pene aún estaba dentro de ella, duro como un roble. Me dieron ganas de nuevo. Con sumo cuidado se lo saqué y un hilo de semen resbaló por sus muslos. La dejé a un lado y me levanté. Mi pene estaba algo sucio, así que me lo fui lavar concienzudamente.
Al volver la vi tendida en la cama, a piernas abiertas, su culito dilatado y lleno de semen. Su conchita hacía pucheritos y mi pene aún palpitaba, duro como una roca. No lo pensé demasiado. Le abrí las piernas, me acomodé lo mejor que pude, escupí abundantemente sobre mi miembro y refregué mi glande sobre sus labios vaginales, para luego ir penetrándola con calma. No me costó nada meter mi glande y la parte más gruesa de mi pene. Su conchita estaba bien lubricada y tibia… se sentía divina. Ana gimió profundamente, se desperezó y me miró con la mirada más dulce que había visto en mi vida. Me sonrió y dijo:
- Recién me acabas de dar por el culo… ¿y ya estás duro de nuevo dándome por la conchita? - Me preguntó con voz mimosa.
- ¿Y eso te molesta? - Pregunté con una sonrisa retorcida.
- ¡Noooo! ja, ja, ja… para nada.
- Si te pidiera algo ¿tú lo harías por mí?
- ¡Todo lo que tú quieras, papito!, todo lo quieras… ¡¿y?! … ¿qué quieres?
- Te lo digo después de llenarte la conchita con leche, pu-ti-ta…
Y dicho esto, me tendí sobre ella, encorvando el cuerpo para no aplastarla, pero sin sacar mi pene. Ana sonrió con su mirada, se mordió los labios, rodeó mi cuello con sus brazos y mis caderas con sus piernas, apretando con fuerza. Yo me hundí hasta que ella me detuvo poniendo sus manos en mi pecho y empecé a bombear. El placer me venía en oleadas, atacaba mi columna y me debilitaba el cuerpo. Mi hija rozaba mi espalda con los dedos de una mano, y con dos dedos de la otra arañaba el tronco de mi dureza, mientras que los músculos de sus piernas apretaban mi culo. Yo entraba y salía de ésta caliente niña de 12 años, su mirada no se apartaba de la mía, una risita pícara le nacía, con cada penetración mi pico se ponía más duro.
- ¿Harás lo que te pida? – Alcance a decir mientras jadeaba a pocos minutos de mi orgasmo.
- Si ñm, ñm, ñm lo que ah, ah, ah tú me pidas gha, gha, gha…
- Quiero ver cómo te comes a otra chica… una chica muy hermosa.
- Aaayyyy… ayyyyyy… ayayayayyyyy… ¿y quién es ella?...
- Una amiguita de 11 años…
- ¿Quieres agh, agha, aghhhhhh que me coma a una niña de 11 años?
- ¡¡Siiii!!… te va a gustar… es muy linda y bien puta.
- ¿Si?... ¿ya lo has hecho con otras niñas? estoy celosa… MHHHHHH QUE RICO… hacerlo agf, agf, agf… mhf, mhf ,mfh con la putita de mi papá… súper rico… ouhm, ouhm, ouhmmmmmm ok, lo haré papito rico… por ti todooooOOOOOHHHHH.
En agradecimiento, aumenté gradualmente el ritmo, la fuerza y la profundidad de las clavadas. Y Ana, comenzó a gritar como una loca, llorando y riendo a la vez, mientras me arañaba la espalda, con toda su fuerza. No aguantamos más allá de 10 minutos. Yo gemía ronco y jadeaba agotado. Estaba totalmente sudado y sentía un calor intenso en los huesos. El placer invadía mi vientre, me producía unas desesperantes cosquillas en todo el cuerpo, me sorprendí riendo bajito. La niña chillaba y gemía sin césar. Entonces llegó…

Mi hija y yo lanzamos un gemido largo, la niña dejó de abrazarme con sus piernas, las apoyó en la cama, levantando su cuerpo para buscar una mejor penetración. Con ese movimiento, logró que la punta de mi glande pinchara su cérvix, el final de su vaginita y la entrada del útero, sentí que un par de pinzas atrapaban la punta de mi cabeza. Se sentía tan delicioso y morboso que en ese momento eché los últimos fuertes chorros de semen, sacados a presión después de contenerme durante tanto rato. Ana dio un gritito corto y muy agudo, se mordió los labios y se dejó caer, riendo como una loca.
- Pude sentir como me tiraste tu leche - Me dijo antes de desvanecerse.
Yo me levanté apenas, y me vestí. Ordené todo y la vestí a ella con su polerita. Cuando despertó me abrazó con fuerza y me dijo:
- Jamás me había sentido tan mujer papá… gracias… me has hecho muy feliz, te amo… no quiero que lo hagas más con mi madre, ella no te quiere… ella tiene otro hombre, la descubrí un día… quiero que te separes de ella y que vivamos solos tu y yo, ¿vale papá?
- Claro que sí hija… le pediré el divorcio de inmediato, y viviremos solos… tendremos todo el tiempo para follarnos como se nos antoje y te enseñaré a ser una buena puta en la cama, ¿te gusta eso?
- Si, me gusta eso – Susurró Ana - gracias papito, te amo.
 
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