Nikole, mi tío Memo.

Historias el macho

Pajillero
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Desde el momento en que Nikol, la sobrina de Betty de 18 años, pisó Colima, algo cambió en el aire. Con su belleza juvenil y ese brillo perverso en sus ojos, era imposible no notarla. Su novio, al que el papá de Nikol llamaba "el estorbo", estaba lejos, en Toluca, donde Nikol estudiaba arquitectura. Pero aquí, en Colima, estaba yo, Memo, un hombre con una verga grande y dura que prometía placeres indescriptibles.

Niki, como cariñosamente la llamábamos, vino de visita, pero en mí encontró algo más. La primera vez que nos encontramos a solas, la electricidad entre nosotros era palpable. Sus miradas de "fóllame", sus sonrisas de "quiero tu verga", todo me decía que ella quería que le diera una buena montada.

Una noche, encontramos nuestro momento. Bajo la excusa de mostrarle la casa, la llevé al cuarto de herramientas. Cerré la puerta, y sin mediar palabra, la empujé contra la pared, mi boca hambrienta sobre la suya. Ella respondió con igual pasión, su cuerpo arqueándose contra el mío, su coño frotándose contra mi erección.

La llevé al sofá viejo y polvoso, nuestras ropas desapareciendo entre besos y risas ahogadas. Cuando la tuve desnuda frente a mí, no pude más que reír y admirar su cuerpo joven. Sus tetas llenas, su cintura estrecha, su culito respingón, todo en ella era perfecto.

Me metí entre sus piernas, mi verga palpitante rozando su coñito mojado. Con un empujón, la llené, sus gemidos de placer mezclados con risitas contenidas. La follé con fuerza, cada embestida un golpe de puro placer. Sus uñas se clavaron en mi espalda, sus piernas se enredaron alrededor de mis caderas, atrayéndome más y más profundo dentro de ella.

Justo en el momento clave, se escucharon pasos acercándose. Rápidamente nos separamos, nuestras ropas puestas apresuradamente. Cuando Betty abrió la puerta, nos encontró "buscando una llave inglesa".

Los días siguientes fueron una comedia de equivocaciones, encuentros a escondidas, y follando como conejos siempre que podíamos. Nuestra relación era un torbellino de pasión, risas, y vergüenza.

Cuando Nikol regresó a Toluca, ambos sabíamos que esto era algo especial. No solo por la increíble química sexual, sino también por las risas y momentos de complicidad. Prometimos continuar nuestra aventura clandestina, añadiendo un toque de picardía y humor a cada encuentro.
 
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