Mónica 24
Estaba en la casa próxima a la escuelita, en la casa de la nena que bailaba estilo perreo.
Esto no sonaría extraño a no ser que estaban preparando el funeral de la culoncita, muerta en un trágico cruce de fuego.
La madre se había retirado insinuando que podría tener unos momentos íntimos con su hija fallecida, la misma estaba en bombachita y se suponía que deberíamos preparar su cuerpo, pero verla casi sin ropa y dócilmente entregada a cualquier cosa, disparó mis resortes sexuales no resistiendo acariciarle la fría piel.
Lo más excitante de aquella nena era su potito prominente para la edad, recordaba como sacudía esas nalguitas al son de la música apoyando esas carnosidades en mi enhiesta humanidad.
No dudé en girar su cuerpo y apreciar ese trasero apetitoso, al acariciarla por encima de la bombachita no percibía la frialdad de su piel y aun no se había presentado el rigor-mortis, o sea la notaba blandita. Recordé que mi gusano ya se había comido ese agujerito posterior y por desgracia otros gusanos ahora se lo comerían del todo, debía ofrecerle mis respetos póstumos y desenfundando el sable lo paseé por esa colita infernal. Me producía un poco de impresión la falta de temperatura pero el esfínter estaba blandito, sin esa resistencia natural para cerrar la tripita.
Me levanté a cerrar la puerta con pasador antes de volver al ataque, al querer meterle el pene en la boca no pude abrírsela decidiendo usar la salida posterior como entrada para la barra de carne, sin quitarle la bombachita y solo corriéndola de lado apunté a su anito.
Estaba flojito pero muy seco debiendo mojarme el aparato con saliva y nuevamente tratar de metérsela, esta vez su culito no ofreció resistencia mientras le entraba lentamente, al saber que no le haría doler se la encajé hasta el fondo, no era tan desagradable encularse a una muerta y al menos habría llegado virgencita al cielo.
Tal vez por la experiencia inusual de estar metiéndola toda dentro de un cuerpo tan jovencito, largué el enema con estertores interminables, le bombeaba el culito con desesperación llenándole la tripita de leche. Por suerte la dejé bien prolijita antes de retornar la madre y la vestimos entre los dos.
Entre los asistentes al velatorio deambulaba una nenita con enorme parecido a Mary, la sobrinita de Mónica. No pude evitar acercarme para conocerla mejor y estaba con la madre y su hermanito, se presentaron como María José y José María, poco ingeniosos al ponerle nombre hasta que mencionaron ser gemelos. Conversando con la progenitora, le decía conocer una nenita muy similar con esa hermosa sonrisa inocente, la anfitriona ya le había contado del proyecto escuelita y ella había aportado con una alfombra.
Estaba por retirarme cuando pidió ir hasta la casita para mostrarme las novedades, al encender las luces se podían apreciar mejoras y los nenes entraron corriendo como si conociesen todo.
Nos sentamos en la mullida alfombra debiendo reconocer que la mejora era importante, ella relataba que en un par de ocasiones hizo el papel de maestra con los mellizos. Al pedirle pormenores contaba que al nene se le ponía duro el pitito al acariciárselo pero lamentablemente la nena era una tontita y nunca lograba el clímax al dedearla.
Al preguntarle si les daba besitos allí abajo confesó que nunca había hecho eso y le daría menos vergüenza si le ayudaba en la tarea, llamando al varoncito lo dejó de pié bajándole el pantaloncito y dejando a la vista un mísero pitito. Supongo que lo veía pequeñito por compararlo con mi humanidad adulta pero las expertas manos maternas le fueron infundiendo vida, quedó como un dedo meñique durito y José ponía los ojos en blanco por el placer.
Me ofreció si se la quería chupar al nene pero preferí a su hermanita, le dije que era una nenita preciosa y deseaba besarla en la boquita antes de bajar a sus otros labiecitos. Parece que antes no la trataban con cariño y se derretía mientras le tomaba la carita para zambullirme en su boquita, la pobre no sabía besar pero le gustaba la sensación.
Al acostarla en el piso ella solita se bajó la bombachita, me causaba un poco de pena esa actitud poco acorde a su tierna edad pero debería chuparle la conchita para ofrecer un buen show a la madre.
No estaba bien limpita allí abajo pero de todos modos ataqué el hachazo con la lengua, la pobre largaba carcajadas por las cosquillas causadas hasta meterle un dedo en el culito, eso parece que ya le producía sensaciones placenteras y me dediqué a lamer el tajito con desesperación. Ante la atónita mirada materna dobló la espalda mientras unos espasmos en el cuerpito indicaban que estaba gozando un orgasmo, el obtener su primer goce sexual me llenó de orgullo por lograr hacerla llegar al paroxismo bajo mi boca.
Sin acostarlo al nene, procedió a meterse todo el pitito del hijo en la boca y chuparlo. La hermanita tb se puso de pié para observar la operatoria mientras mis manos se paseaban por toda su anatomía. Quedé anonadado cuando pidió que le meta un poco el dedo en la colita, tuve que humedecerme el índice en la boca antes de apuntar a su anito, la pobre quería decirme algo pero respiraba agitada sintiendo entrarle el dedo en el culito, recién cuando lo tuvo bastante metido aclaró que antes se refería al hermanito y no a ella.
Visto de atrás el potito masculino se veía bastante apetitoso y me dieron ganas de acariciarle las nalguitas y separarlas para verle el hoyito marrón, supongo que no tendría diferencias con un culito femenino y le mandé un dedo humedecido hacia adentro.
Tenía un dedo ensartando cada culito mientras besaba a la nena, al final el nene inició unas sacudidas pero según la boca que le estaba chupando el pitito no salió semen, apenas un liquido transparente. La madre estaba exultante por lograr montar un show con más realismo y miraba de reojo mi protuberancia sugiriendo que deberíamos bajar ese bulto.
Mientras me desabrochaba el pantalón en espera que la madre me la chupase, su hijito pidió hacer la prueba mientras miraba con ojos desorbitados la tremenda barra de carne, no me agradaba la idea pero sus tibios labios saboreando el prepucio me quitaron la homofobia y le pedí a la hermanita que se sentase en mi cara para chuparle ambos agujeritos.
Verla agacharse sobre mi rostro casi me hace acabar en la boca del hermanito, pero haciendo un esfuerzo me dediqué a lamer con fruición ese culito infantil, al estar por acabar le pedí que se retirase para darle lugar a la madre, temía que se asustase al llenarle la boca de leche.
La tipa realmente la chupaba bien y por más que me concentraba en la nena le dí una abundante y tibia mamadera. Pensé que ahora debería satisfacerla a ella pero se retiró para volver al velatorio y quedamos los tres dormitando en la alfombra.
Al despertar sentía la colita de María José apretarse contra mi dormida humanidad, pero al abrir los ojos percibí que la nena estaba dormitando en el otro extremo, esa tibia colita era del hermano.
Llevado por la curiosidad pasé la mano por delante para agarrarle el pitito, estaba nuevamente durito y apuntando a la espalda de su hermanita gemela, le pregunté al oído si tenia ganas de metérsela a la hermanita y sacudiéndole el pitito con más fuerza dijo que sí.
La pobre aun dormitaba al tomarla por la cintura y acercarla a la carnecita filial, tuve que abrirle los cachetitos y con una sola mano apuntar el minúsculo pitito al minúsculo agujerito fruncido, al menos ambos estaban en proporción.
María José dio un salto al sentir la punta del penecito tratando de invadir su anito, pero mayor fue el sobresalto del hermano cuando le apoyé mi propio glande en su entrada posterior. Nunca pensé que se la metería a un varón pero ver el culito femenino siendo penetrado me dio fuerzas para imitar la acción al encularlo al nene. Creo que la sensación no variaba, un huequito es un huequito y se la seguí metiendo en el culo a medida que él penetraba a su hermanita. Claro que no se la metí entera, hubiese lastimado al pobre pibe que se estaba debatiendo entre un mar de sensaciones, el encular siendo enculado a su vez.
Parece que el pobre no lograba acabarle en el culito a su hermanita, debiendo desenterrar mi barra de carne también y quedamos jadeando en la alfombra y riendo por las extrañas experiencias.
Esta vez acosté a la nena encima de mi cuerpo mientras le decía que ya era grande, lograba el orgasmo y hasta se la habían metido por atrás. No dejaba de besarla ante la mirada celosa del hermanito que no participaba en los cariños mientras se quejaba de dolerle el potito.
Esa noche dormí como lirón despertando con la imagen de la nenita encima de mi cuerpo, me traía hermosos recuerdos de Mary y ya las extrañaba demasiado decidiendo ir a visitarlas tempranito.
Vero me recibió con un beso amoroso pero preocupada por la salud de su sobrinita, la pobre tenia un problema intestinal y debía quedarse en casa a cuidarla.
Me ofrecí ayudarle para que pudiese ir a su empleo sin perder las comisiones del día, rápidamente explicó que debería aplicarle un enema dentro de un par de horas y partió raudamente. Al arrodillarme al costado del lecho me hallé con los ojitos tristes de Mary que me llenaron de ternura, acariciando su cabello traté de reconfortarla llenando su cara de tiernos besitos.
Le expliqué que tenía la caquita endurecida dentro del intestino y debería aplicarle un líquido para ablandar eso para que pudiese largarlo, me partía de pena el tratamiento inconfortable pero sería necesario. Antes de acomodar el botellón con el suero lo llevé a la cocina para entibiarlo un poco, sería desagradable un líquido frío entrando al intestino.
Pidiendo que se quitase la bombachita y se acostase de lado, quedé mirando esa preciosa colita sin animarme a meterle la cánula, le acomodé una piernita cruzando la otra para dejar el potito bien expuesto y enterré la cara allí. Nada tan delicioso como chuparle el culito a Mary.
(continuará)
Estaba en la casa próxima a la escuelita, en la casa de la nena que bailaba estilo perreo.
Esto no sonaría extraño a no ser que estaban preparando el funeral de la culoncita, muerta en un trágico cruce de fuego.
La madre se había retirado insinuando que podría tener unos momentos íntimos con su hija fallecida, la misma estaba en bombachita y se suponía que deberíamos preparar su cuerpo, pero verla casi sin ropa y dócilmente entregada a cualquier cosa, disparó mis resortes sexuales no resistiendo acariciarle la fría piel.
Lo más excitante de aquella nena era su potito prominente para la edad, recordaba como sacudía esas nalguitas al son de la música apoyando esas carnosidades en mi enhiesta humanidad.
No dudé en girar su cuerpo y apreciar ese trasero apetitoso, al acariciarla por encima de la bombachita no percibía la frialdad de su piel y aun no se había presentado el rigor-mortis, o sea la notaba blandita. Recordé que mi gusano ya se había comido ese agujerito posterior y por desgracia otros gusanos ahora se lo comerían del todo, debía ofrecerle mis respetos póstumos y desenfundando el sable lo paseé por esa colita infernal. Me producía un poco de impresión la falta de temperatura pero el esfínter estaba blandito, sin esa resistencia natural para cerrar la tripita.
Me levanté a cerrar la puerta con pasador antes de volver al ataque, al querer meterle el pene en la boca no pude abrírsela decidiendo usar la salida posterior como entrada para la barra de carne, sin quitarle la bombachita y solo corriéndola de lado apunté a su anito.
Estaba flojito pero muy seco debiendo mojarme el aparato con saliva y nuevamente tratar de metérsela, esta vez su culito no ofreció resistencia mientras le entraba lentamente, al saber que no le haría doler se la encajé hasta el fondo, no era tan desagradable encularse a una muerta y al menos habría llegado virgencita al cielo.
Tal vez por la experiencia inusual de estar metiéndola toda dentro de un cuerpo tan jovencito, largué el enema con estertores interminables, le bombeaba el culito con desesperación llenándole la tripita de leche. Por suerte la dejé bien prolijita antes de retornar la madre y la vestimos entre los dos.
Entre los asistentes al velatorio deambulaba una nenita con enorme parecido a Mary, la sobrinita de Mónica. No pude evitar acercarme para conocerla mejor y estaba con la madre y su hermanito, se presentaron como María José y José María, poco ingeniosos al ponerle nombre hasta que mencionaron ser gemelos. Conversando con la progenitora, le decía conocer una nenita muy similar con esa hermosa sonrisa inocente, la anfitriona ya le había contado del proyecto escuelita y ella había aportado con una alfombra.
Estaba por retirarme cuando pidió ir hasta la casita para mostrarme las novedades, al encender las luces se podían apreciar mejoras y los nenes entraron corriendo como si conociesen todo.
Nos sentamos en la mullida alfombra debiendo reconocer que la mejora era importante, ella relataba que en un par de ocasiones hizo el papel de maestra con los mellizos. Al pedirle pormenores contaba que al nene se le ponía duro el pitito al acariciárselo pero lamentablemente la nena era una tontita y nunca lograba el clímax al dedearla.
Al preguntarle si les daba besitos allí abajo confesó que nunca había hecho eso y le daría menos vergüenza si le ayudaba en la tarea, llamando al varoncito lo dejó de pié bajándole el pantaloncito y dejando a la vista un mísero pitito. Supongo que lo veía pequeñito por compararlo con mi humanidad adulta pero las expertas manos maternas le fueron infundiendo vida, quedó como un dedo meñique durito y José ponía los ojos en blanco por el placer.
Me ofreció si se la quería chupar al nene pero preferí a su hermanita, le dije que era una nenita preciosa y deseaba besarla en la boquita antes de bajar a sus otros labiecitos. Parece que antes no la trataban con cariño y se derretía mientras le tomaba la carita para zambullirme en su boquita, la pobre no sabía besar pero le gustaba la sensación.
Al acostarla en el piso ella solita se bajó la bombachita, me causaba un poco de pena esa actitud poco acorde a su tierna edad pero debería chuparle la conchita para ofrecer un buen show a la madre.
No estaba bien limpita allí abajo pero de todos modos ataqué el hachazo con la lengua, la pobre largaba carcajadas por las cosquillas causadas hasta meterle un dedo en el culito, eso parece que ya le producía sensaciones placenteras y me dediqué a lamer el tajito con desesperación. Ante la atónita mirada materna dobló la espalda mientras unos espasmos en el cuerpito indicaban que estaba gozando un orgasmo, el obtener su primer goce sexual me llenó de orgullo por lograr hacerla llegar al paroxismo bajo mi boca.
Sin acostarlo al nene, procedió a meterse todo el pitito del hijo en la boca y chuparlo. La hermanita tb se puso de pié para observar la operatoria mientras mis manos se paseaban por toda su anatomía. Quedé anonadado cuando pidió que le meta un poco el dedo en la colita, tuve que humedecerme el índice en la boca antes de apuntar a su anito, la pobre quería decirme algo pero respiraba agitada sintiendo entrarle el dedo en el culito, recién cuando lo tuvo bastante metido aclaró que antes se refería al hermanito y no a ella.
Visto de atrás el potito masculino se veía bastante apetitoso y me dieron ganas de acariciarle las nalguitas y separarlas para verle el hoyito marrón, supongo que no tendría diferencias con un culito femenino y le mandé un dedo humedecido hacia adentro.
Tenía un dedo ensartando cada culito mientras besaba a la nena, al final el nene inició unas sacudidas pero según la boca que le estaba chupando el pitito no salió semen, apenas un liquido transparente. La madre estaba exultante por lograr montar un show con más realismo y miraba de reojo mi protuberancia sugiriendo que deberíamos bajar ese bulto.
Mientras me desabrochaba el pantalón en espera que la madre me la chupase, su hijito pidió hacer la prueba mientras miraba con ojos desorbitados la tremenda barra de carne, no me agradaba la idea pero sus tibios labios saboreando el prepucio me quitaron la homofobia y le pedí a la hermanita que se sentase en mi cara para chuparle ambos agujeritos.
Verla agacharse sobre mi rostro casi me hace acabar en la boca del hermanito, pero haciendo un esfuerzo me dediqué a lamer con fruición ese culito infantil, al estar por acabar le pedí que se retirase para darle lugar a la madre, temía que se asustase al llenarle la boca de leche.
La tipa realmente la chupaba bien y por más que me concentraba en la nena le dí una abundante y tibia mamadera. Pensé que ahora debería satisfacerla a ella pero se retiró para volver al velatorio y quedamos los tres dormitando en la alfombra.
Al despertar sentía la colita de María José apretarse contra mi dormida humanidad, pero al abrir los ojos percibí que la nena estaba dormitando en el otro extremo, esa tibia colita era del hermano.
Llevado por la curiosidad pasé la mano por delante para agarrarle el pitito, estaba nuevamente durito y apuntando a la espalda de su hermanita gemela, le pregunté al oído si tenia ganas de metérsela a la hermanita y sacudiéndole el pitito con más fuerza dijo que sí.
La pobre aun dormitaba al tomarla por la cintura y acercarla a la carnecita filial, tuve que abrirle los cachetitos y con una sola mano apuntar el minúsculo pitito al minúsculo agujerito fruncido, al menos ambos estaban en proporción.
María José dio un salto al sentir la punta del penecito tratando de invadir su anito, pero mayor fue el sobresalto del hermano cuando le apoyé mi propio glande en su entrada posterior. Nunca pensé que se la metería a un varón pero ver el culito femenino siendo penetrado me dio fuerzas para imitar la acción al encularlo al nene. Creo que la sensación no variaba, un huequito es un huequito y se la seguí metiendo en el culo a medida que él penetraba a su hermanita. Claro que no se la metí entera, hubiese lastimado al pobre pibe que se estaba debatiendo entre un mar de sensaciones, el encular siendo enculado a su vez.
Parece que el pobre no lograba acabarle en el culito a su hermanita, debiendo desenterrar mi barra de carne también y quedamos jadeando en la alfombra y riendo por las extrañas experiencias.
Esta vez acosté a la nena encima de mi cuerpo mientras le decía que ya era grande, lograba el orgasmo y hasta se la habían metido por atrás. No dejaba de besarla ante la mirada celosa del hermanito que no participaba en los cariños mientras se quejaba de dolerle el potito.
Esa noche dormí como lirón despertando con la imagen de la nenita encima de mi cuerpo, me traía hermosos recuerdos de Mary y ya las extrañaba demasiado decidiendo ir a visitarlas tempranito.
Vero me recibió con un beso amoroso pero preocupada por la salud de su sobrinita, la pobre tenia un problema intestinal y debía quedarse en casa a cuidarla.
Me ofrecí ayudarle para que pudiese ir a su empleo sin perder las comisiones del día, rápidamente explicó que debería aplicarle un enema dentro de un par de horas y partió raudamente. Al arrodillarme al costado del lecho me hallé con los ojitos tristes de Mary que me llenaron de ternura, acariciando su cabello traté de reconfortarla llenando su cara de tiernos besitos.
Le expliqué que tenía la caquita endurecida dentro del intestino y debería aplicarle un líquido para ablandar eso para que pudiese largarlo, me partía de pena el tratamiento inconfortable pero sería necesario. Antes de acomodar el botellón con el suero lo llevé a la cocina para entibiarlo un poco, sería desagradable un líquido frío entrando al intestino.
Pidiendo que se quitase la bombachita y se acostase de lado, quedé mirando esa preciosa colita sin animarme a meterle la cánula, le acomodé una piernita cruzando la otra para dejar el potito bien expuesto y enterré la cara allí. Nada tan delicioso como chuparle el culito a Mary.
(continuará)