Mónica 11
Mónica estaba de visita en casa por primera vez y deseaba que se sintiese como una reina.
Trayéndole café con masitas, quedé parado detrás de su silla aspirando el rubio cabello, sus hipnóticos efluvios me enloquecían, podía atisbar por el escote sus deliciosas tetitas que deseaba chupar con fruición pero solamente podía mirarlas.
Acariciando su hombros estaba por mordisquearle la oreja cuando dijo que debería irse de prisa, Mary estaba solita en casa. Esta chica lograba hacerme calentar para luego marcharse como si nada.
Estaba por ofrecerme para llevarla a su casa, pero de la rabia dejé que tomase el transporte público, la despedí en la puerta con un besito neutro.
Recordando que debía llevar un chip de memoria RAM para Diana, salí disparado antes que se haga más tarde. Estaba la señora de la casa y tuve que anunciarme como el técnico que venía a reparar la computadora, mujer muy elegante y refinada enfundada en un vestido largo que remarcaba sus curvas. Señalándome el cuarto de servicio fui cabizbajo reconociendo que era un pordiosero en comparación con esta familia.
Estaba tecleando el inicio cuando vino Laurita, la nena traviesa que se había extraviado en el parque. Con timidez pidió que no le contase a la madre que se había perdido, acariciándole la cabecita le prometí total confidencia. Preguntándole del colegio y sus cosas, le pasaba la mano por la espalda hasta el nacimiento de la colita pero de modo inocente, se acercó para apoyar un brazo en mis piernas y con el movimiento quedó mi mano en su colita.
La retiré azorado temiendo que viniese la madre o Diana pero la diablilla había apoyado la mano demasiado arriba, estaba encima del gusano dormido. Más azorado quedé cuando sus deditos parecían masajear la zona ubicando bien el bulto, mientras preguntaba si jugaríamos como con su papito. Me hice el sordo pero esa manita apretándome la barra sensible ocasionó que se transformase en un garrote, agarrándolo bien dijo que mis ganas de jugar eran evidentes y que la subiese a la falda de una vez.
Levantando su pollerita, se sentó acomodando las nalguitas para que el monstruo quedase en medio de ellas, yo estaba mudo mientras ella se hacía la desinteresada preguntando cosas de la máquina mientras se movía cadenciosamente, al rato dijo que yo no sabía jugar y justo venía la madre buscándola. Pedía disculpas por la hija cargosa que se trepaba a cuanta falda hallase, le dije que era natural a su inquieta edad mientras me concentraba para reducir el bulto en el pantalón.
Le informé el importe de la reparación sin mencionar que la empleada me había dado un adelanto, aunque fuese en especias...
Diciendo que ahora mandaba a Diana con el dinero, se llevó a Laurita que caminaba con desgano, quería seguir jugando la escuincla. Llegó Diana secándose las manos en el uniforme para entregarme el dinero, sabiendo que se lo descontarían del sueldo le dije bajito que la reparación era gratuita, muy contenta guardó los billetes en un cajoncito y aproveché para abrazarla desde atrás apretándole las tetitas. Estaba nerviosa de que nos viesen pero se dejaba hacer, le comenté el comportamiento de Laurita y dijo que siempre tenían jueguitos indecentes con el padre, a regañadientes confesó que también la toqueteaba a ella y no quise preguntarle si de paso se la metía.
Pidió que la esperase un ratito para servir la mesa y volvería con su plato, parece que la hacían comer aparte estos cretinos...
Sentadita ante la humilde mesa apuraba la comida mientras decía que hoy no podríamos hacer nada, estaba la señora en la casa, apenas terminó se tiró a mis brazos diciendo que me extrañaba. Mientras la besaba acariciando su espalda y trasero, le apreté la cola preguntando si le habían entrado por allí, tímidamente confesó que solamente un par de veces. Esta chica tenía más batallas que Napoleón y yo tratándola como una señorita, me prometía mentalmente que llenaría ese culito de leche lo antes posible.
En el camino a casa conseguí un monitor usado y luego de ajustarlo bien golpeé la puerta de la vecina anunciando que tenía la pantalla para su PC, Vero saltaba de alegría y fuimos hasta mi departamento para buscar las cosas. Apenas entrar la alcé para besarla diciendo que deseaba chuparle la conchita ahora mismo, la nena temblaba por la emoción y el lenguaje directo pero también deseaba eso.
En brazos hasta el dormitorio la tiré en la cama bajándole la bombachita desesperadamente, Vero se reía de mi apuro pero separaba las piernitas ofreciéndome el conejito pelado, le comí la puchita desesperado hasta hacerla estremecer bajo mi boca. Mientras se relajaba luego del orgasmo seguía pasando lentamente la lengua por el tajito hasta la profundidad de sus nalguitas lamiéndole el anito.
Sus temblores indicaban la curva de ascenso hacia otro éxtasis cuando le sugerí apoyarle la puntita por atrás sin metérsela, solamente para que la sintiese allí. Para motivarla le chupé bien el culito y con un tarro de crema para manos le fui metiendo el dedo lubricado.
Nos acostamos de lado y pasando una mano le acariciaba lentamente el tajito mientras dejaba la punta del glande en la puerta del anito, diciendo que no se la metería dejando que ella regulase la presión fui incrementando la velocidad del dedo en su puchita mientras Vero empujaba el potito contra la barra invasora. Apenas entraba la punta del glande y ella soltaba suspiros como pujando, cuando se estaba acercando al orgasmo retrocedió con mayor ímpetu metiéndose el glande en el culito. Tomándola de la cintura le pedí no que se ensartase a mayor profundidad que podría dolerle, cuando llegó su explosión se la enterré un poco más adentro del culito regando su tripita.
Quedamos quietos mientras la abrazaba por detrás esperando que el gusano se ablandase para abandonar la oscura cueva. Esta vez la acosté de panza para inspeccionarle bien el agujerito profanado y de paso limpiar el semen que brotaba del anito, se veía dilatado pero sin otros problemas y me dediqué a chuparle el culito amorosamente mientras volvía a su aspecto fruncido.
Esta vez quedamos de frente mientras le pasaba la mano entre el cabello diciendo que era una nena hermosa y con un potito que hacía enloquecer a cualquier humano.
Para no demorar tanto, llevamos la pantalla y cables armando su flamante PC, esta vez podía instalar games que la máquina antigua no aceptaba. Vero estaba sentadita en mis piernas y mi mano sobre la suya guiando el mouse cuando llegó la madre, se la veía feliz por lo bien que trataba a su hija. Tuve que quedarme un rato mientras ella ponía ponía programas nuevos acariciando su pancita y cada tanto bajando un dedo travieso hasta su tajito, la nena se ponía nerviosa que llegase la madre pero yo tenía su permiso para jugar con ella...
Esa noche dormí como un lirón pensando que tenía varias amiguitas pero no las podría penetrar a todas por ahora.
La mañana pasó volando y era hora de las clases particulares, debía peinarme bien y estar arreglado. Llegó cabizbaja y algo tímida, tomándola del mentón le pregunté si estaba bien y al no contestar le planté un beso en la boca.
Farfullaba que lo de ayer no estuvo bien y se había dejado llevar por las emociones, respondiendo fríamente cuáles emociones si solamente le había calmado el escozor.
Ella estaba confundida calculando si le chuparía la conchita a cualquier alumna que tuviese ardor allí abajo como si fuese parte del curso impartido, tocaba lección práctica por lo que poniéndome ante el teclado la obligué a sentarse en mis piernas y completar el ejercicio.
Apenas la tocaba hablándole de cerquita para echarle aire en oreja, se ponía nerviosa cometiendo errores mientras sentía la dureza del garrote crecer debajo de la cola. Tomándola de la cintura la moví un poco para dejarla al medio de sus nalguitas preguntando si así estaba más cómoda. La situación parecía una comedia haciendo parecer impersonales las acciones eróticas, pasando una mano al frente le toqué el tajito y dio un respingo mientras le preguntaba si hoy no tenía picazón allí abajo.
Con voz trémula pedía que no le tocase allí pero disfrutaba de la sensación de tener al maestro pasándole el dedo por la puchita, la desafié a que terminase otro ejercicio sin distraerse por lo que le haría ahora. Arrancó expectante mientras le corría la bombachita para meterle el dedo en la boca del conejito, apenas lograba escribir mientras le decía al oído que el próximo ejercicio sería con un dedo en el culito.
Cuando terminó le aclaré que era una broma, no me ensuciaría el dedo con caca para que aprendiese informática. La pobre estaba temblando sin levantarse cuando dije que sus progresos eran notables, un par de clases más y estaría al nivel adecuado.
Realicé que no se levantaba por tener aún el dedo en su puchita y se estaba acercando al orgasmo, lo saqué y limpiándolo con cara de asco dije que la lección de hoy había finalizado.
Lucrecia no terminaba de salir del estupor al comprobar que no quería nada con ella, y entrecruzaba las piernitas para continuar sintiendo algo de placer. Tuve que preguntarle si tenía las mismas molestias de ayer y ella solita se fue a sentar al sillón con las piernas separadas. Sin mucha parsimonia me arrodillé en el piso para chuparle la conchita, estaba toda mojada por la cercanía del paroxismo y justo antes de que llegase al orgasmo levanté la cabeza preguntando si ya estaba bien. Como toda respuesta me tomó del cabello bajándome nuevamente para que continúe, cuando empezaron sus temblores le metí un dedo dentro del culito mientras le comía el conejito con fruición. Esta vez estalló sonoramente y me causaba gracia la señorita tan refinada con un orgasmo ruidoso.
Me miraba con cara extrañada mientras me metía en la boca el dedo con restos de caquita, recién le había dicho que era un asco... Pero lograba revolverle el cerebro en venganza por tener el amor de mi adorada Moni.
El hecho de pronunciar su nombre aunque fuese dentro del mente, me arrojaron al teléfono para llamarla. Le preguntaba tonterías acerca de cuando me darían el título de propiedad del auto, lo que fuese para escuchar su voz derramándose por el auricular.
(continuará)
Mónica estaba de visita en casa por primera vez y deseaba que se sintiese como una reina.
Trayéndole café con masitas, quedé parado detrás de su silla aspirando el rubio cabello, sus hipnóticos efluvios me enloquecían, podía atisbar por el escote sus deliciosas tetitas que deseaba chupar con fruición pero solamente podía mirarlas.
Acariciando su hombros estaba por mordisquearle la oreja cuando dijo que debería irse de prisa, Mary estaba solita en casa. Esta chica lograba hacerme calentar para luego marcharse como si nada.
Estaba por ofrecerme para llevarla a su casa, pero de la rabia dejé que tomase el transporte público, la despedí en la puerta con un besito neutro.
Recordando que debía llevar un chip de memoria RAM para Diana, salí disparado antes que se haga más tarde. Estaba la señora de la casa y tuve que anunciarme como el técnico que venía a reparar la computadora, mujer muy elegante y refinada enfundada en un vestido largo que remarcaba sus curvas. Señalándome el cuarto de servicio fui cabizbajo reconociendo que era un pordiosero en comparación con esta familia.
Estaba tecleando el inicio cuando vino Laurita, la nena traviesa que se había extraviado en el parque. Con timidez pidió que no le contase a la madre que se había perdido, acariciándole la cabecita le prometí total confidencia. Preguntándole del colegio y sus cosas, le pasaba la mano por la espalda hasta el nacimiento de la colita pero de modo inocente, se acercó para apoyar un brazo en mis piernas y con el movimiento quedó mi mano en su colita.
La retiré azorado temiendo que viniese la madre o Diana pero la diablilla había apoyado la mano demasiado arriba, estaba encima del gusano dormido. Más azorado quedé cuando sus deditos parecían masajear la zona ubicando bien el bulto, mientras preguntaba si jugaríamos como con su papito. Me hice el sordo pero esa manita apretándome la barra sensible ocasionó que se transformase en un garrote, agarrándolo bien dijo que mis ganas de jugar eran evidentes y que la subiese a la falda de una vez.
Levantando su pollerita, se sentó acomodando las nalguitas para que el monstruo quedase en medio de ellas, yo estaba mudo mientras ella se hacía la desinteresada preguntando cosas de la máquina mientras se movía cadenciosamente, al rato dijo que yo no sabía jugar y justo venía la madre buscándola. Pedía disculpas por la hija cargosa que se trepaba a cuanta falda hallase, le dije que era natural a su inquieta edad mientras me concentraba para reducir el bulto en el pantalón.
Le informé el importe de la reparación sin mencionar que la empleada me había dado un adelanto, aunque fuese en especias...
Diciendo que ahora mandaba a Diana con el dinero, se llevó a Laurita que caminaba con desgano, quería seguir jugando la escuincla. Llegó Diana secándose las manos en el uniforme para entregarme el dinero, sabiendo que se lo descontarían del sueldo le dije bajito que la reparación era gratuita, muy contenta guardó los billetes en un cajoncito y aproveché para abrazarla desde atrás apretándole las tetitas. Estaba nerviosa de que nos viesen pero se dejaba hacer, le comenté el comportamiento de Laurita y dijo que siempre tenían jueguitos indecentes con el padre, a regañadientes confesó que también la toqueteaba a ella y no quise preguntarle si de paso se la metía.
Pidió que la esperase un ratito para servir la mesa y volvería con su plato, parece que la hacían comer aparte estos cretinos...
Sentadita ante la humilde mesa apuraba la comida mientras decía que hoy no podríamos hacer nada, estaba la señora en la casa, apenas terminó se tiró a mis brazos diciendo que me extrañaba. Mientras la besaba acariciando su espalda y trasero, le apreté la cola preguntando si le habían entrado por allí, tímidamente confesó que solamente un par de veces. Esta chica tenía más batallas que Napoleón y yo tratándola como una señorita, me prometía mentalmente que llenaría ese culito de leche lo antes posible.
En el camino a casa conseguí un monitor usado y luego de ajustarlo bien golpeé la puerta de la vecina anunciando que tenía la pantalla para su PC, Vero saltaba de alegría y fuimos hasta mi departamento para buscar las cosas. Apenas entrar la alcé para besarla diciendo que deseaba chuparle la conchita ahora mismo, la nena temblaba por la emoción y el lenguaje directo pero también deseaba eso.
En brazos hasta el dormitorio la tiré en la cama bajándole la bombachita desesperadamente, Vero se reía de mi apuro pero separaba las piernitas ofreciéndome el conejito pelado, le comí la puchita desesperado hasta hacerla estremecer bajo mi boca. Mientras se relajaba luego del orgasmo seguía pasando lentamente la lengua por el tajito hasta la profundidad de sus nalguitas lamiéndole el anito.
Sus temblores indicaban la curva de ascenso hacia otro éxtasis cuando le sugerí apoyarle la puntita por atrás sin metérsela, solamente para que la sintiese allí. Para motivarla le chupé bien el culito y con un tarro de crema para manos le fui metiendo el dedo lubricado.
Nos acostamos de lado y pasando una mano le acariciaba lentamente el tajito mientras dejaba la punta del glande en la puerta del anito, diciendo que no se la metería dejando que ella regulase la presión fui incrementando la velocidad del dedo en su puchita mientras Vero empujaba el potito contra la barra invasora. Apenas entraba la punta del glande y ella soltaba suspiros como pujando, cuando se estaba acercando al orgasmo retrocedió con mayor ímpetu metiéndose el glande en el culito. Tomándola de la cintura le pedí no que se ensartase a mayor profundidad que podría dolerle, cuando llegó su explosión se la enterré un poco más adentro del culito regando su tripita.
Quedamos quietos mientras la abrazaba por detrás esperando que el gusano se ablandase para abandonar la oscura cueva. Esta vez la acosté de panza para inspeccionarle bien el agujerito profanado y de paso limpiar el semen que brotaba del anito, se veía dilatado pero sin otros problemas y me dediqué a chuparle el culito amorosamente mientras volvía a su aspecto fruncido.
Esta vez quedamos de frente mientras le pasaba la mano entre el cabello diciendo que era una nena hermosa y con un potito que hacía enloquecer a cualquier humano.
Para no demorar tanto, llevamos la pantalla y cables armando su flamante PC, esta vez podía instalar games que la máquina antigua no aceptaba. Vero estaba sentadita en mis piernas y mi mano sobre la suya guiando el mouse cuando llegó la madre, se la veía feliz por lo bien que trataba a su hija. Tuve que quedarme un rato mientras ella ponía ponía programas nuevos acariciando su pancita y cada tanto bajando un dedo travieso hasta su tajito, la nena se ponía nerviosa que llegase la madre pero yo tenía su permiso para jugar con ella...
Esa noche dormí como un lirón pensando que tenía varias amiguitas pero no las podría penetrar a todas por ahora.
La mañana pasó volando y era hora de las clases particulares, debía peinarme bien y estar arreglado. Llegó cabizbaja y algo tímida, tomándola del mentón le pregunté si estaba bien y al no contestar le planté un beso en la boca.
Farfullaba que lo de ayer no estuvo bien y se había dejado llevar por las emociones, respondiendo fríamente cuáles emociones si solamente le había calmado el escozor.
Ella estaba confundida calculando si le chuparía la conchita a cualquier alumna que tuviese ardor allí abajo como si fuese parte del curso impartido, tocaba lección práctica por lo que poniéndome ante el teclado la obligué a sentarse en mis piernas y completar el ejercicio.
Apenas la tocaba hablándole de cerquita para echarle aire en oreja, se ponía nerviosa cometiendo errores mientras sentía la dureza del garrote crecer debajo de la cola. Tomándola de la cintura la moví un poco para dejarla al medio de sus nalguitas preguntando si así estaba más cómoda. La situación parecía una comedia haciendo parecer impersonales las acciones eróticas, pasando una mano al frente le toqué el tajito y dio un respingo mientras le preguntaba si hoy no tenía picazón allí abajo.
Con voz trémula pedía que no le tocase allí pero disfrutaba de la sensación de tener al maestro pasándole el dedo por la puchita, la desafié a que terminase otro ejercicio sin distraerse por lo que le haría ahora. Arrancó expectante mientras le corría la bombachita para meterle el dedo en la boca del conejito, apenas lograba escribir mientras le decía al oído que el próximo ejercicio sería con un dedo en el culito.
Cuando terminó le aclaré que era una broma, no me ensuciaría el dedo con caca para que aprendiese informática. La pobre estaba temblando sin levantarse cuando dije que sus progresos eran notables, un par de clases más y estaría al nivel adecuado.
Realicé que no se levantaba por tener aún el dedo en su puchita y se estaba acercando al orgasmo, lo saqué y limpiándolo con cara de asco dije que la lección de hoy había finalizado.
Lucrecia no terminaba de salir del estupor al comprobar que no quería nada con ella, y entrecruzaba las piernitas para continuar sintiendo algo de placer. Tuve que preguntarle si tenía las mismas molestias de ayer y ella solita se fue a sentar al sillón con las piernas separadas. Sin mucha parsimonia me arrodillé en el piso para chuparle la conchita, estaba toda mojada por la cercanía del paroxismo y justo antes de que llegase al orgasmo levanté la cabeza preguntando si ya estaba bien. Como toda respuesta me tomó del cabello bajándome nuevamente para que continúe, cuando empezaron sus temblores le metí un dedo dentro del culito mientras le comía el conejito con fruición. Esta vez estalló sonoramente y me causaba gracia la señorita tan refinada con un orgasmo ruidoso.
Me miraba con cara extrañada mientras me metía en la boca el dedo con restos de caquita, recién le había dicho que era un asco... Pero lograba revolverle el cerebro en venganza por tener el amor de mi adorada Moni.
El hecho de pronunciar su nombre aunque fuese dentro del mente, me arrojaron al teléfono para llamarla. Le preguntaba tonterías acerca de cuando me darían el título de propiedad del auto, lo que fuese para escuchar su voz derramándose por el auricular.
(continuará)