Mónica 05
Acababa de deshacerme de la molesta vecina que vino a interrumpir una clase particular.
Normalmente no me importaría, pero en este caso la alumna era Rocío y no estaba impartiendo la materia informática.
De pié tras la nena acariciaba y acomodaba su hermosa cabellera rubia mientras ella contaba que tuvo un gran susto, para graficar la situación tomó mi mano apoyándola sobre su corazón y realmente latía de prisa. Tal vez no se dio cuenta que encima de ese corazón estaban sus incipientes pechitos y tuve que retirar la mano de prisa para no cometer una locura con mi alumna.
Ahora era yo quien respiraba acelerado mientras buscaba su calzado para acuclillarme junto a ella tomándole un piecito. Esta vez levantó la pierna bastante exhibiendo sus muslos y ropita interior, no traía la bombachita blanca del cole, se había puesto una prenda fina dejando adivinar los contornos de su puchita.
Con parsimonia procedí a calzarla mientras acariciaba su rodilla y subiendo, Rocío temblaba de emoción o de temor pero era hermoso sentirla vibrar bajo mis dedos reptando. Le dije en un susurro que la próxima lección le daría besitos allí abajo para hacerla sentir bien, la chiquita se removía en el asiento pudiendo atisbar una manchita de humedad en su entrepierna.
Al despedirnos la abracé fuerte besándola con pasión, le dije que llamase por teléfono cuando considerase era tiempo para la próxima clase.
Casi no lograba soltarla y volví a abrazarla desde atrás cuando se marchaba, esta vez quise sentir el latido de su corazón dejando ambas manos sobre sus pechitos mientras le hacía sentir una dureza en la cola.
Rocío retrocedía la cabeza con sus ojitos en blanco, la nena estaba embelesada buscando mi boca y en esa postura nos fundimos en otro beso mientras le masajeaba los pezoncitos.
Yo tenía la pinga como una roca y no quedó remedio que llamar a la puerta de mi vecina, vestía un salto de cama anunciando que estaba por bañar a los chicos. Estaba por retirarme para que haga sus cosas pero de un tirón me metió dentro de su casa, esta mujer era exigente y difícil negarse.
Luego de aplicarme un chupón enardecido me llevó al baño donde estaba terminando de secar a Luisito pidiendo a Vero que se vaya desvistiendo. La nena algo avergonzada por desnudarse delante mío quedó en bombachita y algo temblorosa, la abracé para que no sintiese frío ante la mirada atenta de la madre que veía con beneplácito que la situación me agradaba.
Le pasaba la mano por el cuerpito para transmitirle calor cuando la madre sugirió que la ponga bajo el agua caliente para deje de tirirar. Alzando a Vero procedí a meterla bajo la ducha con bombachita y todo, el agua hizo de las suyas al mojarse la prendita y dejar bien marcado su tajito, se veía más sensual que si estuviese desnudita.
Vertiéndole algo de shampoo en la cabeza logré que cerrase los ojitos para mirar inquisitivamente a la madre, no sabía hasta qué punto deseaba continuar con estos jueguitos.
Llevando a su hijo para vestirlo me pidió que lavase a Vero mientras ella regresaba, mis ojos se paseaban por la geografía femenina miniatura deteniéndose en su colita, así mojada se evidenciaban las formas de sus nalguitas y tenía un empalme monstruoso al regresar la madre.
Retando a la nena por bañarse con ropa puesta, le bajó la bombachita mientras me dedicaba una sonrisa maliciosa, por suerte Vero tenía los ojos cerrados por el jabón y no vio cuando la madre permitía que le mirase el imberbe tajito.
La nena tenía edad suficiente para bañarse solita, pero oficiar de madre y de paso mostrar su nena desnudita satisfacía el morbo de la mujer. Sobra decir que también disfrutaba del show cuando pidió que lavase la espalda de la nena practicando para cuando me casase y tuviese hijos propios.
Agachado ante la bañadera pasaba suavemente una esponja enjabonada por la espaldita de Verónica mientras la madre la lavaba por delante, no me animaba a tocarle el traserito cuando con voz enérgica ordenó que le lavase bien la colita a su hija. Me temblaban los dedos mientras había olvidado la esponja para pasarle la mano enjabonada, al meterle los dedos entre las nalguitas para lavarle allí casi eyaculo en los pantalones y pasé a tallarle las piernitas para aliviar presión.
Anunciando que iría a preparar la ropa de la nena, pidió que la secase y llevase al dormitorio. Vero se dejaba hacer como si fuese una nena chiquita y creo que le gustaba no estar bajo la vigilancia materna, levantó una piernita para que le seque bien la zona íntima.
Envuelta en la tohalla la llevé en brazos mientras me susurraba que fue mejor ayer cuando la acariciaba mientras la transportaba en brazos.
Mostrándome dos bombachitas me preguntó cuál ponerle, claro que elegí la más pequeña y flojita.
Luisito jugaba en la computadora sin adivinar los jueguitos eróticos que se desarrollaban aquí, preguntándole a Vero si quería la teta se acostó ofreciendo sus atributos maternos para que su hija se prendiese. Estaba por acostarme detrás de ella para metérsela pero como la nena se había quemado un poco la espalda con el sol, señaló un tarro de crema pidiendo que se lo aplicase donde fuese necesario. No me quedó más remedio que agacharme detrás de su hija para aplicar crema en su espaldita resignado a que no se la ensartaría a la madre.
Cuando la criatura mostraba signos de dormir, pasó el brazo sobre ella desabrochándome el pantalón para acariciar suavemente el gusano erguido, diría que me estaba masturbando lentamente. Moviendo a la hijita para que se acostase de panza miraba con deleite como le embadurnaba la espaldita con la crema y corriendo su floja bombachita dejó al descubierto las nalguitas susurrando que no olvidase pasarle por allí también.
Tomándome por el miembro como si fuese una manija la posicionó encima de la expuesta colita acelerando el trabajo manual, yo deseaba separarle la zanjita posterior para verle el culito pero deposité varios chorros de crema personal sobre la tibia carnecita dormida.
Mi vecina desparrramaba la lechada como si fuese crema normal y cada tanto se metía un dedo en la boca para degustar el sabor, diciendo que ahora le debía una me indicó que tapase a su hijita para dejarla dormir un rato. La cretina me había ordeñado vilmente pero daba gusto dadas las circunstancias.
Recordando que tenía agendado un service para esa hora salí zumbando para realizar el trabajito, estaba descuidando mi fuente de ingreso con todas estas aventuras. Al regresar a casa me crucé con Vero ya bien vestidita que volvía del almacén, pidiéndome que le prestase otros comics le dije que fuese a su casa para llevar el encargo para volver a la mía que dejaría la puerta abierta.
Me estaba cambiando cuando escucho sus pasitos en la sala, calzándome unas chinelas la encuentro en puntitas de pié inspeccionando la biblioteca para buscar el cómic, su postura estirada levantaba su pollerita dejando a la vista su prendita blanca. Arrodillándome en el suelo detrás de ella me deleitaba con su enfundado traserito cuando con una sonrisa traviesa preguntó por qué le miraba tanto la cola.
Con diez añitos seguro que ya conocía de ese tema pero le gustaba hacerse la inocente, tomándola por la cinturita le dije en voz baja que era culpa suya por tener un traserito tan hermoso que daban ganas de morderlo. Contaba haber sentido cuando la llevaba en brazos dormida pero siguió fingiendo para sentir mis manos acariciando sus piernas, le pregunté si también había sentido cuando la había besado y confesó que fue la mejor parte.
Diciendo que podríamos repetir la escena le acariciaba las piernitas mientras acercaba la boca a sus labiecitos tentadores, cerrando los ojitos se dejó besar acelerando su respiración, la nena se excitaba con el jueguito.
Haciéndole notar que no vestía la misma bombachita que al terminar de bañarse, quería comprobar su profundidad de sueño mientras le enchastraba la otra, por suerte no se había percatado diciendo que la madre se la cambió por ser demasiado suelta y se le metía entre las nalguitas. Atacado por la curiosidad quise comprobar personalmente pasando la mano desde sus piernitas hacia arriba para tocar la prendita íntima, no se le metía en la colita pero se la acomodé emulando que estuviese enterrada entre sus cachetitos.
La nenita entrecerraba los ojitos disfrutando de la sensación y le dije en voz queda que se había dormido nuevamente y debería besarla para que se despertase, esta vez sus labiecitos esbozaban una pícara sonrisa cuando me comí su boquita.
En esa pose agachado a su lado podía sentir la dureza de mi miembro, aprovechando que solamente vestía un short le pasaba mi velluda pierna entre las suyas teniendo su carita entre las manos y alternando besitos en su cara y boquita. De a poco llegué a su entrepierna haciéndole sentir mi rodilla allí, Vero ponía los ojitos en blanco anunciando que sentía lindas sensaciones pero debimos separarnos al sonar el timbre.
Era la madre y ya me estaba fastidiando con sus interrupciones, al pasar su hija estaba sentada ante la mesa con los ojos perdidos en el cómic, nadie diría que recién le estaba comiendo la boquita y apunto de hacerle algo más.
Mi vecina apoyando los codos en la mesa, miraba el cómic como si lograra leerlo de cabeza, intuí que era una postura para exhibirme el trasero y decidí probar hasta dónde llegaría su osadía.
Tocándole el cabello desde atrás pregunté si había cambiado de peinado, no tenía idea del tema pero era un pretexto para apoyarla desde la espalda. Con total disimulo levanté despacito el ruedo de su vestido para comprobar que no vestía ropa interior, la cochina había venido preparada para que se la metan rapidito...
Mientras hablábamos pavadas de tinturas para el pelo, Vero seguía absorta en su lectura pero una tenue sonrisita delataba estar al tanto cuando pelé el sable baboso para ensartar a su mamita. Se la enterré de una arrancándole un suspiro que debió disimular con un carraspeo, su hija alzó la vista pensando que la llamaban volviendo a la posición anterior para dejarnos en precaria soledad, se daba cuenta que la madre necesitaba eso y tal vez presenció ocasiones similares con otros hombres.
Me excitaba la idea de su hijita disimulando distracción mientras bombeaba lentamente la concha de su madre, pensaba que de esa vagina había nacido ella creciendo desde bebita hasta el estado actual donde estaba para chupársela todita.
Tuvo un intenso orgasmo donde se mordía los labios para no demostrarlo y quedé sin acabarle dentro, se la debía...
(continuará)
Acababa de deshacerme de la molesta vecina que vino a interrumpir una clase particular.
Normalmente no me importaría, pero en este caso la alumna era Rocío y no estaba impartiendo la materia informática.
De pié tras la nena acariciaba y acomodaba su hermosa cabellera rubia mientras ella contaba que tuvo un gran susto, para graficar la situación tomó mi mano apoyándola sobre su corazón y realmente latía de prisa. Tal vez no se dio cuenta que encima de ese corazón estaban sus incipientes pechitos y tuve que retirar la mano de prisa para no cometer una locura con mi alumna.
Ahora era yo quien respiraba acelerado mientras buscaba su calzado para acuclillarme junto a ella tomándole un piecito. Esta vez levantó la pierna bastante exhibiendo sus muslos y ropita interior, no traía la bombachita blanca del cole, se había puesto una prenda fina dejando adivinar los contornos de su puchita.
Con parsimonia procedí a calzarla mientras acariciaba su rodilla y subiendo, Rocío temblaba de emoción o de temor pero era hermoso sentirla vibrar bajo mis dedos reptando. Le dije en un susurro que la próxima lección le daría besitos allí abajo para hacerla sentir bien, la chiquita se removía en el asiento pudiendo atisbar una manchita de humedad en su entrepierna.
Al despedirnos la abracé fuerte besándola con pasión, le dije que llamase por teléfono cuando considerase era tiempo para la próxima clase.
Casi no lograba soltarla y volví a abrazarla desde atrás cuando se marchaba, esta vez quise sentir el latido de su corazón dejando ambas manos sobre sus pechitos mientras le hacía sentir una dureza en la cola.
Rocío retrocedía la cabeza con sus ojitos en blanco, la nena estaba embelesada buscando mi boca y en esa postura nos fundimos en otro beso mientras le masajeaba los pezoncitos.
Yo tenía la pinga como una roca y no quedó remedio que llamar a la puerta de mi vecina, vestía un salto de cama anunciando que estaba por bañar a los chicos. Estaba por retirarme para que haga sus cosas pero de un tirón me metió dentro de su casa, esta mujer era exigente y difícil negarse.
Luego de aplicarme un chupón enardecido me llevó al baño donde estaba terminando de secar a Luisito pidiendo a Vero que se vaya desvistiendo. La nena algo avergonzada por desnudarse delante mío quedó en bombachita y algo temblorosa, la abracé para que no sintiese frío ante la mirada atenta de la madre que veía con beneplácito que la situación me agradaba.
Le pasaba la mano por el cuerpito para transmitirle calor cuando la madre sugirió que la ponga bajo el agua caliente para deje de tirirar. Alzando a Vero procedí a meterla bajo la ducha con bombachita y todo, el agua hizo de las suyas al mojarse la prendita y dejar bien marcado su tajito, se veía más sensual que si estuviese desnudita.
Vertiéndole algo de shampoo en la cabeza logré que cerrase los ojitos para mirar inquisitivamente a la madre, no sabía hasta qué punto deseaba continuar con estos jueguitos.
Llevando a su hijo para vestirlo me pidió que lavase a Vero mientras ella regresaba, mis ojos se paseaban por la geografía femenina miniatura deteniéndose en su colita, así mojada se evidenciaban las formas de sus nalguitas y tenía un empalme monstruoso al regresar la madre.
Retando a la nena por bañarse con ropa puesta, le bajó la bombachita mientras me dedicaba una sonrisa maliciosa, por suerte Vero tenía los ojos cerrados por el jabón y no vio cuando la madre permitía que le mirase el imberbe tajito.
La nena tenía edad suficiente para bañarse solita, pero oficiar de madre y de paso mostrar su nena desnudita satisfacía el morbo de la mujer. Sobra decir que también disfrutaba del show cuando pidió que lavase la espalda de la nena practicando para cuando me casase y tuviese hijos propios.
Agachado ante la bañadera pasaba suavemente una esponja enjabonada por la espaldita de Verónica mientras la madre la lavaba por delante, no me animaba a tocarle el traserito cuando con voz enérgica ordenó que le lavase bien la colita a su hija. Me temblaban los dedos mientras había olvidado la esponja para pasarle la mano enjabonada, al meterle los dedos entre las nalguitas para lavarle allí casi eyaculo en los pantalones y pasé a tallarle las piernitas para aliviar presión.
Anunciando que iría a preparar la ropa de la nena, pidió que la secase y llevase al dormitorio. Vero se dejaba hacer como si fuese una nena chiquita y creo que le gustaba no estar bajo la vigilancia materna, levantó una piernita para que le seque bien la zona íntima.
Envuelta en la tohalla la llevé en brazos mientras me susurraba que fue mejor ayer cuando la acariciaba mientras la transportaba en brazos.
Mostrándome dos bombachitas me preguntó cuál ponerle, claro que elegí la más pequeña y flojita.
Luisito jugaba en la computadora sin adivinar los jueguitos eróticos que se desarrollaban aquí, preguntándole a Vero si quería la teta se acostó ofreciendo sus atributos maternos para que su hija se prendiese. Estaba por acostarme detrás de ella para metérsela pero como la nena se había quemado un poco la espalda con el sol, señaló un tarro de crema pidiendo que se lo aplicase donde fuese necesario. No me quedó más remedio que agacharme detrás de su hija para aplicar crema en su espaldita resignado a que no se la ensartaría a la madre.
Cuando la criatura mostraba signos de dormir, pasó el brazo sobre ella desabrochándome el pantalón para acariciar suavemente el gusano erguido, diría que me estaba masturbando lentamente. Moviendo a la hijita para que se acostase de panza miraba con deleite como le embadurnaba la espaldita con la crema y corriendo su floja bombachita dejó al descubierto las nalguitas susurrando que no olvidase pasarle por allí también.
Tomándome por el miembro como si fuese una manija la posicionó encima de la expuesta colita acelerando el trabajo manual, yo deseaba separarle la zanjita posterior para verle el culito pero deposité varios chorros de crema personal sobre la tibia carnecita dormida.
Mi vecina desparrramaba la lechada como si fuese crema normal y cada tanto se metía un dedo en la boca para degustar el sabor, diciendo que ahora le debía una me indicó que tapase a su hijita para dejarla dormir un rato. La cretina me había ordeñado vilmente pero daba gusto dadas las circunstancias.
Recordando que tenía agendado un service para esa hora salí zumbando para realizar el trabajito, estaba descuidando mi fuente de ingreso con todas estas aventuras. Al regresar a casa me crucé con Vero ya bien vestidita que volvía del almacén, pidiéndome que le prestase otros comics le dije que fuese a su casa para llevar el encargo para volver a la mía que dejaría la puerta abierta.
Me estaba cambiando cuando escucho sus pasitos en la sala, calzándome unas chinelas la encuentro en puntitas de pié inspeccionando la biblioteca para buscar el cómic, su postura estirada levantaba su pollerita dejando a la vista su prendita blanca. Arrodillándome en el suelo detrás de ella me deleitaba con su enfundado traserito cuando con una sonrisa traviesa preguntó por qué le miraba tanto la cola.
Con diez añitos seguro que ya conocía de ese tema pero le gustaba hacerse la inocente, tomándola por la cinturita le dije en voz baja que era culpa suya por tener un traserito tan hermoso que daban ganas de morderlo. Contaba haber sentido cuando la llevaba en brazos dormida pero siguió fingiendo para sentir mis manos acariciando sus piernas, le pregunté si también había sentido cuando la había besado y confesó que fue la mejor parte.
Diciendo que podríamos repetir la escena le acariciaba las piernitas mientras acercaba la boca a sus labiecitos tentadores, cerrando los ojitos se dejó besar acelerando su respiración, la nena se excitaba con el jueguito.
Haciéndole notar que no vestía la misma bombachita que al terminar de bañarse, quería comprobar su profundidad de sueño mientras le enchastraba la otra, por suerte no se había percatado diciendo que la madre se la cambió por ser demasiado suelta y se le metía entre las nalguitas. Atacado por la curiosidad quise comprobar personalmente pasando la mano desde sus piernitas hacia arriba para tocar la prendita íntima, no se le metía en la colita pero se la acomodé emulando que estuviese enterrada entre sus cachetitos.
La nenita entrecerraba los ojitos disfrutando de la sensación y le dije en voz queda que se había dormido nuevamente y debería besarla para que se despertase, esta vez sus labiecitos esbozaban una pícara sonrisa cuando me comí su boquita.
En esa pose agachado a su lado podía sentir la dureza de mi miembro, aprovechando que solamente vestía un short le pasaba mi velluda pierna entre las suyas teniendo su carita entre las manos y alternando besitos en su cara y boquita. De a poco llegué a su entrepierna haciéndole sentir mi rodilla allí, Vero ponía los ojitos en blanco anunciando que sentía lindas sensaciones pero debimos separarnos al sonar el timbre.
Era la madre y ya me estaba fastidiando con sus interrupciones, al pasar su hija estaba sentada ante la mesa con los ojos perdidos en el cómic, nadie diría que recién le estaba comiendo la boquita y apunto de hacerle algo más.
Mi vecina apoyando los codos en la mesa, miraba el cómic como si lograra leerlo de cabeza, intuí que era una postura para exhibirme el trasero y decidí probar hasta dónde llegaría su osadía.
Tocándole el cabello desde atrás pregunté si había cambiado de peinado, no tenía idea del tema pero era un pretexto para apoyarla desde la espalda. Con total disimulo levanté despacito el ruedo de su vestido para comprobar que no vestía ropa interior, la cochina había venido preparada para que se la metan rapidito...
Mientras hablábamos pavadas de tinturas para el pelo, Vero seguía absorta en su lectura pero una tenue sonrisita delataba estar al tanto cuando pelé el sable baboso para ensartar a su mamita. Se la enterré de una arrancándole un suspiro que debió disimular con un carraspeo, su hija alzó la vista pensando que la llamaban volviendo a la posición anterior para dejarnos en precaria soledad, se daba cuenta que la madre necesitaba eso y tal vez presenció ocasiones similares con otros hombres.
Me excitaba la idea de su hijita disimulando distracción mientras bombeaba lentamente la concha de su madre, pensaba que de esa vagina había nacido ella creciendo desde bebita hasta el estado actual donde estaba para chupársela todita.
Tuvo un intenso orgasmo donde se mordía los labios para no demostrarlo y quedé sin acabarle dentro, se la debía...
(continuará)