Mónica 01
Retornando a casa en un transporte público, añoraba juntar el dinero para comprarme un automóvil.
A los 25 no es muy cansador viajar de pié pero ese día tuve que atender 5 service, me dolía todo y encima debía aguantar la hora pico cuando es imposible conseguir un asiento.
Una pasajera viajaba con su hija y percibiendo mi actitud agotada, subió la nena a la falda permitiéndome sentar, me faltaban palabras para agradecerle y entablamos una conversación donde le expliqué que andaba por la calle reparando computadoras y equipos electrónicos. Ella trabajaba en una concesionaria y pensé que podría obtener algún autito a pagar en cuotas, por lo que traté de ser más amable de lo habitual.
Sus ojos se iluminaron al contarle que reparaba PC, la de ella tenía problemas y los técnicos no lograban dejar bien su máquina. Me fastidiaba la idea de tener que trabajar gratis devolviendo un favor pero la sonrisa de la chica terminó por convencerme presentándose como Mónica. Estaba muy buena pero seguro en casa habría un esposo y no podría tener pensamientos lujuriosos.
Al pedirle la dirección, rebuscaba un papel en su cartera y me pasó la nena para sentarla en mis piernas. La chiquita no era pesada pero me ponía nervioso su manera de mover las piernitas, no es que excitase, solamente era una situación embarazosa, mi instinto paterno aun estaba muy lejano.
Sugiriendo que podríamos descender juntos y ver la máquina ya mismo, estaba por negarme pero era la próxima parada y tomando mi maletín dejó implícito que yo debería alzar a su hija. No me agradaba en absoluto la situación, quería llegar a mi departamentito y tirarme en la cama, estaba rendido.
Parecía un estúpido llevando a la criatura en brazos y apretándola como si fuese a caerse, pero caminamos un poco hasta llegar a su vivienda en un tercer piso. Era un departamentito pequeño como el mío, no entendía como un matrimonio podría vivir con esas limitaciones hasta que bajé la nena al piso desparramándome en una silla.
En una mesita estaba la dichosa PC, abriendo el maletín estaba por atender al paciente cuando llegó Mónica, se había quitado la ropa de calle enfundándose en una cómoda camiseta larga, o como se llamen esas prendas que ofician de vestido, se había quitado el soutien y unos lindos pezoncitos se notaban bastante.
Trayendo una botella de gaseosa y tres vasos, contaba que le habían endosado a la sobrinita que no podía vivir con la madre (su hermana). La chiquita se llamaba María logrando entreveer que era producto de un embarazo indeseado.
Este dato hizo que mirase a Moni con otros ojos, cabello castaño y ojos verdes igual que la sobrina solamente que lucía unas piernas muy deseables para dejar volar mi imaginación. Para no estropear una posible aventura me hice el distraído procediendo con el service, tenía uno de los cables con el conector defectuoso y hacía contacto de modo intermitente, una pavada pero yo carecía del repuesto. Además sería un pretexto para volver y tal vez llevarme a Moni a la cama.
Mary estaba paradita a mi lado preguntando cuánto faltaba para usar su jueguito preferido, le dije que debía cambiar un cable IDE pero podría sostenerlo con la mano un ratito para que jugase. Ni corta ni perezosa se trepó a mi falda refregándose los deditos mientras cargaba el game, la tía se reía a carcajadas diciendo que había caído en la trampa de la caprichosa Mary y ahora debería estar sosteniendo el cable por horas.
Apoyando una mano en mi hombro me pasó el vaso con gaseosa que tomé tembloroso, Mónica se mostraba demasiado confiada con un desconocido, podría ser alguien que le saltase encima violándola.
La sobrinita estaba concentrada en un juego de conducción, pensaba que las nenas jugarían con muñecas en lugar de estos games masculinos, la cuestión es que movía el cuerpito acompañando las curvas del vehículo como si estuviese viviendo esa competencia automovilística, entre la mano apoyada en el hombro transmitiendo tibieza y la escuincla que se movía fue despertando mi dormida humanidad. Temiendo que se produjese un desastre solté el cable anunciando que estaba cansado y regresaría a casa.
Tuve que pasar al baño para acomodar el gusano que lucía sospechosamente despierto y de paso lavarme bien la cara.
Prometiendo que mañana traería el repuesto, preguntó por el costo de la reparación y tuve que decirle que nada. La chica muy feliz comentaba que estaban pasando apuros económicos y me agradeció con un beso como si fuésemos antiguos amigos. Al despedirme era natural que el besito se lo dé yo tomándola de la cintura, espero que no se haya percatado del sospechoso bulto que exhibía mi pantalón...
Encaminándome a casa, recordaba las coincidencias ya que mi palacio también estaba en el 3ero, pero cada piso tenía varios palacios de un ambiente como el mío.
Por la época estaba sin novia, la última relación había sido un desastre y no pensaba meterme en algo serio. Tenía una vecina que me tiraba los tejos descaradamente, estaba casada y con dos hijos aprovechando a los mismos para mandarlos a pedirme jueguitos de PC, tenía una nena de 10 llamada Verónica y un nene menor llamado Luis.
Apenas escucharon mi puerta no llegué a quitarme el calzado y estaban tocando timbre, estaba por hacerme el sordo pero yendo a abrir pasó Vero y sin pedir permiso se sentó ante mi PC.
Esta situación la soportaba por conocerlos hace unos años, cuando la nena era más chiquita aparecía con unos minúsculos vestiditos que me hacían reír por la forma en que la madre la vestía. Ahora ya se creía toda una mujercita y caminaba con pasitos sugerentes, la mocosa ni tetitas tenía pero presumía como si fuese mayor.
Le dije que recién llegaba y tomaría una ducha, que usase la máquina cuidando de no romper nada.
El agua tibia cayendo sobre mi cansada humanidad, logró barrer el cansancio y canturreaba al enfundarme el short de andar por casa, al escucharme en la cocina Vero pidió que le trajese una naranjada. La chiquita se sentía como en su propia casa y me convenía para interrogarla acerca de su madre, temía que fuese algo riesgoso ya que el esposo era corpulento y podría ser violento estando enojado.
Pidiendo que salga de mi silla le mostré el nuevo GTA, se entusiasmó sentándose en mi falda y arrebatándome el mouse, su corta pollerita hacía que el contacto de sus piernitas con las mías fuese muy completo, casi me excitaba la situación debiendo recordar que era una nena.
Diciendo que le pasaría el jueguito en un pendrive quería sacármela de encima pero Vero no escuchaba nada metida en el game, la tomaba por la cinturita tratando de que se bajase pero Vero rogaba que la dejase un poquito más. La caradura inclusive pidió que le dé su naranjada en la boca por tener ambas manos ocupadas.
Al menos tocaron el timbre y diciendo que debería ser la madre buscándola, se bajó de mis cansadas piernas.
La mujer era muy apetecible, grandes senos y un trasero para introducirle el gusano por horas, el único problema era que estaba casada...
No sabía si hacerla pasar pero sus ojos indicaban que deseaba eso, ofreciéndole un café se acomodó en mi sillón con las piernas entreabiertas. No era la actitud de una dama, pero las damas también cojen y ésta lucía desatendida en el rubro.
Había traído al hijo y tenía la patota de visita, Luisito se puso a curiosear mi colección de comics antiguos y no me gustaba que maltratase esas ediciones de mucho valor, Vero se estaba por sentar nuevamente ante la PC pero se tiró de panza sobre la alfombra con su hermanito para mirar las revistas.
Los chicos nos daban la espalda mientras la madre relataba lo difícil de su vida, pavadas para dejar entre líneas su necesidad de que le revolviesen los fideos.
Su mano descansaba sobre mi rodilla y temí que pasase algo allí mismo, acercándose pegadita en el sillón, decía en voz baja que antes era todo maravilloso pero ahora los hijos crecían mientras sus propias alegrías disminuían, una frase me dejó helado:
-- mira que linda se está poniendo mi hija, tiene una colita preciosa --
mientras oprimía un poco mi pierna más arriba de la rodilla.
Algo de razón tenía, el vestidito corto de Vero estaba un poco alzado dejando a la vista unas lindas piernas y parte de su bombachita infantil tapando un traserito gordo, lástima que solamente era una nena...
Quise cortar el ambiente algo morboso preguntando por su esposo, trabajaba en la construcción y llegaba muy tarde cansado y pasaba derecho a dormir, preguntó que tal había quedado un espejo gigante que hice instalar y pidiendo verlo quedó evidente que deseaba entrar a mi dormitorio.
Una vez ante el cristal se admiraba y dando pasitos hacia atrás quedó con el trasero apoyado en mi cuerpo, esta vez no me moví para ver hasta dónde llegaba, meneando la cola decía que eso estaba muy bien, tal vez se refería al espejo o tal vez al bulto que sentía apoyándola. No podía quedarme atrás y pasé las manos a sus pechos alabando el tamaño y firmeza.
Me decía en voz queda que era producto del masajeo diario, que sus hijos aún se prendían a la teta aunque no tuviese una gota de leche, para que no la soltase apretó sus manos sobre las mías mientras se giraba para quedarse en la puerta.
Desde allí se podía vigilar a los niños mientras comentaba que la cola no crecía de ese modo, que la hijita ya la tenía tentadora sin que nadie se la apoyase.
A Luisito le dio hambre y me quedé con las ganas de hacerle algo más a la madre, al menos ya estaba definido que algo pasaría... Se lo llevó a su departamento dejándome a la nena caprichosa que deseaba mirar más comics.
Volviendo a sentarme en el sillón, me regodeaba mirando a Vero acostada de panza en la alfombra y doblando las rodillas, antes no había prestado atención a la nena pero realmente tenía un lindo potito y antes de pensarlo me estaba apretando una dureza en el pantalón.
Diciéndole que le prestaba algunas revistas con la condición que las cuidase, no contestaba absorta en alguna historieta. Fui a sentarme en el piso a su lado, un poco más atrás para observarle las piernitas de cerca y acariciando su cabecita le repetí la oferta de llevarse un par de comics.
Esta vez mi mano ya bajaba por su espaldita cuando se incorporó haciendo que accidentalmente mi mano pasase por su trasero, no me podía creer que una menor me excitase pero así era. Cuando se despidió con un besito torcí la cabeza para recibir sus labios en mi boca, claro que por accidente.
No cerré la puerta mientras caminaba hasta su departamento para observar el coqueto meneo de esa colita.
(continuará)
Retornando a casa en un transporte público, añoraba juntar el dinero para comprarme un automóvil.
A los 25 no es muy cansador viajar de pié pero ese día tuve que atender 5 service, me dolía todo y encima debía aguantar la hora pico cuando es imposible conseguir un asiento.
Una pasajera viajaba con su hija y percibiendo mi actitud agotada, subió la nena a la falda permitiéndome sentar, me faltaban palabras para agradecerle y entablamos una conversación donde le expliqué que andaba por la calle reparando computadoras y equipos electrónicos. Ella trabajaba en una concesionaria y pensé que podría obtener algún autito a pagar en cuotas, por lo que traté de ser más amable de lo habitual.
Sus ojos se iluminaron al contarle que reparaba PC, la de ella tenía problemas y los técnicos no lograban dejar bien su máquina. Me fastidiaba la idea de tener que trabajar gratis devolviendo un favor pero la sonrisa de la chica terminó por convencerme presentándose como Mónica. Estaba muy buena pero seguro en casa habría un esposo y no podría tener pensamientos lujuriosos.
Al pedirle la dirección, rebuscaba un papel en su cartera y me pasó la nena para sentarla en mis piernas. La chiquita no era pesada pero me ponía nervioso su manera de mover las piernitas, no es que excitase, solamente era una situación embarazosa, mi instinto paterno aun estaba muy lejano.
Sugiriendo que podríamos descender juntos y ver la máquina ya mismo, estaba por negarme pero era la próxima parada y tomando mi maletín dejó implícito que yo debería alzar a su hija. No me agradaba en absoluto la situación, quería llegar a mi departamentito y tirarme en la cama, estaba rendido.
Parecía un estúpido llevando a la criatura en brazos y apretándola como si fuese a caerse, pero caminamos un poco hasta llegar a su vivienda en un tercer piso. Era un departamentito pequeño como el mío, no entendía como un matrimonio podría vivir con esas limitaciones hasta que bajé la nena al piso desparramándome en una silla.
En una mesita estaba la dichosa PC, abriendo el maletín estaba por atender al paciente cuando llegó Mónica, se había quitado la ropa de calle enfundándose en una cómoda camiseta larga, o como se llamen esas prendas que ofician de vestido, se había quitado el soutien y unos lindos pezoncitos se notaban bastante.
Trayendo una botella de gaseosa y tres vasos, contaba que le habían endosado a la sobrinita que no podía vivir con la madre (su hermana). La chiquita se llamaba María logrando entreveer que era producto de un embarazo indeseado.
Este dato hizo que mirase a Moni con otros ojos, cabello castaño y ojos verdes igual que la sobrina solamente que lucía unas piernas muy deseables para dejar volar mi imaginación. Para no estropear una posible aventura me hice el distraído procediendo con el service, tenía uno de los cables con el conector defectuoso y hacía contacto de modo intermitente, una pavada pero yo carecía del repuesto. Además sería un pretexto para volver y tal vez llevarme a Moni a la cama.
Mary estaba paradita a mi lado preguntando cuánto faltaba para usar su jueguito preferido, le dije que debía cambiar un cable IDE pero podría sostenerlo con la mano un ratito para que jugase. Ni corta ni perezosa se trepó a mi falda refregándose los deditos mientras cargaba el game, la tía se reía a carcajadas diciendo que había caído en la trampa de la caprichosa Mary y ahora debería estar sosteniendo el cable por horas.
Apoyando una mano en mi hombro me pasó el vaso con gaseosa que tomé tembloroso, Mónica se mostraba demasiado confiada con un desconocido, podría ser alguien que le saltase encima violándola.
La sobrinita estaba concentrada en un juego de conducción, pensaba que las nenas jugarían con muñecas en lugar de estos games masculinos, la cuestión es que movía el cuerpito acompañando las curvas del vehículo como si estuviese viviendo esa competencia automovilística, entre la mano apoyada en el hombro transmitiendo tibieza y la escuincla que se movía fue despertando mi dormida humanidad. Temiendo que se produjese un desastre solté el cable anunciando que estaba cansado y regresaría a casa.
Tuve que pasar al baño para acomodar el gusano que lucía sospechosamente despierto y de paso lavarme bien la cara.
Prometiendo que mañana traería el repuesto, preguntó por el costo de la reparación y tuve que decirle que nada. La chica muy feliz comentaba que estaban pasando apuros económicos y me agradeció con un beso como si fuésemos antiguos amigos. Al despedirme era natural que el besito se lo dé yo tomándola de la cintura, espero que no se haya percatado del sospechoso bulto que exhibía mi pantalón...
Encaminándome a casa, recordaba las coincidencias ya que mi palacio también estaba en el 3ero, pero cada piso tenía varios palacios de un ambiente como el mío.
Por la época estaba sin novia, la última relación había sido un desastre y no pensaba meterme en algo serio. Tenía una vecina que me tiraba los tejos descaradamente, estaba casada y con dos hijos aprovechando a los mismos para mandarlos a pedirme jueguitos de PC, tenía una nena de 10 llamada Verónica y un nene menor llamado Luis.
Apenas escucharon mi puerta no llegué a quitarme el calzado y estaban tocando timbre, estaba por hacerme el sordo pero yendo a abrir pasó Vero y sin pedir permiso se sentó ante mi PC.
Esta situación la soportaba por conocerlos hace unos años, cuando la nena era más chiquita aparecía con unos minúsculos vestiditos que me hacían reír por la forma en que la madre la vestía. Ahora ya se creía toda una mujercita y caminaba con pasitos sugerentes, la mocosa ni tetitas tenía pero presumía como si fuese mayor.
Le dije que recién llegaba y tomaría una ducha, que usase la máquina cuidando de no romper nada.
El agua tibia cayendo sobre mi cansada humanidad, logró barrer el cansancio y canturreaba al enfundarme el short de andar por casa, al escucharme en la cocina Vero pidió que le trajese una naranjada. La chiquita se sentía como en su propia casa y me convenía para interrogarla acerca de su madre, temía que fuese algo riesgoso ya que el esposo era corpulento y podría ser violento estando enojado.
Pidiendo que salga de mi silla le mostré el nuevo GTA, se entusiasmó sentándose en mi falda y arrebatándome el mouse, su corta pollerita hacía que el contacto de sus piernitas con las mías fuese muy completo, casi me excitaba la situación debiendo recordar que era una nena.
Diciendo que le pasaría el jueguito en un pendrive quería sacármela de encima pero Vero no escuchaba nada metida en el game, la tomaba por la cinturita tratando de que se bajase pero Vero rogaba que la dejase un poquito más. La caradura inclusive pidió que le dé su naranjada en la boca por tener ambas manos ocupadas.
Al menos tocaron el timbre y diciendo que debería ser la madre buscándola, se bajó de mis cansadas piernas.
La mujer era muy apetecible, grandes senos y un trasero para introducirle el gusano por horas, el único problema era que estaba casada...
No sabía si hacerla pasar pero sus ojos indicaban que deseaba eso, ofreciéndole un café se acomodó en mi sillón con las piernas entreabiertas. No era la actitud de una dama, pero las damas también cojen y ésta lucía desatendida en el rubro.
Había traído al hijo y tenía la patota de visita, Luisito se puso a curiosear mi colección de comics antiguos y no me gustaba que maltratase esas ediciones de mucho valor, Vero se estaba por sentar nuevamente ante la PC pero se tiró de panza sobre la alfombra con su hermanito para mirar las revistas.
Los chicos nos daban la espalda mientras la madre relataba lo difícil de su vida, pavadas para dejar entre líneas su necesidad de que le revolviesen los fideos.
Su mano descansaba sobre mi rodilla y temí que pasase algo allí mismo, acercándose pegadita en el sillón, decía en voz baja que antes era todo maravilloso pero ahora los hijos crecían mientras sus propias alegrías disminuían, una frase me dejó helado:
-- mira que linda se está poniendo mi hija, tiene una colita preciosa --
mientras oprimía un poco mi pierna más arriba de la rodilla.
Algo de razón tenía, el vestidito corto de Vero estaba un poco alzado dejando a la vista unas lindas piernas y parte de su bombachita infantil tapando un traserito gordo, lástima que solamente era una nena...
Quise cortar el ambiente algo morboso preguntando por su esposo, trabajaba en la construcción y llegaba muy tarde cansado y pasaba derecho a dormir, preguntó que tal había quedado un espejo gigante que hice instalar y pidiendo verlo quedó evidente que deseaba entrar a mi dormitorio.
Una vez ante el cristal se admiraba y dando pasitos hacia atrás quedó con el trasero apoyado en mi cuerpo, esta vez no me moví para ver hasta dónde llegaba, meneando la cola decía que eso estaba muy bien, tal vez se refería al espejo o tal vez al bulto que sentía apoyándola. No podía quedarme atrás y pasé las manos a sus pechos alabando el tamaño y firmeza.
Me decía en voz queda que era producto del masajeo diario, que sus hijos aún se prendían a la teta aunque no tuviese una gota de leche, para que no la soltase apretó sus manos sobre las mías mientras se giraba para quedarse en la puerta.
Desde allí se podía vigilar a los niños mientras comentaba que la cola no crecía de ese modo, que la hijita ya la tenía tentadora sin que nadie se la apoyase.
A Luisito le dio hambre y me quedé con las ganas de hacerle algo más a la madre, al menos ya estaba definido que algo pasaría... Se lo llevó a su departamento dejándome a la nena caprichosa que deseaba mirar más comics.
Volviendo a sentarme en el sillón, me regodeaba mirando a Vero acostada de panza en la alfombra y doblando las rodillas, antes no había prestado atención a la nena pero realmente tenía un lindo potito y antes de pensarlo me estaba apretando una dureza en el pantalón.
Diciéndole que le prestaba algunas revistas con la condición que las cuidase, no contestaba absorta en alguna historieta. Fui a sentarme en el piso a su lado, un poco más atrás para observarle las piernitas de cerca y acariciando su cabecita le repetí la oferta de llevarse un par de comics.
Esta vez mi mano ya bajaba por su espaldita cuando se incorporó haciendo que accidentalmente mi mano pasase por su trasero, no me podía creer que una menor me excitase pero así era. Cuando se despidió con un besito torcí la cabeza para recibir sus labios en mi boca, claro que por accidente.
No cerré la puerta mientras caminaba hasta su departamento para observar el coqueto meneo de esa colita.
(continuará)