"molinos" trae tu madre a la fiesta

gantz265

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TRAE TU MADRE A LA FIESTA


Los padres de Ivan siempre habían deseado vivir en un ambiente social selecto. Sin embargo el sueldo del padre, aunque elevado, solo les ha permitido instalarse en un piso de clase media en un buen barrio de la ciudad. No obstante la madre insistió para que, haciendo un gran esfuerzo, Ivan y su hermano pequeño fueran a un colegio prestigioso con chicos de buenas familias. Así, creía su madre, además de recibir una excelente formación, tendrían compañeros que en el futuro les ayudasen a escalar posiciones con más facilidad.


Así fue como llegó Iván a mi colegio y a mi clase cuando teníamos 15 años. La verdad es que era un buen chaval y pronto nos hicimos amigos; se integró bien en el grupo.


Por el contrario, su madre experimentó la indiferencia de las otras madres, cuando acudía a reuniones de padres en el colegio. Esa indiferencia pasó a franca hostilidad debido a que nuestros papas le echaban el ojo con cierto descaro; pues, aunque no es muy guapa de cara, tiene unas tetas hermosas, un culo imponente y unas piernas macizas y bien torneadas.


La opinión de los padres era, lógicamente, compartida por nosotros; y pronto pude escuchar algunos comentarios del tipo:


- ¡Que buena está la madre de Ivan!


- ¡Menudo culo!


La cosa llegó a mayores cuando un día en la clase Ivan interceptó un papel que iba de mano en mano. Era un dibujo de una mujer de formas exuberantes, que estaba follando. Lo había hecho Richard que dibujaba de cine. Lo malo era que debajo estaba escrito:


"La mama de Ivan follando".


No se lo tomó con demasiado fastidio pues había otras tres madres que estaban bastante buenas y también eran objeto de comentarios. Lo que si le empezó a sacar de quicio era que su madre, con tal de hacerse la simpática, se entretenía algunas veces hablando con mis compañeros, sin percatarse de que los cabrones se la comían con los ojos mientras hacían comentarios por lo bajo; mientras el me decía: "¿Pero es tan tonta de que no se da cuenta de cómo le miráis las tetas?"


Pero a pesar de su amabilidad con los chicos, las otras madres seguían haciéndole el vacío. Así transcurrieron las cosas durante casi todo el año. Sin embargo llegado el mes de mayo era costumbre que se hiciera una fiesta a las madres. Se hacía en la casa (sería más exacto decir mansión) de algún alumno, cosa que era aprovechada por los padres para hacer ostentación. Todo se orientaba a agasajar a las madres; los que servíamos y amenizábamos la fiesta éramos los hijos.


En esta ocasión, por cortesía, sus padres fueron invitados. El nos dijo que no pensaban ir; pero entre todos los convencimos para que insistiera. También nosotros cuando la vimos la animamos. Nos gustaba ver a las madres que estaban buenas, bien arregladas; y no queríamos perdernos una noche viendo de cerca a una tía tan maciza. La verdad es que estábamos bastante salidos. Ni que decir tiene que la madre se puso para la ocasión un vestido de noche que realzaba sus encantos. Tanto ella como su padre iban dispuestos a entablar alguna relación amistosa que les abriera por fin aquel cerrado círculo.


Las cosas no fueron como esperaban; los hombres fueron más receptivos respecto al padre y se unió a una conversación, pasando la noche de forma amena. Pero las madres siguieron ignorándola.


Los que no nos olvidamos de ella fuimos nosotros que, dándonos cuenta de lo sola que estaba, nos esmeramos en atenderla, llevándole canapés y bebida, para echar un ojo al generoso escote de su vestido sin tirantes. La madre de Ivan se hacía con nosotros la simpática y, sin ser consciente de ello, se bebía todo lo que le ofrecíamos los muchachos.


Sobretodo Marcos, Borja Javier no dejaban de darle conversación. Me di cuenta que Borja había tomado la dirección de algún plan y hacía señas continuamente para que le trajeran de beber. Evidentemente estaban decididos a divertirse emborrachándola. Iván, que empezaba a inquietarse, me comentó que ella no estaba acostumbrada a beber de esa manera y temía el ridículo que pudiera hacer.


Intentó decirle algo a su padre pero el no me hizo caso, ya que se encontraba a gusto con el grupo de padres que parecían bastante simpáticos. Los compañeros le reclamaron para preparar un pequeño espectáculo para los padres y yo le acompañé. Luego para no molestar, los que no participábamos, nos retiramos. Había pasado cerca de media hora y cuando volví a ver que hacía su madre, ella estaba ya bastante borracha y los tres cabrones ya empezaban a pasarle la mano por los hombros desnudos, los brazos, la cintura y de vez en cuando el culo.


Hablaron y Javier le cogió la copa que tenía y se dirigió a la barra donde yo estaba con otro tomando un cubata. Javier, ya algo bebido, nos sonrió y nos dijo:


Tíos creo que esta noche lo vamos a pasar de puta madre.


Habló con el compañero que servía las bebidas y le prepararon una especie de coctel, con bastante alcohol, mezclando varías bebidas alcohólicas y dulces para disimular el sabor. Javier nos hizo un giño y nos dijo:


Venga tíos, venir que ya no se da cuenta de nada y podemos sobarla a gusto.


Noté que se me ponía dura solo de pensar en tocar a la madre de Ivan y me fui hacía ella. Pero en ese momento, un poco antes de empezar la comedia que iban a representar, Iván quiso ver que pasaba con su madre. Se acercó a mí, y los dos pudimos ver como los chicos la magreaban mientras ella se apoyaba en ellos, pues apenas se tenía en pie. Buscó a su padre de nuevo; no quería dejar la tertulia y le dijo que no sería para tanto, que su madre ya era mayor y que estuviera un poco al tanto.


El, apurado, me dijo que, mientras durara su actuación, estuviera un poco al cuidado de su madre.


Sintiéndome un cabrón le dije que se fuera tranquilo; y en cuanto lo perdí de vista me fui hacia el grupo donde estaba su madre. Había ya cinco tíos a su alrededor que se la estaban comiendo. Como apenas se sostenía eran todo manos. Cuando me incorporé al grupo se iban turnando para ponerse de tras de ella y apoyar la polla en el culo dándose un discreto restregón. Mientras me tocaba mi turno disfruté de la vista de sus hermosas tetas, pues su escote sin tirantes estaba a punto de descubrir los pezones.


Ella creo que se daba algo de cuenta; pues sus hombros, brazos y cintura eran manoseados por nosotros con bastante descaro. Pero bastante tenía con preocuparse de no caerse y seguir sonriendo. Cuando me llegó el turno estaba empalmado y cogiéndola de la cintura apoyé fuerte mi rabo; de tal manera que ella intentó volverse.


Pero todo lo que fuera girar un poco la cabeza la desestabilizaba y tenía que concentrase en mantenerse en pie.


Alguien debió de percatarse del asunto y avisó al marido. Marcos vio que el padre de Iván se acercaba y nos separamos un poco de ella. Nos miró cabreado y la llevó con él. Borja fue a ver que pasaba y los demás fuimos detrás. Escuchamos como, avergonzado ante los otros señores, tuvo que decirle que su mujer estaba muy mal. Los padres dijeron que no se preocupara; que algunas veces pasaba eso y avisaron al dueño de la casa. El señor fue muy amable y le dijo que no hacía falta que se marchara perdiéndose la fiesta, y le ofreció llevar a la madre de Iván a una habitación para que durmiera un rato.


Mientras la acostaban, Borja nos convencía de que si encontrábamos la habitación podríamos hacer con ella lo que quisiéramos. Al final, arriesgándonos a encontrarnos con alguien de la casa, esperamos a que saliera el padre de Iván y el dueño e iniciamos nuestra excursión. Borja nos organizó para que todos a la vez abrieramos puertas. Si metíamos la pata, con decir que buscábamos un W.C. estaba solucionado.


Al final Javier dio con la habitación que estaba en un ala de la segunda planta. Entramos los seis y con la luz de los mecheros nos acercamos a la cama. Estaba profundamente dormida. La habían acostado vestida, echándole una colcha por encima.


Comprobamos que las persianas de la ventana, que daba a un balcón, estaban bajadas y encendimos una lámpara que estaba en la mesita de noche.


Puestos alrededor de la cama la destapamos, la pusimos de lado y comenzamos a abrirle la cremallera del vestido. Apenas reaccionó con un pequeño gruñido sin abrir los ojos.


Tiramos del vestido para sacárselo por las piernas mientras la levantábamos por la cintura para facilitarlo. Ahora manoteó levemente. Cuando se lo sacamos apareció ante nuestros ojos un cuerpo de carnes exuberantes , blancas-rosadas y suaves. Un poco más y las envidiosas dirían que estaba entrada en carnes.


Por encima de todo atraía nuestra atención el volumen de sus senos. Borja se inclinó sobre ella como si fuera a abrazarla; buscó el broche del sostén y con dificultad acertó a desabrocharlo. Ella volvió a gruñir. Nos quedamos un momento callados admirando aquellos globos carnosos que se desparramaban libres.


Luego casi al unísono exclamamos:


¡Joder qué tetas!


Empezamos a manoseárselas y esta vez si que abrió los ojos, pero apenas podía hacer otra cosa y los párpados se le caían.


Después de unos minutos le quitamos las diminutas bragas y dejamos al descubierto su coño escondido bajo una tupida mata de pelo. Marcos y Javier le separaron las piernas y hurgaron en él mostrando su agujero rosado. Ella protestó unas palabras ininteligibles y levantó un poco su cabeza. Nosotros a su alrededor recorríamos con nuestras manos su cuerpo disfrutando la suavidad de su piel y la turgencia de sus carnes.


Ella se volvió a quejar; porque llevados de la excitación cada vez la estrujábamos con más fuerza. Borja empezó a desvestirse y los demás hicimos lo mismo comenzando a masturbarnos.


Se subió a la cama y se colocó entre las piernas de la madre de Iván; torpemente buscó con la punta de su polla la entrada de la vagina. La recorría de arriba abajo hasta que notó que entraba. Ella, que no estaba lubricada, reaccionó ante la molesta penetración intentando empujar a Borja con sus manos. El comenzaba a moverse con ritmo.


Se oían comentarios como: -Mira que tetas, fóllate a esa zorra, es una putita-.


Borja comenzó a sobarle las tetas y chuparle los pezones, mientas que ella suplicaba torpemente; en sus ojos afloraban las lágrimas. En su borrachera era consciente de que estábamos abusando de ella. A pesar de eso sus pechos tenían los pezones duros y erguidos, de alguna manera estaba excitada . El le decía: -Estás buenísima mamá, me pones a 100, voy a disfrutar de ti-.


El siguió sobándola y metiéndosela fuerte; mientras, uno de los chicos que seguía masturbándose descargó todo su semen encima de su cara. Los demás excitados como bestias en celo lo jaleábamos: - Dale fuerte Borja - Él, gimiendo, comenzó a meter y sacar su polla rápidamente de dentro de ella.:-Ahhh , Uhmm ahhhhhhhhhh, toma mamá, estás buenísima . Siguió gimiendo fuertemente a medida que la penetraba y le decía obscenidades, pero no tardo mucho en descargar toda su leche caliente dentro de ella: –Aaaaaaaaaah. Notamos como temblaba encima de ella del gran gusto que sentía hasta que se quedó quieto y se dejó caer a un lado de la cama.


Rápidamente Javier se puso encima de ella y empezó a sobarla todo el cuerpo. Ella suplicaba pero no tenía fuerzas para resistirse. -Es mi turno zorra, yo también quiero follarte-. Le estrujaba las tetas sin cesar mientras decía: -Tienes unas tetas increíbles, estás demasiado buena para ser madre-. Luego le cogió los pezones y tiró de ellos estirándole las tetas todo lo que daban de sí. En ese momento otro le dijo : -Aguántaselas así -; y mientras se pajeaba restregaba la punta del capullo sobre el pecho estirado hasta que se corrió y el chorro de semen se derramó sobre el seno.


Javier le abrió las piernas y, al igual que Borja tardó en acertar a meterla; la penetró violentamente: – Toma puta en tu coño calentito-. Su cara denotaba que sentía un inmenso dolor mientras imploraba: - Por favor, dejarme- Pero él parecía estar disfrutando muchísimo. No tardó demasiado en descargar toda su leche dentro de ella. Se corrió mientras se agarraba fuertemente a sus doloridos pechos. Tanto él, agotado encima de ella, como la madre de Iván parecían dos muñecos de trapo.


Cuando se retiró se acercó Marcos; pensé que también la iba a penetrar en la vagina, pero me equivocaba. Le dio la vuelta dejándola boca a bajo y se estiró encima de ella. Marcos metió por debajo las manos, agarrándole los pechos y estuvo un buen rato estrujándoselos mientras restregaba su polla contra sus nalgas. Luego se incorporó y se entretuvo amasando los dos cachetes de su hermoso culo. Se los separó para buscar el agujero e intentó metérsela pero no era capaz.


Nos miró y gritó: - Ayudadme, joder-. Uno de nosotros le agarró el culo a la mamá de Iván y le separó los cachetes; entonces Marcos con cierta dificultad apoyó su glande en la entrada del agujero y empujó metiéndola un poco: -Tienes un culo increíble mamá, voy a follarte por detrás-. El empujón fue brutal y, aunque estaba desecha, ella intentaba manotear hacia atrás, mientras gemía y lloraba. Marcos empujó de nuevo y la metió hasta los güevos. Las manos de ella se agarraban a las sábanas con desesperación.


El gemía con fuerza a medida que sacaba y metía su polla dentro del culo, cada vez con más facilidad mientras ella era un puro gemido de dolor. Se le notaba que en medio de su falta de fuerzas sentía un daño tremendo; pero Marcos parecía estar disfrutando mucho. Le estrujaba el culo, la pellizcaba y le daba fuertes azotes. Estuvo bombeándola un rato mientras decía: -Qué culo más rico tienes mamá-. Finalmente no aguantó más tiempo y descargó toda su leche dentro.


Ahora me tocaba a mí, estaba excitadísimo, le dí la vuelta y me eché encima. Le sobé los muslos y las tetas con ansia. Luego le mamé y le mordí las tetas mientras se las estrujaba como si quisiera metérmelas enteras en la boca. La bestia que hay en mí afloraba por mis labios : -Ahora me toca a mí follarte. Esto no te pasaría si no estuvieses tan buena-.


Al igual que los otros, después de sobarla un rato, le abrí las piernas y la penetré con gran dureza. Ella movía la cabeza de un lado para otro: - No, no, no-. A pesar de mi inexperiencia no me costó encontrar el camino. Noté que su coño estaba caliente y pringoso. Fue una sensación muy agradable. Empecé a sacar y meter la polla lentamente primero, para ir acelerando a medida que iba sintiendo el gusto en mi polla.


Mientras seguía penetrándola ella movía la cabeza. Otro chico se acercó, se arrodilló en la cama junto a su cara y colocó su polla delante de su boca. Entonces le agarró fuertemente del pelo y dijo: -Voy a darle un calmante para que se esté quieta -. La sujetó y comenzó a metérla y sacarla de su boca cada vez más deprisa mientras le decía: -Sigue así, chúpamela, siiiiiii-.


Yo seguía penetrándola y apretándole las tetas. El chico no aguantó demasiado tiempo, y enseguida descargó toda su leche dentro de su boca. La agarró más fuerte del pelo y le dijo: -Trágate toda la leche puta.- Ella, con los ojos desorbitados de asco, engulló atragantándose, aunque parte del semen le resbalaba por toda la boca y el cuello.


Cuando estaba a punto de correrme otro muchacho me dijo: - Tío date la vuelta y échatela encima.- Entre los dos le dimos la vuelta de manera que ella quedase encima de mi; Cuando conseguí volver a meterla me agarré a su culo y empujé hacía arriba, penetrándola en esta nueva posición. Entonces el otro se acercó por detrás y la agarró de la cintura: -Yo también quiero probar tu culo mamá-. Después de decir esto colocó su erecta polla en la entrada del culo y, ayudado por mí que le separé los cachetes, la penetró con gran violencia.


Los dos le dábamos por delante y por detrás con violencia y rapidez. Mientras empujaba le sobaba los muslos disfrutando de su firmeza y suavidad. El espectáculo de de sus dos melones, bamboleándose y temblando ante mi cara, me tenían loco. Luego mi compañero lo superó, al amasarle las tetas en mis narices. Sentí como mi polla temblaba de placer y se estremecía escupiendo con fuerza un chorro de lefa dentro de su coño.


Seguí disfrutando de sus carnes mientras el otro le daba duro hasta que se corrió. Todo el peso de los dos estaba sobre mí. Pero me sentía a gusto mientras mis manos chocaban con las del colega. Apurábamos nuestra ración de carne suave.


Borja otra vez con la polla dura nos metió prisa para que la dejáramos. La tumbó boca arriba y, colocado sobre su pecho, comenzó a hacerse una cubana con sus tetas. Todos mirábamos aquellas montañas de carne rosada que enterraban totalmente su verga. En silencio nos masturbábamos esperando nuestro turno. A pesar de que Borja se demoraba, ella no se movía ni decía nada.


Entonces oímos voces y risas lejanas; eran señoras. Borja, pese a estar en plena faena, reaccionó con lucidez: -Rápido tíos, al balcón-. Recogimos apresuradamente las ropas y, sin subir demasiado la persiana, salimos cinco al balcón. Borja bajó la persiana, apagó la lámpara de la mesita y se metió debajo de la cama, suplicando que no pasase nada.


La puerta de la habitación se abrió despacio y entraron tres señoras. Cerraron y encendieron la luz. La cama desordenada. El vestido y la ropa interior de la madre de Iván, recogidos de mala manera; y ella desnuda, medio destapada. -Lo sabía chicas. A esta borracha, calienta pollas de adolescentes, se la han tirado-. ---Fijaos como tiene esas tetonas, le ha hecho de todo-. – Vamos a darle la vuelta, seguro que le han dado por el culo-.


Se rieron imaginando cuantos se la habrían tirado; aunque luego se pusieron serias, pues ninguna sabía a ciencia cierta donde habían estado sus maridos durante un buen rato de la noche. Luego una, con gran cinismo, dijo: - Bueno, si ha sido mi marido, por lo menos no se ha gastado dinero con esta puta-. Apagaron la luz y se marcharon.


Rápidamente nos vestimos y salimos de la habitación, vistiéndola también a ella que, entre sueños protestaba: - Dejadme dormir-.


Cuando bajábamos se oían los aplausos que premiaban la actuación de Iván y sus compañeros. Al momento él me encontró y me preguntó por su madre. – No te preocupes. Como estaba un poco bebida tu padre y otros dos señores la subieron a dormir. Debe estar todavía durmiendo-.


Fue a ver su padre y volvió con nosotros. El cabrón de Borja le dijo sonriendo: - ¿Te lo estás pasando bien? Yo es la mejor fiesta que recuerdo-.


La fiesta siguió un par de horas más. Al terminar los muchachos recogíamos un poco mientras nuestros padres se despedían. Entonces vimos aparecer a los padres de Iván. El padre tenía la cara desencajada y buscaba con la mirada a Iván. Intentaba evitar despedirse de los demás, pues el aspecto de su mujer, totalmente despeinada, era lamentable.


Borja, con mucha sangre fría, nos dijo: - Vamos a acercarnos. No creo que nos reconozca; pero tenemos que averiguarlo -. Nos acercamos y ella, agarrada al brazo de su marido, nos miró y esbozó una sonrisa estúpida. Por última vez miramos aquel cuerpo que habíamos disfrutado. El generoso escote dejaba a la vista parte de sus pechos y su cuello, con las evidentes huellas de nuestro disfrute.


El padre nos miró con ira. Volvió la cabeza hacía un numeroso grupo de padres que les miraban, y comentaban seguramente el polvo que le habían echado a su mujer. Nos miró de nuevo y dijo: - Unos cabrones como sus padres-.


No volvió más por el colegio y, terminado el curso, Iván se marchó. Pero nosotros queríamos volver a verla y a tenerla para nosotros.
 

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TRAE TU MADRE A LA FIESTA: (LA PUTA DROGA)

(Continuación de "Trae tu madre a la fiesta")

Después de aquella noche inolvidable Marcos, Javier, Borja y yo no podíamos quitarnos de la cabeza la imagen voluptuosa de la mama de Ivan y cada noche nos pegábamos una buena paja recordando las generosas turgencias de aquella carne suave.



Los padres de Ivan habían vendido el piso y se habían marchado. Aunque preguntamos a los nuevos inquilinos nadie nos pudo dar alguna información.

Creíamos que seguirían en la ciudad aunque en otro barrio. No era plan de ponerse a peinar una ciudad casi 5 millones de habitantes, así que iniciamos el curso sin nuestro amigo Iván y sin la presencia de su madre.



Pero bien sabido es que el mundo es un pañuelo y unos 7 meses después, al acudir un sábado a un centro comercial donde una cantante firmaba sus discos, nos alegramos de ver de nuevo a Iván. Después de las típicas chorradas que se dicen en estos casos fuimos al grano:

Bueno Iván y que tal tus padres. (lo del plural era para quedar bien)

Pues bien, pero no del todo.

¿Qué pasa chaval está alguno enfermo?

No, pero las cosas no van bien en casa.

El chico estaba un poco agobiado y aprovechó para desahogarse; ya que lo que nos podía contar a nosotros, no lo podía hacer con los colegas del Instituto cuyos padres eran amigos o conocidos de los suyos.

Lo que en realidad le preocupaba era su madre. Después del rechazo que había sufrido por parte de nuestras madres, el hecho de no poderse integrar en la clase social deseada, tal como lo había pensado, la hacía sentirse un poco fracasada. Ni el ni nosotros podíamos saber hasta que punto fue consciente de la follada-violación que le dimos en aquella fiesta, y si le pudo afectar.

Lo cierto es que en aquel nuevo barrio donde vivían, de clase media, se había hecho amiga de unas cuantas señoras jóvenes, de su edad, que tenían unos hábitos de vida un tanto escabrosos. Fundamentalmente les gustaba juntarse a menudo para charlar, tomarse unas copas (demasiadas), irse a los bingos o al casino y…..meterse una rayita de coca de vez en cuanto. Como todas eran casadas se suponía que el tema del sexo se quedaba para el lecho conyugal.

Y el caso es que aunque el sueldo de sus maridos era bastante holgado, a veces sobrepasaban el límite de lo razonable y tenían problemas con el dinero. Cosa que jamás sabían los maridos. La madre de Iván, por el contraste experimentado entre la acogida de sus nuevas amigas y el rechazo que había sentido de parte de nuestras madres, además de ser la menos pudiente económicamente, estaba predispuesta a hacer las cosas menos agradables como, por ejemplo, acudir ella al camello que le facilitaba la cocaina.

Ella era la que tenía que pasar el mal trago de acercarse al antro donde aquel tipo chulo y peliteñido de rubio le facilitaba la droga; la que tenía que negociar, pedir disculpas si no podía pagar y suplicar que se le fiara.

Aquel cabrón la miraba con descaro, desnudándola con la vista, imaginando lo que haría con aquella hembra voluptuosa de piel finísima, si algún día el polvo blanco la dejaba en sus manos.

Naturalmente estos pormenores, que nosotros averiguamos después, Iván los ignoraba. Pero las discusiones entre sus padres no dejaban lugar a dudas y, sin ser demasiado explícito, su padre le hacía entender que toleraba aquellas cosas de su madre porque que la quería y por "lo que le había pasado". Era claro que su padre se sentía culpable de lo que le ocurrió a su mujer aquella noche en la fiesta; y a ello achacaba el que la madre de Iván de vez encunado estuviera demasiado "eufórica" o con signos evidentes de haber bebido.

Lógicamente la conversación siguió por los derroteros normales: a que instituto vas y donde vives. Y claro Iván nos lo dijo:

Bueno a ver si venís un día a verme.

Si hombre, claro.

Era mentira, no nos interesaba en absoluto, lo que queríamos era ver cuanto antes a su madre. El solo era un estorbo al que recurrir en caso necesario.

Anochecía y volvimos a casa. Al día siguiente domingo seguramente que por la tarde su madre saldría para pasar la tarde con sus amigas; a las tres y media pasadas estábamos en frente de su casa esperando para verla salir.

La espera duró, pues apareció ya cerca de las cinco, pero mereció la pena. Antes de salir a la calle, alguien la llamó desde el vestíbulo y ella se volvió. En esos minutos que estuvo hablando pudimos recrearnos de nuevo en su cuerpo. Sobretodo porque llevaba una falda demasiado corta para una Señora casada. Eso nos sorprendió pues ella siempre vestía de forma discreta. Seguramente lo hacía por ir de acuerdo con sus nuevas amigas, que en el vestir también eran algo lanzadas.



El caso es que ver aquellas piernas y aquel cuerpo nos alegró considerablemente la entrepierna durante el rato que la fuimos siguiendo hasta llegar a la cafetería donde había quedado con sus amigas. Entramos un momento pero no era el tipo de cafetería donde nosotros pudiéramos pasar desapercibidos y solo tuvimos tiempo de echarle una ojeada más a aquella hembra y darnos cuenta de que las otras señoras tampoco estaban nada mal.

Seguimos acechándola de vez en cuando, recreándonos morbosamente en sus bien puestas carnes, en sus minifaldas. Algún éxito cuando en alguna cafetería o terraza la sorprendíamos en un descuido al sentarse o cruzar las piernas. Algún escote un poco atrevido en alguna ocasión. Todo ello nos mantenía periódicamente pendientes de ella; con una calentura especial que nos proporcionaba el intuir que aquella mujer, que tan fácilmente fue nuestra, volvería a serlo.

En esas estábamos cuando cierto día un amigo de Marcos de otro colegio nos abordó para proponernos un negociete. Se trataba de convertirnos en los "puntos de venta" de droga de nuestro colegio. Eramos ideales para pasar desapercibidos. La perspectiva de un dinerillo nos hizo aceptar con la condición de no hacer clientes sino ser solo distribuidores para gente que acudiera a nosotros.

Normalmente era el amigo de Marcos el que nos facilitaba la mercancía, hasta que un día éste nos indicó que nos entendiéramos directamente con su proveedor, para darle el dinero y recibir la mercancía. Fue así como entramos en contacto con aquel tipo, macarra y chulo con el pelo teñido de rubio, siempre vulgar y displicente.

Al principio no tuvimos problemas con él para cobrar nuestro dinero, pero luego el tio empezó a escatimarnos nuestro dinero, cada vez que tenía algún negociete, o se había gastado la pasta en una juerga con tías, a lo que era muy aficionado. Por otra parte nos disgustaba tener que ir cada 15 días a aquel antro donde casi siempre había alguna putilla yonky, drogatas, negros y moros, que distribuían su mierda en los fondos más bajos, y que también se mosqueaban cuando no les daba su dinero, gente sin papeles, la mayoría de ellos. Aunque tampoco era raro ver a personas de cierto nivel social, como era nuestro caso.

Un sábado cuando salíamos de recoger la mercancía, apenas andados cien metros, casi nos topamos de cara con la madre de Iván. Nos volvimos de lado para que no nos reconociera y decidimos ir detrás de ella para recrear un poco la vista con el sube y baje de aquel culazo tan bien hecho. Pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando la vimos entrar en el antro de donde acabábamos de salir.

Quince días después al volver a por más "susbtancias" preguntamos al rubio si era clienta suya.

-¿Es conocida vuestra?

- Hasta cierto punto, je,je, - reimos los cuatro-.

- Pues ella y sus amiguitas son buenas clientas, pero…

- ¿Qué pasa con ella?

- Pues que cada vez están más enganchadas y no siempre tienen el dinero a punto.

Un mes después la casualidad nos hizo testigos, de cómo las cosas se ponían mal para la Señora. Estábamos Borja y yo esperando, en lo que podríamos llamar su despacho, a que otro tipo llegara con "mercancía", cuando sentimos el taconeo de una mujer. Llamaron a la puerta y apareció ella. Su cara denotaba nerviosismo y, aunque al mirarnos nuestro rostro le resultó conocido, su preocupación la hizo centrarse en la persona del rubio, que nos invitó con un gesto a dejarlos solos.



Borja, listo y cabrón como siempre, no cerró bien la puerta de tal manera que pudimos oir y ver lo que le ocurría a la madre de Iván en el despacho. Mientras se sentaban y el rubio le echaba la mano por encima del hombro, ella le iba hablando y explicando que necesitaba "coca" para ella y sus amigas; que había una fiesta importante y que ella no podía fallarles, pero que no podía pagarle ahora.



Mientras el rubio la escuchaba sonriendo, ponía una mano en su muslo; le hablaba suavemente al oido mientras apretaba y acariciaba el muslo, cada vez más descaradamente. Ella nerviosa se daba cuenta por sus palabras y sus movimientos, que aquel cabrón le prometía ayuda, a la vez que la amenazaba con lo que podría ocurrir si no se le pagaba en un cierto plazo.



El tipo quería tantear hasta que punto podría llegar en el futuro y deslizó su mano por la cara interna del muslo hacia su entrepierna. Los minutos que ella aguantó esa situación, además de darnos un espectáculo cojonudo a nosotros, le dejó claro al rubio que la tendría en sus manos en poco tiempo.



Quizás pasara un mes y medio hasta que otro día, al entrar en el antro, nos encontramos que la puerta del despacho estaba entreabierta y tres muchachos negros esperaban con cara de pocos amigos. La voz femenina nos resultó inmediatamente conocida; dentro la madre de Ivan suplicaba al rubio un tiempo para pagar y a la vez más polvo.

Mientras la señora imploraba el cabrón del rubio se hacía el ofendido:

Estoy hasta los cojones de la gente que quiere pasarlo bien costa de mi dinero.

Pero si al final siempre te he pagado.

No tía no te das cuenta de que cada vez esnifais más y pagais peor.

Los negros cabreados comentaban:

-Este cabrón si que paga cada vez peor.



Llamamos a la puerta y salió el rubio, le reclamamos el dinero que nos debía si quería que le distribuyéramos su mercancía. Posiblemente nos hubiera dado algo de dinero, pero los tres negros se le echaron encima pidiendo a voces lo suyo, que debía ser una cantidad mayor. Como no tenía para todos, nos pidió tranquilidad y se quedó un momento pensativo. Luego miró hacía dentro donde estaba la Señora y se volvió hacia nosotros:

- No tengo la pasta ahora, pero… ¿Os serviría de anticipo echarle un polvo a esa tia?

Los negros y nosotros nos mirábamos. Para nosotros estaba claro; a los negros les hacía falta el dinero, pero como tenían difícil cobrar y la estaban viendo tan buenorra, dijeron que si, pero con la condición de que pudieran hacerle lo que quisieran y sin límite de tiempo. El tipo dijo que la única limitación era que se la follaría el primero.

Volvió a entrar y estuvo otro rato haciéndose de rogar:

- Dos mil euros es mucha pasta y encima quieres que te dé más.

Ella seguía suplicando. Al fin cuando ya la vio desesperada el rubio dio el paso que tanto tiempo había esperado y además no se anduvo con finuras:

Vamos a ver Señora. ¿Sabe usted en que me gusta gastarme el dinero? No conteste. Se lo diré yo: en comer bien y en follarme a putas caras. Voy a ser generoso y a considerarla una de lujo. Me la voy a follar durante un rato. Luego mis…"empleados", a los que no puedo pagar por que usted no me paga, también le pegarán un polvo, y si ellos quedan satisfechos consideraré pagada una parte de la deuda y le daré unos gramos para que usted y sus amigas se metan unas rayas. ¿De acuerdo?

La Madre de Iván miró hacía afuera con angustia al vernos a los siete; luego dirigió una mirada suplicante al rubio, pero ante su gesto duro, ya no tuvo argumentos. Su silencio era su aceptación. Al momento salió del despacho con la cabeza baja delante del rubio:

- Vamos a la habitación del fondo

En contraste con el resto del antro, la habitación era espaciosa, estaba bastante bien y tenía al fondo un cuarto de baño elegante.

- ¿A quien se le da bien hacer fotos? Me gusta tener recuerdos de cuando me follo a ricachas como tú; pero no te preocupes que solo son para mí.

Acto seguido sacó de un mueble una cámara y se la dio a un negro que había levantado la mano.



Se acercó a ella y atrayéndola hacía sí comenzó a comerle la boca mientras le levantaba la falda por detrás y le magreaba el culo.

Según te portes será la cantidad de polvo que te lleves.

Ella entendió e intentó llevarlo de la mejor manera.

Mientras el le quitaba su blusa, ella le desabotonaba el pantalón y le sacaba la polla, masajeándosela.



Poco a poco ella se fue desnudando y desnudándolo a él que era todo manos para tocarla y sobarla por todas partes, dedicando especial atención a sus nalgas y sus abundantes tetonas. Pero también se recreaba en recorrer sus carnosos y bien torneados brazos y sus hermosas piernas. La miraba con avaricia como si temiera que en una hora no le diera tiempo a hacer con ella todo lo que quería.

Mientras la magreaba, se colocó detrás de ella y le cogió los dos enormes pechos y empezó a estrujarlos, mientras le comía el cuello. El negro se afanaba en recoger los mejores planos de aquel magreo brutal. Alternaba los estrujones con momentos en los que sopesaba la dos tetas con sus manos como si nos ofreciera en dos bandejas aquellos hermosos melones de carne. Teníamos ya las pollas a reventar.

Cogiéndola por la cintura la llevó consigo hacía el cuarto de baño. Se metieron dentro y disfrutó del baño que le dio ella refregándolo con sus manos y con su cuerpo. Después de aclararse la espuma el rubio le pidió que le hiciera una cubana y la verdad es que la madre de Iván se la hizo con ganas, haciéndolo gozar y poniéndonos a todos a cien.



Antes de metérsela a fondo la obligó a que le pusiera la polla bien dura a base de chuparsela un buen rato en diversas posturas que le permitían a él y a nosotros disfrutar de aquel cuerpazo de hembra. Sentado a la cabecera de la cama la hizo poner la cabeza entre sus piernas, mamándosela y acariciándole la entrepierna y los cojones con aquellas delicadas manos, mientras el y nosotros contemplábamos todo su cuerpazo echado a lo largo sobre la cama.



Luego la puso de rodillas frente a sí y comenzó a follarle la boca con violencia, sujetándole con las dos manos la cabeza mientras la obligaba a amasarse la tetas con sus manos. Eso nos tenía locos a todos.

Mientras el negro se volvía loco intentando recoger en cada foto el morbo y la sensualidad que el cuerpo de aquella hembra sometida desprendía; nos pajeábamos como locos contemplando como aquellas carnes suaves y rosadas daban placer a aquel cabrón.

Cuando el tipo sintió que tenía la polla a reventar la tiró sobre la cama, y abriéndole las piernas comenzó a penetrarla, bombeándola brutalmente. La tenía cogida por los tobillos y totalmente abierta, dandolé unas embestidas fortísimas que la hacían temblar y gritar. Cuando veía que se ponía en trance de venirse cambiaba de postura para no correrse y buscaba una postura más fotogénica para que salieran buenas fotos.

Ella aguantaba todo lo que se le venía encima colaborando dócilmente a las indicaciones que le hacía el rubio para que salieran fotos bien calientes. De todas maneras aquel cuerpo destilaba lujuria en cualquier posición.

El rubio parecía que se sobreexcitaba al ser fotografiado y eso lo estimulaba para que aún en las posturas menos cómodas se moviera como un poseso. De vez en cuando presa de la excitación le daba algún buen pellizco o muerdo a la madre de Ivan o la ponía en la posición del perrito y la azotaba con saña hasta ponerle bien colorados los glúteos. Entonces ella se quejaba gimiendo y el le daba más fuerte. Si gritaba le metía los dedos en la boca.

Como se volvía calentar , la cambiaba a otra postura y evitaba de nuevo correrse.

A veces ralentizaba el mete y saca para darse un respiro mientras le susurraba al oido:

- Te está gustando zorra. Vamos a tener que repetirlo más veces.

Luego se agarraba a sus tetas se las estrujaba brutalmente y estimulado por esa sensación golosa de amasar aquellos globos mórbidos y sedosos, la volvía a abrir de piernas y la clavaba un rato, que ella se le hacía eterno, haciendo temblar todas sus carnes como si la quisiera descoyuntar.

El tipo había contenido la eyaculación más de una hora y para hacerlo placidamente, sin tener que hacer el mínimo esfuerzo, se tumbó en la cama y la obligó a ponerse en cuclillas. Luego ella se clavó la verga comenzando a subir y bajar le culo mientras él lo contemplaba y se lo amasaba. Así estuvo más de diez minutos hasta que finalmente el rubio se corrió.

La atrajo hacía así y estuvo unos minutos comiéndole la boca y sobándola, mientras descansaba. Luego se levantó se vistió y se despidió de nosotros, recogiendo su cámara:

- Toda vuestra chicos.

Como ya estábamos desnudos y con las pijas a punto de explotar nos tiramos sobreella como fieras. Borja como siempre puso un poco de orden:

- Que cada uno se la folle como quiera y los demás aprovechamos donde se pueda.

Uno de los negros hizo valer su corpulencia y reclamó ser el primero:

- Ponédmela boca abajo, que ha estado mucho rato con la polla del rubio dentro y tiene el coño dilatado; me la voy a calzar por el culo.

La madre de Iván abrió los ojos como platos:

-Eso no, a eso no teneís derecho.

-El rubio nos dijo que si limitaciones, zorra.

La agarramos cada uno por una pierna o un brazo y la obligamos a echarse sobre la cama boca abajo como formando una equis, a pesar de que se retorcía intentando librase. Mientras la sujetábamos el negro se escupia en la mano para lubricar el capullo, que era como la cabeza de una seta, mas ancho que el resto de su pene; sabía que aquella cabezota costaría meterla. Mientras lubricaba nos indicó que le pusieramos bajo el vientre los cojines de la cama para que se le levantara un poco el culo.

La madre de Iván se revolvía como una posesa intentando dificultar la operación; pero ya el negro la preparaba intentando meterle el dedo por el apretado agujero. El otro negro también se humedeció con saliva los dedos y metiendo una mano por debajo comenzó a frotarle el chocho para que se distendiera un poco.

Estuvieron diez minutos trabajándola; luego el negro se colocó y apoyó su glande en el pequeño orificio y comenzó a empujar. Ella seguía apretando cuanto podía su culo y gritaba desesperada:

- No quiero, negro asqueroso, noooo.

El muchacho seguía empujando intentando ayudarse con las manos para obligarla a abrir:

Vamos cabrona ablándate que si no va a ser peor.

Al final consiguió vencer la resistencia y aquel capullote traspasó el esfínter provocando un grito de dolor de la mamá. Movía con desesperación su cabeza y mordía la cama mientras lloraba con desesperación. Era lógico; aquella seta de carne estaba rompiéndola sin contemplaciones. Tan pronto como el negro hizo tope con los cojones en sus tibias y sedosas posaderas, comenzó a bombearla con tal furor a que enseguida comenzaron a caer sobre la espalada de la mujer, las gotas del sudor de aquel semental, que se agitaba preso de una enorme excitación.

A ratos la sujetaba fuertemente por la cadera y otros se apoyaba con las dos manos sobre sus glúteos amasándolos con rabia.

Los gritos de ella fueron acallándose conforme su ano se adaptaba, pero sus ojos seguían destilando lágrimas.

Cuando el tipo notó que ya se venía, se recostó sobre ella y, metiendo sus manos bajo su cuerpo, buscó sus abundantes pechos y los estrujó mientras descargaba toda su leche en los intestinos de la hembra.

El otro negro también quería cogérsela por el culo pero antes la hizo ponerse de rodillas sobre la cama y hacerle una buena mamada. Decía el cabrón que así se le lubricaba bien la polla y mientras se le estrechaba un poco el culito. Ella sintió un asco indescriptible al tener ante sus ojos aquella verga negra; los cerró y comenzó a chupar conteniendo las ganas de vomitar. El tipo disfrutó follándole la boca.

Borja como siempre no dejó escapar ocasión y, mientras la mamá tragaba polla, él por detrás se agarró a sus tetonas y las disfrutó a placer.

Cuando el negro ya estuvo bien lubricado la puso a cuatro patas y se la metió por el culo. Dos de nosotros la sujetábamos por las muñecas, con los brazos en cruz, para que no diera problemas. Mientras el negro la bombeaba, Marcos y Javier se agacharon:

-Joder tío ¡Qué espectáculo!

Lo que los colegas contemplaban era fabuloso bamboleo de aquellas tetonas. Uno tras otros nos ibamos poniendo delante de ella para ver su cara congestionada por una mezcla de sensaciones y aquellos globos portentosos que iban, venían y chocaban entre sí.

Cuando el negro acabó dentro de ella se desplomó sobre su espalda y estuvo unos minutos mordisqueándola y sobándola. Luego se vistió y se marchó con el otro negro.

Como los cuatro estábamos a reventar decidimos dejar las penetraciones para una segunda ronda y disfrutar de aquel cuerpo antes de descargar. Así que nos sentamos los tres al borde de la cama y la hicimos que se pusiera de rodillas delante de nosotros para que nos fuera ordeñando habase de chupárnosla y hacernos una buena cubana a cada una. Ambas cosas eran una locura. Con sus delicadas manos nos fue pajeando uno a uno mientras nos chupaba el capullo, a la vez que masajeaba los huevos; luego se agarraba las tetas y nos enterraba la pija entre aquellas montañas de carne aterciopelada; acompasando las presiones que hacía con sus manos, para volvernos locos de placer.

Así cada uno de nosotros fue descargando su leche sobre aquellas carnosas turgencias.

Luego nos tumbamos los cuatro boca arriba en el suelo o en la cama y la obligamos a que nos fuera calentando sin hacer nosotros el mínimo esfuerzo.

Queríamos reservarnos para darle buenas metidas cuando la tuviéramos bien dura. Nos la tenía que levantar a base de mamada o cubana. Cuando ya estaba algo tiesa se tenía que clavar sobre nuestra polla y follarnos ella en cuclillas, subiendo y bajando. Así con el espectáculo que nos daba y el calor de su coño, nos íbamos poniendo a tomo.

Mientras subía y bajaba la jaleábamos:

¡Qué culazo tienes, mamá!

¡Venga! ¡Tócate las tetas!



Estuvo así un buen rato clavándose sobre nuestras vergas, hasta que nos puso otra vez como toros.

Estábamos tan ciegos que nos la cogimos de dos en dos. Estaba agotada y no oponía resistencia mientras sentía como le entraban dos buenas estacas hasta dentro. Yo, que la penetraba por la concha, la noté un poco húmeda y eso me hizo el mete-saca más placentero.

Enseguida nos acompasamos Borja y yo de tal manera que le dábamos las embestidas de forma consecutiva haciéndole temblar todas las carnes sin descanso.

Como estaba callada comenzamos a mordisquearla y pellizcarla, sobretodo los muslos y las tetas.

¡Grita puta!

¡Gime Zorra!

Y ella chillaba y nos suplicaba:

- ¡Basta! ¡por favor!

Le dimos una autentica paliza entre los dos hasta corrernos. La verdad es que quedamos agotados. Pero ella no tuvo tregua, Marcos y Javier se acomodaron y ocuparon sus agujeros dándole otra ración doble de polla. Ahí la notamos excitada y sus gemidos contenidos no dejaban lugar a dudas; agotada y sin resistencia, se abandonaba a sus sensaciones que por primera vez en varias horas eran placenteras.

Sobretodo Marcos estaba como loco viéndola gozar:

¿te gusta, eh, mamá?

Nos echabas de menos desde aquella noche ¿verdad?

Poco después ella comenzó a venirse exteriorizando sin quererlo el intenso placer de su orgasmo:

-AAAAHHHGGGGG.

Javier sintió como un calor húmedo precipitaba el que su pene comenzase a temblar y a derramar sus jugos, mezclándose con los de la mamá de Iván. Marcos también se benefició, al sentir las contracciones anales de aquella hembra que se estremecía, y la regó generosamente por dentro.

La dejamos que descansara, mientras nos reponíamos para otro ataque más salvaje aún. Pero entonces entro el rubio diciendo que nos largáramos que quería darle otro repaso él. Y así la vimos como, sentada en un rincón, esperaba que hiciera con ella lo que quisiera.



Sabía que había empezado a pagar con su cuerpo. Cada fiesta con sus amigas, estaría precedida del festín que su carne daría a los desgraciados de turno que se acercaran ocasionalmente al antro del rubio.
 
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