"Molinos" Las Mamás del colegio (1, 2, 3, 4)

gantz265

Pajillero
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LAS MAMAS DEL COLEGIO (01)

LA SEÑORA MERY



Ninguna de las innumerables personas que cada día transitaban por las aceras de aquella calle - casi era una avenida que discurria por dos de los más escogidos barrios de la ciudad - podia imaginar la indignidad y miseria humana que se escondia destrás de las paredes y fachada de aquel edificio formidable de estilo de principios del siglo XX , una bonita arquitectura a base de ladrillo.


El edificio en cuestión , cuatro alas en torno a un patio central, estaba acompañado de otros dos edificios enormes y de numerosos campos de deporte y una piscina, dotación difícil de encontrar en los mejores colegios de élite. Y sin embargo no eran muchachos de acomodadas familias quienes allí se educaban sino huérfanos a los que antes de cumplir los 10 años la vida les arrebato a sus padres. Estos padres pertenecían a un cuerpo militar y, puesto que las pensiones de las viudas eran exiguas , ese cuerpo había fundado esta institución para amparar a los huérfanos.


Sin embargo en la época en que yo estuve en él dejaba mucho que desear y se nos trataba más como si fuese un correccional , aunque la mayor parte de los muchachos éramos nobles y solo esperabamos un poco de afecto. En aquella maldita espiral de sufrimientos y humillación había alguien que sufría más que nosotros: las madres que de una u otra forma entraban en relación con el colegio; bien porque trabajaban en el comedor, costurero o limpiando , bien porque acudían al centro a visitar a sus hijos o por algo relacionado con ellos, generalmente por algún asunto disciplinario.





Por un asunto de ese tipo acudió a la capital aquella señora que a mis 14 años despertaba en mí unas tremendas sensaciones. Era sábado y yo había salido del colegio para pasar el día con mi madre, mi madre había buscado trabajo en la capital para poder estar cerca de mí, y residía en una especie de pensión o residencia habilitada para familias de militares ya que no tenía dinero para poder comprarse un piso, en el comedor de esa residencia es donde conocía a la señora Mery , un lujo de mujer que destilaba esencia de hembra en cada una de sus voluptuosas formas.





La señora Mery era rubia y desplegaba su abundante cabellera sostenida por sabe Dios que cantidad de laca como si fuese una leona. Era el marco perfecto para aquellos ojazos verde esmeralda , aquellos labios, rojos, carnosos, delicados, escuetos como boquita de piñón y aquella nariz ligeramente respingona , aristocratica.


La arquitectura de sus 1,70 era pura voluptuosidad y morbo, hermosos senos , casi excesivos y unas piernas que nacían de unas exuberantes caderas , espléndidas nalgas que se adelgazaban armoniosamente para terminar en unos finísimos tobillos . Sus manos blancas como su delicada piel, de largos dedos y uñas largas muy cuidadas.


Creo que es la mujer a cuya imagen abré dedicado más pajas, en aquellos largos años de internado y aún después.


Ese cuerpo se hacía evidente por la forma en que vestía: elegante, lejos del recato y tambíen del mal gusto. Era una mezcla de insinuación y coquetería natural, no rebuscada.


Por que pese a lo que muchos hombres pudieran pensar ( creo que todos lo que la veían) aquella real hembra de 35 años desde el fallecimiento de su marido no había querido ni buscado otro hombre, se había acostumbrado a la cómoda vida de viuda de provincias, que con su pequeña pensión y algunos ingresos que obtenía trabajando en una tienda de modas de una amiga, tenía para vivir desahogadamente con su pequeña hija, darse algún caprichito y salir de vez en cuando con sus amigas. A sus dos mellizos de 15 años se los mantenían en el colegio y solo tenía que gastar algo en los tres meses de vacaciones que pasaban con ella.





Pero las cosas parecían ponerse mal para ella y así se lo contaba a mi madre aquel sábado comiendo en la residencia:


Ay Maite , con lo tranquila que yo estaba y cómo se me va a complicar la vida por estos dos hijos míos. Con lo bien que estaba todo así.


Y la verdad es que como luego le fue contando a mi madre se le complicaron bastante las cosas.


- No te preocupes Mery - le dijo mi madre- ya verás como el director al final no los expulsa.


Esa era la cuestión Rafa y Manolo iban a ser expulsados del colegio





. Aquellos dos hermanos un curso mayores que yo eran dos tipos de cuidado, creo que en seis años que llevábamos en el colegio, no había un sábado o domingo que hubiera estado castigado en el estudio que no los hubiera visto a ellos. Broncas con los demás, abuso a los pequeños y ahora parece que la cosa era de pornografía y drogas, en la España de 1974 y en un colegio de hijos de militar. Don José el director , hombre recto y católico, estaba dispuesto a eliminar las manzanas podridas, según le habían dicho a ella al escribirle y citarla. La verdad es que D. José al final sentía lástima de las pobres madres y lo que quería es que los muchachos al ver la situación cogieran miedo y cambiaran su conducta, pero no pensaba expulsarlos de verdad. Aunque eso la pobre señora Mery no lo sabía.


Los que si lo sabían eran D. Manuel y D. Eladio, secretarios del colegio , que tenían el cargo por recomendación a pesar de ser dos inútiles cerca de la jubilación que solo pensaban en sus vinos, sus cafelitos, su quiniela y pajearse o irse de putas cuando de tarde en tarde lograban esconder algún dinero a sus esposas. Eran el arquetipo del viejo verde. La quiniela les unía a Rogelio (Roge), un alumno mayor del colegio que tenía una pierna raquítica y paralizada, por lo que estaba empezando a hacer la sustitución en la centralita telefónica del colegio los fines de semana, para luego quedarse fijo. Roge estaba muy salido , siempre llevaba una revista porno en su carpeta y presumia con razón de tener una polla inmensa . Si les tocara la quiniela estaría siempre follando con putas, les decía a D. Manuel y Eladio. Estos dos desgraciados eran muy delgados, pero sus vergas cuando se conseguian excitar pasmaban, sobre todo la de D.Eladio, gorda ,con una cabeza exagerada . Cuando iba de putas ( 2 veces al año) le gustaba hacerles daño y elegía a las que no podían negarse a nada.





Ese sábado después de comer Mery se acercó al colegio para hablar con el director, no lo conocía ya que desde que metió en el colegio a los hijos no había venido nunca a la capital, pues lo chicos iban de vacaciones en el tren acompañados por un alumno mayor de su misma ciudad.


Al llegar a la portería le dijeron que preguntara en secretaría si aquella tarde vendría el director. Cuando vio aquel pedazo de mujer a D. Eladio se le saltaban los ojos; si dejar de mirar sus pechos le dijo a Mery que el director llamaría a las cinco y se le indicaría su presencia. Y así lo hacía D. José, si no había asunto se quedaba en casa . Como eran las cuatro preguntó si podía llamar por teléfono y se le indicó la centralita. Con una erección descomunal Roge le indicó un telefono para su conferencia y sin apartar su vista del culo de esa hembra intentaba meter la clavija en el sitio adecuado.


La Señora Mery desahogó su tensión contándole a su hermana la situación, insistiendo en el problema económico que se le vendría si tenía que llevar a casa a los dos mellizos. Roge que no dejaba de tocarse el bulto mientras la desnudaba con la imaginación, tuvo una diabólica iluminación o le vino a la mente algo que había leido en alguna novela erótica: Tal vez aquella mujer estuviera dispuesta a cualquier cosa con tal de no ver su apacible vida complicada.


Sonriendo babosamente se levantó , arrastrando su raquitica pierna y sus 99 kilos, se acercó a Ella y le dijo: -siga hablando tranquilamente señora que esta conferencia la paga dirección, yo voy un momento a portería.


Ayudándose de su muleta subió las escaleras hasta secretaria y les soltó a los secretarios : - Tios , creo que a esa tía nos la podíamos tirar si nos lo montamos bien.


Que cabrón, ya me ha dicho Eladio como esta esa yegua – sonrio D. Manuel- pero no nos ha tocado todavía la quiniela.


Vamos a ver – continuo Roge- dentro de 10 minutos llama D. José y Eladio le dice que no hay nada , se despiden hasta el lunes, y en ese momento tu Manuel eres el nuevo director. Le decimos a esa tia que el director viene y a las cinco y media la recibes en el despacho de dirección .


Claro - dijo D.Eladio- y nosotros que sabemos que no los van a expulsar le hacemos creer que depende de nostros.


Exacto tios -dijo con ansiedad Roge- si os espabiláis tendremos la mas dócil puta sin habernos tocado la quiniela.





Roge volvió a la centralita y al acercarse a la señora Mery, esta no pudo dejar de notar la evidencia del terrible bulto que aquel muchachote tenía entre las piernas y eso la hizo ponerse nerviosa y sofocada.


Espere un ratito señora que ahora viene D. José y la recibe.


A los veinte minutos sono el telefono y Roge le indicó que subiera a dirección.


D. Eladio llamaba a porteria : - Bueno Luis hasta el lunes, ya dejamos nosotros todo cerrado y en orden no hace falta que subas.


Pase Señora, D.José la espera.


Cuando D. Manuel la vio entendió que con cerrar los ojos y recordar lo que iban a hacer a aquella hembra tendría erecciones cojonudas para follarse a su vieja mujer los proximos 20 años; dependía de su habilidad y la de Eladio.


Empezó poniendo el asunto tan mal que a Mery se le saltaron las lágrímas y aquí entró Eladio pintando la dramática situación de la mujer para ablandar al supuesto director , consiguiendo el efecto de acongojar más a Mery.


Y entonces vino la frase fatal que denotaba su desesperación : - Por favor D. José es que no hay nada que esta pobre madre pueda hacer, no ve que se me viene el cielo abajo.


- Vamos a ver señora- dijo Eladio - D. José tiene una linea de actuación de muchos años que ahora quedaría rota , yo mismo en la reunion del consejo escolar tendría que apoyarlo fuertemente, pero para eso tendríamos que tener una compensación.


No se como podría compensarles - sollozaba Mery - pero si puedo hacer algo diganmelo.


Mira Bonita - Mery quedó atónita ante las palabras de D.Eladio- tu sabes que las mujeres perdis las ganas de follar antes que los hombres, mi mujer y la de D. José ya no tienen ganas casi nunca , pero nosotros si. Esa es la única compensación que nos puede interesar , hacerte nuestra este fin de semana.


La señora Mery agachó la cabeza y dijo: - Hagan conmigo lo que quieran.


D. Manuel dejó de ser el recto director y mostró su veradera naturaleza:


- Que puta eres, seguro que allí sin tus niños te lo montas bien y te llevas a la cama buenos maromos por eso no quieres que que te los mandemos para allá.


D.Eladio empezó a dirigir la función y la Señora Mery ejecutó dócilmente todas sus indicaciones, mientras oía las groserías que tanto uno como el otro le decían, conforme la voluptuosa y espectacular anatomia de aquella hembra aparecía ante sus ojos.


Después de quitarse su abrigo comenzó a desabrocharse la blusa mostrando sus blancas carnes , sus tremendos pechos que que parecía que iban a rebentar el sujetador, y aquellos brazos torneados que tenía fuera de si a aquellos dos degenerados.


- Ahora la falda, zorra. Y Mery la desabrochó deslizándola hacia abajo y sacándola por debajo de sus zapatos. Cuando se agachó la vista de sus senos apretados en el sujetador hizo gruñiar aquellas fieras excitadas por la vista de sus nalgas y sus muslazos . Ver aquellas piernotas enfundadas en delicadas medias que Mery sujetaba con un ligero, y realzadas por la forma que adquirían al calzar tacones de 10 cms., era el más potente afrodisiaco .


- Ahora date un paseo, potra , que queremos ver esas carnes en movimiento. Y Mery comenzo a andar por el despacho. Al girarse en su particular desfile reparó por primera vez en aquellas dos piltrafas que sentados en sus butacas se la comían con los ojos. Estaban desnudos con solo los calcetines , flacuchos, blancos pero con las vergas a reventar, la de D, Manuel normal la de D. Eladio desproporcionada para lo canijo que era, con una tremanda cabezota morada. Mery temblaba, no era una hembra lujuriosa, había cumplido bien con su marido, pero en los 7 años que llevaba viuda no había sentido la comezón de la carne. Aquellas tremendas pollas le daban miedo.


- Quitate el sostén y las bragas, puta . Mery se lo quitó, tapándose los senos con las manos en un gesto de pudor instintivo, para luego bajarlas dejando ver aquellos rosados pezones apuntados. – Que pedazo de tetas Eladio, que cena nos vamos a dar. Las manos se movían frenéticas sobre las vergas. – Vamos a ver ese chochito . Y calléndosele los lagrimones Mery dejó a la vista de aquellos salidos aquel frondoso bosque de pelo. Eladio agitado: - Ahora date otra vuelta pero andando muy deprisa, que se te agiten bien las nalgas. Y aquellas carnes comenzaron a moverse con una voluptuosidad que provocaba el delirio.


- mira la cabrona , seguro que que todos los día le abres las piernas a alguno y duermes calentita,


- Manolo esta es de las que se dan buenos restregones en el baile , vamos a calentarla.


Y los dos se avalazaron hacía ella. D. Eladio por delante y D. Manuel por detrás .


Eladio buscó su hermosa boca mordiendo, chupando aquellos labios , metiendole la lengua , mientras ella lo que percibía es una sensación desagradable acompañada del picor que le producía aquel bigotillo ridículo. La manos de D. Eladio amasaban, apretaban con furia sus nalgas y sus muslos . D. Manuel se afanaba intentando encerrar en sus huesudas manos aquellos turgentes senos, pero no daba abasto , se desbordaban y el apretaba lastimando a la pobre Señora Mary que ahogada solo decía: Por favor, ya basta. Los dos restregaban sus vergas contra los muslos y nalgas, sintiendo la caricia de aquella piel suave. La besuqueaban y mordían mientras se afanaban en el magreo, aquella tensión lasciva las hacía sudar.


Vamos al sofá Manolo. Y aquel sofá en el que tantas veces habíamos aguantado acojonados las reprimendas del director , se convirtió en el potro de tortura para la Sra Mery.


Nos la repartiremos como buenos hermanos. Y se sentaron uno a cada lado.


Vamos a ver que se esconde entre esos pelos, golfa. Los dedos amarillentos de aquellos dos sátiros exploraron lo más íntimo de la viuda descubriendo aquellos plieges carnosos , rosados casi vírgenes. Los dedos se movían torpemente para luego introducirse , los dos iniciaron un frenético mete-saca de dos dedos juntos, que hizo gritar a Mery : No me hagan eso por favor.


Pero ellos seguían, mientras uno le metía los dedos el otro se recreaba en el muslo que le correspondía , apretándolo con fuerza en su cara interna.


Cuando se cansaron de tocarle el coño dirigieron su furia a las tetas. – Ahora cariño nos vas a coger con esa manitas nuestras pollas y nos las vas a pajear con delicadeza. Y los dos creyeron volverse locos cuando aquellas manos finas, alargadas se cerraron sobre sus pijas, no era una paja era una caricia suave, de lo contrario se hubieran corrido al minuto. La brusquedad en el trato que ellos daban a los pechos era directamente proporcional . Los estrujaban , los mordían , los pellizcaban y de vez en cuando, poniendo la palma de la mano debajo, los sopesaban y sonriéndose le decían :


- Luego te llevamos a Cuba, reina.


Disfrutaron un buen rato de aquellos hermosos y abundantes senos.





Manolo ya veras como va a resultar una buena mamona, ponte de rodillas y bésame los huevos viudita. Ella se postró y comenzó a besárselos sintiendo que le daba un vuelco el estómago. D. Eladio estaba loco mirando aquella boquita roja, carnosa . Si hubiera sabido que nunca su difunto marido le había pedido tal cosa a Mery le hubiera dado un infarto. Siguiendo las ordenes que le daba el sátiro le cogio la polla con su delicada mano y comenzó a chupar, como si de un chupa-chups se tratara, aquella cabezota morada que a duras penas le cabía en su boca , luego el cogio su cabeza y comenzó a follarle la boca hasta que sus labios tocaban sus pelotas, mientras ella casi se ahogaba y se esforzaba en masajearle la polla y los huevos. D, Manuel colocado detrás seguía magreando sus tetas. Después de un rato , para no correrse pronto, intercambiaron las posiciones. Eladio repartía sus atenciones entre las tetas y su conchita. Poco a poco la mamá se iba calentado a pesar del dolor que sentía en sus pechos y la humillación que sufría.


D. Manuel no se contenía ya :- Eladio vamos a clavársela que está deseándolo la putona esta. – Sí, te vamos a preñar, pero no te preocupes que le hacemos sitio en el colegio al niño. Pusieron los tres cojines del sofá sobre la alfombra del despacho, Manuel se sentó en el suelo y puso sobre si su cabeza ligeramente levantada para que pudiera ver lo que le hacia Eladio, mientras la tocaba la cara los hombros y las tetas con fruición. Mery , totalmente espatarrada, con los ojos abiertos como platos observaba la descomunal tranca que la iba a penetrar. Eladio apoyó la cabeza de su pijota en su coño y empujó. La viuda sintió dolor, eran muchos años sin haber recibido verga, meneaba su cabellera rubia con desesperación, pero el viejo la seguía clavando hasta


los huevos, se recreó mirando aquellos ojazos verdes espantados, aquella boca abierta y comenzó a bombear, los jugos de la mama y su liquido preseminal facilitaron el camino y la penetración se hizo furiosa. –Noooo, gritaba en un espasmo de placer la viuda, aquel tremendo orgasmo delataba que había perdido cualquier tipo de control, y ella desearía que no fuera así. – Dale Eladio que la vas a volver loca. Eladio le daba con fuerza excitado por el temblor de sus carnes en cada arremetida. Se aferró a sus tetas gruñendo como una bestia cuando sintió que se venía llenándola con su leche.


Se dejó caer sobre ella , la beso en la boca y un poco después se echo a un lado y dijo: A ver como te portas Manolo. D.Manuel se colocó, la clavó y la bombeó a placer. La mamá les dio la satisfacción de tener otro orgasmo, aquella hembra aullando y retorciéndose de gusto.





Estaban agotados aquellos viejos sátiros, la sesión superaba en mucho el tiempo y las sensaciones que un rato con una puta les había proporcionado, de hecho no tenía nada que ver. La miraban satisfechos , ella quería creer que tal vez eso y el cansancio los haría dejarla marchar. El sopor en que quedó se rompió con los golpes que sintió en la puerta de la secretaría. Eladio miró y tras el cristal traslucido adivinó la muleta de Roge. Iba a decirles que les traía unos bocadillos y unas botellitas de cerveza, pero la vista de aquella hembra tirada en el suelo lo hizo salir de sí. Si dejar de mirarla se quitó el Jersey y la camisa. Desde el suelo ella veía una mole cuadrada, bastante peluda, con unos tremendos brazos, fruto del continuo esfuerzo con las muletas. Roge se sentó en el sofá y consciente de que los otros le dejaban el campo libre comenzó a disfrutar de la mamá. Le ordenó que lo desvistiera, sabiendo que cuando le quitara su calzoncillo quedaría aterrorizada, su polla superaba en presencia y vitalidad a la de D. Eladio.





Sentada a su lado le cogió la polla y se la acarició mientras el magreaba a la viuda, la mordía, la pellizcaba , la mamaba las tetas, disfrutando de ese espléndido cuerpo. Ella miraba su tremenda garrota casi más gorda que su raquítica pierna.


Luego la tumbo en los cojines y la alfombra para hacer realidad una de su fantasías: follar una buenas tetas. A pesar del grosor de la verga , los senos abrazaron con holgura aquella bestia, sujetados por aquellas finas y cuidadas manos. La caricia de la suave piel, el volumen de los senos y aquellos dedos largos, era algo que nunca aquel muchachote de 17 años hubiera pensado disfrutar salvo en sus sueños. Comenzó a moverse disfrutando de la situación. Aquella cabellera, aquella carita y las caras de satiros de los dos viejos. – Lo único que le falta a esta yegua es tener leche en las tetas, a ver si la preño y al año que viene nos la da.


Mery se sobresaltó, no había sentido ese miedo a quedar embarazada al ser follada por los viejos, pero ese peligro se le hizo patente ante las embestidas de Roge, que había puesto a trabajar a sus compañeros en la entrepierna de Mery, - calentármela bien mamones. Lo hicieron tan bien que volvieron a sentir el aullido de la viuda en su nuevo orgasmo. Roge decidió clavarla , le miró el culo y se percató de que por ahí no habían entrado, pero prefirió dejarlo para más tarde cuando su verga necesitara más estímulo (así pensaba él que todavía no conocía su capacidad de recuperación, lo iba a descubrir pronto). La puso a cuatro patas indicando que se la chupara a los otros y comenzó a metersela. El chocho de la mamá aunque lubricado aún sufría por la dilatación que le producía encajar aquella polla tan gruesa, ella gemía y suplicaba que despacio, pero Roge aferrado a sus nalgas la bombeaba vertiginosamente, a ratos se inclinaba y estrujaba sus tetas apartando las manos de los dos viejos que entretenían con ellas mientras se la mamaba. Al fin apoyando su cara sobre su espalda y abriendo la boca como un idiota, pego un berrido y se corrió, acallando el gemido de la viuda que había alcanzado su enésimo orgasmo. – Nos vas a poner la polla perdida, so zorra, de tanto correrte, le grito D. Eladio.





Decidieron darse un respiro para recuperar fuerzas, los viejos sabían que tenían que reservarse. Comieron los bocadillos que trajo Roge y tomaron sus cervecitas, mientras obligaron a Mery a pasearse contoneándose , masturbarse y tocarse las tetas, hasta pasado un rato después de comer. Entonces Roge decidió que era el momento de cogérsela por el culo. Inició el calentamiento echándola bocabajo en el suelo, se tiró sobre ella y comenzó a restregar su polla contra sus nalgas , mientras amasaba sus senos. Luego el se tumbó boca arriba y ella de rodillas entre sus piernas comenzó a chupársela sintiendo las manos de los dos secretarios que recorrían sus nalgas y el interior de sus muslos, sin olvidarse de sus pechos. Cada poco el cabrón de Roge les hacía una seña para que la pellizcaran o le dieran un apretón y ella se quejara con la boca llena de verga.


Cuando sintió bien dura su tranca la hizo cambiar de postura en plan 69 para lamerla el coño y el agujero del culo explorandoló con sus dedos. Cuando hubo lubricado su agujerito con los jugos de su chocha ordenó a los otros que la pusieran en cunclillas de cara a él, apoyando su culo sobre la punta de la verga y sujetándola uno de cada lado para ayudarla a subir y bajar.





Desde el suelo con la cabeza apoyada en los cogines le dijo a la viuda que se dejara caer el culo sobre el , cuando el glande comenzó a entrar Mery quiso alzarse pero la sujetaron los viejos, Roge movió la pelvis y entro un poco más. Mery aullaba con desesperación, aquello la rompía, la quemaba. Cuando la tuvo toda dentro sintió como Roge empujaba para arriba y los viejos agarrándola de los brazos la hacián subir y bajar . Disfrutaban viendo como su carnes, sus tetas, su nalgas rebotaban, temblaban , a la vez que la boquita carnosa se abría y gemía de dolor. La corrida abrasó sus entrañas y Roge volvió a sonreir con la boca abierta y la cara de idiota.


Ahora vosotros mientras me limpia la polla esta puta. La mamá puesta a cuatro patas entre las piernas de Roge, comenzo a mamársela mientras D. Manuel se la clavaba por el culo y cuando terminó este se colocó D. Eladio volviendo a destrozárselo.


Para excitarse aquellos viejos y dar cumplimiento a las perversiones de Roge, le hicieron de todo, penetraciones dobles : - ¿Quién te lo hace mejor? Por el culo y el coño a la vez Roge-Eladio, Roge-Manuel, Eladio- Manuel.


Luego le empezaron a meter la mano en la chocha primero dos dedos, luego tres y así hasta la mano entera. Primero la de los viejos y luego la manota de Roge.


El sádico de D. Eladio tuvo una idea.: meterle el pie atrofiado. La abrieron la piernas y Roge de pie apoyó su pierna atrofiada y comenzó a meterla hasta enterrar su pie malogrado.


Cuando descansaban siempre se tumbaba alguno encima de ella hasta que se durmieron,


Cuando despertaron el domingo Roge salío sigilosamente de los despachos y fue a por algo de comer y beber, a ella le trajo chocolate y churros para que recuperara energías.


Luego explotaron el morbo bailando con ella, desnuda o semidesnuda, magreándola a placer y follándosela , aunque el que realmente remataba era lógicamente Roge.


A las ocho un rato antes de acabar el cine del colegio, sabiendo que nadie transitaba por los pasillos del colegio, salieron . Primero ella que no veía el momento de llegar a la residencia , mientras resonaban las palabras del "Director" y el secretario en su cabeza,


-"Señora por esta vez pase, pero si sus hijos no cambian se los mandaré a casa". Ellos saludaron ufanos al bedel de la puerta y se fueron a cenar con sus viejas para celebrarlo.


Rogelio caminó hacia la sala de cine y se sentó al lado de su amigo Pototo, - Pero tío donde has estado, te has perdido una de las mejores pelis que han echado este año.


Vale tio, pues luego me la cuentas.

LAS MAMÁS DEL COLEGIO (O2: LOLA)


Entre las paredes de aquel edificio de apariencia noble y respetable, se escondía un mundo sórdido de sexo reprimido, de los supuestos educadores y de los que allí estábamos internos. Como es bien comprensible muchachos de 13 a 18 años , sin apenas salir de aquel recinto eran una caldera a presión, y no siempre con válvula reguladora.


Nuestra imaginación pajillera se nutría de las señoras que por una razón u otra, trabajaban en el colegio, la mayor parte madres viudas jóvenes, que así podían estar cerca de sus hijos.


Cuando yo llegué con 8 años al colegio estaba al cargo de los más pequeños, para el dormitorio y la ropa, una señora ya muy mayor que cuidaba de nosotros de manera algo ruda pero también con bondad; murió al pie del cañon 6 años más tarde y fue sustituida por la señora Dolores, que entonces tendría unos 28 y que vino al colegio al ingresar su hijo pequeño. Para nosotros pronto fue "la Lola".


Era una morena espectacular , alta , cara de muñeca, abundante cabello ensortijado cayéndole por los hombros y la espalda, pechos exuberantes y unas piernas de locura, macizas, contundentes que encumbraban un pedazo de señor culo. Cuando estábamos en la fila para entrar en el comedor y ella pasaba con los pequeños que entraba los primeros, se oía un rumor y la temperatura subía, según la ropa que llevara, habría abundante tema para muchas pajas aquella noche.


Lola no era como la pobre Sra Mery, hacía tres años que había muerto su marido y echaba de menos el calor de un hombre, y cuando lo encontró fue demasiado calor.


Entre mis compañeros Agustín era el típico guapito de buenos modales, que guardaba como oro en paño sus levis, sus zapatos "castellanos" y su fred perry para los sábados, unico día de salida algo libre que teníamos. El, con sus solos 16 años, engatusó aquella hembra codiciada por todos. Aunque más bien ella fue la que se fijo en él y, aprovechando que un día él y otros tres debieron ayudarla a subir ropa de la lavandería se inició el "romance". Los sábados por la tarde ya Agustín no salía con nosotros, lo veíamos ir al ala de dormitorios y perderse en el largo pasillo de pequeños. – Qué cabrón, se la va a follar to´la tarde – decíamos con la boca echa agua.


Aunque le preguntamos, al principio no nos quería decir nada, Agustín no necesitaba presumir de nada, no era de esos tipos y tal vez presentía que en aquel ambiente era mejor así. Ante nuestra insistencia nos fue contando cosas que evidenciaban ( más tarde lo entendímos ) la acción "educadora" de Lola, era ella la que llevaba la voz cantante, aunque en la forma más tradicional: besos, achuchones y postura del misionero. Para ella era lo suficiente ( tal vez no conocía otra cosa) y para Agustín era todo, se había estrenado con ella. Lola le acariciaba la verga, lo besaba, se la colocaba en el coño, y dirigía el suave mete-saca del neófito.


Tío, y ¿no te la chupa?, ¿no te la follas por el culo?


¿Qué pasa tíos -decía Agustín- Eso es cosa de putas y de revistas, ella es un señora.


El estaba enamorado y era feliz con lo que ella le daba, podría pensar que su vida iba a transcurrir así de placentera durante los próximos años, en una pacífica posesión de aquella mujer. Algo que, como es muy fácil de entender, nos jodía a los que sabíamos el tema y no teníamos casi tiempo los sábados para intentar ligarnos a una pibita del barrio.


Y así llegó el día en que Gus (como llamábamos a Agustín) tuvo necesidad de comprar y tener que pagar. Pototo, Raul y Chanito (tres elementos de cuidado) habían podido robar el examen de matemáticas de 1º y 2º de BUP, y se estaban haciendo ricos; cuando se les acercó Gus le pusieron la cosa clara: ni una peseta, pero querían ver como se follaba a Lola. Había una dificultad objetiva, que Gus puso en evidencia: la viuda tenía para ella un cuartito de estar y un dormitorio que siempre cerraba. Allí no podían ni entrar ni ver nada. Pero Pototo lo tenía todo planeado:


-dile que algún inspector sospecha algo y que conviene despistar un tiempo y te la llevas al cuarto piso.


El cuarto piso era dormitorio de 7º y 8º de EGB, tres grandes salas divididas en las que había unos muros de metro y medio sobre los que apoyaban las camas y los armarios de 64 muchachos. Pototo tenía una llave de la puerta principal y al ser chavales de 12 y 13 años no los dejaban entrar durante el día porque lo desordenaban todo. Había pues seguridad ya que a los dos inspectores que tenían su habitación en ese piso era facil controlar si entraban.


Gus la convenció para que al menos un par de meses se vieran allí el sábado y el domingo por la tarde. El ritual se cumplía con la única variante de que alguna vez había algún invitado por deudas o amistad de aquellos balandras, Raul me pagó así las chuletillas que le pasaba en los exámenes ya que nos llevábamos bien.


El temblorcillo que nos recorría por la excitación a los 3, 4 o 6 chavales que veíamos aquella mujer que estaba tan buenota era tremendo: ver como se desnudaba, aquellas grandes tetas, aquellos muslazos, aquella mata de pelo en el coño era la locura. Luego sus gemidos , sus piernas abiertas, el leve temblor de su carnes cuando Gus la penetraba , nos hacía encadenar una paja con otra a pesar de que lógicamente no podíamos ver todo lo que nos gustaría para no delatarnos. El rato que te tocaba vigilar la puerta era un suplicio oyendo lo que se oía y tu sin ver.


Todo hubiera quedado ahí; pero a veces, quien cree hacer un gran bien, da ideas para el mal. Me explicaré: D. José, el director que, como conté en la historia de la Sra Mery, era un hombre recto y religioso, nos daba junto con el Padre Anselmo una charla mensual de moralidad o espiritualidad. Aquel mes la plática fue sobre los malos ejemplos y el escándalo, quien escandaliza, quien induce a otro al mal debe ser apartado. Al salir de la charla dijo el retorcido de Chan:


-estoy escandalizado, una madre que viene a cuidar de los pequeños y lo que hace es pervertir a un muchachito de 16 años y dar mal ejemplo a medio colegio.





Puede que el juicio de D. José fuera aún más severo, pero la verdad es que todos los de 1º y 2º sabíamos que había algo, alguno con total "conocimiento de causa".


Pototo hizo entender a Gus que tarde o temprano aquello tenía que tener un final, pues después de seis meses era un milagro que no hubiera llegado a oidos de un inspector. La oferta era clara, si colaboraba tenía asegurados todos los exámenes que pillaran y muchas pequeñas ventajas que aquellos aprendices de mafiosos le podían proporcionar en aquel ambiente tan cerrado.


Mira Lola, hay algunos pelotas del Cura y del director que para ganar puntos se van a chivar. Mis amigos me han dicho que la única manera de que se callen es que gran parte de la clase los acojone, porque ellos tres solos no pueden ( de sobra sabía Gus que uno se hubiera bastado) . Ellos dicen que si te dejaras tocar un poquito por unos cuantos, con esa promesa se echarían encima de los pelotas y estos se callarían.


Lola terminó aceptando que para seguir con Gus y su trabajo cerca de su hijito, tendría que dejarse ver y tocar "un poquito" por unos diez chicos ( eso le habían dicho a Gus).


Pototo y los otros malandras no solo veían el aspecto "ludico" del tema sino sobre todo el económico y el poder. Proporcionar a unos tíos de 15 y 16 años, que no conocían ni conocerían en varios años otro mundo que las pajas, una hembra como aquella, significaba agradecimiento eterno y prueba de que ellos serían el "gran conseguidor".





Los internos de 1º y 2º dormíamos en el primer piso del ala izquierda y la distribución de dormitorios era distinta del otro ala. Las 64 camas estaban distribuidas en 8 camaretas con dos habitaciones y un espacio en medio para lavabaos, duchas y urinarios con zona de armarios; cada habitación tenía 4 camas y puerta. En el fondo del pasillo estaba la camareta de Pototo y los otros, enfrente tres más allá estaba el cuarto del inspector, no había problema pues por el ruido sino había excesos.


El viernes por la tarde justo después de cenar Gus metió a Lola en la habitación, en esa media hora que el inspector daba para asearse los dientes ir al baño y meterse en la cama. A las diez el inspector apagaba las luces después de comprobar que estaban todos en su cama. Lola estaba escondida debajo de una cama. Terminada la inspección el inspector paseaba media hora por el pasillo, cerraba la puerta del piso y, como era viernes se iba de copas; seguro que no volvía hasta pasadas las 3 de la madrugada. De todas maneras era fácil vigilar cuando volviera.


Y empezó la juerga tal como Pototo la había diseñado: Lola salio de debajo de la cama, se encendió la luz y allí estaban Gus, Pototo, Chan, Raul y otros cuatro; aunque nerviosa pensó que al final solo eran 8. Según le dijeron comenzó a desnudarse quitándose su sueter, mientras miraba como los muchachos comenzaban a pajearse sin apartar sus ojos de sus senos aun con el sujetador. Se sacó la falda dejando a la vista sus muslazos .


- Pero que buena estas, a ver esas tetas.


Cuando se quitó el sostén aquellos ocho pares de ojos se salían de sus órbitas al ver aquellas tetazas bamboleándose conforme se agachaba para sacarse las bragas.


Mira como tiene el coño de peludo esta cabrona, date la vuelta que te veamos ese pedazo de culo que tienes. Eran unas caderas y un culo de ensueño, unas nalgas carnosas y rotundas.


La hicieron echar en la cama y comenzaron a manosearla, estrujando y mamando sus tetas, magreando sus muslos y sus nalgas, abriéndole con los dedos los labios de la vagina. Pototo se sentó en la cama detrás de ella y la cogío las dos tetas haciendo con ellas lo que quiso, se fueron así turnando. Otros preferían tumbarse encima de ella restregando su polla contra sus nalgas a la vez que amasaban sus tetas. Como no eran demasiado brutales Lola se fue calentando viendo aquellos cuerpos adolescentes y sintiendo su manoseo. Hasta entonces la cosa iba por los caminos previstos por ella pero Raul sacó una revista que habían guardado como "guíon" y enseñándosela a los otros y a ella le dijo:- Ahora vas a hacer como estas putas de la revista. Primero chupanosla, zorra.


- De eso nada bonito, pero ¿qué os habeís creido?


- Que te vamos a esconder la ropa, dejarte en el pasillo y que le expliques al inspector cuando vuelva, lo que haces ahí.


Lola miró a Gus, que ya no la miraba como a alguien querido para él, sino como a una puta que se iba a follar con sus amigos, lo percibió así y se puso a mamársela torpemente a Pototo. Sentada en la cama fue recibiendo en su boca las pollas de cada uno de ellos, chupaba como si de un chupa-chups se tratara dedicando su atención sobre todo al glande de cada uno de ellos. Ella nunca lo había hecho y a ellos nunca se la habían mamado por eso gimiendo como lastimeros se corrieron pronto llenándole la boca de su leche.


Lugo la tumbaron en la cama y por turno se la fueron metiendo; era la primera vez que metían en caliente todos menos Gus; se dejaron llevar y la embistieron con violencia y frenesí. No tardaban demasiado en correrse porque el espectáculo de aquellas carnes temblando a cada acometida y los gritos que daba Lola que tenía los orgamos muy seguidos creaban un ambiente de excitación tremendo: - Por favor me vais a matar, me va a pasar algo. La viuda estaba asustada de las sensaciones de su propio cuerpo.


Pero su cara se desencajó cuando vio que, casi sin dejar salir al último, otros ocho muchachos entraron en la habitación, en la que permaneció Pototo, mientras los otros dos y Gus fueron a dormir un poco. Gus sabía que difícilmente volvería a tenerla como antes.


Pototo enseñándole la revista se acomodó sentado sobre su torax y le dijo: Ahora te voy a follar las tetas. Su polla, un poco más grande que lo normal para su edad, quedo oculta entre aquellos hermosos senos, se los cogió y apretó comenzando a moverse con furia. A pesar de la suavidad de aquella piel y la dureza de esas carnes tardó en correrse por tercera vez, dejándole los pechos rojos de la tremenda fricción. Así fueron pasando uno tras otro por las tetas de la mamá que además debía pajear a dos chavales, mientras otros le magreaban los muslos y le hurgaban en el chochazo inflamado y dilatado.


Luego llegó la segunda pasada, uno tras otro se la fueron clavando con furia. Cuando terminaron se le salía el semen por la chocha y tenía las tetas todas pegajosas.


Lola sudaba, estaba ardiendo y se axfiaba, en parte porque Pototo le había metido un slip en la boca para que no gritara cuando se corría como una perra: -No puedo más, no puedo más, me vais a matar.


Pototo permaneció en la habitación cuando entraron Raul y los otros ocho, para dirigir


y mirar. Tal y como aparecía en la revista , la pusieron en la cama a cuatro patas; uno se ponía delante de ella sentado con la piernas abiertas para que se la chupara y otro la penetraba por detrás aquel chochazo peludo. El que recibía la mamada disfrutaba a placer de sus tetas, acompañando los espamos de placer con unos tremendo apretones.


El que la follaba por detrás amasaba aquellas tremendas nalgas. Ver las carnes de aquella hembra agitarse a cada embestida era la locura. El semen de los muchachos y los jugos de sus propias corridas caian abundantemente por el interior de sus muslos.


Chan llegó con el último turno de muchachos cuando Pototo antes de irse a dormir la estaba penetrando también por detrás descargando la excitación largamente contenida.


Como la hallaron boca arriba totalmente agotada la follaron las tetas en la primera pasada y el coño la segunda. La joven viuda se volvió acorrer varias veces, estando ya su cuerpo en un leve temblor continuo, pues sentía una tremenda comezón en el chocho.


Cuando salió él último y pasaron algunos minutos, pensó que todo había terminado, estaba agotada, y no dejaba de tocarse entre las piernas; pero cuando iba a levantarse para apagar la luz y tal vez dormir, apareció un muchacho en la puerta. La cerró y mirándola con lujuria rodeó dos veces la cama. Roque había pactado quedarse sólo el último, había pagado bien a Pototo para tenerla tiempo. La razón es que aquel degenerado sabía que para correrse un par de veces necesitaba mucho tiempo y además quería ocultar su secreto. Era un tipo macilento y delgado que agotaba su cuerpo haciéndose un número de pajas diario increíble; mientras los demás jugaban al futbol o se entretenían de otras maneras el buscaba la soledad de los W.C. y se mataba a pajas mirando las revistas que siempre llevaba debajo del jersey en la cintura. Y su secreto que lo avergonzaba era su deforme pene, muy torcido hacia abajo y hacia la izquierda, casi un gancho que a el le parecía más feo bastante grande , tanto largo como grueso. Encima experimentaba la molestía de la fimosis que le molestaba bastante cuando estaba erecto. Por eso Roque sabía que debía tomarse su tiempo.


Se tumbó a su lado en la cama y comenzó a manosearla y besarla diciéndole todas las barbaridades que había leido en las revistas. La puso boca abajo para restregarse contra sus nalgas y estrujarle las tetas a gusto; la mordía el cuello mientras le decía:


- Vas a ser mi mujer y te voy a follar todas la noches como a ti te gusta so puta.


Cuando disfrutó todo lo que quiso la volvio boca arriba y comenzó a comerle la boca con furia mientras le apretaba la cara interna de los muslos con violencia.


Esa boquita tela voy a llenar con mi polla , cabrona.


Luego le pidió que le masturbara mientras le amasaba las tetas. Lola se asustó al ver el grosor y la deformación de aquella verga. Sintiendo como la fimosis se la estrangulaba le ordenó que se la mamara y después de un buen rato la mandó abrir la piernas y se la fue mentiendo, en una penetración dolorosa para los dos. El con las manos aferradas a sus nalgas, la embestía con fuerza mientras mordia su cuello y apretaba su pecho para sentír sus pechos, al rato se incorporaba para bombearla mirando como sus senos y sus carnes se conmovían con sus arremetidas. Luego le dio la vuelta y la penetró a cuatro patas . La viudita que no dejaba de tener orgasmos le suplicaba : - Córrete ya , por Dios. Más de dos horas estuvo penetrándola, para poder acabar en su coño dos veces. Luego se durmió a su lado.


A la mañana Pototo la sacó sin que viera el inspector. La Señora Lola estuvo 5 años más en el colegio. Pototo se las arregló para imponer la ley del silencio y organizar según sus intereses las visitas a la viuda de sus amigos.


Fue admirable que Deme, el hijo de Lola, saliera del colegio a sus 14 años sin saber que gran parte de sus compañeros mayores nos habíamos trajinado alguna vez a su estupenda mamá.


LAS MAMÁS DEL COLEGIO (03: BEATRIZ)



En el colegio todas las tareas de limpieza, comedor , enfermería y costura, eran desempeñadas por madres de alumnos que así podían estar cerca de sus hijos, las que atendían el comedor y la enfermería vivían dentro del colegio, donde tenían una zona reservada para ellas con pequeñas habitaciones.


La señora Beatriz trabajaba en el comedor y era como la jefa del grupo de señoras que se encargaban de tarea. No era especialmente guapa ( solo nuestra conocida Lola lo era) pero era aun jovén , 33 años, y para nosotros estaba buenota porque tenía un gran culazo y unas soberbias tetas como las de las cabras, grandes y apuntadas. Era de piel blanca y rosada, como las mozas de su tierra natal Galicia; por eso todos la llamábamos "la gallega". No se si debido a su temperamento ardiente o a la casualidad, nos tenía en ascuas cuando pasaba por nuestra fila de mesas poniendo o recogiendo platos etc. Y es que Beatriz cuando se apoyaba en la mesa de cuatro, para hacer su labor, lo hacía por las esquinas y nosotros envidiábamos aquel ángulo de la mesa que se perdía entre los pliegues de su bata y su entrepierna .


– Mira como se frota la cabrona de la gallega


Su hijo era un buen chaval de mi curso de los que sacaban buenas notas. A veces alguno le acompañábamos a la habitación de su madre y nos daba lo que a su hijo para merendar o lo que fuera. Pero era muy avariciosa para el dinero y algún problema le trajo eso. En la atención a los compañeros de su hijo se dejaba alguna vez llevar por su naturaleza caliente. Como su hijo jugaba en el equipo de baloncesto, acudía a los partidos y entrenamientos si su trabajo se lo permitía y notábamos algunos el descaro con que miraba a los muchachos.


Había un compañero que tenía algún problema psicológico desde la muerte de su padre y le habían dicho a la madre que necesitaba un poco de afecto materno, ella, que se trataba con Beatriz , y no podía venir a la capital, le pidió que se ocupara de él; así lo hizo de forma desinteresada. Bueno, según se mire. Tendría Emiliano unos 13 o 14 años cuando se sobresaltó un día por un bulto que le salió entre las piernas. No le dolía pero estaba asustado. A pesar de ser un grandullón era muy niño y corrió a contarselo a su medio mamá. Beatriz le hizo bajar los pantalones y el calzoncillo comprobando lo evidente, aquello era un testículo, pero habría que ver porque tan tarde y donde estaba el otro cojón. Ella fue al médico para no asustar a Emiliano y el doctor le dijo que era un retraso anómalo pero que seguramente bajaría el otro y luego habría que comprobar el estado.





A los quince días Emiliano le mostró el juego ya completo y ella le explicó que eso era lo normal en todos los hombres; pero como ella estaba preocupada por lo que el médico dijo del ""estado" y la "función", decidió, para no preocupar al chico, comprobar por si misma sin llevarlo a la enfermería. Una tarde cuando fue a por su merienda le dijo:


- Mira Emiliano para tu salud es bueno que esas cositas empiecen a funcionar, porque tu tienes ahí algo que debe salir para renovarse lo que hay dentro.


Lo sentó a su lado en la cama después de que se quitara los pantalones y el calzoncillo y cogió con suavidad su pene empezando ha hacerle una paja. La polla de Emiliano, que solo conocía poluciones nocturnas, comenzó a tomar cuerpo y la gallega se quedó asombrada al ver el tamaño que tomaba; se la recorría de arriba a bajo mientras sentía como se le humedecía el coño; estaba toda colorada por la calentura. Emiliano creyó deshacerse cuando aquel chorro denso y blanco salió como un escupitajo contra el armario de la habitación.


- Bueno Emiliano, parece que estas bien, puedes irte tranquilo.





Ninguno de los dos pudo dejar de pensar en aquel "encuentro" terapeutico . Emiliano porque había experimentado algo inaudito para él. La viuda porque tener aquella verga hermosa en su mano la había disparado todos sus resortes de hembra.


Cuando llegó el sábado al salir al mediodía del comedor Beatriz le pidió a Emiliano que fuera pronto esa tarde, ya que no había estudio.


Beatriz lo sentó a su lado y le explicó que aún debían hacer una prueba para saber que estaba todo bien. Y así le dio una lección sobre la reproducción , con acomodaciones interesadas – lógicamente.


Lo hizo desnudar a pesar de la vergüenza del muchachote y luego se desnudó ella. Se recostó en la cama y lo atrajó hacia sí. Buscó sus labios y lo beso.


- Emiliano, acaríciame con tus manos, anda.


Y comenzó a sentir las manos nerviosas que no sabían donde ir o detenerse al principio. Ella le acariciaba la espalda y los glúteos, comprobando cada tanto como la tenía de dura. La naturaleza obraba y, pasado el nerviosismo inicial, Emiliano dirigió su atención instintivamente hacia las tetas primero, luego las nalgas y muslos de la gallega. Se manoseaban y restregaban con fuerza, sobretodo él que amasaba aquellas carnes abundantes, pues la sra Beatriz estaba un poquito entrada en kilos.


Cuando ya no pudo más, le cogió la polla se la colocó en la entrada de su chochazo y le dijo que empujara. Alguna de las otras señoras que tenían cerca sus habitaciones, se preguntaron que era aquel gemido. La viuda se percató y con gran esfuerzo consiguió dominarse, a base de morderse el labio, buscar la boca del chico y pegarle algún muerdo también. Emiliano solo respiraba gutural y fuertemente. La corrida de ambos fue de apoteosis.


Tras un rato en el que estuvieron callados el uno pegado al otro, fue Emiliano el que, animado por la confianza que le daba aquella mujer, inició el magreo en profundidad de aquellas carnes rosaditas, hasta que, con las expertas caricias de Beatriz, se le puso bien dura y aún con cierta torpeza encontró el agujero del placer y la penetro. Lo hizo con más fuerza excitado por el deseo que percibía en las ansiosas manos de la viuda, que se aferraba a sus caderas, atrayéndolo con fuerza hacía si.


- Así mi niño, dámela toda. Y aprisionaba al muchacho cruzando con fuerza sus piernas por detrás de sus nalgas.


Emiliano hacía temblar la cama con sus embestidas, hasta que culminando aquel movimiento frenético, volvió a sentir aquel estremecimiento de placer mientras llenaba el coño de la gallega que lo besuqueaba con ternura y agradecimiento por el buen rato que terminaba de darle.


Sin embargo no todos los bocados que la gallega se engulló eran tan tiernos y delicados; su avaricia por el dinero la llevó a otras manos y otros camastros.


En el colegio comían diariamente unas 850 personas a mediodía y 600 desayunos y cenas de los alumnos internos. El "Pollo" – así llamábamos al Sr. Ramírez- era el encargado de abastecimientos y comedor; debiera ser él quien recibiera y controlara lo que cada día llegaba a la cocina, pero como el cabrón tenía cuatro hijos trabajaba a tiempo parcial con un taxi. Convenció a Beatriz, adulándola, de que extendiera su competencia y además de jefa de señoras de comedor, fuera como su mano derecha. Así era ella la que firmaba los albaranes de entrega y fue como sucumbió a la tentación de aceptar que la calidad de los alimentos entregados fuera inferior de lo que su precio exigía. Carniceros, pescaderos, fruteros etc. le daban un cierta cantidad que para ella, tan pesetera, era mucho y para los proveedores nada en comparación de lo que se ahorraban. El Sr Ramírez se percató de ello y buscó sacarle fruto a la situación. Le dijo a la viuda que sabía lo que estaba haciendo, que era un riesgo para él como responsable y que solo iba a consentir que siguiera el tinglado, si tenía alguna compensación. El se conformaba con que un día a la semana se acostara con él. Al oir la propuesta le cambió la cara, cómo iba a dejarse manosear de aquel hombre de más de 50 años, con una cabeza pequeña y sin un pelo, cuello largo y barriga prominente.


A pesar de lo desagradable de la perspectiva, pensó en ese dinerito que tanto le gustaba y en la humillación ante sus compañeras y pinches de la cocina, que no la tenían demasiado aprecio por sus aires de superioridad. Los pinches tenían hacía ella cierto resentimiento porque los ridiculizaba muchas veces debido a que eran unos pobres muchachos del campo casi analfabetos y poco agraciados fisicamente.


Todo ello la llevó a aceptar la propuesta del "Pollo" y así cada sábado o domingo por la tarde salía del colegio, era recogida por el taxi dos calles más allá, se dirigían a una pensión barata y allí se la follaba el Sr, Ramírez hasta que se cansaba.





Paco y Luis, dos de los pinches, tenían como diversión casi única, ir el sábado o domingo a la zona de las putas callejeras, las miraban con lujuria y cuando venían los clientes iban detrás de ellos hasta el antro donde jodían. Comentaban lo que le estaría haciendo el fulano a la puta y esperaban que saliera la ramera para adivinar en su rostro los efectos de la jodienda. Sus calenturientas mentes les llevaban a descubrir de todo. Con estas y otras practicas volvían a su cuarto en el colegio a matarse a pajas, su pobre sueldo no les daba para nada; si un día les tocara la loteria….





Pues les tocó. Mientras esperaban un sábado para ver salir a una puta, apareció en la puerta de la pensión el "Pollo" y a los dos minutos la gallega. Hicieron sus conjeturas y las confirmaron siguiendo a Beatriz al salir del colegio.


A los pocos días tuvo lugar una de tantas escenas en que la viuda despreciaba a los pinches, y el orgullo herido de Paco le hizo estallar:


- No se de que presumes puta, o crees que no sabemos lo que haces.


Ella , que fuera de aquella pensión nunca había permitido que el Pollo la rozase, interpretó que los pinches sabían algo de sus ingresos irregulares, ya que trataban con los proveedores. Se calló y al rato buscó a Paco dándole unas explicaciones que descubrieron su estafa. Luis que escuchaba un poco retirado le espetó:


Ahora sabemos porque una ladrona como tú es la puta del Ramirez y te la clava todos lo sábados.


Ella roja de vergüenza, mirando si alguien más había oído aquello, salió apresurada de la cocina y encerrada en su habitación cavilaba sollozando lo que iban a pensar las otras madres y quienes llegaran a enterarse de todo.








Ellos fueron más tranquilos hacia el cuarto de pinches y tumbados en sus camastros en la hora de la siesta empezaron a planear como aprovechar todo lo que sabían.


Llevandose la mano a sus bultos imaginaban ya lo que iban hacer con aquel pedazo de culo que tantas veces habían mirado con lascivia mientras faenaban en la cocina.


Decidieron que iban a disfrutarla cotidianamente y que el mejor sitio posible era el cuarto de guardia en la cocina. Una habitación donde se quedaba a dormir siempre un pinche por si había algún siniestro y para evitar que los más espabilados de los colegiales entraran a robar. Pidieron quedarse cada noche uno de ellos de guardia y los otros pinches, aunque sin duda sospechaban algo, aceptaron de buen grado pues se dormía peor.


Beatriz iba apagando las luces de la cocina y el comedor, una vez terminadas las tareas. Había visto las muecas de sus caras mientras la desnudaban con los ojos, pero no le habían dicho nada . Cuando ya salía con la Sra Isabel por la puerta del comedor e iba a cerrar apareció Paco y la llamó:


- Sra Beatriz tengo que comentarle algo sobre el desayuno de mañana sino le es molestia.


Le dijo a Isabel que fuera a acostarse pues eran ya cerca de la 11 de la noche y volvió sobre sus pasos.





Paco la esperó y caminando a su lado se dirigieron al cuarto de guardia, le puso la mano en el culo y le dio un apretón. Luego la atrajo hacía si sobándole el brazo que dejaba casi desnudo la corta manga de su bata.


Que ganas tenía de ti, puta. Ya verás lo que te voy a hacer.


Cuando entró en el cuarto vio a Luis sentado en el camastro; la cosa iba a ser peor de lo que había pensado.


- Ya tenemos puta para nosotros solitos. Te lo vamos a hacer todo. Te vamos a matar a pollazos, a ver si luego te ríes de nosotros como antes.


_ Solo de pensar lo que te voy hacer se me revienta la polla, golfa.


La viuda estaba asustada temblando mientras los dos pinches giraban a su alrededor, dándole azotes en el culo de vez en cuando y saboreando la congoja de su presa.


Su ya de por si desagradable apariencia ( no les quedaban lejos palabras como deforme, contrahecho) se aumentaba por la lujuria que desbordaban sus facciones. Eran feos, desgarbados, enquencles auténticos sacos de huesos recubiertos de piel. Luis tenía la cara llena de granos y Paco una narizota larga y gorda como la de un cuervo.


Paco se acercó y la abrazó:


- Vamos a calentarla un poco bailando, que a esta me han dicho los chavales que le gustan los restregones.


Y así, primero Paco y luego Luis comenzaron a putear a la mamá del comedor. La magrearon a placer ya que solo llevaba puesta una bata azul claro sobre sus ropa interior. Mientras le amasaban las nalgas le metían la lengua en la boca con furia. Querían explotar aquel cuerpo con tal avidez que casi la hicieron caer cuando le aferraban aquellos muslazos levantándoselos.


Se desnudaron y se sentaron en el camastro para que ella les hiciera un srtip-tress, que a pesar de ser tosco, porque ella estaba muerta de miedo y de vergüenza, o quizás por eso los volvió locos. La viuda vio como se levantaban aquellas dos vergas, que parecían acumular toda la carne que les faltaba en el cuerpo. Su tamaño y grosor, bastante considerable, parecía mayor por el contraste con aquellos cuerpos tan flacuchos.


Beatriz se quedó parada mientras ellos la recorrían con los ojos de arriba abajo. Sus grandes pechos subían y bajaban por su agitada respiración y ellos los miraban con deleite. Les parecía que no podrían abarcar con sus manos el inmenso territorio de sus carnes blancas, firmes y suaves. Aquellos muslos y nalgas, aquella espalda la hubieran querido disfrutar de un solo estrujón. Eran como hienas hambrientas.





Pero no compartieron, la querían toda en exclusiva para cada uno y decidieron que se la follarían por turno. Echaron a suertes y empezó Luis. La tumbó en la cama y echado sobre ella comenzó a disfrutar de sus senos. Los manoseaba , los estrujaba con saña, le estiraba los pezones y la mordía. Beatriz comenzó a gemir y luego a gritar. Le suplicaba:


- No me hagas eso que me duele mucho.


- Cuando esté harto de ellas como el "Pollo" ya aprenderé a sobártelas más suave.


Pero a pesar de todo su cuerpo se iba calentando en medio de la humillación y el miedo.


Luis buscó su entrepierna, comenzo a manosear y morder sin hacer demasiado daño la parte interna de sus muslos, que lo volvían loco por sus suavidad. Luego buscó los labios de su vulva entre aquella frondosa mata de pelo y le comió la concha a placer, primero haciendole daño y luego, guiado por sus gemidos hasta que ella comenzó a mover su cadera.


- Te la voy a meter ya, porque de lo puta que eres me vas a hacer correr.


Se la colocó en el coño y empujó, escuchando aquel grito gutural, que le salio a la gallega de la más hondo cuando recibió aquella tranca.





El goce que le daba la polla la compensaba con creces de el desagrado que sentía al ver la cara de granos que iba y venía con las acometidas del pinche. Su delgadez y poco peso daban a Luis una tremenda agilidad, que le permitía disfrutar de la espalda y las nalgas de Beatriz con sus manos, sin perder el ritmo del bombeo moviendo con frenesí su pelvis. La mordía en los labios y el cuello cubriendola de babas. De pronto sintió como ella le tiraba de los pelos de la cabeza a la vez que movía su cadera saliendole al encuentro de cada embestida:


Aaaay, Aaaaay .


La muy puta se estaba corriendo y eso le hizo acabar a él tambíen después de veinte minutos de bombeo. Esperó un poco echado sobre ella y luego se puso de rodillas sobre el camastro para contemplar aquella hembra que acababa de follarse a placer.





Paco sin dejarla reponerse se sentó sobre su pecho y le pidió que se la mamara, a pesar de que el glande era grande lo engulló sin dificultad y el pinche intuyó que algo había aprendido con el Sr, Ramirez.


- Vaya, si no le da asco. Claro como se la chupas todos lo sábados a ese gordo cabrón.


El asco de la viuda era tan grande como el placer que le daba mirarla a Paco, como su polla se enterraba en esa boca hasta los huevos. Cuando la tuvo bien lubricada, se la puso entre las tetas, y apretándoselas con fuerza se las folló a destajo. Le daba unos empellones tremendos. Casí le quemaban aquellos globos de carne.


Por la erección de los pezones sabía que la mamá estaba otra vez caliente y se dispuso a penetrarla. Paco prefirió levantarle las patas y apoyarlas sobre su pecho; para disfrutar de aquellas piernotas que tanto le gustaban y poder ver como se meneaban sus tetas, como los flanes, a cada acometida de su verga. Las manos de Beatriz crispadas sobre la sábana delataron un nuevo orgasmo y el pudo disfrutar de aquel rostro desencajado por el placer antes de que su polla descargara con un tremendo espasmo.


Vas a quedar bien llena, so zorra.


Tan pronto como Paco se retiró se montó Luis, hizo que también se la chupara y luego la puso a cuatro patas penetrando su concha por detrás, para poder amasar a placer sus nalgas y disfrutar de su espalda que tanto le excitaba. Estuvo dándole más de media hora mientras sus gemidos y súplicas se hacían constantes, ante las tremendas sacudidas que le daba . A veces sus manos se asían con fuerza al colchón y los pinches interpretaban que se estaba corriendo:


Pero que guarra eres, como vas a poner la cama.


Por fin aferrado a su cadera vertió en su interior otro chorro de lefa.


Esta noche la dejamos preñada Paco.





Paco sonrió y sin cambiarla de postura se colocó detrás de ella metiéndosela en el coño. Pero su fin era otro:


- Vale Luis, como veo que te hace ilusión la voy a dar por el culo para que no tengas dudas de la paternidad.


Ella comenzó a suplicar y llorar, pues nunca se la habían metido por ahí y temblaba de miedo. Como intentó retirarse Paco le pidió que la sujetase por los hombros y comenzó a azotarla las nalgas y los muslos con fuerza hasta que se quedó quieta. Luego siguió lubricando su polla en los jugos de su coño mientras le preparaba el agujero del culo untándola con sus propios jugos vaginales y escupitajos.





Luego se paró, miró con fruición aquel culazo y separándole los cachetes apoyó aquella cabezota morada y comenzó a abrir camino. Aquella dilatación bestial, súbita, hizo aullar a la viuda:


- Ay madre que me vas a matar.


- De gusto so puta.


Ella daba manotazos al colchón mientras él continuaba avanzando disfrutando del boquete que poco a poco le iba abriendo a aquella perra salida y avariciosa. Cuando sintió en sus cojones la calidez y suavidad de las nalgas, empezó a moverse cada vez con más rapidez , según el culo de la viuda se acomodaba a aquel huesped no deseado.


- Acaba ya cabrón y sácame eso.


- Te lo sacaré cuando te halla roto el culo ramera.


Media hora después ella ya se movía al compás que le marcaba Paco. Cuando este se corrió ya los jugos de la viuda habían resbalado por el interior de sus muslos.





Estaba agotada pero no le dieron descanso, y mientras ellos se recuperaraba tumbados, la obligaron a pajearlos con sus tetas y a chupársela.


Luego se la cogieron a la vez hasta que, tras un buen rato de hacerle un buen sanwich, se corrieron y la dejaron marchar.


Así la gallega era montada cuatro o cinco días por semana, pues ellos no le impidieron seguir viéndose con el viejo.


Cuando llegó el cumpleaños de su hijo le compro una chupa de cuero que fue la admiración de todos los chavales:


Hijo te mereces esto y más por lo estudioso que eres, cuídala para que te dure, que no sabes cuanto trabajo da hacerse con unas pesetillas.


LAS MAMAS DEL COLEGIO (04: MADRASTRA VIOLADA)



Aquel jueves por la tarde nos encontrábamos jugando al futbolín en el Bar de Moncho. Situado en un ángulo del gran edificio central del colegio, era muy concurrido por los chavales, que acudían a comprar sus bocadillos, pastelillos, refrescos , todo lo que de comer y beber estaba al alcance de nuestros bolsillos. La verdad es que Moncho, que era un antiguo alumno, trataba bien a la gente y a un precio mucho menor que en la calle.


Pues después de habernos tomado un bocadilllo de tortilla con pimientos y una cervecita, estábamos echándonos una partida al futbolín cuando la vimos entrar con su hijo; nos miramos y alguno murmuró:


- Qué buena está.


Era verdad , estaba muy buena, los veinte tíos que estábamos allí en ese momento no le quitábamos ojo.


Laly tendría entonces 29 o 30 años, hacía tres que había enviudado y era madre de Adolfo un chaval de 10 años.


Era una auténtica muñeca, morena , con media melena muy cuidada, no era muy alta, 1,68, pero tenía una figura, unos pechos y unas piernas bien torneadas de locura. Iba muy arreglada, rimel, uñas, labios. Aquella mujer buscaba agradar.


Al salir del bar para ir al salón de estudio, comentábamos que ojalá su visita al hijo durara varios días.


Ni ella ni nosotros imaginábamos que Laly iba a quedarse en la capital para siempre.


Como otras madres que venían a ver a sus hijos se alojaba en la residencia y allí la conocí, pues entabló amistad con mi madre. Por sus comentarios pronto tuve una idea de la vida que llevaba. Era claro que vivía por encima de sus posibilidades, la ropa de marca que usaba, sus joyas, sus perfumes no podían salir de su exigua pensión de viudedad. Pese a lo que pudiera pensarse, no ofrecía sus favores amatorios a cambio de dinero o regalos. Los ofrecía generosamente a los tipos que le gustaban, era muy puta y de las que piensa que en la variedad está el gustó.


Sus lujos provenían de sus habilidades, la mentira y el robo. Muchos joyeros se vieron embaucados y no la volvieron a ver el pelo.


Aquel fin de semana se lo había pasado follando con un policia, chulo, con un bigotazo y un torso belludo. Habían hecho de todo. Cuando un hombre le gustaba se entregaba totalmente. Por el contrario no había nada que la hiciera disimular cuando un hombre la desagradaba. Ella pensaba que sería incapaz de entregarse aun hombre que no le gustara por interés.


Cuando volvía a la residencia iba pergeñando un plan para obtener ingresos, ya que estaba en mínimos. Había fijado su atención en la esposa de un Coronel a la que había visto unas joyas valiosísimas. La señora había ido a la capital para la boda de un sobrino y en los días que rodearon la boda las había lucido. Laly decidió que aquella señora volvería a su casa ligera de equipaje.





No fue difícil, nunca había ocurrido nada en aquella residencia, todos los que allí se hospedaban eran personas relacionadas con un cuerpo policial-militar. Las puertas de las habitaciones estaban siempre abiertas, sin echarle llave. Un día mientras la señora del coronel comía Laly hizo la inspección y localizó donde las guardaba; al día siguiente a la misma hora, a tiro fijo, cogió las joyas, las guardó y se sentó a comer; luego salió con ellas de la residencia y se dirigió a un lugar donde sabía que pagaban bien y no preguntaban demasiado.





Laly había atraído las miradas de todos cuando iba a visitar a su hijo; muchos la hicieron protagonista de sus fantasías, el comandante Fonseca, abuelo, viudo ya retirado, iba a hacerlas realidad debido a un golpe de suerte.


El comandante Fonseca tenía un nieto, Carlos, de 15 años , que era alumno externo del colegio. Sus padres se habían separado y él se había quedado con su madre que era la hija del comandante; ésta hacía dos años que había fallecido de cancer y el chico prefirió quedarse con su abuelo en vez de ir con su padre. Carlos era alto pero bastante gordito, las clases de gimnasia eran una cruz para él. Le hacíamos burlas a veces y por eso desarrolló un sentimiento acomplejado y rencoroso. A los internos nos odiaba.





El viejo comandante, se iba de putas frecuentemente, pero desde que se hizo cargo del nieto dio en la manía de casarse, quería una mujer que se ocupase de ellos y si además estaba apetecible pues mejor. Se trataba con el capellán del colegio –era de estos tipos beaturrones falsos - y por medio de él había tanteado algunas de las señoras que trabajaban en el colegio, pero a ninguna le sedujo la idea de cuidar aquel carcamal.


Cuando coincidía con Laly al ir a buscar a su nieto la trataba con cortesía de caballero militar, de una manera exagerada que la divertía. Aquel viejo tan cortés no le habría caido también si hubiera podido ver sus sucios pensamientos.





El comandante Fonseca charlaba animadamente aquella mañana con su amigo Villaespesa en la tienda de compra-venta de joyas que este tenía en una calle del centro de la capital. Aunque la policía sospechaba de él siempre se las arreglaba para colocar su mercancía. Sonó el timbre de la puerta y mientras Villaespesa se dirigió a retirar el pestillo de seguridad, Fonseca se retiró a un cuarto interior para que el cliente pudiera tratar a solas con su amigo. Cuando escuchó aquella voz de mujer su corazón se aceleró; se asomó discretamente y efectivamente era Laly. Vio como depositaba aquellos joyones sobre la mesa y como su amigo las examinaba. Tenían que ser muy buenas pues rara vez había escuchado a Villaespesa ofrecer tal cantidad. Las preguntas que el comprador hizo para saber que hacer con ellas denotaban una procedencia turbía.





Dos días después conversaba Fonseca con un compañero de armas:


- Parece mentira Fonseca, cómo esta la vida, ya no te puedes fiar ni de los tuyos.


- ¿ Qué ha pasado hombre, no será para tanto ?


- ¿ Te parece poca cosa que a la señora de un coronel le roben más de dos millones y medio en joyas, en le residencia militar?


La cosa era gorda, efectivamente, y él era el único que tenía todas las puntas de los cabos sueltos en sus manos.


Saboreó a placer el vino que estaba tomando y, mientras su compañero seguía lamentando la malicia de los tiempos, comenzó a pensar que tal vez pronto podría hacer realidad su sueño de casarse.








Laly salía ya del colegio después de visitar a su hijo cuando se encontró a la puerta aquel viejo simpático:


- Buenas tardes Sra. Me aceptaría una invitación y un poquito de conversación.


- Claro que sí, siendo usted tan gentil.


Fueron a una cafetería de lujo y charlaron animadamente mientras tomaban unos exquisitos pinchos. Laly reía divertida las ocurrencias del comandante. Se daba perfecta cuenta de cómo al viejo cada tanto se le iban los ojos a su escote, que no era nada excesivo; Tenía los hombros y los brazos desnudos con tan solo los finos tirantes del vestido. Aquella piel blanca y suave precipitó la descarnada propuesta del comandante, al fin y al cabo – pensó para sí- no van a cambiar las cosas por unos días más o menos.


- Bueno Laly, vamos a hablar de cosas más serías.


Ella notó como le cambiaba al viejo la faz hasta hacerse desagradable e intentó cortar en seco:


- No veo Sr Fonseca de que tenemos usted y yo que hablar en serio.


- Por ejemplo de ciertas joyas que han desaparecido en la residencia y que una señora ha vendido a un amigo mío.








A la joven viuda se le vino el cielo en cima; se quedó muda. El contempló unos minutos los ojos asustados de Laly y luego comenzó a exponer la situación.


Con suavidad le dijo que no quería hacerle mal; que si robaba es porque era una mujer elegante y presumida que no tenía medios, pero que eso podía cambiar. El tenía una buena pensión, no le faltaría nada a ella y a su hijo; pero él necesitaba el cuidado de una mujer y también su nieto. Todo se arreglaría bien para los dos si ella consentía en casarse con él.


A Laly, consciente de que sin decirlo había una amenaza implícita, lo primero que le vino a la mente es la relación íntima que tendría que mantener con su "esposo". Intentó


salvar este aspecto. Apenas había empezado a hilvanar las palabras Fonseca la cortó suavemente para decirle que lo entendía; que era un pobre viejo, que solo esperaba afecto y compañía, dormirían en camas separadas.





Aunque le dio un tiempo para pensárselo estaba claro que no había más que una opción. El tiempo que transcurrió hasta la boda sirvió para que Adolfo tratara a su futuro "padre" y Carlos a su "abuela" o madrastra. Los compañeros de Carlos comentábamos con él :


- Que cabrón tu abuelo vaya tía que se va a follar.


Y a Carlos se le hacía la boca agua pensando que iba a vivir con aquella tía que estaba tan buena.





La boda fue bastante discreta, unos cien invitados, un exquisito restaurante y un poco de baile hasta las 12 de la noche, ya que la mayoría estaban bien entrados en años. En un momento dado del baile Laly notó como Fonseca se apretaba contra ella y recorría su espalda con sus manos una y otra vez, pero no dijo nada. También le molestó la manera como la miraba el viejo joyero. La verdad es que estaba guapísima


con aquel vestido ceñido al cuerpo de escote generoso.





Terminado el baile montaron los cuatro en el coche, Adolfo y Carlos atrás. Carlos que no perdía ojo a su madrastra observó como su abuelo en algún momento al cambiar las marchas dejaba su mano sobre el muslo de Laly . Miraba con una sonrisa maliciosa al pequeño Adolfo como si le dijera:


- Ya verás lo que le va a hacer mi abuelo a tu mamá esta noche.


Una vez en el garaje bajaron del coche y los chicos, con algún regalo que traían en el portamaletas, fueron a abrir la puerta de casa y esperar a los "novios". Cuando el ascensor volvió a bajar entraron en él y entonces Laly sintió como Fonseca aposentó la mano en su hermoso y firme trasero dándole un buen apretón. Ella se movió nerviosa y enfadada mientras el la miraba con fruición pensando para sí:


- Ya estás dentro de la jaula, paloma.





Sin mucho entretenerse se dispusieron a acostarse, Laly beso con cariño a Adolfo que estrenaba su nueva casa y por delicadeza también a Carlos, sin darse cuenta como este clavaba sus ojos en el escote.


Entraron en la habitación y mientras Laly preparaba sus cosas de aseo, Fonseca se desnudó en un santiamén, se puso el pijama y esperó a que empezara el "espectáculo" que le iba a ofrecer su joven esposa. Cuando se quitó el vestido, Fonseca sintió como su pene se ponía duro al contemplar aquel cuerpazo adornado por aquella lencería fina, aquellas piernas macizas contenidas en las delicadas medias blancas. Laly que se disponía a quitarse el sujetador miró de reojo y vio como debajo de las sábanas el viejo se acariciaba el bulto; quiso darle la espalda y entonces escuchó la voz imperiosa de Fonseca:


- Date la vuelta y deja que tu marido disfrute de lo que es suyo.


- No puedo, me voy a ir al baño a cambiarme.


Entonces comenzaron a discutir fuerte sobre lo que habían pactado respecto a las relaciones íntimas. Carlos se levantó y se dirigió hacia la habitación de l matrimonio. Al mismo tiempo Adolfo asomó por la puerta de su habitación y asustado fue detrás de Carlos. Pegaron el oido a la puerta a tiempo de escuchar:


- Mira grandísima zorra, eres mi mujer y te la voy a meter cuando quiera; y si no te parece bien te vas, luego voy a la policia y ya verás que bien te pasas unos añitos en la carcel. Desnúdate de una puta vez.


Carlos muy lentamente abrió la puerta lo suficiente para ver la escena. Fonseca sentado a los pies de la cama y frente a él Laly se quitaba el sujetador dejando a la vista aquellos explendidos pechos. Luego se quitó las bragas mientras escuchaba :


- Pero que buena estás cabrona, que chochazo más rico; anda date la vuelta que te vea bien esas nalgas.





Carlos comenzó a masturbarse mientras le decía a Adolfo:


- Macho, que buena está tu madre, ya verás que pollazos le mete mi abuelo.


Al pobre niño se le caían las lágrimas.


Fonseca sentó a Laly a su lado y comenzó a sobarle los muslos y las tetas mientras le comía la boca:


- Cógeme la polla y menéamela con esa manos de puta fina que tienes.


Y Laly comenzó a recorrer aquel tronco de piel oscura con sus blancas manos.


Sentía una gran sensación de asco al ser besuqueada y sobada por aquellas manos sarmentosas y tener que menearsela.


Luego el viejo hizo tender boca abajo a su esposa para echarse sobre ella y restregarse la polla contra sus turgentes nalgas mientras estrujaba sus tetas. La mordía en el cuello y le babeaba la cara susurrándole brutalidades. Así estuvo un buen rato.





Adolfo era una pura congoja viendo aquel l blanco y delicado cuerpo aplastado por aquel energúmeno arrugado que se apretaba contra su madre. Carlos ya se había corrido y estaba de nuevo empalmado.


Fonseca se puso en pie sobre la cama y ella de rodillas:


- Ahora me la vas a chupar con esa boquita tan linda que tienes.


Laly comenzó lentamente a engullir su verga pero él la obligo a colocar sus manos en sus escualidos gluteos y aferrando su cabeza comenzó a follarle la boca con violencia.


Carlos disfrutaba viendo como a cada empellón de su abuelo las tetas de su madrastra rebotaban y temblaba todo su cuerpo.


El viejo notó que podía terminar así que sacó su polla de la boca y la mandó echarse y abrir las piernas. Se la clavó hasta los huevos y comenzó a bombear a placer pues a pesar de todo Laly estaba húmeda.


- Guarra estás bien mojada. Y eso que no querías.


El viejo comenzó a embestirla y al poco Adolfo escuchó los gritos y gemidos de su madre, que lo asustaron, pues Laly era muy escándalosa cuando follaba.


- Mi abuelo la va a romper el coño por puta – Carlos estaba como loco viendo como su abuelo montaba aquella hembra mientras sus carnes temblaban con cada acometida.


La recien casada abandonada ya a sus sensaciones, sentía un gran placer al ser penetrada. y cruzó sus piernas a la espalda del viejo comandante, mientras le ofrecía su lengua en un beso lleno de lujuria, para que su polla entrara hasta lo más profundo.





EL cuerpo de la hembra se acoplaba y salía al encuentro de cada empujón del viejo macho. Carlos le dijo a su "hermanito " algo que Adolfo empezaba a intuir:


- Miralá, como le gusta que se la metan.


Y le estaba gustando tanto que fuera de todo control le decía al viejo palabras cariñosas como:


- Así mi vida, sigue dándome gusto cariño.


Ella se corrió como una perra salida y enseguida él:


- Toma puta te lo doy todo a ver si te preño esta noche.


Luego él bastante agotado se echó en su cama y enseguida quedó dormido; sollozó un rato al darse cuenta de cómo se había entregado y también se durmió. Entonces Carlos, que estaba fuera de sí por la excitación, entró sigilosamente en la habitación, retiró con cuidado la ropa que cubría el cuerpo de su madrastra y encendió la tenue luz de cabecera para ver de cerca por un momento aquella hembra. Laly se despertó y chilló al muchacho lo que hizo que Fonseca también se despertara.








El viejo en vez de reprender a su nieto, viendo el bulto del pantalón del pijama, preguntó divertido por que estaba así y el muchacho le dijo que por lo que había visto.


Entonces Fonseca tuvo una idea diabólica:


- Mira hijo, en la familia hay que ser todos para uno. Una recién casada espera que le den tralla durante toda su noche de bodas, asi que como yo ya no puedo tanto lo vas hacer tu por mí.


La mamá dijo que aquello era monstruoso pero al final los mismos razonamientos que la hicieron entregarse al viejo la obligaron a condescender.


El Seboso de Carlos se echo a su lado y comenzó a magrearla mientras la besaba. También le dijo que se la meneara y Laly comenzó a acariciar aquella polla que pronto reaccionó alcanzado un tamaño considerable.


Tras haber disfrutado de sus muslos y nalgas, se concentró en sus tetas chupándolas y mordiéndolas a placer, escuchando con satisfacción los gemidos de su madrastra.


Después se sentó sobre su pecho y comenzó a follarle las tetas, que era lo que más le gustaba de las revistas que había visto. Amasaba a placer aquellos senos redondos, duros enterrando su pija entre ellos. Disfrutó así otro buen rato, luego la abrió de piernas, contemplo su peludo coño, apoyo su verga y comenzó a empujar. Sintió como si se derritiera al gozar pro primera vez de aquella suavidad y calor que envolvía y aprisionaba su miembro. Cuando hizo tope con sus huevos comenzó a bombear poco a poco hasta coger un ritmo frenético. Mientras aferraba con sus manos las carnes de Laly, sintió como esta, a la vez que se movía con la misma furia que el , lo abrazaba con fuerza y apretaba sus gluteos hasta hacerle daño:


- ¿Te gusta que te la meta así "mamá"?


- Si cabroncito jódeme bien.


Adolfo era un mar de lágrimas, pensaba que su madre era muy puta.





En medio de fuertes estertores la hembra volvió a alcanzar un tremendo orgasmo y al poco Carlos se vino llenándola con su leche joven.


El viejo no le dio descanso, se estaba empalmando y quería volver a cojerla:


- Ahora nos la vas a chupar para que que te demos una buena noche.


Se sentaron en la cama y ella, colocada a cuatro patas entre los dos comenzó a mamársela alternativamente, mientras ellos le acariciaban la espalda y le sobaban las tetas que en esa posicion se bamboleaban a un lado y otro ofreciendo un espectáculo maravilloso.


Luego el abuelo se colocó detrás y comenzó a clavarla hasta que tuvo su verga bien lubricada, entonces la sacó y apoyo el glande en el ojo del culo y apretó:


- Eso no por Dios, no me hagas eso.


Pero Fonseca siguió apretando y su miembro comenzó a entrar.


Como si adivinara el pensamiento de su abuelo, Carlos sujetó fuerte la cabeza de la mujer para que no pudiera sacars4 la polla de la boca y hablar.


Ya la verga del viejo había echo todo el camino, se detuvo un momento para que dilatara entreteniéndose en amasar a placer las nalgas de su esposa y luego comenzó a moverse hasta alcanzar un buen ritmo. Carlos disfrutaba viendo como gruñía de dolor con su polla en la boca. La enculada del abuelo duró más de media hora hasta que se vino llenándole el culo de leche cuando Laly empezaba a sentir una cierta sensación agradable.





Ya la verga la tenía Carlos bien dura e intercambiaron el puesto, el viejo dejaba que le chupara su flacida polla, ya sin muchas esperanzas, pero, eso si, magreando aplacer sus bamboleantes tetas. Su nieto se colocó detrás de su "madrastra" lubricó la verga en su concha y comenzó a darle por el culo. Ahora Laly sentía una sensación cada vez más agradable; incluso no le molestaban demasiado los azotes que el cabrón de su hijastro le daba de vez en cuando en las nalgas llevado por la excitación. Movía el culo con frenesí disfrutando de la penetración del glande hasta lo más profundo de sus entrañas; de vez encunado apretaba con fuerza volviendo loco al muchacho Y al fin lo dos llegaron a un nuevo orgasmo.


Adolfo se retiró ya sin llorar sin poder entender que había pasado para que su madre se hubiera entregado de aquella manera.





Carlos se puso su pijama y volvió a su habitación. El viejo la tuvo otro buen rato chupándole la pija, más que nada para disfrutar de su sometimiento.


Luego se levantó y antes de echarse en su cama la lmiró lleno de lascivia y le dijo:


- Ya te lo dije, no te va a faltar de nada.


Ella, completamente rota interiormente, sabía que ante la sociedad sería la distinguida señora del comandante y en su casa la puta de dos pervertidos.
 
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