Mi Tia

stan13

Virgen
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Abr 17, 2009
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Esta experiencia que voy a relatar me ocurrió hace ya algún tiempo. TenÃ*a por entonces 18 años, yo era un muchacho sano y vigoroso que cursaba estudios en la Universidad. Mi pueblo era un pueblo grande, un poco provinciano pero en el que se vivÃ*a estupendamente. Yo habÃ*a empezado una relación con una chica compañera de Universidad, con la que me iba muy bien en todos los aspectos. Por motivos de estudio, querÃ*a optar a una beca de investigación, tendrÃ*a que desplazarme a Valencia pues su Universidad habÃ*a hecho un concurso público, para una beca de investigación que me parecÃ*a muy interesante. Dejar a mi novia, familia y marcharme solo a Valencia para solucionar el papeleo y todo eso, me echaba un poco para atrás. Yo por aquel entonces era una persona muy apegada a mi entorno familiar y social. Se lo comenté a mi madre y me animó diciéndome que en Valencia vivÃ*a el tÃ*o Andrés y la tita Julia. Mi tÃ*o Andrés era el hermano mayor de mi madre y aunque vivÃ*a en Valencia, me daba mucho apuro incomodarlo y más cuando estaba recién casado con Julia. Mi tÃ*o tenÃ*a en esa época unos cincuenta años . Era un hombre afable, simpático y muy alegre. Se habÃ*a casado con mi tÃ*a por poderes. Mi tÃ*o ya era un poco mayor para estar soltero y mediante un acuerdo entre familias se concertó la boda con la que después serÃ*a mi tÃ*a. Ésta, era una chica de pueblo, del mismo pueblo dónde habÃ*an nacido mi tÃ*o y mi madre, y las familias se conocÃ*an desde hacÃ*a mucho tiempo. La chica habÃ*a quedado huérfana de su padre siendo muy pequeña y habÃ*a dedicado su juventud a cuidar de su anciana madre. Al morir su madre se habÃ*a quedado sola y, aunque estaba de muy buen ver, ya se le habÃ*a pasado el tiempo de los jugueteos amorosos. HabÃ*a hecho los estudios elementales y estaba trabajando, en la época en la que se casó, en una guarderÃ*a que en el pueblo, dirigÃ*an las monjas. Mi tÃ*a tendrÃ*a cuando se casó unos treinta años.

Bien, como decÃ*a, yo no querÃ*a ser una molestia para mis tÃ*os y estaba decidido a irme a Valencia, coger un hotelito barato y pasar allÃ* los dÃ*as que necesitará hasta dejar el papeleo resuelto. Para que mi tÃ*o no se molestase en caso de que se enterara que habÃ*a estado allÃ* y que no le hubiera llamado; pensaba pasarme a verlos el último dÃ*a antes de volver. Se lo comenté a mi madre pero me dijo que de ninguna manera. En esos dÃ*as llamó a mi tÃ*o y me encontré con que todo ya estaba organizado y que los dÃ*as que necesitara pasar en Valencia los pasarÃ*a en casa de mi tÃ*o. Mi tÃ*o trabajaba como director administrativo de una famosa empresa Estatal de telefonÃ*a. Su trabajo era de mucha responsabilidad y parece ser que muy bien remunerado. La verdad es que era muy desprendido, cuando venÃ*a a casa siempre nos traÃ*a regalos y además mientras estaba con nosotros, si decidÃ*amos salir por ahÃ* a comer o a tomarnos algo, él siempre pagaba. Mi padre a veces se enfadaba con él porque muy rara vez lo dejaba pagar. TenÃ*a un estupendo coche y el piso de Valencia según decÃ*a mi madre, era un piso por todo lo alto. Pasaron los dÃ*as hasta que llegó el momento de salir para Valencia. Me despedÃ* de mi novia por unos dÃ*as, fue doloroso porque ya se sabe, cuando se empieza una relación, lo que apetece es estar las veinticuatro horas juntos, pero la negación de sus padres a que me acompañara en este viaje fue tajante. También me despedÃ* de mis padres y cogÃ* con nostalgia, a pesar de que aún no habÃ*a salido, el autobús que en cinco horas me llevarÃ*a hasta Valencia.

Cuando llegué a Valencia mi tÃ*a Julia me estaba esperando en el andén, he de decir que mi tÃ*a no trabajaba, ella se dedicaba al cuidado del hogar. En principio, porque no encontró un trabajo acorde a su cualificación y también porque con el sueldo de mi tÃ*o podÃ*an llevar una vida muy acomodada. Me recibió en la estación con alegrÃ*a y yo le correspondÃ*a, hacÃ*a tiempo que no la veÃ*a y me alegró mucho encontrármela allÃ*. Estaba muy guapa y como era verano llevaba un vestido de tirillas que le marcaba muy bien su cuerpo y unas sandalias de piel que dejaban ver unos pies muy bonitos y cuidados con sus uñas pintadas de un rosa tenue. Me dio un par de besos y me dijo que habÃ*a venido ella a recogerme con el coche porque mi tÃ*o tenÃ*a una reunión muy importante y que no comerÃ*a en casa. VolverÃ*a a casa por la noche. Me preguntó por mis padres, mis hermanos, mis abuelos y finalmente por mi novia. Me dijo que era una pena que no hubiera venido ella también. Era tanta la alegrÃ*a que tenÃ*a que se emocionaba y yo pensaba que acabarÃ*a rompiendo a llorar de un momento a otro. Tanta emoción desatada, acabó afectándome de manera que casi se me saltaron las lágrimas. Para evitar que se diera cuenta le di un abrazo muy fuerte, me recompuse y nos dirigimos abrazados hasta el coche.
El residencial era alucinante, video portero, piscina, pista de tenis, zona verde, etc. Subimos hasta el piso que era precioso, suelo de parqué, y decoración sencilla pero con mucho estilo. La cocina era enorme y pasando por el salón que era casi tan grande como la casa de mis padres, mi tÃ*a me llevó al cuarto de invitados que serÃ*a mi residencia durante mi estancia. El dormitorio era muy acogedor y todo estaba muy ordenado y superlÃ*mpio. Me aseé un poquito y me dirigÃ* a la cocina para comer pues era la hora y no querÃ*a molestar a mi tÃ*a haciéndola esperar a mi ducha. Ya me ducharÃ*a después de comer. Mi tÃ*a que además de relimpia era muy buena cocinera, me habÃ*a preparado una paella de marisco que estaba exquisita. Mientras comÃ*amos, estuvimos hablando de su vida de casada en Valencia, en que empleaba su tiempo libre y esas cosas que se suelen hablar en estos casos.
El frigorÃ*fico estaba a reventar y no paraba de ofrecerme cosas, agasajándome para que yo estuviera contento y la verdad es que lo estaba. Le pregunté por mi tÃ*o y me dijo que él estaba muy bien, pero que trabajaba mucho. HabÃ*a dÃ*as, según me dijo, que ni le veÃ*a. Llegaba tan tarde que ella ya estaba dormida y a la mañana siguiente, muy temprano, se obligaba a levantarse a la vez que él para preparar el desayuno e intentar pasar unos minutos juntos. Me confesó que se aburrÃ*a y que estaba llenando su tiempo con actividades para que el dÃ*a se le hiciera más corto. Iba tardes alternas a un taller de pintura y a la piscina y algunas veces quedaba con compañeras del taller para salir de compras e ir al cine o al teatro. Tras la sobremesa, me disculpé y me fui a la ducha para después descansar un poco. El madrugón habÃ*a sido de campeonato.
Tras la siesta nos propusimos dar una vuelta por la ciudad, juntos paseamos por el centro, visitamos tiendas y grandes almacenes y descansamos en las terrazas de algunas plazas públicas muy animadas de gente. La tarde sirvió para conocer mejor a mi tÃ*a pues la verdad es que era una desconocida para mÃ*. La vi antes de casarse con mi tÃ*o unas cuantas veces en casa de mis padres, pero siempre con prisa e inmerso en mis asuntos de adolescente y un poco alejado de los protocolos familiares. La verdad es que yo era un poco independiente, supongo que como todos los chicos en esa edad. HabÃ*a asistido por supuesto a la boda y me lo habÃ*a pasado muy bien con mis primos y mis tÃ*os ese dÃ*a. Al caer la tarde nos volvimos a casa para cenar, descansar y ver a mi tÃ*o.
Mi tÃ*o llegó a casa a las nueve de la noche, se le veÃ*a cansado, me dio un abrazo y un beso muy cariñoso y me preguntó por toda la familia y también por mi novia. Cenamos y una vez recogida la mesa nos fuimos al salón donde pasamos una agradable velada y después nos fuimos a la cama. Aunque estaba muy cansado y soy de coger el sueño muy fácil, serÃ*a porque extrañaba la cama o quizás serÃ*a el efecto del café que me habÃ*a tomado por la tarde, el caso era que no conseguÃ*a pillar el sueño y en una de las veces que me desperté, escuché a mis tÃ*os que parecÃ*an discutir. Me pareció oÃ*r llorar a mi tÃ*a, pero me pareció de mal gusto escuchar las conversaciones ajenas y me concentré en dormir y se puede decir que lo conseguÃ*, porque no recuerdo nada más de aquella primera noche. A la mañana siguiente me desperté tarde, mi tÃ*a estaba en la cocina ocupada en sus quehaceres domésticos. Desayuné y me dispuse a salir para empezar a cumplir con los trámites que me habÃ*an llevado hasta allÃ*. Mi tÃ*a me dijo que tenÃ*a pendiente una compra en un centro comercial que se encontraba de paso a la Universidad. Quedamos en que me llevarÃ*a en el coche me dejarÃ*a en la Universidad y cuando acabase la compra me recogerÃ*a. Le dije que si me llevaba a la Universidad, luego yo irÃ*a con ella a ayudarle a la compra y la podrÃ*amos hacer los dos juntos. Le pareció buena idea y en eso quedamos. Mi tÃ*a esa mañana tenÃ*a los ojos tristes, supuse que no habrÃ*a pasado buena noche y que estarÃ*a afectada por la discusión de la pasada noche con mi tÃ*o.
La Universidad me pareció muy bonita con muchos jardines y como era verano no habÃ*a mucho bullicio, más bien al contrario, el ambiente era muy tranquilo. En la secretarÃ*a me facilitaron una lista con los requisitos que debÃ*a presentar para optar a la beca de investigación. El trámite fue muy rápido, con los requisitos exigidos y en los próximos dÃ*as formalizarÃ*a la solicitud. Mi tÃ*a estaba esperándome fuera y cuando salÃ* nos dirigimos a hacer la mencionada compra. Entre lo tarde que me habÃ*a levantado y el tiempo que se nos fue en llegar a la Universidad y gestionar lo de la secretarÃ*a, el tiempo se nos echó encima. Compramos y como no habÃ*amos preparado nada para comer, decidimos quedarnos a almorzar en un restaurante mexicano que habÃ*a en el Centro Comercial y después volver a casa. Mi tÃ*o no irÃ*a a comer a casa pues tenÃ*a una importante reunión de trabajo. Comimos estupendamente, mi tÃ*a se rió bastante con las tonterÃ*as que yo le contaba. Su mirada iba cogiendo la luz que le faltaba por la mañana. Bebimos cerveza mexicana y saboreamos las fuertes y condimentadas carnes que nos ofrecieron. Tomamos unos postres riquÃ*simos, quizás un poco dulzones, y acabamos tomándonos unos tequilas. Antes de comprar los alimentos refrigerados para volver a casa, mi tÃ*a se fijó en la cartelera de los multicines. Con gran alegrÃ*a vio que exhibÃ*an una pelÃ*cula que ella querÃ*a ver y que llevaba mucho tiempo en cartelera. Según me dijo pensaba que ya la habrÃ*an eliminado de la programación. Me pidió que nos quedáramos a verla en el primer pase. La pelÃ*cula era una de esas pelÃ*culas románticas de época, que habÃ*an anunciado hasta la saciedad y la verdad es que, a pesar de que ese tipo de cine no es el que a mÃ* más me apetecÃ*a ver, tenÃ*a buena pinta. Los actores y actrices eran muy conocidos y buenos intérpretes. Esperamos y entramos a la primera sesión, el cine estaba vacÃ*o. Hasta que no empezó la pelÃ*cula estuvimos solos, y ya comenzada la sesión entraron tres o cuatro personas más.
Mientras veÃ*a la pelÃ*cula un sueño atroz se iba apoderando de mÃ*. Esa hora de después de la comida, con las cervezas, el tequila y la pelÃ*cula con esos paisajes maravillosos, una banda sonora super relajante, fue demasiado para mÃ*. Mi tÃ*a además, supongo que también relajada, recostaba su cabeza hacÃ*a mÃ* y yo suavemente posaba la mÃ*a sobre la suya. Ella se habÃ*a situado a mi derecha y al echarse hacia mÃ*, mi brazo derecho quedaba oprimido y yo muy incómodo. Lo liberé como pude y sin saber que hacer con él, lo eché por encima de los hombros de mi tÃ*a. ¡ Dios mÃ*o, quien nos viera pensarÃ*a que eramos dos novios gozando de una tarde de cine romántico!. Mi tÃ*a se acurrucó a mi abrazo y se acomodó para disfrutar de la pelÃ*cula. Yo me quedé plácidamente dormido. Cuando acabó la pelÃ*cula y la sala se iluminó, me desperté y suavemente retiré el brazo que cubrÃ*a a mi tÃ*a. El final de la pelÃ*cula debió de ser muy emocionante o quizás dramático, porque mi tÃ*a apenas podÃ*a disimular sus lágrimas. Volvimos a casa con la compra ya totalmente hecha y mi tÃ*a se reÃ*a de la dormida que me habÃ*a pegado. Yo me alegraba mucho por su felicidad, me gustaba verla contenta. Llegamos a casa después de haber estado todo el dÃ*a fuera, nos pusimos cómodos y en el salón mi tÃ*a veÃ*a la televisión mientras yo leÃ*a un poco. A eso de las 20:00 horas llamó mi tÃ*o y por la conversación de mi tÃ*a, deduje que no vendrÃ*a esta noche a casa y que pasarÃ*a el fin de semana fuera, supuse que serÃ*a por asuntos de trabajo. Luego me lo confirmó mi tÃ*a. Al colgar una gran tristeza se apoderó de nuevo de mi tÃ*a, se levantó y supongo que para no llamar mi atención se marchó, a su dormitorio. Yo no sabÃ*a que hacer, me encontraba incómodo en esta situación. Pensé que mi tÃ*a se estaba portando muy bien conmigo y que debÃ*a hablar con ella para que me contase lo que ocurrÃ*a y se consolara un poco. Antes de entrar en su dormitorio que estaba cerrado, toqué a la puerta y pedÃ* permiso para entrar. Mi tÃ*a estaba llorando desconsolada, me acerqué a ella y me senté en la cama a su lado. No le dije nada, solamente le eché el brazo por encima y la abracé como habÃ*a hecho en el cine. Ella se volvió hacia mÃ*, me abrazó y me dio un beso en los labios que me dejó un agradable sabor a sal. La situación me sorprendió y a la vez me enterneció profundamente, la abracé con fuerza y deposité un decidido beso en su hermosa boca. Con un ansÃ*a desatada, sus labios se agarraban a mi boca y sus manos me sacaban la camiseta y me intentaban soltar la correa del pantalón. Yo era consciente de que me estaba metiendo en un buen lÃ*o, pero me dejé llevar por la pasión.
A medio desnudar, le rogué que asegurara la puerta por si se le ocurrÃ*a volver a mi tÃ*o. Ella me dijo que no iba a venir, pero que si me quedaba más tranquilo cerrarÃ*a con llave y la dejarÃ*a puesta por dentro. Al verla salir del dormitorio pude disfrutar de su hermosa desnudez. TenÃ*a un cuerpo muy hermoso, no era muy alta pero estaba muy bien proporcionada. TenÃ*a todo en su sitio y muy bien puesto. Estaba en la plenitud de su belleza, pero de todo su cuerpo lo que más me llamó la atención fueron sus exuberantes pechos. Era hermoso de contemplar como se mantenÃ*an, a pesar de su gran tamaño, erguidos y maravillosamente posicionados. Las aureolas de sus pezones eran muy sensuales, grandes y de color intenso. Volvió al dormitorio y se puso una bata que apenas cubrÃ*a su desnudez. Antes de que dijese nada la cogÃ* de la mano y la llevé hasta el que era en esos dÃ*as mi dormitorio. Una vez allÃ*, me contó que aunque era feliz con mi tÃ*o y él la trataba siempre muy bien y con mucho respeto, se encontraba sexualmente muy frustrada. Me contó que mi tÃ*o llevaba una doble vida, él se sentÃ*a mujer y sexualmente le fascinaban los hombres. Su ilusión era en el futuro hacerse el cambio de sexo y vivir una vida diferente. Yo me quedé sorprendidÃ*simo y pensé ¡Madre mÃ*a, que pensarÃ*a de esto mi abuelo!. Para el resto de la familia serÃ*a un bombazo pero acabarÃ*an aceptándolo, pero para mi abuelo, un militar jubilado de ideas muy conservadoras serÃ*a una hecatombe. Según mi tÃ*a por respeto sobre todo a mi abuelo, mi tÃ*o llevaba casi toda la vida sobrellevando esa pesada carga. Me contó que por las noches salÃ*a a bares de ambiente e incluso a veces actuaba en algunos clubs como dragqueen. TenÃ*a un apartamento para mantener sus relaciones extraconyugales y en algunas ocasiones le habÃ*a propuesto compartir algunos de sus amantes con ella, pero siempre se habÃ*a negado. Las pocas veces que habÃ*an tenido relaciones habÃ*a sido buscando el embarazo de mi tÃ*a, pero sin éxito. Mientras me contaba todas estas cosas una gran tristeza se fue apoderando de ella, una tristeza amarga y profunda. AbrÃ* la cama, le quité la fina bata y la invité a entrar en ella. La tapé con la sábana y la ligera colcha y me acabé de desnudar para meterme dentro. La coloqué de espaldas a mÃ* y abrazándola fuerte por detrás me pegué a ella haciéndola sentir mi joven virilidad en su hermoso trasero. Comencé besándole el cuello, los hombros y continué por la espalda. Los besos se alternaban con suaves bocados a través de los cuales le transmitÃ*a mis deseos más profundos.
Ella respondÃ*a a mis caricias con graciosos respingos de placer. Mis manos, rodeando su cuerpo jugaban con sus tersos pechos. Sus pezones se pusieron erectos como tetinas de biberón . Rodeando su cuerpo me enganché a uno de sus pezones y lo sorbÃ* durante un buen rato, ella dócilmente se dejaba hacer. VolvÃ* a jugar con su espalda cuando ella, por entre sus piernas cogió mi pene y se lo colocó sobre su vulva y lo apretó con sus muslos. Durante unos momentos acompasamos la respiración, viviendo una sensación de muchÃ*sima proximidad. Estábamos echados del costado derecho y abrÃ* sus piernas tirando hacia atrás de su muslo izquierdo hasta que lo coloqué sobre mi cadera izquierda. Con la mano izquierda acaricié su vulva, abriéndole sus húmedos labios. Con mi saliva humedecÃ* mi mano para que el tacto en tan sensible lugar fuese más suave. Dediqué unos instantes a acariciarle el clÃ*toris mediante un tacto húmedo, suave y decidido y ella respondÃ*a acompañando con su cuerpo mis movimientos y exhalando retenidos gemidos de placer. En esa posición abierta, humedecÃ* con mi saliva la punta de la excitada verga y la coloqué en la entrada de su vagina. Ella dándose cuenta de mis intenciones, me retiró la mano y fue ella la que humedeciendo sus manos en saliva me embadurnó el pene de arriba a abajo. Cuando el suave tacto de sus manos recorrÃ*a la punta de mi verga, el placer se me hacÃ*a casi insoportable. Una vez consideró que su juguete estaba sobradamente impregnado, se lo colocó en la entrada de su ansiada gruta. Coronó mi excitado glande en su abertura y suavemente fui empujando con la pelvis para que el fabuloso miembro encajara en su confortable vaina. Mi tÃ*a se contrajo con violencia, la penetración la estaba dañando y me pidió que no empujase. A pesar de la gran humedad que tenÃ*an nuestros órganos, la penetración no era sencilla. Mi tÃ*a me dijo que igual era la primera vez, yo pensé que eso era imposible, antes me habÃ*a dicho que habÃ*a tenido relaciones con mi tÃ*o. Me confesó que el pene de mi tÃ*o era de un tamaño mucho menor que el mÃ*o (era un micro pene de 5 centÃ*metros) y que aunque habÃ*a penetrado, nunca habÃ*a forzado la entrada de su vagina. Pensé, la vida a veces es increÃ*ble, ¿quién me iba a mi a decir que iba a venir a Valencia para desvirgar a mi tÃ*a?, ¡ alucinante!. Le di la vuelta y la coloqué boca arriba en la cama, besándole los pechos bajé por su barriga hasta su ombligo y de allÃ* hasta su vulva. Acaricié con la lengua su sonrosada fresita y desde abajo con un profundo lengüetazo le abrÃ* su dulce higuito. Con la práctica oral se puso un poco tensa, pero pensé que tarde o temprano se relajarÃ*a y podrÃ*amos acabar lo que tan bien habÃ*amos comenzado. Aproveché un momento para observar la entrada de su vagina y descubrÃ* que con el intento de penetración anterior se le habÃ*an señalado unas pequeñas fisuras. Estaba claro que esa entrada habÃ*a que descubrirla pues estaba sin franquear.
Cuando toda la zona estuvo bien humedecida, me incorporé y me coloqué sobre ella. Se abrazó a mÃ* con brazos y piernas y le dije al oÃ*do que iba a ser muy cuidadoso pero que esa gruta debÃ*a ser explorada, que me agarrara muy fuerte. Coloqué el pene en su sitio y con un decidido empujón le metÃ* la abultada cabeza. Ella dio un grito de dolor que yo acallé con un beso en su sensual boca y, una vez superado el primer esfuerzo, el rÃ*gido plantón se introdujo hasta la raÃ*z. Una vez dentro, nos abandonamos al placer y cabalgándola a buen ritmo, sentÃ* como ella olvidando el dolor, se iba animando. Con el pene hasta el fondo y sobándole sus pechos con la boca, ella se volvÃ*a loca y me animaba a que la penetrase más fuerte y a que le descargase toda mi leche dentro. Yo sentÃ*a los escalofrÃ*os que anunciaban la subida, pero como pude esperé a que ella me acompañara. Cuando pensaba que lo mÃ*o ya era inevitable, noté a través de los intensos movimientos de su pelvis contra la mÃ*a, que ella también estaba dispuesta. Me abandoné y estallamos en un orgasmo conjunto de esos que no se olvidan nunca. Exhaustos y abrazados, nos quedamos enganchados por un buen rato. No dijimos ni una palabra, ella me apretó muy fuerte y me llenó la boca de besos. Mi tÃ*a estaba guapÃ*sima, el orgasmo le habÃ*a sentado estupendamente. Las mejillas las tenÃ*a arreboladas y de sus ojos emanaba un brillo y una alegrÃ*a exultante. Nos separamos cuando el pene perdió su firmeza y abandonó su confortable morada. En las sábanas quedaron como recuerdo, unas pequeñas gotas de sangre de lo que habÃ*a sido la inesperada desfloración de mi tÃ*a. Nos vestimos y nos dispusimos a cenar algo, habÃ*a que reponer las energÃ*as perdidas.
El resto de los dÃ*as que permanecÃ* en Valencia, además de acabar de formalizar mi solicitud de beca en la Universidad, recorrÃ* la ciudad y pasé muy placenteros momentos con mi queridÃ*sima tÃ*a. Es obvio decir que las vacaciones se alargaron un poco más de lo previsto y que las posteriores experiencias vividas servirán de argumento para la continuación de este relato. Incluso llegamos a experimentar relaciones entre los tres (mi tÃ*a, mi tÃ*o y yo) y la verdad es que resultaron muy placenteras. Como podéis comprender, se puede decir que la visita sirvió, entre otras cosas, para estrechar aún más los lazos familiares. La historia de mi tÃ*o se merece un relato aparte y es mi compromiso el que una vez acabada la segunda parte del referente a mi tÃ*a Julia, os lo ofreceré con todo lujo de detalles. Hasta pronto
 
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