Mi Suegro Ordeñando mi Leche Materna – Capítulos 01 al 03

heranlu

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Mi Suegro Ordeñando mi Leche Materna – Capítulo 01


Mi esposo y yo pasábamos por una mala racha. Él había sido despedido del trabajo y yo aún no tenía mi consultorio en México. Nos acabábamos de regresar de México y mi hijo tenía meses de nacido. En México no teníamos casa y no teníamos suficiencia económica para pagar renta. Cuando llegamos a México de regreso, tuvimos que quedarnos por un gran periodo de tiempo en la casa de mi suegro Raúl. Que a pesar de ser un buen hombre, era algo pervertido. No me gustaba quedarme en su casa porque le gustaba espiar y luego ponía excusas para decir que no se había dado cuenta que había alguien en la habitación. Según él, estaba acostumbrado a deambular por su casa libremente, y cuando tenía invitados lo olvidaba en ocasiones.

Antes de que nos fuéramos a vivir a Estados Unidos, y que perdiera mi esposo su trabajo; Vivimos por un tiempo con mi suegro y ahí fue donde me di cuenta que era un viejo rabo “verde” (rabo verde se usa para un hombre anciano que le gusta seducir u hostigar a mujeres más jóvenes). En ese tiempo cuando me duchaba el subía por las escaleras del patio trasero que deban a una pequeña ventana del baño y me espiaba por ahí. Yo trataba de bañarme a espaldas de la ventana para que no pudiera verme, pero aun así mi trasero quedaba al aire con mi cuerpo mojado por la cálida lluvia que salía de la regadera. Incluso logre a escuchar ruidos detrás de la puerta de nuestra habitación cuando mi esposo y yo hacíamos el amor. Yo estaba segura que el escuchaba detrás de la puerta mis gemidos y se excitaba con eso. Habíamos vuelto a aquel martirio de nuevo después de todo ese tiempo.

Después de un viaje muy largo por carretera; porque no teníamos para pagar el avión llegamos a la casa de mi suegro en Nuevo León. Mi esposo entró a la casa atiborrado de maletas pesadas y yo entré a la casa con mi hijo en brazos. Mi suegro nos estaba esperando en el porche sentado en su mecedora. Era un viejo ya muy calvo. Le restaban algunos cabellos grises que peinaba de manera graciosa y una barba que picaba al roce. Era muy delgado y tenía una barriga de cervecero. Le gustaba mucho tomar casi todos los días, para mi sorpresa a pesar de su edad, nunca se había enfermado por eso. Su cuerpo funcionaba a la perfección y mi esposo me platicaba que aun salía con mujeres jóvenes. La verdad no tenía ni idea de porque unas muchachas tan jóvenes les gustaría salir con alguien como él, ni siquiera tenía dinero. Mi suegra había fallecido hace muchos años y él disfrutaba como un loco su vida de soltero. Mi esposo bajó las maletas y yo le di a cargar el bebé. MI suegro se acercó de inmediato a mí y me estrujo entre sus brazos con intensidad

– ¿Cómo estas Julia? –preguntó mi suegro mientras seguía apretando mi pecho lactante contra el suyo.

–Muy bien, muchas gracias suegro. ¿Qué tal le ha ido?

– ¿A mí?, pues no me puedo quejar hija, me siento a toda madre.

–Papá, te veo que estas muy bien de salud –dijo mi esposo mientras palmeaba el hombro de mi suegro con una mano y con la otra sostenía a mi hijo.

–Si hijo, estoy más sano que un toro, pero pásenle, no se queden aquí afuera que hace demasiado calor.

Entramos a su casa y el lugar lucía muy limpio para un hombre anciano y solo.

–Su casa luce muy linda señor, debe de cansarse mucho limpiando todo el lugar usted solo –dije mientras admiraba el lugar tan pulcro–.

–Bueno es que tengo a una muchacha que me ayuda, se llama María, pero todavía no llega, hoy va a venir un poco más tarde.

Ya me imaginaba que el viejo rabo verde no podía hacer todo eso él solo. Pobre de la muchacha que le ayudara, estaría sufriendo todo el día de los acosos y manoseos del anciano a solas con él.

Preparé algo para comer con lo poco que tenía mi suegro en el refrigerador, y comimos muy tranquilamente poniéndonos al día con él; fue una plática moderadamente amena. Después de la comida llegó María la chica que le ayudaba a mi suegro con la limpieza de su casa. Era una muchacha joven, no podía pasar de más de 19 años y con una figura muy linda. La cara de mi suegro se transformó al verla y la recibió de beso. Pude percibir al instante de que mi suegro se le acercó para saludarla su incomodidad. <> pensé. Ella de inmediato se puso a hacer los quehaceres del hogar y yo me senté en una mecedora de madera en el cuarto de las visitas. Cuando tuve a mi primer hijo, los pechos se me inflamaron mucho por la gran cantidad de leche que producían. Constantemente me daban ganas de alimentarlo, pero el quedaba satisfecho muy rápido y yo me quedaba con toda esa leche acumulada en mis senos. Cuando me duchaba solía ordeñarme yo sola para sacar aquella gran presión de mi busto. Me senté en aquella mecedora tan cómoda y con mi hijo en brazos me dispuse a darle de comer. Cuando terminaba de hacerlo mi suegro entró y me vio con el pecho de fuera. YO puse en la cama a mi hijo boca abajo y me guarde los senos

–Mi nieto ya ha crecido mucho –dijo mientras acariciaba su pequeña cabeza.

–Si… ya está bastante grande –dije, bastante incomoda con la situación.

–Se ve que está muy bien alimentado, es bueno que le des pecho, eso los hace unos niños muy fuertes cuando crecen.

–Si claro –dije despectivamente.

Mi hijo comenzó a llorar, pero yo no soportaba las miradas pervertidas de mi suegro sobre mi cuerpo así que ya no lo alimente más; mi hijo lastimosamente tuvo que pagar las consecuencias. Lo arrullé un poco en el cuarto dándole palmaditas en la espalda hasta que eructo y se quedó completamente dormido. Mi suegro no se separó de mí ni un solo instante. Mi esposo no quiso perder tiempo y se fue a buscar trabajo ese mismo día, a pesar de que se encontraba igual de cansado que yo. Se despidió de mí y se fue en el auto. Ahora tendría que pasar toda la tarde a solas con él.

–Estaba pensando Julia, debes de estar muy adolorida del pecho.

– ¿Por qué lo dice señor Raúl? –Pregunté con curiosidad.

–Bueno he notado como te tocas los pechos aun después de amamantar a mi nieto.

–Bueno si es que mi pecho produce mucha leche.

– ¡Lo sabía!, mi esposa tenía el mismo problema –dijo exaltado.

–No me diga, ¿Qué era lo que ella hacía para liberar la presión?

–Bueno, después de alimentar a mi hijo me alimentaba a mí.

– ¿Usted bebía su leche materna? –pregunté sorprendida.

–Así es, la bebía hasta dejarla seca. Lo que mi hijo no se tomaba lo hacía yo.

–Pues tal vez sirva, pero a mi esposo no le gusta la leche materna.

–Tal vez yo pueda ayudarte con eso Julia –dijo con una mirada profundamente pervertida.

–No creo señor, yo no podría dejarlo hacer eso, no es correcto –dije sabiendo que él iba a proponerme algo así de sucio.

–Anda July, déjame ayudarte, yo sé que estas en un sufrimiento grande.

–Váyase por favor –dije rígidamente.

Mi suegro se fue algo molesto y decepcionado por no haber logrado su pervertido deseo. La presión de mis grandes senos se hacía más grande conforme los minutos pasaban y me hacía pasar por un muy mal rato; la proposición absurda de aquel vejete ya no lo era tanto. María estaba en la lavandería en la parte de atrás de la casa tendiendo la ropa y algunas sabanas. Yo fui a tratar de ordeñarme en el baño pero la leche no salía parecía que mi pezón estaba obstruido, tal vez por algún calostro. Como una manera desesperada de remover mi dolor recurrí a mi suegro. Fui a su habitación en la segunda planta de la casa y estaba viendo televisión mientras se fumaba un cigarrillo. – ¿Qué es lo que necesitas Julia? –preguntó algo molesto. –Necesito que me ayude con mi problema señor Raúl –dije mientras sacaba lentamente cada uno de mis pesados senos por encima de mi holgado escote–. Al principio él no podía creer que eso realmente estuviera pasando. Lo digo porque se quedó inmóvil como por un minuto.

– ¿Me va a ayudar o no suegro? –pregunté con muchos nervios.

–El resoplo con fuerza y se levantó de su cama. –No te preocupes July, ahorita hacemos que se quite ese dolor tan grande de pecho.

– ¿Qué era lo que usted hacía para ayudarle a su esposa? –quise saber.

–Bueno primero, la masajeaba de esta forma –dijo mientras presionaba desde abajo mis pechos con ambas manos.

–Uy, se siente muy bien, bastante relajante.

–Ya ves, tú déjame a mí, para eso está la familia, para cuidarnos entre nosotros.

Mi suegro comenzó a darme un masaje muy erótico. Sus delgados y arrugados dedos pasaban por encima de mis pechos haciéndome sentir los relieves de sus dedos con cada roce. Sus largas y esqueléticas manos se hundían entre la gran masa de mis senos haciendo erizar mi piel con su movimiento. Yo me mordía un labio mientras él seguía frotando y acariciando mi pecho. Los apretaba y apretaba pero lo leche no salía. Mi esposa también tenía calostros pero estos nada más salen chupándole fuerte. No me dio siquiera oportunidad de oponerme y comenzó a chuparme los senos, lo hacía como un recién nacido con dentadura postiza. A mí se me escapó un leve gemido mientras mordía mis labios para no volverlo a hacer. Mi suegro se dio cuenta de inmediato y apretó mis senos con ambas manos mientras se pasaba de succionar salvajemente uno y luego otro, y luego otro. Yo instintivamente lo tomé de su calva cabeza y lo acerqué con fuerza a mi pecho. El seguía succionando fuerte mis pezones que ya se encontraban erectos y por fin salieron. Los calostros salieron de uno y del otro pecho. Él los comió sin ningún problema y parecía saborearlos con placer.

–Ahora si ya vamos a lo bueno, hay que sacar toda esa leche.

–Está bien, confió en usted –dije con una voz pequeña.

–Acuéstate en mi cama July, es más cómodo para ti si estas recostada.

–Muy bien, solo por favor tenga cuidado, estoy muy sensible del pecho.

–Tú déjalo en mis manos hijita.

–De acuerdo.

Yo me recosté con mi pecho al aire por encima de mi blusa y él me puso las manos por detrás.

Vamos a quitar esto del camino –dijo mientras levantaba mi blusa por encima de mis hombros dejando mi torso completamente desnudo–. Mi piel estaba bronceada por el sol de California y mis pechos se encontraban más blancos por la marca del sostén y la blusa. Mi suegro se recostó por encima de mí en la cama y pude sentir su camisa por encima de mi torso desnudo. Hace mucho calor aquí, me voy a quitar esto –dijo mientras se desabrochaba los botones de su camisa a cuadros–. Cuando se la quitó pude sentir su piel sudorosa por encima de la mía y sin darme tiempo a reaccionar o sentir se abalanzó sobre mi pecho. Succionaba fuerte un pecho tras otro haciéndome gemir; esta vez ya no podía contener los gemidos. ¡Ahhhh, mmmm! Dejaba salir sonidos de placer mientras el liberaba aquella pesada carga de mi ser. Pronto se empezaron a disparar grandes chorros por todos lados.

Yo gemía por poder ser liberada y el bebía cada gota como si fuera la más deliciosa bebida. Chupaba mi pecho mientras la leche caía por su barbilla con barba de tres días. Yo estaba experimentando como la sensibilidad de mis pechos estaba llevando a un terreno desconocido. Mi suegro lamio de arriba abajo mis senos con su alocada lengua y pude sentir como de un segundo a otro me retorcía en un frenético y salvaje orgasmo. Gire la cabeza a la derecha con ambos ojos cerrados, mientras arqueaba mi espalda y gruñía intensamente sujetando con mis manos fuertemente la cabeza de mi suegro contra mi pecho. Él pudo percatarse de mi pecado y sonrió mirándome a los ojos. Parece que tú necesitas otro tipo de ayuda July, bajo hacia mi falda y la levantó por completo, no llevaba ropa interior y el sonrió de nuevo.




Continuara




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heranlu

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Mi Suegro Ordeñando mi Leche Materna – Capítulo 02

Después de succionar la leche materna de mis senos. Mi cuerpo demandaba, no, exigía sentir aún más placer. Mi suegro levantó mi falda y descubrió que mi ropa interior estaba ausente. No perdió tiempo y quito de su camino lo más que pudo mi falda para poder tener un panorama libre de lo que era mi velluda vagina. El vello no lo había recortado en más de un mes y el olor de mi orina estaba mezclado con el de mis orgasmo. Sentí como mi suegro olfateó a profundidad mi vagina extasiándose con tan erógeno olor.

–No puedo creer lo rico que huele tu conchita –dijo mientras levantaba su cabeza por encima de la falda y me miraba saboreándose pasando la lengua entre sus arrugados labios.

–Por favor no se burle, estoy segura que debe de oler muy feo.

–No digas tonterías hijita, tienes todo el olor de una hembra en celo.

–No diga esas cosas por favor, me ponen muy tímida.

–Ya te dije que estas en confianza amorcito, tu solo déjate llevar y yo te voy a consentir.

–Está bien, por favor hágame sentir bien.

–No tienes que decírmelo dos veces linda.

Volvió a meter su cabeza por debajo de mi falda y esta vez sus húmedos labios hicieron contacto con mi rosado clítoris. Él lo beso pellizcándolo con sus labios y estirándolo un poco. Yo me mordí los labios mientras él seguía estirando levemente mi rosada vulva. Lo suficiente para sentirlo y para no lastimarme. Yo mordía mis labios mientras el recorría con su áspera y larga lengua cada rincón de mi vagina sin penetrarla. Mi cuerpo ansiaba ser perforada por su lengua, pero él me torturaba solo provocándome. Su lengua se aproximaba peligrosamente a la entrada de mi túnel de placer pero no terminaba por atravesarlo.

–Por favor, no sea cruel, ya métamela señor –dije mientras le acariciaba la cabeza.

–Yo sabía que te hacía falta un hombre de verdad hijita.

–Lo que pasa es que su hijo no me satisface desde hace mucho tiempo, de hecho no creo que nunca me haiga llegado a satisfacer por completo –dije mientras pasaba mis dedos por su rostro.

– ¿En enserio que mi hijo no te llena? –pregunto curioso mi suegro.

–La verdad que tiene su pene muy chico y no dura mucho en la cama.

–A que mi hijo, no puede ser que no haya sabido ser un verdadero hombre como su padre, y poder satisfacer a una verdadera hembra caliente como tu hija –dijo mientras volvía a bajar a mi vagina y esta vez metió su lengua dentro de mí.

Yo doble mi espalda hacia atrás provocada por el inmenso placer que me dio el ser penetrada por aquella gran y húmeda lengua. Se movía como una serpiente curiosa dentro de una nueva cueva. Buscaba a su presa y yo me desvanecía y caía presa del placer hipnótico que aquella serpiente húmeda me provocaba. Comencé a sentir la pasión que mi cuerpo hacia emerger de lo más profundo de mi ser. Aquella indomable pasión se desbordaba de mi piel, mis pechos, mi vagina y mi ano hacia mi suegro. Aquel hombre tan anciano me estaba haciendo sentir mujer después de mucho tiempo que no lo experimentaba. Yo quería a mi esposo, pero la verdad no me emocionaba mucho la idea de estar con él. Nunca tenía la iniciativa de querer hacerme sexo oral, y cuando lo hacía era pésimo en ello. Yo hice las manos hacia atrás y quite el broche de mi falda. La retire de mi cuerpo y la arroje a un lado de la cama de mi suegro. Esta vez lo tenía de frente y mi suegro mamaba y mamaba mi vagina mientras yo acariciaba dulcemente su cabeza sin dejar de morder mis labios y voltear mis ojos en blanco. –No pare por favor, no se detenga ahora que ya casi estoy llegando –dije mientras sacaba mi lengua y la saliva se escapaba de mi boca–. El no dijo nada y siguió succionando mis labios vaginales, mi clítoris, mi ano con olor a deseo y sudor. Metió su lengua salvajemente en mi ano y yo grité. –Dios mío que placer –dije mientras encajaba las uñas en las sabanas casi a punto de desgarrarlas por completo–. Mi suegro introdujo su lengua en lo más profundo de mi esfínter y yo sentí como mi cuerpo era transportado al cielo. Su lengua giraba endemoniadamente mientras yo subía como un ángel al cielo experimentando el más dulce y delicioso placer. –Ya vi que te encanta que te coman el culo hijita, si lo hubiera salido antes me como tu mierdita desde el momento en que empecé a mamártela –dijo mientras se limpiaba los labios de los restos de su saliva y el jugo tan delicioso de mi vagina mezclado con el de mi ano. Yo lo sujete de nuevo de la cabeza y le dije –dele rápido suegro, quiero venirme ya–. El comenzó a penetrarme con su lengua en mi ano mientras metía sus dedos en mi vagina hacia adentro y hacia arriba. Sus dedos eran mágicos y expertos. Los movía de una manera especial. Tocaba partes de mi interior que disfrutaban de su rose de una manera inigualable. Llevo sus dedos a la parte rugosa en la parte superior de mi vagina y yo no podía creer el placer desplegado en esa situación. Pude sentir como mi vagina se humedecía y yo ya no pude contenerme. – ¡Me voy a venir suegro, no pare que me chorreo! –. Échame tu juguito en mi boca chiquita –dijo mientras sacaba su lengua diciendo “ah” –. Yo sentí como mi cuerpo se retorcía y mis labios dejaban salir mi lengua de nuevo, en una expresión de completo abandono de mi cordura. Solo reflejaba el placer tan bestial que estaba experimentando. ¡Chinge a su madre, tómeselo todo! –Dije mientras frotaba mi clítoris furiosamente y dejaba salir mi eyaculación en la boca de mi suegro–. El cerró sus ojos y abrió la boca muy grande para recibir aquel manantial de placer y poder saborearlo llenando sus pupilas de su erógeno sabor. Yo gruñía como un animal en celo mientras terminaba de eyacular convulsionando mi cuerpo como si fuera el cuerpo de una mujer exorcizándose. Completamente sin control sobre sus instintos. Mi orgasmo fluyo fuera de mi cuerpo, hasta la última gota lo abandono por completo. Mi suegro bebió todo lo que pudo caer en su boca y bufo levantándose y limpiándose la cara, los restos de mi orgasmo. –Ahora si vas a saber lo que es un macho hijita –dijo desabrochándose con mucho apuro su pantalón–. Su ropa interior descendió y la prisión de algodón que detenía a su bestia cedió enteramente. Una bestia gorda y salvaje salió de su ropa interior. Ven hijita, dale un besito a mi compadre (dijo compadre refiriéndose a su polla). Yo me acerqué a él lentamente viéndolo fijamente a los ojos y recorriendo la cama como una gata hambrienta de un macho. Él se masturbo un poco haciendo crecer aún más su polla que para ser vieja no había ocupado de ninguna pastillita azul. Él estaba sentado en la cama y yo lo empuje para que se recostara.

–Le voy a dar una mamada cubana que la va a seguir disfrutando hasta que se muera –dije mientras tomaba su duro y grueso miembro sin poder cerrar completamente mi mano.

–Pues déjame ver que tal lo haces chiquita.

–No se vaya a venir tan rápido, cuando le doy mamadas a mi esposo no dura ni 2 minutos.

–Mi hijo es un poco hombre, estas frente a un macho chiquita, tu dale con todo que yo te aguanto bien firme.

–Conste que se lo advertí, eh.

–Tú no te detengas por nada.

Yo me acerque a su ingle y mis pechos los deje caer sobre su erecto pene. El peso de ellos lo sintió y suaves como algodones acariciaron su miembro haciéndolo retorcerse un poco. –No se vaya a venir así de rápido señor –dije mientras me sonreía un poco–. Eso no fue nada hijita –dijo–. Yo aprisione con mis grandes senos su pene y lo desaparecí por completo. Mis enormes senos apenas y dejaban salir su pene por encima de mi línea de escote. Su pene era muy gordo pero no pasaba de los 18 0 19 cm. Podía sentir él puso de su miembro mientras yo apretaba mis glándulas mamarias haciéndolas subir y bajar despacio. A propósito veía sus reacciones al hacerlo. Mi suegro solo cerraba con fuerza sus ojos tratando se distraer su mente pensando en otras cosas para poder soportar aquel dulce martirio que mis pechos le daban. Deje caer un gran chorro de saliva en medio de mi escote y baño su pene por completo cayendo primero en todo su glande. Después de haberlo liberado un poco para que la saliva recorriera todo su pene, volví a atraparlo entre la suave prisión de mis gigantescos y voluminosos pechos. Volví a subir y bajar con ellos apasionadamente. Segundo a segundo incrementaba mi ritmo mientras el rechinaba sus dientes y apretaba las sabanas como si fuera a desgarrarlas. Me agache un poco y comencé a chuparle la cabeza del pene mientras subía y bajaba repetidamente mis tetas. La leche salía de mis pezones como dos pequeñas fuentes y yo usaba mi leche como un dulce lubricante para su miembro. Mi lengua esta vez, era la que se portaba traviesa recorriendo su glande salvajemente. Podía saborear su sucia orina y la pre eyaculación que desesperadamente salía de la uretra anunciando la próxima venida de su cálida y espesa leche. ¡Ya no puedo aguantar más hijita, me voy a venir! –Dijo cerrando los ojos fuertes y dejando escapar gemiditos pequeños–. No han pasado ni 4 minutos, pensé que podía durar mucho más que mi esposo –dije burlándome un poco de el–. –Yo soy mucho más hombre que…el –dijo mientras se le escapaba su leche involuntariamente bañando mis pechos por completo.

– ¡Puta perra de mierda ¡ –grito mientras su semen se derrochaba sobre toda mi piel y cara.

–Vaya que se vino suegro, no aguanto mucho que digamos –dije mientras me reía pícaramente.

–Dios mío, Julia, que buena cubana me diste chiquita, nunca había sentido algo así.

–Bueno los hombres que me disfrutaba a parte de su hijo las disfrutaban igual.

– ¿Cómo que otros hombres, estabas cogiéndote a otros culeros? –pregunto furioso.

–No entiendo que le molesta, usted está teniendo sexo conmigo mientras estamos casados.

–Una cosa es que yo me coja a la hembra de mi hijo y una muy distinta que te entregues a otros como una puta –dijo mientras me abofeteaba de manera fuerte y humillante.

Yo caí en la cama y él se masturbo un poco. –Te voy a enseñar a respetar a tu marido puta de mierda –dijo mientras ponía su pene erecto de nuevo. La furia y molestia podían verse reflejados en su rostro. –No voy a dejar que la esposa de mi hijo se comporte como una ramera asquerosa


-Continuara
 

heranlu

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Mi Suegro Ordeñando mi Leche Materna – Capítulo 03

Mi suegro masturbaba su polla mientras bufaba de ira y de pasión. Se mezclaban en su ser como una bebida alcohólica preparada por un barman. Con violencia y agitación se movían dentro de él. No dejaba de ver mi cuerpo y rechinar sus dientes deseando poder clavarlos en mis senos; que sudados parecían dos melones bañados en agua.

-Voy a enseñarte a respetar a tu marido cabrona, ya nunca te vas a acostar con nadie que no sea de tu familia, hija de tu puta madre.

-Usted está haciendo lo mismo, está traicionando a su hijo de la misma manera.

-Todos saben que es deber de una nuera servir a su suegro en todos aspectos, y mantenerlo satisfecho en la cama es uno de ellos.

-Eso no es verdad, tal cosa no existe –dije molesta.

-Tú vas a hacer lo que yo te ordene cabrona, te callas el pinche hocico y obedeces. Y cállate porque te va a escuchar la pinche muchacha que me viene a ayudar, y me vas a arruinar lo que tengo con esa putita –dijo furioso.

-No puedo creer que se esté aprovechando de esa muchacha también.

-Ella lo disfruta, además le doy dinero para que pueda ayudar a su madre con sus tratamientos médicos.

El dejo de hablar y me dio otra bofetada. Yo trate de levantarme para irme de la habitación pero me jalo del cabello, casi haciéndome tropezar y caer.

-¿A dónde vas hijita? Tú me vas a satisfacer hasta que me canse –dijo mientras se acercaba tanto a mí que podía sentir su aliento en mi mejilla. Se aproximó a mí lo suficiente para lamer mi rostro asquerosamente y yo me quede inmóvil.

-Sabe delicioso, el sabor de tu sudor es increíble putita.

-Ya déjeme ir por favor.

El me volvió a tomar del cabello y me arrojó de nuevo a la cama. Esta vez yo caí boca abajo y él se me hecho encima rápidamente sin darme oportunidad siquiera de poder levantarme. Empujó mi cabeza hacia la cobija encima del colchón y se posiciono detrás de mí trasero acomodándose de manera cómoda. Podía sentir su polla frotando ambos glúteos. Su pre eyaculación salía sin parar y dejaba muy húmedo mi trasero. El bufaba dejando salir en cada respiración la lujuria contenida en su caliente humanidad. Por fin pude sentir como me tomaba. –Mmmm –gimió mi suegro mientras la cabeza de su glande hacia una entrada triunfal por mi ano. Yo gruñí por la molestia, y el con cada empujón que daba, golpeaba mi trasero haciéndolo sonar fuerte, y abría mi esfínter cada vez más.

-¡Puta madre July, estas bien pinche apretada culera! Como se ve que mi hijo no te da verga muy seguido.

-El no, pero muchos me han dado mucho mejor que usted. Su polla es una miseria en comparación con los hombres con los que me he acostado –dije de manera retadora.

Me tomó del cabello y lo jalo hacia atrás brutalmente. Yo grité de dolor.

-¿Te crees muy lista hija de tu puta madre? Esta vez te vas a enterar de quien es tu puto dueño, hija de la chingada.

Empujó de manera violenta su polla entrando de lleno en mi ano. Yo me tomé de las sabanas y también las mordí para no darle la satisfacción de un grito de dolor. La verdad fue muy difícil porque no me había lubricado bien y la metió a la fuerza cuando yo trataba de cerrar mi esfínter para que no fuera más lejos. La sacaba casi al punto de dejar mi ano y luego la volvía a meter por completo.

-Mira toda la mierda que te sale pinche July, se ve que te hace falta cagar un poco más –dijo de manera burlona.

-Ya cállese el puto hocico viejo de mierda.

-Viejo, viejo, pero bien que te estas comiendo mi polla por el culo como una putita.

Yo me tomaba de las sabanas con fuerza y el viejo solo seguía su mete y saca sin parar. No se cansaba y no eyaculaba tampoco. La fuerza de sus embestidas me llenaba hasta el intestino y no podía darle el gusto de soltar un gemido de placer. Aunque mis ojos ya comenzaban a llenarse de lágrimas y mi vagina había empezado a dejar salir fluidos de placer. Yo solo rogaba por que el viejo no se diera cuenta.

-Uy, que es esto perrita, ya estas mojadita, pensé que te daba asco; pero veo que te está gustando que te de lo que te hace falta ramera –dijo sin parar de cogerme.

-Usted nunca me va a satisfacer porque no es lo suficientemente hombre para una mujer como yo, como tampoco lo es su hijo, porque cree que me acuesto con otros hombres –dije mientras mi cuerpo y mi cabeza se movían violentamente por sus embestidas.

Él tomó con ambas manos mis largos cabellos y los jaló con fuerza hacia atrás. Yo grité de nuevo y las lágrimas brotaron de mis ojos.

-Así, llora cabrona, así me gusta, que lloren cuando me las chingo.

No podía creer lo que me estaba pasando. Sentía como mi ano se sentía más lubricado por la pre eyaculación de mi suegro combinada con el excremento de forma líquida que salía de mi ano. Yo había comenzado a excitarme demasiado y ya no podía ocultar mis gemidos. Salían involuntariamente y mi suegro se daba cuenta. Reía descontroladamente mientras seguía violando mi ano de una manera brutal. Mi cabeza estaba arqueada hacia atrás y mis ojos estaban mirando hacia adentro de mi cráneo. MI lengua salía de mi boca y el placer invadía por completo mi cuerpo. El sudor de ambos, se combinaba en aquella cama; provocando extraños sonidos al chocar nuestras pieles, la una con la otra. –Ya no más por favor, ya déjeme –dije mientras él seguía destrozando mi ano de una manera bestial. Jadeaba y gemía como un animal y lo único que podía hacer contra eso era abandonarme. Mi cuerpo ya reaccionaba por puro instinto animal. Solo quería que me dominara como una hembra dominada por un macho en lo salvaje de la jungla.

-No te preocupes chiquita, ya me voy a venir –dijo mientras se sujetaba con fuerza de mis caderas embistiéndome de manera furiosa una y otra vez haciendo aplaudir a mi trasero.

-Vengase afuera, no quiero que se venga dentro de mi ano, sáquelo ya –dije de manera autoritaria.

-Tú no me vas a decir que hacer cabrona.

-Sáquelo ya pinche viejo.

-Ahhh.

El viejo me sujeto fuerte de las caderas y dejo salir su vieja semilla en mi ano. Todo se fundió y mezclo dentro de mí. El sudor, el excremento, la sangre por la fuerza de sus embestidas y el semen amarillento que salía de su pene con fuerza como si fuera la eyaculación de un adolescente. Termino de vaciar sus testículos y cayo rendido en mi espalda pesadamente. –Bájese a la chingada –dije muy molesta-. El hizo caso omiso y me abrazó de manera egoísta masajeando mis senos.

-No te preocupes hijita, yo aun puedo seguir, después de todo aun me falta llenar tu vagina de putita –dijo mientras se acercaba a lamer mi oído de manera pervertida.
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yesod2006

Pajillero
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Excelente relato, aunque la violencia al final, no fue muy necesaria...
 
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