Mi profesora Mariluz

roman74

Pajillero
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Hola, esta historia me pasó hace un par de años, yo ahora tengo 19 y esto sucedió en mis imborrables e inolvidables 17. He de decir que soy un tÃ*o de lo más normal del mundo, corrientito, como se suele decir, del montón.
Yo soy Paolo, desde que empezó a despertar mi sexualidad, allá por los 12 o 13 años siempre me he sentido atraÃ*do por las mujeres mayores que yo, las maduras siempre me han dado un morbo increÃ*ble, y desde siempre me he fijado en todas las cuarentonas y cincuentonas apetecibles que pasan por mi alrededor.
Mi historia comienza en lo que antes era mi cárcel particular, y ahora mi paraÃ*so, es decir, el instituto.
Ese año, estaba yo repitiendo 2º de FP e iba al instituto en el turno de tardes porque se tenÃ*an que dividir los grupos, como estaba repitiendo, tenÃ*a algunas clases convalidadas, por lo que tenÃ*a bastante tiempo libre.
Una de mis profesoras era Mariluz, era una mujer corriente y normal, pero habÃ*a en ella un morbo tan especial, que algo me atraÃ*a hacia ella.
Mariluz era rubia de pelo corto rizadito, de estatura normal, de piel blanca, sus tetas eran pequeñas pero bastante firmes, por aquel entonces tenÃ*a 39 años, pero tenÃ*a un morbazo increÃ*ble, sobre todo su mirada, muchos de mis compañeros decÃ*an que tenÃ*a cara de zorra, puede que fuese cierto pero a mÃ* me tenÃ*a como atontado.
He de reconocer que desde el primer momento en que la conocÃ*, me masturbé infinitas veces pensando en ella.
Una tarde, después de dar una clase (qué casualidad, con Mariluz) a la siguiente hora la tenÃ*a libre. En aquella clase Mariluz traÃ*a un jersey de hilo blanco y una falda por encima de las rodillas, esa tarde me fijé más en ella de que lo habÃ*a hecho las veces anteriores. Su forma de moverse, de andar, de mirar…
Cuando se sentó en su mesa, supongo que por un gesto involuntario, separó sus piernas bastante, lo que me hizo fijarme en que se le podÃ*an ver sus bragas blancas. Aquella visión fue ya el colmo, no sé cómo pero de repente empecé a notar que mi verga estaba empezando a subir de forma considerable, también he de decir que los pensamientos que se me estaban pasando por la cabeza ayudaron a que me empalmase de tal manera.
En ese momento no deseé otra cosa que hacerme una paja, y nada más tocar el timbre acudÃ* a la biblioteca, sabÃ*a que allÃ* a esa hora no vendrÃ*a nadie y que podÃ*a cascármela sin problemas, entré en una pequeña habitación donde habÃ*a un par de sillas y una mesa, y allÃ* mismo me saqué la verga y empecé a darme unos meneos, no se me quitaba la imagen de Mariluz abierta de piernas allÃ* con sus braguitas blancas…
Cuando empezó mi movimiento, de pronto escuché un ruido, ¡coño! ¡¡¡Qué manera de cortar el rollo!!! En seguida me la guardé y cuando salÃ* de aquella habitación vi que habÃ*a entrado Mariluz, no sé por qué pero el susto inicial que tuve al escuchar la puerta se me pasó al ver que era ella.
Cuando me vio me saludó y soltó allÃ* unos papeles, me dijo que tenÃ*a que corregir ejercicios, me preguntó que qué hacÃ*a allÃ*,- je, si te lo contara- pensé.
Le dije que estudiar y me miró y me sonrió como diciendo asÃ* me gusta.
Entonces me fijé detenidamente en todo su cuerpo, y noté que a través del jersey se le notaban los pezones duritos, ante esa visión, me faltó poco para partir el slip con mi polla erecta.
De repente un calentón me vino por todo el cuerpo y me dije a mÃ* mismo que me tenÃ*a que follar a aquella mujer quisiera o no quisiera. Me empecé a acercar a ella y a ofrecerle mi ayuda, lo que aceptó encantada, ella estaba de pie y me puse a su lado un poco más para atrás. PodÃ*a observar ese culo en todo su esplendor y como se le marcaban sus braguitas.
De pronto y casi sin pensarlo, cuando nos habÃ*amos sentado, me fui acercando a ella poco a poco, juntándose nuestros muslos, por supuesto ella no dijo nada, cada vez estaba yo más caliente, y me dije a mÃ* mismo- ahora o nunca-. Empecé a quedarme fijamente mirándola, este pequeño acto de lo
más normal, hizo que mi polla empezara a aumentar su grosor nuevamente, el sentir su muslo blandito y caliente me hacÃ*a ponerme indudablemente muy muy cachondo, ella no pensaba ni por un momento de mis intenciones, por lo que era un gesto muy normal, pero yo tenÃ*a que conseguir algo más. Y se me ocurrió la tÃ*pica idea de tirar un bolÃ*grafo al suelo, y asÃ* lo hice, cuando me agaché, por supuesto, no hice el intento de verle las bragas, porque hubiera resultado muy obvio, pero al recoger el bolÃ*grafo, rocé sus piernas y sus muslos, aquellos instantes me parecieron eternos, el sentir sus carnes blanditas y calientes, estaba como atontado con ese simple roce me ponÃ*a a más de mil, luego subÃ* y me senté como si nada hubiera pasado, entonces empezamos hablar de temas banales y como un gesto involuntario, ella posó una mano en mi hombro, esa simple gilipollez hizo que yo pusiera una cara de imbécil total, entonces empezamos a hablar de la feria de abril que ya estaba próxima y le pregunté si se iba a vestir de flamenca, ella sonrió y me dijo que ya a estas alturas no se vestÃ*a nunca, yo le pregunté el por qué y ella contestó -tampoco nadie me lo ha pedido- supongo que hacÃ*a referencia a su maridito, yo le dije que tendrÃ*a que estar realmente linda vestida de flamenca y me volvió a sonreÃ*r agradeciendo mi cumplido, yo le dije que no era un cumplido en ese momento nos pusimos de pie, y le dije que con su bonita figura un vestido de flamenca tendrÃ*a que sentar realmente bien, y en ese momento noté cómo se ruborizaba y la miré de arriba abajo, contemplando ese cuerpo que me traÃ*a loco, y ella me dijo que ya hacÃ*a bastante tiempo que nadie la halagaba tanto, le dije que a las mujeres bonitas habÃ*a que decirles cosas bonitas, lo que hizo que se ruborizara aún más, y eso me gustó, habÃ*a conseguido sonrojar a mi profe, y quién sabe, a lo mejor hasta excitarla. Le dije -mÃ*rate, si tienes una figura espléndida que harÃ*a caer a cualquier hombre-, y noté que ella se empezaba a sentir bien ante esos halagos, pero igualmente extrañada al decÃ*rselos un alumno suyo. – Bueno dejemos esto ya-, dijo ella, -Si es que nada mas verte entrar ganas de… bailar contigo muy abrazado- dije yo.
Y en ese instante me lancé a por todas a riesgo de cualquier cosa y posé una de mis manos en su precioso culo, ella al notar aquello, se echó hacia delante de la mesa, como sin querer darse cuenta, pero yo insistÃ* y dejé mi mano pegada a su culito, entonces ella miró hacia mÃ* como sorprendida y me dijo:
-Paolo pero qué estás haciendo-
Yo no dije absolutamente nada, y apreté su culo con mi mano,
-Pero Paolo estate quieto- , repitió ella.
De repente, la rodeé con mis brazos y me quedé mirándola fijamente, ella tenÃ*a cara de sorpresa increÃ*ble, pero tampoco hacÃ*a nada por quitarme de encima, bajé mis manos hacia su culo y empecé a masajearlo, qué sensación, qué blandito qué rico, y empecé a subir mis manos hasta su cintura y le subÃ* el jersey para tocarle los pechos, cuando llegué intente bajar el sujetador y asÃ* poder acariciárselos, ella seguÃ*a inmóvil y cuando consiguió articular palabra me dijo:
-Paolo, por dios estate quieto, por lo que más quieras-
Y le dije:
-Lo que más quiero eres tú-
Intenté besarla pero ella apartó su cara pero a mi segunda embestida ya no se pudo resistir, empecé a juntar mis labios con los suyos, dios mÃ*o estaba en el cielo, y cuando conseguÃ* meter mi lengua la recorrÃ* por toda su boca, y su lengua empezó a buscar a la mÃ*a, noté cómo empezaba a emitir pequeños gemidos de placer, mis manos seguÃ*an acariciando sus tetas y su culo, ella suspiró y me dijo:
-Esto no esta bien, esto no está bien, por dios que yo estoy casada- (cierto, está casada con un policÃ*a, qué morbo ¿no?)
Le dije que no pasaba nada, mi mano empezó a levantar su falda, conseguÃ* llegar hasta sus bragas noté cómo se estaban empezando a humedecer, no pude más y le quité la falda de un tirón dejándola en bragas, comencé a besarle el cuello y su oreja, aquello era manjar de dioses y subÃ* su jersey, recorrÃ* sus tetas por encima de la tela con mi lengua, seguidamente descubrÃ* uno de sus pechos, noté como Mariluz esta
ba excitada, su pezón parecÃ*a salirse del propio pecho, comencé a chuparlo y a jugar con mi lengua recorriéndolo todo, a la misma vez que le bajaba la otra copa que le cubrÃ*a el otro pecho que comencé a masajeárselo, después de un rato deleitándome con sus riquÃ*simas tetas, empecé a bajar por todo su torso, lamiendo su delicioso ombligo hasta llegar a sus ya mojadas bragas, al llegar allÃ* me detuve a contemplar aquello que tantas veces habÃ*a deseado, qué rico, qué olor, qué bueno, ella me miraba como pidiéndome que parara pero a la vez disfrutando con todo lo que le hacÃ*a, entonces empecé a besar aquel chumino por encima de la tela de sus mojaditas braguitas , y poco a poco como si a cámara lenta se tratara se las fui bajando, admirando cómo aparecÃ*a ante mi aquel maravilloso chochito, con sus vellos en forma de estrÃ*as y de un color castaño muy claro le bajé las bragas hasta la rodilla y empecé a lamer sus delicadas y lisas piernas, me recreaba en sus muslos, los lamÃ*a con todo el placer posible, mientras que Mariluz empezaba a disfrutar como yo y a cerrar los ojos y gozar con aquello, subÃ* lentamente hasta su conchita y comencé a acariciarla poco a poco, dios santo, qué tacto qué suavidad, sus labios se ponÃ*an de un color rosado riquÃ*simo se los abrÃ* lentamente y ante mi apareció su precioso clÃ*toris, me sorprendió porque era bastante grande, como un botoncito, y empecé a lamerlo, lamÃ*a y lamÃ*a sin parar, qué delicia, qué bueno estaba, yo la miraba y veÃ*a como su cuerpo ya no se resistÃ*a a mis caricias y cómo empezaba a tener unos espasmos de un intenso placer, Mariluz gemÃ*a de gusto, y al ver eso, le pregunté si le gustaba lo que le estaba haciendo, a lo que me contestó:
-¡Por dios! ¡Cómo me está gustando esto!, pero cómo me estás haciendo esto, mmmmmmmmmmm, siii asÃ*, asÃ*-, mientras cogÃ*a mi cabeza para que la hundiese en su chochito, a lo que yo aceptaba encantado, sus gemidos empezaron a ponerme más cachondo de lo que ya lo estaba y le metÃ* un dedo por el coño a lo que ella respondió con un gemido más grande de los que habÃ*a dado hasta entonces, yo metÃ*a y sacaba el dedo de su concha más y más rápido, y empecé a notar cómo ella empezaba a mojarse más de la cuenta, asÃ*, tuvo ella su primer orgasmo, notaba cómo le brotaban sus flujos lentamente, aquello parecÃ*a el manantial de mi deseo, y no deseaba otra cosa más que probarlo, y lamerlo, seguidamente, Mariluz ya estaba totalmente entregada y me subió la cabeza hasta la altura de la suya, se quedó unos instantes mirándome cómo agradeciéndome todo aquello, y para deleite mÃ*o, me comió la boca, estaba excitadÃ*sima y me dijo:
-Cabrón, cómo te has atrevido a hacerme esto- mientras yo la miraba embelesado, -pero ahora te vas a enterar- dijo ella.
Empezó a desabrochar la botonadura de mi camisa y me despojó de ella, hasta ese momento, yo no me habÃ*a dado cuenta de que llevaba la cremallera de mis jeans abierta, pero parece que la zorrita de Mariluz sÃ*, muy decidida, metió su mano, y me sacó mi ya empalmada y gorda polla y haciéndose a su tacto, comenzó a masajeármela muy despacio sin dejar de mirarme, yo me quité los pantalones y mis slips preparándome ya para la acción.
Los movimientos de su mano comenzaban a acelerarse poco a poco y yo notaba cómo mi verga se ponÃ*a mas gorda, tengo que reconocer que hasta ese momento no habÃ*a visto nunca mi polla tan gorda y tan dura, otras veces habÃ*a conseguido empalmarme considerablemente, pero jamás como en aquel momento, parece que Mariluz notó cómo crecÃ*a el grosor de mi pene y por fin se decidió a agacharse y empezar a introducirlo en su boca, aquella sensación de sus labios recorriendo mi instrumento, me hizo sentir un escalofrÃ*o tremendo haciéndome temblar mis piernas y poner mis ojos blancos, se la metió poco a poco hasta el fondo, y cuando estaba totalmente metida, comenzó a saborearla con su lengua, dios qué sensación, qué gusto, qué rico sentÃ*a, ella allÃ* agachada chupando mi polla y yo haciendo movimientos con la cadera de mete y saca, querÃ*a follarme su boca y metÃ*a y sacaba mi pene de su húmeda boca, con su mano empezó a acariciar mis huevos, hinchados com
o globos en esos momentos, yo estaba ya casi a punto de botar toda mi esencia, parece que Mariluz también lo notó y me dijo:
-Ahora te voy a castigar- Y se sentó encima de la mesa abriendo sus piernas y con sus dos dedos empezó a abrir su concha chorreante, y me dijo que me acercara, la tomé de los muslos abriéndola aún más y acercando mi verga a su chocho, le dije:
-Creo, que te voy a castigar yo a ti putita-
Y poco a poquito empecé a introducir mi glande todo morado en su vagina, sólo la puntita, y sin ella esperarlo, pegué una embestida que hizo que todo mi pene se metiera hasta donde empiezan los huevos en el chocho de aquella zorrita, que dio un grito que inundó toda aquella habitación, por lo que tuve que ponerle una mano en la boca para que no hiciese tanto ruido, ya que allÃ* cerca estaban dando clase, me rodeó con sus brazos el cuello, y me decÃ*a:
-Vamos cabrón, a ver si vale la pena el riesgo que estoy corriendo-, aquellas palabras me pusieron más cachondo todavÃ*a y empecé a meter toda mi potencia dentro de ella, notaba cómo toda mi verga se inundaba de su esencia, notando las paredes de su vagina cada vez más dilatadas, y allÃ* estaba yo, como si de un sueño se tratara, como si estuviera en una pelÃ*cula XXX, follándome a la profesora que habÃ*a hecho que me hiciera tantas y tantas pajas pensando en ese chocho que ahora era mÃ*o. Cada vez notaba que su respiración se hacÃ*a más pronunciada y emitÃ*a gemidos y jadeos que se entrelazaban con los mÃ*os.
Aquello no parecÃ*a real, yo notaba cómo mi polla crecÃ*a y crecÃ*a y cómo en cada metida sentÃ*a un placer glorioso, y la miraba a ella, y ahÃ* estaba, con la cabeza inclinada hacia detrás con los ojos cerrados, y yo viendo cómo sus tetitas se movÃ*an al ritmo de mis movimientos.
Pensé que ese placer se podÃ*a hacer mayor y mientras metÃ*a y sacaba mi vergota de su chocho, comencé a acariciarle con mi dedo pulgar el clÃ*toris que estaba hinchadÃ*simo de tanto placer que recibÃ*a , lo que hizo en ella una reacción de todo su cuerpo inclinándose hacia delante, con mi otra mano empecé a pellizcarle los pezones a Mariluz, que estaban durÃ*simos a lo que ella no paraba de jadear.
Aaaah aaahh ahhhha ahhhh ahora sÃ* sÃ* sÃ* sÃ*, dios, ¡¡¡qué gusto sientoooooooo!!! DecÃ*a Mariluz con cara de auténtico vicio.
Cuando ya noté que mi polla estaba apunto de explotar, casi sin articular palabra entre jadeo y jadeo empecé a decirle:
-¡¡¡Me corro, me corro, Mariluz, me corro!!!
-Eso es, es lo que quiero, que te corras, ¡¡¡correte, correte!!!
Mis movimientos eran cada vez más pausados y parece que Mariluz, debido a su experiencia supongo, también notó que me iba a vaciar.
Y cuando mis ojos se tornaron blancos, mis chorros inundaban aquella cuevita, mis piernas llegaron incluso a flaquear y hacer un pequeño movimiento hacia abajo como si me desmayase, dios mÃ*o, era increÃ*ble, me parecÃ*a de broma, no podÃ*a creer que me estuviera corriendo dentro de la concha de mi profesora Mariluz, yo no paraba de bombear semen a lo que ella notaba y hacÃ*a que gritase con todo su poder, y para más deleite, ella tuvo otro orgasmo más, no sé cuántos llevaba, y noté cómo sus jugos empapaban mi polla, no lo podÃ*a creer nos habÃ*amos corrido los dos a la vez, nuestros fluidos se unÃ*an en mi polla y en su coño, aquella sensación de mi polla toda mojadita, y su coño chorreante, y la cara de zorra que habÃ*a puesto al correrse, me hizo llevarme al cielo, aquello era la hostia, nos quedamos por un momento totalmente callados, sin mediar palabras, y mirándonos uno al otro, acerqué mi labios a los suyos, a lo que ella respondió metiendo su lengua en mi boca, estuvimos asÃ* un buen rato, besándonos, ella abrazada a mi cuello, con nuestros sexos rozándose, mojados todavÃ*a.
Ella me miró, y casi comprendÃ* todo lo que me querÃ*a decir, yo sabÃ*a que aquello no estaba bien, que ella podÃ*a ser perfectamente mi madre, y además era mi maestra, y que echando aquel polvo en la biblioteca, corrÃ*amos un riesgo enorme, pero pienso que valió la pena, porque yo habÃ*a disfrutado como nunca lo habÃ*a hecho, y ella también, como asÃ* me lo dijo.
Pero comprendimos que
aquello no se podÃ*a repetir en el instituto, yo le dije que aquello era lo más hermoso que me habÃ*a pasado, a lo que me dedicó una tierna sonrisa, aquello se tenÃ*a que repetir, me daba igual donde pero sin duda habÃ*a que repetir.
 
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