Mi Paulita

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Mar 9, 2019
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OH! Ay!
Gime.
El ruidos del golpe de pelvis de su primo llenaba toda habitación.

El rojo t-shirt dejaba ver como temblaban sus pechos con cada penetración.
La música no tan alta como para no permitir deleitarse con los sonidos que brotaban de su vagina, pero si lo alta para no dejar escuchar a los vecinos lo que ocurría en esa habitación; la canción “Dura, dura…” marcaba el ritmo de cada envestida.
Sus pechos no formados por completos mostraban unos pezones erectos.

En el suelo su panti de color rosado mojado, junto a las zapatillas blancas detrás de los pies de mi pequeña Paola.
mano de hombre sostenía su delgada cadera con fuerza, como deseando que no se fuera.
Tenia su cabello recogido, para que pudieran observar su cara de placer: Entre placer y desmayo por las 7 cervezas que se había tomado.
Su nariz, sus labios, producían el mejor gemido que había escuchado en mi vida.

Recuerdo cuando de pequeña le encantaba que le hicieran cosquillas, como habría la boca para tomar más aire.

Las gotas de sudor pasaban por su cuello, llegando a su busto.
La correa del pantalón de José sonaba como una campana desesperada, ansiosa.
Él se mordía el labio, ella se sentaba sobre su pene.
Sobre la cama frente a ellos, estaba un vibrador negro que le regale en navidad.

El cual se ponía para ir a la escuela y darse placer cuando estaba aburrida.

Su juguete favorito después de mi verga.
Los líquidos se escurrían por su muslo interior demostrando que tan excitada estaba.
Pla! Pla! Pla! La pelvis de él con las nalgonas de ella.
Tengo ganas de tocarme mi verga que empieza a erectarse.
Una embestida fuerte la empuja y coloca sus manos sobre la cama blanca.
Paola toma más control ahora del movimiento, que se vuelve más rápida, ella desea más verga.
Su primo esta de visita y aproveche para mostrarle el placer que es estar con Paola.

¡Me quiero unir!

Me quito los pantalones, las gotas de pre-eyaculacion caen al suelo.
La música cambia a una más lenta.
Mi sobrino se acuesta en la cama, ella se pone sobre él, dejando su ano listo para penetrar.
Su vagina hinchada, su clítoris.

Coloco mi pene en su ano, y siento, como ella respiran hondo.
Dejo ir lentamente, y siento la resistencia de su ano, aún inexperto pero preparado.
Caliente, escupo para permitir la penetración sin lastimar a mi pequeña.
El placer llena esta cama, que antes compartía con su madre, mientras ella es penetrada y grita de placer.
El aire entre y sale de su boca llena de saliva, al igual que nuestros penes de sus agujeros.

Paola no podía hablar, su cabello largo, apenas sujeta por la floja cinta azul, colgaba encima de uno de sus hombros.

José besa el camino descendente se su cuello y se pegó a uno de sus pechos.

Cautivada, se rindió ante la danza erótica a la que la inducíamos.
 
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