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Mi Papá me Ayuda Antes de Hacer Ejercicio – Capítulo 001
mi nombre es Alisa. Tengo 18 años recién cumplidos y soy fanática de hacer ejercicio. Me gusta mantenerme en forma, así que mi padre convirtió el sótano de la casa en un gimnasio, ya que tanto él como mi madre, también les gustaba, aunque debido al trabajo de mi madre, no le daba mucho tiempo de pasarse por ahí.
Ella es asistente empresarial y siempre anda viajando con su jefe. Mi padre muchas veces le ha dicho que no necesitaba de ese trabajo, que él fácilmente nos mantenía.. y era verdad, él es socio de una empresa de construcción bastante grande aquí en la ciudad y su trabajo le dejaba mucho dinero.
Yo estaba en el primer semestre de la universidad, pero como estábamos en lo que se llama semana santa, estaba de vacaciones, así que estaba relajada en la piscina cuando escucho que mi padre llega bastante molesto, gritando por teléfono sobre un empleado incompetente que no sabía redactar unos informes bien.
A mí no me gusta escucharlo gritar, así que me levanto y me acomodo mi pequeño bikini antes de colocarme una bata encima un poco transparente. La verdad yo no tenía ni intención ni idea de que lo que iba a pasar los siguientes días.
Entro a la casa y saludo a mi papá con la mano, pero él me ignora y sigue gritando por teléfono. Está rojo y sus venas se le ven en el cuello, así que voy a buscarle un vaso de limonada que hice y unas galletas que sé que le gustan.
Él va hacia su estudio y se sienta, viendo hacia la ventana sin dejar de hablar. Cómo una buena hija le coloco la bandeja de galletas pequeña y la limonada.
-Gracias hija.- susurra antes de seguir con lo suyo y yo me giro, golpeando con mi cadera una pelota de tenis que se mete debajo del multimueble. Que estúpida soy a veces.
Me pongo de rodillas y la busco con la mirada, maldiciendo entre dientes cuando la veo algo lejos. Cómo puedo meto mi delgado brazo, lanzando mi cuerpo hacia el frente hasta que estoy prácticamente pegada a la madera. Mis dedos tocan la pelota y siento un frío tirar mis nalgas antes se sentir la vergüenza sonrojar mi piel. Mierda.
La tomo y la saco, levantándome de inmediato, con un silencio en la habitación. Me giro buscando a mi padre y lo encuentro con su teléfono pegado a la oreja y con la mirada en la ventana. Uff, no me vió.
Coloco la pelota en su lugar y mis ojos se van hacia su entrepierna, sintiendo de la nada como mi vientre vibra de exitación y mis jugos mojan a la tela.
-Voy a... Ya me voy.- me despido y el no me dice nada. La imagen de su bulto me detiene fuera de la habitación y me siento no solo enferma, sino también sucia por lo que mi cerebro envía a continuación..
La imagen de mi padre de pie frente a mí, con su verga afuera y exigiendome que me la coma, lo cual hago con ganas, chupando con ansias y tragandome su leche cuando se viene en mi boca.
Con calor corro hacia mi habitación y me niego a tocarme.
Solo fue el calor del momento. Mis hormonas están alborotadas.
****
Al día siguiente bajo con mi outfit de ejercicio. Un pequeño short de licra y un sostén deportivo. Entro a la habitación y me sorprendo al ver a mi padre levantando pesas. Mis ojos se van hacia su entrepierna y me siento sucia de nuevo.
- Bendición, papá.- apenas la pido me imagino el porno que busque anoche sin querer queriendo.
-Dios te bendiga hija.- me responde con una sonrisa.- No me vas a dar mi beso de buenos días.- sonrojada camino hacia él, sin dejar de recordar cómo me masturbe en su nombre en la noche.
-Buenos días.- susurro y lo veo colocar la pesa en su lugar cuando me acerco, colocándome entre sus piernas para darle un beso, que queda cerca de sus labios. Ideas estúpidas se que cruzan por la cabeza, como sentamre sobre él y pegar mi trasero a su verga que tanto quiero en mi boca y en mi coño. Tengo tantas ganas de tenerlo dentro de mí que tengo miedo que mi exitación se note en la tela de la licra, ya que es lo único que cubre mis partes.
- ¿No vas a calentar? - pregunta mi padre cuando ve que voy usar la caminadora.
-No es necesario. No voy a empezar a correr de una.- mi padre se levanta y mis ojos se efocan en el sudor que baja por sus brazos. Tiene una camiseta, la cual se quita, dejando que me pierda en el cuerpo que nunca antes había visto con tantas ganas.
El ejercicio y comida sano lo mantenía en forma. A su edad de 50 años era la envidea de muchos mocosos de mi edad, porque nadie era capaz de lucir una camiseta como él.
-Es lo mejor. Te puede dar un calambre.- frunzo el ceño, porque nunca me ha dado un calambre, pero estoy en un punto dónde no le quiero decir que no, así que comienzo a mover mis articulaciones.
-¿Cuando vuelve mamá? - pregunto y paso mi brazo por encima de mi cabeza, doblandome hacia un lado mientras lo veo.
-En unos días, me dijo que estaba cerrando un importante trato.- asiento y me sigo estirando mientras él alza las pesas más pequeñas.
- ¿Cuando empiezas las clases de nuevo? - toco la punta de mi pie con los dedos.
-Lunes.- respondo. Hoy es miércoles.
Muevo mi torso hacia adelante y mis zapatos se resbalan, haciendo que caiga como una idiota. Mi padre corre a mi ayuda y hago una queja por el golpe que me di en la frente.
- ¿Estás bien? - asiento y me levanto. Mis manos se llevaron el mayor golpe.- Mejor te sostengo cuando hagas eso.
- ¿Qué? - el me voltea.- No, yo puedo. - me ignora.
-No quiero que te hagas daño.- lo miro sobre mi hombro.- Papi cuida a su bebé.- me sonrojo y asiento. Él coloca sus manos en mis caderas y yo me inclino, mordiendome fuerte el labio cuando me pega su entrepierna al trasero.
Eso... Eso fue a propósito.
Gimo en mi mente y me inclino de nuevo, tocando el suelo y echando mi trasero hacia atrás, aunque el agarre de sus manos ayuda. Exitada me quedo un rato así y siento los pequeños golpes que me da su bulto en la entrepierna. Esto no puede ser casualidad.
Me levanto de nuevo y estiró mis brazos hacia arriba antes de volver al suelo y tocar. Me pega con más fuerza y el contacto provoca que un gemido se me escape. No sé si me escucha, pero me pega con más fuerza, prácticamente restregandose.
Me levanto de nuevo y no espero mucho, lanzandome de nuevo al suelo para que se pegue a mí. No sé si lo hice muy brusco, pero escucho la tela de mi licra romperse. Trato de levantarme, pero un jadeo de placer se me escapa cuando siento el aire frío chocar contra mi piel antes de que sienta el bulto de mi papá entrar en contacto con el.
Ni siquiera me muevo, solo dejo que se mueva de adelante hacia atrás rápidamente sin dejar mucho espacio. Es como si me estuviera follando, pero todavía tiene su jogger puesto.
-Ponte de rodillas y estirate.- le hago caso. Estoy pensando con la vagina, eso es obvio.
Me coloco de rodillas y coloco mis manos contra el suelo. Este es uno de mis estiramiento y es la misma posición en la que estuve ayer cuando recibí la pelota.
Quedó acostada en el suelo y después me lanzo hacia atras, como quedando en cuatro y pegándome a él. Ya no lo necesito porque no me puedo caer si ya estoy en el suelo, pero ninguno dice nada. Solo sigo haciendo los calentamiento por varios minutos.
- Está haciendo demasiado calor.- me dice y siento cuando rompe la licra, dejándome completamente desnuda abajo.- Así está mejor, ¿No crees?
-Si.- Jadeo.- Mejor. - me lanza al suelo de nuevo y mis caderas pierden su agarre, así que no espero mucho antes de volver a subir, gritando cuando su verga me llena por completo, penetrandome con tanta fuerza que siento sus bolas chocar contra mi clítoris.
- ¡Papá! - grito y el sale y entra con fuerza ,provocamdome otro grito de placer.- Si.- suspiro.
-Estas es un mejor ejercicio, bebé. - asiento y me comienza a penetrar con tanta fuerza que me lanza hacia el frente varias veces mientras su bolas no paran de chocar contra mi.
Las embestidas son certeras y su enorme verga que me destroza con cada movimiento, se adentra en mi canal con tanta facilidad por lo mojada que estoy. Mis jugos bajan por mis piernas mientras el me toma de las caderas con fuerza y me suelta nalgadas.
-Mirate. Tragándote todo- no para de follarme y yo gimo, sintiéndome deliciosa.- Mira cómo te tragas la polla de tu papá. ¿Te gusta? - asiento y me suelta una nalgada.- Responde.
-Si, me gusta. Ah, papi, follame más.- no para de penetrarme y de la nada me suelta, agarrando mi cabello con fuerza, alzandome.
- Eres una niña mala.- me voltea y me penetra con sus dedos cuando me hace alzar la pierna.- Follando a tu padre en semana santa.- me lanza contra el mueble sin suavidad. Este hombre no parece mi padre.
El dulce hombre que me ha criado durante 18 años, tratandome como una zorra y me encanta.
-Te estás follando a tu hija. A tu bebé.- le digo y el me sonríe antes de arrodillarme y penetrarme con su lengua, mordiendo y chupando, sin dejar de penetrarme con sus dedos. Lanzo mi cabeza hacia atrás y le gritó que no pare mientras me hace un oral tan delicioso que me tiene vibrando de placer.
-Mas, papi. Más. - agarro su cabello y lo pego más a mí mientras él sigue follandome con sus dedos y su lengua.- Cómeme el coño, papi. Comete el coño de tu hija, así.- lo miro a los ojos y lo veo levantarse justo cuando mi orgasmo toca la puerta.
-Te voy a dar duro.-asiento como niña buena y grito cuando me penetra. Rodea su cintura con mis piernas y dejo que me penetre como a él le gusta, como el quiera. Soy suya. Soy su niña, soy su bebé y está en su derecho.
Nuestros gemidos y nuestro contacto carnal es lo único que se escucha en la habitación.
-Ah, si. Papi, dame más. Follate a tu niña.- cada que digo es como si se exitara más, porque aumenta la potencia y veo como su pene entra dentro de mí con ansias. Se mueve con tanta brutalidad que siento el mueble moverse y chocar contra la pared, haciéndola temblar.
Grito su identificativo cuántas veces puedo y el me ve con tanto deseo que mi orgasmo explota, llenandolo de mis jugos, aunque no para de penetrarme con fuerza, solo se inclina hacia el frente y se come mis pequeñas tetas. Son las tetas de su bebé.
Me siento en el cielo, o en el infierno. No lo sé, solo el siento plena, libre, dichosa.
- ¿Lo quieres dentro? - asiento y me toma fuerte de las caderas.- ¿Quieres a tus hermanitos dentro?
-Si, papi. Damelos. Los quiero dentro.- mira al techo como dando gracias a Dios y se sale, agarrándome con fuerza de los brazos y girandome hacia dejar mi trasero a su disposición.
- ¿Quieres darle nietos a tu mamá? - eso debería hacerme sentir mal, pero solo provoca mi segundo orgamo cuando me penetra con fuerza y me nalgea. me agarro de el mueble como puedo y lo recibo.- Responde.
-Si, papi. Quiero darle nietos.- eso como que lo vuelve loco, porque me lanza al suelo y me gira, alzando mi pierna para colocarla sobre su hombro antes de penetrarme, chocando mis bolas contra mis nalgas.
-Vamos a darle nietos.- asiento llena de placer y grito cuando su dedo golpe mi clítoris. Nos movemos sobre el suelo y lo siento crecer dentro de mí antes de que su leche me llene por completo. No para de follarme y yo no paro de gritar de placer.
-Toma a tus hermanitos, tomalos todos.- asiento obediente y dejo que se hunda por completo en mí.
Cuando se separa tengo tanta leche dentro que siento como sale, y él se queda viendo su trabajo, metiendola de nuevo en mi coño con sus dedos. Cómo una niña buena mantengo mis piernas abiertas para él, con sus vista fija en mis pliegues.
-Ya estás lista. Estás bien caliente.- sonrió y pego mi cabeza al suelo, viendo el techo.
Me folle a mi papá.
Mi papá me follo.
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Mi Papá me Ayuda Antes de Hacer Ejercicio – Capítulo 001
mi nombre es Alisa. Tengo 18 años recién cumplidos y soy fanática de hacer ejercicio. Me gusta mantenerme en forma, así que mi padre convirtió el sótano de la casa en un gimnasio, ya que tanto él como mi madre, también les gustaba, aunque debido al trabajo de mi madre, no le daba mucho tiempo de pasarse por ahí.
Ella es asistente empresarial y siempre anda viajando con su jefe. Mi padre muchas veces le ha dicho que no necesitaba de ese trabajo, que él fácilmente nos mantenía.. y era verdad, él es socio de una empresa de construcción bastante grande aquí en la ciudad y su trabajo le dejaba mucho dinero.
Yo estaba en el primer semestre de la universidad, pero como estábamos en lo que se llama semana santa, estaba de vacaciones, así que estaba relajada en la piscina cuando escucho que mi padre llega bastante molesto, gritando por teléfono sobre un empleado incompetente que no sabía redactar unos informes bien.
A mí no me gusta escucharlo gritar, así que me levanto y me acomodo mi pequeño bikini antes de colocarme una bata encima un poco transparente. La verdad yo no tenía ni intención ni idea de que lo que iba a pasar los siguientes días.
Entro a la casa y saludo a mi papá con la mano, pero él me ignora y sigue gritando por teléfono. Está rojo y sus venas se le ven en el cuello, así que voy a buscarle un vaso de limonada que hice y unas galletas que sé que le gustan.
Él va hacia su estudio y se sienta, viendo hacia la ventana sin dejar de hablar. Cómo una buena hija le coloco la bandeja de galletas pequeña y la limonada.
-Gracias hija.- susurra antes de seguir con lo suyo y yo me giro, golpeando con mi cadera una pelota de tenis que se mete debajo del multimueble. Que estúpida soy a veces.
Me pongo de rodillas y la busco con la mirada, maldiciendo entre dientes cuando la veo algo lejos. Cómo puedo meto mi delgado brazo, lanzando mi cuerpo hacia el frente hasta que estoy prácticamente pegada a la madera. Mis dedos tocan la pelota y siento un frío tirar mis nalgas antes se sentir la vergüenza sonrojar mi piel. Mierda.
La tomo y la saco, levantándome de inmediato, con un silencio en la habitación. Me giro buscando a mi padre y lo encuentro con su teléfono pegado a la oreja y con la mirada en la ventana. Uff, no me vió.
Coloco la pelota en su lugar y mis ojos se van hacia su entrepierna, sintiendo de la nada como mi vientre vibra de exitación y mis jugos mojan a la tela.
-Voy a... Ya me voy.- me despido y el no me dice nada. La imagen de su bulto me detiene fuera de la habitación y me siento no solo enferma, sino también sucia por lo que mi cerebro envía a continuación..
La imagen de mi padre de pie frente a mí, con su verga afuera y exigiendome que me la coma, lo cual hago con ganas, chupando con ansias y tragandome su leche cuando se viene en mi boca.
Con calor corro hacia mi habitación y me niego a tocarme.
Solo fue el calor del momento. Mis hormonas están alborotadas.
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Al día siguiente bajo con mi outfit de ejercicio. Un pequeño short de licra y un sostén deportivo. Entro a la habitación y me sorprendo al ver a mi padre levantando pesas. Mis ojos se van hacia su entrepierna y me siento sucia de nuevo.
- Bendición, papá.- apenas la pido me imagino el porno que busque anoche sin querer queriendo.
-Dios te bendiga hija.- me responde con una sonrisa.- No me vas a dar mi beso de buenos días.- sonrojada camino hacia él, sin dejar de recordar cómo me masturbe en su nombre en la noche.
-Buenos días.- susurro y lo veo colocar la pesa en su lugar cuando me acerco, colocándome entre sus piernas para darle un beso, que queda cerca de sus labios. Ideas estúpidas se que cruzan por la cabeza, como sentamre sobre él y pegar mi trasero a su verga que tanto quiero en mi boca y en mi coño. Tengo tantas ganas de tenerlo dentro de mí que tengo miedo que mi exitación se note en la tela de la licra, ya que es lo único que cubre mis partes.
- ¿No vas a calentar? - pregunta mi padre cuando ve que voy usar la caminadora.
-No es necesario. No voy a empezar a correr de una.- mi padre se levanta y mis ojos se efocan en el sudor que baja por sus brazos. Tiene una camiseta, la cual se quita, dejando que me pierda en el cuerpo que nunca antes había visto con tantas ganas.
El ejercicio y comida sano lo mantenía en forma. A su edad de 50 años era la envidea de muchos mocosos de mi edad, porque nadie era capaz de lucir una camiseta como él.
-Es lo mejor. Te puede dar un calambre.- frunzo el ceño, porque nunca me ha dado un calambre, pero estoy en un punto dónde no le quiero decir que no, así que comienzo a mover mis articulaciones.
-¿Cuando vuelve mamá? - pregunto y paso mi brazo por encima de mi cabeza, doblandome hacia un lado mientras lo veo.
-En unos días, me dijo que estaba cerrando un importante trato.- asiento y me sigo estirando mientras él alza las pesas más pequeñas.
- ¿Cuando empiezas las clases de nuevo? - toco la punta de mi pie con los dedos.
-Lunes.- respondo. Hoy es miércoles.
Muevo mi torso hacia adelante y mis zapatos se resbalan, haciendo que caiga como una idiota. Mi padre corre a mi ayuda y hago una queja por el golpe que me di en la frente.
- ¿Estás bien? - asiento y me levanto. Mis manos se llevaron el mayor golpe.- Mejor te sostengo cuando hagas eso.
- ¿Qué? - el me voltea.- No, yo puedo. - me ignora.
-No quiero que te hagas daño.- lo miro sobre mi hombro.- Papi cuida a su bebé.- me sonrojo y asiento. Él coloca sus manos en mis caderas y yo me inclino, mordiendome fuerte el labio cuando me pega su entrepierna al trasero.
Eso... Eso fue a propósito.
Gimo en mi mente y me inclino de nuevo, tocando el suelo y echando mi trasero hacia atrás, aunque el agarre de sus manos ayuda. Exitada me quedo un rato así y siento los pequeños golpes que me da su bulto en la entrepierna. Esto no puede ser casualidad.
Me levanto de nuevo y estiró mis brazos hacia arriba antes de volver al suelo y tocar. Me pega con más fuerza y el contacto provoca que un gemido se me escape. No sé si me escucha, pero me pega con más fuerza, prácticamente restregandose.
Me levanto de nuevo y no espero mucho, lanzandome de nuevo al suelo para que se pegue a mí. No sé si lo hice muy brusco, pero escucho la tela de mi licra romperse. Trato de levantarme, pero un jadeo de placer se me escapa cuando siento el aire frío chocar contra mi piel antes de que sienta el bulto de mi papá entrar en contacto con el.
Ni siquiera me muevo, solo dejo que se mueva de adelante hacia atrás rápidamente sin dejar mucho espacio. Es como si me estuviera follando, pero todavía tiene su jogger puesto.
-Ponte de rodillas y estirate.- le hago caso. Estoy pensando con la vagina, eso es obvio.
Me coloco de rodillas y coloco mis manos contra el suelo. Este es uno de mis estiramiento y es la misma posición en la que estuve ayer cuando recibí la pelota.
Quedó acostada en el suelo y después me lanzo hacia atras, como quedando en cuatro y pegándome a él. Ya no lo necesito porque no me puedo caer si ya estoy en el suelo, pero ninguno dice nada. Solo sigo haciendo los calentamiento por varios minutos.
- Está haciendo demasiado calor.- me dice y siento cuando rompe la licra, dejándome completamente desnuda abajo.- Así está mejor, ¿No crees?
-Si.- Jadeo.- Mejor. - me lanza al suelo de nuevo y mis caderas pierden su agarre, así que no espero mucho antes de volver a subir, gritando cuando su verga me llena por completo, penetrandome con tanta fuerza que siento sus bolas chocar contra mi clítoris.
- ¡Papá! - grito y el sale y entra con fuerza ,provocamdome otro grito de placer.- Si.- suspiro.
-Estas es un mejor ejercicio, bebé. - asiento y me comienza a penetrar con tanta fuerza que me lanza hacia el frente varias veces mientras su bolas no paran de chocar contra mi.
Las embestidas son certeras y su enorme verga que me destroza con cada movimiento, se adentra en mi canal con tanta facilidad por lo mojada que estoy. Mis jugos bajan por mis piernas mientras el me toma de las caderas con fuerza y me suelta nalgadas.
-Mirate. Tragándote todo- no para de follarme y yo gimo, sintiéndome deliciosa.- Mira cómo te tragas la polla de tu papá. ¿Te gusta? - asiento y me suelta una nalgada.- Responde.
-Si, me gusta. Ah, papi, follame más.- no para de penetrarme y de la nada me suelta, agarrando mi cabello con fuerza, alzandome.
- Eres una niña mala.- me voltea y me penetra con sus dedos cuando me hace alzar la pierna.- Follando a tu padre en semana santa.- me lanza contra el mueble sin suavidad. Este hombre no parece mi padre.
El dulce hombre que me ha criado durante 18 años, tratandome como una zorra y me encanta.
-Te estás follando a tu hija. A tu bebé.- le digo y el me sonríe antes de arrodillarme y penetrarme con su lengua, mordiendo y chupando, sin dejar de penetrarme con sus dedos. Lanzo mi cabeza hacia atrás y le gritó que no pare mientras me hace un oral tan delicioso que me tiene vibrando de placer.
-Mas, papi. Más. - agarro su cabello y lo pego más a mí mientras él sigue follandome con sus dedos y su lengua.- Cómeme el coño, papi. Comete el coño de tu hija, así.- lo miro a los ojos y lo veo levantarse justo cuando mi orgasmo toca la puerta.
-Te voy a dar duro.-asiento como niña buena y grito cuando me penetra. Rodea su cintura con mis piernas y dejo que me penetre como a él le gusta, como el quiera. Soy suya. Soy su niña, soy su bebé y está en su derecho.
Nuestros gemidos y nuestro contacto carnal es lo único que se escucha en la habitación.
-Ah, si. Papi, dame más. Follate a tu niña.- cada que digo es como si se exitara más, porque aumenta la potencia y veo como su pene entra dentro de mí con ansias. Se mueve con tanta brutalidad que siento el mueble moverse y chocar contra la pared, haciéndola temblar.
Grito su identificativo cuántas veces puedo y el me ve con tanto deseo que mi orgasmo explota, llenandolo de mis jugos, aunque no para de penetrarme con fuerza, solo se inclina hacia el frente y se come mis pequeñas tetas. Son las tetas de su bebé.
Me siento en el cielo, o en el infierno. No lo sé, solo el siento plena, libre, dichosa.
- ¿Lo quieres dentro? - asiento y me toma fuerte de las caderas.- ¿Quieres a tus hermanitos dentro?
-Si, papi. Damelos. Los quiero dentro.- mira al techo como dando gracias a Dios y se sale, agarrándome con fuerza de los brazos y girandome hacia dejar mi trasero a su disposición.
- ¿Quieres darle nietos a tu mamá? - eso debería hacerme sentir mal, pero solo provoca mi segundo orgamo cuando me penetra con fuerza y me nalgea. me agarro de el mueble como puedo y lo recibo.- Responde.
-Si, papi. Quiero darle nietos.- eso como que lo vuelve loco, porque me lanza al suelo y me gira, alzando mi pierna para colocarla sobre su hombro antes de penetrarme, chocando mis bolas contra mis nalgas.
-Vamos a darle nietos.- asiento llena de placer y grito cuando su dedo golpe mi clítoris. Nos movemos sobre el suelo y lo siento crecer dentro de mí antes de que su leche me llene por completo. No para de follarme y yo no paro de gritar de placer.
-Toma a tus hermanitos, tomalos todos.- asiento obediente y dejo que se hunda por completo en mí.
Cuando se separa tengo tanta leche dentro que siento como sale, y él se queda viendo su trabajo, metiendola de nuevo en mi coño con sus dedos. Cómo una niña buena mantengo mis piernas abiertas para él, con sus vista fija en mis pliegues.
-Ya estás lista. Estás bien caliente.- sonrió y pego mi cabeza al suelo, viendo el techo.
Me folle a mi papá.
Mi papá me follo.
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