Mi Padre se Folla y Rellena de Semen

heranlu

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Mi Padre se Folla y Rellena de Semen



Mi mujer y yo estábamos preparando la celebración del 60 cumpleaños de mi padre, yo era hijo único y él llevaba muchos años divorciado de mi madre, así que acordamos que viniera a nuestra casa a comer y soplar las velas de la tarta. Hacía tiempo que me rondaba una idea por la cabeza que quería llevar a cabo, pero era tan pervertida y degenerada que no sabía cómo planteárselo a Laura. En nuestra relación no había tabúes y podíamos hablar de todo, teníamos una mente bastante abierta y en lo que al tema sexual se trataba habíamos probado cosas nuevas y diferentes para no caer en la monotonía.

- Cariño, siempre dices que mi padre es un hombre maduro pero que aún conserva su atractivo, ¿verdad?

- Le sobra un poco de barriga, pero se conserva bien y tiene un buen porte. Hay que reconocerle su buena genética capilar y el color blanco de su cabello junto a su bien cuidada y recortada barba, le da un toque interesante.

- ¿Te has dado cuenta de que cuando estamos con él, siempre te mira de forma descarada? Una vez, incluso vi cómo se quedaba embobado mirando tu trasero y se palpaba su miembro por encima del pantalón.

- No solo con la mirada, cuando me da dos besos para saludarme o despedirse normalmente manosea mi cintura y, como el que no quiere la cosa, desliza sus manos hasta mis glúteos -me confesaba abiertamente. En ese momento sentí una sensación de asco y excitación a la vez, notando cómo mi miembro se ponía duro al pensar en esa situación.

- ¿Y tú qué piensas sobre eso? -le preguntaba para allanar el terreno y tantearla.

- José, que nos conocemos, ¿no me estarás insinuando que ponga cachondo a tu padre? -me respondió con la cara roja, aunque tampoco parecía disgustarle la idea.

- Bueno, para mí también es una sensación rara y contradictoria, pero solo de pensarlo mira cómo me he puesto -me bajé el pantalón para mostrarle que mi polla palpitaba fuertemente.

- ¡Eres un cerdo!, contigo nunca se sabe, ni por dónde vas a salir ni cuál será la próxima locura que se te pase por la cabeza.

- Lo reconozco, soy un jodido depravado, pero creo que no soy el único aquí presente. Esos ojos tuyos los conozco y te delatan, a mí no me engañas -en ese instante desabroché su pantalón para que sus bragas quedaran al descubierto. Eran blancas, de algodón y se podía apreciar un surco de humedad en ellas. Las estiré con una mano por la parte de delante y al dejar su coño completamente rasurado al aire, pude apreciar cómo unos hilos de jugo transparente, quedaban en suspensión entre su vagina y sus bragas. Metí los dedos y noté que estaba empapada.

- ¡Ay, déjame, pesado! -me apartaba la mano, con la cara roja como un tomate y muerta de vergüenza.

- Vaya, vaya... Parece que no soy el único que se ha puesto caliente con esta situación.

- ¿Qué quieres que te diga? Pues sí, en las ocasiones que me ha metido mano me he puesto cachonda, incluso una vez tuve que ir al baño un momento a masturbarme para calmar el calentón. ¿Estás contento ahora? -confesó finalmente de forma impulsiva.

- ¿Entonces te lo follarías si tuvieras carta blanca? -le soltaba, a ver qué contestaba.

- Para el carro, una cosa es que jugáramos un poco a ponerlo cachondo, para que el hombre cuando se fuera a su casa se la tuviera que pelar con urgencia y otra cosa muy distinta es follarme a tu padre, ¿pero estás oyendo las barbaridades que dices? -me recriminaba intentando hacerse la digna.

- Hagamos una cosa, después de comernos la tarta, diré que tengo que salir un momento a solucionar un tema del trabajo. En media hora volveré con vosotros. Aprovecha ese tiempo para tantear el terreno- le proponía para que cayera en la tentación.

- Pero, ¿qué pretendes que haga?

- Mañana te vas a poner el vestido negro, ese tan ceñido que te queda tan bien. Y que, si no fuera porque tienes el coño completamente depilado, te sobresaldrían los pelos por debajo de lo corto que es. Por supuesto, tienes totalmente prohibido llevar ningún tipo de ropa interior, solo el vestido y unos tacones altos.

- Pero, ¿cómo voy a ir así...? Pareceré una puta marcando y transparentando mis pechos y pezones, por no mencionar que con el simple movimiento al andar se me subirá a cada momento la falda, dejando parte de mi vagina y nalgas al descubierto. Ya ni te digo si tengo que inclinarme o agacharme a coger algo.

- De eso se trata, cariño... No sólo de que parezcas una puta, sino que actúes como tal. Hoy tampoco te voy a follar, por mucho que lo desees, y ni se te ocurra masturbarte a escondidas. Mañana quiero que te subas por las paredes. Ya sé que llevamos varios días sin tener relaciones sexuales, pero toda esta abstinencia era para este fin

- ¡Madre mía, madre mía, qué vergüenza! Tu padre va a alucinar cuando venga y vea que voy así vestida.

- Aparte de follarte con la mirada, pensará que eres un poco zorra. Después del paripé de la tarta y cuando ponga la excusa para ausentarme un rato de casa, tenéis que quedaros en el comedor. Estoy seguro de que mi padre te va a tirar la caña. Recuerdo cuando se divorció de mi madre, se dedicó a follarse a todo lo que se movía, yo solía oír claramente desde mi cuarto cómo sus amantes gemían y tenían orgasmos. Está hecho un buen cerdo en la cama. ¿A quién te piensas que he salido yo? Imagínalo como una versión mía, pero con 30 años más de experiencia, seguro que pasáis un buen rato.

- ¡Cállate ya! Tengo las bragas chorreando con tanto detalle... Bueno, entonces, ¿tú te irás y me das carta blanca con él, ¿no?

- Sí, bueno, cuenta una hora. No hay prisa, ya que queda poco para tu cumpleaños, me lo tomaré como un regalo mutuo que os hacéis los dos. Aprovecharé para salir ahora a la farmacia y comprar una caja de viagra, para machacar unas cuantas y ponerlas en el pastel. No vaya a ser que, con los nervios de la situación, el hombre tenga un gatillazo. Ya no es un chaval, recuerda que cumple 60 años.

- Al día siguiente, cuando se acercaba la hora de comer, mi padre picó al timbre. Lo recibimos como habíamos acordado. Laura estaba espectacular con su vestido negro y tacones. Antes de abrir la puerta, me aseguré de que no hiciera trampa, pero se notaba claramente que no llevaba ropa interior de ningún tipo, ya que se transparentaba todo. Tenía el pelo moreno, largo y liso, perfectamente peinado con una cola de caballo. Sus ojos eran color miel, tenía una nariz pequeña y respingona, y unos labios muy sensuales. Su cuerpo lleno de curvas era espectacular, dotado de unos pechos naturales enormes, muy firmes y bien puestos, con unos bonitos pezones. Su cintura era estrecha, pero sin duda su mayor atributo eran sus grandes nalgas carnosas, redondas y duras, trabajadas durante años en el gimnasio. Yo era la envidia de muchos hombres al poder tener ese botín en casa y poder disfrutarlo a mi antojo. Sus piernas eran como las de una amazona, perfectamente esculpidas. Además de su apariencia, era inteligente y le gustaba el morbo. ¿Qué más podía pedir?

- Hola, ¡feliz cumpleaños! -felicitábamos al unísono los dos a mi padre cuando abríamos la puerta.

- Gracias, muy agradecido -nos contestaba, mientras lo invitábamos a pasar. Una vez dentro, ya en el comedor donde había más claridad, observaba a mi padre para ver cuál sería su reacción al notar que Laura no llevaba ropa interior en ese vestido tan transparente, que se le iba subiendo cuando andaba, dejando todo al aire. Enseguida se dio cuenta y se quedó mirándola con ojos deseosos, admirando sus grandes y maravillosos pechos. Cuando Laura le dio la espalda, aprovechó para hacer un repaso a su tremendo trasero, con una mirada lasciva y mordiéndose los labios. No era consciente de que estaba fiscalizando cada uno de sus movimientos. Decidí sacarlo de sus fantasías.

- Padre, ¿quieres algo para beber? -se quedó unos segundos callado, pero al final parecía que había logrado captar su atención.

-Perdona, hijo. Estaba concentrado pensando en mis cosas. Una cerveza está bien.

- Después de disfrutar de un tentempié, comimos. Mi padre siguió observando como un viejo verde los pecho y las nalgas de Laura. Ella, al principio, parecía cohibida por la situación, pero no tardó mucho en disfrutar de ser el centro de atención. Además, la conocía perfectamente y notaba que iba caliente como una perra. Eso también me resultó evidente al observar que su vestido estaba manchado con sus fluidos debido a su excitación y a que no llevaba ropa interior.

Cuando llegó el momento de la tarta, le cantamos el cumpleaños feliz y sopló las velas. Aunque parecía más interesado en devorar otro tipo de manjar que tenía delante. Al final, se comió una parte del pastel, pero tuve que poner viagra al resto de los trozos. No sabía qué porción se comería y no me podía arriesgar, así que todos tomamos las pastillas azules trituradas.

- Sí, dime, ¿tiene que ser justo ahora? Vaya… -Hacia ver cómo que recibía la llamada del trabajo y me disculpaba con mi padre por tener que salir apresuradamente.

- No te preocupes, hijo, ve tranquilo.

- No será mucho rato, solo una hora. Además, te dejo en buenas manos.

- En las mejores -me contestaba y miraba a Laura con cara de estar excitado

Me fui al coche. Lo que ninguno de los dos sabía, es que iba a seguir en tiempo real con el móvil todo lo que hicieran, gracias a la cámara de seguridad que teníamos instalada en el comedor. Espero que Laura se hubiera enterado ayer de que quería que se quedara allí, aunque no supiera el motivo. Cuando me conecté, efectivamente seguían sin haberse movido, parloteando de cosas banales y sin importancia. Eso sí, cada vez que podía, mi padre miraba descaradamente a Laura.

- ¿Quiere otra copa, suegro?

- Sí, una cerveza fresquita, que aquí hace mucho calor -dijo él, sabía que no iba a perder la oportunidad de coquetear con mi esposa en cuanto tuviera la ocasión.

Aquí tiene -dijo Laura, inclinándose frente a la mesa de centro para dejar la bebida, con su trasero en pompa frente a mi padre, que estaba sentado en el sofá.

Uffff, hija, qué calor hace aquí -volvía a repetir él, mientras se tocaba la entrepierna por encima del pantalón. Laura permanecía en esa posición, mostrando sus nalgas y su coño en forma de rosa perfectamente afeitado, ya que su vestido se había levantado por completo. Mi padre tenía un primer plano de los agujeros de mi esposa y era evidente que ella ya estaba jugando sus cartas, ya que siguió en esa posición, "limpiando" la mesa con movimientos bruscos para que su trasero se moviera de un lado a otro sin parar. Mi padre pareció tener la tentación de manosearla, pero en el último momento se arrepintió y logró contenerse. Ella seguía actuando como si no se diera cuenta de que él se estaba excitando, gracias a las vistas que tenía.

- ¿Le pongo algo más, suegro? -Laura seguía en su posición, pero giraba la cabeza para tener contacto visual con mi padre. Mientras tanto, era ella la que se mordía el labio y se ponía el dedo en la boca para calentar más el ambiente.

- ¡Poner, me pones mucho! Huele rico eso que tienes ahí, me llega el aroma hasta aquí. Aunque no es muy difícil, ya que lo tengo cerca de la nariz. Y se ve mejor aún, tan mojadito y sin ningún pelo. Lo llevas como el coño de una muñeca- mi padre estaba entrando a saco en el juego de Laura. Al oír sus palabras, me entró esa sensación entre el asco y un morbo extremo. Se me ponía la polla dura como una roca y, encima, había consumido Viagra, así que eso no había quien lo bajara.

- ¿Entonces le apetece probarlo? -preguntaba Laura con voz sensual, mientras le hundía sus partes, en la cara de mi padre antes de que este le pudiera contestar.

Por lo que se podía apreciar a través de la imagen de la cámara, estuvo trabajando los agujeros de mi mujer, lamiéndolos, metiéndole los dedos y acariciando su clítoris con una mano. Con la otra agarraba y masturbaba su polla que ya había sacado del pantalón. Laura gemía y chillaba muy fuerte, se notaba que estaba disfrutando realmente. Parecía que había llegado al orgasmo con facilidad y mi padre aún no había ni utilizado su miembro viril para darle placer. Ahora, ella se giraba y se ponía de rodillas.

- Estoy súper cachonda, es usted todo un experto. Ahora me voy a tragar su polla, y me dice si le gusta cómo lo hago, suegro -seguidamente, Laura le daba unos besitos morbosos en el glande y progresivamente iba mamando y babeando todo su miembro, que tenía un grosor y un tamaño parecido al mío. Lo chupaba de arriba abajo, se introducía los cojones en la boca mientras seguía masturbándolo. Realmente, se le daba genial comer rabos. De golpe, te estaba lamiendo suave y a un ritmo tranquilo, y al momento succionaba hasta el fondo con mucha vitalidad.

- Ufff, me encanta. No te miento si te digo que es la mejor comida de polla que recuerdo que me hayan hecho - le confesaba mientras jadeaba de placer.

- Me alegro, suegro. Sabe igual de rica que la de su hijo, es de un buen tamaño y un gran grosor. Las podría diferenciar porque esta es más venosa.

- No te dirijas a mi como suegro, estamos en confianza. Tienes mi miembro dentro de tu boca, puedes llamarme padre.

- En ese momento, y sin que Laura pudiera contestar, la agarró fuertemente por su larga cola de caballo y le aplicó la fuerza de sus brazos encima de su cabeza para que le hiciera una garganta profunda salvaje. Le tapaba la nariz y cuando estaba al límite de ahogarla, le permitía respirar un poco y volvía a presionar con fuerza, contra la cabeza de ella una y otra vez, haciendo que su polla y sus huevos se llenaran de abundantes babas, llevando a mi mujer a una arcada constante. Cuando conseguía liberarse desesperada para coger aire por la boca, mi padre le escupía dentro y azotaba su cara.

- ¿Has entendido cómo quiero que me llames, zorra?

- Sí, padre. Haré lo que órdenes -Laura parecía tremendamente cachonda y se mostraba muy sumisa.

- No aguantaba más. Ahora entraría en casa y los pillaría con las manos en la masa. Les cortaría el rollo y solo podrían seguir disfrutando, si me añado a ellos y así cumplir mi fantasía, de poder follarme a mi mujer mano a mano con mi padre. Entré en casa haciendo el mínimo ruido posible. Al abrir la puerta del comedor, me encontré a Laura con el rabo de mi padre en la boca. Los dos se quedaron paralizados, sin saber qué hacer o decir. Mi padre intentó excusarse.

- Hijo, no es lo que...

- Calla, no sigas. ¿Tienes a mi mujer de rodillas, tragando tu polla y me ibas a decir que no es lo que parece?

- Lo siento, hijo. No tengo excusa...

- Estoy muy decepcionado con los dos... ¿A quién se le ocurre estar aquí, en mi casa, haciendo cosas indecentes el día de tu sesenta aniversario y no tenéis ni la cortesía de pedirme que me una a la fiesta? Como se suele decir, "follamos todos o la puta al río". Cariño, siempre me echas en cara aquel trío que hicimos con una chica en una noche de borrachera, recriminándome que querías hacer otro, pero con dos hombres que te hicieran disfrutar, pues aquí los tienes.

- Anda, ven morboso, siéntate en el sofá que os puedo comer la polla a los dos a la vez -me decía Laura, y seguidamente me sentaba, feliz de que mi plan hubiera salido mejor de lo que había podido imaginar.

Una vez sentado en el sofá, yo estaba en el lado derecho, Laura permanecía de rodillas en el centro de cara a nosotros y mi padre estaba en el lado izquierdo. Empezó a pajear nuestros gruesos y duros miembros, a padre e hijo. La puta de mi mujer lo estaba haciendo, nos la estaba chupando a los dos. Él era 30 años mayor que ella, me daba morbo que se estuviera tragando el pollon de un señor que por edad podía ser su padre. Yo lo observaba como iba saltando de un pene a otro, mamando y masturbándonos a los dos. Mi padre parecía estar un poco cortado al principio, pero entre lametón y lametón se le pasó la tontería rápido.

- Levantaros del sofá, que quiero juntar vuestros glandes y chuparlos pegados uno al otro -obedecimos lo que nos ordenaba y una vez de pie, lamía nuestras pollas, aunque no podía introducirlas bien en la boca debido a su tamaño, ya que eran muy gruesas y con las dos a la vez era imposible. Estuvimos jugando un rato, yo cogía su cabeza con mis manos y la apretaba contra el rabo de mi padre con fuerza, esta práctica me ponía muy caliente. Cuando estaba a punto de ahogarse, solo tenía un tiempo mínimo para coger aire y yo dirigía su cabeza hacia mi polla, para que hiciera lo mismo. Luego era mi padre quien la cogía del pelo y repetía el mismo ritual.

- Hijo, me lo estoy pasando muy bien en mi 60 cumpleaños, me gusta que hagamos cosas juntos en familia -me decía de forma burlona mientras apretaba fuertemente el cuello de mi mujer contra mi polla. "No tendrás queja, viejo", le contestaba jadeando y experimentando un gran placer en ese momento.

- Para nada, se podría decir que ha sido un día redondo y tu mujer la mejor anfitriona, ¿verdad hija? -le preguntaba, mientras le forzaba su polla dentro de la boca.

- Sí padre -pudo alcanzar a decir con dificultad, cuando finalmente pudo tomar aire.

- Si no es abusar de tu cortesía, me gustaría poder follarle el coño a tu mujer, antes lo he probado y estaba muy rico, pero ahora quiero meterle mi polla.

- Claro, sin problema. ¿Verdad, Laura? ¿Qué le contestas al cumpleañero? 60 años no se cumplen todos los días -le preguntaba a mi mujer.

- Sí, puedes follarme el coño y el culo si lo deseas, estoy muy cachonda. Te suplico que lo hagas y te corras dentro, por favor, padre. Seguidamente mi mujer se colocó a cuatro patas, encima de la mesa de centro del comedor. Mi padre, no tardó en meter todo su miembro dentro de la empapada vagina. ella, por su parte, seguía chupando mi polla, aunque en algunos momentos, me salía de su alcance, para apreciar al detalle cómo mi padre se la cabalgaba salvajemente. Laura estaba desatada gemía sin parar, soltando barbaridades.

- ¡Fóllame como un padre! ¡Quiero que me des por el culo y cuando la saques me la traigas a la boca, para poder chupártela! -mi padre la azotaba con vehemencia, dejando sus grandes nalgas enrojecidas. Le hizo varias veces el culo boca como ella le pedía, y cuando eso pasaba me apartaba, para darles espacio y pudieran realizar la práctica. Luego se centró en seguir follando duro vía vaginal.

- "¡Me vengo, me vengo, hijos!" -chillaba alterado. Se corrió dentro del coño de mi mujer, y eso era una locura. Me costaba asimilar que esto fuera real, pero me encantaba lo que sentía.

- Qué tal? ¿Has disfrutado? -le preguntaba.

- ¡Joder, he tenido el mejor orgasmo de mi vida! ¡Tienes una mujer de bandera! -gritaba eufórico.

Me quedé mirando cómo la gran cantidad de lefa, que mi padre había soltado dentro de mi esposa salía, empezó a gotear abundantemente sobre la mesa de centro y a chorrear por los muslos de Laura. No lo pensé dos veces y, antes de que se desperdiciara más, metí mi rabo dentro de su vagina para tapar la salida del esperma. Comencé a empujar mi pene hacia adentro una y otra vez, la leche de mi padre se volvía más blanca y con burbujas. Si lo pensaba detenidamente, estaba batiendo con mi polla el semen del que un día yo también salí, 30 años antes. Cuanto más rápido la penetraba, más blanco y espumoso se volvía, salpicando por todas partes y generando una pasta blanca

- ¡¿Te das cuenta de que mi padre se ha corrido dentro de tu puto coño?! ¡¿Qué tipo de esposa permite eso?! - le gritaba, ya que esas palabras me excitaban mucho.

- ¡Sí, este viejo barrigón, me ha follado mejor que tú y que nadie en toda mi vida! ¡si le he dejado que me rellene con su esperma, es porque quería sentir en mi interior a un auténtico macho alfa, aparte de que soy la puta más golfa! -me contestaba gritando y muy cachonda. Mi padre estaba de pie a mi lado, viendo cómo toda esa lefa que él había soltado, se había convertido en crema de pastel al batirla.

Cambié de agujero, me apetecía correrme dentro de su culo y que Laura fuera chorreando por los dos orificios. Estaba llena de semen licuado que empapaba sus muslos, su coño y su ano, mientras este seguía manchándolo todo, yo la castigaba con dureza por humillarme delante de mi padre. Se retorcía y gemía como una loca. Eso me provocó un fuerte orgasmo que recorría mi cuerpo con intensidad y llenaba la cavidad anal de Laura. Mi padre y yo nos quedamos ahí de pie apreciando ese espectáculo, viendo como su esperma batido y el mío, rellenaban a mi mujer y se entremezclaban al salir, deslizándose por su cuerpo para acabar sobre la mesa.

- Tengo una idea, bájate de ahí putita, pero con cuidado, que después te toca limpiar toda esta guarrada, pero ya que eres tan cerda, lo harás con la lengua. No podemos permitir desperdiciar todo ese material genético. Ahora ponte en el suelo boca arriba y sube las piernas hacia tu cabeza, acercando tu boca lo máximo posible a tu coño -mientras se preparaba, me dirigía a la cocina y volvía-. He pensado que estaría bien que soplaras de nuevo las velas, pero esta vez, clavadas en los sucios y dilatados orificios de esta zorra. Le introduje un seis en el coño y un cero en el ano. Antes de encenderlas, ya le había chorreado gran cantidad de semen en el rostro y la boca de Laura, debido a la posición en la que estaba su cuerpo. Ella se reía mientras le caía todo encima, y también por las ideas de bombero que se me ocurrían. Encendí las velas en sus orificios llenos de leche, y mi mujer y yo volvimos a cantar "cumpleaños feliz" a mi padre.

- Espera hijo -sacó el móvil, para que le hiciera una foto de recuerdo.

- y piensa un deseo en silencio, que si no lo haces no se cumplirá, ya que antes se nos olvidó decírtelo -indicaba Laura desde el suelo, con la cara empapada por nuestros fluidos, que caían constantemente desde sus partes nobles.

- Listo? ¡Sonríe! -después de hacerle la foto, mi padre sopló. En la imagen, se apreciaba las enormes nalgas y la vagina de Laura rebosando semen, con las velas del número 60 insertadas, mientras mi padre sonreía y hacía la señal de pulgar hacia arriba.

- Ha quedado genial, eres un cachondo hijo, yo no tengo tanta imaginación, pero lo que aún me quedan, son ganas de que me sigan sacando la leche. No sé qué me pasa, pero hoy estoy a tope.

- Eso es porque el pastel llevaba pastillas de viagra Machacadas -Le confesé

- Que cabrones, lo teníais todo planeado -Sonreía él.

- Laura, ponte de rodillas delante de la mesa de centro y comienza a limpiar con la lengua todo el semen que hay derramado, mientras sigues comiendo nuestras pollas. Ya has oído a mi padre, necesitamos una última ronda.

Voy -contestaba y seguidamente se ubicaba en la zona. Aún llevaba la cara llena de esperma que había caído sobre ella, cuando soplaba mi padre las velas. Empezaba a lamer y a succionar de forma magistral la abundante lefa, que había encima de la mesa, y nos comía los rabos embadurnándolos con tan preciado líquido seminal. Se notaba que estaba agotada, pero seguía tragando y jugando con la leche, al mismo tiempo que hacía desaparecer nuestras pollas dentro de su cavidad bucal.

- ¡Me corroooo! -grito mi padre y empezó a soltar chorros sobre el rostro y el pelo de mi mujer, el denso esperma, caía por todas las partes de su cara, recorriendo la frente, ojos, nariz y las mejillas, pasando por los labios y los dientes, hasta depositarse dentro de su boca. Había una parte que seguía su camino hacia la barbilla, pero Laura intentaba poner remedio y la empujaba con los dedos, sumándola a la que ya tenía en la boca. Al ver esa escena tan morbosa y volver a reflexionar que esa era mi mujer, y el que acababa de soltarle toda la carga era mi padre, un hombre mayor de 60 años, también me llegó el deseado orgasmo y mi polla soltó varios chorrazos intensos. Intenté dirigirlos hacia los ojos de Laura, ya que aún seguía molesto por el comentario de que mi padre follaba mejor que yo. Apunté bien, y llené e inundé la zona de lefa. Tuvo que cerrar los ojos debido al escozor que sentía y a la gran cantidad que le derramé encima, se lo quitó como pudo y lo guío con sus dedos, haciéndolo resbalar por su cutis hasta depositarlo en su boca. Lo pudimos admirar bien, hasta que mi padre le dio la orden.

- Traga, hija -aunque le costó un poco, al final se bebió todo y enseñó que ya no tenía ni una gota en la boca. La felicitamos por su hazaña. Cuando todo acabó, nos despedimos de mi padre, que dijo que había sido el mejor día de su vida.

Han pasado casi nueve meses desde entonces y Laura está a punto de dar a luz. Ese día, yo no eyaculé dentro de su vagina y, a pesar de mis intentos anteriores, no logramos que quedara embarazada. Me hice pruebas de fertilidad y determinaron que soy estéril. Ahora me toca asumir, que el hijo que lleva en sus entrañas lo tendré que criar como mío, cuando en realidad es mi hermano.

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