Tengo 23 años y desde pequeño mi madre siempre se ha desvivido por mi. Puede decirse que fue, porque mis hermanos mayores estudiaron fuera del país y yo me quedara aquí, fui el favorito de ella. Mi madre tenía veinte años más que yo. Nos tuvo a mis hermanos y a mi muy seguidos con un par años de diferencia, parece que siempre que lo hiciesen mis padres, ella se quedaba embarazada.
Ese verano vino muy caluroso. Una tarde mi padre se había echado la siesta, yo estaba viendo la tv y mi madre leyendo. La tenía enfrente de mi con un vestido corto y yo de vez en cuando me fijaba en sus piernas. Al poco me dijo que se iba a acostar también la siesta. Al poco rato, la cama de mis padres empezó a moverse, ñi, ñi, ñi. Menuda siesta se estaban echando. Estaban haciéndolo y yo no podía evitar oírlos.
Al oírles no pude evitarlo y empecé a pajearme y después un rato me corrí largamente. Después de un rato la cama dejó de moverse, aunque no les oí gemir al correrse.
Esa noche me acosté pronto y mi madre vino a darme dos besos en ropa interior.
-Buenas noches, cielo.
-Buenas noches, mamá.
Al girarse para irse, me fijé en su culo. No tenía un culo perfecto de jovencita, tenía celulitis y un culo grande pero me excitaba mirarlo.
A la mañana siguiente acompañamos a mi padre al aeropuerto. Tenía un viaje de negocios fuera del país y tardaría unos días en volver.
Por la tarde hacía mucho calor y mi madre me dijo: voy a ducharme, estoy toda empapada de sudor.
-Bien mama. Tomaré un batido.
Se fue a la ducha y oí el agua caer. Entonces tuve una visión. Mi madre desnuda bajo la ducha.
-Hijo ¿puedes venir? Me llamó. Se me olvidó la toalla en la habitación. Corrí a por ella y se la deje en el armarito al lado de la ducha.
-No la alcanzo hijo, se me metió champú en los ojos y no veo.
Yo cogí y se la di abriendo un poco la cortina de la ducha. Ella la abrió del todo y como no veía bien no pudo ver que me tenía enfrente.
Me quede paralizado mirando su cuerpo. Sus tetas grandes y sus pezones apuntándome. Una pequeña tripita que asomaba y más abajo su pubis que no llevaba depilado. Sus caderas eran hermosas y anchas.
Se envolvió con la toalla y me pidió ayuda porque no podía salir de la ducha.
-No veo bien. Vale mama te ayudaré.
La agarre de la muñeca y la ayudé a salir. Me rozó con su cadera y me dio un escalofrío.
Me volví de espaldas mientras terminaba de secarse y después me dijo: ¿qué? ¿Qué te parece?
-¿Qué, qué me parece, el qué?
-Mi cuerpo, tonto. ¿Qué qué te parece?
-Eres mi madre. ¿Qué me va a parecer?
-Pues que también soy una mujer además de tu madre. He notado que alguna vez nos has espiado a tu padre y a mi mientras hacíamos el amor.
¡Vaya hombre! Se había dado cuenta.
Puse cara de vergüenza y miré al suelo.
-Anda no pasa nada. Yo también te he espiado alguna vez en la ducha.
Vaya por dios.
-Y he notado que estas bien dotado. No tanto como tu padre pero bien.
Diciendo esto se inclinó para terminar de secarse los pies y me puso el culo en pompa delante de mi.
Su celulitis no me importaba. Me estaba poniendo a cien.
-Anda ven aquí hijo. Mi polla estaba a tope y me acerqué a ella pero todavía un poco retirado.
De repente se arrodilló y desnuda como estaba me bajó el pantalón corto que llevaba.
-Mamá ¿qué haces?
-Pues nada, quiero comprobar una cosa. Diciendo esto me bajo el calzoncillo y dejando mi pene al aire empezó a chuparlo.
Di un respingo y me eché para atrás.
-Qué haces hijo, quiero saber si tu polla sabe igual que la de tu padre.
-Noooo. Pero esto es incesto. ¿Estás loca?
-Tal vez. Me vuelves loca hijo.
Volvió a cogerme el pene e iba a chupármela.
-Mama nooo. Esto está mal…
-Uggggh que rico…
Empecé a llorar y ella siguió chupando. No podía más, me agarré al lavabo y eche la cabeza para atrás.
-Mama… mama… me voy… me corroooo. Nooooo…
Llorando como una magdalena, me corrí en su cara.
-Siii hijo, dame tu lecheeeee.
La deje la cara empapada de mi semen. Estaba hecho polvo.
Mi madre disfruto un montón pero yo me sentí fatal.
-Tranquilo hijo no pasa nada. Se levantó y se limpió la cara y luego me dio un beso en los labios.
Yo había dejado de llorar. Mi madre se puso el sujetador y las bragas y salió del baño.
Esa noche al acostarme oí a mi madre en su habitación masturbarse.
-Aahh… ahh… aaaah.
Me levanté y me senté en la cama. La escuché terminar de hacerlo y entonces dio la luz de la lamparita de su mesilla de noche.
-Hijo, me llamó. ¿Vienes?
-¿A qué mamá?
-A darme un beso de buenas noches.
-No. No voy.
-Bueno, pues mañana no te llevaré al cine.
-No hace falta, ya iré yo solo.
-Como quieras.
-Vale está bien. Voy.
Me fui a su cuarto y me planté en el umbral de la puerta.
-Pasa hijo.
Entré en la habitación.
-Siéntate en la cama.
Me senté y la mire con enfado.
-Anda no seas tonto.
-Eres mi madre, no puedes hacer eso.
-Si. Si que puedo.
-Nooo.
-Como quieras. Anda vete de mi cuarto.
Me quedé sentado mirando al suelo. Después de un momento giré la cabeza y la besé.
-Siiiii hijo. Asiii.
Ella me abrazaba y me sobaba. Yo le chupe las tetas, sus tetas grandes y después acariciaba su culo.
-Mamá, mamá, me pones mucho. Siii tengo que confesártelo.
-Y tu a mi, hijo. Vamos. Entra dentro de miii.
Yo ya estaba empalmado. Abrió un cajón y saco un condón. Me lo puso con cuidado y me tumbó boca arriba.
-Ahora dejarme hacer a mi.
Se metió mi pene en su chocho peludo y empezó a cabalgarme.
-Aaah, hijo. Si, así. Así. Dame más, más.
Empezó a acelerar más y más rápido.
-Aaaaaah,aaaah. La cama botaba mas y mas.
-Nos oirán los vecinos. Le dije.
-No pasa nada. Creerán que somos tu padre y yo. No digas mamá. Solo gime.
-Vale. Esta bien. Aaaaahh aaahhhh. Me corro. Me corrooo.
-Así, di eso, como tu padre.
-¡Me corro, me corroooooo!
Estallé en un tremendo orgasmo y mi madre siguió botando y botando hasta que se corrió echando su cuerpo hacia atrás.
Se agachó a mi oído y me dijo: que bien me has follado hijo. Ha sido fantástico.
Yo me quede pensativo mirando al techo y no dije nada.
Después de un rato, mi madre me dijo: Anda, ahora lo haremos así, dijo y puso su culo en pompa.
-Ahora lleva tu la iniciativa.
Yo saqué y me puse otro condón. La cogí por las caderas y se la metí despacio. Ahora yo tenía el control.
Empecé a bombearla, mi madre se moría de gusto.
-Si, hijo, si, así, más, más, me pedía desesperada.
Le acariciaba su clítoris mientras empujaba más y más fuerte.
-Hijo, siiii, siiii, más, que gustoooo.
Después de un rato de follar, nos corrimos con un grito los dos, sin importarnos que nos oyeran los vecinos y supieran que no éramos mi padre y ella.
Me tumbé boca arriba, recuperando la respiración.
Sabía que lo habíamos hecho era incesto, pero la verdad no me importaba mucho.
También sabía que acabábamos de empezar una historia de amor y sexo entre mi madre y yo.
Mi padre tenia otra vez viaje de trabajo. Ella andaba por la casa muy ligera de ropa, sabiendo que a mi me encantaba verla así. La verdad ya no podía reprimir lo mucho que me ponía y eso a ella le encantaba.
-Hijo, voy a poner la lavadora, ¿Tienes algo para lavar?
-Si, mi camiseta, dije quitándomela.
-Uy, te has puesto muy musculoso hijo.
-¿A que si?
Le gustaba esa tontería que teníamos. Se acercó a mi para coger la camiseta y hace que se cae para que yo la sujete y aprovecha para tocarme los pectorales.
Nos besamos con lengua y ella con un gesto, tira la camiseta a la lavadora. Esta era de carga superior y la encestó a la primera.
-Uf, me dice, te has puesto todo sucio, voy a tener que lavarte los pantalones también. Me los quita y se agacha a mirarme el paquete.
-Los calzoncillos sucios también, ¡a la lavadora!
Me deja desnudo delante de ella. Se acerca a poner la lavadora en marcha y aposta me pone el culo en pompa.
Yo me acerco a ella y empiezo a sobarla, mientras sigue de espaldas. Le subo el vestido y le quito las bragas. Estoy empalmado y acaricio su culo con mi pene.
-Nene, me dice. Ya estas tardando.
-Espera, tengo que ir a por un condón.
-No importa. Te corres fuera.
Bueno, pienso, lo intentaré.
La acaricio su clítoris y mientras la lavadora trabaja, yo la penetro despacio.
-Ufffff, hijo, me gusta. Vamos, más fuerte.
-Tranquila mamá. Siente mi polla dentro de ti. No quiero correr.
-Tu dame duro, me dice.
Yo la obedezco y empiezo a bombear más y más rápido como ella me pide. Ella se vuelve loca y grita como una condenada.
-Aaaaaaaah, aaaaah, que bien me follas hijo, aaaah, ¡¡¡sigue, sigue, sigueeeee!!!
No me importa el escándalo, con el ruido de la lavadora no se oye apenas nada. Yo sigo dandole bien duro y cuando la lavadora empieza a centrifugar mi madre se corre.
Yo aguanto un poco más aún, pese a que oírla correrse me ha excitado mucho. Estoy a punto de irme y tengo que sacar mi polla porque no llevo puesto un condón.
La saco y me corro en su espalda, no me ha salido ni un gemido, cosa rara. Mi semen resbala por su espalda.
-Oye, ten cuidado, me dice subiéndose su vestido hasta la cabeza, que no se manche con tu semen, jeje.
-Acabamos de poner la lavadora, jejeje, pero podemos poner otra. Cojo un clinex y le limpio cuidadosamente su espalda.
Entonces me agacho y no puedo evitar chupar su culo, ese culo de mujer adulta, con celulitis, pero que me pone tanto.
-Quítate del todo el vestido, le digo.
Ella me obedece, yo la giro y le como su rajíta, toda entera. Parece mentira, yo salí por ahí, pero ahora es mía. Estoy en cuclillas, comiendo el chocho a mi madre, apoyada contra la lavadora. Hace unas semanas no podía imaginar lo que iba a pasar.
La abro de piernas mientras me pongo de pie, y la dejo así, mientras voy a por un preservativo.
Vuelvo enseguida y mi madre me coge el condón y me lo pone con cuidado, sabiendo que es su hijo el que se la va a follar una vez más.
La vuelvo a abrir de piernas y la penetro fuerte, esta vez no quiero ser cuidadoso. Empujo con fuerza a mi madre contra la lavadora, que ya terminó su ciclo.
Me la follo como un loco, mi madre me coge del pelo, mientras yo sigo con el mete-saca
La lavadora retumba en el suelo, como si estuviera centrifugando otra vez, aunque esté parada. Después de haberme corrido hace nada, aguanto mucho.
Mi madre llega al éxtasis una vez más y me vuelve a coger del pelo, pero esta vez se le escapa mi nombre.
-Lo siento, hijo, dice respirando azorada.
-No pasa nada mamá, no importa, me da igual que nos oigan.
Paramos un momento, ella ya se ha corrido, pero yo tengo aún mucho aguante. Mi polla sigue dura como un palo dentro de ella.
La subo con mis brazos a la lavadora y en una postura un poco forzada, termino de hacérselo. Sigo bombeando con ardor y termino corriéndome, mientras ella clava sus uñas en mi espalda, me hace daño, pero no me importa, porque tengo mi orgasmo. Ella se ha corrido también, según me confiesa. Saco mi pene despacio, sujetando el preservativo, como aconsejan en las instrucciones, para que el semen no se salga. En cambio ella agarra el preservativo y se derrama el semen por la cara.
-Dame tu semen hijo, me dice.
-Mamá, que cochina eres.
-¿A que si? Con tu padre no soy tan guarra.
-Me alegro.
-Por cierto, ¿qué hora es? me pregunta con su cara llena de mi semen.
-Casi las siete, le digo.
-Tu padre llega a las ocho. Tenemos poco tiempo para recogerle en el aeropuerto.
-¿Tenemos tiempo para uno rápido?
-Si, claro, mi hijo, fóllame otra vez como tu sabes.
Voy corriendo al salón para coger otro condón y vuelvo en un momento. Mi madre me espera sentada en el suelo.
Me coge la polla y me la chupa en plan rapido, dos lamidas, para, dos lamidas, para. Se me pone dura enseguida.
-Vamos hijo, tenemos poco tiempo, me insta.
-Pero yo no te he masturbado ni chupado.
-No importa, me dice, estoy húmeda ya, puedes metérmela cuando quieras.
-Ponte encima mio, le digo.
Ella obedece, se monta encima mío, los dos sentados en el suelo, y me cabalga con ardor, muy, muy rápido.
-Uf, así, mamá, más rápido, como me gusta.
-¿Qué hora es?
-Las siete... siete... y veinte... aaaahhh, tenemos el tiempo justo.
Acelera un poco más y en cinco minutos más estamos a punto. Le chupo las tetas en los últimos empujones y me corro con un grito.
-¡Mamáaaaaaaaa! ¡Aaaaaaaaah!
-Hijo, aún no estoy, espera un poco, un poco más, si, si, ¡siiiiiiiiiiii!
Los dos nos tumbamos un poco para recuperarnos.
-Nos habrán oído nuestro incesto, le digo.
-No pasa nada, que piensen lo que quieran.
Son las ocho menos veinte, salimos con el tiempo justo, pero llegamos a las 8 en punto, llegamos justo cuando mi padre sale de la terminal.
-¿Qué? Nos pregunta mi padre, ¿Qué tal la semana sin mi?
-Bien, contestamos al unisono.
Si tu supieras lo bien que lo hemos pasado...
Ese verano vino muy caluroso. Una tarde mi padre se había echado la siesta, yo estaba viendo la tv y mi madre leyendo. La tenía enfrente de mi con un vestido corto y yo de vez en cuando me fijaba en sus piernas. Al poco me dijo que se iba a acostar también la siesta. Al poco rato, la cama de mis padres empezó a moverse, ñi, ñi, ñi. Menuda siesta se estaban echando. Estaban haciéndolo y yo no podía evitar oírlos.
Al oírles no pude evitarlo y empecé a pajearme y después un rato me corrí largamente. Después de un rato la cama dejó de moverse, aunque no les oí gemir al correrse.
Esa noche me acosté pronto y mi madre vino a darme dos besos en ropa interior.
-Buenas noches, cielo.
-Buenas noches, mamá.
Al girarse para irse, me fijé en su culo. No tenía un culo perfecto de jovencita, tenía celulitis y un culo grande pero me excitaba mirarlo.
A la mañana siguiente acompañamos a mi padre al aeropuerto. Tenía un viaje de negocios fuera del país y tardaría unos días en volver.
Por la tarde hacía mucho calor y mi madre me dijo: voy a ducharme, estoy toda empapada de sudor.
-Bien mama. Tomaré un batido.
Se fue a la ducha y oí el agua caer. Entonces tuve una visión. Mi madre desnuda bajo la ducha.
-Hijo ¿puedes venir? Me llamó. Se me olvidó la toalla en la habitación. Corrí a por ella y se la deje en el armarito al lado de la ducha.
-No la alcanzo hijo, se me metió champú en los ojos y no veo.
Yo cogí y se la di abriendo un poco la cortina de la ducha. Ella la abrió del todo y como no veía bien no pudo ver que me tenía enfrente.
Me quede paralizado mirando su cuerpo. Sus tetas grandes y sus pezones apuntándome. Una pequeña tripita que asomaba y más abajo su pubis que no llevaba depilado. Sus caderas eran hermosas y anchas.
Se envolvió con la toalla y me pidió ayuda porque no podía salir de la ducha.
-No veo bien. Vale mama te ayudaré.
La agarre de la muñeca y la ayudé a salir. Me rozó con su cadera y me dio un escalofrío.
Me volví de espaldas mientras terminaba de secarse y después me dijo: ¿qué? ¿Qué te parece?
-¿Qué, qué me parece, el qué?
-Mi cuerpo, tonto. ¿Qué qué te parece?
-Eres mi madre. ¿Qué me va a parecer?
-Pues que también soy una mujer además de tu madre. He notado que alguna vez nos has espiado a tu padre y a mi mientras hacíamos el amor.
¡Vaya hombre! Se había dado cuenta.
Puse cara de vergüenza y miré al suelo.
-Anda no pasa nada. Yo también te he espiado alguna vez en la ducha.
Vaya por dios.
-Y he notado que estas bien dotado. No tanto como tu padre pero bien.
Diciendo esto se inclinó para terminar de secarse los pies y me puso el culo en pompa delante de mi.
Su celulitis no me importaba. Me estaba poniendo a cien.
-Anda ven aquí hijo. Mi polla estaba a tope y me acerqué a ella pero todavía un poco retirado.
De repente se arrodilló y desnuda como estaba me bajó el pantalón corto que llevaba.
-Mamá ¿qué haces?
-Pues nada, quiero comprobar una cosa. Diciendo esto me bajo el calzoncillo y dejando mi pene al aire empezó a chuparlo.
Di un respingo y me eché para atrás.
-Qué haces hijo, quiero saber si tu polla sabe igual que la de tu padre.
-Noooo. Pero esto es incesto. ¿Estás loca?
-Tal vez. Me vuelves loca hijo.
Volvió a cogerme el pene e iba a chupármela.
-Mama nooo. Esto está mal…
-Uggggh que rico…
Empecé a llorar y ella siguió chupando. No podía más, me agarré al lavabo y eche la cabeza para atrás.
-Mama… mama… me voy… me corroooo. Nooooo…
Llorando como una magdalena, me corrí en su cara.
-Siii hijo, dame tu lecheeeee.
La deje la cara empapada de mi semen. Estaba hecho polvo.
Mi madre disfruto un montón pero yo me sentí fatal.
-Tranquilo hijo no pasa nada. Se levantó y se limpió la cara y luego me dio un beso en los labios.
Yo había dejado de llorar. Mi madre se puso el sujetador y las bragas y salió del baño.
Esa noche al acostarme oí a mi madre en su habitación masturbarse.
-Aahh… ahh… aaaah.
Me levanté y me senté en la cama. La escuché terminar de hacerlo y entonces dio la luz de la lamparita de su mesilla de noche.
-Hijo, me llamó. ¿Vienes?
-¿A qué mamá?
-A darme un beso de buenas noches.
-No. No voy.
-Bueno, pues mañana no te llevaré al cine.
-No hace falta, ya iré yo solo.
-Como quieras.
-Vale está bien. Voy.
Me fui a su cuarto y me planté en el umbral de la puerta.
-Pasa hijo.
Entré en la habitación.
-Siéntate en la cama.
Me senté y la mire con enfado.
-Anda no seas tonto.
-Eres mi madre, no puedes hacer eso.
-Si. Si que puedo.
-Nooo.
-Como quieras. Anda vete de mi cuarto.
Me quedé sentado mirando al suelo. Después de un momento giré la cabeza y la besé.
-Siiiii hijo. Asiii.
Ella me abrazaba y me sobaba. Yo le chupe las tetas, sus tetas grandes y después acariciaba su culo.
-Mamá, mamá, me pones mucho. Siii tengo que confesártelo.
-Y tu a mi, hijo. Vamos. Entra dentro de miii.
Yo ya estaba empalmado. Abrió un cajón y saco un condón. Me lo puso con cuidado y me tumbó boca arriba.
-Ahora dejarme hacer a mi.
Se metió mi pene en su chocho peludo y empezó a cabalgarme.
-Aaah, hijo. Si, así. Así. Dame más, más.
Empezó a acelerar más y más rápido.
-Aaaaaah,aaaah. La cama botaba mas y mas.
-Nos oirán los vecinos. Le dije.
-No pasa nada. Creerán que somos tu padre y yo. No digas mamá. Solo gime.
-Vale. Esta bien. Aaaaahh aaahhhh. Me corro. Me corrooo.
-Así, di eso, como tu padre.
-¡Me corro, me corroooooo!
Estallé en un tremendo orgasmo y mi madre siguió botando y botando hasta que se corrió echando su cuerpo hacia atrás.
Se agachó a mi oído y me dijo: que bien me has follado hijo. Ha sido fantástico.
Yo me quede pensativo mirando al techo y no dije nada.
Después de un rato, mi madre me dijo: Anda, ahora lo haremos así, dijo y puso su culo en pompa.
-Ahora lleva tu la iniciativa.
Yo saqué y me puse otro condón. La cogí por las caderas y se la metí despacio. Ahora yo tenía el control.
Empecé a bombearla, mi madre se moría de gusto.
-Si, hijo, si, así, más, más, me pedía desesperada.
Le acariciaba su clítoris mientras empujaba más y más fuerte.
-Hijo, siiii, siiii, más, que gustoooo.
Después de un rato de follar, nos corrimos con un grito los dos, sin importarnos que nos oyeran los vecinos y supieran que no éramos mi padre y ella.
Me tumbé boca arriba, recuperando la respiración.
Sabía que lo habíamos hecho era incesto, pero la verdad no me importaba mucho.
También sabía que acabábamos de empezar una historia de amor y sexo entre mi madre y yo.
Mi padre tenia otra vez viaje de trabajo. Ella andaba por la casa muy ligera de ropa, sabiendo que a mi me encantaba verla así. La verdad ya no podía reprimir lo mucho que me ponía y eso a ella le encantaba.
-Hijo, voy a poner la lavadora, ¿Tienes algo para lavar?
-Si, mi camiseta, dije quitándomela.
-Uy, te has puesto muy musculoso hijo.
-¿A que si?
Le gustaba esa tontería que teníamos. Se acercó a mi para coger la camiseta y hace que se cae para que yo la sujete y aprovecha para tocarme los pectorales.
Nos besamos con lengua y ella con un gesto, tira la camiseta a la lavadora. Esta era de carga superior y la encestó a la primera.
-Uf, me dice, te has puesto todo sucio, voy a tener que lavarte los pantalones también. Me los quita y se agacha a mirarme el paquete.
-Los calzoncillos sucios también, ¡a la lavadora!
Me deja desnudo delante de ella. Se acerca a poner la lavadora en marcha y aposta me pone el culo en pompa.
Yo me acerco a ella y empiezo a sobarla, mientras sigue de espaldas. Le subo el vestido y le quito las bragas. Estoy empalmado y acaricio su culo con mi pene.
-Nene, me dice. Ya estas tardando.
-Espera, tengo que ir a por un condón.
-No importa. Te corres fuera.
Bueno, pienso, lo intentaré.
La acaricio su clítoris y mientras la lavadora trabaja, yo la penetro despacio.
-Ufffff, hijo, me gusta. Vamos, más fuerte.
-Tranquila mamá. Siente mi polla dentro de ti. No quiero correr.
-Tu dame duro, me dice.
Yo la obedezco y empiezo a bombear más y más rápido como ella me pide. Ella se vuelve loca y grita como una condenada.
-Aaaaaaaah, aaaaah, que bien me follas hijo, aaaah, ¡¡¡sigue, sigue, sigueeeee!!!
No me importa el escándalo, con el ruido de la lavadora no se oye apenas nada. Yo sigo dandole bien duro y cuando la lavadora empieza a centrifugar mi madre se corre.
Yo aguanto un poco más aún, pese a que oírla correrse me ha excitado mucho. Estoy a punto de irme y tengo que sacar mi polla porque no llevo puesto un condón.
La saco y me corro en su espalda, no me ha salido ni un gemido, cosa rara. Mi semen resbala por su espalda.
-Oye, ten cuidado, me dice subiéndose su vestido hasta la cabeza, que no se manche con tu semen, jeje.
-Acabamos de poner la lavadora, jejeje, pero podemos poner otra. Cojo un clinex y le limpio cuidadosamente su espalda.
Entonces me agacho y no puedo evitar chupar su culo, ese culo de mujer adulta, con celulitis, pero que me pone tanto.
-Quítate del todo el vestido, le digo.
Ella me obedece, yo la giro y le como su rajíta, toda entera. Parece mentira, yo salí por ahí, pero ahora es mía. Estoy en cuclillas, comiendo el chocho a mi madre, apoyada contra la lavadora. Hace unas semanas no podía imaginar lo que iba a pasar.
La abro de piernas mientras me pongo de pie, y la dejo así, mientras voy a por un preservativo.
Vuelvo enseguida y mi madre me coge el condón y me lo pone con cuidado, sabiendo que es su hijo el que se la va a follar una vez más.
La vuelvo a abrir de piernas y la penetro fuerte, esta vez no quiero ser cuidadoso. Empujo con fuerza a mi madre contra la lavadora, que ya terminó su ciclo.
Me la follo como un loco, mi madre me coge del pelo, mientras yo sigo con el mete-saca
La lavadora retumba en el suelo, como si estuviera centrifugando otra vez, aunque esté parada. Después de haberme corrido hace nada, aguanto mucho.
Mi madre llega al éxtasis una vez más y me vuelve a coger del pelo, pero esta vez se le escapa mi nombre.
-Lo siento, hijo, dice respirando azorada.
-No pasa nada mamá, no importa, me da igual que nos oigan.
Paramos un momento, ella ya se ha corrido, pero yo tengo aún mucho aguante. Mi polla sigue dura como un palo dentro de ella.
La subo con mis brazos a la lavadora y en una postura un poco forzada, termino de hacérselo. Sigo bombeando con ardor y termino corriéndome, mientras ella clava sus uñas en mi espalda, me hace daño, pero no me importa, porque tengo mi orgasmo. Ella se ha corrido también, según me confiesa. Saco mi pene despacio, sujetando el preservativo, como aconsejan en las instrucciones, para que el semen no se salga. En cambio ella agarra el preservativo y se derrama el semen por la cara.
-Dame tu semen hijo, me dice.
-Mamá, que cochina eres.
-¿A que si? Con tu padre no soy tan guarra.
-Me alegro.
-Por cierto, ¿qué hora es? me pregunta con su cara llena de mi semen.
-Casi las siete, le digo.
-Tu padre llega a las ocho. Tenemos poco tiempo para recogerle en el aeropuerto.
-¿Tenemos tiempo para uno rápido?
-Si, claro, mi hijo, fóllame otra vez como tu sabes.
Voy corriendo al salón para coger otro condón y vuelvo en un momento. Mi madre me espera sentada en el suelo.
Me coge la polla y me la chupa en plan rapido, dos lamidas, para, dos lamidas, para. Se me pone dura enseguida.
-Vamos hijo, tenemos poco tiempo, me insta.
-Pero yo no te he masturbado ni chupado.
-No importa, me dice, estoy húmeda ya, puedes metérmela cuando quieras.
-Ponte encima mio, le digo.
Ella obedece, se monta encima mío, los dos sentados en el suelo, y me cabalga con ardor, muy, muy rápido.
-Uf, así, mamá, más rápido, como me gusta.
-¿Qué hora es?
-Las siete... siete... y veinte... aaaahhh, tenemos el tiempo justo.
Acelera un poco más y en cinco minutos más estamos a punto. Le chupo las tetas en los últimos empujones y me corro con un grito.
-¡Mamáaaaaaaaa! ¡Aaaaaaaaah!
-Hijo, aún no estoy, espera un poco, un poco más, si, si, ¡siiiiiiiiiiii!
Los dos nos tumbamos un poco para recuperarnos.
-Nos habrán oído nuestro incesto, le digo.
-No pasa nada, que piensen lo que quieran.
Son las ocho menos veinte, salimos con el tiempo justo, pero llegamos a las 8 en punto, llegamos justo cuando mi padre sale de la terminal.
-¿Qué? Nos pregunta mi padre, ¿Qué tal la semana sin mi?
-Bien, contestamos al unisono.
Si tu supieras lo bien que lo hemos pasado...