Mi Madre, se Rebela 0003

heranlu

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Mi madre se contacta con mi perfil falso de la aplicación de citas.

Hablamos y trato de disuadirla de seguir hablando conmigo pero insiste en hablarme y me llega a confesar que hacía tiempo que no tenía relaciones sexuales y hace poco comenzó a masturbarse.

La última vez, lo hizo el día domingo último que estuve en su casa, ella me vio por la mirilla de la puerta del baño mientras me duchaba, esperando ver que estuviera vestido para poder entrar y sacar su tanga roja que dejó colgando en la canilla.

Nada de eso hizo, solo miró, hasta que la culpa la invadió por tener vista a unos metros del miembro de su hijo colgando esperando por ser enjabonado y bañado en las aguas de la ducha.

Su mensaje final es sugerente, dice que tal vez llegó la hora de dejar la autosatisfacción para pasar a gozar con otra persona, con alguien como yo.

Ese último mensaje me dejó helado, no sabía qué responder.

Unos segundos largos sin escribir creí que serían suficientes para que mi madre se recatara de estar diciendo esas cosas a un "desconocido" de 25 años de una aplicación de citas, pero no.

Insistió con un:

"te gustan las mujeres maduras?"

Le respondí con un "me gustan todas las mujeres, también las maduras"

Al instante me manda una foto de ella en ropa interior, con la tanga roja que había visto en la canilla y con la cual me masturbe ese mismo domingo.

Se la sacó en ese mismo instante la foto y sin consultar me lo envió. Era evidente que mi madre estaba a la caza.

Pensé en bloquearla en ese momento pero un razonamiento extraño llego a mi mente: mi bloqueo no la va a disuadir de seguir buscando otros jóvenes, va a buscar a otros de mi edad y los de mi edad no van a ser tan educados como yo, van a ir a fondo, hasta esa misma noche podrían ir a tener relaciones con mi madre.

Decidí entonces entretenerla para evitar que cometa locuras de calentura.

Le devolví un emoji de fuego a su foto, halague su figura madura.

La gimnasia de las últimas semanas estaba haciendo efecto en su físico. Sus piernas estaban más firmes, su barriga más plana, aunque con alguna pequeña flacidez.

Sus tetas grandes como siempre estaban mostrando el poder de la mujer madura que se lleva todo por delante.

Me envía una foto nuevamente, esta vez es de espalda, pero sin sostén, solo su tanga roja.

Unas nalgas maduras con una pequeña caída, pero redondas y grandes están en primer plano, las separa la tanga roja en partes iguales.

"me debes dos fotos" me dice

"quiero ver cómo está tu pija ahora que viste mis fotos" escribe nuevamente.

Comienzo a temblar de nervios, no sabía qué hacer. Pero era mejor seguirle el juego un poco hasta que se saque las ganas y no meta hombres a su casa.

Me saco fotos con el bóxer que marca un bulto que no necesita estimulación adicional, no sé si eran las fotos, los nervios o el morbo lo que hacía que estuviese dura como una piedra.

Sin mostrar mi cara le envío una foto de frente donde se ve bien mis pectorales, mis abdominales, mis piernas y sobre todo mi bulto con un bóxer blanco.

"ay que rico estas nene, como me gusta saber que esa dureza es por mis fotos" responde mi madre.

Cuando estoy por decirle que debo descansar por el trabajo, se adelanta con un:

"me debes la otra, te puedo pedir un favor? Te darías una ducha y me mandas una foto con el bóxer blanco mojado? Si lo haces te doy un regalo"

No sabía cómo negarme luego de lo que había comenzado, decidí obedecer.

Abro la ducha, me mojo con agua tibia, dejo que se me humedezca bien el bóxer blanco. Se me pega al cuerpo y se transparenta. Evidentemente era ese el efecto buscado por mi madre.

Me saco la foto y se la envío.

Era una foto más que sugerente, se notaba claramente la forma y hasta un poco del color de mi miembro que escalaba los 20 centímetros.

Los huevos grandes también se mostraban imponentes, se notaba bien el glande en la punta.

"gracias bebe, me encanta eso que se transparenta, toma tu regalo" me responde mi madre.

El regalo era un video de unos 10 segundos, mi madre totalmente desnuda, sus pechos en primer plano bajando y dando una vuelta para que vea su culo sin la tanga roja.

Su vagina de labios grandes se veían clarísimos, estaba con una depilación casi completa, se notaba una prolijidad en sus vellos púbicos.

El video termina con sus dedos yendo hacia su vulva, cortándose justo cuando está por acariciar sus labios vaginales.

Todo eso lo veo mientras me seco.

Se despide diciendo "hasta mañana bebote"

Hago un esfuerzo enorme por no tocarme, por pensar en otra cosa, tardo tanto en dormirme que pongo una película para distraerme, termino durmiéndome a las 4 de la madrugada pero logré no masturbarme con el material de mi madre.

Dos horas más tarde sonaría el despertador, ese día sería larguísimo, a tal punto de que cuando volví, apenas comí, me bañe y me desmayé de sueño.

En la mañana posterior me doy con los mensajes de mi madre en la aplicación de citas.

Al no responderle, se enoja y me putea, me trata de cagón y me bloqueó.

En cierta forma creo que es bueno, pero de otra manera pienso que es terrible porque ahora estaría haciendo lo que hizo conmigo con otros jóvenes.

Es un día viernes, día ideal para que se desate un desastre si es que sigue caliente.

La llamo al salir del trabajo, está atardeciendo.

Me atiende luego de varios llamados, dice que está preparándose porque sale con las amigas, eso me deja tranquilo por un lado, pero sabiendo lo que hacen las amigas me da terror por otro.

Esa noche estoy impaciente, no me puedo dormir, tampoco salí a ningún lado.

Miro historias de mi madre y de las amigas y reconozco el lugar donde están, es un Restobar conocido en buenos aires, donde tienen pista de baile y sillones para los que quieran acurrucarse.

Sin pensarlo dos veces salgo para allá, no sé con qué sentido, pero me mata la idea de que mi madre se descontrole.

Al llegar al lugar, veo que está lleno. Busco por todos lados con un trago en la mano, consumición obligatoria y cara para entrar al lugar.

No está en las mesas, no está en las barras, voy a la pista de baile, hay mucha gente, hay poca luz.

Allí por fín veo a mi madre bailando con sus amigas, ella está con una mini como nunca vistió.

Una minifalda blanca con una remerita beige y un cinto negro que le da figura a su cintura.

Su remera beige es escotada, pronunciada, se puede ver el encaje de su sostén que se esfuerza por sostener sus dos pechos maduros.

Su mini se ajusta a sus piernas, en su bailar se va subiendo peligrosamente, hasta que queda al borde de sus nalgas.

Tiene un trago en la mano, y parece que ya ha tomado varios, está algo despeinada, hay algo de sudor brillando en sus pechos y hombros.

Solo la veo bailar, no hace mucho más, creo que exageré al ir hasta el lugar. Hace tanto calor que me pido otro trago más fresco.

Luego de ese, me pido un whisky doble para despedir la noche y dejar a mi madre en paz. Después de todo ya tiene edad para decidir que quiere hacer de su noche.

Cuando me estoy por ir, me choco con ella a la salida.

"¿qué haces acá vos?" me pregunta extrañada.

"¿qué haces acá vos?" le retruco "acá vengo yo siempre"

Se ríe mi madre y sus amigas llegan a su encuentro, nos reímos todos por la casualidad.

Sus amigas dicen: "menos mal que viniste, sino tu madre hacía un desastre ahí adentro"

Mi madre se ríe a carcajadas y me pregunta ya que estaba ahí si la llevaba a su casa.

La llevo entonces.

En el auto sus piernas se ven más apetecibles, su mini se sube en esa posición mostrando con descuido su ropa interior.

Al llegar a casa me pregunta si me quiero quedar, para no tener que volver a esa hora a mi departamento.

Le digo que sí.

Dentro de la casa se saca los tacos y comienza a caminar hacia su cuarto, mientras me indica que en mi cuarto no había puesto sábanas, las había puesto a lavar.

Me pregunta si no me molesta dormir en la cama con ella.

Trago saliva, y no sé qué decir, pero termino diciendo que dormiré en mi cama aún sin sábanas.

En mi cuarto de niño, me desvisto, me quedo en boxers, casualmente unos blancos.

Paso al baño a lavarme los dientes, y el agua de la pileta se abre con mucho más presión que en mi departamento.

Me empapa el abdomen y la blanca ropa interior.

Intento secarme infructuosamente.

Dormiría sin ropa interior entonces, cuando estoy acostándome escucho que mi madre me llama.

Me llama con una insistencia que me es preciso acudir pronto, así que voy con mi bóxer blanco mojado que intenta tapar mi desnudez.

Al llegar al cuadro de mi madre me encuentro a mi madre solo con la ropa interior, una diminuta bombacha tanga de encaje rosa, su corpiño de encaje a tono y su remera beige atorada en su cabeza.

Su mini estaba ya en el suelo junto a sus tacos y el cinturón negro.

La remera beige se le había enganchado en uno de sus aros y no podía desengancharlo, quedó en tal posición que no podía hacer nada para sacárselo.

Me acerco con cuidado, ella se ríe y me pide perdón por estar en ropa interior delante de mí.

Intento destrabar ese aro de la prenda, pero está difícil, se ha enganchado completamente.

Estoy tan cerca que me pego a ella y mi abdomen húmedo con el bóxer húmedo hacen contacto con su piel.

Ella se separa y pregunta porque estoy mojado. Le cuento sobre la presión de agua de su casa, se vuelve a reír.

El aro está incrustado en la fina tela de su remera, me dice que tenga cuidado, que es una remera cara, y que tenga cuidado con su oreja, que le duele el tironeo.

La guio hacia la cama, que se siente allí así puedo trabajar mejor en el desenganche de la prenda.

Está mi madre sentada en el borde de la cama, en ropa interior, con su remera cubriendo su cara y un brazo extendido. Se tienta de risa cada tanto por la situación.

Me acerco, mis piernas rozan sus piernas, ella las abre, sabiendo que necesito acercarme.

Con cuidado logro desenganchar la prenda de su aro, y logro sacar la remera de la cara de mi madre.

La siguiente escena es yo, su hijo con su remera en la mano, mi madre sentada con las piernas abiertas y yo tan cerca que el tiempo se detiene.

Lo primero que ve mi madre es mi abdomen y mi bóxer blanco mojado a escasos centímetros.

Se le escapa una mueca, levanta la mirada y me mira a los ojos.

Vuelve la mirada nerviosa a mi bóxer mojado y aprieta sus labios intentando contener una sonrisa.

"te mojaste mucho parece" rompe el silencio mi madre.

Mientras una de sus manos va hacia la tela del bóxer para testear la humedad.

Mientras va tocando la tela desde el costado, llega lentamente hasta donde se marca mi erección.

Allí se detiene.

Siento la presión suave de dos dedos suyos sobre el bóxer blanco mojado que protege la desnudez de mi miembro.
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Tras ir a vigilar que mi madre no se desmadre en un disco bar, y luego de varios tragos, termino llevándola a su casa, en donde me invita a quedarme a dormir, para no tener que volver a mi departamento.

Allí al lavarme los dientes, la presión del agua de la canilla empapa el bóxer blanco, dejando transparentada la prenda dejando apreciar lo que había de fondo.

Al ir a mi cuarto a descansar mi madre me llama a su cuarto porque una remera se le enganchó en un aro y quedó inmovilizada.

Vestido solo con mi bóxer blanco húmedo voy hacia su cuarto y la hago sentar en la cama, con sus piernas abiertas me permite acercarme para trabajar mejor y desenganchar el aro de la prenda.

La escena concluye logrando sacar la remera por sobre su cabeza, y dejando a la vista una escena incómoda.

Mi madre sentada en la cama solo con su ropa interior violeta de encaje y sus piernas abiertas.

Yo entre sus piernas parado, con mi bulto a escasos centímetros de su cara.

La luz tenue del ambiente lo hace todo más confuso, mi madre mira mi bulto, levanta la mirada a mis ojos, vuelve a mi bóxer blanco.

"te mojaste mucho parece" dice con la voz entrecortada.

Sus maduras manos se acercan a la tela del bóxer para chequear cuánta humedad tiene.

Sin sacar la vista de lo que tiene a 20 centímetros, desliza dos dedos cruzando la tela para chequear hasta donde está húmedo, a pesar de que a la vista se ve que está casi todo mojado.

Llega hasta mi tronco que se transparenta, mis 20 centímetros están al máximo y haciendo tensión con el elástico.

Dos dedos de mi madre se quedan encima de la escasa tela húmeda blanca que separa mi miembro de su tacto.

Siente seguro el calor, la forma.

Va hacia abajo recorriendo todo el tronco, ya no son sus yemas sino que inclina sus uñas como un felino que quiere arañar suavemente.

Ese instante hace que la cabeza del glande venza al elástico del bóxer y salga a la superficie, haciendo su presentación a la vista y el olfato de mi madre.

Esa cabeza la hipnotiza porque se queda paralizada.

Su respiración se agita, su pecho sube y baja haciendo gala de sus enormes tetas que apenas pueden ser contenidas por el sostén.

No me mira a los ojos, solo vuelve a subir sus dedos por el ascensor de mi tronco, hasta el límite del bóxer, hasta donde asoma el glande.

Allí levanta la mirada, no dice nada, solo me mira a los ojos. Y en ese segundo eterno de mirada cruzada se atreve a romper la barrera de lo prohibido.

Sus yemas tocan mi glande, lo que produce una explosión de líquido preseminal.

Mi madre lo nota y usa ese líquido para lubricar toda la cabeza que está más roja y grande que nunca.

Juega con la textura, con el calor, se embriaga con los olores.

Su otra mano entra en escena, para hacer el trabajo sucio, baja el bóxer de un tirón y lo deja en el suelo.

Su mano hábil, nunca soltó mi pene.

Se quedó allí, ahora participan todos sus dedos, toda su palma, intenta cubrirla infructuosamente.

Siente el calor, y le gusta porque hace presión.

Comienza a masturbarme, lo hace con delicadeza, el líquido preseminal es abundante, no necesita aceites ni lubricantes.

Está masturbándome mi madre, y sin culpa. Yo no la detengo.

Sigue haciéndolo y se le escapan gemidos, está gozando de hacerme gozar.

Su otra mano juega con mis bolas, me araña con sus uñas arregladas.

"como creciste bebe" me dice mi madre extasiada.

Ya está amaneciendo, la noche se va y se acerca un nuevo día.

Mi madre no deja de subir y bajar mi miembro.

En un momento se desabrocha con destreza su sostén y se liberan unas enormes tetas con las que me amamantó, con unos pezones grandes y oscuros.

Los deja libres y se bambolean con mi masturbación.

Ahora yo quedo hipnotizado mirando cada uno de sus pechos maduros.

"devolvele la leche a mamá" dice mi madre.

Esa frase hizo que mis ratones explotaran y chorros de semen caliente salieron eyectados.

Cayó parte en la cara de mi madre, en los ojos, en la boca y otros chorros con menos fuerza cayeron en su cuello y pechos.

Siguió masturbándome exprimiendo hasta la última gota, que caía en sus manos y dedos.

Las gotas de la cara fueron cayendo hasta su boca, ella se los llevó ahí, mientras miraba lo que había en sus tetas.

Veo su lengua salir de sus labios para recoger la leche que tenía en su rostro y dedos.

Yo me quedo inmóvil apreciando ese espectáculo.

Mi madre parece estar posesa, es otra mujer, que quería lograr hacer eyacular a un hombre joven.

No se limpia totalmente, le queda algo en la barbilla colgando, en el cuello y en sus tetas.

Se va hacia atrás y las contempla como un trofeo.

Me mira a los ojos con lascivia. Parece que esto no queda acá.

En ese instante se presenta el sol con sus primeros rayos. Rayo que entra por la ventana y le da en la cara a mi madre.

Parece ser exorcizante, porque en ese momento entra en cordura de lo que había ocurrido y la lascivia se transforma en vergüenza y me pide que me retire, mientras se cubre los pechos con sus brazos.

No podía dormirme, creo que fue mi culpa por no frenar antes de todo este desastre.

Pasan las horas, no me duermo, ya es casi mediodía y mi madre no sale del cuarto.

Decido dejarle espacio y me voy de la casa, vuelvo a mi departamento.

Transcurre la semana y mi madre no me escribe, no me manda mensajes.

Intento llamarla pero no me atiende.

Reviso la aplicación de citas y ha eliminado su perfil. Tampoco pública nada en ninguna red social.

No sé si ir directamente a la casa a verla, dudo tanto que pasa la semana y no hago nada.

Llega un nuevo fin de semana, el sábado me llama por teléfono.

Dice que tenemos que hablar de lo que pasó la semana anterior, que está avergonzada pero es necesario hablarlo.

Me dice que para asegurarnos de que no pase nada raro, vamos a tener a una mediadora, Andrea.

Andrea, es la amiga que me cogí hace unas semanas y mi madre ni sabe. Supuestamente guardamos el secreto para que no haya conflictos en la amistad entre Andrea y mi madre.

Ahora resulta que la va a usar a su amiga, que es psicóloga para tratar el trauma de lo que pasó.

Me dirijo hacia la casa de mi madre, arreglado formalmente.

Al llegar entro el auto y ya está Andrea en la casa junto a mi madre.

Nos sentamos mi madre y yo en el sofá y Andrea en otro sillón individual.

Miro a los ojos a Andrea, parece no inmutarse por mi presencia, sabiendo lo que hicimos nosotros.

"yo voy a hacer de cuenta que no sé nada, y no los conozco, así que quiero que me cuenten detalle por detalle lo que pasó la semana pasada" comienza Andrea.
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El bóxer blanco que uso se moja por la presión del agua en la pileta lavamanos. Con el bóxer húmedo voy hacia el cuarto de mi madre que me llama porque su vestido quedó enganchado en un aro y debo socorrerla.

Luego de poder desabrochar el vestido terminamos ambos en ropa interior y con la cara de mi madre muy cerca de mi bulto húmedo.

Mi madre me masturba y mi leche cae en su cara y pecho, cuando parece que algo mas seguiría un rayo de sol entra por la ventana iluminando su cara.

Esto la hace salir del trance y se cubre los pechos con la mano y me pide que por favor me retire del cuarto.

Me retiro luego y me voy a mi departamento, mi madre no me escribe sino hasta un día antes para que vaya a verla a su casa el fin de semana para hablar seriamente.

Nos recibirá Andrea, la amiga que me cogí pero que mi madre no sabe.

Ella es psicóloga, así que nos analizará juntos ese fin de semana.

Andrea sentada en un sillón nos observa a ambos sentados en el sofá y rompe con el silencio:

"quiero que me cuenten detalle por detalle lo que pasó, olvídense que me conocen, ahora soy su analista"

Mi madre comienza a hablar con la voz entrecortada, comienza diciendo que le da mucha vergüenza, pero que necesita desahogarse.

Habla de mi padre, de quien se separó, de con quien la engañó, de cómo ella se siente fea y vieja.

Dice que tuvo oportunidad de salir con otros hombres pero no se animó, le dio miedo de sentirse joven, miedo de una relación espontánea con otro, ella estaba hecha a la antigua.

Andrea la interrumpe y le pregunta qué pasó exactamente el fin de semana anterior.

Ella dice que salió como estaba siendo habitual, bebió de más y que se sintió atraída por jóvenes que conoció virtualmente en una aplicación de citas. Estaba hablando de mi perfil falso.

Trago saliva y me entra un calor pensando que pudiera darse cuenta que era yo quien le envió esas fotos subidas de tono.

Luego le relata detalle por detalle como ocurrió lo de masturbarme.

Me cruzo de piernas porque el relato me hace tener una erección.

Mi madre dice que está totalmente arrepentida, que no lo haría de nuevo, pero que en ese momento no estaba en su sano juicio.

Andrea la interrumpe y me pregunta a mí porqué no la detuve.

Tartamudeo, transpiro, mis ojos buscan una respuesta que no sea pervertida en el techo.

Digo que también estaba alcoholizado, de que hacía tiempo que no estaba con una mujer, y que también estaba arrepentido por lo sucedido.

Andrea nos pregunta sin rodeos si nos masturbábamos.

Mi madre se ruboriza y dice que no enfáticamente como si la hubieran acusado de asesinato.

Luego Andrea dirige su mirada hacia mí y me pregunta lo mismo.

No sé qué responder, la verdad es que cada tanto me masturbo, pero es raro confesarlo delante de mi madre.

Le digo que muy poco, y últimamente nada.

Andrea saca una primera conclusión y dice que la tensión sexual de repente explota cuando hay represión, ambos estábamos sin tener relaciones y sin masturbarnos, y producto de otras estimulaciones llegamos a ese punto crítico.

Luego Andrea pregunta, si habíamos disfrutado el momento.

Mi madre dice que no de forma rotunda, y Andrea le repregunta por qué siguió.

Termina sacándole la confesión de que si le gustó, de que hacía mucho tiempo no tenía una pija caliente y juvenil en sus manos.

Andrea pregunta qué sintió cuando eyacule en su rostro y sus tetas.

Mi madre dice que se mojó, que se sintió erotizada, de saber que por producto de su estimulación logró sacar la leche a un joven.

Cuando me toca a mí contestar, digo que disfruté su mano y que cada movimiento que hacía me apresaba más, me tenía inmovilizado con la masturbación.

Andrea me pide que mire a mi madre a los ojos.

Al verla ella está ruborizada, sus labios rojos, se abrió un poco el escote, parece que tiene calor. Hay un pequeño brillo de sudor en su piel, evidentemente por la situación de lo que estamos relatando.

Andrea dice que si ya somos conscientes de lo que pasó y decidimos no hacerlo más, hay que olvidarse. Fue un desliz, propio de nuestra naturaleza, en la cual un hombre y una mujer buscan satisfacer sus deseos más primitivos.

Andrea me pide que mire las tetas de mi madre, ambos la miramos a Andrea extrañados por la recomendación, ella insiste.

Miro entonces el escote de mi madre, esa cruz está ahí en medio de sus tetas grandes. Andrea dice que las aprecie de forma natural, sin culpa, xq sino vamos a volver a reprimirnos y vamos a comenzar a cambiar de conducta de ropa, abrazos, etc. Y la relación debe seguir normalmente aceptando los cuerpos del otro.

Andrea le dice a mi madre que me mire el bulto y a mi que la mire a ella cuando me observa.

Mi madre mira, se muerde los labios, se pone el pelo detrás de la oreja y nerviosa sigue mirando.

Mi bulto crece de manera escandalosa y Andrea se da cuenta:

"bueno, eso que ves amiga es lo que les pasa a los hombres con cualquier estimulación, si miras siempre va a ocurrir, no te sientas responsable ni culpable" le dice Andrea.

Al finalizar nos pide abrazarnos, lo hacemos, parece que todo está solucionado. No volverá a ocurrir nada extraño entre nosotros.

Andrea se despide y le agradecemos su ayuda.

Quedamos solos y mi madre dice que comamos juntos.

Nuevamente como madre e hijo preparamos el almuerzo, comemos y lavamos los platos.

Cada uno duerme la siesta en su cuarto, sin nada extraño. Al despertarme voy al ****** y no encuentro a nadie, llamo a mi madre por la casa y tampoco responde.

Al salir al jardín la veo nadando en la pileta con una bikini muy chica.

Me pregunta si quiero meterme a la pileta.

Le respondo que no vine con traje de baño.

"Metete con lo que tengas" dice mi madre.

Me saco el pantalón y la remera. Quedo solo con un bóxer turquesa.

Mi madre lo toma con naturalidad, yo trato de hacer de cuenta que es una maya, así que me meto a la pileta.

Nadamos, y luego salimos a secarnos al sol.

Mi madre me pide que le ponga crema solar, y lo hago con delicadeza. Bajando por su espalda, ella se desabrocha la bikini de la parte de arriba para que pueda pasar por toda la espalda sin problemas.

Mis manos recorren su piel y va hacia los costados, mis dedos llegan hasta los costados de sus pechos. Y luego se retraen para no generar incomodidad.

Sigo bajando hasta llegar a sus nalgas, me salteo esa parte y encremo sus piernas.

"la cola también..." dice tímidamente con los ojos cerrados.

Pongo el protector en sus nalgas y comienzo a desparramar con suavidad.

Las nalgas grandes de mi madre llevan bastante protector, llego hasta el límite de la bikini que se pierde en la raya de su culo.

Arrastrar la crema por sus nalgas lleva a manchar la bikini.

Para evitar que quede sucia la prenda, con suavidad uso mi dedo índice para sacar el exceso de crema.

A mi madre se le escapa un gemido, me quedo petrificado. Ella sigue con los ojos cerrados.

Su bikini es de tiras, veo que sus manos que estaban al lado de su cuerpo se acercan hacia aquellas tiras que anudaban la prenda.

Con un disimulo poco creíble engancha las tiras y desarma el nudo dejando la bikini inferior suelta.

Mientras yo no dejo de poner crema en sus nalgas sin saber cómo proseguir.

De repente se serpentea de tal manera que hace que la bikini se corra de su lugar original haciéndose hacia un costado.

"encremame toda hijo" dice ahora no tan tímida con los ojos cerrados.

Levanto la prenda y la saco de su cola dejándola entre sus piernas.

Tengo el culo desnudo de mi madre frente a mí.

El protector se desliza entre sus nalgas y mis dedos ayudan a complementar el trabajo.

Mis dedos se deslizan y tocan por primera vez su ano.

Ella levanta su cola abriendo sus nalgas.

Mis dedos siguen toda la línea de su cola, de arriba hacia abajo, y llega hasta sus labios vaginales.

Mi madre jadea antes de que haga contacto con ellos.

No me detengo y sigo. Los separo con dos dedos y meto un tercero en el medio.

Se escucha el ruido de la crema mezclándose con el agua y la humedad de la concha de mi madre.

Mis dedos entran sin limitaciones, van dos dedos en el interior de mi madre y ella grita de placer.

Sigue con sus ojos cerrados y yo sigo con el movimiento de entrada y salida.

Pasan largos minutos con esa tarea, en el aire se siente el aroma de mujer que emana líquidos de placer.

Eso me embriaga, así que acerco mi cara para sentirlos.

Mis manos salen de adentro y abren sus nalgas.

Mi cara y mi boca van directo a su culo.

Lo chupo desesperado. Mi madre grita de placer.

No pasa mucho hasta que mi lengua chupa sus labios vaginales, su clítoris y se mete adentro de su vagina saboreando todo lo que mi madre ofrece.

Siento sus piernas temblar y un rio de líquidos van a mi boca.

Siguen varios temblores en el cuerpo de mi madre, había tenido un orgasmo.

Me reincorporo, ella sigue con los ojos cerrados tratando de recuperar el aire.

Siento pánico de que vuelva a ocurrir lo mismo que la semana anterior.

Me paro y me retiro en silencio, mientras miro hacia atrás, mi madre agitada y temblando cada tanto, con su bikini inferior fuera de su cuerpo y la bikini superior fuera de sus tetas por el movimiento.

La pierdo de vista y ella sigue inmóvil. Me llevo mi ropa y me subo al auto, me retiro de la casa, sin saber qué ocurrirá.
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