Mi Madre, se Rebela 0001

heranlu

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El día es largo, tengo mucho trabajo acumulado, debo presentar informes y no creo llegar con el plazo, me levanto muy temprano y termino el día muy tarde, apenas como al mediodía y tomo varías tazas de café en el día.

Recibo varias llamadas perdidas de mi madre, pero no las atiendo por la urgencia de mis tareas.

A mis 25 años estoy luchando por un ascenso en una empresa de renombre internacional, que me permitirá tener un crecimiento profesional.

Al caer la noche llego a mi departamento en el centro porteño, pido delivery y aprovecho en la espera a llamar a mi madre.

Me atiende inmediatamente y a los pocos segundos se larga a llorar diciéndome que descubrió que mi papá le era infiel, que estaba manteniendo a una chica de menos edad que la mía, de 20 años aproximadamente.

Al principio no le creí, pensé que eran solo celos de mi madre, siempre los tuvo con mi padre que tenía una pequeña corralón de construcción y constantemente estaba viajando por la provincia en busca de nuevos clientes fijos.

Mi madre lloraba desconsolada y me decía que se había tomado unas pastillas para calmarse y dormirse, que al siguiente día hablaríamos más calmados.

Llega el delivery, pago y comienzo a comer. Mientras llamo a mi padre.

Me atiende y me confiesa que efectivamente era infiel, que está en ese momento en el departamento de quién era su amante. No había querido decirme nada para no preocuparme.

Yo tenía ganas de putearlo a mi padre, pero hacía unos meses que yo había engañado a quien fuera mi novia con una compañera de trabajo, no tenía mucha autoridad moral.

Pasan los días y se concreta el divorcio express. Mi madre le pide la mitad de los bienes a mi padre y llegan a un acuerdo para no llegar a instancia judicial.

Mi padre le deja las dos propiedades que teníamos, el auto que usaba ella y le paga el equivalente en dinero de la camioneta que se quedaría mi padre. Además el 75% de los ahorros que tenían en plazos fijos, dólares y cajas de ahorro, que no era poco dinero, pues era lo que estaban ahorrando para poner otro corralón en otra zona de la provincia y comenzar a ampliar el negocio.

En poco tiempo mi madre se quedó con la titularidad de esos bienes, y comenzó a pensar en que usar el dinero ahorrado, que negocio pondría ya que no contaría de ahí en más con la entrada del corralón.

Mi madre, tenía 50 años recién cumplidos. Nunca fuimos clase alta, pero nunca nos faltó nada, mi madre no necesitaba trabajar, solo lo hacía para tener una ocupación. Por ello es que daba clases de inglés en un colegio privado.

Eso le ocupaba unas 3 horas por día de lunes a viernes. Los ingresos que le daban eran simplemente por remuneración, no eran significativos. No podría vivir de eso. Si no ponía un negocio o se dedicaba a tiempo completo a la docencia no tendría como mantenerse.

Se rodea de sus amigas, muchas de ellas divorciadas, le dan todo tipo de consejos para salir adelante, la acompañan en su duelo.

Voy a comer a lo que sería su casa ahora, y la veo desmejorada, triste, ojerosa, descuidada, vestida como si fuera a hacer una limpieza general de la casa, que de hecho parecía estar haciéndolo, porque estaba remodelando los espacios de la casa, donde antes estaban las cosas de mi papa.

Me cuenta de sus planes, pidió más horas para dar clases, pero no sabe si se lo van a dar. Además dijo que puso en alquiler la casa quinta que teníamos, que esperaba sacar algo de ahí para pagar los impuestos y vivir junto con la docencia.

Aún no tenía idea de qué negocio poner, porque tenía mucho miedo al riesgo de quebrar, había sufrido mucho con las hipotecas, deudas y juicios del corralón de mi padre a lo largo de la vida.

Pasan algunas semanas, y vuelvo a visitarla un domingo.

Esta vez está distinta, tiene ropa nueva, más juvenil, se aclaró el cabello, está maquillada diferente. La casa tiene una decoración totalmente renovada, no queda nada de la casa familiar y de mi padre.

Tiene unas calzas deportivas, la primera vez que veo a mi madre con calzas, tiene unas zapatillas fosforescentes como usan las adolescentes.

Me dice que comenzó el gym, que va con una amiga. También está más tostada, dice que fue a un spa y solarium, cosas que no hacía mi madre docente.

Está usando una remera más escotada, por primera vez veo el escote desnudo de mi madre en mi vida. Resulta extraño verla revolver la salsa para la pasta y ver cómo sus pechos se juntan y se separan en el movimiento.

Mido 1.80, mi madre llega apenas al 1.65, por lo que la diferencia de altura me pone en una visión incómoda al ayudarla a cocinar y preparar las pastas.

El crucifijo que siempre estaba apoyado en un sweater, blusa completa o remera de algodón, ahora estaba descansando entre sus dos pechos. Se perdía entre ellos, que no eran pequeños, sino voluminosos, totalmente naturales.

Mientras me cuenta que con otras dos amigas quieren iniciar un negocio, una cafetería. Entusiasmada me cuenta que cada una pondría un tercio de la inversión y se dividirían las tareas. Que en poco tiempo tendrían todo listo para arrancar y que eso la emocionaba.

La comida está casi lista, así que como buena madre me manda a lavarme las manos al baño, no le importa que tenga 25 años ya, ella aún me trata como un niño pequeño.

Obedezco riéndome, y al salir con mis manos limpias al comedor veo a mi madre, estirándose para tomar unas copas de la alacena.

Al estar en punta de pie y estirando sus brazos, la remera se le sube por encima de la cola.

Eso permite tener ante mis ojos por primera vez la cola redonda y grande de mi madre cubierta por las calzas que revelan su forma y tamaño. Mi madre siempre uso jeans o pantalones holgados. En esas calzas se podía apreciar como la cola de mi madre estaba cubierta con una bombacha chica, no era tanga, porque el relieve mostraba la costura de una bombacha que iba de menos a más hasta su cintura.

No se veía nada, pero el relieve estaba ahí, para la imaginación.

Para romper con el momento me acerco ofreciéndome a tomar esas copas que estaban en un lugar alto.

Nos sentamos a almorzar, y al sentarme noto que debo acomodarme el bulto debajo de mis pantalones.

Miro a mi madre a los ojos, brindamos con vino tinto y tras una sonrisa, comenzamos a comer.
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Mi madre se divorcia de mi padre por una infidelidad, luego de separar bienes comienza un cambio en toda su vida, se libera.

Me cuenta de esos cambios y comienzo a notarlos un domingo en el cual voy a comer sus pastas, allí la noto con calzas, un nuevo color de pelo, una remera escotada deportiva y planes de nuevos negocios.

Por primera vez en mi vida veo a mi madre con calzas que le marcan su figura, y también descubro que mi madre tenía pechos desnudos, al menos por lo que se vio por su escote, algo que siempre estuvo oculto a mi vista.

Mi madre tiene 50 años, comenzó gym con sus amigas, en un mes fue casi todos los días y se nota el cambio en su físico.

No se si es el uso de ropa elastizada o fajas, pero ahora se le puede notar una cintura, sus pechos están más erguidos y su cola que siempre estuvo cubierta por la holgura de un jean o pantalón de vestir hace su presentación cuando camina de acá para allá.

Al despedirme del almuerzo me pide que nos saquemos una foto.

Cambió su celular astillado de 5 años de antigüedad por un iphone, se ríe porque aún le cuesta entenderlo.

Nos sacamos una selfie, cachete con cachete y ella tirando un beso a la cámara.

Es la primera vez que tomamos una foto así.

Nos despedimos hasta otro momento.

Pasan los días y sigo atareado con mi trabajo, cada vez hay que hacer más cosas por la misma paga. Además debo renovar el alquiler dentro de poco tiempo con un incremento sin sentido.

Llego a casa, cocino algo simple y me acuesto a mirar una serie por una plataforma de estas de moda.

Me aburren las historias trilladas que dan ahora, me distraigo y tomo el celular y comienzo a rastrear a la "novia" de mi padre.

Era una chica de 20 años, cuerpo de modelo, sacando cola y tetas en todas las fotos, en ninguna foto aparece mi padre, pero ella sí aparece en restaurantes, boliches, piletas, playas, etc.

Tenía la boca con botox, como muchas de hoy en día, tal vez los pómulos también, se notaba que no era su cara original.

No parecía estudiar ni trabajar, evidentemente mi padre era financista de su estilo de vida. Me agarra un poco de bronca, tanto por mi madre que sufrió el divorcio, como mi padre que por un poco de calentura tira el dinero que era de la familia.

Reviso como siempre el perfil de mi ex, parecía estar con un nuevo novio desde hace un tiempo, se la veía feliz.

Veo el de la chica con la que engañe a mi ex novia y la veo también con un compañero de trabajo, evidentemente yo no era el único que estuvo con ella de la planta.

Estaba por cerrar la aplicación y veo una sugerencia, era mi madre. Se había hecho un perfil de Instagram y estaba subiendo fotos.

Jamás creí que usaría tales aplicaciones, pero ahí estaba, me puse a ver cada una de sus fotos. La mostraba alegre, fuerte, empoderada.

Tenía fotos en el gym, videos donde un profesor joven y musculoso la guiaba a hacer sentadillas, tambíen fotos tomando sol.

¿Mi madre con una bikini? ¿desde cuándo? Ahora parecía haber descubierto esas prendas, desde que era pequeño la recuerdo ir a Mar del Plata con una maya enteriza y un short, donde solo quedaba al descubierto su cuello, sus hombros, brazos y piernas, por debajo del short.

Aún se le nota flacidez en su cuerpo, recién va poco más de un mes en el gym, se notan cambios pero aún le falta bastante, pero lo más importante es que se siente segura de sí misma, segura de su cuerpo, de ninguna otra manera se mostraría así en redes sociales.

Pasan más semanas, en ese tiempo no he podido visitar a mi madre, pero si me mantuve al día con sus actualizaciones en Instagram.

Ha salido con sus amigas de noche, por primera vez desde que se casó con mi padre. Se la veía feliz posando con tragos, un vestido de noche y música de fondo. Se la ve en historias bailando, evidentemente está disfrutando su nueva soltería.

Para dormir hago zapping en el cable, paso por las mismas películas de siempre que pasan cada dos semanas en todos los canales, terminó en un canal donde pasan cine argentino.

Aburrido me pongo a ver una película que no le encontraba mucho sentido, mas que el de agotarme y prepararme para dormir hasta el siguiente día.

De la nada en la película (el bonaerense) los protagonistas comienzan a tener relaciones. Son dos policías, uno joven y ella más madura.

No esperaba encontrarme con una escena sexual en la película pero ahí estaba, no la cambie, la seguí viendo. Escenas donde no se ve mucho, solo algunas nalgas, algún pezón, mucho juego con la oscuridad y la luz tenue. Gemidos, transpiración y la idea de que ella dice que no quiere hacerlo pero termina haciéndolo todo.

No me importó cómo seguía la película, solo me dispuse a meter mi mano en mi bóxer y comenzar a tocar mis bolas y mi pene que ya estaba en crecimiento.

Lo había sacado de mi bóxer, lo tenía en mi mano y comencé a masturbarme recordando lo que acababa de ver en tal escena.

En ese momento que estoy en plena tarea masturbatoria me llama por teléfono mi madre.

En otro momento no la atendería, pero me resultaba extraño que a esa hora de la noche estuviera llamando.

La atiendo, mi mano sigue en mi miembro. Me cuenta de que se le quedó el automóvil, no sabe porque no arranca, que salió con sus amigas y que ahora está en Palermo, zona de bares de Buenos Aires, sin saber cómo volver.

Me visto rápidamente y le digo que salgo para allá a buscarla.

Al llegar al lugar, la encuentro dentro del auto con el asiento reclinado descansando.

Me abre, le hago preguntas de rigor, pruebo encender el auto y no arranca.

Ella está usando un vestido relativamente corto, medias color piel de nylon,

Cuando se agacha para señalarme donde está la llave del capot su falda se sube considerablemente quedando como una mini.

Sus piernas grandes ya se notan mas torneadas por el gym. El frente está más escotado que nunca, mucho más que la remera con la que la vi ese domingo de pastas.

Tras unos ensayos me doy cuenta que parece haberse agotado la batería, parece que se había olvidado las luces encendidas.

Mientras intento hacerlo arrancar, llega una de sus amigas también al rescate, se ve que había llamado a todo el mundo.

"qué lindo chongo te vino a ayudar Sandrita" le dice la amiga a mi madre

Ella se enoja y le dice que soy su hijo, y nos presenta.

"Disculpame, pasa que tome un poquito, no digas nada porque así tengo que llegar a casa" me confiesa graciosa su amiga que estaba muy linda, un jean apretado que marcaba su culo y una blusa escotada.

Tras confirmarle a su amiga de que estaba todo bien ella se despide diciéndole "después pasame el número de tu hijo por si se me rompe el auto..."

A lo que mi madre le grita que nunca y que no sea irrespetuosa mientras se ríen a la vez.

Arranca el vehículo luego de hacer el puente, Nos despedimos organizando algún encuentro pronto, Cada uno se vuelve a su casa.

Llego de madrugada a mi departamento, cansado, me acuesto y me duermo inmediatamente.

Duermo profundamente, en un momento siento un sonido molesto, no le presto atención y sigo durmiendo, pero el sonido sigue. Me despabilo un poco y es mi celular sonando.

Es mi madre nuevamente, aun con los ojos tratando de enfocar y de acomodarse a la luz, atiendo. Me dice que se le volvió a quedar el auto.

Pero no entiendo porqué si solo debía ir a su casa, qué habrá pasado que se le volvió a quedar. Estaría fallando la batería o el alternador que la carga.

Me levanto nuevamente rápido, vistiéndome con lo que tengo a mano y me voy hacia donde está mi madre.

Llego a una calle desierta con árboles y alguna luz de calle amarilla que no ilumina demasiado. Allí encuentro al auto de mi madre.

Le pregunto y le cuestiono de porque dejo apagar el auto y no fue directo a su casa. Intento hacer arrancar el vehículo en una zona que está linda para que nos roben porque no hay nadie circulando.

Me saco la remera para no ensuciarla porque intento sacar la batería y cambiarla por la mía, yo vendría a buscar mi auto al siguiente día.

Tampoco sirve la idea, termino con el cuerpo manchado con aceite y grasa.

Agotado nos sentamos dentro del auto llamando a una grúa que vendría en 2 horas.

Sentados en el auto con la luz tenue, veo el vestido de mi madre más arriba de lo normal por la posición, casi se puede ver su ropa interior. Su escote se ve claro con la luz de la calle.

De repente me dice que no aguanta más y se sube a horcajadas arriba mío, una pierna a cada lado y me pone su escote a la altura de mis ojos.

Se sienta sobre mi y siento el calor de sus piernas, ella siente mi bulto creciendo rápidamente. Sus manos recorren mi cuello y bajan por mi pecho.

"te gusta lo que ves?" me pregunta ronroneando

Asiento con mi cabeza sin decir nada, solo disfrutando ver esos pechos y ese crucifijo que hipnotiza al ir de uno a otro seno.

Su mano baja hasta el cierre de mi pantalón y con esa sola mano saca de mi bóxer mi miembro caliente y duro, lo masajea con suavidad, solo me mira, no nos besamos.

Mis manos recorren sus piernas maduras torneadas, llego hasta tocar ese culo de nalgas generosas.

"rompe la media" me susurra al oído.

Obedezco y se escucha el ruido de la media rota tan fuerte que parece que toda la cuadra escucharía lo que estábamos por hacer.

Ella se levanta un poco, se está corriendo la ropa interior y ubicando mi pija en la dirección precisa a su interior.

Siento la cabeza de mi pija hacer contacto con sus maduros labios vaginales.

Estoy por entrar dentro de mi madre.

Ella me mira y abre su boca y deja escapar un gemido audible que retumba dentro del auto.

Suena el despertador.

Había soñado, mi bóxer está húmedo, tuve sueño húmedo y terminé enchastrando mi ropa interior.

Anoche sí había ayudado a mi madre, si ocurrió lo de la batería, pero el segundo rescate ocurrió solo en mi mente dormida.

Me bañe con culpa, ni siquiera me animé a masturbarme, aunque estaba muy caliente.

No quería ni pensar en la perversión que había soñado.

Pero era solo un sueño, no tiene un sentido literal según la psicología, así que con ese consuelo me dispuse a vivir mi rutina.
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Luego de ayudar a mi madre a arrancar su auto por haberse quedado sin batería vuelvo a casa y me quedo dormido, tengo un sueño que parece real donde estimulado por una escena erótica de una película donde una mujer madura tiene relaciones con uno más joven dentro de su auto se asemeja a mi madre y a mi.

Despierto con culpa y algo de asco, me doy una ducha tratando de pensar en otra cosa y voy hacia mi trabajo.

Transcurren los días con normalidad, no he vuelto a tener esos sueños perturbadores, eso sí, he tenido que recurrir a ver algo de porno para masturbarme.

No soy de mirar pornografía, pero sentía que necesitaba descargarme, así que me puse a buscar sobre todo a chicas jóvenes, modelos, de mi edad.

En mi trabajo las cosas se ponen densas, uno de los gerentes locales es promovido a otro país, por lo que habría un ascenso para algunos de los aspirantes.

Se desata entonces una competencia feroz, que nos pone a todos a realizar esfuerzos extras para agradar al gerente general.

En esos días mi madre me manda whatsapp pidiéndome juntarnos algún día para diagramar su negocio, asesorarla junto a sus amigas para no cometer errores.

Le pido tiempo, le cuento sobre mi situación, mi madre está ansiosa pero comprende, por un par de semanas no podríamos vernos, pero le tiré algunos tips y tareas para que vayan haciendo hasta que nos podamos juntar.

Esos días son muy intensos, voy muy temprano y llego tarde a mi departamento, incluso a veces me llevo trabajo a casa para adelantar y hacerlo durante la noche o los fines de semana.

Llega el día finalmente de la resolución y obtengo el ascenso, eso me pone feliz, un mejor puesto, un mejor sueldo, y realización personal.

Ese viernes salgo exultante, con mis compañeros de equipo salimos a brindar, cada uno también es promovido a otras áreas, hay uno que ocupara el puesto que dejo, es todo alegría.

Le doy la buena noticia a mi madre, el domingo ya podríamos vernos, comer una buena pasta casera y ver lo de su negocio.

Pero esta noche brindaríamos y tomaríamos todo con mis amigos, nos llevamos el mundo por delante. Y lo haríamos notar en un festejo descontrolado por los bares porteños.

Esa noche no hay control, estamos tomando, le hablamos a cualquier chica que aparezca, invitamos tragos, y más de uno puede sacar teléfonos y besar a chicas con la esperanza de llevárselas a su departamento, algunos no pueden, están en pareja o son casados, pero esa noche todo quedará en secreto.

En uno de los locales nocturnos, decidimos hacer nuestro descontrol final, ya es de madrugada. Cada uno va a la caza de alguna mujer.

Yo que no he tenido éxito en toda la noche, intento nuevamente y parece que voy a ser rechazado, cuando en medio de la pista, me choco con una mujer hermosa, madura. No sé cuántos años tendría, pero me llevaría al menos 15 años.

Le pido que me disculpe por el choque en la pista de baile, y ella me mira con una expresión extraña.

"como disculpe, no me hagas sentir vieja, tuteame, hablame de vos" me dice al oído.

Me sonrojo, sintiendo que cometo un error tras otro.

"lo mínimo que podes hacer ahora es bailar conmigo e invitarme un trago" me vuelve a susurrar al oído mientras me apoya sus tetas en mi pecho.

Asiento con la cabeza y comenzamos a disfrutar del momento, bailamos, reímos, y luego de unos largos minutos la invito a tomar algo.

Al pedir los tragos vamos a un lugar donde hay sillones, luz tenue, la música no es tan fuerte, pero ahí estamos listos para compartir esas bebidas.

Sus piernas doradas se ven apetecibles con la escasa luz, su escote es pronunciado, llama a la vista.

De tanto hablarnos al oído y apoyarnos las manos en nuestros hombros y piernas terminamos besándonos apasionadamente.

Pasamos muchos minutos besándonos y rozándonos como si no hubiera nadie más en el boliche.

En un respiro me dice que no podemos ir a su casa porque tiene hijos adolescentes viviendo con ella. Le ofrezco ir a mi departamento.

Vuelvo manejando en un mal estado, ella no está mejor que yo, hacemos lo prohibido de ir con mi propio auto manejando hasta el departamento, un riesgo para nosotros y los demás, estupidez de juventud y calentura.

Al llegar, apenas bajamos ella me besa apasionadamente, entramos al edificio pegados, mientras esperamos en el ascensor me dice cosas como que le encantan los pendejos como yo, que ya quiere probar mi cuerpo joven, etc.

En el ascensor me besa y toma mis manos guiándola a su pecho y su cola. Ella lleva las riendas esta noche.

Casi no me deja entrar al departamento, me cuesta poner la llave, pero lo logramos y de un portazo que despierta seguro a todo el edificio nos disponemos a tener sexo.

Me arranca literalmente la camisa, vuelan los botones por todo el suelo, la voy guiando a la habitación.

Nos vamos desvistiendo mientras avanzamos hacia la cama.

Tiene un cuerpo exuberante, unas tetas grandes, una cola proporcionada, unas piernas torneadas, trabajadas en un gimnasio evitando el paso del tiempo.

Su boca recorre todo mi cuerpo, sus manos tocan todo lo que pueden de mi. Me llama pendejo todo el tiempo, eso me calienta.

Esta mujer de 40 años está volviéndome loco de placer, como ninguna otra chica lo hizo.

Me arranca el bóxer con los dientes y sus manos se ubican en mis bolas y en mi tronco que está parado ya, me mira a los ojos con lascivia y abre su boca sedienta para comer el glande que estaba rojo de calor.

Como nunca antes siento electricidad en mi cuerpo, temblores nuevos que solo experimenté en mis primeras masturbaciones de la adolescencia.

Ella se da vuelta y me propone un 69 sin hablarlo, sacó su minúscula tanga y sin previa ella baja su pelvis a mi cara, a mi boca, quiere sentir mis labios y mi lengua en sus partes íntimas.

La complazco, como, muerdo, chupo, meto mi lengua por todos lados, trato de retribuir algo del placer que ella me está dando.

No sé cuánto tiempo pasó, pero en un momento se da vuelta y dice que ha llegado el momento de desvirgarme.

Claro que no soy virgen, pero se ve que esta madura tenía fantasías con iniciar a jovencitos en el sexo.

Se pone encima de mí y ella sola se mete la pija dentro de su vagina, se mueve muy lentamente, disfruta cada centímetro.

Sus uñas se clavan en mi pecho. Y se abalanza sobre mi cuello besándolo fuerte, haciendo chupones mientras comienza a balancearse sobre mi tronco.

Me muerde los hombros y sus uñas rasguñan mis bíceps, mientras cabalga con más fuerza.

Por primera vez escucho a mi cama quejarse, rechina de una manera violenta. Esta mujer está poniendo a prueba su resistencia.

Comienza a gritar, cada vez más fuerte, a tal punto que me preocupo por lo que escucharan mis vecinos.

Ella me obliga en un momento a ponerla en 4, me dice que le cachetee las nalgas, me grita que es lo que tengo que hacer, la bombeo y se escucha el golpeteo de sus nalgas con mi abdomen.

"haceme tuya pendejo, demostrále a mamá lo potente que sos" me dice en un momento.

Eso me perturbó, pero me calentó más, así que seguí bombeándola con más fuerza, sus tetas se bamboleaban sin control.

Se da vuelta casi en el aire y se pone frente a frente, se cuelga de mi prácticamente y me cabalga apoyándome las tetas en la cara.

Se las chupo y se las cómo mientras ella sube y baja de manera frenética.

Esta mujer sigue y me hace explotar dentro de ella.

Eyaculo como nunca, ella sigue cabalgando pero se retira de mi y se arrodilla en la cama llevando su boca a mi miembro latente.

Sin preguntarme se la mete a la boca, chupa y sigue chupando, limpia lo que quedo de mi leche.

"me encanta la leche de pendejos" me dice como poseída.

Nos quedamos dormidos rápidamente.

Por la mañana ella me despierta abruptamente. Me dice que le abra, que debería haberse vuelto anoche apenas terminamos de coger. Que sus hijos la estuvieron llamando porque no sabían porque no volvió a la casa.

Me visto con lo que tengo a mano y le abro la puerta, ella está muy preocupada, se va arreglando en el ascensor, acomodándose, peinándose.

Por la mañana ya me doy cuenta que esa mujer caliente de la noche, era una señora con hijos, preocupaciones, parecida a mi madre, eso me puso un poco incómodo.

Al salir del ascensor, le pregunto si nos volveríamos a ver, me dice que lo duda, no le gusta repetir experiencias.

Le pregunto el nombre al menos y me dice que se llama Maribel.

Se aleja diciéndome que la pasó muy bien, que es como hacer gozar a una mujer, y me tira un beso al aire mientras para un taxi.

Ese sábado me dedico a recuperarme de la resaca, comer liviano, tomar agua, te, hacer nada prácticamente.

Por la noche no me puedo dormir pensando lo que pasó la noche anterior.

Me pongo a buscar pornografía en internet, esta vez ya no jovencitas, sino maduras.

Maduras que me hagan recordar a Maribel, a esa noche frenética. Y luego de buscar algunas me masturbo, y así me quedo dormido.
 
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